Concilios ecuménicos

Anuncio
VATICANO I, CONCILIO
Vigésimo concilio ecuménico reconocido por la Iglesia católica apostólica romana, famoso por su solemne
definición de la primacía jurisdiccional la infalibilidad papal.
Convocado por el papa Pío IX, el concilio se reunió 93 veces en la basílica de San Pedro de Roma entre el 8
de diciembre de 1869 y el 1 de septiembre de 1870.
COMPOSICIÓN Y PROGRAMA
De 1050 obispos y otros posibles participantes, sólo asistieron 800 al concilio, la mitad de ellos representado
diócesis europeas, y una parte importante del resto misiones europeas en el exterior. El concilio se anunció en
1864, pero los preparativos se retrasaron. Proposiciones extraídas del sylabus errorun constituyeron el sustrato
del programa original para invitar a Roma a las Iglesias católica romana, pero se aprovechó la oportunidad
para invitar a Roma a las Iglesias ortodoxa y protestante. Cardenales nombrados por el Para presidieron y
controlaron estrictamente los debates. Entre los temas discutidos, aunque no se tomaron resoluciones sobre
ellos, estaban la adopción de un catecismo universal y las normas de disciplina sacerdotal. Se recopilaron
documentos escritos sobre el proyecto de una propuesta relativa a la naturaleza de la Iglesia, pero nunca se
debatió el tema.
DOCTRINA DE LA INFALIBILIDAD
El concilio promulgó dos constituciones: Dei filius (24 de abril, 1870), que exponía la doctrina católica
romana sobre fe y razón, y Pastor aeternus (18 de julio, 1870), donde se afirmaba como principio esencial de
la doctrina católica romana que el Papa tiene primacía jurisdiccional sobre toda la Iglesia, y que en
condiciones particulares dios le otorga la infalibilidad (libre de error) en materias de fe y moral que Dios
desea que la Iglesia conozca. La definición de infalibilidad papal fue debatida con apasionamiento, aunque sus
adversarios en el concilio nunca superaron una quinta parte de los asistentes. Algunos la consideraron una
definición inoportuna, dada la tensa atmósfera político−religiosa de Europa, y toros tuvieron serias dudas
históricas y teológicas respecto de la doctrina misma. Algunos adversarios se ausentaron a partir de la sesión
del 18de julio en la que se registró final de 433−2 a favor de la constitución Pastor aeternus.
Ningún obispo de la Iglesia rechazó la nueva constitución. Un pequeño número de católicos de Alemania y de
los países vecinos se separaron de la Iglesia católica y como protesta fundaron la Iglesia católica antigua. Se
inspiraron en el conocido historiador eclesiástico Ignaz von Döllinger, que fue excomulgado por negarse a
aceptar Pastor aeternus.
CONCILIO VATICANO II
Vigésimo primer concilio ecuménico reconocido por la Iglesia católica, convertido en símbolo de la apertura
eclesiástica al mundo moderno. El concilio fue anunciado por el papa Juan XXIII el 25 de enero de 1959, y
celebró 178 sesiones durante los meses de otoño durante cuatro años consecutivos. La primera reunión tuvo
lugar el 11 de octubre de 1962, y la última el 8 de diciembre de 1965.
De los 2908 obispos, así como de otros posibles asistentes convocados, participaron en la sesión de apertura
2540 venidos de todas las partes del mundo. Los obispos de Asia y África jugaron un papel prominente en las
deliberaciones del Concilio. Sólo los países comunistas estuvieron escasamente representados, como resultado
de presiones gubernamentales. El promedio de asistencia a las sesiones fue de 2200 personas.
Los preparativos para el concilio comenzaron en mayo de 1959, cuando se pidieron sugerencias a los obispos
1
católicos del mundo, a las facultades teológicas y a las universidades. Trece comisiones preparatorias con más
de 1000 miembros fueron seleccionadas para rechazar las versiones preliminares sobre un amplio abanico de
temas. Prepararon 677 documentos llamados esquemas o schemata que fueron reducidos a 17 por una
comisión especial convocada en las sesiones de los años 1962 a1963. Los miembros del Concilio con derecho
a voto eran obispos católicos, y superiores de las órdenes religiosas masculinas pero, como cambio radical
respecto a prácticas anteriores. Las iglesias ortodoxas y protestantes fueron invitadas a enviar delegados
oficiales como observadores. Se invitó a oyentes laicos de la Iglesia católica a la sesión de 1963, durante la
cual dos de ellos dirigieron la palabra al concilio. En 1964 se sumaron mujeres oyentes a estas sesiones. Los
asuntos a tratar eran muchos, y los temas que se discutieron incluían los medios de comunicación modernos,
las relaciones entre cristiano y judíos, la libertad religiosa, el papel de los laicos en la Iglesia, el culto
litúrgico, el culto litúrgico, los contactos con otros cristianos y con no cristianos, tanto teístas como ateos, así
como el papel y la educación de sacerdotes y obispos.
