La delimitación de los mercados relevantes

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La posición de dominio y el nuevo marco
regulador de las telecomunicaciones en la
UE
Iñigo Herguera
Universidad Complutense de Madrid
[email protected]
____________________________________________________________
Síntesis: se analiza el concepto de poder de mercado o dominancia en sentido
anti- trust que es el concepto a aplicar en el nuevo marco regulatorio para Peso
Significativo en el Mercado (PSM) como criterio básico para la aplicación de la
regulación ex–ante a un operador. Se analizan las diversas formas de la
dominancia: individual, multi- mercado y conjunta. Se exponen algunos criterios
utilizados por las autoridades de la competencia (Comisión Europea, TJE y TDC)
en casos reales decididos.
1. El nuevo marco (y el antiguo)
La regulación económica, como imposición de condiciones sobre el
comportamiento de las empresas de tipo ex-ante, supone un conjunto
de instrumentos muy efectivos para la apertura de los mercados a la
nueva entrada en condiciones más o menos similares a las que
disfrutan las empresas ya establecidas. Desde 1998, inicio del periodo
de plena competencia en las telecomunicaciones en España y en la
UE, este conjunto de instrumentos han sido muy utilizados por los
reguladores nacionales para, sobre todo, establecer restricciones al
comportamiento del operador histórico, especialmente en lo referente
a activos esenciales. Lo novedoso del Nuevo Marco regulador
aprobado en Marzo del 2002 a propuesta de la Comisión Europea, e
incorporado al derecho nacional a través de la Ley General de
Telecomunicaciones del 3 de Noviembre del 2003, es que combina el
1
instrumental de la regulación económica que existía previamente con
una metodología consistente en garantizar, como objetivo primordial,
la plena competencia en los mercados de telecomunicaciones. Esta
metodología proviene de la práctica de la defensa de la competencia,
o legislación y práctica anti-trust, que en Europa ya tiene cierta
tradición.
En este capitulo vamos a analizar conceptos que proceden de la
práctica anti-trust, en esencia conceptos básicos de análisis económico
de la competencia imperfecta, y veremos cómo son estos conceptos
los que guían la aplicación de la regulación económica en el sector. La
aplicación de una metodología de defensa de la competencia se
observa en conceptos de regulación claves: dominancia, delimitación
del mercado de referencia, tipo de restricciones a imponer al
operador, duración de las restricciones, etc.
La fuente básica de principios a aplicar la encontramos en especial en
el paquete de Directivas aprobadas en Marzo del 2002, y más
específicamente en la Directiva Marco, la Directiva de Acceso e
Interconexión y en las Guidelines de aplicación de los principios de
defensa de la competencia al sector de las telecomunicaciones
publicadas por la Comisión Europea.
Por qué este cambio del marco regulatorio?
En las industrias de utilities, o de servicios básicos, desde los años 80
se iniciaron procesos de liberalización muy ambiciosos. Cada
industria o actividad de servicios básicos (electricidad, gas,
telecomunicaciones, suministro de agua) ha sido liberalizada con
diseños diferentes, cada uno respondiendo a realidades económicas
distintas. En telecomunicaciones y en particular en la UE, a los
operadores históricos, o incumbentes, se les dejó mantener toda la
estructura de activos en su poder, y como disponían tanto de las
redes como de los servicios finales que se ofrecían a través de las
mismas, se les mantuvo verticalmente integrados.
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Cada país liberalizó el sector de las telecomunicaciones a velocidades
algo diferentes aunque en la UE, y con la excepción de Reino Unido,
ha sido desde el inicio la Comisión Europea la que ha hecho avanzar
todo el proceso de apertura de mercados, y más aún, quien ha
diseñado el modelo a aplicar desde el inicio. El objetivo claro desde
1994 es la total apertura de la actividad de telecomunicaciones, o de
comunicaciones electrónicas, a la libre iniciativa, pero para llegar a
ese objetivo se ha tenido que transitar por un periodo de lenta
apertura del mercado, de garantizar el uso de redes ya existents a los
entrantes a costa del operador histórico, proceso que es muy
complejo, impone costes claros a los operadores y que ha tenido éxito
en algunos segmentos del negocio y no tanto en otros donde la
entrada solo es posible a largo plazo con infraestructuras propias,
esto es, con inversions de carácter enterrado muy altas y alternativas
a las ya existentes. Esta entrada no ha sido tan intensa como se
esperaba al inicio.
Por elegir una fecha común, es Enero del 1998 cuando en todos los
paises de la UE comienza la verdadera apertura en todos los
segmentos de las comunicaciones electrónicas, excepto en lo referente
a operadores que quisieran ofrecer señales de televisión. En España el
paso definitivo fue la Ley General de Telecomunicaciones de 1998,
que se publico en Diciembre de ese año. Desde 1998 hasta Noviembre
del 2003 cuando tenemos nueva Ley de Telecomunicaciones, se han
abierto muchos mercados muy rápidamente.
La apertura en mercados finales necesitaba de regulación de los
components esenciales que aún estaban en manos del operador
histórico, el incumbente, y sin acceso a esos recursos esenciales la
entrada en servicios finales de nuevos competidores era imposible a
corto plazo. Esta es la razón por la cual desde el inicio del proceso se
regula la interconexión y el acceso a la red del histórico muy
estrictamente, tanto en precios como en condiciones. La situación de
partida era por tanto ya de clara dominancia, aguas arriba (upstream)
de los operadores históricos, en cada país de la UE, y para que esta
dominancia no fuera trasladada aguas abajo (a nivel minorista)_se
dearrolló todo el sistema regulatorio que conocemos desde 1997.
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Un proceso de apertura de mercados necesita para tener éxito de
entrada de nuevos competidores. En muchos segmentos de los
mercados de telecomunicaciones no podía darse esta entrada a corto
plazo por los requerimentos de inversion, de tipo fijo o enterrado,
que acarreaban. Esto era el caso inicialmente para los mercados
mayoristas de acceso e interconexión, en donde solamente había una
red disponible, la de Telefónica.
El nuevo marco regulador básicamente lo que hace es insertar de
modo más claro y coherente la metodología y objetivos de la política
de defensa de la competencia en la implementación de la regulación
del sector de las telecomunicaciones. Para ello combina el
instrumental de una autoridad de la competencia, que solo se aplica
ex-post, con el instrumental mucho más amplio y poderoso del
regulador sectorial, el cual puede actuar ex-ante si lo considera
necesario. El objetivo básico del nuevo marco es garantizar
condiciones de competencia objetiva en los mercados.
Una diferencia sustancial entre una autoridad de defensa de la
competencia y la autoridad sectorial estriba, además de en los
instrumentos a su alcance, en el tipo de evidencia disponible para la
toma de decisiones. Una autoridad anti-trust tan solo actúa ante una
denuncia contra una empresa que es acusada de alguna conducta que
suponga el falseamiento de las condiciones de competencia efectiva
en úmercado. Esto es, la autoridad dispone de un comportamiento ya
realizado por la empresa que debe ser analizado. En el contexto del
nuevo marco regulador de las telecomunicaciones, por contra, la
autoridad reguladora sectorial no dispone de esta evidencia. Debe,
sin que ningún agente haya incurrido necesariamente en alguna
conducta ilegal, analizar si el mercado en cuestión funciona en
competencia efectiva o no. En caso de que no sea así, debe identificar
si esta falta de competencia es debida a que existe algún operador con
poder de mercado, o dominancia (o bien, por utilizar la terminología
del nuevo marco, algún operador con Peso Significativo en el
Mercado, PSM), y si es así, a este operador y con el objetivo de
corregir el fallo del mercado, el regulador le podrá imponer
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condiciones ex ante sobre su comportamiento. O sea, mientras que
una autoridad de defensa de la competencia actua ex- post, y en
general decide en base a evidencias existentes, la autoridad
regulatoria debe decidir ex-ante, y efectuar el análisis de competencia
de modo prospectivo.
Ambas instituciones, de defensa de la competencia y regulatoria
sectorial comparten el mismo enfoque en casos por ejemplo de
fusiones y adquisiciones, en donde la autoridad de la competencia
debe proponer una recomendación al Gobierno y en este caso debe
utilizar también, dado que la operación aún no se ha producido, el
análisis prospectivo sobre los posibles efectos que esa operación
pueda tener en los mercados de referencia.
A continuación se muestra un cuadro con la secuencia de decisiones a
adoptar en el contexto del nuevo marco regualdor para las
telecomunicaciones en la UE.
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1. Comisión Europea publica Recomendación
con delimitación alcance de los mercados
* a nivel de productos
*y mercados trans-Europeos
Guidelines
2. Análisis de Mercado, ANR decide
*dimensión geográfica
*hay competencia efectiva?
Sí- elimina obligaciones
No- ANR determina operadores
con PSM
- mantiene/imponenuevas
obligaciones
- tipo de dominancia: individual,
colectiva, multi-mercado
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2. La posición de dominio
La posición de dominio, o dominancia, es la capacidad de una
empresa de ejercitar su poder de mercado y éste es la capacidad de
una empresa de elevar el precio, restringir el output, y que esto le
salga rentable con independencia de la reacción de sus rivales.
En un mercado en competencia perfecta, donde los precios de
equilibrio cubren el coste marginal de producción, dado lo atomizado
de la estructura por el lado de la oferta, ninguna empresa podría
elevar precios por encima del coste sin perder toda la demanda a la
que suministraba. El poder de mercado es solo posible en contextos
de relativamente pocos agentes activos, oligopolio.
El poder de mercado es un comportamiento que se observa en el
precio o en el volumen de producción ofertado por una empresa. Si
pensamos en una simple función de demanda de mercado podemos
aclarar algo más el concepto de poder de mercado.
Precio
P*
S
P
Z
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Demanda
x*
x
cantidad
En el capítulo dedicado a la delimitación de mercados relevantes al
utilizar el test del hipotético monopolista, de hecho estábamos
utilizando la noción de poder de mercado. Supongamos una empresa
que ofrece el bien A cuya demanda de mercado es la que aparece en
la Figura anterior. La situación inicial suponemos es [P, x], donde P
