Lucha contra las malas hierbas ... preventivo; métodos culturales; métodos mecánicos; ... MALHERBOLOGÍA

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MALHERBOLOGÍA
TEMA 7.-
Lucha contra las malas hierbas mediante métodos no químicos: control
preventivo; métodos culturales; métodos mecánicos; control biológico y su
metodología. Inversión de flora.
1) SISTEMAS DE CONTROL
La lucha contra las malas hierbas no implica necesariamente su destrucción total (que a
veces puede ser desaconsejable, tanto ecológica como económicamente). El control puede
llevarse a cabo mediante cuatro estrategias: prevención, contención, reducción y erradicación
(fig. 1).
Fig. 1.
La prevención se aplica cuando interesa mantener una determinada zona o país libre de
determinadas malas hierbas, evitando su introducción. Las medidas más efectivas se basan en
una legislación que, mediante cuarentenas, certificados fitosanitarios, controles, etc., evite el
paso de especies potencialmente dañinas. También son muy útiles las medidas higiénicas, como
el empleo de semillas limpias o certificadas, limpieza de maquinaria y aperos agrícolas
(cosechadoras, sobre todo), colocación de mallas en acequias y balsas, etc. Si la mala hierba
empieza a instalarse, se debe eliminar mediante métodos químicos, escardas manuales, etc. La
prevención es una estrategia utilísima, siempre que su costo no sea excesivo.
La contención acepta como inevitable la existencia de malas hierbas, siempre que su
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presencia no alcance el umbral económico de daños, y se basa en la aplicación de herbicidas.
Las medidas de contención se suelen emplear cuando el cultivo tiene un elevado valor
económico, las malas hierbas son de tipo persistente (e imposibles de erradicar por completo) o
cuando los herbicidas disponibles son de bajo costo.
La reducción no sólo trata de evitar el umbral económico de daños, sino que además va
a procurar mantener las poblaciones de malas hierbas a niveles aceptables. Se procurará reducir
el banco de semillas del suelo mediante rotaciones, labores y herbicidas; con suerte, en unos
cuantos años la cantidad de malezas se reducirá considerablemente.
La erradicación, es decir, la eliminación total, sólo es aconsejable cuando se lucha
contra malas hierbas muy agresivas que intentan colonizar un área limitada. Si se permite que se
establezcan, la erradicación puede resultar imposible. Todo vale para lograrlo: rotaciones,
escardas manuales, herbicidas, laboreo del suelo, etc.
Planificación y ejecución de los programas de control
Por supuesto, los programas de control de malas hierbas han de estar bien planificados,
y llevados por personal competente. Tradicionalmente, estos controles se hacían de forma
rutinaria, o bien cuando el agricultor se daba cuenta (o creía darse cuenta) de la gravedad del
problema, momento en el que aplicaba los herbicidas. No obstante, el manejo adecuado de las
malas hierbas requiere (se recomienda al alumno consultar el Capítulo V del libro de
Fernández-Quintanilla & García-Torres, útil también para plantear la resolución de la práctica 1;
se recomienda completar este texto con las transparencias):
- Un buen diagnóstico del problema. Las plantas deben ser identificadas claramente, ya
que diversos táxones pueden presentar diversas respuestas a los métodos de control. Las
claves dicotómicas y los manuales de identificación de malas hierbas resultan
imprescindibles en este punto.
- Una planificación coherente del control. Además, los métodos propuestos para luchar
contra las malezas deben ser realistas, sin sobrepasar las capacidades técnicas de los
agricultores, ya que no todos pueden emplear técnicas complejas).
- Efectuar el control en el momento adecuado, con los productos y maquinaria idóneos.
- Evaluar los resultados.
2) MÉTODOS PREVENTIVOS DE CONTROL.Como en tantos aspectos de la vida, muchas veces lo mejor es prevenir y evitar la
llegada de los problemas que tener luego que afrontarlos. Las cuarentenas son un medio útil
para prevenir infestaciones (aunque en el caso de las malas hierbas hay quien duda de su
efectividad dada la facilidad que tienen las semillas y propágulos de malas hierbas para pasar de
un país a otro, usando como vectores a nuestros sistemas de transporte).
Además del adecuado cumplimiento de las normativas de sanidad agrícola, se
recomienda:
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- Limpieza de semilla: aunque cuesten más caras, hay que utilizar semillas de confianza
o certificadas, que no lleven mezcladas las de malas hierbas.
- Vigilancia de plantones, semilleros, etc: pueden ser portadores de semillas o
plántulas de malas hierbas (grama, juncias, etc.), así que se debe comprobar la ausencia
de propágulos en la tierra.
- Limpieza de maquinaria y aperos: muchas veces, las cosechadoras y otras máquinas
sirven para dispersar malas hierbas, lo que podría ser evitado con un mínimo de higiene
y limpieza.
- Limpieza de zonas próximas no cultivadas: las cunetas, vías férreas, márgenes de
caminos, fincas baldías, etc., son un excelente reservorio de malas hierbas, por lo que
deben ser eliminadas de tales sitios.
