experimento prisión Zimbardo

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Experimento de la Prisión de Standford. Philip Zimbardo
Fuente: http://antalya.uab.es/jmunoz/Laboratorio/Zimbardo/title.htm
Título
Una tranquila mañana de domingo en
agosto, en Palo Alto, un coche de la policía
de California recorre la ciudad cogiendo
estudiantes como parte de un arresto masivo
por violación de los códigos penales 211,
robo armado y allanamiento, un 459 PC.
Sujeto buscado contra el coche de policía
El sujeto fue capturado en su casa,
acusado, informado de sus derechos
legales, registrado y esposado; a
menudo mientras los sorprendidos y
curiosos vecinos miraban.
El sospechoso fue colocado en la parte
trasera del coche de policía y llevado al
cuartel de policía haciendo sonar las
sirenas.
(a) Sujeto en el cuartel de policía
(b) Toma de huellas digitales
El coche entró en el cuartel de policía, se sacó al sospechoso y se le hizo entrar en el cuartel,
registrado formalmente, informado de nuevo de sus derechos legales, se le tomaron las
huellas digitales y se le hizo un reconocimiento completo.
Sujeto en celda de detención de la policía
Se llevó entonces al sospechoso a una celda donde
se le dejó con los ojos vendados para meditar sobre
su destino y asombrarse de lo que había hecho para
meterse en este embrollo.
Lo que había hecho había sido contestar unas
semanas antes un anuncio que apareció en la prensa
de Palo Alto, pidiendo voluntarios para un estudio
sobre los efectos psicológicos de la vida en prisión.
Queríamos ver exactamente las consecuencias
conductuales y psicológicas de convertirse en un
prisionero o en un guardia de prisión. Para hacer
esto, decidimos crear nuestra propia prisión, para
crear o simular un entorno de prisión y entonces
anotar cuidadosamente los efectos de esta institución
total sobre la conducta de todos los que se
encuentran dentro de sus muros.
(a) Sujetos contestando pre-tests
(b) Encuentro con los asesores
A las 70 personas que contestaron nuestro anuncio se les hizo contestar una extensa batería de
tests psicológicos administrados por Craig Haney y Curt Banks, que nos ayudó a eliminar
aquellos candidatos con cualquier tipo de problema psicológico, problema médico o historia de
criminalidad o abuso de drogas, hasta que nos quedamos con la muestra final de 24 sujetos.
Eran estudiantes de todos los Estados Unidos y Canadá que estaban en el área
de Stanford durante el verano y querían ganar 15$ diarios por participar en un
estudio psicológico. Reaccionaban normalmente sobre todas las dimensiones
que fuimos capaces de testar u observar,.
Nuestro estudio de la vida en prisión comenzó, entonces, con un grupo de
estudiantes saludables, inteligentes, de clase media. Estos chicos fueron
divididos arbitrariamente en dos subgrupos. A la mitad se les asignó al azar el
papel de guardias, a la otra mitad el de prisioneros. Es importante recordar que
al inicio de nuestro experimento no existía ninguna diferencia entre los chicos a
los que al azar se les asignó el tratamiento de ser prisioneros y aquellos a los
que se les asignó el de guardias.
(a) Construyendo la prisión
(b) Habilitando la prisión
Para comprender mejor la psicología del encarcelamiento que estábamos intentando
simular en nuestro estudio, pedimos los servicios de asesores con experiencia. El principal
de ellos fue Carlo Prescott, un ex-profesional que había servido cerca de setenta años en
San Quentin, Soledad, Folsom y otras prisiones. El nos hizo conscientes de lo que era ser
un prisionero. También nos presentó a otros exprofesionales y a personal correccional.
Nuestra prisión fue físicamente construida en los sótanos del departamento de psicología
de Stanford. Cogimos las ventanas de algunos laboratorios y las reemplazamos con unas
puertas especialmente fabricadas y con números de celda. También tapiamos los extremos
de un largo corredor. Este corredor era el patio, y era el único lugar fuera de su celda
donde se permitía andar a los prisioneros .
En uno de los extremos del hall había una pequeña apertura desde donde podíamos filmar
lo que ocurría. En un lado del corredor había un pequeño armario que se convirtió en el
"agujero" o celda de aislamiento. Un sistema de intercomunicación nos permitía hacer
anuncios públicos a los prisioneros. No había ventanas o relojes para juzgar el paso del
tiempo, lo que posteriormente resultó en alguna experiencia de distorsión temporal.
Sujeto en celda de detención
Nuestra cárcel está ahora lista para
recibir a los primeros prisioneros, que
estaban esperando en las celdas de
detención del departamento de policía
de Palo Alto. Cada prisionero, todavía
con los ojos vendados y todavía en un
estado de ligero shock por la sorpresa
del arresto por la policía de la ciudad,
es colocado en un coche de uno de
nuestros hombres y conducido a la
cárcel de la ciudad de Stanford para
su procesamiento.
Prisioneros siendo procesados
Los prisioneros eran conducidos a la cárcel de uno
en uno y eran recibidos por el director.
