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INTERVENCIÓN DEL DIPUTADO GENERAL DE BIZKAIA. JUNTA
GENERAL – COMUNICACIÓN DFB. Gernika 8 de marzo de 2005.
Señora Presidenta. Señoras y señores apoderados. Antes de iniciar la base argumental
de la comunicación presentada por la Diputación Foral de Bizkaia a estas Juntas
Generales en relación a l Concierto Económico y su cuestionamiento por parte de uno
de los poderes del Estado , como es el poder judicial, permítanme, al hilo de la fecha de
este Pleno, hacer una primera declaración de compromiso en pro de la igualdad entre
mujeres y hombres, recordando que la igualdad de las personas es un beneficio para
todos y su consecución debe ser un objetivo fundamental de quienes defendemos la
libertad, la democracia y el desarrollo de la sociedad vasca.
Dicho esto y con mi reconocimiento expreso para quienes permanentemente trabajan
para que la igualdad entre mujeres y hombres sea mucho más que una simple
afirmación retórica, inicio mi exposición del tema que nos ha traído aquí, a esta sesión
extraordinaria de comunicación de la Diputación a las Juntas Generales de Bizkaia. Un
procedimiento parlamentario previsto en nuestro reglamento de la Cámara, que si mi
memoria no falla, fue utilizado con anterioridad por nuestro Bizkaiko Seme Bikaina, D.
Jose María Makua, a tenor de la competencia de estas Juntas para regular los comicios
electorales del territorio, cuestión aún pendiente y que en algún momento será preciso
abordar.
Jose María Makua no hubiera dudado en volver a utilizar este procedimiento en el caso
de hoy, habida cuenta de la trascendencia del caso que nos ocupa. Y con su recuerdo y
testimonio, la actual Diputación Foral de Bizkaia apeló, en sesión extraordinaria de 11
de febrero, y al amparo de lo dispuesto en el Título IX. Capítulo II (artículos 157 y 158)
del Reglamento de las Juntas Generales de Bizkaia acordó la presente
COMUNICACIÓN , habida cuenta que la última sentencia del Tribunal Supremo , en
relación a un recurso presentado por la Federación de Empresarios de La Rioja a la
Norma foral reguladora del Impuesto sobre sociedades –leo textualmente la
comunicación enviada a esta Cámara- “1) afecta a los derechos históricos de los
Territorios forales, amparados en la Disposición Adicional Primera de la Constitución
2º) deja sin contenido real y atenta contra lo dispuesto en el artículo 41 del Estatuto de
Autonomía del País Vasco, que reconoce el sistema foral de Concierto Económico ,y
que atribuye a las Instituciones competentes de los Territorios Históricos (Juntas
Generales) el mantenimiento, establecimiento y regulación, en su Territorio, de su
régimen tributario,
y 3º)igualmente, deja sin contenido, lo establecido en la vigente Ley 12/2002, de 23 de
mayo, que aprueba el vigente Concierto Económico con la Comunidad Autónoma del
País Vasco, que sustituye a la antigua Ley 12/1981, de 13 de mayo, del Concierto
Económico con el País Vasco.”
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El artículo 18 de la Norma Foral 3/1987, de 13 de febrero, establece que: “La
Diputación, sin perjuicio de las actuaciones de las Juntas Generales, velará
especialmente por la integridad del Régimen Foral, y de las competencias
correspondientes al Territorio Histórico de Bizkaia, ejercitando las acciones,
interponiendo los recursos y adoptando las medidas necesarias para su defensa,
consultando, en su caso, y dando cuenta a las Juntas Generales”.
Eso es lo que hemos hecho. Por un lado , hemos presentado un Incidente de nulidad
de actuaciones, con petición de suspensión del fallo, ante el Tribunal Supremo
contra la sentencia de 9 de diciembre de 2004, recaída en autos de Casación nº
7893/1999, y subsidiariamente, para el supuesto de no prosperar la nulidad de
actuaciones, Recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
Por otro, hemos suscitado este debate monográfico en defensa de la “integridad del
Régimen foral y de las competencias correspondientes al Territorio Histórico de
Bizkaia”.