DOCUMENTOS PRINCIPALES Y CONLUSIONES
El Concilio publicó 16 documentos, entre los que destacan los relativos a la revelación divina (Dei Verbum,
18 de noviembre de 1965) y a la Iglesia (Lumen Gentium, 11 de noviembre de 1964)junto a un documento
fundamental en el terreno pastoral de la Iglesia en el mundo moderno (Gaudium et Spes, 7 de diciembre de
1965. Los mejores y más modernos eruditos en tiempos bíblicos redactaron los principios y documentos
relativos a la revelación divina. El Concilio explicó el punto de vista católico sobre cómo la Biblia, la
tradición, y la autoridad eclesiástica se relacionan entre sí en la exposición de la revelación divina.
El documento relativo a la Iglesia recalcaba la idea bíblica de la organización de la comunidad cristiana, más
que el modelo jurídico que había dominado hasta entonces. Denominar a la Iglesia pueblo de Dios enfatizaba
la naturaleza del servicio de cargos tales como los del sacerdote y obispo, la responsabilidad colegial, o
compartida, de todos los obispos con respecto a la globalidad de la Iglesia, así como la llamada de todos sus
miembros a la santidad y a la participación en la misión eclesiástica de propagar el evangelio de Cristo. El
tono pastoral de la Iglesia en el mundo moderno fue establecido en palabras de apertura del Concilio, las
cuales declararon que la Iglesia compartía la alegría y la esperanza, el dolor y la angustia de la humanidad
contemporánea, particularmente las de los pobres y afligidos. Empezó con un análisis teológico de la
humanidad y del mundo. Después se interesó por áreas determinadas, como el matrimonio y la familia, la vida
cultural, social y económica, la comunidad política, la guerra y la paz, y las relaciones internacionales.
El fundamento sobre la liturgia promovió una participación comunitaria más activa en la misa, como acto
central del culto público católico y fue el primer paso para conseguir cambios que para 1971 incluían la
sustitución del latín, antigua lengua del culto religioso, por lenguas vernáculas. Otros documentos buscar0n un
terreno común para entablar el diálogo con los cristianos ortodoxos y protestantes y con los no cristianos. En
una apertura poco común con respecto a su deliberada política de evitar condenas, el concilio deploró todas
las acciones de odio, persecuciones, y demostraciones de antisemitismo llevadas a cabo en cualquier momento
o a partir de cualquier fuente contra los judíos".
El para Juan XXIII había iniciado el Concilio Vaticano II de manera positiva, teniendo como propósito la
puesta al día y la renovación (aggiornamento) de la Iglesia católica y el logro de la unidad cristiana y humana.
El papa Pablo VI, quien continuó el concilio tras la muerte de Juan XXIII en 1963, aprobó estos propósitos y
añadió además el diálogo con el mundo moderno.
ACOGIDA Y OPOSICIÓN
La primera reacción al Concilio fue en su mayor parte favorable. Uno de los resultados más importantes fue el
estrechamiento de relaciones entre las iglesias cristianas. Sin embargo, puesto que ciertas corrientes de
cambio, que no se había relacionado en absoluto con lo ocurrido en el Concilio, continuaron extendiéndose
por la Iglesia, los grupos conservadores católicos empezaron a temer que las reformas hubieran sido
2
demasiado radicales. Surgieron grupos desidentes, y algunos críticos desafiaron la autoridad, tanto del
Concilio, como de los papas que habían llevado a cabo lo decretado por aquél. La oposición a los cambios en
la liturgia de la Iglesia se convirtió en un punto conflictivo para los que no estaban de acuerdo con que los
cambios fueran más profundos.
El líder más destacado de los católicos tradicionalistas, que rechazó las reformas doctrinales y disciplinarias
establecida por le Concilio vaticano II, era un arzobispo francés jubilado, llamado Marcel Lefèbvre, quien en
1970 fundó un grupo internacional conocido como la Fraternidad sacerdotal de Pío X. Declaró que las
reformas del Concilio nacen de ha herejía y terminan en ella. Los esfuerzos de reconciliación entre roma y el
arzobispo Lefèbvre no tuvieron éxito. El papa Pablo VI lo suspendió en el ejército de sus funciones como
sacerdote y obispo en 1976, pero él continuó con sus actividades, ordenado incluso a los sacerdotes que
servían en las iglesias tradicionalistas.
