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DICTAMEN DEL INSTITUTO DE D. DEL USUARIO Y DEL CONSUMIDOR SOBRE LOS
PROYECTOS DE LEY SOBRE REGULACIÓN DE LAS RELACIONES DE CONSUMO
(Expte. 432398).
I.- ACLARACIÓN PREVIA.
Cabe consignar que los tres proyectos que elevara el P. Ejecutivo
Nacional al Congreso de la Nación y que son motivo de dictamen, han avanzado con
gran celeridad en su tratamiento, puesto que a escasos días de su ingreso, por el
Senado, fueron tratados por un pleno de Comisiones en dos reuniones consecutivas
en el término de una semana y ahora se encuentran programadas para ser tratadas
en la próxima sesión de la Cámara.
También, hemos de señalar que, antes que tomaran estado
parlamentario, tampoco existieron consultas previas que permitieran realizar
aportes de este Instituto y del Colegio –como si ocurrió en oportunidad de la
sanción de la ley 26.361 modificatoria de la ley 24.240 así como con la ley 26.682
de medicina prepaga.
II.- PROYECTO DE LEY DE REGULACIÓN DE LAS RELACIONES DE
PRODUCCIÓN Y CONSUMO O DE ABASTECIMIENTO.
Este proyecto está referido a las cuestiones de abastecimiento
reguladas por la ley 20.680. La mencionada ley data de 1974 y fue aplicada en
algunas oportunidades por gobiernos posteriores. Sin embargo, en razón del
Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 2.284 del 31 de octubre de 1991, que supeditó
su aplicación a la declaración previa de la emergencia de abastecimiento por parte
del Congreso de la Nación, la norma actual presenta algunos problemas de
implementación y existe doctrina en favor de la impugnación de las eventuales
decisiones administrativas que se tomen en su consecuencia -especialmente si
están referidas a sanciones dictadas con motivo de su aplicación.
La norma otorga facultades de intervención a las autoridades
económicas para intervenir decididamente en los diferentes mercados, mediante la
determinación de márgenes de utilidad, precios tanto mínimos como máximos,
establecer cuotas mínimas o máximas de producción, etc. Es decir que constituye
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una herramienta muy fuerte de regulación y prevé diversas sanciones a la
inobservancia de las medidas adoptadas por la autoridad de aplicación.
Ahora bien, a poco que se analice el contenido de sus disposiciones se
advierte que se encuentran orientadas a las empresas como agentes económicos –
incluso luego de las modificaciones producidas en el dictamen de comisiones del
Senado, respecto de empresas de cierta envergadura. Por lo consiguiente, se trata
de un claro instrumento de política económica y no estrictamente de regulación de
las relaciones de consumo.
En consecuencia, es una materia que excede las competencias de este
Instituto. Sin mengua de ello, apuntaremos que un Estado moderno no puede dejar
de intervenir en los mercados, puesto que la regulación es indispensable en
determinadas circunstancias y que la existencia de instrumentos en esa materia
aparece como necesaria. En todo caso, la aplicación concreta que se haga de
dichas herramientas puede ser materia de consideración, según se configure o no
como arbitraria.
III.- PROYECTO DE CREACIÓN DEL OBSERVATORIO DE PRECIOS Y
DISPONIBILIDAD DE BIENES.
Conforme a este proyecto se crea un Observatorio, con el objeto de
contribuir en la labor de las autoridades de la Secretaría de Comercio en la
aplicación
de
la
ley
de
abastecimiento
a
la
que
nos
hemos
referido
precedentemente. En consecuencia es instrumental y funcional a dicha preceptiva
y resultan extensivas al caso las formulaciones practicadas en el punto anterior.
Sin embargo, existe una excepción. No obstante, hay un aspecto
relacionado con las relaciones de consumo respecto del cual consideramos
necesario pronunciarse. Nos referimos que en ese proyecto se determina la
inclusión de tres representantes de las asociaciones de consumidores legalmente
constituidas y debidamente registradas, delegando su designación a la Secretaría
de Comercio.
