Estamos aquí, porque no hay ningún refugio

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ORACIÓN PARA COMENZAR
Estamos aquí, porque no hay ningún refugio
donde escondernos de nosotras mismas.
Hasta que una persona no se confronta
en los ojos y en el corazón de los demás, escapa.
Hasta que no permite a los demás
compartir sus secretos no se libera de ellos.
Si tiene miedo de darse a conocer a los otros,
al final, no podrá conocerse a sí misma, ni a los demás.
Estará sola.
¿Dónde podremos conocernos mejor
sino en nuestros puntos comunes?
¿dónde podremos conocernos mejor
sino compartiendo cotidianamente
nuestra pequeñez y vulnerabilidad?
Aquí juntas,
Cada una puede manifestarse claramente,
no como el gigante de sus sueños
ni el enano de sus miedos,
sino como una parte de un todo
con su aportación a las demás.
Sobre esta base podemos enraizarnos y crecer,
no solas, como en la muerte,
sino vivas, para nosotras mismas y para los demás.
Te damos gracias Señor, por todo lo que nos regalas en la vida en común.
Por las alegrías y dificultades.
Te damos gracias porque vivir juntas nos ayuda a crecer, a conocernos: nuestras
limitaciones y nuestras posibilidades, y de ambas cosas aprendemos y con
ambas cosas queremos servirte y adorarte.
Te damos gracias Señor, porque aunque muchas veces cerremos los ojos,
Tú te haces transparente en nuestras hermanas,
y sentimos en ellas tu caricia y tu amor.
Te damos gracias porque tu ternura nos hace ser
Y nos invita cada día a amar más, con mayor gratuidad,
A multiplicar gestos de cariño, de acogida, de compasión.
Te damos las gracias porque tu Ternura nos visita como comunidad
Nos vivifica y nos renueva
Que ella nos capacite para salir al mundo llenas de exceso,
Sin medidas, sin cálculos...
Abiertos los brazos y el corazón... para transmitir al mundo tu abrazo universal
de Padre materno. Amén.
TERNURA Y COMUNIDAD
Necesitamos una vida de comunidad marcada por el mundo sagrado de
Dios, donde Dios ande por medio.
Los seres humanos no podemos renunciar a vivir en Dios y desde Dios todos
los aspectos de nuestra vida. Y en la convivencia, cuando compartimos todo lo
que somos y tenemos, necesitamos compartir esa hondura interior de nuestras
vivencias profundas.
Por eso una vida de familia acaba compartiendo a Dios. Orando juntas y
sintiendo que Dios pesa, que interviene en nuestras vidas y en nuestras
relaciones.
Nuestra convivencia será sagrada no porque nuestras conversaciones sean de
temas más o menos religiosos, sino porque es fruto de una vivencia de Dios y
desde nuestra vivencia profunda de Dios aceptamos a las demás, trabajamos
por ellas, y llevamos unas y otras, las satisfacciones y las cargas de todas.
Una vida así compartida, irá poco a poco creciendo con nuestro mismo
crecimiento, como eco de esa vida sagrada de Dios Trinidad, y como eco
también de la vida que M. Carmen Sallés soñó para todas nosotras, y que nos
dice desde su silencio: es posible llevarse bien. Es posible ser humildes y
sencillas ante las otras. Es posible quererse y compartir lo mejor que tenemos
en nuestro corazón: Dios.
LA TERNURA DE DIOS EN JESÚS
Hombre quisiste hacerme, no desnuda
inmaterialidad de pensamiento.
Soy una encarnación diminutiva;
el arte, resplandor que toma cuerpo:
la palabra es la carne de la idea:
¡Encarnación es todo el universo!
¡Y el que puso esta ley en nuestra nada
hizo carne su verbo!
Así: tangible, humano,
fraterno.
Ungir tus pies, que buscan mi camino,
sentir tus manos en mis ojos ciegos,
hundirme, como Juan, en tu regazo,
y -Judas sin traición- darte mi beso.
Carne soy, y de carne te quiero.
¡Caridad que viniste a mi indigencia,
qué bien sabes hablar en mi dialecto!
Así, sufriente, corporal, amigo
¡cómo te entiendo!
¡Dulce locura de misericordia:
los dos de carne y hueso!
“La hormiga traerá pedacitos de pan
al elefante encadenado a su brutal delicadeza”1
POR
QUÉ TE ADORO
Porque nos amas, tú el rechazado.
Porque nos sanas, tú el herido de amor.
Porque nos iluminas, aun oculto,
cuando la ternura enciende el mundo.
Porque nos guías, siempre delante,
siempre esperando,
siempre confiando
siempre abierto tu abrazo
te adoro.
Porque nos miras desde la congoja
y nos sonríes desde la inocencia.
Porque nos ruegas desde la angustia
de tus hijos golpeados,
porque nos abrazas en el abrazo que damos
y nos acaricias en la sonrisa compartida
y sostienes nuestro corazón cuando perdemos
y nos sales al paso en la vida que compartimos
te adoro.
Porque me perdonas más que yo misma,
porque me llamas, con grito y susurro
porque te fías a pesar de mis traiciones,
y me envías, nunca sola
a transitar por las vías de tus ternuras.
Porque a pesar de mi fragilidad,
tú que conoces mi debilidad
me confías lo que más amas: tus hijos e hijas
te adoro.
1
C.Valejo, “España, aparta de mí este caliz”, Obra poética completa, Alianza Editorial 1988, p.
