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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN DE LA COMISIÓN BICAMERAL PERMANENTE DE TRÁMITE
LEGISLATIVO
Salón “Arturo U. Illia” — H. Senado de la Nación
27 de marzo de 2009
Presidencia de la señora senadora Perceval
27/03/2009
Reunión de la Comisión Bicameral Permanente de
Trámite Legislativo
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— En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Salón
Arturo Illia del H. Senado de la Nación, el viernes 27
de marzo de 2009 a las 10.20:
Sra. Presidenta (Perceval). — Buenos días. Iniciamos la reunión de la Comisión
Bicameral Permanente de Trámite Legislativo para tratar el decreto de necesidad y
urgencia 206/09, por el que se crea el Fondo Federal Solidario que, mediante lo
recaudado, otorgará recursos a las provincias por derechos de exportación sobre la soja.
De García Lema, reformador convencional de 1994 y ex procurador del Tesoro
de la Nación, recordamos el concepto general que hemos utilizado para enmarcar este
decreto de necesidad y urgencia, como lo hemos ya hecho en otras reuniones de esta
comisión. Éste considera que las retenciones no son tributos y persiguen finalidades de
política económica; y una de esas políticas es el incentivo a la producción.
Por otra parte, el decreto de necesidad y urgencia que hoy tratamos no crea
ningún derecho nuevo de exportación o de importación, sino sólo un fondo mediante el
que se distribuye lo producido por los derechos de exportación sobre la soja.
En estos días, la palabra coparticipación ha generado algunas confusiones. En el
decreto enviado por la señora presidenta —y que formalmente cumple con todos los
requisitos que le otorgan validez— está claramente demostrado que no se habla de
coparticipar, sino que se emplea la Ley de Coparticipación para el establecimiento de
criterios de distribución útiles, que permitan repartir recursos en forma objetiva. Por
consiguiente, el decreto que analizamos queda establecido como esquema de
distribución para seguir entre la Nación y las provincias, y entre éstas y los municipios,
y se refiere al sistema de distribución de los ingresos provenientes del cobro de derechos
de exportación sobre la soja.
Ya que la comisión no tiene como objetivo debatir sobre el fondo de la cuestión
—y esto está enmarcado en sus funciones, responsabilidades y atribuciones—,
solamente debe expedirse sobre los requisitos formales, es decir, sobre si este tema
corresponde o no a un decreto de necesidad y urgencia. Nosotros analizamos que sí
cumple con todos los requisitos formales y, de igual forma, tal como lo anticipé en mi
introducción, la materia no está vedada.
Para resumir, insisto en que este decreto de necesidad y urgencia 206/09 tiene
como objetivo crear el Fondo Federal Solidario con la finalidad de financiar en las
provincias y en los municipios obras que contribuyan a la mejora de la infraestructura
sanitaria, educativa, hospitalaria, vial y construcción de viviendas, en ámbitos urbanos o
rurales, con expresa prohibición de utilizar la suma que lo componga para el
financiamiento de gastos corrientes.
Como comentario adicional, en la tarde de ayer ya teníamos la información —
que se ha hecho pública— de que las provincias, en su gran mayoría, han adherido a
este Fondo Federal Solidario. Estamos hablando de 21 jurisdicciones provinciales,
incluida la ciudad de Buenos Aires.
Con esta introducción, damos comienzo al tratamiento de este decreto de
necesidad y urgencia. Desde este momento, tendrán la palabra los señores y señoras
senadores y diputadas que así lo requieran.
Tiene la palabra la señora diputada Marcela Rodríguez.
Sra. Diputada Rodríguez. — Presidenta: lamentablemente, nosotros no coincidimos
con usted en diversas cuestiones. En primer lugar, una vez más, no se dan los requisitos
necesarios para dictar un decreto de necesidad y urgencia y, además, se viola la regla
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fundamental de la Constitución Nacional, que manifiesta que el Poder Ejecutivo no
puede emitir disposiciones de carácter legislativo bajo pena de nulidad.
Y esta excepción que tiene el DNU de habilitar al Poder Ejecutivo en
circunstancias excepcionales no se verifica en esta situación. Es cierto que nosotros
venimos reclamando que se dé una solución a los problemas del campo y creemos que
eso sí es necesario, y que es urgente que el Congreso debata sobre el tema. Sin embargo,
este proyecto no trata sobre esto —usted bien lo dijo—, ya que simplemente crea un
Fondo Solidario de distribución, para el que no hay necesidad alguna de omitir su
tratamiento por parte de este Congreso de la Nación.
En realidad, dentro de los considerandos del decreto no hay ninguna motivación
que justifique el carácter urgente de esta medida. Además, pensemos lo siguiente: el
adelantamiento de las elecciones, tema no poco complejo, entró el lunes 16 a las 19.50
en la Cámara de Diputados y en siete días hábiles este Congreso pudo tener la
aprobación por las dos cámaras. Insisto, se trataba de un proyecto de una importante
complejidad política. Por lo tanto, en este momento, no se nos puede tratar de morosos,
ni de lentos. Y quiero manifestar que si hay intenciones de que el Congreso funcione, ha
quedado demostrado que funciona, y lo hace rápidamente.
Por otro lado, más grave es el contenido del considerando que declara que si
bien el Poder Legislativo Nacional habría de abocarse rápidamente al tratamiento del
pertinente proyecto de ley, la particular naturaleza de la situación planteada y la
urgencia requerida para su resolución dificultan seguir los trámites ordinarios previstos
por la Constitución para el trámite de sanción de las leyes. ¿Esta es toda la justificación?
¿Esta es una motivación? Si creen que simplemente por decir que algo es urgente, lo
torna urgente, creo que recaerán en una tautología.
Pero más aún, el propio decreto en el artículo N° 6 establece que la medida
regirá —obviamente— a partir de la fecha de la comunicación en el Boletín Oficial, y
que los fondos recaudados comenzarán a distribuirse el primer día del mes inmediato
posterior a su publicación. Es decir que el decreto no plantea que su aplicación será
inmediata. Por consiguiente, tendríamos tiempo más que suficiente para tratarlo en esta
Cámara.
Señora presidenta, en lo que también discrepo es en que, según mi entender, sí se
trata de una cuestión vedada. Y lo es por dos materias: en primer lugar, porque implica
una modificación de asignaciones presupuestarias, ya que el estimado que había de
retenciones era algo que en su momento se tuvo en cuenta al hacer el presupuesto, como
asimismo se tuvo en cuenta el hecho de proveerle un destino pertinente a esos ingresos.
Por lo tanto, que se haga este tipo de modificación solapada de asignaciones
presupuestarias evitando la discusión en el Congreso de la Nación, que es el órgano con
legitimidad democrática para discutir el presupuesto, además la propia Constitución
dispone un procedimiento específico para la discusión del presupuesto de la Nación,
tanto es así que establece que Diputados era la cámara de origen, nos parece que
obviamente está entrando en una zona de reserva vedada. Pero también viola el
principio de legalidad tributaria, y nuevamente entra en la zona de reserva vedada
porque en realidad —y lamento, nuevamente, no coincidir con la presidenta— las
retenciones son tributos. No solamente lo dice la doctrina sino que también el Código
Aduanero que califica los derechos de exportación como tributos, que además es en el
que se basa el Poder Ejecutivo para sacar una serie de resoluciones. La página web del
Ministerio de Economía de la Nación los ha considerado tributos, como así también la
Corte Suprema de la Nación que lo ha dicho, entre otros fallos, en el fallo "Argentini,
Héctor M. y otros s/ contrabando". Pero esto termina siendo mucho más grave porque
durante los últimos años las retenciones se fueron fijando por delegaciones. Es verdad
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que existió un decreto 509/07 de necesidad y urgencia que tuvo tratamiento por este
Congreso, pero lo cierto es que las retenciones que están vigentes son aquellas
dispuestas por la resolución 369/07, que no tiene ningún amparo, dado que —insisto—
la fijación de retenciones es una competencia exclusiva del Congreso de la Nación. Ni
siquiera puede ampararse en una delegación porque en caso de que hubiera delegación
no podría haberla dado que es materia prohibida y aun en caso de que hubiera esto tiene
que recaer en la cabeza del Poder Ejecutivo; no puede ser una resolución. La
autorización de facultades delegadas es a los fines de emitir decretos y con
características muy específicas, que tampoco se cumplen en este caso.