La mencionada disposición es contraria a lo establecido en el art. 42
de la Constitución Nacional en cuanto estatuye “la necesaria participación” de las
asociaciones de consumidores y usuarios en los organismos de control. En ese
sentido son ampliamente ilustrativas las reflexiones vertidas por los convencionales
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constituyentes en oportunidad de la discusión de esta norma y que de un modo
inequívoco consideraron que la “necesaria participación” de las asociaciones de
consumidores y usuarios estaba claramente orientada a una actividad de control de
la sociedad civil respecto de esos organismos y a generar un simple
acompañamiento.
El concepto de participación no es compatible con el de delegación de
la designación a la autoridad de aplicación. El Observatorio necesita de la
presencia de asociaciones de consumidores pero son ellas mismas las que deben
generar su representación. La delegación de las designación en personas estatales
conlleva el riesgo que a la mesa de decisiones solo se sienten aquellos que pueden
ser amigos de los funcionarios de turno y eso es precisamente lo que quiere evitar
el art. 42 de la Constitución Nacional.
Por consiguiente, consideramos que la designación sea mediante
selección directa por parte de las propias asociaciones de consumidores o que
quede a cargo de la autoridad de aplicación pero sobre la base de una lista de
cinco proporcionada por las asociaciones de consumidores, para cumplir con lo
establecido en el art. 42 C.N.
Por las mismas razones, estimamos que la convocatoria que puede
realizar el Secretario de Comercio, según lo establecido en el art. 2º del proyecto,
en cuanto a la participación de un representante de los consumidores con carácter
obligatorio, lo sea sin perjuicio de la posibilidad de que asistan el resto de los
representantes de las asociaciones, a los fines de tomar un debido conocimiento de
lo ocurrido y actuado en dicha convocatoria, de manera de garantizar la
transparencia de los actos del organismo, y cumplir con el debido deber de
información pública.
IV.- RESPECTO DEL SISTEMA DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN LAS
RELACIONES DE CONSUMO (COPREC)
Es un largo y detallado proyecto referido a los conflictos de consumo
en la órbita nacional y federal y al que se invita a las provincias a adecuar sus
regímenes procesales y de procedimiento o a adherir a la presente ley (art. 77) ,
que modifica las normas e procedimiento administrativo y judicial contenidas en la
LDC Nº 24.240 (t.o. conforme ley 26.361).
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Algunas de sus notas distintivas son:
i.) Se elimina la conciliación en sede administrativa de los conflictos de consumo,
quedando dicha vía reducida a las actuaciones de oficio o a las denuncias, pero sin
posibilidad de llegar a acuerdos.
ii) Se establece un única y exclusiva “boca de entrada” para los conflictos de
consumo: la conciliación a llevar a cabo a través de los conciliadores designados a
esos efectos.
iii) Si se llega a un acuerdo satisfactorio y es homologado, el conflicto concluye
definitivamente.
iv) Si no existe acuerdo el consumidor puede tener una o dos vías, según sea el
monto y el tipo de conflicto. Si el conflicto es de tipo menor –hasta 15 salarios
mínimos- y referido a una cosa podrá plantearlo ante un nuevo funcionario, el
auditor de consumo, el que podrá resolverlo. Si en conflicto es de un monto mayor
o si se trata de un servicio –cualesquiera sea el monto- o si se reclama por daños no
materiales o si la elije, podrá optar por la vía judicial.
v) Se crea la figura del auditor de consumo que resolverá ciertos conflictos de
consumo derivados de daños ocasionados por cosas y hasta un monto determinado.
vi) La resolución judicial de conflictos de consumo quedará a cargo de un fuero
especializado, el fuero federal y nacional de consumo, especializado en la materia.
Dicho fuero entenderá, por vía de apelación respecto de las sanciones aplicadas por
las autoridades de aplicación de las leyes de consumo, abastecimiento, lealtad
comercial y defensa de la competencia.
