REPÚBLICA ARGENTINA VERSIÓN TAQUIGRÁFICA CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE PRESUPUESTO Y HACIENDA Salón Auditorio 19 de mayo de 2004 Presidencia del señor senador Capitanich - En la ciudad de Buenos Aires, Salón Auditorio del H. Senado de la Nación —anexo Ex Caja de Ahorro—, a las 10 y 15 del miércoles 19 de mayo de 2004: Sr. Presidente (Capitanich). — Buenos días. Nosotros hemos convocado para hoy a la señora presidenta del Banco de la Nación Argentina. Así se ha hecho, a través de distintas comisiones de la Cámara de Senadores de la Nación: de la de Industria y Comercio, que preside Alicia Mastandrea, aquí presente; de la de Economía Nacional e Inversiones, que presidente el doctor Rubén Marín -que definitivamente tiene la competencia en materia de sistemas financieros; por lo tanto, me ha hecho el honor de delegarme esta tarea de coordinar la reunión-; de la de la Pequeña y Mediana Empresa, que preside el senador Roberto Urquía. Los miembros de estas comisiones han manifestado interés en efectuar la convocatoria, junto con todos los miembros de la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Así, hemos invitado muy especialmente a la señora presidenta del Banco de la Nación Argentina, la licenciada Felisa Miceli, con el objeto de que nos pueda brindar una información pormenorizada de la situación de la institución. También ha sido nuestra idea que la licenciada Miceli pueda responder a interrogantes existentes por parte de los señores senadores, fundamentalmente en el análisis de la situación del banco y de sus perspectivas en materia de financiamiento del sistema productivo argentino. Además de los senadores Marín y Mastandrea, nos acompañan los señores senadores Morales, Marino, Sanz -vicepresidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda- y el senador Salvatori. Realizada esta introducción, tiene la palabra la licenciada Miceli. Sra. Miceli. — Buenos días. En primer lugar, quiero agradecer la invitación a este Senado. Es la primera vez que vengo a esta Cámara en toda mi vida, no sólo como presidenta del banco. Ya estuve en distintas comisiones de la Cámara de Diputados. Primero, hoy quería realizar una exposición a través de algunos cuadros sobre la situación patrimonial del Banco de la Nación Argentina; después, comentarles las distintas decisiones que hemos tomado durante este año para empezar a revertir la situación. Finalmente, si están de acuerdo, dejaría lugar a las preguntas que ustedes estimen pertinente formular. Esa instancia de preguntas y respuestas es beneficiosa para todos; para mí, a efectos de llevarme un poco la impresión, la opinión y el punto de vista respecto de las necesidades que los distintos sectores productivos y las diferentes regiones del país tienen. La idea es que nosotros podamos, de alguna manera, mejorar nuestra asistencia crediticia. Si les parece, empezamos a mirar los números. — No se producen manifestaciones en sentido contrario. — Se procede a la proyección de filminas sobre una pantalla gigante. Sra. Miceli. — Comenzamos mirando la situación de depósitos del banco. El banco tiene en este momento un total de 22.683 millones de pesos, divididos en un 38 por ciento aproximadamente en depósitos del sector público y el resto en depósitos del sector privado. Como ustedes pueden apreciar, la alta incidencia de los depósitos del sector público tiene que ver con la gran liquidez del sector público nacional en la actualidad —el Tesoro—, producto de la mejora en la recaudación. Desde marzo hasta diciembre de 2003 el banco aumentó permanentemente su participación en el mercado, pasando de un 21,9 al 24 por ciento. Continuó una tendencia que se abrió durante la crisis del "corralito" y de la devaluación, ya que durante la década de los '90 el banco había perdido participación en el mercado financiero, llegando a tener sólo el 15 por ciento del total del mercado. De hecho, desde fines de 2001 hasta ahora, ese porcentaje creció hasta el 24 por ciento. Esta es una excelente noticia -haber recuperado participación en los depósitosproducto, fundamentalmente, de que en el sistema financiero ocurrió lo contrario de todo lo que se había señalado durante la década del '90. Me refiero al hecho de que, ante una crisis, los ahorristas llevarían sus depósitos hacia la banca extranjera, producto de que ella garantizaría con sus casas matrices los fondos de los ahorristas locales. Cuando se produjo la crisis ocurrió exactamente lo contrario; lo que en la jerga financiera se conoce como un flying to quality a la inversa; es decir, un vuelo a la calidad. En síntesis: estaba previsto que los depósitos fueran desde la banca nacional a la banca extranjera, porque se suponía que tiene mayor cantidad de activos para respaldar los pasivos, que son los depósitos, pero en realidad lo que ocurrió fue exactamente lo contrario. O sea, la gente, frente a lo que ocurrió en el sistema argentino, cuando volvió a depositar lo hizo mayoritariamente en la banca pública. Nosotros, al igual que otras entidades públicas como el Banco Ciudad y el Banco Provincia de Buenos Aires, nos beneficiamos de esta crisis en función de que la mayoría de la población —los ahorristas— visualizan que estamos en el mercado financiero para quedarnos, así como que somos una marca que genera confianza y que no nos vamos a ir del país. De alguna manera, esto es lo que explica este importante crecimiento del nivel de participación en el mercado. Quiero decir que lo que es una excelente buena noticia —que tengamos un crecimiento altísimo de los depósitos— tiene su contraparte negativa. Cuando un banco toma depósitos, a fin de cada mes tiene que pagar los intereses a todos los ahorristas, aunque ellos no se lleven de vuelta el capital. En general, ¿los ahorristas qué hacen? Cobran los intereses y dejan el capital depositado. Cada fin de mes el banco tiene que generar ingresos financieros para poder pagar los egresos financieros derivados de este volumen de depósitos con los que hoy cuenta. Para eso, tenemos un volumen enorme de liquidez. Entonces, como el mercado de créditos no está tan activo como en otros momentos, lo que ocurrió prácticamente durante todo el 2003 fue que los depósitos y sus intereses se fueron abonando con carga al patrimonio de la entidad; no con cargo a la generación de recursos financieros, ya que el crédito no obtuvo el desarrollo necesario para revertir los números aquí expuestos. Aquí podemos apreciar la forma en que se distribuyen los depósitos: el 43 por ciento son depósitos a la vista, el 9 por ciento en caja de ahorro y el 48 por ciento están colocados a plazo fijo. Es interesante destacar que toda esta liquidez que se genera en el sistema financiero -no solamente no solamente en nuestro banco- está mayoritariamente colocada en depósitos de alta volatilidad. ¿Por qué? Porque aun los depósitos a plazo se encuentran a un promedio de menos de sesenta días. Quiere decir que todo el sistema financiero está asentado en una liquidez que tiene un alto riesgo de volatilidad, donde existe una gran participación de los depósitos en cuenta corriente, que son de rápido movimiento por parte de los propios depositantes, y de los depósitos a plazo, que vencen a los sesenta días en promedio. No quiero decir que esto sea una señal alarmante; ni aun en los '90, porque esa ley de convertibilidad nunca llevó a tener más rotación que este nivel de entre treinta a sesenta días. Esta es una característica habitual de cualquier sistema financiero. El negocio financiero es ese: arbitrar tasas y plazo; es decir, tomar plata a un costo más bajo y a un plazo distinto, y generar préstamos que superen esos promedios, de manera de ganar dinero e intermediar la liquidez que el ahorro nacional ofrece. Ahora, si bien es cierto que esto es una constante de la década de los '90 y casi de cualquier sistema financiero del mundo —ocurre generalmente esto—, también lo es que debido a la tremenda crisis económica primero y financiera después que sufrió la Argentina, este punto tuvimos que seguirlo de cerca. Nosotros lo seguimos y lo monitoreamos permanentemente, porque siempre estamos con la alarma de que en algún momento se revierta la situación imperante y, en consecuencia, se genere una desconfianza tal que haga que perdamos depósitos rápidamente. Entonces, permanentemente monitoreamos la situación de los depósitos. ¿Cómo estamos colocados en esos depósitos? Tenemos préstamos totales por 11 mil millones de pesos. La diferencia, básicamente, entre préstamos y depósitos, es la liquidez excedente. Estos préstamos están colocados de la siguiente manera. En el sector público, son los préstamos garantizados derivados del canje que hubo en 2001 -el llamado "megacanje"-, donde los bonos públicos que tenían todos los bancos, incluidos nosotros, entraron en un proceso de canje. A ellos se agregan algunos préstamos a los sectores públicos, provinciales y municipales, de provincias que todavía no accedieron o que no van a acceder al programa del reordenamiento financiero, porque cuando entran a ese programa cambian sus préstamos por bonos. Entonces, acá lo que nosotros tenemos registrado como préstamos son los garantizados y aquellos efectuados a jurisdicciones provinciales y municipales que no entraron en el financiamiento de las provincias. En cuanto a los préstamos al sector privado —nosotros decimos que es lo que nos da de comer—, debo decir que constituyen el motor de nuestra actividad, porque los préstamos al sector público fueron todos reestructurados a plazos grandísimos y a tasas bajísimas. De esos 5 mil millones no obtenemos, prácticamente, ningún tipo de renta fuerte. Por eso uno trata de cobrarle al sector privado la diferencia, para que podamos sostener la rentabilidad del banco. De esa manera, con esos 5.221 millones —o 5.600, si juntamos todos—, uno lo que hace es tratar de sacar el rendimiento posible como para promediar uno que nos compense los egresos financieros. Uno de los problemas lo constituye el tema de la mora. Por supuesto, no podemos dejar de hablar de lo que llamamos “cartera viva”. De hecho, la situación del Banco no es tan terrible porque tiene una cartera normal del 70 por ciento y otra, que no devenga intereses, del 30 por ciento. Parecería que estamos mal porque el promedio del sistema financiero es del 5 o 10 por ciento -o lo que debería ser-, pero vista la crisis de la que venimos uno podría decir que no estamos tan mal. En realidad, este indicador está beneficiado porque, en la parte pública, de esos 5 mil millones que antes veíamos no hay mora. Es decir, son todos bonos y préstamos garantizados que estamos cobrando permanentemente. Pero veamos los otros 5 mil millones del sector privado, que son el indicador que al Banco Central y al sistema financiero interesan. Veamos lo que, de alguna forma, podemos decir que se es el motor de un Banco. En la próxima transparencia vemos que el sector privado le debe al