1.- La sentencia del Tribunal Supremo.
La sentencia del Tribunal Supremo de 9 de diciembre de 2004, estima el recurso
interpuesto por la Federación de Empresarios de la Rioja y anula prácticamente las
Normas Forales del Impuesto sobre Sociedades de los tres Territorios Históricos
actualmente vigentes.
En el fallo del Tribunal Supremo podemos distinguir claramente dos ámbitos de
incidencia. Por un lado, los contenidos propios de la Norma Foral del Impuesto de
Sociedades – es decir el huevo- y , por otro, el esquema jurídico político de relaciones
previsto en el ordenamiento vigente entre el Estado y la Comunidad Autónoma Vasca y
en ella los Territorios Históricos. Es decir, el fuero.
“El huevo”.
La sentencia del Tribunal Supremo de 9 de diciembre de 2004 anula las siguientes
materias:
Artículo 11. Deducibilidad fiscal de las amortizaciones
Artículo 12,a: Deducibilidad de los donativos a sociedades de promoción de empresas
Artículo 15, 11. Corrección de la depreciación monetaria en las transmisiones de bienes
Artículo 26. Reducciones de la base imponible para empresas de nueva creación ( mini
vacaciones fiscales ya anuladas con anterioridad)
Artículo 29. 1. a. Tipo de gravamen del 32,5%
Artículo 37. Deducción por inversiones en activos fijos materiales nuevos
Artículo 39. Deducción por dotación de la reserva para inversiones productivas
Artículo 40. Deducción por inversión en valores de renta variable
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Artículo 45. 2-1 Libertad de amortización para supuestos de convenios de reparto de
empleo
Artículo 49.- Concepto de pequeña y mediana empresa
Artículos 53 y 54. Régimen especial de los centros de dirección, coordinación y
financieros (ya derogados)
Artículo 60.- Régimen especial de las sociedades de promoción de empresa.
La Sentencia del Tribunal Supremo anula estos preceptos en base a que considera que ,
a su juicio, todos ellos muestran indicios de ser “ayudas de Estado” y en consecuencia
se ha omitido por parte de las instituciones competentes de los Territorios Históricos el
deber de notificación previa de estas medidas a la Comisión de las Comunidades
Europeas. Al considerar que dicho trámite no se ha realizado, decide anularlas.
Para considerar estas medidas como ayudas de Estado, lo que hace el Tribunal Supremo
es comparar la normativa foral con la normativa común o estatal y en aquellos casos
que, según criterio del propio tribunal, la normativa foral es más beneficiosa, que la de
régimen común, por lo que , a su juicio entiende que se da una ayuda de Estado.
En este planteamiento subyace la consideración de que las Haciendas forales no son un
sistema general, sino un subsistema, subordinado del Estado y que , según dicha
interpretación , las medidas adoptadas en las Normas forales son selectivas pues su
ámbito de aplicación está , según ellos, limitado a una zona determinada del territorio
del Estado, lo que implicaría un factor de discriminación , de ahí su calificación como
“ayuda de Estado”.
Este criterio del Tribunal Supremo de selectividad territorial es incorrecto en su
formulación técnica, tanto desde el punto de vista interno como comunitario. A nivel
interno la Norma Foral del Impuesto sobre Sociedades , en tanto en cuanto norma
general, no se aplica exclusivamente en Bizkaia sino en todo el territorio del Estado en
la medida en que los distintos contribuyentes cumplan los requisitos establecidos en la
legislación para aplicarla. Y , desde el punto de vista comunitario, el criterio de que las
normas tributarias vascas tiene selectividad regional ya fue abandonado en 1999 y la
Comisión Europea no lo ha invocado en ninguno de los procedimientos que abierto a
los distintos incentivos fiscales vascos declarados como ayudas de Estado.