- Vigilancia de los movimientos del ganado: muchas malas hierbas tienen dispersión
zoócora de las semillas, y utilizan al ganado para tal fin.
- Análisis del agua de riego: no sólo los hongos como Pythium u Olpidium viven y se
transmiten por balsas y acequias, sino también propágulos de ciertas malas hierbas.
3) MÉTODOS CULTURALES DE CONTROL.- Rotación de cultivos: Un monocultivo que se repita año tras año puede acabar
seleccionando poblaciones de malas hierbas adaptadas a él, y muy difíciles de erradicar.
La rotación diversifica las especies de plantas cultivadas, y favorece la aparición de
poblaciones distintas de malas hierbas, por lo que ninguna de éstas acaba predominando
(y hay menos posibilidades de que llegue a convertirse en un problema). Sin embargo, la
rotación de cultivos no siempre es posible, por motivos económicos.
- Empleo de cultivos competitivos: Se trata de sembrar plantas que sean aún más
veloces en su desarrollo y competitivas (o alelopáticas) que las malas hierbas (ej: la
cebada, la alfalfa o la patata suelen competir mejor que la cebolla o la remolacha).
Además, esta competitividad se puede reforzar mediante laboreo, aplicación adecuada
de fertilizantes y otras técnicas culturales, etc.
- Empleo de cultivos trampa: Se pueden emplear contra plantas parásitas. Un ejemplo
clásico es el del "método siciliano" para combatir el jopo de las leguminosas
(Orobanche crenata). Las semillas de jopo germinan por estímulos químicos
procedentes de las raíces del hospedante. Si se siembra a saturación una leguminosa
forrajera de bajo valor (una veza, por ejemplo), el jopo germinará masivamente, atacará
a las raíces de la veza y sus tallos emergerán a la superficie. Entonces, antes de que
florezcan, podrán ser eliminados por métodos mecánicos o químicos.
4) MÉTODOS MECÁNICOS DE CONTROL.4.1) Laboreo del suelo (fig. 2).
La acción destructiva del laboreo sobre las malas hierbas es bien conocida, aunque su
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efectividad depende bastante del tipo de apero empleado. Por ejemplo, el arado de vertedera o
de discos es más eficaz que el de cincel; entre líneas, los aporcadores también son muy útiles
como herbicidas. En resumen, se trata de enterrar o destruir las semillas y otros propágulos de
malezas (aunque hay algunas especies que se resisten a ser eliminadas).
En las malas hierbas anuales, el laboreo frecuente controla y destruye las sucesivas
"camadas" de estas plantas. Además puede estimular su germinación, con lo que se agota la
fuente de inóculo.
En las malas hierbas perennes, el laboreo puede servir para agotar sus reservas
subterráneas de carbohidratos, ya que la destrucción de las partes aéreas fuerza a la planta a usar
sus reservas para volver a crecer. Por otro lado, si se desentierran los rizomas, bulbos, etc. de
algunas malas hierbas, dichos órganos pueden desecarse y morir.
Las labores deben efectuarse en el momento adecuado. Para las malas hierbas anuales,
mejor cuanto más jóvenes sean (no hay que darles tiempo a que crezcan y se reproduzcan). En
cambio, las plantas perennes deben ser destruidas cuando se hayan desarrollado bastante y
tengan sus reservas subterráneas agotadas. En ambos casos, tras el laboreo a las malas hierbas
les resulta más difícil volver a enraizar en terrenos secos que en húmedos. En suma, el empleo
juicioso del laboreo permite ahorrar dinero en herbicidas, aplicando éstos en menor cantidad.
Fig. 2.
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4.2) Siega.
Es un método muy útil para eliminar malas hierbas en céspedes, prados, huertos de
árboles, caminos, bosques, baldíos, etc., sobre todo si se hace antes de que las malezas se
desarrollen demasiado. No obstante, se debe recordar que muchas plantas tienen sus yemas
perdurantes a ras de suelo (gramíneas, plantas con crecimiento en roseta, rastreras, etc.), por lo
que pueden rebrotar después de ser segadas, favoreciéndose así su proliferación al eliminar a sus
competidoras.
4.3) Escarda manual.
La eliminación manual es un método antiquísimo de control de malas hierbas, pero
sigue siendo el más rentable en terrenos pequeños (huertos familiares, por ejemplo) o cuando se
puede disponer de mano de obra muy barata. También es aconsejable en grandes extensiones,
siempre que el cultivo sea de alto valor y la cantidad de malas hierba no sea demasiado elevada,
por lo que resulta un valioso complemento de otras técnicas de control.
4.4) Aplicación de cubiertas.
La colocación de bandas de plástico negro (u otros materiales, como restos vegetales,
papel, serrín, etc.) entre las hileras de plantas cultivadas impide el paso de la luz y la viabilidad
de las malas hierbas, siempre que éstas no posean rizomas u otros órganos de reserva, que
permiten germinar y sobrevivir sin luz durante periodos más o menos largos. La solarización
mediante cubiertas plásticas también puede contribuir a la destrucción de fuentes de inóculo de
malas hierbas en el suelo.