banco, al 31 de diciembre, un promedio del 58 por ciento. Esta es una situación en donde no hay mucho para analizar. Los clientes del banco se llevaban la plata y no pagaban. Ese es el 58 por ciento de una altísima gestión de cobranza que hicimos nosotros. Digo esto porque a mediados de año, cuando asumimos, este indicador estaba en el 62 por ciento; es decir que las dos terceras partes de las personas que se llevan plata del Banco de la Nación Argentina, ya sea sociedades o personas, no pagan: lo redujimos a 58. En números, a marzo ya estamos en el 54 por ciento. Debo mencionar que estamos haciendo una gestión de cobranza muy alta. Pero este es el gran problema que tiene el Banco de la Nación Argentina, no sólo a la luz de lo que es gestionar una cartera en mora tan alta sino, fundamentalmente, a la de todas las relaciones técnicas con el Banco Central. Es decir, esto nos impacta negativamente para que el banco pueda salir a dar créditos, para que podamos tener una política comercial más agresiva, para que podamos ser flexibles en los nuevos créditos. De hecho, al hablar de los deudores tradicionales del banco, hacemos referencia a una situación que se arrastra desde hace añares. Desde el punto de vista de las previsiones, nosotros tomamos la decisión de previsionar prácticamente toda nuestra cartera en mora: casi el 90 por ciento. ¿Por qué? Porque queremos tener un margen para el año 2005, donde pensamos que la gestión de cobranza va a ser muy activa. Piensen ustedes que hemos prestado al sector privado 5.300 millones de pesos y que nos debe el 60 por ciento, que está en mora. Entonces, tenemos que cobrar más de 3 mil millones de pesos. Eso es mucha plata para los números del Banco de la Nación Argentina. Nosotros lo tenemos totalmente previsionado. De todas maneras, queríamos tener este colchón porque esperamos cobrar con esta gestión y, a la vez, activar a muchos a deudores que están refinanciando su deuda. Por eso somos tan agresivos no solamente en cobrar sino en refinanciar. Si una deuda refinanciada pagó el 25 por ciento nosotros la podemos subir a cartera normal, con lo cual ese indicador lo vamos bajando permanentemente. En esta otra transparencia vemos los activos del banco. Disponibilidades representa prácticamente la liquidez excedente. También están Otros Créditos de Intermediación Financiera que son, fundamentalmente, líneas de crédito con el exterior, líneas de créditos entre bancos, títulos públicos y privados. Fíjense que, además de los préstamos, nosotros tenemos una gran cantidad de activos en títulos públicos. ¿Qué pagan los títulos públicos después de la pesificación? CER más 2. Entonces, nuestra cartera activa devenga CER más 2. Este año el CER está mejorando, porque al haber un poco más de inflación los títulos públicos nos devengan un buen interés. Por el contrario, el año pasado eso fue muy difícil porque la tasa pasiva -o sea, la que pagábamos en los depósitos- era del 30 por ciento. Así, con la inflación del año, hubo una pérdida muy grande. Este año empezó distinto: la tasa pasiva es del 3 por ciento. Por ejemplo: 9.800 millones devengan CER más 2 en este momento. ¨Puede ser muy buen promedio para que el año, en el Banco Nación, termine mejor en su relación entre ingresos y egresos financieros. El banco tiene Compañías de Seguros, AFJP, Filiales en el Exterior y Otros que son, fundamentalmente, distintos activos que se utilizan para la propia actividad financiera -por ejemplo, marcas. En la próxima transparencia vemos la Participación en Otras Sociedades. El banco tiene acciones del BICE, que es el Banco de Inversión y Comercio Exterior. En la siguiente, tenemos toda la descripción: la más grande es la AFJP. Los pasivos del banco constituyen otra manera de mirar la misma situación. Están los depósitos y los redescuentos que se pidieron en el momento de la crisis. Vemos aquí la situación de Patrimonio Neto. Esta es la situación actual del banco. En el cuadro siguiente están las Cuentas de Resultado. En 2003 el banco tuvo una pérdida operativa de 1.400 millones de pesos. Para un banco que tiene actualmente un patrimonio de 2.800, es muy grave el hecho de que solamente en un año se haya comido la mitad de su patrimonio por toda la pérdida: por los créditos que no se cobran, por los intereses que se pagan y por el propio costo del funcionamiento. De hecho, lo peor fue todo el esquema financiero del año anterior: los cargos por incobrabilidades adicionales, que son las previsiones que realizamos. Ahora bien, si uno agrega otras ganancias que tuvo el banco, la pérdida de 1.400 millones de pesos se reduce a 760 millones, que es una cifra altísima de todas maneras. Así terminó el año. Es el balance que firmamos en abril referido a todo el 2003. Ustedes podrán advertir que hay una cuenta muy importante llamada Otros Resultados. Cuando nos hicimos cargo, la proyección para fin de año era perder 1.400 millones. En un banco con un patrimonio de 3.500 millones de pesos en ese momento, según el balance de 2002, si perdíamos 1.400 millones de pesos nos quedábamos con una institución de menos de 1.000 millones de dólares de patrimonio. Esa cifra determina cuánto puede captar el banco; o sea, en cuántas veces del patrimonio nos podemos endeudar. En consecuencia, el número del patrimonio afecta toda la operatoria bancaria. En un momento en que veníamos creciendo, si se nos interrumpía esa posibilidad, era muy grave para nosotros. Entonces, dijimos que teníamos que parar esa situación, porque si la pérdida llegaba a 1.400 millones en lugar de 760, nos quedábamos con unos indicadores de patrimonio muy debilitados. ¿Qué fue lo que se hizo? Un exhaustivo análisis de activos y pasivos. Ustedes tengan en cuenta que es un banco que viene de una situación muy grave en cuanto al manejo de todo tipo de operatoria. Entonces, cuando uno estudia los pasivos y activos del banco, se encuentra con situaciones que se arrastran desde hace veinticinco o treinta años.. Nos encontramos con que en 1985/1986, en un momento de reestructuración de la deuda, el Banco Central de la República Argentina había hecho depósitos en nuestra sucursal Nueva York por alrededor de 500 millones de dólares. La auditoría nos estaba objetando esa cifra. Por lo tanto, no podíamos subir el patrimonio. Eran 1.500 millones. Entonces, propusimos al Banco Central un canje de la deuda. La negociación fue dura. De los 500 millones de dólares les pagamos el 37 por ciento; o sea, menos de 200 millones de dólares. Teníamos una buena situación de disponibilidad. Compramos los dólares en un momento en que estaba bajo el tipo de cambio. De esa forma, registramos una ganancia contable -no financiera- de casi 1.000 millones. Entonces, pudimos previsionar esos 1.000 millones en el balance y poner la diferencia en Otros Resultados para poder bajar la pérdida, de manera que nuestro patrimonio al 31 de diciembre de 2003 fuera de 2.800 millones en lugar de 2.100. Para este año se ha planteado un serie de negociaciones con el Ministerio de Economía, sobre todo con la Secretaría de Hacienda. En otras épocas, el banco avaló una gran cantidad de operaciones del sector público, como la compra de turbinas de Yacyretá, insumos para hospitales, obras públicas de las provincias, etcétera. El país entra en default, pero el banco no puede porque es comercial. De lo contrario, las casas centrales de los países en los que el banco está ubicado nos inhabilitan para operar. Entonces, como banco seguimos pagando todas las deudas avaladas por la Secretaría de Hacienda. Esperamos que se realice este canje de deuda y que Hacienda nos reconozca la deuda. Les comento que la Secretaría de Hacienda nos considera como a cualquier otro banco. Prácticamente, hemos pagado otros 500 millones de dólares con capital propio de estas operaciones. Si esto tiene un impacto en el balance, se vuelve a reducir el patrimonio. Pero sería distinto si nos dan títulos, por ejemplo, de estos nuevos que se van a emitir, por estos 500 millones. El tema es si logramos seguir funcionando bien; si tenemos un activo que está perfoming, como se dice en el mercado -o sea, que está pagando sus intereses-. Habrá que ver si la auditoría y las normas contables no lo considera como un activo que suma al patrimonio. Otro de los problemas que tenemos es el de los amparos. El Nación es el banco que más amparos tiene en todo el sistema: unos 2.000 millones de pesos. El Banco Central permite a todas las entidades financieras activar la diferencia de cambio de los amparos. No sé si ustedes se acuerdan cómo funcionó esto. Venía un depositante y decía que, como puso 50.000 dólares, se quería llevar 50.000 dólares. Iba a un juez que le decía que sí. El banco en cuestión -porque no nos pasó sólo a nosotros sino a todo el sistema- le decía que le iba a dar 1,40 más CER por dólar, que era lo que establecía el decreto 314, de pesificación. ¿Qué le decía el juez? Que teníamos que devolver al tipo de cambio libre. Entonces, la diferencia entre 1,40 más CER y el tipo de cambio libre -que en algún caso llegó a 3,50, en otro 3,20 y ahora a 2,90- la paga cada banco de su propio bolsillo. ¿Por qué? Porque el 1,40 más CER era lo que reconocía el gobierno. Entonces, la diferencia entre 1,40 más CER y el tipo de cambio de cada momento, en estos dos años en que los amparistas se fueron llevando sus depósitos, las normas contables hacen que los tengamos que ir pasando a pérdida. En sesenta meses tenemos que pasar a pérdida esa diferencia. Esa es la famosa compensación que no se aprobó. Salió la diferencia entre el CER y el CVS, pero no la de los amparos. El ministro de Economía dijo muy claramente que los accionistas deben capitalizar a sus bancos porque es un riesgo comercial que asumieron. En nuestro caso el accionista es él: o sea, el ministro de Economía, el gobierno nacional. Por eso, todas las semanas vamos con el mismo planteo al ministro de Economía. Muchos bancos extranjeros que se quieren quedar en la Argentina lo entendieron y están capitalizando su bancos. Como se van a quedar, quieren registrar la menor pérdida posible para poder incrementar los negocios, para lo cual necesitan tener un patrimonio neto grande. Esperamos que este año se dé lo que pedimos. Si no, vamos a venir a pedir auxilio aquí. Si siguen cayendo estos 2.000 millones nos quedamos prácticamente sin patrimonio, con lo cual no vamos a poder funcionar. Esto de los amparos es por cinco años. Son sesenta cuotas. O sea, tenemos tiempo. Si la capitalización no se hace en este año puede ser que se haga el año que viene. Entendemos que es justo que el mismo argumento que corre para todo el sistema también corra para nosotros. En este caso, no es que hay que salvar al banco por una mala gestión o porque fue una mala asignación del propio banco, sino que fundamentalmente tuvo que ver con la salida de la crisis. Estas son las situaciones más graves con las que nos encontramos en el banco. Nos