Consideramos que la orientación general del proyecto es positiva y
tiende a resolver una numerosa conflictiva en la materia y si funciona
adecuadamente, podrá mejorar sustancialmente algunas cuestiones cotidianas que
incluso perjudican la calidad de vida de las personas, tales como en materia de
telefonía celular, internet, tarjetas de crédito o medicina prepaga. En especial, la
creación de un fuero de consumo, que todos los especialistas en la materia vienen
recomendado desde la vigencia de la ley 24.240 hace ya casi 21 años. Sin embargo,
estimamos necesario puntualizar algunos aspectos que, a nuestro entender,
perjudican el proyecto e incluso pueden esterilizar sus fines así como algunas
incongruencias técnicas. Todo lo cual pasamos a considerar a continuación.
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IV.1. ASPECTOS GENERALES.
1°) Necesaria referencia a ciertas normas de consumo
La regulación actual de las relaciones de consumo previstas por nuestra
Constitución Nacional encuentra su cabida, no solo a través de la LDC Nº 24.240
sino que también lo es de un modo específico en dos de los sectores más
conflictivos y con mayores perjuicios para los consumidores. Nos referimos
especialmente a la Ley de Tarjeta de Crédito Nº 25.065 y a la Ley 26.682 referida a
la asistencia médica por parte de las empresas de Medicina Prepaga. En el caso de
la LTC la Secretaría de Comercio incluso es su autoridad de aplicación. Y respecto
de la 26.682 dicha autoridad es compartida con la Superintendencia de Servicios de
Salud de la Nación. Sin embargo, en toda la normativa propuesta no existe ni una
sola referencia a esas relaciones de consumo. Por consiguiente y para evitar futuras
malas interpretaciones y conflictos de interpretación, proponemos que en las
diversas menciones normativas referidas a la LDC Nº 24.240 sean ampliadas y se
consigne también a las leyes 25.065 y 26.682.
2º) La instrumentación de la conciliación debe ser muy cuidadosa
La Constitución Nacional y las leyes de consumo tienen como presupuesto básico
fundante la desigualdad de las partes en dichas relaciones. Sus disposiciones
tienden a compensar y balancear dicha desproporción. De tal forma se establecen
principios tuitivos orientados en ese sentido –lo que guarda paralelismo con otros
regímenes –p. ej. el laboral. Ello lleva a la necesidad de preservar la vigencia del
orden público de consumo establecido en el art. 65 LDC. Por ello la normativa
vigente y la que se propone establece que en ese ámbito no se realizan
mediaciones sino conciliaciones.
Sin embargo, nos preocupa la preservación de la vigencia del orden público de
consumo, puesto que el sistema incluye como paso previo un pasaje –antes de
llegar al sistema público- por una instancia de conciliación que será llevada a cabo
por profesionales formados y ejercitados durante años en una concepción que
presupone la existencia de partes iguales y no desiguales como lo son en las
relaciones de consumo. Adviértase que en el ámbito laboral los conciliadores
tienen amplia formación en el derecho laboral. De modo que entendemos que la
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normativa debe garantizar muy bien no solo la formación específica en la materia
sino también que se fije un marco estricto de control, en el que siempre deberá
prevalecer el interés público de consumo.
3°) El patrocinio letrado NO es incompatible con la gratuidad y debería ser
obligatorio
El proyecto, en varios artículos hace referencia tanto a la gratuidad para el
consumidor como a la innecesariedad de la intervención letrada. Ello desnuda un
serio error de interpretación, tanto respecto de la importancia del patrocinio
jurídico como en materia de derecho del consumo.
El patrocinio jurídico permite acceder a un asesoramiento técnico que iguala
oportunidades, poder, conocimientos, que en general están del lado de los
proveedores, de modo que no perjudica a los consumidores sino que los beneficia
contar con el patrocinio. Tampoco el principio de gratuidad es contradictorio con
el patrocinio sino que el procedimiento deberá ser gratuito para el consumidor, lo
que es algo muy distinto.