Además, el Tribunal Supremo se arroga la competencia para determinar si estamos ante
ayudas de Estado o no en cada uno de los preceptos mencionados sin analizar el asunto
siguiendo los parámetros establecidos por la Comisión Europea que es la que tiene la
competencia para ello y que ha establecido nítidamente los correspondientes criterios
sobre especificidad y selectividad de las medidas en los expedientes abiertos en relación
con las vacaciones fiscales de 1996, el crédito fiscal del 45% de las inversiones y en las
normas forales y la bonificación fiscal para compensación del gasóleo a los
agricultores.
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En resumen, que mientras las instituciones comunitarias - las competentes- tienen
meridianamente claro los criterios para determinar si una medida concreta es ayuda de
Estado o no, el Tribunal Supremo, a través del método de comparar la normativa foral
con la normativa estatal, decide, por sí y ante sí, que todo aquello que se diferencie de la
normativa española debe ser anulada.
Y aquí es donde está , permítanme la expresión, la madre del cordero de esta sentencia.
Aquí es donde entramos en materia.
El Fuero.
La sentencia del Tribunal Supremo parte de la base de que las Normas Forales
Tributarias son un subsistema especial respecto a la normativa general aplicable en todo
el Estado, cuando lo cierto es que en nuestra configuración jurídico-política existen
cinco administraciones tributarias pero ninguna de ellas es más general que las otras, ni
tienen espacios geográficos reservados a cada una, sino que son otros los criterios de
delimitación los que deciden qué normativa se aplica porque todas ellas, las cinco, se
aplican en todo el territorio.
Sentar como base doctrinal que la normativa foral es un subsistema especial de la
normativa general es anular de un plumazo todos textos jurídico-políticos que sustentan
el Concierto Económico, sentenciando su derogación inmediata.
No vale con decir que se reconoce la especificidad del sistema de Concierto Económico
y la potencialidad normativa que él reserva y , acto seguido , ir a la literalidad de la
normativa por él amparada y si es diferente a la dictada por el Estado , declararla nula.
Eso, dicho por el Tribunal Supremo , uno de los poderes básicos del reino de España,
nos recuerda aquellas nueve palabras , que el 25 de octubre de 1839 sepultaron el
régimen foral: “Se confirman los fueros de las provincias vascongadas y Navarra, sin
perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía”.
Es nuestro deber recordar , que el actual marco jurídico político – el actual y no otro-, el
que algunos agitan como bandera de convivencia y de alternativa sin escrúpulo de su
incumplimiento, es el que establece el marco legal y las competencias de la comunidad
Autónoma Vasca y por ende los Territorios Históricos , en materia fiscal y tributaria.
Es el artículo 41 del Estatuto de Autonomía del País Vasco, de acuerdo con lo
establecido por la Disposición Adicional primera de la Constitución, el que restaura el
sistema de Conciertos Económicos, como uno de los derechos históricos de los
territorios forales, sentando al mismo tiempo, las bases de su actualización.
2.-El Concierto Económico como pacto de relación económica entre
Euskadi y el Estado.
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El origen de los Conciertos se encuentra en la Ley abolitoria de 2 de julio de 1876.
Tomo esta referencia plenamente consciente de que los antecedentes anteriores son
extraordinariamente importantes, pero, en el fondo, el Concierto Económico como tal
arranca con dicha normativa abolitoria.
El articulo 3 de la mencionada Ley estableció la obligación de las tres provincias
vascas de “pagar en la proporción que les corresponda y con destino a los gastos
públicos, las contribuciones, rentas e impuestos ordinarios y extraordinarios que se
consignen en los Presupuestos Generales”.
No obstante, en su texto articulado, la misma Ley abolitoria autorizaba al Gobierno
del Estado a : “dando en su día cuenta a las Cortes..... para hacer las modificaciones de
forma que reclamen las circunstancias locales y la experiencia aconseje, a fin de facilitar
el cumplimiento del art. 3 de esta Ley”
En ese contexto, y para lograr la forma en que la obligación general de contribuir
impuesta a las tres provincias vascos iba a ser exigida, es como nace el Concierto
Económico, cuyo primer precedente inmediato es el Real Decreto de 13 de Noviembre
de 1877. En el mismo se contiene la esencia nuclear del sistema foral de conciertos ya
que se articula el paso de una situación de exención tributaria de los territorios vascos al
Estado a otra de igualdad en la contribución al mantenimiento de las cargas generales
del Estado.
