La medicina explica por qué es tan difícil dejar el cigarrillo

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La medicina explica por qué es tan difícil dejar el cigarrillo
Enciende un cigarrillo y le da una pitada. La nicotina llega al cerebro en sólo seis segundos,
dos veces más rápido que una droga endovenosa. Sus efectos no se hacen esperar:
sobreviene una descarga de adrenalina (que aumenta la presión sanguínea, se aceleran la
respiración y el ritmo cardíaco), se produce una leve hiperglucemia y fluye la dopamina, un
neuroquímico asociado con sensaciones de placer y motivación.
El pesticida más vendido del mundo (sí, en la planta de tabaco la nicotina ahuyenta los
insectos) es poderosísimo. Una vez capturadas, sus víctimas difícilmente puedan liberarse. La
experiencia internacional indica que nueve de cada diez personas que prueban el cigarrillo se
convierten en adictos.
Dados los estragos que produce el tabaquismo, vinculado con más de cincuenta enfermedades
y culpable del 18% del total de las muertes, las evidencias que explican por qué es tan difícil
dejar de fumar vienen sumándose con un peso aplastante.
Ni la crisis argentina fue capaz de hacerle mella: el mercado local (Argentina) de cigarrillos
continúa en aumento, a pesar de que cobra 40.000 muertes anuales, un balance letal que
podría duplicarse en las próximas dos décadas. En el mundo, esa cifra ronda las cinco millones
de muertes anuales.
Las razones de la dependencia que provoca el tabaco son variadas y complejas, pero no hay
duda de que comienzan en el entramado biológico que prepara el terreno para la dependencia:
la tolerancia a la nicotina comienza a desarrollarse con la primera dosis. Hoy se sabe que se
trata de una sustancia psicoestimulante tan adictiva como la heroína, la cocaína o las
anfetaminas.
Para las doctoras Ana Tambussi, cardióloga del hospital Ramos Mejía e integrante de la
Fundación Cardiológica Argentina, y Verónica Schoj, especialista en medicina familiar del
hospital Italiano de Buenos Aires, donde integra el Grupo Antitabaquismo, no es un dato menor
que el tabaco sea una sustancia legal que se diluye en los usos y costumbres de la sociedad, y
que está ligado, por las tradiciones y el señuelo del marketing, a situaciones de placer y
disfrute.
"Además -subraya Schoj-, el cigarrillo no es sólo tabaco envuelto en papel. Los primeros nunca
son placenteros, pero tienen sustancias químicas que disminuyen el efecto tóxico inicial, y
vasodilatadores que aceleran el pasaje desde los pulmones al cerebro."
Sin embargo, ambas especialistas, que desde el Programa VIGI+A, del Ministerio de Salud de
la Nación, están en la primera línea de batalla contra el tabaquismo -analizando la vasta
literatura epidemiológica local e internacional, entrenando médicos y, en el caso de Schoj,
coordinando grupos de cesación - esgrimen innumerables razones para dejar de fumar. Sí, se
puede.
"Está demostrado que la mayoría deja el cigarrillo por su cuenta, de un día para otro -subraya
Schoj-. Sin embargo, cuando uno hace un tratamiento con asesoramiento médico y ayuda
farmacológica, tiene el doble de chances de tener éxito. Lo más importante es no desanimarse
frente a las recaídas: el tabaquismo es una enfermedad crónica, y está comprobado que
cuantas más recaídas uno haya dejado atrás más cerca está del abandono definitivo."
Claro que, en el proceso, los fumadores suelen esgrimir toda clase de argumentos fantásticos,
pero aparentemente lógicos, para racionalizar lo irracional. "Cuando se cayeron las torres
gemelas -cuenta Schoj-, una paciente recayó y se justificó diciendo: volví a fumar porque
pensé: ¿para qué me voy a matar en este esfuerzo si mañana me vuelan el edificio...? Otra
mujer que había dejado el cigarrillo fue al casino y volvió a fumar porque pensó: me están
tirando el humo en la cara, al fin de cuentas, estoy fumando, por lo menos me lo disfruto yo.
Otros fantasean: estoy sufriendo tanto estos días por no fumar que me voy a morir de un
infarto... pero del estrés."
Tal vez la mejor ilustración del poder de esta garra de hierro esté en las estadísticas de
fumadores en la juventud. "Las cifras que hemos visto en la revisión sistemática de todos los
estudios en adolescentes -dice Tambussi-, y las que muestran grandes encuestas
internacionales, son impresionantes. El 30% de los chicos llega a ser fumador consuetudinario
a los 13 años. Ese número llega al 38% antes de empezar el polimodal y a un 45 o 50% en la
universidad."