dimos una serie de políticas para salir de esto. Hicimos una reforma interna importante para lograr un banco más ágil; más eficiente; que atienda mejor a la clientela; que tenga más flexibilidad a la hora de tomar decisiones. Nosotros decimos que nos encontramos con un elefante que es bueno, fuerte, leal, que está en todos lados, pero que estaba sentado y dormido. Entonces, este año lo que hicimos fue despertarlo y pararlo. Todavía no lo pudimos hacer caminar ni tampoco que cambie el rumbo. Era un banco acostumbrado a grandes operaciones de crédito y de esa manera, en poco tiempo y con poca gente, se registraban importantes movimientos en las cuentas de crédito. Hoy eso no es posible. No hay posibilidad de hacerlo porque los segmentos más rentables están en las economías regionales, en las PyMEs, en los préstamos personales, etcétera. Los grandes tomadores no piden créditos porque están reestructurando sus deudas, tienen problemas de inversiones, etcétera. Quienes están dinamizando la economía fundamentalmente son estos sectores. Entonces, después de esta situación, nosotros tenemos que ese gran elefante hay que redireccionarlo para esto otro sector. Tenemos que reorientarlo. Para reorientarlo, todos juntos lo tenemos que hacer caminar mientras lo hacemos cambiar de dirección. Es un banco fundamentalmente acostumbrado a prestar en Capital y Gran Buenos Aires. O sea, no tiene gimnasia de prestar bien en el interior del país. En el interior del país es un banco donde fundamentalmente ha prestado al sector agropecuario: las tradicionales líneas de siembra y de cosecha. Hoy, el agro tiene más liquidez que el Banco Nación. Cuando yo llegué al banco me enteré de que había un dicho: "El agro no sobrevive sin el Banco Nación". Así lo decían todos los gerentes zonales y del interior. Después de 2003 no se puede decir lo mismo: el agro financió su siembra y su cosecha. El Banco Nación apenas le prestó, porque el agro está más líquido que la institución en este momento como producto de las mejoras en las rentabilidades relativas; por lo menos el agro a nivel masivo. Todo el mundo tiene plena conciencia de que hay sectores que todavía tienen dificultades o demoras para recuperar rentabilidad y dinamismo pero, a grandes números, el impacto de la demanda para créditos de siembra y de cosecha en 2003 no se vio. Entonces, hay que aguzar el ingenio y cambiar las estructuras internas del banco para que pueda prestar de otra manera y a otros actores, porque son demandantes de crédito. Por otra parte, existe un gran problema en el Banco Nación: su atraso tecnológico. El Banco Nación fue escenario de uno de los casos de corrupción más emblemáticos de la década del '90: el escándalo de IBM-Banco Nación. Nosotros internamente todavía estamos pagando los resultados, no sólo desde el punto de vista de todos los expedientes que hay en la Justicia sino también por lo que eso demoró la tecnificación de la institución y su puesta en marcha. Es decir, cuando asumimos el año pasado, recién en diciembre, el banco puso la automatización en todas las sucursales. Hoy este banco no tiene la contabilidad automática. Usa la automatización para determinadas operaciones. ¿Qué quiere decir esto? Que es necesario un sistema para que, como cualquier banco, un cliente con su tarjeta pueda realizar todas las operaciones. En el Banco de la Nación Argentina todavía esto no es factible. Sí están automatizadas las transferencias on line —usted puede depositar en Ushuaia y retirar en La Quiaca a los cuatro minutos—, pero todavía no existe la contabilidad automática. Es decir, todavía se cierran las contabilidades de las sucursales. Todo eso se manda a mano a la zonal, se consolida, se manda a mano a la casa central, se consolida. Por eso siempre somos el último banco que entrega su contabilidad en el Banco Central. Nos dimos un programa de emergencia. Armamos grupos de trabajo específicos, porque no tener contabilidad implica no tener información. Estamos trabajando con los datos de lo que ocurrió en enero o febrero, cuando actualmente todas las transacciones están automatizadas. Para tomar decisiones cada gerente de área, cada director, debería poder apretar un botón y saber cómo evolucionó cada cosa. En el Banco de la Nación Argentina esto no es así, lo que hace que todo se relentifique y que los clientes no quieran trabajar con nosotros. ¿Por qué? Porque si usted va al City, al Galicia o a cualquier otro banco de la competencia, lo mismo que hace el Nación en cuarenta minutos allí se lleva a cabo en diez o quince; y, como dicen en el mundo de los negocios, time is money. Entonces, muchos empresarios nos dicen: "Nos gustaría operar con el Banco Nación, pero no nos dan los tiempos de resolución en muchos de los temas que ustedes tienen que resolver.”: en el Banco Nación no hay tarjetas de crédito automatizadas, no hay contabilidad por cliente, no hay contabilidad automática por sucursales. De hecho, sabemos que somos el banco que tiene que cumplir una función social. De nuestras 650 sucursales 320 trabajan a pérdida. De hecho, no nos gusta decir "a pérdida". Nos gusta decir "cumpliendo una función social". Hay lugares donde el Banco Nación es el único en el que cobran los maestros, los gendarmes y otras fuerzas, porque no hay otra entidad financiera. Queremos decir a toda la comunidad de negocios, al propio gobierno, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Central, que nosotros tenemos estos números, pero parte de esta pérdida tiene que ver con que 320 sucursales cumplen esta función social. Discutamos como comunidad si la queremos seguir teniendo o no, y quién la va a pagar. Discutamos si el Banco de la Nación Argentina tiene que hacer cosas gratuitamente para el gobierno nacional. Por ejemplo, todo el canje de las monedas provinciales lo hizo sólo el Banco de la Nación Argentina en tres o cuatro meses con costos altísimos -traslado de dinero, poner gente especializada, etcétera-. Cuando salió la ley de emergencia habitacional por la ejecución de hipotecas, el Banco Nación hizo el registro de deudores hipotecarios. Ahora estamos con el fideicomiso de las hipotecas, que es una tarea operativa tremenda. Además, requiere de una función social muy alta porque la persona que llega a un mostrador bancario diciendo que están ejecutando su casa y no entra en el sistema porque la ley dice que solamente lo hacen quienes están en mora desde el 1E de enero de 2001 hasta 31 de diciembre de 2003, pregunta “por qué no” . La persona que está en un mostrador en una sucursal de Entre Ríos no sabe por qué no entró. Entonces, nosotros tenemos que tratar de que esa gente que entra a preguntar se vaya contenta del banco; o, por lo menos, con una idea clara de por qué no entró en ese régimen de reestructuración de deudas hipotecarias. Ahora tenemos el tema de lanzamiento de la tarjeta social. El banco tiene 2 millones de usuarios de tarjetas de débito. En un mes y medio vamos a tener el doble. Además, está el choque de culturas que existe entre un cliente bancario y un beneficiario de un plan de “Jefes y Jefas”. En este momento, el Banco Nación está pagando solamente 200 mil planes sociales. Vamos a pagar 2 millones a partir del año que viene. Todo es sin poder tomar personal porque, de lo contrario, estaríamos incrementando los costos operativos sin poder cobrar a los beneficiarios ya que debemos atenderlos gratuitamente. Todos estos son problemas de la operatoria. De hecho, cuando uno cuenta la verdadera realidad del banco a veces se le escapa, pero somos los que lidiamos con los reclamos todos los días; y también nuestros empleados, porque cuando un cajero dice que se le cayó el sistema no puede por qué explicar a cada cliente. Al cliente sólo le importa hacer su trámite e irse enseguida. Por supuesto, hay lugares donde el sistema se cae más. Por ejemplo, El Chaco es uno de los lugares donde más problemas existe con el sistema. El problema lo tiene desde el que viene a buscar un saldo de deuda hasta alguien que tiene que pagar la tarjeta de crédito. Tenemos que mandar al cliente al banco de enfrente y, después, hacer la transferencia porque no tenemos sistema. Por eso, sin sistema no existe la información. Se puede realizar algún trabajo artesanal a través de un grupo que resuelva cada tema, pero tampoco se puede poner todo junto. La estructura colapsa porque uno no puede llegar a una sucursal un sábado, poner todo junto y el lunes abrirla toda nueva, pues hay personas que no saben usar las máquinas. Hay que hacer un plan gradual día por día, donde tenemos todos que ir viendo lo que hay para hacer, de aquí a dos años, para que este banco cumpla el standard del resto del sistema. Podría seguir hablando y contarles el tema de la mora de cada provincia, la situación de los deudores agropecuarios, las líneas de crédito nuevas, pero me gustaría que ustedes me vayan preguntando sobre los temas respecto de los cuales tienen mayor interés. Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador López Arias. Sr. López Arias. — Uno de los grandes temas es el del pasivo. ¿Cómo se piensa encarar este pasivo? ¿Cuáles son los planes de refinanciación? ¿Qué medidas se van a tomar? Sería mucho más grave el panorama si, además, comparáramos que mucho de los que deben al Banco de la Nación no le deben a la banca privada, porque generalmente existe esta cultura de que al banco privado se le paga y al Banco Nación no. De todas maneras, hay que salir con un esquema de refinanciación muy agresivo y rápido, tratando de que la gente se reincorpore. Quiero que me explique eso antes de pasar a las preguntas, pues este tema es central. Sra. Miceli.