Documento 130971

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(La Mar Sonora, febrero/abril 2013)
El segundo disco de La Canalla es música sin truco, es una celebración de la vida aunque a
veces duela, la prueba de que hay otra forma de hacer las cosas, más que una filosofía, es una
religión, la religión Canalla, aquella que vive y se predica en los bares, en el bar nuestro de
cada día. Es también el trabajo que tenía que hacer, tan complejo que suena sencillo, tan rico
que se puede bailar, tan imprevisible que lo tarareas enseguida.
Y es que La Canalla es especial hasta en su origen. Formado por cinco andaluces practicantes
con un alma netamente gaditana, que se conocen circunstancialmente en Barcelona, y que se
unen con la convicción, revitalizar la copla y el folclore popular, hacer letras de hoy y música
con calidad, provocación y total honestidad, un reírse sin dejar de llorar. Y qué músicos,
Antonio Romera “Chipi” es un letrista imprescindible y un crooner del próximo siglo. Javier
Galiana, viste las canciones, las arregla, las saca a bailar. José Benítez a la batería y José López
al contrabajo no sólo marcan el ritmo sino que lo descomponen, hieren las canciones por lo
bajo, para que duelan más. Y los vientos de Julián Sánchez sencillamente te hacen volar… Bajo
esas premisas publican en 2010 su opera prima, “Flores y Malas Hierbas”, un disco
sorprendente, cautivador, fresco, imprescindible, repleto de perdedores y personajes
malditos que se convierten por un día en los reyes de la función a ritmo de swing, bolero,
tango, gipsy wester y lo que surja.
Ahora ve la luz “El Bar Nuestro de Cada Día”, disco que no surge de la casualidad, sino de la
necesidad. La necesidad de unos músicos que parecen traducir al lenguaje de la música y la
palabra, experiencias, personajes y emociones de la vida que nos rodea, con el que vuelven a
demostrar que copla y jazz se llevan bien cuando tocan buenos músicos y se cuentan historias
vivas, y que además son capaces de procesar con absoluta naturalidad otros ritmos tan
dispares como el blues, soniquetes balcánicos, el freejazz, la canción popular gallega o el
mismísimo reguetton sin ningún tipo de complejos, con total sinceridad y respeto musical.
Grabado de forma analógica, en cintas de toda la vida, y en directo, sin trampa de ni cartón, se
han escogido las mejores tomas para configurar este disco tan honesto como impresionante,
donde encontramos historias de gente sencillamente extraordinaria que, sin tener el poder de
convertir el agua en vino, hacen milagros para poder pagarlos. Dioses humanos que se
debaten cada día entre lo malo y lo bueno y que han decidido no empeñar sus sueños de cada
noche para comprar el pan de cada día. Verdaderos santos, protagonistas de historias que sin
dejar de ser historias singulares, son verdades universales. Historias que te dejan al
escucharlas un regusto a vida, y un aroma a tinto y tabaco. Un disco que sin duda es de ahora,
parece de antes y se quedará para siempre.
“El bar nuestro de cada día”, pieza a pieza…
“El bar nuestro de cada día” es un paraíso en el deslunado. Un paraíso en la terraza, donde las
vecinas tienden la ropa. Subes al paraíso y te encuentras canciones que parecen personas y te
vas enamorando de ellas. Cada canción tiene cara y tiene culo, y se mueve a su manera.
Y como es un paraíso, pues están todos. La virgen blanca de Arousa, a la que le dicen eso de
“al mar le faltan marinos, y al futuro un sueldo fijo”, y la Virgen negra de Bamako, “un metro
ochenta de hembra y de pura indiscreción”, absoluto “singuel” vacilón y social a ritmo de
reguetón africano con estribillo de Loctite: “que tiene la negra, que te gusta o te disgusta que
te da pena o te alegra”. En este paraíso están los mercaderes, “Malandro limón” a ritmo de
tanguillo de Cádiz y ese “Perico Papela”, un Pedro Navaja a la andaluza que recuerda a aquel
Sabina cronista pero con extraordinaria y compleja orquestación de free jazz (o resaca de
banda sonora de “Shaft”). Están también los sabios ascetas, ese Pepe Jipi “que sabe vivir la
vida, esto sí que es filosofía, no las historias de Platón, esta es la filosofía del cartón de Don
Simón”. Y a Pepe Jipi le hace el maestro Galiana un vestido de piano latino sin límites, y lo
pone en suerte para que el maestro Sánchez se desate con la trompeta y resucite hasta a
Xavier Cugat.