¿Cómo se articula ese tránsito?. A través de la fijación de un cupo correspondiente a
cada provincia que las propias Diputaciones establecerían de “la forma que estimen más
en armonía a las circunstancias del país para realizar la contribución de que se trata”, lo
que los comisionados de Bizkaia hicieron el 6 de diciembre de 1877, manifestando el
propósito de la Diputación de “establecer como recursos de carácter permanente afectos
al pago de la contribución expresada (inmuebles, cultivo y ganadería) recargos de
arbitrios sobre el vino Txakoli, aguardiente, aceite y cualquier otros que sobre especie
de consumo, sea necesario, cuyo medio es el que, a su juicio, mejor armoniza con las
costumbres y conveniencias del país que representan “
Aquí está el origen del sistema, y también su esencia histórica.
Se trata, por lo tanto, de un arreglo o pacto entre el Estado y los Territorios Históricos
forales en orden a cumplir solidariamente con la obligación de contribuir a las cargas
comunes. A tal efecto las Diputaciones de los tres Territorios ( las Juntas Generales
estaban abolidas), responsables frente al Estado del pago de un cupo o tanto alzado,
podían, con soberanía fiscal, sustituir el impuesto objeto del Concierto, por cualesquiera
otros que no estuvieran en pugna con los demás del Estado ni incidieran en las
relaciones o compromisos internacionales.
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Por lo tanto, el sistema establecido es: un pacto o arreglo. Es soberanía fiscal foral; y ,
asimismo, solidaridad contributiva a las cargas generales del Estado. Estas son las tres
características esenciales del sistema.
Este sistema provisional quedaba consolidado un año más tarde con el Real Decreto de
28 de Febrero de 1878, que será conocido por una cita literal de su Exposición de
Motivos. Será el primer “Concierto Económico”, denominación aplicada a todo el
sistema foral de relación entre el Estado y los Territorios Históricos Vascos
Siguiendo con el mismo hilo argumental, la exposición de motivos de este primer
Concierto Económico fundamenta el carácter paccionado del compromiso como una
“regularización de la vida institucional de las tres provincias vascas en el marco de la
unidad constitucional”.
La parte más significativa de esta exposición de motivos dice textualmente lo siguiente:
“Establecida la unidad constitucional de las provincias vascongadas; verificada
la primera quinta -entiéndase ésta a efectos de servicio militar obligatorio-, y,
estándose llevando a cabo los preliminares de la del presente año con la misma
regularidad que en las demás del Reino; falta sólo que entrasen aquéllas en el
concierto económico ; falta que cuantas manifestaciones tributarias se
consignasen en los Presupuestos Generales del Estado y cuantos gravámenes
pesasen sobre la propiedad, la industria y el comercio afectasen por igual
modo a los naturales de aquél país que al resto de los españoles. Y realizada
quedará esta aspiración en un breve término”.
Es decir, la situación anterior al Concierto de los territorios forales según se reconoce en
esta normativa era de no contribución “al impuesto de sangre”, es decir al Ejército, y de
no participación en los Impuestos económicos, aspecto sustancial que modifica el
propio Concierto.
En el preámbulo de este mismo Real Decreto se define el “núcleo”, la “esencia” del
Concierto, es decir, la facultad de regular de forma diferente los tributos concertados
por parte de las instituciones forales.
El mencionado preámbulo dice lo siguiente:
“No será la misma forma de exacción de las contribuciones, rentas e
impuestos en estas provincias que en las del Reino: pues autorizado el
Gobierno por la Ley de 21 de Julio para introducir en este punto las
modificaciones que estuvieran más en armonía con los hábitos del país, no
ha tenido presente sólo las conveniencias de éste y lo difícil y arriesgado que
es prescindir de un modo violento de instituciones seculares, encarnadas, por
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decirlo así, en cada uno de los vascongados, y que constituyen su manera de
ser, social, política y económica, sino también que alejada la
Administración, como ha estado, de aquéllas comarcas, a donde su acción
nunca se dejó sentir , carecía de antecedentes y noticias, de todas suerte
indispensables para la equidad, y la justicia, base de toda tributación
aceptable, brillasen en sus disposiciones”.
