TEORÍA ÉTICA DE PLATÓN Platón nace en Atenas en el año 428 a C y muere en el 347 a C. (s. V y IV a C). Fue discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles. Entendemos por ética la reflexión acerca de la conducta humana encaminada a conseguir una buena vida o vida feliz. INTRODUCCIÓN (Referencias al relativismo moral de los sofistas y frente a ellos el intelectualismo moral de Sócrates basados en “valores objetivos”. Su propuesta ética tiene como fin alcanzar el Supremo Bien para el hombre. ¿Pero qué es el Supremo Bien? Hay quien interpreta que es la vida feliz, una mezcla equilibrada de placer y sabiduría. Sin embargo a juicio de varios autores, el Bien absoluto o Supremo Bien, para Platón, no es otra cosa que la contemplación de las Ideas, el destino natural del alma, la liberación definitiva del alma de la cárcel del cuerpo y su regreso a la contemplación del Mundo inteligible. Y... ¿Cómo se accede al Supremo bien, a la suprema felicidad? Según Platón, mediante la práctica de la virtud. La virtud tiene en Platón tres sentidos complementarios: sabiduría, en este sentido Platón es deudor del intelectualismo moral de Sócrates, pues Platón afirma que solo puede ser virtuosos el que es sabio, el que conoce el bien. Nadie hace el mal a sabiendas, sino por ignorancia o error, pues todos queremos lo mejor para nosotros mismos. Purificación, en el sentido de ser capaz de controlarse, de no dejarse arrastrar por el cuerpo, por sus pasiones, deseos, impulsos irracionales, ya que el cuerpo es el origen de todo mal, de las enemistades y discordias, amores alocados, ignorancia y demencia. Se trata pues de poseer autodominio. Y por último armonía, se trata de la integración armónica de las distintas tendencias que anidan en nosotros. De manera más concreta, Platón distingue distintas virtudes (prudencia o sabiduría, fortaleza y templanza) que se corresponden a las distintas partes o funciones del alma (racional, irascible y concupiscible) respectivamente y define la función que le corresponde a cada una , siendo la virtud por excelencia la justicia pues las comprende a todas. Prudencia o sabiduría. Es la virtud propia del alma racional. Su misión es dirigir la vida moral regulando el conjunto de las acciones humanas. Le corresponde también poner orden en los pensamientos, disponer al alma para huir del mundo de las apariencias y prepararla para la contemplación de las Ideas. Fortaleza, coraje o valor. Le corresponde regular las acciones del alma encargada de las pasiones nobles, esto es, del alma irascible, haciendo que el hombre se sobreponga al sufrimiento y al dolor y que sacrifique los placeres cuando sea necesario para cumplir el deber. Templanza o moderación. Le corresponde regular los actos del alma concupiscible, poniendo orden, armonía y moderación en las actividades propias de la parte inferior del hombre. Justicia. Comprende a todas las demás. Y supone la ordenación armónica de las tres partes del alma en posesión cada una de ellas de la virtud que le es propia: prudencia, fortaleza y templanza respectivamente. Como se ve, para Platón la virtud depende de la naturaleza humana y la naturaleza humana es compleja pues refleja la tensión entre alma y cuerpo. Preguntarse por la virtud equivale a preguntarse cuál es el estado mejor del alma. Platón afirma que el estado mejor del alma depende de la presencia del orden y la armonía en ella. En Fedro el lenguaje mítico vuelve a “dibujar” su pensamiento, referido en esta ocasión a la armonía entre las partes del alma. (Mito del carro alado) Se asemeja (el alma) al poder combinado de un carro alado y un cochero (...) La parte que gobierna en nuestro interior, ésa guía el coche; y (...) uno de los caballos es bueno y bello, él y sus padres; el otro, el y sus padres malo y feo; por lo cual es muy difícil y penosa la dirección del carro (...) Cada alma (...), mientras es perfecta y alada, vuela hacia lo alto y gobierna el mundo. PLATÓN, Fedro La parte racional es el auriga y los corceles del carro son las otras dos partes del alma. Uno de los corceles es noble, la parte irascible, y la otra, la concupiscible o apetitiva, es el corcel malo. La función del auriga es gobernar el carro, la vida humana. Para ello tiene que dirigir, como corceles, a las almas o “principios de actividad” del cuerpo: la irascible y la concupiscible. La armonía en la vida humana se produce cuando la razón gobierna al valor y al deseo. Una vida virtuosa, conforme a la naturaleza humana, será para Platón una vida regida por la justicia. Una vida virtuosa supone: Salud del alma, entendiendo por tal el hecho de que cada una de las partes de esta cumple con la función que le es propia: a la parte racional le corresponde la sabiduría o prudencia, a la parte irascible, la fortaleza y la parte concupiscible la templanza. Armonía u ordenación entre las partes. Esto significa que la parte racional debe guiar a la parte irascible y ambas dominar a la concupiscible. El hombre que lo consiga será armonioso y justo. Conocimiento. la virtud de la prudencia o sabiduría, posee el conocimiento de lo que es bueno para el hombre. (Platón ha superado el relativismo sofista al afirmar que las Ideas son modelos de las cosas, por ello se convierten en los criterios exactos para discernir (distinguir) lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.) Purificación. El hombre virtuoso es el que purifica su alma de las pasiones y la desprende del cuerpo para poder acceder al Mundo de las Ideas. Una vida virtuosa, esto es, una vida justa es la condición de que pueda cumplirse el destino último y natural del alma, el retorno a su verdadero lugar, el mundo de lo perfecto. Si el alma va purificándose irá reencarnándose en cuerpos cada vez más perfectos hasta su definitiva liberación, y regreso a la contemplación del mundo inteligible, este es el premio de la vida definitiva en el mundo de las Ideas; pero si se abandona a las inclinaciones del cuerpo estará condenada a reencarnarse en cuerpos peores (incluso de animales) y al fin recibir el castigo eterno condenada para siempre en el Tártaro. (Todos los avatares sobre las distintas reencarnaciones están minuciosamente explicados en el mito de ER al final de La República.) La idea de la metempsicosis o reencarnación del alma en distintos cuerpos antes de alcanzar el premio o castigo definitivo, es propia de las religiones órficas que llegaron a Platón probablemente a través del estudio de los Pitagóricos. A pesar de que el cuerpo es entendido de forma peyorativa en la ética, sin embargo al tener en cuenta los aspectos irascible y concupiscible de la naturaleza humana para conseguir la armonía, Platón evita un intelectualismo exagerado, sin renunciar por ello a la Razón como principio rector.