- Los peligros del doble discurso: el caso carbono neutral - Comunicado de prensa de CoEcoCeiba

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COMUNICADO DE PRENSA
Los peligros del doble discurso:
el caso carbono neutral
El cambio climático es sin lugar a dudas la
problemática ambiental más grave que sufre hoy en
día la humanidad. El Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el tema (IPCC) ha señalado en su
último informe que la temperatura promedio de
nuestro planeta ya empezó a incrementarse y podría
elevarse entre 3 y 6 grados centígrados durante el
presente siglo si no se logran reducciones de
emisiones de Dióxido de Carbono (CO2) en el orden
del 60-80%.
Sin embargo, pese a la gravedad del tema, los gobiernos y las empresas a
menudo lo abordan mediante el doble discurso. En vez de asumir con
responsabilidad este desafío y promover reducciones reales y concretas de
emisiones mediante la disminución del uso de combustibles fósiles se limitan a
utilizar el juego de las compensaciones y mercados del carbono. Se mantienen de
esta manera los mismos niveles de consumo y producción de CO2 mientras se
compran a manera de indulgencia o con intención publicitaria las reducciones que
supuestamente otros han llevado a cabo.
Mas que reducir emisiones de su fuente, el Carbono Neutral enfatiza la
compensación mediante el comercio de las emisiones. El problema es que a
menudo los créditos de carbono ( un crédito es igual a una tonelada de carbono
que supuestamente se deja de emitir o se retira de la atmósfera) que se venden en
los mercados no son tan confiables, ni tienen la “calidad” y los niveles de
permanencia para garantizar que el clima no continúe por la ruta del
calentamiento.
Uno de los esquemas de compensación utilizados, por ejemplo, está relacionado a
la siembra de arbolitos. En teoría los arbolitos crecen y fijan en su madera carbono
que toman de la atmósfera. A menudo se dice que sembrar 2 hectáreas de bosque
tropical compensa el carbono emitido por europeo promedio durante un año. Pero
no se especifica que no es bosque lo que se siembra si no plantaciones de
monocultivos de árboles que hacen uso de grandes cantidades de insumos
agropecuarios y destruyen la biodiversidad. A menudo también se dice que con
$25 se financia la siembra de cinco arbolitos que compensan el carbón emitido
durante un viaje en avión para llevar a cabo turismo C-neutral. Pero nadie
garantiza el futuro de los arbolitos, no se sabe si son árboles grandes que ya
fijaron el gas que se va a emitir o si por el contrario su siembra es apenas un
proyecto; a menudo ni siquiera se garantiza la sobrevivencia del primer año.
Mucho menos se informa si las compañías encargadas de la siembra desplazaron
campesinos o indígenas para sembrar esos arbolitos.
No se reflexiona tampoco, sobre el hecho de que las cuentas de carbono no son
para nada exactas, que las estimaciones de fijación de CO2 por parte de una
plantación de árboles posee niveles altos de incertidumbre por lo que las
emisiones del viajero tienen también una alta probabilidad de continuar flotando
en la atmósfera.
En Costa Rica, la actual política oficial para enfrentar el Cambio Climático se limita
al discurso C-Neutral. Se publicita la siembra de 5 millones de arbolitos durante
el 2007, pero no se menciona que el 90 % fueron árboles de especies exóticos de
crecimiento rápido que son sembrados por empresas como parte de su negocio
regular. No se menciona tampoco que estos arbolitos van a ser cortados mediante
tala rasa en un lapso relativamente corto y que una buena parte serán
aprovechados en la fabricación de tarimas utilizadas en la exportación de frutas.
Estas tarimas por lo general se desechan a los pocos días, liberando el carbono
fijado. No es casual que la primera empresa en declararse C- Neutral fue justo una
transnacional productora de fruta. La misma declaró que iba a neutralizar
únicamente las emisiones producto del transporte terrestre de su fruta en Costa
Rica mediante la compra de créditos de carbono a la institución que justamente
subvenciona las plantaciones de arbolitos utilizados en la producción de tarimas.
En el fondo nada cambia. Mientras los mercados de carbono han crecido
exponencialmente alcanzando tasas de crecimiento de hasta el 300 % en los
últimos años, generando intercambios por montos que alcanzan varios cientos de
millones de euros al año, las emisiones también han continuado creciendo
exponencialmente mientras las inversiones en la producción de combustibles
fósiles han tenido un incremento de un 70%, llegando a los 340 millones de euros
anuales hacia la mitad de la década actual. En otras palabras, los mercados de
carbono no nos están ayudando a disminuir nuestra dependencia a consumir
combustibles fósiles.
Claro que conservar bosques y sembrar árboles nos ayuda a paliar el Cambio
Climático. Por supuesto que los países industrializados cargan con una deuda
ecológica y climática para con el resto del mundo. Pero el mercado libre y
voluntario no es la manera de saldar esa deuda ni de financiar la conservación de
bosques. Se deben establecer, a nivel internacional, cánones y regulaciones
drásticas a la contaminación de la atmósfera. Se necesita crear, a partir de estos
cánones, fondos internacionales de fomento a la restauración y conservación de
bosques cuya administración incluya la participación de los pueblos indígenas y
las comunidades relacionadas al bosque. Se requiere erradicar también la íntima
relación que se ha gestado entre los gobiernos y las empresas del petróleo, del
transporte y de la fabricación y comercialización de vehículos para empezar a
fomentar políticas alternativas que nos desintoxiquen de los combustibles fósiles.
Urge promover, tal y como lo señalan organizaciones ecologistas y campesinas en
todo el mundo, la soberanía alimentaria sustentada en la parcela campesina , en
sistemas agroforestales y en mercados locales, que reduzcan drásticamente las
necesidades de transporte masivo de alimentos y de uso de agroquímicos que
caracteriza la producción agropecuaria actual.
¡Hay mucho por hacer como para estar perdiendo el tiempo con el juego de las
indulgencias climáticas y los mercados de carbono!; estos están atrasando los
cambios estructurales que requieren las sociedades libres de combustibles fósiles
y en el mejor de los casos no son sino un paliativo que permite perpetuar por
unos añitos más el devastador modelo actual de desarrollo.
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