LA REBELIÓN DE LOS SIGNOS - Repositorio Académico

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EL ESTALLIDO DE LAS FORMAS
Chile en los albores de la “cultura de masas”
Carlos Ossandón B. / Eduardo Santa Cruz A.
Con la colaboración de Pabla Avila F. y Luis E. Santa Cruz Grau.
1
INDICE
Prólogo
Cap. 1: Modernización y vida cotidiana
I. Parte. El magazine
Cap. 2. El género magazine y sus orígenes
Cap. 3. Zig-Zag o la imagen como gozo
Cap. 4. Las mujeres a principios del siglo veinte. Una lectura
desde el magazine
Cap. 5. Revista Corre Vuela: un magazine popular
II Parte. Los diarios
Cap. 6. El “campo periodístico” en los albores del siglo XX
Cap. 7. El Diario Ilustrado: modernidad y ensoñación
identitaria
Cap. 8. Formas de aparición y figuración de mujeres en la
prensa periódica
Cap. 9. Los estudiantes de los años 20: la mirada de El Mercurio
de Santiago
III. Parte. Publicaciones especializadas y gremiales
Cap. 10. Las revistas de cine (1910-1920)
Cap. 11. Espacios públicos y sujetos discursivos
Cap. 12. Irrupciones de mujeres en voz obrera. Sobre la revista
obrero-feminista: La Palanca
Cap. 13. La revista Claridad y la generación del 20
2
3
Prólogo
“Lo que he intentado decir es que las prácticas
artísticas no son políticas por los mensajes
políticos que ellas transmiten, o por la manera
en que ellas representan los movimientos
políticos y sociales. Son políticas porque
vuelven a poner en escena las posiciones y las
fuerzas de los cuerpos en el espacio y en el
tiempo, porque modifican el estatuto de la
palabra, la relación entre lo decible y lo
visible, entre lo visible y lo invisible”.
Jacques Rancière
1. Quisiéramos explorar en la naciente cultura de masas en Chile: un modo de
relación cultural o pública que se constituye desde fines del XIX y más
claramente en las primeras décadas del siglo XX. Es éste un escenario
heterogéneo, atravesado por públicos y ethos distintos, donde irrumpen medios
nuevos tales como las revistas magazinescas y especializadas, la fotografía
impresa y el cine mudo: unos códigos y unas sensibilidades que traen inéditas
improntas culturales1.
1
Se suele identificar la cultura de masas con aquella producida según las normas de
fabricación industrial, difundida por los mass media y dispuesta a ser consumida por las
masas (Cfr. Ángel Benito: Diccionario de Ciencias y Técnicas de la Comunicación.
Ediciones Paulinas, España, 1991.). El texto que prologamos se propone describir algunos
aspectos de esta particularidad histórica, bosquejando unos reordenamientos culturales que
articulan tendencias presentes en la sociedad chilena de comienzos del siglo XX. Esta
perspectiva no significa entender esta nueva cultura como si ella fuese homogénea, total o
única, o generara públicos compactos y pasivos. Tampoco autoriza su extensión sin más
hacia el presente. No por de pronto a la luz de planteamientos que, en la caracterización de
los actuales escenarios, destacan unas tecnologías, narraciones, signos o sistema de objetos
(Jean Baudrillard) cuyos juegos y fabulaciones ya no se reconocen en categorías tales como
estandarización, manipulación, mistificación, dependientes de una cierta visión crítica de la
cultura de masas. Menos todavía a la luz de las problematizaciones que efectúa Renato
Ortiz que hacen infértil una noción que expresa una realidad dudosa desde su origen o que,
al menos, se revela inconsistente en el examen de los actuales comportamientos (“Cultura,
comunicación y masa”, en Otro territorio. Ed. Secretaría Ejecutiva Convenio Andrés Bello,
Colombia, 1999).
4
En este escenario, el presente libro concentra su atención en las nuevas
tendencias que se aprecian en la prensa periódica. Digamos desde ya que, a
diferencia de lo que parcialmente se ve en la segunda mitad del XIX, ella es
ahora más nítidamente un soporte de los nuevos espacios sociales y de mercado
que del raciocinio político-ilustrado público. La necesidad cada vez más
imperiosa de contar con unos artilugios llamados noticias (cuya significación
comercial es ciertamente más visible que su función ideológica), así como el
mayor desarrollo de los reclamos publicitarios y de otras variedades, hacen que
pierdan parte de su vigor aquellos juicios, representaciones y prestigios que
componían antiguos espacios públicos.
Nuevos y complejos vínculos se establecen entre los productos y secciones de
una prensa más marcadamente empresarial y la cultura de los sectores
emergentes (el conservador y populista diario El Chileno ilustra bien estas
nuevas conexiones). En el nuevo escenario comunicacional es menos nítida la
brecha entre lectura y escritura, en la medida que nuevos sectores medios y
proletarios, y cada vez más asiduamente, se incorporan a esta última. Las
revistas comienzan a diferenciar un espacio propio, distinto del de la prensa
diaria, y tienen un desarrollo inédito aquellas de tipo magazinesco (la revista
Zig-Zag fundada en 1905 es aquí un caso ejemplar). El clásico público lector
decimonónico deviene otro, que amplia y segmenta el ámbito de sus intereses, y
es cada vez más sensible al impacto informativo, a la novedad y a los nuevos
códigos de la imagen y de la fotografía, en particular. Estos códigos, así como
sus innovadoras técnicas de reproducción, introducen modificaciones en el
sensorium, en las experiencias perceptuales, en la mirada, en las capacidades
asociativas, etc.2.
Lo que tenemos, a fines del XIX y principalmente en las primeras décadas del
XX, es entonces una importante transformación o reorganización cultural. En un
plano estructural, ésta tiene que ver – entre otros factores - tanto con la extensión
y complejización de los espacios comunicacionales como con la inicial
2
“Flotaba en el aire una especie de agotamiento de la prensa” dice Gonzalo Vial
refiriéndose al período que nos interesa. “La lucha política, tras Balmaceda - continúa -,
reducida a las monótonas maniobras parlamentarias, ya no causaba emoción.
Progresivamente, también se iba disipando el entusiasmo público por la polémica
‘doctrinaria’. Y aparecían intereses nuevos: el deporte para sus cultores; las leyes y los
reglamentos para una burocracia en desarrollo y para el núcleo asimismo creciente que
formaban los afectados por una legislación cada vez más compleja; el cable extranjero
para las colonias foráneas; el folletín, la moda, lo doméstico, la vida social y el cine para
las mujeres; el arte y la cultura para los intelectuales; la publicidad para el comercio,
etc.”. Gonzalo Vial Correa: Historia de Chile (1891-1973). La sociedad chilena en el
cambio de siglo (1891-1920). Vol. 1, Tomo 1, Editorial Santillana, Chile, 1987, p. 275.
5
reformulación de los vínculos entre las esferas pública y privada. En este plano
no es un dato menor la mayor relevancia que comienzan a adquirir los lugares
públicos, cuyo carácter más desenvuelto se impone, según Sergio Villalobos, por
sobre un tipo de existencia más hogareña, patriarcal o semirrecogida3. Bailes en
las terrazas del cerro Santa Lucía y en el Forestal (“donde se baila sin igual”),
box en el Hippodrome Circo, fiestas de la primavera, concursos de belleza,
cuplés en el Politeama, son algunas de las manifestaciones que definen los
nuevos espacios públicos. A pesar de sus restricciones sociales, el repliegue o la
pérdida de vigor de la música de salón decimonónica, familiar o íntima, es un
síntoma más de la nueva configuración cultural que se ve aparecer en Chile en
las primeras décadas del siglo XX4. La cultura pública adquiere ahora un nuevo
espesor al combinar los paseos en la Plaza de Armas, el cuidado del buen tono
en el Municipal con las variedades de los teatros Nacional o Politeama, las
zarzuelas de los teatros Edén y Apolo, los encuentros de fútbol, las vistas
cinematográficas y las películas con argumento. Por otra parte, la identificación
cada vez más nítida de las artes con formas de representación personal o ciertas
prácticas que comprometen a distintos tipos de artistas: el deseo de exhibir unos
talentos, de mostrarse o de “sobreponerse a un auditorio”5, constituyen
manifestaciones significativas, aunque parciales en la medida que no abarcan
todo el entramado comunicacional del período, de los desequilibrios o
integraciones que se comienzan a dar entre las esferas pública y privada.
En un plano más específico, dicha transformación cultural se expresa en el
imperio de nuevas visibilidades o exterioridades sígnicas, en inéditas relaciones
entre letra e imagen, y en la estimulación de unas sensibilidades que ya no
tienen como fuente la cultura ilustrada-letrada. Esta nueva configuración da
específicamente cuenta de unos formatos que tienden parcialmente a reemplazar
el juicio por la inclinación, el raciocinio por la vista, el autor por el orden de los
signos, lo irrepetible por lo repetible, el aura por la serie6. A su vez, el público
más amplio y diversificado que se constituye da cuenta también de conexiones
culturales de distinto tipo y de distintas y cambiantes estrategias de recepción;
3
Sergio Villalobos: Chile y su historia. Editorial Universitaria, Chile, 1997, p. 337.
Jorge Martínez Ulloa / Tiziana Palmiero: “El salón decimonónico como núcleo generador
de la música chilena de arte”, en Actas del Congreso Iberoamericano de musicología
1998. Tomo II, Edición Fundación Vicente Emilio Sojo, Venezuela, 2000.
5
Julio López: La música de la modernidad (de Beethoven a Xenakis). Anthropos,
Barcelona, 1984 (capítulo: “Por una sociología de la música” y subcapítulo: “La figura
del artista”).
6
Walter Benjamin: “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, en
Discursos interrumpidos I. Taurus, Argentina, 1989.
4
6
público que expresa nuevos gestos (más ligados al (h)ojear que al focalizar) y
ritmos (más extensivos que intensivos) de lectura.
Según Bernardo Subercaseaux, en el Santiago de fin del XIX "la ópera en el
Teatro Municipal; la zarzuela o el género chico en el Politeama; la lira popular
y las cocinerías o fondas en el mercado y la Estación" constituyen algunos de
los más importantes circuitos o expresiones artísticas de ese período7. De estos
circuitos culturales cabe destacar aquellos sectores urbanos, de clase media y
popular, que son parte importante del nuevo público de masas en formación, y
que se expresa con mayor fuerza y complejidad, como hemos dicho, en las
primeras décadas del XX. Este nuevo público manifiesta unas sensibilidades
(melodramáticas o sensacionalistas, por ejemplo), unas interiorizaciones o
expectativas distintas de ese lector ilustrado y político del siglo XIX, se
reconoce en géneros tales como los folletines-novelas, las zarzuelas o las
revistas magazinescas entre otros, y establece distintas modalidades de vínculo,
distancia o apropiación respecto de estos productos de la naciente industria
cultural8.
2. Una primera estación en la trayectoria que ha efectuado la presente
investigación la constituyen las revistas del género magazine: una composición
bastante expresiva del desarrollo del mercado cultural moderno. Como se verá,
se han establecido similitudes y también diferencias entre las revistas que
responden a esta modalidad (o almacén si nos atenemos a la voz francesa
magasin) : así se ha podido hablar de la informada y actual Sucesos de 1902, de
la galante y artística Selecta de 1909, de la plebeya y satírica Corre-Vuela de
1908, de la elitista Pacífico Magazine de 1913 y de la clásica Zig-Zag de 1905.
Esta última, fundada por Agustín Edwards, va a terminar siendo la más
importante en su género, inaugurando una forma de autopromoción que apuesta
abierta o planificadamente a la creación de un producto comercial, siendo éste
uno de los factores importantes que le permitió contar con un público lector
disímil que trascendió el ámbito de la elite.
Estas publicaciones no han sido concebidas como la continuación “natural”
de esa esfera pública de debate que se había desarrollado con restricciones e
impregnaciones evidentes en la prensa chilena desde la segunda mitad del XIX
principalmente, sino antes bien contribuyendo a crear una esfera pública de
7
Bernardo Subercaseaux: Historia del libro en Chile. Editorial Andrés Bello, Chile, l993,
p. 84.
8
Sobre la emergencia de la “cultura de masas” en Chile, se puede consultar a Stefan Rinke:
Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile. 1910-1931. Dirección de
Bibliotecas, Archivos y Museos, Chile, 2002, pp. 21-77.
7
aparición. Esta esfera va a operar a través de formatos y códigos distintos a los
de la expresión y discusión oral o escrita9, y estará más dispuesta a cultivar
gustos o auras que ideas o convicciones. En esta parte nos guía ese modelo de
esfera pública que Habermas llamó representativa, donde lo que se destaca es la
visibilidad o escenificación de los actores y acontecimientos10. Puestos en esta
perspectiva, nuestros análisis le conceden especial relevancia a los cambios y
rasgos que se constatan en el propio dispositivo enunciador de estas
publicaciones; dispositivo que, en contraste con las publicaciones
decimonónicas, exhibirá ahora un mayor peso expresivo o formal. Este énfasis
analítico como la proyección temporal que se le confiere a este nuevo modelo de
comunicación pública, no significa desconocer las autonomías, fricciones o
intertextualidades que exhiben distintos emisores culturales o espacios públicos
del período. Sin embargo, más allá de una pretensión total, sugerimos leer la
presente investigación como un intento acotado de describir los regímenes que
visibilizan los nuevos o emergentes soportes comunicacionales. Aun
contemplando el par de incursiones más generales que reseñaremos más abajo,
son las mutaciones o estallidos que estos nuevos soportes y signos hacen
patente, así como las connotaciones públicas que estos proyectan, los aspectos
que en rigor organizan el cuerpo del presente texto.
Así, los juegos entre el decir y el mostrar, las delimitaciones e intercambios
que se dan entre estas dos formas básicas de representación, y la centralidad que
adquiere en el magazin, como en otros impresos de la época, el código visual y
sobre todo la fotografía (que opera como el contenido principal), ocupan
consecuentemente nuestra atención. También aquellos tópicos recurrentes del
género, tales como la divulgación y “vulgarización” de conocimientos, la
validación de paradigmas cientificistas, la apología del progreso o de la
modernización así como la simultánea reivindicación del nacionalismo, la
estimulación del consumo y también del lujo, las distintas escenificaciones del
grand monde, la naturalización de la intimidad y la valorización del individuo,
así como la configuración de imaginarios ligados al cuerpo y a un deber ser
femenino. De igual modo, los análisis buscan detallar algunos de los
procedimientos técnicos más importantes de este tipo de revistas: la variedad y
desjerarquización de los temas (una receta de cocina al lado de una catástrofe
natural, por ejemplo), la apertura a lo múltiple y abigarrado, la extensión y
fragmentación del mundo, la diversidad de lenguajes y estilos, la búsqueda de la
Dominique Mehl: “La vida pública privada”, en Isabel Veyrat-Masson y Daniel Dayan
(comps): Espacios públicos en imágenes. Gedisa Editorial, Colección El Mamífero
Parlante, Barcelona, 1997, p. 103 y ss.
10
Jürgen Habermas: Historia y crítica de la opinión pública. Ediciones G. Gili, España, 4°
edición, 1994.
9
8
entretención, así como la construcción por medio de la propaganda de un
entorno cotidiano de objetos y servicios modernos, detalle este último no menor
en la nueva configuración de lo real.
Los distintos juegos, códigos, tópicos o procedimientos destacados no sólo
parecen alterar los modos letrados y discursivos clásicos de validación sino
también articulan nuevas necesidades y expectativas o, más precisamente,
colaboran a ontologizar o a transformar en sentido común las distintas
experiencias y novedades modernas. En esta perspectiva precisamente, aunque
en un plano más propiamente historiográfico, se orientan las reflexiones del
primer capítulo, que buscan conectar el ámbito comunicacional y otras
modernizaciones con la construcción de unas aspiraciones o imaginarios vividos
cotidianamente, cuyas promesas o compulsiones pueden arrojar claves
complementarias en la comprensión de la crisis o del nuevo ordenamiento social
que se aprecia en las primeras décadas del siglo XX en nuestro país.
Por otra parte, se ha decidido confeccionar un mapa de la prensa del período
(cap. 6) que, si bien no cubre el conjunto de variables capaces de caracterizar
más globalmente los inicios del XX en Chile desde una perspectiva
comunicacional, tiene sí la pretensión de reseñar las características centrales que
toma el proceso de transformación o de modernización que experimenta este
soporte en ese período histórico. Este mapa precisa el tipo de transición que se
da en el campo de la prensa y, más particularmente, la consolidación en Chile de
los patrones universales del modelo informativo y liberal; patrones que van a
convertir en obvio el modo “apropiado” de hacer periodismo, con toda su letanía
de lugares o tópicos profesionales, no suficientemente problematizados hasta el
día de hoy.
3. Una segunda estación del recorrido que describimos en este Prólogo la
constituyen los diarios. Publicaciones tales como La Nación de Eliodoro Yañez,
el nacionalista La Opinión, los pujantes diarios radicales, la prensa católicopopulista y sobre todo El Diario Ilustrado fueron analizados esta vez. Cuestión
que se aprecia tanto en el citado mapa como en estudios más específicos. El
examen de las significaciones que se desprenden de las propias prosopografías o
espaciamientos periodísticos y la construcción de determinadas representaciones
ligadas a mujeres o a jóvenes en diarios como El Mercurio de Santiago y Las
Últimas Noticias, marcan esta fase de la investigación. Respecto de esto último,
nos ha interesado ver el modo cómo la propaganda construye sensibilidades,
gustos o incluso cuerpos femeninos, así como las creencias o percepciones que
un cierto tipo de prensa divulga sobre la juventud; un conjunto de referencias de
distinto tipo que van a contribuir a modelar o significar unos sujetos que cada
9
vez más se conciben como específicos o distintos. En relación ahora con El
Diario Ilustrado el análisis efectuado permite ver, bajo nuevas condiciones, lo
que ya se había comenzado a examinar con las revistas magazinescas en el plano
de las distribuciones y formas y, sobre todo, de las fotografías. El análisis
procura precisar los principales modelos a los que se adscriben las instantáneas
de este diario, la coexistencia del modelo del retrato del personaje importante
con las nuevas tendencias que comienzan ya a manifestarse en el terreno del
fotoperiodismo a comienzos del XX en Chile.
Esta segunda estación si bien enfrenta un soporte distinto al de la primera, en
la práctica refuerza aquellos mensajes o sentidos que visibilizan los propios
textos periodísticos, sus distintas relaciones o estrategias, es decir, todo ese
conjunto de signos, imágenes materiales, perfiles e interacciones que los
constituyen. Desde esta perspectiva esta fase torna cada vez más relevante el
peso que adquieren unos principios formales o unas lógicas de distribución de la
información que se imponen por encima de las prerrogativas de los autores y de
sus estilos. Como si el juego de lenguajes y secciones, de saberes y géneros, se
transformasen en unas instancias de enunciación cuya articulación tuviese más
que ver con dimensiones propiamente comunicacionales que con autorías o
rúbricas individuales. Serán pues estas dimensiones o juegos más que los
enunciados mismos o la inscripción de unas firmas (aunque estos factores no son
ciertamente descartables) las que determinarán las singularidades de unos
aparatos que parecen rebelarse contra las antiguas conminaciones letradas o
discursivas.
4. En la tercera y última estación de este recorrido se abordan, en sólo algunas de
sus expresiones, las publicaciones especializadas y gremiales. Son éstos
formatos bastante característicos del nuevo campo cultural de comienzos del XX
en Chile, en la medida que manifiestan un proceso de diversificación
comunicacional y de constitución de distintos tipos de públicos. Este proceso se
da no sólo en las revistas sino también en la mayor diferenciación que ofrecen
las secciones de los diarios de la época. Se han examinado en esta etapa las
primeras publicaciones especializadas en cine en nuestro país: Chile
Cinematográfico, Cine Gaceta y La Semana Cinematográfica. También la
revista obrero-feminista La Palanca que viene a completar – a través de la
irrupción de una nueva voz – los análisis que se hicieron en las dos etapas
anteriores referidos a mujeres. Completa igualmente el análisis que se hizo desde
la segunda etapa el estudio que se realiza sobre la revista Claridad y la
conformación de un determinado modelo o ser juvenil. En esta línea se
incorpora (en el capítulo 11) un tercer actor: los genéricamente llamados
10
intelectuales. Con este propósito se examinan algunas de las más importantes
modalidades de enunciación que propicia la prensa desde el siglo XIX y, en
particular, las diversas tensiones que se exponen entre los nuevos escritores
modernistas y las sensibilidades, tempos, extensiones e impersonalismos de unas
industrias culturales nacientes que parecen trastrocar las propias condiciones de
la creación cultural.
Carlos Ossandón B.
11
CAPITULO 1
MODERNIZACION Y VIDA COTIDIANA.
Eduardo Santa Cruz A.
“La modernidad es una y diversa. Una, en
cuanto matriz civilizadora; diversa, en su
configuración histórica. Industrialización,
urbanización, tecnología, racionalización son
rastros
que
penetran
todas
las
modernidades(...) Pero cada una de ellas se
realiza de manera distinta de acuerdo a las
condiciones históricas de cada lugar. En ese
sentido, ella es múltiple. Sabemos esto antes de
cualquier discusión teórica refinada, puesto que
la historia de los países latinoamericanos
subraya esa diferencialidad”11
A partir de la perspectiva abierta en la cita que precede, el presente artículo se
asienta en la sospecha de que es necesario abandonar lo que Martín-Barbero ha
llamado la razón dualista en el análisis de los procesos modernizadores vividos
por la sociedad chilena en su historia12. Es decir, aquellas miradas tan caras a las
ciencias sociales (y en particular a sus enfoques críticos) que contraponen lo
local a lo foráneo; la homogeneización a la fragmentación; lo culto a lo masivo;
lo tradicional a lo moderno, etc. y que probablemente constituyan las lecturas
hegemónicas en el ámbito académico, especialmente historiográfico. Dicho
afirmativamente, es posible sostener que una perspectiva epistémica y
metodológica que intente articular y establecer relaciones, en torno a la
modernidad chilena o latinoamericana, podría resultar más fecunda.
En esa dirección es posible proponer que el análisis de los procesos
modernizadores se sustente en, al menos, dos claves interpretativas: por un lado,
11
Renato Ortiz: Modernidad y Espacio. Benjamin en París. Edit. Norma, Bogotá, 2000.
Jesús Martín-Barbero: Procesos de comunicación y matrices de cultura. Itinerario para
salir de una razón dualista. Edit. G.Gili, México, 1987.
12
12
la relación que en cada uno de ellos se establece, de manera compleja y
conflictiva, entre lo particular y lo universal. Asimismo, sin reducir ambas
categorías a las nociones de lo nacional (como si la emergencia del Estadonación no fuera también producto de la matriz civilizatoria moderna) y lo
externo o internacional, reducido a la condición de marco referencial, que ejerce
influencia o dominación, según sea el caso del enfoque de que se trate. Se trata
de escapar a la trampa que supone la interrogante acerca de si somos o no
modernos, así como de trasladar el debate sobre la modernización de la falsa
alternativa entre lo propio y lo ajeno. Se puede afirmar que los distintos procesos
modernizadores vividos por la sociedad chilena han articulado de una forma
específica una dimensión universalista, propia si se quiere del carácter de la
época, con una dimensión particular que dice relación con la lógica de desarrollo
del capitalismo interno:
“Patronización y diferencia son fases de un mismo fenómeno, lo
que vuelve comprensible el lema de las grandes corporaciones:
piense en forma global, actúe localmente. Lo local no está
necesariamente en contradicción con lo global, por el contrario, se
encuentran interconectados. El pensamiento dualista tiene
dificultad en operar con categorías que los consideren
simultáneamente, pero se vuelve difícil descifrar nuestra actualidad
si nos encerramos dentro de sus límites dicotómicos. Creo que es
tiempo de entender que la globalización se realiza a través de la
diferenciación. La idea de la modernidad mundo nos ayuda en este
sentido. En cuanto modernidad, ella significa descentramiento,
individuación, diferenciación; pero el hecho de ser mundo apunta
hacia el trasvasamiento de las fronteras. El pattern de la
civilización mundial envuelve patronización y segmentación, global
y local, manifestando un proceso cultural complejo y abarcador.”13
Por otro lado, la sucesión de procesos modernizadores vividos en medio de
grandes conflictos y traumas históricos por la sociedad chilena (el liberaloligárquico, el nacional-desarrollista y el actual neo-liberal globalizante), plantea
un segundo eje analítico que tiene que ver con las relaciones de continuidad y
ruptura entre una etapa y otra. De nuevo, es posible caer en la trampa de
examinar dichos procesos como instancias absolutamente separadas, distintas y
contrarias. Así, la mayor parte de las visiones historiográficas nos han hablado
del fracaso y caída del orden oligárquico a comienzos del siglo veinte y, luego,
13
Renato Ortiz: Mundializacion y cultura. Alianza Editorial, Madrid, 1997, p. 245.
13
de la clausura y derrumbe del desarrollismo como producto del golpe militar del
‘73 y la implantación de un nuevo patrón de acumulación y desarrollo
capitalista. Efectivamente cada nueva reordenación global de la sociedad y el
capitalismo chileno se ha hecho, en buena medida, a contrapelo y en oposición
al modelo que lo precedió, constituyendo así una dimensión evidente de ruptura
y de allí la forma y métodos convulsionados, cuando no traumáticos, con que se
han instalado. Sin embargo, ello no obsta a que permanezcan características o
elementos modernizadores, ya sea como procesos más anchos a nivel estructural
(cuestión que es especialmente evidente en el caso del desarrollo de la industria
cultural en Chile) o, aunque suene paradojal, constituyéndose en tradición:
“La mundialización de la cultura redefine el significado de la
tradición. Tenemos ahora dos comprensiones posibles del mismo
concepto. Tradición, en cuanto permanencia del pasado distante, de
una forma de organización social contrapuesta a la modernización
de las sociedades. Las culturas populares en América Latina (con
las relativas influencias negra e indígena), las prácticas heredadas
de la historia oriental, en el Japón, forman parte de esta gama de
manifestaciones que habitualmente rotulamos como tradicionales.
Apuntan hacia un tipo de estructura social, que aún fraccionada
por la transformación tecnológica, representa un mundo anterior a
la Revolución Industrial. En ellas, la segmentación social,
demográfica y étnica es preponderante y la presencia del campo, de
las actividades rurales es demarcadora. Cómodamente los
sociólogos llaman a esas formaciones “sociedades tradicionales”.
Pero al lado de esta comprensión, despunta otra. Tradición de la
modernidad en cuanto forma de estructuración de la vida social,
manifestada en sus objetos electrónicos, en su concepción
acelerada del tiempo y de un espacio “desencajado”. Moderna
tradición que segrega inclusive una memoria internacional popular
compuesta por elementos que están prontos para ser reciclados en
cualquier momento”14.
Además, esta tradición moderna tiene su propia historia, su evolución. Sus
elementos fueron forjados, dice el autor, hace algún tiempo. Aunque la
afirmación puede sonar un tanto herética, buena parte de lo que consideramos
nuestras tradiciones nacionales están constituidas por elementos que en otro
14
Idem.., pp. 286-287.
14
momento fueron constituyentes o incluso símbolos de modernidad (el caso del
ferrocarril es ilustrativo al respecto).
Volviendo al primer aspecto, los elementos de continuidad en los procesos
modernizadores plantean, para Martín-Barbero, la necesidad de construir una
historia de la constitución de lo cultural, ya que éste sería un territorio que
permitiría mirar la globalidad de lo social, aunque alertas ante la tentación
reduccionista de pensar que la cultura resume la sociedad entera. Más bien, se
trataría de situar la especificidad de lo cultural, pero sobre la base de que ésta se
realiza justamente estableciendo un tipo de relación particular con la estructura
económica y con los procesos políticos y conteniendo en su interior de manera
decisiva el desarrollo de procesos comunicacionales con el signo civilizatorio de
lo moderno15. En resumen, en nuestro país, hay que atender también a las
dimensiones de continuidad y de ruptura entre las distintas fases de la
modernización, como elementos que se articulan constituyendo, como se dijo,
un segundo eje explicativo.
Por otra parte, se trata de entender lo cultural al interior de los procesos
modernizadores, al decir de Brunner16, como una cultura cotidiana de masas
crecientemente articulada desde un campo cultural en permanente crecimiento y
diversificación. En esa perspectiva, lo que cobra una particular relevancia para
efectos de nuestro trabajo es el análisis de lo que Berman ha llamado la
experiencia de la modernidad, vale decir, una forma de vivir, sentir y pensar lo
moderno. Dicho de otra forma, aquello que sólo en la sociedad moderna es
posible pensar como lo cotidiano:
“Lo cotidiano es lo humilde y lo sólido, lo que se da por supuesto,
aquello cuyas partes y fragmentos se encadenan en un empleo del
tiempo. Y esto sin que uno (el interesado) tenga que examinar las
articulaciones de esas partes. Es lo que no lleva fecha. Es lo
insignificante (aparentemente); ocupa y preocupa y, sin embargo,
no tiene necesidad de ser dicho. Ética subyacente al empleo del
tiempo, estética de la decoración del tiempo empleado. Lo que se
une a la modernidad. Por ello hay que entender lo que lleva el signo
de lo nuevo y de la novedad: el brillo, lo paradójico, marcado por
la tecnicidad o por la mundanidad (...) Ahora bien, cada uno de
15
Jesús Martín-Barbero: Pre-textos. Conversaciones sobre la comunicación y sus
contextos. Edit. Universidad del Valle, Cali, 1996.
16
José Joaquín Brunner: Chile: Transformaciones culturales y modernidad. FLACSO,
Santiago, 1989.
15
ellos, lo cotidiano y lo moderno, marca y enmascara al otro, lo
legitima y lo compensa”17
Por otro lado y siguiendo a Gramsci, lo cotidiano es el espacio regido por el
sentido común. En tanto uno de los grados o niveles en que se manifiesta la
ideología, constituye su rasgo más fundamental y característico el ser una
concepción de mundo disgregada, incoherente e incongruente (incluso en cada
cerebro, dirá el autor), conforme a la posición social y cultural de las multitudes,
para las cuales constituye su única filosofía de vida18. Se trata de una filosofía
espontánea, por oposición al nivel de la concepción de mundo elaborada y
sistemática constituida por la teoría. Sin embargo, cabe aclarar que la noción de
espontaneidad no dice relación con alguna originalidad, sino que, por el
contrario, se refiere a que es vivida y sobre todo aplicada en lo cotidiano sin
reflexión y sin siquiera conciencia de sí misma. Dicho de otra forma, son
fragmentos abigarrados y heteróclitos de explicación de la vida que asumen el
carácter de lo natural, de aquello que no tendría ni necesitaría explicación, que es
porque es. En ese sentido apunta la siguiente afirmación del citado Lefebvre:
“La certeza que busca el filósofo no tiene nada en común con la
seguridad con la que sueña el hombre cotidiano”19
El anterior es el terreno que privilegia el presente texto. ¿Cómo y en qué
sentido el desarrollo de formas comunicacionales modernas operaron sobre un
sentido común masivo en las primeras décadas del siglo veinte en nuestro país?
Más aún, ¿de qué manera se articularon dichas estrategias comunicacionales y
culturales con un contexto percibido cada vez más ampliamente como de crisis
general y de profundas transformaciones modernizadoras en la vida cotidiana?
Como es sabido, en el desarrollo del capitalismo moderno del siglo XIX se han
diferenciado dos etapas o momentos: una primera que sería la inaugurada por la
llamada Revolución Industrial y caracterizada por el uso de la energía a vapor, la
aparición del ferrocarril y la superación de la navegación a vela, la mecanización
de las fábricas, creación de grandes empresas industriales y comerciales, la
migración rural, el crecimiento de las ciudades y su iluminación pública a gas, el
desarrollo de la burguesía y el proletariado. En lo comunicacional y cultural, la
invención del daguerrotipo y la fotografía, la aparición de la prensa liberal
17
Henri Lefebvre: La vida cotidiana en el mundo moderno. Alianza Editorial, 3ª. Edición,
Madrid, 1984, pp. 36-37.
18
Antonio Gramsci: El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Juan
Pablos Editor, México, 1975.
19
Henri Lefebvre, op. cit., p. 27.
16
moderna de masas con sus nuevas técnicas de impresión y de la publicidad, etc.
En lo comercial urbano, aparece el distribuidor mayorista y en las grandes
ciudades modernas, en especial París, surge el magasins de noveautés, primer
paso para romper con el comerciante tradicional y origen de las grandes tiendas
posteriores; con ellos, también surgen los pasajes y galerías, que inauguran una
nueva práctica social eminentemente urbana y moderna: ir de compras.
Un segundo momento, que en las sociedades modernas europeas o
norteamericana se vive en las últimas décadas del siglo XIX está marcado por el
predominio de la energía eléctrica, el telégrafo, el teléfono, la aparición del
automóvil, de la industria química y los primeros ensayos en la aviación. La
industria se separa de la agricultura, disminuyendo la producción de bienes de
consumo en beneficio de la producción de equipamiento, de la industria de
metales y producción de energía, de la industria de servicios (agua, electricidad).
En lo urbano, se conoce la iluminación eléctrica de las calles y casas y su
aplicación a un nuevo tipo de transporte que desplaza la tracción animal, la
instalación de agua potable y alcantarillado y, en lo comercial, es el tiempo de
los grands magasins, los grandes almacenes o tiendas de departamentos. Con
ellos se requieren ahora grandes espacios para albergar en su interior a miles de
clientes, alterando también la dimensión arquitectónica de los espacios
dedicados al comercio. En lo comunicacional y cultural, aparecen y se masifican
rápidamente el cine, el fonógrafo (la posibilidad de reproducción del sonido) y,
poco después, la radiodifusión y con ellos la publicidad de masas y el desarrollo
de estrategias comunicacionales de propaganda comercial y política.
En ese marco, la vida cotidiana vive un tiempo de transformaciones
permanentes, donde la novedad y la innovación pasan a jugar un papel central.
Sin embargo, habría dos dimensiones especialmente significativas al respecto, al
decir de Ortiz en la obra ya citada: la transformación del tiempo y el espacio.
Señala que el espacio se encuentra, por un lado, vaciado de su materialidad; por
otro, definido en relación con otros espacios. La circulación es el único vínculo
que los pone en comunicación. El espacio es una función integrada en el interior
de un sistema. Por otro lado, agrega: dado que la modernidad constituye un
sistema en el cual las partes están relacionadas entre sí, el gobierno y
racionalización del tiempo es esencial para que los flujos circulen en su interior
en forma ordenada. Al mismo tiempo, dado que el espacio y el tiempo de la
modernidad se basa en principios como circulación, racionalidad, funcionalidad,
eficiencia, desempeño, no conocen fronteras:
“En este sentido difieren de la noción del espacio y de tiempo de la
memoria nacional. En tanto esta última se restringe al ámbito de
sociedades específicas, o para hablar como Mauss, las
17
“civilizaciones nacionales”, la modernidad envuelve un área
geográfica extrafronteras. Inaugura un tipo de civilización que en
los años venideros se irá transformando en una cultura mundial”20
Se puede afirmar, por un lado, que aquellos dos momentos del capitalismo
moderno no son vividos, en el caso particular del desarrollo capitalista chileno
que se manifiesta a partir de los años ‘70 del siglo XIX, como etapas
diferenciadas, sino más bien como un solo proceso en que podemos encontrar,
en mayor o menor medida y de forma casi simultánea, todas las
transformaciones y sus productos, resumidos apretadamente en los párrafos
anteriores. Cabe también preguntarse: ¿la vivencia cotidiana y el imaginario
social que en torno a ella se construye, encarnado en sentido común, no
integraría en un abigarrado bricolage el progreso de la nación, la experiencia de
lo moderno, los sentimientos de identidad y pertenencia, etc.?
“La acelerada modernización que se da en el país en las primeras
décadas del siglo veinte se manifiesta en el plano económico,
político y social, pero también –sobre todo en las ciudades- en la
vida cotidiana, en el uso del tiempo libre y en las costumbres (...)
los tranvías eléctricos, las obras de alcantarillado, los teléfonos, el
cine, el alumbrado público, la masificación de la zarzuela y del
folletín, el primer vuelo en aeroplano, los automóviles y los
primeros vehículos de transporte con motor a gasolina, son algunas
de las novedades del período”21
20
Renato Ortiz: op. cit., pp. 81-82. El autor distingue, además, entre memoria nacional y
memoria colectiva. La primera no expresa la vivencia inmediata de grupos particulares,
se refiere a una historia que trasciende los sujetos y no se concreta inmediatamente en sus
cotidianidades. Por definición, trasciende las especificidades y las divisiones sociales. La
memoria nacional es del orden de la ideología, es un producto de la historia social, no
sólo de la ritualización de la tradición. Si bien se ritualiza algunas veces en fiestas, que
constituyen el mito de la fundación nacional, es construida por una instancia exterior a las
conciencias individuales, el Estado-Nación moderno y es parte de una esfera de poder.
Los mitos que la sostienen sólo duran en tanto exista un consenso social y político en
torno a su veracidad. La memoria colectiva, por su lado, sería mucho más del orden de lo
vivencial, un conjunto de recuerdos activados por el filtro del presente, constituyendo un
patrimonio que, experimentado por un grupo de personas, se actualiza en cada momento
de rememoración y que para existir debe encarnarse, materializarse, sin lo cual los
recuerdos se pulverizarían. Demás está decir, la compleja relación que se da entre ambas
en sociedades como las nuestras.
21
Bernardo Subercaseaux: Genealogía de la vanguardia en Chile. Ediciones Facultad
Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, Santiago, s/f.
18
La intuición a trabajar es que precisamente lo que hace la industria cultural es
cotidianizar la modernidad, es decir, la naturaliza. Da sentido a esa experiencia
ordinaria de vivir la vida, en las claves civilizatorias modernas. En esa
perspectiva, lo que interesa es analizar de qué manera la presencia de ciertos
factores modernizadores de carácter estructural22, tales como el crecimiento
económico, el desarrollo urbano, la expansión de las comunicaciones y el
transporte, las nuevas tecnologías, la industrialización, el desarrollo del aparato
educacional, etc. se vivieron a nivel del sentido común en las primeras décadas
del siglo en nuestro país, configurando un cierto imaginario social en el espacio
de la vida cotidiana. Al mismo tiempo, se estaría viviendo la sensación de lo que
los autores citados llaman un escenario propicio –en términos discursivos y
eventualmente prácticos- al cambio como fuerza motriz, simultánea a la
sensación de crisis, desigualdad, injusticias sociales extremas, etc., expresión de
haber perdido el rumbo hacia el progreso como meta de la historia o bien la
necesidad de ampliar las posibilidades y oportunidades de acceder a sus
beneficios.
En un texto anterior nos referimos a las características fundamentales que, a
nivel estructural, manifestaba el modelo de desarrollo y acumulación de la
modernización liberal-oligárquica, así como a las transformaciones que fue
provocando hacia comienzos del siglo veinte en la sociedad chilena en distintos
ámbitos23. En especial, dimos cuenta del impacto de aquellas en la sociabilidad
masiva y popular, así como en la emergencia de formas comunicacionales
modernas dirigidas a un mercado cultural en ampliación y diversificación.
También señalamos como ello permitió que comenzaran a emerger distintos
públicos, a partir de una oferta comunicacional y cultural variada y con ello las
primeras manifestaciones de lo que luego se ha llamado cultura de masas,
espacio en el cual se visibiliza y emerge lo popular y lo plebeyo. Cabe sí precisar
ahora el uso que pretendemos darle a la expresión cultura de masas. A partir de
la problematización ya clásica establecida por Umberto Eco a una suerte de
fetichización del concepto en las teorías críticas de mediados del siglo veinte24,
no se trata de entender lo masivo como pura homogeneización e indiferenciación
cultural y, a la vez, como mera producción de la industria cultural convertida en
22
En el sentido ocupado en Sofía Correa et al: Historia del siglo XX chileno. Editorial
Sudamericana, Santiago, 2001.
23
Carlos Ossandon B.y Eduardo Santa Cruz A.: Entre las alas y el plomo. La gestación de
la prensa moderna en Chile. Ediciones LOM-ARCIS-DIBAM, Santiago, 2001.
24
Umberto Eco: Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas. Ediciones Lumen,
Barcelona, 1969. Justamente el autor intenta en este texto trascender la visión dualista que
se había consagrado en el debate sobre el tema.
19
aparato ideológico, sino más bien como una compleja realidad social y cultural
generada por las transformaciones que la modernización provoca en la
sociabilidad, en la estructura social, en los espacios urbanos, en las nuevas
dimensiones de lo político, entre otros aspectos. Es decir, lo masivo como lugar
de emergencia de lo popular, en una densa y compleja red de interrelaciones
entre anacronías, destiempos, novedades e innovaciones; o dicho de otra forma,
ciertos grados de homogeneización que no son excluyentes ni incompatibles con
diversidades, segmentaciones y grados de heterogeneización social y cultural.
En esa perspectiva, hacia los años ‘20 el teatro, el cine25, el circo, los
espectáculos de variedades, el deporte en tanto espectáculo (especialmente el
box y el fútbol)26, una gran variedad de publicaciones escritas (diarios y revistas
de diverso cariz)27 y la aparición de las primeras formas de publicidad de masas,
nos hablan de un entorno cultural y comunicacional, no solamente en Santiago,
en el que y desde el cual circulan un conjunto de estrategias discursivas que
apuntan a la construcción de un sentido común y un imaginario de país y
sociedad. Dichos medios tienden a cumplir, en una u otra medida, ciertas
funciones generales de la industria cultural moderna, tales como la vulgarización
del conocimiento científico y la difusión de las novedades tecnológicas; la
ampliación de los horizontes del sentido común, por la vía de la cotidianización
de lo moderno; la incorporación de la iconicidad, usando básicamente la
fotografía, en tanto lenguaje; la diversificación y equivalencia a nivel de
contenidos, lo cual conlleva una nueva noción de actualidad que se incorpora a
la vida cotidiana masiva, etc. y todo ello en el marco particular de la crisis que
vive la sociedad chilena al acercarse el año 20.
Si en los años del Centenario, la idea de crisis y fracaso se expresa más bien
en discursos provenientes de diferentes lugares sociales e ideológicos28, a
medida que avanza la década y especialmente hacia los años finales de ella, se
ha convertido en una vivencia cotidiana, dando lugar al convulsionado escenario
que enmarca la elección presidencial de 192029. En lo coyuntural, a la crisis
económica que se produce al terminar la Gran Guerra, se suman el agravamiento
25
Sobre el desarrollo del cine nacional y del cine como espectáculo en el período, ver
Jacqueline Mouesca y Carlos Orellana: Cine y memoria del siglo XX. LOM Ediciones,
Santiago, 1998.
26
Ver Pilar Mediano: Historia del deporte chileno. Orígenes y transformaciones (18501950). DIGEDER, Santiago, 1997.
27
Bernardo Subercaseaux: Historia del libro en Chile, op. cit.
28
Cristián Gazmuri: Testimonios de una crisis. Chile: 1900-1925. Editorial Universitaria,
Santiago, 1979.
29
René Millar: Las elecciones presidenciales de 1920. Editorial Universitaria, Santiago,
1982.
20
de la cuestión social, aumento de las divisiones y luchas intestinas en los
partidos políticos , así como el surgimiento en su interior de sectores o personas
que con una fuerte visión crítica comienzan a operar por fuera del sistema
político oficial, etc. Millar es uno de los pocos que incorpora como factor de
crisis no solamente los efectos económicos que la guerra mundial provoca en la
economía nacional, sino también lo que denomina la influencia ideológica y
política del marco internacional post-conflicto. Junto a Correa son de los que
ponen de relieve el impacto que el conflicto mundial y los hechos posteriores
producidos en Europa (caída de las monarquías, Revolución Rusa, crisis
económica y agitación social, etc.), así como el clima ideológico generado
alrededor del Tratado de Versailles y la posterior constitución de la Sociedad de
las Naciones, tuvieron en la sociedad chilena, la cual se enfrenta al terminar la
Gran Guerra al estallido violento de una crisis económica, gatillada por factores
coyunturales, pero que respondía a la debilidad y el agotamiento del patrón de
acumulación capitalista que subyacía al modelo modernizador liberaloligárquico. Dicha crisis puso en primer plano y ahora como problema
ineludible la cuestión social, que se arrastraba por años. Por ello, hacia fines de
la década de los ‘10 recorre el país un descontento generalizado y la sensación
de crisis deja de ser un discurso para pasar a ser una vivencia cotidiana.
Esta otra parte de la cotidianidad nacional habitará también las páginas de las
revistas magazinescas, pero no como algo ajeno o contrario a lo antes
mencionado, sino que integrando una globalidad contradictoria y compleja. Así,
junto a la publicidad que mostraba la posibilidad de nuevos artefactos
domésticos eléctricos o los nuevos productos para sanar o cuidar el cuerpo,
aparecía un artículo ilustrado con fotografías donde se señalaba lo siguiente:
“Para darse cuenta de aquella terrible y espantosa crisis de hambre
y miseria que aflige hoy en día al país hay que meterse un día a la
Oficina del Trabajo (...) institución que proporciona trabajo a los
desocupados”30
30
Sucesos, Nº 854, 6 de Febrero de 1919. Esta edición es particularmente ilustrativa de lo
que venimos afirmando. Entre otros tópicos, en ella encontramos fotografías de
“veraneantes distinguidas paseando por Miramar”, en Viña del Mar; de veraneantes en
el Balneario de Recreo o en una Colonia Escolar en Valparaíso; de un banquete en honor
del Alcalde de Antofagasta; una crónica sobre Manuel Sánchez, recientemente titulado
campeón sudamericano de peso liviano en boxeo; artículos sobre Tahiti y las mujeres
africanas; y sobre la jornada de movilización llamada por la Asamblea Obrera de
Alimentación Nacional para el día siguiente, la que se reconoce justa, aunque se formulan
votos para que se desarrolle pacíficamente.
21
Lo anterior no constituyó un hecho excepcional. Por el contrario, las
movilizaciones sociales las encontramos informadas muchas veces de manera
destacada y sobre todo a través de reportajes fotográficos, en distintos períodos.
Así, por ejemplo, en 1917, en la edición del 18 de Enero aparecen fotos de un
“Mitín de protesta obrera”. Más tarde, en la edición Nº 763 del 10 de Mayo de
ese mismo año, hay un reportaje titulado “El pueblo se defiende de sus
especuladores”, a propósito de una manifestación convocada por la Federación
Obrera de Chile (FOCH) y otras organizaciones. En el mismo número se da
cuenta, nuevamente a través de fotografías, de la celebración del Primero de
Mayo. Poco después, en la edición Nº 769 del 21 de Junio del mismo año
aparece un reportaje al problema de la vivienda titulado “Pocilgas humanas”.
Al acentuarse la crisis, especialmente en el convulsionado año de 1919, el
material existente en la revista Sucesos es nutrido. Al número ya citado en la cita
precedente, hay que agregar a modo de ejemplo la edición inmediatamente
anterior en que se da cuenta de la concentración pública celebrada por la
Asamblea Obrera de Alimentación Nacional en la ciudad de Valparaíso, los
últimos días de Enero. Igualmente a la celebración del Primero de Mayo se le
destinan cuatro páginas y ocho fotografías en la edición Nº 867, del 8 de Mayo y
, a partir de la edición de la semana siguiente, se dará una amplia cobertura al
llamado Complot Militar, que involucró a varios generales y altos oficiales que
organizaron un frustrado golpe, según ellos para robustecer la autoridad del
Presidente Sanfuentes y cerrar el Congreso Nacional. La revista condenó los
hechos, pero a la vez los explicó como prueba del grado de crisis y decadencia a
que había llegado el país. Asimismo, la cotidianidad estaba afectada además por
situaciones recurrentes y conocidas motivadas por catástrofes naturales. La
misma edición informaba de tremendos daños dejados por recientes temporales
en Santiago ( cuatro páginas y diez fotografías) y en Valparaíso (dos páginas y
siete fotos). Así entonces, hacia finales de los años ‘10 la sociedad chilena
pareció haber llegado a ese punto de acumulación de factores de crisis, que le
hacen afirmar a Lefebvre:
“Cuando los individuos, en la sociedad así analizada, ya no pueden
continuar viviendo su cotidianidad, entonces comienza una
revolución (...) Mientras pueden vivir lo cotidiano, las antiguas
relaciones se reconstituyen” 31
En diversos textos de los últimos años se ha buscado explicar lo anterior,
junto con o más allá de las causas estructurales de la crisis a que aludimos antes,
31
Henri Lefebvre, op. cit., pp. 45-46.
22
alrededor de la noción de hegemonía, es decir la pérdida de legitimidad social e
ideológica del orden liberal-oligárquico. La mayor parte de esas interpretaciones
pone el acento en dos factores claves: la incapacidad del sistema parlamentario
como régimen de gobierno y la exclusión e injusticia social como forma de
dominación oligárquica. A su vez, de manera más o menos explícita se tiende a
convenir en que la llamada crisis de los años ‘20 da cuenta de un estado de
estancamiento cuando no de decadencia nacional32. Por su lado, Gonzalo Vial
centra la explicación en el ámbito valórico al plantear que se habría perdido una
imago mundi común, producto del predominio del ideario y cultura liberal que
habría sido incapaz de construir una visión de mundo capaz de reemplazar la
hispano-católica en retirada, generando una crisis de unidad nacional33. En
cambio, el citado Millar, compartiendo la idea de la ruptura de un consenso
social, pone más bien el acento en el funcionamiento del sistema político de
partidos34. Otros autores, en cambio, han planteado recientemente una versión
distinta, al interrogarse acerca de si efectivamente los años ‘20 significaron un
punto de inflexión y de cambio radical en la estructura y orden social35. Señala
Pinto que siendo la elección presidencial de 1920 un hecho significativo,
rodeado de una alta efervescencia social, no indica necesariamente que se haya
producido un cambio profundo ni en las estructuras de poder, ni en las relaciones
sociales más definitorias. Podríamos agregar que también es discutible la noción
de crisis hegemónica aplicada al período, en el sentido de que es altamente
cuestionable la idea de que la oligarquía liberal haya sido una clase dirigente, en
el sentido gramsciano del término, es decir, capaz de construir un consenso
activo en torno a su concepción de mundo y a su modelo de desarrollo del
capìtalismo nacional. El tratamiento que la oligarquía le dio a la cuestión social,
fundamentalmente basado en la represión, es una buena prueba de lo afirmado.
En otro texto, el propio Pinto señala algunas de las razones que llevaron a que
el clima de movilización y descontento social haya derivado masivamente hacia
el apoyo de la candidatura de Alessandri y no hacia las opciones clasistas de
cambio revolucionario36. Resulta difícil afirmar que la oligarquía liberal haya
sido una clase hegemónica en el período, aún dentro de los propios sectores
sociales más ligados a ella, por dependencia económica o clientelismo político.
32
Luis Barros y Ximena Vergara: El modo de ser aristocrático. Ediciones Aconcagua,
Santiago, 1978.
33
Gonzalo Vial C., op. cit.
34
René Millar, op. cit., pp. 24-28.
35
Gabriel Salazar y Julio Pinto: Historia de Chile contemporaneo. Vol II: Actores,
identidad y movimiento. LOM Ediciones, Santiago, 1999.
36
Julio Pinto y Verónica Valdivia: ¿Revolucion proletaria o querida chusma?. LOM
Ediciones, Santiago, 2001.
23
Entonces, ¿de qué se trató la crisis efectiva que vivió y sobre todo que sintió
vivir la sociedad chilena? En esa dirección, pensamos que la propuesta
metodológica planteada a comienzos de este primer capítulo nos abre un camino
a recorrer. Volviendo a la afirmación citada de Lefevbre, efectivamente para
extensos y mayoritarios sectores de la sociedad chilena, hacia los años ‘20, la
vida cotidiana, en algunos aspectos, llegó a ser intolerable de seguir aceptando:
una situación de crisis económica aguda y un sistema político incapaz o
insensible a los efectos que aquella provocaba en esa mayoría; es decir,
justamente los rasgos más particulares que mostraba el reordenamiento global
del capitalismo moderno que había necesitado de una guerra mundial, de
convulsiones sociales y políticas, etc. y que aún iba a vivir una crisis general
años después.
Sin embargo, había ciertos aspectos de la vida cotidiana que no resultaban
inaceptables, sino que, por el contrario, probablemente eran apetecidos: la
extensión del aparato educacional, la urbanización, los adelantos tecnológicos, la
industria cultural, entre otros. Más vivencialmente, el alcantarillado, el cine, el
teléfono, los hospitales, la luz eléctrica, el llamado confort moderno en suma, es
decir, la promesa del progreso, que se había venido instalando objetivada
materialmente, conformando una nueva sociabilidad en procesos largos y
profundos que mostraban la posibilidad de nuevas formas de existencia social
que el orden liberal-oligárquico era incapaz justamente de dirigir, en el sentido
fuerte y vinculado a la idea de hegemonía que tiene el término. Como señala
Pinto, si 1920 no fue el año de la revolución, ello no significa que de allí en
adelante no se hayan intensificado y profundizado cambios sociales, culturales,
políticos y económicos que irán a reordenar a la sociedad chilena en otra
perspectiva; es así como tampoco pasó inadvertida la recomposición de los
sectores sociales dirigentes y la paulatina integración del American way of life a
la cultura cotidiana37.
La crisis de los años '20 se acercaría entonces mucho más al agotamiento de
un proyecto modernizador, motivado por factores propios y externos, articulados
a partir de la consolidación y naturalización paulatina de nuevas formas de
experiencia cotidiana de lo moderno, mucho más acordes con un nuevo patrón
de acumulación y de modernidad capitalista. En dichos procesos, que
resemantizan la promesa del progreso moderno, la industria cultural naciente
jugó un papel importante, a nivel del imaginario social, en tanto propagandista
37
Al respecto, entre otros, ver Eduardo Balmaceda V.: Un mundo que se fue. Editorial
Andrés Bello, Santiago, 1969; Julio Subercaseaux: Reminiscencias. Editorial Nascimento,
Santiago, 1976; Andrés Balmaceda B.: Bajo el polvo de los años. Recuerdos de juventud,
1907-1917. Ediciones DIBAM-RIL, Santiago, 2000.
24
de una nueva manera de vivir la experiencia de la modernidad y concebirla no
sólo como una meta social sino que como parte de un conjunto de derechos
posibles de reclamar. Esto último dice relación con un elemento hasta hoy
plenamente vigente y al que no se le ha dado suficiente atención, especialmente
desde las elites ilustradas e intelectuales: para las grandes mayorías masivas y
populares, la modernidad y el progreso va a estar fundamentalmente asociada a
acceder a sus manifestaciones concretas y cotidianas, muchas de ellas
relacionadas con los cambios tecnológicos, desde una buena educación hasta la
posibilidad de la entretención casera. Dicho de otra forma, la vivencia del
progreso personal y familiar medido en símbolos materiales de aquel y en los
límites del tiempo de la vida, es decir, del que está marcado por la rutinaria
cotidianidad.
La modernidad en su dimensión más bien cultural y relacionada con la
libertad individual, la construcción de un sujeto consciente del tiempo de la
historia, el desarrollo de la creatividad y el conocimiento humano, serán
preocupación fundamental de elites intelectuales y políticas, produciéndose entre
ambas percepciones un desfase, que será mayor o menor, a lo largo del siglo
veinte. Hubo momentos de encuentro entre las visiones teleológicas, por
ejemplo de la izquierda política y cultural y las expectativas crecientes y
legítimas, vale decirlo, de progreso material de las masas populares, pero ello no
alcanzó para borrar el profundo carácter de ese anhelo modernizador que como
corriente estructural recorre el cuerpo social hasta la actualidad.
Lo anterior pone de relieve otro hecho habitualmente dejado de lado. No es
extraño que la modernización pueda seguir siendo vivida como causa y proyecto
entre nosotros y ello es producto de las condiciones permanentes de
desigualdades e injusticias sociales. Dicho de otro modo, para los pobres de
Chile y América Latina el acceso a una vida más confortable, segura y
placentera sigue siendo una meta y ello en términos cotidianos significa el
derecho a la luz, el agua potable, los hospitales, los espectáculos, las escuelas y
universidades, las vacaciones, los electrodomésticos, etc.
25
PRIMERA PARTE
EL MAGAZINE
26
CAPITULO 2
EL GENERO MAGAZINE Y SUS ORÍGENES
Eduardo Santa Cruz A.
Uno de los indicadores del surgimiento de la industria cultural moderna en
nuestro país es la aparición en los comienzos del siglo XX de revistas periódicas
destinadas a satisfacer la demanda de públicos diversos. Entre ellas, es necesario
destacar el caso de aquellas especializadas en deportes, cine y espectáculos o
dirigidas hacia un público infantil. Junto a la prensa informativa de nuevo cuño
van configurando en las dos primeras décadas un amplio y diverso espectro de
oferta comunicacional impresa38. En ese marco también aparece en Chile otro
género comunicacional que, si bien posee antecedentes en fenómenos culturales
masivos y populares anteriores, como el espectáculo de variedades en plazas y
ferias, asume un rasgo específico en la palabra impresa. Se trata del magazine, el
que tuvo su primera expresión en el formato de revistas periódicas y, luego, con
el correr del siglo, incluso se extendió a otros lenguajes y tecnologías
comunicacionales.
El magazine es definido convencionalmente como un periódico ilustrado,
estructurado sobre la base de numerosas secciones y generalmente de muchas
páginas y de aparición semanal o mensual. Se trata de un género que es capaz de
albergar en su interior en forma entremezclada crónicas, entrevistas, reportajes
de actualidad, ilustraciones, avisos publicitarios, cuentos y novelas por entrega,
notas de vida social, caricaturas, poemas, etc. En ese sentido, se trata de un
género extraordinariamente maleable en cuanto a sus formatos y contenidos39.
Eso mismo permitió que pudieran aparecer ciertas especializaciones al interior
38
39
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
José Martínez de Sousa: Diccionario de información, comunicación y periodismo.
Editorial Paraninfo, Madrid, 1991. Dicho texto señala que el vocablo inglés magazine,
pudiera haberse originado en la palabra francesa magasin, la que a su vez provendría del
árabe máhzan, que significa almacén. En ese sentido, el género magazinesco tendría
como componente sustantivo el hecho de que en su interior es posible encontrar de todo,
a la manera de un almacén. Señala también que el primer magazine sería inglés, obra del
periodista Edward Cave y apareció en 1731 bajo el nombre de Gentleman’s Magazine.
Era de carácter mensual y tenía 42 páginas impresas a dos columnas. Durante los siglos
XVIII y XIX se publicaron numerosas revistas de este tipo tanto en Europa como en los
EE.UU.
27
del género. Así, y de acuerdo a sus contenidos preferenciales u otras
características propias de sus formatos, es posible diferenciar magazines
dedicados a cuestiones culturales y literarias; de comentarios políticos; de
sucesos cotidianos y chismes de personajes públicos; de actualidad; satíricos; de
divulgación cultural, etc. o, también, ciertas experiencias específicas que
combinan algunos de los rasgos anteriores.
En esa perspectiva, el magazine como género fue consolidándose al calor del
desarrollo de la industria cultural y de un mercado informativo y cultural en
ampliación, lo que equivale a ratificar su origen como parte de los procesos de
modernización en dicho ámbito, en el sentido de la configuración de ciertos
fenómenos de transformación estructural en la clave universal de la modernidad.
Cuestión similar a la planteada por Berman cuando afirma que la constitución de
sistemas de comunicación social complejos y tecnificados destinados a públicos
masivos constituye una de las características comunes a cualquier proceso de
modernización40. Sin embargo, ello aún no trasciende a una caracterización
global suficientemente tratada y repetida.
Como señalábamos, para Ortiz la modernidad es una y diversa. Una, en
cuanto matriz civilizatoria; diversa, en su configuración histórica41. Dicho de
otra forma, en todo proceso modernizador es posible encontrar y analíticamente
diferenciar una dimensión universalista y otra de carácter específico y particular,
ambas coexistiendo muchas veces de manera compleja, cuando no conflictiva y
tensionada, pero constituyendo una sola experiencia de vida a nivel de lo
cotidiano. Para los efectos del análisis de la emergencia del magazine en nuestro
país, lo que cabe clarificar es qué características asume en las particulares
condiciones que la modernización liberal-oligárquica muestra en las primeras
dos décadas del siglo veinte en Chile. En ese sentido, es necesario en primer
término poner de manifiesto algunas de las características que el género presenta
en su dimensión universalista, así como dar cuenta de las experiencias
específicas de las revistas que circularon en nuestro país, así como del rol que
como actores socio- culturales jugaron en ese contexto modernizador. Es
necesario efectuar un doble ejercicio: por una parte, dar cuenta de cómo se liga y
que función cumple el magazine en general en los procesos modernizadores, en
el ámbito cultural y comunicacional y, por otra parte, analizar en concreto
algunas revistas chilenas del período que hemos señalado.
Una de las más importantes tareas que el magazine jugó (y sigue jugando) al
interior de los procesos de modernización dice relación con la divulgación y
40
Marshall Berman: Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad. Editorial Siglo XXI, México, 1990.
41
Renato Ortiz: Modernidad y espacio. Benjamin en París, op. cit. .
28
vulgarización del conocimiento. Es ya sabido que por razones de eficiencia
económica, así como de legitimidad política, la constitución de sectores masivos
y populares crecientemente incorporados a la dinámica de dichos procesos
requirió establecer vínculos y puentes entre un desarrollo científico y
tecnológico acelerado y su incorporación a la vida social, ya sea como educación
formal, como también y en un cierto sentido aún más decisivo, como cultura
cotidiana de masas. En esa doble perspectiva, el conocimiento científico, como
forma predominante de saber propio de la sociedad moderna, debía ser puesto al
alcance de los no especialistas, pero igualmente interesados en él y, por tanto,
como rendimiento adicional; no especialistas susceptibles de convertirse en
consumidores de una oferta comunicacional que diera cuenta de los avances de
la ciencia.
Así, entonces, la industria cultural desde sus orígenes ha desarrollado de
manera preferente una tarea divulgadora que le permitió a sus apologistas
proclamar el advenimiento de una era de democratización cultural. Sin embargo,
esta función, para ser efectiva, requirió del desarrollo de una cierta técnica o
procedimiento que dicho en sus términos colocara conocimientos
crecientemente complejos y especializados en palabras simples que cualquiera
pueda entender. Este es el sentido preciso de lo que se denominó la
vulgarización, término que en manos de una cierta elite ilustrada y culta adquirió
rápidamente un sentido puramente peyorativo para designar aquello dirigido
hacia un público masivo y básicamente ignorante.
A este respecto, se ha señalado como hito fundacional el nacimiento de las
vigentes Selecciones del Reader’s Digest en 1923, en EE.UU42. Efectivamente,
con esa publicación aparece un particular tipo de magazine centrado
específicamente en contenidos de divulgación y vulgarización científicos,
formato plenamente vigente en publicaciones actuales. Es posible sostener que
las revistas magazinescas anteriores y, entre ellas, las que circularon en nuestro
país en las dos primeras décadas del siglo veinte, desarrollaron la función
comunicativa que estamos comentando, pero probablemente centradas
mayormente en la naturalización de un paradigma cientificista de la vida en la
cultura cotidiana y ello, más que sustentado en una tarea de simplificación y
transmisión de un conocimiento complejo a la manera del digesto, en una
apología del progreso expresado en la difusión de los inventos y de las
posibilidades de las máquinas para hacer la vida diaria más confortable y
cómoda. En ese sentido, la tarea de divulgar y vulgarizar el conocimiento
42
Manuel Vásquez Moltalbán: Historia y comunicación social. Alianza Editorial, Madrid,
1980.
29
moderno pudo convertirse en las revistas magazinescas en uno más de sus
contenidos y en variados formatos.
Por otro lado, una segunda característica importante de destacar dice relación
con el hecho de que el magazine no sólo admite todo tipo de contenidos,
estableciendo con ello y dicho sea de paso una diferencia sustancial con la
revista especializada también emergente en Chile en el mismo período, sino que
establece una relación de equivalencia entre ellos, cuestión que le ha permitido a
la crítica ilustrada instalarle el estigma de la banalidad, cuando no el de la
frivolidad. A diferencia de la revista especializada que normalmente trata de
justificar su existencia intentando demostrar o fundamentar la importancia y
relevancia de sus contenidos, generalmente en criterios sociales, educativos o de
demandas de la audiencia, el magazine coloca en un mismo plano las más
disímiles actividades sociales o los más variados temas, ocupando similares
espacios o compartiendo páginas. La vida social de la aristocracia junto a la
política internacional; la receta de cocina al lado de una catástrofe natural; la
actividad deportiva compartiendo una página con un mítin sindical y así hasta el
infinito.
Junto a lo anterior, es necesario destacar la importancia que en el género a que
aludimos jugaba la imagen. Ya sea en forma de ilustración o registro fotográfico,
su presencia ocupaba buena parte del espacio de las revistas. Debido a que a
principios del siglo XX la industria editorial nacional contaba con la posibilidad
técnica de reproducir imágenes en forma masiva, las revistas magazinescas
harán de ellas uno de sus contenidos fundamentales. Pero, no se trataba
solamente de un elemento decorativo que tuviera por función ilustrar el texto
escrito, sino que por el contrario en dichas revistas adquirió generalmente la
suficiente autonomía para hablar por su cuenta. De hecho, en muchas ocasiones
la imagen de un acontecimiento o situación solamente tenía una lectura de foto,
con lo cual el texto verbal era el que pasaba a jugar un papel colaborador y
claramente subordinado al texto visual. Considerando la época, cabe imaginarse
el impacto que pudo haber producido en los lectores, en términos de curiosidad e
interés, para la mayoría probablemente por primera vez, el acercamiento visual a
hechos, personajes o realidades. Tal vez no sea exagerado decir que,
estrictamente hablando, las revistas magazinescas, junto al cine, que en los años
‘10 también adquirió connotaciones masivas en nuestro país, comienzan a
configurar un imaginario social de esas mismas características, cuestión que
retomaremos con mayor detalle y profundidad en otro capítulo del presente
texto43.
43
Ver capítulo 10: Las revistas de cine (1910-1920).
30
Los elementos hasta aquí señalados, entre otros, apuntan a una cuestión más
de fondo en cuanto al papel jugado por las revistas magazinescas, en tanto
actores socio-culturales, en las dos primeras décadas del siglo veinte en nuestro
país, y ello dice relación con la reestructuración a nivel del imaginario social de
la vida cotidiana. En ese sentido, no es nuevo señalar que los procesos de
modernización, sociológicamente hablando, implican que la experiencia
cotidiana de los individuos se traslada de los grupos primarios a los grupos de
referencia secundarios, como consecuencia de la mayor complejidad social y del
crecimiento de los conglomerados urbanos44.
Sin embargo, dicha tradición interpretativa puso el acento analítico en la
relación de las personas con aquellos temas o situaciones relacionadas con la
totalidad social y de allí el también tradicional rol adjudicado a la prensa y los
medios de comunicación en la conformación de la opinión pública, en tanto
mediadores al interior de una sociedad cada vez más imposibilitada de reconocer y re-presentar su globalidad a partir de la experiencia directa de los
individuos que la conformaban. Dicha mirada constituye un sustrato básico de la
episteme que sustenta el enfoque funcionalista de la comunicación social en la
sociedad moderna, por ejemplo45. En nuestro caso lo que particularmente nos
interesa es analizar y dar cuenta de los cambios en la vivencia cotidiana masiva
y popular46 y el papel jugado en esas transformaciones por determinadas
estrategias comunicacionales y, a la vez, sus relaciones con los procesos de
transformación modernizadora que estaban ocurriendo en otros ámbitos de la
vida social.
En esa dirección, la hipótesis a afirmar es que dichas publicaciones
contribuyeron de manera importante a una ampliación y expansión de la
cotidianidad, al menos de los chilenos que habitaban las ciudades más
importantes del país. Los límites de la experiencia de vida cotidiana se
expandieron con la incorporación de temas, lugares, personajes y situaciones
que, además y como dijimos, eran muchas veces presentadas visualmente. De
esa manera, el imaginario social se expandió y se complejizó. De igual forma,
las categorías de tiempo y espacio comenzaron a adquirir connotaciones muy
diversas y más propias de lo que se ha llamado la experiencia de la modernidad,
al menos en el sentido de los ya citados Berman y Ortiz. Lo que más interesa
44
Al respecto, ver el texto clásico de Kimball Young et. al.: La opinión publica y la
propaganda. Edit. Paidós, Buenos Aires, 1967.
45
Ver Mauro Wolff: La investigación de la comunicación de masas. Editorial Paidós,
Barcelona, 1987; y, Armand Mattelart: Historia de las teorías de la comunicación.
Editorial Paidós, Barcelona, 1997.
46
Sobre las relaciones de lo masivo y lo popular en la época, ver Carlos Ossandón B. y
Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
31
recalcar es que en dicho proceso lo que se estaba naturalizando por la vía de su
incorporación a la vida cotidiana era fundamentalmente la dimensión
universalista de la modernización, es decir en palabras de Ortiz, la modernidad
entendida como matriz civilizatoria o, también, la adecuación de la cotidianidad
al carácter de la época.
Por último en esta breve revisión general cabe mencionar otra característica
que es central y que está en la base de todo lo anterior. Nos referimos al hecho
de que en cuanto género de la industria cultural, el magazine debe estar
necesariamente marcado por el signo de la amenidad y la entretención. Dicho de
otra forma, sus formas y contenidos, cualesquiera que ellos sean, estaban
destinados a producir una fruición y un placer en los lectores, en el marco de sus
ratos de ocio o tiempo libre y de expansión familiar. En ese sentido, este género
es una de las más claras y terminantes pruebas de lo artificioso que resulta la
tradicional diferenciación de las funciones de la comunicación social en la
sociedad moderna en información, entretención y educación.
En los hechos, todos los géneros de la industria cultural se ocupan de
vehicular formatos y contenidos orientados simultáneamente a esos fines. Lo
que ocurre es que cada uno de ellos articula de manera distinta sus relaciones al
interior de un producto comunicacional determinado y en dicha articulación uno
de ellos juega un rol preponderante, dándole un cierto sello a la obra. En el caso
del magazine, como dijimos, la función de entretenimiento es el decisivo, lo cual
ni de lejos implica que no realizara funciones de información y educación.
Dicho de otro modo, así como en un diario o un noticiario televisivo la
información es lo central, aunque a la vez debe ser entretenido, en el magazine
esa relación se invierte. Por eso mismo es que es posible encontrar a principios
de los ‘20 en nuestro país variaciones en los tipos de magazine; es decir, las
revistas no eran idénticas. Por el contrario, el naciente mercado comunicacional
y cultural prontamente exigió de ellas diferenciaciones, producto de la
competencia o en otros casos motivadas por el interés de llegar a sectores
diversos de una masa receptora en creciente complejización. Sin embargo, lo
que unía esas diferentes experiencias era el hecho de estar orientadas al solaz y
la entretención como rasgo identificatorio y, a la vez, distintivo de otras como es
el caso de la revista especializada o de los diarios.
Una revista para la elite ilustrada: Pacífico Magazine
32
Esta revista apareció el 23 de Enero de 1913. Se trataba de una publicación
mensual que tenía como directores a sus dos propietarios, Alberto Edwards47 y
Joaquín Díaz Garcés48. Cada ejemplar tenía un precio de $ 1 y la suscripción
anual ascendía a $ 10. Era editada y comercializada por la Empresa Editora Zig
Zag, la que recién el año anterior había pasado de las manos de Agustín Edwards
a las de Guillermo Helfmann, propietario a su vez de la Imprenta y Editorial
Universo, la cual publicaba otras revistas, como el semanario Sucesos, por
ejemplo. En sus comienzos tenía 170 páginas, para luego estabilizarse en una
cifra que rondaba las 125, según la edición.
Pacífico Magazine habría sido concebida por sus fundadores como una
revista que ocuparía un espacio que, según ellos, estaba vacío. Su modelo fue la
revista Mundial Magazine, publicada en París en castellano y cuyo director
literario fue Rubén Darío. De hecho, esta intención fue inmediatamente
explicitada por el diario El Mercurio, al que pertenecía Díaz Garcés:
“Los editores de Pacífico Magazine han querido hacer una revista
de un género que es conocido entre nosotros solamente por
publicaciones extranjeras (…) Pacífico Magazine significa un gran
esfuerzo y el esfuerzo más serio y más feliz prometido hasta hoy por
nuestros publicistas para hacer una gran revista nacional”49
47
Alberto Edwards Vives. Nació en 1873 Abogado de profesión. Diputado por Valparaíso
entre 1909 y 1912. Ministro de los gobiernos de Ramón Barros Luco y Carlos Ibáñez.
Escritor y ensayista. Sus trabajos más importantes y conocidos por su trascendencia en el
desarrollo del pensamiento conservador y nacionalista durante el siglo veinte fueron La
fronda aristocrática y La organización política de Chile. Murió en 1932.
48
Joaquín Díaz Garcés (Angel Pino). Nació en 1877. Estudió en el Colegio San Ignacio,
donde conoció a algunos de los dueños de El Chileno. Estudió Derecho, aunque más bien
por presiones familiares. Ingresó a El Chileno en 1896, a los 19 años, especializándose en
la elaboración de crónicas urbanas, de costumbres y de sucesos públicos, con un estilo
irónico y sarcástico, llegando a publicar unas 500 en los cuatro años que estuvo en el
diario. En 1900 se incorporó a El Mercurio, trabajando en dicho diario, como en Zig Zag
y otros medios de la empresa hasta 1920, en que la abandona en oposición al apoyo que
El Mercurio le brindó a la candidatura presidencial de Arturo Alessandri P., pasando a El
Diario Ilustrado. También desempeñó cargos diplomáticos e incursionó en la novela y la
poesía, recibiendo duras críticas del medio literario que le reprochaba su carácter de
advenedizo por provenir del periodismo. Igualmente fue un corto lapso Director de la
Escuela de Bellas Artes, donde enfrentó la activa oposición de estudiantes y profesores
por sus concepciones más bien clásicas y conservadoras en ese ámbito. Alcalde de
Santiago por un período. Murió en Septiembre de1921, un mes después de que saliera de
circulación el Pacífico Magazine.
49
“Día a Día”, El Mercurio, 26 de Enero de 1913.
33
Poco después, el mismo diario ratificaba sus conceptos cargados de elogios
hacia la naciente revista:
“En pocos días más aparecerá el segundo número de esta
interesante publicación, tan favorablemente recibida en Santiago y
provincias, que se agotó en pocos días, íbamos a decir en pocas
horas, la copiosa edición hecha en los talleres impresores de la
calle de Teatinos”50
Más allá del hecho de que la autoría de estas líneas quedara ignorada, lo cual
legitima la sospecha de una operación autopublicitaria del propio Díaz Garcés,
lo más importante y central de develar es el carácter original y exclusivo que la
revista se autoasigna, sobre todo si consideramos que desde la década anterior
circulaban revistas magazinescas tan difundidas y vendidas como Zig Zag,
Sucesos, Corre Vuela, entre otras. Dicho de otro modo, el propósito de este texto
es tratar de dar cuenta de aquellos elementos que diferenciaban a Pacífico
Magazine de las otras revistas mencionadas. En esa dirección, el propio Raúl
Silva Castro ratifica esta suerte de identidad particular, sustentándola en juicios
como los siguientes:
“Se trataba de condensar en esta revista una serie de trabajos que
no eran llevados a las páginas de una publicación periódica y de
combinar el material gráfico con la lectura; se trataba, además, de
ofrecer novelas y cuentos, entrevistas e informaciones, unos y otros
más duraderos y concienzudos que los que habitualmente pueden
publicar las revistas semanales y los diarios. Para ello, la revista
sería mensual; y sin dejar de ser seria, trataría siempre de interesar
al público”51
Ahora bien, la revisión de la propia revista entrega mayores elementos que
permiten ir configurando de manera más precisa su perfil. En primer lugar, se
consideraba a si misma como “…única en su género en América”, agregando
que:
50
51
“Día a Día”, El Mercurio, 14 de Febrero de 1913.
Raúl Silva Castro: Don Alberto Edwards. Biografía y Bibliografía. Imprenta
Universitaria, Santiago, 1933, pp. 16-17., citado en Evangeline Mundy: Joaquín Díaz
Garcés. Su vida y su obra (1877-1921). El Mercurio, Santiago, 1995.
34
“Si hasta hoy la revista ha sido considerada como la mejor en su
género, queremos que en adelante sea mejor, aún (…) Si ayer decía
una revista norteamericana: Pacífico Magazine está a la altura de
London Magazine, Strand Magazine y The World’s Work,
esperamos que algún día haya quien diga que las ha aventajado
siendo superior a ellas”52
Sin embargo, más allá de este tipo de afirmaciones, aparece como mucho más
clarificador y expresivo el texto de un aviso propio publicado con el fin de atraer
avisadores:
“Si Ud. tiene algo que vender y desea alcanzar la atención de la clase
pudiente, le damos datos de su interés:
PACIFICO MAGAZINE no registra en su lectura temas sensacionales.
Sus páginas son sanas e interesan sólo al que tiene una educación más
que regular.
LECTORES PUDIENTES
LECTORES INTELIGENTES
LECTORES QUE EXIGEN LO MEJOR
Para protección del avisador y del lector PACIFICO MAGAZINE
rehusa todo aviso que pueda considerarse inconveniente”53
El texto anterior instala de forma explícita una característica central de la
revista: ella se dirige a una cierta elite social a la cual se le atribuyen cualidades
de ilustración y cultura. En ese sentido, la publicación tendría en toda su
existencia, y de manera distintiva, el sello impreso por la personalidad y las
preocupaciones intelectuales de sus autores, en especial de Díaz Garcés. En
concreto, su pluma está presente en prácticamente todos los números. Incluso en
el primer año de existencia de la revista, 1913, escribió un total de veinte
artículos para doce números. De hecho, la revista no duró mucho tiempo
después que Díaz Garcés la abandonara a fines de 1918, cuando vendió su parte
de la propiedad a Francisco Hunneus, colaborador de El Diario Ilustrado,
asumiendo la dirección Nicolás Novoa, quien también había sido articulista de
52
53
“A nuestros lectores”, Pacífico Magazine, N° 27, Marzo, 1915.
Pacífico Magazine. N° 25, Enero, 1915.
35
Zig Zag. En Agosto de 1921, con la publicación de su edición número 104,
Pacífico Magazine deja de circular.
Como señalamos, el aporte escritural de Díaz Garcés fue decisivo en la
configuración del perfil de la revista. En poco menos de cinco años escribió una
cincuentena de artículos, a pesar de que continuaba formando parte de El
Mercurio y Zig Zag. Entre ellos, había cuentos de historia nacional,
especialmente situados en el período colonial, crónicas humorísticas, episodios
nacionales, cuentos modernos, ensayos sobre problemas sociales, impresiones
de viajes, artículos de arte, recuerdos autobiográficos, etc. Díaz Garcés
expresaba muy bien una cierta concepción de la cultura como elemento
integrante y en cierta forma característico de una manera de ser y de vivir; es
decir, más cerca de un atributo personal. Lo anterior lo colocaba lejos de
cualquier vanguardismo, cuestión que no estuvo ajena a los conflictos que vivió
durante su breve paso por la dirección de la Escuela de Bellas Artes a la que
antes aludimos. Más bien postulaba la necesidad de poseer lo que más tarde se
denominaría y populizaría, especialmente en los sectores medios, como cultura
general; es decir, ser sensibles y poseer conocimientos generales sobre diversas
materias o ámbitos de la cultura y ojalá sazonados con algún viaje que
permitiera el conocimiento directo de lo que se podría denominar el tesoro
cultural clásico de la humanidad. Al parecer, dicha visión existía a principios del
siglo especialmente en ciertos sectores ilustrados de la aristocracia y,
seguramente, ya había traspasado a la emergente clase media de alguna forma y
según una obra reciente habría sido especialmente valorada como actitud de vida
y distinción social por el sector femenino de la elite54.
En el caso de Díaz Garcés, es ilustrativo al respecto su opinión respecto a los
motivos que hacían importante el interés de la mujer por las bellas artes y la
cultura en general. Se trata de una conferencia dictada a las miembros de la
Academia Femenina y publicada en Pacífico Magazine bajo el título de
“Señoras”, en el número de Enero de 1917 y en la cual, según glosa la citada
Evangeline Mundy, Díaz Garcés señala que el estudio del arte debe dar a la
mujer mejor comprensión de su familia, de su hogar, agregando que la señalada
Academia debía tener como objetivos hacer que cada casa abra aunque sea una
sola ventana a la belleza y, por otro lado, reunir a las damas que cultivan las
artes, reiterando la importancia de la influencia social y patriótica que puedan
tener estas señoras artistas. Por último, esta visión de Díaz Garcés respecto a la
cultura como un factor de cohesión social y de fortalecimiento de un orden
natural, lo llevaría a percibir el convulsionado ambiente nacional cercano al año
‘20 como expresión de una crisis y decadencia profunda. Como se dijo, en el
54
Manuel Vicuña: La belle epoque chilena. Editorial Sudamericana, Santiago, 2001.
36
ámbito político lo condujo a romper con El Mercurio, debido a su cerrada
oposición a la candidatura de Alessandri que el diario apoyó. Su amigo y colega
Carlos Silva Vildósola reseñaba así la visión que Díaz Garcés tenía de ese
momento:
“Desde algún tiempo, Díaz Garcés siente el desmoronamiento de la
organización social chilena y se alarma por la ruina de todo lo que
la historia patria, que admira con fervor religioso, le ha mostrado
como títulos de orgullo para los chilenos. Los gobiernos que se
suceden en rigurosa rotación constitucional, el sentido clásico del
derecho, las libertades públicas y, más que todo, el predominio de
una selección de hombres mejor preparados que la masa, todo
puede ser envuelto y arrastrado en la tormenta de que ya durante la
presidencia de don Juan Luis Sanfuentes había pronósticos
inquietantes”55
Por otro lado, y en complemento con lo anterior, seguramente la presencia de
su otro propietario, Alberto Edwards, ayudó a otorgarle un segundo rasgo
general característico a la política editorial de la revista, cual era un marcado y
explícito nacionalismo. No deja de ser significativo el hecho de que la revista
fuera capaz de hacer convivir en sus páginas todas las características
modernizantes propias del magazine con un acendrado particularismo, centrado
en defender y difundir una visión de la historia nacional a partir de la existencia
de un alma nacional, constituida por ciertos valores tradicionales constituidos en
algún pasado remoto, tales como orden, familia, religión, etc. y de raíz
básicamente rural. La necesidad de defender y preservar esa esencia de
chilenidad se manifiesta en que prácticamente todos los números tienen un
cuento o un artículo cuyo contenido remite a episodios de la historia del país, sea
en su período colonial o independiente, los que generalmente estaban ilustrados
por Pedro Subercaseaux, considerado el primer lápiz del país, al decir de Silva
Castro. Demás está decir la importancia que dicha matriz de identidad tuvo
discursivamente en distintos ámbitos a lo largo del siglo veinte en nuestro país56.
Son ilustrativos, por otra parte, un conjunto de artículos sucesivos publicados
por Edwards en 1915 titulados “La felicidad en la vida modesta”, en los que se
ejemplifica y aconseja acerca de cómo llevar una vida ordenada y decente con
55
Carlos Silva Vildósola: Retratos y recuerdos. Empresa Editora Zigzag, Santiago, 1937, p.
193.
56
Renato Cristi y Carlos Ruiz: El pensamiento conservador en Chile. Editorial
Universitaria, Santiago, 1992.
37
pocos recursos monetarios, entregando sugerencias en los más amplios ámbitos
de la vida doméstica y cotidiana. Por otro lado, las contribuciones de Edwards a
la revista tomaron también un rumbo original y tal vez poco conocido en el
autor. A partir de 1915 comienza a publicar lo que sería un total de 17 cuentos
policiales, bajo el seudónimo de Mariano de Fuenzalida, los cuales tendrían
como personaje central al detective Román Calvo, el Sherlock Holmes chileno57,
quien resolvía dilemas policiales en ciudades y ambientes nacionales.
Ahora bien, refiriéndonos a la dimensión comercial y publicitaria de su
estrategia comunicacional, cabe señalar que durante una buena parte de su
existencia la revista tuvo escasa cantidad de avisos publicitarios en sus páginas.
Seguramente ello motivó la publicación del aviso dirigido a potenciales
avisadores y que citamos más atrás. Ahora bien, una situación como la señalada
exigía una cantidad relativamente importante de lectores vía suscripción o venta
directa. Como es obvio, no existe posibilidad alguna de obtener registros
públicos más o menos exactos de cifras de circulación de medios escritos ni para
esa época, ni tampoco para la actualidad. Sin embargo, en un artículo escrito por
Díaz Garcés en el diario El Mercurio, a propósito de otro tema, al pasar
menciona la cifra de diez mil lectores de Pacífico Magazine, "...desde Tacna a
Punta Arenas"58. En los últimos años de circulación de la revista el panorama al
respecto sufrió un cambio importante. Ya en 1918 contaba con un total de siete
páginas dedicadas completamente a la publicidad, aunque dicho espacio se
colocaba al final de la edición. Se trataba de avisos de diverso tamaño que
combinaban texto escrito con ilustraciones y/o fotografías y que se referían a
variados productos, tales como licores, te, artículos de belleza, ropa interior para
damas, entre otros, destacando aquellos de la firma Morrison y Cía. que
publicitaban artículos para el hogar con una clara connotación modernista, tales
como cafeteras eléctricas, tostadoras de pan, piso de linóleum, etc.
Por otro lado, y en referencia a las características del magazine reseñadas en
páginas anteriores, Pacífico Magazine se hacía cargo de difundir
permanentemente los avances de la ciencia moderna, a través de largos artículos
que ocupaban siete o más páginas cada uno y generalmente traducidos de
revistas extranjeras59. Este recurso era muy usado por la revista y constituía un
Ver, por ejemplo, “El secuestro del candidato”, edición de Marzo de 1915; “La
secretísima”, edición de Octubre de 1918.
58
“Pequeñas insensateces”, El Mercurio, 3 de Abril de 1915.
59
Ver, por ejemplo, ”¿Se ha descubierto curación de la TBC?” y “¿Qué quiere decir lo que
soñamos?”, este último acerca de la obra de S. Freud y ambos aparecidos en la edición de
Enero de 1915; “La guerra submarina”, en Marzo del mismo año; “La telefotografía”, en
la edición de Noviembre de 1918; o en la de Diciembre, un artículo acerca de la Cirugía
Estética, etc.
57
38
mecanismo que aseguraba un doble rendimiento: por una parte, hacía
innecesario un equipo de redacción demasiado numeroso capaz de elaborar la
cantidad de material que requería la gran cantidad de páginas que tenía y, por
otra, establecía temáticamente el vínculo del lector con la actualidad política,
cultural y científica universal, especialmente europea y norteamericana.
Con respecto a esto último, cabe destacar que en esta publicación claramente
Francia, Inglaterra o Alemania, por ejemplo, no son los únicos referentes de
modernidad y civilización. Por el contrario, es permanente la presencia de
artículos referidos a EE.UU., especialmente para destacar avances en el terreno
económico y específicamente industrial, en forma especial hacia finales de los
años ‘10. Así, por ejemplo, en la edición ya citada de Noviembre de 1918
encontramos un artículo de diez páginas, sin firma, titulado “El acero en la
guerra y en la paz”, sobre la industria siderúrgica norteamericana, destacando el
uso que hacía del hierro chileno como materia prima. Un mes antes, en la
edición de Octubre se había publicado un artículo de nueve páginas titulado
“Arte e industria en EE.UU.” y, luego, en Diciembre del mismo año otro acerca
de la fabricación de conservas en EE.UU.
Es preciso destacar también que buena parte de la existencia de la revista
transcurrió en los años de la Primera Guerra Mundial. La revista llevó a cabo
una curiosa operación en el tratamiento del tema. Por un lado, publicó en todos
los números artículos más bien analíticos de carácter político-estratégico,
descriptivos acerca de las nuevas armas o tecnologías bélicas y crónicas
referidas a la experiencia humana en el conflicto y, de manera independiente,
fotografías y caricaturas con una breve lectura al pie y presentadas en páginas
continuas. Es decir, la imagen de la guerra aparecía divorciada y entregada a un
tipo de lenguaje, para ese tiempo emergente, del análisis y las consideraciones
políticas o estratégicas, las cuales eran tratadas a través de la palabra escrita. Por
otra parte, las fotografías que en ocasiones ocuparon hasta veinte páginas
seguidas en algunas ediciones particularizaban el sufrimiento humano así como
la destrucción material. De este modo, a través de ellas no es posible tener
imágenes más globales de batallas o del desarrollo de la guerra, todo lo cual
quedaba reservado para largos artículos que ocupaban largas páginas de textos
escritos, sin fotos ni ilustraciones. Se marca de ese modo una diferencia con
otras revistas magazinescas del período, como es el caso de Sucesos, la que da
cuenta de la actualidad nacional, en gran parte a través de fotografías, con breves
explicaciones escritas de los hechos en algunos casos, en una clara
subordinación de la escritura a la imagen, cuestión que analizaremos más
adelante. Es posible que a este respecto se manifieste en Pacífico Magazine una
concepción si se quiere más clásica y conservadora, en cuanto a tratar el
39
lenguaje icónico no en todas sus posibilidades expresivas, sino
fundamentalmente en tanto ilustración de la palabra.
