Los subtítulos

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Los subtítulos. Daniel Tubau (2005)
www.danieltubau.com
La profesión de fe del cinéfilo, lo que permite distinguirlo a kilómetros, son los
subtítulos.
Es el dogma mayor e indiscutible, la primera de las verdades reveladas, escrita con
(sub)títulos de oro en las tablas de la ley fílmica: el cine hay que verlo subtitulado.
Estoy hablando, claro, de películas en otro idioma, todavía ningún cinéfilo ha exigido
subtitular las películas de su propia idioma (excepto para sordos).
El cine hay que verlo subtitulado.
Es una verdad tan evidente que no hay que tomarse siquiera la molestia de razonarla. Es
así y basta. ¿Tú prefieres las películas dobladas? Estupendo, pero tú no perteneces a la
misma especie que yo. Encantado y adiós.
Si alguien insiste, se le replicará con un tono entre paternal y escandalizado: “¿Pero
cómo puedes creerte a Clint Eastwood hablando en español y con la voz de Constantino
Romero?"
No vale la pena discutir, ni siquiera preguntar a tu vez: ¿Y cómo puedes creerte a Marco
Antonio hablando en inglés y con la voz de Marlon Brando? Si te paras a pensar te dará
cuenta de que tan inverosímil es que una misma persona doble a uno o a distintos
actores como que Julio César, Emiliano Zapata y Vito Corleone se parezcan tanto a
Marlon Brando y hablen siempre con su voz. El principio de verosimilitud es la cosa
más discutible del mundo y cada uno lo aplicamos a nuestro gusto: a Shakespeare le
reprochaban que cómo se iba a creer el público que en el primer acto estuviéramos en
Milán y en el segundo en una isla. Samuel Johnson defendía a Shakespeare y decía que
no es que el público se hubiese vuelto loco y creyera que estaba ahora en Milán y luego
en una isla, sino que siempre sabía que estaba en un teatro: y en un teatro esas cosas son
posibles. La verdad es que yo no me di cuenta de que Clint Eastwood hablaba como
Constantino Romero hasta que me lo dijeron, y además vuelvo a olvidarlo en cuanto
empieza una película protagonizada por Eastwood. Cuando alguien va al cine lo
primero que debe hacer, en mi opinión, es dejar la incredulidad colgada en el ropero.
Suspensión de la incredulidad y deseo de participar en el juego son requisitos
imprescindibles para disfrutar de las mentiras de la ficción.
Así que, por alguna extraña razón resulta más inverosímil Constantino Romero como
Marlon Brando que Marlon Brando como Julio César.
Tampoco vale la pena que saques a relucir algunas razones que a primera vista pueden
resultar convincentes a favor del doblaje frente a los subtítulos. Imaginemos un
concurso en el que los participantes tienen que dar razones a favor del doblaje y a favor
del subtítulo. Comienza el partidario del subtítulo:
Subtítulo 1
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 1
"El doblaje respeta el encuadre elegido por el director y no llena la pantalla de letras que
no estaban allí como sí hace el subtítulo (lo sentimos por el director)."
Subtítulo 2
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 2
"Los subtítulos rompen la dirección natural de la mirada en una película y te obligan a
mirar de manera exagerada la parte de debajo de la pantalla, que suele ser precisamente
el lugar en el que nunca sucede nada interesante (si sucede algo interesante, como un
cadáver en el suelo, peor todavía: los subtítulos no le dejarán ver bien el cadáver)."
Subtítulo 3
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 3
"Los subtítulos te obligan a apartar la vista del gesto de los actores, a perderte todo tipo
de detalles y matices, de modificaciones que duran menos de un segundo en su gesto".
Lo sentimos por los actores.
Subtítulo 4
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 4
"No sólo te pierde el gesto exacto y preciso de los actores, una mirada, una sonrisa, a
veces te pierdes una imagen entera." Lo sentimos por decoradores y atrezzistas.
Subtítulo 5
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 5
"El ritmo del montaje se destruye completamente porque tu mirada no puede entregarse
a lo que te proponen, obligada a descender continuamente a la parte inferior de la
pantalla. Eso te exige un esfuerzo suplementario y no previsto (de ahí que tras un pase
en la Filmoteca todo el mundo se levante bostezando o intentando reprimir un bostezo
por buena que sea la película)." Lo sentimos por el montador (y por el espectador).