Esta necesidad de asistencia letrada se refuerza ante la preocupación señalada
previamente respecto de la preservación del orden público de consumo y de la
debida atención de los intereses de los consumidores.
4°) Limitación por la materia de la función del auditor
Conforme resulta del interjuego de las normas contenidas en el art. 27 referido a
competencia del auditor y a las modificaciones que se introducen el art. 40 bis de
la LDC (daño directo), la competencia del auditor está limitada no solo por el
monto sino también por la materia, lo que va a terminar por generar la inutilidad
práctica del uso del sistema, conforme desarrollamos más adelante.
IV.2. ALGUNAS CUESTIONES PARTICULARES SIGNIFICATIVAS.
1°) ¿Justicia de menor cuantía o fuero de consumo? La cuestión del monto.
El art. 2 del proyecto establece una limitación respecto del monto al equivalente a
55 salarios mínimos, vitales y móviles. Ello nos lleva a preguntarnos ¿se trata de
una justicia de menor cuantía o el establecimiento de un sistema de resolución de
conflictos de consumo? Parecería que estamos ante una mezcla: sería un sistema
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de resolución de conflictos de consumo hasta un determinado monto. La ecuación
no es feliz. La especialización no puede estar limitada a un monto determinado
sino que está determinada por la materia, máxime cuando el fuero será
competente para resolver en vía de apelación respecto de cuestiones –como las de
defensa de competencia o importantes multas- que no van a tener limitación de
montos. Es decir que se va a dar la paradoja que las cuestiones de consumo van a
tener límite de acceso al fuero especializado y no va a ocurrir lo propio para las
empresas proveedoras.
Ahora bien, aún suponiendo que por las razones que fuere –p. ej. de tipo operativose considerase necesaria establecer alguna limitación, ella nunca podría estar
presente cuando están en consideración valores tales como la salud y hasta la vida,
máxime cuando son muchos los tratamientos e intervenciones que alcanzan
significativos montos. Y de no hacerse lugar a la modificación pretendida, este tipo
de asuntos debería continuar resolviéndose, fundamentalmente, por ante el fuero
civil y comercial federal que está absolutamente colapsado. En consecuencia, la
limitación de monto nunca debería ser válida en ese tipo de relaciones.
2°) Los responsables solidarios
Uno de los rasgos típicos de las relaciones de consumo consiste en el
establecimiento del concepto de responsabilidad solidara de todos los integrantes
de la cadena de comercialización. Ello es fundamental, por cuanto al consumidor
no siempre le resulta sencillo conocer en qué eslabón de la cadena se generó el
daño que en definitiva sufre. Cuando en 1993 se sancionó la ley 24.240 incluía la
solidaridad pero fue vetada. Posteriormente, mediante la ley 24.999 se la incluyó
en la regulación mediante el art. 40.
Existen en el proyecto varias disposiciones referidas a la elección del domicilio del
consumidor, entre ellas las referidas al domicilio del proveedor y hasta se incluye
al citado en garantía. Sin embargo, nada se dice respecto del domicilio del
responsable solidario –p. ej. el que “pone” la marca, como puede suceder con una
tarjeta de crédito o con una cadena de hamburgueserías. Propugnamos que para
dar cabida a una mayor protección que en los artículos referidos a la elección de
competencia por parte del consumidor, debería agregarse el correspondiente al
domicilio del responsable solidario.
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3°) La formación profesional de los conciliadores
El art. 4º crea el Registro Nacional en las Relaciones de Consumo y lo configura en
igual forma que el Registro Nacional de Conciliadores Laborales previsto en el art
5° ley 24635, en ambos casos dependientes del Ministerio de Justicia y Ds.
Humanos. Sin embargo, para desempeñarse comos Conciliadores Laborales se
requiere título de abogado y versación en Derecho del Trabajo. Sin embargo, en
este caso solo se exige que estén inscriptos en el Registro de Mediadores previsto
en la ley 26589 así como una capacitación específica dictada y evaluada por la
Secretaría de Comercio (MEFP). Un curso de algunas reuniones no importa
capacitación real y efectiva, y mucho menos versación en el derecho del consumo.
