Mensajes y contenidos en imágenes para niños.

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de Andalucía
I Congreso Internacional sobre Ética en los Contenidos de los
Medios de Comunicación e Internet
Granada, 15, 16 y 17 de Octubre de 2001
http://www.ugr.es/~sevimeco
MENSAJES Y CONTENIDOS EN IMÁGENES
PARA NIÑOS
Mª Carmen Hidalgo Rodríguez.
Facultad de Bellas Artes
Universidad de Granada
Violencia, racismo, sexismo, discriminación... palabras a las que
nos hemos acostumbrado y que forman parte de nuestra
cotidianeidad pero que desearíamos apartar de ella. Violencia en
televisión, racismo en la calle, discriminación en el trabajo... La
infancia percibe este mundo a través del gran ojo televisivo que
permanente nos mira y nos deja ver un mundo distorsionado. Pero
dentro de esta globalización mediática hay dos campos que más
nos interesan y que a través de nuestra investigación intentamos
descifrar: los mensajes que los niños perciben en las imágenes que
se confeccionan para ellos y la relación con los textos que las
acompañan y la realidad a la que hacen referencia.
Nadie se cuestiona la importancia de las imágenes en los libros
infantiles, con independencia de su función, aunque el número de
trabajos de investigación realizados sobre ellas sea muy escaso.
Estamos convencidos que las causas se deben a la escasa
importancia otorgada a la ilustración como género artístico, a su
poder educativo y la inexistencia de un método riguroso de análisis
de imágenes al igual que existe para los textos. Se les podrían
añadir otras más, como el poco interés de los medios de
comunicación especializados, la falta de crítica artística ajena a
intereses comerciales, etc.
Durante la educación preescolar y primaria se intenta que los niños
lean y escriban, aprendan a leer y a escribir con cuestionable éxito.
Es un problema recurrente en todas las administraciones educativas
la necesidad de que desde los primeros años de aprendizaje se
adquiera suficiente vocabulario y la capacidad de su interpretación.
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Pero al final del primer ciclo educativo cualquier niño occidental ha
pasado más horas delante del televisor que en la escuela, es decir,
ha adquirido una cultura visual absolutamente independiente de
cualquier aprendizaje y de forma autónoma. Apenas se le presta
importancia a lo que ve, a los mensajes visuales que recibe. En este
contexto se hace necesario un estudio sobre qué tipo de imagen
reciben los niños en la actualidad, no sólo desde el punto de vista
artístico sino en cuanto a su contenido.
En esta época se han superado todas las barreras culturales para
acceder a un "mercado único" audiovisual dominado por los
"imperios" Disney y japonés. Durante la programación infantil, en
cualquier cadena de TV española, pública o privada, el 90 % de los
dibujos animados emitidos provienen del mercado japonés o del
estilo Disney. La intención de ambos es clara. La producción
japonesa no requiere tiempo ni alta tecnología para confeccionar
una serie de animación. El continuo empleo de efectos cinéticos e
imagen congelada permite una producción a muy bajo coste pero
altamente atrayente por sus vivos colores y tramas trepidantes y,
sobre todo, violencia gratuita. Por otro lado, los éxitos comerciales
de Disney han animado a otras productoras tanto americanas como
europeas a continuar una línea de dibujo y de argumento muy
similares buscando una rápida comercialización.
Con esta situación, hay un elemento preocupante en la producción
de imágenes para niños, en el que hemos centrado parte de nuestra
investigación: el sexismo, que no es más que otra manifestación de
la violencia. Los estereotipos de los libros ilustrados ejercen con
frecuencia más fuerza sobre los niños que la realidad que les rodea.
Las imágenes insisten en las funciones tradicionales para el hombre
y para la mujer, limitadoras para las niñas y empobrecedoras para
los niños. De hecho, por una curiosa necesidad de simetría, las
características y los comportamientos que se atribuyen a un sexo se
niegan al otro. Si los chicos son activos y osados, las chicas no
pueden ser sino pasivas y temerosas. Si las chicas son afectuosas
y sensibles, no queda más opción a los chicos que mostrarse
violentos. Esta rigidez en los papeles que aprisiona y modifica la
personalidad se encuentra en los libros que tienen los niños de
preescolar o de primaria, en lugar de incidir en la realidad cotidiana
que conocen: mujeres responsables y autónomas (y que, además,
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son guapas), madres inteligentes e instruidas, parejas que
mantienen relaciones de igualdad.