Debo insistir, a riesgo de ser reiterativo, que el sistema foral tradicional del Concierto
Económico, tiene, desde su origen en 1877 , tres características fundamentales; es un
pacto o arreglo. Atribuye soberanía fiscal y comporta el pago de un cupo a las cargas
comunes del Estado
La evolución en el tiempo del Concierto Económico no ha sufrido especiales
modificaciones, si bien exceptuamos su supresión en Bizkaia y Gipuzkoa tras las guerra
del 36 al ser consideradas estas como “provincias traidoras” por el bando sublevado que
llevó al General Franco a la jefatura del Estado.
Sin embargo, ni la guerra ni el posterior régimen franquista no rompió, ni mucho
menos, el desarrollo y consolidación del sistema, al mantenerse el Convenio navarro y
el Concierto Económico con Alava, cuyo último referente preconstitucional fue
aprobado por Real Decreto el 26 de Noviembre de 1976, siendo adaptado tres años más
tarde, en vísperas de la promulgación del Estatuto Vasco.
Por lo tanto, el Concierto alavés de 1976/1979, tiene un valor de inusitada importancia ,
pues en los debates constitucionales, relativos a la cláusula de amparo, respeto y
actualización de los derechos históricos de los Territorios Forales, el núcleo de acuerdo
fundamental era la relativa a “statu quo” de Alava y Navarra. Situación de partida que
no podía se menoscabada. Así se recoge en la Disposición Transitoria Octava del
Estatuto Vasco, al situar en el mismo plano del último Concierto alavés el primero de la
nueva serie. Incluso éste recoge el plazo de su vigencia en el año 2001, fecha que era la
ya contenida en el último Concierto de Alava.
De ahí que podamos afirmar que el punto de partida del artículo 41 del Estatuto de
Autonomía de Gernika es el Concierto Alavés de 1976.
. El mandato constitucional de actualización, y el artículo 41 del Estatuto Vasco
La Disposición Adicional Primera de la Constitución, tras proclamar el amparo y
respeto de los derechos históricos de los territorios forales, ordena su actualización en el
marco de la propia Constitución y de los Estatutos de Autonomía.
El artículo 3 del Estatuto de Autonomía de Gernika, aprobado por Ley Orgánica, señala
que cada uno de los Territorios Históricos que integran el País Vasco podrán, en el seno
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del mismo, conservar o en su caso, restablecer y actualizar su organización e
instituciones privativas de autogobierno.
En este sentido, la sentencia del Tribunal Constitucional numero 11/1984 de 2 de
febrero, en su fundamento cuarto precisa:
“Las fuentes de las que nacen las competencias de los Territorios Históricos, por un
lado, y de las Comunidades Autónomas, por otro, son necesariamente distintas. Los
Territorios forales son titulares de derechos históricos respetados, amparados y sujetos a
actualización en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía, en virtud
de lo dispuesto por la Disposición Adicional primera de la Constitución; por lo que la
delimitación de las competencias de tales Territorios podrá exigir una investigación
histórica acerca de cuales sean tales derechos. Mientras que las competencias de las
Comunidades Autónomas son las que éstas , dentro del marco establecido por la
Constitución, hayan asumido mediante sus respectivos Estatutos de Autonomía y otras
normas delimitadoras de competencias dictadas en el marco de las anteriores para saber
cuales sean las correspondientes a cada Comunidad”.
Uno de los derechos históricos que de forma sistemática se viene ejerciendo por los
Territorios Históricos, es el mantenimiento, establecimiento , regulación y exacción del
sistema tributario, a través del Concierto Económico, como que ya se ha dicho , cuenta
con 127 años de aplicación.