Por lo tanto, yo creo que en realidad lo que se está haciendo es mandar
evidentemente un proyecto que aborda una situación de notoria injusticia que ya
tenemos con relación a la coparticipación. Notemos que los aumentos de la recaudación
de tributos en los últimos años han sido mayores en los casos de los no coparticipados,
como es el caso del impuesto al cheque, al comercio exterior, y así la situación de las
provincias se fue estructurando. No se ha cumplido con la ley de coparticipación que ha
mencionado la presidenta. Y en realidad, finalmente provincias y municipios terminan
siendo rehenes del poder político. Ahora no nos extraña que gobernadores con
provincias ahorcadas por sus propias economías regionales estén adhiriendo. Qué
hubiera pasado si nosotros hubiéramos considerado que esto simplemente podría
haberse tratado por una cuestión de ganancias o si esta situación de retenciones retrae
recursos de lo que debería ser la masa coparticipable, porque está hasta tal punto
asfixiando tributariamente, dado el nivel de retenciones fijado que sobre eso no puede
haber más.
Ahora bien, la presidenta mencionó que este fondo se va a regir según la ley de
coparticipación federal de impuestos y la verdad es que los considerandos son muy
confusos. Primero al establecer que siguen los mecanismos, los porcentajes y demás. La
Ley 23548 dispone la siguiente distribución primaria: 42,34 por ciento va directo al
Tesoro Nacional, de esto se destina el 0,70 por ciento a Tierra del Fuego, a Antártida e
islas del Atlántico Sur; 1,40 por ciento a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires —todo
esto por decreto—; el 56,66 por ciento restante a las provincias y el 1 por ciento al
Ministerio del Interior para ATN, Aportes del Tesoro Nacional.
Si se siguiera esto, el treinta no es el treinta sino que baja drásticamente.
Entonces, mi pregunta es: ¿cómo se va a interpretar —porque creo que corresponde que
desde el oficialismo, y quienes abalen este dictamen lo expliciten ahora— este decreto?
Para terminar, tampoco sorprende lo que ha hecho el Poder Ejecutivo. Cuando se
estaba discutiendo la resolución 125 el Poder Ejecutivo también dictó una norma
creando un fondo para crear hospitales, escuelas, obras públicas. Yo le mandé un pedido
a la presidenta para ver qué había sucedido con el dinero de ese fondo, ¿qué había
pasado? ¿qué habían hecho? No sé si hay alguna respuesta al respecto, pero lo cierto es
que....
Sr. diputado Rossi. — Pregúntale a Cobos qué pasó.
Sra. diputada Rodríguez. — Perdón. Se cobró retroactivamente la 125. Se cobró.
—No se alcanzan a percibir las palabras del senador Pichetto,
porque se manifiesta fuera del micrófono.
Sra. diputada Rodríguez. — Yo no sé cuánto dinero entró. En todo caso, esto lo sabe
el Ministerio. Lo cierto es que según el Poder Ejecutivo esto se cobraba. Entonces,
quiero saber qué pasó con ese dinero.
Insisto, acá lo que se está eludiendo —una vez más— es la discusión de fondo:
cómo vamos a resolver el conflicto que tenemos en relación a la grave situación del
campo, de las economías regionales, y este Congreso no lo está tratando. Nosotros
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vamos a insistir, y por eso lo estamos incluyendo, para que esto sea tratado por el
Congreso como corresponde, porque es una competencia exclusiva del mismo fijar y
discutir sobre las retenciones. Esperamos que no rehuyan esta discusión. Tiene los votos
suficientes, bajen y discútanla.
Sr. diputado Rossi. — Si hay quórum.
Sra. diputada Rodríguez. — En este caso incluiremos en el dictamen, algo que no es
inconstitucional ni viola la Ley 122, el pedido que se constituya la Cámara en comisión
a los fines del tratamiento de los proyectos relativos al campo. No se cambia nada del
proyecto. Se cumple lo que pide el artículo 10 del decreto y no se violan los artículos de
la Ley 126 y 122. Es decir, queremos discutirlo. ¿Cuál es el problema? Discútanlo.
Gracias, presidenta. Por último, adelanto que pediré que cuando se trate en el
recinto no se le dé el mismo tratamiento que sometemos a otros decretos de necesidad y
urgencia que a veces por ser muy similares...
Sra. Presidenta. — Lo habla en su Cámara, diputada, porque acá estamos en una
comisión bicameral.
En cuanto a la nota recibida el 23 de marzo —como ustedes saben, el 24 fue un
día no hábil—, luego le haremos llegar a la diputada la nota que hemos enviado a
Jefatura de Gabinete de Ministros, en la cual solicitamos la información a la que hacía
alusión la diputada y explicitó en su intervención.
Antes de darle la palabra al senador Petcoff Naidenoff, quiero aclarar algunas
cuestiones para evitar cualquier tipo de confusión. En primer lugar, quiero destacar que
las retenciones a la exportación integran la categoría de los derechos de aduana, que han
sido definidos como aquellos pertenecientes al Estado nacional con exclusión de toda
otra autoridad y en virtud de lo establecido en los artículos 4º, 9º y 75 inciso 1º) de la
Constitución Nacional.
En segundo término, lo que planteaba la diputada Rodríguez respecto de la
distribución en base a la Ley 23.548, Ley de Coparticipación o ley convenio, ella se
refería a distribución primaria y el decreto de necesidad y urgencia que estamos tratando
es acerca de distribución secundaria, que está precisa y claramente establecido en los
artículos 3º, 4º, 8º, correlativos y concordantes de la presentada ley.
Tiene la palabra el senador Petcoff Naidenoff
Sr. Petcoff Naidenoff. –– Voy a tratar de efectuar algunas breves consideraciones para
argumentar por qué nosotros rechazamos este decreto de necesidad y urgencia.
En primer lugar, desde el punto de vista formal, este es un decreto que cumple
con los recaudos que prevé la ley pero esos recaudos no se cumplen desde lo sustancial.
No quiero ser reiterativo pero siempre es bueno recordar que el artículo 99 inciso 3º) de
la Constitución Nacional sienta un principio que es fundamental. Me refiero al principio
liminar por el cual el Poder Ejecutivo no podrá, bajo pena de nulidad absoluta e
insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo. Esa regla sienta su
excepcionalidad cuando circunstancias excepciónales hicieran imposible seguir los
trámites ordinarios que prevé la ley y la Constitución para la sanción de una ley.
Me parece que este es el aspecto es central. Así como este decreto deja en claro
que se trata de fondos del Tesoro Nacional que dispone el Poder Ejecutivo Nacional,
que no son coparticipables porque esto surge del propio decreto, el hecho central es que
el Congreso estaba plenamente facultado para discutir esta cuestión y, justamente, el
Poder Ejecutivo no puede una vez más tomar la vía de atajo. Es decir, no puede
disponer del 30 por ciento de los derechos de exportación, concretamente a la soja, de
manera unilateral y destinarlos a las provincias y a los municipios con el mecanismo
que prevé la Ley 23.548 de Coparticipación. No lo puede hacer por dos cuestiones
centrales. En primer lugar, debemos tener en cuenta los principios del Federalismo
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Fiscal en la Argentina. El Federalismo Fiscal es un federalismo que se sienta sobre la
base del federalismo de concertación, que es un acuerdo entre Nación y las provincias
que está sustentado en una ley provincial y en una ley del Congreso de la Nación, y en
ese convenio marco se fijan los principios liminares de la coparticipación. Ahora bien,
si no es coparticipación se trata de una asignación específica, es decir, fondos con
asignaciones específicas. A su vez, los fondos con asignaciones específicas, como lo
prevé la propia Constitución, son recursos coparticipadles que requieren mayoría
especial del Congreso, siempre.