Cada prisionero es cacheado y desnudado
sistemáticamente.
Entonces
es
despiojado,
un
procedimiento
diseñado en parte para humillarlo y en parte para
estar seguros de que no lleva ningún germen que
pueda contaminar nuestra cárcel.
(a) Vistiendo el uniforme de la prisión
(b) Cadena en el tobillo
Se le da entonces su uniforme al prisionero.
Consiste de cinco partes. La principal es un vestido
que cada prisionero lleva todo el tiempo sin nada
debajo. Sobre el vestido, delante y detrás, está su
número de prisionero.
En el tobillo derecho de cada prisionero hay una
cadena, que lleva puesta continuamente. Sandalias
de goma en los pies y en sus cabezas, para cubrir
su largo pelo, una gorra de media, una gorra hecha
con medias de mujer que también tienen que llevar
día y noche. Debe quedar claro que estábamos
intentando crear una simulación funcional de un
entorno de prisión, no uno literal. Es una distinción
importante para tener en cuenta
Los prisioneros reales no llevan vestidos, pero los
prisioneros reales, como hemos aprendido, se
sienten humillados, se sienten "emasculados", y
pensamos que podíamos producir los mismos
efectos fácilmente poniéndoles vestidos sin ropa
interior. En realidad, en cuanto nuestros prisioneros
se pusieron esos uniformes comenzaron a caminar
y a sentarse de forma diferente, y a comportarse
de forma diferente, más como una mujer que como
un hombre.
La cadena en sus pies, que también es inhabitual
en muchas prisiones, se usó para que el prisionero
fuera siempre consciente de la opresividad de su
entorno. Así incluso cuando estaba durmiendo no
podía escapar de la atmósfera de opresión. Cuando
se daba la vuelta, la cadena golpeaba su otra
pierna, despertándolo y recordándoles que estaba
todavía en una prisión, incapaz de escapar incluso
en sus sueños.
(a) Tarjeta de identificación del prisionero
(b) Afeitado de cabeza
Su número de prisionero era una forma de hacerle
sentir anónimo. Cada prisionero tenía que ser
llamado sólo por su número. El sombrero de media
en la cabeza era un sustituto del afeitado de
cabeza.
Este proceso de tener la cabeza afeitada, que se da
en muchas prisiones y en el ejército, está diseñado
en parte para minimizar la individualidad de cada
ser humano, ya que algunas personas expresan su
individualidad a través de su estilo o largura de
pelo. También es una forma de iniciar a cada
persona en el cumplimiento de la regla arbitraria,
coercitiva de la institución. El cambio dramático por
el simple hecho de tener la cabeza afeitada era
obvio en estos hombres.
(a) Guardia acosando a un prisionero
(b) Guardia de la prisión de Stanford
A los guardias no se les dieron
instrucciones
o
entrenamiento
específicos sobre cómo ser guardias.
Más bien eran libres, dentro de unos
límites, de hacer lo que consideraran
necesario para mantener la ley y el
orden en la prisión y para tener el
respeto de los prisioneros. Los
guardias crearon su propio conjunto
de reglas que luego aplicaron para la
supervisión general del director David
Jaffe, también un estudiante.
Se les advirtió, sin embargo, de la
seriedad potencial de su misión y de
los posibles peligros en la situación en
la que iban a entrar, tanto como, por
supuesto, los guardias reales que
eligen voluntariamente un trabajo de
ese estilo. Como con los prisioneros
reales, los nuestros esperaban alguna
persecución y tener violados su
privacidad y algunos de sus otros
derechos civiles mientras estuvieran
en la prisión.
Todos los guardias vestían uniformes
idénticos, llevaban una porra, un
silbato, y todos llevaban gafas de sol
especiales. Esas gafas reflectantes
impedían verles los ojos o leer sus
emociones, y por lo tanto ayudaba a
su
anonimato.
Estábamos,
por
supuesto, estudiando no solo a los
prisioneros, sino también a los
guardias.
Prisoneros durmiendo en la celda
Empezamos con nueve guardias y
nueve prisioneros en nuestra cárcel.
Trabajaban tres guardias cada turno
de ocho horas, tres prisioneros
ocupaban cada una de las tres celdas
todo el tiempo. El resto de guardias y
prisioneros de nuestra muestra total
de 24 estaban a la espera de ser
llamados en el caso de necesitarlos.
Las celdas eran tan pequeñas que
sólo había espacio para los tres
colchones sobre los que dormían o se
sentaban los prisioneros.
(a) Recuentos nocturnos
(b) Recuentos como castigo - Auschwitz
(Alfred Kantor, the Book of Alfred Kantor, McGraw Hill, 1971)
A las 2:30 de la madrugada los prisioneros fueron
despertados rudamente para ser contados. El
recuento tenía la finalidad de familiarizar a los
prisioneros con sus números. Pero más importante,
ofrecía a los guardias una ocasión regular para
interaccionar con y ejercer control sobre los
prisioneros. Había diversos recuentos cada día y
cada noche.