Por otra parte, y en referencia al acontecer nacional, la revista tiende a tratar
temas generales, por la vía de artículos extensos y que no están directamente
ligados al acontecer cotidiano o coyuntural, especialmente en sus primeros años
de existencia. Ello no significa que dichos textos no estén entregando una lectura
acerca de la situación del país y de sus perspectivas de futuro, sino que están
colocados en un plano que intenta trascender especialmente a la coyuntura
política inmediata. Así nos encontramos en la edición de Febrero de 1915 con un
extenso reportaje acerca de la construcción del puerto de San Antonio, al cual
cataloga como “el primer puerto moderno del país” o en las ediciones de fines
de 1918, cuando la crisis económica y el malestar social se hacían evidentes, por
ejemplo, con la formación de la Asamblea de Alimentación Nacional y su gran
mitin en Noviembre de ese año, con sendos artículos titulados “Monumentos
Chilenos” y “Santiago Antiguo”, los que aluden tangencialmente a la situación
de crisis y decadencia nacionales.
En todo caso, lo que no faltan son artículos que se refieren a los cambios que
la vida cotidiana experimentaba al impacto de los procesos modernizadores. En
ese sentido, cabe destacar el permanente interés de la revista por la aparición y el
rápido desarrollo del cine, en tanto espectáculo masivo, destacando el impacto
que produciría en el imaginario colectivo. Así, por ejemplo ya en su número
seis, de Junio de 1913, aparece un artículo titulado “Elogio del biógrafo”, de
Hernán Díaz Arrieta (Alone), en el cual éste caracteriza al cine como una
“mentira tan consistente y perfecta que deslumbra”. El mismo Alone publicó
más tarde en la revista un artículo acerca de la historia y difusión del deporte
moderno en nuestro país60. No hay que olvidar el hecho de que la rápida
masificación que alcanzó el cine, producto de la temprana distribución y
exhibición de películas norteamericanas, así como del rápido surgimiento y
desarrollo de la producción nacional, había provocado más de algún reparo o
condena por parte de otros medios. En 1910, por ejemplo, la revista Sucesos
había hecho un llamado a padres y madres de familia, en orden a impedir la
asistencia de sus hijos a películas escabrosas, a propósito de la exhibición del
film “Vera, la vengadora”, protagonizada por la actriz Kitty Gordon. Ese mismo
año, El Mercurio señalaba que el cine era “sólo de interés para las clases
populares”, porque al público “medianamente ilustrado no le gusta el género”
o, advertía sabiamente, “no quiere confesar que le interesa”61. No se debe dejar
de lado tampoco la sistemática y fracasada campaña realizada contra el cine por
60
61
“Los orígenes del sport en Chile”, Pacífico Magazine, Nº 88, Abril, 1920.
Citado en Jacqueline Mouesca y Carlos Orellana, op. cit.
40
organizaciones católico-aristocráticas en los años ‘10, tales como la Liga de
Damas62.
Al año siguiente, en la edición número 14, de Febrero de 1914, la revista
publica un artículo titulado “Los triunfos del biógrafo”, en el que se señalaba:
“Al fin el biógrafo ha triunfado por completo (…) su éxito indiscutible es
aplastador y, preciso es confesarlo, lo debe en gran parte a su propio mérito”.
La visión de Pacífico Magazine pone de relieve la capacidad del cine de ampliar
la capacidad de construcción de imaginarios simbólicos en los espectadores, en
los cuales se podía vivir aunque fuera transitoriamente realidades diferentes a la
cotidiana, así como ser parte de mundos hasta entonces ajenos e ignorados,
como por ejemplo, se señala en el artículo “La vida en el cine”, publicado en la
edición de Enero de 1915.
Ahora bien, uno de los rasgos aún más característicos de Pacífico Magazine y
que incluso puede permitir delimitar sustantivamente su perfil como revista, a
diferencia de los otros medios similares y contemporáneos suyos, es el espacio y
la importancia concedida en sus páginas a la literatura. Cada edición incluía la
presencia de poesías, cuentos completos y novelas entregadas por capítulos en
números sucesivos, llegando a ocupar muchas veces la mitad de la revista, lo
cual implica hablar de unas sesenta páginas. Por otro lado, la revista dio cabida
en sus páginas tanto a autores nacionales, como ya se señaló más atrás con
respecto a sus propietarios, Edwards y Díaz Garcés, como a Angel Cruchaga,
Hernán Díaz Arrieta, Ernesto Montenegro, Jenaro Prieto, etc. como a
extranjeros. En referencia a estos últimos es necesario señalar que en la revista
estuvieron presentes A. Chejov, Edgar Allan Poe o Anatole France, como
también H. J. Wells, Arthur Conan Doyle o Emilio Salgari. De esta manera,
marcaba así un sello coincidente con su explícita intencionalidad de llegar a un
público pudiente, ilustrado e inteligente, como lo citamos antes.
En síntesis, en el contexto cultural y comunicacional de la época, podemos
caracterizar a la revista como un magazine literario de elite, a diferencia de otros
como el ya citado Sucesos que más bien podría definirse como un magazine de
actualidades, dirigido a un público masivo.
La revista Sucesos o la actualidad como entretención
La revista Sucesos fue fundada en Septiembre de 1902 por la Imprenta y
Litografía Universo, la cual pertenecía a Guillermo Helfman y que operaba en
62
Ver Manuel Vicuña, op. cit.; Bernardo Subercaseaux: Genealogía de la vanguardia en
Chile, op. cit.
41
Santiago y Valparaíso, aunque esta última ciudad era donde se ubicaba su sede
central a comienzos del siglo. Lo anterior implicó que la revista en sus inicios,
como veremos, incluyera contenidos básicamente relacionados con la vida
porteña. A un precio de 20 centavos el ejemplar aparecía los días jueves y tenía
38 páginas.
En contraste con la revista examinada anteriormente, Sucesos asumió desde
su nacimiento una característica que fue central en su perfil periodístico: el de
ser un magazine de actualidades. Con ello nos referimos al hecho de que su
material entregado semanalmente a los lectores siempre tuvo el sello de lo
efímero, es decir, acorde a la noción de lo actual que va a ser propia de la prensa
moderna y la industria cultural en general. Si bien es evidente que a lo largo de
su existencia la revista se vio enfrentada a fenómenos o situaciones de diversa
índole que merecían su atención más allá de un pequeño espacio en un número,
la mayor parte de su material va pasando ejemplar tras ejemplar, sin dejar mayor
huella ni acumulado alguno. Dicho de otra forma, la revista no pretende ser más
que el registro inmediato y en muchas ocasiones literalmente fotográfico de un
acontecer.
Por otro lado, en las páginas que siguen intentaremos mostrar que la noción
misma de lo actual que maneja la revista no se restringe ni se reduce a un ámbito
específico de la vida social. En ningún caso, la actualidad se circunscribía, por
ejemplo, al funcionamiento del sistema político de partidos, la actividad del
Gobierno o el Parlamento. Por el contrario, y es justamente el rasgo que
queremos destacar, la actualidad para Sucesos es tan amplia como lo iba siendo
la vida cotidiana de una sociedad en proceso de modernización como lo era la
chilena. Desde el deporte a las maniobras políticas parlamentarias; desde los
últimos inventos o descubrimientos científicos a la crónica policial y todo ello
extendido a nivel nacional e internacional63.
Todavía en términos generales cabe destacar el hecho de que Sucesos tendría
una larga existencia, ya que apareció hasta 1934 y sobre todo el que apareciera
varios años antes que la propia Zig Zag, con la cual compartía varias
características similares64. Sin embargo, la hipótesis que es posible plantear al
respecto es que la diferencia fundamental habría estado en que Sucesos tenía
como destinatario un público explícitamente más amplio y masivo, en plena
Ver por ejemplo: “Horrible crimen en España”, Sucesos, 23 de Marzo de 1911; y,
“Bañistas en Las Torpederas”, Sucesos, 30 de Enero de 1919.
64
Es interesante también señalar que, a pesar de lo anterior, las obras que en diversos
registros se refieren a aspectos históricos del periodismo nacional hacen caso omiso de
esta revista y, en cambio, instalan a Zig Zag como hito fundador del género en nuestro
país. Incluso en la obra clásica sobre el tema de Raúl Silva Castro no hay una línea acerca
de Sucesos.
63
42
constitución y desarrollo. Por último y antes de revisar en detalle las
características de la publicación, destaquemos el propio nombre de ésta. La idea
del suceso o acontecimiento periodístico, en tanto fragmento de lo social digno
de ser construido como información, es un elemento que singulariza la
emergencia de la llamada prensa liberal moderna65.
Sucesos constituyó siempre un medio que asumió plenamente el carácter de lo
que luego se llamaría producto de la industria cultural. En ningún momento de
su existencia hay en ella ninguna manifestación explícita de algún propósito de
otro orden, vinculado por ejemplo a la difusión de algún tipo de ideario o causa
autoimpuesta. Como señalamos fue creada por una de las más importantes
imprentas y editoriales de esos años. Su propietario compró en 1912 la naciente
Editorial Zig Zag a Agustín Edwards y la convirtió en la más importante
productora nacional de libros y revistas, especialmente entre los años ‘30 y los
‘6066.
En ese sentido, y en la perspectiva de ampliar su cobertura de mercado,
inaugura muy pronto un mecanismo que hasta hoy es muy habitual, cual es la
realización de concursos entre sus lectores. Entre ellos se convirtió en una
tradición el que auspiciaba el popular Te Ratanpuro, que otorgaba premios en
dinero y para el cual se debía mandar por correo un cupón que aparecía en la
revista. Asimismo, en 1919, la revista realiza el sorteo de un automóvil Dodge y
en el cual podía participar todo el público, a través del mismo mecanismo.
Paralelamente, desarrolló solamente para sus suscriptores otro concurso que
tenía como primer premio un Seguro de Vida por $ 10.000.- De modo que esta
publicación vino a ser una de las primeras en la que la dimensión estrictamente
comercial de su estrategia comunicacional y de su perfil periodístico jugaba un
papel primordial. Como se sabe, ese hecho no está aislado de los planos
periodístico y de instalación cultural de cualquier medio, pero significa que el
eje articulador a partir del cual se va construyendo el rol de actor social y
cultural de aquel está signado por el predominio de ese producto-revista que
debe interesar al naciente mercado informativo y publicitario.
Dicho sea lo anterior para enmarcar la afirmación de que la atracción de
publicidad jugaba un papel decisivo y, en ese sentido y a diferencia de lo que
vimos en el caso del Pacífico Magazine, la revista Sucesos no impone ningún a
priori que segmente ni su público ni a los potenciales anunciadores. De esta
manera, una motivación que en su origen puede ser estrictamente económica
tenía repercusiones importantes en otros ámbitos de su estrategia
comunicacional. En un inicio Sucesos destinaba al menos un tercio de su espacio
65
66
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
Bernardo Subercaseaux: Historia del libro en Chile. op. cit.
43
a los avisos publicitarios, proporción que fue aumentando en la década de los
‘10, hasta llegar en 1919 al 45% del espacio de la revista, la que a su vez había
aumentado a cerca de 70 páginas.
Como dijimos, en sus primeros años la revista tuvo un marcado sello regional,
lo que, entre otras cosas, adquiere un significado particular para la época, dado
el peso económico que tenía Valparaíso en la sociedad chilena y en el modelo de
modernización. Por ello, los avisos eran fundamentalmente de empresas o casas
comerciales que tenían instaladas sus oficinas centrales en el Puerto. Lo que es
importante de destacar es que la publicidad daba cuenta de una gran variedad de
productos, desde vinos a ropa, pasando por agua mineral y joyas. También es
interesante señalar que en sus páginas están presentes las grandes firmas que
controlaban el comercio de importaciones y exportaciones, todas de origen
inglés. Sin embargo, no son fundamentalmente artículos de lujo o de consumo
suntuario lo que estas compañías avisaban, sino que trilladoras y segadoras para
la agricultura; cemento y pintura para la construcción; y, finalmente, artículos de
uso doméstico diríamos modernos, tales como cocinas a gas y parafina67.
Los avisos todavía tienden a privilegiar el texto verbal y la presencia en ellos
de fotografías o ilustraciones es menor. Debieron pasar algunos años para que la
gráfica publicitaria de la revista se pusiera a tono con las transformaciones que
aquella estaba viviendo en otros lugares68. El cambio ya se aprecia en Sucesos
entrada la década de los ‘10 y no solamente en el sentido antes planteado. Al
comenzar esos años, es posible observar que aumentó la variedad de productos
publicitados, al tiempo que los avisos pierden ese cierto tono regional, para
alcanzar una dimensión más bien nacional o, si se quiere, capitalina. Sigue
siendo importante la presencia de artículos provenientes de la importación como
los mencionados, pero ahora se le agregaban otros que tenían no sólo el carácter
de novedades modernas, sino que el de máquinas destinadas a facilitar la vida
cotidiana en el trabajo o en el ocio: bicicletas Bianchi, artículos fotográficos,
máquinas de sumas y calcular, gramófonos, máquinas de escribir Remington,
entre otras. Junto a ello, digamos que hacia 1911, por ejemplo, ya es profusa la
presencia de avisos que publicitaban productos destinados al cuerpo, ya sea en lo
que se refiere a su estética y belleza, como a su mantenimiento sano:
“...arrancado del espacio privado pasa al espacio público, de un
modo “policéntrico”; surge, al parecer, ocupando una diversidad
67
68
Ver, por ejemplo, el número 72 del 8 de Enero de 1904.
Oscar Traversa: Cuerpos de papel. Figuraciones del cuerpo en la prensa 1918-1940.
Gedisa Editorial, Barcelona, 1997. En la obra el autor investiga específicamente el caso
argentino.
44
de lugares con adjudicaciones diversas y antinómicas (salud,
enfermedad, vicio, virtud, destreza, fuerza...señal libre),
distanciadas del pasado en cuanto a que sus significaciones no
corresponden a tipos estables y consagrados (figuras míticas, tipos
sociales “arquetípicos”, héroes históricos propios de la pintura, el
grabado y la litografía durante un largo período) sino a sucederes
contingentes, a veces indeterminables”69
Según Oscar Traversa, en la época es posible distinguir dos tipos de avisos
referidos al cuerpo. Uno, de productos que establecen una relación inmediata
con él (cubrirlo, alimentarlo, curarlo o transformarlo: ropas, comidas,
medicamentos o productos de belleza) y otro, de productos que establecen una
relación no inmediata (artefactos domésticos, automóviles, etc.). En el caso de
Sucesos, hacia comienzos de la década prevalecen los primeros, los que
incorporaron ya la gráfica de manera predominante, la cual se basaba
fundamentalmente en ilustraciones. Así, por ejemplo, tenemos en un solo
número la presencia de la Inyección G para la gonorrea, las píldoras del Dr.
Franck para la digestión o las del Dr. Foster para los riñones, la Romaticina
Thompson para los huesos o los tónicos Bioferina y Wampole, destacándose el
aviso de leche maternizada y enlatada para bebés, traida vía importación. Junto a
ellos, cremas de belleza, tinturas para el pelo, polvos talco Mennen, pastillas o
cremas adelgazantes y los famosos pilules orientales para hermosear los senos70.
Hacia 1919 lo anteriormente dicho no sólo se mantiene como tendencia en la
revista, sino que se amplía. Como señalamos, la cantidad de espacio para los
avisos aumenta y éstos están colocados a lo largo de todo el ejemplar, bajo la
forma de avisos de una, media y un cuarto de página, es decir, no constituyen
una sección especial físicamente separada del resto del material, sino que en una
misma página pueden compartir espacio con un reportaje gráfico a las elecciones
complementarias de Senador por Santiago o con fotografías de equipos de fútbol
de Iquique y Osorno71. A lo antes señalado habría que agregar la presencia
creciente de avisos relacionados con venta de automóviles, neumáticos o
repuestos, en los cuales se manifiesta ya el uso del cuerpo en el sentido segundo
señalado por Traversa, así como la presencia de textos verbales de carácter
publicitario que apuntan claramente las tendencias que prevalecerán luego en la
publicidad moderna:
69
Idem., p. 25.
Sucesos, Nº 446, 23 de Marzo de 1911.
71
Sucesos, Nº 864, 17 de Abril de 1919.
70
45
“Un buen consejo.
Hijo mío, si quieres ser feliz cuando seas hombre,
Debes comprar un auto FORD que es el mejor
Para nuestros caminos”72
Cabe reiterar que en estos años es mucho mayor la presencia de artículos y
productos dirigidos a introducir el confort moderno en la vida cotidiana, a través
de máquinas o de aplicaciones del conocimiento científico. Así, se señala que la
Crema de Belleza Marechale “...es el único medio científico descubierto a la
fecha para preservar el cutis de las arrugas prematuras” y que pueden usarla
“los niños, las señoras y los caballeros”; pero también, la firma Morrison & Co.
publicita la venta de sus refrigeradores importados, máquinas para pelar
duraznos o filtros para agua de uso doméstico. Por su lado, Williamson, Balfour
& Co. anuncia la traída al país de tractores livianos a parafina, marca Avery “en
uso actualmente en más de 60 países”, por lo que, advierte “no es un
experimento”. En igual sentido, no deja de llamar la atención el caso de las
máquinas de sumar Golden, en uso desde 1904 “...en todo el mundo civilizado”
y que pueden “...llevarse en el bolsillo o tenerse en el cajón de su escritorio”.
Por último, mencionemos que en 1919 incluso se destinan espacios exclusivos
de una página cada uno para publicidad, bajo el rótulo de Avisos para Caballeros
y Avisos para Señoras. Se trata, en ambos casos, de una página que incluye
numerosos anuncios pequeños al estilo de los clasificados actuales. En el caso de
los destinados a los hombres encontramos una relojería, sastrería, farmacia,
sombrerería, casa de cambio de monedas, peluquería, restaurante y la Librería
Nascimento y el Café Sao Paulo. Por su parte, la sección destinadas a las
mujeres incluye farmacia, joyería, peletería, estudio fotográfico, tintorería,
sastrería, academia de belleza, perfumería, peluquería y la Librería Nascimento,
entre otros. Lo que queremos señalar con los ejemplos anteriores es cómo la
publicidad va construyendo un entorno cotidiano de objetos y servicios cada vez
más amplio, especialmente de carácter urbano, cuestión que retomaremos más
adelante.
Con respecto a los aspectos estrictamente periodísticos cabe de entrada
consignar una característica que la revista mantuvo en toda su existencia y a la
que ya nos hemos referido antes, cual es la de ser una mirada panorámica y de
registro inmediato de la actualidad, noción totalmente elástica que le permitía
incluir materiales de toda procedencia geográfica y referidos a los más diversos
ámbitos de la vida. En ese sentido, resulta imposible, pero antes que todo
improcedente, intentar algún tipo de clasificación o taxonomía de sus
72
Sucesos, Nº 850, 9 de Enero de 1919.
46
contenidos, justamente porque el elemento diferenciador es que eventualmente
todo lo conocible, de acuerdo a las pautas culturales de la época, tenía cabida en
sus páginas. Por otra parte, la variedad temática ratifica lo dicho con respecto a
una de las características centrales del género, cual es la equivalencia de los
contenidos. No existían, por ejemplo, secciones especializadas con distinto
tamaño. Es decir, no aparecen en la revista ciertos indicadores en términos de su
estructura gráfica o de composición de página que constituyan indicios de
relevancia temática o de jerarquización de contenidos, como si ocurre ya en esa
época en los nacientes diarios modernos, con su estructura rígida de secciones,
distintas formas de titulación, etc.
Sin embargo, lo anteriormente dicho no implica que la revista no contara con
un determinado orden o que no haya vivido ciertos cambios y evoluciones en su
estructura interna. En ese sentido, en sus primeros años y por las razones ya
dichas acerca de su cercanía y fidelidad al lugar de origen, la mayor parte de la
revista se articulaba en torno a las llamadas Actualidad Porteña y Actualidad
Santiaguina. Ello no impedía que se incluyeran notas breves, generalmente
fotográficas, de otros lugares del país o del exterior73. En términos de encontrar
aspectos que por su regularidad se convierten en indicadores de un perfil, es
destacable la presencia temprana de la fotografía como el contenido fundamental
de las páginas de la revista. Esta afirmación puede resultar temeraria sobre todo
a una cierta tradición analítica que considera a los medios de prensa únicamente
como instrumentos o espacios de vehiculación de discursividades ajenas y
expresadas verbalmente. Sin embargo, Sucesos era una revista
fundamentalmente para ser vista y luego, de manera más bien auxiliar, leída. Ya
en sus inicios, prácticamente no trae ninguna página que no incluya fotografías
o, en su defecto, ilustraciones o caricaturas. Más aún, en esos primeros años,
claramente el texto verbal ya aparece como apoyo a la imagen. Obviamente, en
los años siguientes esta característica se hará mucho más marcada.
Pero, aún sobre los años iniciales, la revista ya incluye algunas crónicas de
vulgarización del conocimiento científico. A manera de simple ejemplificación
se puede citar el Nº 73, del 15 de Enero de 1904, que incluye un artículo de dos
páginas con numerosas ilustraciones sobre Astronomía, titulado “El universo
que está naciendo. El mayor prodigio de los tiempos modernos”; luego, dos
números después encontramos otro titulado “La muerte en el beso”, en el cual se
advierte acerca de los peligros higiénicos que corren las personas que se besan
73
Ver, por ejemplo, el número 72, del 8 de Enero de 1904, que incluye una foto del
América F.C., campeón de Iquique en 1903 y otra del viaje del Intendente a la Oficina
Salitrera Santa Lucía, o también el número siguiente en que a través de una fotografía y
una nota verbal breve da cuenta de la llegada de una caravana de gitanos a San Felipe.
47
con otros, debido al intercambio de bacterias que supone, de acuerdo a los
últimos descubrimientos de la Biología74.
Al inicio de la década siguiente, algunas de las tendencias señaladas se
profundizaron. Si bien desaparece la división inicial de la actualidad nacional
entre la capital y Valparaíso, la mayor parte de las notas o reportajes gráficos
tienden a dar cuenta de una ahora actualidad nacional y de otra internacional
que, de hecho, abarca todo el globo75. No se trata de dos secciones físicamente
separadas. Así, por ejemplo, el ya citado ejemplar de Marzo de 1911 contiene un
total de 70 temas (por así llamarlos), de los cuales 22 corresponden al exterior,
más un extenso reportaje fotográfico sobre Italia de siete páginas, con ocasión
del aniversario de la unificación de la península y la implantación de la
República; y otro, también con gran número de fotografías, acerca de la
mecanización de la agricultura en EE.UU. Por su lado, lo nacional se amplía en
términos de la cobertura de distintos lugares del territorio, así como del tipo de
actividades o hechos. Así, en las páginas de dicho número se nos informa
gráficamente de un funeral en Traiguén, de las fiestas de carnaval en Iquique, de
la visita del acorazado norteamericano Delaware a Valparaíso, de la excursión
campestre de los obreros de la Imprenta Universo a El Resbalón, en Santiago,
etc. Por otra parte, ya en este tiempo nos encontramos con que la portada se
dedicaba a una caricatura en colores referida a temas políticos nacionales o
internacionales, lo que se mantendrá durante toda la década. Del mismo modo,
aunque en cantidades y espacios menores y más bien marginales con respecto al
conjunto, aparecen cuentos y poesías.
Al avanzar la década del ‘10 el estallido de la Gran Guerra, como se le llamó
entonces, entregó durante años materiales ineludibles para los medios
74
Hacia finales del período que estamos analizando, la presencia de este tipo de artículos es
aún más constante. Por ejemplo: “La función de los sueños” (Sucesos, Nº 746, 11 de
Enero de 1917); “Una visita al mundo gigante de Júpiter” (Sucesos, Nº 867, 8 de Mayo
de 1919); “El mamut: lo que cazaban nuestros antepasados” (Sucesos, Nº 870, 29 de
Mayo de 1919); “La vida en Júpiter” y “La composición de los cuerpos” (Sucesos, Nº
871, 5 de Junio de 1919); “El fósforo en la vida” (Sucesos, Nº 853, 30 de Enero de 1919.
En esta edición, además, se incluye un artículo acerca de un descubrimiento hecho por el
Jefe de Anatomía Patológica de la Escuela Dental de la U. de Chile, Alfredo Avaria, para
el tratamiento de la Piorrea alveolar, como una contribución nacional al avance de la
ciencia.
75
Ello incluía de manera importante materiales relacionados con mundos y temas lejanos y
considerados exóticos: “La venus de ébano: las mujeres africanas” y “Tahiti: un paraíso
en el Pacífico” (Sucesos, Nº 854, 6 de Febrero de 1919); fotos de pordioseros en China
(Sucesos, Nº 851, 16 de Enero de 1919); acerca de una exposición de artesanía rusa en
Londres (Sucesos, Nº 769, 21 de Junio de 1917); crónica sobre costumbres españolas y
los toreros (Sucesos, Nº 746, 11 de Enero de 1917), etc.
48
nacionales. Lo que interesa destacar aquí es que Sucesos cubrió el conflicto de
una manera particular. En primer lugar, fundamentalmente se entregan
fotografías, ilustraciones y a veces mapas acerca de la marcha de la guerra. Sin
embargo, a diferencia de lo que señalamos con respecto al Pacífico Magazine,
en este caso no hay largos artículos analíticos acerca de consideraciones
estratégicas militares o políticas, sino que imágenes que dan cuenta del
sufrimiento humano y la destrucción material, sin olvidar incluso lo anecdótico y
curioso76. En este ámbito, la revista también le va a dedicar una especial
atención a la Revolución Rusa, la que será celebrada con ocasión de la llamada
revolución de Febrero77, para luego pasar a la condena de la victoria bolchevique
en Octubre y del régimen soviético posterior, cuestión que se hará conectando
esos sucesos con la situación interna, denunciando la presencia en nuestro país
de agentes y agitadores internacionales que se aprovechaban de la crisis78.
En todo caso, hacia finales de la década, la revista va a profundizar su
carácter, complejizando algunas de sus características. Así, por ejemplo,
encontramos una amplia variedad de géneros periodísticos utilizados en cada
ejemplar, aunque todos ellos articulados en torno al papel que juega la
fotografía. Por otra parte, en 1917 aparecen en Sucesos una serie de plumas
ilustres como Iris, Víctor Domingo Silva, el argentino Leopoldo Lugones o el
uruguayo J.E.Rodó79, cuestión que en todo caso no se volverá a repetir tan
frecuentemente en los años siguientes.
Por otro lado, aparecen pequeñas secciones que van a tener un grado mayor
de permanencia, tales como “Potpourri”, consistente en pequeñas notas acerca
del acontecer político cotidiano, cuando no directamente de chismografía sobre
el tema; la “Sección Femenina”, dedicada a notas de modas, consejos prácticos
para el hogar, etc.80; el “Album de Sucesos”, sección consistente en la
Ver, por ejemplo, fotografía sobre “El papel de los perros en el Ejército francés”,
Sucesos, Nº 757, 29 de Marzo de 1917.
77
“La Revolución purificadora”, Sucesos, Nº 757, 29 de Marzo de 1917.
78
“El terror rojo en Rusia”, Sucesos, Nº 870, 29 de Mayo de 1919 y Sucesos, Nº 871, 5 de
Junio de 1919, en la que se publica un extenso artículo que pretende explicar la sicología
destructora de los bolcheviques e ilustrada con fotografías de León Trotzky.
79
De Iris el cuento breve “Una taza de té” (Sucesos, Nº 746, 11 de Enero de 1917); de
Lugones, poesías (Sucesos, Nº 753, 1º de Marzo de 1917); de Víctor Domingo Silva,
“Cómo se vive y se muere en la región del salitre” (Sucesos, Nº 760, 19 de Abril de 1917)
y de Rodó, “Al concluir el año. La América” (Sucesos, Nº 761, 26 de Abril de 1917).
80
Así, por ejemplo, “El arte en nuestras casas” (Sucesos, Nº 868, 15 de Mayo de 1919), en
que se sugiere a una dueña de casa probablemente de clase media: “Lo bello no es sólo
accesible a los millonarios, puede también escribirse con minúscula, y creo que se oculta
en todas partes. Lo esencial es saber buscarlo (...) Mirad siempre y poneos en guardia
siempre, en cualquier parte hay belleza”
76
49
publicación de una fotografía de una página de jóvenes chilenas; y, “Mesa
Revuelta”, destinada a notas breves sobre consejos prácticos y curiosidades en
general. Hay que aclarar, sin embargo, que estas secciones no ocupan más allá
de una o dos páginas y que, en ningún caso, implican que la temática política o
femenina, por ejemplo, quedaran reducidas a ellas. También hay que mencionar
que hacia 1919 la revista dio cabida a una sección de una o dos páginas por
número llamada “El Cinematógrafo”, donde se publican comentarios de
películas, fotografías y noticias sobre la vida de actores y actrices, especialmente
norteamericanos, pero no exclusivamente, ya que también se atendía a la
naciente filmografía nacional.
Asimismo, es posible destacar algunos ejemplos de la manera en que se
difundían las novedades e innovaciones de la ciencia y tecnología moderna. Así,
a comienzos de la década del ‘10, se señalaba que “...pese a todos los incrédulos
y timoratos, la aviación cada día gana terreno y nada consigue detener los
atrevidos ensayos que se efectúan en todas partes del mundo”81, y también en el
país, ya que la afirmación anterior aparece en un reportaje gráfico a exhibiciones
realizadas en Batuco y el Hipódromo Chile. Pocos años después y con el auge
que experimentaba el automóvil, se publicaba un reportaje acerca la aparición de
los garages:
“¿Qué es un garage? Prácticamente viene a ser un hospital para
automóviles. En efecto, en un buen garage, montado a la moderna,
con todo lo indispensable, no sólo se “aloja” a estos rápidos
aparatos, tan temidos por los transeúntes distraídos, sino que se les
hace todas las reparaciones tanto en la carrocería como en la
maquinaria”82
A la semana siguiente la revista publica un artículo de una página, con
ilustraciones, bajo el título de “Imágenes por teléfono”:
“Hace tiempo que se estudia la televisión, es decir, el empleo de un
aparato que permita ver a distancia y a este aparato se le ha
bautizado antes de nacer con el nombre de telefoto"83
81
Sucesos, Nº 446, 23 de Marzo de 1911. En esta edición se publica también un artículo
breve acerca de un paquete de cigarrillos que llevaba incorporado un encendedor en la
caja y otro que da cuenta de los primeros experimentos hechos en acorazados
norteamericanos, para poder despegar aviones desde ellos.
82
Sucesos, Nº 850, 9 de Enero de 1919.
83
Sucesos Nº 851, 16 de Enero de 1919.
50
Asimismo, se da cuenta de novedades existentes en otras ciudades del mundo
y que, como sabemos, luego se harían parte del paisaje urbano familiar:
“En diferentes puntos de Berlín existen teléfonos públicos de los
cuales puede servirse todo el mundo mediante una moneda de diez
céntimos (...) Dichos aparatos se han establecido en las sucursales
de correos, fondas, cafés, teatros y otros sitios fácilmente accesibles
al público”84
Sin embargo, un aspecto especialmente destacable es cómo se aborda la
transformación urbana de Santiago85:
“La antigua casa española de teja, alero y tres patios que es aún el
ideal de la comodidad santiaguina, comienza a desterrarse. Ya no
sólo se desea la mansión amplia y bien dispuesta en su exterioridad,
sino que se busca la concentración doméstica, que tanto significa
para la limpieza, el ornato y la economía de las familias
medianamente rentadas. Santiago empieza a tener hermosos
“pasajes”, edificios de varios departamentos con puerta y ascensor
comunes, coquetos “petit-hotels” donde los arrendatarios
encuentran a precios razonables todos los elementos del confort
moderno”86
Cabe señalar que dicha crónica hace referencia a diversas construcciones
efectuadas en las calles Huérfanos, Agustinas, Compañía y del posteriormente
llamado Barrio Concha y Toro, acompañado de numerosas fotografías. Es decir,
por un lado se remarca las características de estas nuevas habitaciones: más
pequeñas (¿adecuadas a la llamada familia nuclear, propiamente moderna?),
dotadas de agua potable, duchas y electricidad, por lo demás ya características
de urbes europeas o norteamericanas. Por otra parte, y casi un siglo después, el
sector de Concha y Toro se constituirá en una suerte de símbolo de nuestras
tradiciones arquitectónicas, constituyendo otro ejemplo de que lo mencionamos
más atrás como la tradición de la modernidad. Un juicio más general en la
misma dirección se publica en unas cuantas ediciones posteriores, en una
crónica también profusamente ilustrada de fotografías y titulada “Cerca de las
nubes”, en la que se afirma entusiastamente:
84
Sucesos Nº 854, 6 de Febrero de 1919.
Ver Armando de Ramón: Santiago de Chile. Editorial Sudamericana, Santiago, 2000.
86
Sucesos Nº 747, 18 de Enero de 1917.
85
51
“Basta salir algunas pocas semanas de Santiago para hallar, al
regreso, cambios que nos sorprenden como un hallazgo agradable.
Un edificio nuevo por aquí, un bonito kiosko más allá (...) me he
detenido a examinar los edificios nuevos, el movimiento de las
calles, los rostros de las mujeres, la preocupación febril de los
hombres (...) Desde la cumbre del Santa Lucía tendimos la vista por
la ciudad como para tomar nuevamente posesión de ella. Se
escucha ruido de martillos: las construcciones nuevas. Se remachan
envigados de acero. Aquí tenemos el nuevo edificio de la Biblioteca
Nacional, al pie de la Plaza Vicuña Mackenna, más allá la cúpula
de la Bolsa de Comercio, los nuevos almacenes de la Sucesión
Larraín en la calle Agustinas esquina de Estado, otras y otras
construcciones junto al Mapocho o en los apartados barrios de la
ciudad”87
Una de las lecturas de foto integrantes de dicha crónica manifestaba: “No
alcanzan a ser rascacielos, pero para allá van”. Por último, al mes siguiente se
publica la crónica “Los progresos del automovilismo en Chile”, en la que se
señala:
“Las viejas casas coloniales caen derribadas por la picota y surge
la casa moderna, cómoda, limpia, de belleza arquitectónica, el auto,
a su vez, va reemplazando al coche de nuestros abuelos. (...) Lo
ideal sería que no circulara por las ciudades ningún carruaje tirado
por caballos ¡Pero cuánto nos va a costar llegar a esto! Sin
embargo, en los últimos meses la importación de automóviles ha
tomado un gran incremento, y si esto se sostiene, el destierro del
inmundo postino estará más cerca de lo que nos figuramos. (...) Lo
nuevo llega a reemplazar a lo viejo, así como en el sitio que
ocupaba el rancho se alza el palacio moderno. Viene el auto, rápido
y seguro, a excluir el coche sembrador de microbios. (...) Además,
una ciudad con muchos autos dará la impresión de una ciudad
moderna y lujosa”88
Esta visión plena de entusiasmo por el progreso y la modernidad la vemos
también corroborada en otro ámbito, cual era la situación en que vivían los
87
88
Sucesos, Nº 760, 19 de Abril de 1917.
Sucesos, Nº 763, 10 de Mayo de 1917.
52
mapuches, así como las consecuencias de la ocupación de sus territorios, en un
reportaje publicado bajo el título “Un pueblo moribundo”:
“Es preciso agregar que en la mayoría de los casos el
desalojamiento de indígenas ha constituido una de las iniquidades
mayores y más vergonzosas en nuestra vida nacional”
Sin embargo, tras dicho juicio, el texto adquiere un sentido muy distinto a lo
que podría sugerir:
“En poder del indio, los bosques y terrenos de la frontera serían lo
que fueron hace siglos: parajes inhospitalarios e infecundos,
inmensos feudos entregados a la molicie y la ineptitud de una raza
que ha terminado ya su misión en la tierra. (...) El hogar es, puede
decirse, el barómetro moral que nos servirá para valorizar la
cultura de un pueblo. Y así como el hogar del chileno deja mucho
que desear, el del araucano queda fuera de los límites de la
civilización. Hélos ahí revolcándose en la suciedad de sus
covachas, como los habitantes de la edad de piedra, durmiendo en
la más abyecta promiscuidad hombres, mujeres y niños. ¡Pero eso
no es todo. De noche se encierran en la misma ruca, junto con los
amos, los animales domésticos, puercos y ganado lanar!”89
Los ejemplos anteriores, que constituyen tan sólo una muestra de un nutrido
material, se ubican en la perspectiva universalista del optimismo modernizante
del progreso. Sin embargo, junto a ello se publicitan los acontecimientos que van
marcando aceleradamente el contexto de crisis económica, social y política, del
cual no es posible excluir la Gran Guerra y sus consecuencias y efectos, la que
es vista nuevamente bajo el prisma contradictorio de la fascinación y el horror.
De esto son muestras los dos párrafos siguientes que corresponden a artículos
publicados en Enero de 1919:
“Hemos vivido un día radiante de progreso en el que el
pensamiento, la ciencia, las artes se expandían; en el que los
descubrimientos, las invenciones se multiplicaban. Ese día ha
concluido y se sume en el tiempo pasado. Estamos en pleno
crepúsculo”90
89
90
Sucesos, Nº 761, 26 de Abril de 1917.
“El crepúsculo de la civilización”, Sucesos, Nº 851, 16 de Enero de 1919
53
“Al mismo tiempo que el pájaro del diablo, con alas de tela y
esqueleto de finos alambres, vuela por la altura; avanza invencible
por los campos el negro dragón, que parece haber salido del
Averno. (...) Lucha terrible es la de los combatientes; pero no es
mucho menos conmovedora la de los sabios franceses, británicos,
americanos, alemanes por ofrecer a su patria nuevos inventos
destructores ¿cuáles serán? ¿dónde se halla el investigador que en
el momento actual estudia el prodigio que ha de aterrarnos?”91
En definitiva, y como lo hemos reiterado, Sucesos es una buena muestra del
género magazinesco, trabajado en la perspectiva de llegar a un público amplio y
en proceso de masificación. Para ello, la noción de actualidad que construye la
revista y que ya hemos comentado, permitía recoger los más diversos intereses y
demandas de información y entretención (ambas como dos caras de la misma
moneda). Con esto, lo que el discurso explícito del medio lograba era ampliar la
cotidianidad, así como replantear la relación de lo público y lo privado, no sólo
como lo hacían otros medios de la época escenificando la vida social de la elite
aristocrática nacional o extranjera; Sucesos, junto con ello, realiza una operación
similar con otros actores sociales de la capital o provincias92. Esta operación
consistente en establecer una cierta tabla rasa de equivalencia es posible
encontrarla también, como hemos dicho, en el plano estricto de los contenidos.
La revista da cuenta, y se hace cargo, de algunos de los hechos que la
historiografía posterior ha considerado como los más relevantes del período,
pero colocándolos al lado, y a veces en el mismo nivel de importancia, de otros
generalmente desdeñados por su ordinaria y banal cotidianidad.
91
92
“El tanque y el avión”, Sucesos, Nº 853, 30 de Enero de 1919
Así, por ejemplo, en el ejemplar Nº 746, del 11 de Enero de 1917 se publica una foto de
obreros salitreros (identificados con sus nombres) de la Oficina Delaware de Taltal, junto
a la fotografía del paseo campestre organizado por la Familia González de Villa Alemana
y a fotos de la aristocracia en el recinto de Paddock del Valparaíso Sporting Club, con
ocasión de la disputa de El Derby.
54
CAPITULO 3
ZIG-ZAG O LA IMAGEN COMO GOZO
Carlos Ossandón B.
“El gozar pasa por la imagen: ésta es la gran
mutación”.
Roland Barthes (1980)
“Las sociedades complejas y que cambian
rápidamente son (...) cada vez menos
sociedades de intercambio, de comunicación y
de argumentación, y cada vez más, sociedades
de expresión”.
Alain Touraine (1989).
No pasaron inadvertidos para los transeúntes de la ciudad de Santiago unos
afiches multicolores que a principios de 1905 se vieron por las calles y murallas
de la capital. Estos numerosos y llamativos afiches, que se les conoció como las
“monas con dolor de muelas”, se habían mandado a imprimir a Nueva York93 y
anunciaban la próxima aparición de una revista semanal ilustrada cuyo nombre
sería Zig-Zag94. Se ha asegurado que el entusiasmo fue “indescriptible” y que
“sus primeros tirajes fueron del orden de los 45.000 ejemplares que se repartían
entre los 3 millones de lectores de la población de Chile, de aquella época”. El
domingo 19 de Febrero de 1905 apareció esta revista que permanecerá durante
59 años y 7 meses. Ese domingo de verano la revista fue “bulliciosamente
93
Ricardo Donoso: La sátira política en Chile. Imprenta Universitaria, Santiago, 1950, p.
135.
94
A propósito del nombre de la nueva revista, se cuenta que en una reunión su fundador
dijo: “Necesitamos un nombre que pueda vocearse con rapidez, que denote agilidad,
dinamismo y quede en la mente de quien lo escuche (...) !Qué curioso! - dijo uno de los
presentes - ¡Su mano, señor, ha trazado el zig-zag de un relámpago! (...) Conciso,
original, vibrante. Era un nombre destinado a sobrevivir”. Felix López: “Nuestra propia
historia”, en Medio siglo de Zig-Zag. 1905-1955. Número Especial, p. 68.
55
pregonada por innumerables canillitas”, que incluso llegaron hasta el lejano
caserío de Ñuñoa y la solitaria Avenida de La Providencia, y se vio entonces por
muchas partes de la capital “cómo la gente entusiasmada hojeaba con avidez la
nueva publicación”95. En competencia con Sucesos, que se había fundado en
Valparaíso el 18 de agosto de 1902 por los hermanos Gustavo y Alberto
Helfmann96, la nueva revista fundada por Agustín Edwards inauguró una forma
de autopromoción que apostaba abierta o planificadamente a la creación de un
producto comercial, siendo éste uno de los factores importantes que le permitió
contar con un público lector disímil que trascendió el ámbito de la elite. Se
cuenta que no sólo las chiquillas de Zig-Zag se transformaron en un cierto
parámetro para medir la belleza sino también sus cuadros y pinturas, que eran
recortados y enmarcados en los hogares de muchos lectores. Como quiera que
haya sido, lo cierto es que Zig-Zag y otras que le seguirán (la plebeya CorreVuela en 1908, la galante y artística Selecta en 1909, la Pacífico Magazine en
1913, entre las más importantes) son las que propiamente inauguran el magazine
en Chile (del francés magasin, que significa almacén), un género bastante
maleable en cuanto a sus formatos y contenidos y que, según Eduardo Santa
Cruz, “es capaz de albergar en su interior en forma entremezclada crónicas,
entrevistas, reportajes de actualidad, ilustraciones, avisos publicitarios, cuentos
y novelas por entrega, notas de vida social, caricaturas, poemas, etc”97. Es esta
peculiar composición, expresiva del desarrollo de la industria cultural y del
mercado cultural moderno, la que nos disponemos a examinar a continuación en
algunas de las formas y combinaciones que toma específicamente en Zig-Zag en
1905, el año de su fundación98.
Ramón Lira: “Zig-Zag, una revista inolvidable”, en Occidente, N° 256, Santiago, JunioJulio, 1974, pp. 50-51.
96
Esta revista semanal ilustrada ha sido catalogada como la “primera en su género” y
habría tenido como antecesor sólo el antiguo periódico ilustrado Chilian Times, creado en
Valparaíso en 1876, órgano de las colonias extranjeras en Chile y fundado por Guillermo
Helfmann, dueño de la Imprenta Universo y padre de los hermanos Helfmann citados.
Según nuestra fuente, Chilian Times exhibió los más avanzados procedimientos gráficos
y fue “la primera publicación ilustrada editada en este continente”. Felix López, op. cit.,
pp. 65-66. Volviendo a Sucesos, Eduardo Santa Cruz ha hecho notar que este “magazine
de actualidades” porta un nombre que en la acepción más amplia de “acontecimiento”
(cualquier “suceso” o “fragmento de lo social digno de ser construido como
información”) caracteriza a la llamada prensa liberal moderna. Ver el capítulo 2 del
presente libro.
97
Remitirse nuevamente al capítulo 2 del presente libro
98
Aprovechemos de agradecer al Museo Benjamín Vicuña Mackenna por el uso que nos
permitió hacer de su biblioteca y fuentes primarias.
95
56
1. Decir no es mostrar
No parece adecuado entender Zig-Zag como la continuación “natural” de esa
esfera pública de debate que se había desarrollado en la prensa chilena desde la
segunda mitad del siglo XIX; esfera que adoleció de severas restricciones y que
coexistió junto a otros modos de instalación pública. Si es evidente que esta
revista forma parte, en conexión con una serie de nuevas realidades, de ese
sistema de comunicación social característicamente moderno, que se constituyó
entre la segunda mitad del XIX e inicios del XX99, parece igualmente evidente
que esta nueva publicación, así como el género que ella colabora muy
significativamente a impulsar, contribuirá a crear más bien una esfera pública de
aparición; esfera que operará a través de formatos y códigos distintos a los de la
expresión y discusión oral o escrita100. Estamos pensando en ese tipo de esfera
pública que Jürgen Habermas llamó representativa, donde lo que se destaca es la
visibilidad o escenificación de los actores y acontecimientos, y que fue
concebida como una suerte refeudalización o de recaída en una supuesta minoría
de edad pre-ilustrada. En el seno de la llamada sociedad de masas, no será según
Habermas el raciocinio o la crítica sino la pompa o el aura de los personajes y
acciones los que reconfigurarán los nuevos escenarios públicos101.
Digamos desde esta perspectiva analítica (aunque sin necesariamente
compartir el criterio normativo de raíz ilustrada-kantiana que articula esta obra
de Habermas) que en Zig-Zag dejan de ser principalmente relevantes las
explicaciones que los actores son capaces de levantar sobre sí y el mundo o el
modo cómo los discursos absorben o colocan los hechos, instalándose ahora un
tipo de organización que, aun cuando no supone una ruptura entre el mostrar y
el decir (o entre el mirar y el leer, si nos ponemos del lado del receptor), se
apoya en unos ingredientes (precisamente los recién citados) que cambian el
propio dispositivo enunciador, exhibiendo éste un mayor peso expresivo o
formal. En Zig-Zag el mostrar y la mirada se constituyen en los nuevos poderes,
el decir y la lectura ya no son tan avasalladores como antes, y tanto el mostrar
como el decir quedan igualmente tocados por la coexistencia o fricción que se
establece entre ambos.
Lo afirmado no es un detalle y representa un componente importante del
proceso de reorganización cultural que se da en Chile en esas primeras décadas
99
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
Dominique Mehl: “La vida pública privada”, en Isabel Veyrat-Masson y Daniel Dayan
(comps.): op. cit., p. 103 y ss.
101
Jürgen Habermas: Historia y crítica de la opinión pública. Ediciones G. Gili, España,
1994.
100
57
del XX. Como si junto con las nuevas manifestaciones que tienen lugar a
comienzos de siglo: la huelga de la carne en 1905, el célebre Sub-Terra que
Baldomero Lillo publica un año antes, la fundación de la Federación de
Estudiantes de Chile en 1906, los tranvías eléctricos y el cine, por citar sólo
algunas de las novedades que comienzan a resquebrajar las percepciones
habituales, se estableciese una correspondencia con un género: el magazinesco,
que precisamente se nutre de mostraciones y no de demostraciones, de colores,
tomas, paisajes, trivialidades y llamativas novedades tecnológicas y no de las
solemnes y ya gastadas disputas teológicas o doctrinarias características de una
parte del XIX. Estos nuevos recursos comunicacionales suscitan un gran interés
público y contribuyen a socavar (sin suprimir) el reinado (más breve y acotado
de lo que se piensa) del soporte letrado, universal y logocéntrico, el que se ve
matizado por esos resabios “temporales”, “particulares absolutos”,
“contingencias soberanas”, todas notas que definen a la fotografía según Ronald
Barthes102. Colaboran igualmente a restar peso al soporte letrado clásico esos
significantes o exterioridades semióticas propias de los procesos de
refeudalización que destaca Habermas; factores estos últimos que son de larga
data en Chile, usados profusamente por distintos poderes, pero que ahora
adquieren otro aire.
El juego de las correspondencias se hace más nítido aún cuando nos fijamos
en la importancia que para la aristocracia castellano-vasca adquiere el buen tono,
la moda y otras escenificaciones: este modo de ser establece un nítido correlato
con los soportes igualmente aparienciales o fenoménicos que inauguran las
revistas magazinescas por el 1900103. Ese abigarrado “Baile de Fantasía”
organizado por los esposos Edwards-Budge, que se notifica en uno de los
números de 1905 de Zig-Zag, se nutre (al igual que la vida social que es un
tópico recurrente) de los nuevos códigos de la imagen y de las variedades, dando
un resultado que funde los disfraces, los lujos y las luces con las 18 fotografías,
una caricatura y varios dibujos que trae la crónica. Todo esto lo destaca un
cronista embelesado (Victor Noir) que confiesa que este esplendoroso baile,
donde se vio una princesa japonesa, un Napoleón, un torero, un mosquetero,
etc., “formará época dorada en los recuerdos de la presente generación, ya que
en Santiago sólo se estila una reunión de esta especie cada veinte años” (ver
Figura N° 5). No hay que olvidar, sin embargo, que junto a los lujos o
escenificaciones propios de este modo de ser, la revista estimula también a
través de su publicidad comercial los nuevos hábitos de consumo. Los avisos
102
Ronald Barthes: La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía. Ediciones Paidós, 2°
edición, Barcelona, 1992.
103
Luis Barros y Ximena Vergara, op. cit.
58
comerciales ocupan un espacio comparativamente significativo y su convivencia
con el lujo o la representación son una manifestación más del carácter
simultáneamente oligárquico y burgués que define a la elite de la época.
Retomando la perspectiva analítica, digamos que la publicación de marras se
apoya preferentemente en una materialidad que da cuenta de contrastes entre
luces y sombras más que en una otra que se centra en relaciones entre signos
linguísticos. Lo dicho se puede probar no sólo atendiendo al nuevo juego entre
“series visuales” distintas104 que la revista exterioriza (llena de recursos
paralinguísticos y también no linguísticos o más propiamente ligados a las
imágenes, que cualifican o retorizan de distinto modo al texto) y que la
diferencian de publicaciones anteriores (más dependientes del lenguaje escrito),
sino también atendiendo al propio ejercicio que suponemos hace el lector de
ésta: al (h)ojear ve todas o la mayoría de las imágenes pero sólo lee lo que
intencionadamente selecciona. Al igual que la revista Sucesos que ”era una
revista fundamentalmente para ser vista y luego, de manera más bien auxiliar,
leída”105, también Zig-Zag responde a esta conminación. Las vistas tomadas en
el Paper Chase de Viña del Mar (ver Figura N° 3), la representación del foyer
del Teatro Municipal de Paul Dufresne, la portada de Alfredo Valenzuela
Puelma, los paisajes de Pedro Lira, las caricaturas de Pug, los dibujos de
Moustache, los rostros (ver Figura N° 6), las poses, los cuadros patrióticos, las
fotos de hombres y mujeres de Tahiti o de la Procesión de Corpus en Santiago,
así como los tímidos juegos o superposiciones artísticas que la revista hace
engolosinada por la novedad que representa el soporte fotográfico (ver Figura
N° 3), etc., todo esto está ciertamente lejos de ser tan sólo un complemento en la
revista que examinamos.
La hegemonía que establece el soporte visual no supone, empero, que Zig-Zag
no haga valer una cierta heterogeneidad semiótica o irreductibilidad entre
imagen y escritura106, habilitando a estos códigos tanto a significar por separado
como en común. De aquí que a la luz (valga la insistencia) de esta nueva
Eliseo Verón: “Ideología y comunicación de masas: la semantización de la violencia
política”, en Verón y otros: Lenguaje y comunicación social.Ediciones Nueva Visión,
Buenos Aires, 1969, pp. 146 y 147. También Mario Valenzuela Werth: Fotografía de
prensa: dispositivo y sensorium en el Chile actual. Tesis para obtener el grado de
Magister en Comunicación Social, Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales,
2001, p. 20.
105
Ver capítulo 2 del presente libro. Por otra parte, Bernardo Subercaseaux nos recuerda
que también la zarzuela, que formó parte junto a otros géneros “menores” de la incipiente
cultura de masas del período, apeló “más bien al oído y a la vista que al entendimiento”.
Historia del libro en Chile. op. cit., p. 89.
106
Roger Chartier: “Poderes y límites de la representación. Marin, el discurso y la imagen”,
en Escribir las prácticas, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1996, pp. 76 y 92.
104
59
distribución, el axioma decirlo es verlo, tan magistralmente enunciado y
realizado por José Martí en la crónica “El terremoto de Charleston” (1886), ha
dejado de tener la eficacia que tuvo en un período cuando la pluma, poco
moderada aún por la cámara fotográfica, abarcaba más allá de lo razonable107. Es
precisamente la diferencia que se establece entre imagen y escritura, el hecho de
poder operar contando con esta irreductibilidad, lo que va a permitir ir más allá
de las posibilidades (las ecuaciones entre literatura y periodismo, por ejemplo) y
límites (concretamente la falta de una cámara) que articularon la percepción
martiana de ese devastador terremoto. No ocurre lo mismo, por ejemplo, con el
tratamiento que hace Zig-Zag de una tempestad que nos afectó causando
inundaciones y derrumbes. La revista hace aquí manifiesta la preeminencia del
registro fotográfico, así como la capacidad de éste, en tanto que código
independiente, de enmendar el escrito, no sabemos si irónicamente o no. Esto
ocurre cuando desde la misma imagen irrumpe lo que los titulares no dicen (los
derrumbes mismos) y sobre todo cuando se insertan unas fotos cuyas visiones
(calles mojadas, barrosas) parecen dialogar con el título “Los pavimentos en
Santiago” (ver Figura N° 2). Aquí el ver y el decir han privatizado sus ámbitos
de competencia, ya no son más lo mismo, y pueden establecer contacto desde
sus respectivas diferencias108.
Estas relaciones (inéditas por sus componentes y por los distintos pesos que
éstos adquieren) no operan obviamente en el vacío sino organizan cual atlas una
serie de tópicos (instantes, contingencias, escenas), distinguiéndose de un
abanico muy amplio de publicaciones periódicas que tenían como base la
escritura y que se ordenaban a través de un rico juego de secciones, información,
avisaje e ideario político109. Por otra parte, dado el peso enunciativo que estas
nuevas relaciones exhiben, se diferencian también (siguiendo la tendencia global
de la prensa moderna) de unas modalidades de enunciación que suponen la
intervención de unos sujetos capaces de realizar distintos juegos o movimientos
discursivos (más visiblemente presentes en obras con nombres y apellidos).
José Martí: “El terremoto de Charleston”, en La prosa modernista hispanoamericana.
Introducción crítica y antología de José Olivio Jiménez y Carlos Javier Morales, Alianza
Editorial, Madrid, 1998.
108
En los primeros años del XX en las propias revistas magazinescas hay manifestaciones
reveladoras del interés por las posibilidades, diferencias y controversias que genera la
fotografía. Ver, por ejemplo, en Selecta, N° 3, Junio de 1909, el artículo “La fotografía
artística” de L. N; en Pacifico Magazine, N° 5, Mayo de 1913, el artículo “El arte en la
fotografía documental”.
109
Estamos pensando principalmente en los órganos periodísticos creados por los hermanos
Arteaga Alemparte en el XIX. Cfr. Carlos Ossandón B.: El crepúsculo de los sabios y la
irrupción de los publicistas. Lom-Arcis, Santiago, 1998.
107
60
Ahora el nuevo dispositivo tiene muy poco que ver con la modalidad subjetiva
de enunciación y mucho más con la capacidad enunciativa de las relaciones
mismas. Estas como el formato han dejado de ser un significante cualquiera. Y
el escritor no es la condición principal para que haya significación.
2. Los intercambios entre el mostrar y el decir
Separadas esas dos formas básicas de representación que son el mostrar y el
decir, toca examinar ahora los vínculos o cruces que se dan entre unas formas
que tanto se distancian como se responden110. En Zig-Zag estos intercambios se
pueden apreciar en un ámbito específico: en el modo como las fotografías se
relacionan con los títulos o textos.
Dado el importante acervo visual con que contamos hoy, y habituados a todo
tipo de combinaciones, quizá nos cueste entender no sólo la novedad que supuso
la repentina proliferación de imágenes impresas en los primeros años del XX,
sino también las nuevas habilidades que esa proliferación exigía. Los aparatos
más corrientes de la actual cultura audiovisual o televisiva no sólo habrían sido
un imposible en aquel entonces por razones de desarrollo tecnológico sino
también porque el ojo humano no habría estado en condiciones de descodificar
unos artefactos tan extraños. Una cultura como la actual, que ha conferido a la
imagen el don de los dioses, es decir, la ubicuidad, no ha podido ser sino el
resultado de un largo aprendizaje tendiente a permitir o a aguantar este don;
aprendizaje del cual nosotros somos portadores hoy. No creemos, sin embargo,
que sea dicha ubicuidad la principal responsable del cambio de las pautas
perceptivas contemporáneas, sino antes bien la generación de unas condiciones o
el despliegue de unas posibilidades histórico-culturales que vienen de más atrás
y que son, a nuestro juicio, las que han permitido o están en la raíz del atributo
divino.
Quizá sea precisamente la novedad que representa a comienzos del XX la
inicial masificación de la fotografía a través de publicaciones periódicas, una de
las razones que explica que estos nuevos modos requieran, como hasta hoy por
lo demás, de la copresencia de un código distinto, el de la letra, que había jugado
y continuará jugando (junto a la lectura) un rol decisivo en los procesos de
disciplinamiento e higienización todo lo largo del XIX111. Lo mismo, como se
110
Ver nuevamente Roger Chartier: op. cit., p. 76.
Sobre el esfuerzo por generalizar el uso de la “palabra correcta”, modificar los hábitos
de limpieza, moderar las pasiones y el buen uso del cuerpo, en el marco de las políticas
“civilizatorias” y racionalistas del XIX, consultar Beatriz González Stephan: “Políticas de
higienización: la limpieza del cuerpo y lengua nacionales (siglo XIX)”, en José Antonio
111
61
sabe, estaba ocurriendo con esa rara y compleja forma de montaje de imágenes
que es el cine, no directamente accesible en sus inicios para el público y que por
lo mismo “frecuentemente necesitaba una ayuda verbal que fuera explicando la
evolución de la trama a lo largo de los fragmentos de imágenes que iban
sucediéndose en la pantalla, incomprensibles con frecuencia para un receptor
que carecía de los elementos pertinentes para interpretar un lenguaje
desconocido”112.
La fotografía como un lenguaje también desconocido, o reciente más bien,
requería pues de unas explicaciones o controles capaces de dar razón o dirección
a unos poderes (el de las imágenes precisamente) que habían inquietado o
atemorizado desde hacía mucho tiempo atrás113, más justificado ahora dada la
nueva extensión, masividad o general accesibilidad que la prensa diaria (El
Diario Ilustrado desde 1902) y las revistas magazinescas le proveían. Llama en
este sentido la atención el doble control que ejerce El Diario Ilustrado en su
primera fotografía del 31 de Marzo de 1902: amén de su contenido (una
procesión religiosa, y no un accidente cualquiera) el título y el subtítulo que la
acompañan (“Festividades de Semana Santa. La procesión del Santo Sepulcro”).
Es probable pues que la obstinada presencia de una especie de inconsciente
colectivo que asocia imágenes con terror sea una de las razones que explique,
junto con las propiamente comunicacionales, el permanente o regular maridaje
que Zig-Zag establece entre dos códigos distintos, en principio irreductibles y no
necesariamente conciliables, como son el decir (y leer) y el mostrar (y ver).
Por otra parte, no deja de ser curioso que un arte o técnica que algunos han
considerado como analogon o réplica de la realidad aparezca siempre
constreñido o envuelto por un texto escrito, como si no bastara lo que la
fotografía “dice” con aparente evidencia, como si hubiese que sobrecargar de
realismo lo que ella supuestamente porta de suyo, en un intento por dar una
interpretación obstinadamente unívoca de la escena o de los personajes
representados. Esas directrices o literaturización (Walter Benjamin) de la
Mazzotti y U. Juan Zevallos Aguilar (coordinadores): Asedios a la heterogeneidad
cultural. Libro de homenaje a Antonio Cornejo Polar, Asociación Internacional de
Peruanistas, USA, 1996.
112
Antonio Ansón: El istmo de las luces. Ediciones Cátedra, Madrid, 1994, p. 19.
113
“La imagen infunde temor. Desde Moisés y Platón hasta nuestros días, pasando por los
empiristas ingleses – desde Bacon, Locke o Hobbes a Hume – la imagen no ha dejado de
ser anatematizada, reprobada o al menos considerada sospechosa. En efecto se la
supone culpable de dos ‘delitos’: borrar los límites entre lo verdadero y lo falso y privar
a sus espectadores de todo acceso a una experiencia auténtica”. Daniel Dayan:
“Introducción. Entre lo público y lo privado: la construcción social de las imágenes”, en
Espacios públicos en imágenes, op. cit., p. 21.
62
fotografía, que se expresa en los inevitables pies, leyendas o titulares se hallan
por doquier en Zig-Zag, y se aprecian en fotografías que buscan informar (la
citada tempestad y sus consecuencias), exhibir poderes (maniobras militares, por
ejemplo), dar a conocer acontecimientos (el matrimonio Zañartu-Sanfuentes,
entre otros), lugares relevantes (como el Cementerio Católico de Santiago),
acciones ejemplares (obras de caridad de jóvenes de la alta sociedad), también
entretener, destacar distinguidas personalidades o costumbres de otros pueblos,
etc. En todos estos ejemplos queda la impresión que es precisamente la
independencia o singularidad semiótica de las imágenes lo que exige una suerte
de guía que pueda retrotraerlas a los cauces consabidos y evitar el caos. Ello es,
por otra parte, revelador de la pujanza y misterio que enseñan estos nuevos
poderes y de la hegemonía que comienzan a establecer en los novísimos
dispositivos periodísticos. Sin embargo, habrá que esperar todavía varias
décadas para que los reinos de la imagen y de las formas campeen como “Pedro
por su casa” en determinadas publicaciones periódicas, coaptando incluso al
texto escrito114. En Zig-Zag en más de una ocasión las leyendas se instalan en
pie de igualdad dentro de unos mensajes cuya articulación es a la vez escritural y
visual. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la gran cantidad de fotos y leyendas
que se dedican al Presidente Roosevelt, siempre elogiosas para él: “Roosevelt
pronunciando una de sus geniales arengas”; “Roosevelt estrechando la mano
al maquinista del tren que lo conducía”; “El oso Grizzby, favorito de Roosevelt
que lo ha domesticado”; “Vista general de la ceremonia de la proclamación de
Roosevelt como Presidente de los Estados Unidos delante del Capitolio en
Washington” y varias más (ver Figura N° 1). Es claro que estas frases, si se las
sigue como tales, no sólo guían las fotografías ya que exhiben una autonomía o
un sentido que impide reducirlas a ese padrón.
3. ¿Pasatiempos?
Como ha dicho Robert Castel, “la fotografía es todo menos un pasatiempo
insignificante”115. En Zig-Zag, las fotos interactúan con otros registros visuales
de tipo lingüístico y de tipo para lingüístico y son ciertamente piezas esenciales,
y no meras distracciones, de la nueva significación que porta el dispositivo. Lo
paradójico del caso es que las fotos cumplen este cometido comportándose
114
Pamela Olavarría y Roxana Sánchez: Zona de Contacto: el reino de las formas. Tesis
para obtener la Licenciatura en Comunicación Social, Escuela de Periodismo,
Universidad de Chile, 2001. .
115
Robert Castel: “Imágenes y fantasmas” en Pierre Bourdieu (comp.): La fotografía: un
arte intermedio. Editorial Nueva Imagen, México, 1979, p. 311.
63
muchas veces precisamente como pasatiempos insignificantes, ligados al sport,
por ejemplo (ver Figura N° 7). No cabría, sin embargo, menospreciar estos
gozos pasajeros. Fuera de disciplinar distrayendo (castigat ridendo mores, decía
una divisa de la Comedia), es preciso considerar que la nueva significación,
siguiendo una tendencia que ya se aprecia en otras publicaciones periodísticas,
se da en unas modulaciones o formatos que combinan, más allá de viejas
jerarquías, información con entretención, entre otros factores importantes.
Estos pasatiempos están íntimamente ligados al desarrollo y consolidación del
periodismo moderno. Ellos no son, por lo tanto, sólo un nuevo rasgo de la prensa
que se agrega a lo ya conocido ya que, al igual que esos artefactos llamados
noticias, los pasatiempos que publica la revista (no circunscritos sólo al soporte
fotográfico) logran revertir, tal como en su momento lo hizo la actualidad, el
lugar o el peso que tiene lo efímero o lo insignificante en el propio engranaje
periodístico. Con el nuevo valor que adquiere la fragilidad de un acontecimiento
que sólo distrae o refresca la atención del lector, se reorganiza buena parte del
dispositivo comunicacional. Como si en el casimir de última novedad, en la
fugaz expresión de la señorita Farrar del Teatro de Berlín, en el inicio de la
temporada de la opereta francesa, en el reciente matrimonio de las señoritas de la
Vega, en la ejecución del famoso elefante topsy y en otras nimiedades (que
incluyen distintos soportes visuales) estuviese contenido o se proyectase un alma
que mal que mal trasunta belleza o un cierto espíritu de época. Podríamos
aventurar que una parte importante de las fotografías de Zig-Zag (quedan fuera
aquellas que buscan una cierta atemporalidad) reflejan en su intrascendencia y
transitoriedad, y en contexto paradójicamente aristocrático, aquella actitud que
Charles Baudelaire definía como típicamente moderna .
4. Ventana al mundo y “nacionalismo”
Con la introducción y proliferación impresa de la fotografía la visión de los
lectores comienza a sintonizar mejor con los procesos globalizadores y a la vez
de encogimiento del mundo que supone la expansión del capitalismo. Estos
procesos ya habían sido impulsados con anterioridad por la prensa escrita (por El
Mercurio de Valparaíso y El Ferrocarril de Santiago, por ejemplo), gracias al
telégrafo principalmente, pero sin alcanzar quizá el impacto que provocarán las
revistas ilustradas y magazinescas en los albores del XX.
Probablemente nunca sepamos con precisión el interés o la sorpresa que pudo
haber causado en los lectores el toparse visualmente con personajes, costumbres
o acontecimientos lejanos, de lugares remotos, y que poco o nada tenían que ver
con lo que su ojo se hallaba familiarizado. Difícil es igualmente calibrar la
64
importancia de estas primeras fotografías impresas en la construcción de
determinados acervos iconográficos, su tiempo de duración en la retina o en la
memoria, o reconocer los distintos tipos de lectura que se fueron haciendo de
estas primeras fotografías en conexión con las reservas culturales y de signos
preexistentes y actuantes en los lectores.
Sí parece evidente, en cambio, que “con la fotografía masificada se abre una
ventana al mundo”116. En rigor, sin embargo, no es el mundo (ni propiamente
tampoco la actualidad) el que entra a través de las fotografías, sino aquella
forma o lenguaje (gloria de nuestra época y terror para nuestros ojos, se dijo de
la fotografía en sus inicios) a través del cual un mundo a la vez ancho y
constreñido se hace posible o visible.
Parafraseando a Benjamin hay que reconocer que el mundo que le habla a la
cámara es distinto del que le habla a los ojos. Más todavía: no sólo cámara y
ojos permiten hablas mundanas distintas, habrá que aceptar además, sin
apartarnos de Benjamin, que las nuevas técnicas de reproducción como la
fotografía operan como modalidades reductivas que terminan por reemplazar la
percepción y en particular la captación directa de las demás manifestaciones
artísticas. Zig-Zag también entregará pues su aporte al proceso de
transformación del arte como fotografía (que trae otros acentos que la estética de
la fotografía como arte): sus cuadros, esculturas, arquitecturas dejarán de ser
productos individuales resultados de la observación directa y pasarán a ser
hechuras colectivas cuya asimilación y dominio supone la reducción técnicofotográfica de las mismas117.
Siguiendo con esta secuencia de desmentidos, agreguemos que en definitiva
no son propiamente las fotografías las que delinean o abren el nuevo lente sino
más bien toda una serie de operaciones gráficas, escriturales y tecnológicas que
son las que articulan esa “ventana al mundo” que la revista como tal construye
fragmentando. Lo inquietante de esta construcción fragmentadora es que ella no
toma ahora la forma de una narración ideológica, no da cuenta de ninguna
unidad, ni se articula estableciendo una distancia con aquello que desordena,
como la que fijó Andrés Bello y El Araucano con aquella “barbarie” que se
buscaba asimilar al orden de la gramática y de la escritura118. Es en el seno
Gisèle Freund: “La fotografía como documento social”, citado por Mario Valenzuela
Werth: Op. cit., p. 7.
117
Walter Benjamin: “Pequeña historia de la fotografía”, en Discursos interrumpidos I.
Taurus, Buenos Aires, 1989, pp. 67 y ss.
118
Sobre el papel conferido a los códigos gramaticales y a la escritura en la construcción de
la ciudadanía, consultar Julio Ramos: “El don de la lengua (lengua y ciudadanía en
Andrés Bello)”, en Revista de Crítica Cultural, N° 10, Santiago, Mayo 1995. También
Sol Serrano e Iván Jaksic: “El poder de las palabras: la Iglesia y el Estado liberal ante la
116
65
mismo de las interrelaciones entre esas operaciones gráficas, escriturales y
tecnológicas donde fluye, se abre o se dispara un mundo que no está en
condiciones de reconocer su carácter de constructo. La clave no está aquí ni en
los mensajes escritos ni en las representaciones fotográficas sino en los modos
de articulación textual y visual que se suceden número a número, sin aparentes
deudas ideológicas, de forma estable a lo largo de 1905. Estas interrelaciones
que imposibilitan cualquier visión coherente del mundo operan pues como un
dispositivo o máquina, una especie de ovillo o madeja multilineal119, que es
precisamente lo que hace hablar o visibiliza fragmentando ese nuevo horizonte
que se abre120.
Esta ampliación desordenada del mundo (ver Figura N° 1) no prevalece, sin
embargo, en solitario. Ella convive más bien y sin conflictos con un marcado
nacionalismo que la revista estimula recurrentemente (hay un número, por
ejemplo, que está prácticamente dedicado a las “proezas” del asalto al Morro de
Arica y dos al dieciocho de septiembre); nacionalismo que también se respira
aunque diversamente en una serie de manifestaciones culturales en esas primeras
décadas del XX121.
5. La naturalización de lo íntimo y la valorización del individuo
En un Zig-Zag de 1905, una crónica social comienza así: “Se diría que los
brumosos días de invierno con su cielo bajo y tempestuoso, próximo a derramar
difusión de la escritura en el Chile del siglo XIX”, en Historia, Instituto de Historia,
Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol. 33, 2000.
119
Gilles Deleuze: “¿Qué es un dispositivo?”, en Michel Foucault, filósofo. Editorial
Gedisa, Barcelona, 1990, p. 155.
120
No son, sin embargo, las revistas magazinescas las que inauguran los procesos de
fragmentar el mundo y de disolver las narraciones ideológicas. Como bien acota Julio
Ramos “el periódico moderno, como ningún otro espacio discursivo en el siglo XIX,
cristaliza la temporalidad y la espacialidad segmentadas distintivas de la modernidad. El
periódico moderno materializa – y fomenta – la disolución del código y la explosión de
los sistemas estables de representación”. Desencuentros de la modernidad en América
Latina. Literatura y política en el siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, México, 1989,
p. 123.
121
Para Hernán Godoy “frente a la cultural liberal europeizante del período 1870-1910, el
gran aporte cultural de los sectores medios que emergen en el siglo XX es el retorno a los
orígenes, expresado en la orientación nacionalista”, La cultura chilena. Editorial
Universitaria, Santiago, 1982, p. 486. En un texto reciente, Bernardo Subecaseaux se
refiere también al “nacionalismo” en sus distintas acepciones como “la fuerza cultural
dominante del período”: Genealogía de la Vanguardia, op. cit., p. 107.
66
sobre la tierra el turbión de sus lluvias, avivan en los humanos la afición del
hogar recalentado y confortable (...) Esta idea del hogar tibio donde albergar la
tristeza y el spleen de los días grises, aumenta poderosamente su atracción si se
le mira con ojos de enamorado: la casa se trueca entonces en nido que parece
ofrecer dulces ternezas, arrullos, caricias”. A la luz de estas y tantas otras
cursilerías que pueblan Zig-Zag es preciso entender que esa “ventana al mundo”
que destacábamos recién no se abre en desmedro de la casa o de la vida
hogareña, que es venerada por la revista. Tampoco como veíamos en desmedro
del nacionalismo.
Esta inclinación a la intimidad familiar-social, o a los mil sucesos y dramas
propios de los espacios hogareños e íntimos, venía siendo proyectada desde el
siglo XIX por la novela romántica y el desarrollo del folletín en la prensa
periódica. A esta tendencia hay que sumar también el amplio mundo de las
imágenes. Más allá de trascendentales históricos, ellas contribuyen con sus
poses y gestos específicos a naturalizar este peculiar universo privado-social,
adquiriendo con las revistas magazinescas una resonancia pública que no tenía
en el contexto de una circulación más privada de lo privado. Es la diferencia que
se puede establecer entre los registros que doña Isidora Zegers realizó en su
recordado álbum, una especie de libro de visitas o de testimonio visual de sus
relaciones o amistades, y la nueva connotación que adquieren con Zig-Zag los
hitos gráficos de “la sociedad santiaguina”122.
Zig-Zag será entonces algo más que un factor adicional en la valoración de la
vida social e íntima de la elite. Junto a lo señalado, podemos suponer que va a
establecer también un nuevo modo de reconocimiento: éste toma la figura
(abusando de Barthes) del yo estuve allí. Allí, en aquella notable carrera de
caballos en Viña del Mar o en la misma sala donde Giacomo Armani dirigió la
orquesta en la “Damnation de Faust”. En este punto la fotografía no actúa
principalmente como registro o noticia, como será corriente en la prensa
informativa, es más bien vitrina o exhibición de las actividades oligárquicas, y
más particularmente ocasión para rearfirmar la propia ubicación o cercanía
respecto de las actividades representadas.
La naturalización de lo íntimo se cruza en la revista con la progresiva
importancia que se le concede al individuo, instalando unos énfasis que de hecho
comienzan a remover ese espacio político-público, aparentemente impersonal y
ciertamente restringido, que había alentado una parte de la prensa chilena en la
segunda mitad del siglo XIX. Es evidente que el interés que Zig-Zag muestra por
el “eminente violoncelista italiano”, Luigi Stefano Giarda que acaba de llegar a
María de los Angeles Covarrubias: “Tertulias santiaguinas del XIX: el álbum de doña
Isidora”, en El Mercurio, Artes y Letras, 11 de Noviembre de 2001.
122
67
Chile, o por Sarah Bernhardt en su reciente viaje a Buenos Aires, revela un
inicial culto a los artistas y a sus intimidades. Este interés contribuirá a allanar el
terreno sobre el cual se instalará más adelante el star system. Pero hay más.
Estas propensiones traen también consigo la concentración en el virtuoso o en el
solista, en las potencialidades artísticas que se desprenden del propio individuo o
ejecutante independiente (ver Figura N° 4). Arte y mérito individual quedan aquí
estrechamente unidos y constituyen uno de los gérmenes cuyo desarrollo y
universalización permitirá más adelante decretar el fin de una res pública (más
soñada que real) que se nutría no de estos factores sino de los grandes temas
políticos o sociales123.
Soslayando esas incertidumbres que generan unas prospecciones que
presuponen panoramas históricos muy amplios, sí se puede constatar con mayor
seguridad el proceso de construcción del individuo que realiza Zig-Zag a través
de distintos recursos y sin apelar a variables trágicas: no sólo por la importancia
que le concede al mérito artístico individual, sino también por los énfasis que sus
innumerables fotografías ponen en gestos y expresiones singulares no
trascendentes o por los modos cómo se concreta o individualiza (bajo la tríada
“bella, buena y reina del hogar”) un determinado modo de ser femenino, por
citar sólo un ejemplo124.
Para que quede más nítida la operación que respecto del individuo realiza ZigZag, basta con advertir su diferencia con prácticas tales como la crítica ácida o el
argumento ad hominem tan abundantes en la prensa de barricada y también
satírica125, así como por otra parte su sintonía con el relato hagiográfico o la
construcción de monumentos, también muy habituales en el siglo XIX. A esta
últimas prácticas, que Zig-Zag no abandona, le agrega una más marcada
atención a las nimiedades e insignificancias que también afectan a los
individuos-monumentos. En contraste con lo que está haciendo Zig-Zag se
podría afirmar que para una parte muy sustantiva de las publicaciones periódicas
del XIX (no, en cambio, para la línea que tímidamente inaugura El Correo
Puede ser pertinente aquí la visión de Richard Sennett para quien “las sociedades
occidentales se mueven desde algo así como una condición externa hacia una interna,
excepto que en medio de la autoabsorción nadie puede decir qué es interno”. El declive
del hombre público. Ediciones Península, Barcelona, 1978, pp. 13-14.
124
Sobre este último punto ver Pabla Avila en el capítulo 4 del presente libro.
125
Nada une a Zig-Zag, ni en estilo ni en tipo de humor, con la prensa satírica impulsada
por Juan Rafael Allende. Nuestra revista está ciertamente muy lejos del desenfado y de
los contrastes escrutadores que exhibió este tipo de prensa. Ver Maximiliano Salinas,
Daniel Palma, Christian Báez, Marina Donoso: El que ríe último... Caricaturas y poesías
en la prensa humorística chilena del siglo XIX. Dibam, Santiago, 2001.
123
68
Literario en 1858), el individuo en cuanto preocupación específica, incluido sus
clisés, no existe aún.
6. Un nuevo sensorium
Nada más que en el campo de la fotografía, cabe preguntar qué relación o
diferencia establece Zig-Zag con esos paisajes, salitreras, retratos de jóvenes
aristocráticas, vistas a la Bahía de Valparaíso, cementerios mapuches, oficiales
del regimiento de granaderos, primeros tranvías o carros de sangre, ferrocarriles,
etc., y otros muchos temas de las fotografías decimonónicas126.
Es evidente que dada la regularidad o periodicidad de Zig-Zag, su carácter de
mercancía accesible en principio a todo público, como su demostrado éxito,
sitúa a esta revista en un nivel comunicacional distinto a aquellas fotografías que
circularon en libros, álbumes, almanaques, exposiciones o manos privadas. El
mismo desnivel comunicacional parece plantearse respecto de esa multitud de
imágenes no fotográficas, como las pinturas románticas y costumbristas
(recordemos el conocido “El huaso y la lavandera” de Rugendas) o los grabados
en madera y las litografías a dos tintas (la igualmente conocida “Una tarde de
paseo en La Cañada”) publicadas por el Chile Ilustrado de Recaredo S. Tornero
en 1872.
Aprovechemos de agregar que se aprecia en Zig-Zag un paulatino reemplazo,
aunque no eliminación, de estas formas tradicionales, en beneficio de la
126
Se ha señalado que las primeras tomas se realizan tempranamente en Chile en 1840 y
que “tres años más tarde, la invención de Daguerre se daba a conocer
ininterrumpidamente en las principales ciudades, a través de retratistas itinerantes, y
más tarde, con fotógrafos establecidos, la casi totalidad de ellos extranjeros”, Hernán
Rodríguez Villegas: “Historia de la fotografía en Chile. Registro de daguerrotipistas,
fotógrafos, reporteros gráficos y camarógrafos 1840-1940”, en Boletín de la Academia
Chilena de la Historia. Año LII, N° 96, Santiago, 1985/1986, p. 190. Un carácter
precursor tendrá en la década de 1860 la obra de William L. Oliver, “una especie de
Rimbaud o de Mozart de la fotografía chilena”, Theodoro Elssaca: “La fotografía como
arte en Chile”, en Revista Mapocho, Dibam, Santiago, N° 46, Segundo Semestre de 1999,
p 86, y que legará importantes trabajos costumbristas y documentales. Se señala también
que hacia 1863 hay “plena actividad fotográfica” en Chile, los periódicos de la época
comercian cámaras y diversos artículos ligados a esta actividad, W. L. Oliver fotografía el
bombardeo de Valparaíso por la escuadra española en 1866, el reporterismo gráfico
alcanza desarrollo y reconocimiento en los tiempos de la “Guerra del Pacífico”, hay
estudios y sociedades fotográficas (la casa fotográfica Leblanc y la “Sociedad de
fotógrafos Díaz y Spencer” de fines del XIX, por ejemplo) y un público cada vez más
interesado en hacerse retratar. Idem., pp. 89-93).
69
fotografía precisamente, cuestión que va a permitir no sólo una mayor cobertura
de temas, sino también unas posibilidades de “democratización” de la
experiencia que al parecer la pintura nunca alcanzó en el grado que alcanza
ahora127.
Pero no son éstos los factores más importantes que deseamos destacar. Al
presentarse las imágenes, y las fotografías en particular, como códigos capaces
de determinar las propias superficies significantes de los formatos, las revistas
magazinescas y Zig-Zag van a trastrocar, como se ha insinuado más arriba, no
sólo el modo de construcción ideológica, que ya no se verá forzado a defender
determinadas representaciones mentales de las cosas, sino también aquellas
disposiciones que apelaban al rodeo silogístico o a la convicción, para apoyarse
ahora más en los e(a)fectos, inclinaciones o gustos que suscitan tanto las
imágenes particulares como la revista misma concebida como imagen, incluido
sus textos escritos (aunque la coaptación más plena de éstos en determinadas
publicaciones periódicas queda diferida para más adelante). A diferencia de
tantas otras publicaciones, la revista no impone su ley a través de sentidos o
ideologías que se instalan volatilizando sus propios soportes materiales, ya que
son estos mismos soportes (fotos, dibujos, pero también recuadros, espacios en
blanco, tipos de letra, etc.) los que provocan goces o modelan gustos.
Los nuevos formatos y códigos entran así a rivalizar, ampliando o
reconfigurando las posibilidades perceptivas, con toda una serie de recursos
linguísticos o propiamente discursivos (frases ingeniosas, estocadas, duelos) que
una cierta prensa venía haciendo gala o fomentando, y que se validaba tanto por
estos recursos como por sus postulados y la modernidad de su formato128. Al
desbancar estos recursos son otros los modos de aprehensión de la realidad que
Zig-Zag cultiva, ahora más ligados al universo de la sensibilidad o del encanto.
Se podría sostener que las revistas magazinescas y Zig-Zag instalan en el
plano de los gustos o de las inclinaciones un tipo de influencia (por usar una
expresión algo mágica, poco precisa, según Foucault) que viene a compensar la
ajenidad que un público más masivo experimentó respecto de las vanguardias
pictóricas y literarias en la década de 1920129. Contrariando las correspondencias
127
Susan Sontag: Sobre la fotografía. Edhasa, España, 1981, p. 17.
En esta línea Alfonso Valdebenito cita a La Tarde y La Ley, dos diarios de los últimos
años del siglo XIX, en Historia del periodismo chileno. Imp. Fantasía, Santiago de Chile,
2° edición, 1956, p. 69.
129
Dice Bernardo Subercaseaux: en la década del ‘20 “se percibe una difusión y una cierta
convocatoria de las vanguardias (...). Se trata, empero, de grupos minoritarios y en
ningún caso de preferencias estéticas que logren desplazar o desarticular a la tendencia
predominante, vinculada al nacionalismo cultural”. Continúa: “La vanguardia pictórica
se exhibe con legitimidad sólo entonces (fines de la década del 20), ello no significa sin
128
70
que al comienzo de este artículo establecimos entre distintas manifestaciones
culturales, habría que decir ahora que por esta distancia o ajenidad se cuelan
unas reproducciones en color de tipo realista, unos relatos intimistas, unas
fotografías o unas portadas130 que van a ser más importantes que las rupturas de
las vanguardias en la construcción de determinadas percepciones o
modulaciones sensitivas. Queda ciertamente por precisar el rasgo específico, la
prolongación en el tiempo o la profundidad cultural de este sensorium que ZigZag contribuye a formar.
Ilustraciones que se adjuntan al artículo
Todas corresponden a Zig-Zag de 1905
embargo que se imponga a nivel del gusto del público o de la crítica”. Genealogía de la
Vanguardia en Chile, op.cit., pp. 137 y 165.
130
Las portadas de Zig-Zag se nutren de los códigos visuales y de composición propios del
afiche (del francés afficher, “pegar a un muro”) y contribuyen a desarrollar un estilo que
poco tiene que ver con la estética carnavalesca de los carteles premiados por la
Federación de Estudiantes de Chile (FECH) en la década de 1910, por ejemplo. Forma
parte de nuestra memoria visual, y quizá algunos todavía pueden reconocer, la litografía
de Paul Dufresne del N° 1 de Zig-Zag (ver Figura n. 8) donde el huevo roto, el niño que
nace, el dios Mercurio que da a conocer o ayuda a salir a la criatura y el título de la
revista destacando sobre un fondo de cielo y nubes, se integran en una unidad no
disociable. Ver Alejandro Godoy: Historia del afiche chileno. Universidad Arcis,
Santiago, 1992; Mario Valenzuela Werth, op.cit.
71
CAPITULO 4
LAS MUJERES A PRINCIPIOS DEL SIGLO VEINTE. UNA
LECTURA DESDE EL MAGAZINE.
Pabla Avila F.
La primera década del siglo se presenta marcada por movimientos
discontinuos que van perfilando un escenario complejo en materia de
imaginarios de género. Se trata de un período en el que, cual borrador, podemos
ir reconociendo figuras que se van tejiendo y destejiendo. Voces e imágenes que
nos hablan de una sociedad en transformación, una sociedad en la que las
mujeres adquirirán una presencia pública importante y en la que, a pesar de ello,
convivirán modelos heredados de antaño que, con fuerza, se resignificarán y
adoptarán cuerpo de diversos modos.
En un intento por indagar y comprender estos procesos, nos hemos
concentrado en la lectura de las revistas del género magazine, entendido como
un espacio que marca unas circulaciones que ya no son, necesariamente, las de
la letra ilustrada o puramente literaria, aquella de movimientos parejos, sino que
introducen una brecha que matiza y en la que se adoptan nuevos movimientos,
discontinuos y polifónicos, en los que va a primar la mezcla y la convivencia
fuera de reglas. Por esto, en el magazine es perfectamente posible encontrar la
vida social de la aristocracia junto a la política internacional, la receta de cocina
al lado de una catástrofe nacional. Todo esto bajo un formato innovador y
provocativo que incorpora fuertemente a la imagen como un nuevo lenguaje.
En este texto intentaremos ilustrar cómo, en el contexto de la emergencia y
popularización del magazine, podemos leer, a través de su formato, una sociedad
que está mutando no sólo sus imaginarios de género y de sociabilidad, sino
también los de la representación del mundo.
Imaginarios de hombres y mujeres en los albores del siglo XX.
Como caracterización general, podemos indicar que la presencia de las
mujeres en la sociabilidad pública irá tomando distintas formas y anclando
lugares que les serán propios. De acuerdo a Subercaseaux, a principios del siglo
XX, es posible reconocer en lo femenino y lo masculino, una doble y opuesta
presencia en el imaginario social y en el lenguaje. Estaríamos en presencia, por
una parte, de “...una realidad que se rechaza y feminiza, y que corresponde a la
72
oligarquía afrancesada, al ocio, a la especulación, la raza latina, los
inmigrantes, el parlamentarismo ineficiente y los juegos de azar; y por otra, un
polo que se postula como deseable, que se masculiniza y que corresponde a la
industria, al espíritu emprendedor y guerrero, al roto, al régimen presidencial,
a la ciencia, a una literatura que rescata lo propio y las tradiciones
vernáculas”131.
En este mismo contexto es que se va perfilando una nueva generación que
vendrá a alterar los imaginarios existentes. Se trata de las generaciones de
mujeres que comienzan a compartir espacios laborales, educacionales, sociales y
que expresarán unos modos nuevos de relacionarse. Es así como entre 1900 y
1930, de acuerdo a Veneros, se provoca una lenta mutación en el perfil físico y
moral de la mujer chilena.
