Conocimiento y ética en el empirismo de Hume

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Desarrollo del tema:
Conocimiento y ética en el empirismo de Hume
El empirismo es una corriente filosófica que se desarrolla en las islas británicas a principios del siglo XVIII
que considera que la experiencia es la base de todo conocimiento cierto.
Coincide con el racionalismo continental en que ambas filosofías se concentran en la conciencia, en la
subjetividad, sólo analizando el contenido de la conciencia se puede encontrar la certeza de los conocimientos;
en que la razón no aporta nada al conocimiento, es una facultad para distinguir lo falso; y en la rigurosidad en
la aplicación del método. (experimental, en el caso del empirismo.
Se diferencia, por el contrario, del racionalismo en que, en el empirismo, el criterio de certeza no está en la
idea clara y distinta, abstracta y universal, que descubre la razón, sino en la experiencia de lo claro, particular
y concreto. El empirismo, además, adopta una actitud escéptica acerca del origen de la experiencia. El
empirismo dará lugar a una actitud antimetafísica, incapaz incluso hasta de justificar los postulados de la
ciencia.
El empirismo define la experiencia como el conjunto de conocimientos que aparecen en la conciencia con las
características de lo claro, concreto, presente y actual, siendo la experiencia un hecho subjetivo. Las
impresiones y las percepciones son estados de la conciencia, pero eso no supone que sean el reflejo de una
realidad exterior a la propia conciencia. Las principales caracteristicas de la filosofía de Hume son su
escepticismo, su fenomenismo, y su psicologismo.
Hume niega la existencia de ideas innatas. Todo lo que en la conciencia hay de conocimiento seguro procede
de la experiencia y se relaciona con la experiencia. A los contenidos de la conciencia Hume los llama
Percepciones. Éstas se dividen en Impresiones (conocimientos sensibles, vivos e inmediatos) e Ideas
(reproducciones pálidas de las impresiones generadas por la conciencia). Tanto las impresiones como las ideas
pueden ser simples o compuestas (p. ej. Rojo, papel rojo). La aparición de las ideas en la conciencia se
produce por asociación de impresiones, sometida a las leyes de semejanza, contigüidad espacio−temporal y
causalidad. Las ideas pueden estar también en la conciencia gracias a la memoria y la imaginación.
En la filosofía de Hume, se distinguen dos tipos de juicios: de relaciones entre ideas, y juicios de hechos. Los
primeros se denominan analíticos porque el predicado está contenido en el sujeto, y la razón establece su
certeza a priori. No amplían el conocimiento que se tiene. Los segundos de denominan sintéticos, puesto que
el predicado no está contenido en el sujeto, y la razón sólo puede establecer su certeza a posteriori. Amplían el
conocimiento y responden a las asociaciones que se establecen en la mente de semejanza, contigüidad y
causalidad.
El criterio que la razón aplica para establecer la certeza de los juicios de hechos es que todos los elementos
(ideas) del juicio tengan asociados una impresión concreta de la experiencia. Por esa razón, los juicios que se
basan en las categorías de sustancia o de causalidad, no son ciertos, ya que ninguna de esas categorías lleva
asociada una impresión de la experiencia. (p. ej. Todos los gatos tienen pelo no es un juicio válido, porque
recurre a la categoría de sustancia al generalizar).
La relación de causalidad es una inferencia que se establece entre dos hechos vinculados de forma necesaria.
En un juicio de inferencia causal, en consecuencia de lo dicho por Hume, no se puede encontrar una impresión
asociada a la vinculación necesaria entre los elementos, puesto que es la imaginación la que establece la
conexión, apoyada en la memoria de que siempre han aparecido al mismo tiempo los elementos en los casos
observados. La causalidad se reduce a contigüidad.
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En cuanto a los objetos de la metafísica, el mundo se ve reducido a una sucesión de fenómenos que al estar en
la conciencia son psíquicos (fenomenismo, psicologismo). El Yo, por tanto, es la afirmación de un sujeto
permanente e idéntico de donde proceden todos los actos psíquicos, que solo es fruto de la costumbre y de la
asociación de la memoria. Que Dios sea explicación última de todos los fenómenos psíquicos y físicos queda
igualmente reducido a pura imaginación.
En cuanto a la ética, Hume se plantea la certeza de los juicios morales y el objetivo de lo bueno. Para ello hace
un análisis de los contenidos de la conciencia.
Existen según Hume dos tipos de formulaciones morales: Los imperativos morales y los juicios morales. Los
primeros no son conocimientos y no proceden de la razón. Los juicios morales son Juicios sintéticos, porque
el predicado bueno o malo no está incluido en el sujeto, y como tales han de soportar el análisis de certeza
establecido para esos juicios en la teoría del conocimiento. Pero no hay ninguna impresión en la experiencia
asociada a bueno o malo. En los juicios morales, la razón informa de la utilidad y fines de un determinado
hecho, pero la censura o aprobación de estos proviene del sentimiento, un sentimiento a favor de la
humanidad que todo hombre tiene. Son las circunstancias que concurren en cada caso lo que provoca a
posteriori esa aprobación o censura. Esta teoría se llama emotivismo moral y supone un cierto subjetivismo a
la hora de las valoraciones morales. Aunque el sentimiento a favor de la humanidad sea común a todos los
hombres, las normas y principios morales no se pueden descubrir a priori, por lo que no se pueden considerar
universales ni necesarios.
Bibliografía que entra: Investigación sobre los principios de la moral. Investigación sobre el entendimiento
humano.
Introducción
Teoría del conocimiento
Análisis de las ideas
Análisis de los Juicios
Consecuencia: La inferencia causal.
Los objetos de la metafísica
Ética
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