El levantar durante la noche era una forma habitual
de castigo físico impuesto por los guardias para
castigar las infracciones de las reglas o las
muestras de actitudes inadecuadas hacia los
guardias o hacia la institución. Cuando vimos que
los guardias hacían esto, pensamos que era una
forma inadecuada de castigo en una prisión.
Sin embargo, posteriormente nos enteramos de
que en los campos de concentración Nazi, eso
mismo era usado como una forma de castigo, como
podemos ver en este dibujo de un antiguo
prisionero de un campo de concentración, Alfred
Kantor. Es curioso que uno de los guardias también
pisara la espalda de uno de los prisioneros mientras
realizaban flexiones de castigo hacia el final de
nuestro experimento.
(a) Tres prisioneros iniciando una rebelión
(b) Refuerzos de los guardias
Como el primer día pasó sin ningún
incidente,
estábamos
totalmente
sorprendidos y no preparados para la
rebelión que estalló durante la
mañana
del
segundo
día.
Los
prisioneros se quitaron sus "gorros",
arrancaron
sus
números
y
se
atrincheraron dentro de las celdas
poniendo las camas contra la puerta.
Entonces el problema era ¿qué íbamos
a hacer con esta rebelión?
Los
guardias
también
estaban
trastornados porque los prisioneros
empezaron a burlarse de ellos y a
insultarlos. Cuando llegó el turno de la
mañana,
se
molestaron
porque
aseguraban que el turno de la noche
debía haber sido demasiado permisivo
porque sino no habría estallado la
rebelión. Los guardias tenían que
solucionar la rebelión por sus medios,
y lo que hicieron fue fascinante de
contemplar.
En primer lugar insistieron en pedir
refuerzos. Los tres guardias que
estaban esperando en casa vinieron y
los guardias del turno de noche se
quedaron voluntariamente de servicio
para reforzar el turno de mañana. Los
guardias se reunieron y decidieron
contestar a la fuerza con la fuerza.
Guardia usando un extintor
Cogieron un extintor de incendios
que disparaba dióxido de carbono y
obligaron
a
los
prisioneros
a
apartarse de las celdas, entraron en
cada celda, desnudaron a los
prisioneros, sacaron las camas fuera,
pusieron a algunos prisioneros que
eran los cabecillas en aislamiento, y
en general empezaron a intimidar y
hostigar a los prisioneros.
La rebelión había sido sofocada
temporalmente
pero
ahora
los
guardias se enfrentaban a un nuevo
problema. Seguro, nueve guardias
con porras podían sofocar una
rebelión de nueve prisioneros, pero
no podía haber nueve guardias de
servicio continuamente. Es obvio que
nuestra prisión no podía soportar tal
número de personas. Entonces, ¿qué
podían hacer? Entonces a uno de los
guardias se le ocurrió una ingeniosa
solución.
"Usemos
tácticas
psicológicas en vez de físicas".
(a) Prisionero en celda de privilegio
(b) Rebelde en el "agujero"
Las tácticas psicológicas llevaron a
montar una celda de privilegio. Una
de las tres celdas se convirtió en una
celda privilegiada. Se les concedieron
privilegios especiales a los tres
prisioneros que intervinieron menos
en la rebelión. Recuperaron los
uniformes, recuperaron sus camas, se
les permitió asearse y lavarse los
dientes. Los otros no. También
tuvieron comida especial en presencia
de los otros prisioneros que habían
perdido el privilegio de comer. Esto se
diseñó para romper la solidaridad
entre los prisioneros. Después de
medio día de este tratamiento, los
guardias cogieron a algunos de los
prisioneros "buenos" y los pusieron en
las celdas "malas", y cogieron a
algunos de los "malos" prisioneros y
los pusieron en la celda "buena",
generando
confusión
entre
los
prisioneros.
Algunos de los prisioneros que eran
cabecillas pensaron entonces que los
prisioneros de la celda de privilegio
debían sen informadores, y de
repente ya no podía haber unión o
solidaridad dentro de cada celda.
Nuestros asesores ex-convictos nos
informaron posteriormente que un
tipo muy similar de táctica es usada
por los guardias reales en las
prisiones reales para romper las
alianzas entre prisioneros. Lo que se
hace según se dice es usar la
amenaza de homosexualidad para
dividir a los prisioneros y también
promover
el
racismo
oponiendo
negros, chicanos y anglos entre ellos.
De hecho, en una auténtica prisión la
mayor amenaza para la vida de
cualquier prisionero proviene de sus
compañeros.
En
las
auténticas
prisiones es extraño que actúen
conjuntamente contra el sistema.
Guardias vs. Prisioneros en el recuento
En contraste, la rebelión jugó un
importante
papel
produciendo
mayor
solidaridad
entre
los
guardias. Porque ahora, de repente,
ya no se trataba simplemente de un
experimento,
de
un
simple
simulacro.
Efectivamente, aquí había algunos busca-problemas que les podían causar un daño
real, que previamente los habían humillado públicamente. Se les estaban burlando,
tomando el pelo, y los guardias no iban a soportarlo más. Ahora los guardias
empezaron a aumentar incluso más su control, autoridad, vigilancia y agresión.