“Esta nueva generación y, particularmente, la cohorte de mujeres
del período, fue llamada a experimentar una revolución general en
los usos y costumbres. Por una parte hubo una generalización del
uso del maquillaje y cosméticos, los que hasta entonces sólo habían
sido utilizados por actrices o por prostitutas. Las mujeres
comenzaron, asimismo, a exhibir su anatomía; primero las piernas,
las que conforme a las convenciones decimonónicas en torno a la
modestia sexual habían permanecido ocultas a las miradas
masculinas. Asimismo, las modas de posguerra tendieron a
minimizar el valor de los rasgos sexuales secundarios como
diferenciadores de los sexos. Las mujeres se cortaron el cabello, el
que llevaban tradicionalmente largo, a la vez que optaron por
exhibir un pecho plano. Las faldas cortas, la ausencia de corsets, la
recién hallada libertad de movimientos, todos fueron llamados a la
liberación”132
El escenario en que nos situamos antecede todavía a estos cambios para las
mujeres. Los límites del espacio privado de la casa se han ido desmoronando, los
viajes han permitido una apertura del mundo, el auge del comercio y el
consumo, las transformaciones de la ciudad y las formas nuevas de sociabilidad
y de entretención van a marcar nuevas territorialidades en las que hombres y
mujeres se irán desplegando. La salida de las mujeres de los espacios domésticos
131
Bernando Subercaseaux: Genealogía de la Vanguardia en Chile, op. cit., pp. 27-28.
Diana Veneros: “Continuidad, cambio y reacción”. En Perfiles Revelados. Historia de
Mujeres en Chile siglos XVIII-XX. Editorial Universidad de Santiago, 1997, pp. 30-31.
132
73
las movilizan en distintas direcciones, de las que destacan el trabajo asalariado y
las actividades sociales y de caridad.
En la lectura que este trabajo pretende el ojo está puesto en comprender las
nuevas formas de sociabilidad de las mujeres, y los énfasis que sobresalen de las
construcciones de lo femenino, a partir de la irrupción de un género que parece
empalmar muy bien con la explosión del consumo y la publicitada actividad
social de la élite. Nuestras preguntas giran en torno a cómo se expresan en este
contexto los discursos referentes a las mujeres, cuáles son los rasgos destacables
en la construcción de la feminidad y qué rol juega el emergente género magazine
en las figuraciones de lo femenino de la época.
Comenzaremos situando el medio a través del cuál leemos: el magazine ZigZag, la revista de la que se dice fue todo un suceso mediático de la época. Las
posibilidades que este género ofrece como material de análisis son muy
variadas. Es posible leer esta revista desde el propio género en el que se inscribe
al mismo tiempo que se puede analizar su propuesta comunicacional. Así
también, el análisis puede enfatizar en los diferentes usos de la imagen o seguir
las gráficas publicitarias y observar desde allí las transformaciones en distintos
planos sociales y representacionales.
En nuestro caso, la mirada temática de nuestro objeto nos hace rozar algunas
de las alternativas mencionadas, sobre todo en lo que respecta a la
caracterización de formatos y estructuras, pero optamos por orientar la mirada
hacia los contenidos tratados, tomando el material como articulación de voces en
las que hablan y se hablan las mujeres. Presentaremos primero, un breve
recorrido descriptivo de la revista y, luego, el análisis desde el contenido.
Caracterización del magazine Zig-Zag.
Perteneciente al grupo editorial de El Mercurio, de Agustín Edwards, la
revista Zig-Zag se presenta, desde su lanzamiento, como un nuevo proyecto que
irrumpe en la vida santiaguina de principios de siglo133. Como señaláramos más
arriba, estamos en presencia de una propuesta comunicacional del nuevo género
denominado magazine. El magazine es definido “...como un periódico ilustrado,
estructurado sobre la base de numerosas secciones y generalmente de muchas
páginas y de aparición semanal o mensual. Se trata de un género que es capaz
de albergar en su interior en forma entremezclada crónicas, entrevistas,
133
Ver antecedentes sobre la revista Zig-Zag en el capítulo 3 del presente libro. .
74
reportajes de actualidad, ilustraciones, avisos publicitarios, cuentos y novelas
por entrega, notas de vida social, caricaturas, poemas etc.”134.
Una mirada más detallada de la revista entre 1905 y 1908 aporta datos
interesantes de lo que constituyó la propuesta mediática Zig-Zag. El primer año
su tamaño era similar al de otra revista del género que circulaba desde 1902, nos
referimos a Sucesos, un semanario de actualidades. Zig-Zag tenía un formato
pequeño, tamaño carta que, a diferencia de Sucesos, apuntaba en forma directa a
una interlocución con los lectores. Ya en 1905 organiza un concurso de pintura
infantil cuyos ganadores, un niño y una niña, reciben como premio una muñeca
y un tren a vapor. Hacia 1906 el gran concurso del año fue el sorteo de un chalet,
la nueva vivienda moderna que comenzaba a construirse en Santiago y que era
un signo más del proceso urbanizador del Chile camino a la modernidad. ZigZag no quedó fuera de este proceso, y haciéndose eco publicitaba los avances
urbanísticos y respaldaba con el sorteo del chalet.
En esos años, los cambios operados en Santiago avanzaron a pasos de
gigante: se contaba con alumbrado público, teléfonos, alcantarillado, bellos
paseos públicos, pero esto en un entorno oligárquico, reflejando una época de
contrastes y movimientos no uniformes, en que el Santiago corriente y popular
vivía en condiciones atrasadas, en calles con acequias de aguas servidas y
ranchos declarados insalubres que generaron luego la polémica por el problema
de habitabilidad135.
En 1906, Benjamín Vicuña Subercaseaux presentaba en Zig-Zag una crónica
sobre las transformaciones ocurridas en la ciudad de Santiago desde su
fundación. El texto ilustraba muy bien el espíritu de cambio y los aires de
modernización que algunos respiraban e impulsaban. Santiago no era ya más (al
menos para la aristocracia) la aldea pequeña, pobre y oscura. Según la
descripción de Vicuña Subercaseaux, el Santiago colonial: “era una aldea
contenida entre dos basurales: uno en la Cañada, otro en el rio, al pié de un
cerro de origen volcánico, triste aglomeración de piedras”136.
El Santiago transformado, que pasa de ser “una ciudad triste, con poco
movimiento, mas entregada a los salones y a las bellas letras que al comercio y
a la alegría” a una ciudad en la que gracias a la fortuna en aumento del Fisco se
desarrolla y se activa: “Líneas de ferrocarril comunicaban a la capital con casi
134
Sobre el género del magazine, ver el capítulo 2 del presente libro..
Alejandra Brito: “Del rancho al conventillo. Transformaciones en la identidad popular
femenina”. En L. Godoy, K. Rosemblatt, M. S. Zárate (Edit.): Disciplina y Desacato.
Construcción de identidad en Chile, siglos XIX y XX. Colección Investigadores Jóvenes,
SUR/CEDEM, 1995.
136
Benjamín Vicuña Subercaseaux: “El Santiago que se fue”. Zig-Zag, N° 53, 18 de
Febrero de 1906.
135
75
todo el pais. Compañias de vapores nos ponían a un paso de París. Santiago
tuvo que despertar, ponerse en movimiento, en actividad, en fiesta, para llegar a
ser, en treinta años, lo que es ahora, ciudad bella, rica, adelantada, donde
400,000 almas viven sin estrañar las ciudades europeas”137.
La revista se presentaba como una suerte de ventana que nos mostraba tanto
los cambios que estaban ocurriendo en Chile, como los acontecimientos en el
exterior. Esto se acompañaba con abundantes fotografías, como instantáneas de
lo que ocurría y, por sobre todo, por una importante presencia de la publicidad.
La evolución de esta última era también reflejo de un cambio epocal y la
publicitación de productos fue cada vez más extensa y diversa.
Los contenidos de la revista no seguían una estructura uniforme y la
presentación de los contenidos variaba en cada número. Sin embargo algunos
contenidos se reiteraban semana a semana, llegando a adoptar, en algunos casos,
la estructura de secciones, pero sin un orden sistemático.
Los contenidos que se asemejan a la estructura de una sección son:
“Variedades”, en la que se tratan tópicas diversas desde instantáneas de lo que
ocurre en el mundo hasta sucesos acontecidos en el país. La sección “Modas”,
que es la que va a adoptar el carácter más regular y se presentará como una
sección permanente que, hacia 1907 se extenderá no sólo en espacio sino,
además, en el tratamiento de contenidos (variará de nombres entre “Modas” y
“Trapos”). Otra de las secciones regulares es, por supuesto, “Vida Social”,
dedicada a entregar semana a semana información sobre la vida y eventos de la
élite. Destaca, aunque de manera más ocasional, “La semana cómica”, sección
que a través de caricaturas o comentarios breves se referían a la actualidad
política de la semana. Encontramos también la sección “De Todo Un Poco”, que
se vuelve regular hacia 1906 y se trata de una página en que al final se
presentaban juegos y entretenciones diversas. En ocasiones, aparecen, bajo el
título de “La Semana”, referencias breves al acontecer nacional con carácter
informativo y no humorístico. Se trata de una suerte de sumario semanal. Otros
de los elementos que presenta la estructura de la revista de manera constante son
las mencionadas fotografías y publicidad, además de grabados.
La publicidad, en términos de estructura, sufre variaciones que nos parecen
significativas. En el diseño del primer año de la revista la publicitación de
productos y la oferta de servicios ocupaba, preferentemente, tanto la parte
inferior de las planas como las dos últimas páginas. Luego comienza a ubicarse
en columnas para, finalmente, ocupar medias planas y planas completas
alternadas en un mismo número.
137
Ibidem.
76
Hacia 1906, en el número 46, la revista cambia de formato y de precio. Del
tamaño carta pasa al de oficio y de 20 centavos sube a 30. Aquí es también
cuando se observa una mayor presencia de avisaje de productos y servicios. Con
este formato seguirá hasta 1908.
Es también hacia el segundo año de la revista que se puede apreciar una
estrategia más directa hacia el lector. Aparece, incluyendo un gran cupón, una
plana completa sobre el chalet a ser sorteado entre los lectores a final de año.
Esto es interesante porque representa toda una estrategia de ventas que será
recordada número a número. Otro elemento que puede caracterizar esta relación
más directa con el lector es la incorporación de información de suscripciones,
los valores y ofertas por trimestres, semestres y año completo, así como precios
que varían si se trata de la revista sola o en suscripción conjunta con el diario El
Mercurio.
Sobre la publicidad cabe adelantar de un modo general que se trata de un
elemento significativo en términos de la estructura de la revista y, ya sea por
financiamiento, por su novedad o por las vinculaciones entre los avisadores y el
capital económico tras la revista, merece un análisis detallado, porque nos habla
de la existencia de un mercado de consumo avalado por discursos que se
soportan sobre conocimiento validado desde la ciencia o sencillamente desde la
experiencia de otros (generalmente a nivel testimonial o bajo la voz legitimada
del o la artista del momento. En estos últimos casos los datos personales o la
firma del artista acompañan el aviso como sello de garantía y confiabilidad).
Prototipos de las mujeres y “lo femenino”.
El trabajo de indagar acerca de las representaciones de lo femenino en las
revistas magazinescas resultó ser una tarea prolífica. A nuestro parecer estas
revistas se presentan como una verdadera ventana de las actividades de las
mujeres a principios de siglo y de lo que se consideraba debía ser lo propiamente
femenino.
Los temas abordados en la revista respecto de lo femenino se corresponden
más con la intimidad del hogar, incursionándose en tópicos tales como el
cuidado de los niños, la maternidad, la relación con el marido, el cuidado de la
higiene y la preocupación por el cuidado moral y social. Van a tratar también de
la administración, sea de la casa (propiciando una economía doméstica racional),
del trato hacia los sirvientes, de los modos y maneras sociales, así como de la
vestimenta y el mobiliario.
Siguiendo a Vicuña, podemos señalar que las revistas ilustradas van a ser una
valiosa fuente de información, por un lado porque al prestar canales de
77
expresión a voces en ocasiones reñidas entre sí permiten diversas lecturas y, por
otro, porque estas revistas van a tener la particularidad de conceder interés al
ámbito doméstico, lo que va a promover el develamiento de temas anteriormente
confinados a la esfera privada138.
Para el período referido, estas revistas van a ofrecer además “un tableau
vivant de las exclusivas actividades de la alta sociedad, esto es, una mirada
atenta a su desenvolvimiento justo cuando el ocio aristocrático alcanzaba sus
máximos niveles de esplendor”139. Cabe agregar sin embargo, que presentan
también la posibilidad de mirada a las actividades de las mujeres que están al
servicio de la élite, aunque no como protagonistas de sus páginas, sino como el
reverso de las mismas, siendo el silencio presente que se escucha a través de las
actividades de otros. Son estos contrapuntos lo que nos permiten referirnos a las
representaciones de las mujeres, porque, en el decir de la revista, se lee lo
femenino genérico y en el decir de y hacia las mujeres de la élite se leen las
ausentes, actoras secundarias a las que hay que formar, educar y proveer
formación para el empleo.
Un aspecto interesante a destacar es que los contenidos referidos o
relacionados a las mujeres en la revista del magazine tienen cruces importantes
con las denominadas revistas de mujeres140. Fundamentalmente se trata de
información que puede reproducir normas y comportamientos socialmente
aceptados, al mismo tiempo que ofrece alternativas que se contraponen con
ellos. Esta aparente contradicción se comprende al diferenciar los papeles que
pueden desarrollar las mujeres, de lo que se considera debe ser lo femenino
como rasgo propio a cualquier modelo de mujer. Así es que respecto de las
revistas de mujeres se ha señalado que “...expresan de manera gráfica valores y
138
Manuel Vicuña: op. cit., p. 15.
Ibid, p.16.
140
Desde mediados del siglo XIX, según De Foncuberta, el género se vuelve materia de
segmentación mediática. “El sexo fue la primera segmentación importante de mercado en
el ámbito de los medios de comunicación. La prensa para la mujer supuso la primera
especialización periodística con una cierta envergadura. Cobra una cierta importancia
hacia 1830 en los Estados Unidos (“Godey’s Lady’s Book” y Peterson’s) y se consolida
a finales del siglo XIX y principios del XX en los Estados Unidos y Europa. Son dos los
factores que provocan este fenómeno: a) la consideración de la mujer como un nuevo y
productivo mercado de consumo, y b) su carácter de sector influyente en el tejido social”.
De acuerdo a esto es que puede decirse, que “...la información distribuida por este tipo
de prensa está destinada a la reproducción de ciertas normas y ciertos comportamientos
socialmente reconocidos y, en lo que a audiencia se refiere, este producto comunicativo
se dirige fundamentalmente a la población femenina”. Mar De Fontcuberta: “Imagen,
Mujer y medios”. En Mercedes Vilanova (comp.): Pensar las diferencias, Universidad de
Barcelona, 1994, pp. 150 y 154.
139
78
tendencias ya existentes y funcionan también como agentes de cambio al
proponer nuevos modelos y difundirlos de un grupo a otro, es decir que tienen
un papel importante en la construcción del sujeto mujer, ya sea porque son un
espejo de este proceso al revelarnos cómo está ocurriendo en las diferentes
instancias sociales o porque son agentes del mismo”141
De la similitud de algunos rasgos entre un género y otro resalta una de las
características de lo que va ser el magazine en cuanto miscelánea de contenidos
y de géneros, asimismo permite relevar la importancia que adquieren las mujeres
como público, pero también como voz. La proporción de temáticas que aluden a
la mujer, o que tratan asuntos que la vinculan es tan significativa, que no hay
número en el que no encontremos alguna alusión.
Un aspecto que ilustra lo que afirmamos es la publicidad. En ella es posible
identificar claramente un consumidor sexuado que es interpelado en sus variados
papeles sociales. A las mujeres se les promocionan las cremas de oro (“para un
cutis lindo”), los tónicos fru-frú (“para el vigor, lozanía y mejoramiento general
del ánimo”), los tempranos depilatorios (para evitar los bigotes frondosos y poco
atractivos) y cuando no, son ellas las que son expuestas en las gráficas
publicitarias al lado de la promoción de vanitorios, de salas de baño, del cuidado
de los niños y, por supuesto, también en las promociones de modas y
vestimentas.
En las revistas magazinescas las mujeres ocupan un lugar central y que, nos
parece, tiene que ver con que se las pretende transformar en un efectivo agente
de consumo, son además agentes socializantes, administradores y reproductores
de códigos sociales y son, cada vez más, protagonistas y voces activas en el
terreno extradoméstico de la sociabilidad pública.
En este escenario queremos mostrar algunos de los contenidos discursivos a
través de los cuáles se habla a, y se habla entre las mujeres. Nos interesa exponer
los temas dominantes, las figuraciones de lo femenino, las contradicciones y
tensiones presentadas, las normativizaciones y flexibilizaciones en los prototipos
que se muestran de las mujeres y los trazados que se dibujan en materia de
relaciones de géneros. El intento ahora es aproximarse y reconocer el corpus
mujer en los contenidos tal como son enfocados en cuanto a ellas se refieren.
Norma Fuller: “Tradiciones mantenidas, prácticas renovadas: crisis de la identidad
femenina”. En Revista de Sociología, 12-14, Pontificia Universidad Católica de Perú,
Lima, 1989, p. 7.
141
79
Discursos pedagógico-normativos: lo que hay que ser, parecer y obedecer.
La introducción de temáticas alusivas o dirigidas a las mujeres supone una
instalación de los márgenes a partir de los cuales se habla. Consideramos que en
las revistas magazinescas esa instalación se corresponde con preceptos y
representaciones normativas de las mujeres. Por lo mismo, los contenidos se
orientan a formar en lo que debe ser el modo correcto y propio de ser mujer.
Estos discursos suponen la demarcación de espacios de movilidad e intervención
de las mujeres, dados también a partir de una referencia con lo masculino.
Recurrente va ser la definición de lo que es ser mujer, de sus anhelos y de su
ámbito de dominio. Estas definiciones son extensivas al corpus mujer, a todo
aquello que las rodea, independientemente de las particularidades y
diferenciaciones que entre ellas se puedan dar. Se trata de lo propiamente
femenino, de lo portador de la condición mujer.
Se da por descontado que el ámbito femenino por excelencia es el hogar, el
espacio propio en el que todo lo relativo a ello podrá y deberá ser desplegado.
“La casa es el trono en que la mujer ejerce su soberanía, así para
completarse como reina del hogar debe preocuparse de vestir con
elegancia dentro de su casa”142
Si el espacio doméstico es el lugar del ejercicio de lo femenino y el que
habrá de aprender a dominar y administrar, queda todavía por definir lo que la
mujer en cuanto existencia debe ser.
“Ser hermosa es una obligación para la mujer, como lo es ser
buena”143.
El enunciado es bastante acotado y a través de él es posible advertir el
despliegue de la normativización para disciplinar y formar en este precepto.
Acorde con esto, es posible leer casi todas las alusiones a lo femenino bajo las
coordenadas de la tríada del deber ser: bella, buena y reina del hogar. Lo
interesante es que los discursos adquieren un carácter pedagógico-normativo, en
tanto se asume que lo femenino puede, y debe, enseñarse. Es destacable que el
subtexto presente en los mensajes no marque con tanto énfasis en lo que la
mujer es, sino más bien lo que las mujeres deben ser y cómo deben aprenderlo.
142
143
Zig-Zag, N° 153, 26 de Enero de 1908.
Zig-Zag, N° 126, 21 de Julio de 1907.
80
La belleza (física), no es algo que esté dado por naturaleza, ya que el arte de
trabajar la naturaleza primera, la materia prima, permite tener como producto
resultante la belleza buscada144.
“Todos los pueblos civilizados han unido en un solo concepto dos
sentimientos de oríjen desemejante, lo bello natural y lo bello
artístico. La belleza absoluta como la verdad se concibe, pero no
existe; felizmente lo que no hace perfecto la naturaleza lo suple el
arte. La mujer que posee gracia, sentimiento artístico, intelijencia,
intensidad de vida, diré mas: la que sabe vestirse, que gusta de las
cosas fútiles de la moda y que tiene el espíritu de ellas: que lleva en
su porte, en sus jestos, en sus maneras, un sello de distincion y de
elegancia, tendrá mas reputacion de mujer bonita que otra
realmente bella”145.
Por supuesto que la bondad es también un atributo que se puede trabajar,
fundamentalmente a través de la caridad, mediante la atención y cuidado a los
desvalidos y, en el caso de las mujeres de la élite, a través de la labor de
instrucción de las otras mujeres, las trabajadoras, a las que se enseñan los rasgos
propios de la feminidad.
La sección de modas se va a transformar en una muy valiosa fuente de
instrucción, ya que a través de ella las mujeres podrán aprender cómo se va
construyendo y recreando un mundo propio de lo femenino a partir de la
enseñanza de actividades como la administración de la casa, los modales, la
decoración, la vestimenta, las recepciones, el cuidado del marido, de los niños,
etc.
Desde aquí va a emerger con fuerza el problema de la higiene, el cuidado del
cuerpo y el perfilamiento de una estética normativa. Así es cómo a través de los
consejos para producir la belleza, van a desprenderse cada vez más consejos e
instrucciones para mantener la higiene y el cuerpo. En ese sentido, se vuelve
144
Este trabajo de producción de belleza va adquiriendo importancia con los años, los que
nos deja aventurar una relación ya marcada con el problema de la vejez y el deterioro del
cuerpo. En un número de Zig-Zag se cita un cálculo respecto del tiempo de uso del espejo
a través de los años, en él el espejo aparece como mecanismo de control del trabajo de
producción. “Hasta los seis años, la niña no piensa en servirse de él. En cambio de seis a
diez, ya pasa siete minutos, término medio, ante el espejo. De diez a quince años, hai que
contar como minimum, un cuarto de hora. De quince a veinte la niña consagra a su
mejor confidente sus veintidós minutos diarios, y a los treinta años, media hora mas bien
mas que menos”, Zig-Zag, N° 104, 17 de Febrero de 1907.
145
Zig-Zag, N° 156, 16 de Febrero de 1908.
81
relevante la presencia de un cierto discurso que pone al cuerpo como centro,
identificándolo como objeto central de cuidado. La belleza física que se muestra
en el cuerpo aparece como valor social relevante y como correlato del cuidado y
la higiene.
En algún sentido el cuerpo de las mujeres también se liberaliza, en aquello
que tiene que ver con los movimientos y con un nuevo discurso basado en el
conocimiento científico que llama al cuidado higiénico de él. Así por ejemplo,
en temporada de balnearios se señala que:
“Hoy se presentan las cosas de manera mui distinta. Nuestras
jóvenes han dejado el aire adormilado de antaño y no se asustan a
la vista de un regatista o foot-baller, algo primitivamente vestido.
Mui al contrario, ellas mismas han abrazado con alegría los sports
y se muestran también con los trajes lijeros y graciosos,
considerándose tan libres como el sexo que ha monopolizado hasta
ahora la libertad”146
El cuerpo de las mujeres aparece, en fin, aunque muy lentamente, en vías de
su desencadenamiento, ingresando en los dominios de los cuerpos masculinos,
que, por el desarrollo del deporte y de las libertades de movimientos en relación
a los cuerpos de las mujeres, se comprenden monopólicos en esta materia.
El deporte puede ser un elemento indicativo respecto de los movimientos y
capacidades de los cuerpos de hombres y mujeres. El campo deportivo es
reconocidamente masculino porque se atribuye a organismos fuertes, diestros y
con libertad de movimientos. Mientras ellos aparecen asociados siempre a
actividades como la gimnasia, la hípica, el football y muchos otros, ellas están
recién incursionando en estas áreas, desatando sorpresas y discusiones. Así, se
señala que, pese a ser el deporte un campo masculino, las mujeres podrán entrar
algún día porque esa es la tendencia que se observa en Europa:
“En Gran Bretaña los torneos atléticos y sportivos con
competidoras de faldas son mui comunes desde hace dos o tres años
(...) así la mujer invade con gran fuerza el vasto campo de la
actividad física masculina”147
Para las chilenas, los deportes que pueden desarrollar son debatidos en
función de las capacidades atribuidas a sus cuerpos. En 1908, se saluda la
146
147
Zig-Zag, N° 101, 27 de Enero de 1907. El subrayado es nuestro.
Zig-Zag, N° 103, 10 de Febrero de 1907.
82
llegada del diávolo porque se trata de un nuevo deporte que responde a las
capacidades de los cuerpos de las mujeres:
“El nuevo sport tiene la inapreciable ventaja de ser aún apropiado
para las niñas pues no necesita hacer prodigios de fuerza y ajilidad.
Es tal vez por esta causa que su propagación ha alcanzado límites
tan increibles y en tan poco tiempo. En Europa el diávolo es hoy el
juego favorito de todas las damas. (...) En Viña del Mar y en el
vecino puerto ya es frecuente ver los días domingos en los sitios
públicos algunos jóvenes y niñas que se dedican a ese pasatiempo
con un entusiasmo que bien podría destinarse a otro fin mas
provechoso”148.
Curiosamente notamos que se saluda un deporte para mujeres al mismo
tiempo que se cuestiona el tiempo dedicado a él. Sin embargo, el debate acerca
de los ejercicios para mujeres no se va a agotar tan rápido, atentos a los cambios,
cabe discutir bajo qué formas aceptarlos. El argumento central, una vez más, va
ser el cuerpo y la higiene. En 1917 encontramos un artículo que, en pro de la
higiene y la salud, va a ampliar el espectro de deportes apropiados para la
fortaleza y lozanía de las mujeres.
“...la mujer tiene, pues, tanto derecho a una educación física como
el hombre; en ese punto están de acuerdo todos los higienistas
modernos, y en nuestros días se ha dado entrada al bello sexo en
toda clase de deportes, sin caer ya en el ridículo de suponer, como
nuestros abuelos suponían, que de este modo la mujer se hace
hombruna. Una mujer puede remar, montar a caballo, ir de caza,
subir ásperas montañas o tirar al florete sin dejar de ser mujer,
antes bien poniendo en todos estos ejercicios el encanto propio de
su sexo (...) la mujer sin embargo debe practicar estos ejercicios
con moderación”149
La inclusión de temas como el embellecimiento y el correcto cuidado del
cuerpo a través de la higiene provocarán luego la apertura de un mercado en el
que las mujeres destacarán como agentes de consumo. Al analizar la publicidad
148
149
Zig-Zag, N° 150, 12 de Enero de 1908.
Sucesos, 18 de Enero de 1917.
83
en las revistas se puede observar que adquiere importancia notoria hacia 1907150
y terminará asociándose al consumo femenino. Se vinculan así los pares:
mujer/belleza, cuerpo/higiene, publicidad/consumo.
Para seguir los preceptos de fabricación de lo femenino-bello es el cuerpo el
soporte sobre el cual hay que trabajar para transformar. Los discursos de la
higiene y la ciencia van a figurar como respaldos a la operatoria de la estética
normativa que se instalará a través de la publicidad. La higiene es un elemento
eficaz y necesario para producirse la belleza, así, el mensaje será claro: la falta
de higiene ocasiona la fealdad, pero esto es remediable.
“Una gran causa de las erupciones y enrojecimientos está en la
poca frecuencia de los baños, en el poco acierto de su distribución
o elección. Si los poros del cuerpo no son propiamente abiertos por
baños adecuados, el veneno que no puede escaparse por ellos afluye
a la cara y la afea”151
Acerca de la figuración del cuerpo en la publicidad, en el decir de Traversa,
observamos que:
“La regulación del darse a ver, ser visto y, finalmente, construir un
verdadero dispositivo del régimen de miradas y los atuendos que las
propician, constituye un núcleo organizador de la figuración del
cuerpo en la publicidad, que se articula por la instalación de un
cierto espacio, efectivamente presentificado por los componentes
icónicos o escripturales (...) ese cuerpo naturalizado, si se quiere,
en su modo de figuración se hace posible gracias a que subtiende en
estos discursos y opera una nueva condición generativa. El cuerpo
que allí vemos no es idéntico al que lo precedió, su propia entidad
biológica se ha modificado”152
El consumo destinado al cuerpo femenino es sentencia obligada. Si se quiere
transformar la materia prima es necesario ajustarse a los consejos fundados en la
ciencia y servirse de los medios que circulan en el mercado para estos efectos.
150
Esta publicidad va a ser más significativa en el caso de Zig-Zag, en las revistas Sucesos
y Corre-Vuela interviene un menor material publicitario.
151
Zig-Zag, N° 113, 21 de Abril de 1907.
152
Oscar Traversa: Cuerpos de papel. Figuraciones del cuerpo en la Prensa 1918-1940.
Editorial Gedisa, 1997, p. 265.
84
“Una elegante, una mujer que siempre quiere agradar, conserva de
preferencia en su gabinete de “toilette” la verdadera Agua de
Ninon (Veritable Eau de Ninon) que hermosea la cútis, impide las
arrugas y borra todas las que han podido nacer suprimiendo
además todo granito, toda mancha en la piel (...) A su lado está la
Pâte des Prelats, otro secreto de las edades galantes de la
monarquía francesa de Versailles que hace de las manos una
maravilla de aristocracia y de finura”153
Los productos que circulan a través de la publicidad están destinados al
mejoramiento del cuerpo externo (rostro, manos, cabellos) y también a mejorar
el funcionamiento general del organismo, lo que tendrá como consecuencia un
mejoramiento de la presentación del cuerpo externo. Destacan los atributos que
la publicidad les asigna a estos productos: belleza, preservación de la juventud,
respaldo de conocimiento científico, respaldo de eminencias, o estar probado y
respaldado por artistas jóvenes y bellas.
Entre los primeros productos, para el cuerpo externo, destacan los que
mejoran el cabello como la loción refrescante Atkinson’s, la lotion-eau de
cologne, la Carpiquina del Doctor Borrel. Esta última se anunciaba así:
“La hygiene, el aseo y la hermosura de la cabellera, se obtiene
con el uso diario de la legitima CARPIQUINA DEL DOCTOR BORRELL”
Para la pureza y tersura del cutis se promueven las propiedades de la leche
Antefélica ó Leche Candés. Para perpetuar la juventud se ofrece también:
“La Reine des crémes. Preparada por Bossard-Lemaire de paris.
La única crema sin rival para conservar el cutis en perpetuo estado
de JUVENTUD Y BELLEZA, no pinta, no mancha, es invisible y no
se endurece nunca”.
Una dentadura hermosa la provee el Jabón Vallet, recomendado por “las
eminencias médicas y los profesores de la Escuela Dental de Paris. También
recomendado por “sanidades médicas” hallamos el “el elixir y pasta dentríficos
hygienicos, Carméine”.
Algunos productos aluden con su publicidad a un consumo exclusivo y
aristocrático, como promociona una tienda de perfumes:
153
Zig-Zag, N° 105, 24 de Febrero de 1907.
85
“Delettrez. Parfumerie du Monde Elegant. Perfumes preferidos
por la alta sociedad.”.
La publicidad de depilatorios muestra una mujer cuyo rostro es
completamente cubierto de bellos, con bigotes, cejas frondosas y algo de barba.
Para combatir este rostro masculino y recuperar una faz femenina existe una
alternativa (ver anuncios anexos):
“El depilatorio ideal. Es el único que estrae el vello de raíz
sin dejar manchas y ni heridas”
Entre los productos para el cuidado del organismo destacan los tónicos y
algunos secretos como las Pilules orientales, pastillas que, según respaldo
científico (ver anuncios anexos):
“..en dos meses desarrollan y endurecen á los senos, hacen
desaparecer las salidas huesosas de los hombros y dan al busto una
graciosa lozanía”.
El tónico Le vin désiles, le mellieur tonique, es recomendado por las artistas y
aminora la neurastenia y el ánimo. También para “...la neurastenia,
convalecencia, cloro-anemia, trabajo excesivo, raquitismo, fosfaturia, diabetes,
etc.” El tónico Ovo Lecithine Billon.
En la misma línea pero para el abatimiento moral, está el tónico Kola
Granulada Monavon, sin respaldo médico pero con “2 premios mayores, 2
diplomas de honor, 10 medallas de oro y 2 medallas de plata”.
El cuerpo que presenta la publicidad debe ser la expresión de los controles
ejercidos sobre sus visibilidades, debe corresponderse con las exigencias de una
vida moderna: más ligero, bello y aséptico. Pasa a concebirse como tabla rasa,
sin infancia ni vejez, libre de enfermedades y deformidades, proponiéndose
como un proyecto fundacional sin tiempo154.
Beatriz González: “Políticas e higienización: la limpieza del cuerpo y la lengua
nacionales (siglo XIX)”. En J. Mazzotti; J. Zevallos (Coord): Asedios a la heterogeneidad
cultural. Asociación Internacional de Peruanistas, USA, 1996.
154
86
Discursos educativos hacia las mujeres: formación diversa para mujeres
diversas.
La educación de las mujeres, entendida como formación general, habilitación
social y cultural, aparece como algo aceptado y necesario. Esta formación se irá
diferenciando según sea el grupo de mujeres al que se dirija.
Encontramos al menos dos discursos hacia la educación de las mujeres que
están mediados por posicionamientos de clase:
Las niñas de la aristocracia local, lectoras de las revistas, damas de sociedad,
deberán formarse no sólo en el discurso pedagógico-normativo, como toda
mujer, sino que por su propia posición será necesario que se eduquen en
materias sociales y culturales (aprendizaje de idiomas, lectura y ejecución
musical, literatura, etc.)
Las otras, las mujeres corrientes alejadas de toda fuente de linaje o de fortuna,
deberán también, en tanto mujeres, someterse a los preceptos de la formación de
lo propiamente femenino que a ellas corresponde. Sin embargo, la formación
educacional hacia estas mujeres acentuará como habilitación social y cultural el
aprendizaje de un oficio y el desarrollo de valores sociales que lo acompañen
(honestidad, humildad, esfuerzo, perseverancia).
Por las características de las revistas magazinescas lo que vemos en ellas
retratado es el mundo de la élite, que circula en un espacio autoreferido en el que
los pares sociales se comunican y se contemplan. Como premio al esfuerzo
aparecen, semana a semana citados o fotografiados. Pero a veces, por algún
olvido, aparecen otros personajes, que circulan como marginales-necesarios en
ese otro mundo, son las sirvientes, las empleadas de las tiendas, las costureras,
personajes cotidianos y silenciosos, ausentes de las páginas de vida social pero
presentes en la propia lógica de permanencia y reproducción de los modos de la
diferenciación social.
La educación de las mujeres de la élite está destinada a la mostración social,
es necesario rendir el examen social, dar pruebas del trabajo realizado. Se da un
cruce necesario entre el aprendizaje del deber ser femenino, la formación
educativa cultural y los resultados que se esperan. El trabajo de educación de las
mujeres de la élite asegura la reproducción de todo el sistema que lo soporta; las
mujeres se vuelven agentes de transmisión de valores y normas, al mismo
tiempo que “medios” a través de los cuales asegurar patrimonios y alianzas.
En la lectura ofrecida por La Belle Époque, se describe una suerte de
profesionalización de las mujeres de la élite en cuanto brokers del mercado
matrimonial y cómo a través de esta actividad alcanzan influencia y
protagonismo. Sin embargo, es posible, también, leer aquello como un
aprendizaje con sangre del discurso pedagógico-normativo y una muestra de lo
87
que constituía la formación en el plano de los discursos educativos. A las
mujeres se las forma para ser tales y se las educa para ser agentes reproductores
de la vida social y cultural.
Hemos visto cómo el propio cuerpo se vuelve materia de trabajo, cómo lo
femenino debe ser formado en lo bueno y lo bello. Los resultados de este
esfuerzo se miden en el éxito del mercado matrimonial y las alianzas, en la
gracia de las mujeres y cuánto puedan apoyar al hombre a través del trabajo de
mostración social.
La educación de las niñas de la aristocracia seguía preceptos rigurosos, era
necesario entregar contenidos variados que, aún cuando no prepararan en el
plano de la educación formal, conduciendo a un oficio posterior, posibilitaran un
manejo ilustrado y en sociedad155. Los conocimientos aprendidos, aunque
bastante ricos y variados, eran volcados en la intimidad del hogar o en la
actividad social: recepciones, reuniones, salones, actividades asistenciales, etc.
El resultado de los aprendizajes verá luego sus frutos en los buenos
casamientos, el buen renombre y protagonismo social y el apoyo exitoso al
marido. Un breve artículo de 1906, ilustra lo que señalamos: comenta acerca de
la representación femenina de Chile en el Congreso Pan-Americano de Río de
Janerio y saluda la presencia de las mujeres, resaltando lo crucial que se vuelven
en la actividad diplomática.
Se nos dice que las mujeres de suyo son seres delicados y graciosos, seres de
tino. En la función diplomática estos rasgos son gravitantes, así es que la mujer
del diplomático ejerce un papel fundamental porque la actividad misma de la
diplomacia “...por un fenómeno encantador, se haya encarnada en los frájiles
hombros de las damas. Porque son ellas las que irradian simpatía y, por encima
de las pasiones, establecen un dulce ideal de felicidad humana”156.
Es interesante constatar que la función ornamental sea reconocida como un
aspecto tremendamente beneficioso, ya que lo que se ha construido como lo
propio de lo femenino deviene un aspecto relevante a la hora de materializar una
155
Un ejemplo de esta educación la ilustra la formación de Teresa Wilms Montt y sus
hermanas. Educadas con institutrices extranjeras, profesoras de idiomas, pintura, música,
canto, baile y buenos modos. “Teresa aprendió francés, inglés, italiano, portugués y algo
de alemán. Su madre también conversaba en francés y en inglés en algunas solemnes
veladas o en tournées”. Pero también eran educadas en el control de los excesos: “María
Wilson Wilms recuerda las conversaciones de sus tías, las hermanas de Teresa, que
versaban sobre los castigos-tortura que aplicaba doña Luz Victoria a su “díscola” hija:
“le enterraba sus anillos de brillantes en los brazos o la cabeza”, para sofocar sus
ímpetus, o bien la “encerraba en su cuarto” durante días, enviándole la comida con los
criados” Ver: Ruth González-Vergara: Teresea Wilms Montt. Un canto de Libertad.
Editorial Grijalbo, 1993, pp. 54 y 57.
156
Zig-Zag, N° 70, 17 de Junio de 1906.
88
actividad social. El manejo social parece ser una actividad desarrollada muy
profesionalmente por las mujeres y, sin embargo, es atribuido a un cierto efecto
natural que, finalmente, realza la figura y la actividad masculinas (recuérdese el
dicho: “detrás de un gran hombre...”). El texto va más allá y señala que: “...los
gobiernos cuando elijen un diplomático para el desempeño de una misión
difícil, cuidan de buscar uno que tenga una esposa interesante y de trato
mundano distinguido”157.
La educación de las otras mujeres aparece siempre necesaria, se alude a la
importancia de aprender algún oficio para que estas mujeres progresen en la
vida. Es consenso el que hay que ayudar, proteger y educar a las mujeres (y a
todos los pobres) especialmente desde la tierna infancia. Este consenso devendrá
en un cruce fugaz de mundos, mientras unas van a la caridad (precepto por
excelencia del deber ser femenino como expresión de la bondad) otras reciben
de la beneficencia la posibilidad de formación y trabajo.
Se reúnen en esto dos ámbitos en los que las mujeres, desde fines del XIX y
principios del XX, adquieren un protagonismo creciente: la caridad y el trabajo.
Son dos territorios a través de los cuáles se marca la salida de las mujeres de la
frontera doméstica-privada. Según Michelle Perrot, la filantropía constituyó para
las mujeres una experiencia nada despreciable, que “...modificó su percepción
del mundo, su idea de sí mismas y, hasta cierto punto, su inserción pública. Se
iniciaron en la asociación, en el marco de agrupaciones mixtas, bajo dirección
masculina, y luego en agrupaciones femeninas que terminaron por tomar en sus
manos”158.
Otra de las consecuencias que se puede destacar de la actividad de la
filantropía dice relación con este encuentro entre mundos. Mujeres de la élite,
mujeres de clases medias y mujeres pobres, establecieron contactos que en
algunos casos terminaron en alianzas que fueron embrión de conciencia de
género en tiempos siguientes159.
Como efecto de este cruce de mundos encontramos varias expresiones sin
duda las más significativas las constituyen las escuelas-talleres y los centros de
protección a la infancia. Estas actividades son ampliamente cubiertas por las
revistas porque no sólo son parte del ejercicio de la caridad sino que se vuelven
en sí mismas un evento social que hay que mostrar. Desde la lógica de las niñas
de la élite se trata en ocasiones de un gesto de autonomía a través del cual
157
Ibid.
Michel Perrot: “Salir”. En M. Perrot; G. Duby: Historia de las mujeres. El siglo XIX.
Editorial Taurus, Tomo IV, 2000, p. 487.
159
Ibid, p. 489. Expresiones de estos encuentros pueden encontrarse hacia la década del
diez en Chile con las asociaciones de mujeres, donde, entre otras, destacan, los centros
Belén de Sárraga, la formación del Club de señoras y el Círculo de Lectura.
158
89
cuentan con la autorización social para salir en forma independiente del espacio
doméstico. Destacamos un artículo de 1905 en el que se celebra que lo femenino
‘infantil y dependiente’ acceda a espacios propios.
“Un grupo de niñas de la alta sociedad de Santiago se reunieron un
día, por propia iniciativa, sin insinuación ni dirección de nadie,
guiadas por un deseo nobilísimo: ocuparse en el mejoramiento de la
condición de la obrera chilena (...) En todo esto, las señoritas
trabajan personalmente, hacen clases, enseñan costura y cocina,
dirigen los talleres, llevan la contabilidad de la institución, hacen
obras de mano que se venden a beneficio de la obra, organizan
exposiciones, buscan el concurso de las autoridades, de la prensa,
de la sociedad”160
Las actividades educativas, en las dos direcciones, son consideradas de suma
importancia, tanto para las que se forman para la caridad como para las que se
forman para el trabajo. La educación de las mujeres es clave cuando se
comprende que son agentes reproductores del orden que se quiere mantener, de
la preservación de la conciencia nacional y del fomento del proyecto
modernizador del país.
“Son ellas las que están llamadas por la fuerza misma de las cosas
a dar el tono de nuestra cultura social; son ellas quienes deben
infiltrar en el espíritu del niño, de los ciudadanos del día siguiente,
junto con las primeras enseñanzas, el amor a la verdad que debe
ser la norma de toda humana existencia, la afición a los deberes
cívicos, la familiarización paulatina del rol que a todo hombre libre
le corresponde desempeñar en la colectividad social; de ellas
emana, en fin, en gran parte, la fuerza que mueve al país hacia
delante, hacia el progreso, razón por la cual su instrucción
secundaria y superior debería merecer de las autoridades
particular atención y esmero”161
Así es que se considera que las mujeres cumplen esta labor desde su función
de madres, ya con sus propios hijos, y en el caso de las mujeres de la élite, bajo
la lógica de la maternidad social, en cuanto a su capacidad potencial de
protección al prójimo y al desvalido.
160
161
Zig-Zag, N° 37, 29 de Octubre de 1905. El subrayado es nuestro.
Zig-Zag, N° 46, 7 de Enero de 1906. El subrayado es nuestro.
90
Las otras mujeres, las trabajadoras, cumplen esta tarea desde funciones
distintas, a través del esfuerzo, de la dedicación y del sacrificio. Por medio del
desarrollo de valores sociales funcionales al capital, se convierten en
trabajadoras ejemplares que tienen como recompensa el premio salarial a su
dedicación.
“Una de las manifestaciones mas interesantes del trabajo en
Santiago, es sin duda, aquella que presenta a la mujer en plena
lucha con la vida, ganándose el pan de su familia y el suyo propio.
La operaria santiaguina es un modelo en su jénero. Es reflexiva,
esforzada, sincera en la promesa y fiel en el cumplimiento de su
trabajo. (...) Ella es el ángel de la casa, ella lleva el tutelaje
amoroso de los suyos. Ella es la mujer de fuerza y de virtud que
espontáneamente carga sobre sus hombros un hogar, una familia.
Ella es la luchadora infatigable, la mujer que combate con la vida y
que sabe encontrar fuerzas en el desastre, aliento en la desgracia,
confianza en el desengaño”162
El mensaje es claro: una cosa es ser mujer de trabajo y otra es tener que
cumplir el código social de una dama de sociedad. Para estas últimas es
necesario, si se quiere mantener estatus y belleza, cuidar el cuerpo, “...el reposo
es para muchas de nuestras elegantes, una verdadera necesidad, si quieren
conservar su belleza y su frescura. No se hace impunemente la vida de sociedad
“á outrance”, y no se precisa ser doctor para aconsejar lo que ni la pomada ni
la crema pueden reemplazar, es decir, el aire libre que curte momentáneamente
la tez, pero que da al organismo nuevo vigor”163.
Existen espacios en los que se dan relaciones exclusivamente femeninas pero
que no olvidan la diferencia esencial de la posición de clase: se trata de las casas
de modas y sus talleres, en los que se trabaja en la confección de las vestimentas
que marcan la elegancia de una dama. Estos talleres son definidos como un
espacio femenino por excelencia; allí la mirada y la presencia masculina están
ausentes; ellos ocupan otros espacios, más fríos y destinados a otras tareas: las
de producción.
Los talleres son vistos, entonces, como “pequeños santuarios donde la mujer
va a rendir su tributo a la seda, a su afán de verse siempre hermosa y
atrayente”164.
162
Zig-Zag, N° 52, 11 de Febrero de 1906.
Zig-Zag, N° 103, 10 de Febrero de 1907.
164
Zig-Zag, N° 64, 6 de Mayo de 1906.
163
91
En estos santuarios se destaca la tarea clave de las costureras y se alaba su
dedicación y espíritu de trabajo. “...esas lindas muchachas que el lector puede
ver trabajando en un espíritu empeñoso y sincero (...) Nadie como esas jóvenes
adivina el tono que conviene a una toilette. Ellas tienen una idea siempre a
tiempo, una idea salvadora. Cojen milagrosamente el detalle preciso que
conviene a un vestido y lo aplican con esa percepción singular que tienen para
todo lo que se relaciona con su arte” Frente a ellas, las clientes, que ansiosas no
logran decidir “...entre tantas cosas que contribuirán a hacer más hermosas sus
formas turgentes y mas primorosa su fina silueta”165.
A pesar de los contrastes presentados, la circulación de las mujeres por
espacios extradomésticos y los cruces que se van a dar entre ellas son un signo
más de las importantes transformaciones que en materia de imaginarios de
género están ocurriendo a principios del siglo veinte. La ocupación de aquellos
espacios tendrá interesantes y significativas repercusiones hacia fines de la
década del diez, con la irrupción público-política de agrupaciones de mujeres
que se tomarán la palabra y que irán adquiriendo cada vez más protagonismo en
la movilización por la consecución del derecho a ciudadanía y ampliación de
derechos civiles.
Los discursos de y hacia las mujeres reconocidos en la revista Zig-Zag tienen
como subtexto el protagonismo del tema femenino desde muy distintas
enunciaciones. Este protagonismo se expresa en la toma de palabra, y en la
instalación pública de temáticas reservadas antes al espacio íntimo, y con ello
sale a circulación todo lo que ellas representan: el espacio interior del mundo
cotidiano y doméstico.
Largos vestidos, sedas, gasas, crochets, fragancias, recetas, botas, pañuelos,
sombreros, cintas, enaguas, camisas, vajillas, muebles... El hogar se abre y se
expone. La irrupción pública de las mujeres se da desde el compartir lo íntimo.
En algún sentido ellas van a tensionar las fronteras de lo público y lo privado
y colaborarán en su redefinición. Su circulación va confundiendo espacios166, ya
sea porque se apropian de lugares en la ciudad-pública, ya sea porque van
entremezclándose en y con otros, porque comienzan a tejer alianzas, o sólo
porque alzando la voz logran dejar un eco...o circular una opinión (pública).
165
Ibid.
Sobre la idea de confusión de fronteras público/privadas, véase: Michel Perrot: Mujeres
en la ciudad. Editorial Andrés Bello. 1997; Antoine Prost: “Fronteras y espacios de lo
privado”. En P. Ariés y G. Duby (Dirección): Historia de la Vida Privada. Tomo V,
Taurus, 1991.
166
92
CAPITULO 5
REVISTA CORRE VUELA: UN MAGAZINE POPULAR
Luis E. Santa Cruz Grau
En las primeras décadas del siglo XX nuestro país vivió profundos procesos
modernizadores que, expresándose de modos particulares en las distintas esferas
de lo social, implicaron una transformación radical de nuestra sociedad.
Asistimos a la emergencia de la sociedad de masas o lo que en la época se
denominará la “vida moderna”. El refinamiento, el afrancesamiento y el “buen
gusto” de la oligarquía, dejarán paso –en forma casi imperceptible- a un estilo de
vida que se relaciona más con un modelo “norteamericano”. Como se ha
señalado en otros articulos, esta es la otra cara de la crisis del período, aquella
que es más lenta y más profunda, aquella que fue reconfigurando los gustos, las
aficiones, los hábitos y el sentido común de los sujetos. Es a partir de la
modernidad hecha vida cotidiana, con la visita al cine, con la ida al estadio o al
boxeo, con el nacimiento de las grandes tiendas, con la radio, etc., que se va
delineando un nuevo mundo.
El mercado de la prensa no fue ajeno a este impulso modernizador que se
comienza a vivir en los albores del siglo, expresándose en un doble movimiento:
por un lado, estas mismas transformaciones sociales ayudan a su configuración
propiamente moderna, así como son las mismas revistas y diarios las que
difunden el ideario modernizante. Aquello se expresa, por ejemplo, en el
crecimiento explosivo del número de revistas y periódicos para el período, con
una creciente diversidad entre las mismas. Así, si para 1898 se contabilizaban
287 periódicos y revistas en el país, en 1902 éstos eran 406 y para 1914 ya
alcanzaban a 531167. Esto era expresión también del nacimiento de la prensa
moderna, con criterio empresarial, con ofertas para públicos diferenciados y con
una importante diversidad temática168. En este contexto de diversificación de las
ofertas comunicacionales destinadas a satisfacer una demanda cada vez más
compleja, surgen las llamadas revistas de variedades o magazinescas, y entre
ellas destacará –por su novedad y singularidad- la revista Corre Vuela, dirigida
específicamente a los sectores populares169.
167
Sofía Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio Rolle, Manuel Vicuña:
op. cit., p. 75.
168
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A.: op. cit.
169
Para una caracterización general del género magazinesco en Chile ver capítulo 2 del
presente libro.
93
El magazine, como ya se ha señalado, es un genero comunicacional
extremadamente maleable, tanto en sus formatos como en los contenidos que
alberga. Así en sus páginas se podía encontrar tanto una multiplicidad temática
importante como una amplia gama de formatos y lenguajes. Esta apertura a lo
múltiple, y que parece rehuir cualquier intento por cerrarse en una unidad de
sentido unívoca, es lo que constituye -en buen medida- las revistas de magazine.
De este modo, la equivalencia entre los distintos formatos y temáticas resulta
crucial para la comprensión de este tipo de revistas, con las implicancias, por
cierto, que esto tiene en una cierta socialización de un modo de ver el mundo.
Podríamos pensar que a través de los modos de distribuir sus páginas, sus
secciones, sus contenidos y sus formatos -donde todo parece tener similar valor
y jerarquía- se vehiculiza un discurso social que establece vasos comunicantes
con las modernizaciones sociales en curso.
Esta descripción general no nos debe hacer pensar que todas las revistas
magazinescas compartían íntegramente las características antes esbozadas. Por
el contrario, la propia segmentación del mercado comunicacional generaba
matices y particularidades entre estas mismas revistas. Así surgieron distintos
tipos de magazine con formatos, temáticas y énfasis distintos (de actualidad, de
sátira política, femeninas, etc.) y que buscaban interpelar a públicos diferentes.
Si bien hasta aquí se ha relacionado estas revistas con los procesos
modernizadores y, por ende, con una cierta matriz universalista, lo que se
expresaría en una revista de variedades que está mirando al mundo (Zig-Zag y
Sucesos son paradigmáticas en este sentido), no es menos cierto, que es el
“nacionalismo la fuerza cultural dominante del período”170, motivo por el cual
es pertinente preguntarse respecto de las relaciones establecidas por estos nuevos
formatos comunicacionales con este “mar de fondo” constituido por este
imaginario colectivo en el que predominan ciertos componentes nacionalistas.
Al respecto, una primera pregunta que se podría hacer es de qué modo,
formatos, contenidos, disposiciones y distribuciones textuales lidian con esta
aparente tensión entre universalismo y localismo. Una respuesta posible –y que
la hemos observado en otros capítulos de este texto- la encontramos en revistas
como Sucesos, Pacífico Magazine o Zig-Zag, las que soslayan este potencial
conflicto mediante la cotidianización de lo universal, convirtiendo la experiencia
de la modernidad en un fenómeno local.
A modo de hipótesis pensamos que las diversas estrategias para abordar esta
tensión identificadas en las revistas magazinescas se relacionan con los
diferentes públicos a los que las revistas aluden y/o interpelan. Se podría
Bernando Subercaseaux: “Identidad de Género y nación”, en Prismas, Anuario de
Historia Intelectual, N° 1, Universidad Nacional de Quilmes, Argentina.
170
94
sostener, entonces, que el desplazamiento respecto de esta matriz universalista
que se observa en la revista Corre Vuela no responde a una pretensión
ideológica –de hecho la revista también pertenece a la editorial Zig-Zag- sino a
una estrategia de ubicación en el mercado. Así, la reivindicación explícita de lo
nacional y de una identidad fuerte y esencial, resultan pertinentes y con
capacidad de interpelación respecto del sujeto al que la revista pretende
representar. En otras palabras, más que una operación político-cultural del sujeto
de la enunciación esto responde a un modo de concebir los lectores potenciales,
y la búsqueda de matrices, contenidos y formatos que los editores consideran
potencialmente atractivos para este nuevo público de sectores urbano-populares.
Entonces, el énfasis “localista” de la revista se devela como resultado de la
comprensión que la editorial Zig Zag ha hecho del mercado comunicacional que
está emergiendo en el comienzo del siglo XX.
De lo anterior se desprende que en la revisión de Corre Vuela nos interesarán
tanto sus formatos, temáticas principales y modos de distribución de las mismas.
Intentaremos descifrar determinadas ideas-fuerzas que, más allá de la
contingencia y la coyuntura, se deslizan en sus páginas, imprimiendo un sello
distintivo a esta revista. Hemos optado por centrarnos en 1920 por cuanto la
emergencia de los discursos que configuran esta revista aparecen con mayor
nitidez, en particular aquellos referidos al problema de lo nacional y de la
identidad.
Revista Corre-Vuela: entre el magazine popular y la revista satírica.
Aun cuando el carácter satírico de esta revista ha sido mencionado en las
distintas –aunque escasas- referencias que hemos podido encontrar, su
adscripción al género magazinesco no encuentra consenso entre éstas. Por
ejemplo, en el estudio de Ricardo Donoso sobre la sátira política en Chile, Corre
Vuela aparece mencionada como una revista propia del género satírico. Si bien
no le dedica más que algunos párrafos, nos señala que “de la entraña misma de
Zig-Zag (...) surgió otra publicación satírica, de carácter popular, Corre Vuela,
que alcanzó larga vida”171. Por el contrario, Carlos Ossandón la ubica como
parte del ‘dispositivo’ de Zig-Zag, conformado por una serie de revistas
magazinescas172. Por su parte, en el estudio Caricaturas de ayer y hoy, se
describe a la revista como de actualidad política173.
171
Ricardo Donoso: op. cit., p. 150.
Carlos Ossandón B. Eduardo Santa Cruz A.: op. cit. Ver en particular el Capítulo V.
173
Luisa Ulibarri: Caricaturas de ayer y hoy, Editorial Quimantú, Santiago, 1972.
172
95
Una adecuada presentación de la revista debe mencionar que ésta posee
características propias de una revista satírica, pero al mismo tiempo, que la
mezcla y la conjunción de temáticas y formatos diversos en un mismo soporte
comunicacional, nos hablan más precisamente de una revista de magazine, en la
que el componente satírico fundamentalmente destinado al comentario político
resulta primordial, pero sin lograr absorber por completo a la revista. Si bien las
caricaturas, comentarios políticos y notas de actualidad se construyen –en su
gran mayoría- en un lenguaje satírico, ya sea humorístico o irónico, éstas deben
compartir el espacio de la revista con notas sobre el ‘sport’, el teatro, reportajes
policiales y una abundante literatura, tanto en prosa como en verso.
El estudio de Guillermo Sunkel174 sobre la prensa popular de masas nos
entrega ciertas pistas–obviando la distancia temporal y la diferencia de objetos
de estudio- que nos permiten construir unos determinados ejes para caracterizar
a esta revista. En primer término, Corre Vuela se dirige a un público popular de
masas, por cuanto no es posible encontrar en sus páginas la interpelación
explícita a un sujeto (obrero, campesino, estudiante, etc.) o clase social
determinada. En ese sentido, tiende a dicotomizar el campo social, dividiéndolo
entre los ‘futres’ y el resto de los grupos sociales.
Otro elemento característico –y que ya lo hemos mencionado- es que su
estructura material, como parte de un gran complejo editorial, le permite una
circulación nacional175 y una fortaleza económica e institucional importante.
Por último, debemos mencionar que esta revista asume como su “material de
discurso” temáticas fundamentalmente locales, expresadas muchas veces en
“lenguaje popular”, de modo de generar la ficción de lo nacional y lo popular
como constitutivo de la revista, proveyendo así determinadas identificaciones
sociales y políticas que se supone responden a los intereses de los lectores.
1. Orígenes y estrategia comercial de la revista:
174
Guillermo Sunkel: Razón y Pasión en la Prensa Popular, ILET, Santiago, 1984. Si bien
el autor señala que no es posible extrapolar la unidad de estudio –prensa popular de
masas- a un período como 1920, pensamos que algunas de las características
mencionadas en el estudio para este tipo de prensa bien pueden ser percibidas en este tipo
de revistas. Sin embargo, sólo nos haremos cargo de unas ciertas categorías que nos
resultan útiles para una mejor caracterización de nuestra revista.
175
Revisando la sección Porte Franco, de unos pocos números de 1920, nos encontramos
que ahí se da respuesta a cartas y colaboraciones enviadas por lectores de al menos treinta
ciudades o pueblos de provincia, desde Iquique por el norte hasta Valdivia por el sur.
96
Hacia 1908 la Editorial Zig-Zag comienza a editar Corre-Vuela, la que saldrá
sin interrupciones hasta 1927. De acuerdo a lo planteado por Fernando Santiván,
en aquella época Zig-Zag se encontraba sumida en una profunda crisis, ante la
cual el nuevo administrador de la revista, el norteamericano William S. Phillips,
“tuvo visión exacta de la causa del fracaso de la revista (Zig-Zag) hasta la fecha
en que él se hizo cargo. Además de la desorganización había un gran capital
empleado, lujo de maquinarias, talleres, operarios, etc., dedicados a producir
una publicación semanal. Se hizo la muy cuerda reflexión de que con esos
mismos elementos, bien dirigidos, se podían publicar tres, cuatro o cinco
revistas”176. De este modo, junto a Corre Vuela se comenzarán a publicar
Peneca en 1908, Familia y Selecta en 1909 y Pacífico Magazine en 1912.
Lo anterior debe ser comprendido al interior de la importante expansión del
mercado comunicacional, que a su vez tendía a segmentar los públicos a partir
de ofertas diferenciadas con el objeto tanto de aumentar la venta como de
utilizar de mejor modo los elementos disponibles. Selecta dirigida por Luis
Orrego Luco se orientará a la difusión del arte, Peneca estará destinada al
público infantil, Familia buscará ganarse al público femenino y Pacifico
Magazine, dirigida por Alberto Edwards y Joaquín Díaz Garcés, buscará
instalarse entre la elite ilustrada.
Por su parte, Corre Vuela, dirigida en un inicio por Roberto Alarcón Lobos
(Galo Pando), se orientará a un público caracterizado como netamente popular,
no debiendo entrar en competencia con las demás revistas de la empresa
editorial. En 1910 se haría cargo de la revista Luis Popelaire, quien la dirigió
hasta 1920, siendo, sin duda, quien mayormente colaboró en construir la
impronta que caracterizó a la revista. Tal como se señalaba en la nota de
despedida a Popelaire, quien dejaba la revista para asumir la dirección de El
Pacífico de Tacna, Corre Vuela “miércoles a miércoles ha llevado una nota
sana, alegre y retozona a su público lector, y eso se lo deben a Popelaire”177.
Pese a esto, Corre Vuela será considerada en la época –y por los propios
miembros del grupo editorial – como una publicación inferior en calidad a las
demás revistas de la empresa editorial. Como señala un periodista y escritor de
la época, Corre Vuela “fue una revista resumidero, fundada (...) allá por 1908,
para contener la avalancha de los jóvenes poetas y periodistas que aspiraban a
ver sus firmas en Zig-Zag”178.
Fernando Santiván: “Confesiones de Santiván. Recuerdos Literarios”, en Obras
Completas, Tomo II, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1965.
177
“Don Luis Popelaire”, Corre Vuela, N° 650, 9 de Junio de 1920.
178
Lautaro García, citado por Alfonso Valdebenito: Historia del Periodismo Chileno
(1812-1955), Santiago, 1956, pp. 75-76.
176
97
Al contrario de lo sucedido en las demás revistas, en particular en Zig-Zag y
Pacifico Magazine, donde los más connotados escritores, poetas, pintores y
dibujantes buscaban publicar y permanecer, Corre Vuela se convirtió en una
estación de paso para algunos de éstos. Tal como aparece en la misma revista, a
ella “están ligados los nombres de muchos escritores y dibujantes que bajo sus
ordenes (de Popelaire) hicieron sus primeras armas en la arena y que hoy
descuellan con brillo en el periodismo nacional”179. Así, por ejemplo, Alone
publicó en 1909 un cuento, para ser luego “ascendido” a Zig-Zag, junto a
Roberto Alarcón quien dejaba la dirección de la revista para hacerse cargo de
Zig-Zag. Otros, sin embargo, no siendo Zig-Zag su siguiente paso, utilizaron
temporalmente Corre Vuela como un espacio de publicación de sus primeros
trabajos y obras. Jorge “Coke” Délano, por ejemplo, a mediados de la década del
‘10 y mientras aún era estudiante del Instituto Nacional envía colaboraciones a
la revista, lo que era recompensado con 150 pesos de la época180. A su vez,
Pablo Neruda –firmando como Neftalí Reyes- en 1918 publica tres poemas, en
1919 trece y, finalmente, en 1920, publicará la poesía “El cuento ingenioso”181.
También colaborarán en la revista el poeta y Premio Nacional de Literatura
Angel Cruchaga, y el dramaturgo Daniel de la Vega.
Pese a lo anterior, en términos generales no es posible encontrar en esta
revista colaboraciones permanentes de los principales escritores o periodistas del
período. Esto no hace más que reflejar el interés que animó a la empresa ZigZag en el nacimiento de esta revista: convertirla en una salida para la enorme
cantidad de trabajos que por su volumen o por su baja calidad literaria no podían
ser publicados en Zig-Zag. Así, se señala que se creó “Corre Vuela como criba
para dejar la paja picada; el grano iba a Zig-Zag” 182.
Cuando en 1912 la empresa editorial Zig-Zag es vendida a Guillermo
Helfman, dueño de la Imprenta y Editorial Universo, Corre Vuela pasa a ser una
de las seis revistas que en ese momento se publicaban en el grupo editorial. En
este contexto, sin embargo, la revista se consolida, se sedimentan unas formas,
un lenguaje y unos modos escriturales que, finalmente, encarnan una identidad
propia, centrada en su orientación popular, lo que le permite diferenciarse de las
otras revistas magazinescas que se publicaban en el período. Incluso pareciera
que con el correr del tiempo el funcionamiento de la revista tiende a
“Don Luis Popelaire”, op. cit.
Luisa Ulibarri: op. cit.
181
En el número 566, del 30 de Noviembre de 1918, Pablo Neruda publica los poemas
“Primavera” y “Mis ojos”. Ese mismo año, el 18 de diciembre, en la misma revista
publica “No te ocultes araña”
182
Lautaro García, citado por Alfonso Valdebenito: Historia del Periodismo Chileno
(1812-1955), op. cit., p. 76.
179
180
98
autonomizarse respecto de Zig-Zag, en especial, gracias el éxito comercial
alcanzado. Según indica el periodista antes citado, Corre Vuela “tuvo una vida
muy próspera” y “llegó a ser la revista de mayor circulación en Chile”. A
continuación agrega: “Corre Vuela era un verdadero bric a brac literario, del
que el buen gusto había sido proscrito. Esto explicaba la enorme acogida que
encontraba en el grueso público”183.
Hacia 1920 –según datos entregados por la propia revista- ésta tenía una
circulación que alcanzaba los 20 mil ejemplares por tirada. Era una revista con
alcance nacional, con un bajo costo de producción y con una alta venta, lo que
explica su importante crecimiento. Si en los primeros años sólo tenía ocho
páginas, para 1920 su extensión había aumentado a 36 páginas por número. El
conglomerado editorial llevó adelante una política de suscripciones que buscaba
promocionar todas las revistas asociadas a la empresa Zig Zag, estableciendo
precios nacionales e internacionales para cada una de ellas. Los precios entre las
revistas diferían bastante, pues si la suscripción anual a Zig-Zag costaba $ 28 y
para Sucesos $ 25, la de Corre Vuela sólo costaba $ 9, siendo inferior solamente
la suscripción a la revista Peneca, que estaba orientada a un público infantil.
Sin embargo, hacia Abril de 1920, producto de la crisis económica nacional y
el alza en el papel importado, los precios de las revistas se duplicaron. La
dirección de la revista cree necesario justificar esta alza, señalando que “al triple
y al cuádruple han subido también el valor del papel, las tintas, el pago de
operarios, etc.”; también señalan que idearon una estrategia comercial que
limitará los costos de la revista. Así sostienen que mejorarán la calidad de la
revista en forma y en contenido, como un modo de justificar el “sobreprecio”
que los lectores están pagando. Además, para “agradecer el favor que le
dispensan los 20.000 y tantos lectores”184, Corre Vuela decide organizar un
sorteo entre los lectores, quienes juntando diez cupones –salía uno por númerotenían derechos a un boleto para el sorteo. Este se realizó durante el mes de
septiembre, donde fueron sorteados un autopiano marca Harrington, un cuadro
al óleo, cien pesos en efectivo y cuatro suscripciones por un año a la revista185.
Este interés por no perder lectores se debía principalmente a la escasez de
publicidad que se observa en la revista, por lo que una baja ostensible en las
ventas de la revista podía acarrear graves problemas económicos para ésta. En
un número cualquiera, de las 36 páginas que componían la revista, los avisos
publicitarios no alcanzaban a cubrir cinco páginas del total de ésta; o sea, poco
más del 10% del espacio de la revista estaba destinado a publicidad, cuando,
183
Ibid., p. 76.
Corre Vuela, Nº 643, 21 de Abril de 1920.
185
Corre Vuela, Nº 665, 22 de Septiembre de 1920.
184
99
para el mismo período, Sucesos destinaba cerca del 45% para los mismos
efectos186. Por otro lado, los avisos publicitarios en su mayoría son de escaso
tamaño, sin fotografías -aun cuando suelen usar dibujos y caricaturas- y con un
gran predominio del texto escrito: estos textos buscan describir en detalle los
usos, aplicaciones y bondades del producto en cuestión.
Llama la atención también la escasa variedad de estos avisos, siendo muchos
de ellos productos farmacéuticos o destinados a la salud. El “Alimento Meyer”
para niños enfermos o convalecientes, un “Remedio para la sordera catarral y
los zumbidos de cabeza”, un remedio contra el estómago agrio, unas pastillas
especiales del doctor Munyon contra la sífilis, el reconstituyente Tricalcine para
la Tuberculosis (“el más poderoso, el más scientífico (sic), el más racional”) o la
aspirina de la empresa alemana Bayer, son algunos de los productos publicitados
en las páginas de la revista. Avisos de otro rubros son una minoría, y
descontando el de la Imprenta y Litografía Universo dueños de la revista,
encontramos algunos como éstos: “Bonos Panamá, fortuna al alcance de todos
por el ahorro”; “Tinta Alava, que no congela ni obstruye el tintero”; “La SudAmericana, Fábrica de Timbres de Goma y de Metales”.
Es notoria la casi total ausencia de publicidad referida a artículos de consumo
más onerosos o de productos ligados a adelantos o novedades tecnológicas. Esto
como contrapartida a otras revistas de magazine de la misma editorial, en las que
productos y servicios asociados a la “vida moderna” copaban el espacio
asignado para avisos publicitarios. Así, por ejemplo, en la revista Sucesos
podíamos encontrar anuncios de bicicletas, artículos fotográficos, máquinas para
calcular y escribir, gramófonos, artículos de uso doméstico tales como cocinas a
gas y parafina. Tampoco observamos en Corre Vuela anuncios de grandes
firmas importadoras, ni de las nacientes grandes tiendas o casas comerciales.
Todos estos productos modernos, y que en buena medida se van masificando
a través de su exposición y divulgación en la prensa, se encuentran relativamente
ausentes de la publicidad de Corre Vuela. Una explicación la podemos encontrar
en la caracterización que se hacía sobre el público consumidor de este magazine.
Al parecer éste no resultaba atractivo para quienes deseaban publicitar productos
de consumo suntuarios, dejando el espacio de la publicidad casi completamente
en manos de productos farmacéuticos destinados a la recuperación de la salud u
otros productos menores187.
186
Ver capítulo 2 del presente libro..
No son tampoco productos destinados al cuidado del cuerpo, entendido éste en su
concepción más estética o integral, como sí se pueden observar en revistas orientadas
hacia públicos de otros sectores sociales. Al respecto, ver el capítulo 4 del presente libro,
en especial en la parte donde se analiza la publicidad de la revista Zig Zag asociada al
público femenino.
187
100
Como se puede observar tanto en los artículos publicitados, como en el
enfoque que desde un inicio desarrolla la revista, ésta logra instalarse en un
público urbano-popular, el que merced al crecimiento de las ciudades, en
particular Santiago, aumentaba en forma explosiva. Como lo señalan los
contemporáneos, esta estrategia de desarrollo fue exitosa, y le rindió importantes
réditos a la empresa Zig Zag, demostrando además que la industria cultural se
podía hacer cargo de generar ofertas para estos grupos sociales, estableciendo
una suerte de “cordón umbilical” entre revista y pueblo, lo que veremos a
continuación188.
2.- Un magazine popular y “localista”
La caracterización de una revista magazinesca nos dice que ésta debe tener
una multiplicidad de contenidos y de temáticas. Esta descripción también tiene
validez para el caso de Corre Vuela, pues si bien hemos señalado que la
actualidad política se convierte en un elemento distintivo de la revista –
otorgándole una fisonomía particular- ésta no logra dar con todo el sentido de la
revista. Para decirlo de otro modo, las secciones dedicadas a otras temáticas no
son meras comparsas o acompañamientos de las crónicas o secciones políticas.
Una de las secciones que se presenta con regularidad es la referida a los sports
a cargo de José de la Vega, la que suele aparecer al final de cada número,
llegando a ocupar hasta dos páginas. Los deportes que con mayor frecuencia
aparecen son aquellos que en la época tenían mayor popularidad: fútbol, box,
ciclismo y atletismo. En todas las notas aparecen fotos, muchas veces
destacando a algún deportista en particular, y otras señalando a algún club
deportivo o ciertas competencias nacionales. Sin embargo, no se hace un
recorrido exhaustivo por la actualidad deportiva, sino que se tiende a destacar
determinados resultados o personajes, y en algunos casos se promocionan
competencias futuras.
Otra sección de la revista será Teatros, escrita por Roberto El Diablo, en la
que se hacen comentarios de las últimas obras presentadas, tanto en Santiago
como en provincias, así como también se entregan numerosas noticias acerca de
188
Esta expresión la utiliza Héctor Mujica para referirse a la estrategia llevada a cabo por la
prensa sensacionalista, la que, según plantea, incorpora “al hombre de la calle a la prensa
mediante el establecimiento de una suerte de cordón umbilical entre periódico y pueblo”,
en El Tabloide (Historia y Técnica), Caracas, Ministerio de Educación, 1958, citado en
Guillermo Sunkel: La prensa sensacionalista y los sectores populares, Enciclopedia
Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación, Grupo Editorial Norma, Bogota, 2002,
p. 60.
101
las principales novedades de la dramaturgia nacional. Además se hace referencia
a noticias ocurridas en disciplinas afines, como el canto y las tonadillas, el
humor, la danza, etc. La pretensión primera de esta sección no es otra que dejar
informado al público de qué obras y espectáculos se están dando, indicando
además los lugares, fechas y hora de las mismas. Por otro lado, el encargado de
la sección –quien también es dramaturgo- realiza, en un lenguaje llano,
pequeños comentarios sobre las obras de teatro y otros espectáculos. Por
ejemplo, sobre una obra de Acevedo Hernández estrenada ese año, señala que:
“con algunos cortes que la alivianen, puede figurar en un puesto de avanzada
en nuestro teatro” o sobre Paquita Escribano, una española que canta tonadillas,
nos dice que ha “regresado mejor, si cabe, que en su anterior visita, llena de
gracia, fresca y espontánea, natural, liviana y simpatiquísima”189. Como se
observa, el tipo de comentarios publicados en esta sección no responde al estilo
satírico que cultivaba esta revista para otro tipo de secciones, especialmente las
de actualidad política. Por otra parte, y al igual que en la sección de deportes,
todas las notas –que son de una página- van acompañadas de pequeñas
fotografías, generalmente retratos de artistas o dramaturgos chilenos. Finalmente
cabe hacer notar que no existen en la revista menciones importantes a la
actividad cinematográfica del país, que ya estaba bastante difundida, y que
encontraba eco en otras revistas magazinescas y en la prensa diaria.
No correspondiendo a ninguna sección en particular, Don Críspulo escribió en
la mayor parte de los números. A partir de una escritura subjetivista, este
cronista abordaba diversos temas que iban desde lo costumbrista hasta lo
político. Por ejemplo, escribió en el Nº 630 “En la Peluquería”; en el Nº 633
sobre la “plaga” de los dentistas; en el N° 650 lo hará sobre la campaña
presidencial de ese año, indicando que a esa altura hablar de Alessandri y de
Barros Borgoño “ya es una lata hostigosa, hasta el abuso de confianza”; en el
Nº 659, se referirá a los problemas suscitados en la alcaldía de Santiago, etc. En
general, el autor pretendía en su columna estar reproduciendo conversaciones
sostenidas o escuchadas por él, generalmente en la calle y de personas
ordinarias, con el fin de instalar un determinado tema.
Además de las secciones ya señaladas, el material de la revista se componía
de una gran variedad de pequeñas notas, relatos y crónica sobre los más variados
temas. Observamos aquí una heterogeneidad de formatos, estilos y lenguajes.
Algunos de estos son: “Nombres supuestos”, “Pobres Telegrafistas”, “El
Sacristán Confesor”, “El Puente Maldito”, “Carta de Traiguén”, etc. Pese a la
variedad de estos pequeños relatos, existe un punto que nos permite reunirlos:
189
Corre Vuela, Nº 657, 28 de Julio de 1920.
102
todos se refieren a hechos, sucesos o situaciones ocurridas o imaginadas en
nuestro país.
También parece pertinente anotar la falta de noticias, fotografías o historias
que hagan referencia a la vida social. No vemos desfilar por las páginas de
Corre Vuela ni a reyes y príncipes, ni a miembros de la oligarquía chilena con
sus apellidos pomposos, ni a señoras con gorros elegantes mirando las carreras
del Club Hípico. A cambio de esto, aparecen los crónicas criollistas sobre el
cochero particular, el lechero, el prestamista o el turco vendedor de baratijas.
La vida social de la aristocracia y de los sectores medios –que aparece
profusamente en otras revistas magazinescas- es reemplazada en Corre Vuela
por los retratos estáticos y melancólicos de nuestros “personajes populares”.
Sin embargo, la literatura fue la temática que mayor espacio ocupó en la
revista, ya fueran cuentos, relatos cortos o poemas. De estos, es el verso el que
mayor difusión alcanza en la revista, siendo en su mayoría poesías de estilo
tardorománticas, de muy dudosa calidad. El material publicado en literatura
estaba compuesto en importante medida por aportes hechos por los propios
lectores. Incluso una de las secciones estables de la revista lo constituía
Colaboraciones Espontáneas, donde se publicaban fundamentalmente poesías,
las que eran enviadas desde distintos lugares del país para ser publicadas en la
revista. Generalmente esto abarcaba entre una y dos páginas.
Una sección asociada a estas colaboraciones literarias era Porte Franco,
donde El Secretario le respondía a los lectores cuál era la decisión de la revista
respecto a la colaboración enviada. Resulta muy interesante esta sección por
cuanto su autor se dirige directamente al lector señalando las razones de por qué
era aceptada o rechazada su poesía, cuento, etc., lo que permite conocer que
criterios guiaban la revista en materia literaria.
Podemos decir, que existían dos tipos de razones esgrimidas por El Secretario
para rechazar una obra: una que hace referencia a la falta de contenido de la obra
o de inspiración del autor y, la otra, a las debilidades formales de la poesía o
relato en cuestión. Por ejemplo, en el Nº 628, le responde a la señorita B. T. de
Temuco: “‘Para mi ausente’, llevan por título sus versos. ¿Se refiere usted por
supuesto a su inspiración?”190. En el Nº 633, le escribe al sr. S. A. R., de
Iquique: “‘Perdóname y beraz’, intitula usted su ‘Cansión’. Ahora ¿me es
permitido decirle que mayor sarta de desatinos no he leído en jamás de los
jamases”191. Por su parte, en el Nº 661, le contesta al señor Juan del Frodal: “Le
190
191
Corre Vuela, Nº 628, 7 de Enero de 1920.
Corre Vuela, Nº 633, 11 de Febrero de 1920.
103
diré, si usted me lo permite, que su ‘Incomprensión Fatal’ no vale tres cominos.
Y no me pregunte usted por qué”192.
El Secretario para rechazar poemas o relatos breves enviados por el público
también aduce la existencia de flagrantes faltas formales a la lírica y la métrica,
lo que nos estaría hablando de un saber hacer que aún predominaba en la poesía.
Así en el Nº 633, le escribe al Sr. Vampiro, de Valparaíso: “Hay congruencia en
los conceptos y propiedad en el vocabulario, pero ¿por qué no se preocupa
usted de medir las sílabas? Sin eso no hay caso posible”193. En el Nº 641, al
señor C. O. H. de El Volcán, le dice: “Hay imaginación y propiedad en el
vocabulario, pero la medida está adulterada, y yo estoy ya, cansado de hacer
fiel ejecutor lírico de ustedes...”194. Por ultimo, en el Nº 655 le informa a la
señorita Flower que su poesía ha sido aceptada, pues es: “de una candorosidad
insuperable, y escrita con el más sumario conocimiento del idioma y de sus
reglas”195.
Sin embargo, la literatura presente en la revista no se agota en las poesías
tardorománticas, por cierto muy ajena a los movimientos vanguardistas que ya
comenzaban a florecer en el campo cultural196; en Corre Vuela aparecen, con
relativa frecuencia, poesías y relatos de corte satírico y en tono festivo. Por
ejemplo, en el N° 654, se publica el poema “Pura Envidia”, firmado por Mimo:
“Los ojitos de mi amada
la Ana Juana Seráfina
cuando me miran parecen
chonchones a parafina
(...)
Varios dicen que ella tiene
Por nariz una corneta
Y otros le dicen nariz
De asiento de bicicleta
(...)
Otros dicen que es entera
(yo no lo sé con certeza)
que mirarla, ella parece,
una gran vaca holandesa
(...)
192
Corre Vuela, Nº 661, 25 de Agosto de 1920.
Corre Vuela, Nº 633, 11 de Febrero de 1920
194
Corre Vuela, Nº 641, 7 de Abril de 1920.
195
Corre Vuela, Nº 655, 22 de Septiembre de 1920.
196
Bernardo Subercaseux, Genealogía de las vanguardias en Chile, op. cit.
193
104
no me importa que lo digan
si es todo eso... ¡pura envidia”
Por otro lado, en Corre Vuela no existe de manera estable una crónica
policial, aun cuando algunos hechos merecieron reportajes especiales, escritos
por El Detective Z. De este modo, durante el año 20 se realizaron extensos y
detallados reportajes sobre el “Salteo de la calle Ecuador” o el asesinato por
motivos pasionales en el Parque O’ Higgins. Estas noticias iban acompañadas de
fotografías de los afectados (de los muertos y los heridos en cada uno de los
casos), de la reconstitución de la escena y, si era posible, de quienes habían
cometido el delito. Sin embargo, estos temas no eran motivo de preocupación
recurrente en la revista, como para destinarle una sección estable en la revista,
aun cuando la espectacularidad de ciertos hechos ameritaba reportajes escritos o
gráficos de considerable extensión.
Debido a que era una revista de salida semanal, su estrategia para abordar este
tipo de sucesos se centraba en mostrar fotografías o vistas antes que en dar
relatos pormenorizados de los hechos. Incluso esto fue señalado con motivo del
asalto de la calle Ecuador: el redactor de Corre Vuela señaló: “Como ya la
prensa diaria ha dado amplísimos detalles de tan audaz como escandaloso
salteo, resumiremos aquí lo ocurrido con los datos gráficos podidos obtener a
última hora para nuestra revista”197. Este modo de abordar las noticias
policiales vienen a ser un anticipo de lo que posteriormente se verá en la prensa
sensacionalista y su crónica roja198. El lenguaje utilizado para abordar los
hechos policiales también nos acercan a este tipo de prensa, asumiendo lo que
Sunkel llama la estética melodramática propia de la tradición popular y que
sobrevive y se desarrolla en la industria cultural199. En este caso, observamos
como el reportaje policial de esta revista rompe con la ideología de la
objetividad, y apela a una lógica cultural que opera por imágenes antes que por
conceptos y generalizaciones200.
197
Corre Vuela, N° 630, 7 de Enero de 1920.
Para un acabado estudio sobre este tipo de prensa, ver el clásico texto de Guillermo
Sunkel: Razón y Pasión en la Prensa Popular, op. cit.
199
De ahí, por tanto, que sea necesario dejar atrás la dicotomía entre cultura de masas y
cultura popular, y pensar, tal como nos plantea Martín-Barbero, lo popular desde lo
masivo no como alienación y manipulación, sino como un nuevo modo de existencia y de
lucha, como un nuevo modo de funcionamiento de la hegemonía. En Jesús MartínBarbero: De los medios a las Mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Edit.
Gustavo Gili, Barcelona, 1987.
200
Guillermo Sunkel: La prensa sensacionalista y los sectores populares, op. cit., pp. 1920.
198
105
“La audacia de los malhechores ha tocado los límites del cinismo
más atrevido, sólo digno de un episodio de Rocambolo o de una
película de crímenes y aventuras, escuela y libro vivos hoy de
infamias y maldades para nuestro pueblo ignorante y de instintos
perversos”
Esta pretensión implícita de acercarse y coquetear con ciertas tradiciones
populares, estrategia que será crecientemente utilizada por la industria cultural,
se reflejará en Corre Vuela en la presencia de versos y poesías como forma de
relatar y contar determinados hechos:
“¡Benaiga la estafita
a la casa de Grace,
robar doscientos miles
y apretar a correr.
Pero la suerte loca,
voluble hasta rabiar,
al cazador cazado
suele a veces dejar.
Después de tantos sueños,
de interminable lista,
dormitar a la sombra,
con un paco a la vista”201
También es frecuente en las crónicas y poemas de Corre Vuela la utilización
de un lenguaje popular, por medio del cual se pretendía reproducir el habla del
roto, buscando aumentar la identificación de un determinado sujeto con este
soporte mediático. Por ejemplo, en el Nº 641, Romanangel, reproduce una
supuesta carta que un soldado le envía a la revista:
“...En la noche no pueo ni pegar una pestañá, por lo readolorío que
queo con las piruletas del día: los nervios parece que los tengo
retorcíos y las costillas lo mesmo que apalias (...) pa más recacha,
icen que pa lotra semana, en que estemos más baquianos con la
“Los pungas a la Alta Escuela”, por Otro Mozo Se le Hinque, Corre Vuela Nº 654, 7 de
Julio de 1920.
201
106
milicia, los van a llevar pal San Cristoba y se aprontan los hijunas
pa sacaos el jugo...”202
3.- Crónicas de Sátira Política:
Las secciones dedicadas al comentario de actualidad política es otro de los
componentes centrales en la revista, y le otorga el carácter distintivo al medio,
tanto porque en estas crónicas el lenguaje satírico se despliegue con propiedad
como porque en ella se deja ver con claridad una determinada concepción de la
nación, de la política y del sujeto popular que es convocado y representado por
Corre Vuela. En estas crónicas no sólo se marcará un modo particular de
presentar y comentar la política, sino también se deslizará una determinada
visión de mundo fundamentalmente conservadora y, en la cual, la política se
presenta como un espacio extraño para el pueblo, que en definitiva es el objeto
de la representación de la revista. Esta mirada sobre la política influenciará en
forma importante el modo en el cual la política es referida desde las secciones
que están dedicadas a ello en la revista.
Así la sátira, la crítica mordaz y la mirada desconfiada serán la tónica en las
secciones políticas. En éstas, la política aparece como un espacio autoreferido,
en la cual la ambición de poder y el interés de las personas son los móviles
fundamentales de la acción política. Por ejemplo, en “Lo que Pasa”, sección en
la cual encontramos ese año cinco firmas distintas203, sin cambiar en lo
fundamental en el estilo, frecuente es encontrarse con textos como el siguiente:
“A nuestros politiqueros no les va a madurar nunca el juicio. Ya se
ve que los representantes del pueblo de este país, de lo menos que
se preocupan es de sus deberes cívicos (...) Podrá seguir así
impunemente este perpetuo y desvergonzado carnaval político.
Mientras los congresales se divierten a sus anchas, ¿irá a tener
siempre la misma paciencia la enorme masa de los ciudadanos?”204
La sección “Lo que Pasa” se caracterizó por una mirada distante respecto de
la política –ya sea del sistema de partidos como de la acción política de las
organizaciones obreras-; en ella la revista se autopercibía como espectador de un
202
Corre Vuela Nº 641, 7 de Abril de 1920.
Durante 1920 firmaron como autores de aquella sección: M. G. A., Rau, el Curioso
Impertinente, Santillana y Colo-Colo. Si bien este último fue quien se hizo cargo de la
sección durante la mayor parte del año.
204
Corre Vuela, Nº 633, 11 de Febrero de 1920.
203
107
espectáculo –en general triste y lamentable- que daban los políticos a los
ciudadanos por olvidarse de sus deberes cívicos. Así la ironía y la sátira
aparecen ante sus ojos como una opción coherente con esta mirada crítica
respecto del sistema político. Sin embargo, el tratamiento dado a estas temáticas
frecuentemente adoptaba como problema aquello que conformaba la minucia y
el comidillo de la política. Por lo mismo, desde una mirada actual resultan
muchas veces incomprensibles aquellas crónicas satíricas, por el frecuente uso
de seudónimos y apodos, así como por la falta de contextualización de los
distintos temas tratados.
Otra sección que incursionaba de preferencia en la arena política era “Bric a
Brac”, escrita por Bluff. Ésta tenía la particularidad de mezclar la prosa junto al
verso satírico, casi siempre con un toque de humor, al tiempo que los distintos
temas eran tratados en forma muy breve. Por ejemplo, su comentario respecto de
la huelga del carbón ocurrida en 1920 fue el siguiente:
“¿Se ha solucionado ya la huelga en los establecimientos
carboníferos del sur? No importa, ya reventará de nuevo cualquier
día de éstos.
Los obreros verdaderos
del carbón, sanos obreros,
no abominan del trabajo.
Pero los que arman el ajo
son los otros ‘carboneros’”205
Sin embargo, tal cual lo indica su nombre, esta sección incursionó en
variadas temáticas (policiales, hechos noticiosos nacionales, deportes, etc.), e
incluso incorporó tímidamente algunas noticias extranjeras. Si bien éstas
siempre fueron una excepción, durante la época estival reemplazaron a los
comentarios sobre sucesos nacionales. Lo particular de este hecho, llevó a que el
autor comenzara su crónica diciendo que, ya que “con motivo del veraneo, en
Santiago no se mueve una paja, ni siquiera en el ojo ajeno, escarmenemos un
poco en la crónica universal”206.