Esta previsión constitucional está desarrollada en el Estatuto de Autonomía del País
Vasco, en concreto en su artículo 41. En él, en su apartado primero, se consagra el
“sistema foral tradicional del Concierto económico o de “Convenio” como forma de
relación en el orden tributario entre el Estado y el País Vasco.
En el apartado 2, letra A del mencionado artículo, se atribuye a las Instituciones
competentes de los Territorios Históricos, en este caso las Juntas Generales
reinstauradas en Bizkaia por Real Decreto Ley 18/1977, de 4 de Marzo -en lo que fue
una nueva “actualización de otro derecho histórico”-, la facultad originaria de mantener,
establecer y regular. Y aquí , digamos de paso, que el propio Tribunal Supremo , el
mismo órgano jurisdiccional que ahora dice lo contrario, en Sentencia de 19-7-1991
estableció que “regular” no debe ser interpretado como “copiar miméticamente” la
normativa tributaria estatal.
Continuando con el Estatuto Vasco y con su artículo 41, su apartado 2, letra B ,
expresamente otorga a las Diputaciones Forales la exacción, gestión, liquidación,
recaudación e inspección de todos los impuestos, salvo Rentas de Aduanas y
Monopolios Fiscales. De esa exacción, el País Vasco, aportará el Estado un cupo global,
formado por el de cada uno de sus tres Territorios Históricos, como contribución a las
cargas del Estado no asumidas por la Comunidad Autónoma Vasca (art. 41,1,d).
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Toda esta doctrina normativa que precisa exactamente el marco legal y jurídico del
autogobierno vasco y de sus territorios históricos, ha sido puesta en solfa en diferentes
ocasiones. Sin embargo, el propio Tribunal Constitucional ha terminado por amparar la
capacidad de las instituciones forales vascas para ejercitar su versión actualizada de
derechos históricos.
El supuesto más claro en tal sentido es la sentencia del Tribunal Constitucional nº
76/1988, de 26 de Abril: .
Dicha sentencia, que declaró constitucional la Ley Vasca de Territorios Históricos , es
especialmente clarificadora en relación al sistema de conciertos económicos.
En ella se establece la existencia del “núcleo foral intangible”, compuesto
fundamentalmente por las competencias estatutarias, entre ellas las ya subrayadas del
artículo 41, es decir, el sistema tradicional foral del Concierto Económico; la
competencia de las Instituciones de los Territorios Históricos para mantener, establecer
y regular; y la competencia de las Diputaciones Forales para la exacción, gestión,
liquidación, recaudación e inspección de los tributos.
Ese reconocimiento del “núcleo foral intangible”, definido por el Tribunal
Constitucional, determina asimismo que las Normas Fiscales deber ser forales, y no
Leyes del Parlamento Vasco, pues sólo los Territorios Históricos Forales, y obviamente
Navarra, tienen la facultad de regular impuestos, dando así cobertura constitucional a las
Normas Forales Fiscales, que son , materialmente, como las Leyes estatales, expresión
de la soberanía fiscal foral.
A modo de síntesis final, es preciso remarcar tres ideas básicas:
El Concierto Económico es un derecho histórico. Nace tras una ley de guerra, la
abolitoria del sistema foral cuyo objetivo es la integración de las provincias vascas en la
“unidad constitucional de la Monarquía”.
El Concierto Económico es un pacto entre el Estado y los Territorios Forales, y así se
contempla en su tramitación parlamentaria de artículo único , es decir no enmendable,
en su paso por las Cortes Generales.
Y el Concierto Económico se sustenta en el “núcleo intangible de la foralidad”,
reconocido como tal por el propio Tribunal Constitucional.
El Concierto Económico es un derecho histórico; pertenece al núcleo foral intangible, y
es el centro de nuestro sistema de relación con el Estado. Luego estamos hablando de
derechos, de autogobierno y de pacto. Tres conceptos vitales para comprender una
relación entre el País Vasco y el Estado de respeto, de armonía y lealtad mutua.
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3.- Una expresión del Conflicto político.