es el precio unitario de venta del bien y x la cantidad que a ese precio,
la demanda total absorve. Imaginemos que la empresa que produce
A se plantea elevar el precio del bien, hasta P*. Por la ley de la
demanda, la empresa sabe que al elevar el precio hay consumos que
al nuevo precio se dejarán de vender (distancia x- x*) lo cual
implicará pérdidas de ingresos en la nueva situación en volumen de
Z Euros. Por otra parte, hay consumidores que aun al nuevo precio
seguirán comprando el bien A y a estos consumidores (los
inframarginales) la empresa les cargará el mayor precio y por tanto
ganará mayores ingresos con ellos, en cantidad de S Euros.
Ya sabemos que la empresa a partir de [P, x], decide elevar el precio
hasta P* si y solo si gana mayores ingresos en [P*, x*] que lo que
obtiene en [P, x]. Si el area S es mayor que el area Z entonces le sale
atractivo aumentar el precio y ganar así mayores beneficios. Esto es,
estará ejercitando el poder de mercado, que en términos gráficos es la
capacidad de caminar hacia arriba a lo largo de la curva de demanda
y que esto a la empresa le salga rentable.
Que elevar el precio redunde en mayores niveles de beneficio para la
empresa depende del tipo de interacción estratégica que exista entre
los rivales (caso de estar en oligopolios) y de la elasticidad- precio de
la demanda a la que se enfrenta la empresa (la demanda residual). Si
la elasticidad- precio de la demanda es mayor que uno, en valor
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absoluto, la empresa no subirá el precio, y si en cambio, la elasticidad
–precio a la que se enfrenta en su bien es menor que uno en valor
absoluto (demanda inelástica) entonces elevar el precio redundará en
mayores beneficios totales (area S sera mayor que el area Z). La
elasticidad- precio de la demanda residual, pues, es un estadístico
que agrupa mucha información: sobre el grado de diferenciación del
producto y sobre posibles inercias en el consumo por parte de la
demanda.
La noción de poder de mercado propuesta es más bien una
proposición de lo que se debe esperar si existe poder de mercado. En
ocasiones lo que se observa en un mercado concreto es que una
empresa de hecho pone precios bajos, muy bajos, de tal modo que
imposibilita la supervicencia de las empresas rivales. Esto en
principio conocido como práctica predatoria parece ir en contra de la
definición de poder de mercado que hemos propuesto antes. Pero no
hay ninguna contradicción. Si una empresa durante un número de
periodos concreto pone precios por debajo de costes y obtiene
pérdidas, esto lo hace con la esperanza de expulsar a los rivales fuera
del mercado y una vez conseguido esto, poder elevar precios,
restringir ventas y ganar así mayores beneficios. Luego el poder de
mercado antes o después implica la capacidad de la empresa de
elevar precios y ganar de este modo mayores beneficios.
La mayor dificultad en la identificación del poder de mercado es que
se trata de un comportamiento, cuyo juicio requiere el conocimiento
de muchos parámetros básicos del mercado (tecnología – costes- y
demanda) que normalmente no son del todo conocidos o estimables.
El comportamiento es difícil de medir y es esto precisamente lo que
una autoridad de defensa de la competencia (o regulatoria) debe
identificar y evaluar.
En la identificación del poder de mercado existe un problema de
continuidad (al igual que ocurría en la delimitación de mercados
relevantes): todas las empresas ostentan alguna capacidad de elevar
precios por encima de coste marginal (o medio), debido a
diferenciación de los productos, localizaciones diversas, costes de
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cambio de marca, información imperfecta……. El problema es de
grado.
Si el poder de mercado es la capacidad de una empresa de elevar
precios, por encima de costes medios, reducir la oferta y ganar así
mayores beneficios, una medida natural y útil del grado de poder de
mercado viene definida como la diferencia, porcentual, entre el
precio observado del bien y el nivel de coste marginal (o variable
medio) del mismo. Esta medida directa del grado de poder de
mercado recibe el nombre de índice de Lerner y se expresa como,
L = (Precio – coste marginal)/ Precio = (P- cmg)/P
donde P es el precio observado y el coste marginal en general no es
un dato disponible, hay que estimarlo y esto lleva consigo
complicaciones. No siempre se utiliza el coste marginal como medida
del precio de competencia perfecta. En industrias con muy altos fijos
y enterrados, y costes variables (por unidad de output) relativamente
reducidos, el coste marginal no es un concepto tan útil como
referencia, y sí lo es, en cambio, el coste medio a corto plazo (el coste
variable medio). En telecomunicaciones si tenemos una perspectiva
de largo plazo podemos utilizar el coste incremental a largo que
recoge el coste de oportunidad de los factores en uso para la
provisión del bien considerado. De todos modos hacer notar que la
utilización del índice de Lerner como medida del poder de mercado
en industrias de importantes economías de escala (como en
telecomunicaciones, gas y electricidad) puede conducir a juicios no
fiables ya que basar el juicio sobre el margen razonable sobre el
conceptro de coste marginal (y no, por ejemplo, en base al coste
medio) puede sesgar al alza el grado de poder de mercado existente.
En casos extremos, donde existe un monopolio en un segmento del
mercado y éste es regulado de cerca en precios y condiciones por la
oferta de un bien en concreto, el uso del índice de Lerner como
medida de poder de mercado puede conducir a un problema de
incentivos importante. Imaginemos que este monopolista es
controlado año a año por el índice de Lerner para su regulación en
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precios. Si este monopolista puede desarrollar inversions específicas
a la empresa que redunden en reducciones de costes (y por tanto,
conseguir así mayores eficiencias) esto puede conducir a reducir el
valor del coste marginal de la expresión de Lerner y, todo lo demás
constante, elevar aún más el grado de poder de mercado medido. Por
lo que sus incentivos a desarrollar estas inversiones en reducciones
de costes se desvanecen. Esto es un ejemplo del problema de incentivos
que cualquier mecanismo regulatorio debe tener en cuenta en su
diseño, ya que hay decisiones que las toma la empresa que son
afectadas por el mecanismo concreto regulatorio impuesto por la
autoridad, y que pueden establecer incentivos perversos con respecto
a la eficiencia económica que se pretende en primer lugar establecer.
Asimismo el índice de Lerner puede infravalorar el grado de poder
de mercado de una empresa por un problema de endogeneidad. La
medida utiliza la diferencia entre precio y costes (de corto plazo) pero
los costes pueden ser altos debidos a la ineficiencia asociada a ser
monopolio, precisamente. El nivel de costes de una empresa tiene
una parte endógena a la propia empresa, la cual puede también verse
afectada por el grado de competencia en el mercado del producto
final que reciba. Luego esta medida puede dar un índice muy bajo,
debido a altos costes, y no detectar una posición de dominio clara que
queradá oscurecida por la ineficiencia de la empresa sobre la que se
calcula.
Si pensamos en un monopolio, el índice de Lerner se puede también
expresar en función de la elasticidad- precio directa de la demanda, e,
L= (P-cmg)/P = 1/ e
En una estructura de competencia perfecta, la elasticidad- precio tal y
como es percibida por la empresa (la elasticidad de la demanda
residual) es infinita, con lo que el índice de Lerner adopta el valor
cero. En monopolio, la elasticidad percibida y la del mercado serán
las mismas y el valor del índice sera máximo. El índice adopta
valores medios en contextos de oligopolio, i.e., relativamente pocos
agentes ofertantes.
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Esta formulación del índice de Lerner para casos de puro monopolio
puede ser útil ya que generalmente no se dispone de datos fiables
sobre costes variables medios (o costes marginales) y podemos
entonces utilizar la expresión alternativa del índice, como función
inversa de la elasticidad- precio de la demanda, estimar este
parámetro y obtener de este modo un estimador para el índice L.
Pero obtener estimaciones fiables de e suele requerir muchos y muy
buenos datos.
Lo normal es aproximar el grado de poder de mercado de una
empresa por medio de evidencias indirectas, especialmente a través
de evidencias acumulativas sobre las características estructurales (de
“contorno”) que definen el marco donde actúa la empresa y a partir
de estas medidas estructurales inferir si un determinado
comportamnieto considerado abusivo puede ser racionalizado. Pero
cuáles son este conjunto de medidas estructurales que definen el
entorno donde se mueve la empresa?
Las medidas “estructurales” utilizadas para aproximar el posible
dominio de una empresa son aquellas que en conjunto, unas con
otras, conducen a que el ejercicio del poder de mercado sea una
estrategia óptima para la empresa. Así, si una empresa disfruta del
80% de la cuota de mercado (medida por ejemplo en % de los
ingresos totales del sector), sera más fácil, en principio, que pueda
elevar precios independientemente de las estrategias que sigan sus
rivales, ya que el peso de éstos sobre la demanda total no sera de
primer orden para la empresa con dominio. La cuota de mercado
individual, puede por tanto ayudar a aproximar el poder de mercado
de una empresa. Más útil aún que la cuota de la mayor empresa son
medidas de distribución de las cuotas de mercados de todas o al menos de
las mayores empresas de la industria. Muy utilizado es el índice de
concentración (o cuota de mercado acumulada) de las cuatro mayores
empresas de un mercado. Un dibujo más completo, aunque en
ocasiones difícil de obtener, lo conseguimos con medidas de
distribución relativa de los tamaños de todas las empresas activas en
un mercado. Estas medidas, de dispersión básicamente, se centran en
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medir la asimetría en tamaños de las empresas, medido éste
generalmente por la cuota de mercado sobre el negocio total de la
industria. Así una medida muy utilizada e informativa es el índice de
Herfindhal- Hirshmann el cual suma la cuota de mercado al cuadrado
de cada empresa, y esto para todas las empresas del sector. La idea
subyacente a cualquier medida de dispersión es que cuanto más
asimétricas sean las empresas en tamaños, en principio mayor
posibilidad para las mayores de incrementar precios, reducir el
output y salir ganando. Si denotamos a la cuota de mercado de la
empresa i por mi, y tenemos n empresas activas, el índice se expresa
como,
i N
HH   (mi ) 2
i1
donde el sumatorio va desde la primera empresa i= 1, hasta la última,
N. Si tenemos n empresas todas simétricas, de idénticos tamaños, el