Otra sección claramente política fue “Cascabeleando”, crónica escrita por Piri-pi-ti, la cual se distinguió por su estilo vehemente, sarcástico e irónico.
Comparte algunas de las características reseñadas para las otras secciones
políticas, sin embargo, tiende a ser más directa y ácida. Así en el Nº 648,
205
206
Ibíd., Nº 640, 31 de Marzo de 1920.
Ibíd., Nº 633, 11 de Febrero de 1920.
108
sostiene que en “politiquería, la dignidad, las convicciones son puras patrañas.
¿Quién les cree hoy a los políticos, politiqueros o policastros? Son unos
enfermos”207. En el Nº 654, respecto de una huelga obrera manifiesta:
“Un paro. Vocablo de novísima invención que traducida al
castellano quiere decir vagabundez, desorden, hambre, miseria y
etc. (...) Andar como lesos por las calles, perder el jornal del día,
resultar con media cabeza rota y por último llegar a la pocilga
fétida e inmunda, donde no hay luz, no hay fuego y, sobretodo, no
hay pan”208
Decíamos que la sátira y el comentario político es central en esta revista, y
en este entendido no se puede dejar de mencionar a aquellos autores que,
escribiendo de una forma más irregular y discontinuada, logran en conjunto
tener una participación importante en la configuración del estilo de la revista.
Uno de ellos Jack se destaca por escribir sus crónicas –casi siempre políticas- en
versos:
“...¿Quién les sopla esas bolinas,
quiénes les echan ¡oh, baldón!
carbón a los de las minas
de carbón?
Ya se sabe que son cuatro
agitadores maleantes
los que operan en el teatro
de las revueltas constantes.
Cuatro que viven a expensas
del apir de juicio fallo,
porque, como sinvergüenzas,
lo son a todo caballo...”209
En una línea similar a Jack escribirá Punch, así mediante versos y respetando
rimas, número de sílabas y reglas formales de construcción de un poema, se
referirá directamente a hechos de actualidad. Aún cuando éste, dado el especial
contexto internacional con Perú y Bolivia, incursionará más en temáticas
207
Ibíd., Nº 648, 26 de Mayo de 1920.
Ibíd., Nº 654, 7 de Julio de 1920.
209
“¿Hasta Cuando?”, Corre Vuela Nº 675, 1º Diciembre de 1920. Jack también escribirá,
entre otras crónicas: “Crisis de Papel”, “El último impuesto”, “Proyecto de Ley”, “A
ver si me inscribo”, etc.
208
109
referidas a la importancia y valor de lo nacional, y a la necesidad de enfrentar a
los “enemigos internos”210. En el Nº 657, escribirá “La derrota de los
derrotistas”, celebrando el asalto al local de la FECH por parte de las turbas
nacionalistas como consecuencia de su postura pacifista en el conflicto con Perú
y Bolivia:
“Las más oprobiosas marcas
de la opinión que se estima,
les han caído hoy encima
a Gandulfos y Labarcas.
(...)
¡Caiga la hidra de siete
cabezas, de la derrota,
y a ver si de nuevo brota
bajo el severo machete!
¡Y desbordando en civismo
y ardidos en patrio afán,
asistamos a la gran
derrota del derrotismo!”211
Otros redactores relativamente estables de la revista, y centrados en el
comidillo político eran: Mac Vea y Rau. Ambos escribían en prosa, con un
lenguaje menos satírico y más agresivo, en particular cuando incursionaron en
temáticas referidas a los conflictos sociales y políticos, así como cuando
percibieron que debían hacer referencia al problema nacional. Por ejemplo, Rau
en el Nº 657 escribe “Duro con Ellos”, donde sostiene lo siguiente:
“Los enemigos de Chile, han logrado encontrar aliados entre
algunos de nuestros compatriotas, que se han dejado corromper por
el oro extranjero o que son víctimas de enfermedades mentales... En
210
Para la mejor comprensión de 1920, no se puede dejar de mencionar la guerra de Don
Ladislao. So pretexto de una movilización peruana y boliviana producto de un golpe de
Estado en este último país, don Ladislao Errázuriz, ministro del Interior del gobierno de
Juan L. Sanfuentes, decretó la movilización general de las tropas y las envió hacia el
norte. La historiografía ha señalado que este hecho no fue más que un intento por impedir
la elección de Alessandri –que en ese momento dirimía el cargo elector a elector con
Barros Borgoño, el otro candidato a la presidencia-, buscando distraer la atención de la
opinión pública y sacando de Santiago a las tropas consideradas alessandristas. Ver René
Millar: op. cit.
211
“La derrota de los derrotistas”, Corre Vuela, Nº 657, 28 Julio de 1920.
110
ambos casos deben tomarse medidas enérgicas contra semejantes
traidores. (...) No hallarán en Chile nadie que los ampare. Vagarán
ocultos y perseguidos hasta que las manos patriotas se apoderen de
ellos y hagan el escarmiento que merecen.”212
Por su parte Mac Vea, quien durante un corto lapso estuvo a cargo de la
sección “Lo que Pasa”, escribió constantemente en la revista. Sus temáticas
principales durante este año fueron el nacionalismo y la decadencia de la
política. A mediados de año, cuando el problema con Perú estaba en su
momento más álgido, escribe en el Nº 655 una crónica que intitula “Macacos”,
en la cual sale en defensa de unos ciudadanos chilenos que habían sido acusados
de espionaje por Perú:
“¿Que se manda a averiguar al Perú cuando todo el mundo sabe de
los recursos con que cuenta, la importancia de su ejercito, lleno de
coroneles y generales ascendidos en los motines de cuartel (...) y
más que todo el valor menguado de una raza infestada
completamente de sangre negra. Sería inútil poner elementos
modernos de combate en manos de un pueblo que sólo posee un diez
por ciento de sangre blanca. (...) Se necesitan hombres de espíritu
militar, de empuje, de valor reconocido. Y eso lo da únicamente la
raza”213
Es el roto chileno, aquel que combatió en Yungay y en Chorrillos, el sujeto
que mejor mostraría la pureza y fortaleza de la raza. En ese sentido, aparece
como una reserva de la nación, pues resumiría -en todo lo de premodernidad que
aún guarda esta imagen- lo más representativo de los habitantes de este pueblo.
Esto lo podemos observar en el poema “El roto chileno”, aparecido en el Nº 648
de la revista:
“Muestra en su semblante, tosco y altanero,
el gesto indomable, de raza gigante,
que por los suburbios pasea insultante,
su cuerpo de atleta, ágil, pendenciero.
“Duro con ellos”, Corre Vuela, Nº 657, 28 Julio de 1920. Además escribirá durante
1920, entre otras crónicas: “El 18%”, “Al vuelo”, “Giras Políticas”, “Donde va a
veranear”, “Periodistas Electorales”, “Encefalitis”, “Paros”.
213
“Macacos”, Nº 655, 14 de Julio de 1920. Mac Vea escribirá además: “Finis León”,
“Anarkos”, “Farándulas”, “Huelgas”, “Deportistas Belicosos”, “Partidarios por Fuerza”,
“Contra los tongos”, “Duelos”, etc.
212
111
Bebedor alegre, gran aventurero,
cuentista de cepa y genio chispeante,
siempre en los corrillos pone susurrante,
el chiste festivo, punzante o ligero.
No perdona jamás el hondo agravio
que enemigo ‘compinche’ le infiriera,
de la contienda en la implacable racha.
Porque es capaz, (sin miedos y sin resabio),
¡por su madre, su china y su bandera,
de enterrar el puñal hasta la cacha...!”214
Este tipo de crónicas y temáticas fueron una constante durante aquel año, y si
bien el nacionalismo que reflejan se explica en cierta medida por la especial
coyuntura de nuestro país, no deja de ser sintomático el tipo de argumentación y
los contenidos que se ponen a circular en relación al tema de la patria y la
nacionalidad. Pues no es este particular contexto el que construye unos
determinados discursos, por el contrario, sólo permite que afloren y que se
develen con mayor crudeza, dejando en evidencia que –tal como lo sostenía
Subercaseaux- el nacionalismo es la fuerza cultural dominante del período. La
existencia de enemigos internos en el país, la política como división artificial del
alma nacional, la existencia del Otro (Perú, principalmente) que se presenta
siempre como amenaza y al cual hay que combatir, así como el supuesto valor
esencial de la raza chilena por sobre las demás de América, son los tópicos
frecuentes que se dejan ver en relación a este tema215.
Las secciones políticas que hasta aquí hemos presentado (“Lo que Pasa”,
“Cascabeleando” y “Bric a Brac”), así como los redactores estables, tienen la
particularidad no sólo de corresponder a distintos formatos y estilos, sino
también al hecho de que estas crónicas políticas comparten el uso de un lenguaje
asertivo y basado en afirmaciones que se debieran sostener por sí solas. Llama la
atención por su parte, el hecho de que se utilizara profusamente el verso para
contar, relatar o comentar la política o ciertos hechos ocurridos en el país.
Pensamos que se debe establecer algún tipo de relación con cierta tradición
214
J. Espinoza y Soto, Corre Vuela Nº 648, 26 de Mayo de 1920.
Para una acabada discusión sobre las distintas versiones de la identidad nacional, ver
Jorge Larraín: Identidad Chilena, LOM Ediciones, Santiago, 2001.
215
112
existente en el campo popular respecto de contar noticias por medio de la lírica y
del verso216.
Al contrario de lo que será corriente en otras revistas magazinescas, Corre
Vuela carece casi por completo de referencias a temáticas políticas o hechos
ocurridos en el extranjero. Como lo vimos para una de estas secciones, la
escasez de noticias internacionales y la incorporación de hechos recogidos desde
el cable, mereció su justificación en las mismas páginas de la revista. Es así que
no aparecerán los conflictos de Europa, la Revolución Rusa o las discusiones de
la Sociedad de las Naciones, entre otros procesos políticos que ocuparon
espacios importantes en los otros medios del mismo género. Menciones a lo
internacional sólo tenía sentido cuando de ahí se derivaba un comentario
respecto de algún tópico claramente localizable. Así, la política nacional –bajo
su particular prisma y mirada- será el centro de la atención de estos autores,
quienes mostraron un escaso interés por lo “lejano”.
4.- El imperio de la caricatura
Para concluir debemos hacer mención al tratamiento de lo icónico en esta
revista, indicando que el modo en que esto se presenta no es casual, y que
muestra con claridad la orientación “popular” de la revista. En primer lugar, se
debe destacar la casi total ausencia de fotografías junto a las columnas, crónicas
y secciones dedicadas a la actualidad política. Estas son acompañadas casi
siempre por caricaturas o dibujos satíricos, buscando retratar o representar, de
algún modo, lo dicho por los redactores217. Esto se puede explicar a partir del
tipo de lenguaje y disposición argumental de las crónicas políticas. Dado que
éstas, en su gran mayoría, buscan satirizar –humorística o irónicamente- la
realidad política, por lo que tienden a deformarla con un afán crítico o mordaz,
no resulta coherente la utilización de una imagen que, como la fotografía, tiene
pretensiones de transparencia respecto del objeto. Es, por el contrario, la
caricatura en tanto no se autopretende reflejo fiel de la realidad, sino una
representación subjetiva de la misma, la que mejor se adecua al tipo de
construcción discursiva presente en los textos satíricos. En ese sentido, la
palabra y la imagen, lo escrito y lo visual, se corresponden en su pretensión
enunciativa, conformando en conjunto un poderoso dispositivo discursivo. La
216
Guillermo Sunkel trabaja la relación entre las liras populares y la prensa popular de
masas. Ver Guillermo Sunkel, op. cit., 20 y ss.
217
El principal dibujante de la revista era Galvarino Lee (Bonsoir), a quien se deben la
mayoría de las portadas y los principales dibujos satíricos de políticos. También aparecen
dibujos de Ego Sum, Denegri, Chamburgo, Mimo, Rantugo, etc.
113
deformidad que representa en sí misma la caricatura, es el correlato de la sátira
presente en las crónicas de la revista, la que a su vez trataba de actualizar la
tradición humorística y satírica de la cultura popular218. Pero también las
caricaturas presentes en Corre Vuela buscan remedar aquella veta humorística
presente en la plebe, alejándose de la tradición liberal de humor gráfico, como
fue el caso de Juan Rafael Allende durante el siglo XIX219. Así, tanto los escritos
satíricos como las caricaturas, no están construidas sobre la base de un humor
negro que apela a la racionalidad y la comprensión. Más bien, se acercan a una
expresividad melodramática propia de la cultura popular, pero ahora producida y
distribuida por una editorial, fiel representante de la industria cultural y la
cultura de masas que está en pleno proceso de consolidación. Es esta
imbricación justamente la que dota de particularidad a esta revista.
Por otro lado, si el discurso sobre la sociedad presente en Corre Vuela pone
el acento –desde una mirada conservadora, por cierto- en la distancia existente e
insalvable entre futres y rotos, entre los políticos y el pueblo, las caricaturas
reflejarán esto. Estos actores son, sin duda, los principales protagonistas de las
caricaturas de Corre Vuela. Por lo mismo, es frecuente que aparezcan
personajes populares junto a renombradas figuras de la política nacional, ya sea
dialogando con ellos como también adoptando actitudes pasivas, observándolos
siempre con distancia y recelo. Por ejemplo, en el N° 650, se observa en dos
recuadros distintos a Barros Borgoño y Alessandri, ambos candidatos a la
presidencia, de pie en el banco de una plaza dando encendidos discursos a la
muchedumbre. A un costado, en otra viñeta, sale un “roto”, quien dice: “Uno
masón, otro beato y los dos mienten ¡mecachis! Háganles caso a estas machis,
¡y el pueblo pagará el pato!”220.
Esto no implica que las caricaturas hayan sido siempre meros
acompañamientos de las crónicas políticas. Por el contrario, en distintas
ocasiones alcanzan un grado de autonomía importante, lo que se refleja en que
muchas veces éstas son la parte más substancial de la textualidad, relegando a la
Para Maximiliano Salinas: “El flujo de la comicidad popular cultivada por siglos fue
derrochado ciertamente en el lenguaje y la literatura orales. A veces se recogió en las hojas,
tan fugaces como el repentismo de las décimas, de las liras populares de fines del siglo
XIX y primeras décadas del siglo XX. Allí circuló el habla feliz, corporal y desprejuiciada
del pueblo donde sobre todo el humor junto al amor se buscaron y encendieron mutua y
alborozadamente”. En Maximiliano Salinas: Risa y Cultura en Chile, Documento de
Trabajo N° 1, Universidad Arcis, Santiago, 1996.
219
M. Bastidas, “La prensa gráfica satírico-humorística: expresión de modernidad en Chile en
el siglo XIX. Un autor relevante: Juan Rafael Allende”, Memoria de Título, Escuela de
Sociología Universidad ARCIS, Santiago 1996.
220
Corre Vuela, N° 650, del 9 de Junio de 1920.
218
114
letra a un segundo plano. Por ejemplo, la mayor parte las portadas correspondían
a una caricatura que intentaba dar cuenta de los sucesos de la actualidad política.
Esta centralidad de la caricatura no implicaba en modo alguno que las
fotografías estuvieran ausentes de la revista. De hecho, secciones no
relacionadas con la actualidad política , tales como las de Teatro o Deportes,
incluían fotografías de dramaturgos y actores de teatros, así como de deportistas
destacados. Del mismo modo, los reportajes a hechos considerados relevantes
(robos con conmoción pública, elección del año ’20, movilización de tropas
hacia el norte en el marco de la Guerra de Don Ladislao, etc.), serán tratadas
básicamente en torno a las fotografías, lo que se explicaba en la revista debido a
la necesidad de mostrar algo distinto, novedoso, que los distinguiera de la prensa
diaria, la que ya había informado profusamente de cada uno de estos hechos. Sin
embargo, en estas secciones lo escrito y lo icónico abandonaba el lenguaje
mordaz, asumiendo –en muchas ocasiones- un tono de objetividad similar al
ocupado por otras publicaciones de la época. La satira es excluida del
tratamiento, por ejemplo, de las noticias teatrales y deportivas, pues ahí prima el
interés por el reconocimiento y admiración pública de actores y deportistas,
antes que la risa y el humor a merced de ellos.
5.- Apuntes Finales
Al interior del campo de las revistas magazinescas de la época, Corre Vuela
significa un desplazamiento respecto de algunas de las características que hemos
mencionado como centrales de este género comunicacional. Comparte con ellas
la multiplicidad textual, la diversidad de formatos y contenidos, pero tiene –al
igual que las otras- un determinado énfasis que nos permite identificarla y
señalar su particularidad. En primer término, ésta se refiere a la abundante
presencia de la sátira política, genero con el cual se encuentra muy cercano, y
del que adopta parte importante de los estilos y modos que observamos en sus
páginas. Sin embargo, no creemos que sea posible subsumir esta revista al
interior de la prensa satírica. Sus pretensiones declaradas de entretener, sus
múltiples temáticas, contenidos y secciones que no responden a aquel género,
nos permiten sostener todavía que Corre Vuela es una revista magazinesca.
Por otra parte, aquel desplazamiento del que hablábamos, se produce -en lo
particular- en la dificultad de hacer extensiva la matriz modernizante y
universalista como motor que guía esta revista. ¿De qué modo, entonces,
caracterizar a esta revista? Pensamos, a modo de hipótesis, que Corre Vuela es
un intento por transferir a unos modos y matrices universales, propios del género
magazinesco, unos contenidos locales y populares. Esta identificación con lo
115
popular, rescatando y apropiándose de ciertas tradiciones estéticas y narrativas
provenientes de ese campo, se encuentra mediado y articulado por la industria
cultural. Este no es este un dato menor, los dueños de esta revista son los
mismos de Zig-Zag, Sucesos y Pacífico Magazine, exponentes claros de aquella
matriz universalista. Por lo tanto, esta pretensión localista, defensora de lo
nacional, parece ser más una operación de mercado que un postulado ideológico
por parte de los propietarios de Corre Vuela.
El hecho de que esta revista haya sido una de las más leídas de aquel tiempo,
con más de 20.000 ejemplares vendidos por número, nos permite sostener que el
éxito de la revista se produce por su capacidad de producir identificación entre el
lector y el medio de prensa, en este caso Corre Vuela. Proceso que se realiza a
través de la reivindicación explícita de lo nacional y de una identidad fuerte y
esencial; aspectos que manifiestan –como sostiene Subercaseaux- un importante
poder movilizador entre los sectores populares en aquel período. Sólo a modo de
hipótesis, se puede plantear que esta revista se ubica en el espacio abierto -y no
ocupado- por una prensa obrera de la época que es fundamentalmente
universalista.
Sin embargo, este proceso de identificación se hace sobre la base de la representación de lo popular, entendido más bien como lo pintoresco y lo criollo.
De ahí la presencia constante del roto chileno, de los personajes populares, del
habla coloquial, con lo que se pretende generar la ficción del pueblo hablando a
través la revista. Por eso lo que aparece como tema constante de la revista, en
tanto material de discurso, es lo nacional y, dentro de eso, lo popular. No es la
clase -al contrario de las publicaciones obreras- sino el pueblo en abstracto,
indefinido, el objeto de referencialidad y de interpelación de la revista Corre
Vuela.
116
SEGUNDA PARTE
LOS DIARIOS
117
CAPITULO 6
EL “CAMPO PERIODISTICO” EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX
Eduardo Santa Cruz A.
"El siglo XX dio nacimiento en Chile a un
periodismo y a una prensa de gran
envergadura, hasta entonces ignorados, cuyo
carácter es preponderantemente informativo
(...) Los diarios de esta época comienzan a
ampliar sus servicios noticiosos creando un
sinnúmero de secciones, que se caracterizan
principalmente por la índole de sus
informaciones
de
carácter
netamente
221
objetivo"
Hacia este período se habían creado en nuestro país las condiciones políticas,
económicas, sociales y culturales para la aparición de una auténtica prensa de
empresa, que es la consumación de la libertad de prensa, en el marco del
pensamiento liberal que hegemonizaba ideológica y culturalmente la sociedad
chilena. En la lucha contra el poder monárquico o una aristocracia conservadora,
como en nuestro caso, el pensamiento liberal consagró como uno de los
derechos fundamentales del individuo, el de la libertad de expresión e
información, cuestión básica para el desarrollo de una opinión pública capaz de
operar como base de la representatividad y legitimidad del poder. Entre las
condiciones citadas se encontraba el crecimiento de las ciudades y de proporción
de la población urbana, la expansión del aparato educacional y la reducción del
analfabetismo, el desarrollo y crecimiento del campo cultural222, los avances
tecnológicos en la imprenta y un marco legal suficientemente permisivo como
para hacer atractiva la inversión de capitales en el negocio informativo, cuestión
asegurada por la ley de imprenta liberal de 1872.
221
Alfonso Valdebenito, op. cit.
Gonzalo Catalán: “Antecedentes sobre la transformación del campo literario en Chile
entre 1890 y 1920”, en José Joaquín Brunner y Gonzalo Catalán: Cinco estudios sobre
cultura y sociedad. FLACSO, Santiago, 1985.
222
118
Así, se articularon tendencias más bien universales del desarrollo moderno
con las características y formas específicas de la modernización capitalista
chilena, emergiendo en nuestro país en sus características básicas un mercado
informativo y cultural de tipo moderno223, incluyendo un plano diferenciado de
desarrollo de una esfera pública plebeya y popular, desde donde se articuló la
lucha por la emergencia de una cultura popular masiva que reivindicaba la plena
visibilidad y legitimidad de su carta de ciudadanía, lo que se expresó en el
ámbito periodístico en la llamada prensa obrera, como veremos más adelante.224
Además, el nacimiento y desarrollo de la prensa de empresa vino a dar cuenta
del hecho fundante de que:
"...desde su origen el dispositivo moderno de la información estuvo
conformado por la expansión del mercado, de tal manera que el
proceso de producción de las noticias (...) se halla en relación
indisoluble con el proceso de transformación en "noticia" del
modelo industrial de producción"225
Jesús Martín-Barbero agrega que el proyecto político liberal que racionaliza el
desarrollo de la prensa es inseparable de la organización económica del libre
cambio, ya que es al ritmo del desarrollo de las relaciones de mercado y de sus
exigencias que la prensa liberal moderna va adquiriendo su forma, cuestión, que
dicho sea de paso, también es clave para entender las transformaciones actuales
en la prensa. Por ello, la libertad de información no es solamente una
reivindicación fundamental para la emergencia del ciudadano opinante, sino que
constituye el elemento articulador del crecimiento del mercado informativo y de
su actor cultural, la empresa periodística, ya que:
"...la doctrina liberal sobre la prensa parte de la base de que la
buena información tiende naturalmente a derrotar a la mala,
siempre y cuando sea posible el libre juego de la competencia, esto
es que cada cual publique lo que quiera y cada cual compre la
información que desee"226
223
John B. Thompson: Los media y la modernidad. Una teoría de los medios de
comunicación. Paidós Comunicación, Barcelona, 1998.
224
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A.: op. cit.
225
Jesús Martín-Barbero: Procesos de comunicación y matrices culturales. Itinerario para
salir de una razón dualista, op. cit., p. 49.
226
Idem., p. 50.
119
En su desarrollo, la prensa liberal moderna logró una articulación clave entre
el autodesignado rol de vocero y orientador de la opinión pública, por un lado, y
el logro de sus intereses económicos, ligados a los procesos de masificación y
ampliación del mercado informativo y cultural, por el otro. Ello es entendible
alrededor de la noción misma de noticia, como materia prima básica del
periodismo moderno y de la idea de prensa como mediador entre los individuos
y la sociedad. El imperio de lo noticioso determinó la aparición de géneros,
estilos y técnicas periodísticas específicas. La noticia debía ser escrita en forma
breve, precisa y escueta, sin adjetivos ni opiniones. La propia técnica aseguraba
la neutralidad del periodista, profesional específico surgido con la aparición de
la empresa periodística, cuya posición y función se legitimaba desde una cuasi
ontología profesional, que lo ubicaba como testigo de la historia, objetivo, pero
a la vez, comprometido con la verdad y el servicio del público. Esta paradójica
dualidad solamente se podía sostener en la medida que se asumiera
axiomáticamente el hecho de que las noticias existían en tanto que tales, de
manera objetiva e independiente y que la prensa lo que hacía era simplemente
registrarlas, es decir, dejar que hablaran por si mismas227. Se supone entonces
que la prensa sólo opina a través de la editorial y la eficiente aplicación de las
técnicas periodísticas permitirían la distancia que se postula frente a los hechos,
ya que: "La objetividad no es otra cosa que contar los hechos tales como
son"228.
En ese marco, la prensa liberal moderna se sostenía sobre dos pilares: por un
lado, la existencia de la noticia y, por otro, la capacidad de difundirlas
masivamente. La capacidad de encontrar las noticias, vale decir de seleccionar
aquellos hechos necesarios como insumos para la formación de la opinión y de
expresarlas de manera que fueran fácil y rápidamente decodificadas por un
público anónimo y heterogéneo, fue lo que delimitó el campo propio y
específico del periodista (vale aquí incluir la mitología del olfato y la intuición
periodísticas, para algunos atributos innatos; para otros, factibles de formar y
adiestrar):
"No puede existir (...) ni como supuesto teórico (...) un periodismo
sin lectores. La recepción es, pues, un factor imprescindible para
que exista periodismo. El factor estético crea Literatura. El factor
227
Mitchell Charnley: Periodismo informativo. Editorial Troquel, Buenos Aires.
Emilio Filippi: “Editorial”, Revista ERCILLA 2000 semanas (Edición extra), Santiago,
Noviembre-Diciembre 1973.
228
120
comunicativo crea periodismo. Un texto sin lectores puede ser
Literatura, pero nunca periodismo"229
Junto a lo anterior, permitió el desarrollo de la visión del periodismo como
mediación social. Así, el periodista como mediador es el que tenía por función
entregar la visión de totalidad del acontecer (los hechos de Chile y el mundo) y
con ello de activar las relaciones y prácticas sociales, de constituir opinión y ser
su portavoz y, en un sentido tal vez más trascendente, configurar con ello un
sentido común cristalizado:
"Los medios ejercen de esta manera una mediación general
encaminada a lograr que todos se enteren de lo que hacen todos, lo
entiendan y lo comenten y que en lo posible todo el mundo
intervenga e influya en todo."230
Así, se haría insustituible la relación entre la democratización y masificación
de la noticia con la democratización política. El fundamento de esa actividad
mediadora es la existencia autónoma y objetiva de la noticia, portadora de su
propia verdad.
La prensa chilena va a vivir el desarrollo de estos procesos que van a culminar
con la consolidación del modelo periodístico liberal moderno, en tanto forma
hegemónica de practicar el oficio, durante las dos primeras décadas del siglo
veinte. Simbólicamente, el hito fundacional de la entrada del periodismo
nacional en la sociedad moderna ha sido estimado, en forma relativamente
consensual, en la fundación de El Mercurio, de Santiago, el 1° de Junio de 1900.
Sin embargo, como se ha recalcado recientemente231, ello implicó un período no
menor de avances y retrocesos, de cambios y rediseños de las estrategias
comunicacionales, incluso en el caso del diario de Edwards. Al examinar lo
sucedido en el conjunto del campo periodístico nacional lo que emerge es un
cuadro complejo en que durante un tiempo coexistirán competitivamente
distintos tipos de diarios, lo cual más o menos dura toda la primera década,
mostrando un nítido perfil transicional. Un testigo y actor de esa realidad la
explicaba posteriormente, poniendo el énfasis en el carácter determinante que
229
J. M. Casasus y L. Núñez: Estilo y generos periodisticos, Ariel Comunicaciones,
Barcelona, 1991, p. 66.
230
Lorenzo Gomis: Teoría del periodismo. Cómo se forma el presente. Paidós
Comunicaciones, Barcelona, 1991, p. 198.
231
Ver Patricio Bernedo y Eduardo Arriagada: “Los inicios de El Mercurio de Santiago en
el epistolario de Agustín Edwards Mac Clure (1899-1905)”. En Historia N° 35, Instituto
de Historia, Universidad Católica de Chile, Santiago, 2002.
121
jugó el factor económico, en términos de consolidar como hegemónica a la
empresa periodística:
"Con el aumento brusco de la población en las grandes ciudades, la
vida se complicaba en forma peligrosa. El comercio exigía diarios
de propaganda que favorecieran el intercambio de productos, y
para ello era necesario que la hoja informativa penetrase a hogares
de los más opuestos credos. ¡Aumentar el tiraje! ¡Contratar avisos!
He ahí la orden del nuevo periodismo. Sin una vasta circulación, un
diario no podía exigir avisos a precios remunerativos. Por otra
parte, para obtener tiraje crecido era necesario saber interesar a
un público heterogéneo y subdividido hasta el infinito. Un
periodista moderno debía preguntarse antes que nada: ¿Cuál es mi
público? ¿Qué lectura debo ofrecerle? Y como respuesta, debía
distribuir su atención en un extenso círculo de lectores. (...) El
periodismo de 1900 comprendió el problema en casi la totalidad de
su extensión. Lo que no calcularon bien los propietarios de
publicaciones fue el sacrificio monetario que imponían las nuevas
costumbres periodísticas. Aumentaron su capital, pero no en la
proporción debida. (...) El diario moderno no puede llenar su
programa con la sola buena voluntad de la dirección y de su
personal. Necesita elementos, y todavía más, reservas cuantiosas de
dinero para afrontar las pérdidas de los primeros años. (...) El
Mercurio y El Diario Ilustrado dieron la pauta de lo que debería
ser el diario chileno del futuro"232
En las páginas siguientes intentaremos dar cuenta de las características
centrales que fue adquiriendo el proceso de transformación de la prensa chilena.
232
Fernando Santiván: op. cit., p. 1599. Santiván constituye una opinión autorizada, ya que
su propia trayectoria da cuenta de buena parte del proceso. Muy joven y ya iniciada su
carrera literaria, se incorpora al diario católico El Porvenir, como forma de subsistencia.
Luego pasa a los también católicos El Diario Popular y La Unión, a pesar de sus
convicciones cercanas al Anarquismo y antes de ser una figura ya consagrada en el
ambiente literario. Sólo después se integrará como figura a Zig Zag y a la colaboración
con otros medios, como el radical La Razón. De alguna forma, en él se manifiesta
vivencialmente la separación entre el periodista profesional y el escritor, propia de la
modernización del campo cultural chileno en ese período.
122
La transición hacia el periodismo liberal moderno
El proceso de transformaciones que vive la prensa chilena a comienzos del
siglo veinte significó una transición entre un tipo de periodismo, más ligado a la
vocería y difusión de doctrinas como expresión de partidos o grupos
políticamente definidos, a otro, más bien ligado a las exigencias de un mercado
informativo en creciente desarrollo y expresadas fundamentalmente bajo la
forma de la ampliación del círculo de lectores y la captura de publicidad. En
dicho proceso es posible diferenciar dos fases, en términos generales y amplios.
Una primera etapa que, más o menos abarca toda la primera década en que
coexisten diversos tipos de diarios, en que junto a la voluntad, decisión y capital
que El Mercurio pone en acción a fin de instalar exitosamente la nueva forma de
hacer periodismo, permanecen dificultosamente diarios protagonistas de las
últimas décadas del siglo anterior y, también, aparecen nuevos medios de vida
más o menos efímera, que no son propiamente clasificables en uno u otro de los
anteriores.
En esos primeros años del siglo entrante van a desaparecer cuatro diarios de
importancia significativa, aunque por razones disímiles. Un caso destacable lo
constituye el de La Libertad Electoral, fundada en 1886 al concluir el gobierno
de Domingo Santa María para combatir la intervención oficial en las elecciones.
Sin embargo, a pesar de este propósito determinado por la coyuntura política,
motivación por lo demás común en la fundación de diarios y periódicos en el
siglo XIX, hay en él ciertos elementos que lo distinguen de aquellos y que dicen
relación con los cambios que se acercaban. Uno primero es el hecho de que La
Libertad Electoral fue fundado por los hermanos Augusto y Eduardo Matte
Pérez como órgano oficioso del Partido Liberal, pero dos años más tarde, en
Diciembre de 1888 se conformó la propiedad como sociedad anónima233. Hasta
1891 su director fue Adolfo Guerrero, año en que fue clausurado en el contexto
de la Guerra Civil, por su oposición a Balmaceda. Posteriormente, asumió como
director Víctor Bianchi Tupper. Si bien el diario asoma como un prototipo del
medio instrumental a la difusión doctrinaria y herramienta de la lucha política234,
tuvo al decir de Luis Orrego Luco una segunda característica que lo hace
novedoso, ya que en él “la noticia comenzó a tomar (...) un lugar casi tan
233
El primer directorio de la flamante sociedad estuvo constituido por Melchor Concha y
Toro, Manuel García de la Huerta, Eduardo Matte Pérez, Mariano Sánchez Fontecilla y
José Fco. Vergara.
234
Para corroborar lo anterior basta revisar la lista de algunos de sus colaboradores:
Maximiliano Ibáñez, José V. Lastarria, Benjamín Vicuña Subercaseaux, Miguel L.
Amunátegui, Diego Barros Arana, Luis Orrego Luco, entre otros.
123
importante como en la (prensa) norteamericana”235. Sin embargo, sería
exagerado atribuirle a este diario características que lo ligaran directamente a los
intentos posteriores de prensa liberal moderna. Por el contrario, su perfil
dominante respondía más a la concepción decimonónica, cuestión que el propio
diario dejó de manifiesto en su último número, aparecido el 31 de Diciembre de
1901 y en cuya editorial se señalaba que el Partido Liberal estaba organizando
un nuevo diario que vendría a ser su sucesor.
Un segundo caso es el de La Ley, fundado el 10 de Junio de 1894 por Juan
Agustín Palazuelos, con el slogan de Diario radical. Durante toda su existencia
(1894-1910) tuvo cuatro páginas, tamaño sábana, sin fotografías ni ilustraciones
y escrito a ocho columnas. Dicho diario es posible clasificarlo como uno de los
mejores exponentes de difusión doctrinaria y ese juicio se puede sostener, al
menos, en las siguientes características que el análisis de su estrategia
periodística devela: en primer término, la mayor parte de sus contenidos incluso
informativos dice relación con la política, entendida ésta como el
funcionamiento del sistema de partidos y la acción del gobierno. Así, las
secciones más estables son lógicamente la Editorial que va siempre en la
primera página, junto a Actualidad y Notas del día, ambas incluyen casi
exclusivamente temáticas como las señaladas. Una segunda cuestión es que
aunque trate temas relacionados con otros aspectos de la vida social, éstos son
leídos e interpretados desde la doctrina o se establece alguna relación con ésta.
Por último, cabe consignar un elemento propiamente periodístico, cual es el
hecho de que una parte importante de los contenidos del diario tiene la forma de
lo que en la época se denominaba Remitidos, es decir artículos o cartas enviadas
por lectores, normalmente personalidades afines al pensamiento del diario.
Como hemos analizado en otro texto236, la corriente moderna en la prensa más
bien apuntaba a su desaparición y reemplazo por periodistas profesionales.
Incluso lo que es presentado como mera información en el diario, muchas veces
tiene dicho origen.
Si bien lo anterior constituye lo medular del diario, éste incluye otras
secciones menores que tienen estabilidad a lo largo de la década y que
constituyen una suerte de concesión a la vocación por la información que en la
época se está imponiendo en la prensa nacional. Es interesante que ellas se
ocupen de ámbitos relacionados con una creciente y masiva adhesión, como son
el teatro y los espectáculos, por una parte, y los deportes, por otra. De igual
forma, el diario no renuncia a la publicación de folletines, como por ejemplo
235
Citado en Raúl Silva Castro: Prensa y periodismo en Chile. Ediciones U. de Chile,
Santiago, 1958, p. 307.
236
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
124
Verdad de Emile Zolá en 1903. Sin embargo, desde 1905 en adelante esta
práctica desaparecerá. También hay espacio para las noticias que, en forma de
telegramas transcritos textualmente, vienen del extranjero o de provincias. Estas
últimas ganaron mayor espacio en estos últimos años de circulación del diario
cuando su slogan pasó a ser Diario radical de la mañana, órgano de los
intereses de las provincias. Según datos de Silva Castro, hacia 1908 La Ley tenía
una circulación cercana a los 12.000 ejemplares diarios. Sin embargo, ello no
sería suficiente para asegurar la supervivencia autónoma y dejó de aparecer el 22
de Mayo de 1910.
Un caso distinto, pero igualmente significativo, lo constituyó La Tarde. Se
trató de un vespertino que comenzó a aparecer el 1° de Enero de 1897, fundado
por los hermanos Galo y Alfredo Irarrázaval Zañartu, ambos poseedores ya de
un nombre en el medio periodístico nacional237. Instaló sus oficinas en la calle
Bandera, entre Compañía y Catedral y al decir de Silva Castro: "Era su
intención hacer un nuevo tipo de periodismo, en que la ligereza de la redacción
y la gracia de la forma pudieran combinarse con altivas campañas de orden
político"238. Entre estas últimas destacaron las relacionadas con la política
exterior del gobierno de Errázuriz Echaurren, acerca de los problemas limítrofes
con Argentina y Perú y la defensa del papel moneda frente al patrón oro, en el
ámbito económico. Sin embargo, la experiencia estrictamente periodística de sus
fundadores los llevó a darle al diario tanto un estilo más cercano a lo
informativo, así como diversificar sus contenidos en la perspectiva de ampliar su
radio de circulación. En esa dirección, publicaba un suplemento literario llamado
Los Lunes, debido a que aparecía ese día de la semana y en el que haría sus
primeras armas Augusto D' Halmar. Fueron también colaboradores Gonzalo
Bulnes, Luis y Augusto Orrego Luco, Emilio Rodríguez Mendoza, conocido por
su seudónimo A. de Gery, y Carlos Varas Montero (Mont Calm), quien en este
diario comenzó su carrera239. Según el testimonio de uno de ellos, La Tarde era:
"...nuevo como estilo, sin "remitidos" ni editoriales de levita y
sombrero de ocho luces y, en cambio, lleno de artículos, crónicas,
reportajes e instantáneas, ágiles, livianos e informaciones en que
237
Alfredo Irarrázaval Zañartu (1867-1934). Se había destacado en años anteriores en La
Época. Luego, colaboró en El Heraldo, El Diario y La Mañana. Retirado de la prensa,
ingresó al servicio diplomático. Su hermano, Galo había comenzado en El Ferrocarril.
Actuó como director de La Tarde. También ingresó después al servicio diplomático.
238
Raúl Silva Castro, op. cit., p. 315.
239
Carlos Varas Montero. Tuvo una destacada carrera como periodista. Trabajó en Zig Zag
y El Mercurio. Fue uno de los primeros periodistas deportivos en el país, colaborando,
entre otras, en la revista especializada Sport y Actualidades.
125
los personajes aparecían tal cual, es decir, vivos, hablando,
charlando (...) "La Tarde" era, pues, una atrevida innovación que, a
pesar de lo limitado de sus recursos venía a transformar el
periodismo de que había sido modelo o patrón el ahuesado
"Ferrocarril"240
Cabe destacar la pretensión innovadora y reformadora de los estilos y las
rutinas imperantes, aunque en La Tarde y sus impulsores no estaban presentes ni
el poder económico suficiente ni la voluntad empresarial capaz de crear una
estructura administrativa y orgánica relativamente estable en el tiempo como
para cumplir con aquella. Es así como para las elecciones presidenciales de 1901
disputadas entre Germán Riesco y Pedro Montt se produjo una división entre los
miembros del diario (por ejemplo, Rodríguez Mendoza lo abandonó para apoyar
a Montt) y los hermanos Irarrázaval lo vendieron a un personaje de vocación
marcadamente empresarial como lo era el propietario de El Chileno, Enrique
Delpiano. Este entregó la dirección del diario a Pedro B. Gálvez y Heraclio
Fernández y, luego, en sus últimos días a Miguel A. Gargari, hasta dejar de
circular el 15 de Diciembre de 1903. En todo caso, es el período de los hermanos
Irarrázaval el que consagró a La Tarde como un diario que aportó a la
transformación del medio periodístico nacional y que llevó a Rodríguez
Mendoza a calificarlo como una especie de Le Figaro santiaguino.
Sin embargo, el caso más importante en lo que se refiere a la desaparición de
diarios provenientes del siglo anterior es el de El Ferrocarril. Competencia
directa que El Mercurio debía vencer en su empeño para consolidarse como el
principal diario nacional, El Ferrocarril entró al nuevo siglo con la ventaja de la
hegemonía que le daban sus casi cinco décadas de existencia:
"El Ferrocarril" vivió de este modo, sin grandes alternativas, hasta
1900; todos los competidores que alguna vez le salieron al camino
habían tenido que volver las espaldas, derrotados. Pero ya a
mediados de 1900, con la fundación de "El Mercurio" de Santiago,
"El Ferrocarril" pudo advertir que estaba pisando terreno menos
firme"241
Efectivamente, hasta finalizar el siglo XIX el diario siguió gozando de su
situación de preeminencia dentro del ambiente periodístico nacional. No lo
240
Emilio Rodríguez Mendoza: Alfredo Irarrázaval Zañartu. Adición a ¡Como si fuera
ayer!. Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1955, p. 68.
241
Raúl Silva Castro, op. cit., p. 224.
126
afectaron mayormente ni la muerte de su fundador, Juan P. Urzúa, en 1890,
quien fue reemplazado en la propiedad y la dirección por Galvarino Gallardo
Font, ni la clausura sufrida al comenzar la guerra civil del 91. Una vez derrocado
el gobierno de Balmaceda, el diario reapareció continuando durante los años 90
su marcha aparentemente inalterable. Como demostración de que los factores
económicos comenzaban a pesar más que otros en el emergente mercado
informativo y cultural, fue inmediatamente sensible al desafío que le presentó la
competencia de El Mercurio, de Santiago. La iniciativa empresarial y el poder
económico de Agustín Edwards transformó cualitativa y radicalmente el
mercado de la prensa. Dotado de abundante capital y de una concepción
moderna y nueva de la empresa periodística, en poco tiempo ocupó el lugar de
El Ferrocarril, para lo cual tomó y potenció las características que a este último
lo habían perfilado, dejándolo sin espacio.
Si El Ferrocarril había sido en muchos aspectos el introductor de la prensa
liberal moderna242, El Mercurio llegaría a constituirse en su modelo y
paradigma, en lo periodístico, lo comercial y en su instalación como agente
cultural. Distanciado de los partidos y gobiernos, se concentraría en conformar
una opinión y un sentido común orientado a defender los fundamentos y fines
del orden social capitalista, más allá incluso de particulares modelos de
desarrollo y modernización del mismo. En otras palabras, El Mercurio venía a
hacer lo mismo que El Ferrocarril hiciera durante 45 años, pero con el agregado
de contar con mayores recursos; una administración empresarial racionalizada y
eficiente; la base tecnológica más moderna que existía a la fecha y, en lo
periodístico, el desarrollo de las características informativas, por el
perfeccionamiento de las técnicas y géneros, a partir de la plena
profesionalización de la actividad. Para enfrentar dicha competencia que ponía
en peligro la vida misma del diario, Gallardo entregó en 1902 la dirección a su
hijo, Galvarino Gallardo Nieto243, con la misión de renovarlo y éste colocó al
frente de la redacción al ya veterano periodista Carlos Roger.244 También intentó
incorporar mayores recursos económicos por la vía de vender parte de su
propiedad, y es así como para 1902 la participación de Gallardo Font en la
propiedad de la empresa no superaba el 20%. Sin embargo, nada de eso resultó,
por lo que el diario fue traspasado a un grupo de empresarios encabezados por
242
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
Galvarino Gallardo Nieto. Se hizo cargo de El Ferrocarril a los 25 años de edad. Luego
sería redactor de El Mercurio. Fue diputado, ministro, diplomático e incluso Alcalde de
Santiago en 1943.
244
Carlos Roger (1841-1918). Entró a trabajar en El Ferrocarril en 1864. Fue corresponsal
en viaje por Francia e Italia y al volver en 1875 se reintegró como redactor.
243
127
José P. Alessandri, quienes, a su vez, lo cedieron a otras personas, en cuyo poder
finalmente dejó de publicarse en 1911:
"El Ferrocarril" no pudo renovarse, a pesar del desafío cotidiano
que para él era la aparición regular de "El Mercurio", y creyó que
la presentación de sus noticias, la disposición de las informaciones,
el estilo de las editoriales y artículos de redacción que él había
prohijado y, en no pocos casos, impuestos al lector, eran los únicos
modos posibles de acercarse a la opinión callejera (...) Cuando "El
Ferrocarril" dejó de aparecer, después de 56 años de constante
publicación, eran ya tan pocos sus lectores que esa pérdida, sin
duda deplorable para la cultura nacional, pasó poco menos que
inadvertida"245
Sin embargo, no abandonaría el terreno sin luchar. Por el contrario, en sus
últimos años se llevó a cabo una importante transformación de la estructura del
diario, en la perspectiva de ofrecer un formato y estilo más acorde a los de la
prensa informativa. Ello ocurre con la edición del 12 de Octubre de 1910, en la
cual se produce un cambio de formato y de estructura bastante radical. Por una
parte, el tamaño se reduce al luego llamado Mercurio, las páginas aumentan a
ocho y a veces doce páginas y se inauguran secciones estables dedicadas a la
información breve y amplia. Lo anterior es un esfuerzo explícito que queda
consignado en la Editorial de la edición citada de la siguiente forma:
"Hoy se presenta a sus constantes lectores en el formato que,
vulgarizado por los grandes diarios de Estados Unidos como más
cómodo y manual que las tremendas hojas periodísticas de otra
época, ha ido poco a poco ganando terreno en Europa y SudAmérica, desterrando lo que se llamaba antes el "diario-sábana"
245
Raúl Silva Castro, op. cit., p. 225. La revisión de ejemplares de 1907 por ejemplo
parecen darle la razón al autor. El diario aún conservaba el llamado tamaño sábana y
tenía solamente cuatro páginas, en las cuales son escasas las informaciones propiamente
tales. Más bien, predominan los artículos de opinión (incluyendo los llamados remitidos)
y algunas crónicas. Desde el punto de vista de los contenidos predominan los referidos a
política y administración del gobierno y el país, así como informaciones oficiales como el
Acta de las reuniones del Senado, la Cámara de Diputados o el Consejo de estado. Acerca
de contenidos más livianos, el espacio es escaso: se mantiene la publicación de un folletín
y una sección Sport, dedicada más bien a la Hípica, consignando los resultados de las
carreras dominicales en el Hipódromo Chile o el Club Hípico. De todas formas, no deja
de llamar la atención que aún conserva una buena cuota de publicidad de distinto tipo y
forma, que cubre no menos de un tercio del espacio total del diario.
128
para ser reemplazado por el diario de muchas hojas (...) En SudAmérica, esta transformación del periodismo moderno se ha
operado principalmente en la República Argentina y en Brasil,
extendiéndose paulatinamente a todo el continente"246
Entre las nuevas secciones cabe destacar, al menos, las siguientes: “Lectura
para la familia”, la que ocupaba una o dos páginas completas e incorporaba la
subsección “El Día Social”, dedicada a la vida social; otra, primero denominada
“Diversiones Públicas” y luego, simplemente “Teatros”, dedicada a la cartelera
teatral, de cine247 y espectáculos, con notas breves de crítica y comentarios;
además se incluía el “Obituario”, una “Miscelánea Doméstica” y un Folletín.
Por otra parte, se inauguró la sección Notas Populares, a la que se le
dedicaban dos páginas completas, y la que incluía también otras subsecciones
como Sociedades, en la que figuraban las actas y citaciones a reunión de
mutuales, sindicatos y otras instituciones u organismos sociales. También, la ya
tradicional Sport, pero ahora con más espacio y una información más amplia
sobre el deporte y la Hípica. Sin embargo, la más llamativa es la denominada
Policía, que recopilaba una cantidad no menor de noticias de ese ámbito,
muchas de ellas tituladas de manera destacada248. Basta señalar que en la citada
edición del 1° de Julio de 1911 aparecen doce noticias policiales. Otras
secciones permanentes fueron Noticias telegráficas, que incluía informaciones
del extranjero y regiones y que ocupaba una o dos páginas y Comercio e
Industrias, que en un espacio similar contenía información comercial y
financiera variada, así como avisos comerciales. En 1911, al aumentar el número
total de páginas a doce, se incluyó la sección Actualidades, que ocupaba tres de
aquellas. Cabe consignar finalmente que existían otras dos secciones que
ocupaban una página cada una, Sección Judicial, con informaciones oficiales del
funcionamiento de los Tribunales de Justicia y Administración Pública, donde
“Editorial”, El Ferrocarril, 12 de Octubre de 1910. Resulta indicativo el hecho de que el
argumento legitimador del cambio del diario se busque en lo sucedido en el exterior,
haciendo caso omiso de que tanto El Mercurio y El Diario Ilustrado venían impulsando
dicho modelo de prensa desde hacía ya varios años en nuestro país.
247
De paso, cabe remarcar el éxito que ya tenía este nuevo medio. En la edición del 1° de
Julio de 1911 se consigna que la Cía. Cinematográfica del Pacífico realizaba en el Teatro
Variedades, “funciones a sala llena” y a su vez anunciaba “para la próxima semana
grandes estrenos”.
248
Así, por ejemplo: "Grave incidente en la Población Paris. Un transeúnte herido a sable",
"Trágico suceso. El joven Francisco Prieto pone fin a sus días. Detalles" (17 de Octubre
de 1910); "Sangriento drama pasional en Valparaíso", "Horrible muerte de una anciana.
Por salvar una gallina perece atropellada por un tren", "Un crimen misterioso. El cadáver
de una joven" (3 de Noviembre de 1910), etc.
246
129
ahora aparecían un tanto recluídas las noticias ministeriales y de gobierno y las
Actas de sesiones del Senado y la Cámara de Diputados.
Asimismo, esta reformulación completa del diario significó que El
Ferrocarril se incorporara también al mundo de la imagen, vía publicación de
fotografías, especialmente en su primera página, a contar de Diciembre de
1910249. Lo anterior demuestra que existió un esfuerzo importante por
modernizar el diario y colocarlo en condiciones de competir en el mercado. Sin
embargo, es llamativo el hecho que, al parecer, ello no tuvo una respuesta en
términos de capturar publicidad. A pesar del aumento del número de páginas, la
cantidad de avisos es bastante menor y aparece repartida en forma de pequeños
anuncios en distintas páginas, siendo de hecho menor en cantidad a la que el
diario tenía, por ejemplo, en 1907. Es probable que tampoco haya habido de
parte de sus propietarios el capital suficiente o la voluntad de absorber pérdidas
durante mucho tiempo.
Lo concreto es que el propio diario publicó un aviso en la edición del 29 de
Agosto de 1911 en el que se informaba de la disolución de la Sociedad El
Ferrocarril, aunque aclarando que ello no implicaba necesariamente la
desaparición del diario, ya que se esperaba que otros inversionistas se hicieran
cargo de él, lo que no ocurrió, ya que en su último número aparecido el 5 de
Septiembre de 1911 se publicó un llamado a remate de la citada sociedad,
incluyendo el sitio, la casa (ubicada en Bandera 256), maquinarias, existencias
de papel y el nombre del diario. Así como es posible situar un tanto
simbólicamente la entrada del periodismo liberal moderno en Chile con la
fundación de El Mercurio, de Santiago, en 1900, la desaparición de El
Ferrocarril en 1911 vino tal vez a confirmar también de manera simbólica el
triunfo de la estrategia comunicacional que aquel encarnaba y de la empresa
periodística, en tanto su soporte orgánico y empresarial. Sin embargo, ello no
significó que durante esa primera década del siglo veinte no surgieran una serie
de otras iniciativas, en términos de fundación de diarios que respondían más
bien al modelo de prensa doctrinaria, guiadas por estrategias de carácter más
coyuntural y que se afirmaban más bien en el esfuerzo y la voluntad de sus
249
Ver, por ejemplo, la edición del 9 de Diciembre de 1910 en que se publica una
fotografía de cuerpo entero de la doctora señorita Eloísa Díaz, con la siguiente lectura de
foto: “Esta distinguida profesional fue la primera doctora que haya recibido su título en
las aulas universitarias de Chile”. Dicha publicación se realizaba a raíz de un homenaje
que le había tributado “un grupo de distinguidas señoras de nuestra sociedad”. Días
después, en la edición del 13 del mismo mes, se publica con tamaño de media página una
fotografía del Gran Mercado de la Vega, inaugurado dos días antes y que es la actual
Vega Central de Santiago.
130
fundadores y colaboradores, antes que en los recursos económicos cuantiosos
que podían aportar.
Entre esas experiencias es posible mencionar a los siguientes diarios: La
República (1902-1903); El Nuevo Siglo (Junio-Octubre 1902); El Imparcial
(1903-1907); Los Debates (1905-1906); La Epoca (1907-1908); La Prensa
(1908-1910); El Día (1909-1910), entre otros.250 Junto a ellos es necesario
mencionar a El Chileno y El Diario Popular, el primero consolidado en esta
primera década como un proyecto empresarial que su propietario, Enrique
Delpiano, quiso convertir sin mayor éxito en una importante cadena nacional de
periódicos y el segundo, como un instrumento de la Iglesia Católica para llegar
con su particular lectura del acontecer nacional fundamentalmente a sectores
populares. Ambos, homologados en esta intencionalidad que focalizaba un
público específico, contenían embrionariamente elementos que, desarrollados
posteriormente por otros medios a lo largo del siglo veinte, llegarían a
250
La República: se trató de un vespertino balmacedista, que pretendió ser el continuador
del diario del mismo nombre publicado por el bando vencido en la Guerra Civil en 1892,
pero circuló solamente durante nueve meses. El Nuevo Siglo: se trató de un diario de
inspiración radical que fue dirigido por Eduardo Phillips. Contó con la colaboración de
afamadas plumas, tales como Luis Orrego Luco, Antonio Bórquez Solar, Benjamín
Vicuña Subercaseaux, Juan Coronel, Manuel Magallanes Moure y Ramón L. Carvallo,
varios de los cuales pasaron después a escribir en La Ley. Fue financiado por el
millonario minero radical, Federico Varela. Circuló solamente cuatro meses. El
Imparcial, al decir de Silva Castro fue un vespertino de acentuado interés literario. Fue
fundado por Miguel A. Gargari, que venía del recién desaparecido La Tarde, aunque su
socio capitalista que lo financiaba fue Jacinto Varas, quien actuaba como corresponsal de
La Nación, de Buenos Aires. En este diario, que circuló casi cuatro años, colaboraron
varios connotados escritores jóvenes, tales como Luis Galdames (Fóscolo), Natanhael
Yañez Silva, Manuel Magallanes Moure (M. De Avila) e incluso Carlos Pezoa Véliz
(Enjolras). Los Debates. Fundado por Luis Bañados Espinoza, quien lo dejó a los tres
meses, aunqure el diario siguió circulando hasta casi completar un año de vida. La Época.
Diario fundado por la sociedad formada por Enrique Tagle Moreno y César Correa Tagle.
Luego de seis meses de circulación se cerró por disolución de dicha sociedad. La Prensa.
Fundado por el mencionado Miguel A. Gargari y Luis A. Moreno, contó entre sus
colaboradores a periodistas como Juan Baeza, que había sido reportero de El Chileno o
Aníbal Celedón, que luego seguiría su carrera en La Razón y personalidades públicas
como Julio Zegers, Alberto y Manuel Mackenna, el ex-dueño de La Tarde, Alfredo
Irarrázaval y el propio Arturo Alessandri Palma. El Día. Fundado y dirigido por Luis
Alberto Cariola, que fuera el primer director de El Mercurio y luego de actuación
destacada en La Unión, circuló por casi un año. Entre sus colaboradores tuvo a Richón
Brunet, crítico de arte que luego pasó a El Mercurio y Fernando Santiván. Al decir de
Silva Castro, este diario inauguró la publicación de páginas dedicadas a colonias
extranjeras en su idioma de origen, cuestión que realizó esporádicamente El Ferrocarril
en su último año de existencia
131
configurar otro modelo de prensa, en algunos aspectos importantes radicalmente
distinto al modelo informativo de la prensa liberal moderna251. El Diario
Popular, apareció a circulación el 1° de Septiembre de 1902 y pertenecía a una
sociedad formada por Juan Enrique Concha, Alejandro Hunneus, Ricardo Lyon
y el sacerdote Rafael Edwards. (más tarde consagrado como Obispo). La
importancia que sus propietarios le daban al naciente medio se expresó, entre
otras cosas, en el hecho de que se le destinó un edificio nuevo de tres pisos,
ubicado en la calle Bandera, entre Santo Domingo y Catedral. En este diario
comenzó sus labores periodísticas el escritor y más tarde Premio Nacional de
Literatura, Fernando Santiván, quien definió a este medio de la siguiente forma:
"El Diario Popular, como el antiguo Chileno, se vendía a la mitad
del precio de los otros diarios, es decir, a dos centavos y medio, y
cultivaba el estilo sensacionalista, la crónica policial y la noticia de
carácter espeluznante"252
Se trató de un diario de cuatro páginas, sin mayor uso de fotografías o
ilustraciones, que reproducía en gran medida el ya probado modelo y estilo
desarrollado por El Chileno en la década anterior. Si bien el diario no tenía
dependencia directa y orgánica, en tanto vocero oficial, de la Iglesia Católica, la
presencia de ésta era muy concreta, a través de ciertos prelados destacados por
su labor periodística en la época. Ya mencionamos al presbítero y luego Obispo,
Rafael Edwards. Junto a él se desempeña como director del diario en sus
primeros años, nada menos que Carlos Casanueva Opazo, más tarde Rector de la
Universidad Católica y Arzobispo de Santiago y tal vez uno de los más
importantes que ocuparon dichos cargos en el siglo veinte y, al decir de
Santiván, desempeñaba su labor de director del medio plenamente, dedicándole
gran parte de las horas del día. Tanto El Chileno, primero, como El Diario
Popular, posteriormente, tienen un matiz de particularidad que los distingue y
que dice relación con su preferente atención por llegar a un público de carácter
popular, así como por incorporar elementos que los señalan como una suerte de
embriones de lo que más tarde será el modelo populista de masas en la prensa
nacional.
Es necesario hacer notar que todo lo señalado anteriormente dice relación con
la prensa santiaguina. Si bien el objetivo de este capítulo no es levantar una
completa cartografía de la prensa chilena en la época o elaborar taxonomías
detalladas, sino más bien rastrear las tendencias predominantes en el desarrollo
251
252
Al respecto, ver Carlos Ossandon B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
Fernando Santiván: op. cit.
132
de estrategias y modelos periodísticos y en ello el peso de la prensa capitalina
marcaba claramente el tono en el desarrollo del creciente mercado informativo,
al menos se debe consignar la existencia de gran número de órganos
periodísticos a lo largo del territorio nacional, con diarios que o tenían ya una
larga data y/o tendrían posteriormente una larga existencia, llegando hasta hoy.
Entre ellos, cabe mencionar en Valparaíso al propio El Mercurio, fundado en
1827 y La Unión, fundado en 1885; en Chillán, a La Discusión, fundado en
1870; en Concepción, a El Sur, fundado en 1882; en Valdivia, a La Libertad
(1876-1907) y El Correo de Valdivia, fundado en 1895; en Curicó, a La Prensa,
fundado en 1898; en Punta Arenas, a El Comercio (1900-1922); en Iquique, a La
Provincia (1913-1924), etc. Sin embargo, no creemos abusiva la hipótesis de
que con toda su importancia, especialmente en el plano local, esta prensa
regional va siendo cada vez más tributaria de la capitalina.
En suma, a lo largo de la primera década del siglo veinte se vive un cuadro
complejo en la prensa nacional, cuestión que da cuenta del profundo proceso de
reconfiguración del propio campo, por la irrupción, no sin contradicciones, de un
modelo de prensa más acorde con los patrones universales de la modernización
liberal y que estaban rearticulando también la cultura y vida cotidiana de la
sociedad chilena. Dicho proceso discurre relacionadamente con la
diversificación del campo periodístico y la aparición de nuevos formatos y
géneros, así como con la irrupción de nuevos medios como el cine y, en general,
con una nueva percepción del tiempo y el espacio, de la ciudad, de la presencia
cada vez más importantes de nuevos actores sociales y de la cuestión social, etc.
Por ello, es que podemos afirmar que para la prensa nacional, la primera década
del siglo veinte muestra un perfil claramente de transición entre un periodismo
todavía tributario de los cánones decimonónicos en retirada y un tipo de prensa
que caracterizó buena parte del desarrollo del campo en el siglo veinte y que se
hace crecientemente predominante.
Avisos, noticias y fotografías
Es posible sostener que en la segunda década del siglo veinte el modelo
informativo ya se consolida como dominante en la prensa nacional. Como
veremos, ello no sólo significó la ratificación de la posición de El Mercurio sino,
y tal vez más importante, que otras iniciativas de fundación de diarios, incluso
con propósitos de difusión doctrinaria, se adscribieron a la nueva concepción de
la prensa. Esto vino a demostrar que la prensa informativa moderna operaba
sobre una matriz suficientemente maleable y flexible como para vehicular
diferentes tipos de contenidos. Es posible que la verificación más rotunda del
133
juicio anterior la encontramos en la declaración explícita que formuló La
Nación, al aparecer públicamente en 1917:
"Desde la fecha, a quince años de distancia (sic), en que el
lanzamiento de El Mercurio vino a romper todos los moldes del
periodismo chileno, revolucionando hasta sus cimientos los
procedimientos de la prensa nacional, el público se ha convertido
en un intenso apreciador de la forma y métodos con que cada diario
lo sirve. En estas condiciones, al dar a luz el primer número de La
Nación, nada podemos decir de nuevo, sobre la materia, a nuestros
lectores.253
La aparente imprecisión en las fechas dice relación con el hecho, ya
remarcado en un texto citado anteriormente254, acerca de las dificultades que
debió sortear El Mercurio en sus primeros años. Como lo señalan Bernedo y
Arriagada:
"Durante sus dos primeros años de vida, El Mercurio no se
diferenció mayormente de la prensa existente hasta ese entonces en
Santiago y Valparaíso. De hecho, durante todo este período, el
diario salió a la calle en horario vespertino, evitando así enfrentar
directamente al entonces todavía poderoso e influyente matutino El
Ferrocarril"255
Es a fines de 1902 cuando su propietario le imprime a El Mercurio un giro
que resultaría decisivo y que le significó fuertes inversiones. Desde su
instalación en Compañía y Morandé, donde funcionó por décadas hasta la
reorganización y modernización de los sistemas de producción, administración y
distribución del diario. Igualmente, convirtió a El Mercurio en un matutino y el
15 de Noviembre de ese año comenzó a publicar una segunda edición con el
nombre de Las Ultimas Noticias de El Mercurio, de carácter vespertino. Este
contaba con diez páginas, en el mismo formato de la edición matutina y se
vendía a cinco centavos. Ambas ediciones eran del mismo diario, ya que
compartían director y personal. Dicha situación se mantuvo hasta 1915, en que
Las Ultimas Noticias comenzó a funcionar como un medio aparte dentro de la
misma empresa, designándose al ya mencionado Miguel Angel Gargari como
253
La Nación, N° 1, 14 de Enero de 1917.
Ver Patricio Bernedo y Eduardo Arriagada: op. cit.
255
Idem., p. 17.
254
134
director256. Concluyen los citados Bernedo y Arriagada señalando que El
Mercurio recién logró posicionar su propuesta periodística y empresarial hacia
fines de 1904 y, ello, sobre la base de una dura competencia, en la que venció
gracias a que su proyecto:
" ...concibió a El Mercurio desde una lógica empresarial, donde la
generación de utilidades en un plazo razonable, la inversión en
nuevas tecnologías y la aplicación de estrategias eficientes de
ventas y distribución jugaban un rol determinante; que en lo
concerniente a su administración, organizó cuadros gerenciales
que, además de sus conocimientos y aptitudes administrativas,
tenían una visión muy completa del ejercicio periodístico; y que
introdujo la concepción de que el producto que El Mercurio vendía
era "información" y, en consecuencia, contrató periodistas
profesionales, a tiempo completo, con capacidad de reportear las
noticias..."257
Como se ha señalado, el otro diario que aparece a comienzos de siglo, y que
también ocupa un lugar importante en la transformación de la prensa nacional,
es El Diario Ilustrado. Si bien el presente texto consulta páginas específicas
respecto a él, cabe, al menos, señalar algunos de los elementos generales que
caracterizaron su propuesta y que le permitieron proyectarse y trascender por
más de medio siglo. En lo propiamente periodístico, es conocido el hecho de
haber introducido el sistema de fotograbado, lo cual le permitió ofrecer la
novedad de una amplia cobertura fotográfica, provocando al decir de
Valdebenito una verdadera revolución en el periodismo nacional. Sin embargo,
para efectos de este análisis pareciera necesario remarcar también algunos otros
aspectos, que dicen relación con la organización y estructura empresarial del
diario. Fue fundado y dirigido por Ricardo Salas Edwards y apareció su primer
número el 31 de Marzo de 1902, al cual secundó Luis A. Cariola, que como
vimos, había sido el primer director de El Mercurio. Es el trabajo desarrollado
256
Es en 1925, bajo la dirección de Byron Gigoux que Las Ultimas Noticias adopta el
tamaño tabloide y en 1931, a raíz de la caida de Ibáñez y la aparición de una nueva
edición llamada La Segunda de Las Ultimas Noticias, que la empresa ordena su
producción en términos de un diario matutino (El Mercurio), otro al mediodía (Las
Ultimas Noticias) y un tercero vespertino (La Segunda). Finalmente, es bajo la dirección
de Nicolás Velasco (1958-1973) que Las Ultimas Noticias se convierte también en un
diario matutino.
257
Patricio Bernedo y Eduardo Arriagada: op. cit., p. 33.
135
por su segundo director, Misael Correa Pastene258 el que es considerado por
autores como Silva Castro y otros contemporáneos como el propio Santiván,
como aquel que logró asentar la publicación sobre una base popular
extraordinaria. En ese sentido, habría jugado un papel importante el desarrollo
de campañas de denuncia de problemas sociales, de corrupción o derroche
administrativo, etc.:
"A la información, generalmente en forma de rápida entrevista,
acompañaba el grabado de sucios conventillos, de calles cubiertas
de basuras, de garitos allanados en la correría nocturna de los
agentes de la autoridad. Y cuando no bastaba el grabado
fotográfico, venía también a pelo la caricatura, generalmente
ampliada hasta lo literario con la leyenda intencionada y
punzante"259
La dirección de Correa Pastene coincidió con un cambio fundamental que
vivió el diario, cuando en 1908 la propiedad pasó de las manos unipersonales de
Salas Edwards a las de una sociedad comercial formada por Joaquín Echeñique
y los hermanos Alberto y Nicolás González Errázuriz260. La consolidación del
modelo empresarial que le servía de soporte se produjo en 1920 cuando éstos
transfirieron la propiedad a la Sociedad Periodística de Chile, presidida entonces
por Francisco Hunneus Gana. El elemento gráfico no constituía el único factor al
que se le puede atribuir el éxito del medio. Junto a él, existió preocupación por
lo literario, a través de un suplemento especial, el desarrollo de secciones
específicas, entre las cuales destacó rápidamente la de Deportes, la que estuvo
largo tiempo bajo la dirección de Juan H. Livingstone261. Al comenzar la década
258
Misael Correa Pastene (1870-1956) Es otro caso de periodista profesional. Se inició a
los 23 años como reportero de El Constitucional. Después fue redactor y director de La
Libertad, de Talca. Trabajó en La Unión, de Valparaíso y dirigió La Patria, de Iquique.
259
Raúl Silva Castro, op. cit., p. 370.
260
Los tres nombrados habían estado en el grupo que adquirió El Chileno en 1893. Ver
Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
261
Juan Hh. Livingstone, nacido en 1889 en Los Andes. Fue jugador y dirigente del
Santiago National e integró selecciones de estudiantes de la Universidad Católica (de
hecho actuó en el primer clásico universitario en 1909). Fue un árbitro de fútbol
reconocido internacionalmente, actuando en la Copa América de 1917 y en la Olimpíada
de Amsterdam en 1928. Fundador de la Federación de Box de Chile y la Federación de
Arbitros de Chile. Promotor de box y organizador de carreras pedestres y competencias
atléticas. Después de trabajar en El Diario Ilustrado se desempeñó en La Nación y Los
Tiempos. Padre del arquero y actual periodista deportivo Sergio R. Livingstone. Murió en
1955.
136
de 1910 la situación de privilegio de El Mercurio y El Diario Ilustrado estaba
suficientemente asentada262, lo cual se ratificó al año siguiente con la
desaparición de El Ferrocarril. Sin embargo, ello no implicó que durante la
década que se iniciaba desapareciera la iniciativa de grupos ligados a partidos
políticos en orden a fundar nuevos diarios con una visión más bien instrumental
de difusión doctrinaria o de herramienta para la lucha política contingente. Lo
distinto, con respecto al período anterior, es que dichos medios van a asumir de
manera significativa elementos estructurales, en lo periodístico, del modelo
informativo.
En ese sentido, es posible mencionar al menos cuatro experiencias
significativas, ya que se trata de diarios con una clara y definida posición
política. En primer término, está el caso de La Unión. Aunque se presentó como
la edición santiaguina de su homónimo de Valparaíso, pertenecía al Arzobispado
de Santiago y apareció por primera vez el 9 de Octubre de 1906, es decir, circuló
durante tres años en forma simultánea con El Diario Popular antes mencionado
y también propiedad de la Iglesia Católica. Ello significó, como veremos, que
compartieran colaboradores, comenzando por quien ejercía las funciones de
dirección general del medio, el entonces Presbítero y luego Arzobispo, Carlos
Casanueva. La Unión vino a suceder en la capital a El Porvenir y lo hizo con el
propósito de competir directamente con los diarios de mayor circulación:
"Los propietarios de El Porvenir, con esa sutileza de percepción
que caracteriza a los directores de la Iglesia Católica,
comprendieron que había pasado el tiempo de los densos
editoriales y de las graves polémicas religiosas (...) Había que
"remozarse o morir". Y se renovaban (...) Fue aquella una época de
ruda transición para el periodismo antiguo. "El Porvenir", diario
de la Curia, comenzó por cambiar su nombre por el de "La Unión".
Pero eso no bastaba; era preciso aumentar las páginas a diez, a
veinte, a treinta. Se requerían nuevas rotativas, rápidas, diligentes,
que vomitaran decenas de miles de diarios en pocas horas. Los
talleres de tipografía se cambiaron por linotipias"263
La Unión asumió así plenamente los rasgos periodísticos fundamentales del
modelo informativo: secciones especializadas, abundante publicidad y avisos
262
Una expresión de ello fue la edición especial que publicó El Mercurio con ocasión de la
celebración del Centenario, en que realiza un balance interpretativo de la vida nacional en
los más diversos ámbitos: economía, política, cultura e incluso una historia del deporte en
Chile.
263
Fernando Santiván, op. cit., p. 1598.
137
clasificados, una página editorial para las columnas y artículos de opinión, uso
de la fotografía., especialmente en la portada y el formato mercurio, que estaba
comenzando no casualmente a ser llamado standard. El Presbítero Casanueva
buscó para dirigir el diario a un periodista que ya tenía una extensa trayectoria:
Luis Alberto Cariola, quien había estado en la dirección de El Mercurio, El
Diario Ilustrado y El Diario Popular, quien al decir de Santiván “le imprimió a
La Unión una marcha febril”:
"Las ediciones de La Unión se agotaban. Hubo que aumentar el
tiraje. En las ciudades provincianas, el público, más ávido de
noticias novelescas que en la capital, acudía a las estaciones a
esperar el diario y lo pagaba a precios exorbitantes (...) Don Luis
Alberto Cariola, bien penetrado del espíritu yanqui, mejoró el
sueldo del redactor en una forma nunca vista en aquellos
tiempos"264
La profesionalización del medio no sólo se manifestó en la presencia del
propio Santiván, quien llegó proveniente de El Diario Popular, a insinuación del
futuro Monseñor Casanueva, sino también en la del bohemio periodista y poeta
colombiano Jorge Escobar Uribe, más conocido a su paso por Chile por su
seudónimo de Claudio de Alas, ambos por decir lo menos bastante lejanos a un
espíritu religioso. También colaboraron en La Unión posteriores figuras de la
literatura nacional como la escritora Mariana Cox Méndez (Shade) y Hernán
Díaz Arrieta (Alone), que trabajó en La Unión en los años 1912 y 1913. Junto a
ellos, hubo un grupo de periodistas profesionales, tales como Heraclio
Fernández265, Juan Jiménez Guevara266, Augusto Ovalle Castillo267 y Jorge
Silva268. La Unión, de Santiago, circuló hasta el 1° de Agosto de 1920.
Un segundo caso digno de ser destacado en la misma dirección proviene del
campo del pensamiento liberal. Se trata de La Mañana, aparecida a la luz
264
Ibidem. Pág. 1603.
Heraclio Fernández. Se inició como periodista en El Chileno, donde se mantuvo por
largos años. Fue también director de La Tarde en su última etapa, bajo la propiedad de
Enrique Delpiano.
266
Juan Jiménez Guevara. Ingresó a La Unión en 1914 a los 16 años de edad. Luego pasó a
La Nación al fundarse en 1917. Dirigente del Círculo de Periodistas Deportivos, de la
Federación Atlética de Chile y de la Federación de Árbitros de Fútbol.
267
Augusto Ovalle Castillo (1887-1946). Luego pasó a El Día y en 1926 fundó el
vespertino El Imparcial.
268
Jorge Silva Silva. Ingresó al diario en 1910 a los 19 años de edad. En 1912 pasó a El Día
y en 1913 ingresó a El Diario Ilustrado. Más tarde fue director de La Unión, de
Valparaíso y La Discusión, de Chillán.
265
138
pública el 17 de Octubre de 1909 y de propiedad de una sociedad comercial
formada por Ramón Rivas Ramírez, Maximiliano Ibáñez y José Pedro
Alessandri. Su primer director fue Guillermo Eyzaguirre, a quien sucedió
Enrique Tagle Moreno. Si bien La Mañana pretendió desarrollar un periodismo
de rasgos informativos, no tuvo en sus propietarios la voluntad o la opción de
desarrollar propiamente una empresa periodística. En ellos, según señala Silva
Castro, seguía presente la visión de un medio de combate ideológico y sus
vocaciones empresariales, como en el caso de Alessandri, se enrumbaban más
bien en otras direcciones. De esta forma, el diario subsistió algunos años, hasta
el 26 de febrero de 1916, pero sufriendo numerosos cambios en su propiedad y
dirección. De todas formas, logró reunir un grupo importante de colaboradores,
entre los cuales encontramos a literatos como Manuel Magallanes Moure, Inés
Echeverría (Iris) y Eduardo Barrios. Además, en sus páginas comenzaron sus
carreras periodísticas dos de las plumas más connotadas del periodismo nacional
en el siglo veinte, Daniel de la Vega y Joaquín Edwards Bello, el que actuaba
como corresponsal en Europa. Otras figuras importantes que participaron en La
Mañana fueron Alfredo Irarrázaval Zañartu, ya conocido en La Tarde y La
Prensa, Luis Orrego Luco y los más propiamente periodistas como Angel C.
Espejo y José M. Raposo. De hecho, es posible considerar a La Mañana como
una suerte de antecesor de La Nación, donde encontraremos luego varios de sus
colaboradores, así como incluso su maquinaria de imprenta. En todo caso, el
sello doctrinario que mantuvo La Mañana, “de combate encarnizado, no era
para hacerse capitalista”, al decir de Emilio Rodríguez Mendoza269.
Otro caso es el de La Opinión. Este diario aparece el 18 de Abril de 1915 y es
considerado como un vocero de la Unión Nacionalista. Hacia 1913 un grupo
tributario del viejo tronco montt-varista crea un nuevo grupo político que
pretende explícitamente distanciarse y diferenciarse de los partidos, a partir de la
lectura profundamente crítica del régimen parlamentario y en especial de la
actividad de aquellos270. Entre sus fundadores se encontraban Guillermo
Subercaseaux, quien ya había participado un par de años antes en la llamada
Liga de Acción Cívica, de efímera vida, Francisco A. Encina, Luis Galdames,
Alberto Edwards y Tancredo Pinochet Le Brun, entre otros. Vale decir, se
trataba del grupo que dio vida al ideario nacionalista moderno de profunda y
larga trascendencia en la historia nacional hasta el presente271. En ello, jugó un
papel importante el diario La Opinión. Su fundador y director-propietario fue
269
Emilio Rodríguez Mendoza, op. cit., p. 87.
Ver René Millar, op. cit.
271
Ver Carlos Ruiz y Renato Cristi, op. cit.
270
139
Tancredo Pinochet Le Brun.. Al decir de Silva Castro era “un diario con
poquísimas noticias y mucho comentario de los hechos del día”272.
Entre sus colaboradores se contaron César Silva Cortés, que provenía de El
Diario Ilustrado; Carlos Pinto Durán, corresponsal en la capital de El Sur, de
Concepción; Aníbal Celedón, que había trabajado en La Prensa y La Razón y el
matrimonio de Guillermo y Amanda Labarca. En el período en que el diario
perteneció a Pinochet Le Brun desarrolló intensas y polémicas campañas
políticas de saneamiento administrativo y, según Silva Castro, “algunos días
tuvo la más alta circulación de Chile”273. En su última etapa, cuando ya no
pertenecía a Pinochet Le Brun, el diario se abanderizó con la candidatura
presidencial de Barros Borgoño en 1920, lo que habría precipitado su fin. Dejó
de aparecer el 14 de Agosto de 1920. Si bien el juicio de Silva Castro apunta a
colocar a este diario en el ámbito de los medios más bien doctrinarios, es decir
preocupados fundamentalmente por la difusión de un ideario, un análisis de su
estructura obliga a introducir matices, al menos, a dicho aserto. Especialmente
en el período en que es dirigido por Pinochet Le Brun constaba de ocho páginas
a seis columnas y era de carácter vespertino. Su portada o primera página estaba
compuesta normalmente de noticias de actualidad nacional con titulares
impresos en tipografía destacada y de artículos relacionados con alguna de las
campañas de opinión pública que, efectivamente, constituían un aspecto medular
de la publicación.
En ese sentido, ejemplares analizados del año 1916 contienen denuncias
contra la corrupción de la Policía y sus procedimientos, denunciando la
existencia de tortura en sus cuarteles; la existencia de una Liga Militar secreta al
interior de los cuarteles, adelantándose a lo que sería el complot del año 19; las
deudas del Municipio de Santiago; la posibilidad de una epidemia de parálisis
infantil; el impacto del salitre sintético desarrollado por Alemania; la escasez de
agua en Santiago; la situación de la Universidad de Chile, a la cual se le califica
de organismo caduco, etc. Especialmente destacada es la polémica que desata
entre agosto y septiembre de ese año, en torno a la Matanza de la Escuela Santa
María de Iquique274. También merece ser destacada la publicación, a través de
272
Raúl Silva Castro, op. cit., p. 379.
Ibid., p. 380.
274
A raíz de una intervención de Malaquías Concha en la Cámara de Diputados sobre el
tema, en que acusaba al general Silva Renard de ser el culpable de aquella, éste respondió
con un desafío a duelo, lo cual motivó al diputado demócrata a retirar públicamente sus
dichos y a ofrecer explicaciones al oficial. Debido a esto, el diario asume primeramente el
lugar de denuncia de la masacre y de inculpación de Silva Renard como principal
responsable. Ello lo realiza a través de editoriales, artículos de Pinochet Le Brun y
Nicolás Palacios, una entrevista al propio general en que se le inculpa directamente y se
273
140
números sucesivos, del famoso texto de Pinochet Le Brun, Inquilinos en la
hacienda de Su Excelencia, en el cual narra las condiciones que el autor califica
de subhumanidad en que viven los trabajadores del fundo del entonces
Presidente de la República, Juan Luis Sanfuentes, y las cuales conoció
disfrazado de peón que busca trabajo275. Pero no sólo ocuparon sus páginas las
denuncias y las polémicas, también es posible encontrar campañas más
propositivas. En esa dirección, un tópico recurrente y privilegiado lo constituyó
todo lo relacionado con el desarrollo de la industria nacional276.
Sin embargo, el diario no se agotaba en materiales como los descritos.
También tenía secciones estables que decían relación con otros ámbitos de la
vida social y en las cuales predominaban los contenidos informativos. Es el caso
de la sección Teatros, en la cual se incluían notas breves y la cartelera de teatro,
cine y espectáculos en general o de la sección Deportes, en la cual aparecían
noticias y comentarios sobre la actividad deportiva nacional y, eventualmente,
extranjera. Igualmente las noticias policiales no están ausentes, aún cuando se
les incluye junto a otras de actualidad nacional, sin agruparlas en una sección
específica.
Por otro lado, al igual como ocurría con la mayor parte de los diarios, La
Opinión debía entregar una serie de servicios informativos que decían relación
con intereses particulares de diversos sectores de público. Ellos se incluían en la
sección Memorandum (nombre más bien genérico, ya que lo encontramos
reiterado en diversos diarios para reunir este tipo de informaciones), en la cual
aparecían informaciones comerciales y financieras, turnos judiciales y de
médicos y boticas, remates, movimiento de barcos, precios de productos
agrícolas, etc. De la misma manera, encontramos una Guía Profesional.
Al igual como ocurrió con toda la prensa nacional del período, el impacto
producido por la Primera Guerra Mundial significó que cotidianamente se le
dedicara un espacio destacado en la sección Noticias Extranjeras. De ella, es
posible mencionar que se componía casi exclusivamente de la transcripción de
telegramas provenientes de los diversos frentes de combate, más que artículos o
comentarios analíticos de tipo político o estrictamente militar, como ocurría en
las revistas magazinescas del período. Más bien, en este ámbito vemos
polemiza con sus respuestas, etc. Sin embargo, después de cerca de un mes en que el tema
está cotidianamente en sus páginas, una editorial del 22 de septiembre de 1916 exculpa a
Silva Renard y más bien lo coloca como víctima de las órdenes del gobierno de la época,
asumiendo una postura similar a la que había censurado en Malaquías Concha.
275
El texto completo apareció recientemente en Cristián Gazmuri: El Chile del Centenario,
los ensayistas de la crisis. Instituto de Historia, U. Católica de Chile, Santiago, 2001.
276
Ver por ejemplo las editoriales y artículos relacionados con la Exposición Industrial
verificada en la capital en Septiembre de 1916.
141
desplegada a la manera del periodismo moderno la información breve, pero lo
más inmediata que las condiciones de la época permitían. Lo que el diario no
contempla, probablemente por carencia de recursos más que por opción, es el
uso de la imagen, ya sea en la forma de ilustraciones o fotografías, cuestión que
ya para mediados de la década de los '10 era un elemento imprescindible de
diarios como El Mercurio o El Diario Ilustrado y luego La Nación. Solamente
la encontramos de manera circunstancial en algunos de los avisos económicos.
En este último plano, el hecho de que el diario tuviera una posición ideológica
y política explícita, y que más aún actuara como vocero oficioso de un grupo
importante de opinión, no fue obstáculo para que intentara el desarrollo de una
estrategia comercial similar a la de otros diarios que reclamaban una cierta
autonomía o independencia, al menos, de la política partidaria. Así, cada edición
consultaba dos páginas completas de avisos comerciales de muy variada índole,
todos los que se presentaban con recuadros y viñetas que los destacaban y
separaban visualmente, incluyendo en algunos casos ilustraciones o fotografías.
Además de ello, aparecían también, en una extensión normalmente de media
página, avisos económicos clasificados.
En definitiva, ante La Opinión nos encontramos más bien frente a un tipo de
diario que desarrolla un cierto modelo híbrido, que contempla rasgos de los
diarios más propiamente doctrinarios como los que subsistieron hasta la década
anterior a la suya, pero, a la vez, incorporando varios elementos que lo acercan
al modelo informativo moderno que se impone como tendencia predominante en
la prensa nacional. Se utiliza el estilo y las técnicas informativas y se dan
noticias, en todo caso en mayor número e importancia que lo que sugiere Silva
Castro, pero, a la vez, claramente éstas se seleccionan de acuerdo a la lectura que
el diario quiere dar de la situación del país. Es también interesante que las
noticias y comentarios relacionados con lo estrictamente político partidario son
más bien minoritarios. El énfasis está puesto en temas económico-sociales y en
la vivencia cotidiana, desde la perspectiva de una sociedad en crisis. En ese
sentido, es posible afirmar que la voluntad de sus fundadores y sostenedores
orientada fundamentalmente a la difusión de un ideario, que constituía para ellos
una causa y que requería de una acción urgente, dado el propio diagnóstico de
crisis nacional que denunciaban, debía encuadrarse de alguna forma en ciertos
moldes estrictamente periodísticos, provenientes de un modelo que proclamaba
como factor constitutivo de su propia naturaleza la distancia y la autonomía
frente a los hechos.
Por último, en esta revisión de nuevos diarios ligados más o menos
estrechamente a grupos partidarios es necesario destacar el hecho de que, poco
después de desaparecido La Ley, se realiza un nuevo intento importante por
publicar un diario que fuera órgano del Radicalismo. Es el caso de La Razón,
142
que aparece el 16 de Junio de 1912 fundado por un grupo formado por Manuel
Egidio Ballesteros, Javier Gandarillas Matta, Abraham Konig, Enrique Mac
Iver, Beltrán Mathieu, Enrique Oyarzún y Alcibíades Vicencio. Su director fue
Carlos Rivera y en él encontramos a antiguos colaboradores de La Ley como
Angel C. Espejo y Antonio Bórquez Solar, a Aníbal Celedón, ex colaborador de
La Prensa, a Braulio Sutil Tapia, ex reportero de El Chileno y Alejandro Baeza
(Fray Apenta), quien tuvo a su cargo un suplemento literario que aparecía los
días sábados. Una mención especial cabe hacer respecto de Pedro E. Gil (Antuco
Antúnez), el cual, según Silva Castro, "...pasó, como superviviente de la antigua
bohemia periodística, por casi todos los órganos de prensa que se publicaron
desde 1900". El escritor Fernando Santiván refiriéndose a La Razón señala:
"Se trata de un periódico que se inscribe en la línea del radicalismo
progresista de Valentín Letelier: le cede dos páginas a la semana al
partido democrático; uno de sus temas reiterados es la educación
de los obreros; apoya y aplaude las escuelas nocturnas creadas por
los estudiantes para este fin, "¡Instruyamos al pueblo!", dice un
gran titular de primera plana. Se trata de un periódico en que se
articulan sectores medios progresistas, junto al movimiento
estudiantil y la intelectualidad bohemia y antioligárquica...
Abraham Konig, Armando Quezada y el líder de la FECH,
Alejandro Quezada, son algunos de los colaboradores más asiduos;
el periódico abre también sus páginas a líderes del partido
democrático o a líderes obreros como Luis Emilio Recabarren.
Colaboran también destacados literatos como Víctor Domingo
Silva, Pedro A. González, Antonio Bórquez Solar, Carlos Pezoa
Véliz y Pablo de Rokha"277
De éste, el autor citado reproduce lo siguiente, acerca de su paso por el diario:
"La Razón bramaba, La Razón escandalizaba y yo me sentía
dichoso cuando me plantaba a la puerta a decirle piropos a las
muchachas paseadoras y manoseaba a las prostitutas y mercenarias
277
Bernardo Subercaseaux: Genealogía de la vanguardia en Chile, op. cit., pp. 84-85. A
pesar de lo señalado en la cita, no ha sido posible comprobar la presencia de artículos de
Luis E. Recabarren en el diario. Ver Ximena Cruzat y Eduardo Devés: Recabarren.
escritos de prensa. Nuestra América Ediciones-Terranova Editores, Santiago, 1987. Se
trata de la más completa y exhaustiva recopilación de los trabajos periodísticos de
Recabarren publicada en nuestro país y allí no aparece ninguna colaboración en La
Razón.
143
callejeras, y adquirí mi rol completo de varón en aquel instante en
que me enfrenté a Clemente Díaz León que me venía a enrostrar el
porqué yo estaba en "La Razón", diario masón y ateo de los rotos y
los plebeyos (...) con su trago, sus putas, su gesto y su jacobinismo,
era la empresa y campo de batalla que yo necesitaba"
Por otro lado, el diario destacaba a literatos e intelectuales que aparecían por
distintas razones como contestatarios o críticos del orden oligárquico imperante,
como es el caso de Víctor Domingo Silva, a quien en la edición del 15 de
Diciembre de 1912 se le califica como "el poeta radical y el primer poeta de
Chile"278. Bernardo Subercaseaux señala que en el diario se le dedica una página
al tema femenino y se defiende la concesión de voto para la mujer. También
estuvo involucrado en la venida a Chile de la feminista y conferencista española
Belén de Sárraga:
"La Razón" publica un folleto con la mayoría de sus conferencias,
en que se la califica de "eminente pensadora...gran maestra de la
doctrina de la evolución"279
Es importante señalar que La Razón establece un matiz de diferenciación con
respecto a La Ley y éste dice relación con el hecho que las condiciones del país
han cambiado dando un nuevo carácter a la lucha ideológica. La puramente
doctrinaria contra los católico-conservadores ya no es sostenible en la segunda
década. De por medio están la explosión de hecho de la cuestión social, la
extendida sensación de crisis nacional que se expresa en los llamados ensayistas
del Centenario, el propio proceso vivido al interior del Radicalismo, en términos
de la aparición de un sector crítico que se hace cada vez más numeroso, etc.