Cualquier aspecto de la conducta de los prisioneros calló sobre el control total y
arbitrario de los guardias de cualquiera de los turnos. Ir al lavabo era un privilegio
que el guardia podía conceder o denegar a su voluntad. Bastante a menudo, a
medida que pasaban los días, un guardia podía rechazar la petición de ir al lavabo de
un prisionero, y después de las 10 de la noche cuando las luces estaban ya
apagadas, los prisioneros tenían que orinar y defecar en un cubo que se había
dejado en la celda, y en ocasiones el guardia podía incluso rechazar que el prisionero
vaciara el cubo. Pronto la prisión comenzó a oler o orina y heces. También, mientras
escoltaba a un prisionero al baño, el guardia que quedaba a solas con el prisionero,
sin la vigilancia del superintendente de la prisión, o cualquier otro, quedaba libre
para empujarle, hacerle tropezar, o hacer cualquier otra cosa para tenerlo a raya.
Dos guardias con el líder rebelde
Los guardias eran especialmente
duros con el cabecilla de la rebelión,
el
prisionero
#5401.
Después
supimos cuando censurábamos el
correo de los prisioneros que era un
activista radical.
Se había presentado voluntario con la idea de desenmascarar nuestra investigación
que erróneamente pensaba era una herramienta del establishment para encontrar
formas de control de los estudiantes radicales. De hecho, había planeado vender la
historia a los periódicos clandestinos de Berkeley, The Barb y The Tribe, cuando
hubiera acabado el experimento. Sin embargo, incluso él se introdujo tanto en el rol
de prisionero que se sintió orgulloso de ser elegido líder del Comité de Quejas de la
Prisión de Stanford como le contó en su carta a su novia.
8612 Crisis
Muchas de las quejas del Comité de
Quejas, que tenían que ver con
actividades de recreo y rehabilitación,
fueron ignoradas, por supuesto, hasta
que el personal se convenció de que
la amenaza interna a la seguridad de
la prisión había terminado.
El lunes por la noche, en menos que
36 horas, nos vimos forzados liberar a
nuestro primer prisionero.
El prisionero #8612 sufría un agudo disturbio emocional, pensamiento
desorganizado, gritos incontrolados, y rabia. A la vista de esto, habíamos empezado
también a pensar tanto como autoridades de prisión que pensamos que estaba
fingiendo, es decir, que estaba intentado engañarnos. Nos llevó cierto tiempo hasta
que nos convencimos de que estaba sufriendo realmente, y entonces lo liberamos.
Prisioneros comiendo
Hubo
dos
acontecimientos
que
marcaron el martes. El primero fue la
hora de visita de los padres y
amigos. A aquellos prisioneros que
tenían familia y amigos cerca se les
permitió
que
les
escribieran,
pidiéndoles que los visitaran en la
cárcel.
Nos preocupaba que cuando los padres vieran el estado de nuestra cárcel y de sus
hijos, podían insistir en llevárselos. Para contrarrestar esto, manipulamos
enormemente la situación, y entonces manipulamos sutilmente a los visitantes.
Hicimos la visita "hipócrita" para hacer que el entorno de la prisión pareciera
agradable a los padres y disimular cualquier queja que pudieran presentarles los
prisioneros. Lavamos y afeitamos a los prisioneros, que tenían limpias las celdas,
eliminamos todos los signos, les dimos una gran comida, se escuchó música por los
altavoces, e incluso una atractiva co-ed, Susie Phillips, recibió a los visitantes.
Pariente turbado
Cuando llegó la docena aproximada
de visitantes, llenos de buen humor a
lo que parecía ser una experiencia
novelesca
y
divertida,
sistemáticamente
mantuvimos
su
conducta bajo control situacional.
Se les tenía que mostrar que eran nuestros invitados, a quienes les concedíamos el
privilegio de visitar a sus hijos, hermanos y amantes. Tenían que registrarse, se les
hizo esperar media hora, se les dijo que sólo dos visitas podían ver a un prisionero,
el tiempo total de visita se fijó en sólo diez minutos, tenían que estar bajo la
vigilancia de un guardia, y antes de que los padres pudieran entrar en el área de
visitas, tenían que discutir el caso de su hijo con el director.
Por supuesto se quejaron de estas reglas arbitrarias, pero curiosamente, lo único que
hicieron fue cumplirlas. Así ellos, también, se convirtieron en parte del drama de la
prisión que estábamos representando. Efectivamente, algunos de los padres
quedaron trastornados cuando vieron lo fatigados y angustiados que estaban sus
hijos. Pero su reacción fue moverse dentro del sistema para pedir en privado al
superintendente que mejora las condiciones de su pequeño prisionero. Cuando le dije
a una madre "¿Cuál es el problema con su hijo? ¿No duerme bien?" su madre dijo
"Lo siento, no quiero crear ningún problema, pero parece tan fatigado." Ella estaba
reaccionando a la autoridad en que yo inconscientemente me había convertido como
superintendente de la Prisión de Stanford.