índice de HH adoptará el valor 10.000. A medida que más asimetría
en tamaños exista, este índice irá reduciendo su valor. Esta medida es
utilizada por la autoridad de defensa de la competencia en EEUU
para casos de fusiones y adquisiciones, cuando realiza análisis
prospectivos sobre los posibles efectos que una operación de
concentración pueda tener sobre la competencia, y estructura de
mercado, de un mercado particular.
Asimismo la posibilidad de elevar precios por encima de costes
medios sera más facil si existe importante diferenciación del producto
entre los bienes. La diferenciación otorga un pequeño y limitado
poder de mercado a las empresas, pero se entiende que es el premio
por la difeerenciación (via calidades o via acercarse más a las
preferencias reales de los consumidores heterogéneos) y por tanto en
sí misma esta capacidad no es preocupante. Es difícil dar con
medidas de diferenciación fiables y más aún identificar en un estudio
de precios la parte del margen, sobre el coste, que se debe a pura
diferenciación (la cual implica generalmente un coste adicional para
las empresas) de la parte que pueda ser debida a puro ejercicio del
poder de mercado.
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La capacidad de una empresa de elevar precios por encima de costes
también vendrá limitada por la amenaza de entrada de nuevas
empresas en ese mercado, y ésta a su vez, vendrá determinada por el
grado de barreras a la entrada existentes en ese mercado. Las barreras a
la entrada (y salida) de empresas pueden ser de tres grandes tipos: 1.
legales: se deben a que la regulacion impida la entrada por razones
diversas. Por ejemplo en el suministro de servicios de radio en
España a escala nacional es necesaria una licencia que otorga la
adimistración y por tanto no hay entrada libre. Las barreras también
pueden ser de tipo 2. naturales: éstas vienen definidas por los tipos
de costes que las tecnologías necesarias para producir ese bien o
servicio concreto necesiten. Si para entrar en un mercado de por
ejemplo generación eléctrica debo invertir una suma considerable de
recursos en la instalación de una nueva planta de generación y los
permisos pertinentes), esta inversión de tipo fijo supone una barrera
natural a la entrada en este sector. En telecomunicaciones las barreras
naturales son muy importantes, y además de tener un carácter de
coste fijo a veces suponen un coste enterrado importante, lo cual
puede tener implicaciones posteriores sobre el tipo de interacción
estratégica que se dará entre los rivales (en contextos de oligopolio).
Muy a menudo nos encontramos con industrias donde la inversión
inicial para entrar y ser capaz de ofertar la primera unidad del
servicxio final son tan altas que, para una demanda de mercado dada,
en ese mercado tan solo caben “unas pocas” empresas, esto es, son
industrias que se organizan en equilibrio en oligopolio.
Por último hay barreras a la entrada de tipo 3. de tipo estratégico que
son las que erigen las empresas que ya están dentro de la industria
con el objetivo de dificultar o no dejar entrar a nuevos rivales en el
mercado. Un ejemplo de este tipo de barrera puede ser inversiones
importantes en publicidad específica a un producto por parte de las
empresas ya establecidas. Cualquier entrante deberá realizar una
inversion al menos tan alta como las ya establecidas si quiere tener
éxito. En el caso Nestlé-Perrier, la Comisión Europea dió importancia a
este tipo de barreras estratégicas para argumentar por una
delimitación del mercado relevante más estrecha.
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Pero hay muchos otros elementos institucionales inherentes a ciertas
actividades que ayudan o imposibilitan el ejercicio del poder de mercado.
Muchas industrias por razones de estacionalidad de su demanda
conservan excesos importantes de capacidad productiva durante la
mayor parte del año. Los excesos de capacidad pueden en ocasiones
ayudar en la coordinación de planes porque hacen que los castigos
por desviarse de una estrategia colusiva sean creibles. Pueden existir
elementos regulatorios o institucionales que ayuden a la
coordinaciojn de planes, i.e., colusion entre los agentes. Por ejemplo
en telefonía móvil en al UE existe el principio de quien-llama-paga
todo el coste de la llamada punto apunto (al menos para llamadas
nacionales). Este principio de tarificación impone una externalidad en
la terminación de llamadas, las que sean off-net, tal que ayuda a
través del precio de terminación de las empresas (en oligopolio legal)
a coordinarse en precios finales altos (para las llamadas off–net).
En otras actividades tanto el lado de la oferta del producto final como
el lado, aguas arriba, de los suministradores de inputs a los
productores aguas abajo se encuentran muy concentradas por
razones naturales. En estos casos, donde por el lado de la demanda
de unos inputs y por la oferta de los mismos la estructura de mercado
es concentrada y con agentes independientes, no es previsible que
ningún lado del mercado pueda ejercitar mucho poder de mercado
aún a pesar de que los grados de concentración (medidos por ejemplo
por el índice de concentración de las dos mayores empresas) a cada
lado del mercado sean muy altos. Esto es, el poder de negociación, en
contextos de pocos agentes a ambos lados del mercado, hace más dificíl
el ejercicio del poder de mercado.
Una expresión del poder de mercado puede ser la colusión. Esta
ocurre cuando todas las empresas, o un subconjunto importante de
ellas, de modo explícito o implícito se coordinan en una estrategia de
precios (o cantidades) de tal modo que reproducen el resultado del
monopolio, o sea, de máximo poder de mercado. Más adelante
dedicamos una Sección al caso de este tipo de dominancia,
denominada dominancia conjunta en anti-trust, que puede ser
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importante en ciertas industrias de red. La colusión en sí misma es
difícil de sustentar como resultado racional, de equilibrio en una
industria, pero es cierto también que en ocasiones hay elementos
institucionales que ayudan a esta coordinación de planes de las
empresas. Uno de estos elementos que hay que tener en cuenta es el
grado de desarrollo o de madurez de un mercado concreto. En
mercados “emergentes” o con altas tasas de desarrollo (de clientes,
servicios, cobertura….) es mas difícil sustentar la colusión como
estrategia de equilibrio.
Por último, otro elemento que introduce mayor competencia en los
mercados es la existencia, o probabilidad, de innovación tanto de
procesos como de productos o servicios. En telecomunicaciones está
claro que la innovación ha sido una fuerza de primer orden y
posiblemente la razón básica que explique todo el proceso de
apertura de los mercados hacia la competencia. La innovación hace
que las empresas no solo compitan el las dimensiones de precios y
cantidades, sino que compiten también por introducir antes que las
demás nuevos productos o servicios de los que obtendrán rentas
económicas. La competencia en esta dimensión equivale a competir
en el más largo plazo a través de los gastos de Investigación y
Desarrollo (I+D), dado que estos procesos siempre tienen un grado
de incertidumbre.
3. El enfoque ex-ante y el ex-post
Las Directivas ONP de los años 90 en telecomunicaciones han ido
regulando el acceso/interconexión de un modo muy estrecho, en
precios, contratos y condiciones. Los reguladores nacionales, al
mismo tiempo, han ido regulando precios en distintos servicios
finales (metropolitano, acceso a Internet, alquiler de líneas….). En el
periodo regulatorio 1998-2003 (hasta la entrada en vigor del nuevo
marco regulador) los mercados se definían en base a necesidades
regulatorias más o menos ad-hoc. Por ejemplo, la dominancia no se
definía como poder de mercado sino simplemente se asignaba
dominancia a cualquier operador que tuviera más del 25% de la cuota
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de mercado en un segmento particular. En los mercados de
telecomunicaciones dado el peso completamente dominante de los
operadores históricos al inicio del proceso que definía la situación de
partida, tenía sentido aplicar temporalmente esa regla del 25%, regla
que en términos generales no tiene ningún sentido aplicar para
identificar la dominancia en cualquier otro contexto.
En casos de defensa de la competencia, de todos modos, lo que se
castiga no es la dominancia de una empresa en sí misma, sino su
ejercicio o, lo que es lo mismo, el abuso de una posición de dominio.
Aunque en el nuevo marco regulador de las telecomunicaciones, las
cosas no son exactamente de este modo, conviene identificar qué es lo
que de verdad se castiga en anti-trust. Es fundamental distinguir
entre el hecho de tener una alta participación en el mercado (como
dato estructural) del hecho de disfrutar de posición de dominio o
poder de mercado. Si recurrimos a la legislación de defensa de la
competencia, tanto los Art 81 y 82 del Tratado de la Unión Europea,
como la Ley española de Defensa de la Competencia (1989)
establecen claramente que se deben dar dos condiciones básicas para
poder castigar a una empresa de una práctica concreta:
1. la empresa debe disfrutar de una posición de dominio
y 2. “[la] conducta de la empresa tiene el efecto de poner en peligro el
mantenimiento del grado de competencia existente en el mercado”,
o sea, no basta con poseer poder de mercado, o dominancia, para
castigar a una empresa. En defensa de la competencia, una vez que a
una empresa se le ha acusado de alguna práctica, primero se
determina si ésta posee dominancia o no (condición indispensable
para que la práctica en cuestión pueda ser después considerada como
abuso y poder ser castigada). Además la práctica de la empresa debe
haber afectado a la competencia existente en el mercado. O sea, debe
haber abuso de la posición de dominio, no basta con el dominio en sí
mismo.
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Esta condición necesaria en anti-trust ya hemos mencionado que no
se aplica en el contexto del nuevo marco regualdor de la UE a las
telecomunicaciones. En el contexto del nuevo marco la autoridad
reguladora podrá intervenir con condiciones ex-ante sobre un
operador considerado dominante si valora que el mercado no
funciona aún en competencia y si determina que hay un operador
con dominancia que dificulta el desarrollo de la competencia en el
mismo. Pero no necesita el regulador de la evidencia de ningún