Entonces, si no se trata de fondos con asignaciones específicas porque no son
coparticipables, estamos hablando de fondos del Tesoro de la Nación que encuentra
sustento en el marco del presupuesto y, asimismo, si se trata de una cuestión
presupuestaria también requiere de la sanción de la ley.
Por lo tanto, más allá de los argumentos acerca de que nos son fondos
coparticipables, esto requiere de una discusión parlamentaria en el Congreso de la
Nación que no se ha dado. Incluso, hay una cuestión que es mucho más grave porque en
este decreto se entremezclan varias cuestiones, más allá del rechazo sustancial de esta
norma. La cuestión central es que estamos discutiendo un conflicto irresuelto que tiene
que ver con el campo, con el planteo de las retenciones y con la necesidad por parte de
los gobiernos provinciales de contar con fondos frescos por la caída abrupta de la
coparticipación.
De modo que creo que este es un instrumento perverso ––al menos esa es mi
postura–– porque logra el alineamiento de los gobernadores para tratar de socializar a la
Nación la discusión con el campo. Esta es una discusión que aún está irresuelta. No hay
que olvidar que el mismo día que la presidenta anunció la creación de este instrumento,
en el Congreso de la Nación los legisladores de la oposición intentaban reunir los
números para discutir el tema de las retenciones. Es decir, la voluntad política del
Congreso para sesionar está más que marcada.
Me parece que esta medida, que encierra el alineamiento de gobernadores para
acompañar por una necesidad de la caja una discusión irresuelta, es perversa. Es
perversa porque nos marca un doble juego, es decir, nos marca la necesidad de contar
con dinero fresco violando el principio de solidaridad. Se viola el principio de
solidaridad porque se habla de solidaridad con una distribución del 30 por ciento para
todas las provincias pero, al mismo tiempo, pone un freno que está dado en que no se
puede disponer de este dinero para gastos corrientes. Ahora bien, el problema central
que tendrán las provincias, que de hecho ya lo tienen ––puedo mostrarle algunos datos
si así lo desean–– será cómo afrontar el pago de sueldos en los sucesivos meses.
Entonces, estas son cuestiones en donde se entremezclan la coparticipación, la
necesidad de caja y los problemas irresueltos con el campo; estamos en esta situación.
Desde el punto de vista sustancial, corresponde el rechazo de este decreto. La
verdad que sería un engendro jurídico con una mezcla de elementos presupuestarios y
asignaciones específicas con algunos aspectos de materia coparticipable, ya que si bien
no se coparticipa nos remite a la Ley de Coparticipación para su distribución. A su vez,
este decreto se inmiscuye en el derecho público provincial porque establece que el
mecanismo distribución del 30 por ciento para las provincias, las provincias las deben
destinar a sus municipios y creo que esto es competencia excluyente de los municipios.
Por todo lo expresado, señora presidenta, considero que este decreto debe ser
rechazado.
Sra. Presidenta. –– Tiene la palabra el diputado Obiglio.
Sr. Diputado Obiglio. –– Seré breve. Voy a compartir los fundamentos del bloque de la
Coalición y del bloque del Radicalismo. Pero, quería agregar algunas cuestiones.
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Fundamentalmente, quiero hacer hincapié en la falta de urgencia para el dictado
de este decreto. Como bien se ha dicho aquí, en el mismo momento en que la señora
presidenta anunciaba esta medida en la Quinta de Olivos, éramos 108 diputados que
estábamos sentados en nuestras bancas intentando sesionar a fin de tratar los temas
vinculados con la crisis agropecuaria y con las retenciones. Si sólo veinte o treinta
diputados más del oficialismo hubiesen estado allí, hubiéramos podido debatir este tema
en el recinto, que es el ámbito en donde corresponde hacerlo.
Por otro lado, quiero remarcar que la resignación de los fondos presupuestarios
han sido vedados por este decreto. Creo que habría que analizar cómo se reasignarán
dichos fondos en un debate parlamentario, en donde intervengan los representantes de
todas las provincias y no solamente del Poder Ejecutivo.
Asimismo, quiero destacar, dentro de la falta de urgencia, el plazo en el que se
aprobó el adelantamiento de las elecciones. En siete días hábiles teníamos aprobado por
ambas cámaras el adelantamiento de las elecciones. Entonces, no veo motivo de
urgencia aquí para el dictado de este decreto si desde que se dictó han pasado casi siete
días y creo que en dicho lapso podría haber sido tratado en ambas cámaras también.
Destaco también el hecho de que las provincias hayan adherido o hayan
aceptado el Fondo Federal Solidario porque me parece que esto es absolutamente
lógico, como bien expresó el senador preopinante. La mayoría de las provincias tienen
necesidades financieras y, en general, todas son acreedoras de la Nación por fondos de
coparticipación o por los fondos de ATN. Por lo tanto, es lógico que cuando la Nación
les ofrece dinero, lo acepten. De no hacerlo, los gobernantes caerían en la trampa de ser
acusados por sus gobernados por no aceptar fondos que serían de buen uso para ese
distrito.
En ese sentido, para no reiterar lo que ya se ha dicho, adelanto que voy a
presentar un dictamen en representación del bloque del PRO pidiendo el rechazo del
presente decreto.
Sr. Diputado Cigogna. – Obviamente, creo que el camino elegido por el Ejecutivo es
absolutamente idóneo, como lo decimos en nuestro dictamen.
En esto, el Ejecutivo sigue un precedente que es el del ex presidente Raúl
Alfonsín, quien, mediante el decreto nacional 1096 de fecha 2 de junio del 85,
funcionando el Congreso de la Nación Argentina, estableció el Plan Austral, una
medida un poquito más transformadora que la que estamos abordando ahora. En ese
momento hizo referencia a una situación de excepcionalidad y a que era necesario
adoptar, con mucha urgencia, esa trascendental medida. Así que –repito- tenemos el
mejor antecedente que podemos citar en la figura de quien considero un gran demócrata
y un entonces presidente absolutamente respetuoso de la República.
Además, estoy convencido de que no estamos tratando materia impositiva. En el
dictamen nuestro se menciona a García Lema, quien dice claramente que las retenciones
no son tributos sino aranceles. Y el entonces procurador Horacio Daniel Rosatti, en una
causa de los testigos de Jehová, escribió: tratándose de los gravámenes a la exportación
e importación, la Constitución Nacional no emplea los términos “impuestos” ni
“contribuciones”. Ello –explica Luqui, quien fue mi maestro de derecho financiero-,
posiblemente a causa de la función que esos gravámenes cumplen como medios o
instrumentos de que pueda hacer uso el Estado con fines de política económica.
Sigue diciendo: la aludida finalidad de los derechos de aduana como
instrumentos de comercio exterior impide así asimilarlos a los impuestos cuya causa
jurídica es ciertamente la capacidad contributiva. Y cita el libro de derecho
constitucional del maestro Luqui y una serie de normas financieras vigentes en ese
momento.
