Descarga - Manuel Vila

Anuncio
“Anorexia, Bulimia –versus- Vigorexia, ortorexia ,
sadorexia, desórdenes alimentarios de 2ª generación
que van en aumento”.
¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cómo prevenir dichas conductas?
Aunque no existen todavía estudios rigurosos y fiables que nos permitan hablar de un
aumento de la prevalencia, si hemos observado una mayor incidencia de casos, entre
los enfermos de trastornos de la conducta alimentaria, pues sabemos que todos ellos
están relacionados con una distorsión de la imagen corporal, tienen que ver con la
ingesta alimentaria y llevan consigo patologías asociadas.
Entendemos por vigorexia, una distorsión de la imagen corporal que asocia belleza con
aumento de masa muscular. Las personas afectadas dedican una buena parte del día a la
realización de ejercicio físico continuado, casi de manera obsesiva compulsiva y una
alimentación rica en proteínas e hidratos de carbono, para aumentar su masa muscular.
No debemos confundir éste trastorno, con la realización moderada de ejercicio físico,
tan beneficioso para nuestra salud.
Dicho trastorno se agrava y nos preocupa aún más, cuando los jóvenes afectados
ingieren anabolizantes o esteroides que faciliten ese aumento de masa muscular, por los
riesgos de padecer otras enfermedades asociadas como puede ser lesiones cardíacas o
hepáticas, disfunción eréctil, etc.
A pesar de manifestarse en ambos sexos, es más frecuente en los varones que en las
mujeres y ello puede deberse en parte, a factores de tipo social, cultural y educativo,
como el culto al cuerpo y los cánones de belleza que rigen en la actualidad. También
apreciamos en sus perfiles de personalidad indicadores elevados de baja autoestima. Al
igual que en otros trastornos de la conducta alimentaria anorexia, bulimia nerviosa,
sabemos que existen ciertas alteraciones bioquímicas en los neurotransmisores a nivel
cerebral.
Los signos más frecuentes entre otros son: observar ante el espejo su tonicidad
muscular, realizar ejercicio físico de forma obsesiva y continuada, elaborar dietas ricas
en proteínas y baja en grasas, pesarse a menudo comparándose con otras personas que
practican la misma actividad física, llegando incluso a abandonar otras actividades y
convertir en el centro de su vida el ejercicio.
Mientras que en la anorexia la percepción de su autoimagen es de obesidad, en la
vigorexia es la falta de tonicidad y debilidad muscular
Respecto al tratamiento este, debe ser psicológico, encaminado a una modificación de la
conducta del sujeto y la perspectiva que tiene de su cuerpo, así como un apoyo
psicoterapéutico en la reducción de su ansiedad y la oferta e incremento de otras
actividades de tiempo libre que requieran un menor consumo energético.
Otro fenómeno muy novedoso del que se viene hablando de un tiempo a esta parte y
que podría desencadenar en un nuevo trastorno alimentario es la ortorexia. Quienes la
padecen, presentan una preocupación extrema y obsesiva por la salud y la ingesta de
alimentos lo más sano posible, convirtiéndose en el principal objetivo de su vida.
Aunque presenta coincidencias respecto a otros trastornos alimentarios, la diferencia,
respecto a ellos es que mientras en la anorexia y la bulimia prima la cantidad de comida,
en éste la preocupación, gira entorno a la calidad y pureza de los alimentos.
Su perfil de personalidad los define como, controladores y muy exigentes consigo
mismos y los demás, muy extremistas: “o todo o nada”, con una exagerada
preocupación por la perfección, mostrándose estrictos en la asunción de normas y
reglas. Entre otras razones que pueden llevar a una persona a padecer esta enfermedad,
estaría la idea obsesiva por lograr una mejor salud a través de alimentos puros, sin
conservantes o sustancias que puedan dañar su cuerpo. Estas formas restrictivas de
comer, terminan por suprimir alimentos básicos que pueden dar lugar a desequilibrios
en la dieta y desnutrición, ya que no se reemplazan correctamente por otros que puedan
aportarles los mismos tipos de nutrientes.
En ocasiones, el hecho de tener que comer otros alimentos que no sean los que ellos
cocinan, les lleva a dejar de acudir a comidas o reuniones familiares o de amigos, por lo
que se produce un aislamiento social y afectivo importante que puede dar lugar a la
aparición de cuadros depresivos, si no existen ya con antelación. No cabe duda de que
estaríamos ante una patología obsesiva, asociada a algún trastorno psicológico.
No debemos confundir nunca la preocupación por una vida sana, muy aconsejable, libre
de excesos y de consumo de alcohol y tabaco, y la realización de ejercicio moderado
con la obsesión por dietas o alimentos puros. La clave radica en que la actitud de la
persona ante la comida, el cuerpo, el peso o los ejercicios, sea lo suficientemente
significativa como para alterar o cambiar su forma de vida.