— Ningún banco en la Argentina o en el mundo puede sobrevivir con esas tasas de incobrabilidad. Cuando nosotros llegamos al Banco sabíamos que ese era el principal problema a resolver, porque el tema de los títulos públicos que están en default no lo podemos resolver hasta que no salga la reestructuración general de la deuda. Ahí veremos cómo los negociamos. Lo único que podíamos hacer era trabajar con la cartera en mora del sector privado. Entonces, ¿qué dijimos? Basta de refinanciaciones masivas. Se acabó el festival de refinanciación en el Banco de la Nación Argentina. Este es un banco como cualquier otro y hay que pagarle. Hablamos con el ministro de Economía y con el presidente de la Nación. Ellos compartieron nuestro esquema de refinanciación y cancelación caso por caso, con normas generales internas. ¿Por qué caso por caso? Porque en refinanciaciones masivas se anota el justo y el pecador. Entonces, como es masiva, le tiene que dar lo mismo a alguien que canceló la deuda con todos los bancos pero no con el Banco Nación, así como a alguien que nunca le pudo pagar a un banco porque se fundió productivamente. Entonces, aunque le den treinta años de refinanciación no produce. En consecuencia, no puede pagar. ¿Qué hicimos? Empezamos a poner en marcha este esquema de caso por caso. En junio dijimos que las refinanciaciones masivas vigentes se suspendían el 31 de julio. Durante esos dos meses -junio y julio- avanzamos en elaborar nuestro propio esquema de “caso por caso”. Nos criticaron en todos los idiomas, sobre todo las entidades del sector agropecuario. Nos dijeron que eso no se conocía, que no íbamos a poder. Hicimos un estudio sobre la cantidad de deudores de cada sucursal de provincia. Teníamos 276 mil deudores en todo el banco, de los cuales 143 mil estaban en mora y el resto en cartera activa. Nos dijimos que teníamos que localizar a esos 143 mil. La gran ventaja del banco es que cada gerente de cada pueblo conoce el nombre, apellido y dirección de cada uno de los deudores. Eso se cargó en una base de datos. Así, tenemos sucursal por sucursal el listado de deudores. Entrando a la central de riesgo del Banco Central, hoy uno puede saber ese deudor con qué banco canceló su deuda, en qué momento y en qué condiciones. Esto pasa muchísimo en el sector agropecuario, que es el que más se queja. Hay una cultura de ese sector de vivir de refinanciación en refinanciación con relación al Banco Nación. Esto no pasa con el Banco de Galicia, que le presta al sector agropecuario y le va bastante bien. Nosotros dijimos que teníamos que bajar esa mora. Llegamos con una mora de 4.744 millones y hasta el 31 de marzo de 2004 la bajamos a 3.895; es decir, cobramos 850 millones de pesos. Para el Nación es como decir que dimos vuelta el banco, porque nunca en toda su historia cobró en diez meses esta cantidad de fondos. La buena noticia es que en ese cuadro que voy siguiendo mensualmente lo que aparece en bordó es la cartera en mora. - La licencia Miceli expone diversos gráficos. Sra. Miceli.- Esto que aparece aquí es a junio de 2003; o sea, cuando llegamos al banco. Se puede apreciar que fue bajando la cartera en mora. Estaba en 62 por ciento y ahora en 54 por ciento. En diciembre estaba en 57 por ciento. A este ritmo, en 2030 más o menos llegaremos a los índices normales del sistema financiero. Es bastante pobre la perfomance. Simplemente se trata de un cambio de tendencia. Cuando nos hicimos cargo del banco el crédito venía en bajada. Tampoco hicimos gran cosa porque prestamos 800 millones, pero por lo menos rompimos la tendencia. Si logramos que este indicador del gráfico crezca y el otro baje, habremos logrado revertir la situación del banco. ¿Qué pensamos hacer? Seguir con el tema del caso por caso, no refinanciaciones masivas. La idea es trabajar con los flujos de fondo de cada cliente para lograr ese claro equilibrio que debe tener el Banco Nación. Sabemos que hay clientes que no pueden pagar porque están en un sector productivo castigado; que tiene razones para no pagar; que no tienen garantías porque sus propiedades se devaluaron o porque las utilizaron para otras actividades. Las deudas del banco son deudas viejísimas. Por eso digo que hay una cultura de no pago. Hay gente que le debe al banco, sin pagar nada, desde 1982, 1983 o 1987. Cada refinanciación es una nueva bicicleta. Es decir, una vez que esos clientes consiguen la refinanciación y se firman los papeles, no pagan ni siquiera la primera cuota después de transcurrido el año de gracia. Por eso no queremos hacer papeles de colores que no sirven para nada, a efectos de que dentro de cinco años la nueva gestión no diga de nosotros exactamente lo que nosotros dijimos de los que estaban antes: "¿Por qué tiraron para adelante esa bola de nieve de los deudores en mora?" Para cobrar estas deudas dijimos que debíamos apelar al sentido común. Todo el mundo dice que las tasas de los ‘90, sumadas a la crisis, fueron usuarias. Perfecto; nos hacemos cargo de eso y hacemos una quita muy importante en los intereses moratorios devengados en estos quince o veinte años. Tomamos la deuda de origen. La quita es de acuerdo con el tamaño del negocio, comercio o industria del deudor, y de las garantías que tenga. Esto no depende de nosotros. Tiene que ver con la gestión de la cosa pública y con que en el banco está sentado un síndico de la SIGEN que, con justa razón, nos dice que si alguien tiene garantías no se le puede cobrar menos que el valor de venta de esas garantías. De lo contrario, es malversación de fondos públicos. Si hay una hipoteca de una fábrica que vale 3.000.000 de pesos, la persona debe 1.800.000 y se le hacen quitas para cobrar 1.200.000, ellos preguntan: ¿por qué el banco le está rebajando 600.000 pesos a alguien que tiene bienes por 3.000.000? ¿Porque es amigo de alguien, porque uno quiere, porque nos pusimos alegres con la gente? No se pueden hacer quitas cuando hay garantías que sustentan un crédito. Es difícil que esto lo entienda mucha gente. Con la reactivación económica muchas propiedades se revaluaron. Entonces, el banco está en mejores condiciones para cobrar. La gente dice que no va a vender su casa o un comercio para pagar. Nosotros les decimos que refinancie, porque la actividad económica está mejor. No es solamente un efecto stock sino un efecto flujo. Estamos rastrillando todo el país. Hay una incontable cantidad de presiones para abandonar esta política. Nosotros queremos mantenernos en esta situación porque sabemos que, si hacemos refinanciaciones masivas, otra vez volveremos a asumir la morosidad que hoy ya de por sí es altísima. Traje la información de la mora por provincia. Hay lugares donde la mora llega al 88 u,89 por ciento de la cartera total del sector privado, muy superior al 60 por ciento de promedio de todo el país. En esos lugares, de cada diez pesos que se fueron del banco solamente se pagó un peso. Nos llevó un tiempo tener toda esta información. Nosotros damos por descontado que queremos seguir teniendo un banco que sea público. Para eso hay que demostrar que uno tiene una buena gestión; que se hace cargo de los problemas; que no es inflexible y va a matar al que fue víctima de toda la crisis. Pero sí debe haber una administración medianamente lógica y seria. Ahora va a venir la consultora, en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario, para mirar cada uno de los préstamos que dimos. En 2000 se cambió la Carta Orgánica del banco. Por ley, el banco no puede dar préstamos mayores a 1.000.000 de pesos. En ese momento era 1.000.000 de dólares. Lo que se está discutiendo en el Directorio es si 1.000.000 de pesos es poco, porque equivale nada más que a 300.000 dólares que podemos prestar por empresa, con lo cual nos sacan del negocio -teniendo liquidez- a un montón de empresas. En esos casos, 300.000 dólares es nada con relación a las necesidades financieras que puedan tener. Creemos que es una buena medida. Por la diversificación de riesgos no se pueden hacer grandes préstamos. Nuestra cartera de 4.500 millones está dividida en tres: grandes deudores, que asciende a 1.500 millones -son los grandes deudores emblemáticos de prácticamente de todo el sistema financiero-; 1.500 millones en actividades diversas industria, comercio; o sea, créditos comerciales-; y 1.500 millones en actividad agropecuaria. También con los grandes deudores nos dimos una política agresiva de activación de todas las causas judiciales para poder cobrar. Es bueno saber también que no hay que tener miedo de hacer esto porque se trata de dinero. Si uno activa un embargo luego vienen y pagan. No hay mucho misterio. Es lo que estuvimos haciendo. Sr. Presidente. — Empezamos con las preguntas. Tengo anotados para hablar a los senadores Sanz, Mastandrea, Curletti y López Arias. Usualmente no concedemos la palabra a quien no sea senador, pero el diputado nacional de la provincia del Chaco Héctor Romero se encuentra presente y nos ha pedido la palabra. Sr. diputados Romero. — Seguramente no voy a tener tiempo porque debo asistir a otra reunión; en otra oportunidad. Sr. Sanz. — Una pequeña reflexión y una pregunta consecuente. La reflexión tiene que ver con ese símbolo del elefante que usted utilizó, que comparto. Cada vez que uno escucha hablar del banco, ya sea a la gente de afuera o de adentro, se advierte lo dificultoso que es ser un banco oficial en este país con tantos avatares y, a la vez, manejarse con reglas de juego similares a las de la banca privada. Esto es cierto. Por eso uno no puede ser muy riguroso en el análisis. Siguiendo el criterio del elefante, la reflexión que quiero hacer como hombre del interior, de Mendoza, es el elogiable esfuerzo que están haciendo por recomponer las cuentas del banco, porque no hay otra forma de seguir operando. Pero en igual medida necesitamos a ese elefante en esta otra etapa, en este momento de la economía del país, sobre todo en las economías regionales. No solamente lo necesitamos en la etapa de recuperar los créditos en mora y hacer el esfuerzo para ponerlo de pie y que camine, sino que lo estamos necesitando con urgencia y premura para esa otra etapa. Esto se advierte seguramente cuando usted recibe las noticias de sus gerentes zonales o cuando va por el interior del país; porque la confianza que usted dice que el depositante tuvo en el banco -el flight to quality a la inversa del que hablaba recién- es lo mismo que ocurre a la hora de ir a tomar o pedir crédito. Ese pequeño o mediano empresario; esa PyME del interior del país que hoy está necesitando imperiosamente del crédito para poder aprovechar esta circunstancia favorable de la economía opera con el Banco Nación; y el elefante todavía no aparece. No aparece por estas cosas que usted dice, pero tampoco aparece porque aun sosteniendo líneas de crédito; teniendo inteligencia en plantear un esquema crediticio adaptado a esta nueva circunstancia el recurso humano del banco —esto es, los gerentes de las sucursales y demás— no sale en busca de la empresa que está necesitando. Entonces, por allí no haría falta tanto esperar que el elefante mejore los números sino darle una dinámica; y le quiero transmitir esto a manera de reflexión. Sra. Miceli. — Salir a vender. Sr. Sanz. — Es imprescindible, porque creo que se nos están yendo los momentos de esa bonanza excesiva que hemos tenido —por llamarla así— estos últimos dos años. Entonces, hoy está empezando a generarse la necesidad de una competitividad a partir de circunstancias no artificiales sino estructurales. La pregunta, muy rápida, es la siguiente: ¿qué está pasando con la consultoría o la auditoría que el banco ha licitado internacionalmente y que tiene que ver con el acuerdo de la Argentina con el Fondo? A ver si usted nos puede aclarar un poco esto, porque hay muchas dudas sobre cuáles son los alcances y sería bueno que usted lo aclarara. Sra. Miceli. — El área comercial es cómo vendemos, porque una cosa es cómo compramos. Hay que resolver el stock. El desafío más grande es cómo vendemos para que esto se ponga en marcha y sirva como instrumento de fomento y de desarrollo de las economías regionales y de las PyMEs, que son las que están invirtiendo hoy en la Argentina. También están las personas