Aquí hay sacerdotisas del templo, la arcángela “Grabiela”, juguetona y divertida o la “Niña del
fuego”, “la reina que gobierna los dominios de mi cama” esa a la que velamos en un rescoldo
de sábanas blancas, canción de amor rumana pero cosaca, para cantar cuando bebemos como
tales. Canción de amor honda, que hace más profunda la voz a ras de cielo del padre Ruibal. Y
puestos a hablar de amor, aquí hay también corazón desangrado. Un sangrado corazón por
culpa de “Un disparo a las sienes del futuro” que le deja a uno feo y calvo pensando: “dónde
se habrán metido ahora esos cuerpazos que cuando ibas de mi brazo se giraban al pasar”
En este paraíso nació el niño, pero el niño de Morón. El portal es un blues flamenco hecho en
“Canasto y algodón”. Un pedazo de blues tenso, mantenido, mascado, lleno de ecos, y de
flecos. Un homenaje a los soldados norteamericanos que llegaron a Rota y Morón y se
fascinaron con las flamencas y el flamenco y alumbraron el rock andaluz. Por cierto, San José
es John, y además negro. Y María…María aquí es Maruja, “Maruja en flor”, arreglá pero
informal, es el pequeño prodigio de este disco, con su “copita de vino y su pastilla de orfidal”.
Le pone voz a Maruja una sublime Mariana Cornejo, la reina de la “pocavergüenza” y el
descaro, último gran referente vivo de los cantes de Cádiz. Toda la Canalla quería que cantara
con ellos, y ella accedió para bordar este retablo de maruja en flor.
Abre el paraíso un converso empeñado en derrumbar la torre de Babel cantando “Tes quiero
my lof”. Un Alfredo Landa de las playas del sur que busca un amor de verano y está dispuesto a
darle todo, hasta a casarse con ella, pero solo hasta que llegue septiembre y se enfríe el idilio.
Una canción irónica, pegadiza, alegre como ella sola, de esas que te animan el día y de paso la
vida. Y cierra el paraíso “La nana del malandro”, una canción para dormir, el sueño eterno.
Tracklisting
1.
Tes quiero may lof
2.
La princesa de Bamako
3.
Perico Papela
4.
Grabiela
5.
La niña del fuego ( con Javier Ruibal)
6.
Pepe jipi
7.
Canasto y algodón
8.
Morriña
9.
Un disparo a las sienes del futuro
10. Malandro Limón
11. Maruja en flor (con Mariana Cornejo)
12. Nana de los malandros
3’ 50”
3’ 37”
6’13”
5’13”
4’53”
4’25”
5’55”
5’04”
5’24”
3’45”
3’39”
2’54”
Detalles de la ceremonia
“El bar nuestro de cada día” se consagró en los Estudios Trafalgar, en el Puerto de Santa María,
entre el 18 y el 24 de junio de 2012. Ofició el padre Curro Ureba, sobre salmos de Antonio
Romera arreglados por Javier Galiana y la Canalla. El coro laico lo formaron Vicky Luna, Milián
Oneto y Pepa Niebla. Juan Murube hizo de monaguillo. Los óleos de la capilla son de Santos
Veracruz. En la ceremonia se leyó la carta de San Malandro a los sobrecogedores en la que
dice: “Lo mágico es cuando el mago se sorprende de lo que ha hecho”
Sorprendéos ahora vosotros de lo que váis a escuchar. Id en paz ( pero cantando)
Contacto
contacto prensa:
Jorge Camarlengo
Tlf: (+34) 620 366 906
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contacto prensa Cataluña:
Jonathan Argüelles
Tel. (+34) 650 057 375
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contacto grupo:
David Franco Fernández
Tlf: (+34) 626434157
[email protected]
Bonus track literario…
Bienvenidos seáis todos a “El bar nuestro de cada día”
Bienvenido sea
el que de otras religiones
y arrecido de la sombra
que da el árbol de la ciencia,
venga pidiendo respuestas
y exigiendo explicaciones,
de misterios que ni el rezo
ni las formulas desvelan
Bienvenido sea
quien se sale del camino
que lo aleja de lógica,
del yo y de la gente
y emprende nuevas veredas
que llevan donde el cariño.
Bienvenido seas cordero
que caminas por lo verde.
Ven a salvar tu corazón
de la invisible maldición
que tu amuleto no te quita.
Ven a salvar tu corazón
del virus de la indolencia
que no curan las pastillas.
Ven a salvar tu corazón
antes de que se te ahogue
por su sed de agua bendita.
Ven a salvar tu corazón...
levantate y piensa...
Siente y resucita.
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