CONCILIO TRENTO.
Decimonoveno concilio ecuménico de la Iglesia católica apostólica romana que, en respuesta a la Reforma
protestante, inició una reorientación general de la Iglesia y definió con precisión sus dogmas esenciales. Los
decretos del concilio fueron confirmados por el papa Pío IV el 26 de enero de 1564, y fijaron los modelos de
fe y las prácticas de la Iglesia hasta mediados del siglo XX.
Todo el mundo consideraba necesario, a finales del siglo XV y principios del XVI, un concilio para reformar
la Iglesia. El quinto concilio de Letrán (1512−1517) fracasó a este respecto y concluyó sus deliberaciones
antes de que se plantearan las nuevas cuestiones suscitadas por Martín Lutero. Ya en 1520 Lutero subrayó la
necesidad de celebrar un concilio para reformar la Iglesia y resolver las polémicas que habían surgido.
Aunque numerosos dirigentes de ambos lados se hicieron eco de esta petición, el papa Clemente VII temía
que una reunión de este tipo pudiera favorecer la idea de que los concilios, en lugar del pontífice, tenían la
autoridad suprema de la Iglesia. Además, las dificultades políticas que el luteranismo planteó el emperador
Carlos V hizo que otros gobernantes, y de forma significativa el rey Francisco I de Francia, se mostraran
reacios a apoyar cualquier acción que pudiera fortalecer el poder del emperador. Liberándole de estos
conflictos.
Pablo III fue elegido papa en 1543 debido en parte a su promesa de convocar un concilio. Tras los fallidos
intentos de convocarlo en Mantua en 1537 y en Vicenza en 1538, el concilio se inauguró a la postre en Trento,
en el norte de Italia, el 13 de diciembre de 1545. Con escasa participación al principio y nunca libre de
obstáculos políticos, el concilio aumentó en número de asistentes y prestigio a lo largo de las tres fases en que
se reunió.
PRIMERA FASE
(1545−1547).En muchos aspectos esta primera fase del concilio fue la que tuvo mayor alcance. Una vez
fijadas las numerosas cuestiones de procedimiento, el concilio abordó los temas doctrinales centrales
planteados por los protestantes. Uno de los primero decretos afirmaba que las Escrituras tenían que ser
entendidas dentro de la tradición de la Iglesia, lo que representaba un rechazo implícito del principio
protestante de sólo Escrituras. El largo y refinado decreto sobre la justificación, condenaba el pelagianismo,
detestado por Lutero, aunque intentaba al mismo tiempo definir un papel para la libertad humana en el
proceso de la salvación. Esta sesión también se ocupó con menos tino de ciertas cuestiones disciplinarias,
como la obligación de los obispos de residir en la diócesis de las que fueran titulares.
TERCERA FASE
(1561−1563. Suspendido por una declaración de guerra, el concilio se volvió a reunir para su fase final. En
sus deliberaciones se impusieron cuestiones disciplinarias, para hacer hincapié en el problema pendiente de la
3
residencia episcopal, considerado por todas partes clave para la ejecución de la reforma. El hábil legado
pontificio Giovanni Morone armonizó posturas opuestas y logró clausurar el concilio. En 1564 Pío IV publicó
la Profesión de la fe tridentina (por Tridentum, el antiguo nombre romano de Trento), resumiendo los decretos
doctrinales del concilio. Sin embargo, a pesar de su duración, el concilio nunca se ocupó del papel del
pontificado en la Iglesia, un tema planteado repetidas veces por los protestantes. Entre los muchos teólogos
que participaron en el concilio, Girolamo Seripando, Reginald Pole, Diego Laínez, Melchor Cano y Domingo
de soto fueron los que desarrollaron una actividad más intensa en las polémicas.
SIGNIFICACIÓN
Además de resolver algunas cuestiones doctrinales y disciplinarias fundamentales para los católicos romanos,
el concilio también impartió entre sus dirigentes un sentido de cohesión y dirección que se convirtió en un
elemento esencial para la revitalización de la Iglesia durante contrarreforma. Los historiadores actuales opinan
que el concilio se interpretó y aplicó en un sentido más estricto del que pretendieron sus participantes, y
algunos creen que tuvo menos importancia en el resurgimiento del catolicismo romano que otros factores de
naturaleza más espontánea. No obstante, la designación de era tridentina para los siglos comprendidos ente
Trento y el concilio vaticano II, refleja la decisiva trascendencia que tuvo este concilio en la Iglesia moderna.
4
Descargar