Existen muchos métodos para dejar de fumar, aunque la mayoría no tiene pruebas científicas
que los respalden. El láser, la acupuntura, las técnicas aversivas (encerrarse en cuartos a
fumar para producir un efecto de intoxicación) tendrían en principio, de acuerdo con las
evidencias científicas, un efecto placebo.
Las técnicas cuya utilidad fue demostrada son las cognitivo-conductuales, una estrategia
educacional complementada con fármacos sustitutos de nicotina -en parches, en chicles, nasal,
bucal o sublingual, aunque sólo los primeros se consiguen en la Argentina- y antidepresivos
que tienen un efecto en el cerebro muy similar al de la nicotina, como el bupropion, y otros.
"La tasa de éxito entre los que reciben fármacos es el doble -explica Schoj-. Mejora la calidad
de vida durante el período de abstinencia."
Quien se apreste a dejar de fumar debe saber que el período de abstinencia dura un mes en el
que estará irritable, ansioso, insomne o somnoliento, y sentirá deseos imperiosos de fumar. "La
abstinencia la hacen todos -afirma-, pero lo importante es que la nicotina no provoca síndrome
grave de abstinencia, como el alcohol, por ejemplo, siempre es manejable. ¿Cuál es su
máxima consecuencia? Volver a fumar."
El proceso que sigue al abandono describe una curva cuyo punto culminante se produce a los
siete días.
"Al principio ayudan todo el apoyo familiar y el efecto de euforia -cuenta Schoj-. Los que
participan en grupos en la segunda reunión están mucho más nerviosos, más irritables,
negativos. Se empiezan a poner ambivalentes. Piensan ¿estará bien lo que estoy haciendo?
¿tendrá sentido? El síntoma número uno de abstinencia es el deseo imperioso de fumar que
pasa en dos o tres minutos. Si conseguís implementar una pequeña estrategia para ese
momento, automáticamente dominas de nuevo la cancha. Por eso no hay que tener cigarrillos
a mano. Al mes, prácticamente no existe dependencia física."
Los beneficios serán inmediatos:
A los 20 minutos, la presión arterial regresa a su nivel normal, lo mismo que la frecuencia
cardíaca y la temperatura de pies y manos.
A las 8 horas, la respiración es más profunda y hay una mejor oxigenación pulmonar porque los
niveles de monóxido de carbono y oxígeno se normalizan.
A las 24 horas, disminuye el riesgo de muerte súbita.
Pasadas 48 horas, se normalizan los sentidos del gusto y del olfato.
A las 72 horas, se normaliza la función respiratoria.
Después del mes, aumenta la capacidad física y se cansará menos con cualquier actividad.
A los 6 meses, se reducen los catarros y molestias de garganta
Entre 1 y 9 meses, mejora el drenaje bronquial y se reduce el riesgo de infecciones.
Al año, es menor el riesgo de trombosis o embolias cerebrales.
Al año, se reduce a la mitad el riesgo de infarto.
A los 5 años, el riesgo de padecer infarto se iguala al de las personas que nunca fumaron.
A los 5 años, se reduce a la mitad el riesgo de padecer cáncer de pulmón y 5 años más tarde
se iguala al de un no fumador.
En un reciente seminario internacional realizado en la Biblioteca Nacional, el ministro de Salud
de la Nación, Ginés González García, afirmó que su cartera lleva adelante una política de lucha
contra el tabaquismo.
En ese contexto, hace unas semanas el país se sumó al Convenio Marco para el Control del
Tabaco (propiciado por la OMS y firmado por 192 países). El próximo paso es la ratificación del
convenio en las cámaras, condición fundamental para poder implementar leyes de prevención
del tabaquismo basadas en cuatro ejes fundamentales:
1. La restricción de la publicidad y promoción del tabaco
2. La implementación de espacios públicos libres de humo
3. El aumento gradual del precio de los cigarrillos
4. Campañas de prevención
Todas ellas son fórmulas probadas en otros países para propiciar el descenso del tabaquismo.
Mientras tanto, hoy puede ser un gran día. Hoy puede tomar la decisión de decirle adiós al
tabaco.
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
Dónde buscar ayuda en Argentina
El Programa VIGI+A, del Ministerio de Salud de la Nación, está relevando los organismos que
ayudan a dejar de fumar. Aquí se transcribe parte de la lista preliminar:
Unión Antitabáquica Argentina. La integran 50 organizaciones. (011) 4343-3553.
Grupo Antitabaquismo del hospital Italiano de Buenos Aires, (011) 4959-0200, interno 4851
(para los no socios), y 4958-3388 (para los socios).
