Artículo colectivo firmado por compañeros del Foro Ciudadano en el

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Una vileza política
Artículo colectivo firmado por compañeros del Foro Ciudadano en el
espacio semanal de nuestra asociación en el diario La Opinión de Murcia
(15/12/2012)
Hace unos días el PP de Cartagena ha decidido, en lo que hay que considerar un nuevo
escándalo político, tomar represalias políticas personales contra el presidente de nuestra
asociación, Patricio Hernández.
Caracterizado como una de las más constantes y contundentes voces críticas de la región
contra la política del partido del gobierno, el PP ha arremetido contra él en su condición de
funcionario municipal de Cartagena, y con un inverosímil y ridículo argumentario organizativo
ha procedido a cesarle de sus responsabilidades como Coordinador de los Servicios de
Juventud, con desprecio a una de las más impecables trayectorias profesionales en el
desarrollo de programas, servicios y propuestas juveniles y culturales desde el escenario
público local y a su indiscutible prestigio profesional, de la que hay sobrados ejemplos en estos
años que conocen bien todos los cartageneros y que han trascendido con mucho las fronteras
locales.
No es la primera vez que compañeros de nuestra asociación, y de otras igualmente críticas,
son objeto de persecución política en sus propios trabajos, especialmente en las
administraciones públicas de la región con mayoría del PP, en un ejercicio político que sólo
podemos considerar indecente y aberrante, propio de la época predemocrática y por completo
ajeno al sentido y los valores de respeto a la pluralidad y la libertad de expresión propios de la
política democrática.
Subyace sin duda en esta actitud un sentido patrimonialista de las instituciones, como si éstas
fueran propiedad de quienes temporalmente son puestos allí por los ciudadanos para
representarles, y una insuperable alergia a la transparencia en el ejercicio de la gestión de las
mismas, más allá de la huera retórica con la que se proclama cada día lo contrario de lo que se
hace.
Hay que colocar estas situaciones en el contexto de creciente autoritarismo y profunda
regresión antidemocrática que acompaña la imposición de la política de recortes de derechos
sociales y laborales sobre la ciudadanía de nuestro país, y al aumento imparable de la
resistencia y el rechazo de los ciudadanos a la misma.
El PP hace tiempo que rompió las
reglas pactadas y los modos democráticos, y decidió modificar unilateralmente con su sola
mayoría las leyes, los procedimientos y los amplios acuerdos establecidos, para despejar el
camino a la imposición de unas políticas que rechaza la mayoría de la población.
Al mismo tiempo exhibe constantes muestras de su completa insensibilidad ante las masivas
protestas de los trabajadores y del resto de ciudadanos -huelgas, manifestaciones, marchas,
encierros- contra sus agresiones a los servicios públicos y a las prestaciones sociales,
reduciendo toda legitimidad democrática a la derivada del último proceso electoral general,
permitiéndose sin embargo al mismo tiempo ignorar paladinamente los compromisos con que
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concurrió a las mismas, y que ha violado entera y sistemáticamente.
Pero como quiera que aún esto puede resultar insuficiente, no tiene inconveniente en recurrir a
la adopción de medidas de represalia laboral contra aquellos que, como Patricio Hernández y
otros compañeros, levantan la voz contra sus injustas decisiones, dando así un paso más en el
envilecimiento de la política, que alimenta a su vez sin cesar el desprestigio de su ejercicio y la
desafección cívica de la misma, lo que quizás constituya también una aspiración no confesada
de la cultura y el proyecto político de la derecha española.
Ha utilizado en este caso la posibilidad que le brinda el abuso de la discrecionalidad política en
el nombramiento "provisional" de los funcionarios que dirigen técnicamente los servicios
públicos, consecuencia de una deliberada voluntad partitocrática de impedir la
profesionalización de estos puestos, como forma de sujetar a quienes los ocupan a la
obediencia política. Esta anacrónica situación es fuente estructural de todo tipo de distorsiones
del trabajo profesional, pasto de clientelismos y factor favorecedor de la plaga de la corrupción,
y hace ya mucho que debía haber desaparecido de la vida pública.
La mayoría de los ciudadanos ha expresado de muy diversas formas que hace falta una
profunda regeneración de nuestra democracia, un cambio radical en las formas de
organización de la participación política que permita devolver ésta a los ciudadanos,
expulsados ahora de la gestión de los intereses comunes, y también un cambio de orientación
política, que ponga los intereses y las necesidades de las personas en el centro de la política, y
no los de las corporaciones financieras o empresariales y de los llamados "mercados".
Este cambio reclamado es incompatible en gran medida con el viejo sistema de partidos tal y
como lo conocemos, con las prácticas caciquiles, clientelares y autoritarias que abonan el
ejercicio de la política , y con la corrupción y los abusos de poder que se derivan de la opacidad
y discrecionalidad con que se gobierna nuestras instituciones públicas.
Lo ocurrido en Cartagena con el presidente de nuestra asociación, Patricio Hernández,
pertenece a lo peor de nuestra vida pública pues aquí el abuso va dirigido a castigar el libre
ejercicio de la libertad de expresión,así como contra el trabajo de quienes tenemos un claro
compromiso con mejorar la calidad de nuestra democracia, y contra quienes se esfuerzan por
el desempeño profesional de la función pública. Por esto resulta intolerable y merece la mayor
reprobación social este nuevo acto de bajeza política que ha perpetrado el Partido Popular de
Cartagena.
Fdo.:
Antonio Campillo, Angel Alcántara, Andrés Pedreño, Felipe Iracheta, Antonio Galiano,
Caridad de Santiago, Manuel Tovar, Alejandro Moreno, Gabriel Navarro, Alicia Poza,
Juan Miguel Margalef.
miembros del Foro Ciudadano de la Región de Murcia
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