DARÍO DE REGOYOS (1857-1913). LA ... Museo de Bellas Artes de Bilbao, sala BBK, 07/10/13–26/01/14 IMPRESIONISTA

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EXPOSICIÓN DARÍO DE REGOYOS (1857-1913). LA AVENTURA
IMPRESIONISTA
Museo de Bellas Artes de Bilbao, sala BBK, 07/10/13–26/01/14
Patrocina BBK Fundazioa
Itinerancia: Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid (18/02/14–
01/06/14) y Museo Carmen Thyssen Málaga (26/06/14–12/10/14)
Organizada con ocasión de la conmemoración del centenario del fallecimiento
del principal representante español del impresionismo, la exposición Darío de
Regoyos (1857-1913). La aventura impresionista reúne en una gran muestra
retrospectiva más de 130 obras –entre óleos, pasteles, acuarelas, dibujos y
grabados– que dan a conocer las formas de expresión, los intereses temáticos y la
evolución estética de su trayectoria. Presenta, además, documentación original
con el propósito de poner al día aspectos poco conocidos de su personalidad, sus
relaciones profesionales y su perfil biográfico.
La originalidad cromática y la audaz representación de los fenómenos lumínicos y
atmosféricos hacen de los paisajes de Regoyos uno de los episodios más
innovadores del panorama artístico español del momento. Se suma a ello el
contrapunto de los aguafuertes y óleos que representan la tradición cultural
española más sombría, que formularía en la estética de la “España negra”. Por
otra parte, sus relaciones con pintores, músicos y literatos belgas y franceses, y su
activa participación en los círculos artísticos de vanguardia –primero en el grupo
L’Essor y más tarde en Les XX– configuran el perfil más internacional de la pintura
española de finales del siglo XIX.
De origen asturiano, Darío de Regoyos (Ribadesella, Asturias, 1857–Barcelona,
1913) mantuvo, además, una estrecha relación artística y familiar con el País
Vasco a lo largo de toda su vida y desempeñó un papel fundamental en la
modernización de la pintura vasca en el cambio de siglo. Por este motivo el
Museo de Bellas Artes de Bilbao ha producido esta exposición, siguiendo la
estrategia de los últimos años de profundizar en el conocimiento del arte vasco a
través de exposiciones, publicaciones y nuevas adquisiciones. Para esta ocasión,
ha contado con el comisariado de Juan San Nicolás, experto conocedor del
pintor.
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Tras su presentación en la sala BBK del Museo de Bellas Artes de Bilbao (133
obras), la muestra viajará, en versiones reducidas, al Museo Thyssen-Bornemisza
de Madrid (un centenar de obras), a comienzos del año próximo, y, más tarde, al
Museo Carmen Thyssen Málaga (cerca de 60 obras). Los tres museos han
contribuido a la exposición con obras destacadas de sus respectivas colecciones,
a las que se han sumando otras instituciones relevantes, como los Musées Royaux
des Beaux-Arts de Belgique, el Musée d’Orsay de París, el Museu Nacional d’Art
de Catalunya y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, entre otros, y
numerosas colecciones particulares.
Al catálogo de la exposición aportan textos Juan San Nicolás; Javier Barón, jefe del
Departamento de Pintura del Siglo XIX del Museo Nacional del Prado; y Mercè
Doñate, hasta este año conservadora de Arte Moderno en el Museu Nacional
d’Art de Catalunya, que actualizan la biografía del pintor y ofrecen un profundo
análisis sobre su aportación artística.
Distribuida en diversos ámbitos, la exposición comienza con la etapa inicial de
Regoyos, marcada por el descubrimiento de la pintura de paisaje y sus primeros
viajes. Continúa con las obras que dedicó al tema de la España negra, y entre ellas
su famosa serie de grabados. Le siguen las experiencias puntillista e impresionista,
esta última, el hilo conductor de la muestra. Para finalizar, se ha reunido diversa
documentación original y retratos del pintor.
DARÍO DE REGOYOS (1857-1913). LA AVENTURA IMPRESIONISTA
Tras unos estudios iniciales en Madrid, Regoyos se trasladó a Bruselas, donde
pronto entró a formar parte de los grupos europeos de vanguardia L’Essor y Les
XX. Su aprendizaje se enriqueció en contacto con los artistas belgas y franceses
James Ensor, Camille Pissarro, Georges Seurat y Paul Signac, y el norteamericano
James McNeill Whistler.