Transcurridas tres décadas desde la "revolución" de los 70, donde
la literatura y la ilustración infantil y juvenil se muestran activamente
comprometidas en favorecer valores sociales no discriminatorios,
nos preguntamos qué ha quedado de todo aquello, si ha
profundizado ideológicamente el cambio en la ilustración y en la
literatura infantil española
Dada la importancia que tiene el tema, ya que a través de estos
personajes se transmiten valores que pueden ser beneficiosos o
perjudiciales en la educación de los niños, sobre todo en una edad
tan temprana, muchos especialistas vienen investigando en esta
línea desde la década de los setenta, sobre todo en el ámbito de la
literatura. Mencionamos los más destacados:
El punto de partida para nuestro estudio lo ocasionó el 24º
Congreso Internacional del IBBY (International Board on Books for
Young people, organismo internacional para la creación y difusión
de literatura e ilustración infantil) celebrado en 1994 en Sevilla y en
el que se mostró la preocupación por la diversidad cultural, el
tratamiento de “lo diferente” o el sexismo en la literatura e ilustración
infantil.
Los trabajos sobre este tema se remontan a 1971, en la Universidad
de Princeton en Nueva Jersey, donde un grupo de profesoras
analizaron quince colecciones de cuentos para niños. El estudio
reveló que los niños eran protagonistas de 881 cuentos, mientras
que las niñas lo eran de 344. Entre sus conclusiones destacaban
que desde la escuela primaria lo niños aprenden que los varones
son dominadores, activos, organizados y creativos, y que las niñas
son pasivas, ordenadas, intuitivas y deseosas de agradar1.
Diez años después, en 1981, la UNESCO emprendió un
estudio en varios países, sobre los estereotipos sexistas en los
ORQUIN LERIN, Felicidad. Esteriotipos en los libros no sexistas. Memoria del 24º
Congreso Internacional del IBBY de Literatura infantil y juvenil. Sevilla 1994. pp 106 y
ss.
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libros infantiles, constatando que en todos ellos se publicaban un
alto número de libros de contenidos claramente sexistas2.
A este respecto podemos citar también un estudio publicado en
1994 por Teresa Colomer3 (Profesora de la Universidad Autónoma
de Barcelona), sobre el sexismo en la literatura infantil y juvenil,
donde analiza una muestra de 150 libros publicados desde finales
de la década de los 70 sancionados por la crítica como los mejores
publicados en España, con independencia de la nacionalidad de los
autores e ilustradores. En este estudio analiza cada uno de los
personajes pero sólo desde el punto de vista de la literatura,
llegando a la conclusión de que la presencia femenina ha
aumentado pero el proceso no parece lo suficientemente
consolidado.
Si hay una figura que destaca en este campo, es la de Adela Turín,
autora de la colección feminista A favor de las niñas, y además de
numerosos cuentos infantiles y del libro Los cuentos siguen
contando4, en el que se hace un estudio minucioso de los
estereotipos sexuales.
En 1996, la Asociación “Du Côté Des Filles”, creada en Francia en
1994 con el apoyo de la Comisión Europea, puso en marcha una
investigación sobre los álbumes ilustrados El proyecto analiza el
sexo de los personajes representados, sus funciones, acciones,
entorno y relaciones con los otros personajes. Las conclusiones
resultantes no difieren de las anteriores: “el mundo que muestran
los álbumes es sexualmente discriminatorio y mayoritariamente
masculino y sólo en raras ocasiones se dan situaciones en las que
niños y niñas, hombres y mujeres cohabitan, comunican e
intercambian”.
2
Ibidem
3
COLOMER, Teresa. A favor de las niñas. El sexismo en la literatura infantil. Revista
CLIJ, nº 57, pp 7-24. 1994.
4
TURÍN, Adela. Los cuentos siguen contando... Algunas reflexiones sobre los
estereotipos. Editorial Horas y Horas. Madrid. 1995.
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La educación para la solidaridad, la igualdad y la paz es el objetivo
prioritario de muchos gobiernos. El concepto de relatividad, tanto en
física como en ciencias sociales ha derribado la idea de
universalismo y hegemonía que predominaba a principios del siglo
XX. Las concepciones globales, los esquemas totalitarios, el
pensamiento único se debilitan ante la evidencia de la propia
realidad. Hay un regreso a lo pequeño, que mide la identidad por el
grupo étnico, religioso o ideológico. Pero la palabra minoría
adquiere una nueva dimensión que no está exenta de violencia, y la
violencia es el producto de la intolerancia, que, a su vez, no es más
que la incapacidad de ponernos en el lugar del otro.