4º) La aceptación del reclamo
El art. 6° determina que el reclamo del consumidor deberá ser aceptado por el
COPREC. Como el trámite conciliatorio fracasado constituye la condición para la
habilitación de la instancia judicial, si el reclamo es rechazado el consumidor
tendrá vedado el acceso a la justicia.
No puede descartarse el error y hasta la arbitrariedad de quienes toman los
reclamos. Desde luego siempre va a quedar la vía del amparo, pero parece
innecesario recurrir a ese medio, por lo que sugerimos establecer un procedimiento
recursivo administrativo y una revisión judicial.
5º) La interrupción de la prescripción por el reclamo
El art. 6º determina que la interposición del reclamo interrumpirá la prescripción
de las acciones. Sin embargo, no se aclara si la interrupción se produce por la
presentación ante el COPREC o solo lo sería la efectuada ante el conciliador.
6º) Acuerdos de sometimiento a conciliación
El art. 7º inc. b) prevé la posibilidad de designación del conciliador mediante
acuerdo de partes mediante convenio escrito. Debería establecerse que tales
convenios deben ser de fecha posterior a la interposición del reclamo. Si no fuere
así, podría ocurrir que los contratos de adhesión tengan establecida la designación
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de conciliadores determinados por las empresas, lo que es contrario al espíritu del
art. 42 CN y de la LDC.
7°) Asistencia letrada.
Hemos expuesto que no debe confundirse la existencia del patrocinio gratuito con
el eventual costo que del mismo se pueda inferir. Ello porque este procedimiento
siempre deberá ser gratuito y también porque el debido asesoramiento letrado
garantiza los derechos de los consumidores que lo cuenten. Como mediante este
procedimiento se discute la validez o no de determinados derechos y
eventualmente se puede acordar sobre ellos –tal como establece la ley 24.635 en lo
atinente a la conciliación laboral- estimamos que debe reformularse lo dispuesto en
el art. 9º del proyecto y, en vez de excluir el patrocinio letrado, establecer –de un
modo similar al del art. 17 de la ley 24.635- que el consumidor deberá contar con
patrocinio letrado.
8°) Los acuerdos conciliatorios y la homologación
Nos preocupa que el art. 12 establezca que la homologación se “otorgará siempre
que entienda que el acuerdo implica una justa composición del derecho y los
intereses de las partes”. Esa formulación es abstracta y altamente inconveniente
en materia de consumo, máxime si el consumidor carece de asesoramiento letrado
por considerarse que encarece el procedimiento.
Los proveedores son expertos, conforme los define la doctrina y la jurisprudencia.
Tienen un alto conocimiento de las particularidades de las cosas y servicios que
colocan en el mercado y cuentan con asesoramiento de nivel en aspectos técnicos
específicos de la actividad, económico-financieros y jurídicos. En consecuencia,
cualquier acuerdo que suscriban va a respetar sus intereses. En cuanto a la justa
composición del derecho, no es lo mismo el derecho tradicional que se desenvuelve
paritariamente y hace su regla de oro de la regla “pacta sunt servanda” que el
derecho del consumo que presupone la disparidad.
De lo que se trata es que los consumidores y usuarios están siempre en desventaja
y que ello debe ser suplido y compensado, respetando el orden público de
consumo, establecido en el art. 65 de la LDC Nº 24.240.
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Por ello proponemos un cambio en la disposición, estableciéndose que el acuerdo,
para ser homologado, deberá preservar al consumidor del desequilibrio de las
relaciones de consumo y observar la plena la vigencia de los principios contenidos
en el art. 42 CN y el orden público de consumo.
9°) Imputación de la multa a favor del consumidor
El art. 16 determina que la incomparecencia del proveedor generará una multa. De
dicha multa, la tercera parte será a favor del consumidor. Sin embargo, sería
necesario aclarar que ella no debe imputarse a cuenta de otras indemnizaciones y
tiene carácter conminatorio.
