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Decreto-Ley 4635 para Víctimas Afrocolombianas:
Fruto Malogrado Del Huerto de la Justicia y la Reparación Integral.
Por, Charo Mina Rojas
El Presidente Juan Manuel Santos quizás ha desperdiciado una oportunidad histórica de
hacer justicia a través de la reparación integral y la restitución de tierras a las víctimas
Afrodescendientes del conflicto armado interno. El 9 de Diciembre Santos firmo el
decreto ley 4638 que tiene la intención de asistir y reparar a las víctimas
Afrodescendeintes que han sido expulsadas de sus territorios y han sufrido los efectos del
conflicto armado interno. Esta ley es esencial dado que los Afrocolombianos han sido
victimizados y despojados de manera desproporcionada por la violencia (mas de 1.5
millones de Afrodescendientes son desplazados internos). Sinembargo, el gobierno no
llevó a cabo la implementación de un proceso legítimo de participación y consulta previa,
libre e informada del decreto-ley con estas comunidades, un derecho que debe ser
respetado en cumplimiento de la Constitución Colombiana y tratados internacionales.
La consulta y el consentimiento previo, libre e informado, es un derecho de los pueblos
Indígenas y Afrodescendientes guiado por el principio de que las comunidades deben ser
consultadas y deben tener derecho a dar o denegar consentimiento sobre proyectos, todo
tipo de acciones, legislaciones e iniciativas que se pretenda implementar en sus
territorios. El derecho a la consulta y consentimiento previo, libre e informado implica la
participación de las comunidades en los procesos de toma de decisiones y esta obligada
por los principios de información oportuna, completa y verídica; buena fe y no coerción.
Los Afrodescendientes han sufrido de manera desproporcionada los impactos del
conflicto armado interno. Sus comunidades han sufrido repetidamente desplazamiento
forzado, docenas de masacres, asesinatos selectivo de sus lideres, violencia sexual contra
sus mujeres y niños y la estigmatización que llega con todas estas atrocidades. El respeto
de su derecho a participar y decidir debería ser el primer gesto de buena fe y voluntad
política del gobierno colombiano.
Este tema planteó desacuerdos en el seno de algunas entidades gubernamentales e
indignación publica por parte de las organizaciones de base Afrodescendientes1. La
negligencia del gobierno de respetar su derecho fundamental a la consulta y el
consentimiento con carácter previo, libre e informado y su incumplimiento de la ley, han
causado un serio detrimento de los derechos individuales y colectivos de los
Afrodescendientes en el pasado y tendrá serias implicaciones al momento de la
reparación y restitución de sus pérdidas materiales y culturales a las víctimas. Leyes,
políticas y programas se han aprobado en violación del derecho de la población Negra a
determinar qué quieren y cómo, consolidando un plan que perpetua su dependencia del
estado y su desempoderamiento. Así las cosas, tal parece que las víctimas
Afrodescendientes no verán jamás una verdadera justicia.
1
Ver, http://www.afrocolombians.com/pdfs/CartaPresidente-AfroCVictimsLaw-Spa.pdf
La Ley de Víctimas se ha vendido a la comunidad nacional e internacional de derechos
humanos y a los Estados Unidos, como una señal de la buena voluntad del Presidente
Santos hacia las víctimas del conflicto armado interno y su compromiso con alcanzar la
paz en el país. El gobierno de los Estados Unidos ha mostrado un gran apoyo al
Presidente Santos mediante la aprobación de asistencia financiera y técnica para este
proceso. Como ha sucedido con toda la ayuda extranjera de los Estados Unidos a
Colombia, la administración estadounidense deja pasar violaciones de derechos humanos
bajo el argumento de que el gobierno colombiano está haciendo “los mejores esfuerzos”
en la materia. La verdad es que el gobierno colombiano ha sido incapaz de cumplir con
los estándares de derechos humanos y del derecho internacional humanitario y por lo
tanto le ha fallado a las personas más afectadas y vulnerables, en este caso, a las víctimas
Afrodescendientes.