Discusión sobre rumor de fuga
El segundo mayor acontecimiento con
el que nos tuvimos que enfrentar el
martes fue un rumor de un plan de
huida en masa. Uno de los guardias
escuchó a los prisioneros hablando
sobre una huida que debía ocurrir
inmediatamente después de la hora de
visita.
El rumor fue de la siguiente forma: El prisionero #8612 que había sido liberado la
noche anterior, realmente estaba fingiendo. Lo que había ido a hacer fuera era reunir
a sus amigos para irrumpir después de la hora de visita. ¿Cómo creéis que
reaccionamos ante este rumor?
¿Piensas que escuchamos un plan de transmisión de rumor durante el día y
esperamos a la inminente fuga, y entonces observamos lo que ocurría? Esto es lo
que habríamos hecho, sin duda, si todos estuviéramos actuando como psicólogos
sociales experimentales, que es nuestra rol habitual. En lugar de eso, el martes
nuestra principal preocupación era mantener la seguridad de nuestra prisión. Así, lo
que hicimos fue, encontrarnos el director, el superintendente y uno de los jefes, y
planear nuestra estrategia.
Delator en la celda
En primer lugar pusimos a un
delator en la celda que ocupaba
#8612. Era un cómplice que nos
daría información sobre el plan de
fuga.
Entonces volvimos al departamento de policía de Palo Alto y preguntamos si
podíamos trasladas a nuestros prisioneros a su cárcel. Mi petición fue rechazada
simplemente porque el gestor informó al jefe de policía que no les cubriría el seguro
si trasladábamos nuestros prisioneros a su cárcel. Enojado y disgustado por esta
falta de cooperación, volví, y diseñamos un segundo plan.
El plan fue desmantelar nuestra cárcel inmediatamente después de que marcharan
las visitas, llamar refuerzos, coger a nuestros prisioneros, encadenarlos, llevarlos a
un ascensor, subirlos al almacén del quinto piso que habíamos estado limpiando
durante horas, y dejar a los prisioneros allí con los guardias hasta que sus amigos
llegaran al sótano. Cuando llegaran los conspiradores, yo debería estar allí sentado
solo. Entonces debería decirles que el experimento había finalizado y que habíamos
enviado a todos sus amigos a sus casas, que no quedaba ninguno por liberar.
Cuando marcharan volveríamos a traer a los prisioneros y doblaríamos la vigilancia
de nuestra prisión. Incluso pensamos en hacer volver con algún falso pretexto a
#8612 y entonces volverlo a encarcelar puesto que se había librado con falsos
pretextos.
Director en el patio desierto
Estuve
sentado
esperando a que
intrusos para poder
nuestro maquiavélico
aquí
solo,
entraran los
llevar a cabo
contra-plan.
Así, debería de haber estado solo, pero uno de mis colegas, un brillante psicólogo
experimental, que había oído que estábamos haciendo un experimento, llegó para
ver que ocurría. Le describí solo brevemente lo que ocurría porque estaba deseando
que marchara, puesto que pensaba que la intrusión podía producirse en cualquier
momento.
Entonces me hizo una pregunta simple: "¿Cuál es la variable independiente es este
estudio?" Para mi sorpresa, yo estaba realmente enojado con él. Tenía una fuga de
la prisión en mis manos. La seguridad de mis hombres y la estabilidad de mi prisión
estaba en peligro y yo tenía que discutir con este (...) cuya única preocupación era
por algo tan ridículo como una variable independiente. La siguiente cosa que me
preguntaría sería sobre programas de rehabilitación, ¡el falso! No fue hasta algún
tiempo después que no me di cuenta de lo lejos que habíamos llegado en nuestro
experimento en este momento.
(a) Prisionero limpiando el baño
(b) Prisioneros haciendo flexiones
El rumor sobre la fuga fue solo un rumor. Nunca se materializó.
Imaginaros nuestra reacción. Habíamos gastado un día entero
planeando frustrar la fuga, habíamos ido al departamento de policía,
limpiado el almacén, trasladado a nuestros prisioneros, desmantelado
gran parte de nuestra prisión, ni siquiera recogimos ningún dato
durante todo el día. ¿Cómo reaccionamos ante esto? Bien,
reaccionamos con bastante frustración, con sentimientos de disonancia
por todo el esfuerzo que habíamos realizado en vano ¿imaginas quien
lo iba a pagar?
El nivel de enfado de los guardias aumentó de nuevo considerablemente, hasta el
punto de incrementar las humillaciones que hacían sufrir a los prisioneros, incluso
limpiar las tazas del lavabo con sus manos desnudas, haciéndoles hacer flexiones e
incrementando el número de recuentos.
Sacerdote, prisionero en la TV
El miércoles ocurrió algo extraño que
añadió un elemento kafkiano a
nuestra prisión. Un sacerdote católico
que había sido capellán de prisión en
Washington, D.C., fue invitado para
que hiciera una evaluación de hasta
qué punto era válida nuestra situación
de prisión, y también porqué el
Comité de Quejas había solicitado
servicios religiosos.