Dicho de otro modo, la lucha política e ideológica se ha desplazado de lo
meramente doctrinal a lo económico-social. De allí que no resulta para nada
casual que:
"Otro autor que resalta el diario "La Razón" es Joaquín Edwards
Bello. Luego de los ataques que recibió su novela "El Inútil" (1911),
en que ironiza y satiriza a la aristocracia y al parlamentarismo, se
lo defiende como uno de los literatos chilenos más jóvenes y
destacados"280
278
Ibid., p. 86.
Ibid., pp. 87-88.
280
Ibid., p. 87.
279
144
Sin embargo, el diario era nada más que el producto del esfuerzo monetario
de algunas personas, es decir, no generó una estructura institucional y
empresarial adecuada para competir en un mercado de prensa cada vez más
consolidado y, debido a ello, no fue capaz de enfrentar la competencia de los
diarios grandes de la capital, sustentados en un fuerte capital y organizados en
tanto que empresas periodísticas. Fruto de esto dejó de circular el 22 de Julio de
1914.
Hacia el final de la década de los años '10 hace su ingreso al mercado de la
prensa nacional un nuevo proyecto que va a expresar de una manera comercial y
periodísticamente exitosa la ductibilidad y maleabilidad del modelo informativo.
Nos referimos a la fundación de La Nación en 1917. Desde ya, fue el único de
los medios de prensa surgidos en el período que pudo competir con cierto éxito
con los llamados diarios grandes: El Mercurio y El Diario Ilustrado y lograr una
consolidación tal que le permitiera trascender las condiciones coyunturales en
que fue fundado. Como es sabido La Nación apareció a la luz pública el 14 de
Enero de 1917 y fue fundado por una sociedad compuesta inicialmente por
cuatro senadores liberales: Alfredo Escobar Campaña281, Augusto Bruna
Valenzuela282, Abraham Gatica Silva283 y Eliodoro Yáñez Ponce de León284.
Este último a poco andar fue logrando el control total de la sociedad, sobre la
base de la compra de las partes de sus socios iniciales. En 1924, al adquirir el
25% en manos de Gatica, Yañez pasó a ser el único propietario. Las condiciones
político-sociales que rodearon a la aparición de La Nación eran propicias para
que éste adquiriera el rasgo de medio instrumental en función de una coyuntura
y unos intereses políticos específicos. En efecto, su socio más destacado,
Eliodoro Yáñez, no solamente era uno de los principales líderes dentro de las
filas liberales, sino abiertamente un aspirante a las elecciones presidenciales
venideras en 1920. Sin embargo, al decir de Silva Castro, sus propietarios:
281
Alfredo Escobar Campaña. Nació en 1872. De profesión Ingeniero de Minas. Senador.
Estuvo en el diario hasta 1920 ocupando el cargo de Director Comercial.
282
Augusto Bruna Valenzuela. Nació en 1870. También Ingeniero de Minas y Senador.
Murió en 1939.
283
Abraham Gatica Silva. De profesión Abogado. Fue Diputado y Senador. Criador y
dueño de caballos de carrera.
284
Eliodoro Yáñez Ponce de León. Nació en 1860. De profesión Abogado. Fue Diputado,
Senador y Ministro en varias ocasiones. Murió en 1933. Ver Luis Palma Zúñiga: Eliodoro
Yáñez Ponce de León. Jurisconsulto, político, periodista. Editorial Andrés Bello,
Santiago, 1961.
145
"...no quisieron publicar un diario meramente político y estudiaron
el asunto hasta en sus menores detalles a fin de hacer un diario que
sobreviviera a la campaña presidencial inmediata y que
compartiese, si era posible, las posiciones conquistadas por El
Mercurio"285
Agrega el autor que el primer número del diario obtuvo un gran éxito de
ventas, lo cual atribuye a la intensa campaña publicitaria que precedió a su
publicación. La afirmación citada de Silva Castro se ve corroborada por lo
manifestado por el diario en su primer número, al señalar en un artículo que
aparece en la portada que:
"Son, pues, erradas las mil conjeturas que espíritus exaltados o
poco avisados, han cifrado en la aparición de un diario de batalla y
de espíritu intransigente. Está nuestro criterio directivo
precisamente en el polo opuesto..."
Más aún, en la editorial de ese primer número titulada Nuestro Diario se
explica en detalle el propósito de desarrollar una prensa informativa liberal
moderna, es decir, la delicada operación de relegar la opinión a las columnas
editoriales, preservando para el resto del diario contenidos preponderamente
informativos y noticiosos. En ese sentido, hay una clara diferencia entre La
Nación y La Mañana, diario que, como dijimos, en ciertos aspectos podría
aparecer como su antecesor. La Nación se limitó a proclamar en la editorial ya
mencionada que su línea opinante y doctrinaria se reduciría a reflejar “con
elevación de espíritu e imparcialidad el sentimiento liberal del país, destacando
el hecho de que estaba desligado de todo compromiso con la dirección de los
partidos políticos y sin pretender representarlos”286. Por otro lado, se establecía
de manera explícita que el diario naciente se dirigía a “la opinión ilustrada del
país”287.
De este modo, desde su inicio el diario dejó establecidas algunas
características básicas de su diseño estratégico comunicacional. Precisó un
territorio o un espacio ideológico-cultural, configurando con él un estilo
periodístico y una pretensión comercial y empresarial. En este último aspecto las
cosas no deben haber sido fáciles, dada la dura competencia que ya existía en el
emergente mercado informativo nacional. Al decir de Fernando Santiván, La
285
Raúl Silva Castro, op. cit., p. 381.
La Nación, 14 de Enero de 1917.
287
Idem.
286
146
Nación habría sido “salvada únicamente por la visión certera de uno de sus
propietarios (refiriéndose naturalmente a Eliodoro Yañez), que no escatimó
medios para proporcionarle recursos”288. Lo anterior, a pesar de que el diario
dedicaba buena parte de su espacio a la publicidad. De hecho, entre 1917 y 1919
tenía dos páginas completas de avisos comerciales, sin contar otra más de avisos
clasificados, una guía profesional de alrededor de media página y avisos
dispersos que se publicaban en las otras páginas, de ediciones que oscilaban
entre las 14 y 16 páginas en total.
En lo estrictamente periodístico, en su número inicial La Nación plantea,
como ya vimos, de manera explícita su reconocimiento al rol ya hegemónico de
El Mercurio, sobre todo en cuanto a la consolidación de un modelo periodístico.
Sin embargo, al interior del modelo al cual se subordinaba tan claramente, La
Nación mostró en estos primeros años de existencia, al menos, tres
características que le permitían ciertos elementos diferenciadores de su perfil y,
que a la vez, se constituían en factores de competitividad en el mercado. En su
primer número ya se anuncia que el diario ofrecía un servicio noticioso
exclusivo a sus lectores. Se trataba de un convenio establecido con La Nación de
Buenos Aires y con la Agencia United Press de Nueva York, con el objetivo de
entregar la más amplia cobertura noticiosa del ámbito internacional, por
entonces prácticamente copado por el desarrollo de la Primera Guerra Mundial;
ella estaba ya en su tercer año y había concitado gran interés y atención del
público chileno, que la seguía a través de las informaciones periodísticas. De
hecho, cada edición del diario le entregaba no menos de dos páginas completas
en la sección Informaciones del Extranjero.
En segundo término, el diario logra reunir un grupo de periodistas y
colaboradores de alta calificación y, especialmente, con probada experiencia
anterior. Como lo señala el número inicial hubo en este aspecto una
intencionalidad evidente en atraer un personal “elegido con la más delicada
atención entre los buenos elementos con que cuenta el periodismo nacional”289.
Su primer director fue Ernesto Bianchi Tupper, quien había trabajado en La
Libertad Electoral, posteriormente reemplazado por Carlos Dávila, y su primer
Secretario de Redacción fue Ernesto Barros Jarpa, antes redactor de El
Mercurio. En el personal que trabajó en esos primeros años, podemos encontrar
periodistas poseedores ya de una larga trayectoria y experiencia, junto a figuras
provenientes de la política o la literatura. Junto al mencionado Barros Jarpa,
podemos mencionar también a Conrado Ríos Gallardo, futuro Ministro y
encargado de redactar las crónicas de política internacional. Entre los literatos
288
289
Fernando Santiván, op. cit., p. 1599.
La Nación, 14 de Enero de 1917
147
podemos destacar la presencia de Inés Echeverría (Iris) y de Joaquín Edwards
Bello, quien se incorporó al diario en 1920, luego de una estadía de nueve años
en Europa.
Sin embargo, reiteramos que pareciera más relevante el caso de los periodistas
propiamente tales, es decir, ya constituidos en profesionales específicos y
formados en buena medida al interior de las nacientes empresas periodísticas. Es
el caso de Enrique Tagle Moreno, Víctor Noir, a cargo de crónicas de historia y
costumbres nacionales290; del editorialista Hugo Silva, Julio César291; de Aníbal
Jara Letelier, Ayax292, a cargo de espectáculos y crítica teatral; de José M.
Raposo293; del polifacético Carlos Fanta, encargado de la sección Deportes294; y,
especialmente, de Ernesto Montenegro Nieto295.
Por último, junto al espacio dedicado a las noticias de carácter internacional,
La Nación le va a dedicar también una atención creciente a los Deportes y la
Hípica, no sólo creando secciones específicas y claramente destacadas, sino que
concediéndole cada vez más espacio en sus páginas. Con ello, el diario adquiere
un rasgo que lo caracteriza hasta la actualidad. Sin embargo, no debe entenderse
que lo anterior constituía una exclusividad o la demostración de algún tipo de
originalidad en la prensa nacional. Por el contrario, pareciera que dichas
secciones se convirtieron en espacios de competencia, especialmente con El
Mercurio. Si observamos ambos diarios, por ejemplo entre 1917 y 1919,
podemos ver que en el caso de las noticias internacionales La Nación releva
290
Enrique Tagle Moreno, comenzó muy joven en El Mercurio, en 1905. Luego, en 1907
fundó La Época, en sociedad con César Correa Tagle, periódico que duró poco tiempo
cerrando en Enero de 1908. En 1909 ingresó a La Mañana donde llegó a ser director.
291
Hugo Silva, nació en 1892, llegó a La Nación desde El Mercurio donde fue redactor de
cables. Después de 1932 fue director de La Nación. Ocupó el mismo cargo en El Correo
de Valdivia y El Comercio, de Punta Arenas.
292
Aníbal Jara Letelier, nació en 1892. Comenzó en 1915 en La Actualidad, de Talca. Más
tarde fue director de Los Tiempos, La Nación, de la revista Hoy y de La Hora. Incluso,
embajador en EE. UU. entre 1952 y 1955.
293
José M. Raposo, comenzó en 1895 en La Unión, de Valparaíso. También trabajó en La
Mañana, desde donde pasó a La Nación.
294
Carlos Fanta, nació en 1890. De profesión químico farmacéutico. Arquero del Santiago
National y del Magallanes. Secretario de la Asociación de Fútbol Arturo Prat. Presidente
de la Federación de Árbitros de Chile y de la Federación Sportiva Nacional. Dirigente del
Atlético Internado Barros Arana. Fue uno de los fundadores de la Confederación
Sudamericana de Fútbol. También fue un árbitro internacionalmente reconocido, siendo
designado para dirigir las finales de la Copa América de 1916 y 1920. Murió en 1962.
295
Ernesto Montenegro Nieto, nació en 1885. Comenzó en El Chileno. Luego fue redactor
de Pacífico Magazine y El Mercurio hasta la aparición de La Nación, donde estuvo hasta
1920, en que se trasladó a EE. UU., donde trabajó en el New York Times hasta 1945. Fue
el primer director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
148
como diferencia específica a su favor en el primer número el espacio que les
dedica y la cobertura de servicios informativos provenientes del exterior. A la
vuelta de un par de años, El Mercurio presenta un espacio similar o mayor e
incluso una diagramación de página similar.
Por su lado, en el caso del Deporte y la Hípica, El Mercurio tenía hacía ya
varios años secciones especializadas que ocupaban una página cada una,
especialmente los días lunes, en que se entregaba toda la información de la
actividad dominical y normalmente acompañada de fotografías. Al nacer, La
Nación le dedicó una página compartida a ambos rubros y, en 1919, cada uno
de ellos tenía una página propia con presentación gráfica y cantidad y tipo de
informaciones similares a las de El Mercurio. Al parecer, dicha competencia
llevó a El Mercurio a que a fines de 1920 editara por un corto período un
suplemento especial llamado Deportes y Deportistas, que circulaba los días
lunes. Sin embargo, sería La Nación la que años más tarde introduciría de
manera permanente e ininterrumpida hasta hoy la circulación de un suplemento
deportivo, el cual al decir de Valdebenito, habría sido idea del periodista Jorge
Vial Jones296 .
En síntesis, los primeros años de La Nación nos muestran efectivamente el
intento de desarrollar no un instrumento efímero de difusión doctrinaria o de
factor interviniente en una coyuntura política, sino que una empresa periodística
de cuño moderno, es decir, que elabora un producto noticioso dirigido hacia un
mercado en el cual ya existe una fuerte competencia y para lo cual estructura un
equipo profesional ad hoc, así como determinadas estrategias comerciales y
periodísticas. El caso de La Nación nos habla también de la consolidación de un
mercado informativo y de un modelo periodístico hegemónico hacia la segunda
década del siglo veinte en nuestro país.
En definitiva, la revisión llevada a cabo a lo largo de este texto nos lleva a
concluir que el modelo de prensa informativa moderna, basada en la empresa
periodística, logró su plena consolidación en nuestro país hacia los años '10 del
siglo pasado. En un proceso complejo se fue imponiendo, al menos, por dos
vías: por una parte, desplazando a la prensa concebida como instrumento, más o
menos coyuntural, de grupos políticos o ideológicos y, a veces, coincidente con
ello, a diarios que no tuvieran un fuerte capital u organización empresarial como
base. Por otra parte, y tal vez de manera mucho más trascendente en el tiempo,
su hegemonía se instaló justamente en la medida en que pudo convertirse en un
modelo, es decir, en una cierta matriz acerca de cómo se hacen los diarios, es
decir, naturalizándose y generando un sentido común profesional, que estaba en
296
Jorge Vial Jones, nació en 1895. Trabajó durante 30 años en La Nación llegando a ser
Sub-director.
149
armonía y relación con un sentido común masivo que también se fue
sedimentando, en términos del rol y papel de la prensa en la sociedad.
Las voces desde abajo: la prensa obrera
No quedaría completa una mirada analítica al cuadro que presenta la prensa
nacional en las primeras dos décadas del siglo veinte sin dedicar un espacio al
emergente escenario comunicacional y cultural del que forma parte la llamada
prensa obrera. Como señalamos en otro texto, ella forma parte de un espacio
público plebeyo y popular que se va constituyendo desde finales del siglo XIX y
en el cual convergen diversas formas comunicacionales y culturales297.
En lo específico, la prensa obrera surge como herramienta vital para la
difusión de proyectos ideológicos que se van configurando desde la propia
práctica de constitución del movimiento sindical y popular. Dicho de otra forma,
surge en el seno mismo y al calor de la lucha del movimiento obrero y popular
por su propia existencia y crecimiento. Es decir, dicha prensa vive las vicisitudes
de un sujeto social que se está constituyendo, en buena medida, al margen y
generalmente en contra de lo establecido y al cual éste no le confiere legitimidad
como actor social y cuyos discursos y acciones van a ser normalmente vistos
como un peligro y una amenaza. A pesar de los obstáculos y dificultades
provenientes de los escasos recursos económicos o de la represión
gubernamental, el número de periódicos no será menor e irá creciendo
sostenidamente hacia 1920. Al respecto, se puede señalar que entre 1900 y 1910
se fundaron un promedio de dos publicaciones anualmente; entre 1911 y 1915 se
fundaron 24 en total y, entre 1916 y 1926, la cifra llega a 139, con un promedio
de casi 14 al año298. En todo caso, Osvaldo Arias puntualiza que se trataba de:
"...publicaciones que dicen ser eventuales, quincenales o semanales,
pero en la práctica son de espaciada aparición y escasa
regularidad. Son pocas las publicaciones diarias o que se imprimen
durante muchos años o que alcanzan gran cantidad de números.
Sobre el tiraje no tenemos datos, pero es de suponer que en la
mayoría fue pequeño"299
297
Ver Carlos Ossandon B. y Eduardo Santa Cruz A., op. cit.
Osvaldo Arias E.: La prensa obrera en Chile. Edit. U. de Chile-Chillán, 1970.
299
Idem., p. 117.
298
150
En general, los periódicos obreros pueden clasificarse de acuerdo a los
grandes proyectos ideológicos o doctrinarios que están articulando la
emergencia política o sindical de las organizaciones populares. De esta forma,
Arias señala la existencia de diarios de orientación socialista, entre los cuales
destaca especialmente El Despertar de los Trabajadores, fundado por Luis E.
Recabarren y editado en Iquique entre 1912 y 1927. Esta publicación fue mucho
más que un diario; de hecho, se constituyó en un foco de actividad sindical,
política y cultural de las organizaciones proletarias de la zona. En su local se
realizaban charlas y conferencias; funciones de teatro y veladas culturales;
concursos literarios y de poesía. Allí también funcionaron el Partido Obrero
Socialista, fundado en 1912 y la Sección iquiqueña de la Federación Obrera de
Chile (FOCH)300.
Por otra parte, existieron los diarios de orientación anarquista, entre los que se
pueden mencionar por su importancia El Surco de Iquique que circuló entre
1917 y 1921 y La Batalla de Santiago, publicado entre 1912 y 1916. También
existieron publicaciones ligadas al Partido Demócrata, como El Proletario de
Tocopilla (1904-1935) y La Voz del Obrero de Taltal (1902-1917), ambos, en
todo caso, fundados por Recabarren, entonces militante de dicho partido. Menos
conocidos son los casos que Arias califica como prensa sindical de carácter
social-cristiano, como El Sindicalista de Santiago (1918-1925) y un tipo de
periódicos que califica de sindical independiente, por cuanto no se identificaban
con ninguna corriente ideológica en particular:
"...aquella que no incluye en sus páginas artículos doctrinarios
susceptibles de discutir, o acepta trabajos de esta índole, diversos y
hasta opuestos a veces, sin pronunciarse (...) Los periódicos de este
tipo, son editados por particulares u organizaciones de
trabajadores"301
Por otra parte, la prensa obrera se caracterizaba por contenidos de fuerte
oposición y crítica al sistema social y por su actitud contestataria y rupturista
frente a éste:
"...predominan los artículos de análisis, comentarios y narraciones
de movimientos sociales y hechos de actualidad; orientaciones
doctrinarias, polémicas, denuncias y defensa de organizaciones de
Pedro Bravo Elizondo: “El Despertar de los Trabajadores”, en Araucaria de Chile. N°
27, Madrid, 1984, pp. 15-28.
301
Osvaldo Arias E., op. cit., p. 133.
300
151
trabajadores (...) Las informaciones que proporcionan son relativas
a las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera, pero como la
mayoría de los periódicos son eventuales, más que lo novedoso se
trata de exponer realidades ignoradas por la otra prensa"302
Con respecto a su financiamiento, éste es muy precario ya que los fondos
necesarios provienen de la venta, erogaciones voluntarias de los lectores y
aportes de las organizaciones de los trabajadores, puesto que, prácticamente, no
tienen avisos publicitarios. El sostenimiento de los órganos de prensa se
constituye para los trabajadores en una demostración del grado de conciencia
alcanzado y de la decisión y voluntad de organización y acción por sus intereses.
Dicho de otra forma, la pura capacidad de existir y sobrevivir es ya visto como
una forma de enfrentarse al sistema de prensa oficial, cuestión que es
meridianamente clara en Recabarren:
"La prensa obrera debe ser la preferida por vosotros, porque ella
os proporciona lectura sana y provechosa para vuestros anhelos
(...) El trabajador que prefiere comprar un periódico burgués, de
esos que adulan a los salitreros y autoridades, se hace un grave
daño porque así da vida al enemigo"303
Es decir, la prensa obrera no funciona en un compartimiento estanco,
autárquico y aislado con respecto a la prensa nacional en su conjunto. Lo que
ocurría era que no competía con la prensa oficial, en términos de mercado, sino
que la enfrentaba doctrinaria e ideológicamente, intentando disputarle los
lectores en la masa popular. Dicha confrontación a veces era explícita; así
ocurrió, por ejemplo, a principios de 1913 cuando El Mercurio publica un
artículo contra la obra de agitadores que, aprovechándose del pueblo (calificado
como un buen niño), lo explotan y le predican la reivindicación por la violencia
y la anarquía. Ello motivó una respuesta directa de Recabarren en los siguientes
términos:
"La llamada prensa seria baja hasta la mentira ignominiosa y a la
definición inconsulta y cae en una incoherencia y falta de lógica
imperdonables (...) El triste articulista de El Mercurio comete la
inocentada de reconocer todos los males que aquí existen, de
reconocer la justicia que le asistirá al trabajador para quejarse,
302
303
Ibidem., pp. 179-80.
Luis E. Recabarren: “Trabajadores”, en El Proletario, Tocopilla, 3 Diciembre 1904.
152
pero ¡pobre hombre! Nos niega el derecho a nosotros a decirlo,
como si ellos solos fueran los privilegiados para la crítica de los
defectos sociales (...) Dice El Mercurio que nosotros incitamos al
pueblo a sacudir a sangre y fuego su dolorosa esclavitud. Ese diario
nos calumnia con esa expresión y nos prueba que carece de juicio y
de capacidad para juzgar los inevitables problemas sociales de la
humanidad. Como la insolencia de los "grandes" periodistas es una
virtud, estamos seguros que El Mercurio no tendrá un momento de
honradez periodística para reconocer que ese artículo es una
infamia"304
En definitiva, queda por analizar más detalladamente las formas que esta
prensa utiliza para su confrontación con la prensa oficial, así como determinar
con mayor precisión si su interpelación está dirigida exclusivamente a los
sectores sociales de los cuales se origina o si hay en ella una convocatoria que
apunte a un espacio social más ancho, entre otras interrogantes.
Luis E. Recabarren: “Tristes mentiras”, en El Despertar de los Trabajadores, Iquique,
15 Febrero 1913.
304
153
CAPITULO 7
EL DIARIO ILUSTRADO : MODERNIDAD Y ENSOÑACIÓN
IDENTITARIA
Carlos Ossandón B.
“...la forma es lo que primeramente toca a las
muchedumbres”
Rubén Darío: Prefacio a Cantos de vida y
esperanza (1905)
1. En la medida que nos internamos en el espacio periodístico chileno de la
segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX se va haciendo ostensible el peso
que adquieren unos principios formales, o unas lógicas de distribución de la
información, que se imponen por encima de las prerrogativas de los autores y de
sus estilos305. Se trata, más globalmente dicho, de la constitución en ese período
de un sistema de comunicación social que ya es posible reconocer como
moderno. En otro trabajo hemos señalado que este sistema, que se confunde con
lo que clásicamente se denomina periodismo liberal, si bien da cuenta de fuerzas
sociales y políticas distintas y en competencia, ya no es mera superficie de
proyección de dichas fuerzas. Sin desconocer su relación con los grandes
poderes y también con los más pequeños emergentes, pero más allá de un
carácter puramente instrumental o simbiótico, este sistema es tal precisamente
porque construye artefactos y “significaciones” propias. El carácter no
puramente diluido o más “autónomo” es pues su específica novedad, en
contraste, claro está, con anteriores paisajes comunicacionales. El desarrollo de
la “empresa” periodística moderna y de unas estrategias periodísticas más
conscientes de sí, de un mercado noticioso y de bienes simbólicos que puede
imponer sus propios ritmos y demandas, el mayor espacio y peso que toma el
305
Es sabido que la noción de autor, entendido como fuente última de sentido, ha perdido
al igual que la noción de obra, concebida como textos capaces de ocultar/manifestar las
“intenciones” del autor, esa evidencia inmediata no problematizada que ciertas
tradiciones le venían atribuyendo. Según Michel Foucault, es preciso asumir
reflexivamente estos agrupamientos arrojándolos “de la sombra en la que reinan”. La
arqueología del saber. Siglo XXI Editores, México, XIII Edición, 1988.
154
avisaje y las transacciones comerciales, la ampliación y diversificación de
medios y formatos, la inicial consolidación de narrativas estandarizadas o de
géneros propiamente periodísticos y de profesionales de la prensa, el desarrollo
de intereses y gustos nuevos y de un público lector más numeroso, diversificado
y anónimo, así como la circulación de distintas identidades y perspectivas
políticas, son algunos de los nuevos factores que caracterizan al sistema
comunicacional en formación.
Lo que queremos decir, más particularmente, es que las publicaciones
periodísticas que marcan este período instalan todo un juego de lenguajes y
secciones, de saberes y géneros, que las transforman en unas instancias de
enunciación cuya articulación tiene que ver más con dimensiones estratégicas o
comunicacionales que con autorías, rúbricas individuales o “desvíos”
subjetivos. Es el propio espaciamiento periodístico o su relevancia
comunicativa, más que los enunciados mismos o la inscripción de unas “firmas”,
los que determinan las singularidades de estos aparatos. Por otra parte, las
dispersiones, cortes o heterogeneidades de los textos periódicos, la existencia de
escrituras sectoriales o regionales, la selección y distribución del material, así
como su forma global o “gestalt”, tienen ahora una centralidad capaz de
desplazar como tendencia predominante unos textos articulados a partir de otros
principios, visibles en la primera mitad del XIX en Chile: la “barricada” o el
parapeto político, puramente instrumental, carente de peso periodístico propio
(v. gr. El Hambriento y El Canalla de la década de 1820); la doctrina o el
imperativo de dilucidación ideológica (v. gr. La Revista Católica fundada en
1843); la proclama o el llamamiento (v. gr. La Asamblea Constituyente de
1858); la necesidad de establecer puentes con los países “adelantados”, de
divulgar conocimientos o de “poner al día” (v. gr. El Museo de Ambas Américas
editado en Valparaíso desde 1842); la colaboración en la fundación del Estadonación o en la instalación de bases jurídico-culturales (v. gr. El Araucano
animado por Andrés Bello desde 1830), entre otros principios. Ahora, en cambio
(a principios del XX principalmente), se observan unos dispositivos que ofrecen
unos “perfiles” o unas identidades móviles, no igualables a otras identidades, y
que no pueden ser concebidos como espacios inertes, meros reflejos de
dinámicas o de sujetos exteriores a ellos mismos. Para decirlo en una palabra, la
prensa cambia su carácter306 y se transforma en un importante nuevo actor. En
306
Quizá sea importante aclarar que la historia de la prensa no la concebimos como la
ampliación o desarrollo de un gran texto único ininterrumpido o sin fisuras. Pero
tampoco, lo que es menos obvio, como un ciclo de sustituciones o giros radicales sin
coexistencias o pervivencias. Respecto de esto último en otra parte decíamos que no
habría que remedar en este punto el esquema de colapso y creación de “epistemes” de Las
palabras y las cosas de Michel Foucault.
155
tanto que actor se apropia de un habla, construye una “personalidad” en cierto
grado irreductible, que interactúa o entra en diálogo con otras hablas y prácticas,
dentro de esa obra o proceso mayor llamado modernización. Es claro, sin
embargo, que la “autonomía” ganada es sólo relativa y está permanente afectada
por presiones o tensiones de distinta naturaleza y peso (en rigor no exteriores a
este actor), de carácter principalmente ideológico, político y económico.
2. Es precisamente una de estas tensiones la que puede guiar la descripción, no
de la “ideología” principalmente, sino de las condiciones materiales y
discursivas de uno de los periódicos que prácticamente inauguró el siglo XX,
marcando una influencia importante durante más de 60 años en Chile. Nos
referimos a El Diario Ilustrado fundado en Santiago por Ricardo Salas Edwards,
cuya existencia se extendió desde el 31 de marzo de 1902 hasta el 23 de octubre
de 1970. Este diario, concebido “al estilo del Daily Graphic, proveniente de la
ciudad de Londres”307, introdujo una importante innovación: “el uso del
fotograbado en reemplazo del sistema de litograbado”. Esta innovación “que
permitió la publicación de fotografías por primera vez en el país” provocó,
según Alfonso Valdebenito, “una verdadera revolución en el periodismo
nacional”308. En su primer año habría alcanzado un tiraje de 2.000 ejemplares
diarios, obteniendo en los años siguientes tirajes bastante más elevados: 30.000
ejemplares, según se dice, en 1908 y, al parecer, más de 100.000 después del
primer gobierno de Ibáñez. Unos años antes de la creación de la magazinesca
Zig-Zag (1905) y de la revista infantil El Peneca (1908), un poco después de la
fundación en Santiago de El Mercurio (1900) que irrumpía impetuosamente
agotando en un instante 9.000 ejemplares309, y el mismo año de nacimiento de
Las Ultimas Noticias310, por citar sólo algunos ejemplos significativos, es claro
307
Verónica Mosso G.: El Mercurio y El Diario Ilustrado: dos exponentes en Chile del
nuevo periodismo del siglo XX. 1900-1920. Pontificia Universidad Católica de Chile,
Tesis para optar al grado de licenciado en Historia, Santiago, 1999, p. 17.
308
Alfonso Valdebenito, op. cit., pp. 72-73. En 1902 ni El Mercurio de Valparaíso y de
Santiago ni El Ferrocarril traen “instantáneas”.
309
“Las cuatro carretonadas de diarios llegados al mesón volaron a los cuatro extremos de
la ciudad, impelidas como por un huracán de entusiasmo. Aquello era un infierno: gritos,
trompadas, estrellones, apóstrofes, los chicos trepados unos sobre otros, los empleados
del diario vendiendo en mangas de camisa...” Así describe El Mercurio de Santiago su
“entrada triunfal” al siglo veinte. En Grandes Noticias. 1900-1938. María Angélica de
Luigi. El Mercurio S.A.P., Santiago, 1985, pp. 5 y 6.
310
Este periódico que al comienzo se llamó Las Ultimas Noticias de El Mercurio, fundado
por Agustín Edwards Mac Clure, habría consolidado la dimensión vespertina de la
prensa. Aun cuando no es el primer periódico que tiene este rasgo, según Alfonso
156
que la creación de El Diario Ilustrado no es un botón aislado sino manifestación
de un proceso mayor que involucró nuevos formatos y públicos en los inicios del
siglo XX en Chile. Más precisamente, este nuevo diario, que para uno de sus
competidores aparecía preocupantemente “bien mirado por la gente”311, es
expresión de ese nuevo carácter que recién destacábamos de la prensa chilena,
que se aprecia desde la segunda mitad del XIX y más claramente en los primeros
años del XX. Ello junto, claro está, a otros diarios igualmente importantes de
más antigua data, como El Ferrocarril de Santiago (1855) y El Mercurio de
Valparaíso (1827).
Adentrémonos en las singularidades de una forma ciertamente no “innata”
sino “adventicia” y que más globalmente vista se confunde con las formas o
“significaciones” características del periodismo moderno. Examinemos cómo
coexisten en El Diario Ilustrado las nuevas condiciones del periodismo moderno
con las pretensiones de una elite, que busca marcar una presencia en el terreno
de la prensa y del espacio público como simultáneamente en el de unos signos y
sensibilidades guiados por principios más bien identitarios. Como se sabe, El
Diario Ilustrado estuvo ligado al conservadurismo, y más nítidamente a partir de
1908 cuando su fundador lo traspasa a “un grupo de activos políticos
conservadores”, cuestión que va a cambiar su línea editorial, algo más
independiente en un comienzo. Según Raúl Silva Castro, después del intento
inicial de Ricardo Salas de hacer vivir al diario lejos de la lucha de los partidos,
este “intervino no sólo en aquella lucha ardiente (...) sino que además cobró en
ella un puesto de adalid valiente y audaz. Las campañas de oposición al
gobierno de Alessandri (1920-24) y al de Ibáñez (1927-31) prueban que la
previsión del señor Salas Edwards se había quedado corta”312.
En sus primeros años de vida, en cambio, visiblemente en 1902 que es el año
que examinamos en este capítulo (en sus dos primeros meses principalmente), El
Diario Ilustrado pone en práctica uno de los mecanismos de validación más
Valdebenito “creó entre nosotros el tipo de diario de la tarde”, tan completo como los de
la mañana. Op. cit., pp. 71-72.
311
Carta de Joaquín Díaz Garcés a Agustín Edwards Mac Clure, 22.5.1902, citada por
Patricio Bernedo y Eduardo Arriagada, op. cit., p. p. 18. Una investigación que intenta
discutir tópicos consagrados sobre los orígenes de la prensa moderna en Chile se
encuentra en Carolina Cherniavsky B.: El Ferrocarril y El Mercurio de Santiago (18551911) ¿El fin de una época y el comienzo de otra en la prensa chilena? Tesis para optar
al grado de Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago,
1999. Sobre las nuevas publicaciones para niños se puede consultar Carlalí Villalba,
Francisca Araya, Bárbara Fuenzalida, Iván Valdés, Alcia Infante: El Peneca: de santo a
rebelde. Tesis para optar al grado de Licenciado en Comunicación Social, Universidad de
Chile, 2002. Sobre revistas magazinescas ver los capítulos 2 y 3 del presente libro.
312
Raúl Silva Castro, op. cit., p. 367.
157
poderosos de la prensa moderna: nos referimos al tratamiento ponderado por un
lado y circunscrito por el otro que hace de los conflictos de interés público. A
raíz de una huelga de cobradores y conductores de tranvía, el meeting, los
desórdenes y la carga de la policía que le siguieron, el diario procura, ya desde
los subtítulos que describen el hecho313, dar cuenta de los ingredientes más
visibles del mismo, construyendo bajo la guía de estos subtítulos un relato
mesurado o imparcial314; cuestión que se mantiene en el número siguiente, del 1
de abril de 1902, al entrevistar por igual (técnica muy usada por la prensa
moderna) a los distintos actores involucrados en los hechos entre huelguistas y
policía. En este mismo número se publica también un artículo de Luis Orrego
Luco que aboga por un “sistema de arbitrajes” que permitiría dar “a cada uno lo
suyo”. Ciertamente el diario no siempre será así de neutral: en la crónica “De la
huelga y otros excesos” de Antuco Antúnez ya el sólo título ilustra bien hacia
donde quiere ir315. Por otro lado, es fácil advertir que el hecho en cuestión, su
relato, sus fotografías, entrevistas y comentarios, aun teniendo un espacio
importante en los dos números analizados, no empapan todo el cuerpo del
periódico ni hacen tambalear tampoco la diversidad de secciones y avisos que le
son característicos. Al estilo ponderado de enfrentar el hecho se le une su
circunscripción precisa dentro del propio espaciamiento periodístico: el carácter
no totalizador ni desbordante del hecho en la propia superficie del periódico
contribuye a su “normalización”, que no parece requerir de operaciones
ideológicas adicionales o más abiertas.
Como se sabe, el relato de “sucesos” o de “hechos”, así como el discurso de la
“objetividad”, constituyen componentes importantes de las estrategias periodísticas
modernas. No se equivoca pues Raúl Silva Castro cuando indica que El Mercurio de
Valparaíso “se aparta desde el primer momento de los usos que hasta entonces habían
sido habituales en la prensa chilena”, op. cit., p. 130. En efecto, su primer número de
1827 que relata un “accidente”, que le costó la vida a un comandante de guardia a manos
de un oficial de la marina inglesa, es un hito que pautará el desarrollo posterior de la
prensa. El Diario Ilustrado es ciertamente tributario de este constructo típicamente
moderno. El “hecho”, su “actualidad”, su descripción y clasificación, le permitirán
fabricar-segmentar un “presente” del cual quedará irremediablemente atado.
314
El Diario Ilustrado, 1° de Abril de 1902
315
El Diario Ilustrado, 3 de Abril de 1902. Muy lejos de la neutralidad es el tratamiento
que El Diario Ilustrado dará algunos años después a los sucesos ligados al “pope” Julio,
un predicador a cuya sombra, dice el diario, “se agrupan hoy tribus distintas: radicales,
socialistas, anarquistas y esa masa inconsciente que corre al tumulto por amor al
desorden”. Según el diario, “una turba de los bajos fondos sociales, azuzada por el
clérigo Julio y el anarquista Bustamante y otros desconocidos”, no sólo causó destrozos
y heridos sino también “pretendió atacar a los que formaban la procesión del Santo
Sepulcro”: números 1085 y 1110 del 28 marzo y 23 de abril de 1905 respectivamente.
313
158
Junto a este importante mecanismo, que tiene que ver tanto con el modo como
se caracterizan los hechos como con su localización y límites dentro del texto
periodístico, El Diario Ilustrado da cuenta de una tensión que parece afectar su
núcleo. Si en el terreno social, en la propia descripción del hecho que
comprometió a huelguistas y policía, el diario no desea “cargar las tintas” (al
menos, no demasiado), y lo que hace es más bien instalarlo dentro de la
diversidad de nudos o cortes que el diario efectúa y que operan como un “mapa”
de la ciudad (ya volveremos sobre esto), en el terreno de las actividades del
teatro lírico y de sus artistas, por ejemplo, el diario no ahorra adjetivos, no tiene
empacho en mostrar su preferencias y no se ubica ni en un lugar neutral ni
tampoco de interés general. No percibiendo otros litigantes en el plano cultural
el periódico no se siente en falta respecto del imperativo jurídico: audi alteram
partem. A pesar de que los “acontecimientos” del Teatro Municipal también
sufren esa política de demarcación o de circunscripción que describíamos más
atrás, que no es “discursiva” sino “espacial”, ya no es la ponderación ni el deseo
de “arbitrar” o publicar manifestaciones “representativas” de los distintos
litigantes culturales lo que guía estas secciones. La lógica que las explica hay
que buscarla más en las compulsiones “identitarias” de la elite que en los
fragmentos o diversidades que sintetizan las páginas de esta publicación. Es
importante decir, sin embargo, que esta elite se está nutriendo de distintas
fuentes socio-culturales316.
En el N° 2, del 1 de Abril de 1902, se reproducen en primera página,
inmediatamente más abajo del título del diario, los retratos de dos importantes
artistas de la temporada lírica: de la renombrada soprano único absoluto señora
Amadea Santarelli, “primera dama lírica”, y del señor Giuseppe Pacini primer
barítono absoluto y cuya poderosa voz ya había conocido con anterioridad el
público de Santiago (ver Figura N° 1). Se reseña además el elenco completo de
la nueva compañía lírica del Teatro Municipal. Al respecto se dice: “Al
aproximarse la estación de las aburridas noches de invierno, es natural que la
expectativa de los aficionados a la ópera se dirija hacia esa especie de
incógnita que se llama el personal de la nueva compañía. Por fortuna para el
prestigio de nuestra primera escena, las noticias que nos llegan de los grandes
centros artísticos son enteramente favorables a dichas expectativas, y vienen a
despejar de feliz manera aquella que suele ser la pesadilla de los abonados y
316
Según Manuel Vicuña, el Teatro Municipal es un buen ejemplo para entender la
amalgama entre “patricios” y “advenedizos” que se hace ostensible en esta época. Un
público más heterogéneo o entrelazado se habría dado cita en el nuevo Municipal
reconstruido después de un incendio en la década de 1870. “Instituciones como el Teatro
Municipal - dice - representaron canales informales de ascenso social y medios propicios
a la asimilación cultural de los nuevos elementos”, op. cit., pp. 27-28.
159
habitués”. Es evidente que esta “noticia” se enmarca dentro de las prácticas
culturales, expectativas y gustos de unos “aficionados” que padecen unas
“pesadillas” que no pretenden ser universales. Los gustos y expectativas no se
reducen, sin embargo, al arte lírico. El diario destaca también al “notable
transformista” señor Frégoli y la muy buena concurrencia que tuvo en el Teatro
Municipal obteniendo “nutridos aplausos, especialmente en el ParisConcert”317. Con mucha regularidad destaca asimismo los estrenos y
representaciones del Teatro Santiago que solía ser frecuentado “por lo más
distinguido de nuestro mundo social”318. En este Teatro se presentó el “nuevo
cuadro de zarzuela organizado por la empresa Ansaldo” que tuvo una
concurrencia tan numerosa como distinguida, al punto que “uno de los palcos
del proscenio estaba ocupado por S.E. el Presidente de la República”319; en él
tuvo lugar la puesta en escena, dice el diario, de “El Ultimo Chulo, obra en que
se luce particularmente la señorita Sánchez y el tenor cómico Luis Periú”320; la
representación de la zarzuela, algo escandalosa para la época, El Seminarista,
que cuenta la historia de un joven que cuelga los hábitos y se va a París321; o de
la “chistosa zarzuela La Golfemia, parodia de la Bohème”322, entre tantas más.
El diario informa además, aunque no con la “trascendencia” que le confiere a las
obras y artistas del género lírico, de las gracias de Pepe Vila323, de su partida de
la capital, o del estreno del juguete cómico Salvarse en una tabla de Salvador
Lastra en el mismo Teatro Santiago324. La sensibilidad que enseña o estimula el
diario, si ser siempre “refinada”, y muchas veces cercana a lo “ligero”, poco
tiene que ver, sin embargo, en lo que a música se refiere, con aquellos temas que
se escuchaban en chinganas o en algún alejado restaurante. No es de su interés
reseñar espectáculos circenses ni “luchas romanas” ni representaciones en
teatros de otro “rango” como el Apolo por ejemplo, cuyos habitués solían
convertir en urinarios la vía pública325. Estos son, pues, los límites estéticos que
el diario se autoimpone.
317
El Diario Ilustrado, 23 de Abril de 1902.
El Diario Ilustrado, 6 de Mayo de 1902.
319
El Diario Ilustrado, 3 de Abril de 1902.
320
El Diario Ilustrado, 4 de Abril de 1902.
321
El Diario Ilustrado, 24 de Abril de 1902.
322
El Diario Ilustrado, 2 de Mayo de 1902.
323
El Diario Ilustrado, 1° de Abril de 1902.
324
El Diario Ilustrado, 8 de Abril de 1902.
325 Sobre los gustos de la época ver Alfonso Calderón: 1900. Editorial Universitaria,
Santiago de Chile, 1980, pp. 183 y sgs.; Bernardo Subercaseaux: Fin de Siglo. La época de
Balmaceda. Editorial Aconcagua, Chile, 1988, pp. 255 y sgs. ;Armando de Ramón: op. cit.,
pp. 184-187.
318
160
Pero esto no es lo más importante desde el punto de vista del análisis. Lo que
no parece cuadrar es el modo cómo se conjugan determinadas preferencias
estéticas de El Diario Ilustrado con ese “sentido común” no agresivo que
irradian sus comentarios (tenemos siempre como referencia básica los primeros
meses de 1902), por un lado, y con ese pretendido “universalismo” que sus
diversas secciones enseñan, por el otro. Esto se podría decir también de otros
diarios importantes que, al igual que El Diario Ilustrado, publican actividades
del Municipal, del Teatro Santiago y del Club Hípico; asimismo matrimonios,
“fiestas de fantasía”, primeras comuniones y otros protocolos que comprometen
a la elite principalmente. Sin embargo, lo que hace la diferencia del diario que
examinamos respecto de otros periódicos (El Ferrocarril y El Mercurio de
Santiago, por ejemplo) no es tan sólo una cuestión de grado (de más o menos
interés por estos temas), sino sobre todo la impronta que dejan unas
“instantáneas”, cuyos “contenidos” (retratos de “grandes” personajes, por
ejemplo) terminan por desequilibrar o por hacer manifiestas unas ostentaciones
que en los dos diarios citados pasan más inadvertidas, debido al peso de sus
secciones ampliamente informativas. Pareciera, pues, que las propias
predilecciones de El Diario Ilustrado en el plano del arte instalasen un “ruido” o
estableciesen una distancia con una de las ambiciones más características de la
prensa moderna: la de acceder a un público no sólo amplio sino también
heterogéneo, constituido por distintas visiones e inclinaciones. Esta ambición,
que ciertamente no es ajena al modo como dicha prensa se inventa un “alma” (o
“perfil”) y un “cuerpo” (o juego de secciones), no parece mantener una
correspondencia con la centralidad que tienen los retratos de aquellos dos
destacados cantantes líricos, la soprano y el barítono, publicados en el N° 2 del
1 de Abril de 1902. La tensión se debilita, sin embargo, cuando se constata la
equivalencia o nivelación que los tópicos del grand monde sufren en su relación
o convivencia con temas de distinto carácter. No habría que olvidar, por último,
que esos tópicos serán pronto recuperados por las revistas magazinescas que
harán de estas exhibiciones un cierto “festín”, formando parte de esos distintos
intereses o “atracciones” que nutren el nuevo sistema de comunicación social.
Estas exhibiciones no serán los únicos rasgos magazinescos que El Diario
Ilustrado y otros periódicos proyectarán: también la moda, los consejos para
protegerse de las altas temperaturas y otras curiosidades que preparan lo que
algunos caracterizan hoy como la “sociedad del infoentretenimiento” que trae,
entre tantas otras cosas, unas ofertas noticiosas que semejan verdaderos
“cócteles” de temas, sabores y estilos diversos326.
326
Stella Martini: Periodismo, noticia y noticiabilidad. Grupo Editorial Norma, Colombia,
2000, p. 20.
161
3. Es claro que las singularidades descritas no alejan al Diario Ilustrado del
nuevo carácter que toma la prensa en Chile en el período que examinamos. Por
de pronto, su “cuerpo” no es muy distinto de lo que se ve en otros periódicos
importantes de la época: los cablegramas extranjeros, las noticias del día, el
sport, las notas sociales, las opiniones políticas, las “charlas mundanas” de
Froufrou (un hablante femenino), el folletín (que se inaugura con un cuento de
Sir Arthur Conan Doyle), los avisos comerciales, etc., son los tópicos a través de
los cuales El Diario Ilustrado construye unas temporalidades y unas
espacialidades segmentadas, que son más potentes que los modos más
directamente “discursivos”, estables o “ideológicos” de “representación”327.
Estos tópicos, cuya arbitrariedad no siempre es fácil de captar, se imponen como
“naturales” y no necesitan, por lo tanto, de autojustificaciones; operan como
“incisiones”, que más que mentir cortan, a diario y sin dolor; son hendiduras o
fisuras que no parecen tales o que no se dejan reconocer como lo que son.
Dotado de estas poderosas y más consolidadas “dispersiones” o “cortes”, el
periódico cree, además, que la modernidad de su prensa o la impresión en ella de
“grabados tan finos y perfectos como los que ya hemos publicado”328, y sus
fotografías329, le ha permitido colocarse en corto tiempo “en el rango de los de
mayor circulación de la capital”330.
El Diario Ilustrado configura también una “forma” que es algo más que las
“dispersiones” o “fisuras” mencionadas o la novedad de sus fotografías. Dicha
“forma” no habría que entenderla como una especie de “continente” que en sí
contiene unos “contenidos”. Decir que es una “forma” no asimilable a sus
“dispersiones” o “cortes” no equivale a afirmar, por otro lado, que dicha “forma”
le cae por encima o por afuera a estas “incisiones”. Tampoco la concebimos
como la simple proyección en el papel impreso de la nueva experiencia moderna
o de aquellas hablas o tópicos propios de una ciudad que ha dejado de ser aldea.
Hemos creído toparnos antes bien con una “diferencia” que se instala como una
“presencia” más, al lado de otras presencias o diferencias igualmente
constituyentes del proceso modernizador. Contribuye así a poblar una
modernidad que, en las primeras décadas del siglo XX en Chile, estaba ya
327
Julio Ramos: Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política
en el siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, México, 1989, p. 123.
328
El Diario Ilustrado, 6 de Abril de 1902.
329
El Diario Ilustrado es el primer periódico que lleva como logotipo, al lado de una paleta
y de un pote de pinceles, una cámara fotogrática (de fuelle).
330
El Diario Ilustrado, 9 de Abril de 1902
162
siendo poblada por un conjunto no menor de artefactos nuevos, tales como
tranvías eléctricos, cine, aeroplanos, automóviles, teléfonos, etc.331.
Con el correr del tiempo no será sólo la “noticia” sino más propiamente el
periódico como “forma” el que se transformará en un “suceso” físico y mental.
No es todavía éste el tiempo del diario que examinamos. Habrá que esperar
varias décadas, o el advenimiento del “posmodernismo como pauta cultural
dominante” (Fredric Jameson), para comprobar más fehacientemente cómo el
imperio de los “significantes” o de las distribuciones visuales adquieren un
poder capaz de arrasar con textos más dependientes de “contenidos” e incluso de
“voluntades políticas”. Por ahora aceptemos que el periódico de marras (así
como otros de similar carácter), sin menoscabo de sus “incisiones” (contando
con ellas, más bien), destaca una determinada organización o combinación, una
gestalt se podría decir. En tanto tal, se proyecta mentalmente como un cierto
“mapa” o campo visual y temporal, que suponemos indispensable como
instrumento de orientación en el contexto de una ciudad y de unos “servicios” en
expansión. Si como “forma” no es aún propiamente un “suceso”, sí ya opera en
cambio como “plano” y “brújula” a la vez. Este “mapa” no es, como decíamos
más arriba, mera superficie de proyección de la experiencia moderna; más bien
marca y prefigura los rumbos, lugares y también los tiempos en que se divide
una ciudad que comienza a ser algo laberíntica o dificultosa. El periódico enseña
así una “diferencia específica” que no se disuelve ni es simple “reflejo” de una
“realidad” que, supuestamente instalada a sus espaldas, lo determinaría. Como
todo “mapa” - salvo uno imaginado por Jorge Luis Borges – no es ni se
confunde con su territorio. Es claro, sin embargo, que en este plano El Diario
Ilustrado no se diferencia substantivamente de otros periódicos que responden al
mismo modelo informativo y empresarial.
Lo que decimos tiene ciertamente correspondencia con la primacía que, sobre
el resto del país, venía ejerciendo la ciudad de Santiago, los nuevos hábitos y
niveles de consumo de sus habitantes, la proliferación de espectáculos, la
inauguración reciente de tranvías eléctricos, los problemas de aglomeración y
tránsito, la expansión del espacio urbano y de los servicios públicos, entre otros
factores de modernización332. Es lógico prever que estos desarrollos y cambios,
que traducen una nueva fisonomía del paisaje urbano, exigirán también nuevos
modos de dibujar o asimilar mentalmente estas novedades. Si recién afirmamos
que el periódico no es un “reflejo” pasivo de factores que lo determinan desde
331
Bernardo Subercaseaux: Genealogía de la Vanguardia en Chile, op. cit., p. 93.
Armando de Ramón: Op. cit., capítulo IV: “La ciudad primada (1850-1930)”. Consultar
también José Luis Romero: Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Siglo XXI Editores,
4° edición, Argentina, , 1986, pp. 247 y sgs.
332
163
fuera, con ello no queremos decir que la modelación de espacios y
temporalidades la efectúa en el vacío o al modo de una creación divina ex nihilo.
Es, más bien, una amalgama de prácticas, discursos y sensibilidades, privativos
de una experiencia que una determinada visión ha venido identificando como
“moderna” o “urbana”, lo que el periódico “mapea”, contribuyendo así a
configurarla o a significarla.
Para Julio Ramos, el periódico es aquella articulación que permite “pensar la
ciudad” como un espacio social coherente, y la lectura de periódicos es una
práctica inseparable de la propias vivencias del sujeto urbano. Pero más
importante aún, agrega, “es el hecho de que el periódico (como las tiendas
modernas), en su propia organización del lenguaje (o de las cosas) queda
atravesado por una lógica del sentido que también sobredetermina la
disposición del espacio urbano. Lógica del sentido profundamente
fragmentaria, desjerarquizadora”333.
Muchos años antes, Friedrich Nietzsche caracterizó esta lógica como un
“viscoso tejido conjuntivo”, una especie de manojo de hilos finos y pegajosos, y
al periodista como “esclavo del momento presente”, como aquel que “ha llegado
a substituir al gran genio, el guía para todas las épocas, el que libera del
presente”. Este tejido, que tanto extiende como reduce la cultura, y que es
además pegadizo, tendría consecuencias lamentables para la propia
configuración de la experiencia: sería “un medio específico de consuelo”334 que
disipa o adormece los estremecimientos o riesgos de la cultura en su sentido
fuerte. Este “medio” nada tendría que ver con una experiencia que remueve
como vivencia íntima los grandes problemas de la existencia, y sería
abiertamente agresivo contra un espíritu que, en su “inactualidad”, no establece
ninguna sintonía con las jergas, estéticas o articulaciones de un periodismo que
domestica el horror y empobrece la afección335.
4. Cualquiera que sea la potencialidad configuradora del periódico, como
condición para “pensar la ciudad”, como “mapa” o guía, o como estrechamiento
de la experiencia o “consuelo”, lo cierto es que éste no se reduce a ser tan sólo
333
Julio Ramos: Op. cit., p. 124.
Friedrich Nietzsche: Sobre el porvenir de nuestras escuelas. Tusquets Editores,
Barcelona, 2000, p. 57, 58, 175.
335
Ibid. En una de sus notas, Andrés Sánchez Pascual (prologuista y traductor de
Nietzsche) escribe: “La “lectura de periódicos” fue un tema tocado por Nietzsche desde
muy temprano, y siempre en sentido negativo (...) En más de una ocasión compara esa
costumbre a la “diaria visita a la cervecería”, y dice que es un sustitutivo de las
“oraciones diarias”, en Friedrich Nietzsche: Más allá del bien y del mal. Alianza
Editorial, Madrid, 1994, nota 5, p. 262.
334
164
“medio”, presentándose antes bien como un determinado artefacto que, en el
caso de El Diario Ilustrado y en particular de sus fotografías, exhibe unos sesgos
que permiten entender mejor su instalación o lugar en el desarrollo de la prensa
en Chile.
Se ha dicho que estos soportes tecnológicos (las fotografías) no operan
autárquicamente, ni remiten a unidades mínimas preexistentes o independientes
de configuraciones o estructuraciones más amplias y móviles336. Nos ha
parecido, en efecto, que en El Diario Ilustrado estas configuraciones hacen
sentir su peso en la propia determinación de las significaciones ligadas a la
imagen: éstas hay que entenderlas, entonces, no como signos naturales o como
códigos autónomos sino en relación con los sentidos que el periódico a su modo
construye diariamente. Es ese doble carácter que hemos creído ver en este
periódico, vehículo tanto de los nuevos factores de modernización como de las
exigencias de una elite que requiere de espejos, proyecciones públicas y
confirmaciones identitarias, el que interviene como punto de partida o de
articulación de unos soportes tecnológicos cuya novedad habría que matizar337.
En el plano de estos soportes, los primeros números de El Diario Ilustrado
resaltan unos “derechos” que se imponen con cierta fuerza, aunque no acaparan
todo el espacio visual, como veremos más adelante338. En el N° 1, del 31 de
Marzo de 1902, el periódico estrena en su primera página unas “instantáneas”
que representan aspectos de las festividades de Semana Santa, la procesión del
“Santo Sepulcro”, por ejemplo. En el N° 2, del 1 de Abril de 1902, en su primera
Sobre éste y otros temas relacionados, ver Eliseo Verón: “De la imagen semiológica a
las discursividades. El tiempo de una fotografía”, en Isabel Veyrat-Masson y Daniel
Dayan (comps.): op. cit..
337
En el artículo “Fotógrafos de prensa. Testigos directos y espejos de identidad”, Juan
Domingo Marinello señala: “Es un error común y repetido sostener que la primera
fotografía periodística impresa aparece en El Diario Ilustrado en el año 1902. En rigor
debiera indicarse que este hecho solamente constituye un hito en cuanto a una
publicación “diaria”. En efecto, ya en el año 1897 en La Revista Ilustrada, de Santiago,
impresa por “Heliograbados e impresos del Universo”, se publicaban semanalmente
fotografías periodísticas impresas en trama, a gran tamaño (...) Incluso en la misma
década, La Lira Popular, incluye clichés fotográficos. Pero no será en los periódicos,
sino en las revistas ilustradas /se refiere a Zig-Zag principalmente/, donde el
fotoperiodismo tendrá una verdadera época dorada durante las dos primeras décadas del
novecientos”. En Abel Alexander, Margarita Alvarado et al.: Historia de la fotografía en
Chile: rescate de huellas en la luz. Centro Nacional Patrimonio Fotográfico, Chile,
Octubre 2000, p. 125. De Juan Domingo Marinello ver también: “Grafías de la oralidad
periodística”, en Patrimonio Cultural. Revista de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos. Año VI, N° 22, Chile, invierno de 2001.
338
Sobre el “derecho” a ser fotografiado ver Alicia Entel et. al.: Escuela de Frankfurt.
Razón, arte y libertad. Eudeba, Argentina, 1999, p. 154.
336
165
página vienen, como ya se ha hecho notar, dos fotos de dos destacados artistas
de la temporada lírica (recordemos una vez más a nuestra Amadea Santarelli,
primera dama lírica, y a nuestro primer barítono absoluto señor Giuseppe Pacini)
y en la página siguiente se publican fotos de representantes de la Legación
Británica en Chile. En otros números el periódico publica fotografías de los
monumentos del general José Manuel Baquedano, de Benjamín Vicuña
Mackenna y de Victor Hugo, del “nuevo crucero chileno Chacabuco”, del
“blindado japonés Mi kasa” (el “buque de guerra más poderoso del mundo”),
del Presidente y Vice-presidente de la Honorable Cámara de Senadores, entre
otras figuras o realidades “importantes”. Son estas representaciones, ligadas a
grandes poderes, las que hegemonizan la escena visual. Se instalan así unos
“derechos” que expresan bien una de las caras de El Diario Ilustrado, pero que
más adelante tendrán que convivir con “derechos” de distinta naturaleza (ligados
al “accidente” cotidiano, por ejemplo), necesarios para el desarrollo y
masificación de la prensa.
En el momento que nos situamos, en cambio, la visibilidad no es todavía un
bien dispuesto para una diversidad amplia de usos y en sus reinos entran
básicamente los “personajes importantes”. Estas primeras representaciones
responden al modelo del “retrato” y están por ello fuertemente asociadas a la
pintura339. Son muchos los ejemplos que se pueden citar en esta línea: foto de
Enrique MacIver, candidato a senador, de Carlos E. Casanueva, ministro
jubilado de la Excelentísima Corte Suprema recientemente fallecido, o de
Ramón Barros Luco, organizador del nuevo Ministerio y delegado del Partido
Liberal. El periódico viene así a proyectar públicamente un tipo de trabajo o de
modelo bastante habitual en Chile desde la segunda mitad del XIX y que era
ejecutado por retratistas itinerantes y fotógrafos establecidos340. Es claro, sin
embargo, que esta costumbre, aun cuando tiene un mayor alcance público, se
A este respecto Eliseo Verón hace interesantes alcances. Dice: “Desde los comienzos
mismos de la fotografía, se impone un empleo de ésta que retoma los códigos pictóricos
del retrato. Los personajes notables, comenzando por el propio emperador, se hacen
fotografiar del mismo modo en que antes se hacían pintar (Rouillé 1985). En este caso, la
estrategia enunciativa, al retomar las reglas de producción del retrato pintado, expresa
como éste, una voluntad de ejemplaridad: trabajada por la estilística del retrato pintado,
la exposición fotográfica tiene un resabio de eternidad. En el terreno fotográfico,
tenemos pues una primera figura enunciativa de la neutralización de las condiciones
específicas de la “toma de vistas”: el referente (empleando la terminología de Barthes)
está destemporalizado”. Op. cit., p. 58.
340
Hernán Rodríguez Villegas: “Historia de la fotografía en Chile. Registro de
daguerrotipistas, fotógrafos, reporteros gráficos y camarógrafos. 1840-1940”, en Boletín
de la Academia Chilena de la Historia. Año LII, N° 96, Santiago de Chile, 1985/1986, p.
190.
339
166
encuentra por otra parte severamente restringida en el diario que examinamos.
Esta línea llega a su apoteosis o se “corona”, valga la redundancia, con las 9
ilustraciones relativas a “la coronación de Alfonso XIII”341. Ellas cubren por
completo la primera página, mostrando al nuevo rey de España tanto bajo “la
dignidad destemporalizada del personaje notable”, en el modelo del “retrato”
(ver foto al centro de la página), como bajo “la naturalidad de una vida que, a
pesar de estar marcada por el sello de lo público, no deja por ello de ser una
vida como las demás”342: “el rey en familia”, “el rey en clase” (ver Figura N° 2).
El contraste entre la “trascendencia” y la naturalización del mundo cotidiano del
“personaje notable”, que apunta a humanizarlo o a equipararlo con los mortales
comunes y corrientes, o entre la “significación” de este personaje o su
construcción como “monumento” y las aparentes nimiedades e
“insignificancias” que también lo constituyen, será uno de los juegos o retóricas
visuales corrientemente usadas por las nacientes revistas magazinescas (Zig-Zag,
por ejemplo).
Junto a este tipo de fotografías, el periódico exhibe otras cuyos motivos son
diversos: una fiesta escolar, plazas, un paseo campestre, un puerto pintoresco,
caciques araucanos, un taller de carpintería, paisajes. No son propiamente
“accidentes” o sucesos imprevistos, en la medida que su irregularidad o el grado
de alteración que introducen en “el mundo de todos los días” se revela débil o
poco escabrosa. A lo más se podría decir que se trata de “escenas” o de
“acontecimientos” pero no en el sentido “accidental” del mismo. Recién en el N°
19 nos topamos por primera vez con un dibujo que representa un “accidente”
ocurrido en Santiago (ver Figura N° 3)343. Si bien poco a poco irá creciendo el
espacio que se le conferirá a hechos recientes, cuya “accidentalidad” es diversa
(en 1904, por ejemplo, la serie continuada de fotos “En el teatro de la guerra”,
referidas al conflicto ruso-japonés), en estos primeros meses hay muchas fotos
que responden a un modelo “costumbrista” o “documental”, aunque éstas no
tienen la centralidad de las que se ciñen al modelo del “retrato” del “gran
personaje”.
Por último, no deja de ser revelador el “Concurso de Instantáneas
fotográficas” que organiza El Diario Ilustrado desde el N° 27 del 27 de abril de
1902. Como si en un acto de franca lucidez el periódico anunciase las tendencias
que se desarrollarán pronto en el campo del fotoperiodismo. Junto con ofrecer
341
El Diario Ilustrado, 17 de Mayo de 1902.
Eliseo Verón: Op. cit., p. 59.
343
“El último choque de tranvías”, El Diario Ilustrado, 19 de abril de 1902. En el pie se
lee: “Dibujo del violento choque de tranvías ocurrido a las dos y media de la tarde del
Miércoles 16, en la Plaza de la Independencia esquina de Catedral, hecho por nuestro
primer dibujante, don Santiago Pulgar, con apuntes tomados del natural”
342
167
150 pesos en premio, las bases de este concurso indican que las instantáneas
“deberán necesariamente representar una escena en movimiento”, que las
personas u objetos sean “animados” o que se “demuestre que la fotografía no ha
sido tomada de tiempo”. Se advierte igualmente que, aunque el tema se deja a
elección de los participantes, serán mejor evaluadas las fotografías que “sean la
reproducción de un suceso de importancia, de personajes de actualidad o de
escenas de por sí verdaderamente artísticas o curiosas”. Como se aprecia, no es
la “pose fija” sino el “movimiento” o el carácter “animado” lo que busca
promover el periódico. No es la foto “de tiempo” sino el registro instantáneo o
de exposición breve. No sabemos si la voz “animado” es una reiteración de
“movimiento” o remite a “ánima”, a vida o soplo: ¿es el movimiento tan sólo o
la viveza de la acción, o ambas cosas, las que debieran representar
preferentemente las instantáneas? Probablemente el carácter “animado” que se
exige no quiera decir “divertido” o “entretenido”, aunque en la frase siguiente se
privilegian junto a las escenas “artísticas” también las “curiosas”. El otro criterio
que se indica es evidentemente la “actualidad” e “importancia” del suceso o
personaje.
Estas bases se volverán a publicar en otros números del diario y, a muy poco
andar, en el n. 29, del 29 de abril de 1902, aparecerán las primeras instantáneas
del concurso (ver Figura N° 4). Como se aprecia, no son fotos tomadas en un
“estudio” sino en “las carreras”, tratan en lo posible de apartarse de la “pose fija”
y de reflejar algo de movimiento y espontaneidad. Son básicamente “registros”.
La atmósfera es “recreativa”, y la “autoridad” (el ministro del Ecuador), cuya
investidura es señalada en el pie de foto, se ve sin embargo fuera de protocolo,
en las carreras y con su familia. Estas dos características (investidura y
recreación) son reforzadas por un “anclaje” (Roland Barthes) o leyenda
escritural que evita que la foto se dispare en un sentido distinto a esa operación
de naturalización (y diferencia a la vez: las carreras de caballos, “el rey Eduardo
jugando al golf” en otra foto) de la vida íntima de los poderosos. Más “curiosas”
son las dos fotos dedicadas a un “personaje de actualidad”, el señor Frégoli, ese
“notable transformista” que hacía poco había actuado en el Teatro Municipal
con gran éxito, tal como indicábamos páginas más atrás. Un artista y un ministro
son pues las figuras que comienzan a ser protagonistas en el deseado reino de las
imágenes públicas.
Si seguimos la pista a las instantáneas que se continúan publicando como
parte del concurso se puede ver que éstas reproducen cuadros de la vida
cotidiana, “acontecimientos” en el sentido débil del término y también lo que
habitualmente se llama “accidentes”: desde unas regatas sobre el río Valdivia,
pasando por unas personas que están esperando o subiendo a un tren en la
estación de Parral, hasta los escombros humeantes de un incendio. Las fotos
168
seleccionadas se apartan del modelo del “retrato”, tan importante en esta primera
época de El Diario Ilustrado, dejan lo “trascendente” a un lado y se vuelcan a
destacar unas “acciones” o “movimientos” que tanto responden al modelo
“costumbrista” o “documental” como al ya citado “accidente”, cuyo sentido no
está en sí sino en el periódico que lo modela como tal.
Como vemos, las fotografías no son aquí ni “códigos cerrados” o autónomos
ni “códigos abiertos” o inciertos, dispuestos a decodificaciones múltiples. Si
bien estos signos dan cuenta de una “singularidad semiótica” que no permite su
asimilación sin más a la “máquina textual” (aunque sí distintos tipos de
intercambio entre texto e imagen), el modo como se construyen sus
significaciones no son independientes de los mensajes o sentidos que se
desprenden del conjunto de discursos, imágenes materiales e interacciones que
constituyen “el aparato formal de la enunciación”344, es decir, del propio texto
periodístico y sus distintas relaciones, y en particular de esa combinación entre
modernidad y ensoñación identitaria tan distintiva de El Diario Ilustrado en
1902.
Roger Chartier: “Poderes y límites de la representación. Marin, el discurso y la imagen”
en Escribir las prácticas. Manantial, Argentina, 1996, pp. 83 y otras.
344
169
CAPITULO 8
FORMAS DE APARICIÓN Y FIGURACIÓN DE LAS MUJERES EN
LA PRENSA PERIÓDICA.
Pabla Avila F.
Referir a las formas de presentación y figuración de las mujeres en la prensa
del Chile de principios del veinte, nos sitúa en uno de los procesos de
metamorfosis modernizadora experimentado por el país a la entrada de un nuevo
siglo. La territorialidad de la ciudad de Santiago, sus formas y sus dinámicas se
vestían con un aire “moderno” que inmediatamente se inscribía en el vivir de la
cotidianidad. Cada cambio, cada invento, cada novedad, cada transformación,
aparecía rápidamente vinculada a una suerte de “memoria” de lo que era el
proyecto del Chile moderno.
Recorrer las páginas del registro noticioso diario permite hacerse de una vista
panorámica de uno de los procesos de cambio chilenos. Lentamente aparecen
nuevos paseos, nuevas luminarias, nuevas construcciones, barrios y calles,
nuevos espectáculos, nuevas técnicas, nuevos saberes. Toda una vorágine
(transformadora) modernizadora.
Sin embargo, rescatamos la reflexión de Santa Cruz cuando propone que estos
mismos procesos modernizadores son cotidianizados y naturalizados por la
industria cultural al dar sentido a la experiencia cotidiana de vivir la vida, en
claves civilizatorias modernas345. Lo que él sostiene es que las publicaciones de
nuevo género como el magazine –y que nosotros hacemos extensivo a ciertos
contenidos de la prensa diaria de la época: “...contribuyeron de una manera
importante a una ampliación y expansión de la cotidianidad, al menos de los
chilenos que habitaban las ciudades más importantes del país. Los límites de la
experiencia de vida cotidiana se expandieron con la incorporación de temas,
lugares, personajes y situaciones. (...) de igual forma las categorías de tiempo y
espacio comenzaron a adquirir connotaciones muy diversas y más propias de lo
que se ha llamado la experiencia de la modernidad”346
Se reconoce lo nuevo al mismo tiempo que ese reconocimiento es resemantizado como propio. Para la particularidad de nuestro análisis sobre las
formas de presentación y figuración de las mujeres de la época es posible
continuar, en algunos aspectos, con los ejes centrales de un capítulo
345
346
Ver capítulo 1 de la presente obra.
Ver capítulo 2 de la presente obra.
170
anterior,347fundamentalmente en lo que refiere a ciertas construcciones
discursivas de y hacia las mujeres bajo pedagogías-normativas de género. Sin
embargo es necesario, antes, aludir, si bien breve y descriptivamente, al lugar a
partir del cual ésta mirada orienta una nueva lectura.
Breve alcance sobre la fuente consultada y los énfasis del análisis
Se trata ahora de una mirada a la prensa de principios del siglo veinte. En
específico, una mirada a dos periódicos de circulación masiva y públicos
distintos: El Mercurio y Las Últimas Noticias. Si bien de la misma empresa
editorial, sus formatos difieren levemente, enfocado el primero a un lector más
bien ilustrado, informado y preocupado por el acontecer nacional e
internacional, mientras que Las Últimas Noticias se ve vinculado a los intereses
comerciales, con acento en los movimientos de los directorios y gestiones de las
empresas, al mismo tiempo que parece dirigirse a un público menos exigente en
la cobertura internacional y centrado más en el cotidiano local. Sus
informaciones se extienden a los sucesos de barrios, a la oferta de empleos y a
una marcada tendencia a lo que hoy denominamos “crónica roja”348.
La revisión se realizó con vistas a posibilitar un análisis comparativo posterior
tendiente a identificar diferencias o continuidades entre los elementos referidos a
las formas de presentaciones y figuraciones de las mujeres, contenidos en la
prensa y en el magazine Zig-Zag. Por esto, el período consultado se corresponde
con el período presentado para el magazine Zig-Zag (1905-1908). Dado que el
tiraje era diario, se seleccionaron meses en que se presumía mayor figuración y
actividad desarrollada con participación de mujeres y que definimos como los
correspondientes a los períodos de fiestas y vacaciones (diciembre a marzo).
347
Ver capítulo 4 del presente libro.
No podemos dejar de mencionar que las mujeres eran protagonistas importantes en estas
crónicas. Sea por rencillas de pareja o de celos, sea por hurtos o por desórdenes. Citamos
dos ejemplos de ello, a modo de ilustración. Los dos corresponde a 1905 y se registran en
Las Últimas Noticias: “Vecinos de Sargento Aldea fueron molestados a las 2 y media de
la madrugada por Maria Fuentes y Rosa Urrutia Fuentes, madre e hija, que alarmaron
el barrio indicado dando rienda suelta a su carácter un tanto exaltado. A la hora
apuntada, salieron ambas de su habitación, insultándose, y yendo pronto a las vías de los
hechos, se golpearon sin compasión por espacio de un rato más o menos largo. Las dos
salieron contusas después de la refriega, por cuyo motivo la policía las redujo a prisión,
para que, ante el juez del crímen expusieran los motivos de sus desavenencias. Otro por
robo: “Una mujer acompañada de 5 individuos entró a la tienda La Cueva _delicias
2802- con un descuido de los dependientes se robaron una pieza de casimir avaluada en
100 pesos y otras especies de menor valor”
348
171
En esta mirada, una primera lectura más gruesa indica que no hay diferencias
sustantivas en términos del tratamiento de los contenidos vinculados a (y con)
las mujeres, aún cuando Zig-Zag nos reportaba, para los efectos del análisis,
mayor información sobre el tema.
Al respecto, una intuición primera indica que el formato de cada uno, tanto de
la prensa como de la revista del magazine, se vuelve elemento determinante.
Mientras Zig-Zag parecía dialogar con una lectora mujer, los diarios consultados
están claramente comunicándose con un público en su mayoría masculino,
incluso en la presentación de la sección vinculada a la vida social. El diario,
como elemento informativo, se permite muy pocos espacios que no sean hacia
un lector ilustrado y masculinizado. Pero en esas excepciones y en los ‘decires
entre líneas’ encontramos voces que hablan a y de las mujeres y nos permiten
establecer la lectura en continuidad con lo que veníamos tratando.
Un aspecto que concentró gran parte de nuestro análisis fue la publicidad. A
diferencia de Zig-Zag, tanto El Mercurio como Las Últimas Noticias destinan
cerca de un 40% del total del ejemplar a la publicidad. Nuestra lectura se enfocó
aquí a leer en la publicidad, considerándola como una forma discursiva que nos
permitía entrar en otros modos de aludir a las presentaciones y figuraciones de
las mujeres. En el análisis de este material seguimos a Oscar Traversa349 en lo
que refiere a la consideración de la propia publicidad como fuente de análisis en
tanto producto social que se articula sobre relaciones múltiples y que hace
posible, en la observación retrospectiva, dar, por ejemplo, con ciertas
modificaciones operadas en algunas tramas de interés. Sobre esto Traversa
indica que:
“...si se opta por pensar que un texto es una suerte de emergencia,
un recorte en una trama discursiva; que al fin de cada uno de
nosotros, el espacio social que ocupamos, se sitúa como una
intersección particular de sus hebras, el recorrido –retrospectivono es otra cosa que una extensión del presente en espesor y la
búsqueda no es ociosa”350
Detenerse y recurrir también al análisis de las imágenes que nos ofrece la
publicidad de la época es una posibilidad de extender los canales de
comprensión por los que veníamos transitando en el análisis.
Los contenidos de la publicidad también nos hablan de un proceso de
mutación y modernización del cuerpo (en particular, del cuerpo de las mujeres)
349
350
Oscar Traversa: op. cit.
Ibid, p. 15.
172
en la consideración de que comienza a ser economizado y administrado en su
uso y circulación social.
Las mujeres y sus cuerpos comienzan muy rápidamente a desplegarse en un
importante campo de consumo, al mismo tiempo que a hablar socialmente en la
mostración que se hace de ellos. En esta misma dirección, el vínculo que hace
Traversa entre publicidad y cuerpo, en el que la publicidad no sólo comporta el
cuerpo sino que en algún momento lo captura, nos resulta atractiva para
reflexionar sobre la figuración de las mujeres en lo público
La operación de captura, que la publicidad hace del cuerpo se entiende como
la asignación de “...un tipo de operatividad semiótica que se disocia del mundo
de referencias asociables con el producto o servicio que adopta como
circunstancial objeto, se convierte en una señal autoreferente ‘libre’ (...) Esta
trayectoria (de la ocultación a la presencia, de la restricción a la amplitud de
presentación, de lo trascendente a lo contingente) se hará posible por una vía
relacional (¿juego de discurso?) que comporta una variedad de participantes
que tienen al cuerpo como referencia (la sexualidad, la medicina, la
alimentación, los deportes...)351.
Para nosotros la forma de presentación de las mujeres y sus cuerpos en esta
publicidad de prensa se relaciona con el efecto de cotidianización al que
aludíamos antes. Los contenidos, los mensajes, las figuras que se muestran y
repiten diariamente instalan saberes y prácticas que se tornan evidentes y se
integran a una circulación de conocimiento y sentido cotidiano.
Espacios y circulación de las mujeres en los primeros años del veinte.
Un breve recorrido historiográfico nos indica que las mujeres ocupaban
espacios muy delimitados. Sus actividades se organizaban marcadamente de
acuerdo a diferenciaciones de clase, con algunos espacios de encuentro tales
como los talleres de moda, las casas comerciales, la educación tanto externa
(liceos y talleres de niñas) como interna (institutrices de niñas de familia, por
ejemplo) o las jornadas de caridad, a las que unas asistían para beneficiar a otras.
Actividades todas que destacaban como espacios en los que se daban cruces
entre mujeres de diferentes posiciones.
También existían espacios fragmentarios, que impedían el cruce: unas en la
kermesse de gala, en los encuentros de té, en la cena en honor de algún
personaje extranjero o de la escena social. Las otras en el trabajo de fábrica, de
comercio y en instancias de divertimento popular como los teatros de comedias
351
Ibid, p.29.
173
o fiestas de diverso tipo. Ningún espacio de encuentro real, salvo por la prensa.
Canal de circulación y socialización de mundos diversos.
Consideramos que a través de la prensa es posible observar, bajo mirada
panorámica, la definición de una suerte de mapa que nos muestra trazados
ilustrativos de espacios, ocupaciones y movimientos de las principales ciudades
del país. El diario nos sirve como registro del cotidiano de la ciudad, del día a
día y del ir y venir de sus habitantes.
En este mapa podemos identificar cómo se van configurando algunas
territorialidades de género y cómo se van trazando los recorridos de las mujeres
de la ciudad. Hemos señalado antes que la escena de principios del veinte es una
móvil, en mutación, con nuevos perfilamientos en las construcciones de los
modelos de mujeres y de los contenidos de “lo femenino”. Lentamente, se han
venido desmoronando las fronteras del espacio privado, los viajes, cuando no,
las fotografías de otros lugares han contribuido a ampliar los límites imaginables
respecto a las categorías de espacio y tiempo en torno al mundo. Al interior de la
ciudad, las transformaciones arquitectónicas, los nuevos modos de sociabilidad y
entretención, vuelven posible la redefinición de las territorialidades de hombres
y mujeres.
Situados aquí, establecemos continuidad con el trabajo anterior. Mantenemos
las condiciones del contexto, pero cambiamos ahora la mirada y fijamos el ojo
en este otro registro proporcionado por la prensa.
Las formas del aparecer de las mujeres. Discursos pedagógiconormativos. Algunas continuidades analíticas.
Las formas del aparecer352 de las mujeres están muy marcadas por discursos
tendientes a organizar, enseñar y fijar los límites de su accionar de género. A
esto lo denominamos discursos pedagógico normativos353 y que referían a lo
que hay que ser, parecer y obedecer.
Definimos los contenidos de estos discursos como aquellos orientados a
establecer una dirección normativa de lo que las mujeres deben ser. Los modos
correctos y propios. Estos discursos suponen la demarcación de espacios de
circulación, movilidad e intervención, pero dados siempre a partir de una
referencialidad constante a lo masculino. Recurrente va a ser la definición de lo
que es la mujer, de sus anhelos y de su dominio. Estas definiciones son
352
Ocupamos aquí el término en sentido laxo. Hablamos por ahora del cómo son mostradas
y cómo se muestran las mujeres.
353
Ver capítulo 4 del presente libro.
174
extensivas al corpus mujer; a todo aquello que rodea a las mujeres
independientemente de las particularidades y diferenciaciones que entre ellas se
puedan dar. Se trata de lo propiamente femenino, de lo portador de la condición
mujer.
Desde una disposición escritural y figurativa distinta, lo que aparece reforzado
en los discursos pedagógico-normativos es lo que hay que ser y sobre todo lo
que hay que parecer. Destacando en lo primero contenidos morales y sociales
desde el modelo de orden social imperante y en lo segundo el problema del
cuerpo, que aparece con fuerza a partir de algunas notas generales, otras
científicas y, sobre todo, desde la publicidad.
Aunque el avisaje publicitario pone mayor énfasis en el control interno del
cuerpo (acidez, flatulencia, regularización del intestino, purificación de la
sangre, aliento, etc.) esto se ve mediado por discursos médicos y el énfasis
creciente en la higiene como práctica moderna que promociona un cuerpo sano
y, consecuentemente, más bello, o sea, un énfasis hacia el control externo.
Los productos para el control interno del cuerpo se concentran, en ese
período, en todo lo relativo a las enfermedades y en la adjudicación de la
propiedad de remediar las impurezas de la sangre. Dentro de este tipo de
productos destacan las facultades atribuidas al jabón Reuter, el que:
“Refresca y enrojece la sangre, dando color a las mejillas; y evita
las arrugas impidiendo la sequedad del cutis”
Las propiedades de la limpieza con jabón pueden ser mucho más amplias,
vinculándose a la belleza. Así se deja ver en un anuncio en el que se promociona
la limpieza con jabón como reveladora de belleza, al aparecer una mujer siendo
admirada por siete hombres, quienes se deleitan por la tersura de su rostro. Otra
publicidad, también del jabón Reuter, señala que:
“Purifica los poros, deshaciendo todo átomo de secreción sucia é
impura. Los poros sanos arrojan de si constantemente las
impurezas”.
Sobre la atención hacia un cuerpo robusto, firme, fuerte, que son los aspectos
vinculados a un cuerpo saludable, destacan productos como:
Ovolecithine Billón, tónico que actúa como reconstituyente
energético.
175
También se promocionan productos para enfermedades comunes pero
secretas. Destinado a los jóvenes se oferta:
“Si quereis obtener una cura rápida e infalible de las enfermedades
secretas usad el nuevo remedio GONOSAN”
Otro grupo de productos son los que aluden a la tonificación y reconstitución
energética, fundamentalmente de los niños, pero también de los adultos.
Destinados a ser vigorizantes de todas las funciones corporales, tienen como
añadido el que su uso produzca una transformación en las facciones, la
luminosidad y aspecto de la piel. Su finalidad es proveer de bienestar a los
cuerpos cansados y de aspecto deteriorado, consecuencia de enfermedades de
índole muy diversa. Entre estos destacan por sobre todo los tónicos y los aceites:
“Jarabe de Rábano Yodado de Grimacelt y cia. Linfatismo,
erupciones de la piel en niños pálidos, enclenques y delicados,
para resolver las glándulas del cuello y reanimar el apetito”.
La famosa emulsión de Scott no sólo anuncia las bondades de su producto,
recurre además a una interesante estrategia publicitaria del “caso de muestra”, en
el que una persona se ve obligada a contar la experiencia que tuvo con el
producto y la eficacia de los resultados obtenidos. Así se anuncia, por ejemplo,
el caso de la niña Carmen Neyra, salvada de la muerte por la ingesta periódica
de este producto:
“La niña Carmen Neyra. Atacada de artitrisma y curada
radicalmente con la emulsión de Scott”
La delgadez, al menos en los niños, es muy combatida por este tipo de
productos:
“Un niño rollizo es siempre interesante y admirado, así como uno
raquítico inspira lástima y conmiseración” La emulsión de Scott,
aceite de hígado de Bacalao, esta emulsión va directamente a la
sangre, enriqueciéndola y purificándola, nutre y desarrolla los
tejidos vivientes.
Otros productos de alto avisaje para esos años, eran:
Fosfatina Faliéres. (Para los niños).
176
Harina Malteada Vial (fortificante para niños)
Existe otro grupo de medicamentos destinado sólo a mujeres. Llama la
atención, a partir de una mirada contaminada de presente, que se anuncien
medicamentos para aliviar a las mujeres en días de menstruación y las
consecuencias de ella:
Hierro ergotado de Mannet a las señoras y las jóvenes (Anemia,
menorragias, catarro uterino, incontinencia de orina)
Apiolina Chapoteaut, para la salud de las señoras, regulariza el
flujo mensual, corta los retrasos, los dolores y los cólicos.
El que la salud del cuerpo es algo relacionado con la belleza, tiene que ver
con un proceso de metamorfosis esperada de los cuerpos. Las mujeres, como
objeto sensible de las transformaciones corporales de la modernidad, son sus
principales protagonistas.
De ellas se espera un cambio que vaya con estos tiempos modernos, se espera
que se acoplen a los vientos que soplan en el Chile en transformación. Las
modas, en eterno vaivén, alcanzan las formas de los cuerpos, y quienes no
participen corren el riesgo de quedar fuera del sistema de intercambio de la
mostración corporal y de estatus. Y de la asignación de valor masculina. Un
breve artículo del Chile Ilustrado, así lo indica:
“¿Cuál es el tipo de belleza, que por el momento se admira más en
Inglaterra? (...) El cabello desordenado sienta mal y no es muy bien
visto y los pies y manos demasiado grandes no son propios de una
mujer que quiere ocupar su puesto en la alta sociedad, por lo menos
no le permitirá aspirar á elevarse como podría en otras
condiciones. Lo cierto es que los gustos cambian. La persona
menuda, de tez pálida, de pies y manos pequeñas incapaz de servir
a otro propósito que usar el tamaña más pequeño de guantes y
botines, ya no es rebuscada por la mayoría de los hombres:
semejable fragilidad, cuando acaso de la encuentra, es mirada con
curiosidad ó á lo sumo excita simpatía, pero hoy la mayor parte de
los hombres gustan de las mujeres altas, de mejillas sonrosadas, y
177
de movimientos activos, capaces de tomar parte con placer en los
juegos al aire libre”354
La manifestación externa del cuerpo comienza a alcanzar, lentamente, gran
protagonismo. Primero con la cara. Luego, para las mujeres, con el resto del
cuerpo (los corsets, por ejemplo). La higiene de la boca, dientes y aliento
también aparecen destacados.
Se perfila en este grupo de productos un interés hacia el modelamiento del
cuerpo externo, en particular el modelamiento del cuerpo de las mujeres,
estableciéndose códigos de belleza y evidenciando cuánto hay de construcción
en los cuerpos para el alcance del patrón de belleza circulante.
El cuerpo aparece como producción, como algo que se elabora, se fabrica, se
corrige. Todo cuerpo puede hacerse. Puede transformarse. La naturaleza es una
suerte de materia prima remediable.
El artificio de la belleza es algo que circula por los contenidos de la prensa.
Mont-Calm, cronista de la vida social, de los usos y modos de la época,
reflexiona sobre este tema:
“En jeneral no existe hoi, para apreciar el punto en donde reside la
más escojida belleza femenina, un tipo ideal único, como aquél que
crearon los griegos, caracterizado por la fuente algo baja unida por
una sola línea a la nariz recta y breve, de que son modelo la Venus
de Milo, la Venus de Médicis y aquella adorable Friné ante cuya
estupenda belleza los jueces inclinaron la balanza de la justicia (..)
el verdadero tipo clásico se ha perdido. Las beldades modernas por
arrobadoras que parezcan, deben mucha parte de su triunfo, lo
observaba un escritor, “al modisto, al joyero, al perfumero y a la
peinadora”355
En la publicidad encontramos varias ilustraciones de esto, una de ellas, del
mismo jabón Reuter, en la que se indica que :
“No son las facciones sino el cutis lo que hace bello el rostro. El
jabón Reuter se fabrica especialmente para purificar el cutis malo”
“Tipos de Belleza variables”, Chile Ilustrado, Agosto-Septiembre de 1905. En:
www.siglo20.cl. El subrayado es nuestro.
355
Mont-Calm: “La belleza femenina”. El Mercurio, 1° de Febrero de 1905.
354
178
Otras, todavía más explícitas, nos hablan incluso de “tallar” la figura, de
aparecer con un cuerpo que ha sido “forzado” y que se ha modelado según la
tendencia del momento. Cualquier mujer puede hacer esto gracias a la ayuda de
un buen corset.
Modelo de Corset ”Le Calise” de la Maison Pouget V.
“Queda plenamente resuelto el enigma de que el buen talle lo hace
el corset, y que no puede existir el mal cuerpo, cuando éste es
aprisionado por las elegantes formas de un corset irreprochable”
La modelización y tratamiento del cuerpo femenino se expresan también en la
preservación de las formas:
“Señoras ¿Quieren ustedes conservarse jóvenes y elegantes,
guardar su talle esbelto? Tomen dos pastillas todos los días de
Thyroidine Flourens”
La belleza responde a un sistema de producción, el que a su vez se inscribe en
un sistema de competencia entre mujeres. Esto aparece luego como indicador
del éxito alcanzado en la propia producción corporal y como la instalación de
sistemas de jerarquización y diferenciación entre las mujeres, lo que sólo puede
ser dirimido a partir del ojo masculino. A ello alude el contenido publicitario de
una crema:
“La reine de las cremes”
“¿Quiere usted saber por qué su amiga es tan bella y tiene el cutis
tan fresco que hace la admiración de los hombres?”