abuso de posición de dominio para actuar. Se trata de una
intervención ex-ante.
Para el Tribunal de Justicia Europeo (TJE): “la posición dominante del
Art. 86 se refiere a una situación de poder económico del que disfruta una
empresa que le otorga poder de obstaculizar el mantenimiento de una
competencia efectiva sobre el mercado de referencia y le permite actuar con
una considerable independencia frente a los competidores, sus clientes y por
último frente a consumidores..... Tal posición [de dominio] … y comportarse
en cualquier caso, sin tener que tomar en consideracion la competencia y sin
que esta actitud le sea perjudicial”.
O sea, una característica del ejercicio del poder de mercado es que la
empresa en cuestión pueda actuar con independencia de comportamiento
con respecto de los rivales (y a los consumidores y clientes en general).
En general las industrias de utilities, o servicios básicos, como el gas,
electricidad, telecomunicaciones, se organizan alrededor unos pocos
rivales. Esto es así, y no hay de malo en ello, debido a razones de
costes (tecnología), ya que para entrar en estas actividades es
necesaria la inversión de una enorme cantidad de recursos de
carácter fijo o enterrado, y una vez estos costes han sido incurrido, las
empresas serán capaces de explotar eonomías de escala en tamaños
muy considerables. Lo eficiente es que las empresas exploten las
economías de escala (y de alcance en contextos multi producto) al
máximo, para de este modo conseguir ellas los menores costes
unitarios posibles y que sea posible trasladar estos menores costes al
consumidor final. Esto puede conducir a que en equilibrio tan solo
unas “pocas” empresas puedan subsistir.
17
El término utilizado de “pocas” empresas no es muy preciso, pero le
podemos dar más contenido si pensamos en la estructura de la
industria en equilibrio como una en donde los rivales que subsistan
van a dependen unos de otros, esto es, la estrategia (en precios,
cantidades, publicidad, I+D….) que cada uno elija como la mejor,
depende de la estrategia que los demás hayan a su vez elegido, y del
mismo modo, los beneficios finales de cada agente dependen de las
elecciones estratégicas del resto de rivales. Esto es la esencia del
oligopolio: la interacción estratégica.
Así como en competencia perfecta la estrategia en precios de una
empresa viene prácticamente dada por lo que hagan todas las demás,
en oligopolio la interacción estratégica puede ser de muy diversa
índole, y generar al final resultados de equilibrio distintos. Pero
siempre se verifica en oligopolio que la estrategia óptima de una
depende de las estrategias elegidas por las rivales. En monopolio, por
coger un caso extremo, no hay interacción con los demás, porque no
hay rivales. La única disciplina a la que se enfrenta el monopolista es
la propia demanda.
Ahora ya podemos volver a la característica básica del ejercicio del
poder de mercado, que el comportamiento de la empresa en cuestión sea
beneficioso para ella con independencia de la estrategia seguida por los
rivales, o por los consumidores (la demanda). Esto no es lo que ocurre
en oligopolio, en donde los beneficios de una empresa dependen de
la estrategia seguida por las demás, aunque sean pocas. En oligopolio
la fuente de la competencia está en la interacción (inter-dependencia)
estratégica entre las empresas. En el comportamiento, por contra, de
una empresa con poder de mercado claro, las demás no importan, no
depende de ellas.
Así, el TJE distinguió la interacción que ocurre en oligopolio de la
(ausencia de) interacción en casos de abusos de posición de dominio,
“ en oligopolio los comportamientos se influyen recíprocamente, mientras
que en la situación de dominancia el comportamiento de la empresa se
determina en gran medida de forma unilateral”.
18
4. Dominancia: individual, colectiva y multi- mercado
En el nuevo marco regulador de las telecomunicaciones el concepto
de Peso Significativo en el Mercado (PSM) propuesto es el mismo que el
concepto de posición dominante utilizado en la legislación de defensa
de la competencia y así lo explicita la Comisión Europea en las
Guidelines de aplicación de principios de competencia al sector y en
la Directiva Marco del nuevo paquete regulador de Marzo del 2002.
El concepto de PSM es crítico por cuanto abre la puerta, si un
operador es identificado con PSM, a la regulación de su
comportamiento ex-ante. A continuación vemos tres distintas
representaciones de la posición de dominio o PSM.
4. 1. Dominancia individual
La Comisión Europea en el caso Continental Can (1972) propuso ya
un test de dominancia: “una empresa tiene posición de dominio cuando
tiene poder de mercado para actuar independientemente ... lo cual supone
que actúa sin considerar el comportamiento de los rivales o consumidores.
Esto ocurre cuando debido a su cuota de mercado, a su conocimiento
técnico.... tiene el poder de fijar los precios o controlar la producción o
distribución de una parte significativa de los productos de ese mercado”.
De un modo similar el Tribunal de Justicia Europeo: “una posición de
dominio de que disfruta una empresa es la posición que le permite prevenir
que la competencia efectiva sea mantenida en el mercado relevante al tener la
capacidad de comportarse independientemente de sus competidores o rivales
o de sus clientes” (caso United Brands, 1979).
19
Es usual hacer una primera aproximación a la posición de dominio
de una empresa a través de alguna medida de concentración: cuota
de mercado de la mayor empresa, de las dos mayores, de las cuatro
mayores empresas, una medida de la desigualdad de cuotas de
mercado de todas las empresas (su distribución). Siempre es útil este
dato, sin duda, pero aplicarlo ciega- o exclusivamente puede dar
lugar a errores importantes. La cuota de mercado que disfruta una
empresa puede ser reflejo de muchas razones, razones de eficiencia
entre otras (por ofrecer un producto superior a los rivales, por
adelantarse en una innovación a los demás, por tener menores costes
de producción que los restantes) y estas razones de eficiencia no
deben nunca ser castigadas por ninguna autoridad. Al contrario, la
competencia debe incentivarse- este es siempre el objetivo- y esto, en
ocasiones implica la asimetría entre las empresas.
Si bien la cuota de mercado, u otra medida de concentración, siempre
es útil, debe siempre ser evaluada en conjunto con otras
características del mercado, del tipo de competencia, del horizonte
temporal y elementos estructurales e institucionales. Utilizar solo una
medida, de todas las existentes, para caracterizar la competencia en
un mercado, es muy peligroso. No es en absoluto semejante disponer
de una alta cuota de mercado individual por ejemplo en el sector de
generación de electricidad, con un bien homogéneo, con un mercado
spot centralizado, transparente, con formación de precios en base a la
última planta que entra en la puja competitiva organizada, con la
situación por ejemplo del mercado de distribución comercial. Existen
muchos condicionantes y elementos en cada actividad que hacen que
una medida sea más informativa o menos del grado de poder de
mercado de una empresa.
El Tribunal de Defensa de la Competencia (TDC) español en un
conocido caso (Bacardi) ponía en duda que la cuota de mercado de la
mayor empresa, por alta que esta fuera (el 70% del mercado) era, por
sí sola, una proxy del poder de mercado que podría desarrollar la
empresa acusada, decía, “[el problema] no es si el mercado relevante es el
de bebidas combinables o el de ron, ........ [es] el tener el 70% de la cuota de
mercado, ….[pero esto] no constituye base suficiente para atribuir a esta
20
marca una posición de dominio porque la cuota de mercado no es en el
presente expediente factor que determine una posición de dominio…... “[la
posición de dominio] ……..expresa su aptitud para modificar
provechosamente…… el precio o cualquier otra característica del producto.
El que una empresa tenga esa aptitud dependerá de que se den una serie de
circunstancias que podrían resumirse en : 1.-poder económico y 2. independencia de comportamiento. Así, se diría que una empresa disfruta de
posición de dominio en un mercado cuando tuviera en éste poder
económico e independencia de comportamiento suficientes como para poder
actuar sin tomar en consideración las posibles reacciones de los competidores
o los consumidores y, de esta manera, ser capaz de modificar en su provecho
el precio u otra característica del producto” (Resol. Bacardí, 1999).
Y continuaba el TDC, “Una elevada cuota de mercado de una empresa no
determina necesariamente una posición de dominio para la misma. Es
únicamente un factor que solo con el concurso de otros puede procurar tal
posición dominante….. Más bien el expediente evidencia lo contrario: es
decir, que entre los principales competidores, que pertenecen a grupos
empresariales de similar importancia, se dá una fuerte interdependencia, lo
que les obliga a estar en todo momento atentos a sus recíprocos movimientos.
Y precisamente eso favorece que no haya posición de dominio alguna en el
mercado” (Bacardi 1999). O sea, el TDC evaluó que había de hecho
interacción estratégica relevante entre los pocos rivales importantes
del mercado de ron en España (de hecho prácticamente un duopolio)
y que esta interacción impedía la actuación de uno de ellos
independientemente del otro.
Lo ideal sería utilizar el índice de Lerner, pero no suele ser accesible.
Se utiliza una bateria de medidas (estructurales generalmente) para
determinar el contexto (estructural) en el que la empresa se comporta.
A partir de ahí, se presume lo que sería óptimo desde el punto de
vista de la empresa hacer (maximizar beneficios)- una regla de
comportamiento óptimo- y se enjuicia si un comportamiento concreto (que
suponga algún tipo de abuso) es consistente con esa regla de
comportamiento óptimo.
21
De todos modos la cuota de mercado, aunque con claras limitaciones
es una medida muy utilizada para identificar la dominancia de un
operador. De hecho la autoridad anti- trust británica (Office of Fair
Trading) utiliza la cuota de mercado como threshold o umbral. Si
observa que la cuota de mercado de la empresa acusada es menor del
40% de los ingresos del sector, la autoridad británica presupone que
no hay dominancia y por tanto carga de la prueba en contrario recae
sobre autoridad anti- trust. Si la cuota observada es superior al 50%