y las familias. Tenemos una variedad enorme de líneas de crédito. Yo me encuentro en mucho casos con empresas y personas que me dicen que van a las sucursales del banco y el gerente les responde: "No; no está vigente esta línea. Esto no es así. Necesita una garantía porque la línea a sola firma es un préstamo personal." No visitan las empresas de la región. Solamente están sentados en el escritorio esperando que vengan los mismos clientes de siempre, que no vienen —de eso es de lo que no se dan cuenta— porque son los más líquidos, en muchos casos provenientes de lo que antes era la siembra y la cosecha. Hoy no vienen a pedir plata al banco. Entonces, una de las cosas que estamos haciendo, además de llamar a todos los zonales una vez por mes, fue cambiarlos en diciembre. De hecho, se trata de gente de carrera. No se trata de traer a cuarenta vendedores de la calle y pagarles comisión. Aquí está el gremio bancario; están escalafonados; hay que cumplir con la convención colectiva; si el señor se resfrió no puede trabajar. Uno tiene que moverse con lo que hay. No puede decir: "Bueno, esto no existe y me gustaría hacerlo de otra manera". No: hay que hacerlo así. Tomemos como ejemplo lo que ocurrió durante la gestión de Macarone. Trajo 105 personas de afuera y las puso en distintos lugares de la estructura. ¡La estructura se los devoró! ¡La estructura los rechazó! Y la culpa del fracaso la tuvo Macarone. Nosotros dijimos: "No vamos a traer gente de afuera para que no le cuenten nada." Ante la pregunta de adónde está el baño los mandan a la cocina; todo al revés. Los hacen fracasar. Los que vienen de afuera de hecho no tienen la gimnasia de haber empezado a los 18 años desde auxiliar en esa estructura, terminando como gerente a los 40. El desafío es hacerlo con ellos; con los que están. ¿Qué dijimos? Que nosotros vamos a medir resultados. "Ustedes son gerentes zonales." De los cuarenta que había, la edad promedio también es muy importante porque cuando cumplen más de 60, como se jubilan a los 65 y hay una serie de normas de auditoría y de sumarios muy fuertes, nadie quiere arriesgar nada por si acaso, para no tener ningún problema. Eso afecta la gestión comercial. Si un zonal está quedado, todas sus sucursales también lo están porque entran a un ritmo tranquilo; de no hacer nada. Nosotros hicimos un plan comercial. Zona por zona, la idea es que coloquen “tantos” préstamos, vender “tantas” tarjetas, etcétera. Uno se da cuenta de las cosas. Si los que dependen del zonal no responden es porque el zonal no imprime ese ritmo. Entonces, lo que hicimos fue diseñar un plan comercial: asignar resultados, controlar trimestralmente. Entonces, “los que no van”, empezar a cambiarlos pero entre ellos. Además, tratar de que los mayores —los que vemos que no se mueven— pasen a otras áreas que no sean comerciales. Estamos impulsando un régimen de jubilación anticipada que podemos hacer porque mucha gente ya tiene cumplidos los treinta años de aportes y les faltan dos o tres años. Entonces, también estamos impulsando este régimen. La idea también es renovar un poco los cuadros gerenciales para que tengan esta actitud comercial. Debe hacer conciencia de que el banco no sobrevive si no cambia. Pero no es que no sobreviva para mi gestión, sino para su fuente de trabajo. ¿Por qué? Porque a este banco, cuyos clientes más jóvenes tienen entre 45 y 50 años, dentro de veinte años no entra un joven.¡No entra un empresario joven! ¡No entra un productor joven! ¡No entra un joven a depositar diez pesos! ¿Por qué? Porque es un banco viejo. Entonces, esta es una apuesta estratégica. Si queremos un Banco de la Nación que sea “el” banco de la Argentina de los próximos veinte años tenemos que cambiar. Si cuando entra un joven los que atienden son señores muy grandes que tardan una hora y media en traer un papel de un escritorio a otro; donde no hay una computadora... Yo lo sé — perdonen que les cuente esto— porque mis hijos tienen esa edad. Están empezando a trabajar. Ahorran mil pesos, ahorran quinientos pesos y no se les ocurre traerlos al Banco Nación. Van a depositarlo al Banco Macro porque son más ágiles. Se siente más identificados con él. Nosotros tenemos un plan para ir armando clientela joven. Tenemos un plan comercial, pero va a ser para el año que viene porque uno no puede salir a vender esta mercadería si adentro no está aceitado como para poder atender bien. Debemos tener una área de promotoras, un área comercial; o sea, estamos haciendo esa reforma. Se hizo toda una movida muy fuerte con todo lo que es home banking en Internet. Ese fue un desarrollo aparte del Area de Sistemas, que se implementó ahora en enero para dar un poco más de swing a este banco. Igual, yo creo que estas transformaciones se sostienen con una política muy continuada. No hay que ponerse ansiosos. A veces digo: "No puede ser", porque me llegan los comentarios de los clientes. Estamos transparentando con folletos para que lleguen a todas las sucursales respecto de todas las líneas vigentes, de forma tal que el cliente pueda decir al gerente: "No; acá está escrita ‘tal’ cosa"; a las cámaras. A ustedes les voy a dejar esta carpeta para que la tengan y la puedan distribuir. Estamos abriendo líneas de 0800 para clientes a efectos de reclamos. Estamos firmando con Defensa del Consumidor la participación en los tribunales arbitrales de los gerentes cuestionados. Vamos a firmar un acuerdo con la Oficina Anti Corrupción para que los gerentes del banco tengan que presentar declaraciones juradas patrimoniales, porque también tenemos denuncias de connivencia. De hecho, uno no puede estar en cada remate para saber si el que compra es cuñado del abogado o algo por el estilo. ¿Por qué? Porque el país es grande. Hasta ahora lo que hemos hecho es suspender los remates de aquellos productores pequeños y medianos, pero en algún momento el cliente paga, se reestructura o lo rematan: no ha otra. Además, están los casos que nosotros podemos suspender porque somos el principal acreedor; en otros, no. Son muchas las cosas que queremos hacer. Está el tema de la ética bancaria; porque en el banco el Código de Etica dice que el empleado debe atender de traje azul y corbata azul marina, pero no dice nada respecto de que pueda vender y comprar dólares. A veces en el propio banco hay "arbolitos" en las sucursales. Entonces, esas cosas no están prohibidas. No están en ningún Código de Etica. Sr. Cafiero. — ¿Cómo tienen que vestirse las empleadas mujeres? (Risas.) Sra. Miceli. — Las chicas piden uniformes pero eso nos cuesta plata, estamos tratando de aguantar. Sr. diputado Romero. — ¿Que van a hacer con nosotros, los clientes viejos? Sra. Miceli. — Los vamos a atender mejor que nunca, porque hoy en día son los únicos que tenemos. Queremos ampliar la clientela. Es importante también que todo el mundo sepa que en Internet, en la página del Ministerio de Economía, está el tema de la consultoría. Se presentaron tres para que hagan la auditoría nuestra y la del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Todavía no sabemos si se van a asociar entre ellas, para ser las tres juntas, o si va a quedar alguna afuera. Ni siquiera me acuerdo del nombre de la consultora. Eso fue público. Salió en los diarios. Hay que mirar bien esos términos de referencia. Mandamos ciento cincuenta y cinco cartas diciéndoles que había que introducir alguna cosa, pero no nos dieron “bolilla”. Ahora los vamos a tener que atender para que hagan esas tareas. Sabemos que sus resultados no son vinculantes y tomaremos todas las recomendaciones que nos sean útiles. El banco siempre tuvo consultoras trabajando: algunas sirvieron y otras no. Sr. Presidente. — A continuación, tendrán uso de la palabra —para realizar las preguntas— la senadora Mastandrea, la senadora Curletti, el diputado Romero, el senador López Arias, el senador Cafiero y el senador Urquía. Sra. Mastandrea. — Quiero saber si ustedes administran el Fondo Fiduciario de Subsidio a la Patagonia y a cuánto asciende; también, si están dando crédito a las privatizadas como Correos, peajes, ferrocarriles, aeropuerto, etcétera. Sra. Miceli. — El Banco Nación administra todos los fondos fiduciarios públicos. Hay un área que se llama Banca Fiduciaria, que está dentro de la gerencia del sector público. Todos los fondos fiduciarios públicos —que son los creados por ley— los administra el Banco Nación. Entre todos los fondos fiduciarios públicos -el de hidrocarburos, el de construcción de empresas, el vial, el de desarrollo regional- hay ocho o nueve con grandes fondos públicos. Tenemos depositados entre 1.200 o 1.300 millones de pesos entre fondos a plazo fijo y cuentas corrientes. Es una información que siempre manejamos porque los fondos fiduciarios son como grandes clientes del banco. Por eso estamos hablando con Hacienda para ver cuánta plata se van a llevar, a efectos de mantener bien aceitados todos los mecanismos de liquidez... —No se alcanza a percibir las palabras de la oradora porque no utilizó el micrófono. Sra. Miceli. — No estamos dando ese tipo de crédito porque, como ustedes sabrán, están entre los grandes morosos: por ejemplo, Correo Argentino, Yoma, Gualtieri, Aeropuerto 2000, trenes, peajes, Grupo Soldati. En el Banco han pasado cosas raras: por ejemplo, Soldatti pide el préstamo para el Tren de la Costa, el Banco se lo da y, a la semana, el Tren de la Costa se presenta en convocatoria de acreedores. No tengo pruebas, pero cualquiera que trabaja en este medio sabe que la preparación de un concurso como el de Tren de la Costa no se hace en cinco días. Nosotros no podemos ir al Tren de la Costa e imputarlo por algo. En realidad, más problemas tenemos hacia adentro. Todas las empresas que se encuentran en mora están clasificadas con 4 o 5 en el sistema financiero. De hecho, están reestructurando sus deudas. Por ejemplo SANCOR, que todavía está en categoría 2, en este momento está en proceso de negociación de su deuda. Hay empresas importantes como Mastellone y Clarín. Todas tienen crédito. —No se alcanzan a percibir las palabras de la oradora porque no utilizó el micrófono. Sra. Miceli. — Les cuento el caso de Correo Argentino Sociedad Anónima. Hizo una privatización. Tenía que pagar un canon al Estado nacional. Tenía que equiparse para poder cumplir los convenios derivados de esa privatización; construir otro lugar para mudarse con un crédito del Banco de la Nación; comprar unas maquinarias y montar una planta nueva en Pompeya o en Barracas con crédito de la CFI, del Banco de Galicia y nuestro. Se lo ayuda a construir la planta. ¿Qué garantía toma el Banco Nación por eso? El convenio de concesión del Estado; o sea, un papel. ¿Y qué garantía toman la CFI y el Banco de Galicia? La planta y la maquinaria. Todo es una operación combinada. Ahora, cuando uno ve eso —yo digo que las mujeres somos mal pensadas— dice que no es justo. Aquí no vamos mancomunadamente. ¿Qué quiere decir