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En consecuencia, tenemos la certeza de que no estamos hablando de impuestos
sino de otra cosa, que son los derechos de aduana, con lo cual no estamos tratando
materia impositiva. Pero aun si lo fuera -y reitero que tengo la convicción de que no lo
es-, el Ejecutivo solamente estaría estableciendo una redistribución equitativa y
solidaria de esos recursos. Por lo tanto, desde todo punto de vista tengo la convicción de
que estamos dentro del más estricto marco constitucional y, en consecuencia, acompaño
el dictamen de mayoría.
Gracias.
Sra. Presidenta. – Tiene la palabra el diputado Aguad.
Sr. Diputado Aguad. – Espero que no se enojen por lo que voy a decir.
Estoy un poco cansado de la falta de argumentos para la explicación. Estoy harto
de esto: “lo dijo Alfonsín”, “lo dijo Yrigoyen”, “Lo dijo Alem”. La verdad, no sé lo que
dijeron ellos. Lo que sé es que los países evolucionan y deben tratar de no cometer los
mismos errores.
Veamos un ejemplo por el absurdo. Supongamos que estuviera gobernando el
radicalismo, que dictara un decreto diciendo que hay que aniquilar el campo, y
dijéramos: ya lo dijo Isabel Perón y lo firmó López Rega cuando mencionaron que
había que aniquilar a la subversión. Hay que terminar con estos argumentos. Los países
evolucionan. Y cuando se cometen errores hay que tratar de subsanarlos.
Me voy a dedicar no a la parte legal, de la cual habló Luis Naidenoff, sino al
tema productivo. Y discrepo con la presidenta cuando dice que esto es un incentivo a la
producción. No lo es, porque los incentivos a la producción no están dedicados a la obra
pública, salvo que dicha obra estuviera destinada al aparato productivo del sector donde
se fuera a hacer. Es decir que si estos dineros fueran, por ejemplo, para llevar gas, agua
o algún otro elemento importante para el sector productivo al lugar donde la producción
genera riqueza, podríamos decir que esta obra pública incentiva a la producción.
Esto es: recursos económicos sin auditar -porque el decreto no dice que deban
ser auditados- que no se sabe cuántos son -por lo tanto es dificilísimo prever una obra
pública cuando no se sabe cuáles son los recursos que se van a girar-, que seguramente
estarán destinados a gastos corrientes. Y seguramente estarán destinados a gastos
electorales.
Vengo sosteniendo –quizá la expresión no sea la correcta- que este es un dinero
casi manchado. ¿Por qué? ¿Cómo explican los intendentes que los empleados de las
fábricas metal-mecánicas de maquinarias agrícolas que se quedan sin trabajo por estos
recursos que ahora devuelven a los municipios para hacer obra pública? Porque si al
gobierno le sobra el 30 por ciento de sus recursos, que baje las retenciones un 30 por
ciento y esos pueblos -los invito a conocerlos a la vera de la ruta 9 en Córdoba y Santa
Fe- recuperarían la actividad económica que han perdido. Porque los chacareros no
guardan esos recursos en sus bolsillos, no los meten en un pozo; los gastan en los
comercios, en los supermercados, en los servicios, en los talleres.
Si el gobierno está interesado en reactivar el aparato productivo del país, que no
parece ser el caso, debiera devolver estos recursos a la actividad económica. Reitero lo
que he dicho un millón de veces: la obra pública -el cordón cuneta, el asfalto, incluso la
pequeña escuela y el alumbrado público- debe ser hecha por los municipios y no por el
gobierno nacional. Cuando el gobierno nacional hace obra pública del municipio, algo
está pasando, algo funciona mal. Y cuando, además, dice a las provincias que les va a
dar un fondo solidario, mucho peor funciona el sistema. Las provincias no necesitan
solidaridad del gobierno central. ¿Saben lo que necesitan? Autonomía para resolver por
sí solas lo que tienen que hacer.
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Y por último, la obra pública que se destina, entre comillas, al aparato
productivo, no está planificada. El intendente de Armstrong puede hacer una obra, el de
Marcos Juárez, otra y el de Leones, otra. Ninguna de las tres puede tener que ver con las
otras. Es ridículo, absurdo. Por eso anda mal el sistema económico. No hay actividad
económica en la Argentina. Los recursos los toma el Estado y los gasta en otras
cuestiones y en este momento habría que gastarlos para que se reactive el aparato
productivo.
Alguien se hará responsable, en algún momento, de los miles de puestos de
trabajo que se están perdiendo. En febrero se perdieron 50.000 puestos de trabajo.
Alguien tiene que decir algo de esto. Y eso que el SMATA no ha dicho todavía cuántos
empleados se han ido; ni se está diciendo cuántos empleados se van de los comercios,
de los colegios privados, de los pequeños empleos, porque no están agremiados todos
quienes pierden sus puestos de trabajo. Cientos de miles de puestos de trabajo se están
perdiendo en la Argentina. Alguna explicación habrá que dar. Y estos recursos, entre
comillas, solidarios, no van direccionados al aparato productivo, sino al gasto corriente,
seguramente al gasto electoral.
Sra. Presidenta. – Tiene la palabra el senador Sanz.
Sr. Sanz. – Pido disculpas porque tengo un vuelo a Mendoza y me tengo que ir.
Quiero incorporar solamente, no a los términos del fondo del debate, una
reflexión formal del DNU que nos ha tocado.
Este no es un DNU neutro en materia presupuestaria, más allá de la discusión de
si las retenciones son un tributo o no.
Me quiero referir solamente al impacto que tiene la decisión del gobierno en
materia de presupuesto. Es un argumento que abona, además de lo que acá se ha dicho,
que esta decisión debe tener formato de ley y no de DNU.
En materia presupuestaria, tomar la decisión de que 6.500 millones,
estimativamente, que es de lo que estamos hablando –algunos dirán menos, otros dirán
más-, no tengan en el curso de un año el destino o la asignación que originariamente
estaba prevista en el presupuesto aprobado, no es un dato menor. Lo correcto es que
cuando el gobierno toma la decisión de modificar el destino de tan importante suma de
dinero -por eso pedimos que sea una ley y no un DNU que viene, de alguna manera,
enlatado por el sí o por el no a esta comisión-, tenga el correlato de dónde saldrán estos
fondos y cómo se van a reemplazar, en definitiva, en el marco de la ejecución
presupuestaria.
Digo esto también porque me llamaron mucho la atención las afirmaciones de
Juan Carlos Pezoa, que es, de todos los funcionarios de todos los partidos políticos en la
Argentina, quien más sabe en estas cuestiones presupuestarias. Cuando alguien le
preguntó cómo quedaba el presupuesto, rápidamente dijo que no iba a haber impacto en
el superávit, porque obviamente estaba pensando -y creo que es así- en que de lo que
sale por un lado para las provincias en virtud del DNU, alguna partida va a tener el
castigo presupuestario, como se suele decir. Si esto es así, hay que formalizarlo y
materializarlo con formato de ley, porque, en definitiva, hay una modificación
presupuestaria muy pero muy importante.
Lo dejo como reflexión y como abono a nuestros argumentos aquí vertidos de
que no es el DNU la herramienta adecuada, sino que debiera haber sido una ley.
Sr. Guinle. – ¿Es más conveniente una ley o es materia vedada para un DNU?
Sr. Sanz. – No he hablado de materia vedada. He hablado de que un DNU como este,
que tiene una definición que impacta en el presupuesto, debe tener un correlato. Si el día
de mañana viene un DNU que establezca una modificación presupuestaria, podría ser
ese correlato. No me gusta.
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- Varios señores senadores hablan a la vez.
Sr. Sanz. – Le pido que me rebata esto y me diga cómo queda el presupuesto nacional
después de aprobado este DNU.
El presupuesto nacional que votamos todos queda con una afectación diferente.
Sr. Guinle. – Pregunté si se refería a que este DNU era sobre materia vedada o si usted
prefería una ley.