4.5) Inundación.
Lógicamente, este método sólo se puede emplear en lugares con agua abundante y que
pueda quedar embalsada sobre el terreno, asfixiando a las malas hierbas.
4.6) Quema.
Las quemas pueden ser selectivas o no selectivas. Estas últimas son más habituales, y se
utilizan tradicionalmente para desbrozar y sanear terrenos. Destruyen muchas malas hierbas y
sus semillas, pero existen otras plantas que utilizan los incendios para colonizar terrenos, y
pueden verse favorecidas. Además, la quema facilita los procesos erosivos.
4.7) Pastoreo.
La utilización del ganado como exterminador de malas hierbas no es aconsejable.
Muchas de estas plantas son venenosas, tienen sabores desagradables, poseen espinas, etc., y no
serán consumidas por los animales. Como consecuencia, sus poblaciones aumentarán, sobre
todo si sus competidores son devorados. Además, como se dijo antes respecto a la siega, las
plantas con yemas perdurantes a ras de suelo (o subterráneas) no serán eliminadas, y pueden
darse casos de inversión de flora.
5) CONTROL BIOLÓGICO.5
Desde que existe la Agricultura, los animales herbívoros (aves, peces, rumiantes, etc.)
han ejercido un control espontáneo sobre las malas hierbas. Sin embargo, su uso deliberado
como método de lucha es bastante reciente, y se basa en el empleo de insectos o bien de
organismos parásitos (hongos, sobre todo) para mantener las poblaciones de estas plantas en
niveles aceptables. En principio es más lento que el control químico, pero a la larga puede dar
resultados óptimos.
Sus ventajas son bien conocidas: no deja residuos químicos, su especificidad es alta,
puede autoperpetuarse una vez introducido, los fenómenos de resistencia son menos probables,
y puede ser aplicado en zonas poco accesibles. También presenta inconvenientes, sobre todo si
el agente de control cambia de hábitos y ataca a las plantas que no debe; en este caso, los daños
pueden ser irreversibles. Y debido a su especificidad, el control biológico se limita a unas pocas
especies.
Este tipo de lucha se ha empleado contra malezas perennes presentes en grandes
extensiones, de explotación poco rentable. Un ejemplo típico es el intento de erradicación de la
chumbera en Australia, mediante Cactoblastis cactorum y otros insectos. También se puede
citar el control de Hypericum perforatum en California mediante el escarabajo Chrysolina
quadrigemina. El control mediante hongos parásitos (micoherbicidas) se ha usado en Australia
contra Chondrilla juncea (con la roya Puccinia chondrillina). En Estados Unidos se han
comercializado cepas de Colletotrichum gloeosporioides y Phytophthora palmivora contra
ciertas malas hierbas, y otros hongos, como Alternaria, resultan prometedores.
El procedimiento de control biológico tradicional ha de observar ciertas precauciones.
Normalmente, se buscan enemigos de las malas hierbas en sus países de origen (donde es más
probable que existan), se producen en grandes cantidades y se procede a su suelta. No obstante,
antes se debe averiguar:
- Si es realmente necesario el control, o el daño causado por las malas hierbas no es
significativo.
- Si en el lugar donde se va a realizar el tratamiento existen ya agentes de control que
podrían servir de ayuda, en vez de introducir un organismo extranjero.
- Si existen plantas cultivadas emparentadas con las malas hierbas, y que podrían
también ser atacadas.
- Si el agente de control es demasiado agresivo (y es peor el remedio que la
enfermedad...).
- Si se introducen por accidente junto al agente de control predadores o parásitos de este,
o cualesquiera otros organismos peligrosos.
La aplicación del control biológico también requiere que se den ciertas condiciones
ambientales. Por ejemplo, los micoherbicidas requieren humedad ambiental alta, para que las
esporas de los hongos puedan germinar. En el caso de insectos o ácaros, sería deseable que sus
poblaciones pudieran mantenerse en la zona durante varios años, y no tener que recurrir a
sueltas periódicas.
Por otro lado, el estudio de las micotoxinas producidas por hongos contra especies
concretas de malas hierbas sugiere la posibilidad de fabricar en el futuro herbicidas muy
específicos y respetuosos con el medio ambiente.
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INVERSIÓN DE FLORA
A veces, el empleo de algunos métodos de control, o el cambio de éstos por otros,
provoca un cambio en la flora de malas hierbas, conocido como inversión de flora. Puede que
algunas especies sean controladas o erradicadas, pero otras van a proliferar en su lugar. Por
ejemplo, el laboreo tradicional del suelo es eficaz para controlar malas hierbas perennes. Debido
al coste de la maquinaria y el combustible, en muchos lugares el laboreo tradicional se sustituye
por la escarda química, y eso implica que la diversidad y cantidad de malas hierbas perennes
aumente (cardos, correhuelas, juncias, dientes de león, etc.). Esto ocurre también si se emplean
herbicidas muy específicos para un tipo de mala hierba concreto. A la eliminación de esta
especie sensible, puede seguirle la infestación por otras especies no sensibles que ocupan el
hueco dejado por la primera.
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