Subtítulo 6
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 6
"Si el director durante el rodaje o el montador durante el montaje han intentado tener en
cuenta en el paso de una escena a otra dónde se hallará en ese momento la mirada del
espectador, eso dará igual, porque la mirada del espectador no estará en el lugar dónde
trascurre la acción, sino en los subtítulos, en la parte inferior de la pantalla." Lo
sentimos por el montador.
Subtítulo 7
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 7
"La luminosidad y la mera presencia de los subtítulos modifica la iluminación y crea un
foco de atención que no existía en la película original." Lo sentimos por el iluminador.
Subtítulo 8
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 8
"Si el diálogo es largo, es más fácil respetarlo doblando todas las palabras que
resumiéndolo en las líneas breves del subtítulo. La solución de traducir todas las
palabras en el subtítulo agrava los problemas descritos en los puntos anteriores. En
definitiva: el trabajo del guionista (o al menos el del dialoguista) parece haber sido
trasmitido por una oficina de telegramas a tanto por palabra". Lo sentimos por el
guionista.
Subtítulo 9
"El subtítulo respeta la voz original del actor"
Doblaje 9
"La lectura de los subtítulos te impide entregarte al lenguaje natural del cine." Lo
sentimos por todos los que han trabajado en la película.
Me parece que en este concurso perdería inevitablemente el partidario del subtítulo, que
quizá podría decir que no sólo se pierde la voz original, sino también la entonación o la
intención del actor original. No tiene por qué suceder así si el doblador es bueno (y
suele haber mejores dobladores que subtituladores). Pero, ¿cómo se va fijar alguien
realmente en la entonación si no conoce el significado de las palabras? ¿Realmente
alguien puede apreciar en una película china la intención con la que el actor ha
pronunciado una palabra en concreto, si ni siquiera sabemos el significado de esa
palabra? Incluso en una película en la que conozcamos un poco el idioma original, el
acto de captar la intención de los actores poniéndola en correspondencia con los
subtítulos deja de ser una cuestión emocional para convertirse en un ejercicio
intelectual. Por último, ¿qué decir de ese otro ejercicio intelectual (que nos saca
inevitablemente de la historia), que consiste en leer el subtítulo, escuchar lo que dice el
actor, comparar ambas cosas (si sabemos un poco de inglés, francés, italiano) y darnos
cuenta además de que una y otra vez la traducción está mal hecha en el subtítulo.
En fin, eso era un concurso, pero en la discusión con un cinéfilo partidario de los
subtítulos esas razones no sirven para nada. Todo esto da igual. No pierdas energías: lo
único que importa es la voz, la voz de los actores, no sus gestos ni su interpretación, ni
los diálogos, ni el montaje, ni el encuadre, ni la esencia misma del lenguaje
cinematográfico. Todo eso es indiferente y el cinéfilo te escuchará con paciencia si es
que le caes bien, incluso no tendrá más remedio que asentir y aceptar la corrección de
tus argumentos; le parecerán, tal vez, hasta “interesantes”, pero se mantendrá firme en
su postura: “EL CINE HAY QUE VERLO SUBTITULADO”.
Eso sí, al memos te mirará como a un hijo descarriado pero no te despreciará, tu batería
de argumentos demuestra que te lo has currado y que te preocupas realmente por
defender el trabajo de mucha gente que algo tiene que ver con el oficio de hacer
películas: el cámara, el decorador, el guionista, el dialoguista, el iluminador, el
montador, los actores y el director.
Ya dije al principio, de todos modos, que es mejor que ni siquiera intentes argumentar
en contra de los subtítulos cuando estés delante de un cinéfilo. Ahora bien, si en un acto
de imprudencia decides hacerlo, no caigas nunca en la tentación de dar la mejor razón
en contra de los subtítulos, no digas: “Yo no voy al cine a leer”.
Eso te mandará directamente al infierno de los palurdos. Por Dios, ¡qué vulgaridad!
Sí, ya sé que el mejor de los argumentos, ya sé que, efectivamente, ningún guionista, ni
director, ni camarógrafo, ni montador cuentan con un espacio de la pantalla reservado
para la lectura, ya sé que ni siquiera en el cine mudo se les ocurrió poner subtítulos, sino
que añadían carteles para que las imágenes se pudieran ver sin perder detalle. Sí, es el
más razonable de los argumentos, pero, precisamente por eso, el cinéfilo no pude
soportar que se lo arrojen a la cara y está preparado para responder con toda
contundencia y con el mayor de los desprecios.... “Pero, ¿cómo puedes ser tan simple?”
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