Tristemente, el reconocimiento legal de las victimas Afrodescendientes era simplemente
una tarea para el gobierno. Cinco meses antes del Decreto Ley de Santos, el congreso
colombiano paso la Ley 1448 en Junio 10, para asistir y compensar a las victimas del
conflicto armado interno. Sin embargo de manera inexplicable el gobierno excluyó a los
pueblos indígenas y los Afrodescendientes de esta ley. En un intento por subsanar el acto
inconstitucional de ignorar a las víctimas de comunidades Negras e Indígenas el
Congreso le otorgó al Presidente Santos facultades especiales para producir un “decreto
con carácter de ley” (el 4635) a través de un proceso efectivo de consulta previa, libre e
informada con las comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras 2, un
proceso que el gobierno nunca llevo a cabo.
Pero el caso de la ley de víctimas es solo uno de los muchos ejemplos de cómo el
gobierno trata a los Afrodescendientes como ciudadanos de segunda clase. En 1991,
cuando se reformó la Constitución política y el Estado se comprometió a “reconocer y
proteger la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana”, el reconocimiento de un
estatus especial –étnico y cultural – para los/as Afrodescendientes, se relegó del texto
constitucional a solamente un artículo “transitorio” que requería legislación adicional
para ser implementado, contrario a lo que sucedió con nuestros hermanos y hermanas
indígenas3. Adicionalmente, mientras que la Constitución afirmaba los derechos
indígenas a sus tierras ancestrales, el artículo transitorio sólo reconocía el derecho de los
Afrodescendientes a “tierras baldías”. Esta táctica racista ha sido utilizada por muchos
gobiernos cuyo interés es el de minar la identidad de las comunidades y su derecho a la
tierra, aún cuando éstas han existido en esos territorios por siglos.
Un ejemplo gráfico ha sido el de las comunidades en La Toma, en el norte del
departamento del Cauca, donde el gobierno se rehusó a reconocer el Consejo
Comunitario de La Toma, porque allí “no había población negra”, a pesar de que sus
ancestros Africanos compraron esas tierras en 1636 con oro extraído por ellos mismos,
2
El derecho a la participación y a la consulta y consentimiento previos, libres e informados están normados
por la Constitución Colombiana, el Convenio 169 de la OIT, las sentencias de la Corte Constitucional C891/2002 y C-080/2007, así como una serie de instrumentos internacionales de derechos humanos de los
que Colombia es signatario.
3
Por ejemplo, véase los artículos 171, 175, 246 y 330 de la Constitución Política Colombiana.
para asentarse como comunidades libres. Al negar la existencia de Afrodescendientes en
dicha área, el gobierno garantizó entre el 2000 y el 2009 concesiones mineras a foráneos
y multinacionales, poniendo en riesgo a las comunidades, su liderazgo y sus derechos
territoriales. Como se ha evidenciado por parte de organizaciones de derechos humanos,
líderes y lideresas del Consejo Comunitario de La Toma han debido enfrentar amenazas
de muerte durante los últimos tres años, por su lucha para proteger sus territorios
ancestrales y su derecho sobre éstos.4
El caso de las comunidades de paz de Jiguamiando y Curvarado 5, en el departamento del
Choco, también ejemplifica la estrategia en contra de los derechos de los
Afrodescendientes. En Febrero de 1997, cuatro mil personas fueron forzadas a salir de
sus territorios colectivos, aterrorizados por la operación militar de contra-insurgencia
conocida como “génesis”, llevada a cabo en colaboración con grupos paramilitares de
ultra-derecha. Las comunidades en un acto de resistencia decidieron luchar por sus
derechos y retornar a sus tierras, solo para encontrar que éstas habían sido adquiridas por
medios fraudulentos por compañías ligadas a grupos paramilitares y que estaban plagadas
de mono cultivos de palma aceitera. Como resultado de la lucha por su derecho al
territorio y por probar su legitimidad, las comunidades ha sufrido casi catorce años de
amenazas de muerte, persecución del gobierno y los grupos armados y centenares de
lideres y miembros comunitarios asesinados. Todavía, las comunidades no han podido
disfrutar de un retorno pacifico a sus territorios colectivos. Más aun, a pesar de que en
Marzo del 2011 el gobierno finalmente restituyo en el papel 25 mil hectáreas a las
victimas, el gobierno no definió provisiones para asistir a las comunidades en la limpieza
de sus tierras de monocultivos de palma aceitera y para restablecerse con las condiciones
de seguridad económica y física que se requiere. Los grupos paramilitares continúan
intimidando y asesinando con el conocimiento y benevolencia de las autoridades locales
y nacionales.