esto? Cuando Correo Argentino dejó de pagar su deuda y cayó en concurso siguió manteniendo la concesión, pero una concesión tal que, cuando se la retira, nosotros nos quedamos sin garantía. Encima, nosotros fuimos avalistas del Correo Argentino en la compra de otras maquinarias. Cuando Correo Argentino cae en concurso, no solamente el Banco Nación está comprometido por lo que puso sino porque tiene que seguir poniendo hasta el año 2008, si mal no recuerdo. Estamos poniendo 600 mil dólares por semestre para pagar los avales caídos de Correo Argentino, que está en concurso desde hace tres o cuatro años. Cada uno tiene un armado distinto. Por ejemplo, en el caso del Grupo Soldati nosotros tomamos la innovación de considerar como grupo la refinanciación. Nos fuimos a una refinanciación con empresas de todo el grupo. De esa manera, por una garantía que tenía TGN en Tren de la Costa, cuando se presenta en concurso nosotros pudimos negociar que ejecutábamos la garantía contra TGN. El caso tiene mucha rentabilidad, todo el mundo lo sabe; ejecutábamos esa garantía si no nos arreglaban el concurso del Tren de la Costa. Fue toda una ingeniería financiera para ver de qué manera se armaba este esquema de presión. TGN, por otra parte, estaba activa, pagando su crédito. Entonces, tuvimos que hacer un esquema de presión por el lado de sus garantías para mejorar nuestra posición en el concurso del Tren de la Costa y, de esa manera, poder reestructurar la deuda del grupo Soldatti en su conjunto. Las empresas del grupo económico en el banco tenían garantías cruzadas y no se consideraba el grupo. Nosotros dijimos que era un grupo económico. Si le pasa algo a una empresa también le sucede a la otra. Este caso fue el primero. Con Aeropuertos 2000 pasa más o menos lo mismo. Sr. diputado Romero. — Dejo un par de hojitas para la presidenta. Sr. Presidente. — Tiene la palabra la senadora Curletti. Sra. Curletti. — Me voy a permitir comentar dos aspectos que señaló la presidenta. Refirió que el Banco Nación presta en Capital Federal y Gran Buenos Aires. Esto es cierto. Tal es así que tan sólo el 15 por ciento de los productores del Chaco pudo acceder a la penúltima resolución del Banco Nación. Falta información. Uno puede haber tenido acceso a la resolución y darla a conocer a los productores, pero los que tenían intención de acogerse al beneficio llegaron tarde. Sra. Miceli. — ¿A qué resolución se refiere? Sra. Curletti. — La penúltima; la de septiembre de 2003. Casi nadie pudo acceder a la otra. Tengamos en cuenta que en situación 5 y 6 está el 81 por ciento de los productores del sector agrícola. Sr. diputado Romero. — Tiene que ver con el pago de bonos “defaulteados”. Solamente se tomó una ínfima cantidad de productores, sobre todo acá en el “país central”, mientras que el resto quedó afuera. Sra. Miceli. — Eso fue antes de que nosotros llegáramos al banco. Sr. diputado Romero. — Sí. ¿La idea es poner justicia en eso? Sra. Miceli. — No depende de nosotros. En todo caso, si hace falta alguna ley u otra norma jurídica, no depende de nosotros. Fue un trámite del decreto 2837 que permitió que los deudores pagasen con bonos. Eso venció. Fue una ley u otra norma jurídica. Sra. Curletti. — Y solamente se circunscribió a la pampa húmeda. Sra. Miceli. — No estábamos en ese tiempo. Sr. diputado Romero. — Pero en este tiempo se están haciendo individualmente. De hecho, se están haciendo quitas de hasta el 30 por ciento que no llegan a la otra gente. Sra. Miceli. — Es así. Sra. Curletti. — En este tema hemos encontrado una solución parcial mediante algunos mecanismos: información a través de las cooperativas, municipios y algunas ONG. En el Chaco preguntan por qué no tenemos esta información. Hay algo que tal vez a usted, como presidenta, se le debe escapar. El Banco Nación a veces está financiando algunos programas de televisión que se ven aquí, en Capital Federal. Se podría revertir esa financiación hacia el interior del país para programas culturales en los que se diga que “con el apoyo del Banco de la Nación Argentina”. Me refiero a programas que sean estrictamente de extensión de la misión de la entidad. Si algún equipo está trabajando en esta cuestión nosotros podríamos asesorarlos en función de las reuniones que hemos tenido en el interior. Se hizo referencia a que el sector agropecuario prácticamente está financiando no sólo al resto de los sectores sino al país. Consideramos que es una situación coyuntural. Podemos decir que en esa situación sólo está la pampa húmeda, no así el resto de las economías regionales. En el Chaco, que es una provincia con el 13 por ciento de las tierras hipotecadas, el 82 por ciento de las deudas está en categorías 5 y 6 y el 88 por ciento de los productores se encuentra en mora. Es una provincia que en un ciclo de diez años tiene factores bianuales, ya sea inundación o sequía. Su base es eminentemente agropecuaria, como en el caso de Formosa y otras provincias del NEA. Esa situación es ajena a la pampa húmeda. Valoramos mucho esa mirada hacia el resto de las economías regionales. Entonces, le pediría que en este análisis, en el que usted muy bien señala que van a atender especialmente a los productores medianos y chicos -a las PyMEs-, se tengan en cuenta las economías de base. Me voy a referir al Chaco. Recién después de la convertibilidad el Chaco podría decir que los saldos exportables de su producción básica -el algodón- estarían en condiciones de redituar tasas de ganancia, pero no lo puede hacer por las deudas de arrastre. Cuando usted analice las deudas de arrastre se va a dar cuenta que en la peor época, la de la convertibilidad, cuya ley decía que no podían incrementarse las tasas, la deuda del sector agropecuario sufrió un incremento del 381 por ciento, que se fue acumulando. La felicito por la última resolución: la de septiembre de 2003. Sra. Miceli. — La relativa a “caso por caso”. Sra. Curletti. — La que incorpora el recálculo de la deuda. A veces la mirada de la Capital Federal es distinta. Le diría que incorpore una mirada con una atención especial hacia el resto de las provincias. En el NEA y el NOA tenemos lo que llamo una situación inversa. El grueso de los productores deben poco y pocos deben mucho. Esta situación la puede apreciar cuando analiza las curvas del gráfico. Hay que tenerlo en cuenta, muy especialmente con relación a lo que ocurrió en el ciclo productivo. En el decenio va a encontrar cada dos años factores climáticos que inciden. También me permito sugerirle una especial atención a la cuestión legal. Como dije, tenemos el 13 por ciento de las tierras hipotecadas. Formosa y Corrientes deben estar en la misma situación. De hecho, existe una situación en la que debo reconocer que no todos pero sí gran parte de estos gerentes, aun cuando sean viejos y estén bastante atrasados, tienen una voluntad de solucionar el problema; no así la parte de los abogados. Le debo decir que pertenezco al grupo de Mujeres Agropecuarias y la mayoría de las veces hemos frenado algunos remates —las Mujeres seguirán haciéndolo—. Entonces, le pido por favor que se ocupe personalmente de esta situación que se está produciendo, especialmente en los pequeños productores. Se ha dicho que se reconvirtió el sector agropecuario respecto del tema de la soja. De hecho, no es así. Yo no me quiero extender en este tema, pero le voy a adjuntar algunos trabajos que tenemos para que usted vea que la estructura productiva no ha cambiado y que se trata de un disfraz de reconversión: no es tal—; de manera que la deuda genuina de los genuinos productores sigue permanente. Le pido especial atención en este tema. Sra. Miceli. — Perfecto. Estos son los casos en los que digo que uno tendría que sentarse a discutir políticas. Porque, en realidad, un banco no puede dar subsidios. Entonces, ¿qué tendríamos que hacer nosotros si somos un banco y debemos cumplir con las normas de Basilea, con lo que pide el Banco Central, con la contabilidad, etcétera, etcétera? Decir: "Bueno, si no hay producción y existen problemas con estas economías, que intervengan la Secretaría de Agricultura, el gobierno nacional o no sé quién subsidiando esta producción.", como lo hacen todos los países del mundo. Los subsidios no los dan los bancos: los dan los entes de desarrollo, los dan las corporaciones, las agencias de promoción, de fomento, etcétera. Quizás uno debería estar pensando qué instrumento le falta a la Argentina hoy para tener un desarrollo distinto desde lo financiero. Después de la reestructuración del sistema financiero en los '90 quedó un solo banco público nacional: el de la Nación Argentina. Si hoy el gobierno quiere hacer política de vivienda social no la puede llevar a cabo porque no existe el Banco Hipotecario. El BICE presta a los bancos para que presten al sector productivo y al agropecuario. No existen bancos provinciales como antes, con quienes podíamos compatibilizar políticas. Antes no existían las normas de Basilea; ahora sí. Lo que yo digo es que a un solo instrumento no se le puede pedir todo. Al Banco de la Nación Argentina no se le puede pedir que cumpla las normas de Basilea, que le perdone la deuda a los deudores, que haga fomento, que preste a tasa barata, que no cobre, porque todo junto se rompe y destruye el instrumento. Es un poco lo que venimos hablan a todo nivel: con la Secretaría de Agricultura —porque muchos son productores agropecuarios— y con los ministerios provinciales. Hay que hacerse cargo del derrumbe de cada sector productivo. No es tan difícil. Cada uno sabe dónde está el algodón, donde están los cítricos, donde está la yerba, quiénes son los productores, cuánto deben. Es cuestión de juntarse, trabajar y decir: "Bueno, ¿qué hacemos con este sector?". El algodón: aunque yo refinancie a cincuenta años, si no produce el campo no va a poder pagar nunca la deuda. ¿Entonces qué hacemos con eso? ¿Ponemos el activo en un fideicomiso? ¿Hacemos una política específica para que el sector público nacional, provincial o municipal aporte “tal” cosa? Está el INTA. ¿Qué puede aportar? ¿Tecnología, granos, semillas? ¿Cómo se rompe la cadena productiva de ese sector para que el productor no tenga que padecer siempre a quién le vende la cosecha? Porque después el banco pone todo y el productor termina vendiendo a la cuarta parte de lo que cuesta la cosecha a otro. Entonces, la ganancia no llega ni al Banco de la Nación Argentina ni al productor sino a un tercero. Son cuestiones que trascienden. Nosotros podemos seguir diciendo "damos la refinanciación". De hecho, la norma del 4 de septiembre está vigente. Todo el que quiera puede entrar. Hasta hemos mandado cartas uno por uno a cada deudor de cada sucursal explicándole la norma. El que no vino fue porque no quiso. Todavía la tenemos vigente, pero vamos a hacer otra campaña. Ahora, quien no se presente a esa campaña también hay algo de actitud donde uno no puede ir a buscar al deudor y decirle "vení". Hay deudores que no pueden producir porque tienen problemas con la AFIP al no estar en blanco sus trabajadores. Nosotros no podemos solucionar esos problemas tampoco. No podemos decirle: "Vení, te refinanciamos y te perdonamos que estés en negro con la AFIP". No podemos hacerlo justamente porque somos el Banco Nación. No podemos permitir lo negro impositivamente o de trabajadores. Estas cosas son para discutir más desde hacer políticas; políticas para los sectores; trabajar en políticas activas que permitan quizás articular, porque todo eso se hace pero me parece que no está articulado. Sr. Marín. — Quería indicar que se nota un contraste entre lo que son créditos del interior y los grandes, como usted dice. — Se deja expresa constancia de que el señor senador Marín no utilizó micrófono. Sr. Marín. — Los del interior tienen relación directa con la producción. Son monedas en proporción con lo que se llevaron los grandes, que no tienen asiento en el interior; que están acá, en la Capital, muy cerquita. Algún responsable tiene que haber. Está el planteo de la señora senadora por el Chaco en cuanto a ver cómo se puede considerar a los pequeños productores. Porque el Banco Nación tiene consideración para los grandes deudores, pero no para los pequeños. Los pequeños no tienen la oportunidad de asesoramiento jurídico —convocatoria, plazo, relaciones públicas —. Ese es el contraste. Usted hablaba de swing. Les faltan bastantes músicos. Sra. Miceli. — Quiero aclarar que cuando nosotros hicimos la resolución del 4/09 con recálculo de la deuda fue justamente para contrarrestar el efecto de los grandes deudores. Desde nuestra política, nadie nos puede decir que dimos más quitas a la deuda de un gran deudor que a los productores pequeños. Hasta hemos contemplado en la resolución del 4/9 quitas adicionales para los que estuvieron en emergencia agropecuaria período por período, no una cosa general: período por período. Ese cuadro de quitas se hizo justamente, porque como tenemos totalmente clasificada la cartera -hasta 10.000, de 10.000 a 50.000-, para que ninguno de los grandes pueda llevar más quita que la que llevan los distintos productores. De lo contrario, estaríamos haciendo la política al revés. Sra. Curletti.- En el caso de la provincia del Chaco, el 75 por ciento debe el 37 por ciento, y el 25 por ciento de los productores debe el 63 por ciento. Entonces, ese 75 por ciento, que son pequeños productores, es lo que mencionaba el senador Marín. Allí es donde le pedimos una mirada especial, porque no tienen otra cosa que migrar del campo a la ciudad y convertirse en miserables ya que la ciudad no los acoge de otra manera. Sra. Miceli.- Es así, senadora. Nosotros tendemos es a eso. Tenemos toda la presión de las entidades del sector agropecuario, que nos piden permanentemente que esos beneficios lleguen a los deudores de más de 200 mil, por ejemplo; que lleguen a esos grupos de deudores, pero nosotros tratamos de resistir. Sr. Presidente.- Para finalizar, tienen pedida la palabra los senadores López Arias, Cafiero y Urquía. Expongan ustedes las preguntas y hacemos después el cierre. Tiene la palabra el senador López Arias. Sr. López Arias.- Gracias, señor presidente. Algunas inquietudes que plantearon quienes me precedieron en el uso de la palabra son las que iba a manifestar. En primer lugar, presidenta, realmente la falta de información en la línea de las sucursales del interior ha frustrado muchísimas buenas intensiones y han sido grandes negocios para los centros de Capital. Creo que una de las grandes políticas del banco tiene que ser cómo solucionar este problema para que esa desinformación del gerente o del empleado del banco, cuando alguien va a pedir datos -de hecho, muchas veces no tienen idea- realmente no ocurra más. Considero que esta es una de las grandes tareas que debe llevar a cabo el banco. Lo digo yo, que soy hijo de jubilado bancario y he vivido parte de mi adolescencia en casas del Banco Nación; o sea que lo expreso desde el cariño. Pero realmente es así. El tema del recálculo de deudas es una cosa muy positiva. En el planteo que usted mencionaba de aquellos que tienen garantías más o menos sólidas, que no se le conceda algún tipo de quita provoca situaciones injustas, sobre todo en la pequeña y mediana empresa, que es lo que a mí me preocupa. Si realmente reconocemos que hubo una situación con las tasas de interés; con esta bola de nieve de créditos que ha hecho que muchas de las deudas sean impagables, muchos pequeños y medianos productores por la devaluación o por la salida de la convertibilidad se encontraron con que nominalmente sus bienes aumentaron el valor. Entonces, aparecen con garantía suficiente, pero la evolución de su actividad no les va a permitir enfrentar sus compromisos y ponerse al día con los créditos en la medida en que no se aplique también este sistema de quita. Eso es lo que va a permitir que mucha gente que quiere pagar no se encuentre fuera del beneficio. Hay que mantenerlos en una actividad económica que sea generadora de riqueza y de empleo. Para la economía argentina es central. En mi caso soy representante de Salta y este tema es un problema para todo el norte. Entonces, tenemos que resolverlo. Es un tema totalmente aparte, pero creo que su intervención va a ser importante. Entre las actividades no rentables del Banco Nación se olvidó de enumerar el tema de la propiedad participada de YPF. Según la información que tenemos la está haciendo bien: el cuello de botella está en el Ministerio de Economía y no en el Banco Nación. Entonces, esa no es esa mi queja. Lo cierto es que hay muchos “beneficiarios” -entre comillas, porque en realidad son “perjudicatarios”- del sistema de propiedad participada que están en condiciones de jubilarse. Les faltan aportes pero tienen la edad, quieren algún tipo de mecanismo y no saben cómo obtenerlo para que esto que están recibiendo como beneficio puedan ponerlo como aporte jubilatorio. Esta es la única forma de solucionar permanentemente este problema porque, de lo contrario, el que recibe estas liquidaciones se gasta el dinero. Si pueden hacer este aporte, es una solución permanente para él y su familia. Yo sé que existe buena predisposición de la gente que se ocupa del sector previsional del Banco Nación, pero también creo que hace falta una bajada de línea de la más alta autoridad del banco para que haya un trabajo conjunto y se pueda ayudar a encontrar una solución definitiva a su problema. Por otro lado, hay una declaración de emergencia del Departamento de San Martín, en Salta: la zona de Tartagal y de Mosconi. Son únicos los problemas que tenemos ahí. Ya fue reglamentado por el Banco Central, pero el Banco Nación no sacó la resolución respectiva todavía. Esto se los dejo como inquietud. Nosotros le hicimos llegar los antecedentes a la gerencia general del banco. Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Cafiero. Sr. Cafiero.- Dada la precaria situación patrimonial -si así se puede llamar- del banco; su desactualización tecnológica; la vejez de la institución -no en el sentido de la senectud, porque a veces la vejez es sabiduría; otras, síntoma de decadencia o por lo menos de haber dejado pasar los mejores años de la vida-: ¿usted cree que puede haber alguna chance de que los intentos privatistas que quieren transformar al Banco Nación en una empresa por lo menos mixta y para muchos totalmente privada? Sr. Presidente.- Sigue con preguntas el senador Urquía. Sr. Urquía.- Ante todo quiero disculparme por llegar tarde, pero ayer en la provincia de Córdoba tuvimos una visita muy especial. Así que no llegamos a tiempo para el inicio de esta reunión. Me alegro mucho que compartamos el diagnóstico. Tengo una serie de sugerencias; pero, más allá, creo que debemos poner manos a la obra porque el interior lo necesita. Yo vengo del sur de Córdoba, donde muchos años atrás la presencia del banco era determinante. Hoy realmente es muy tenue. Un elemento trascendente, que a veces suena duro pero que podría cambiar la historia del banco, es que la casa central se fuera de la Capital Federal. Hay otros países donde de una buena vez por todas salieron de los grandes centros estos organismos mega y empezaron a funcionar bien. Por eso mi sugerencia es que se vayan de la Capital Federal. (Risas.) Después, en privado, les voy a decir a dónde quiero que vayan. Parece duro, pero le aseguro que vamos a curar muchos males de cuajo. Nosotros notamos que la gente crece en el escalafón por edad y no por capacidad; y ese es un mal tremendo. Considero fundamental lanzar rápidamente un plan de capacitación, por lo menos a nivel de gerentes zonales, con reuniones trimestrales o mensuales. Es la única forma que tenemos de movilizar a los gerentes de sucursales. Como bien dice usted, a quien le quedan cinco años por jubilarse lo que quiere hacer es no hacer nada para no tener sumarios. Eso nos hace muchísimo daño. Como integrante de una empresa del interior -y que participó en las privatizacionesme siento tremendamente mal por lo que usted comentó, porque es una competencia desleal, además de todo el daño que le ha hecho al país. Sinceramente, los que estamos en el interior somos “nenes de pecho” porque esta no la vimos ni la sentimos. Creo que la gran mayoría de las empresas que entró a la privatización tiene crédito del Banco Nación y está en incumplimiento; tras directamente no han tenido crédito de este banco. Y quiero comentar porqué no son todas. Por otro lado me preocupa la sucursal que de pérdida. Si la sucursales que dan pérdida están en una zona en donde queremos desarrollar me parece fantástico; apoyémosla. Pero sería bueno si en algún momento podemos tener el listado; que no nos llevemos la sorpresa de que la sucursal que da pérdida al Banco Nación está en San Isidro, porque eso sería catastrófico. -Varios senadores hablan a la vez. Sr. Urquía.