Servicio de Oncología del hospital Alvarez, (011) 4611-6666, interno 268, doctores Hendrikus,
Lijding. Gratuito.
Hospital Durand: Clínica médica, doctor Vázquez; Neumonología, doctora Analía Casuso y
Miguel Feola. Gratuito.
Hospital María Ferrer: doctores Sandra Mercurio y Juan Schottlender, licenciada Teresa
Castellano. Gratuito.
Hospital Ramos Mejía: (011) 4127-0249, doctora Angueira. Gratuito.
Sanatorio doctor Julio Méndez, (011) 4902-7081 u 89, interno 122, Lic. Ana Zanutto. Gratuito.
Hospital Braulio Moyano, Pabellón Bosch, lic. Juan C. Fernández. Gratuito.
Hospital Penna, sección Neumonología: doctores Jorge Pollak, Alicia Biasotti y Alejandra
Yelicie. Gratuito.
Hospital Pirovano, (011) 4542-9906, doctor Hugo Gatti. Grupos de autoayuda. Gratuito.
Hospital Carolina Tobar García, doctor Isaac Cohen Sabban. Gratuito.
Hospital Tornú, Servicio de Neumonología, doctores Guastavino y Adolfo Yunis. Gratuito.
Hospital Vélez Sarsfield, Servicio de Promoción y Protección de la Salud, doctora Virginia
Lombardo. Gratuito.
Hospital Británico, 081-444 (respire) 7377473.
Hospital Universitario Austral, Consultorio de Neumonología.
Cinco pasos para dejar el cigarrillo
Cuáles son las estrategias probadas para librarse de la adicción al tabaco
La clave principal para abandonar con éxito el cigarrillo es estar decidido. Ana Tambussi y
Verónica Schoj, las especialistas del Programa VIGI+A recomiendan respetar estos cinco
pasos:
1. Busque un motivo.
Mejorar la salud de los hijos, la calidad de vida, ver crecer a sus nietos, prevenir enfermedades
como cáncer, enfisema o infarto, verse mejor, ahorrar dinero...
2. Identifique las situaciones difíciles que lo ponen en riesgo de volver a fumar .
Estar con otros fumadores, encontrarse bajo presión o en un problema, sentirse triste o
frustrado, tomar alcohol o café, mirar TV, jugar a las cartas, al manejar, al terminar de comer,
estar en fiestas o reuniones con amigos, etc.
3. Busque estrategias para los momentos difíciles.
Un hábito es algo que se repite automáticamente sin reflexión. ¿Pensó cuántos cigarrillos fuma
al día? Por ejemplo, si fumó 20 por día durante 15 años, suman 109.500 cigarrillos. Cada uno
implica por lo menos 10 pitadas. Es decir que llevó su mano a la boca 1.095.000 veces. Es
lógico que ese movimiento sea automático y lo realice inconscientemente. Muchos de los
cigarrillos que fuma no son producto del deseo ni de la necesidad sino de la costumbre. Para
esos momentos difíciles, hacer algo simple y cortito, ayuda a distraer la mente y manejar la
situación, como cambiar el entorno, salir a caminar, bañarse, lavarse los dientes, tomar algo
frío, hablar por teléfono.
4. Evite el stress.
Realice actividad física, que libera endorfinas, practique técnicas de relajación como la
respiración profunda o cualquiera que conozca, propóngase hacer algo placentero diariamente,
duerma y descanse adecuadamente.
5. Ponga una fecha para dejar de fumar y hágalo súbitamente.
Bajar de a poco no es efectivo. Avise a sus familiares y comprométase a conseguir apoyo.
Algunas claves para el primer día sin fumar:
Tirar los ceniceros, cigarrillos y encendedores.
No guardarse cigarrillos en ningún lugar (si se los guarda... ¿para qué otra cosa va a ser más
que para fumarlos? Es algo que hace la mayoría de la gente y aumenta el riesgo de recaída).
Crear un clima libre de humo en casa, en el auto y en el lugar de trabajo.
Mantenerse ocupado, yendo al cine, haciendo ejercicio, caminando o andando en bicicleta.
Evitar estar con fumadores.
Evitar alcohol y café los primeros días.
Recordar que un solo cigarrillo puede arruinar el programa. Una sola pitada puede tirar por la
borda todo el esfuerzo.
Ocupar áreas para no fumadores dondequiera que vaya.
No pensar que va a dejar de fumar para siempre, sino que sólo hoy no va a fumar. Cuando
comienza a sentir la abstinencia, pensar en no poder fumar nunca más puede parecerle
imposible.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar
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