A través de la lectura, texto e imagen, el niño se relaciona con otras
tierras, otras personas o con su propia gente pero vista desde otra
perspectiva. Existe un reconocimiento de lo propio y una aceptación
de lo extraño.
La investigación llevada a cabo por el Proyecto "Multiculturalismo y
exclusión social en imágenes infantiles" con cargo al Ministerio de
Ciencia y Tecnología, del que formo parte, pretende analizar cómo
perciben los niños estas ilustraciones y si se corresponde
con
lo que pretende el autor. Hemos comprobado grandes desfases
entre la intención del ilustrador, la percepción del niño y la realidad
que le rodea. Ha sido interesante demostrar que, en general, estos
niños reconocen con más facilidad a los personajes fantásticos o
maravillosos que a aquellos de la vida real, ya que suelen
caracterizarse por numerosos elementos que han sido una
constante a lo largo de los siglos, y que estos personajes tienen
unas connotaciones que el niño les atribuye de lo que ha aprendido
de la realidad o de la televisión, con independencia de lo que el
ilustrador ha representado. Un ejemplo a la hora de percibir una
imagen serían los valores positivos o negativos que se le asignan al
personaje. Una bruja, o un pirata, son malos por naturaleza para la
mayoría de los niños.
Sin duda se puede hablar, por tanto, de personajes buenos y malos
para los niños: reyes y príncipes son buenos, mientras que, como
hemos dicho, brujas y piratas son malos, y cualquier personaje de la
vida cotidiana (padres, madres, abuelos) es bueno. Por supuesto
existe la compatibilidad entre cada uno de los personajes y valores,
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sin embargo, el paso que hay de la bondad a la maldad es mucho
más fácil que a la inversa. Cualquier complemento de
connotaciones negativas convierte rápidamente un personaje bueno
en malo, pero harán falta muchas más pistas (no sólo
complementos sino posición o actitud del cuerpo, rasgos y gestos
del rostro, etc.) para convencer a un pequeño del carácter benigno
de un personaje que siempre ha sido para él malo por naturaleza.
Dentro de este contexto no podemos olvidar el movimiento del
“political correctness” o políticamente correcto, que surgió en
EE.UU. a finales de los años 80 y que ha invadido todo ámbito de
creación con una especie de fundamentalismo formal. Se ha
definido como la batalla para hacer la literatura infantil políticamente
aceptable para todos los sectores de la sociedad en temas como
racismo, sexismo, clases sociales... Por supuesto que todos
estamos en contra de las manifestaciones de violencia, ya sean
físicas, psíquicas o de género, pero creemos que el excesivo
proteccionismo por parte de algunos editores o productores
audiovisuales está privando a nuestra infancia de una visión más
amplia de su mundo. En el afán por respetar las minorías, por evitar
cualquier tipo de discriminación o por evitar críticas, el movimiento
"políticamente correcto" ha llegado a situaciones que bordean el
absurdo. No sólo tenemos que cuidar el espacio de libertad infantil
sino también la libertad de los creadores de literatura o arte para
niños. Desde un extremismo ideológico “Alicia en el País de las
Maravillas” sería censurada por los editores porque la oruga no
puede aparecer fumando en pipa, o Alicia no debería comer de un
hongo donde ha estado una oruga o, incluso, porque el conejo es
blanco, clara referencia a una mayoría social dominante. Un
ejemplo real: la Warner Bros ha censurado la publicación en vídeo
de los primeros dibujos de Bugs Bunny de los años 40 por
considerarlos violentos. Los niños no podrán ver como era Bugs
Bunny en sus comienzos (ni ustedes, ni yo) Lo que queda al final
es que muchos editores son culpables de que se publiquen libros
neutros, sin colorido, sin conflictos, sin emoción, sin vida. Lo que
comenzó como un intento de suprimir algo que se considera una
ofensa moral, social, cultural o política corre el riesgo de convertirse
en argumento para la censura. Es posible que el negar a nuestros
niños el acceso a determinadas ideas pueda ser tan peligrosa como
exponerlos a las mismas.
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El contenido de los cuentos actuales no es sino un producto o
resultado de los temas que se han abarcado en el libro infantil, y de
la manera como se han tratado estos temas. Encontramos, por
tanto, a un niño o niña protagonista de la mayoría de los cuentos, ya
que aunque se trate de un libro de tema fantástico, los
protagonistas siguen siendo los niños. Por tanto, se nos muestra a
un niño como epicentro de vidas familiares, historias más o menos
fantásticas y, además, rodeado de un entorno que asimila como
algo perfecto, donde nunca surgen problemas, y si surgen se
solucionan enseguida.