ORACIÓN FINAL
Padre y Madre nuestra:
bendito seas porque has querido ser para nosotras fuerza generadora
de vida,
seno portador en el que estamos a salvo.
Haz que pongamos todas nuestra energías
en hacer posible la vida abundante para otros.
Condúcenos sobre alas de águila
en la dirección de tu reino.
Tu que eres un Dios de perdedores y desposeídos,
haz que entendamos tu voluntad
como una pasión por la inclusión,
y haz de nuestras vidas y de nuestra comunidad
espacio fraterno de mesa abierta,
en el que nos lavemos los pies las unas a las otras,
en el que sea posible compartir el pan y la palabra,
en el que encontremos fuerza y ánimo
para ponernos junto a ti y contigo a la tarea
de reparar, de sanar heridas,
de enjugar las lágrimas de tanta opresión,
de tanta injusticia, violencia y división.
No nos dejes caer en la tentación de la trivialidad, de la aspereza,
del desánimo o de la instalación.
Ayúdanos a permanecer descalzas ante la zarza ardiente de tu
gratuidad y de tu desmesura,
sumergidas en la nube de tu misterio,
sin querer controlarte, ni medirte, ni entenderte,
porque tú sólo te revelas a los humildes y pequeños.
Te lo pedimos por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
por quien hemos aprendido a nombrarte y a invocarte como Padre y
Madre nuestra
por quien sabemos que eres un Dios de terno
y a quien queremos seguir e imitar
por él nos sabernos y somos hijas tuyas y hermanas de todos los
hombres. Amén.
DIOS DE TERNURA
Deuteronomio 1: [28]¿Adónde vamos a subir? Nuestros hermanos
nos han descorazonado al decir: Es un pueblo más grande y
corpulento que nosotros, las ciudades son grandes y sus murallas
llegan hasta el cielo. Y hasta anaquitas hemos visto allí.» [29]Yo os
dije: «No os asustéis, no tengáis miedo de ellos. [30]Yahveh vuestro
Dios, que marcha a vuestro frente, combatirá por vosotros, como visteis que lo
hizo en Egipto, [31]y en el desierto, donde has visto que Yahveh tu Dios te
llevaba como un hombre lleva a su hijo, a todo lo largo del camino que habéis
recorrido hasta llegar a este lugar.»
Isaías, capítulo 43
[1]Ahora, así dice Yahveh
tu creador, Jacob,
tu plasmador, Israel.
«No temas, que yo te he rescatado,
te he llamado por tu nombre. Tú eres mío.
[2]Si pasas por las aguas, yo estoy contigo,
si por los ríos, no te anegarán.
Si andas por el fuego, no te quemarás,
ni la llama prenderá en ti.
[3]Porque yo soy Yahveh tu Dios,
el Santo de Israel, tu salvador…
[4]dado que eres precioso a mis ojos,
eres estimado, y yo te amo.
Isaías capítulo 66:
[10]Alegraos, Jerusalén, y regocijaos por ella
todos los que la amáis,
llenaos de alegría por ella
todos los que por ella hacíais duelo;
[11] de modo que maméis y os hartéis
del seno de sus consuelos,
de modo que chupéis y os deleitéis
de los pechos de su gloria.
[12]Porque así dice Yahveh:
Mirad que yo tiendo hacia ella,
como río la paz,
y como raudal desbordante
la gloria de las naciones,
seréis alimentados, en brazos seréis llevados
y sobre las rodillas seréis acariciados.
[13]Como uno a quien su madre le consuela,
así yo os consolaré
(y por Jerusalén seréis consolados).
Isaías capítulo 49:
[14]Pero dice Sión: «Yahveh me ha abandonado,
el Señor me ha olvidado.»
[15]- ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho,
sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
Pues aunque ésas llegasen a olvidar,
yo no te olvido.
[16]Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada,
tus muros están ante mí perpetuamente.
Oseas Capítulo 11:
1]Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
[2]Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí:
a los Baales sacrificaban,
y a los ídolos ofrecían incienso.
[3]Yo enseñé a Efraím a caminar,
tomándole por los brazos,
pero ellos no conocieron que yo cuidaba de ellos.
[4]Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor,
y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla,
me inclinaba hacia él y le daba de comer.
Pero [7]Mi pueblo tiene querencia a su infidelidad;
cuando a lo alto se les llama, ni uno hay que se levante.
[8]¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel?
¿Voy a dejarte como a Admá, y hacerte semejante a Seboyim?
Mi corazón está en mí trastornado,
y a la vez se estremecen mis entrañas.
[9]No daré curso al ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraím,
porque soy Dios, no hombre.
en medio de ti yo soy el Santo,
y no vendré con ira.
LA BENDICIÓN DEL DIOS DE LA TERNURA
Que la Bendición del Dios de la Ternura descienda
sobre ti,
Que lo sientas a tu lado, oyéndote, contándote sus
secretos, dándose a sí mismo a ti,
atrayéndote mientras tiemblas al borde de tu entrega;
Y que su amor en ti, encienda fuegos de ternura y de
esperanza, y que estos fuegos ¡crezcan y ardan y
estallen e inflamen la tierra!
Y que su amor en ti brille en los ojos de todos aquellos
con quienes te encuentres.
Que la Bendición del Amor y la Ternura divinas, este
contigo.
¡GRACIAS POR TODO!
Nurya Gayol, aci
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