Se entrevistó con cada uno de los prisioneros individualmente mientras yo veía con
asombro cómo la mitad de los prisioneros con los que hablaba, cuando se
presentaba, respondían dándole su número en vez de su nombre. Después de una
breve charla, les hacía la pregunta clave: "Entonces, ¿qué estás haciendo para
conseguir salir de aquí?" Cada prisionero, lo mismo que yo, respondía con
perplejidad. Y él les decía a cada uno que si no se ayudaban a ellos mismos nadie lo
haría, que eran estudiantes, que eran lo suficientemente inteligentes para darse
cuenta de que estaban en la cárcel y que la única forma de salir era con un abogado.
Si ellos no podían conseguir uno, tenían que pedir un abogado de oficio. Entonces de
ofrecía a contactar con sus padres si ellos querían para conseguir alguna ayuda legal.
Algunos le pidieron que lo hiciera.
(a) Sacerdote en reunión
(b) Prisioneros alineados para cantar
La visita del sacerdote resaltó la creciente confusión entre realidad e ilusión, entre
ejecución de rol (role-playing) y auto-identidad que nos estaba ocurriendo a todos como
criaturas de su propia realidad. En la vida real este hombre era un sacerdote real. Pero
él había aprendido de tal forma a representar el papel estereotipado, programado de
sacerdote, a hablar de cierta manera, colocar sus manos en una forma prescrita, que nos
parecía más bien una versión de sacerdote de película, una versión Bing Crosby, que un
sacerdote real. Y esto añadido al nivel general de confusión que estábamos empezando a
experimentar todos sobre nuestros roles, y donde acababa el rol y empezaba la
identidad.
Los prisioneros que se sintieron más impresionados por la visita del sacerdote fueron
aquellos pocos que habían sido capaces de convencerse a sí mismos que esta no era una
prisión real. El único prisionero que no quiso hablar con el sacerdote fue el #819 que se
encontraba enfermo y se había negado a comer y quería un médico, no un cura. Se le
convenció para que hablara con el sacerdote y con el director para que pudiéramos
diagnosticar cual era su problema y qué tipo de médico necesitaba.
Mientras nos hablaba, calló y empezó a gritar histéricamente, tal como los otros dos
chicos que habíamos liberado con los mismos síntomas. Cogí la cadena de sus pies, el
"gorro" de su cabeza, y le dije que se fuera a la habitación de relajación que teníamos al
lado del patio de la prisión; que le llevaría algo de comida y entonces iría con él a ver a
un médico. Mientras estaba haciendo esto, uno de los guardias había alineado a todos
los prisioneros y les hacía cantar en voz alta.
819 llorando
En cuanto me di cuenta de que #819 estaba
escuchando todo esto, entré en la habitación
donde lo había dejado, y lo que encontré fue un
chico llorando histéricamente mientras de fondo
sus compañeros prisioneros gritaban y cantaban
que era un mal prisionero y que estaban siendo
castigados por su culpa. No era este un canto o
recuento desorganizado y lleno de bromas como el
primer día. Estaba marcado por su conformismo,
su complacencia. Era como si una única voz dijera
"819 es malo".
O como un millón de seguidores de Hitler cantando "Heil Hilter". ¡Imagina cómo me
sentí! Dije "OK, marchate." A través de sus lágrimas me dijo, "No, no puedo
marcharme." No quería marchar porque los otros le habían etiquetado como mal
prisionero. Incluso aunque se sentía enfermo quería volver a la prisión para
demostrar que no era un mal prisionero. En ese momento dije, "Escucha, tú no eres
#819. Mi nombre es Dr. Zimbardo, soy un psicólogo y esto no es una prisión. Esto es
simplemente un experimento y esos son estudiantes, como tú. Vamos." Dejó de
llorar de repente y me miró como un niño que se despierta de una pesadilla y dijo
"OK, vamos." Estaba claro que lo que yo estaba haciendo era convencerme a mí
mismo de la afirmación que acababa de hacer.
(a) Prisioneros esperando fuera del "comité de libertad
bajo palabra"
(b) Entrevista de "Libertad bajo palabra"
El jueves por la mañana se reunió el 'Comité de Libertad bajo Palabra'. Todos los
prisioneros que pensaban que tenían una razón legítima para ser liberados podían
presentar una solicitud. Los prisioneros fueron encadenados juntos y llevados ante el
comité con bolsas en la cabeza de forma que no pudieran ver u oír. Entraban en la
habitación de uno en uno.
El comité estaba compuesto principalmente de personas extrañas a los prisioneros y
estaba presidido por nuestro consultor, Carlo Prescott. Ocurrieron tres cosas remarcables
en esta reunión del comité. La primera fue que preguntamos a cada prisionero si
renunciaría a todo el dinero que había ganado hasta el momento si le concedíamos la
libertad. Todos menos dos dijeron que sí, que renunciarían a todo el dinero que habían
ganado si les concedíamos la libertad.