Al convertirse el niño en el centro de todo, los demás seres que le
rodean pasan a ser personajes que normalmente enfocan su vida
en función del él, tal es el caso de madres, padres, abuelas,
abuelos, tías... que inundan los cuentos desplazando a los
personajes clásicos de los cuentos maravillosos. Han desaparecido
de los cuentos los reyes, las brujas y los dragones.
Cuando los protagonistas de los cuentos son animales, el panorama
no cambia mucho ya que estos no cumplen con su papel sino que
se humanizan cobrando la personalidad de un hombre o mujer (o de
un niño en este caso), actuando y pensando como él,
independientemente del grado de caricaturización gráfica que se le
haya aplicado a la imagen.
Pero esta protección frente a la violencia no encuentra reflejo en la
discriminación sexual. Manteniendo esta preferencia por el
protagonismo infantil, destaca, además, la preferencia por uno de
los sexos. Teniendo en cuenta el sexo del total de personajes que
intervienen en la muestra de libros analizada en nuestra
investigación, ya sean protagonistas o no, encontramos una
desigualdad entre sexos que se torna en favor del sexo masculino.
Pero la gran diferencia de los sexos no se encuentra tanto en la
cantidad de participación, como en la calidad de la participación. El
sexo femenino no sólo ocupa los puestos secundarios de los libros
infantiles sino que desde ese puesto reivindica en la mayoría de los
casos su estado discriminatorio en comparación con el sexo
masculino. Nos referimos, a que en general se presenta a una
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mujer feliz aunque su única función en la vida sea la de cuidar y
alabar al niño, y las labores domésticas.
Esta representación sexista se hace tanto desde el texto como
desde la ilustración, y, además, tanto por parte del sexo masculino
como del femenino, como demuestra el sexo de cada uno de los
creadores de cada libro. Por tanto, es arriesgado hablar de
machismo. Se podría tratar más bien de una repetición de
estereotipos que surgieron como reflejo de una sociedad repleta de
desigualdades evidentes entre sexos, que por desgracia aún siguen
existiendo, pero, que cada día son menos. En consecuencia ya no
se trata de un reflejo de la realidad, sino más bien de una
despreocupación, y una falta de originalidad que inculca a los niños
mensajes sexistas.
Con esto queremos decir que no hay violencia, sino violencias, de
diversos tipos y que el niño percibe por diferentes medios. El
profesor Alonso Erausquin señala una serie de binomios o
categorías de la violencia presentes en los mensajes audiovisuales:
física o psíquica, explicita o implícita, absoluta o relativa, agradable
o molesta, espectacular o densa, explicada o no explicada,
justificada o condenada, premiada o castigada, útil o inútil. Y sobre
todo: discutida o no discutida. Insistir de forma exagerada en limpiar
de violencia sólo física un sólo medio, en este caso el libro infantil,
lleva a olvidar otras manifestaciones indeseables que están ahí.
Internet, viodeojuegos, televisión son los medios más atrayentes y
que están confeccionando formas de comportamiento. Juegos como
Carmagedon, donde un conductor obtiene puntos al atropellar a
peatones, o Quake, que gana quien logre asesinar con sofisticadas
armas a todos los demás, se imponen en el mercado, sin que nadie
se preocupe de filtrar sus contenidos con tanto interés como ocurre
en los libros infantiles. Sólo en la versión alemana de algunos
videojuegos la sangre es verde consiguiendo que para los niños las
imágenes agresivas del juego, no sean violentas, porque en ellas no
hay sangre. Si los conceptos de violencia resultan tan dispares
difícilmente podremos llegar a un consenso para regularla.
Con los dibujos animados ocurre algo parecido. Durante años, se
ha considera este género como sinónimo de infancia sin
preocuparse de sus contenidos. El Manga irrumpió hace 25 años en
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las televisiones españolas con un éxito tremendo y con una
violencia a la que no estábamos acostumbrados. Hubo que fijarnos
en series como "Bola de Dragón", emitida en hora infantil, para que
algún programador la relegara a las madrugadas por su alto
contenido violento. Proceso inverso ha ocurrido con series como
"Los Simpson" o South Park que empezaron en horarios marginales
y que la mercadoténica ha convertido en programas favoritos de los
niños, aunque no fueron creadas para ellos.
En definitiva, y para finalizar, queda claro que el mundo
representado en la mayoría de los libros de la muestra analizada y
de los dibujos animados se queda pequeño; pequeño en cuanto a
países, culturas, razas, especies, incluso entre vecinos y colegas; y
en definitiva, pequeño en todo aquello que nos hace especiales a
cada uno de nosotros.
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