Sin embargo aún se mantiene en nuestra cultura la ... inconscientemente, que se ha perpetuado de generación en generación....

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Entre murciélagos
Sin embargo aún se mantiene en nuestra cultura la llamada 'dominación simbólica', asumida
inconscientemente, que se ha perpetuado de generación en generación. Estamos inmersos en
un sistema de patriarcado que está presente en todos los estamentos sociales. Estos valores
fomentan que, mediante los procesos de socialización, se constituyan en modelo de referencia
dentro de las relaciones afectivas.
Hay estudios de historiadores que ilustran como se ha llegado a consolidar el patriarcado
desde hace miles de años. Entre ellos, nos encontramos con singulares observaciones como
las de Norbert Schindler, quien explica como en el siglo XVIII una dimensión ritual que revela
el carácter grupal de la cultura juvenil masculina era su destacado papel en la configuración
del carnaval, y que la sociedad les permitía administrar como válvula de escape de sus
confusas conductas en aquella época. Articulaban sus actos mediante ostentosas 'sociedades'
como la 'Excelentísima sociedad Kilbi' del católico cantón suizo de Schwyz, con su
poderosísimo 'juez de mujeres', que trataban de parodiar el orden imperante. Incluyendo
funciones de ordenación social de carácter policíaco dirigidas a los adultos y sus faltas,
ampliando su papel de vigilantes de las muchachas solteras.
El artículo 10 de la sociedad Kilbi (que data de comienzos del siglo XIX) nos estremece con lo
siguiente: «Las muchachas habrán de recogerse puntualmente a las nueve, y si alguna se
encontrase fuera de su casa después de esa hora, habrá de contarse entre los murciélagos».
No tenemos nada en contra de los murciélagos, que en China consideran símbolo de felicidad,
y que sabemos procuran beneficios a los ecosistemas donde residen. Pero, en nuestra cultura
occidental, predominan las concepciones negativas y míticas, como vampiros, y otras
supersticiones cuyo origen parece que proviene de la Inquisición que relacionaba a los
murciélagos con las prácticas de brujería. Esta consideración cultural mestiza de los
murciélagos como seres dañinos para las personas y como atributo de la brujería y de las
'malas mujeres', adopta en el articulado de la sociedad Kilbi un dramático papel dominador
sobre las mujeres. Ese espíritu de instrucción social continuamos percibiéndolo aún hoy
veladamente en nuestra sociedad, entre otros esquemas de pensamiento.
Aparte de necesarios planes de sensibilización dirigidos al conjunto de la población, hay
puntuales experiencias en las que se anima a los jóvenes a abordar estas problemáticas en
contextos de su vida cotidiana, ya sea mediante grupos de debate, mediante la música o a
través de medios audiovisuales, con la intención de que elaboren nuevas formas de entender
estas conductas violentas y capacitarles para su afrontamiento.
Pero la raíz de estos comportamientos reside tanto en la educación recibida en la infancia y
en la escuela, como en los discursos que continúan siendo dominantes en muchos medios y
que transmiten con sus series y su telebasura una imagen desafortunada de los modelos de
juventud y de las relaciones de pareja a seguir.
Existen programas específicos dirigidos a jóvenes realizados por varios organismos de
juventud, pero sería deseable garantizar una intervención regular y constante en los institutos,
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mediante la participación de expertos. Hecho que no sucede y que, añadido a la lamentable
desaparición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, pensamos que difícilmente se
avanzará adecuadamente en favor de relaciones de igualdad en la pareja, en la tolerancia y el
respeto.
Ante el reto de ser más civilizados, recuerda Montagu que «la humanidad no es algo que se
hereda, sino que nuestra verdadera herencia reside en nuestra capacidad para hacernos y
rehacernos a nosotros mismos». Podremos valorar la calidad de esta herencia en la medida
que ninguna mujer, por ejercer su libertad, pueda ser condenada socialmente a contarse entre
murciélagos.
(Artículo publicado en diario La Opinión de Murcia el 26/10/2013:
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/10/26/murcielagos/508351.html)
(Este artículo puede leerse también -más ampliado- en el siguiente enlace: http://www.gabrieln
avarro.es/2013/10/27/entre-murcielagos/
)
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