se presupone que sí hay dominancia (y la carga de la prueba en sensu
contrario recae sobre empresa acusada).
El Tribunal de Justicia Europeo (TJE) utiliza umbrales parecidos pero
no explícitos. Así, en el caso United Brands, una cuota de entre el 40%
y el 45% presupone dominancia, o en el caso Azko vs. Commission una
cuota mayor del 50% estable en el tiempo y en ausencia de prueba en
contrario, supone dominancia. Una pista de cuando una cuota no
implica dominancia la encontramos en el Reglamento de
Concentraciones (89), donde el análisis a efectuar por la autoridad es
prospective, o mirando hacia el futuro inmediato, (como el análsis
que deben realizar las autoridades regulatorias sectoriales a la luz del
nuevo marco regulador) se establece que si una concentración
propuesta alcanza un volumen menor del 25% de los ingresos totales,
se presume que la operación no impide la competencia en el
mercado.
En EEUU las autoridades han establecido que en ausencia de otros
elementos una cuota menor del 30% o 35% del mercado prima facie
no implican dominancia. En casos de concentraciones las autoridades
en EEUU utilizan en ocasiones los cambios que la operación
propuesta puede tener sobre el índice de HH.
El índice de Lerner para el caso del monopolio ya hemos visto como
se igualaba al inverso de la elasticidad-precio de la demanda. En caso
de oligopolio y dado que la naturaleza de la interacción estratégica
puede adoptar varias formas, tenemos que especificar algo más el
contexto de competencia para poder expresar el índice de Lerner. Si
asumimos que estamos en un contexto de pocas empresas que todas
22
ellas compiten en volumenes (cantidades, a la Cournot), que el bien
es homogéneo y que hay rendimientos constantes a escala (y
simétricos para todas las empresas) entonces podemos expresar el
índice como,
L = mi/e
donde:
mi es la cuota de mercado de la empresa i
, es la elasticidad- precio (directa) de la demanda
O también como,
L = HH/e
donde HH, es el índice de Hirshman-Herfindhal, que es la suma (al
cuadrado) de todas las cuotas de mercado, mi, de cada una de las
empresas del sector. Esta expresión nos indica que existe (bajo estas
condiciones concretas) una relación entre el grado medio de poder de
mercado (L) y el grado de concentración de una industria, medido por HH.
Por esto que en EEUU se utilice relativamente a menudo el índice de
HH (y diversos umbrales) para decidir en temas de concentraciones de
empresas.
La elasticidad de oferta es un elemento a observar para valorar la
facilidad de respuesta de algunas empresas ante incrementos en el
precio de la dominante. Especialmente en estructuras de mercado
donde hay un grupo de empresas dominantes y un grupo de
“seguidoras” (o franja competitiva) la elasticidad de oferta puede ser
determinante (Enacuoa y Jacquemin, 80).
Los excesos de capacidad productiva de las empresas. Por un lado, el
exceso de capacidad de una empresa hace más creible la amenaza de
una respuesta muy agresiva ante un rival que determine precios
demasiado bajos (o se comporte agresivamente). Eso es, el exceso de
capacidad eleva la probabilidad de colusión al hacer más creible una
amenaza de castigo ante un desvio de lo acordado.
23
La entrada potencial es la facilidad con la que nuevos entrantes pueden
entrar en la actividad concreta del bien A, ante un incremento en el
precio de A que protagonice la empresa. La teoría de los mercados
contestables (Baumol, Panzar y Willig, 1982) prevé que si no hay costes
enterrados de entrada (ni de salida), si la entrada es rápida (más
rápida aún que los cambios en los precios), la simple amenaza de
entrada disciplina en precios al incumbente de tal modo que nunca
podrá poner precios superiors al coste medio de suministro del bien.
El standard aquí es el coste medio porque se modelizan industrias
con importantes economías de escala y de alcance y el concepto de
coste marginal no es tan útil.
Pero para que esta disciplina de la potencial entrada funcione es
fundamental que no existan costes enterrados importantes (que
pueden ser exógenos o endógenos) porque su existencia hace que la
entrada sea más difícil y el efecto disciplinador de la entrada
potencial de desvanece.
Los métodos empíricos para la identificación de la posición de
dominio pueden ser variados. Ya mencionamos un enfoque
interesante en el capítulo dedicado a la delimitación de los mercados
relevantes, que se basaba en la estimación de la elasticidad – precio
de la demanda residual a la que se enfrenta la empresa a analizar.
4. 2. Dominancia multi-mercado
A nivel multi-mercado una empresa puede abusar de su posición de
dominio si puede reducir el precio de un bien incluso por debajo de
costes y compensar estas posibles pérdidas con ingresos adicionales
en el mercado del otro bien donde disfrute por alguna razón de
posición de dominio (y ganancias extra) siempre que lleve a cabo esta
estrategia en el primer mercado con el objetivo de expulsar (o de no
dejar entrar) a otras empresas. Los contactos multi- mercado pueden
ocurrir bien a nivel horizontal, en el mismo mercado final pero por
24
ejemplo en distintas localizaciones, o bien a nivel vertical, en relaciones
a través de la cadena de valor dentro del mismo grupo vis vis los
demás rivales. Este último caso es muy relevante en
telecomunicaciones donde los operadores generalmente están
verticalmente integrados y tienen en su mismo grupo el input
esencial (por ejemplo el acceso a la red local) y actúan al mismo
tiempo en el mercado del producto final (llamadas de voz). Las
relaciones verticales dan lugar a un conjuunto amplio de problemas
analizados en la literatura de Organización Industrial y defensa de la
competencia. Aquí tan solo mencionamos unos pocos aspectos de los
contactos multi- mercados.
La Comisión Europea (caso AZKO) introdujo por primera vez el
contacto multi-mercado y la traslación de la posición de dominio de
un mercado a otro: “una posición dominante sobre un mercado puede ser
explotada de forma abusiva por un comportamiento adoptado en un mercado
distinto de aquél sobre el que tiene la posición dominante”.
Para demostrar este contacto multi-mercado es necesario demostrar
que ambos mercados están estrechamente vinculados. Los vínculos
pueden consistir en:
* participaciones cruzadas,
* control sobre las actividades relacionadas
* relaciones verticales estrechas.
Si pensamos por ejemplo en un mercado como el de interconexión y
en los mercados de servicios finales, existe un vínculo estrecho entre
ambios mercados (uno es el input esencial para poder ofrecer el
servicio). Si el operador está verticalmente integrado puede explotar
su posición de dominio en un mercado (del input) donde es
monopolista para intentar expulsar a los rivales del otro mercado,
abierto a la competencia (el del servicio final) y puede intentar
hacerlo estrechando los margenes de actuación de los entrantes,
reduciendo por ejemplo el precio del servicio final y poniéndolo por
debajo del precio de interconexión. Este tipo de prácticas de price-
25
squeeze han ocurrido en la UE en diversos servicios de telefonía fija y
móvil (caso Deutsche Telekom (03), caso KPNM (04)).
Este contacto multi-mercado puede resultar en la determinación por
parte del regulador (o de la autoridad anti-trust) de dominancia de
este operador en ambos mercados tomados como un todo, a pesar de que
la presencia del operador en el segundo mercado no sea ni mucho
menos significativa en sí misma.
El contacto multi- mercado a nivel horizontal, i.e., en distintos
mercados de bienes finales por parte de un grupo reducido de
empresas, puede incrementar también la probabilidad de colusión
no-cooperativa (Whinston, 84). La razón está en que el contacto
multi-mercado, si las empresas son relativamente similares (en
costes, en tamaños, en cuotas de mercado) ocurre que la restricción
de incentivos, necesaria para que cada empresa elija la estrategia de
colusión antes que un desvio, se relaja. En la colusión el problema
básico es que las ganacias de un solo periodo de desviarse, deberían
ser menores que el valor esperado de los beneficios de colusión a lo
largo de todos los periodos para que ésta emerja como resultado de
equilibrio. O sea,
(desvio en t, competencia t+1,….T) colusión, para todo t)
esta es la restricción de incentivos.
En un mercado asilado, esta condición puede no darse, y por lo tanto
no habra colusión. Si ahora hacemos esta desigualdad pero para dos
(o más) mercados a la vez, el A y el B, aquellos en los que las
empresas se enfrentan, puede ser que la suma de las restricciones de
incentivos en cada uno y en todos los mercados haga que la
desigualdad se invierta, y la colusión, en todos los mercados a la vez, sea
un resultado de equilibrio. Esto pueda darse porque en un mercado
(el A) los beneficios de coludir son pequeños, o el castigo que las
demás empresas puedan infligir sea muy alto, pero en los demás
mercados el castigo esperado sea muy pequeño o las ganancias de
precios altos sean mucho mayores.
26
4. 3. Dominancia conjunta
La dominancia conjunta se refiere a estrategias colusivas llevadas a
cabo por todos, o un subconjunto importante, de empresas. Ya el Art.
82 del Tratado de la UE deja bien claro que estas estrategias atentan
contra el bienestar social y quedan prohibidas: “[...] quedará prohibida,
en la medida en que pueda afectar a los Estados Miembros, la explotación
abusiva, por parte de una o más empresas, de una posición dominante en el
mercado común o en una parte sustancial del mismo...”.
La Comisión Europea afianza algo más el concepto de dominancia
conjunta “dos o más empresas ostentan una posición de dominio colectiva
cuando disfruten esencialmente de la misma posición (de dominancia) vis a
vis sus clientes y rivales de la que ostentaría una sola empresa si esta fuera
dominante, asumiendo que no exista competencia efectiva entre ellas. La
ausencia de competencia entre ellas puede deberse en la práctica a la
existencia de vínculos entre las empresas”. Más tarde la propia Comisón
aceptará que la existencia de tales vínculos no es condición suficiente ni
necesaria para la existencia de lazos que conduzcan a la dominancia
colectiva.
El Tribunal de Justicia Europeo (TJE) en el caso Compagnie Maritime
Belge estableció que para que dos o más empresas ostenten una
dominancia colectiva se debe demostrar que estas se comportan con
respecto a sus rivales y clientes como una sola entidad, esto es: con
intereses alineados. Esto se dará cuando:


