“La detección de la dislexia es crucial: se puede resolver”

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“La detección de la dislexia es crucial: se
puede resolver”
La lingüista ha ganado el premio de EuroScience a la
mejor investigadora joven europea
María Sosa Troya (14 de diciembre de 2013)
Luz Rello, mejor investigadora joven europea. / Samuel Sánchez
Luz Rello, lingüista, suspendió lengua y literatura hasta que alcanzó los 12 años.
En otras asignaturas, como matemáticas o música, le iba más que bien, pero no
había forma humana de aprobar todas. Se le resistían las materias cuyo estudio
estaba estrechamente vinculado a la lectura y la escritura, y ella, por más que se
esforzaba, no entendía por qué. “Creía que era tonta”, dice. Hasta que una
profesora se dio cuenta de que la niña era disléxica, comenzó a marcarle
ejercicios durante los recreos y las malas notas se convirtieron en sobresalientes.
Fue en esa época cuando esta madrileña, que hoy tiene 29 años, se volvió una
apasionada del lenguaje y sus estructuras: “De tanto trabajarlo, me enganchó”. Y
ha acabado analizando este trastorno, que afecta al 10% de la población, lo cual le
ha valido el premio de la asociación EuroScience a la mejor investigadora joven
europea.
Rello es mileurista, trabaja “unas 12 o 13 horas cada día, incluyendo fines de
semana”, y le faltan apenas unos meses para que finalice su beca de doctorado
en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Después, el abismo: “En las
grandes compañías, fuera de España, seguro que tendría opciones, pero me
gustaría quedarme aquí y dedicarme a la investigación que ayude a personas. Me
pondré a buscar en instituciones privadas y públicas a ver si hay suerte”. Mientras,
se centra en continuar su trabajo en dislexia, “una dificultad de aprendizaje con
origen neurológico que afecta a la lectura y a la escritura”.
La investigadora se entusiasma cuando habla. Tanto que se olvida de su café con
leche y acaba tomándolo frío. Durante su doctorado ha analizado cómo influye el
diseño y el contenido del texto en la comprensión y en la lectura desde “todos los
puntos de vista” que se le ocurrieron: longitud de las palabras, color, interlineado,
espacio entre párrafos... Los resultados obtenidos han sido incorporados en
lectores de libros en formato digital que están disponibles para Android y para IOS.
“Ha habido casi 35.000 descargas en todo el mundo”, cuenta.
Además, en su tiempo libre, ella y dos amigas han ideado un juego llamado
Piruletras. “A raíz de analizar unas mil redacciones de niños, me di cuenta de que
en sus errores había patrones lingüísticos. E incorporamos 5.000 actividades que,
según hemos visto con los alumnos de primaria de un colegio en Cataluña, están
haciendo que los niños mejoren en escritura. Ha habido 12.000 descargas”,
explica.
Ella, que se licenció en Lingüística, hizo un máster de Procesamiento del Lenguaje
y está haciendo un doctorado en Informática, sigue necesitando que revisen sus
textos cuando escribe. Asegura, no obstante, que no supone un impedimento en
su desarrollo personal y profesional, y que la dislexia “se puede superar”. Según
indica, “algo tan sencillo” como que el primer día de clase un pedagogo realice
unos test a los alumnos para determinar quiénes tienen riesgo de tener este
trastorno, “como se hace en Finlandia”, puede marcar la diferencia. “La detección
es crucial. Lo malo de estos niños es que suspenden durante años sin que nadie
sepa por qué ocurre”, relata. Rello reconoce que cuando era pequeña lo pasó muy
mal y que cuando dejó de suspender decidió “no volver a hablar del asunto”.
Fueron los niños con los que trabaja los que la empujaron, hace dos años, a volver
a decir que era disléxica: “Es la mejor forma de demostrarles que, con
perseverancia, lo van a resolver”.
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