Los discursos pedagógicos-normativos se despliegan íntegros en lo que hay
que ser, parecer y obedecer. Ser mujer tiene un destino, y ese destino son unos
modos correspondientes a lo que se identifica con “lo femenino” en tanto unidad
esencial y que aparece como el rasgo identitario común a toda mujer, pero que
también supone seguir patrones que refuerzan esa identidad. La norma primera
que hay que obedecer es ajustarse a ese modo identitario y la segunda es seguir
el camino común destinado a las mujeres: el matrimonio y la reproducción.
Estos discursos no son necesariamente objeto de grandes reflexiones pero
emergen cotidianamente a partir de cualquier evento común. Ejemplo de ello es
179
un comentario sobre las mujeres y el matrimonio, que se desprende de una nota
sobre la elección de novio de la hija de Theodore Roosevelt.
“No hai probablemente, una duda más dolorosa para la mujer, que
la terrible indecisión del matrimonio. Quedar soltera, vivir y morir
sin haber cumplido la bella y adorable misión de formar un hogar,
una familia, una jeneración, sufrir los escarnios de todo el mundo,
ser objeto de la jeneral compasión. No realizar jamás los adorados
sueños de la juventud, vivir siempre entre las sombras y el olvido,
todo eso es cruel, es doloroso, desgarrador (...) Para la mujer la
vida tiene hondas tristezas, la de no casarse es, quizás la más
dura”356
Los temas vinculados al matrimonio, y su figura mediadora, el hombre, se
vuelven aspectos referentes en cuanto son los mensajes implícitos por los que
transitan los contenidos destinados a las mujeres. En la publicidad y en los
productos publicitados se encuentran abundantes alusiones al matrimonio y los
hombres. Esto nos permite compartir la sospecha de que es posible vincular la
publicidad con un espacio de circulación de un cuerpo que aparece como bien
transable en el espacio de la pareja; su resolución y transacción final sería el
matrimonio357.
Lo anterior engarza bien con la producción de la belleza y la promoción de los
cuerpos sanos. De lo contrario no sólo no se cumple con el dictamen del
parecer, sino que, además, no se está dentro de los códigos que articulan lo
femenino. Como corolario del proceso, la tríada con la que se reviste la
excelencia del cumplimiento del código femenino es la de ser “bella, buena y
reina del hogar”.
Apariciones y circulaciones de ‘lo femenino’ en la prensa del veinte.
En la revisión más bien panorámica de los contenidos de la prensa de
principios de siglo relacionados con la mujeres y sus forma de aparición,
encontramos elementos que nos llaman la atención. Uno de ellos se relaciona
356
Mont-Calm, El Mercurio, 13 de Febrero de 1905. Subrayado es nuestro
Ver idea de la publicidad como espacio de circulación donde el cuerpo aparece como
bien transable en Oscar Traversa, op. cit., en especial, el capítulo III, “Del cuerpo del
éxito social a la amenaza de su destrucción o del relato mediático a la ilustración
grotesca”.
357
180
con la escasa presencia de temas asociados a las mujeres, a diferencia de lo que
consultábamos en el magazine Zig-Zag para el mismo período.
Indicamos más arriba algunas de estas diferencias, sin embargo, en un intento
por especificar todavía más esta ausencia, queremos arriesgar algunas hipótesis.
La primera de ellas dice relación con el formato mismo. Esto es que sería la
propia delimitación textual perteneciente a uno y otro formato lo que
modificaría el tratamiento de los temas relacionados con el género.
Una segunda hipótesis aventura que el formato de prensa sigue un registro
masculino al operar con un lector que se presume tal en el seguimiento de los
contenidos de actualidad nacional e internacional, no así en los que tienen que
ver con la actividad laboral.
El primer enunciado hipotético alude a que la posibilidad de dispersión
entregada por el género del magazine se sigue del propósito de diversión. El
magazine era una miscelánea que debía por sobre todo entretener. Sus
contenidos tienen mucho que ver con esto. Un formato cuya caracterización
textual llama a ser (h)ojeada una y otra vez y en el doble movimiento del
mirar/leer358.
La prensa, por el contrario, corresponde a un registro textual diario, revisión
de lo cotidiano, de lo importante y significativo de ese cotidiano. Visto así, los
temas sociales, aún cuando figuran son sólo un registro, porque lo importante es
indicar, comunicar, notificar, los movimientos de la alta sociedad. No es de
interés de esa prensa explayarse en esto, pero sí es deber informarlo. De este
supuesto resulta interesante el que sí se cubra el registro noticioso del acontecer
con el feminismo y las luchas de las mujeres inglesas por el derecho a sufragio.
Así es como encontramos numerosos telegramas que remiten los sucesos de
Inglaterra. Aún cuando estos telegramas sólo se reproducen, la presentación de
los títulos y contenidos aluden a la figura de mujeres desordenadas, vándalas, y
groseras.
“El sufrajio femenino
Desórden provocado por 30 mujeres.
Londres 10.- Una turba compuesta de 30 mujeres partidarias del
sufragio, trataron de invadir la casa del primer ministro
Bannerman.
Al caer la tarde, la residencia del premier fue rodeada por un grupo
compacto de mujeres que comenzaron a golpear vigorosamente la
puerta de la calle y cundo ésta fue abierta, trataron de penetrar al
Las nociones de ‘(h)ojear’ y mirar/leer son tratadas por Carlos Ossandón en el análisis
que hace de Zig-Zag, en el capítulo 3 de este libro.
358
181
interior. Algunas se colgaban con tenacidad de las rejas y cuando
la policía trató de dispersarlas, sólo sucumbieron a la fuerza
superior”359.
De otra manifestación se señala:
“...se dirijieron a diversos puntos de la ciudad haciendo
manifestaciones de diversos géneros. (...) se pronunciaron
violentísimos discursos. Una de las más exaltadas, dijo que
combatirían hasta ver realizados sus ideales aun cuando se les
amenazara con el arresto.
El meeting se disolvió momentos más tarde en medio de los
acordes de la Marsellesa que fue cantada por todas las voces del
gran número de manifestantes”360
Como contrapunto a estas imágenes, lo que encontramos son unos pocos y
breves artículos que van a exaltar y celebrar el espíritu noble y sacrificado que
caracteriza al género femenino. Por sobre todo, se reconoce su tremenda
capacidad y fortaleza para los embates de una vida que, al parecer, les es
adversa.
La condición femenina se despliega en el rasgo de la debilidad, pero que tiene
por mérito, como ningún otro ser, la capacidad de sacrificio por los otros. Un
artículo denominado “La fuerza de la debilidad” concentra, a nuestro juicio, la
síntesis de que se considera “lo femenino” como contenido y destino.
“No es la leyenda o la historia heroica de la mujer lo que le da la
medida de su empuje, de su resistencia, de su pertinacia, de su
fuerza, en fin.
Es su historia cotidiana, doméstica, seguida más que a través de
historia, a través de las costumbres (...) En las bajas esferas
sociales suele el hombre beberse el jornal, y la mujer verse
obligada a procurarle el sustento; responde él con injurias y malos
tratamientos a las caricias y a la abnegación de su mujer, y suele
también verse privada de los goces del hogar, del cuidado y de la
compañía de sus hijos, porque tiene que ir a buscar al taller o al
obrador el suplemento de alcohol de su marido.
359
360
El Mercurio, 11 de Marzo de 1906.
Ibid.,, 20 de Mayo de 1906
182
En las altas clases sociales, la mujer, sin conciencia de ello, suele
buscar compensaciones en el lujo, en la ostentación, en la frivolidad
y en la coquetería.
Las que buscan en el amante un vengador, encuentran en él, sólo un
verdugo, y las que se refugian, para olvidar, en la galantería, y
para aturdirse se embriagan y se lanzan al torbellino del vicio, sólo
tienen por perspectiva el hospital.
Y puesto que aún la mujer es fecunda, puesto que aún es virtuosa,
puesto que aún subsiste y puesto que puede llegar a peinar canas de
tanto sufrir y de tanto llorar, preciso es no sólo que sea fuerte, sino
la esencia de la fuerza misma”361
La formulación del segundo enunciado hipotético, se desprende del primero.
Lo que se reconoce como importante es lo que el ojo masculino reconoce como
tal. Excepciones a esto son las notas (aunque escuetas) a la vida social y otros
breves sobre las actividades de caridad organizadas por las mujeres de la élite.
Donde sí se lee, aunque por interpretación solamente, una presencia femenina
más significativa es en la sección de ocupaciones. Claro está que lo que leemos
es la presencia de mujeres que de otro modo no aparecen sino por omisión,
como por ejemplo a través de las actividades de caridad. En este caso aparecen
las trabajadoras de todo tipo: sirvientas, obreras, institutrices, empleadas de
tienda, cocineras, niñeras. Lo interesante de esta sección es el contenido
normativo que se asocia con esas mujeres (aunque es indistinto por sexo). Se les
demanda decencia, honradez, buena presencia, etc. Bajo los mismos códigos se
ofrecen ellas para la ocupación362.
Esto lo habíamos observado antes, en el análisis de Zig-Zag y en relación a la
educación recibida por todas las mujeres que no pertenecían a la élite, cuya
formación las proveía de un oficio y era complementada con el desarrollo de los
valores sociales que la élite reconocía necesarios para acompañar la ejecución
del trabajo, tales como la honestidad, la humildad, el esfuerzo, la perseverancia.
Lo anterior se ilustra bien si se observan algunos de estos anuncios:
“Señora estranjera, seria y con buenos informes de su conducta, se
necesita para la dirección de una casa con niños. Dirijirse por
escrito dando detalles a la casilla postal nº260. Concepción”.
“Niña decente para la mano se necesita. Herrera 650. Sueldo $20”
361
362
Ibid.,, 5 de Febrero de 1905
No muy lejos de lo que hoy observamos en la misma sección de los mismos diarios.
183
“Niña decente desea ocuparse en casa particular como costurera,
ya sea en esta o para viajar”
Consideraciones finales:
El recorrido de este capítulo ha venido revelando como contenido central la
imbricación entre los discursos pedagógico-normativos (en lo que hay que ser y
obedecer, como contenido moral y social ante el modelo femenino
esperado/esperable) y lo que hay que aparecer con el cuerpo mismo. El cuerpo
así debe ser solamente visibilización de lo que de él se hace para la mostración
social.
En cierto sentido podemos insinuar que el cuerpo aparece también como
vehiculizador del naciente y moderno discurso médico. El cuerpo limpio, el
cuerpo sano, el cuerpo sin fallas ni máculas. El discurso hacia el cuerpo se
escribe como el discurso del cuerpo moderno, el cuerpo de los tiempos que se
construyen.
Observamos una transfiguración del cuerpo como símil del proceso
modernizador. Cuerpo en blanco (que se toma en blanco) que se escribe y se
esculpe, que se talla, se modela, se figura y se hace figurar.
Sobre ese cuerpo raso, la moderna escritura médica, biologicista e
higienicista, escribe su saber y se lo apropia como requisito de la realización de
su propio discurso. Así, entonces, el cuerpo de las mujeres es también cuerpo
efectivo.
La emergencia y desarrollo de la modernización tiene la particularidad de
escribirse e inscribirse cotidianamente a través de la prensa, que va presentando,
en el registro diario, los diversos procesos y las pequeñas innovaciones
modernas de un modo que lo hace parecer natural, y siendo reiterativo pasa a
configurar parte de la trama cotidiana.
Así es, por ejemplo, que el cuerpo se inscribe en el proceso de
transfiguración cotidiana a partir de cosas pequeñas y aparentemente
insignificantes: lavarse la cara con cierto jabón, aliviarse de ciertas afecciones
molestas, bailar al compás de melodías nuevas, asistir a nuevos lugares de
encuentro social, practicar nuevos deportes, etc.
Este proceso de producción, modelaje y corrección del cuerpo se realiza al
mismo tiempo que la transfiguración de la ciudad, del comercio, de la vida. La
añeja sociedad chilena del XIX da paso a la moderna del XX y al tránsito hacia
una ciudad que sea ‘mostrable’ a todo visitante “...con sus paseos
incomparables, con sus plazas y sus calles tan características de una sencillez
184
tan única y modernista”363.Se moderniza así no sólo el espacio, no sólo la
territorialidad, se modernizan también las reglas y modos sociales, los sistemas
de relaciones y, como hemos visto, los cuerpos que comportan estos sistemas.
363
“Pavimentación y cambios en Santiago”, Las Últimas Noticias, 17 de Enero de 1905.
185
CAPITULO 9
LOS ESTUDIANTES DE LOS AÑOS 20: LA MIRADA DE EL
MERCURIO DE SANTIAGO
Luis E. Santa Cruz Grau
En este capítulo abordaremos el modo a través del cual el diario El Mercurio
de Santiago da cuenta de la emergencia en la esfera pública de la “juventud
estudiosa” del país. Interesará, por tanto, seguir las lógicas según las cuales este
periódico contribuyó a establecer determinados ejes de sentido para describir a
este nuevo actor de una escena social y política en vías de transformación. No
buscaremos, sin embargo, analizar el grado de verosimilitud en el tratamiento de
las noticias o de sus editoriales, solo pretendemos dar cuenta del modo en que un
medio de prensa determinado contribuye a delimitar las fronteras de lo posible al
interior del espacio público.
En ese sentido, consideraremos al periódico no tanto en su clásico formato de
narrar los hechos del mundo, sino principalmente como un actor en sí mismo, el
que contribuirá a sedimentar significaciones en torno al “ser” estudiante, fijando
unas características que de ahí en adelante conformarán un cierto sentido común,
sustentado en una “ontología” del ser joven y universitario. Esta operatoria que
pretende fijar lo genuino y lo correcto en términos de la actuación pública de los
jóvenes universitarios no parece verosímil sin su reverso, esto es, la construcción
de un Otro al cual asignar responsabilidades por todo aquello que no parece
deseable y que escapa a la norma. Los presupuestos sobre los que se construyen
ambos tipos se encuentran, obviamente, implícitos en el diario en su totalidad,
dejándose ver no sólo en el modo de narrar la noticia, en sus editoriales y
columnas de opinión, sino también en la decisión en torno a que tiene mérito
para aparecer, y con qué carácter, al interior del mismo periódico.
El tratamiento que El Mercurio le dará al estudiante no será –en rigor- muy
distinto al que se puede observar para el caso del obrero364. Podemos observar
que son similares las estrategias de distribución y de construcción de tipologías
de lo aceptable y lo que debe ser negado, de lo verdadero y lo falso, de lo propio
y lo exógeno, que, de modo general, caracterizan las construcciones de otros
sujetos sociales que también emergen en aquellas dos primeras décadas.
364
Isabel Torres: Mentalidad y Pensamiento Político de la elite en 1919, Documento de
Trabajo Nº 278, FLACSO, Santiago, 1986.
186
1.- El Mercurio: objetividad y periodismo moderno
Durante el período indicado en el título de este capítulo, plagado de
transiciones y metamorfosis modernizadoras, el espacio comunicacional, en este
caso de la prensa diaria, vivió su particular tiempo de cambios, expresados en el
surgimiento y desaparición de distintos medios, los que respondiendo a distintas
estrategias buscaban adecuarse a un mercado en expansión. Uno de los
periódicos que surgió con el cambio de centuria fue precisamente El Mercurio
de Santiago, el que prontamente se convitió en el paradigma del tipo de
periodismo que se debía hacer365. Entre las lógicas que dirigieron esta empresa
se encuentra, por un lado, la búsqueda por encontrar réditos económicos –en el
mediano plazo- mediante la ampliación de sus lectores y la captura de
publicidad, ambas principales fuentes de ingreso366. Por otra parte, esta nueva
prensa pretende distanciarse de estructuras o corrientes políticas definidas,
abandonando el periodismo de trinchera o el carácter de vocero de alguna tienda
política en particular. Su pretensión, por tanto, consiste en presentarse como
muestra de un periodismo moderno e imparcial, que reflejara, pero que también
orientara, la opinión de los ciudadanos.
Estas orientaciones son comunes a la prensa liberal, y por tanto, no son
exclusivas de nuestra prensa diaria. En este sentido, lo que podemos observar es
que esta transformación también opera al nivel del lector, pues éste ya no sólo
demanda el recuento cotidiano de los acontecimientos políticos -y las miradas
que los editores del periódico tienen sobre ellos-, busca en la prensa que se le
informe además del acontecer noticioso en general. Esta mayor dispersión de las
demandas de los lectores genera también una respuesta desde el medio, el cual
diversifica y especializa en la mayor medida posible su oferta.
Con el objeto de no entrar en una descripción pormenorizada de las
características centrales de la prensa liberal moderna, que los estudiosos sobre el
tema señalan en El Mercurio su hito fundacional, nos centraremos en dos
aspectos que parecen relevantes al momento de analizar el modo a través del
cual se representaba la figura del estudiante universitario en sus páginas y
365
Raúl Silva Castro: El Mercurio de Santiago (1900-1960), Editorial Lord Cochrane,
Santiago, 1960.
366
Sin embargo, este proceso de consolidación del diario El Mercurio significó, en un
primer tiempo, un constante esfuerzo económico con el objeto de solventar los esfuerzos
económicos y las cuantiosas inversiones del periodo fundacional, las que no se podían
absorber con la sola venta del periódico. Ver Fernando Santivan, op. cit., p. 1599; Patricio
Bernedo y Eduardo Arriagada: op. cit.
187
secciones. En primer término, se puede observar una evidente primacía de lo
noticioso por sobre lo doctrinario o la opinión, lo que determinó la aparición de
géneros, estilos y técnicas periodísticas específicas. La principal cualidad de las
“noticias”, en tanto material principal de un diario, debía ser su tratamiento
objetivo, preciso y con ausencia de adjetivaciones y valoraciones de quien
escribía. En este sentido, la nota periodística en cuestión debía transmitir, cual
espejo, la realidad tal cual había ocurrido. Mientras menos marcas del autor
fuera posible encontrar, mayor fidelidad y cercanía con los hechos, pues en
rigor, la escritura de las noticias debía ser una operatoria consistente en la
aplicación de una técnica que, en la medida de lo posible, protegiera al propio
hecho relatado de la influencia del autor. De ahí que, en las notas de actualidad,
en los espacios asignados para esto, no fuera posible encontrar firmas de
nombres propios o, en su defecto, de seudónimos tras los relatos.
Otro de los aspectos centrales de este medio de prensa fue la particular
disposición de la sección editorial, en la cual se suponía se entregaban las
apreciaciones, opiniones y valoraciones que se consideraban pertinentes y que se
encontraban ausentes en el resto del periódico. Sin embargo, en El Mercurio de
Santiago, este espacio frecuentemente utilizado por el director, adquirió ciertas
características particulares. En tanto se concebía al medio como una empresa, el
espacio editorial fue dividido frecuentemente en varios acápites que, pudiendo
abordar temas distintos, aparecían en la hoja destinada a entregar la línea
editorial del diario. En ese sentido, la apuesta de Edwards y de los directores que
estuvieron a cargo del periódico fue tener un panel relativamente estable de
personas –cuatro en general- asignadas para escribir algún comentario u opinión
para la página editorial, amen de tener que asumir otras responsabilidades al
interior del mismo diario367. El carácter impersonal y la ausencia de firma son
características que definen la construcción de la editorial. En ese sentido, quien
hablaba, reflexionaba, criticaba y ponderaba, era el periódico en sí mismo, y no
sus editorialistas circunstanciales.
Las características hasta aquí mencionadas –esto es la primacía de la noticia
objetiva y neutral, y la editorial impersonal- son relevantes para la comprensión
de los modos en que se estructura esta representación sobre la juventud
estudiosa. De cierta medida, las referencias y la construcción de normas y pautas
para fijar los límites aceptables a este actor, en tanto fragmentos discursivos que
sedimentan en el espacio público en torno a un sentido común sobre el rol y el
papel de los estudiantes universitarios en la sociedad, se regulan también por
estos mismos principios que articulan el diario en términos generales: la
búsqueda de la objetividad y la necesidad por aquilatar los acontecimientos a
367
Raúl Silva Castro: Prensa y Periodismo en Chile, op. cit.
188
partir de una escala que supone unos criterios y principios esenciales rigiendo lo
social.
2.- Espacios y formas de aparición de los estudiantes en El Mercurio:
Si hacemos caso de las recurrencias de las menciones a los estudiantes
registradas en el periódico entre 1918 y 1920, destacan todas aquellas
invitaciones, comunicados y/o noticias breves, sobre actividades relativamente
cotidianas de la Federación de Estudiantes. En general, se observa preocupación
del medio por dar cuenta de la marcha de la institución, registrando e invitando a
los estudiantes a reuniones, encuentros, fiestas, bailes anuales, asambleas, etc.
Muchas de estas menciones parecen ser parte de una política del diario para
acoger peticiones expresas de los dirigentes como forma de convocar o informar
a los estudiantes. Nos referimos a un tipo de notas que se reúnen al interior de
una sección caratulada como Centros Estudiantiles, la cual aparecía
cotidianamente, con un espacio variable dependiendo de la cantidad de noticias
y avisos que hubieran llegado al periódico. Sin embargo, esta sección rara vez
alcanzaba más de una columna.
Estas notas eran de distinto tipo, pero podemos consignar algunas de éstas:
- Citaciones: “Se nos encarga citar para mañana lunes a las 6 PM, en el
Club de Estudiantes, a los señores Manuel Barahona V., Federico O.
Carvallo e Isauro Torres, que formaron el comité directivo de las fiestas
de la primavera del año próximo pasado. Asimismo se ha citado para el
próximo martes a las 6 PM, en el mismo local, a los miembros de la
nueva mesa directiva con el objeto de cambiar ideas sobre el programa
de trabajo que leerá el presidente electo, don Santiago Labarca en la
sesión que se celebrará el miércoles 12”368.
“Se ha citado a sesión ordinaria de directorio para hoy miércoles a las 9
PM en el Club de Estudiantes. Tabla:
I.- Monumento a José Victorino Lastarria
II.- Hogar Universitario
368
El Mercurio, 9 de Junio de 1918, p. 17.
189
En la hora de los incidentes se continuará tratando el conflicto de la
Escuela de Bellas Artes. Se nos pide encarecer la asistencia a los señores
directores, pues la sesión es privada”369
- Noticias: “Se eligió en los salones de la Federación de Estudiantes a
Santiago Labarca por 38 votos contra 20 de Carlos Gutiérrez Urrutia. El
próximo miércoles se elegirá el resto de la mesa directiva”370
“Anoche se verificó en el Majestic Hotel la comida mensual que
acostumbra realizar la Federación de Estudiantes. A esta comida
concurrieron 35 jóvenes de la mencionada institución, quienes
departieron cariñosamente entre sí”371
- Difusión de acuerdos: “La Federación de Estudiantes de Chile, en su
sesión de antenoche acordó por unanimidad expulsar de su seno al señor
Carlos Valdés, por considerar, después de las explicaciones del
presidente, que la actitud de este federado había sido incorrecta y
ofensiva para con el presidente y en la persona de él injuriaba a toda la
Federación”372
- Actividades de la Federación: “Hoy a las 4 PM se llevará a cabo en los
salones del Club de Estudiantes, Ahumada 73, el baile estudiantil
organizado por la comisión de fiestas de la Universidad de Chile. (...)
Esta comisión además de los bailes organizará una serie de te danzantes,
que se verificarán los jueves y domingos”373
- Actividades de los Centros de estudiantes asociados a la FECH: “El
Centro de Estudiantes de Arquitectura ha organizado en el Teatro
Septiembre una velada artística a las 19:15. Lo que se recaude será en
beneficio de la Escuela que es mantenida por el Centro”374
Estas son algunos de los tópicos abordados por estas pequeñas notas que se
agrupan en esta sección dedicada a las organizaciones estudiantiles. Además de
la FECH y sus centros de estudiantes respectivos, también encuentran lugar aquí
369
El Mercurio., 21 de Agosto de 1918, p. 16.
El Mercurio, 22 de Mayo de 1919, p. 17.
371
El Mercurio, 7 de Julio 1918, p. 19.
372
El Mercurio, 29 de Agosto de 1919, p. 19.
373
El Mercurio, 4 de Mayo de 1919.
374
El Mercurio, 12 de Septiembre de 1918.
370
190
distintos tipos de asociaciones, tales como los Estudiantes de Cautín o de
Antofagasta, la Federación de Instrucción Secundaria y los centros de alumnos
de la Universidad Católica.
La existencia de este espacio tiende a concentrar parte importante de las
referencias que se realizan sobre los estudiantes universitarios en las páginas del
diario. Su reunión y su distribución –hacia el final del periódico- demuestran que
este espacio tenía por fin principal servir de puente y plataforma para un público
particularmente interesado375. En ese sentido, al no ser noticias significativas
para un destinatario masivo, no tenía status de “hechos relevantes”. Por lo
mismo, simbólicamente su presencia ahí no es reflejo de importancia y/o
participación en el quehacer público: este último lugar sólo se adquiere cuando
se es considerado para la sección de noticias nacionales, básicamente políticas.
El lenguaje utilizado en la sección Centros Estudiantiles será directo, preciso
y carente de adjetivos y valoraciones, a no ser algunas que tienden a ensalzar y
celebrar determinadas iniciativas o actividades, tales como: simpático Club,
culto, gentil, excelente orquesta, gran baile, etc. De este modo, por su
recurrencia y por su exhaustividad, este espacio destinado a las distintas
organizaciones estudiantiles, se convierte en una fuente fundamental para la
reconstrucción de su historia, en especial de aquellos aspectos frecuentemente
olvidados, como por ejemplo, las fiestas y los bailes realizados, las asamblea
generales, las actividades específicas, las tablas de las reuniones y las directivas
elegidas por los centros federados. El Mercurio ahí asume un papel activo,
reconociendo estar muchas veces mandatado por las mismas organizaciones
estudiantiles. Por lo mismo, son frecuentes en esta sección frases tales como: ‘se
nos pide avisar’, ‘se nos ruega encarecer la presencia de..’, “Se encarece la
asistencia por haber asuntos de importancia que resolver”376, y “se nos encarga
hacer presente que esta sesión (de directorio) es privada”377.
Su aparición en los espacios destinados a las noticias nacionales se vuelve
cada vez más frecuente a medida que nos acercamos al año 20. Algunos de los
sucesos en los cuales los estudiantes adquieren notoriedad son: carta de
respuesta a los estudiantes peruanos invitándolos a superar las enemistades entre
los pueblos; Universidad Popular Lastarria378; campaña pro-instrucción primaria
Algo similar ocurría con otro tipo de ‘sociedades’ y organizaciones, en especial obreras,
quienes también encontraban un espacio para difundir y/o convocar a sus afiliados. Entre
éstas encontramos a la FOCH, sindicatos y federaciones anarquistas, mutuales, socorros
mutuos, etc.
376
El Mercurio, 13 de Julio de 1918, p. 15.
377
El Mercurio, 5 de Diciembre de 1918.
378
Fundada por la FECH en 1918, fue presidida por Pedro León Loyola y funcionaba en un
comienzo en la misma Universidad. Buscaba la formación de sectores obreros en el
375
191
obligatoria; Congreso Nacional de Estudiantes379; las manifestaciones de la
AOAN; celebraciones y mítines obreros, en particular los del 1º de Mayo; asalto
a la FECH y proceso sobre los subversivos. Como se puede observar esta
presencia en la prensa, ya veremos más adelante como a través de las noticias y
editoriales sobre estos acontecimientos se configuran ciertas nociones
fundacionales sobre el ser joven, se produce cuando aparecen tensionando
ciertos valores fundamentales para el orden social y político.
En general, la pretensión del periódico –en tanto paradigma del ideario liberal
de periodismo- es dejar hablar a los hechos, presentándolos sin distorsiones, de
modo de acercar a los lectores a lo que verdaderamente ocurrió. Este intento por
mantener la ecuanimidad se expresa, por ejemplo, en el siguiente relato:
“Es ya de dominio público la encarcelación del estudiante don Juan
Gandulfo, actual presidente del centro de medicina, con motivo del
discurso que pronunció en el mitin verificado el viernes pasado por
los trabajadores en madera.
Según las informaciones que hemos recogido entre los estudiantes,
la detención se habría realizado por haber sostenido el señor
Gandulfo que los obreros no debían presentar peticiones al
Presidente de la República, porque el primer mandatario no sabía
oír, ni menos dar solución a las aspiraciones del proletariado (...)
la prisión del presidente del centro de medicina ha causado honda
indignación entre los estudiantes y en las colectividades obreras,
quienes se preparan para asumir una actitud enérgica. En el día de
ayer el señor Gandulfo ha sido muy visitado en su calabozo”380
conocimiento general. Según los registros con que se cuenta habría durado hasta
mediados de la década del 20’. Algunos de sus docentes fueron: Carlos Vicuña Fuentes,
Amanda y Guillermo Labarca, Alfredo Lagarrigue, Carlos Gutiérrez, Manuel Rivas
Vicuña, Julio Montebruno, Laín Diez, Eugenio González, Santiago Labarca y Fernando
García Oldini.
379
Este Congreso se realizó a mediados de 1920. Contó con una gran participación de
estudiantes y ex-estudiantes de todo el país. Según consigna El Mercurio, las
inscripciones habrían superado las mil personas. Algunas de sus conclusiones provocaron
gran controversia, en especial aquella que señalaba la necesidad de sustituir el principio
de competencia por el de cooperación, demandando “la socialización de las fuerza
productivas y el consecuente reparto equitativo del producto del trabajo común”.
También fue muy criticado haber reafirmado el pacifismo y el internacionalismo, al
señalar que su referente primero era la humanidad, antes que la nación o la familia.
380
El Mercurio, 22 de Marzo de 1920.
192
Esta asepsia en el relato, que busca despojar toda evidencia que permita
reconocer al autor de la nota, se expresa también en la necesidad de recurrir a
fuentes de validación de lo que se está diciendo. El uso de testimonios permite
generar la imagen de que el tema se está abordando con extensión (considerando
la mayor cantidad de actores involucrados) y seriedad. Esta aparente neutralidad,
en tanto recurso ideológico, se afirmaría en la capacidad hermenéutica del
periodista respecto de una realidad que, siendo objetiva e independiente de los
relatos que sobre ella se construyan, precisa de estos testimonios para ser
contada.
Sin embargo, esta eticidad del periodismo moderno en el espacio de lo
noticioso (neutralidad y objetividad tanto del formato y su lenguaje, como del
medio y el periodista), se ve interrumpida en 1920, cuando luego de la
movilización nacional decretada por el Ministro de Defensa, Ladislao Errázuriz,
en previsión de un supuesto ataque conjunto entre Perú y Bolivia, el directorio
de la FECH pide explicaciones al respecto. Una muestra al respecto:
“Como en otras ocasiones en que se ha manifestado el patriotismo
nacional en toda su intensidad, la Federación de Estudiantes ha
adoptado acuerdos que no sólo salen de su esfera de acción, sino
que van encaminados a herir los sentimientos del pueblo chileno.
Esta actitud ha provocado indignación y algunos miembros de ella
han debido sufrir molestias en la calle o en el propio local del
Club”.
Más adelante agregan que: “Personas respetables de nuestra sociedad,
piensan que ha llegado el momento de iniciar las gestiones del caso para que
nuestro gobierno (...) ordene la cancelación de la personalidad jurídica”, y
sostienen el mismo día que el asalto y destrucción del Club de Estudiantes,
ubicado en plena calle Ahumada Nº 73, se debió a que –según manifestaron
algunas personas- desde dentro del local se “habían lanzado expresiones
hirientes contra el sentimiento patriótico”·, deteniendo a continuación a Juan
Gandulfo, “por estimar la policía que esto habría sido el motivo del
incidente”381.
Más allá del grado de verosimilitud del relato en comparación con lo que nos
han dicho otras fuentes al respecto382, interesa destacar dos hechos: por un lado,
381
El Mercurio, 21 de Julio de 1920.
Eduardo Valenzuela: Historia de la FECH, mimeo, p. 10.; Manuel A. Garretón y Javier
Martínez (comp.): op. cit.; Eduardo Valenzuela y José Weinstein: “Los estudiantes de los
años 20, un Movimiento estudiantil con Historia”, SUR, Documentos de Trabajo Nº 16,
382
193
el desplazamiento del imaginario objetivista de presentación de la noticia cuando
se encuentra en juego –como lo veremos en el apartado siguiente- el problema
de la nacionalidad. Para ser más preciso, creemos que el recurso discursivo es
aún más fino, pues se busca presentar objetivamente la noticia con la intención –
aun cuando no sea declarada- de evidenciar que es justamente esta realidad la
que señala el delirio que envuelve a los estudiantes anarquistas y radicales. Lo
subjetivo, irracional y alejado de la ‘realidad’ no es el modo de escribir la
noticia, sino que es la propia doctrina y la práctica de un grupo minoritario de
personas. Por otra parte, cuando se establecen los juicios más severos respecto
de la dirigencia estudiantil se echa mano a testimonios, muchos de ellos
presentados en claves genéricas, tales como personas “respetables”.
Como ya hemos mencionado, El Mercurio siempre se reservó la editorial para
dar a conocer cuál era la postura de la empresa frente a la coyuntura del país. En
ese sentido, la temática referida a los estudiantes tuvo una aparición que fue
creciendo progresivamente, alcanzando su punto más importante –en cuanto a
frecuencia, al menos- para el año 1920, cuando fruto de su distanciamiento y
críticas abierta al sistema político y de su participación pública en los sucesos
del país –en especial de su dirigencia-, fue considerada como “subversiva” y
“disolvente”. Desde el periódico no se ahorraron palabras de repudio ante lo que
ellos consideraban una degeneración de sus fines originales y la necesidad que
los ‘simples’ estudiantes –que ellos suponían ajenos a esta nueva orientación de
la FECH- recuperaran el control de la organización, que en sus inicios tenía
propósitos nobles. Desde este lugar, principalmente, se fueron construyendo las
imágenes y representaciones que identificaban un verdadero y genuino
estudiante universitario frente a uno delirante y motivado por intereses
exógenos.
Por otra parte, en los momentos de mayor disputa, en la sección destinada a
artículos de opinión y columnas que aparecían con firmas, espacio que venía a
continuación de la editorial, se presentó a ex-miembros prominentes de la
Federación con el objetivo de dejar establecido este alejamiento de los rumbos y
fines originales que orientaban a la organización estudiantil. De hecho
aparecieron importantes artículos de Carlos Gutiérrez Urrutia y de Pedro León
Loyola, ambos ex presidentes y miembros en un primer tiempo de la
Universidad Popular Lastarria, cuestionando públicamente a dirigentes tales
como Santiago Labarca y Juan Gandulfo.
Pese a estos desplazamientos, el carácter general del periódico al momento de
referirse a los estudiantes universitarios, está cruzado por esta tensión entre la
Santiago, 1982.; Frank Bonilla y Myron Glazer: Students politics in Chile, Basic Books,
Publishers, USA, 1970.
194
búsqueda de la objetividad, en tanto presupuesto de lo que debe ser el
periodismo moderno, y ciertos principios ordenadores de lo social que se
encuentran en la base de la propuesta doctrinaria del diario: libertad en orden.
3.- El bueno, el malo y el loco
Una primera distinción necesaria de hacer es que las tipologías construidas
desde las páginas de El Mercurio, en especial de su editorial, discurren por
canales similares –aunque con algunas diferencias que puntualizaremos- a los ya
observados para otros actores sociales. Es así, como para el caso de los obreros,
Isabel Torres identificó dos tipos de sujetos, que denominó “el agitador” y el
“verdadero trabajador”383. Desde este diario, justamente, es el proceso de
cercanía con estos sectores los que irán catalizando y sedimentando estas
tipologías que emergerán con toda claridad hacia 1920. Si durante los primeros
años, la aparición de un tipo de estudiante, próximo a la figura del “agitador”
que ya mencionamos, constituía una sorpresa, luego del asalto a la FECH, de la
declaración contra la guerra de Don Ladislao y de distintas manifestaciones
públicas donde este espíritu disolvente se había hecho patente, ya no existen
dudas: la Federación de Estudiantes y sus principales dirigentes se han
convertido en sujetos indeseables y peligrosos, respecto de los cuales es preciso
aplicar el peso de la ley. Debemos tener en claro, como correctamente lo
sostiene Isabel Torres, que el diario El Mercurio no se manifiesta contrario a la
necesidad de transformaciones sociales, así como tampoco critica la
preocupación expresada por los universitarios respecto de la suerte de las clases
más desfavorecidas. Su postura es, por lo mismo, proclive a cambios incluso al
nivel de la relación entre capital y trabajo. Si esto es así, la demarcación respecto
del límite de lo aceptable en la acción de los universitarios, se realiza, al igual
que con los obreros, en torno al respeto de ciertos principios considerados
fundamentales: patria, orden y libertad.
En ese sentido, es explícita una editorial del 22 de Agosto de 1920, donde se
señala que es un hecho indiscutible que la FECH se había desviado de su
objetivo originario, entrando en un terreno de acción política y social que no era
el suyo propio. Esto lo reafirma el editorialista con lo siguiente:
“Si en todas partes los estudiantes se asocian para protegerse
mutuamente, para promover las obras que contribuyen a facilitar el
curso de su carrera, para adiestrarse en el cumplimiento de futuros
383
Isabel Torres, op. cit., pp. 123-131.
195
deberes por medio de obras de beneficio social, en ninguna parte se
aceptaría que se asociaran para demoler el orden constitucional del
país, para tomar en la lucha política una parte violenta y agresiva
contra los poderes públicos, para difundir ideas que la mayoría de
sus conciudadanos consideran contrarias al espíritu nacional y de
carácter subversivo”384
De este modo, existiría un fin último de las organizaciones de estudiantes que
no sería otro que “el fomento de sus intereses, para la defensa de su progreso y
su bienestar”385. Sin embargo, no siempre se reduce su ámbito de acción al
desarrollo de los propios federados, también se le considera como un actor
importante en la ‘promoción social’ de los sectores obreros con el objeto de
entregarles cultura y moral, a quienes carecen completamente de ello. En ese
sentido, no podía ser de otro modo la recepción de El Mercurio a la Universidad
Popular Lastarria, de la cual se dijo que “será una bella realidad”, donde se les
dará a los “mejores elementos de las clases laboriosas (...) algo verdaderamente
digno de ellos”, y que no es casual el nombre de esta institución, pues es el “de
uno de los más grandes hombres de nuestra nacionalidad”, en “idealismo y en
cultura”386.
Incluso en aquel Congreso de Estudiantes celebrado en 1920 se menciona que
existe la esperanza de que de las conclusiones de este encuentro de la juventud
estudiosa, “serán el reflejo fiel del pensar de la colectividad estudiantil que
siempre constituirá la avanzada generosa del pensamiento nacional”387. Sin
embargo, las expectativas no fueron satisfechas y la mayor parte de los
asistentes al Congreso apoyo unas conclusiones que tendían a fortalecer la
postura de los subversivos. Sin embargo, en este proceso de afirmación de
ciertas características constitutivas del estudiante, se precisaba mantener el
384
El Mercurio, 22 de Agosto de 1920, p. 3.
El Mercurio., 7 de Abril de 1920. Dos días después, en el mismo periódico Federico
Carvallo, presidente de la FECH responde: “si las citadas corporaciones tuvieran como
únicos fines los del socorro mutuo que el articulista expone, su acción sería
perfectamente egoísta. En realidad, éstos pueden ser tan sólo fines secundarios. Sus fines
principales son otros, más dignos, más altruistas. Por razones biológicas y por razones
de su cultura (...) la razón de ser de nuestra Federación es, pues, fuera de la de mejorar a
sus asociados mismos, la de perfeccionar cuanto la rodea, en la medida de sus fuerzas.
(...) Si su labor consiguiera los aplausos de todos, ello significaría que no habría
desempeñado su verdadero papel. Porque nunca faltan prejuicios, intereses mezquinos e
inmoralidades”, El Mercurio, 9 de Abril de 1920.
386
El Mercurio, 5-7-8 de Abril de 1918.
387
El Mercurio, 30 de Mayo de 1920.
385
196
discurso que esto respondía a una minoría388. Pedro León Loyola, en una
columna de opinión, hecha a propósito de un discurso de Juan Gandulfo en un
mitin de la AOAN, expresaba lo siguiente:
“...entre los jóvenes de mérito espiritual no hay sino muy pocos, dos
o tres quizá, que sustenten teorías disolventes. Los demás (...) tienen
ideales muy modernos y se hallan naturalmente en ese período de la
vida en que se ama todo lo nuevo con una especie de misticismo
vago, casi inconsistente, pero saben equilibrar sus generosas
ilusiones con un cuantioso lastre de apego al orden y a la justicia,
como únicas bases sólidas para futuras renovaciones políticas y
sociales”389.
Frente a este argumento que aparece reiterado en las páginas del diario,
relevando la escasa representatividad de un tipo de estudiante que busca la
destrucción del orden, se repite también una pregunta: “¿Se hace solidaria toda
nuestra juventud universitaria con el proceder de esos que se llaman sus
dirigentes? ¿O son sólo unos pocos los que, audazmente, han hecho mal uso de
su mandato?”390. Frente a esto no existe mayor respuesta y se asevera, por un
lado, la fuerza, la astucia y la mayor inteligencia de los “dirigentes enfermos de
antipatriotismo”, mientras que, por otro, se intenta destacar la existencia de
características genuinas del joven, que si bien, se encontraban aplastadas por el
peso y el poder de estos dirigentes, era necesario reafirmar con el objeto de
promover la reacción de los propios involucrados391.
De este modo, estas instituciones, “acogidas originariamente con toda la
simpatía”392, debían centrar su acción en la cooperación y el auxilio mutuo,
además de desarrollar una intensa labor en pro del mejoramiento material, moral
y cultural de los sectores obreros. Su reconocimiento público, que había sido
388
No se puede afirmar con certeza cuál era el grado de representatividad de la Federación
y, en especial, de ciertas posturas ideológicas. Lo que sí creemos que con el fin de negar
lo disolvente se aseveraba a priori que estos no tenían respaldo entre los estudiantes.
389
“Palabras a la Juventud Universitaria”, El Mercurio, 18 de Septiembre de 1920.
390
“Impropio”, El Mercurio, 4 de Mayo de 1919.
391
Incluso en uno de estos artículos se expresaba extrañesa por esta situación: “es extraño
que esta juventud universitaria tenida en todas partes como altiva y belicosa, que en
Chile censuraba a los hombres de Estado por pereza, negligencia o falta de carácter,
hubiera aceptado en su propia casa, con sus propios fondos y recursos, el yugo de gentes
que no la representan”, El Mercurio, 16 de Septiembre de 1920, p. 5.
392
“Federación de Estudiantes”, El Mercurio, 7 de Abril de 1920.
197
facilitada por las glamorosas y masivas Fiestas de la Primavera393, debía en lo
posible abstenerse de entrar en la arena política. Sin embargo, se reconocía que
un cierto carácter esencial del joven era su inconformismo, su pureza de espíritu
y su malestar ante situaciones de injusticia. Además de esta cualidades, se espera
de los jóvenes iniciativa, serenidad de criterio y tener los “mejores propósitos de
progreso y tranquilidad colectiva”394.
Por lo mismo, mientras se condujera de este modo, este sujeto era visto con
simpatía por el diario, en tanto era portador de la luz del saber y de la cultura,
preparando –y acelerando- la evolución social, pero, como se señala,
difundiendo “el espíritu de fraternidad nacional y humana, pero con el
entendido previo del amor a la patria”395. En el particular contexto histórico de
aquellos años afloraron determinados discursos que dejaban en evidencia que
el nacionalismo era la fuerza cultural dominante del período. La existencia
de enemigos internos en el país, la política como división artificial del alma
nacional, la existencia del Otro (Perú, principalmente) que se presenta
siempre como amenaza y al cual hay que combatir396. El Mercurio no se
encuentra en absoluto ajeno a esta tendencia.
Por otro lado, la acción de los estudiantes debía limitarse a lo que dictara el
resguardo del orden político y social instituido, buscando caminos de concordia
para el mejoramiento de los sectores más desfavorecidos. Respecto de este
punto, debían limitarse a entregar las herramientas para que los obreros lucharan
por sus intereses –y para esto se consideraban las escuelas nocturnas que
mantenían los distintos centros de alumnos y la Universidad Popular Lastarria a
cargo de la Federación-. Sin embargo, en un artículo publicado se hace explícito
la necesidad de separar aguas entre el movimiento obrero y los estudiantes,
sostenido en el argumento de que no hay posibilidad alguna de paridad de
cultura, y por lo mismo deben existir diferentes propósitos entre uno y otro. Por
ello, el lugar del estudiante debe ser el de lazo de unión entre los grupos
dirigentes y las clase menos favorecidas, “para elevar la condición de éstas y
humanizar la acción de aquellos”. Es, por tanto, un lugar ético, que se sostiene
en la fortaleza del saber aplicado a los intereses superiores de la nación397.
393
El tratamiento que El Mercurio le otorgaba a estas fiestas era en extenso, publicando las
bases de los concursos, el programa de actividades en detalle e informaciones completas,
con imágenes incluidas –lo cual sólo se concedía para las noticias importantes- de las
distintas actividades que consideraba la ‘semana’ de la Primavera.
394
El Mercurio, Mayo de 1920.
395
“Espíritu Universitario”, El Mercurio, 10 de Septiembre de 1919.
396
Ver: Jorge Larraín, op. cit.
397
“Espíritu Universitario”, op. cit.
198
Pero, ¿cómo explica el diario la hegemonía de estos dirigentes? En primer
término, se señala el carácter exógeno de estas orientaciones, pues guiado por un
espíritu de imitación, buscando emular las figuras de “Lenine y Trotsky”, no eran
capaces de “distinguir entre las circunstancias tan diversas que ofrece la vida
política y social entre aquella nación y nuestra libre República que cada día
camina a ser más democrática”398. La denuncia por el carácter extranjero de las
propuestas y orientaciones de estos estudiantes, por su falta de originalidad y
adecuación a la realidad, se hace con el objeto de identificarlos como lo Otro
frente a lo cual es preciso que los espíritus libres y racionales (aquellos que son
capaces de sopesar las diferencias de las que se habla en la cita) se opongan
firmemente, activando la fuerza cultural dominante –el nacionalismo- y
posponiendo disputas y diferencias coyunturales que pudieran dividir al país en
ese momento. De este modo, un recurso común utilizado para la defensa de la
‘comunidad’ es la expulsión simbólica de los elementos indeseables. Esto se
expresa claramente en lo siguiente, al momento de referirse al conflicto
suscitado con los dirigentes de la FECH:
“En el fondo hay un problema nacional que afecta la constitución
esencial de nuestro país, mejor dicho, en su fondo se mueven todos
los problemas del futuro de Chile. Se pueden tener opiniones
discrepantes sobre hechos concretos, sobre medidas prácticas
adoptadas por el Gobierno, pero estamos ciertos, de que en lo
fundamental, y eliminadas las pasiones partidistas del momento, se
producirá el acuerdo”399
Otro recurso utilizado frecuentemente por el diario es la identificación de los
maximalistas como sujetos “enfermos de odio”, “almas extraviadas”,
“elementos disociadores”, “cerebros mal equilibrados” y “carentes de
virilidad”. Las doctrinas por ellos sustentadas son señaladas como
“aberrantes”’, “descabelladas”, “criminales” e “hirientes al sentimiento del
pueblo”. Adjetivos de este tipo abundan en el diario, pero en el fondo se dirigen
a un mismo punto, que no es otro que señalar el carácter irracional y alejado de
la realidad de estas doctrinas. Agregan que su carácter disolvente viene a corroer
las bases mismas de la nación y de las instituciones sociales consideradas –como
aparece en El Mercurio- sagradas-. La disputa se produciría, entonces, entre un
cuerpo social que, más allá de sus divisiones contingentes, se encuentra sano,
frente a un grupo minoritario de sujetos e individuos que pretenden acabar con la
398
399
El Mercurio, 1º de Mayo de 1919.
El Mercurio, 22 de Agosto de 1920.
199
nación, imponiendo un sistema, unos valores y unas instituciones contrarios a
los principios constituyentes de nuestro país.
La analogía con el cuerpo resulta útil para comprender esta postura, no sólo
por la misión que tiene enfrente la sociedad chilena, esto es, extirpar estos
elementos enquistados, que pese a todo se habían logrado abrir paso por el
cuerpo, atrayendo para sí a ciertos individuos que ya se encontraban enfermos.
Pero, también la enfermedad sirve para caracterizar a los propios sujetos que
estaban dirigiendo a los estudiantes en ese momento. El comportamiento de
estos sujetos, “moralmente inferiores”, se caracterizaba por actuar con
“frenesí”, con “fogosidad” y con “fanatismo”, llegando incluso hasta el
“delirio”. En definitiva, nos encontramos –si es que hacemos fe de El Mercurioante sujetos insanos, mentalmente extraviados, carentes de cordura, locos.
En ocasiones en el periódico se asocia la locura de los sujetos a un estado
temporal, fruto precisamente de la bondad de sus almas y de su empeño por
transformar la sociedad:
“El pecado de algunos –pienso en los revolucionarios sinceros y no
en los comediantes- ha sido correr en busca de la quimera, la
tentadora quimera que sabe atraer a las almas tanto más
fuertemente cuanto más puras son. Yo les digo a esos
revolucionarios y a todos los estudiantes (...) Depurad vuestro ideal
de la escoria del odio, id al seno del pueblo con corazón noble, a
formarlo en el amor a la justicia y el bien. Construid un Chile
nuevo, pero no sobre ruinas –que del caos nada puede surgir-“400
Por lo mismo, se señala la necesidad de que los estudiantes se abstengan de
participar en política, pues “cuanto con ella se relaciona suele ser el gran
corruptor que después de servirse para fines transitorios de esta clase de
corporaciones, las deja estropeadas, desnaturalizadas y condenadas a
desaparecer”401. Su percepción es que el camino de la politización de las
organizaciones estudiantiles constituye un abismo del que no se puede escapar.
A este dilema se enfrentan las organizaciones cuando abandonando su lugar se
desvían de su misión de socorro mutuo y de cooperación desinteresada y
altruista con los menos favorecidos.
De este modo, esta construcción identitaria define unos ciertos límites a partir
de una concepción de la nación constituida por pilares esenciales: fundamentos y
principios ahistóricos que se expresan bajo la forma de instituciones como
400
401
El Mercurio, 18 de Septiembre de 1919.
El Mercurio, 7 de Abril de 1920.
200
familia, sociedad y patria402. La expulsión de la comunidad o la moratoria de
ésta, para el caso de lo exógeno o del desvarío mental, son recursos que se
utilizarán durante todo el siglo para desacreditar distintos movimientos
estudiantiles que le sucederán a éste –aunque como estrategia discursiva también
se aplicará a otros sujetos sociales-. Esta doble representación de este actor,
entre lo genuino y lo aberrante, que emerge en la segunda década del siglo XX,
servirá como prisma para agrupar y analizar expresiones sociales diversas,
aprobando y rechazando a partir de unos valores considerados esenciales para el
cuerpo social.
402
El Mercurio, 1º de Mayo de 1920.
201
TERCERA PARTE
PUBLICACIONES
ESPECIALIZADAS Y GREMIALES
202
CAPITULO 10
LAS REVISTAS DE CINE (1910-1920)
Eduardo Santa Cruz A.
El Sábado 16 de Enero de 1920, al comienzo de un año posteriormente
considerado clave en la historia política de nuestro país del pasado siglo, en
momentos en que se desarrollaba la función nocturna de cine en el Teatro
Alameda, ubicado en la avenida del mismo nombre y cercano a la Estación
Central, en un accidente de no rara ocurrencia, se inflamó la película que se
estaba exhibiendo, en la cabina del operador del cine, quemándose totalmente en
pocos segundos:
"...El público que llenaba el teatro sobre todo el de galería, presa
de un pánico indescriptible, se largó desesperadamente escaleras
abajo, creyendo que se trataba de un rápido y voraz incendio,
formándose con esto un verdadero hacinamiento, entre gritos y ayes
de dolor. Aquello fue espantoso. Teniendo el teatro varias puertas
de escape para casos de accidentes, el público en su precipitación y
atolondramiento se abalanzó todo por una salida, lo que dio origen
a que se produjeran numerosas víctimas, entre ellas tres muertas y
los demás heridas o maltrechas de más o menos gravedad. La
inflamación o quemadura de la película no tuvo mayores
consecuencias para el teatro mismo y el fuego fue sofocado muy
pronto por el mismo operador"403.
Dicha tragedia que nuestra historiografía no ha registrado viene a dar cuenta
de varias cosas. En primer lugar, la consolidación del cine como instancia de
sociabilidad y entretenimiento. En seguida, que esto ocurría a niveles masivos,
las salas de cine tenían normalmente capacidad para varios centenares cuando no
miles de espectadores, contando con un público socialmente heterogéneo y
diverso. Estas salas estaban repartidas en todos los barrios de la capital y en
todas las ciudades y pueblos importantes del país. Por último, y como lo
403
Corre Vuela, N° 630, 21 de Enero de 1920. Por su lado, la revista Sucesos en su edición
N° 904, del 22 de Enero, publicó un reportaje gráfico del hecho con el título "El
desgraciado suceso en el Teatro Alameda" con fotografías e identificación de los tres
cadáveres y de los quince heridos.
203
veremos en las páginas siguientes, que la prensa le dedicaba una especial
atención y espacio a la actividad. Todo ello pareciera ratificar el juicio de que
"...el cine se transformó en el medio más importante de la cultura moderna de
masas del Chile de las primeras décadas del siglo XX"404 .
Existe una clara correspondencia entre la masificación que va logrando
determinado fenómeno social y cultural y su repercusión en el interés de una
prensa que también se está diversificando en sus formatos y géneros, así como
también en la configuración de públicos diversos y especializados, vinculados a
espacios urbanos y circuitos culturales más amplios y nuevos. En ese marco, en
estas primeras décadas del siglo XX, se constata la aparición de las revistas
especializadas, es decir, de medios escritos de circulación más o menos regular,
que se hacen cargo de un ámbito temático específico, que se ofrecen a un
público cada vez más heterogéneo en su demanda, lo que se vio acompañado
además de cambios en la estructura formal de los propios diarios, cada vez más
claramente diferenciada en secciones también especializadas. Así, en la primera
década, irrumpen las revistas magazinescas405, literarias, de moda y del hogar,
de variedades y espectáculos, deportivas406, etc.
Lo señalado se hace evidente en el caso del cine. Mientras éste en la primera
década todavía constituía una suerte de entretención curiosa que se desarrollaba,
en general, al interior de lo que se llamaba el espectáculo de variedades, no
constituía todavía una actividad suficientemente capaz de lograr una autonomía
y especificidad como espectáculo masivo. Por eso, durante esos años la
información periodística referida al nuevo invento estuvo especialmente en
diarios y revistas magazinescas, junto al teatro, la zarzuela y otros espectáculos.
Así como han consignado otros textos407, desde la exhibición en Santiago del
Kinetoscopio, de Edison en 1895 y del Cinematógrafo, de Lumiére, al año
siguiente, la prensa va dando cuenta de su progresiva instalación en el medio
social y cultural nacional. Así, por ejemplo, en el radical La Ley, del viernes 27
de Diciembre de 1907, se señala que el Teatro Variedades "...sigue congregando
un numeroso público que no cesa de aplaudir la variedad de las películas que se
exhiben"408. Después de 1910 y a medida que avanza la década y en la medida
404
Stefan Rinke: op. cit., p. 76.
Ver capítulo 2 del presente libro.
406
Ver Carlos Ossandón B. y Eduardo Santa Cruz A.: op. cit.
407
Ver Jacqueline Mouesca y Carlos Orellana, op. cit.; Jacqueline Mouesca: El cine en
Chile. Edit. Planeta-Universidad Andrés Bello, Santiago, 1997; y, Eliana Jara D.: Cine
mudo chileno, CENECA-TEVECORP, Santiago, 1994, entre los más recientes, además
de los clásicos textos de A. Vega, M. Godoy y C. Ossa.
408
Sobre las características específicas de este diario y que hacen más destacable el hecho
de que ponga su atención sobre el cine, ver el capítulo 6 del presente libro.
405
204
también que el espectáculo se va haciendo regular, ya que, al decir del citado
Rinke "...desde 1910 en adelante, los teatros se esparcieron por todo el país", la
información de los diarios es crecientemente nutrida y permanente. Sin
embargo, ello pareció no haber sido suficiente y entre 1915 y 1920 vieron la luz
no menos de 8 revistas dedicadas exclusivamente al cine, cinco de ellas en la
capital, dos en Valparaíso y una en Valdivia409.
Cine y sociedad: el caso de Chile Cinematográfico
Habría que considerar como las primeras publicaciones especializadas en cine
en nuestro país a dos revistas que aparecieron casi simultáneamente.
Cronológicamente hablando, la primera fue Chile Cinematográfico, cuyo primer
número se publicó el 25 de Junio de 1915, con una edición de 16 páginas, las
que luego subieron a 20 e incluso 24, y a un precio de 20 centavos. Su director
era José Fernández R. y su redacción estaba ubicada en Moneda 1030. Se
publicó más o menos quincenalmente hasta Febrero de 1916, en que apareció el
número 13 que es el último conservado en la Biblioteca Nacional. Sin embargo,
nada en dicha edición permite asegurar que haya sido la última.
409
Existe una revista que llama a confusión. Se trata de Cinema, cuyo nombre induce a
considerarla como la primera revista especializada en cine. De hecho, en la Biblioteca
Nacional se la incluye en el fichero específico. Apareció el 28 de Noviembre de 1913,
con 20 páginas y a un precio de 20 centavos. Se definía a sí misma como un magazine
semanal ilustrado y prometía cubrir el Arte, Sport, Teatro, Actualidades, Letras, Turf y
Comercio y, efectivamente, ese fue el carácter de los cuatro números que se conservan en
la Biblioteca. De hecho su material era muy diverso: tres páginas dedicadas a pronósticos
y resultados de las carreras en el Club Hípico y el Hipódromo Chile; otras tantas al
deporte, aunque la mayor parte del material corresponde a artículos y crónicas sobre la
actualidad nacional, especialmente política y económica, como por ejemplo el artículo
“Política económica ¿quiénes son los responsables del régimen de papel?” o el dedicado a
una ácida y corrosiva crítica contra la visita que el ex - Presidente de los EE.UU.,
Teodoro Roosevelt, hacía en esos momentos al país, ambos publicados en su primer
número. Lo que dice relación con espectáculos en general ocupaba una sección de cuatro
páginas en la que, sin embargo, se entrega una valiosa información acerca del desarrollo
que ya vivía el cine como espectáculo en Santiago. En el número 3-4 se incluye la lista de
más de 50 salas en la capital, con su respectiva dirección, dedicadas a la exhibición
cinematográfica de manera exclusiva, en todos los barrios y el centro de la ciudad. Tal
vez si el sentido del nombre de la revista, que ha inducido a la confusión a más de algún
autor, lo aclara la propia revista en su editorial del primer número al señalar que "...Al
alzar nuestro pendón en el campo (...) grabamos frente a nuestra modesta tienda el lema
"Verdad e imparcialidad", a través del cinema de la vida nacional".
205
En un sentido general, esta revista asumió las características propias de un
medio que nace al interior de un proceso mayor, como era la acelerada
masificación del espectáculo cinematográfico, rodeado del aura de un invento
mágico y sorprendente, en el contexto del surgimiento y crecimiento de la
industria cultural y la cultura de masas modernas. Es decir, un elemento central
de su accionar fue la difusión y popularización del cine. En esa dirección va a
operar, al menos, en dos planos: por un lado, demostrar las bondades del cine, en
tanto sana recreación e incluso democratización de la cultura y su posible uso
educativo y civilizador. Por otra parte, defenderlo de sus detractores que no le
concedían espacio al lado de espectáculos provenientes de la alta cultura, como
el teatro o la ópera. Se trata de un período fundacional en el que la revista se
pone al servicio de un proceso, cuyo origen está en el naciente mercado cultural
y, en lo concreto, privilegió el objetivo de formar una afición masiva. Cabe
señalar que éste es un rasgo que está presente en todas las publicaciones sobre
cine que se han revisado y, a su vez, constituye un cariz claramente visible en
otro tipo de publicaciones especializadas surgidas en la época, como es el caso
de las revistas deportivas o de Hípica, por ejemplo. Así, ya en su primer número,
la revista realizó una argumentada defensa del rol civilizador y socializador del
cine, al decir que:
"...en los apartados pueblos donde la vida se hace monótona, y a los
cuales no pueden llegar compañías teatrales por ser muchos sus
gastos, el cinematógrafo las suple con creces, llevando un rato de
solaz y esparcimiento a los espíritus agobiados"410
Asimismo, el texto hace hincapié en el hecho de que el cine tendría además la
ventaja de registrar fielmente la realidad, por oposición al teatro, que solamente
entregaría estereotipos de otros países y culturas y de allí el valor educativo y
civilizador que le atribuye a aquel:
"...Por una pequeña suma y cómodamente ubicado, el
cinematógrafo nos hace ver los sitios más desconocidos del
mundo...Como medio educativo para las escuelas es sin duda
alguna un elemento poderoso (...) pues está probado hasta la
evidencia que los niños retienen mucho más aquello que ven, que lo
que oyen"411
Isaac de Miguel: “El Cinematógrafo”, en Chile Cinematográfico, N° 1, 25 de Junio de
1915.
411
Ibidem.
410
206
Más allá de la claridad premonitoria que fluye de la cita anterior sobre la
importancia creciente de la imagen en la educación y la cultura, la revista
insistió en todos sus números en plantear el carácter educativo e ilustrador del
cine:
"...La importancia futura del Cinematógrafo como aparato
civilizador es tal, que desde cualquier punto de vista que se mire, un
mundo entero de transformaciones inesperadas se presenta a
nuestros ojos. (...) la condición principal de este maravilloso
aparato es su cosmopolitismo (...) lo primero que ha ocurrido con el
cinematógrafo es que nos hemos empezado a conocer unos a otros
(...) nos hemos visto, nos vemos todos los días y nos encontramos
con que todos nos parecemos algo más, con que todos somos lo
mismo. Y ved una cosa que es una extraña paradoja. Ved un
instrumento de divulgación que está revolucionando al mundo y
para ello no ha necesitado la admirable facultad de la palabra"412
Prácticamente en todos los números de la revista hay alusiones a lo anterior, a
través de notas informativas o artículos tales como “El cinematógrafo y la
ciencia (dedicado respetuosamente al cuerpo médico)” de L. Palacios Hurtado
en que se recalca la utilidad que puede tener el uso del cine en la enseñanza de la
ciencia y la medicina413. Valga para redondear la idea citar lo siguiente:
"...De un juguete, del "teatro del pueblo", al cual se miró con cierto
desprecio, ha llegado a ser una industria en la cual se han invertido
millones (...) El cine es mucho más que sólo un proveedor de
diversiones. Sus utilidades son muchas, pues debe mirarse también
como "campo de lectura" para dar lecciones objetivas (...) gracias
al cine podemos ver ante nuestros ojos la imagen viva, la cual, sin
duda, se impresiona mejor en nuestros cerebros (...) No está lejano
el tiempo en que en todas las escuelas habrá instalado un aparato
“Acción civilizadora del cinematógrafo”, en Chile Cinematógrafico, N° 2, 15 de Julio
de 1915. En un sentido similar se publica en la edición del 1° de Septiembre de ese año la
traducción de un artículo extraído de una revista alemana no identificada y titulado “El
film, portavoz de cultura”.
413
Chile Cinematográfico N° 3, 1° de Agosto de 1915. En esta edición se señala en una
nota informativa, al interior de la sección Variedades, que en 24 manicomios de EE.UU.
se proyectan películas que "...ejercen en los enfermos una benéfica influencia curativa".
412
207
cinematográfico. Casi no hay ninguna materia educativa que no se
pudiera filmar"414
Cabe también recalcar esta visión (hoy diríamos un tanto ingenua) del cine
en tanto registro fiel de la realidad. Al respecto, la revista señala que en varios
países europeos ya se estarían archivando películas documentales o de
noticias, donde:
"...se registran los hechos más importantes ocurridos en los
respectivos países (...) En Chile no sabemos que se haya pensado en
nada de esto (...) nada será para el porvenir tan claro, tan
absolutamente verídico como una cinta cinematográfica, pues ella
lo registra todo"415
Por otro lado, no solamente se propagandea la bondad de las películas y se
estimula al público a asistir a su exhibición, sino que la revista contiene artículos
que apuntan de forma quizás aún primaria y tentativa a ilustrar a ese público
acerca de la actividad. Esto se desarrolla en dos planos. Por una parte, dando
cuenta de los aspectos tecnológicos del soporte, a través de la sección
Cuestiones técnicas, en que se explica cómo funcionan los aparatos de
proyección, la conservación de las películas, cómo operan y en qué consisten los
lentes y objetivos, las pantallas y otros aspectos como la iluminación, la
fotografía, etc.416. Asimismo, hay artículos que apuntan más bien a lo que
tendría que ver con la operatoria del lenguaje cinematográfico. Así, por ejemplo,
solamente en su N° 3, del 1° de Agosto de 1915, en la sección Variedades, se
publican notas acerca del valor del rodaje en exteriores, el rol de la decoración y
la puesta en escena. En la edición N° 5, del 1° de Septiembre de ese año, se
publica el artículo “Cómo se debe hacer películas”, firmado por Julio López del
Castilla y al parecer extraído de una revista española. Más adelante, en el N° 8,
del 31 de Octubre, se reproduce el artículo “Escribiendo argumentos para
films”, extraído de la revista Mundo Cinematográfico, y también el artículo
“Charlas Cinematográficas”, sobre "...la toma de vistas, la luz perspectiva,
“El cine como educador moderno”, Chile Cinematográfico N° 8, 31 de Octubre de 1915.
“Archivos cinematográficos”, Chile Cinematográfico N° 2, 15 de Julio de 1915.
416
Ver por ejemplo: "Los aparatos de proyección" (N° 3, 1° de Agosto de 1915), "Cómo
percibimos las imágenes cinematográficas" (N° 4, 15 de Agosto de 1915), "Las pantallas
de proyección" (N° 6, 26 de Septiembre de 1915), "Los operadores de cine", "El
decorado" y "El tratamiento de los films" (N° 7, 13 de Octubre de 1915), "El foco
luminoso en los aparatos de 0proyección" (N° 8, 31 de Octubre de 1915), "El alumbrado
artificial" (N° 13, Febrero de 1916).
414
415
208
vistas panorámicas, plataforma horizontal, campo de acción del objetivo",
firmado por el seudónimo El Cine. Cabe destacar igualmente el artículo “Tras la
pantalla de cine”, aparecido en el N° 2, del 15 de Julio de 1915, en el que se
describe la forma en que se producen trucos para la filmación de determinadas
escenas, en lo que hoy se conoce como el making off.
La revista intenta dar cuenta de los progresos tecnológicos y las perspectivas
que éstos le abren al cine. Así, informa de experimentos realizados en Berlín,
por un tal Profesor Korn, para transmitir imágenes a distancia, desde un aparato
transmisor a otro receptor, unidos por un cable:
"Según las afirmaciones del profesor Korn la transmisión por las
vías telefónicas o telegráficas no tiene ninguna dificultad técnica
(...) ¿qué atractivo para un cinema; estar en situación de hacer ver
al público por la noche un suceso sensacional ocurrido el mismo
día a cientos de kilómetros, cuando los periódicos mejor informados
no podrán comunicarlo a sus lectores hasta el día siguiente por la
mañana?"417
Junto a lo anterior, que podría caracterizarse como una forma de ilustrar y
formar un público específico, la revista obviamente también pretende interesar y
entusiasmar a ese público en torno a la actividad que, como vimos en sus propias
palabras, opera ya como una "...industria en la cual se han invertido millones".
Es decir, aparece estimulando sin mayor distancia crítica el desarrollo del
mercado, lo que es justificado al señalar que esta industria creció "...por su
esfuerzo propio, y sin ayuda ni subvenciones de los poderes públicos"418. Esta
acción de promoción se llevó a cabo incluyendo informaciones sobre el cine
mundial, de carácter misceláneo, cuando no puramente anecdótico419; mediante
“Maravillas de la cinematografía. El cinematógrafo a distancia”, Chile Cinematográfico
N° 8, 31 de Octubre de 1915.
418
Chile Cinematográfico N° 1, 25 de Junio de 1915.
419
Ver por ejemplo: un artículo sobre una reseña histórica del cine, Chile Cinematográfico,
N° 1, 25 de Junio de 1915; "El cine en París", con datos sobre cifras de público en los
cines de la capital francesa en 1913, N° 3, 1° de Agosto de 1915; "El cinema en las nieves
eternas", "El casamiento en las películas"; "Film hecho en el fondo del mar", "Una
operación cinematográfica peligrosa", N° 4, 15 de Agosto de 1915; y una entrevista al
director italiano Alberto Capozzi, tomada del diario La Tribuna, de Roma, acerca del
momento actual del cine y sus perspectivas de crecimiento, N° 6, 26 de Septiembre de
1915; "Los cines del mundo", en que se informa de que habría unos 60 mil salas en el
mundo, de las cuales 15 mil estaban en EE.UU. y 6.500 en Gran Bretaña, N° 8, 31 de
Octubre de 1915; "La mujer egipcia y el cine" N° 13, Febrero de 1916, entre otros.
417
209
la inclusión de fotografías de actores y actrices y escenas de películas420 y, sobre
todo, por la descripción de los filmes en ese momento en cartelera. En algunos
casos, se trata de notas breves, pero en otros la descripción del argumento de una
película asume casi las características de un cuento421. A ello hay que sumarle la
publicidad propiamente tal que insertaban las empresas distribuidoras en avisos
de media o una página y la publicación regular de la cartelera de cines de la
capital.
Por otra parte, la revista da cuenta de manera entusiasta de los primeros
esfuerzos por producir cine en nuestro país. Durante la primera década del siglo,
las filmaciones se habían limitado a lo que se denominaba vistas, de algunos
minutos, acerca de algún hecho público y que luego eran exhibidas al interior de
otros espectáculos. Recién en 1910 se filma lo que es la primera película chilena
argumental422. Por eso, la revista le da especial atención a la realización de
nuevos intentos, como en Septiembre de 1915, al informar que:
"Ha quedado definitivamente acordada la impresión de "Santiago
Antiguo" en película cinematográfica lo que viene a constituir un
digno complemento a la obra (...) Sabemos que la dirección del
fotocinema, ha sido encomendada al señor Manuel Domínguez (...)
La parte técnica está a cargo del laboratorio del conocido operador
señor Giambastiani"423
420
Las portadas están dedicadas especialmente a actrices europeas, tales como Mlle. Regina
Badet, "...protagonista de la valiosa film dramática "La Vendetta" que con éxito se está
exhibiendo en nuestros cines", Madame Robinne, Cristina Ruspoli y la mundialmente
famosa Mlle. Mistinguette. Permítasenos lamentar que en dos de los ejemplares existentes
en la Biblioteca Nacional la portada ha sido arrancada.
421
Como señala Jacqueline Mouesca, en el único estudio existente en nuestro país sobre
estas publicaciones, aún se está muy lejos de la constitución de una crítica
cinematográfica propiamente tal. Más bien se estaba en la etapa de formar y acostumbrar
al público en la narración de historias, a través de códigos y lenguajes no conocidos. Ver
Jacqueline Mouesca: El cine en Chile. Crónica de tres tiempos, op. cit., en especial el
capítulo 3: “De la crónica a la crítica cinematográfica”.
422
Se trató del film Manuel Rodríguez bajo la dirección del profesor de Declamación
Adolfo Urzúa Rozas y con la actuación de Nicanor de la Sotta, Francisco Ramírez,
Filomeno Flores y Carlos Prats. La película se estrenó el 10 de Septiembre de 1910 en el
Teatro Variedades. Constaba de dos rollos (algo así como 600 metros de película) con 7
cuadros y una duración cercana a la media hora.
423
Chile Cinematográfico N° 5, 1° de Septiembre de 1915. Por otro lado, en el N° 2 del
mes de Julio la revista había informado de que había "...llegado de Buenos Aires el señor
Giambastiani, operador fotógrafo que ha instalado un moderno laboratorio para
impresionar películas locales". Hay consenso en diversos autores en conceder a Salvador
Giambastiani el título de padre del cine chileno. Cabe agregar que éste publicaba en Chile
210
Se trataba en realidad de una serie de cuadros teatrales sobre diversos
momentos de la vida social santiaguina en el siglo XIX, los que fueron filmados
por el mencionado Giambastiani. Dicha película fue estrenada:
"Ante una numerosa como distinguida concurrencia, que llenaba en
su totalidad los palcos y plateas del Teatro Unión Central (...) se
llevó a efecto el 15 de Octubre el estreno de esta interesantísima
obra nacional (...) A pesar de carecer por el momento de los medios
necesarios para la impresión de películas debemos hacer constar
que ésta no desmerece en nada a las filmadas en Europa. (...) En
consecuencia le auguramos un feliz éxito a la naciente
cinematografía nacional"424
En definitiva, Chile Cinematográfico constituyó una primera muestra de lo
que se instaló luego como formato propio de la revista especializada en cine,
ofreciendo un material nutrido y variado, a través del uso de distintos géneros
periodísticos y en el seno de un mercado de prensa en pleno desarrollo. Como
veremos, incluso enfrentó una competencia directa a poco de aparecer, cuestión
de la que se percató, al comentar con ironía el nacimiento de otra revista, a la
que acusa de imitarla:
"Al lanzar nuestra revista no tuvimos la pretensión de "llenar un
vacío", sino constituirnos en un órgano de utilidad práctica para los
empresarios cinematográficos poniendo a su alcance los valiosos
medios de réclame que emanan de nuestras publicaciones ya sean
argumentos, notas, comentarios. Todo aquello, en fin, que
despertando la curiosidad del público encauce la opinión hasta
Cinematográfico un aviso publicitario de media página de su negocio que bajo el nombre
de Chile Film y ubicado en Bandera 179 ofrecía el servicio de "...tomar vistas de fiestas
sociales, pic-nik y establecimientos industriales".
424
Cineaefe: “Santiago Antiguo”, Chile Cinematográfico N° 8, 31 de Octubre de 1915. El
Teatro Unión Central estaba ubicado en Ahumada, entre Moneda y Agustinas, en el sitio
donde en décadas posteriores se construyó el Pasaje del mismo nombre, hoy Bombero
Adolfo Ossa. Se trataba de una de las mejores salas de la capital que contribuyó a
expandir el gusto por el cine en la elite aristocrática. Por otra parte, la revista Cine Gaceta
señaló que Santiago Antiguo también se exhibió en el Cine Dieciocho, ubicado en la
esquina de dicha calle y Alameda y dirigido al mismo público.
211
hacerle sentir por el espectáculo reflejado, el interés que su
perfeccionamiento merece"425
Cine e industria: el caso de Cine Gaceta
La competencia provino de la publicación de la revista Cine Gaceta. Esta
revista presenta una particularidad en su existencia, ya que ésta se dividió en dos
etapas claramente distintas. En la primera, entre Julio de 1915 y Febrero de
1916, publicó 8 números y su redacción estaba ubicada en Santiago, Monjitas
809. Posteriormente, la revista se comenzó a editar en Valparaíso, desde Agosto
de 1917 a Febrero de 1918, donde llegó a publicar 15 números. En ambos
períodos fue dirigida por Augusto Pérez Ordenes, cuyo seudónimo Augusto
Pope lo encontraremos más tarde en otras publicaciones.
Los dos momentos de vida de la revista van a coincidir casi exactamente con
la crisis que vive la industria del cine en el mercado nacional, debido al inicio de
la Primera Guerra Mundial y la merma que ello produjo en la producción
europea, especialmente francesa y, luego, con la llegada de la industria
estadounidense que pasó a controlar el mercado. Este fue un fenómeno que se
dio a nivel mundial:
"...Paralizado el cine europeo por el desarrollo de la contienda
mundial, la industria de Hollywood pudo conquistar cómodamente
unas posiciones comerciales y una primacía industrial"426
Dicho marco es importante para analizar y entender la vida de la revista, ya
que ésta se presentó al público en sus inicios como el órgano de los
Jotapé: “Los primeros pasos”, Chile Cinematográfico N° 3, 1° de Agosto de 1915.
Roman Gubern: Historia del cine. Editorial Lumen, 8ª. Edición, Barcelona, 2001, p.
109. En todo caso, el autor agrega que dicha supremacía también obedeció a otras
razones, más bien relacionadas con la producción cinematográfica misma: "Junto al star
system, que prodigó bucles ingenuos y parpadeos perversos, el cine americano se afianzó
como una segura mercancía gracias a la eficacia de su estilo narrativo, herencia del
funcionalismo expresivo de Griffith (...) Este lenguaje sencillo y antirretórico, directo y
eficaz, producto de las exigencias narrativas de los westerns y de las películas de acción,
creó una reputación de habilidad técnica que el cine norteamericano todavía no ha
perdido. A esta simplicidad estética correspondió una gran simplicidad temática,
barajando los esquemas mitológicos más elementales, con películas de "buenos" y
"malos", persecusiones y tiroteos, angustias y final feliz. El espectador encontró un
mundo de aventuras en el que proyectarse fácilmente, para vivir jirones de una vida
intensa y apasionante, arrinconando por un momento sus problemas y frustraciones. Y
los mercaderes del celuloide, claro, lo sabían", op. cit., pp. 110-111.
425
426
212
cinematografistas chilenos, aclarando como lo señala Mouesca que el apelativo
de cinematografista se usaba para nombrar a los distribuidores y/o dueños de
salas, que en muchas ocasiones coincidían. Por lo tanto, la revista exhibe desde
un comienzo un perfil muy definido y ligado a la promoción del mercado
interno del cine y de los intereses de las empresas distribuidoras, todavía en
1915 en manos de empresarios locales427. Cine Gaceta apareció bajo la forma de
un Prospecto Gratuito, de 12 páginas y fechada en la segunda quincena de Julio
de 1915. La editorial lleva el significativo título de Nuestro Programa y en ella
se señala:
"Nuestros cinematografistas están atacados de desaliento. Este
desaliento ha trascendido al público y ha causado la apatía de éste
para con lo que a películas se refiere (...) Nuestra revista dirigirá
sus esfuerzos a procurar para nuestro negocio mejores días"428
Durante este primer período la revista va a instalar la idea de que la actividad
vive una situación crítica y prácticamente todos los números hacen referencia a
ello, cuestión bastante singular ya que en la publicación competidora antes vista,
Chile Cinematográfico, no hay ninguna alusión al tema, a pesar de ser
contemporáneas. En el aludido Prospecto de Cine Gaceta apareció una
entrevista al gerente en Chile de la Casa Max Glucksmann429, en que éste intenta
427
En Chile operaban en 1915 la Cía. Italo Chilena fundada por empresarios de origen
italiano en 1909. Tenía su casa matriz en Valparaíso y una sucursal en Santiago.
Distribuía para Valparaíso, Santiago, Concepción y el Norte, especialmente a la
productora francesa Gaumont, para cambiarse poco después a la americana Universal. Era
propietaria de los Teatros Colón, en el puerto y Unión Central, en la capital; otra firma
importante era la Empresa de Teatros y Cinemas, sociedad anónima con sede en Lima.
Operaba en Perú, Bolivia, Ecuador y se instaló en Chile en 1914. Según Cine Gaceta era
la que tenía la mayor cantidad de estrenos, especialmente de la productora Pathé francesa
y su filial americana; también estaba la Casa Efraín Band que había iniciado sus negocios
en 1914 y hasta la guerra también distribuía las películas de la firma Pathé francesa;
especialmente en el Norte actuaba Bidwell y Larraín y la más importante era la Casa Max
Glucksmann, con sede en Buenos Aires y que reseñamos en nota subsiguiente.
428
Cine Gaceta, Prospecto Gratuito, 2ª. Quincena Julio 1915. También se detallaban los
principales objetivos a alcanzar y que decían relación con "la unión gremial de los
cinematografistas", "la formación de un personal técnico idóneo", la "obtención de
franquicias aduaneras" para la importación de filmes, etc.
429
La Casa Max Glucksmann era a la fecha tal vez la más importante distribuidora de
películas, artículos y equipos para cine y fotografía del Cono Sur de Sudamérica. Fue
fundada en 1891 y sus oficinas centrales estaban en Buenos Aires. En Chile tenía oficinas
en Santiago (Agustinas 782), Valparaíso, Concepción y Temuco, y en 1915 ofrecía
estrenos semanales.
213
un diagnóstico sobre las causas de la crisis y un artículo titulado “Cuestión de
precios”, donde la revista llama a los empresarios de las salas de exhibición a
evitar la competencia entre ellos por los precios de las entradas y, por el
contrario, a buscar el acuerdo y la concertación, para evitar que éstos sigan
bajando.
La propia revista tuvo en esta etapa una existencia no exenta de dificultades.
De hecho, después de aparecido el mencionado Prospecto, tardó tres meses en
aparecer el primer número, en la primera quincena de Octubre de 1915. Este
incluía un artículo titulado “Los biógrafos gratuitos”, firmado por A. Pope,
donde se criticaba la exhibición gratuita de películas al aire libre que "...hacen
competencia desleal con los cines establecidos". Dicha edición también incluyó
una entrevista a José Traver, gerente de la Empresa de Teatros y Cinemas Ltda.,
nuevamente acerca del tema de la crisis, su diagnóstico y eventuales soluciones.
El tema es aludido también en la editorial, al mencionar que "...en nuestra
capital quedan poco más de 20 cines de 80 que había hace dos años".
En dicha editorial, firmada por el director del medio Augusto Pérez Ordenes y
titulada “El nuevo reglamento”, se criticaba fuertemente un nuevo reglamento de
teatros dictado por la Municipalidad de Santiago430. Sería un tanto redundante
detallar cómo durante toda esta primera época Cine Gaceta entregó una parte
importante de su espacio al estado del negocio, ya que ello no era toda la revista.
Al igual que su competencia, había en sus páginas espacios para informaciones,
artículos y reportajes que difundían en general al cine, sus aspectos técnicos, las
estrellas y sus avatares en tanto que tales y todo lo que tenía relación con los
esfuerzos que se realizaban para desarrollar la cinematografía de producción
nacional. Así, por ejemplo, desde su primer número, publicó por capítulos y
como apartado un Manual del Operador Cinematográfico, además de otros
artículos del mismo tipo. Es el caso de “La proyección a plena luz” acompañado
de ilustraciones431. Por su lado, la información escrita y fotográfica sobre el cine
430
El control estatal y legal sobre el naciente espectáculo cinematográfico quedó, en esa
década de los '10, en manos de las Municipalidades, que dictaban regulaciones generales
sobre espectáculos, aludiendo a aspectos relacionados con la higiene y la seguridad de
ellos. En el caso del cine dichas ordenanzas comenzaron a controlar los contenidos de las
películas, impidiendo en algunas ocasiones su exhibición. El reclamo de la revista al
respecto, a que hacemos referencia, se encuentra también en Chile Cinematográfico,
mencionada anteriormente y en general en todas las publicaciones dedicadas al cine en el
período. Hay que recordar que en 1912 se había creado la llamada Liga de Damas
Chilenas, que tuvo como preocupación especial difundir juicios valóricos y éticos sobre
los espectáculos, primero del teatro y desde 1914 especialmente sobre el cine, llegando a
calificar cada película exhibida. Al respecto, ver Manuel Vicuña: op. cit., Cap. IV: “La
cruzada moral de la Liga de Damas Chilenas”.
431
Cine Gaceta N° 1, 1ª Quincena Octubre de 1915.
214
nacional es permanente y, dicho sea de paso, constituye una fuente muy
importante para la reconstrucción de su historia. En el Prospecto Gratuito, que
apareció en Julio de 1915, se publicó un artículo titulado “Películas Nacionales”
donde se informaba que, a esa altura del año, ya se habían exhibido tres películas
nacionales:
1.- Propaganda cinematográfica chilena en la Exposición de San Francisco,
sobre la cual la revista señala que "...fue mandada a imprimir por el Gobierno
chileno para ser enviada a Estados Unidos, ya que la situación del erario
nacional no podía hacerse representar como hubiera sido de desear. Este film
fue tomado por la Casa Max Glucksmann y desarrollado en Buenos Aires".
2.- La industria salitrera, la que "...es obra del joven español don Francisco
Caamaño y fue exhibida en cines y centros industriales con halagueño éxito".
3.- Actualidades santiaguinas, "...que fueron tomadas por el señor Salvador
Giambastiani con ocasión de la visita de los cancilleres".
Posteriormente, en el primer número aparecido en Octubre, dedicó su portada
a una fotografía de tres de los intérpretes de la antes comentada Santiago
Antiguo: los hermanos Laura, Lucinda y Gabriel Bunster. En la edición siguiente
se publicó un artículo titulado “Película nacional. Las festividades patrias”,
acerca de un film de actualidad sobre las recién celebradas Fiestas Patrias,
producido por la Cía. Cinematográfica Norteamericana, "...que recientemente ha
iniciado sus operaciones" y que vino a sumarse a la ya existente Chile Film,
creada por Giambastiani. En esa misma edición, Cine Gaceta le dedicó también
casi toda la sección Crónica Cinematográfica, donde habitualmente describía y
narraba películas en cartelera, al estreno de Santiago Antiguo:
"Santiago Antiguo" ha sido estrenado con un colosal éxito de
boletería en los teatros Unión Central y Dieciocho... Como esta
pantomima no fue escrita especialmente para cinematografía, se
resiente por falta de argumento, y de cierta monotonía en las
escenas. Pero esto no importa, pues la película debe catalogarse en
el género descriptivo y no en el dramático"
Por último, mencionemos el caso de dos filmes de ficción producidos en 1914
y sobre los cuales hay más de una confusión en la bibliografía sobre el tema.
Ambos fueron producidas por la Cía. Franco Chilena Films, del francés
radicado en Chile, Fédier Vallade. Se trató de El boleto de lotería, en el que tuvo
215
un papel el futuro cineasta Jorge Délano, Coke, y que por diversas razones
nunca llegó a exhibirse, y El violín de Inés, respecto del cual Cine Gaceta
publica una foto en su portada de la edición de la primera quincena de
Noviembre de 1915. En su interior, dicho número incluyó el artículo
Cinematografía Nacional, en el que se señala que dicha productora tenía sus
estudios "...en un antiguo y enorme caserón de la calle de San Isidro",
agregando que:
"...No hay para que decir que estas películas no han sido aceptadas
por los empresarios que las han visto. Una cosa nacional
presentada como tal, no puede ser del gusto de nuestro público. Sin
embargo, se ha hecho la prueba de exhibirla como importada y los
espectadores se han reído de buena gana y la han encontrado
espléndida. Ahora se ha vendido el negativo a una casa francesa, la
cual hará 60 copias"432
Otro aspecto en que esta revista marca una cierta distinción y particularidad
con respecto a otras existentes en el período es el de la Publicidad. Junto a los
comunes avisos de las empresas distribuidoras y los cines en páginas centrales,
contratapa, etc. para propagandear los estrenos y exhibiciones de películas,
incorpora también avisos de los productos más diversos, desde tallarines a
ampolletas.
En cuanto a lo estrictamente periodístico, Cine Gaceta, en su primera etapa,
no ofrece mayor novedad. Al igual que otras revistas usa distintos géneros: la
entrevista, la nota informativa, el artículo de opinión y el reportaje, etc., así
como una utilización creciente de fotografías. En ese sentido, lo remarcable es la
paulatina consolidación de una estructura y un formato propio de revista
especializada que se va imponiendo y que no es distinto, por ejemplo, en este
plano, de las revistas deportivas de la misma época. Como señalamos antes, esta
primera etapa de Cine Gaceta habría terminado con la edición número 8, del 15
de Febrero de 1916. El uso del condicional dice relación con el hecho de que
dicho número no ofrece ningún indicio de ser el último. Por el contrario, en una
nota titulada “A nuestros lectores”, se señala que justamente por el éxito
obtenido "...Hemos tenido, pues, que aumentar el número de páginas y
cuadriplicar el tiraje primitivo. Es por esto que también nos vemos obligados a
432
Los protagonistas fueron Clemencia Venegas y Alberto Díaz Hidalgo, los que fueron
destacados en la misma edición en un artículo con fotografías titulado “Dos artistas
cinematográficos chilenos”. Con respecto a estas películas, lamentablemente el citado
texto de Eliana Jara, a pesar de usar de fuente la misma Cine Gaceta, comete el error de
confundirlos.