no exista competencia efectiva entre las empresas acusadas, y
estas empresas adopten políticas comunes o conductas
uniformes en el mercado relevante.
27
La dificultad de este concepto de dominancia conjunta reside en
demostrar qué vínculos concretos entre las empresas son los que
conducen a la la uniformidad en la conducta, ya que estos pueden ser
muy variados y con efectos muy distintos.
El TJE en casos anteriores ha aceptado como tales los vínculos de tipo
estructural entre las empresas (participaciones, acuerdos explícitos
entre ellas) o bien la mera interdependencia estratégica que se da como
resultado del juego estratégico entre las empresas. O sea, se acepta que la
propia interacción estratégica que ocurre en oligopolio en ocasiones
puede conducir a una coordinación de planes (en precios o
cantidades) que lleven el equilibrio de la industria hacia uno de tipo
colusivo. De hecho el Consejo de Telecomunicaciones de la UE
afianza aun mas esta posibilidad: “Puede considerarse que dos o más
empresas ocupan una posición dominante conjunta no sólo cuando entre
ellas existen vínculos estructurales o de otro tipo, sino también cuando la
estructura del mercado de referencia propicia los efectos coordinados, es
decir, fomenta un comportamiento paralelo o alineado del mercado que es
anticompetitivo” (Consejo de Telecom. Abril 2001).
El problema de este tipo de colusión, llamada implícita porque no
requiere de comunicación previa entre las empresas, ni por supuesto
de pactos firmados, es que es difícil de observar en situaciones
estáticas. Para delimitar algo más el concepto de colusión en el
sentido económico y en el sentido de la defensa de la competencia
proponemos la siguiente subsección.
Colusión en un sentido económico y colusión en un sentido
anti- trust (punible):
En sentido económico la colusión es un resultado de mercado por el
cual el precio que resulta es superior al precio que se debería
observar del juego no cooperativo entre las empresas. Por ejemplo, si
éstas compiten en precios, observar un precio por encima del precio
de equilibrio en un juego de Bertrand de un solo periodo, sería
considerado un resultado colusivo desde el punto de vista económico.
28
Pero, desde el punto de vista de la defensa de la competencia, esto no
implica necesariamente que este resultado deba ser penalizado.
La colusión beneficia a todos los participantes, ya que ponen precios
superiores a los que se obtendria de competir agresivamente. Pero la
colusión en esencia, y en un contexto simple y estático, es un dilema
del prisionero. Coludir implica ejercitar el poder de mercado (elevar
precios y restringir el output) pero de un modo conjunto. Todos los
participantes lo deben hacer y respetar, porque de otro modo se
rompe la colusión y gana mucho el que se desvia, y pierden los que
mantienen el acuerdo.
Este dilema del prisionero lo podemos representar en un modelo
muy sencillo. Supongamos la existencia de tan solo dos empresas, i =
1, 2, que se enfentan auna misma demanda de mercado lineal, p(x)=
10 – x, donde cada empresa (y ambas son simétricas) tiene unos
costes totales de produccón de, C(x)= x. Las empresas suponemos
que tan solo disponen de dos estrategias posibles al elegir el precio de
venta de su bien: 1. o bien coluden, y ambas ponen el precio de
monopolio por la venta de cada unidad del bien, Pm, o bien 2. no
coluden (compiten) y por tanto ponen un precio igual al coste medio
(y en este caso tambien igual al coste marginal) de producción. Si la
empresa 2 elige la estrategia no- coludir, y la empresa rival, la 1, elige
la estrategia coludir, la empresa 2 ganará beneficios
extraordinarios,d - que denotamos por pagos del desvio-, ya que se
aprovechará de la escasa oferta del bien que hará la empresa rival, la
cual obtendrá menores beneficios. Si ambas empresas no coluden,
entionces ambas obtienen pagos de competencia (aunque
imperfecta),N .
Buscamos un equilibrio: una situación tal que elegida una estrategia,
dada la mejor estrategia de la empresa rival, la empresa i no tenga
incentivos a elegir otra distinta (esta es la esencia del concepto de
equilibrio de Nash). Primero dibujamos el juego en forma matricial.
29
Empresa 1
Colude
no-col
Colude
10, 10
11, 7
No –col
7, 11
9, 9
Empresa 2
Pagos= 
Cuál sera la estrategia mejor respuesta de la empresa 2? Supongamos
que la empresa 1 eligió coludir. Si la empresa 2 elige entonces coludir
también, ganará 10, pero si elige desviarse (no coludir) ganará algo
más, 11. Si la empresa 1 por contra elige ahora no coludir, la empresa
2 puede elegir coludir, en cuyo caso ganaría 7 o puede elegir no
coludir y ganar 9. Ahora está claro que haga lo que haga la empresa
1, la empresa 2 siempre tiene una estrategia óptima: no coludir. Con
esta estrategia gana más que eligiendo la otra estrategia, y esto ocurre
haga lo que haga la empresa rival. O sea, hemos encontrado la mejor
estartegia (y es única) de la empresa 2. Como el juego es simétrico, la
empresa 1 también tiene una mejor respuesta, que es la estrategia no
-coludir.
El equilibrio de Nash es la combinación de la mejor estrategia para
un jugador y para el otro, y como para ambos la mejor estrategia es la
misma, el equilibrio de Nash implicará que ambas eligen no- coludir
y acaban gananado  (9, 9). Es un dilema del prisionero
porque si de algún modo se pudieran comprometer a coludir ambas,
de modo creible, ambas saldrían ganando, ya que ganarían 
(10, 10). Pero si una empresa, en ausencia de mecanismos de precompromiso claros, le comunicara a la otra que ella siempre va a
coludir, la empresa rival no le debería creer, ya que conoce la matriz
de pagos y sabe que ante cualquier cosa que ella haga, la rival elegirá
siempre no- coludir. Luego cualquier promesa de coludir, en este
sencillo contexto, no es creible, está vacia.
30
La colusión puede ser explícita o implícita. La explícita o cartel, es
cuando un conjunto de empresas explícitamente coordinan sus
planes para elevar el precio, restringir el output y ganar así en
conjunto mayores beneficios. Se puede llevar cabo mediante un
contrato. La colusión implícita, o no- cooperativa, es la que emerge de un
modo natural en una situación de interacción estratégica como mejor
respuesta ante lo que hagan las empresas rivales. Ya hemos visto en
el ejemplo anterior como este tipo de collusion no emergía como
resultado de equilibrio de Nash en el contexto sencillo expuesto. Pero
vamos a ver otros contextos algo más sofisticados donde este tipo de
colusión sí puede emerger como resultado racional de equilibrio para
las empresas. Para la colusion implícita no es necesaria siquiera la
comunicación previa entre las partes, basta con que cada una conozca
la matriz de pagos.
Dos elementos clave de una colusión (explícita o implícita):
1. detección de los posibles desvios. En ocasiones no es fácil
observar ni el precio ni el output de cada una de las empresas
por lo que detectar un desvio es imposible.
2. castigos por desvios (implican comportamientos más agresivos).
Es fundamental para que se sustenga la colusión como
resultado. Los castigos al menos deben implicar amenazas
creibles (a nivel dinámico, hay información imperfecta)
Si la detección es fácil (no costosa) y el castigo es creible, la colusión
puede emerger sin necesidad de comunicación oral entre las
empresas, tan solo como resultado del juego no cooperativo: colusión
implícita (o colusión no cooperativa).
Desde el punto de vista económico la colusión implica precios por
encima del coste marginal (que es el estandard de equilibrio
competitivo). Pero a nivel de defensa de la competencia esta
definición es demasiado exigente.
31
Cómo llegan las empresas a coordinarse en alguno de estos precios
posibles (de colusión)? Qué mecanismos utilizan?
Si la interacción se repite un número indeterminado de veces (T = ∞),
entonces las estrategias de castigo pueden tener un papel de
coordinación de planes muy relevante. Por ejemplo supongamos que
en el mismo ejemplo numerico anterior la empresa 2 anuncia que ella
quiere coludir y que si observa que la rival, la 1, se desvia de la
colusion, entonces implementara un castigo que consistira en
producir la cantidad de competencia desde ese momento hasta el
infinito. Si hiciera esto, en esos periodos de castigo, en este caso el
castigo es infinito poque dura para siempre, la empresa que se desvió
encontrará que después del desvio su mejor estrategia, dado que la 2
se desvia siempre, sera producir la cantidad de competencia, por lo
que obtendrá pagos esperados bajos a partir de ese momento.
Esta amenaza de castigo puede hacer bajar el flujo de pagos futuros
lo suficiente como para que nadie, temiendo este castigo, se desvie de
la estrategia de colusión a largo plazo (a pesar de que en un solo
período lo mejor sería desviarse). Esto ocurrirá dependiendo del
factor de descuento de cada uno de los rivales. Si los rivales valoran
lo suficiente el flujo de pagos futuros, es muy posible que prefieran
entonces mantenerse en la colusión desde el inicio por miedo a la
represalia infinita del rival.
Calculamos ahora el valor presente de cada estrategia (en valor
presente): 1. estrategia “siempre coludir”, y 2. estrategia “desvio en t
y a partir de ahí, pagos de competencia”.
Sea   el tipo de descuento (inverso del tipo de interés)- o preferencia
por el tiempo, que se puede expresar como   1/(1  r) , donde r es
tipo de interés. Para un  alto el agente tiene una clara preferencia
por los pagos futuros y por tanto valorará los pagos en el futuro. Para