Sr. Sanz. – No es una cuestión de preferencia. Se trata de que aquí ha quedado un
presupuesto nacional votado por el Congreso, por ley, afectado por el DNU. Por lo
tanto, o viene otro DNU, de acuerdo al criterio del gobierno, que salve esa afectación, o
se hace todo por ley, que es nuestro criterio, no nuestra preferencia.
Sra. Presidenta. – Tiene la palabra el diputado Rossi.
Sr. Diputado Rossi. – Quisiera tratar de aportar una mirada un poco más política sobre
el tema, que está entroncada con nuestra propia historia.
Los derechos de aduana –hoy, retenciones-, la verdad que tienen escritas varias
páginas de historia.
En el año 53, cuando se sancionó nuestra Constitución, la provincia de Buenos
Aires no se adhirió en forma primaria y permanente a ella y a la creación de la
Confederación Argentina, entre otras cosas por la disputa de los derechos de aduana. De
hecho, durante un período entre el 53 y el 60 existieron dos entidades que cobraban
derechos de aduana. Estaban los derechos de aduana que cobraba la provincia de
Buenos Aires y los que cobraba la Confederación Argentina.
Ciertamente, el debate entonces se planteaba en los términos de la época. El
interior planteaba que los derechos de aduana debían ser un tributo nacional, porque por
las aduanas, en general ubicadas en la provincia de Buenos Aires, que era la que mayor
concentración de puertos tenía, salía la producción de toda la Argentina.
Esta fue la historia de la concepción de los derechos de aduana. Y siempre
fueron concebidos como tributos o ingresos exclusivos del Estado nacional.
Cuando uno se acerca en la historia y para la mirada en el año 94 ve que no
apareció con mucha fuerza la idea de que los derechos de aduana -ya retencionesfuesen coparticipables. En ese, no hace mucho tiempo en términos históricos, no
apareció una presión, o una sensación, o una demanda de que los derechos de aduana ya retenciones o derechos de exportación e importación- fuesen coparticipables. La
verdad es que se empezó a hablar, inclusive equivocadamente, el año pasado en el
conflicto con el sector agropecuario de la necesidad de coparticipar las retenciones, de
que quedaban el ciento por ciento en el Estado nacional, de que se perjudicaba a las
provincias, de que se perjudicaba al interior, en un planteo que es antagónico al origen
de la disputa de los derechos de aduana.
Lo cierto es que, a mi criterio, la decisión que toma la presidenta es histórica,
porque por primera vez en la Argentina se coparticipan, se transfieren, se comparten los
dineros o el ingreso que tenga el Estado nacional a partir de los derechos de
exportación. Y es histórica porque es de esas decisiones sobre las que después es muy
difícil volver atrás. Es muy difícil que venga un presidente y diga que no va a
coparticipar más el 30 por ciento de los derechos de exportación. Porque la
“masividad”, el diseño de la propuesta, también es muy importante.
Los fondos que se transfieren a la provincia –supongo que para Córdoba será
similar que para Santa Fe- van a orillar los 500 ó 600 millones de pesos al año,
dependiendo del tipo de cambio y de la cosecha.
Además, el reclamo o la invitación que hacen el gobierno nacional y la
presidenta en la concepción del decreto de necesidad y urgencia y del Fondo Federal
Solidario, para que las provincias hacia su interior coparticipen de la misma manera,
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también es un avance. En Santa Fe, del ciento por ciento de los fondos coparticipables,
el 87,1 por ciento se queda en manos del gobierno provincial. Y el 12, 9 por ciento se
coparticipa solamente a los municipios y a las comunas. Señor Aguad, para su provincia
debe presentarse una situación similar. Y los intendentes radicales de Córdoba deben de
estar muy contentos con esta medida, porque recibirán fondos coparticipables mayores a
los que reciben normalmente con la Coparticipación Federal.
Entonces, según mi criterio, entiendo que estamos ante un hecho de
trascendencia histórica, ya que una presidenta, un Poder Ejecutivo, decidió avanzar en
coparticipar recursos que le son propios, sin que nadie se lo pida y sin que esté obligada.
Y el hecho de que esos ingresos le son propios lo manifiesta la Constitución Nacional.
Por otro lado, esto se hará de una manera federal y sin condicionamientos —las veces
que nos han dicho “electoralistas”, ¿electoralistas!—, por coparticipación automática y a
través de una cuenta abierta en el Banco de la Nación Argentina. Por consiguiente, cada
vez que se liquide un derecho de exportación, se sacará el 30 por ciento de lo recaudado
y luego ese dinero será transferido, como se realiza la transferencia de la
coparticipación.
La decisión de las obras y de cómo se programarán y se llevarán adelante será de
cada uno de los gobernadores. Y si los gobernadores quieren hacer 200 escuelas o 25
hospitales, caminos rurales o rutas; hacer cordones, cunetas, cloacas o agua potable,
reitero: será exclusivamente una decisión de ellos. Y la auditoría será ejercida por el
Tribunal de Cuentas de cada provincia.
También, entiendo que esta medida merece un análisis —no digo todo el análisis
porque sabemos cómo y dónde estamos— ya que, en algún momento, uno debe
detenerse para observar con una mirada más trascendente, de lo contrario, nos sucederá
lo mismo que sucedió con la Resolución 125. Cuando la aprobamos en la Cámara de
Diputados, nos bastardearon y nos dijeron que las compensaciones no servían y que el
30 por ciento de la baja a las retenciones a los pequeños y medianos productores era
innecesaria, además de que presentaba un mecanismo complejo. Nos bastardearon, pero
después nos terminaron pidiendo. Y, en realidad, la importancia de lo que estábamos
aprobando en la Cámara Baja residía en que por primera vez en la historia política
argentina, por ley, quedaba establecida la segmentación de la política agropecuaria. Eso
era lo importante y lo trascendente. Por consiguiente, reitero, ahora en la historia
política de nuestro país, por primera vez, se coparticipa de forma diferente —con la
creación de un fondo— el derecho de exportación para las provincias, y eso es lo
trascendente. Entonces, uno debe tener ese tipo de mirada, de lo contrario, se le busca
continuamente la quinta pata al gato.
Ciertamente entiendo que esta es una decisión que trasciende la coyuntura,
porque es una de esas decisiones que permanecen en el tiempo y que favorecerá
fundamentalmente al interior, porque generará reactivación. Si, por ejemplo, en un
pueblo de 20 mil habitantes hay un intendente que tiene un presupuesto de 20 millones
de pesos por año y a ese dinero le suma 2 millones de pesos más destinados en forma
exclusiva para hacer obras, en forma inevitable esos recursos producirán una
reactivación, ya que generarán trabajo y movimiento comercial. Además, reitero, esos
ingresos extraordinarios deberán ser utilizados en obras, no en rentas generales y, por lo
tanto, no podrán ser escondidos.
Por ese motivo, estamos hablando de una asignación específica. Y es la misma
asignación que pedimos que los gobernadores entreguen a los intendentes. Entonces, yo
creo que estamos en presencia de una decisión trascendente, inédita, que cambia la
visión de cómo se coparticipan los impuestos, los tributos y los aranceles en la
República Argentina. Y también creo que es una decisión que perdurará en el tiempo.
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En consecuencia, les pido que hagan las críticas, pero que en algún instante, en algún
momento, tengan una visión de aquello que trasciende.
Sra. Presidenta. — Gracias, señor diputado Rossi.
— Algunos señores senadores realizan manifestaciones fuera del
micrófono.
Sra. Presidenta. — Les informo que el señor senador Guinle se ha ausentado, porque él
es el presidente de la Comisión de Acuerdos, que ya ha comenzado.
— Algunos señores senadores realizan manifestaciones fuera del
micrófono.