10°) Gratuidad y copias de los acuerdos
Los arts. 15 y 17 contienen previsiones referidas a los acuerdos, estableciéndose en
resguardo de los honorarios del conciliador que no se entregará copia al proveedor.
Sin embargo nada se dice respecto de la copia que le corresponde al consumidor. Si
bien podría presuponerse que dicha entrega será siempre gratuita, estimamos
necesario que se aclare que las copias serán entregadas siempre al consumidor y de
un modo gratuito, sin quedar sujeta a trámite alguno previo.
11°) El incumplimiento de los acuerdos
El art. 19 establece sanciones administrativas al proveedor que incumple un
acuerdo. Estimamos que ello es insuficiente y tampoco útil. Estimamos que debería
incluirse una previsión normativa que disponga que el incumplimiento generará la
aplicación de una multa en favor del consumidor, para incentivar el cumplimiento
de los acuerdos.
12°) El auditor de consumo: una figura sin competencia real
El Título II del proyecto está destinado a la figura del auditor. En forma detallada
se prevé su designación, sus funciones, incompatibilidades, etc. Sin embargo no se
ha reparado lo limitadísimo de su competencia. No nos referimos al monto, puesto
que una limitación en ese tipo de figuras administrativas no aparece como
irrazonable. Pero si constituye preocupación que el art. 27 determina que va a
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entender sobre la responsabilidad por los daños regulados en el Capítulo X del
Título I de la ley 24.240.
Esta formulación excluye su intervención ante los intereses amenazados, como
acertadamente prevé el art. 52 LDC Nº 24.240 y solo podrá reclamarse luego de
ocurrido, dando por tierra la posibilidad de una labor preventiva que es uno de los
mejores logros de la ley de defensa del consumidor.
Pero, además, el art. 49 del proyecto reformula el art. 40 bis de la LDC y en su
párrafo
2º
determina
“Los
organismos
de
aplicación,
mediante
actos
administrativos, fijarán las indemnizaciones para reparar los daños materiales
sufridos por el consumidor en los bienes objeto de la relación de consumo”. Es
decir que las reparaciones a establecer por el auditor solo podrán reparar daños
materiales en los bienes objeto de la relación de consumo.
De tal modo queda excluido que el auditor pueda resolver respecto del grueso de
las prestaciones de servicios, tales como tarjetas de crédito, medicina prepaga,
internet y telefonía –salvo que el daño recaiga en un aparato concreto. De modo
que el 99% de los reclamos que masivamente son de tales rubros queda excluido de
su competencia.
En rigor parecería que su competencia quedaría solo circunscripta a la
responsabilidad por producto elaborado.
Si la intención es resolver reclamos de un modo rápido y eficiente, no va a poder
ser por esta vía, salvo que se amplíe la competencia material en el art. 27 y se
modifique el proyecto en lo atinente al art. 40bis.
Además, debido a la contradicción que encierra el texto propuesto para el art.
40bis entre sus párrafos primero y segundo -a la que nos referimos más adelantese podría cuestionar su competencia respecto al incumplimiento de garantías de
productos (art. 11 y ssgts.), incumplimiento de los servicios técnicos, por ej.
teléfonos celulares; incumplimiento del deber de información (conf. art. 4 LDC);
incumplimiento del deber de seguridad (arts. 5 y 6); incumplimiento de la oferta
(art. 8 LDC); negativa o restricción injustificada de venta (art. 7 LDC); prácticas
abusivas y trato no digno al consumidor (art. 8 bis); falta de cumplimiento en la
prestación de servicios (art. 19); nulidad de cláusulas abusivas (art. 37) p. ej. en
materia de contratación bancaria, empresas de medicina prepaga, telefonía
celular, entre otros.
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También respecto de las opciones del consumidor adquirente previstas en el art.
10bis LDC, en caso de incumplimiento de las obligaciones del proveedor respecto
del cumplimiento y de la rescisión.