Esto es dramático por sí mismo, pero menos que lo siguiente. Al final de la entrevista le
decíamos a cada uno que volviera a su celda y que consideraríamos su solicitud. Todo lo
hicieron dócilmente. Lo que les habíamos resaltado era el contrato, es decir, ellos habían
aceptado voluntariamente ser prisionero sólo porque necesitaban el dinero que recibirían
por ser sujetos experimentales. Si ahora no querían el dinero, entonces naturalmente no
había ninguna razón o motivo para continuar siendo un sujeto en este experimento. Nadie
puede ser encarcelado contra su voluntad en un experimento ¿o sí? Lo que deberían haber
dicho en ese momento es, 'Dejo el experimento y no deseo seguir siendo un sujeto por el
dinero, la ciencia, o cualquier otra razón.' Pero no lo hicieron.
No podían porque su sentido de la realidad había sufrido una transformación. No tenían el
poder de decidir dejar el experimento porque ya no era un experimento para ellos. Estaban
en una prisión donde la realidad verbal era la libertad. En esta prisión sólo la autoridad
correccional tenía el poder de conceder la libertad.
Entrevista de "Libertad bajo Palabra"
El tercer acontecimiento interesante
del día fue la forma inesperada en
que nuestro consultor sufrió una
completa
metamorfosis
como
presidente del comité de libertad.
Literalmente se convirtió en el funcionario autoritario más odiado imaginable, tanto
que cuando todo terminó sintió náuseas de lo que vio en qué se había convertido: en
el mismo atormentador que había rechazado su libertad bajo palabra año tras año.
¿Qué aprendizaje vicario se produce en las prisiones en las que el poder, la autoridad
y el control son las virtudes clave a ser modeladas por los prisioneros?
(a) Guardia mirando un recuento
(b) Foto de TV de una comida
Para el quinto día, había emergido una nueva relación entre los guardias y los
prisioneros. Los guardias ahora tenían problemas en su trabajo más fácilmente que
antes. Se había convertido en un trabajo en ocasiones aburrido y en ocasiones
interesante. Pero era un trabajo largo, de ocho horas. Los guardias podían caracterizarse
como adscritos a uno de tres grupos.
Estaban los guardias duros pero justos cuyas órdenes estaban siempre dentro de las
reglas prescritas. Había algunos guardias que eran los chicos buenos según los
prisioneros, que sentían auténtica lástima por los prisioneros, que les hacían pequeños
favores y que nunca los castigaban. Y finalmente, aproximadamente un tercio de los
guardias eran extremamente hostiles, arbitrarios, con inventiva en sus formas de
degradación y humillación, y parecían disfrutar a fondo el poder que ejercían cuando se
ponían el uniforme de guardia y andaban por el pasillo con la porra en la mano. Ninguno
de nuestros tests de personalidad predijo esas extremas diferencias entre prisioneros o
guardias y sus reacciones a las condiciones de emprisionamiento.
Cada prisionero se enfrentó a su manera con la frustración, el sentido absoluto de falta
de poder y el creciente sentido de indefensión y desesperanza. Al principio algunos de
los prisioneros lo haciendo siendo rebeldes, incluso peleándose con los guardias. Un
prisionero desarrolló una erupción psicosomática en todo su cuerpo cuando supo que se
solicitud de libertad había sido denegada; tuvimos que llevarlo al dispensario estudiantil
donde fue tratado y luego liberado. Cuatro de los prisioneros reaccionaron
emocionalmente, desmoronándose como una forma de conseguir escapar pasivamente
haciendo que los tuviéramos que dejar. Algunos intentaron enfrentarse siendo buenos
prisioneros, haciendo todo lo que los guardias querían. Uno de ellos incluso fue apodado
por los otros prisioneros y guardias como "Sargento", porque era muy militar en la
ejecución de las órdenes.
Al final del estudio, los prisioneros estaban desintegrados, como grupo e incluso un poco
como personas. Ya no eran un grupo, sino simplemente un puñado de individuos, de una
forma similar a como vemos a los prisioneros de guerra americanos en la guerra de
Korea, o en pacientes hospitalizados. Estaba claro que los guardias habían ganado el
control total de la prisión, y que tenían el respeto de cada prisionero, o, más
adecuadamente, la obediencia de cada prisionero.
Prisionero 416 rechazando la comida
Vimos un acto final de rebelión. El
prisionero #416 fue admitido el
miércoles de entre los que teníamos
en reserva. Intentó hacer frente a la
situación
negándose
a
comer,
iniciando una huelga de hambre..
Este era un último fútil intento de un prisionero de mostrar su individualidad
negándose a comer. Los guardias intentaron que comiera, pero no lo consiguieron.
Esto suponía una oportunidad para que los otros prisioneros se reorganizaran y
solidarizaran tras este nuevo acto de rebelión. ¿Qué hicieron? ¿Cómo manejaron esto
los guardias?
Bien, los guardias hicieron todo lo que pudieron para intentar hacerle comer a la
fuerza. Incluso intentaron que los otros prisioneros le hicieran comer. Empezaron a
castigar a sus compañeros de celda si él no comía, y finalmente incluso amenazaron
con eliminar las horas de visita del jueves por la noche, una hora antes de que
llegaran los visitantes, si #416 no comía.