Sra. Presidenta. — Entonces, les pido que, quienes ya han hecho uso de la palabra,
sean breves porque ahora hay un pedido de palabra del señor senador Nicolás
Fernández.
Vamos a trabajar con calma y, reitero, para los que quieran hacer comentarios,
sean breves.
Tiene la palabra el señor senador Fernández.
Sr. Fernández. — La verdad es que yo iba a fundar los aspectos constitucionales. Sin
embargo, lo informado por el señor diputado Cicogna me libera de todo tipo de
fundamento, al igual que las palabras que acaban de ser vertidas por el señor diputado
Rossi.
Simplemente quiero realizar dos comentarios: en primer lugar, señor diputado
Aguad, cuando me sonreí, lo hice no como consecuencia de su interpretación política
con respecto de cómo se deben manejar las políticas económicas en el país, sino porque
usted habló de “plata manchada”. Y éste me pareció un término callejero que yo uso
generalmente para circunscribir la gran hipocresía argentina, ya que todos nosotros
estamos afectados por las marchas que reclaman seguridad. En este sentido, a mí me
encantaría que mucha de la gente que marcha haga también una autocrítica, ya que ellos
a veces recurren al mercado negro para comprar repuestos baratos y esa sí es “plata
manchada”. Plata que genera una retroalimentación. Sin embargo, nosotros
reconocemos que el problema de la seguridad es un problema gravísimo, de todos y casi
cultural. Entonces, aclaro que me reí por esas palabras.
Con respecto a un comentario que hizo sobre la evolución, es cierto, hay países
del mundo que evolucionan, pero no en forma pareja, y otros “involucionan”.
Asimismo, como humanidad —y nosotros, como clase política— debemos plantearnos
si la evolución tecnológica, por ejemplo, la hemos aplicado bien, respetando el
medioambiente.
En segundo lugar, finalmente, usted realizó una manifestación a la que yo
responderé —antes de que lo plantee públicamente—, relacionada con la
coparticipación de las retenciones. Porque, en este sentido, ya escuché a un dirigente del
campo y yo digo que a veces no es que no se conozca el tema; se conoce, pero se
informa mal. La retención del petróleo, que es del 70 por ciento, está en el bolsillo de 30
millones de habitantes. En efecto, cuando uno va a la estación de servicio y paga el
combustible al precio que lo hace, se encuentra con una retención que se aplica en
forma absoluta y directa a todos los usuarios. La queja se presenta sobre quienes no
tienen auto, porque se ven beneficiados cuando, por ejemplo, utilizan un transporte
público. Y cuando el productor pretende renta plena y carga el combustible con el que
realiza sus cosechas también está usufructuando de esa retención. Entonces, yo no voy a
agregar más palabras a las que ya vertió el señor diputado Rossi, porque me parecieron
de una robustez importante. Señor diputado Aguad, sé que a usted no lo conmueven,
pero a mí sí.
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Entonces, entiendo que este decreto de necesidad y urgencia tiene tres hallazgos
fundamentales: Primero, que los fundamentos constitucionales son irrebatibles. Esto
nunca fue un tributo, jamás lo fue. En efecto, la primera discusión doctrinaria, y con
argumentos bastante traídos de los pelos, se dio en la discusión de la Resolución 125.
Toda la doctrina tributarista y constitucionalista divide tributo de arancel o de
herramienta fiscal o de herramienta político económica. De hecho, estos están excluidos
de la coparticipación. Esta es la idea que sostiene este decreto y entiendo que hay
demasiados argumentos con respecto a por qué también es un momento oportuno y
urgente para aplicarlo. La crisis está y la inversión social fue demandada por todos los
sectores políticos. Yo recuerdo haber tenido reuniones con la gente de la Federación
Agraria cuando discutíamos la Resolución 125 y ellos pedían la coparticipación de la
retención. Asimismo, he escuchado a gobernadores que reclamaban la retención como
herramienta política, pero había que coparticipar. Concretamente, uno de ellos fue el
gobernador Binner.
Entonces, ¿qué hizo la presidenta cuando coparticipó? Justamente, dio una
muestra de apertura y de diálogo. Y nosotros escuchamos cuando la retención y la
coparticipación de la retención la pedían la mayoría de las fuerzas políticas, la
Federación Agraria, que además traía, cuando vino a discutir la Resolución 125, la
segmentación, porque denunció que del 100 por ciento del campo argentino, el 70 por
ciento está arrendado. Y de 100 pesos de renta, el propietario —que con renta espuria
no pisa el campo— se lleva 70 pesos y con los 30 pesos restantes el arrendatario tiene
que vivir. Por ese motivo, también está obligado a negrear, a no pagar los impuestos y a
no fertilizar los campos, que siguen sin ser fertilizados.
Entonces, entiendo que el tema del campo y el tema de las políticas
económicas son muy amplios. Me sumo al apelativo del señor diputado Rossi y ojalá, el
29 de junio, salgamos de la diáspora discursiva y encontremos una gran concertación
sobre los temas en los que yo sé que ustedes pueden hacer aportes. Porque acá los
problemas son el empleo, la paz social y la seguridad. Pero otro problema fundamental
es que en este tiempo de campaña no perdamos de vista de dónde venimos. Venimos de
un país muy complicado que hemos podido recuperar entre todos y con el apoyo de
todos, porque es cierto que en algunas medidas trascendentales, pese a que fueron en
algún momento oposición por oposición, contamos con el acompañamiento de la Unión
Cívica Radical, como por ejemplo en la renovación de la Corte Suprema de Justicia, en
la decisión de pagarle al Fondo, en la decisión de cerrar el sistema de negociación con
los deudores privados. Yo sé que pueden. Hoy no quieren, pero espero que el 29
empiecen a querer.
Sra. Presidenta. — Gracias, senador Fernández.
Una aclaración de la diputada Marcela Rodríguez y después tiene la palabra el
diputado Aguad.
Sra. diputada Rodríguez. — Pedí la palabra para aclarar algunas cuestiones. Todavía
no encuentro una respuesta, ni en las palabras de Rossi ni en las de Cigogna ni del
senador Fernández, que me diga por qué las retenciones no son tributos. ¿Solamente
porque lo dice García Lema? Yo les he mencionado el Código Aduanero, al propio
Ministerio de Economía, a la Corte Suprema en los fallos que establece que son
tributos. En numerosísimas ocasiones, el diputado Rossi —si vamos a la versión
taquigráfica— se refirió a ellos como tributos, pero además el dictado de las
resoluciones justamente que fijan retenciones se hacen sobre la base de las delegaciones
previstas en el Código Aduanero, que dice que son tributos y en la ley de emergencia —
25561—, que supuestamente faculta al Ejecutivo a dictar tributos.
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Entonces, ¿todo esto me lo arrebatan simplemente porque García Lema dice lo
contrario? Es decir, en contra del propio Poder Ejecutivo, de lo que dice la Corte y el
Código Aduanero ¿y la única opinión es la de García Lema?
En segundo lugar, creo que hay una omisión importante entre lo que es el Plan
Austral —y no voy a entrar en el Plan Austral— y nuestra situación actual, que es un
detalle que nosotros no podemos omitir y que es la reforma constitucional de 1994.
Justamente, ésta es la que establece cuáles son las pautas para dictar decretos de
necesidad y urgencia. No son las mismas que en ese momento; cambió. Acá claramente
hay situaciones mucho más estrictas. En esto se ha avanzado y se han puesto pautas que
lamentablemente la Ley 26122 no llevó tal como la constitución podría haber requerido.
Lo cierto es que la regla clara de la Constitución, por una simple interpretación del
artículo 99, 76 y 29 es que el Ejecutivo no puede dictar medidas de carácter legislativo,
salvo casos super excepcionales que no están dados. Entonces, no es la misma situación.
No se aplica. No busquemos precedentes donde cambiaron las situaciones normativas.