Esa dicotomía que señalamos podría llevar a cuestionamientos judiciales respecto
de la competencia que demoraría varios años en resolver si el tratamiento de estas
cuestiones corresponde o no al auditor.
13°) El trámite ante el auditor sin asistencia letrada
El art. 30 referido a la asistencia letrada repite el erróneo concepto que no debe
requerirse asistencia letrada en el procedimiento, en este caso ante el auditor,
presuponiendo una intervención costosa a cargo del consumidor y no que le puede
brindar un asesoramiento técnico jurídico. O no es mayor riesgo para el
consumidor, concurrir solo a ante una autoridad que va a decidir sobre derechos
que considera importantes?
El auditor resuelve definitivamente el conflicto y esa decisión si bien es susceptible
de apelación judicial, el
modo en que se plantee el reclamo y las pruebas
aportadas puede incidir en la decisión y acotar la materia apelada. También, cabe
advertir que el art. 27 in fine determina que el auditor podrá revocar la multa
impuesta al proveedor por su incomparencia a la audiencia fijada por el conciliador
en el trámite ante el COPREC. También el planteamiento de la cuestión con el
debido asesoramiento del consumidor puede hacer que la decisión del auditor
prevista en el art. 34 referida a que por la complejidad del asunto se requiere una
instancia de conocimiento más amplia -que no admite recurso alguno- pueda ser
tomada de un modo más claro.
14°) El plazo para apelar las decisiones del auditor
El art. 38 establece el recurso frente a las decisiones adoptadas por el auditor de
consumo y determina que deberá efectuarse dentro del plazo de diez días, sin
embargo no se aclara –en ese supuesto- si el plazo es administrativo por cuanto se
realiza ante el auditor, o judiciales en razón que está dirigido a un órgano judicial
que va a entender en la apelación. Estimamos que aclarar el punto sería de utilidad
para evitar discusiones posteriores.
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15°) Habilitación de la instancia judicial por otras conciliaciones fracasadas
Entendemos que, como se habilita un concepto de competencia territorial amplia
en beneficio del consumidor, debería modificarse el art. 50 habilitando la
promoción de acciones judiciales también con el acta de constancia de una
conciliación fracasada ante otras autoridades ya sean nacionales –p. ej. un ente
regulador- o locales –p. ej. una OMIC de la Pcia. de Bs. As. Ello porque no tendría
sentido alguno obligar al consumidor a iniciar un trámite conciliatorio nuevamente
cuando fracasó otro antes.
16°) Necesidad de determinar un mayor involucramiento judicial
Los procesos de consumo necesitan de jueces que se involucren en el asunto, lo
que lleva a considerar especialmente la materia probatoria. Ello en razón que casi
siempre los medios de prueba obran en poder de la parte proveedora y no del
consumidor,
por
consiguiente
consideramos
que
el
Juez
debería
estar
expresamente facultado a hacer lugar a otras prueba adicionales que estime
necesarias.
Por ello proponemos que en el art. Art. 53, en el inc. c), se redacte de la siguiente
forma:
“c) En la primera resolución posterior a la contestación de demanda o vencido el
plazo para hacerlo, el juez proveerá la prueba ofrecida que considere conducente a
la dilucidación del caso y descartará fundadamente la que considere inidónea para
ello y/o adicionará la que estime pertinente para el esclarecimiento de la cuestión
debatida.
Debido a la habitual reticencia de los proveedores a proporcionar pruebas que solo
obran en su poder (p. ej. registros de llamadas) deben reforzarse las presunciones
que derivan del art. 53 de la LDC Nº 24.240. Cabe recordar que materia de
consumos excesivos de servicios públicos el art. 31 LDC establece que se presume
que no existe el exceso y que debe ser el proveedor el que lo tiene que aprobar.
Por ello proponemos que se agregue al inciso f lo siguiente: “La falta de
colaboración del proveedor respecto de los medios de prueba configurará
presunción en su contra y de la veracidad del reclamo del consumidor”.