Derechos, autogobierno, pacto, respeto mutuo, son conceptos que se repiten
incesantemente en este país desde que el año 1839 los generales Maroto y Espartero
firmaran el convenio de Bergara. Por entonces, y en aras a construir un País Vasco
normalizado, tras el sobresalto y la catástrofe de una guerra fratricida, se acuñó la frase
“Paz y Fueros” como reivindicación de un pacto por la convivencia.
Desde entonces ni la paz, ni los fueros han podido instalarse entre nosotros. La espada
del general Espartero, supuesto garante del respeto al sistema político de convivencia
entre los vascos, sólo se desenvainó para acabar con el régimen foral, para construir la
“unidad constitucional de la monarquía”. El 5 de enero de 1841 se abolían las garantías
de respeto mutuo, el “pase foral”. Más tarde llegaría una nueva guerra, el “ejército de
ocupación del norte”, la obligatoriedad del servicio militar, la disolución “manu
militari” de las Juntas Generales, una nueva guerra, la persecución y la cárcel, las
provincias traidores, ETA, la esperanza de un nuevo Estatuto, las nuevas Juntas
Generales y Diputaciones, el nuevo Concierto, la LOAPA, la involución autonómica,
las víctimas del terrorismo, la incorporación europea, el desarrollo económico, etc
Pero hoy, en el siglo XXI seguimos reclamando lo que ya nuestros antepasados del XIX
reivindicaban; Paz y Fueros.
La última sentencia del Tribunal Supremo no ha sido la única expresión de inestabilidad
jurídico política que en el campo tributario hemos soportado. Desde la actualización del
sistema de Concierto Económico en 1981 hasta nuestros días hemos sido objeto de un
permanente acoso jurisdiccional, tanto por la Administración General del Estado como
por otros actores sociales y políticos. Más de 60 procedimientos judiciales a
disposiciones forales tributarias en tan solo 24 años de pervivencia del nuevo sistema
de Concierto.
Después de la denominada “paz fiscal” suscrita entre Administraciones tras las
negociación y acuerdo del último Concierto Económico, en 2002, se han sucedido los
recursos a normativa foral presentados por comunidades autónomas –Castilla y León,
Cantabria, La Rioja- u organizaciones sociales –empresarios y sindicatos- que han
mantenido la tensión de cara a sostener un clima de inseguridad jurídica permanente a
nuestras legítimas decisiones en materia fiscal y tributaria.
Vivimos , tanto en el ámbito político como en el tributario y económico,
permanentemente acosados por la espada de Damocles o de Espartero, que empuñada
por un tribunal, y el Tribunal Supremo lo ha hecho además investido del cetro de
Carlomagno, pueda amputar nuestra capacidad de autogobierno, la capacidad pactada
que teníamos para decidir por nosotros mismos.
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Y por eso, también hoy reclamamos, “Paz y Fueros”.
Alguien pudiera pensar que , a tenor de lo escuchado hasta ahora , nos encontramos en
un debate del pasado. Se ha citado a las guerras carlistas, a Espartero, Maroto, incluso ,
de pasada, hasta ha aparecido Carlomagno en esta intervención. Sin embargo, el
momento actual presenta analogías muy próximas a las citas históricas señaladas.
En mayo del pasado año 2002 se rubricaba en el Ministerio de Economía y Hacienda el
último acuerdo suscrito entre la Administración General de Estado y las instituciones
vascas en relación al Concierto Económico. Aquel nuevo pacto permitía, además del
reconocimiento de nuevas competencias en materia normativa para los Territorios
Históricos, que la duración del Concierto fuera indefinido, en lugar de la temporalidad
anterior, causa de incertidumbres y al albur de los vaivenes políticos.
Sin embargo, aquel acuerdo, satisfactorio pero imperfecto, dejaba por resolver una
cuestión que hoy nuevamente se suscita, cual es la presencia directa de las instituciones
vascas ante las autoridades comunitarias al objeto de defender en primera personas
nuestros intereses tributarios y fiscales.