Finalmente, yo siento también que hay una cuestión perversa acá. La siento
cuando escuché a la presidenta, y lo siento de otra manera quizás cuando lo expresa el
diputado Rossi al hablar de la resolución 125. Cuando se expresó la presidenta al
respecto es —palabras más, palabras menos— “ven: sin lo hubieran votado, hubieran
estado mejor”, entonces “no la votaron, aguántense las consecuencias”.
Sra. Presidenta. — ¿El comentario es sobre los discursos de la presidenta o sobre el...?
Sra. diputada Rodríguez. — No, el diputado Rossi acaba de decir...
Sra. Presidenta. — No, hizo una argumentación.
Sra. diputada Rodríguez. — Bueno, el senador Fernández habló de seguridad. El
diputado Rossi acaba de decir “en este momento nosotros no podemos hacer cosas que
en realidad hubiéramos querido con la 125". Hay cosas que no estaban discutidas en esa
resolución. Por lo tanto, si esto no es un castigo y se quiere resolver la situación,
aquellas cosas que en su momento alguien creyó que dado el estado de cosas “a”, debía
ser la solución “b”, si se da el planteo de que el estado de cosas es “a”, la solución sigue
siendo “b” para esa persona. Si es razonable, coherente, consistente y no se mueve por
una mera cuestión de venganza.
Sra. Presidenta. — Diputado Aguad: le permite la palabra a...
Sr. diputado Aguad. — No, porque me voy. Yo también me tengo que ir. Discúlpeme,
yo le pedí la palabra antes y me la dio a lo último.
Sra. Presidenta. — No es así. La diputada Rodríguez inclusive fue a fumar afuera y
después entró y la había pedido.
Sr. diputado Aguad. — Discúlpeme, presidenta. Usted dirige el debate, yo le pedí una
interrupción al diputado Rossi...
Sra. Presidenta. — Perdón. Diputada Rodríguez: creo que usted puede testimoniar que
me pidió antes la palabra.
Sr. diputado Aguad. — Señora presidenta: ¿me va a dejar hablar?
Sra. Presidenta. — No, le voy a decir qué es lo que pasó.
Sr. diputado Aguad. — Yo le pedí una interrupción al diputado Rossi.
Sra. Presidenta. — Pero había pedido una interrupción la diputada Rodríguez.
Sr. diputado Aguad. — Usted tiene la obligación de preguntarle a Rossi...
Sra. Presidenta. — Diputada Rodríguez: ¿usted no había pedido una interrupción al
diputado Rossi?
Sra. Rodríguez. — Sí.
Sra. Presidenta. — Gracias, diputada Rodríguez.
Sr. diputado Aguad. — Señora presidenta: dos cosas...
Sra. Presidenta. — Perdón, diputado. Di la palabra en el orden pedido.
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Sr. diputado Aguad. — No acepto interrupciones.
Sra. Presidenta. — Yo dirijo y presido esta Comisión, así que le estoy diciendo que
primero pidió la aclaración la diputada Rodríguez.
Sr. diputado Aguad. — Lo que voy a decir quiero que quede asentado en la versión
taquigráfica. Si el problema es el empleo —como dice el senador Fernández, y tiene
razón—, el problema es la producción y la inversión. Mientras no se incentive las
inversiones y el aparato productivo, no hay empleo. Hagan lo que quieran, digan lo que
quieran, no hay empleo, se cae el empleo.
Existe una ley general en el país que estableció la coparticipación de los recursos
federales, y se estableció por un convenio entre todas las provincias cómo se distribuyen
los recursos en la Argentina y se estableció que los derechos de Aduana no se
coparticipan. Si los derechos de Aduana se coparticipan, hay que hacer una ley
convenio para que Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Mendoza, que son los que más
aportan, digan si le quieren dar o no a las demás provincias sus propios recursos. Así
que acá la Nación está coparticipando recursos que no se han discutido entre las
provincias. Mi provincia, cuyos recursos defiendo, aporta 1.500 millones de dólares en
retenciones agropecuarias y va a recibir por este fondo solidario 150. El gobernador
Schiaretti y la legislatura de Córdoba no opinaron si el resto se lo quieren dar a las
demás provincias. Esa es la discusión que falta en la Argentina y esa es la ley de
coparticipación que este Gobierno no quiere discutir.
Reitero, estoy hablando de recursos que están fuera de la ley de coparticipación.
Si la Nación dice, unilateralmente, que hay que coparticipar los derechos aduaneros,
esta es una discusión federal y no es una discusión solamente del gobierno nacional.
Esto es todo, señora presidenta. Gracias.
Sra. Presidenta. — Gracias, diputado.
Tiene la palabra el señor diputado Cigogna.
Sra. Gallego. — Presidenta: le he pedido una interrupción al diputado Cigogna.
Sra. Presidenta. — Perdón. Dice el senador Naidenoff que van a acercar su dictamen
en disidencia, en minoría.
Tiene la palabra la señora senadora Gallego.
Sra. Gallego. — Le agradezco.
He escuchado y hay algunas cosas que no puedo callar, como así tampoco
comparto las expresiones del diputado Aguad. En primer lugar, porque no creo que haya
necesidad de dar una nueva ley de coparticipación por este tema, porque en realidad lo
que hace el gobierno nacional no es modificar las alícuotas sobre las cuales se distribuye
a las provincias los impuestos coparticipables sino que genera un fondo que se
distribuye con el criterio de la distribución secundaria de la coparticipación. Creo que
son dos cosas distintas. Lo que no significa que las provincias legítimamente no estén
planteando una ley que deviene de la Constitución del 94, pero que todos —acá no hay
ningún distraído— sabemos que es bastante difícil lograr que todos los gobiernos
provinciales y el gobierno nacional acuerden ese mecanismo, ese nuevo mecanismo que
rija la nueva coparticipación. Reitero, son dos cosas distintas.
Además, el doctor Aguad avanzó sobre temas que, a mi juicio, hay que dejarlos
en claro. El planteó que el dinero de las retenciones es un dinero manchado. Expresó
además que son fondos que irán a las provincias con fines electoralistas y sin control.
Me parece que esto es poner en una muy mala situación al gobierno provincial que dice
defender y a los intereses provinciales que también dice defender.
En primer lugar, los estados provinciales se organizan a través de leyes que rigen
cómo ingresan los dineros. Además, cuentan con leyes de coparticipación interna,
cuales son los organismos de control y cuales son los métodos por los cuales se ejecutan
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obras o se asignan recursos en las distintas jurisdicciones. A su vez, los municipios
tienen sus correspondientes consejos deliberantes que son los organismos de contralor.
Entonces, me parece que no nos podemos sentar acá como legisladores
nacionales, dueños del Olimpo, para decir que todo lo que hay debajo de nosotros no
sirve. Me parece una falta de respeto absoluta. Además, se está generando un nivel de
virulencia en el desarrollo de las exposiciones de los que integran la comisión, al cual
sinceramente no estamos acostumbrados.
Por lo tanto, quería dejar esto en claro porque no son las reglas con las que nos
manejamos. Nosotros escuchamos con atención y serenidad y me parece que hay
algunos niveles de discusión que exceden el marco de las reglas de convivencias de esta
comisión y las demás comisiones de ambas cámaras.
Sra. Presidenta. –– Tiene la palabra el diputado Cigogna.