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También en el art. 53 se propone agregar la facultad de la alzada para ordenar la
producción de medidas de prueba denegadas, en caso de ser imprescindibles para
el esclarecimiento de la cuestión debatida.
17º) Incongruencia normativa respecto al tipo de procedimiento
El inc. l) debe ser reformulado porque desmejora la situación de los consumidores
en relación con la actual previsión del art. 53 LDC, que establece el procedimiento
más abreviado de cada jurisdicción. Ese procedimiento es el sumarísimo, y en el
mismo la apelación se concede al solo efecto devolutivo. Y en el art. 53 inc. l) del
proyecto se establece que el recurso tendrá efecto suspensivo. Se presentaría la
incongruencia que en los juicios de mayores montos la apelación podría ser
concedida al solo efecto devolutivo y en los de menores montos no. En
consecuencia debería modificarse el art. 53 inc. l), determinando que la concesión
del recurso de apelación será en efecto devolutivo, salvo que ello pudiere
ocasionar un perjuicio irreparable.
18º) La gratuidad del procedimiento judicial
El art. 55 del proyecto se refiere a la gratuidad. La disposición se limita a repetir
lo establecido en el art. 53 de la LDC, sin aclarar las controversias interpretativas
que existen sobre el punto en la jurisprudencia. Ello en razón que parte de las
decisiones asimilan el beneficio de justicia gratuita con el beneficio de litigar sin
gastos, pero también hay una interpretación restringida que la reduce a solo la tasa
judicial.
Así redactada la norma es absolutamente reiterativa e inútil. Entendemos que
debería modificarse el art. 53 LDC Nº 24.240 y aclarar que tiene el mismo alcance
del beneficio de litigar sin gastos, sin perjuicio de las facultades provinciales en
materia de tasa judicial.
IV.3. REFORMAS A LA LDC Nº 24.240
El proyecto introduce modificaciones respecto de la ley de defensa del consumidor
en varios artículos. Nos preocupa la postulada respecto del denominado daño
directo previsto en el art. 40bis y estimamos que debería mejorarse la referida a la
creación del nuevo art. 54bis.
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1º) El daño directo
El Art. 59,
reforma el art. 40 bis. A nuestro entender
debería cambiarse la
redacción del párrafo 2do. y disponer “las afectaciones sufridas por el consumidor”
sin más, puesto que no puede reducirse esa figura a las consecuencias materiales
en los bienes.
De no ser así, cuestiones muy sencillas, quedarían fuera del alcance de la
intervención del auditor de consumo. Así p. ej. la falta de reparación de una
heladera durante los meses de verano obviamente incluye un perjuicio que no solo
está configurado por el daño en cosa, sino en perjuicio ocasionado por carecer de
un elemento esencial en los meses de mayor uso. Y obviamente tampoco es una
cuestión de gran monto. Y pese a que la Auditoría puede entender en asuntos de
hasta 15 salarios mínimos, vitales y móviles, estaría excluida su competencia y
sería necesario ir a la justicia por una cuestión tan nimia. También porque si se
mantiene la redacción solo se admite la existencia de una reparación respecto de
las cosas pero no en los servicios. Y si p. ej., en razón de un corte eléctrico se
quema una heladera tampoco podría resolverse ese daño.
2º) Registro de sentencias
Mediante el art. 61 se introduce el artículo 54 bis, que dispone la puesta en
conocimiento a la autoridad de aplicación de las sentencias dictadas en los
procesos de incidencia colectiva, a los efectos que adopte las medidas que estime
convenientes y establezca un registro de antecedentes. Advertimos que su utilidad
sería insignificante, puesto que casi no existen sentencias firmes en la materia -las
dictadas a la fecha alcanzaron a 6 procesos pero en rigor eran solo 5 asuntos y
demoraron entre 5 y 11 años en obtenerse. Para que la disposición tenga utilidad,
se debería crear un Registro no solo de las sentencias sino de las acciones, incluidas
todas las principales contingencias del pleito.
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