En el 2004, la Corte Constitucional Colombiana determinó que las condiciones de las
personas Afrodescendientes en situación de desplazamiento interno era inconstitucional y
ordenó que el gobierno definiera e implementara medidas para superar este problema.
Sin embargo, el desdén por el mandato de la ley del Presidente Álvaro Uribe (cuyo
Ministro de Defensa era el actual presidente de la república, Juan Manuel Santos), obligó
a la Corte a expedir el Auto 005 en el 2009 dándole al gobierno un plazo definido para
adoptar las medidas adecuadas de asistencia, prevención y protección a las comunidades
vulnerables de futuros desplazamientos. La Corte demandó que el gobierno atendiera
todas las causas de la grave situación de derechos humanos de las comunidades
Afrodescendientes incluido el impacto del conflicto armado interno, los efectos de las
políticas nacionales e internacionales y el racismo y la discriminación contra la población
Negra. Hasta la fecha el presidente Santos tampoco ha cumplido con las órdenes de la
Véase “La Disputa por los Recursos Naturales en Territorios Afrocolombianos, el Caso de Buenos Aires y
Suárez Cauca. http://www.justiciaglobal.info/docs/JG5.pdf. Y también:
http://www.causes.com/causes/328750-no-mas-desarraigo-prevenga-el-desalojo-de-comunidades-minerasafrocolombianas-del-norte-del-cauca
5
Ver , http://www.lasillavacia.com/historia-invitado/22660/yamile-salinas-abdala/el-caso-de-jiguamiandoy-curvarado-estrategia-criminal
4
Corte Constitucional. Las organizaciones y comunidades de base han reportado
numerosas veces la falta de respeto al derecho a la consulta y el consentimiento previo,
libre e informado, y se han visto forzadas a emprender acciones jurídicas contra el
gobierno para presionar que se cumpla la ley.
Una oportunidad importante para la administración Santos de corregir la sistemática
marginalización de los Afrodescendientes la constituyo el Plan Nacional de Desarrollo
2010-2014. Desafortunadamente su aprobación también se dio en violación del derecho
de las comunidades a decidir sobre aspectos críticos para su desarrollo y avance, en tanto
que una vez mas, éste no se sometió a la consulta y consentimiento previo, libre e
informado.
El Decreto-Ley 4635 del 9 de diciembre de 2011 se añade a la cadena de acciones
estatales que buscan mantener a las personas Afrodescendientes en condición de
ciudadanas de segunda clase para quienes la justicia y la reparación integral son asuntos
de buena voluntad del estado, no condiciones inmanentes al goce pleno de sus derechos
humanos.
El compromiso del estado de proteger a los grupos étnicos y sus derechos es solamente
retórica. El derecho a la consulta y el consentimiento previo, libre e informado es la
herramienta más valiosa para la lucha Afrodescendiente por su libre determinación y
autonomía. Es un derecho no se entrega bajo ninguna circunstancia. Ha sido la tenacidad
y la audacia del pueblo Negro digno, y orgullosamente auto-reconocido, no la buena
voluntad gubernamental, lo que ha transformado en acciones positivas lo que de otro
modo ha sido una manifestación del carácter discriminador y racista del gobierno
colombiano.
Parafraseando al escritor uruguayo Eduardo Galeano, “nos quitaron la justicia y nos
dejaron la ley”. Esta es Colombia, un país con muchas leyes, pero poca justicia.
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Charo Mina Rojas es activista, miembro del Proceso de Comunidades Negras en
Colombia (PCN) y de la Red de Solidaridad Afrocolombiana (ACSN), con base en
Estados Unidos.
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