He aquí, una primera cuestión , que a futuro deberemos plantear una respuesta
institucional adecuada si entendemos, como lo hace esta Diputación Foral que nuestro
sistema tributario es tan general y tan integral como lo pueda ser el del Estado o el de la
Comunidad Foral de Navarra.
En segundo lugar, no es entendible , dentro del actual marco jurídico político, que
normativa tributaria sea observada jurisdiccionalmente como si fuera fruto de un
reglamento o tuviera rango de segunda división. ¿Alguien puede entender que un
recurso en vía contencioso administrativa pudiera suspender, pongamos el caso, el
contenido normativo del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas? Pues, bien, con
el actual modelo es perfectamente factible, haciéndose necesaria la modificación de la
legislación básica correspondiente para que el tratamiento de la normativa foral tuviera
la misma cobertura jurisdiccional que la correspondiente a territorio común.
Y para concluir esta primera parte de mi intervención , aportaré una última reflexión de
mayor calado y trascendencia política.
La sentencia del Tribunal Supremo ahora analizada, aporta nuevas sombras
amenazadoras sobre la virtualidad de este acuerdo básico para la convivencia
normalizada entre el Estado español y la Comunidad Autónoma Vasca.
Por un lado nos encontramos con un problema de difícil comprensión. Y es que un
acuerdo político de la trascendencia del que nos ocupa pueda ser modificado
sustancialmente, en todo o en parte, por uno de los poderes del Estado a través de una
interpretación jurídica no acorde con la pactada originariamente. Es decir que podamos
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estar ante la paradoja de que se reconozca a las instituciones forales la competencia
para “mantener, establecer y regular, dentro de su territorio, el régimen tributario” “sin
perjuicio de las decisiones del Tribunal Supremo”.
Por lo tanto, necesitamos un sistema de garantías suficiente que impida la quiebra de un
acuerdo suscrito en ejercicio de la libre decisión de las partes y como respuesta a la
corresponsabilidad política que todos tenemos.
Dicho sistema de garantías está perfectamente explicitado en el texto de nuevo Estatuto
Político de la Comunidad de Euskadi aprobado el 30 de diciembre de 2004 por la
mayoría absoluta del Parlamento Vasco .
Nos encontramos en este momento con la expresión jurídico-política de uno de los tres
poderes básicos del Estado, el Tribunal Supremo, que nos lleva a manifestar con total
convicción que estamos ante una nueva manifestación de un conflicto político irresuelto
entre el Estado y el País Vasco.
Hoy, en el siglo XXI, sigue estando plenamente vigente la frase decimonónica de que
este País necesita Paz y Fueros.
El Fuero entendido como la capacidad de decidir, el Fuero entendido como la exigencia
de respeto a los ámbitos competenciales que las Leyes básicas atribuyen a los
Territorios Históricos.
De qué nos vale que el Estatuto de Autonomía y la Ley de Concierto Económico digan
que las Juntas Generales podrán mantener, establecer y regular los tributos concertados
de normativa autónoma si cuando ejercemos esta potestad uno de los poderes del
Estado nos anula todo aquello que no coincide con la normativa estatal.
Estamos hablando del FUERO, de la capacidad de decidir, no del huevo, de si el tipo
impositivo debe ser éste u otro o si debe existir tal o cual deducción. No planteamos en
este debate los contenidos del Impuesto de Sociedades sino si podemos ejercer las
competencias que las leyes nos reconocen. Hablamos de poder de decisión, hablamos
del vaciamiento competencial a que nos aboca la sentencia del Tribunal Supremo,
hablamos de una agresión directa a los cimientos del actual sistema de autogobierno
vasco.
Respeto a los acuerdos, blindaje de nuestra normativa, acceso a los foros comunitarios
en defensa de nuestros intereses y establecimiento de un sistema bilateral de garantías ,
son los pilares sobre los que el Concierto Económico , nuestra capacidad de decisión en
materia tributaria, debe sustentarse en este nuevo siglo XXI. Paz y Fueros que decían en
el siglo XIX. Paz y Fueros que decimos en el año 2005.
Muchas gracias.
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