Por último, pero no menos importante cabría mencionar la Sadorexia término que hace
referencia a una segunda generación de los trastornos alimentarios tradicionales, que se
caracteriza por un patrón combinado y permanente de comportamientos anoréxico y
bulímicos con prácticas no convencionales, para lograr la extrema delgadez, dado que
el maltrato corporal al que se someten los sujetos y el control externo del
comportamiento pueden aumentar la pérdida de peso de forma rápida y permanente. ”Se
trataría de infligirse dolor cada vez que se tenga ganas de comer”
Esta actuación de autolesión, combinada con otras prácticas, satisfacen mejor, sus
necesidades de autoimagen, autocontrol y autoestima que los trastorno alimentarios
clásicos; ya que alivian profundamente su ansiedad y no despiertan sospecha entre sus
familiares.
Aunque no todas presentan los mismos signos, las afectados comparten ciertos
indicadores comunes propios de pacientes con historial de anorexia, bulimia e incluso
trastornos afectivos , como pueden ser la pérdida rápida y permanente de peso (por
debajo de un IBM= 17), fuerte secretismo y aislamiento social y familiar, excepto para
su grupo de referencia, que pueden ser casi siempre otros enfermos, encontrados a
través de la red, autodisciplina y perfeccionismo extremos que las presenta como
personas muy eficaces en alguna actividad laboral o académica ( hiperactividad).
Pueden presentar un desarrollo físico tardío en adolescentes, musculatura plana, piel
seca y presencia de lanugo, amenorrea, bradicardia, intolerancia al frío, estreñimiento,
etc. Entre sus manifestaciones comportamentales puede presentarse una ausencia de
deseo sexual o una práctica y comportamiento sexual excesivo e inapropiado para su
edad, con actitud desafiante. Se hacen evidentes las marcas, hematomas o cicatrices en
tobillos, manos, cuello, etc., cardenales en nalgas, genitales y espalda, esta práctica les
permite reducir los síntomas asociados a los trastornos precedentes, proporcionando una
satisfacción mayor a las sadoréxicas, por lo que es más difícil de detectar entre los
familiares. Se trata de enfermedades multicausales en las que influyen factores
biológicos , psicológicos y sociales. El tratamiento, además de farmacológico, para
reducir los síntomas asociados, deberá ser eminentemente psicoterapéutico a fin de
conseguir una modificación de las conductas y la autoaceptación de los pacientes.
Es evidente que un tratamiento preventivo a través de la familia y la escuela se hace
imprescindible, así como un diagnóstico precoz del trastorno. Una educación
excesivamente individualista y solamente orientada al éxito, al igual que aquella que se
sustenta en una disciplina incoherente o excesivamente rígida por parte de los
progenitores, con una influencia excesiva de los medios de comunicación, unido a los
efectos nocivos de un mal uso y abuso de las nuevas tecnologías como Internet, son el
caldo de cultivo de muchos de estos trastornos.
¿Cómo prevenirlos? Los especialistas insisten en que es desde los medios de
comunicación, la escuela y la familia donde debemos incidir para evitar la proliferación
de estos trastornos. Según manifestaciones de Ana Cazalla, psicopedagoga y Master en
Orientación familiar, es imprescindible no crear una alarma entre las familias de forma
que se produzca un efecto de pánico, de ver un problema donde no exista o simplemente
se trate de algo propio de la edad o pasajero.
No obstante, se trata de sensibilizar e informar al público en general y a los padres en
particular sobre los riesgos para la salud, que suponen dichos trastornos de la conducta
alimentaria, tanto para las pacientes como para sus familias y enseñarles a identificar los
grupos de riesgo, a través de programas de formación y escuelas de padres. Es necesario
trabajar y mejorar la comunicación familiar, la afectividad y los valores y sobre todo de
ejercer la autoridad de forma correcta así como un adecuado control sobre el uso de la
TV y la utilización de Internet, donde podemos apreciar una gran proliferación de
páginas que tratan de fomentar dichos trastornos entre los adolescentes. Desde el
colegio debemos incidir en la formación del juicio crítico respecto a la televisión y la
publicidad y enseñarles a reconocer lo verdadero de lo engañoso de los mensajes.
Otra estrategia sería persuadir a los medios de comunicación
modelos corporales en sus contenidos, promoviendo otros
debemos ocuparnos directamente de la población en riesgo,
técnicas conductuales, tratando de favorecer su autoestima,
padres e hijos, su integración social, etc.
para que incluyan otros
valores. En definitiva
a través de programas,
la comunicación entre
Fdo. Manuel Vila. Psicólogo. Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Hospital Policlínico La Rosaleda.
Descargar