A lo largo de su vida realizó numerosos viajes por España, Bélgica, Holanda,
Francia e Italia en busca de motivos pictóricos. En 1885 se trasladó a Londres con
su amigo el poeta Émile Verhaeren para visitar a Whistler, autor de un retrato de
Regoyos hoy desaparecido. Pocos años después recorrió con Verhaeren la
geografía española, experiencia que daría origen al libro España negra (1899).
Durante este periodo Regoyos participó habitualmente en muestras colectivas en
Bruselas, Amberes, Gante, Ámsterdam, París, Madrid o Barcelona. Por mediación
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de su amigo Pissarro en 1897 comenzó a exponer individualmente en París. Con
el cambio de siglo, se vinculó al grupo de artistas vascos –Manuel Losada, Adolfo
Guiard, Francisco Iturrino, Pablo Uranga, Ignacio Zuloaga– que desde Bilbao
trataba de renovar el contexto artístico local. En 1907 se desplazó con su familia a
Bizkaia y se instaló en Durango y, más tarde, en Bilbao y Las Arenas.
A lo largo de su amplia producción, la pintura de Regoyos tuvo varias etapas. Un
primer periodo belga, en el que aparecen retratos y paisajes y el interés por los
efectos de luz. Le sigue lo que él mismo denominó la serie España negra, más
filosófica y simbolista. Otro periodo está marcado por la técnica puntillista, que
conoció gracias a su amistad con los pintores Seurat, Signac y Pissarro. Está, por
último, el Regoyos impresionista, al que la exposición presta especial atención al
reunir un importante número de óleos que dan cuenta de las novedades que
aportó a la pintura de paisaje de la época.
Primeras obras.
En 1879 Regoyos viajó por primera vez a Bruselas, donde conoció a los artistas
más innovadores del momento. Testimonio de estas relaciones internacionales
son los paisajes brumosos de Bruselas y Retrato de Miss Jeanning (1885), en
donde pinta a una modelo de Whistler, que conoció en una visita a Londres. Pero,
además, ya en esta etapa inicial manifestó el interés por los efectos lumínicos –
pinta sus primeros nocturnos– que mantendrá a lo largo de toda su carrera. En
Place à Ségovie (Plaza en Segovia, 1882) refleja una pintoresca vista castellana
bajo la potente luz del sol. Los fenómenos atmosféricos le dan también ocasión
para experimentar con la pincelada y el color, tal y como aparece en Viento sur
(Salida de misa con siroco) (1885).
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España negra
En 1888 conoció los paisajes y rituales de la España provinciana, más tradicional y
en ocasiones sombría, en un viaje junto al poeta Émile Verhaeren, quien a su
regreso a Bélgica publicaría en una revista sus impresiones. Diez años después
fueron traducidas y Regoyos las ilustró con xilografías, dando como resultado el
conocido libro España negra. El pintor dedicó numerosos óleos y obras sobre
papel a este mismo tema, que hasta comienzos de siglo alternó con los paisajes
impresionistas. Noche de Difuntos (1886), fragmentado en tres cuadros aquí
reunidos, Víctimas de la fiesta (1894) y Vendredi Saint en Castille (Viernes Santo en
Castilla ) (1904) son, con su crudo simbolismo, obras paradigmáticas de este
momento.
Obra gráfica
Regoyos aprendió la técnica del grabado en contacto con los artistas belgas del
grupo Les XX. Realizó sus primeros aguafuertes en 1887 y después trabajó
también la litografía. Una de sus series más conocidas es el álbum de 15
litografías País Basco (1897), de las que aquí se exponen 11, que regaló a pintores
amigos y a algunos de los artistas españoles más importantes de su época, como
Joaquín Sorolla o Santiago Rusiñol.
Puntillismo
En 1887 Regoyos se interesó por el puntillismo, o divisionismo, tras conocer en
París y Bruselas sus primeras formulaciones de la mano de Georges Seurat, Paul
Signac y Camille Pissarro. Las redes (1893) es una obra maestra de este periodo,
que fue breve debido a que esta nueva técnica le impedía pintar al aire libre.