- Se lo digo cariñosamente al senador Cafiero, a pesar de lo del domingo pasado. (Risas) Realmente, sería triste que una sucursal esté dando pérdida en una zona que no necesite. Esos son temas que se pueden sacar en un mes. Consulto a la señora presidenta del Banco Nación si esto que leímos en los diarios referente a los 20 mil millones de pesos que tiene el Estado nacional por el superávit fiscal en el sistema financiero, gran parte está a nivel de depósitos dentro del banco. Después quiero sugerirle, con mucho respeto, que en el listado de empresas donde el Banco Nación tiene una injerencia suprema, como las sociedades de garantías recíprocas, quizás sean consideradas como herramientas interesantísimas para apoyar a las pequeñas y medianas empresas. Como integrante de la Comisión de Economías Regionales y PyMEs, sería importantísimo que pudiéramos tener un vínculo muy cercano con ese tipo de empresas. Considero que en el cortísimo plazo, hasta que Banco Nación pueda instrumentar todo lo que usted nos comentó, tal vez esas PyMEs puedan oxigenarse. Esto es básicamente lo que le sugiero. Si mis colegas me lo permiten, como ocurre con otras instituciones, sería bueno que para unificar la inquietud, ya que uno a veces como senador de una provincia recibe muchísimas inquietudes de entidades u organismos, pudiésemos tener un nexo de su total confianza a efectos de llevarle todos los problemas. Así, él podrá diseminarlos por el banco. Digo esto porque, por ejemplo, a nosotros nos llega gente con un problema con el fideicomiso que tiene el Nación por haberse hecho cargo de créditos del Banco Bisel o del Banco Suquía, y a veces nos cuesta dar con la persona indicada pora tratar de discutir una solución. Por eso -con todo respeto- le pregunto si existe la posibilidad de tener un nexo fuerte, de su confianza, que nos facilitaría muchísimo las cosas a todos. Le agradezco su presencia. Realmente me sorprende el diagnóstico que hizo. La felicito sinceramente. Sr. Presidente. — Hemos finalizado las intervenciones de los senadores. El diputado Romero se ha tenido que retirar y me ha dejado escrito un requerimiento, básicamente vinculado a cómo se aplica el VERAZ para los créditos. Pregunta si considera que el sistema de quitas no debería tener un carácter más genérico y no tan particularizado. Son dos preguntas que se desprenden del tema. La tercera inquietud se refiere a que, en el caso de la provincia del Chaco, existe financiamiento de empresas que proveen agroquímicos a través de un sistema informal, lo que condiciona el financiamiento de capital de trabajo porque no pagan al banco sino a estas empresas; y con altos costos. Le quiero agradecer muy especialmente su presencia, señora presidenta, en nombre de todos los colegas de las distintas comisiones que están aquí presentes. Los senadores Marín, Mastandrea y Urquía, presiden las comisiones de Economía Nacional e Inversión, de Industria y Comercio y de Economías Regionales, Micro, Pequeña y Mediana Empresa. Se está registrando versión taquigráfica de esta reunión. A través de la página Web del Senado (www.senado.gov.ar) se podrá acceder a la versión taquigráfica, que seguramente estará lista el lunes; también a las fotografías del evento. Se remitirá a la señora Miceli copia de la versión taquigráfica para que le quede constancia de todo lo que se habló aquí. Me gustaría hacer un resumen de las cuestiones planteadas para que usted pueda contestarlas. En primer lugar, el tratamiento de los préstamos para departamentos en emergencia o que han sufrido procesos de emergencia, como en el caso de la provincia del Chaco. En los últimos siete años muchos departamentos de la provincia han tenido contingencias climatológicas adversas, lo que ha generado imposibilidad de pago.¿Cuál va a ser la modalidad para más adelante, independientemente de la resolución del 4 de septiembre, fundamentalmente por lo que siempre se plantea; esto es, el temor a procesos de embargo o ejecuciones hipotecarias, que dañarían fuertemente la economía regional? En segundo lugar, si usted considera que sería necesario trabajar en un programa de capitalización de la entidad. Si es necesario que cooperemos desde el Senado, quedamos a disposición para lo que usted disponga. En tercer lugar, si es factible establecer estrategias de financiamiento para economías regionales con mayor direccionamiento. O sea, tenemos un sector agropecuario que puede funcionar en base a este esquema de financiamiento; también procesos de industrialización en muchas de nuestras provincias. Entonces, sería interesante que estas líneas de crédito puedan tener difusión, como se ha dicho. Creo que es extremadamente importante que lo podamos hacer. El nexo que proponía el senador Urquía es muy importante para todos nosotros, de manera tal de poder canalizar en una sola persona los trámites que muchas veces llegan a nuestros respectivos despachos y se nos acercan en las recorridas que hacemos. Otro tema es la disponibilidad de casi el 20 de la cartera que tiene la AFJP del Banco Nación, que debe tener destino en economías regionales. Por ahí, el banco podría trabajar en emisión de acciones para inyectar capital propio y comprar acciones de empresas familiares pequeñas y medianas en las provincias. Esto induciría a generar crecimiento económico y de empleo productivo. Por último, la relación con al VERAZ. Hemos tenido un comentario del presidente del Banco Central el año pasado respecto de que no plantea el VERAZ como condicionamiento para el otorgamiento de créditos. Los trámites que tienen que hacer algunos deudores con relación a su situación en el VERAZ son engorrosos. La sola figuración en én hace que no sean sujetos de crédito en otras entidades financiares. ¿Cuál es el tratamiento que da el Banco Nación a los que figuran en el VERAZ? Este es el resumen de preguntas. Sra. Miceli. — Estuvimos conversando sobre varias de estas cuestiones. La respuesta a casi a todas estas preguntas es “sí”. Hemos considerado el tema de emergencia. Si es poco, podemos volver a considerarlo para darle mayor prioridad; mayor preponderancia en la reducción de tasas y capital. En esto no hay ningún problema porque es una facultad que tenemos. Hemos firmado un convenio con la Secretaría de Agricultura. En cuanto a la capitalización del banco, también la respuesta es “sí”. Todo lo que sea ayuda e ideas, bienvenido. D hecho, todos queremos que este banco pueda funcionar y sirva como verdadero instrumento de desarrollo económico de la Argentina, para lo cual se necesitan recursos y posibilidades de trabajar con una perspectiva a futuro. La AFJP tiene desarrollada actualmente iniciativas de ese tipo. Tenemos varias inversiones. Con Mendoza estamos trabajando muy bien porque el banco es agente financiero de la provincia. Se han elaborado financiamientos muy precisos y baratos para la gente de la provincia, relacionados con las actividades productivas que fijó el gobierno provincial. Con el gobierno de la provincia de Tucumán empezamos a hacer lo mismo. Son las nuevas experiencias que queremos desarrollar. No podemos ser un banco que diseñe el mismo traje para todo el país. Hay que hacer trajes a medida para cada economía regional porque son distintos tipos productivos, distintas época de recupero de la inversión, distintos plazos de los flujos de fondo. Entonces, tenemos que hacer trabajos a medida. Con Mendoza tenemos un estudio de los problemas y empezamos a solucionar algunos desde el punto de vista del financiamiento, que es lo que nos atañe. Como decía, ahora estamos haciéndolo con la provincia de Tucumán. Todas aquellas provincias que tengan esta posibilidad lejos de molestarnos nos viene muy bien porque es lo que nos permite ajustar nuestra oferta de crédito y financiamiento con todos los instrumentos que tenemos -esto es, leasing factoring, recursos de la AFJP, seguros-, que en el caso de determinadas producciones locales son muy importantes. Este es un grupo económico que tiene una cantidad de instrumentos financieros. Una vez detectada la necesidad se puede poner en marcha para resolver los problemas de la gente real y concreta, que es el mandato que tenemos y lo que queremos hacer. La cuestión del VERAZ es más difícil, porque hay un uso y costumbre muy generalizado. El banco utiliza su servicio, así como el de otras compañías y el de la central de riesgo del Banco Central. No consideramos el informe para todo tipo de créditos. Estamos clasificando los antecedentes que figuran en el VERAZ. Por ejemplo, los que figuran como graves no pueden ser sujetos de crédito. Es distinto el caso de aquellos que figuran porque no pudieron pagar un cheque o no llegó la transferencia de un pago, lo cual está muy discriminado. Estamos aceptando muchos préstamos personales, hipotecarios y tarjetas de crédito a pesar de que figuren en el VERAZ. Como Banco Nación, no podemos dar préstamos comerciales a quien no pagan a la AFIP o tiene deudas previsionales. Lo mismo ocurre con aquellos que tienen quiebras fraudulentas o algunos problemas penales. Estamos haciendo un tamiz para que pasen los que puedan pasar, minimizando el uso del VERAZ. Me quiero referir a una pregunta que hizo el senador Cafiero. Una de las cosas más importantes que se van a debatir en el ámbito del sistema financiero en lo que resta del año es la reestructuración del sistema financiero en el marco del acuerdo con el Fondo, dentro del cual las consultoras que vienen al Banco Provincia y al Banco de la Nación Argentina son parte. No sabemos qué conclusiones van a dar estas consultoras. Todos estos trabajos que estamos haciendo tienen que ver con que nosotros no queremos tener ninguna definición de afuera. Queremos tener nuestro propio diagnóstico y nuestra propia propuesta de líneas de acción. No podemos garantizar que las recomendaciones de estas consultoras sean afines a lo que nosotros pensamos. Lo que sí podemos garantizar es que no necesariamente tenemos que hacer lo que las consultoras nos determinen. Es muy probable que las consultoras piensen que el Banco de la Nación Argentina se tiene que constituir en una sociedad anónima, con una participación activa de capital privado, aunque sea en una minoría. De esta manera, tendrían algunos directores y así se podría transparentar más la gestión, sobre todo por el tema de los créditos que están en mora; grandes créditos que se dieron y que terminaron mal. Nosotros sabemos que esto no es vinculante. De hecho, ya tenemos nuestro propio plan de acción para enfrentar todos estos problemas. No creemos en las privatizaciones. La experiencia en la Argentina es negativa en general. No digo que no hayan habido privatizaciones exitosas y, en consecuencia, empresas provinciales privatizadas que funcionen excelentemente bien. Pero para la mayoría de los servicios privatizados públicos importantes nacionales las privatizaciones fueron un fracaso en todos los sentidos: desde el punto de vista de un patrimonio público acumulado por generaciones de argentinos, hasta el funcionamiento de esos mercados con prácticas que en el mejor de los casos pueden considerarse oligopólicas y que hoy la mayoría padece. Personalmente, estoy en contra de la privatización del Banco de la Nación Argentina total, parcial, disimulada o abierta. Ya lo he dicho. Así que lo único que puedo hacer aquí es responder por mí misma. Yo no considero que la obediencia debida sea un mérito de la política. Es decir, si la conclusión política es privatizar el Banco de la Nación Argentina yo no voy a ser su presidenta. Esto lo he dicho desde el día en que asumí. (Aplausos.) Pero esto es una condición personal y tiene que ver con mi historia. Uno no puede ser distinto de lo que ha sido toda su vida. Así que eso es lo único que yo puedo decir: esto va por mí. Lo digo desde ese lugar. Sr. Cafiero.- Yo diría que hay que transformar ese elefante en tigre o en águila. Sr. Presidente.- Damos por finalizada la reunión. Muchas gracias. - Son las 12 y 12.