216
aumentar el precio de venta". Lo concreto es que es éste el último de los
ejemplares existentes en los registros públicos, y en la prensa de la época
tampoco es posible encontrar mayores antecedentes.
Más de un año después, en Agosto de 1917, la vemos reaparecer, pero ahora
editada en Valparaíso, bajo la misma dirección de Augusto Pérez Ordenes,
aunque su slogan cambió a "Revista teatral y cinematográfica" y comenzó a
foliarse otra vez desde el número 1. Una diferencia fundamental con la época
anterior de la revista lo constituye el contexto de desarrollo de la industria en el
mercado nacional y así lo destaca:
"Durante el período de receso de nuestra Revista, se han efectuado
importantes acontecimientos en nuestro pequeño mundo
cinematográfico (...) Chile ha dejado de ser el mercado de segunda
mano donde se enviaban las películas después de explotadas hasta
en los teatros provincianos de otros países. Las más valiosas
creaciones del cinema se estrenan hoy antes que en Buenos Aires,
Lima o Río de Janeiro y, a veces, antes que en Europa. (...) El
pánico de los primeros tiempos de la guerra se ha desvanecido por
completo (...) lejos de disminuir los estrenos, han aumentado en
forma nunca antes vista hasta hoy"433
Un factor fundamental en este cambio fue la llegada masiva del cine
estadounidense. De hecho, en este año de 1917 irrumpe la Fox en el mercado
nacional, representada por la Empresa de Teatros y Cinemas, la que dicho sea de
paso pareciera estar detrás de la reaparición de Cine Gaceta. Ello generó, al
parecer, un gran impacto en el público nacional, todavía ligado a las formas
narrativas de los filmes europeos, especialmente franceses (de las casas
Gaumont, Pathé, etc.) de la pre-guerra y ello lo constata la revista en el mismo
artículo:
"...el público no puede todavía abandonar los prejuicios que contra
las cintas norteamericanas se formó por culpa de ciudadanos
inescrupulosos que trajeron como monumentos cinematográficos,
mamarrachos que exasperaron a los espectadores"434
433
434
“Chile cinematográfico”, Cine Gaceta N° 1, 2ª. Quincena Agosto de 1917.
Ibid.
217
El arribo al país de las películas de la Fox motivó a la revista a publicar un
reportaje biográfico de tres páginas, en tono laudatorio de William Fox435 y, más
adelante, a dar cuenta de la rápida instalación de dicho cine en el gusto del
público:
"La lucha a muerte trabada entre las películas europeas y
norteamericanas, se hace cada día más intensa (...) Gaumont,
Pathés y Cines, campeones del viejo mundo, se habían atrincherado
en el favor del público hasta la llegada de Fox, el cual se ha metido
muy zorramente en el gallinero de la predilección y ha hecho en pro
de la cinematografía americana en pocos días, más que otras
marcas de producción no uniforme en un año"436
Pocos meses después, la revista consigna el definitivo triunfo del cine de
EE.UU. (especialmente de la Fox) en este combate mercantil, haciendo alusión
además a un factor constituyente hasta hoy de la lógica propia del desarrollo de
la industria y el mercado del espectáculo en general:
"Durante mucho tiempo las películas norteamericanas estuvieron
desterradas de nuestros programas. El público no quería verlas y
no podemos negar que tenía razón (...) Hoy las cosas han
cambiado. La guerra ha sido, como en todo orden de actividades, el
mejor auxiliar de los norte-americanos (...) El público se dio cuenta
poco a poco de que también había películas yankees buenas (...) Las
películas americanas trajeron además un poderosísimo auxiliar: la
enorme propaganda, base ésta del éxito comercial de cualquier
empresa"437
435
Cine Gaceta N° 2, 2ª Quincena Septiembre de 1917. Valga recordar que William Fox,
cuyo nombre verdadero era Wilhelm Fried, fue uno de los pioneros llamados
independientes que, luchando contra el monopolio establecido en la Costa Este de EE.
UU. por el consorcio que agrupaba a la Edison Biography Vitagraph, entre otras
creadoras de la industria en ese país, se habían trasladado a California, donde junto a
Adolph Zuckor, fundador de la Paramount, Carl Laemmle, de la Universal, los hermanos
Warner y Samuel Goldfish, luego Goldwyn, socio de la Metro Goldwyn Mayer, no sólo
darían vida a Hollywood (la ciudad del cine), sino de manera paradójica a gigantescos
imperios industriales, algunos vigentes hasta los actuales mercados globalizados del
espectáculo.
436
Cine Gaceta N° 3, 1ª Quincena Octubre de 1917.
437
“Norte América ante Europa”, Cine Gaceta N° 11, 2ª Quincena Febrero de 1918.
218
La preocupación de la revista por el desarrollo de la industria y el mercado,
que en esta segunda época sigue siendo preponderante en sus contenidos, se
manifiesta también en otros planos. Uno de ellos es el que se refiere al
tratamiento que le da la prensa nacional a la actividad cinematográfica:
"El auge que ha alcanzado el cinema se lo debe a sus propios
méritos y a sus propios medios de propaganda. Bien poco tiene que
agradecerle a la prensa, que lo ha mirado siempre como un
espectáculo despreciable, negándole su importancia como
industria, como arte y como factor cultural. (...) Nuestra revista
tiende a destruir estos prejuicios (...) No era ya posible mantener
relegado en vergonzante lugar, un arte nuevo... que es capaz de
traducir el pensamiento humano mejor que el libro, la palabra y la
pintura"438
El cine, sustentado y legitimado por la aceptación masiva y social cada vez
más general, habría obligado a la prensa a dedicarle su atención:
"Los más importantes rotativos compiten hoy en día en servir mejor
su sección cinematográfica. Los críticos teatrales se han convertido
en entusiastas cinéfilos y hasta algunos diarios han creado un
puesto especial para la crónica cinematográfica (...) Antes no
encontraban película digna de preocupar su atención, hoy, en
cambio, no encuentran vista que no sea óptima"439
El texto hace alusión al hecho de que a esa altura todos los diarios grandes (El
Mercurio, La Nación, El Diario Ilustrado, etc.) habían creado una sección y un
amplio espacio especializado en cine, como lo consignamos en un capítulo
anterior440. Esta editorial también hace notar que los diarios se han pasado al
otro extremo, llenando de elogios y adjetivos cualquier película. El autor,
haciendo valer su mayor experiencia y conocimiento del campo a estos recién
llegados, los exhorta a ejercer una distanciada y aguda crítica, en un célebre
párrafo también citado en la obra de Jacqueline Mouesca: "...pedimos a los
críticos que sean, ante todo, sinceros. Sus plumas prestigiosas no deben ser
Augusto Pope: “La prensa y el cinema”, Cine Gaceta N° 1, 2ª Quincena Agosto de
1917.
439
Augusto Pérez O.: “Algo sobre crítica (Editorial)”, Cine Gaceta N° 15, 30 Abril de
1918.
440
Ver capítulo 6.
438
219
usadas sino para las películas dignas de su atención. Para mediocres, basta un
silencio piadoso, y para las malas, no debe haber piedad":
Por otro lado, la revista desarrolla una ferrea resistencia a los persistentes
intentos de las autoridades municipales por controlar y censurar los espectáculos
cinematográficos, cuestión que seguirá hasta la siguiente década, en que se
establece una normativa legal específica441. También, y en el marco de la
promoción del espectáculo por la vía de la descripción de películas y la
publicación de fotografías, la revista apoya y difunde la producción nacional. En
su primer número de Agosto de 1917, en el artículo Cinematografía nacional, se
presenta un reportaje ilustrado con dos fotografías sobre las tres películas de
ficción producidas en el país ese año. Se trata de La agonía de Arauco, El
hombre de Acero y Alma Chilena. Especial atención se le dio a esta ultima, la
que en el siguiente número es incluida entre los Exitos del mes:
"Con el éxito que era de esperar dada la sostenida propaganda que
se le había hecho y la curiosidad que reinaba por conocer una obra
local, se estrenó esta película, la primera editada por la Casa Hans
Frey en sociedad con la empresa Mario Padín"442
Luego, un mes más tarde, en su edición número 4, la revista dedicó otras dos
páginas con fotografías a narrar el argumento de la mencionada película. En esta
misma edición además, se informa del reciente estreno de la revista animada
llamada Actualidades Porteñas N° 1, producida por la misma Hans Frey y Cia.
Al comenzar 1918, la revista informó profusamente del comienzo y desarrollo
de la filmación del largometraje Todo por la Patria (o El jirón de la bandera)
estrenada luego ese año y también producida por Hans Frey y Cía.
Finalmente, destaquemos que la revista, en algunas ediciones, entrega datos
que son interesantes para apreciar el desarrollo de la industria y el mercado del
cine. En primer término, siguen manteniéndose como principales distribuidoras
las mismas empresas locales que habían aparecido un par de años antes en la
propia revista. Es decir, Casa Glucksmann, Empresa de Teatros y Cinemas y
Cía. Italo Chilena, junto a las menores Bidwell y Larraín (también conocida
como Soc. General Cinematográfica) y Casa Efraín Band y la recién creada Soc.
Cinematográfica Chile (de propiedad de los señores Pairoa y B. Herrera, éste
Ver, por ejemplo, T. Pinto Blanco: “La censura”, Cine Gaceta N° 2, 2ª Quincena
Septiembre de 1917; “Dramas policiales”, s/f N° 5, 22 Noviembre de 1917; la
publicación de la carta enviada por la Empresa de Teatros y Cinemas al Parlamento, a
raíz de la presentación de un proyecto de ley sobre la censura, N° 8, 1ª. Quincena Enero
de 1918, etc.
442
Cine Gaceta N° 2, 2ª Quincena Septiembre de 1917.
441
220
último colombiano). Es interesante señalar como dato ilustrativo que, por
ejemplo, en Diciembre de 1917, se estrenaron 53 películas en el país, de las
cuales Glucksmann, Italo Chilena y Teatros y Cinemas, distribuyeron 40. Vale
decir, todavía la industria del cine norteamericano operaba fundamentalmente a
través de empresarios locales, cuestión que habría de cambiar en los años
siguientes, a medida que las grandes productoras de EE.UU. comenzaron a
instalar oficinas filiales en el país. Ya a fines de 1917 se instaló la The North
American Film Service, cuyo gerente en Chile era Alfredo Ansaldo.
Por otra parte, en esta segunda etapa de su existencia y durante algunos
números, la revista incluyó en la Portadilla la fotografía de bellezas nacionales,
bajo el título de Páginas de Album. Esto comenzó en el número 4, de Octubre de
1917, con la foto de Victoria Larraín Morandé y duró hasta la edición 11, de
Febrero de 1918443. Ello es significativo si consideramos que en las Portadas
aparecen en todos los números fotografías de las estrellas del cine del momento,
incluyendo algunas que trascendieron su tiempo como Lina Cavalieri o Perla
White. Por otro lado, en Febrero de 1918, la revista sufrió un cambio importante
al bajar notoriamente la calidad de su papel. El último número que se conserva
en la Biblioteca Nacional es el 15 que apareció en Abril; en éste se rotula como
"La única revista cinematográfica de la costa del Pacífico Sud-americano", que
"...llega hasta los más apartados cines de Chile y se envía a las principales
Casas cinematográficas de todo el mundo", manteniendo un promedio constante
de no menos de 10 páginas, de una edición de 24, dedicadas a avisos
publicitarios, no solamente referidos a la exhibición de películas.
Cine y estrellas: el caso de La Semana Cinematográfica
Un mes después, el 9 de Mayo de 1918, apareció una nueva revista que tuvo
una duración mucho mayor que las anteriores. De hecho, en la Biblioteca
Nacional, se conservan 138 números, siendo el último fechado el 30 de
Diciembre de 1920. Se trata de La Semana Cinematográfica, cuya DirectoraPropietaria fue la ya mencionada Lucila Azagra. Aparecía semanalmente en una
edición habitual de 16 páginas, llevadas a 20 con ocasión de ciertos números
extraordinarios. A diferencia de las anteriores, La Semana Cinematográfica en
su primer número y en la Editorial titulada Nuestra Revista hizo explícitos
algunos componentes sustantivos de su estrategia comunicacional:
443
Algunas otras fotografiadas para la revista fueron Blanca Soublette García, Ana Gómez
Nichols, Rosa Bravo Concha y la Srta. Díaz Riesco de Espínola.
221
"Los progresos del biógrafo hacen hoy indispensable una
publicación de esta especie, completamente independiente, que no
tenga vínculo alguno con los Teatros ni con las casas importadoras
o productoras de películas y que pueda informar al público con
toda imparcialidad y oportunidad. (...) Hoy día el público no sabe
en realidad qué cintas le conviene ver ni cuáles evitar. Para ello no
tiene otro guía que la réclame de los empresarios que,
naturalmente, están en la obligación de alabar todas sus películas.
Con La Semana Cinematográfica, el público estará en aptitud de
elegir por sí mismo lo que más le convenga”444
Este planteamiento fue ratificado algunos meses más tarde, cuando
editorialmente se comentan alusiones que habían aparecido en la revista
neoyorkina Cine Mundial, en las que, si bien se emitían opiniones elogiosas
sobre la revista, se la sindicaba a su vez como dependiente de empresas
cinematográficas:
"...como todo el mundo sabe y como está a la vista, es una
publicación absolutamente independiente, que no tiene vinculación
alguna ni con los teatros ni con las casas importadoras de películas
(...) estamos convencidos de que sólo una revista independiente y
absolutamente imparcial, como la nuestra, puede satisfacer de un
modo completo las necesidades del público"445
Afirmaciones como las anteriores aparecerán más adelante en varias
ocasiones, acompañadas de una visión explícita de sus objetivos en el mercado
de la prensa. En ese sentido, la revista postulaba, por un lado, su masividad y,
por otro, el haber penetrado en un segmento de público más bien refinado y
elitista:
"...con la base comercial a que le da derecho su espléndida
circulación y su inmejorable aceptación en el público. (...) Hoy día
444
Paralelas a La Semana Cinematográfica, existieron también La Película (Noviembre
1918-Agosto 1921) de Valparaíso y que publicó 35 números en forma discontinua; El
Film (Septiembre-Octubre 1919), de Valdivia, que publicó 23 números ya que aparecía
diariamente y otras que estaban ligadas a las empresas distribuidoras, tales como El Film
(Octubre 1918-Febrero 1919) de Santiago de la Cía. Italo Chilena; el Glucksmann
Magazine y el Boletín de la Empresa de Teatros y Cinemas.
445
“Agradecemos y protestamos (Editorial)”, La Semana Cinematográfica N° 19, 12
Septiembre de 1918.
222
está en todos los hogares más cultos y en las manos de todas las
personas de gusto"446
En esa línea es posible rastrear, al menos, un par de factores que pueden haber
sido importantes en la consolidación de un cierto perfil satisfactoriamente nítido.
Uno de ellos dice relación con aspectos más bien ligados al formato y diseño de
la revista. Ya hacia el número 20 la revista logró consolidar una estructura
relativamente estable de secciones. Entre ellas, la llamada Crónica
Cinematográfica, que ocupa dos o tres páginas para básicamente describir los
argumentos de las películas en cartelera aunque, como señala Jacqueline
Mouesca, a medida que avanzan los números, "...Lucila Azagra aparece
haciendo un esfuerzo por mejorar la calidad de sus reseñas"447. La importancia
de la sección se comprueba con el hecho que desde el número 21 ocupó las
primeras páginas, antes consagradas a la Editorial, la que de ahí en adelante
solamente volvió a aparecer de manera esporádica.
Junto a ella, están las secciones Noticias varias y un artículo que establecía un
diálogo sobre temas diversos, más o menos relacionados con el cine,
específicamente con las lectoras, firmado generalmente por Scout, aunque
también existen otras firmas como las de Máximo Eliot, Catón el Censor o el ya
mencionado Augusto Pope. Asimismo, y constituyendo una diferencia y
novedad importante respecto a las revistas analizadas previamente, existió un
espacio, a veces de hasta cuatro páginas, que se le daba a la sección Buzón
Abierto, destinado no a reproducir sino a contestar cartas de lectores,
provenientes de diferentes lugares del país. Esta relación que la revista intentó
con el público se vio reforzada a partir de la edición 66, del 7 de Agosto de
1919, con la incorporación de otra sección similar denominada Página de los
Lectores y en la que, incluso, se publicaban colaboraciones y artículos o poemas
enviados por aquellos, la mayoría en homenaje a alguna estrella de cine.
En similar perspectiva, la revista informa de actividades sociales relacionadas
con los cines y teatros, tanto de la capital como de provincias, y que significan el
desarrollo de una cierta sociabilidad en torno al espectáculo mismo. Es el caso,
por ejemplo, del apoyo y publicidad que le brindó la revista a un Concurso de
“Un nuevo año (Editorial)”, La Semana Cinematográfica N° 35, 2 de Enero de 1919. Un
año después los conceptos se repiten en la editorial “Un feliz año”: "...La Semana
Cinematográfica es hoy la revista de cines que alcanza la más alta circulación en el país.
Ella es también la preferida de la alta sociedad. Ella se encuentra en todos los hogares
más cultos (...) la nuestra es actualmente la única revista de cine que no está ligada a
alguna empresa cinematográfica", La Semana Cinematográfica N° 87, 1° de Enero de
1920.
447
Jacqueline Moeusca, op. cit., p. 123.
446
223
Belleza realizado por el Teatro Splendid, perteneciente a la Casa Glucksmann,
destinándole una página para publicar las fotos de las participantes, así como la
publicación semanal de los resultados de los escrutinios parciales448.
Paralelamente, apoya de manera similar el Concurso de Simpatía, organizado
por el Teatro Brasil, entre jóvenes asistentes a sus funciones. En este caso había
un primer premio consistente en un retrato fotográfico (que publicó la revista) y
$ 500.- a entregar a alguna obra de caridad. El resultado fue publicado en la
edición 72, del 18 de Septiembre de 1919, y las ganadoras fueron Inés de la Jara
Montt, Marta Lezaeta Barriga y Adriana Suárez Orrego. Otro factor, tiene que
ver con el hecho que progresivamente la temática principal se fue centrando en
lo que más tarde se conocerá como el star system, es decir, noticias, entrevistas y
artículos sobre el mundo de las estrellas de cine, especialmente de Hollywood y
la cinematografía norteamericana, ya consagrada en el mercado nacional como
predominante. Por primera vez se enfoca de manera permanente y sistemática la
atención de los lectores nacionales hacia la vida privada de las estrellas, sus
amoríos y excentricidades, así como hacia aquellos aspectos de su trabajo que le
confieren el estatuto especial de estrella, como el monto de sus ingresos
económicos, por ejemplo449.
Si el reconocimiento e individualización de las estrellas es un factor clave, la
revista se encargó a través de varios mecanismos de construir dicho firmamento
en el imaginario masivo nacional. Uno de ellos y muy importante es la Portada
de la revista, consagrada en todos sus números a publicar el retrato
especialmente de actrices que copan 115 ediciones del total de 138450. Además,
448
Desde el N° 47, del 27 de Marzo de 1919 al N° 69, del 28 de Agosto del mismo año. Las
ganadoras fueron Violeta Wightman Hoffman (4.202 votos), Silvia Salas Edwards
(4.163), Celia Claro Velasco (4.146), María Fernández Mira (4.125) y Alicia Cañas
Zañartu (4.119). La entrada al mencionado Teatro Splendid daba derecho a un voto que
se depositaba en el mismo recinto.
449
Las raíces del star system estarían en el intento desarrollado en Francia en 1908 al
crearse la sociedad Film D'Art para filmar solamente grandes obras de teatro, con actores
reconocidos de la Comedie Francaise, como una forma de "...prestigiar y enaltecer aquel
espectáculo populachero". De este modo, se puso sobre el tapete la individualidad del
actor o actriz. Sin embargo, fue en EE.UU. y justamente como arma de los llamados
productores independientes contra el monopolio de la Edison, la Biograph y la Vitagraph,
los que usaron a fondo con fines económicos las alternativas contra la estandarización de
las películas y el anonimato de los actores. En ese sentido, fue fundamental, entre otros
recursos retóricos, el uso masivo que se hizo del primer plano y la popularización del
rostro de los actores y actrices. Ver Roman Gubert, op. cit.
450
Cabe señalar que en la Portada apareció solamente en una ocasión alguien ligado al cine
nacional. Se trata de María Padín, en el número 16, del 22 de Agosto de 1918. María
Padín fue protagonista en varias películas nacionales del período, tales como Alma
Chilena (1917), Todo por la Patria (1918), La Avenida de Las Acacias (1918) y Manuel
224
a través de la repetición de sus fotografías en distintas ediciones, es posible
identificar aquellas particularmente bien recibidas por el público, cuestión que se
verá corroborada por otro medio, como veremos poco más adelante. Así, la
italiana Francesca Bertini acapara cinco portadas, seguida de Perla White,
Mollie King, Alla Nazimova, Ruth Roland y Wallace Reid, con cuatro. Con tres
portadas aparecieron Fannie Ward y Olive Thomas, y con dos, Creighton Hale,
George Walsh, William Farnum, Norma Talmadge, Antonio Moreno, Geraldine
Farrar y Bert Lytell451. Pero esto no fue todo. Las páginas interiores contenían
también abundantes fotografías de estrellas y en 1920 la revista puso en venta de
manera independiente lo que llamó Album de Retratos, publicación finamente
impresa que reproducía las fotografías de las portadas hasta entonces exhibidas,
sin ningún texto escrito más allá de los nombres identificatorios de cada actor o
actriz. Asimismo, se publicitaba la venta de "postales fotográficas de estrellas",
que se realizaba en el negocio de Salvador Giambastiani, en el centro de la
capital.
Por otra parte, constituyó un material permanente y nutrido de la revista la
publicación de artículos, algunos de ellos biográficos, sobre actores o actrices, o
entrevistas, todas ellas reproducidas de publicaciones extranjeras. Así, por
ejemplo, se puede mencionar un artículo sobre la trayectoria artística de Charles
Chaplin452; otro sobre el actor de origen japonés y residente en EE.UU., Sessue
Hayakawa, sobre el que incluso se escribe una editorial, ya que la revista lo
considera el mejor del momento453; una entrevista y un artículo sobre Francesca
Bertini454; un artículo con consejos de Perla White sobre cómo ser actriz455, etc.
Rodríguez (1920). Es definida por La Semana Cinematográfica como una "...simpática
actriz argentina, chilena de corazón, que con su arte ha contribuido a la formación de
nuestra naciente industria filmadora"
451
En la edición 68, del 21 de Agosto de 1919, la fotografía de portada de la actriz Ruth
Roland trae una dedicatoria específicamente dirigida al público chileno, se supone de su
puño y letra.
452
La Semana Cinematográfica, N° 7, 20 de Junio de 1918. Se le define como "...el rey de
la risa, el ídolo de los niños, el actor más popular de todos los actores del mundo".
Curiosamente, un par de años antes en el número 8 de Cine Gaceta, del 15 de Febrero de
1916 se señalaba que "...A nosotros los latinos nos ha costado un poco acostumbrarnos al
género de comicidad de Chaplin".
453
El artículo en La Semana Cinematográfica, N° 14, 8 de Agosto de 1918, y la editorial
firmada por la directora Lucila Azagra, en el N° 20, 19 de Septiembre del mismo año. En
ella se decía sobre Hayakawa: "...no hay actualmente en la escena muda, ni menos lo ha
habido anteriormente, un artista que pueda parangonarse con éste".
454
La entrevista que fue extraída de un diario italiano, y cuyo recorte se dice facilitado por
una lectora, se realizó a raíz del próximo casamiento de la actriz y se publicó en el N° 18,
del 5 de Septiembre de 1918. El artículo apareció en el N° 56, del 29 de Mayo de 1919 y
225
Asimismo, desde la edición N° 24, del 17 de Octubre de 1918, se hace
permanente una pequeña sección denominada Direcciones de Actores, que traía
los datos necesarios para que los lectores interesados pudieran entablar
correspondencia directa con ellos. Un elemento fundamental en la construcción
mediática del star system es el hecho de que la revista se constituyera en una
suerte de ventana indiscreta que hace pública la vida privada de las estrellas. Así,
es material permanente de ella dar a conocer intimidades, excentricidades,
chismes, etc.
Es sabido que un aspecto central de lo anterior lo constituye la vida
sentimental de las estrellas. Así, por ejemplo, se informa sobre el matrimonio
secreto de Charles Chaplin con la actriz Mildred Harris y poco tiempo después
sobre el divorcio:
"Se ha confirmado el rumor de que Chaplin y su esposa Mildred
Harris no se avienen y que han iniciado su expediente de divorcio.
Este matrimonio comenzó mal, según parece, y no tardó en tener su
período de crisis. Menos mal que en Norte América existe el
divorcio, con el que parecen remediarse estos errores"456
La idea de que el divorcio era una especie de costumbre natural en el
ambiente social norteamericano y especialmente en el cinematográfico está
presente en distintos números de la revista ("...Hay que convenir en que las
artistas yankees cambian de maridos y de nombres como de camisas"). Entre
ellos, se puede citar el ejemplo siguiente:
"...Desilusionante será la nueva para nuestras lectoras, pero es la
pura verdad: Creighton Hale es casado y muy bien casado (...) Pero
no hay que apurarse por tan poco. En Estados Unidos los hombres
se casan con mucha facilidad, pero es porque allá existe el divorcio
que disuelve el vínculo matrimonial. (...) Creighton podría, pues, de
la noche a la mañana, volver a quedar soltero"457
Otro aspecto que parece importante en este ámbito, si se quiere
chismográfico, lo constituye la riqueza y el poder que adquieren las estrellas de
en él se recuerda que su verdadero nombre era Elena Vitielle y que, a pesar de trabajar
para las productoras de EE. UU., tenía su residencia en un palacio en Florencia.
455
La Semana Cinematográfica, N° 21, 26 de Septiembre de 1918. Se coloca la dirección
de la actriz en Nueva York para los lectores que deseen escribirle.
456
La Semana Cinematográfica, N° 107, 20 de Mayo de 1920.
457
La Semana Cinematográfica, N° 6, 13 de Junio de 1918.
226
cine. Así, ya en el número 3, del 23 de Mayo de 1918, se publicó un artículo que
trataba de discernir cuál era la actriz más rica, para concluir en que parecía ser
Fannie Ward, ya que "...sus joyas están avaluadas en más de un millón de
dólares". Algún tiempo después se informó que Mary Miles Minter "...gana en
el cine un salario que es ocho veces mayor que un Ministro de la Gran
Bretaña"458. También se mencionan aspectos de la vida privada que dicen
relación con la popularidad de las estrellas:
"Madame Petrova recibe y contesta personalmente 1.800 cartas
semanales (...) Es de suponer que las contestaciones de la estrella
habrán de ser excesivamente lacónicas"459
"Valeska Suratt... estrella de la Fox y célebre tanto por sus
divorcios como por sus toilettes, al extremo que mereció el nombre
de emperatriz de la moda, ha dejado los trajes para dedicarse de
lleno a la gimnasia y los ejercicios físicos"460
"Wallace Reid, antes de dedicarse al cinematógrafo era periodista
(...) Es un actor joven, pues cuenta sólo 27 años de edad. Para
desesperación de nuestras lectoras, debemos agregar que es
casado... Tiene los ojos azules y el pelo castaño"461
En esta perspectiva, La Semana Cinematográfica desarrolló un mecanismo
hasta entonces inédito que le permitió relacionar el star system que
promocionaba con las preferencias del público, haciendo posible que éste se
involucrara por la vía de organizar lo que llamó Encuestas de Popularidad, para
lo cual se publicaba en cada número un cupón que se convertía en un voto. El
primer concurso de este tipo se llevó a cabo en 1918, a partir de la edición N° 7,
del 20 de Junio, bajo la pregunta ¿Cuál es su artista favorito? El concurso duró
todo el año, publicándose recuentos semanales de votos. En este caso, el cupón
no diferenciaba entre actores y actrices, aunque sí lo hacía el escrutinio realizado
por la revista.
En el resultado final aparecieron con votos un total de 40 actores y 57
actrices, siendo vencedores entre los primeros Creighton Hale, con 1.360 votos;
George Walsh, con 1.315 y Wallace Reid, con 1.300, y entre las segundas, Perla
458
La Semana Cinematográfica, N° 12, 25 de Julio de 1918.
Ibidem.
460
Ibidem.
461
La Semana Cinematográfica, N° 17, 29 de Agosto 1918.
459
227
White, con 1.133 votos; Mollie King, con 1.124 y Francesca Bertini, con 843. El
total de votos para los actores fue de 10.893 y para las actrices de 11.535. Por lo
dicho, ambos deben sumarse y así tenemos más de 20 mil votos participantes.
Cabe agregar que los lectores votantes no accedían a ningún tipo de premio o
recompensa, aunque fuera en términos de sorteo o concurso, por participar. La
primera edición del año siguiente, que fue la N° 35, tomó la forma de una
Edición Especial de 32 páginas, que incluyó fotografías del tamaño de página
completa, impresa en papel couché, de los artistas más votados. También hay
que agregar que los únicos artistas nacionales que obtuvieron alguna votación,
fueron Pedro Sienna, con 43 votos y la ya mencionada María Padín, con 18.
En 1919 el formato de la Encuesta tuvo alguna variación al separarse las
categorías actor y actriz y la convocatoria apareció en el mes de Mayo. En este
caso, los ganadores fueron Perla White (1.893), Mollie King (1.316) y Ruth
Roland (1.235), entre las actrices; y el norteamericano de origen latino Antonio
Moreno (3.406), Wallace Reid (2.998) y Eddie Polo ( 1.121), entre los actores.
El total de votos emitidos fue de 20.976 para los actores y 16.385 para las
actrices. Ello podría ratificar la idea de que la mayoría del público que seguía la
revista era, eventualmente, del sexo femenino.
En el año siguiente, 1920, la Encuesta se hizo aún más compleja. Ya no
solamente estaban separadas las categorías de actor y actriz, sino que al interior
de cada una de ellas se establecieron subcategorías ("Hermosura, Simpatía y
Arte"), lo que determinó resultados curiosos. Entre las actrices, Perla White ganó
en Simpatía y Hermosura, pero no figuró en la categoría que decía relación con
el talento, la que fue ganada por Norma Talmadge que, a su vez, no apareció en
los primeros lugares de las anteriores. Entre los actores, Antonio Moreno
(especie de precursor de los futuros latin lovers) aparece entre los cuatro
primeros en todas las categorías, ganando en Simpatía. En cambio, Creighton
Hale, ganador del rubro Hermosura,, no apareció entre los primeros en ninguna
de las otras categorías. En todo caso, resulta indicativo justamente el hecho de
que el público discriminara entre los atributos de sus estrellas preferidas. El total
de votos de nuevo superó la cifra de 20 mil.
Sin embargo, la promoción del star system no agotaba los contenidos de La
Semana Cinematográfica. Por el contrario, los elementos que nos permitieron
caracterizar a las revistas analizadas anteriormente, también están presentes en
ella. Así ocurre con lo que es la formación y orientación de un público que se
está recién estructurando, junto a la defensa y legitimación del cine en el
contexto cultural de la época. Lo anterior se expresa en la ilustración acerca de
228
aspectos específicamente ligados al lenguaje cinematográfico462 o la relación de
éste con otras expresiones artísticas como la música, por ejemplo:
"...se ve que la mitad por lo menos del poder emocional de una
película deriva de la música que la acompaña (...) la música posee
un poder emocional y sugestivo superior a la palabra misma, de
manera que si una música apropiada acompaña el desarrollo de
una cinta la palabra resulta absolutamente innecesaria (...) no nos
dejemos sugestionar con la observación que comúnmente se hace de
que el biógrafo carece de verdadera importancia por ser una
pantomima. Es una pantomima, sí, pero acompañada por lo que hay
más rico en poder emocional y sugestivo: la música"463
Por otro lado, ya en sus inicios, la revista desarrolló una detallada
caracterización del público aficionado al cine, la que demuestra el carácter
heterogéneo que éste ya tenía:
"Nada que parezca a primera vista más variable, más múltiple, más
heterogéneo y, por lo tanto, más difícil de clasificar, que los gustos
del público. Sin embargo, a poco que se examine esta cuestión se
verá que pueden ser reducidos a tres grandes grupos: el de los que
en las obras buscan ideas, el de los que buscan pasión y,
finalmente, el de los que al arte piden acción o movimiento"464
El primero de estos grupos, sigue diciendo, es el más influyente y peligroso,
pero a su vez el más reducido, "...el más molesto y difícil de dominar" y está
compuesto por "...los pensadores, los sociólogos, los hombres de letras
realmente dignos de este nombre". En general, personas de gran cultura, aunque
agrega que "...felizmente son muy pocos y van rara vez a los cines, que para
ellos son cosa de poca monta y de muy escasa importancia, cuando no los
Ver, por ejemplo: “Los colores en la pantalla”, La Semana Cinematográfica N° 45, 13
de Marzo de 1919. En este artículo se explica la necesidad del uso del maquillaje dado los
efectos de la luz; “La luz artificial resulta más uniforme”, La Semana Cinematográfica
N° 101, 8 de Abril de 1920, en éste se explican las ventajas de la luz eléctrica sobre la luz
solar para las filmaciones; “El fotógrafo de las películas revela algunos secretos”, La
Semana Cinematográfica N° 117, 29 de Julio de 1920, etc.
463
Lucila Azagra: “La música en el biógrafo (Editorial)”, La Semana Cinematográfica N°
13, 1° de Agosto de 1918.
464
“Los gustos del público (Editorial)”, La Semana Cinematográfica N° 2, 16 de Mayo de
1918.
462
229
consideran espectáculos embrutecedores y perjudiciales". El segundo grupo, en
cambio, es más numeroso y fácil de contentar y está compuesto, según la revista,
principalmente de mujeres: "...Para ellas, lo importante es que la obra tenga
amor, y mientras más violento y avasallador, mejor". Por último, el tercer tipo
de espectadores que detecta la editorial aludida sería el más numeroso de todos
("la casi totalidad del público") y está compuesto "...por las gentes vulgares de
todas las edades y condiciones, por los obreros, por los estudiantes, por los
agricultores, por los comerciantes, por los empleados de oficina, por los
industriales y, en general, por todas aquellas personas de alta o baja cuna que,
por cualquier motivo, no han logrado intelectualizarse". De este grupo, sigue
diciendo, vive principalmente el cine, es su base, sin la que no habría público y
sus preferencias son fundamentalmente "...las piezas de aventuras y las piezas
policiales".
A partir de lo anterior que nos entrega una suerte de prefiguración del
hombre-masa de Ortega y Gasset, la revista ofrece la receta que asegura el éxito
masivo a una película. Esta debe tener como condición esencial la acción y el
movimiento, algo de pasión y romance y finalmente "...para halagar al reducido
grupo de intelectuales, debe tener también, allá en el fondo algunas buenas
ideas, que sean como la espina dorsal de la pieza". Sin embargo, este público
debe ser educado en los secretos y reglas del nuevo arte465. En ese sentido, en la
revista predomina la intención de formar un público culto, acorde al modelo
generado en Europa a mediados del siglo XIX alrededor del teatro y la ópera,
con la aparición de lo que Sennett llama el público burgués moderno, silencioso
y recluido en el consumo individual de la obra466. Valga señalar, aunque es un
tema que trasciende los límites de este trabajo, que no solamente en nuestro país,
se fue generando una suerte de forma plebeya de público de cine, que
precisamente se caracterizó por la expresión a veces ruidosa de las emociones y
la subjetividad, en una especie de reactualización moderna de la plaza, la feria e
incluso el teatro pre-burgueses467
Por otro lado, y al mismo tiempo, la revista se hace el deber de defender al
cine de sus detractores. Estos provienen de ciertas esferas cultas o intelectuales:
"...Todavía hay personas civilizadas que se atreven a combatir el biógrafo".
Más aún, "...todavía hay personas que lo atacan, negando que pueda haber arte
Ver, por ejemplo: Catón el Censor: “Conversaciones en los biógrafos (Editorial)”, La
Semana Cinematográfica N° 11, 18 de Julio de 1918, en que se critica que se ha
extendido "...una mala costumbre que se va generalizando extraordinariamente entre
nosotros: la de hablar fuerte en los cines"
466
Richard Sennett: El declive del hombre público. Ediciones Península, Barcelona, 2002.
467
Jesús Martín Barbero: De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y
hegemonía, op. cit.
465
230
cinematogáfico"468. De lo anterior, cabe precisar que la defensa del cine no dice
relación, por tanto, con la reivindicación y legitimación de expresiones
culturales masivas, propias de un público plebeyo o popular, sino de las
características propias que el cine tendría en tanto nueva expresión del arte y
merecedora de un lugar en el escenario de la alta cultura. Lo dicho se refuerza
con el rol educativo y civilizador que La Semana Cinematográfica también le
adjudica al cine. Es ilustrativo en ese sentido lo planteado en la siguiente
editorial:
"Un padre o una madre inteligente, pueden sacar mucho partido del
cinematógrafo para la educación de sus hijos. (...) Un niño de
carácter débil, apocado, vergonzoso, tímido, es un ser inepto para
la vida moderna, que requiere entereza, energía, presencia de
espíritu, valor, audacia, iniciativa, carácter en una palabra (...)
ningún medio más apropiado para corregir estos vicios y estimular
las virtudes contrarias, que el cinematógrafo (...) Las cintas yankees
de aventuras son para este objeto un precioso elemento de
educación. El ejemplo de una mujer audaz (...) hará más por el
carácter de un niño que cien discursos (...) el niño se sentirá lleno
de audacia y valor (...) Ahora, tratándose del caso contrario, de los
niños atropelladores, truhanes, inescrupulosos, irrespetuosos, sin
delicadeza, sin compasión, niños crueles, se puede obtener un
resultado análogo. A estos, convendrá enviarlos a ver de
preferencia aquellas películas de aventuras en que la
caballerosidad, la delicadeza y la nobleza de corazón imperan en el
protagonista"469
El otro enemigo que la revista enfrentó, al igual que lo habían hecho sus
antecesoras, es la censura y el control de parte de autoridades municipales o
judiciales. Así, por ejemplo, en la edición N° 9, del 4 de Julio de 1918, se
informó con escándalo que un Juez, de apellido Rondanelli, había impedido la
exhibición y ordenado la incautación (secuestro, lo llama la revista) de la
película Amor de Broadway y había abierto un proceso a los empresarios dueños
“La verdad sobre el biógrafo”, La Semana Cinematográfica, N° 1, 9 de Mayo de 1918.
Un par de semanas después el alegato es más específico: "...muchos de nuestros
prohombres que se sentirían rebajados yendo a ver una película, se extasían oyendo
gorgojear coplas picantes a una tonadillera o viendo alzar la pierna hasta más arriba de
la cabeza a una bailarina", “El biógrafo y el teatro chico”, La Semana Cinematográfica,
N° 3, 23 de Mayo de 1918.)
469
“La educación por el cine”, La Semana Cinematográfica, N° 101, 8 de Abril de 1920.
468
231
del cine. Ante eso, la revista señaló que "...llama la atención que el
procedimiento judicial sea tan severo contra el cinematógrafo y tan abierto de
mano con la opereta, la tanda y en general, con el teatro chico". El punto de
conflicto es lo referido a escenas consideradas inmorales, tema sobre el que la
propia directora de la revista estableció un criterio que podría calificarse de
moderno:
"...No está pues la cuestión de la moralidad o la inmoralidad en el
desnudo, ni en los personajes, ni en las escenas. Está en el sentido
general de la obra, en su tendencia íntima"470
El caso referido le permitió a la revista entablar un reclamo contra la propia
prensa, la que no entendía, según ella, que censurar un film equivalía a censurar
cualquier escrito, es decir, un atentado a la libertad de expresión:
"El mal precedente sentado por la autoridad judicial al secuestrar
por pornográfica una película perfectamente moral unido a la
indiferencia de la prensa, que dejó pasar sin protesta alguna aquel
injusto procedimiento, comienza a dar sus resultados. La autoridad
municipal, siguiendo el ejemplo de la judicial, ha dado también la
flor de entrar a prohibir películas que nada tienen de
inconvenientes (...) Apenas se supo del secuestro de Amor en
Broadway, la prensa, lejos de protestar entonó un coro de
alabanzas a las autoridades, que, al fin, según ella, comenzaban a
preocuparse de combatir la "pornografía"471
Al mismo tiempo, La Semana Cinematográfica se orienta a difundir la
exhibición de películas y a colaborar en el desarrollo del mercado y la industria.
Así, publicaba regularmente la Cartelera, describía los argumentos de las
películas, informaba de la remodelación o inauguración de salas y hacía artículos
y reportajes especiales en torno a determinados estrenos. De este modo, en 1918,
se hacía un diagnóstico positivo sobre la marcha del negocio:
"El desarrollo del giro de algunas empresas importadoras, el
establecimiento de otras nuevas y la apertura de nuevas salas de
Lucila Azagra: “La moralidad en las películas”, La Semana Cinematográfica, N° 10, 11
de Julio de 1918.
471
“Mal que va en aumento. Un peligro para el biógrafo (Editorial)”, La Semana
Cinematográfica, N° 12, 25 de Julio de 1918. En esos días se había intentado prohibir la
exhibición de otras dos películas: Thais y Problema matrimonial.
470
232
exhibiciones, son factores que han venido a producirse casi
simultáneamente en nuestro mundo cinematográfico y a darle una
animación extraordinaria"472
En este contexto, La Semana Cinematográfica va a aplaudir sin reservas el
proceso mencionado en páginas anteriores; nos referimos a la instalación
hegemónica del cine norteamericano en el medio nacional, cuestión que quedó
de manifiesto con la apertura en la capital de oficinas de la recién creada The
South Pacific Paramount Co., que se vino a sumar a la masiva distribución de
películas de la Fox, que había comenzado en 1917. De hecho, en la edición N°
17 de la revista, fechada el 29 de Agosto de 1918, se le dedicó la propia
editorial, en la que se recalcaba que:
"El teatro mudo yankee es, hoy por hoy, el primero del mundo y la
Agencia de una de sus principales marcas en Santiago no puede ser
sino muy bien recibida por todos los que aquí se interesan por el
progreso del arte mudo"473
Pocos meses después, la revista publicó un extenso artículo sobre los planes
de desarrollo de la Paramount en el país. Así, se informó de la realización de dos
estrenos semanales en Santiago, en los Teatros Septiembre y Unión Central; un
estreno cómico cada quince días en este último; y, mensualmente el estreno de
una película especial. Además, se señaló que en Valparaíso presentaba sus
estrenos en el Teatro Colón, de donde pasaban al Apolo, Comedia y Novedades
"...y después a los teatros de los cerros y Viña del Mar". La firma tenía también
una sede en Concepción para la distribución de películas en todas las ciudades
desde allí hacia el sur y, en el caso del Norte del país, usaba los servicios de la
empresa nacional Bidwell y Larraín, que controlaba más de 30 salas en la
región474. Lo anterior en todo caso no implicó que la revista no publicitara y
apoyara las difíciles peripecias de la naciente filmografía nacional. Los esfuerzos
“El actual movimiento cinematográfico”, La Semana Cinematográfica, N° 14, 8 de
Agosto de 1918.
473
“The South Pacific Paramount Co. (Editorial)”, La Semana Cinematográfica, N° 17, 29
de Agosto de 1918. Esta firma distribuía no solamente en el país, sino también a Perú y
Bolivia. En pocos años y con la llegada en los años '20 de la United Artits y la Metro
Goldwyn Mayer se consumó la desaparición del mercado de las distribuidoras locales que
protagonizaron el proceso de masificación del cine en Chile, en la década de los años '10.
474
La Semana Cinematográfica, N° 44, 6 de Marzo de 1919. También se pueden
mencionar otros artículos semejantes sobre las actividades en nuestro país de la Universal
Pictures (N° 66, 7 de Agosto de 1919) o de la Fox (N° 82, 27 de Noviembre de 1919).
472
233
de Giambastiani, desde su llegada al país en 1915 y la creación de su empresa
Chile Film, ya eran seguidos por otros empresarios y productores. El aludido
había producido en 1916, La baraja de la muerte475, y al año siguiente, su
esposa Gaby Bussenius dirigió La Agonía de Arauco o El Olvido de los Muertos
y, al mismo tiempo, entra en escena la Hans Frey Film476 para producir Alma
Chilena y también se filmó El Hombre de Acero, en la que debutó en el cine el
actor teatral Pedro Sienna. Así, en momentos en que apareció La Semana
Cinematográfica se había estrenado la primera película chilena de 1918, que fue
Todo por la Patria o El jirón de la bandera. La revista le concedió amplio
espacio y cuatro fotografías y la calificó como "...un gran triunfo de la
cinematografía nacional"477. Poco después, en números aparecidos en agosto, se
informó sobre el estreno a realizarse el 2 de Septiembre de la segunda
producción nacional del año, llamada La Avenida de las Acacias, de la misma
productora.
En 1919 se informó de la constitución de Cóndor Film, "empresa filmadora
nacional", con sede en Valdivia478. De la misma manera se publicitó la
realización por parte de S. Giambastiani de "...una cinta en el mineral de El
Teniente. Es una valiosa cinta descriptiva, que da a conocer aquel centro
minero, con todas sus instalaciones", algunas de cuyas escenas han logrado
sobrevivir hasta la actualidad479. También se incluyeron ese año algunas noticias
sobre el cine nacional, como por ejemplo, que la película El Hombre de Acero
ya había cumplido mil exhibiciones 480 y que en un incendio se habían quemado
los negativos y copias del film Todo por la Patria, aunque se aseguraba que se
había salvado una de ellas que no habría estado en el lugar.
En 1920, las menciones al cine nacional en la revista se limitaron a informar
de nuevos estrenos. Así, en Enero, se anunció sobre dos películas de la
Giambastiani Film (sucesora de la Chile Film): Cuando Chaplin enloqueció de
amor, definida como "...una alegre relación de la Fiesta de los Estudiantes" y
un documental sobre la Exposición Agrícola e Industrial de Temuco, que "...da a
475
Esta película es el primer largometraje argumental chileno, con argumento del poeta y
periodista colombiano Claudio de Alas, basado en el llamado crimen de la Legación
Alemana, que conmocionó la sociedad santiaguina y fue el primer caso de censura de un
film nacional. La Municipalidad de Santiago prohibió su exhibición arguyendo que el
crimen aún estaba siendo juzgado en los Tribunales. Más tarde, fue estrenado en el Teatro
Colón, en Valparaíso.
476
La Hans Frey Film fue una empresa organizada por la prestigiosa y pionera Casa de
Artículos Fotográficos Hans Frey, que tenía su sede en Valparaíso.
477
La Semana Cinematográfica, N° 3, 23 de Mayo de 1918.
478
La Semana Cinematográfica, N° 46, 20 Marzo de 1919.
479
La Semana Cinematográfica, N°48, 3 Abril de 1919.
480
La Semana Cinematográfica, N° 49, 20 Abril de 1919.
234
conocer costumbres y fiestas tradicionales de nuestra raza"481. Más tarde y con
más espacio y notoriedad se informó sobre el estreno de Manuel Rodríguez, en
el Cine Alhambra, de Valparaíso, con la actuación protagónica de Pedro
Sienna482 y también del film Uno de Abajo, escrita y dirigida por Armando
Rojas Castro y producida por Minerva Films, una nueva firma productora483. De
esta forma y al igual que sus antecesoras, La Semana Cinematográfica concedió
espacio y estimuló la producción nacional, pero dejando en claro que se trataba
de un esfuerzo pionero y destacando el éxito de público que acompañó
generalmente la exhibición de estas películas. Como vimos antes, todavía
parecía ser muy temprano para que la revista considera a los actores y
productores nacionales como parte plena del gran star system del mercado del
cine en nuestro país.
Bajando el telón
Todas las revistas analizadas se hicieron cargo de un ámbito específico de la
vida nacional, cual era el emergente espectáculo cinematográfico, y toda su
temática tuvo que ver con lo que sucedía al interior de aquel. De ahí el rótulo de
especializadas. Su aparición con esta característica es indicativa del proceso
modernizador de la prensa chilena, es decir, la existencia de públicos específicos
y diversos demandantes de una información de similares características. Al
respecto, cabe recalcar que en las revistas analizadas no hay prácticamente
ninguna mención a otros ámbitos de la vida nacional.
Más aún, si tomamos el caso de La Semana Cinematográfica, ésta circuló en
los álgidos y críticos años de fines de la década del '10 y, sin embargo, no hay en
sus páginas ninguna alusión a los conflictos políticos, económicos y sobre todo
sociales que estaban ocurriendo. No fue el caso de las revistas magazinescas484,
justamente porque el perfil de éstas demandaba cubrir las más variadas áreas de
interés del público. En La Semana Cinematográfica encontramos solamente tres
excepciones a lo antes dicho, siendo más bien indirecta la alusión a otros
aspectos de la vida nacional. Se trata, en primer lugar, de un artículo titulado
Hablemos de Política, firmado por Scout como respuesta a una carta recibida
por la revista y firmada con el seudónimo Libertad, publicado en el N° 113, del
1° de Julio de 1920; es decir, días después de la trascendente elección
481
La Semana Cinematográfica, N° 89, 15 Enero de 1920.
La Semana Cinematográfica, N° 108, 27 Mayo de 1920.
483
La Semana Cinematográfica, N° 128, 14 Octubre de 1920.
484
Ver capítulo 2 del presente libro.
482
235
presidencial entre Arturo Alessandri y Luis Barros Borgoño. En dicho texto, el
articulista defiende el derecho de las mujeres a participar y opinar sobre política,
en nombre de los ideales modernos:
"Las señoras antiguas, de ideas ante-diluvianas, creían que las
mujeres no debían hablar de política (...) Las mujeres, pues, no sólo
pueden a mi juicio hablar de política, sino que deben hacerlo con
frecuencia, deben imponerse de sus rumbos y deben hacer pesar en
la balanza de la opinión pública su propio poder"
En un sentido similar, de defensa de los derechos ciudadanos de la mujer, se
pronunció la directora, Lucila Azagra, en la edición 127, del 7 de Octubre del
mismo año, en su artículo La mujer en Estados Unidos, escrito bajo la forma de
una respuesta a otro artículo escrito por Tancredo Pinochet, cuyo texto se
reprodujo íntegro y en que la directora discrepa fuertemente con ese autor,
reivindicando los derechos que a la mujer le concedía la legislación
norteamericana. Por último, a fines de 1920, viene a rebotar en el ámbito del
cine el conflicto político internacional vivido a mediados del año, a raíz de la
situación limítrofe pendiente con Perú, y que culminó en la movilización general
del Ejército, en la llamada Guerra de Don Ladislao. Como señalamos en
páginas anteriores, una de las principales distribuidoras de películas era la
Empresa de Teatros y Cinemas, que operaba en Chile, Perú, Ecuador y Bolivia
desde hacía varios años, con sede central en Lima. Hasta 1920 nadie hizo
cuestión en que obviamente algunos de sus dueños eran peruanos y sus
actividades habían sido permanentemente informadas y publicitadas en las
páginas de la revista. Sin embargo, en el contexto de la exaltación chauvinista
que llegó a su clímax en los meses de julio y agosto, la empresa comenzó a ser
hostilizada y en septiembre, La Semana Cinematográfica informó que había
cambiado su nombre por el de Chilean Cinema Co. y se rumoreaba su venta a
inversionistas norteamericanos. Sin embargo, haciéndose eco del exaltado
ambiente nacionalista, la revista en su N° 134, del 25 de Noviembre, acusó a la
empresa de que su nuevo nombre era "...una pantalla para ocultar el carácter
peruano de la Empresa de Teatros y Cinemas"485.
485
Más aún, ahora se hacía merecedora de un juicio descalificador: "...Desorganizada, sin
marcas, sin teatros, con una clientela cada vez más reducida, está hoy muy lejos de
asemejarse a lo que era hasta hace poco". Finalmente, en la edición N° 138, del 30 de
Diciembre de 1920 se le acusa de exhibir fraudulentamente una película de propiedad de
la Casa Glucksmann: "...Dejamos constancia de este hecho, que es de los que acostumbra
la Empresa peruana". Digamos de paso que, en 1921, la empresa adoptó el nombre de
Corporación Cinematográfica Chilena, pero aún así desapareció poco después.
236
Más allá de estas incursiones absolutamente episódicas en el acontecer
nacional, la existencia de La Semana Cinematográfica nos está señalando que la
gente acudía masivamente al cine en los distintos barrios de la capital y en las
ciudades de provincias; nos anunció un estreno de una película nacional en la
víspera de las elecciones presidenciales; organizó concursos de popularidad de
estrellas internacionales del cine y el público respondió votando por ellas en
distintas categorías, nos informó de la inauguración de nuevas salas, etc. Parece
ser que efectivamente en la sociedad chilena se estaban desarrollando una
diversidad de espacios e intereses públicos y formas de sociabilidad, más allá de
los políticos, aunque no competitivos con ellos. Valga recordar la expectación
nacional y la concurrencia masiva a la disputa de la Copa América de Fútbol,
que se jugó en Septiembre de 1920, en Viña del Mar.
Lo dicho no intenta restarle importancia a los hechos políticos y sociales,
algunos de ellos dramáticos ocurridos en el período, sino poner de manifiesto
que la perspectiva histórica permite visualizar otros procesos más anchos y, a
veces, más profundos de transformaciones sociales y culturales que discurren en
muchas ocasiones bajo las formas de una vulgar y banal cotidianidad. Entre ellos
se sitúa el desarrollo de una especial articulación entre una cultura popular y
masiva y el espacio público, procesos al interior de los cuales se sitúan las
revistas de cine. En esa dirección, se puede afirmar que las revistas de cine que
irrumpen en el emergente mercado informativo y cultural chileno de principios
del siglo XX presentan, como hemos visto, una serie de características comunes.
Desde su formato, constituido alrededor del desarrollo diverso de los distintos
géneros periodísticos, el uso fundamentalmente ilustrativo de la fotografía, el
intento de orientar y apoyar el proceso de desarrollo de la industria del cine en
acelerado proceso de masificación, etc. Sin embargo, pareciera más bien
necesario poner de relieve sus diferencias, las que dicen relación con la
construcción de distintos perfiles, a partir de énfasis discursivos y de las propias
articulaciones de los elementos constitutivos de sus estrategias periodísticas.
En ese sentido, la primera de las revistas analizadas en el presente texto, Chile
Cinematográfico, en su corta existencia está centrada en la defensa y
legitimación del cine, en tanto fenómeno cultural, al que se le adjudica un
importante rol civilizador y socializador. En cambio, Cine Gaceta, y debido a su
propósito explícito de servir como instrumento de difusión de los
cinematografistas nacionales, parece más preocupada de ayudar al desarrollo de
la industria y el mercado del cine. Por último, La Semana Cinematográfica, sin
abandonar propósitos como los anteriores, se va convirtiendo paulatinamente en
una revista que ayuda a consolidar la atención del público sobre el mundo de las
estrellas de cine. En ese sentido viene a ser la precursora de los que sería la
posterior revista Ecran, especialmente desde que María Romero asume su
237
dirección en 1940486. Otra coincidencia importante entre ambas lo constituye el
hecho de que La Semana Cinematográfica también fue dirigida por una
periodista (y a quien sólo podemos conocer hoy por su seudónimo).
486
Ver Jacqueline Mouesca, op. cit.
238
CAPITULO 11
ESPACIOS PUBLICOS Y SUJETOS DISCURSIVOS
Carlos Ossandón B.
No deja de ser revelador que, en el lapso que va de mediados del XIX a las
primeras décadas del siglo XX en Chile, la mirada tienda a deslizarse casi
“naturalmente” de la descripción de determinadas funciones y lugares de unos
sujetos que, como nos recuerda Michel Foucault, no están fuera del campo
discursivo, al examen de unos formatos periodísticos que exhiben distintas
relaciones, géneros, secciones y juegos de lenguajes. Como si en ese espacio
temporal se diese una mutación que obligase a fijar progresivamente la mirada
más en las narraciones que en los narradores, más en los principios de
unificación o esquematismos de las nacientes industrias culturales que en las
prerrogativas del “sujeto transcendental del conocimiento”, al decir ahora de
Adorno y Horkheimer487. En la puntualización de las distintas modulaciones que
toma la intelligentzia en Chile esta inclinación o desliz pudiera ser, sin embargo,
sólo aparente, en la medida que entre los límites temporales mencionados, y a la
luz de las opciones que han guiado nuestras investigaciones, parece por igual
legítimo apoyarse en las señas que arrojan los textos mismos o, en este caso, la
prensa periódica; señas que tienen que ver con las distintas emergencias,
regularidades o rarezas que manifiestan las exterioridades o visibilidades propias
de estas superficies, más allá pues de “sub-textos” o de “intenciones
subjetivas”488.
Los soportes destacados (continuamos pensando en la prensa periódica),
preñados de historicidad o de cambios, también ellos acontecimientos
discursivos, dan cuenta de unas condiciones de existencia, de unas
singularidades y correlaciones, que visibilizan no sólo unos sujetos, unas
operaciones o centros enunciativos, sino también, en conjunto con ello, unas
relaciones igualmente cambiantes con otros poderes, tales como el Estado, la
Max Horkheimer y Theodor Adorno: “Concepto de Ilustración” y “La industria cultural.
Ilustración como engaño de masas”, en Dialéctica de la Ilustración. Editorial Trotta,
Madrid, 1994.
488
Esta estrategia de lectura puede encontrarse con variaciones en distintos textos de
Michel Foucault; cabe mencionar, entre otros, La arqueología del saber. Siglo XXI,
Decimotercera edición, México, 1988.
487
239
actividad política o el mercado de bienes simbólicos. Es esta perspectiva la que,
entre otros emplazamientos, permite diferenciar primeramente una relación de
tipo simbiótico que no reconoce ni problematiza a sus simbiontes, cuestión que
se hace evidente en un tipo de prensa básicamente instrumental (respecto de las
nacientes agrupaciones políticas), muy característica, aunque no exclusiva, de la
primera mitad del XIX. Esta prensa trae un intelectual - voz ciertamente
inapropiada para el siglo XIX y sobre todo para este caso489- completamente
devaluado en su condición de tal o mero coadyuvante, tal como se expresa en
esos encarnizados rivales que fueron El Hambriento y El Canalla entre 1827 y
1828490. Perspectiva que permite luego transitar por unos escenarios más
complejos que crean las condiciones para que la prensa periódica, a partir de la
segunda mitad del XIX, una vez consolidada la percepción que el Estado-nación
se ha construido, evidencie una cierta (relativa, queremos decir) capacidad de
significación propia. Los periódicos literarios, raciocinantes e informativos
creados por los hermanos Arteaga Alemparte ilustran bien esta capacidad. Junto
con Eduardo Santa Cruz hemos afirmado que es en este período cuando la
prensa se empieza a perfilar como un actor (Héctor Borrat) o más nítidamente
como un sujeto cultural constituyente de los procesos modernizadores,
ciertamente enredado en distintas lógicas: económicas, políticas o propiamente
comunicacionales491. De un modo correlativo, este actor pondrá en movimiento,
y de un modo cada vez más consciente, diferentes estrategias en el plano
comercial, periodístico y político492. Por otro lado, se puede sostener que es
precisamente esta capacidad estratégica y significativa que exhibe la prensa, la
que hace que ella devenga, a través de sus propios objetivos, regularidades y
“La palabra intelectual – nos recuerda Régis Debray – data de 1898, cuando el affaire
Dreyfuss. Hasta entonces, no era más que un calificativo (aunque ya en 1822 el filósofo
Saint-Simon aventuró el sustantivo). Nacido del encuentro de la rotativa y el ferrocarril,
esta criatura típicamente parisina es algo más vieja que la Torre Eiffel”. Domingo, 3 de
junio de 2001. elpais.es
490
Carlos Ossandón B.: El crepúsculo de los sabios y la irrupción de los publicistas.
Prensa y espacio público en Chile (siglo XIX). Op. cit; Carlos Ossandón B. y Eduardo
Santa Cruz A., op. cit.
491
Se podría aventurar la tesis que estas coexistencias se resolverán a favor de la lógica
comunicacional en los escenarios del capitalismo globalizado o del postmodernismo
como “pauta cultural dominante” (Fredric Jameson: El posmodernismo o la lógica
cultural del capitalismo tardío. Paidós, Argentina, 1992). En la actualidad la
comunicación parece cerrarse sobre sí y la ciega compulsión por comunicar deviene en un
nuevo absoluto.
492
Eduardo Santa Cruz ha venido examinando las distintas interacciones y dimensiones
“estratégicas” de diarios nacionales. Ver nota supra.
489
240
lenguajes, en una instancia de enunciación que progresivamente la irá
independizando o desprendiendo de las compulsiones propias de los sujetos.
Sin embargo, no habría que apresurarse declarando demasiado
tempranamente la muerte del sujeto o más precisamente del autor como centro
enunciativo493. De hecho, no sería apropiado pasar por alto, en el contexto del
desarrollo de la prensa y de otros medios de comunicación en la segunda mitad
del XIX (ferrocarriles, telégrafo, etc.), unas publicaciones que permiten la
constitución y el despliegue de una figura muy activa y no un mero derivado,
que realiza unas funciones distintas a aquellas que comprometió a ese sujeto
estatal y fundador que encarnó Andrés Bello en las páginas de El Araucano y en
otras publicaciones conocidas del venezolano. Nos referimos al publicista, una
modalidad enunciativa que toma cuerpo en individuos muy diversos (Justo
Arteaga Alemparte y Zorobabel Rodríguez, entre los más destacados), que se
confunde con las labores del proto-periodista y del político, y que está
básicamente preocupada por discutir aquellas cuestiones reguladoras de la
sociedad civil y política. El enunciado “Todos tienen razón”494, proferido por el
publicista liberal Justo Arteaga Alemparte, viene a validar ese entramado de
voces que constituyen el nuevo espacio de opinión pública y resume bien el
nuevo universal u horizonte desde el cual esta figura se valida. Si el “todas las
verdades se tocan” de Andrés Bello (Discurso inauguración de la Universidad
de Chile, 1843) venía a fundamentar esa necesaria integración de los saberes en
la perspectiva de la construcción del Estado-nación, el nuevo enunciado legitima
más bien aquellas pluralidades necesarias para el espacio público y opinante que
se busca fundar. Cabría preguntarse, sin embargo, si las publicaciones periódicas
de los hermanos Arteaga Alemparte - estamos pensando no en La Semana recién
citada sino sobre todo en los diarios La Libertad (1866-1871) y Los Tiempos
(1877-1882) - pueden ser igualmente leídas como la despedida de un sujeto que
se sostiene precariamente en una resistencia o pasión inútil ante las coacciones
de unos formatos cada vez más poderosos, y también ante las demandas de un
mercado y de un público más amplio, no todavía masivo, pero que ya trae en sus
entrañas unas inclinaciones o gustos que se apartan de la modalidad discutidora
o raciocinante.
Es claro que el publicista no es la única figura que impulsa y secreta a la vez
la prensa moderna. Las superficies que nos sirven de soporte exteriorizan de
hecho una diversidad muy amplia de acciones, gestos o modalidades de
No es nuestro ánimo “naturalizar” la noción de autor tan problemática por lo demás
como la de obra. Ver al respecto Michel Foucault: “Qu’est-ce qu’un auteur?”, en Dits et
écrits. Gallimard, France, 1994.
494
La Semana, N° 1, 21 de mayo de 1859.
493
241
enunciación. Parece claro que el siglo XIX es, en este sentido, bastante más
variado o multicolor de lo que podría creerse. Junto y también confundido con el
sujeto-creador de opinión pública se da aquel sujeto-civilizador y difusor de
cultura encarnado por personalidades tan fuertes como Benjamín Vicuña
Mackenna o Domingo Faustino Sarmiento; al lado del sujeto-recreador de
sucesos (costumbrista a lo Jotabeche, cronista a lo Daniel Riquelme o el
anónimo reporter) que se viene perfilando con el propio avance de la prensa
empresarial e informativa y que también se confunde a ratos con el publicista; al
lado asimismo del sujeto-portavoz de nuevos sujetos sociales que se manifiesta
ya desde la segunda mitad del XIX, aunque más visiblemente en los primeros
años de XX con la prensa de Luis Emilio Recabarren, por citar sólo algunas de
las distintas identidades o más bien maneras de ejercer el oficio de intelectual.
Los soportes destacados, en conjunto con una serie de contingencias sociohistóricas, permiten además la visualización de distintos y entrecruzados
escenarios comunicacionales o públicos. Se trata de unas publicidades o modos
de relación pública495 no siempre nítidas ni fáciles de identificar, que dan cuenta
de distintos vínculos entre las esferas pública y privada, de hegemonías,
mixturas y exclusiones, de unos públicos, de unas escrituras o géneros, de unas
estrategias de lectura, también de unas sensibilidades o goces. Son los propios
principios de articulación o de distribución de los signos en la prensa, cuya
relevancia se hace cada vez más nítida en la medida que se acrecienta su
capacidad actoral, así como la muy evidente ampliación y diversificación que
experimenta la prensa en la segunda mitad del XIX, los factores que permiten
inferir o suponer algunas de las grandes tendencias o rasgos que definen los
escenarios públicos nacionales: la mayor preponderancia que comienzan a tener
las lecturas extensivas por sobre las intensivas, por ejemplo, como resultado de
unas prosopografías periodísticas que casi no dejan pie para otra alternativa; o la
multiplicación de voces provenientes de la sociedad civil que se deduce de la
citada ampliación y diversificación de la prensa periódica; o la coexistencia que
se pudo dar entre un lector ilustrado que “mete la nariz” y “levanta la cabeza”496
con otro que más bien (h)ojea en aquellas publicaciones que comienzan a marcar
la agenda pública y cuyas secciones o páginas se disponen para ser recorridas
velozmente o para transgredir su orden. Estas coexistencias o desplazamientos,
prácticamente gestuales en este último ejemplo, permiten entrever algunas de las
La voz “publicidad” remite aquí al conocido texto de Jürgen Habermas: Historia y
crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Ediciones
G. Gili, Cuarta edición, Barcelona, 1994. Es claro que ella no debe ser confundida con
“propaganda”.
496
Roland Barthes: El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura.
Ediciones Paidós, España, 1987.
495
242
condiciones comunicativas, no reductibles tan sólo al texto periódico (aunque
obviamente no ajenas a él), que se enmarañan con esas distintas variaciones en
el habla (modulaciones, decíamos más arriba) propias de la intelligentzia chilena
en el período que nos ocupa.
De un modo más o menos paralelo a las tendencias que se aprecian en la
prensa en la segunda mitad del XIX, e insertándose precisamente en esa línea
relativamente autonomista o no puramente instrumental que destacábamos más
arriba, ya desde muy temprano - a fines de la década de 1850 – es posible
toparse con unos espacios que comienzan a problematizar las relaciones o
tejidos comunicacionales “clásicos” entre los campos de la cultura y del poder,
sintonizados en torno a un orden cultural, unos consensos sociales o unos
cambios políticos que había que propiciar497. En estos nuevos espacios irrumpen
unas subjetividades que buscan algo atolondradamente, y con múltiples recaídas,
modos propios o no exteriores de validación. Estas subjetividades, bastante
precarias por lo demás, se definen dentro de las posibilidades y límites que abre
un cierto romanticismo liberal, tan tributario de un factor literario como de otro
más bien político. Estamos pensando en ese gesto de “corrimiento” entre la letra
y la voluntad institucional que se observa en un periódico que se hizo llamar El
Correo Literario, cuyo primer número apareció el 18 de julio de 1858,
comprometiendo a autores tales como José Antonio Torres, Guillermo Blest
Gana y Guillermo Matta. Hemos creído ver aquí un importante (curioso o
extraño, más bien) espacio de “emancipación” o de dispersión de las funciones
estatales y fundacionales que cercaban a las letras. Si esta subjetividad no es
disociable, por un lado, del esfuerzo por dislocar “universales” o al menos de
poner a raya artefactos tales como el Estado e incluso por momentos la cruzada
“civilizatoria”, ella no siempre se mantiene como tal y por largos momentos no
es disociable, por otro lado, del orador o del enojado tribuno que termina por
consolidarse en sus últimos números (diciembre de 1858). Esta última
resolución, no del todo cómoda para los autores nombrados, no habría que
concebirla sin embargo de un modo lineal, como la “verdad” o por el contrario
como la desnaturalización que trae todo “fin”, aplicando sin más la tajante
distinción que a veces se hace entre lo que se “es” naturalmente y lo que se
“llega a ser” después, tal como lo da a entender un viejo axioma latino
(Nascuntur poetae, fiunt oratores). Un momento pues ciertamente muy inestable
de una subjetividad recién descubierta, que no va acompañado de un proceso
significativo de renovación en el plano de la expresión literaria como tal, y que
497
Ana María Stuven V.: La seducción de un orden. Las elites y la construcción de Chile
en las polémicas culturales y políticas del siglo XIX. Ediciones Universidad Católica de
Chile, Santiago, 2000.
243
será finalmente devorado por el escenario político. Esta emergencia o rareza
perfila una modalidad (la del literato periodista) que no desea enredarse en la
redacción de códigos, leyes o programas, aunque no por ello se desvincula del
ámbito político y del deber de informar. Esta figura está igualmente interesada
por las posibilidades de una “literatura” concebida ya no bajo los parámetros del
“bien decir” (Andrés Bello) o de la “nacionalidad” (José Victorino Lastarria)
sino antes bien como expresión de las afecciones de un yo que tímidamente hace
ahora su estreno.
El escritor y los inicios de la cultura de masas
Sin olvidar a los publicistas ya citados o unas incursiones más libres o
independientes que faculta la prensa desde la segunda mitad del XIX498, parece
claro que renovados afanes de “desprendimiento” y de modernización literaria
se dan en torno a La Epoca, principalmente en 1887 su “año literario”; también
en uno de los salones del Palacio de la Moneda, el restaurante Papa Gage499 y en
diarios como La Ley (1894-1910) con su Anexo semanal y La Tarde (18971903) con su suplemento semanal e ilustrado Los Lunes. Es sabido que el diario
La Epoca permite el desarrollo o la articulación de una sensibilidad esteticista y
soñadora (el llamado modernismo) que hace ahora más patente o consciente las
capacidades que tiene la subjetividad de inventar mundos, no sabemos cuan
ilusoriamente liberados de “cargas” o mandatos “exteriores”. Pedro Balmaceda,
Rubén Darío o Alfredo Irarrázaval son algunos de los escritores jóvenes que se
congregan en este diario.
Bajo unas compulsiones que no tienen como centro a la política, y en el
marco de las nuevas filiaciones estéticas francesas principalmente, nos topamos
ahora con la figura del artista-escritor - algo dandy algo bohemio -, inseparable
del descubrimiento de ese interior que subrayó Walter Benjamin en su ensayo
sobre el París decimonónico500. Esta figura no sólo se aleja de la “sobriedad
patriarcal” de Bello así como del “espíritu faústico” de Vicuña Mackenna501,
498
Ángel Rama ha llamado la atención sobre este punto en La ciudad letrada. Ediciones del
Norte, Hanover, 1984, capítulo IV: “La ciudad modernizada”.
499
Bernardo Subercaseaux: Fin de siglo. La época de Balmaceda, op. cit.
500
Walter Benjamin: Poesía y capitalismo. Iluminaciones II. Taurus, Madrid, 1993, p. 182;
Rafael Gutiérrez Girardot: Modernismo. Supuestos históricos y culturales. Fondo de
Cultura Económica-Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1987, p. 40.
501
Manuel Vicuña: El París americano. La oligarquía chilena como actor urbano en el
siglo XIX. Universidad Finis Terrae, Santiago, 1996, pp. 66 y 82.
244
sino también de esos “poetas-próceres” comprometidos con la “patria” y que
ocupaban lugares dirigentes en la política nacional502.
Es sabido, sin embargo, que la figura del artista, cuyo origen se puede situar
quizá en el Renacimiento, se comienza a tallar en el romanticismo
decimonónico; ella se confunde con la capacidad expresiva de un yo que
descubre las distintas inflexiones de un alma o de una sensibilidad que
incursiona más allá de los moldes clásicos. Se ha dicho además que, en el campo
de la literatura, y en el curso de más de una generación, este nuevo temple fue
adquiriendo distintas modulaciones: sociales, liberales, individualistas o
realistas503. Figura ciertamente inestable o no suficientemente consolidada,
pendiente tanto de los rasgos que va tomando una voz propia como de las
demandas de la política, tal como indicábamos para el caso de El Correo
Literario de 1858.
Advirtamos igualmente que la figura que interesa al caso presente se
construye o deambula por espacios sociales o culturales bastante más reducidos
que aquellas liturgias más teatrales o escénicas emergentes en las primeras
décadas del XX. Es evidente que el artista-escritor no es directamente
asimilable a “rostros” tales como el Sarah Bernhardt, “acaso la mayor diva
teatral de la época”504, o el del actor cómico Pepe Vila, o el de la cupletista
española La Goya o el de la bailarina Josephine Baker quien habría
escandalizado al público santiaguino con sus movimientos sensuales y exóticos
a fines de los años locos505. En su diversidad, así como en el muy desigual
espesor que exhiben sus “personalidades” y “talentos”, estas figuras (que con el
Según Fernando Alegría “los poetas chilenos de la segunda mitad del siglo XIX (...)
eran tribunos de alta alcurnia, caballeros de romántica prestancia, apasionadamente
interesados en las luchas civiles, defensores de la libertad y del progreso, combatientes
de viril y, a veces, heroica devoción a la patria. Eran, en una palabra, poetas-próceres”.
Alegría está pensando, entre otros, en Eusebio Lillo, y en los ya citados Guillermo Matta
y Guillermo Blest Gana, “revolucionarios los tres, desterrados y, más tarde, figuras
eminentes del gobierno liberal”. En esta lectura se disipan aquellas oscilaciones que
respecto de estos últimos creímos apreciar más arriba con ocasión de El Correo Literario.
Ver Fernando Alegría: “Darío y los comienzos del modernismo en Chile”, en Luis
Oyarzún et al.: Darío. Departamento de Extensión Universitaria, Universidad de Chile,
1968, p. 83.
503
Cedomil Goic: Historia de la novela hispanoamericana. Ediciones Universitarias de
Valparaíso, Colección Cruz del Sur, 1980.
504
Sofía Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio Rolle, Manuel Vicuña:
op. cit., p. 31.
505
Juan Pablo González: “Música y baile de la belle époque chilena: del salón al cabaret”,
en Artes y Letras de El Mercurio, 25 de agosto de 2002. Y “Notas al programa”, Del
salón al cabaret. Música y baile de la Belle Epoque chilena. Temporada Oficial de
Conciertos UC 2002.
502
245
desarrollo del cine devendrán en estrellas) no son ciertamente equiparables a ese
artista más parapetado en el campo de la letra y no exento de temores ante el
avance de unas muchedumbres que comienzan a incursionar de distintos modos
dentro de un soporte, el de la letra precisamente, cada vez menos distintivo506. A
diferencia pues de unas “personalidades” prácticamente inseparables de un
público amplio y expectante, atento a sus aciertos y zozobras, en este capítulo
estamos pensando en unos sujetos más “exclusivos” que se amparan bajo los
códigos de la “alta cultura” principalmente y que incluso rechazan el contacto
con ese público o que se relacionan al menos problemáticamente con él, como se
puede apreciar, por ejemplo, en la revista Lilas y Campánulas (1897-1898) de
inequívoca orientación modernista, dirigida por León Garcin (seudónimo de
Francisco Contreras), y que tanto invita a su tribuna a “parnasianos, decadentes,
simbolistas o como se llamen los jóvenes que aman el arte nuevo” como se
congratula de editar un “reducido número de ejemplares”. Las transgresiones
ortográficas de Antonio Bórquez Solar, o el modo como la letra K se convierte
en un objeto exagerado de exhibición, vienen a marcar aún más las distancias
que establece esta publicación, haciendo patente una voluntad que busca más
testificar una identidad o una escuela que atrapar lectores.
La distinción que hemos hecho no significa, sin embargo, que las nuevas
matrices de la naciente cultura de masas sean irrelevantes en la propia
caracterización del artista en el sentido restringido. Todo lo contrario. De hecho
algunas de las vivencias que caracterizan al nuevo espectador, más cercanas a la
admiración que al recogimiento, a la visión que al entendimiento, parecen operar
como mecanismos internos en unos decires que proyectan estas y otras vivencias
en la propia percepción de la modernidad, tal como se puede verificar en esas
“impresionistas” crónicas que Rubén Darío redactó en 1900 como corresponsal
de El Mercurio de Valparaíso en la Exposición Mundial de París507. Del mismo
modo es evidente que las demandas del nuevo público, “esa invasora autoridad
de nuestros tiempos” según adelantó La Epoca en 1882 (N° 316, 15 de octubre),
como también las “presiones” del editor, del tiempo o de los formatos mismos,
no son ajenas al desarrollo de unos géneros “menores” u ocasionales por donde
se desplegó la nueva sensibilidad literaria dando origen a un corpus de
narraciones diversas y de “crónicas” como las que elaboró Francisco Contreras
en Pluma y Lápiz (1900- 1904), por ejemplo; corpus que está lejos, sin embargo,
de los “preciosismos” que en el contexto latinoamericano alcanzaron otros
506
Angel Rama: Rubén Darío y el modernismo. Alfadil Ediciones, España, 1985; Graciela
Montaldo: La sensibilidad amenazada. Fin de siglo y modernismo. Beatriz Viterbo
Editora, Argentina, 1994.
507
Recopilación de Pedro Pablo Zegers B., en Mapocho. Dibam, Chile, N° 32, segundo
semestre de 1992, pp. 291-319.
246
poetas-narradores como José Martí y el propio Darío508. En una dirección
similar se pueden mencionar algunos poemas de Carlos Pezoa Véliz, como
“Crimen de la calle del puente” o “Próximo fusilamiento en Iquique”, que
incorporan o resignifican literariamente las noticias o relatos de un cierto tipo de
prensa y/o crónica policial509. Incluso se podría aventurar que la fuerte reacción
o el abierto rechazo al mundo que practica el poeta Pedro Antonio González es
una manifestación más, ahora vista desde el reverso, de las correlaciones o
precipitados que introduce la nueva configuración socio-cultural en el plano de
la creación510. Una situación sólo relativamente similar se da en Pluma y Lápiz
cuando en su primer número cree necesario reforzar las validaciones letradas y
artísticas proscribiendo lo “grosero” o cuanto “no sea culto ni agradable”511 .
Continuando con estas correlaciones digamos que los desequilibrios que se
manifiestan en este período entre la esfera pública y privada, o la progresiva
importancia que van tomando los asuntos privados en la reconfiguración de lo
público - debido entre otros factores a la emergencia de unos “talentos” o de
unos artistas, irremediablemente públicos, que buscan afanosamente
“mostrarse” o “sobreponerse a un auditorio”512- digamos que esos
desequilibrios están en la base o al menos sintonizan con unas producciones que
se alimentan precisamente del aura que adquieren los mundos privados y sobre
todo los más íntimos, por más que en Chile estos mundos literarios (o “castillos
interiores” al decir de Darío) sean más tímidos o recatados. Incluso
publicaciones como La Revista Cómica (1895-1905) o la citada Pluma y Lápiz,
que conservan su carácter literario a pesar de sus señas magazinescas o que no
son propiamente para el “gran público”, dedican ya sea en sus portadas o en sus
páginas interiores importantes espacios a la obra y “personalidad” de poetas o
508
José Olivio Jiménez y Carlos Javier Morales: La prosa modernista hispanoamericana.
Alianza Editorial, Madrid, 1998.
509
Óscar Hahn, en Carlos Pezoa Véliz: El pintor pereza. Lom Ediciones, Santiago, 1998.
510
“Detesto y odio la vida” (Asteroides, XXVII) o “El mundo es ya un cadáver! /.../ justo
es que yo lo escupa, y yo lo escupo” (Asteroides, XXIX) son algunas de las sentidas
confesiones de Pedro Antonio González. Poesías. Nascimento, Santiago, 1927, pp. 408409. La primera edición de sus Poesías es de 1905. Un estudio sobre los “días negros y
glaciales” del poeta, así como sobre las relaciones de parentesco entre su poesía y el
modernismo, se encuentra en Víctor Raviola Molina: El modernismo de Pedro Antonio
González. Escuelas Universitarias de la Frontera, Temuco, 1968.
511
Pluma y Lápiz, N° 1, 2 de Diciembre de 1900.
512
Julio López: La música de la modernidad (de Beethoven a Xenakis). Anthropos,
Barcelona, 1984, p. 127. En la línea que enfatiza los desequilibrios que se vienen
observando entre las esferas pública y privada desde el siglo XIX en adelante, y los
derechos crecientes de la “personalidad”, es clave el texto de Richard Sennet: op. cit.
247
pintores, como se venía haciendo desde los tiempos de El Correo Literario de
1858513.
No solo la naciente cultura de masas no es irrelevante para los llamados
“nuevos” por Armando Donoso, que incluye a escritores como Francisco
Contreras o Pedro Antonio González. Hay que aceptar más bien que la propia
definición de los contornos de estos “nuevos” es indisociable del proceso de
reestructuración cultural que se aprecia entre las últimas décadas del XIX y las
primeras del XX en Chile. Fuera de lo ya dicho, y nada más que atendiendo lo
que ocurre en la prensa, se puede sostener que la consolidación y la
preponderancia que adquieren unos moldes escriturales impersonales o
estandarizados, descontaminados de subjetividad, orientados al consumo y
apegados a la positividad del acontecimiento514, no son extraños, junto a otros
ingredientes, a los descentramientos o marginaciones que sufre el autor,
particularmente visible en los modernistas. Del mismo modo, se puede aventurar
que estos descentramientos provocados no sólo por las nacientes industrias
culturales están en la base de la potenciación creativa - solitaria o absoluta - de
la subjetividad del autor y de su obra, que es una de las características
precisamente de este período.
Parece claro pues que los nuevos escenarios plantean un conjunto de
reacciones o desencuentros pero también de aperturas que manifiestan unos
escritores que dan ya señales inequívocas de autonomización o de
independencia, permitiendo distintas “cofradías” como la que se dio en Pluma y
Lápiz entre “jóvenes escritores y artistas del centro intelectual santiaguino”515,
bastante consciente de su distintividad pero también de un nuevo modo de
Aprovechemos de señalar que la proyección de lo “privado” en lo “público” tiene sus
antecedentes en la novela romántica y en el “folletín” publicados por periódicos del XIX;
y que ella no se reduce al campo de la “representación artística”, delineándose también en
matrimonios, “fiestas de fantasía”, primeras comuniones y otros protocolos que
comprometen al grand monde principalmente. Un buen ejemplo de ello son las
intimidades o festividades que la prensa venía dando publicidad y que adquirirán un
impulso aún mayor en las revistas “magazinescas”, constituyendo así una de las
“atracciones” que nutren el nuevo entramado comunicacional. Por otro lado, revistas
como Sucesos (1902-1934) o Corre-Vuela (1908-1927) extienden la “vida social” a otros
sectores sociales, medios y populares, a través de fotografías e incluso reportajes.
514
En el artículo “Acerca de decir, informar y objetivar” Juan Pablo Arancibia examina las
operaciones discursivas características del periodismo moderno. En Carlos Ossa (comp.):
La pantalla delirante. Los nuevos escenarios de la comunicación en Chile, Lom-Arcis,
Santiago, 1999.
515
Pluma y Lápiz, N° 1, 2 de Diciembre de 1900.
513
248
inserción pública516. Se trata de esa inicial, incompleta y desigual “división del
trabajo” cultural constatada por Pedro Henríquez Ureña, que viene a disolver, o
a relativizar al menos, antiguas estrategias de legitimación literaria así como a
desplazar a ese intelectual que había establecido, como señala Julio Ramos, una
intrincada o compleja vinculación entre letras y proyecto modernizador517. En un
sentido distinto al horizonte que dibujó Andrés Bello, ahora las “verdades” ya no
siempre se tocan; comienzan a separarse más bien. Y los escritores no se
reconocen del todo en el espejo de una modernidad que los crea y expulsa a la
vez; una modernidad que para los “nuevos” ha dejado de ser “construcción” o
tarea para transformarse en una “experiencia” que remueve “vivencias” o
núcleos subjetivos más que ideas o proyectos político-culturales.
Más global aún, es la transformación de toda una “estructura” que incluye no
solo unas obras sino también unos temas, unos medios expresivos, unos
circuitos, unas inflexiones linguísticas, un público consumidor, unos escritores
que remiten a nuevos segmentos sociales, lo que habría que tener en cuenta518.
Estas transformaciones, así como las nuevas realidades y percepciones que
suscita la urbe o la modernización misma, no fueron ciertamente ajenas a un
“campo” cada vez más consciente de las relaciones o prácticas que facultan la
creación como tal. Las nuevas condiciones, que terminan por cambiar las bases
En el examen de la configuración y funcionamiento del “campo literario” chileno a fines
del XIX e inicios del XX, Gonzalo Catalán hace la siguiente precisión: “si la lógica de lo
social y del poder atraviesa el corazón mismo de la literatura ¿por qué insistir, entonces,
con la categoría de autonomía? Solamente para rescatar con el suficiente énfasis el
hecho que en los particulares dominios de la producción literaria se genera una cierta
organicidad y legalidad específica, la cual si bien no refuta ni invalida la lógica de lo
social, al menos mediatiza y altera sus efectos en un grado variable. Esto tan solo
introduce ya un cierto espesor que torna imposible la dependencia o subordinación
directa o inmediata de lo literario a lo político”. “Antecedentes sobre la transformación
del campo literario en Chile entre 1890 y 1920”, en José Joaquín Brunner / Gonzalo
Catalán: Cinco estudios sobre cultura y sociedad. Flacso, Santiago, 1985, 74. Un análisis
sobre las estrategias autónomas de validación en el campo de las artes visuales a fines del
XIX y principios del XX en Chile realiza Paz Aburto en el artículo inédito Origen y crisis
del campo artístico en Chile. Universidad de Chile, Magister en Literatura, 2003.
517
Pedro Henríquez Ureña: Las corrientes literarias en la América Hispánica. Fondo de
Cultura Económica, México, 1974; Julio Ramos: Desencuentros de la modernidad en
América Latina. Literatura y política en el siglo XIX. Fondo de Cultura Económica,
México, 1989.
518
Ángel Rama ha destacado esta concepción de la literatura entendida como un “sistema
coherente” no reductible tan solo a “una serie de obras de valor”. Rubén Darío y el
modernismo, op. cit., p. 11.
516
249
del propio proceso de creación y reproducción cultural519, no dejarán pues fríos
o neutrales a unos sujetos que tuvieron que moverse o reafirmar una identidad en
medio de estas posibilidades y límites.
519
Particularmente lúcidas en esta dirección son las imbricaciones que establece José Martí
entre los nuevos ejes culturales y los igualmente nuevos modos de producción de obras,
destacando además la extensión y resignificación que experimenta el campo de la estética
en la naciente “cultura de masas”. “Ha entrado a ser lo bello – dice – dominio de todos”.
“El Poema del Niágara”, en Obras Completas. Editorial Nacional de Cuba, Vol. 7, La
Habana, 1963, p. 228.
250
CAPITULO 12
IRRUPCIONES DE MUJERES EN VOZ OBRERA. SOBRE LA
REVISTA OBRERO-FEMINISTA: LA PALANCA.
Pabla Avila F.
En este capítulo retomamos varios de aspectos de los análisis que hemos
venido realizando a lo largo de este trabajo520. De La Palanca, debemos señalar,
como primer antecedente, que constituye la primera publicación de la que se
tiene noticia, en el período 1900 a 1910, que se presenta a sí misma como una
publicación feminista.
Este autodefinido carácter, como marca identitaria, nos posibilita
complementar los análisis realizados hasta ahora, con una nueva forma de
‘irrupción’ a la que sólo habíamos referido indirectamente a través de la imagen
proyectada por revistas como Zig-Zag y por uno de los periódicos de la élite - El
Mercurio -.
En este informe, la voz presente es la de mujeres populares, las pobres, las
trabajadoras de un importante rubro de la época, expresada a través del “órgano
de la asociación de costureras”; la revista La Palanca, que se nos ofrece como
un canal para referir directa y explícitamente a la irrupción de estas mujeres.