Sr. Diputado Cigogna. –– Señora presidenta, la diputada Rodríguez recientemente
expresó que cuando el presidente Alfonsín dictó el decreto por el cual se estableció el
Plan Austral, la situación era diferente. Claro que era diferente, porque no existía la
Reforma del 94 y se discutía si el Poder Ejecutivo podía o no dictar decretos de
necesidad y urgencia; hoy eso no se discute. Entonces, lo que quiero decir es que el
presidente Alfonsín tuvo el coraje de utilizar este mecanismo, más allá de si lo hizo con
acierto o error en cuanto al plan que instrumentó. Tuvo el coraje de afrontar esa
circunstancia y dictó un decreto de necesidad y urgencia, aun cuando estaba
funcionando el Congreso y cuando la Constitución expresamente no lo permitía. Pero a
mi juicio, estaba facultado para hacerlo.
El diputado Aguad, que también se ha retirado, manifestó que debemos
evolucionar y no volver al pasado y demás. Pero el pasado nos marca nuestra conducta
presente, el pasado siempre debe ser tenido en cuenta tanto cuando se haya actuado mal
o cuando se haya actuado bien; somos el producto de nuestro pasado. En este caso, cito
ese acontecimiento del pasado para bien porque creo que el mecanismo fue
correctamente usado en aquella oportunidad.
Con respecto a los derechos de importación y exportación, no son impuestos. No
obstante ello, lo ha expresado así García Lema, Rosatti, Luqui y hasta la propia Corte en
innumeras oportunidades.
–– No se alcanzan a percibir las palabras pronunciadas por la
diputada Rodríguez.
Sr. Diputado Cigogna. –– Ya cité un dictamen del procurador de la Corte y también
tengo los fallos de la Corte. Los voy a buscar para leer la parte pertinente.
Entonces, decía que son cuestiones distintas porque la Constitución los trata en
lugares diferentes: un inciso para los derechos de Aduana, otro inciso para impuestos
contribuciones, etcétera. La sustancia de lo distinto está en que la medida del impuesto o
el tributo es la capacidad contributiva y la del Derecho de Aduana puede ser que tome
en cuenta la capacidad contributiva, pero no es lo sustancial. La Corte se ha manifestado
al ha expresado respecto, expresando que es un instrumento de política económica
cambiaria y demás. Usted no puede ignorar que lo ha dicho en estos términos.
Esto era simplemente lo que quería aclarar, señora presidenta.
Sr. Presidenta. –– Tiene la palabra el senador Petcoff Naidenoff. Le pido por favor
que sea breve porque ya estamos funcionando sin quórum.
Sr. Petcoff Naidenoff. –– Quiero abordar dos cuestiones. Me parece que más allá de la
virulencia, todos nos hacemos cargo de las consideraciones políticas que podemos
efectuar en cuanto a los motivos del dictado de este instrumento de parte del Poder
Ejecutivo. Me parece que se mezclaron muchas cuestiones, fundamentalmente, porque
el diputado Rossi insistió con la coparticipación cuando en este decreto está en claro y
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establece que son recursos del Poder Ejecutivo Nacional y que se toma como mecánica
de distribución lo que establece la Ley de Coparticipación. Esto es para que quede claro.
Asimismo, debe quedar claro que si son recursos o fondos del Tesoro Nacional
el único modo de modificación presupuestaria es a través de una ley del Congreso. Ese
es el motivo central de nuestro rechazo hacia ese decreto de necesidad y urgencia. El
resto son cuestiones políticas y consideraciones en cuanto al instrumento. Reitero, el
decreto de necesidad y urgencia no es la vía para el tratamiento de este instrumento.
Por lo tanto, creo que el Congreso debió haber legislado porque estaba en
condiciones para hacerlo.
Sra. Presidenta. –– Tiene la palabra el diputado Landau.
Sr. Diputado Landau. –– No iba a hacer uso de la palabra pero quería puntualizar dos
cuestiones que no se han mencionado aquí.
En primer lugar, en cuanto a la materia que perfectamente podría haberse tratado
de una reasignación de partidas, porque técnicamente es una reasignación de partidas,
hay que destacar la actitud del Poder Ejecutivo de utilizar esta vía y no remitirlo
exclusivamente a una reasignación de partidas porque técnicamente se trata de esto.
En segundo término, las cuestiones de urgencia están dadas por la situación
económica como ya se ha dicho aquí y como está establecido en los considerandos, no
los voy a reiterar. Pero, la caída en la recaudación de cada una de las jurisdicciones
provinciales ––en esto son autónomas para la información–– amerita que el gobierno
nacional acuda en auxilio de esta situación a efectos de que la continuidad de las obras
públicas continúe.
Con respecto a la inversión, la inversión pública es la única inversión que
encuentran las economías de todo el mundo para mantener los empleos y la actividad
económica. En consecuencia, esto apunta en esa misma dirección y también resulta
ponderable.
El tercer aspecto que quiero destacar es que se trata de una decisión
profundamente federalista toda vez que integra recursos no previstos ordinariamente en
los presupuestos provinciales y los incorpora a ese presupuesto. Además, no sólo genera
la obligación del Estado del depósito de este 30 por ciento que aquí se menciona, sino
que, a su vez, hace nacer el correlativo derecho por parte de cada uno de los estados
provinciales a exigir del Estado nacional el depósito o el cumplimiento de esta norma,
una vez que se formalice su acuerdo de adhesión.
En consecuencia, creo que la medida es profundamente federalista y apunta
esencialmente al sostenimiento del empleo y al funcionamiento de cada uno de los
Estados federales, independientemente de cuál sea su color político. En cuanto a la
utilización de la vía, resulta la vía idónea toda vez que es claro que no se trata de la
creación ni de la modificación de ninguna alícuota. Vale decir que no es una materia
tributaria sino simplemente una asignación de partidas que ya se encuentran en poder
del Estado nacional y en administración por parte del Poder Ejecutivo.
Sra. Presidenta. –– Tiene la palabra la diputada Vaca Narvaja.
Sra. Vaca Narvaja. –– Con respecto a lo que significan las retenciones no como tributo
sino como instrumento de política económica, sabemos perfectamente que este
instrumento muchas veces tiene que ver con la defensa de los precios de los alimentos
en el mercado interno. Cuando se aplica, se desacoplan y esto permite mejorar esos
precios para consumo y también como política e instrumento económico para los
incentivos o desincentivos de distintas producciones.
Por otro lado ––por lo menos en mi caso––, uno permanentemente escucha
planteos de inconstitucionalidad desde la Coalición Cívica ante cualquier política,
actividad, instrumento o decreto que se instrumente desde el Poder Ejecutivo. Me
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gustaría que frente a esos planteos de permanente cuestionamiento a la
constitucionalidad nos acerquen su presentación frente a la Corte y el correspondiente
fallo que establezca que realmente lo que estamos haciendo es inconstitucional. Hasta
ahora, no lo he visto.
Sra. Presidenta. – Quiero resaltar, para finalizar esta reunión, que tal como a veces
simplificamos las palabras, esto es un fondo de distribución de los derechos de
exportación de la soja. Por primera vez, en cabeza de la presidenta, se toma la decisión
de hacer una distribución federal, entendiendo que el Estado de la Nación es federal
pero también debe estar cohesionado. Es una decisión excepcional en un contexto de
excepcionalidad no solo por la no conocida aún profundidad y extensión de la crisis
internacional, sino también por la receptividad de las demandas de las distintas
jurisdicciones provinciales sobre la necesidad de tener recursos para consolidar lo
logrado y prevenir los efectos negativos de la mencionada crisis.
Y reitero que a la tarde de ayer la última información que tenemos es que veinte
jurisdicciones provinciales más la Ciudad de Buenos Aires han manifestado la adhesión,
no por fines electorales sino para garantizar las condiciones de vida, de dignidad y el
trabajo y la producción en sus territorios, a esta decisión de la presidenta de la Nación
que se está debatiendo en el Congreso. La estamos debatiendo como corresponde en la
Comisión Bicameral por tratarse de un decreto de necesidad y urgencia.
Muchas gracias. Nos vemos en la próxima reunión.
- Son las 11 y 42.
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