Después, emplearía ocasionalmente, aunque de manera parcial, el característico
toque puntillista para conseguir nuevas texturas y matices de luz en sus paisajes.
Impresionismo
Regoyos fue uno de los pocos artistas españoles que adoptó las teorías
impresionistas y que, a pesar de la incomprensión de una parte de la crítica, se
mantuvo fiel a ellas a lo largo de toda su carrera. Con los maestros Carlos de
Haes, en Madrid, y Joseph Quinaux, en Bruselas, descubrió la paleta clara y la
pincelada de toque aplicadas al paisaje, género por entonces aún poco apreciado,
pero que, sin embargo, captó toda su ambición como pintor.
Quiso expresar en sus obras la impresión inmediata que produce la apariencia de
las cosas y la fugacidad de los efectos de la luz y la presencia rotunda de las
sombras. Trabajaba directamente del natural, au plein air, con rapidez y sin
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bocetos previos, y por ello en su obra abundan los formatos pequeños y
medianos, más fáciles de transportar.
El paisaje le permitió investigar sobre la luz y sus efectos fugaces y sobre el color.
Las salidas y puestas de sol, los días nublados, la luz crepuscular y los nocturnos,
los vendavales y aguaceros fueron sus temas preferidos. En obras como Aguacero.
Bahía de Santoña (1900), Lumière électrique (Luz eléctrica, 1901), El Urumea (1904)
o La Concha, nocturno (c. 1906) se hace evidente este interés por reflejar distintos
fenómenos relacionados con la luz –el arco iris, la luz diurna o nocturna, de gas o
eléctrica, la nieve…–, que alcanza su máxima expresión en la representación de un
mismo motivo en dos momentos distintos del día: Plaza de Burgos por la mañana
y Plaza de Burgos al atardecer, ambas pintadas en 1906.
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El humo y el movimiento de los barcos y trenes, propios de la vida moderna,
también aparecen a menudo en su obra, tal y como refleja en la estampa bilbaína
El puente de El Arenal, fechada en 1910.
Viajero incansable, sus campañas de trabajo en el País Vasco fueron regulares
entre 1884 y 1912, y durante largos periodos de tiempo residió en Irun, San
Sebastián, Las Arenas y Durango. Prefería trabajar bajo la luz fina del Cantábrico,
aunque pintó también en otras latitudes más meridionales, como en Salida del sol
en Granada (1911) o Almendros en flor (c. 1905), captada en Castellón.
Taureaux à Passages (Toros en Pasajes, 1898), El baño en Rentería (1900) o La
salida de la fábrica (1901) son buenos ejemplos de estos años de plenitud.
Representan también elementos compositivos característicos, como las escenas a
vista de pájaro, las diagonales en profundidad y los encuadres fragmentados que
derivan del uso que los impresionistas hicieron del conocimiento de la estampa
japonesa y de la influencia de la fotografía.
En toda su obra es escasa la presencia individual de la figura humana, no así la de
los grupos y multitudes, que Regoyos representa de una forma indefinida y sin
detalles para dotar de vida y movimiento a las escenas de mercado, festejos o
procesiones. Mercado de Dax (1909) es buen ejemplo de este aspecto.
En 1912 Regoyos se estableció con su familia en Barcelona. Aunque ya
gravemente enfermo de cáncer, celebró allí dos importante exposiciones e incluso
trabajó al aire libre, incorporando a su pintura el paisaje de diversas comarcas
catalanas y otras escenas que, como Los polluelos (1912), captaba en su entorno
más inmediato. Pintó también varias vistas de la ciudad, en la que falleció
tempranamente, a los 55 años, un año después.
Retratos y documentos
En esta sección se presentan cartas, fotografías, libros y catálogos que
contribuyen a establecer la semblanza profesional y personal de Darío de
Regoyos. Los retratos que le hicieron sus amigos, como Guitarrista. Retrato del
pintor español Darío de Regoyos, pintado por Théo van Rysselberghe en 1882, nos
acercan el lado más humano del artista que mejor representó al movimiento
impresionista en la pintura española.
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