Entonces los prisioneros explotaron, no contra los guardias por la regla arbitraria,
sino contra #416, chillándole, maldiciéndole, diciéndole que tenía que comer, que
ellos iban a tener problemas por su estúpido acto de desafío. Entonces los guardias
cogieron a #416 y lo llevaron al 'agujero', aislado, durante tres horas, aunque según
su propia norma el límite era una hora. Aún así, él se negaba. En este momento
debería haber sido un héroe para los otros prisioneros. ¿Pero qué era? Se había
convertido en un buscaproblemas. Así, el jefe de los guardias, ante esta situación les
dio una alternativa a los prisioneros. Podían hacer que #416 terminara su
aislamiento si aceptaban darle alguna pequeña cosa -su manta. O, si se negaban a
dársela, #416 seguiría aislado toda la noche. ¿Qué crees que eligieron?
Tom Mix
[Un] guardia, que era el más brutal de todos según
los prisioneros, fue apodado "John Wayne"
Es curioso que algunos meses después supimos a
través de un antiguo prisionero de un campo de
concentración nazi, el profesor Steiner del Sonoma
State College de California, que el guardia más
famoso en la prisión cerca de Buchenwald era
llamado Tom Mix, el John Wayne de hace 20 ó 30
años (1971)
¿Dónde había aprendido nuestro 'John Wayne' a convertirse en un guardia así?
¿Cómo pudieron él y otros introducirse tan rápidamente en ese rol? Estas eran
preguntas que empezábamos a preguntarnos nosotros mismos.
Director con dos padres
El jueves por la noche, cuando
llegaron las visitas, algunos padres
me pidieron contactar con un
abogado para sacar a su hijo de la
prisión..
Decían que les había telefoneado un sacerdote católico para decirles que su hijo
estaba en la Cárcel del Condado de Stanford, que debían conseguir un abogado si
querían sacarlo. Ahora nuestra comedia estaba escrita por Pirandello y estábamos
todos atrapados en nuestros papeles. Llamé al abogado que habían pedido que vino
vino y se entrevistó con todos los prisioneros.
En este punto estaba claro que teníamos que terminar el experimento. Teníamos que
hacerlo porque ya no era un experimento. Efectivamente, habíamos creado una
prisión en la que estaba sufriendo la gente, en la que algunos chicos llamados
prisioneros se estaban aislando y comportándose de forma patológica. Por otra
parte, algunos de los guardias se estaban comportando sádicamente, deleitándose
en lo que podría llamarse 'el último afrodisíaco del poder', y muchos de los guardias
que no se comportaban así se sentían indefensos como para reaccionar contra ello.
De hecho, lo permitían, no interfiriendo nunca con una orden de uno de los guardias
crueles. Incluso puede decirse que eran los guardias buenos quienes ayudaban a
mantener la prisión, aunque los guardias malos marcaban el tono.
Grupo de encuentro
En este punto dijimos 'ya es
suficiente, tenemos que terminar
esto.' De esta forma, nuestro
simulacro de dos semanas finalizó
tras sólo seis días.
El viernes la última cosa que hicimos fue organizar una serie de grupos de
encuentro, primero con todos los guardias, después con todos los prisioneros,
incluyendo aquellos que habían sido liberados y a los que se les invitó a volver, y
finalmente tuvimos una reunión con todos los guardias, prisioneros, y equipo.
Hicimos esto para conocer sus sentimientos, saber lo que habían observado en los
otros y en nosotros mismos, y para compartir los experiencias, que eran muy
intensas para todos.
Finalmente, intentamos que esto fuera un espacio de re-educación moral mediante la
discusión de los conflictos morales que había planteado la simulación y cómo nos
habíamos comportados y cuales eran nuestras posibles alternativas morales, de
forma que confiábamos que todos nos pudiéramos comportar con más moralidad en
futuras situaciones reales.
Prisioneros de Attica
(Newsweek, September 27, 1971)
Nuestra investigación terminó del 20
de agosto de 1971. Al día siguiente
hubo un supuesto intento de escape
en San Quintin en el que Soledad
Brother, George Jackson y algunos
otros prisioneros y guardias fueron
asesinados. Menos de un mes
después, Attica.
Es instructivo ver ahora cómo el director Mancusi de la prisión de Attica contestó a
un subcomité del Congreso que investigaba las reformas en la prisión cuando se le
preguntó, "¿puede decirnos que lecciones ha aprendido de los disturbios?" Contestó,
'Hemos instalado dos torres armadas en nuestra rehabilitación de la institución."
Una de las principales solicitudes de los prisioneros de Attica era el ser tratados
como seres humanos. Como consecuencia del tiempo que pasamos en nuestra
prisión simulada, podemos entender cómo la prisión, de la misma forma que
cualquier otra institución total, puede deshumanizar a las personas, puede
convertirlas en objetos, y hacerles sentir indefensas y sin esperanzas, y
comprobamos cómo las personas podían hacer esto unas a otras. La preguna ahora
es, ¿cómo podemos empezar a cambiar nuestras instituciones reales de forma que
puedan promover valores humanos en vez de destruirlos?
Titulares sobre Attica
Montage of headlines from the N.Y. Daily News Calendar
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