un  bajo, muy bajo, el agente prácticamente
solo valora el pago hoy,

y apenas los pagos en el futuro. La tasa de descuento refleja las

preferencias por el tiempo del agente.

32
El valor presente de la estrategia 1. “siempre coludir” es:

*   m   m   2  m   3  m  .....   m /(1 ) 
El valor presente de la estrategia 2: “desvio en t=1 y pagos de
competencia a partir de ese momento”, es:

'  d   N   2  N   3  N  .....   d   N [ /(1 )]
Ahora, para que la colusión emerja como resultado racional de
equilibrio se debe cumplir la restricción de incentivos: si una empresa

colude es porque gana más siguiendo la estrategia de coludir que
desviándose,
 coludir) ≥ 
desvio, competencia)
Ambas estrategias adoptan mismo valor presente para un tipo de
descuento crítico, *
*  ( d   m )/( d   N )
esta ecuación expresa el teorema de Folk y describe el conjunto de
equilibrios para el super- juego posibles, y su dependencia de los

pagos de cada estrategia y crucialmente del tipo de descuento de los
agentes. La expresión nos dice que existe un tipo de descuento
crítico  *, o preferencia por pagos futuros frontera, tal que si los
agentes muestran una preferencia por pagos futuros mayor que  *, o
sea, si   *, entonces esos agentes preferirán coludir antes que el
desvio (y competencia posterior). Por contra, si el tipo de descuento

específico a las empresas es menor que el crítico   *, entonces

valoran lo suficiente el pago hoy, y poca valoración otorgan a los

pagos futuros, de tal modo que preferirán el desvio hoy (y la
competencia posterior).

Es esencial para cualquier equilibrio que sustente la colusion que el
castigo sea creible; este suele implicar competencia agresiva de los
demás a partir del momento en que se detecta que una de las
empresas se ha desviado. Para que sea creible, las empresas lo tienen
33
que implementar, si ocurre el evento que lo dispara. El castigo puede
adoptar muchas formas: en juegos infinitos (repetidos incontables
veces) el castigo adopta la forma de “estrategia de gatillo”- una vez que
una empresa en t se desvió, las otras siempre a partir de ahí
establecerán precios de competencia. Se trata de un castigo “infinito”,
muy duro. Pero se puede sostener un equilibrio colusivo con castigos
más reducidos.
Factores que ayudan al mantenimiento de la colusión:
-concentración en la industria: cuanto menor número de rivales, más
fácil lograr la colusión (más fácil detectarla, más fácil castigar,
mayores beneficios a repartir de colusión…). Pero cuanto mayor
asimetría entre las empresas, menor probabilidad de coludir. Si
utilizamos la medida de concentración de HH, ésta incluye dos
fuerzas de sentido contrario sobre la probabilidad de colusión. Por un
lado al incrementar el índice HH hay una mayor concentración media
de la industria y esto induce a más facilidad para la colusión. Pero,
ante un aumento del índice también puede ser que la fuerza
subyacente sea una mayor asimetría en la distribución de tamaños
relativos de las empresas de la industria y esto conduce a mayores
dificultades para la emergencia de la colusión como resultado ded
equilibrio.
-evolución de la demanda: si la demanda es muy variable, se espera que
crezca en periodo de bonanza y existen mayores incentivos a romper
la colusión en periodos de demanda creciente (Rotemberg y Saloner,
86).
-simetría en capacidades: puede ayudar. Si una empresa tiene exceso de
capacidad, puede desviarse (y podría castigar a su vez a las demás),
pero si otras (la franja competitiva) están limitadas en capacidad, no
podrán implementar el castigo (Jenny y Rey, 97).
-contacto multi- mercado: si los mercados relacionados son diferentes (y
los shocks exógenos pueden estar correlacionados), puede ayudar a
la colusión.
34
Pero la colusión que es no cooperativa (o de tipo implícito), que no
aporta evidencias sobre comunicación entre las partes, es muy difícil
de detectar. Un precio alto puede ser debido a muchas causas, no solo
a comportamiento colusivo. Y estas causas adicionales pueden no ser
identificadas y separadas del comportamiento colusivo fácilmente. Es
por esto por lo que quizás es mejor atacar el problema de la colusión
ex ante, y actuar y castigar en casos donde haya pruebas efectivas de
comunicación entre las empresas. Las empresas siempre tendrán
incentivos, si quieren coludir, a establecer mecanismos de
coordinación entre ellas para evitar los problemas de detección,
castigo y coordinación que implicia la colusión.
En EEUU se introdujeron en 1993 los leniency programmes: la
posibilidad de amnistia total a una empresa (y sus directivos) que
coopere con la autoridad en casos de colusión. De este modo la
autoridad reduce el tamaño de la pena si la empresa es identificada
como colusiva y aumenta la probabilidad de desvio (y acusación).
Tener en cuenta que el castigo en EEUU es alto porque además de la
causa civil, los directivos se enfrentan a penas de cárcel (penales) en
casos de colusión. En la UE, en 1996 se introduce también esta
posibilidad en una oferta de rebaja de las multas a empresas que
cooperen en una investigación de prácticas colusivas.
La colusión emerge si existen mecanismos (institucionales) que ayuden
a la coordinación de planes. Estos pueden ser muy variados:
externalidades, compartir información, claúsulas de mantenimiento
de precios, límites claros a capacidad…. Una alternativa es que la
autoridad defina ex ante los mecanismos que, ceteris paribus, son
peligrosos por la coordinación que planes que pueden facilitar entre
las empresas.
Casos
1. La Comisión Europea en la operación de concentración caso
Vodafone /Airtouch (No. IV/ M.1430) decidió que la entidad nueva
que se proponía tendría el control de dos de los cuatro operadores
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móviles de Alemania. Dado que la entrada al segmento de telefonía
móvil está restringida por el Gobierno y la limitación del espectro
radioeléctrico, consideró que esta operación de concentración podría
dar lugar a una situación de aún menos rivales realmente
independientes y hacía más fácil la consecución de estrategias
comunes entre al menos los dos operadores que se pasaba a controlar
por la misma empresa propuesta. El número de rivales en un
mercado importa, ya que con dos rivales es más fácil la colusión
(deteccion, castigos) que con 6 rivales.
Notar que en esta operación la Comisión tuvo que hacer un ejercicio
similar al que las autoridades de regulación sectoriales de las
telecomunicaciones deberán hacer después de aprobado el nuevo
paquete regulador: un ejercicio prospectivo de lo que puede llegar a
ocurrir en un mercado si una operación concreta es admitida.
2. En el caso Gencor (OJ 1997, L. 11, No. IV/M.619) la Comisión
Europea declaró contraria al mantenimiento de la competencia
existente, la propuesta operación de concentración conducente a
reducir a dos el número de rivales existentes. Utilizó para ello el
concepto de “dominancia conjunta” y la expectativa de que un menor
número de rivales conduciría a una más fácil colusión.
La decisión de la Comisión fue recurrida y la Corte de Primera
Instancia de la Unión Europea estableció que entre las dos compañías
que resultarían de la operación propuesta, ambas mantenían
independencia de propiedad y de comportamiento y por tanto la
competencia se salvaguardaba. O sea, resaltaba el hecho de que las
dos compañias que se proponían fusionar mantendrían su
independicia legal, jurídica posteriormente. La Comisión Europea
contestó diciendo que:
“la dependencia económica en las decisiones de las variables estratégicas no
necesariamente se basaba en lazos de tipo legal o propietario entre las
empresas, sino que el mero hecho de ser pocos los rivales existentes, podía
36
ayudar a que ambos coordinaran sus planes incluso sin necesidad de
comunicación entre las empresas.”
Al final la Corte Europea dió la razón a la Comisión: “no hay ninguna
razón en términos legales o económicos para excluir de la noción de lazos
económicos a las relaciones de interdependencia existentes entre las empresas
en un oligopolio en el cual, ante ciertas características, y en especial en
relación a la concentración de mercado, transparencia, homogeneidad en los
servicios/ productos, las empresas están en una posición de poder anticipar el
comportamiento de sus rivales y por tanto encontrar incentivos claros en
alinear sus comportamientos en el mercado, de tal modo que busquen la
maximización de los beneficios conjuntos restringiendo el output con el
objetivo de elevar los precios. En este contexto cada rival es consciente de que
una conducta muy agresiva diseñada para conseguir mayores cuotas de
mercado (por ejemplo un recorte en sus precios de venta) provocaría una
reacción inmediata e idéntica por parte de sus rivales y acabaría no
obteniendo ningún beneficio de su acción inicial. Todos los rivales se verían
afectados por rebajas en los precios”.
O sea, las condiciones del mercado pueden ser tales que “cada empresa
puede ser consciente del interés común y, en concreto, puede elevar precios
sin necesidad de haber establecido ningún acuerdo o recurrido a una práctica
concertada”. Esta es la esencia de la colusión no- cooperativa, o
implícita, que hemos visto antes.
3. El Tribunal de Justicia Europeo (TJE) en el caso Compagnie Maritime
Belge (2000 ECR 1- 1365) estableció la necesidad de la existencia de lazos
económicos, o de otro tipo, que puedan relacionar a las empresas en
cuestión. Para demostrar la posición de dominio conjunta hay que
considerar si las empresas acusadas, conjuntamente, constituyen un
entidad vis a vis sus rivales, o los consumidores, y esto sería el caso si
por ejemplo no hubiera competencia efectiva entre estas empresas o
si las empresas adoptan un comportamiento uniforme en el mercado
relevante.
37
Pero es en el caso Gencor donde la Corte de Primera Instancia
establece que la noción de lazos económicos no excluye una relación
de inter-dependencia entre las empresas, de tipo oligopolístico, tal
que las empresas puedan anticipar el comportamiento de las demás y
puedan por tanto alinear sus conductas para de este modo maximizar
sus beneficios de un modo conjunto.
En el caso Nestlé- Perrier. La Comisión utilizó por primera vez el
concepto de dominancia colectiva, o conjunta, para el caso de la
operacion de concentracion que se proponia.
4. En el caso Airtours (2001) el TJE estableció que las pruebas que la
Comisión Europea proponía en favor de la dominancia conjunta no
eran sólidas, no había evidencia de este tipo de dominancia para en el
caso de concentración propuesto, y por tanto rechazó la
argumentacion de la Comisión (aunque aceptando el concepto de
dominancia conjunta).
5. En telecom dos decisiones recientes de la Comisión ayudan a
identificar algunos elementos estructurales que hacen más difícil esta
coordinación implícita de estrategias por parte de los rivales.
Se trata de los casos BT/Esat (No. COMP/M.1838) y caso France
Telecom/Orange (No. COMP/M. 2016) donde la Comisión aprobó
operaciones de fusión en el mercado de Internet y de móviles
respectivamente por considerar que estos mercados mostraban un
crecimiento muy alto (eran mercados emergentes) y por evaluar
positivamente la entrada de un operador grande en el mercado aun
cuando el número de rivales permanecía inalterado.
5. Conclusiones
En este capítulo hemos analizado el concepto de Peso Significativo en
el Mercado (PSM) propuesto como justificación para la imposición de
condiciones ex ante sobre el comportamiento de un operador en las
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telecomunicaciones. El concepto de PSM, y aquí reside la novedad
del nuevo marco regulador de las telecomunicaciones de la UE de
Marzo del 2002, es el mismo concepto que el de dominancia o de
poder de mercado, más en general, en economía anti-trust.
La domiancia es la posibilidad de que, antes o después, una empresa
(o conjunto de ellas) puedan elevar precios, restringir el output y de
este modo alcanzar mayores beneficios en un mercado delimitado. El
concepto de dominancia ha recibido diversas matizaciones desde las
autoridades de defensa de la competencia a lo largo de su ya larga
historia tanto en la UE como en EEUU. Así, se exige independencia
de comportamiento por parte de la empresa dominante con respecto
a los rivales, y a la demanda, para que ésta se pueda materializar.
La dificultad de la aplicación de este concepto de dominancia en el
contexto del nuevo marco regulador para las telecomunicaciones
reside en que mientras una autoridad anti-trust en general lo que
juzga es un abuso concreto y observado atribuido a un operador con
dominancia, la autoridad regulatoria del sector en cada país deberá
juzgar la dominancia de un opoerador sin necesidad de haber
obervado ningún comportamiento considerado abusivo por su parte,
esto es, la autoridad regulatoria deberá realizar un análisis
prospectivo de las condiciones del mercado, estructurales, y evaluar
la posibilidad de que el mercado no se desarrolla en competencia
debido a la dominancia de un operador, en cuyo caso le podrá
imponer condiciones regulatorias ex-ante sobre su comportamiento.
Después de ver el concepto de dominancia, se analiza éste en sus
vertientes más conocidas: individual, colectiva y multi –mercado.
Tres representaciones de la dominancia que tienen aplicación al
sector de las telecomunicaciones donde las actividades se organizan
muy a menudo en equilibrios de oligopolio, esto es, con pocas
empresas activas en el mercado, y donde las posibilidades de ejercitar
un posible dominio son mayores. Dada la integración vertical
existente en el sector, la rápida innovación en servicios (y en redes), la
estrecha relación existente entre el nivel mayorista y el minorista, la
alta concentración, ciertas inercias en el comportamiento del
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consumidor y la existencia de muy fuertes barreras de tipo natural a
la entrada (y a veces también de tipo legal), hacen que el ejercicio de
la dominancia aplicado ex ante, o de modo prospectivo, sea
complicado y a la vez interesante.
6. Referencias
Comisión Europea, 2001, Draft Guidelines on market analysis and the
calculation of significant market power, COM(2001) 175.
de Jaquemin, A., 1990, “Horizontal concentration and European
merger policy”, European Economic Review, 34, pp. 539- 550.
GRETEL, 2002, Nuevo diseño Europeo de las telecomunicaciones, el
Audiovisual e Internet, Grupo de Regulación en Telcomunicaciones,
obra colectiva, Madrid, Colegio de Ingenieros Superiores de
Telecomunicaciones, Abril 2002.
Herguera, I y Petitbó, A., 2001, ”Delimitación del mercado relevante
y las barreras a la entrada”, Cap. 1 en Anuario de la Competencia 2000,
Marcial Pons Editores, Madrid
Martin, S., Advanced Industrial Economics, Oxford University Press.
Motta, M. 2003, Competition policy: theory and practice, Cambridge
University Press.
Landes, W y Posner, R.A.,1981, “Market power in anti-trust cases”,
Harvard Law Review, Vol. 94, No. 5, March.
Phlipps, L. 1994, A game theoretic approach to competition policy, Oxford
University Press.
Tirole, J, 1982, Teoría de la Organización Industrial, Editorial Ariel.
Apéndice 1
Se ofrecen los dos artículos más relevantes de defensa de la
competencia del Tratado de la UE.
_____________________________________________________________
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Artículo 81
1) Serán incompatibles con el mercado común y quedarán prohibidos todos los
acuerdos entre empresas, las decisiones de asociaciones de empresas y las
prácticas concertadas que puedan afectar al comercio entre los Estados
miembros y que tengan por objeto o efecto impedir, restringir o falsear el
juego de la competencia dentro del mercado común y, en particular, los que
consistan en:
a) fijar directa o indirectamente los precios de compra o de venta u otras
condiciones de transacción;
b) limitar o controlar la producción, el mercado, el desarrollo técnico o las
inversiones;
c) repartirse los mercados o las fuentes de abastecimiento;
d) aplicar a terceros contratantes condiciones desiguales para prestaciones
equivalentes, que ocasionen a éstos una desventaja competitiva;
e) subordinar la celebración de contratos a la aceptación, por los otros
contratantes, de prestaciones suplementarias que, por su naturaleza o
según los usos mercantiles, no guarden relación alguna con el objeto de
dichos contratos.
2) Los acuerdos o decisiones prohibidos por el presente artículo serán nulos de
pleno derecho.
3) No obstante, las disposiciones del apartado 1 podrán ser declaradas
inaplicables a:
a) cualquier acuerdo o categoría de acuerdos entre empresas;
b) cualquier decisión o categoría de decisiones de asociaciones de empresas;
c) cualquier práctica concertada o categoría de prácticas concertadas,
que contribuyan a mejorar la producción o la distribución de los productos o
a fomentar el progreso técnico o económico, y reserven al mismo tiempo a los
usuarios una participación equitativa en el beneficio resultante, y sin que:
a) impongan a las empresas interesadas restricciones que no sean
indispensables para alcanzar tales objetivos;
b) ofrezcan a dichas empresas la posibilidad de eliminar la competencia
respecto de una parte sustancial de los productos de que se trate.
Artículo 82
Será incompatible con el mercado común y quedará prohibida, en la medida en
que pueda afectar al comercio entre los Estados miembros, la explotación
abusiva, por parte de una o más empresas, de una posición dominante en el
mercado común o en una parte sustancial del mismo.
Tales prácticas abusivas podrán consistir, particularmente, en:
a) imponer directa o indirectamente precios de compra, de venta u otras
condiciones de transacción no equitativas;
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b) limitar la producción, el mercado o el desarrollo técnico en perjuicio de los
consumidores;
c) aplicar a terceros contratantes condiciones desiguales para prestaciones
equivalentes, que ocasionen a éstos una desventaja competitiva;
subordinar la celebración de contratos a la aceptación, por los otros contratantes,
de prestaciones suplementarias que, por su naturaleza o según los usos
mercantiles, no guarden relación alguna con el objeto de dichos contratos.
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