De esta publicación se ha dicho que es la sucesión de otra similar denominada
La Alborada, que circuló entre los años 1905 y 1907. Según Hutchison este
periódico aparece en estrecha relación con los periodistas obreros ligados a Luis
Emilio Recabarrren; era publicado “por y para las obreras y tuvo el propósito de
facilitar la organización de las mujeres en sociedades de resistencia y
asociaciones democráticas. Fue además la principal plataforma de las
dirigentes obreras más conocidas de la época, como Carmela Jeria, litógrafa y
periodista; Juana Roldán de Alarcón, militante Democrática y miembro de
sociedades de señoras; y Esther Valdés de Díaz, periodista y fundadora de la
Asociación de Costureras.”521
Esta última había organizado el Sindicato de costureras el 26 de junio de
1906, registrando 350 miembros y de ella se decía era “una digna e ilustrada
520
Ver capítulos 4 y 8 del presente libro.
Elizabeth Hutchison: “La defensa de las hijas del Pueblo”. En L. Godoy, K. Rosemblatt,
M. S. Zárate (Edit.): op. cit.
521
251
señora (...) una de las más aventajadas intelectuales con que se honra la
colectividad obrera”522
Elizabeth Hutchison relata que, hacia el segundo año de existencia de La
Alborada, muchos de los más importantes colaboradores comenzaron a
desarrollar críticas pro- feministas, hasta que en Agosto de 1906 la publicación
que se había rotulado como “publicación social obrera” se identifica como
“publicación feminista”
De la revista:
La Palanca tiene formato de revista, con una estructura sencilla y solo una
imagen gráfica que abarca media portada (ver en anexo), tiene una bajada de
título que señala: “Publicación feminista de propaganda emancipadora”. Su
primer número es del 1 de Mayo de 1908, en una edición de 12 páginas, a un
costo de 10 centavos y con periodicidad mensual.
El contenido de la imagen gráfica es descrito por la revista Espíritu Libre, de
Santiago, destacando que:
“La portada de esta simpática publicación está adornada de un
sujestivo cliché que simboliza a una proletaria viril, de mirada
emprendedora, que con una palanca, cual la que pretendía
Arquímides, apoyada sobre los caballetes de la unión, asociación i
organización, alza para aventar la mole de la ignorancia, fanatismo
i esclavitud. El panorama es bello, alumbrado por un sol
naciente”523
La Verdad de Quillota, dice de su formato:
“El elegante ropaje que le dá su magnífica presentación tipográfica
i los atrayentes adornos que constituyen su abundante, ameno i
variado material de lectura, por una parte, i por otra la justicia de
Espíritu Libre. Citada en la sección “Nuestra Revista, ante la prensa Obrera del país”.
En La Palanca, Nº 2, Junio de 1908, p. 20.
522
Espíritu Libre, de Santiago. Citado en la sección “Nuestra Revista, ante la prensa Obrera
del país”. En La Palanca, Nº 2, Junio de 1908, p. 20.
523
252
la causa que defienden sus intelectuales sostenederas, hacen que La
Palanca sea la revista más simpática de su jénero”524
La nueva publicación se define a sí misma como época segunda de La
Alborada, y así lo expresa en su primera editorial:
“La empresa que hoi iniciamos no es nueva; es solo la continuación
de la interrumpida labor que el 10 de setiembre de 1905 iniciara en
Valparaíso nuestra hermana de lucha Carmela Jeria con la
publicación La Alborada. La destrucción del hogar, i una serie no
interrumpida de desgracias que han oprimido a nuestra hermana, la
obligaron a interrumpir su noble cruzada. Hoy, mientras ella se ve
abatida físicamente por la larga i cruel enfermedad, nosotras sus
discípulas poniendo a la unión i organización como apoyo, nos
apresuramos a tomar el estreno de la palanca, momentáneamente
abandonada para derribar ese funesto pasado que pesa sobre
nuestros hombros”525
Nos resulta de sumo interés que el discurso emancipador de estas mujeres lo
sea tanto por la condición de explotación de clase como por la sujeción de
género. El cruce entre lo que hoy nombramos como género y clase se sintetiza
en esta experiencia emancipadora de las mujeres de la Asociación de Costureras
de Chile.
Sorprende la agudeza y lucidez de un análisis cuyos elementos centrales
aluden a tensiones que aún hoy continuamos deba(comba)tiendo. Esto se refleja
muy bien al examinar, a modo introductorio e ilustrativo, los contenidos del
primer número. El título del primer editorial de La Palanca se denomina “En el
Palenque. Henos aquí frente al enemigo”, en el que se expresa claramente que la
sujeción de las mujeres no es cosa natural sino resultado de la dominación
sostenida por el estado de ignorancia de las dominadas. En este primer número
se presenta también el programa a seguir por la Asociación:
“...nuestra labor se reducirá por el momento, a señalar los males i
vicios sociales que minan nuestro ambiente i señalar las ideas
tendientes a estirparlas. (...) Difundir el amor por el estudio,
despertar el espíritu de asociación i solidaridad, esponer los
La Verdad, de Quillota, Citada en la sección “Nuestra Revista, ante la prensa Obrera del
país”. En La Palanca, Nº 2, Junio de 1908, p. 20.
525
La Palanca, Nº 1, 1° de Mayo de 1908, p. 2.
524
253
beneficios que reporta la instrucción y la asociación i señalar el
valor inapreciable de la unión; será la primera parte de nuestro
programa de trabajo (siendo la ciencia en sus diversos ramos el
principal destructor de fanatismo i de los prejuicios, nuestra labor
se estenderá también, para darla a conocer, para inculcarla en los
cerebros de nuestros hermanos”526
Encontramos presentes en este programa temas que ya habíamos venido
identificando en nuestros anteriores análisis: los discursos educativo-formativos
hacia las mujeres527 y el recurso a la ciencia como posibilidad de progreso y
desarrollo. Sin embargo, se aprecian variaciones sustantivas en el tratamiento de
los temas, dado que la base argumentativa sobre la que reposan estos discursos
es la liberación de las mujeres y los hombres de las condiciones de explotación
del capital, enfatizando que, en ese proceso de emancipación, la supresión de los
sistemas de opresión de las mujeres es condición necesaria.
En nuestra búsqueda sobre las formas de irrupción y figuración de las mujeres
a principios del siglo veinte encontramos en la revista La Palanca esta voz hasta
ahora ausente que va a marcar un cariz insospechado en el decir de las mujeres
de la época y en la construcción interpretativa que a partir de ella elaboramos.
En esta dirección leemos uno de los primeros textos de una de las mujeres
colaboradoras de la revista, titulado “¿Es preciso luchar? Propaganda de
instrucción femenina”, escrito por Blanca Poblete, de la Asociación de
Costureras. En éste, la autora reflexiona sobre el papel que les cabe a las propias
mujeres en la transformación de las condiciones existentes. En un llamado a
despertar su conciencia en tanto oprimidas de clase, se interroga: “¿Vendrán
estraños a nosotros por ventura, a romper el eslabón de la cadena que nos ata
como objeto servil? ¡Imposible! El carcelero remacha mas y mas los grillos al
inocente reo, y el señor oprime cada vez un tanto peor a su indefensa
esclava”528
Otro texto del mismo número, titulado, “Hacia nuestra emancipación”,
cuestiona el hecho de que las luchas por la emancipación de clase no han
prestado atención a la educación de la mujeres, como uno de los aspectos que
debe acompañar esta emancipación.
526
Ibidem
En capítulos anteriores los designamos con el nombre de discursos pedagógiconormativos del género; sin embargo, esa nominación es por ahora impertinente a este
nuevo discurso, por lo que identificamos sólo los discursos educativos-formativos con
énfasis a la instrucción general.
528
La Palanca, N° 1, p.4.
527
254
“La educación de nuestra compañera de esplotación i miseria ha
sido enormemente descuidada, debido a la indiferencia con que se
le ha mirado i al poco aprecio de sus fuerzas para la lucha por la
conquista de nuestros derechos (...) no llegará la emancipación del
hombre, mientras no la secunde la mujer. No seremos dignos de la
libertad en tanto mantengamos a la mujer en esclavitud”529
En esta tarea, la prensa obrera, de carácter libertario, es pieza clave. La revista
es clara al sostener que este tipo de publicaciones son un arma revolucionaria:
“es la válvula de escape del sentimiento popular; los poderosos la temen, las
autoridades la combaten i es un deber del pueblo sostenerlo”530
Es un instrumento que permite la difusión y la toma de conciencia de los
oprimidos. Es el medio que permite la circulación e intercambio de las ideas y
fuerzas emancipatorias, porque ella misma se vuelve “...un látigo que azota el
rostro de los verdugos, y es un escudo de las protestas populares”531.
La importancia que se le atribuye entonces a La Palanca es real para sus
colaboradores y lectores, porque no es sólo un órgano obrero sino también
feminista. Isabel González, una colaboradora de Chañaral, escribe sobre la
significación de tener un periódico feminista que no sólo defienda los intereses
de las mujeres sino que divulgue, además, conocimientos útiles a la lucha
económico y social: (Un periódico que) “haga ver a nuestros verdugos
esplotadores, que las mujeres de hoi no somos tan ignorantes, tan ovejas como
nos creen; i que no porque nos crean máquinas de producción, carecemos de la
enerjia intelectual i del valor moral con que nuestra personalidad de mujeres
está revestida”532.
Como La Palanca surge al interior de la Asociación de Costureras, hacia las
últimas páginas del número, se ofrece información sobre dicha asociación533.
Los aspectos que la definen son la protección, el ahorro y la defensa. Opera
como una sociedad cuyas miembros son apoyadas en caso de enfermedad,
invalidez o cesantía y, además, promueve el ahorro a futuro (a través de un
sistema de sorteos anuales de los fondos recaudados o de financiamiento de
préstamo para la compra de equipos o materiales).
529
Ibid, p.5.
Ibid.
531
Ibid.
532
Ibid, p. 9.
533
Para ser socia de la Asociación era requisito “...ser obrera costurera, no ser menor de 15
años ni mayor de 40, ser presentada por una socia o en su defecto presentar una solicitud
de admisión al Directorio, pagar 1 peso por incorporación, i el semanal de 20
centavos”, Ibíd.., p. 11.
530
255
La organización se basa en la unión gremial de todas las obreras costureras de
Santiago y para ello se divide en las secciones existentes en el área de la costura,
como sastres, modistas, confecciones, ropa blanca, sombrerería, corsés,
tapicería, corbatería, etc. El objetivo es que cada sección se haga cargo y recoja
información tanto de condiciones de trabajo (formas de pago de salarios,
horarios, etc.) como de los abusos cometidos en cada empresa o taller. En caso
de presentarse casos de conflicto, es la asociación completa quien, como
organización, demanda mejoras en las condiciones.
La asociación contaba también con una Oficina del Trabajo, destinada a dar
trabajo a las operarias que lo solicitasen. Es interesante observar que esta oficina
intentaba empalmar oferta y demanda en el mercado del trabajo. Así se pide a
las solicitantes los siguientes datos: nombre, edad, domicilio, profesión y si
deseaban realizar el trabajo por semanas o por piezas. A los talleres que
requerían personal se les solicitaba consignar por escrito: número y profesión de
operarias que desea, salarios que paga y cantidad de horas de trabajo.
La figuración de las mujeres en la revista.
Por el marcado sello identitario de la publicación, cabe reconocerla en un
línea de cruce entre las reivindicaciones del movimiento obrero con las
feministas. Desde una escritura situada en el tiempo presente debemos marcar
nuestro propio límite, al sabernos ingenuos e ignorantes, en el análisis de estas
voces emancipatorias que se nos presentan en una época que, hasta ahora,
reconocíamos marcada por la emergente irrupción de figuras femeninas
protagónicas inscritas al interior de clases altas y medias. Decimos que hay
lucidez en los discursos de estas nuevas irrupciones, por la vigencia que aún
tienen para las controversias de los llamados estudios de género y para los
análisis de clase.
Connotando la época, las columnistas y colaboradoras de La Palanca,
demandan educación. Sin embargo, y a diferencia de la instrucción reivindicada
por las mujeres de la selecta oligarquía criolla, se trata aquí de instrucción para
la revolución. La condición de opresión se reconoce en el ser mujeres, pobres y
no instruidas, “carne de cañón” para los sistemas de dominación del hombre y el
capital.
El llamado es, entonces, a la instrucción, pero observamos diferencias
significativas con las demandas educativas examinadas para las mujeres de la
élite y de las clases medias. Aquí se trata de discursos educativo-formativos y no
directamente de discursos pedagógicos de género.
256
Como la educación es considerada un instrumento de revolución, es
reconocida en su función liberadora y las mujeres la demandan como recurso
necesario para la formación de las nuevas generaciones. Apelan a una
instrucción que las forme en la ciencia y la razón, en la confianza que ambas son
la base del progreso y de la evolución de la sociedad
La instrucción es necesaria para el fortalecimiento del movimiento obrero y
del feminismo. El estado de ignorancia es visto al servicio de la opresión y
configura seres sumisos, anulados en sus posibilidades de subversión.
De allí que se convoque con fuerza a los “compañeros obreros” para que
contribuyan en la lucha por la instrucción de las mujeres, en el entendido de que
las ganancias de esta empresa no serán de exclusividad de las mujeres sino de la
colectividad obrera toda. Este espíritu colectivista está presente en la escritura de
La Palanca y se ilustra bien en uno de sus textos, que refiere al uso que se hace
de la falta de instrucción de las mujeres:
“Intereses contrarios a los del proletario la ejercen como
patrimonio, i la esplotan triunfalmente. Pero, educad a esa mujer en
los principios de la Verdad, la Justicia i el Derecho i vereis como la
fuerza de ese torrente, destruye los diques que la aprisionan i
fecundiza al mundo i le cura de la anemia en que hoy desfallece.
(...) Instruid, reclutad las fuerzas i acción social de la mujer,
quitádselos a vuestros enemigos, y vereis que mui pronto las
fulguraciones del mas bello triunfo coronan la larga jornada de la
emancipación social i económica del mundo productor”534
Si las voces de La Palanca, pueden ser leídas en ese cruce entre género y
clase, es precisamente porque se reconocen como sujetos de un colectivo que,
aún en la exigencia reivindicatoria de la liberación de sus condiciones de
opresión de género, se sostiene en la certeza de que la transformación no es sólo
para ellas - en tanto mujeres oprimidas - sino para todos a la vez - en tanto clase
oprimida -.
En esta lógica, respecto de las reivindicaciones de instrucción, se vislumbran
tres direcciones: en lo organizativo, en las funciones de reproducción y en el
progreso.
En el plano organizativo hay clara conciencia y convicción de la fuerza del
movimiento colectivo y se presentan tareas concretas para superar la condición
que enfrentan las trabajadoras: educación y trabajo conjunto.
534
La Palanca, N° 4, Agosto de 1908, p. 42.
257
Si primero se señalaba la importancia que el movimiento obrero se potencie
con las fuerzas de mujeres instruidas, se reafirma luego la necesidad de un
movimiento colectivo organizado del que se anuncia podría tener una fuerza
hasta ahora no vislumbrada como medio de acción. La movilización organizada
es vista, entonces, como recurso eficaz para el combate de los problemas que
aquejan a la sociedad535. Con ella se tiene conciencia de la fuerza que podría
alcanzar esta acción colectiva, lo que se ilustra en el llamado de uno de los
números de La Palanca:
“Mas hoy volvemos sobre el mismo tema, para insinuar a las
mujeres de todo el país, sobre lo fácil que sería fomentar un sano i
noble movimiento de opinión tendiente a exijir de las autoridades,
medidas prácticas e inmediatas para reprimir el vicio del
alcoholismo (...) si en un día dado i a la misma hora, todas las
mujeres de Chile, reunidas en Comicio Público pidieran a las
autoridades los siguientes medios de represión del alcoholismo, en
nombre de la civilización del país, la paz i bienestar de la familia i
del hogar”536
En otro artículo se indica expresamente que es necesario:
“1º Organizarse por gremios para protejerse de los abusos
patronales; hacerse pagar un salario que corresponda a los
sacrificios aportados al trabajo; disminuir las horas de este i abolir
la jornada nocturna.
535
A modo ilustrativo de la fuerza de la movilización, resaltamos una protesta organizada
en contra del Párroco de Chillán Viejo, por haber atacado con insultos a la Sociedad de
Señoras La Aurora. Esta pequeña movilización consistió en la baja asistencia a la misa y
una carta pública dirigida al Párroco, firmada por la presidenta de la Asociación, María
Jesús Pinto de Lagos y por Carmen Rosa Palavecino, prosecretaria. En ella lo increpan por
su “desgraciado i erróneo sermón vertido por Ud. El domingo 21 del presente en el cual
Ud. alude i se dirije directamente a la Sociedad de Socorros Mutuos de Señoras ‘La
Aurora’ haciéndola víctima de asuntos callejeros en lo cual no ha tomado parte de
ninguna especie (...) Si Ud. quiere el respeto i armonía entre sus feligreses: sí Ud. quiere
desempeñar el verdadero papel que le corresponde no debe ofender gratuitamente a quien
nada le hace, hasta el estremo de considerarnos unas bestias salvajes (...) Tanta falta de
delicadeza i tan poco respeto a una institución como la nuestra nos deja la impresión de su
desgraciada debilidad, la que consideramos como un rezago de la inquisición el cual ya no
cabe en pueblos cultos i civilizados como el nuestro”, La Palanca, Nº 3, p. 31.
536
La Palanca, Nº 4, pp. 37-38.
258
2º Instruirse para ser conscientes i fuertes para defender sus santos
derechos i preparar para la lucha a sus hijos. Para realizar estos
propósitos, organizar escuelas superiores nocturnas i dominicales;
fundar centros de estudios i bibliotecas”537
Desde aquí podemos desprender el vinculo entre educación y reproducción
(socializadora). Si bien se asume la reproducción como una función propia de
las mujeres, esta tarea es fuertemente vinculada a una socialización libertaria.
Leemos aquí una diferencia respecto de lo que habíamos analizado
anteriormente como discursos pedagógicos-normativos, donde las pedagogías de
género instruían en el valor de la reproducción como realización y naturalización
de ‘lo femenino’. Marcamos aquí una diferencia puesto que, aún cuando en La
Palanca pueda naturalizarse la función reproductiva de las mujeres, ésta no
aparece vista hacia dentro de la unidad familia, sino hacia fuera de ella, en la
humanidad por-venir.
“Pensad que la mujer educada tiene una vasta misión que ejercer
en el proceso evolutivo del progreso humano” 538
Así es que, aún cuando la mujer y lo femenino son comprendidos y referidos
al interior del espacio de la reproducción como actividad que ‘les es propia’, su
función socializadora es entendida también como trabajo productivo.
Lo anterior se desprende del discurso pronunciado en la inauguración de la
Escuela de Profesional de Niñas de Antofagasta, el 5 de Junio de 1908, en el que
se destaca nuevamente la importancia ‘universal’ de la instrucción, sin distinción
de sexos, y el valor del trabajo y cuidado familiar:
“Negar a la mujer condiciones aparentes para el ejercicio de las
profesiones manuales sería contradecir la verdad, el testimonio de
la propia conciencia i el consentimiento de todos los pueblos
modernos. El ser humano, sin distinción de sexo ni razas, nació
para el trabajo: preciso es pues dirijir los pasos de la juventud para
que aprenda a colaborar al concierto universal derivado de las
prestaciones i omisiones indispensables para la vida de la sociedad
(...) Las que formen hogar ayudarán a sus esposos con su labor
productiva i honrada a sobrellevar las cargas del matrimonio. Las
que permanezcan del lado de su familia, sostendrán la ancianidad
537
538
La Palanca, Nº 2, Junio de 1908, p. 18.
La Palanca, Nº 3, Julio de 1908, p. 34.
259
de sus mayores como ánjeles buenos protectores de la vejez
desvalida, i todas lucharán valerosamente contra las asechanzas i
dificultades a que la mujer está sujeta en la vida”539
En esta dirección, la instrucción es condición y arma para el progreso, en el
entendido de que la tarea de la mujer obrera instruida se comprende como la
base de “la moderna educación que recibirán las jeneraciones que se
levantan”. Las mujeres, emancipadas en la razón, educarán a sus propios hijos
“... en las verdades de la ciencia que niega su concurso a la mentira i al error
tradicional”540
El recurso a la ciencia nos permite identificar un tercer vínculo: educación y
progreso. La instrucción en el “conocimiento verdadero” y en la razón
posibilitaría condiciones favorables para la emergencia de la nueva humanidad.
La ciencia provee elementos para el cuidado de las propias mujeres, puesto que
hay campos en los que ellas podrían intervenir en pro no sólo de su bienestar
personal sino también en el de sus compañeras. Los limites marcados por la
educación moral católica, en la que se socializa a las mujeres, tienen
consecuencias sobre sus propios cuerpos y condiciones vitales. Aprovechando
las capacidades que les han sido reconocidas de modo naturalizado, la medicina
es un campo de interés en el que podrían explorar:
“... si la mujer fuera médico, se introduciría el pudor en la
medicina. ¡Cuantas mujeres dotadas de un pudor excesivamente
delicado, han muerto víctimas de él por no entregar la desnudez de
su cuerpo a las miradas de un hombre!. Las mujeres debían
estudiar todas las enfermedades de su sexo, para ser útiles a sí
mismas. No hai duda que la cirugía, ciencia positiva y material, es
repulsiva a la mujer en jeneral, porque exije un gran valor práctico,
un gran pulso i fuerza de insensibilidad; pero en cambio, la
medicina le es simpática. La medicina, como ciencia teórica
descansa en la observación, i nadie puede disputar a la mujer sus
eminentes cualidades observadoras i un espíritu completamente
analítico”541
539
Ibid, p. 32.
La Palanca, Nº 1, p.5.
541
La Palanca, Nº 4, p. 38.
540
260
De la autodefinición feminista
Como hemos señalado antes, La Palanca se nos presenta como la única
fuente de las consultadas a lo largo de esta investigación, que no sólo se definía
como feminista sino que además abordaba en sus contenidos la condición de
opresión de las mujeres y reflexionaba sobre sus causas.
Este carácter se vuelve el contrapunto con las alusiones al tema encontradas
en Zig-Zag o El Mercurio, en los que, al reflexionar sobre la situación de las
mujeres, reivindicaban sólo los derechos ciudadanos básicos, como acceso
igualitario a la educación y el derecho a ejercicio de ciudadanía a través del
sufragio.
A pesar de los pocos números que existen de La Palanca, alcanzamos a
reconocer contenidos directamente relacionados con temas de la discusión
feminista y en franca oposición a la preservación del orden social. En sus
páginas encontramos discusiones que probablemente hoy contarían con apoyo
de muchos y levantarían la ira de otros. Es el tono irreverente y la pluma voraz
lo que hace de esta revista el contrapunto de la época. Las colaboradoras
periodistas son mujeres trabajadoras que a la hora de la reivindicación no piden
disculpas.
Esto se comprende en alguna medida porque se trata del órgano de una
Asociación que, como tal, se había formado para convocar, cohesionar y
también para cautelar el bienestar y respeto a los derechos de sus miembros. Esta
impronta es decisiva para entender la fuerza de cada una de sus líneas y la
satisfacción por ver crecer un movimiento que, a todas luces, cuenta con una
simpatía restringida del resto de la población.
La satisfacción que impregna el espíritu de las principales colaboradoras y
lectoras de La Palanca, se observa en un artículo de Carmela Jeria con motivo
de la celebración de los dos años de la asociación de costureras:
“Aunar bajo un solo lema todo lo que puede ambicionar el
proletariado para su necesaria i pronta mejoría material,
económica e intelectual; cobijar entre los pliegues de su roja
enseña a ese núcleo de esforzadas mujeres; que elaboran por un
mísero jornal los costosos i complicados trajes que visten las damas
de la oligarquía imperante de este país; hacer comprender los
deberes i derechos que les corresponden como verdaderas
productoras, he ahí el ídeal perseguido i hoi bellamente realizado,
de las fundadoras de la Asociación de Costureras” (...) “La
institución que mui pálida i brevemente hemos bosquejado cumple
hoy 24 de junio su segundo año de vida; dos años de vida llenos de
261
trabajo, de sinsabores, i más aun para esta colectividad que ha
tenido que luchar en su mismo seno con miles de dificultades para
formarla en las bases en que se apoya i se alza, ahora, magnífica i
atrayente para la pléyade femenina”542
Una de las dificultades fue la de poner en circulación pública su audaz
instrumento comunicacional. El rechazo y la ridiculización vinieron pronto,
incluso de las asociaciones de las que se esperaba complicidad con la causa.
Nada sorprendente cuando se atiende a que este instrumento de figuración
pública comunicaba ser (y se le reconocía) “un periódico de propaganda
emancipadora, de carácter netamente feminista”543.
Algunas de las colaboradoras contestaron enérgicamente al descrédito
propiciado por sus propios compañeros. Yedra, una de las más regulares
articulistas, reacciona fuertemente a los comentarios de compañeros de clase y
líderes de organizaciones obreras que cuestionan la existencia de la revista La
Palanca por tratarse, según decían, de una publicación anarquista que sólo
copiaba ideas europeas (en lo que a feminismo respecta).
Se cuestiona a otros por caer en simpatía nada más y nada menos que con El
Diario Ilustrado y con La Prensa. Estos medios nombraban la revista como “El
Dedal” “La Aguja” “La Tijera” “La Puntada”. “¿Porqué le han puesto por
nombre La Palanca? Dicen. Porque no le pusieron la Obrera, La Mujer, El
Ensueño, El Pololito, La Esclava, La Moda, El Picaflor, etc. si la revista tuviera
alguno de estos nombres yo la compraría.. .cualquier nombre de estos estaría
bien, pero La Palanca!.....Bah! eso es una lesera¡!!”544.
Aquellos que, olvidando una alianza de clase, hicieron causa común con
sectores conservadores contrarios, no eran personas anónimas; lamentablemente
se trataba de importantes personeros del movimiento obrero y para ellos la
pluma es implacable al nombrarlos de cobardes y traidores.
“No borronearíamos papel, si no fuera, porque las personas que
han dicho sandeces en contra de nuestra publicación, son obreros
respetados i prestigiosos dentro de la sociabilidad, i porque su
conducta al desanimar a compañeras que recién conocen esta clase
de lucha es cobarde i censurable. No nos imaginábamos que
nuestra humilde i valiente empresa fuera tildada de lesera e
impropia, por obreros que se precian de instruidos i que se jactan
542
La Palanca, Nº 3, p. 27.
La Palanca, Nº 2, p. 21.
544
La Palanca, Nº 3, p. 33.
543
262
de haber librado batallas contra la ignorancia, el capital i el
fanatismo”545
La línea de fuego es la adscripción feminista, corriente europea y burguesa
para los ‘compañeros obreros’. En algunos de los artículos podemos vislumbrar
qué era lo que podía molestar tanto a los compañeros y generar reacciones
contrarias en la sociedad en general. En lo referente al feminismo se consideraba
una corriente que buscaba liberar a las mujeres (y en ello también a los hombres
y a las generaciones venideras) de las condiciones que generaban su sujeción
social y que eran resultado de anquilosamientos sociales que la historia no ha
podido superar.
Tomando como referencia una conferencia dictada en 1908, por Nelly
Roussel546, para la tribuna del Libre Pensamiento de Bruselas, se define por
feminismo una corriente que “...no quiere masculinizar a la mujer; las mujeres
aspiran a otra cosa i no al rol de imitadoras! No queremos tampoco hacer del
hombre el inferior de la mujer” (...) “El feminismo es una doctrina de felicidad
individual i de interés general: quiere para cada individuo el derecho de
conquistar su parte de sol! ¡Es una doctrina de igualdad, de libertad i de
armonía!”547.
Reflexionando sobre los elementos involucrados en la condición que
enfrentan las mujeres, se van estableciendo principios de lucha al clarificar que
no son solamente ellas las responsables de tal condición. Sara Cádiz, otra de las
colaboradoras de la revista, expresa que “...no somos culpables de nuestro
atraso intelectual; son muchos los factores que influyen en contra de nuestro
desarrollo mental (...)la enseñanza hipócrita de una moral convencional, ha
servido a manera de tumba de hielo para petrificar el cerebro femenino (...) la
mujer pobre es siempre la eterna víctima que calla i muerde humilde el látigo de
545
Ibidem
Nelly Roussel era una feminista caracterizada por abogar por el derecho de las mujeres a
hacer libre uso de su cuerpo, proponiendo la huelga de vientres si no eran dadas las
condiciones y medios para esto. Participaba de la revista Voix des femmes. En un artículo
de esta revista, citado por Vitale, Roussel polemiza con los compañeros de la lucha
revolucionaria diciéndoles que “no han comprendido que la cuestión social no se plantea
para nosotras de la misma manera que para ellos, y que es infinitamente más compleja,
puesto que al adversario común que combatimos conjuntamente, el orden capitalista y
burgués, se agregan las injusticias, las vejaciones, los prejuicios, que sólo sufrimos
nosotras y que no desaparecerán forzosamente con este orden burgués y capitalista,
porque provienen de la propia mentalidad de los hombres, de todas las clases y de todos
los partidos”. En Luis Vitale: La Mitad Invisible de la Historia, Editorial Sudamericana,
1987. p. 161.
547
La Palanca, Nº 2, p. 17.
546
263
su triple esclavitud (...) No digo que todas seamos iguales pero no todas
tampoco somos felices, todas estamos espuestas de la noche a la mañana a ser
esclavas del taller o del hombre a quien amamos (..) que nosotras seamos las
maestras que ilustremos nuestros hijos i les señalemos el camino de la
verdadera felicidad humana”548.
Es la religión otro de los pilares sobre los que se construyen los sistemas de
dominación, toda vez que “...en nombre de un ser superior, se establecen
reglas, dogmas, principios que concluyen por impregnar las leyes sociales (...)
Si la mujer es encadenada i humillada, es porque las instituciones sociales han
quedado penetradas a pesar de las revoluciones i de los cambios”549.
Así es que el recurso a la instrucción, el acceso a los conocimientos y
desarrollos de la ciencia, la consideración de la religión como instalación de un
orden moral que contribuye a perpetuar las bases de la desigualdad de género y
la lucha por la superación de las condiciones de explotación impuestas por el
capitalismo, son los elementos centrales que articulan el discurso de estas
feministas, en la convicción de que el progreso no viene solo, sino que es
necesario movilizar su desarrollo550.
Consecuentemente afirman “Si queremos libertad, empecemos por ser
independientes económicamente, si queremos ser respetadas, instruyámonos
mutuamente, i habremos avanzado un medio paso en el largo camino del
progreso”551.
De enunciaciones polémicas
548
Ibid, p. 18
Ibid, p. 17
550
Es interesante señalar que cuando Bourdieu, en La Dominación Masculina, indica que
“...la tarea de reversión de los actuales modos de organización sexual no puede dejar de
lado la labor de historización de los agentes y de las instituciones que concurren
permanentemente a asegurar esas permanencias, Iglesia, Estado, Escuela, etc., y que
pueden ser diferentes, a lo largo de las diferentes épocas, en su peso relativo y sus
funciones (...) al desvelar las invariantes transhistóricas de la relación entre “los
géneros”, la historia se obliga a tomar como objeto el trabajo histórico de
deshistorización que las ha producido y reproducido continuamente, es decir, el trabajo
constante de diferenciación al que los hombres y las mujeres no dejan de estar sometidos
y que les lleva a distinguirse masculinizándose o feminizándose”, está contendiendo
como elementos pilares, los enunciados aquí por las mujeres de la Asociación de
Costureras. Pierre Bourdieu: La Dominación Masculina, Editorial Anagrama, 2000. pp.
105-106.
551
La Palanca, Nº 2, p. 18.
549
264
En este pequeño apartado queremos destacar una de las enunciaciones que
nos pareció no sólo polémica sino de inmensa vigencia y que se relaciona con el
derecho al cuerpo y a la libertad de decisión sobre la reproducción.
A partir de la historia de una mujer pobre que, en una sala del Hospital del
Salvador, parió trillizos a los que finalmente da en adopción, Yedra, una de las
colaboradoras permanentes, critica la incomprensión que cae sobre la mujer y
despersonaliza la acción, responsabilizando y criticando a la sociedad de la
época y a las políticas de dominación sobre los cuerpos.
Un sistema educativo que no educa, un acumulado de conocimientos de la
ciencia que no es puesto al servicio del bienestar y felicidad humana, un
aparataje jurídico protector de la procreación irresponsable y que sanciona sus
efectos y no sus causas, son los ejes que explicarían la miseria a la que muchos
niños son arrojados o el delito de infanticidio, cuando tardíamente se intenta
eliminar lo que se supone un estorbo futuro.
El problema es la brutalidad humana, que ignorante e inconsciente “...
engendra hijos que son una carga para ellos i futuros esclavos para la
sociedad”. Esta brutalidad se vuelve indolencia criminal de parte de los hombres
de ciencia por su pasividad, porque “...nada hacen por difundir en el pueblo los
conocimientos de una normal i razonada procreación: que nada hacen para
hacer comprender a la mujer, que ella debe disponer de su cuerpo, que ella solo
tiene derecho de disponer, para ser madre prudentemente, en la medida de sus
fuerzas i de sus medios económicos, escojiendo el momento oportuno (...)
¿porqué aquí, donde existe la criminalidad femenina que ahoga i mata a los
pobres séres al nacer, ¿porqué digo nuestros Doctores i hombres de ciencia no
aunan sus esfuerzos para hacer conocer a la mujer, el crímen que comete al
procrear inconscientemente?”552. En estos crímenes, la sociedad entera es
responsable y no seres individuales que cometen el acto.
La ciencia puede ser un mecanismo de opresión o de liberación dependiendo
de una voluntad política que debe propiciar, a partir de un movimiento colectivo,
la búsqueda de condiciones de progreso para la felicidad humana. Esto parece
ser el corolario de lo que ha sido puesto en circulación por la revista La Palanca
y que, recalcamos, puede ser considerado parte de una búsqueda a la que todavía
asistimos y la que reconocemos planteada con extrema lucidez por estas mujeres
costureras, feministas y revolucionarias.
552
Ibid, p. 19.
265
CAPITULO 13
LA REVISTA CLARIDAD Y LA GENERACIÓN DEL ‘20
Luis E. Santa Cruz Grau
“Desde hoy contamos para el país con una
vergüenza menos y una libertad más. Los
dolores que quedan son las libertades que
faltan. Creemos no equivocarnos, las
resonancias del corazón nos lo advierten:
estamos pisando sobre una revolución, estamos
viviendo una hora americana (...) La juventud
ya no pide. Exige que se le reconozca el
derecho a exteriorizar ese pensamiento
propio...” 553
En Chile la consolidación del movimiento estudiantil como actor político de
importancia es un proceso que cristaliza alrededor de los sucesos del año ‘20, en
los que la presencia de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH) resulta
crucial -y en especial de dirigentes como Santiago Labarca, Juan Gandulfo y
Alfredo Demaría, entre otros554-. La participación directa de los estudiantes
universitarios se percibe en los más importantes acontecimientos del período,
“La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica”, citado en
Juan Carlos Portantiero: Estudiantes y Política en América Latina, Editorial Siglo XXI,
México, 1987. Este documento fue redactado por Deodoro Roca y es también conocido
como Manifiesto Liminar
554
Pese a esto, la historiografía tradicional (a excepción de Góngora y Vial) no se ha
detenido mayormente a analizar la importancia que para el período tuvo el movimiento
estudiantil. Tampoco la historiografía marxista significó un avance al respecto, lo que se
explica por una doble operación: en primer término, el supuesto de que la influencia
anarquista (presente en la dirigencia estudiantil) iba a contrapelo del avance progresivo
que ellos suponían para el proletariado, esto es la asimilación de la ‘verdadera doctrina’:
el marxismo. Pero también el carácter pequeño burgués del movimiento estudiantil, que
los hacía aparecer a sus ojos como meras comparsas de la lucha del proletariado.
553
266
tales como la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN), la Ley de
Instrucción Primaria, la elección de Arturo Alessandri, las luchas obreras, etc.555.
La conformación del movimiento estudiantil fue el resultado de múltiples
influencias y procesos que le permitieron dar un viraje radical y participar desde
un lugar de privilegio en los sucesos que van desde 1918 a 1920 en nuestro país.
Varias de las características presentes en estos jóvenes se convertirán en el
sentido común del ser estudiante: conciencia y compromiso por el cambio
social, iconoclasta, idealismo, inconformismo, etc. Por lo mismo, en el devenir
de este período fundacional es posible rastrear discusiones, procesos y fracturas
que marcarán el desarrollo de los movimientos estudiantiles del siglo XX en
nuestro país. La importancia central de la generación del 20’ radica en que
vivieron buena parte de las esperanzas, dudas, crisis y desencantos de los futuros
estudiantes universitarios.
En este marco, la revista Claridad, en tanto órgano de difusión de la FECH,
no debe ser remitida al lugar de mero reflejo de procesos que sucedían
exteriormente y que ella se encargaba de dar cuenta. Es, por el contrario, parte
central en esta configuración de nuevos sentidos, sirviendo más bien como
soporte y lugar material y simbólico de una discusión que permitió la
construcción de este movimiento. Más que reproductor de posturas, posiciones y
doctrinas ya consolidadas, la revista es parte activa en la constitución de las
mismas. En ese sentido, Claridad constituyó una plataforma en la definición de
hegemonías, siendo -en cierta medida- un importante espacio de desarrollo de
los conflictos suscitados al interior del movimiento estudiantil.
I.- La Generación del ‘20: política y juventud
La FECH556 en el período que va desde 1906 hasta mediados de la década del
‘10’, orientará su desarrollo en una doble dirección: por un lado, los federados
Como sostiene Gonzalo Vial, los estudiantes “bajo la presidencia de Sanfuentes, han
sido la levadura de todas las escaladas político-sociales: huelgas, mítines contra la
inflación y la carestía de la vida, polémicas periodísticas y parlamentarias, incidentes
por las relaciones exteriores.”, Historia de Chile, Tomo III, Santillana del Pacífico S. A.
Ediciones, 2ª edición, Santiago, 1988, p. 99.
556
Sobre el movimiento estudiantil de aquellos años y de la FECH, ver Eduardo
Valenzuela: Historia de la FECh, mimeo, s/f; Eduardo Valenzuela y José Weinstein:
“Los estudiantes de los años 20, un Movimiento estudiantil con Historia”, SUR,
Documentos de Trabajo Nº 16, Santiago, 1982; Frank Bonilla y Myron Glazer: Students
politics in Chile, Basic Books, Publishers, USA, 1970; Manuel A. Garretón y Javier
Martínez (comp.): Biblioteca del Movimiento Estudiantil, Tomo IV, Ediciones Sur,
Santiago, 1985; Humberto Vera: Juventud y Bohemia, Santiago, 1947; Fabio Moraga y
555
267
iniciarán una importante labor en el ámbito de la promoción social, dirigida
principalmente a la clase obrera; y, por otro, serán adalides en las luchas
anticlericales. Si bien, las luchas doctrinarias y religiosas van en franca
declinación, y no logran movilizar a las fuerzas políticas como lo hacían en el
siglo XIX, son todavía un componente presente en la política nacional y, por
cierto, también en esta primera etapa de vida de la FECH557. Sin embargo, la
presencia de las luchas religiosas entre los estudiantes son caracterizadas por
Gonzalo Vial como elementos en retirada: “El ímpetu ‘doctrinario’, en la
FECH, sólo era eco ya lánguido de actitudes adultas y decimonónicas. El
corazón juvenil estaba muy lejos: latía melancólicamente con la cuestión
social”558. De acuerdo con este autor, pensamos que tanto la preocupación por la
cuestión social como las luchas anticlericales son elementos que permiten
caracterizar a la FECH de los primeros años; aún cuando estas últimas perderán
con el correr de los años su poder movilizador entre la juventud estudiosa.
Además debemos subrayar que en este primer período de la Federación de
Estudiantes, ambas líneas de acción se encuentran todavía subsumidas dentro de
la gran reforma laica, en la que mediante la razón y la ciencia se buscaba
mejorar la situación de grandes sectores de la población.
Para los líderes estudiantiles de este período resultó vital la influencia del
radicalismo social de Letelier, quien logró imponerse a las posiciones más
individualistas de Mac Iver luego del Congreso del Partido Radical de 1906. El
concepto de promoción social que hacía suyo la dirigencia estudiantil se
centraba en la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida de los
sectores populares, así como otorgarles en forma directa algunos servicios
sociales. Es así como el Centro de Derecho mantenía una Academia de Defensa
Jurídica para obreros, los odontólogos una Clínica Dental y, en 1911, los
médicos crean el Dispensario Nocturno para enfermedades venéreas. Por su
parte, en 1910, Pedro León Loyola funda la primera escuela nocturna para
obreros y “hacia 1915 los estudiantes mantendrán un sólido aparato de
extensión educacional: cada centro de estudiantes tenía a su cargo al menos
Delicia Araya: “Las vanguardias políticas en Chile (1920-1932)”, Tesis para optar al
grado de Licenciado en Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de
Chile, 1995.
557
Momentos claves de la lucha anticlerical de la FECh fueron como ya mencionamos el
combate al proyecto de reforma del Consejo de Instrucción Pública y las masivas
protestas en 1913 contra monseñor Sibilia, de quien se decía que como enviado especial
del Vaticano, venía a Chile a vender algunas propiedades de la Iglesia, lo cual fue
resistido por los estudiantes. Para una narración de ambos sucesos y la participación
estudiantil en éstos, ver Humberto Vera: op. cit.
558
Gonzalo Vial: Historia de Chile, Tomo III, op. cit., p. 99..
268
una escuela nocturna (incluso el Centro de Derecho alcanzó a tener tres
escuelas con una asistencia media de 90 obreros cada una)” 559.
En 1918 con la elección de Santiago Labarca para presidente de la Federación
de Estudiantes se produce un vuelco radical al interior de la organización
estudiantil. Los antiguos modos y orientaciones que habían primado en la acción
estudiantil son dejados de lado, y la FECH inicia el camino que la llevará a
convertirse en uno de los actores principales del período que media entre 1918 y
1921. Así participarán de importantes hechos y procesos del período: la
Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN)560, la elección de Arturo
Alessandri, el proceso de los subversivos, la creación de la IWW, la Ley de
Instrucción Primaria Obligatoria, la Guerra de Don Ladislao, etc.
La incorporación de la FECH a la vida política nacional se debe
comprender como resultado de una multiplicidad de procesos que permitieron
cambiar las prácticas tradicionales de esta organización (asistencialismo y
promoción social), sustentadas en un ideario laico y reformista. Esta crisis del
laicismo se explica, entre otros factores, por el fracaso de las políticas sociales
gradualistas, por la escasa eficacia de las labores asistenciales desarrolladas
por la Federación de Estudiantes y por el creciente desprestigio del
parlamentarismo entre los sectores medios y populares. No fue menor el
impacto -en esta crisis de la cual hablamos- de la “catástrofe ideológica”
vivida por los sectores positivistas y laicos, producto de la Primera Guerra
Mundial, la que “contradijo dramáticamente la esperanza de fundar un nuevo
orden a partir de la ciencia y la razón”561. La crisis de Europa -sumida en la
barbarie de la guerra, de los gases y las trincheras- implicará que ésta deje de
ser referente y espejo para los intelectuales, clases dirigentes y estudiantes de
América. La revista Claridad en la editorial de su primer número señala que:
“en los campos de batalla de la vieja Europa no murieron sólo hombres,
murió también un mundo cuya organización podía sintetizarse en la célebre
frase: ‘el hombre es el lobo del hombre’”562
559
, Eduardo Valenzuela: Historia de la FECh, op. cit., p. 32.
Una muestra de la activa presencia de la FECh en la AOAN, es el hecho de que en 1919
Santiago Labarca asumiera un rol directivo al interior de ésta. Como también que el
propio Club de Estudiantes –sede oficial de la Federación- sirviera como principal lugar
de sus reuniones. Por otro lado, diversos estudiantes intervinieron como oradores en las
marchas del hambre, así como en el 1º de Mayo de 1919, organizado por esta Asamblea.
Tres estudiantes fueron oradores oficiales: Laín Diez, habló desde el escenario levantado
en “el kiosko” de Lord Cochrane con la Alameda, Santiago Labarca y Juan Gandulfo lo
hicieron desde la estatua de San Martín. El Mercurio, Jueves 1º de Mayo de 1919, p. 20.
561
Eduardo Valenzuela, op. cit, p. 40.
562
Claridad Nº 1, 20 de Octubre de 1920, p. 2.
560
269
Si ya desde comienzos de siglo (“Ariel” de Rodó es de 1900) en nuestro
continente se venían dando señales de un cierto distanciamiento de modelos
cosmopolitas –pese a la poderosa influencia del modernismo-, la Gran Guerra
viene a relanzar la necesidad de pensar América, reconociendo la necesidad de
crear un camino independiente. La “hora americana” de los jóvenes de Córdoba,
dará cuenta de este nuevo viraje hacia lo que Eduardo Devés ha llamado el polo
de la identidad, como uno de los vectores que explican el pensamiento
latinoamericano del siglo XX563.
Como contrapartida a la incertidumbre provocada por los horrores de la Gran
Guerra, la Revolución Rusa instaló en el imaginario colectivo la posibilidad
efectiva del cambio social y de la revolución, abandonando definitivamente el
gradualismo y el reformismo como medios de acción política. Del mismo modo,
el Manifiesto Liminar de los estudiantes de Córdoba sentará las bases de una
opción americanista entre los círculos de estudiantes y de la intelectualidad
joven, la que se rebela tanto contra la barbarie europea como contra la
decadencia del industrialismo yanqui.
Este es el contexto que rodea el vuelco al interior de la Federación de
Estudiantes. La elección de Santiago Labarca a la presidencia de la FECH en
1918 es, por tanto, el momento de inflexión que señala el fin de la hegemonía en
la Federación de Estudiantes del paradigma laico y su reemplazo por la
ideología novecentista, al decir de Valenzuela564. La apropiación que de esta
ideología se hizo en el contexto de crisis orgánica del régimen oligárquico,
consistió en otorgarle a la juventud estudiantil una misión histórica, en desechar
definitivamente el paradigma evolucionista y gradualista, y en fundar el ideal
americanista. Este idealismo generacional –juventud pura, desinteresada y con
ansias de cambio- es el que “abre el camino y fundamenta la rebelión”565. El
‘novecentismo’ se convirtió en la base sobre la cual se dispusieron y desplegaron
distintas concepciones políticas que se disputaron la hegemonía al interior de la
organización estudiantil. De hecho, parte importante del anarquismo
universitario estuvo vinculado con esta ideología novecentista; sin embargo,
existirán ciertas diferencias con grupos anarquistas más radicales, las que con el
tiempo se irán acentuando, a medida que el impulso renovador de la Federación
se tiende a apagar. Pese a esto, podemos concordar con Valenzuela –y esto lo
563
Eduardo Devés: Del Ariel de Rodó a la CEPAL, Editorial Biblos-Centro de
Investigaciones Diego Barros Arana, Buenos Aires, 2000.
564
“El novecentismo de Rodó era la invocación al ideal, la exhaltación de la juventud, la
defensa de la cultura latina, la primacía de lo intelectual, la evasión del presente y el
elogio del provenir, el individualismo y el imperativo de la constante renovación”, Ídem.,
p. 44.
565
Idem., p. 48.
270
veremos cuando abordemos la representación social construida en torno a la
juventud en Claridad- que desde mediados de los ‘10 y hasta comienzos de la
siguiente década es el tono idealista y renovador del novecentismo el que marca
el movimiento estudiantil. Esto explica la capacidad mostrada por sectores
provenientes de doctrinas profundamente disimiles de concordar en un programa
mínimo para la Federación. Pues si bien en la FECH de esos años la presencia
ácrata fue mayoritaria, entre los estudiantes también “había radicales (...)
católicos, masones, induistas, liberales, positivistas, románticos puros,
socialistas colectivistas, demócratas y muchachos casi en estado silvestre. Los
unía la idea del cambio social y la simpatía al obrero”566.
Otro momento importante en este camino de transformación de la FECH fue
la fundación –por iniciativa de Pedro León Loyola- de la Universidad Popular
Lastarria en Abril de 1918. A esta confluyeron profesores universitarios,
intelectuales y estudiantes, junto con sectores ilustrados de la clase obrera.567. La
pretensión de la Federación era superar el nivel de la instrucción primaria, como
había sido hasta entonces. Sin embargo, en este espacio de confraternización
obrero-estudiantil aún existirá una fuerte influencia de laicos y positivistas,
quienes contrapesaban la presencia anarquista568.
La hegemonía de sectores anarquistas y de radicales críticos e iconoclastas, es
ya un proceso consolidado hacia mediados de 1919. Esta alianza entre los
grupos anarquistas (liderados por Juan Gandulfo)569 y los jóvenes radicales (con
Santiago Labarca como figura emblemática) se sostenía sobre el supuesto de que
era necesario que la juventud asumiera un rol activo en la transformación del
566
José Santos González Vera: Cuando Era Muchacho, Editorial Nascimento, Santiago,
1973, pp. 266-267.
567
Entre los docentes de esta Universidad Popular destacaron entre otros Carlos Vicuña
Fuentes, Amanda y Guillermo Labarca, Alfredo Lagarrigue, Carlos Gutiérrez, Manuel
Rivas Vicuña, Julio Montebruno, Laín Diez, Eugenio González, Santiago Labarca y
Fernando García Oldini.
568
Sin embargo, hacia fines de 1919 Pedro León Loyola se retira de la Universidad Popular
Lastarria, expresando en una carta pública, que como la institución de enseñanza es un
órgano de la FECh, la que “debe necesariamente inspirar sus enseñanzas”, y dado que él
está en completo desacuerdo con las doctrinas que en ese momento imperan en la FECh
no le queda otra opción que retirarse de la Universidad Popular Lastarria. “Sobre la
Universidad Popular Lastarria”, El Mercurio, 17 de Septiembre de 1919, p. 3.
569
Dado que no es el objetivo de esta investigación no entraremos en detalle respecto de las
tendencias existentes al interior del anarquismo en Chile. Sólo podemos decir que para el
período que nos interesa el anarco-sindicalismo es la visión hegemónica entre los jóvenes
estudiantes, o al menos de quienes aparecen como sus figuras más representativas, en
desmedro de tendencias más individualistas. Por ejemplo, Juan Gandulfo y José Domingo
Gómez Rojas pertenecieron a la IWW, la mayor organización anarco-sindicalista de
nuestro país.
271
orden imperante. Los anarquistas leerán esto como el predominio de la acción
directa y el imperativo del cambio social, y los jóvenes radicales como la
necesidad de reformar profundamente el sistema político, aún cuando la acción
política se debía mantener dentro de la legalidad y los cambios producirse
pacíficamente570. Revolución o reforma –cualquier opción que predominaradebía dar cuenta de la crisis terminal que ellos percibían en el orden oligárquico.
De hecho, las tendencias hegemónicas en la Federación han abandonado
definitivamente la creencia en la posibilidad de reformar al sistema desde su
interior571. Tal como señalaría años después Eugenio González: "La Federación
de Estudiantes y la Federación Obrera se convirtieron en centros de
efervescencia revolucionaria. Noche a noche, en reuniones apasionadas y
clamorosas, se discutían los problemas de la política y la economía (…) El
gobierno estaba desconcertado, la clase rica atemorizada… La palabra soviet
tenía un prestigio mágico."572
En la convocatoria para el Congreso Nacional de Estudiantes hecha a finales
de 1918, pero que se realizaría sólo en 1920, ya se vislumbran los nuevos pasos
que ha comenzado a dar la Federación. Plantean que “se ha llegado al fin de un
período de treinta años de estancamiento”, por lo que “la juventud, en su casi
totalidad, estima caduco nuestro actual régimen”, indicando, además, que
vendrá “una época de luchas ardientes en la que es necesario que la juventud
tome la parte más activa”. Sin embargo, es respecto del sistema parlamentario y
de los partidos políticos tradicionales donde la ruptura se hace más evidente:
“Los partidos políticos sin excepción no inspiran hoy confianza a la gran
mayoría de la juventud”, pues “muchas personas creen que nuestros partidos al
girar en torno a la cuestión religiosa, han hecho ya su época”573. De este modo,
el Congreso de Estudiantes se abocará al tratamiento de tres materias: el estudio
de la reforma completa de la enseñanza, la solución del problema social y la
reforma política del país.
Cuando se realiza el Congreso de Estudiantes en 1920 el quiebre respecto del
horizonte reformista laico y la posterior hegemonía anarquista son procesos ya
consolidados, por lo que no extrañan algunas de las conclusiones a las que
arriban los estudiantes. En particular, cuando sostienen que:
570
Frank Bonilla y Myron Glazer, op. cit.
Ana Tironi: “Esquema Histórico del Movimiento Estudiantil Chileno: 1906-1973”, en
Manuel A. Garretón y Javier Martínez (comp.): op. cit., pp. 67-75.
572
Eugenio González: Juventud Veinteañera, s/r
573
Santiago Labarca, Waldo Urzúa, Miguel Vergara, Humberto Chirrioni y Juan Gandulfo:
“Invitación de la Federación al Congreso Nacional de Estudiantes”, Juventud Nº 4,
Febrero-Marzo de 1919, Santiago.
571
272
“el problema social debe resolverse por la sustitución del principio
de cooperación al de competencia, la socialización de las fuerza
productivas y el consecuente reparto equitativo del producto del
trabajo común, y por el reconocimiento del derecho de cada
persona a vivir plenamente su vida intelectual y moral”574
El viraje producido en la Federación después de 1918 no resultó un proceso
fácil. Surgieron variadas resistencias tanto al interior de la Federación575 como
en distintos sectores sociales. Por ejemplo, una editorial de El Mercurio indicaba
con preocupación que “la Federación de Estudiantes de Chile, si no cambia su
personal directivo y su rumbo, va a encontrarse con que en su primavera de este
año va a ver crecer más espinas que flores”576. Desde los sectores más
conservadores de la sociedad, los estudiantes universitarios comenzarán a ser
vistos definitivamente como un problema y una amenaza. Luego de la
presidencia de Santiago Labarca, las posturas anarquistas hegemonizarán la
FECH, tanto así que los siguientes presidentes577 serán abiertamente militantes
acratas o cercanos a estas posiciones. Así se llegará al controvertido año 1920,
al Cielito Lindo y la elección de Arturo Alessandri Palma, donde los estudiantes
no asumirán una posición unitaria. Por un lado, los jóvenes radicales como
Santiago Labarca verán en la figura del León de Tarapacá la posibilidad de la
reforma radical al orden oligárquico y, consecuentemente con esto, serán activos
“La Federación de Estudiantes ante la cuestión social”, Claridad Nº 5, Santiago, 1920.
Momento importante en el desarrollo de la oposición interna a las nuevas orientaciones
de la FECh, fue la desafiliación en Septiembre de 1919 del Centro Estudiantes de
Ingeniería, como respuesta a los discursos “subversivos” pronunciados a nombre de la
Federación por Juan Gandulfo y Pedro León Ugalde, en la marcha del hambre de Agosto
de 1919. Una vez llevado el voto de protesta del Centro de Estudiantes de Ingeniería al
directorio de la Federación, buscando censurar la actitud de los oradores, este organismo
rechazó emitir tal voto. Ante esta decisión del directorio optaron por desafiliarse, ya que
además de no censurar a los oradores, porque en el acuerdo del directorio no se deja
“establecido que la Federación de Estudiantes excluye la violencia de entre los medios
que ella acepta para conseguir los fines antes indicados (progreso de la sociedad)”, “El
Centro de Ingeniería y la Federación de Estudiantes”, El Mercurio, 18 de Septiembre de
1919, p. 16. Se publica completo el acuerdo del Centro de Estudiantes de Ingeniería,
firmado por su presidente Guillermo Moore M.
576
“El Problema Universitario”, El Mercurio, 16 de Septiembre de 1919, p. 5. El texto hace
referencia a las Fiestas de la Primavera que -desde 1915- en el mes de Octubre realizaba
la FECH, con gran asistencia popular a las distintas actividades: la velada bufa, los carros
alegóricos, los concursos de poesía, de teatro, operetas, variedades, exposición de
pinturas, etc.
577
Nos referimos a Waldo Urzúa, Alfredo Demaría, Daniel Schweitzer, Oscar Schnake
(quien renunció luego de resultar elegido) y Eugenio González.
574
575
273
participantes de su campaña. Sin embargo, la postura generalizada de la
dirigencia estudiantil –mayoritariamente anarquista- será de profunda
desconfianza. En una editorial de Claridad de Octubre de 1920, a pocos meses
de haberse celebrado la elección, los estudiantes plantearán que: “la
combinación política triunfante no lleva al Gobierno un programa que importe
una verdadera renovación. Se limita sólo a refaccionar la fachada un tanto
vetusta del actual edificio social, conservando todo lo demás”578.
Pese a esto, los estudiantes universitarios fueron vistos como puntales en la
campaña de Alessandri, gracias a lo cual se convirtieron en blancos de
constantes ataques por parte de los sectores más conservadores y nacionalistas
del país. Y si a esto le agregamos la postura asumida en torno a la disputa
territorial con Perú por las provincias de Tacna y Arica579 –pacifista y
americanista-, el resultado no podía ser otro que un ataque frontal hacia la
Federación de Estudiantes, tal como ocurrió el 21 de Julio de 1920 con la
destrucción del Club de Estudiantes. Luego de esto sobrevienen los procesos
contra los subversivos, que trajo persecución y cárcel para decenas de dirigentes
obreros y estudiantiles. En ese contexto se produce la muerte del estudiante y
poeta José Domingo Gómez Rojas, a consecuencia de las penurias sufridas en la
cárcel y por el ensañamiento del Juez Astorquiza con su persona. Será
considerado el primer mártir del movimiento estudiantil y a su funeral asistirán
miles de personas.
Posteriormente, la marcha de la FECH comenzará un rápido declinar, proceso
similar al vivido por las organizaciones obreras luego del triunfo de Alessandri.
Hacia fines de 1921 se da la primera señal de alerta con la división de la FECH y
el surgimiento de la Federación Nacional, o la Federación Fisco Nacional,
como le llamaban los estudiantes por el apoyo prestado por el gobierno de
Alessandri a esta agrupación, la que dirigida por Enrique Matta reunió a los
estudiantes que discrepaban de la Convención de 1920. Este escisión estaba
mostrando que algo se había roto definitivamente. Esto quedará más patente con
el surgimiento de la oposición de izquierda, en la figura de las vanguardias
578
Claridad Nº 4, 31 de Octubre de 1920, p. 3.
Desde 1918 la postura pacifista y americanista de los estudiantes frente a la controversia
limítrofe con Perú, les acarreará ser motejados como “vendidos al oro del Perú” y
traidores a la patria. Esta será la principal acusación pública que se les realizará luego de
la destrucción del Club de Estudiantes. Posteriormente en 1921 Carlos Vicuña Fuentes –
profesor de la Universidad y miembro de la FECh en su calidad de ex-alumno- propuso la
devolución de Tacna y Arica al Perú. Como resultado de esto, fue despedido de su cargo
de profesor universitario por difundir ideas contrarias al gobierno, después de lo cual se
produjo un gran alboroto por parte de los estudiantes y de la revista Claridad, quienes
buscaban defender la libertad de opinión.
579
274
anarquistas Lux, Spartacus, Rebelión y otras580, las que venían a cuestionar la
marcha de la FECH. Estas pequeñas agrupaciones realizarán un furibundo
llamado a la “acción directa” en pro de construir el “comunismo libertario”. Al
surgir estas agrupaciones se rompe finalmente la alianza construida entre los
sectores anarquistas y los jóvenes provenientes de la tradición radical. Si la lucha
de los estudiantes chilenos, al contrario de lo ocurrido en Córdoba, había
empezado fuera de la Universidad, hacia 1922 esta asume la tarea de reformar la
Universidad581. Sin embargo, una Federación debilitada por querellas internas –
entre la vieja guardia de la generación del ’20 y las nuevas hornadas anarquistasno logra su cometido, y pese a sucesivos paros realizados el fracaso es
estrepitoso. Un año después triunfa en la elección un estudiante llamado Alfredo
Cruzat, primer presidente totalmente desvinculado de la generación del ’20. Este
inicia conversaciones para reunificar las organizaciones estudiantiles, pero “el
boicot anarquista y la apatía estudiantil liquidarán la Federación”582. De este
modo, el movimiento estudiantil no cumplirá ningún rol de importancia en los
sucesos de 1924-25. En 1926 se verán los últimos estertores de la generación del
20’, luego que se produjera una huelga de estudiantes que concluye en un nuevo
fracaso, porque la Universidad se niega a prestar el Salón de Honor para velar a
un compañero que se había suicidado en París. La FECH solo volverá a resurgir
en la víspera de la caída de Ibáñez en 1931.
Más allá de la declinación de la Federación como actor político, terminando
en su autodisolución hacia 1924, ésta dejó su huella imborrable en el período de
crisis definitiva del orden oligárquico. La opción obrerista, pacifista y
generacional de la FECH, ligado a su espíritu libertario, le darán el sello a este
grupo de estudiantes. Podríamos convenir con Góngora, que la “generación del
año 20 ha conformado el tipo chileno del ‘intelectual de izquierda’, pero de una
izquierda no oficial, sino permanentemente en crítica del orden social existente,
crítica mordaz de la vieja aristocracia; de la nueva plutocracia, del clero...”583.
580
En 1921 se fundó la Confederación de Estudiantes Revolucionarios, también
denominada “Soviet de Estudiantes”, donde se reunieron las siguientes agrupaciones
anarquistas: Lux (Medicina), Espartaco (Bellas Artes), Renovación (Leyes), Insurrección
(Economía) y Rebelión (estudiantes secundarios).
581
Para Manuel Barrera: "Si en Argentina, Perú y otros países, los estudiantes fueron de lo
universitario a lo social; en Chile acontece que lo primero fue lo social y lo político, lo
secundario en el tiempo y en la preferencia, fue lo universitario", en La Universidad
Chilena: Una Reflexión Permanente, s/ref.
582
Eduardo Valenzuela: Historia de la FECh, op. cit., p. 130.
583
Mario Góngora: Ensayo Histórico sobre la Noción de Estado en Chile, Editorial
Universitaria, Santiago, 1986, pp. 124-125.
275
II.- Revista Claridad y la construcción de un modelo de juventud
La revista Claridad estuvo en circulación entre Octubre de 1920 y 1927. La
historia de la prensa estudiantil no nace con ella, por el contrario, ésta es la
última expresión de este primer período de la FECH, que va desde su fundación
hasta su autodisolución en 1924. Ya en 1907, a sólo un año de la creación de la
organización estudiantil584, se funda el primer medio, el que, sin embargo, tiene
un carácter transitorio (salen sólo dos números). El Pito –así se llamaba esa
primera revista- nace, como ya lo dijimos, al calor de las luchas contra el
proyecto de los conservadores que buscaban limitar el laicismo en la educación.
De ahí las características de este medio, satírica y de combate, una revista de
barricada, acorde con las motivaciones que la acompañan.
En 1911 surge la revista Juventud, la que al nacer en un período de
predominio de las posturas laicas en la Federación representará estos intereses y
motivaciones. Sin embargo, su vida es muy corta, editándose tan sólo unos
pocos números. En 1915, y durante la presidencia en la FECH de Carlos
Gutiérrez, surge el que sería el primer órgano oficial de la Federación. El
carácter continúa siendo similar a su antecesora y tampoco es capaz de
sobrevivir largo tiempo.
Como ya se ha planteado, 1918 es un año crucial para la Federación, y el
cambio vivido por la organización estudiantil se expresará en el nacimiento de
una revista que también lleva por nombre Juventud585. Acorde al nuevo
momento que está viviendo la Federación, la revista responderá a los patrones y
lineamientos que rigen la organización bajo la presidencia de Santiago Labarca.
Por un “gesto de dignidad herida” –como posteriormente lo llamará Humberto Verasurgirá en 1906 la Federación de Estudiantes de Chile. El 6 de Agosto de ese año se debía
realizar un homenaje oficial en el Teatro Municipal, a los médicos y estudiantes de
medicina que el año anterior habían combatido la epidemia de viruela que asoló a
Valparaíso. Por decisión de los organizadores, los estudiantes y sus familias sólo
obtuvieron entradas de segundo orden (galerías), reservando los asientos y palcos de
mejor ubicación a miembros del gobierno, parlamentarios, diplomáticos y familias de la
aristocracia, ante lo cual -y por el hecho de ser ellos los homenajeados- decidieron hacer
sentir su descontento negándose a recibir la medalla y abucheando durante todo el acto.
Después de los sucesos del Teatro Municipal, los jóvenes se reúnen, sacan declaraciones
públicas, organizan el primer paro estudiantil del cual se tenga conocimiento y hacen un
llamado público a los estudiantes del país a formar una Federación. Ver Humberto Vera:
op. cit.
585
Aún cuando se suele mencionar que esta es la segunda etapa de aquella aparecida en
1911, en sus orientaciones ideológicas, así como en sus formatos, modos, lenguajes y
estructura difieren profundamente.
584
276
La revista tendrá una salida irregular, con cerca de 200 páginas por número y su
tirada –según datos publicados en Claridad- será de 6 mil ejemplares como
promedio, llegando incluso a los doce mil en la edición que sale para las Fiestas
de la Primavera. Su formato corresponde a una publicación de divulgación de
artículos, literatura, trabajos y documentos de una extensión importante, pues no
buscan un posicionamiento como un medio de barricada.
Cuando sale Claridad ésta no viene a disputarle el espacio a la revista
Juventud, por el contrario, lo que parece haber ocurrido es que se produce un
proceso de complementación entre ambas revistas. Siendo los dos medios
reconocidos como órganos oficiales de la Federación, y compartían un mismo
público, se posicionaban de un modo diferente, no tanto en lo ideológicopolítico, sino que en lo referido a los formatos, estilos y objetivos. Esto permitirá
que la revista Claridad sea utilizada también como un espacio de difusión de la
revista Juventud, detallando sus contenidos, avisando el momento de su salida,
usándola para enviar recados a los agentes de venta y a los avisadores, etc.586.
En definitiva, Claridad viene a ocupar un espacio que no está cubierto por la
revista Juventud, con la que mantendrá una relación más de complementación
que de competencia. Algo similar observaremos en la relación que establecerá
Claridad con otros medios de prensa –estudiantiles u obreros-, pues respecto de
ellos hará profusa difusión en sus páginas, avisando la llegada de determinados
periódicos o revistas, e invitando a los lectores a comprar estos medios. Esto
ocurre, por ejemplo, con los periódicos Acción Directa de la IWW y Federación
Obrera de la FOCH o con las revistas Rebelión y Spartacus, editadas por
pequeños grupos de vanguardia nacidos a partir del año ’20.
Claridad se piensa a sí misma ocupando un lugar al interior de un espacio
público plebeyo, ayudando al desarrollo de una prensa alternativa al régimen
existente, que no responde a los criterios de una prensa burguesa, y que, por
tanto, no funciona bajo los criterios de la competencia mercantil. Esto permitirá,
como ya lo dijimos, que en sus páginas se difundan otros medios de prensa, en
tanto exista con ellos una cierta comunión doctrinaria y vengan estas revistas y
periódicos a fortalecer esta opinión pública que luchará “por el advenimiento de
un régimen justo y libertario”, pues “en tanto más publicaciones haya que
persigan este objeto, más extenso se hará el surco para la simiente luminosa.”587
Serán frecuentes avisos como estos: “Lea Ud. el próximo número de ‘Juventud’. La
revista de la Federación insertará en ese número artículos, fotografías, documentos
sobre los últimos vergonzosos acontecimientos que provocó el Terror Blanco en Chile”;
“A Raúl Berges se le ruega pasar por la Redacción de Juventud a fin de devolver un
talonario que se le dio para contratar avisos de esta Revista”, Claridad, Nº 3, 26 de
Octubre de 1920, pp. 5-6.
587
Ibíd.., p. 6.
586
277
La revista estudiantil sale a la luz pública el 12 de Octubre de 1920, en un
momento político álgido, poco tiempo después de los funerales de Gómez Rojas
y cuando decenas de estudiantes y obreros se encuentran detenidos, producto de
la investigación llevada a cabo por el juez Astorquiza en el proceso de los
subversivos. Este ambiente general –suponemos- trae como consecuencia que la
aparición de esta revista no pase inadvertida, lo que se traduce en una buena
venta, permitiéndoles sacar cuatro ediciones del primer número.
Desde un comienzo, la revista hace explícito el lugar que desea ocupar,
señalando quiénes son sus interlocutores, sus enemigos, sus aliados, etc. Es así
como, en el primer número de la revista, plantean que “Claridad pretende aunar
la labor de intelectuales y obreros”, pues los “unos darán la semilla, los otros la
sembrarán y cultivarán; todos recogerán la semilla”. De este modo, dejan
claramente establecido a quienes va dirigida su obra y dónde la cooperación de
la revista puede ‘ser más eficaz’.
Sin embargo, en esta declaración inicial se deja traslucir una cierta
concepción iluminista sobre la práctica política del mundo intelectual, donde le
“corresponde al intelectual dar a los trabajadores los materiales necesarios
para que puedan dirigir su labor renovadora y hacerla fecunda”. Pese a que
reconocen que el objetivo de la transformación social -por la cual dicen luchares “que el hombre sea al mismo tiempo un intelectual y un obrero, un trabajador
del cerebro y del músculo”588, no logran distanciarse de un cierto vanguardismo
iluminista que los caracterizará durante todo el período.
Sostienen más adelante, que intelectuales y estudiantes deben asumir el lugar
que les corresponde, que no es otro que adoptar el compromiso con los “más
humildes”. Aquí la figura de ciertos intelectuales europeos y americanos se
constituirán en un modelo que será continuamente difundido en las páginas de la
revista, en tanto éstos habrían señalado el camino por el que debieran transitar
intelectuales y estudiantes chilenos. José Ingenieros, Miguel de Unamuno,
588
Ibíd.., Nº 1, 12 de Octubre de 1920, p. 2. Sin embargo, este carácter de vanguardia
iluminada que se señala para intelectualidad en general, no es un concepción asimilada
solamente por éstos –siendo completamente externa al mundo popular-, por el contrario,
pensamos que a cierto nivel se había convertido en un sentido común que también era
compartido –al menos en una parte- por los sectores obreros. Por ejemplo, en unas cartas
enviadas a Claridad rechazando el nacimiento de la Federación “Fiscal”, algunas
organizaciones obreras señalan lo siguiente: (la Unión en Resistencia de Estucadores) “se
declara una vez más abiertamente partidario de los que componen la vanguardia del
movimiento revolucionario en este rincón de la humanidad. La Federación de
Estudiantes de Chile encarna (...) lo más puro de nuestros ideales de emancipación y
bienestar social”, Nº 37, p. 5.; la Unión en Resistencia de Laboradores en Maderas saluda
“que el músculo y el cerebro se han unido para apresurar el advenimiento de la justicia
social”, Nº 37, p. 5.
278
Máximo Gorki, H. G. Wells, Romain Rolland y muchos otros, serán
continuamente publicados en la revista. Incluso, el propio nombre de la revista
fue puesto en honor del grupo de intelectuales franceses Claridad, formado –
entre otros- por Anatole France y Henry Barbusse, quienes en Francia “son (...)
los que enarbolan el rojo pendón de la igualdad, la fraternidad, la libertad”589.
De este modo, el mensaje de la revista será, por un lado, llamar a los
intelectuales (quienes “han parecido ignorar el gran movimiento redentor”590) y
a la juventud a colocarse a la cabeza de las luchas por el cambio social,
entregándole al proletariado aquellas herramientas de las que éste carece; y, a los
obreros, respecto de quienes mantendrá una postura equívoca, pues, por un lado,
los alabará por ser los constructores principales del nuevo orden social (el de los
productores), al mismo tiempo, que se referirá despectivamente a muchos de
ellos por no responder a tamaña misión histórica. Este teleologismo se encuentra
presente en toda la revista, difundiendo un determinado deber ser para los
diferentes actores sociales que serán los protagonistas del nuevo orden social. De
ahí que en sus páginas se tiendan a realizar divisiones maniqueas entre quienes
responden y quienes no, a este ideal y al futuro que en él va prometido. Pues si
bien el porvenir es de las ideas progresistas, se necesita de la acción y la
voluntad de los sujetos para producir la llegada del nuevo mundo, abandonando
con esto posiciones evolucionistas, representadas en Chile por posturas laicas,
positivistas o social-demócratas. El programa de Claridad es, por tanto, difundir
las ideas de redención social y estimular a obreros e intelectuales a que marchen
unidos en pos de la transformación de nuestra sociedad. Para esto, señalan que
su actitud “desprejuiciada y anhelosa de libertades efectivas” –proposición que
en algo nos recuerda al Manifiesto de Córdoba-, los llevará a “ejercer la crítica
de las instituciones y de los métodos”591. Son, en definitiva, un medio para la
difusión del mundo que vendrá.
Esto se traducirá en una revista principalmente doctrinaria, de combate y
barricada, la que tocará aquellos temas que serán centrales para la configuración
de la identidad de esta generación de estudiantes: la relación con los sectores
obreros, el americanismo, el internacionalismo, la guerra y el pacifismo, la
crítica al orden social y político, la relación con los movimientos de renovación
en el arte y la literatura, etc. Tal como señala Eduardo Valenzuela, “En Claridad
(...) se libran todas las batallas imaginables contra el poder, así sea en el campo
de la poesía (con la crítica de los Ateneos y poetas consagrados, excluyendo a
la Mistral), del sexo (con la defensa de la libertad sexual y del erotismo) o de la
589
Ibíd.., Claridad Nº 1, 12 de Octubre de 1920, p. 2.
Ibídem.
591
“Nuestro Revisionismo”, Claridad N° 2, Octubre de 1920.
590
279
política (donde la crítica abarca al régimen parlamentario, al reformismo
alessandrista, a los partidos obreros y al propio bolchevismo”592. Esto es lo que
convierte a esta revista en central para la comprensión del movimiento
estudiantil de aquellos años.
¿Cómo era la revista?
En sus primeros años la revista mantuvo un estilo y un formato relativamente
estable, teniendo sólo pequeñas variaciones, que correspondieron a cambios de
matices y acentos, notándose particularmente en variaciones coyunturales a
favor o en desmedro de un determinado enfoque, temática o estilo. Sin embargo,
esto que planteamos, corresponde sólo al período en el cual la revista estuvo
vinculado a la FECH. Después de 1924 –año en que la FECH se autodisuelveClaridad cambia su enfoque, transformándose en una revista literaria, producto en buena medida- de la represión existente durante el gobierno de Ibáñez, pero
también por la inexistencia de un movimiento estudiantil propiamente tal.
En sus primeros números la revista contaba con diez páginas, las que se
verían reducidas a ocho luego del Nº 13, lo cual se explica por la reorganización
de la publicidad al interior de la revista. Si originalmente ésta ocupaba entre dos
y tres páginas, posteriormente los avisos comerciales tenderán a ser incluidos
junto con el texto, eliminándose por un buen tiempo las páginas destinadas
exclusivamente para publicidad. Descontando esto, tanto el formato general de
la revista, como su cantidad de páginas permaneció estable durante un largo
tiempo.
La revista aparecía todas las semanas, aunque hubo épocas donde ésta salió
cada quince días. El verano detenía la actividad de la revista, y si el primer año
esta suspensión no mereció ningún aviso previo a los lectores, durante el período
estival siguiente explicaron que no la editaban por falta de ánimo ni de
entusiasmo, sino que como “desaparecerá la actividad” era preferible tomar un
receso, pues “no sabemos aún glosar las horas vacías”. Esto se debe también al
nuevo carácter de los estudiantes cercanos a la Federación –mesocráticos y
provincianos- pues “los compañeros que contribuyen a la confección intelectual
y material del periódico tienen que regresar a sus hogares”593. Pese a estas
suspensiones veraniegas la regularidad en la edición fue la tónica de la revista.
Otra de las características básicas de esta revista fue la creación de un estilo
propio y distintivo, que fuera identificable y coherente con las motivaciones
592
593
Eduardo Valenzuela: Historia de la FECH, op. cit., p. 109.
Claridad, Nº 48, 24 de Diciembre de 1921, p. 3.
280
doctrinarias. Desde su aparición, Claridad buscará impactar y remecer, y para
esto usará generalmente un lenguaje directo, y en ocasiones, inclusive mordaz e
irónico. Esto se hará evidente desde su primer número, cuando utilizando las
propias acusaciones de las que eran objeto, culpan a los distintos poderes del
Estado por la muerte del poeta José Domingo Gómez Rojas:
“¡Nosotros los antipatriotas, los subversivos, acusamos en nombre
de la Justicia y de nuestra dignidad de Hombres Libres, que
vosotros los que formáis el Parlamento, vosotros los que
pertenecéis a la prensa, vosotros los que estáis en la Administración
Pública, estáis sembrando la anarquía y estáis debilitando el
patriotismo”594
La revista demostrará ser particularmente dúctil en el manejo y exposición del
lenguaje. Conviviendo con aquella escritura directa y desafiante, encontramos,
por ejemplo, lenguajes poéticos y cargados de figuras retóricas, como cuando
refiriéndose a la juventud nos dicen que: “tus músculos, hinchados de cóleras
divinas, golpean el rostro de la iniquidad”595. También será característico de
Claridad una escritura que interpela, que señala a un sujeto y le habla
directamente: “Te sientes fatigado. La tarea es mucha y el descanso es poco. Sí,
pero tú nada haces para que esto no continúe”596. Nos encontramos también en
sus páginas con un lenguaje cientificista, argumentativo, centrado en la potencia
de la razón y en la fuerza de las ideas expuestas. No en vano la revista tendrá por
subtítulo: “Periódico Semanal de Sociología, Arte y Actualidades”. En fin, esta
multiplicidad de registros caracterizará a la revista, permitiendo que convivan
escrituras muy diversas entre sí, sin afectar la imagen de conjunto de la revista.
Si antes habíamos hablado de regularidad en el formato y en el estilo, las
secciones no tendrán tal característica. Por el contrario, serán pocas las que se
mantengan durante largo tiempo. Tampoco es posible encontrarlas siempre en
los mismos lugares de la revista o en ediciones sucesivas. Nacen, desaparecen y
reaparecen con suma facilidad, sin mayores explicaciones al lector, lo que puede
estar asociado a las características propias de la revista, hecha fundamentalmente
en base a colaboraciones y con poco personal estable. Esto se observa incluso en
la columna editorial, la que era firmada por personas distintas (M. J.
Montenegro, González Vera, Rudecindo Soto, etc.) o simplemente anónima en
muchos números. Este espacio era utilizado tanto para tratar diferentes temas
594
Claridad, Nº 1, 12 de Octubre de 1920, p. 1.
Claridad, Nº 2, 16 de Octubre de 1921, p. 1.
596
Claridad, Nº 45, 3 de Diciembre de 1921, p. 1.
595
281
que parecieran de actualidad (los procesos contra los subversivos, las próximas
elecciones parlamentarias o para referirse al programa de Alessandri), para tratar
temas de interés general (organización de un Partido de clase o para hacer
observaciones sobre la justicia), como también para servir de espacio para la
difusión de acuerdos o discusiones que ocurrían al interior de la Federación.
La portada será quizás la parte más representativa de la revista, y la sección de
la misma que mostrará mayor continuidad. Durante los primeros años, su
formato no varió en forma importante, componiéndose de un dibujo o una
caricatura, que buscaba representar una determinada temática: la miseria, la
guerra, el “circo de la política”, la explotación, etc. Junto a éstos aparecía el
“Cartel de Hoy”, que era un texto destinado a tratar el tema que aparecía
representado en el dibujo central.
Acorde con la orientación obrerista impulsada por Claridad, una de las
secciones relativamente estable será la Crónica Obrera, donde se comentarán
noticias de actualidad del mundo obrero y, al mismo tiempo, será utilizado como
medio de difusión de las actividades de las diferentes organizaciones proletarias.
También será importante en la revista la gran cantidad de ensayos y crónicas que
tendrán como marco referencial al mundo popular y las organizaciones obreras,
las que, sin estar incluidas en ninguna sección en particular, corresponden a
buena parte del material publicado cada semana. Así encontraremos título tales
como: “Por la independencia de los sindicatos” (Nº 48), “Sin Trabajo” (Nº 47),
“Encuesta sobre el proyecto de formación de un Partido Laborista” (Nº 8), “La
Acción Directa y las Huelgas” por González Vera (Nº 27), “El Derecho de
Huelga y la Libertad de Trabajo”, por Juan Gandulfo (Nº 33), etc.
Respondiendo a las pretensiones de renovación en el arte y la literatura, el
espacio dedicado a estas actividades será significativo, aunque tenderá a
disminuir en el tiempo. “Los Nuevos” será la sección dedicada a la difusión de
noveles escritores, donde además de hacer una pequeña reseña de la persona, se
presentarán algunos textos, básicamente poemas597. Algunos de los que aparecen
mencionados en esta sección son: Juan Egaña, Alejandro Vásquez, Pablo
Neruda, González Vera, Gómez Rojas, María Villagrán, etc. También
aparecerán pequeñas noticias de los movimientos vanguardistas europeos y se
difundirán reportajes sobre teatro, música, pintura, etc.
La actualidad dará nacimiento a una sección llamada Kodak, en la que se
presentarán en forma breves las noticias de la semana, caracterizando a este
597
En la parte dedicada a la literatura, al teatro y otras manifestaciones culturales
escribirán, entre otros, González Vera, Pablo Neruda, Joaquín Edwards Bello, Oscar
Segura C., Roberto Meza Fuentes, Martín Bunster, Pedro Sienna, Raúl Silva Castro
(firmaba como Fernando Osorio), Víctor Barberis C., Rudecindo Ortega, Daniel de la
Vega, etc.
282
espacio más que la entrega de información, los comentarios irónicos que se
hacen sobre los hechos presentados. Otra sección será el “Diccionario” a cargo
de Pravda, donde se desarrollará un tema a partir de la letra del abecedario que
corresponda. Ahí se tocarán temas tales como Orden, Patria, Libertad,
Progreso, Justicia, etc.
Pese a no haber cimentado alguna sección en particular, la problemática
internacional posee gran relevancia al interior de la revista. Dentro de esto, la
revolución rusa y los movimientos reformistas americanos (en especial, el
argentino) acaparan el espacio dedicado al ámbito internacional. De estos
últimos, se reproducen declaraciones, reportajes de periódicos universitarios, etc.
Mientras que la revolución rusa amen de los continuos reportajes sobre los más
diversos aspectos (organización de la producción, dictadura del proletariado,
educación, sexualidad libre, etc.), será motivo de un número especial para
analizar “el nuevo Sol que brilla en el Oriente, en Rusia”. Acorde con la fuerte
influencia libertaria al interior de la revista, la primera opinión expresada en la
revista sobre la revolución rusa tiende a cambiar radicalmente, de aquel sol que
brilla y que invita a los ‘humildes’ a seguir el ejemplo de los soviets, se pasará a
una mirada profundamente crítica que ve con recelo la dictadura del proletariado
y la centralidad del partido bolchevique, en desmedro de la acción directa de los
sindicatos en tanto asociaciones naturales de los “productores”.
Esto se complementa con la fuerte presencia que los asuntos doctrinarios
adquieren en la revista, en primer término buscando participar de las principales
discusiones que el propio movimiento estudiantil está dando, ya sea en la
discusión sobre diversos tópicos del anarquismo, del sindicalismo, sobre el
partido de clase, sobre la participación electoral y los métodos de lucha, etc.
Frecuente fue, por otro lado, que la revista publicara artículos recogidos de
otras revistas o periódicos, señalando la necesidad de que los lectores se
familiarizaran con otras discusiones. Llama la atención la creación de espacios
abiertos a la participación del lector, denominados encuestas, que refiriéndose a
algún problema en particular tenían amplia adhesión por parte del lector,
principalmente de organizaciones sociales obreras e intelectuales.
No podemos dejar de mencionar la enorme presencia de textos, ensayos y
artículos de pensadores europeos y americanos, provenientes de distintas
corrientes ideológicas y políticas. Así nos encontraremos con artículos de Enrico
Malatesta, Henri Barbusse, Anatole France, Máximo Gorki, José Ingenieros,
Nadez Krupskaya (esposa de Lenin), Pío Baroja, Miguel de Unamuno, León
Trostky, etc. En cierto sentido, publicar a estos autores en Claridad era
coherente con la pretensión de los redactores al comenzar a publicar la revista:
estimular y provocar a la intelectualidad chilena para que asumiera su papel en
la progresión de las nuevas ideas. En tanto que modelos, estos autores –más allá
283
de sus diferencias doctrinarias- señalaban un camino de independencia crítica y
de cuestionamiento al orden social.
En cierto modo, Claridad se convirtió en una plataforma donde desarrollar
parte importante de estos debates, invitando a la discusión y al diálogo sobre
problemas considerados relevantes para estudiantes, intelectuales y obreros. Así
se desarrollaron encendidos debates sobre los más diversos temas: la
importancia de Gabriela Mistral para la literatura chilena, la pertinencia de un
partido político que agrupara a las organizaciones obreras, la declaración de
principios de la Federación, etc. Estos y muchos otros tópicos fueron
desarrollados en las páginas de Claridad, generándose –a un cierto nivel- un
espacio simbólicamente mediado de encuentro y discusión entre actores
diferentes. De ahí la importancia de esta revista en el desarrollo del movimiento
estudiantil del año ‘20, por cuanto contribuyó a la articulación de ciertos núcleos
de sentido que constituyeron esta generación de estudiantes.
Estrategia comercial y publicidad: la dura lucha por la sobrevivencia
En el primer número de la revista -en un cuadro aparecido en la última hojalos redactores exponen con claridad las pretensiones generales que los mueven:
“Convencidos de la necesidad imperiosa de que los intelectuales de
Chile cuenten con un órgano de publicidad donde expresar sus
ideales estéticos y sociales libremente, ofrecemos al público un
periódico que con el nombre de Claridad será el vocero valiente y
desprejuiciado de las aspiraciones de renovación y de justicia que
caracterizan el momento actual”598
De este modo, al tiempo que señalan las motivaciones que hacen urgente su
nacimiento, dejan en evidencia que esta revista se ubica explícitamente en un
determinado lugar del espectro ideológico, lo cual se resume en la pretensión de
responder adecuadamente a una determinada misión: ser vocero de las ansias de
renovación. Esta operación de instalación implicará no sólo un determinado
enfoque en el contenido de la misma, sino que traerá consecuencias importantes
para la estrategia comercial a seguir para poder sostener la revista en el tiempo.
Una característica de la revista –y de parte importante de la prensa obrera- es
la búsqueda por lograr la identificación del lector con el medio, lo que se
expresaba, en este caso, en indicar explícitamente que la suerte de Claridad
598
Claridad, Nº 1, 12 de Octubre de 1920, p. 8.
284
dependía del compromiso de los lectores. La revista parte del supuesto que esta
relación con quienes los leen se sostiene en la identificación ideológica, por lo
que hacen constantes llamados a que éstos se suscriban y que ayuden a difundir
la revista, así como a incorporar nuevos lectores y suscriptores, apelando a la
comunión de ideas e intereses:
“Lector: Ud. Tiene un amigo que participe de sus ideales, dígale
que somos pobres y que necesitamos suscriptores. El valor de la
suscripción es de $10. Escríbanos y le mandaremos un recibo”599
Este llamado apelando a la comunión doctrinaria entre lectores y revista, se
hace extensivo al momento de solicitar ayuda de casas comerciales, negocios u
otro tipo de avisos comerciales:
“Compañero Comerciante: Si Ud. simpatiza con nuestra causa,
ayúdenos a costear la publicación de nuestro periódico, publicando
en nuestras páginas comerciales un aviso de su casa. Escríbanos y
nosotros lo visitaremos”600
Sin embargo, la publicidad en un inicio no parece haber respondido a este
llamado que apelaba al compromiso ‘ideológico’, y si bien llegó en una cantidad
importante, parece más factible pensar que las casas comerciales utilizaron este
espacio como un lugar más para difundir sus productos y negocios. Encontramos
en los primeros números avisos comerciales de una de las más importantes casas
comerciales: la Casa Gath y Chávez. Junto a ella, podemos ver numerosos
avisos de sastrerías (Falabella, High Life Tailor S., Casa Muzard, London
House, L’ Avenc, New York, Sastrería Avendaño, José Otero y Cia., etc.), de
boticas y farmacias (Farmacia Blanco, La Botica Italiana), de artículos de
música (Grim y Kern), de cafés (Astoria y Glenz) etc. Posteriormente se
agregarán avisos comerciales de los Bancos Español de Chile y de Francisco
Muñoz de Arce, junto al inicio de una sección en las páginas comerciales
llamada “Guía de Profesionales”, en la que abogados, médicos, ingenieros, etc.
ofrecerán sus servicios.
La publicidad en los primeros números (de los números 1 al 12) ocupaba una
página completa al inicio y una o dos al final de la revista. Los avisos en su
mayoría eran de pequeño tamaño y escritos, pues rara vez se utilizaba algún tipo
de dibujo o gráfica. El principal recurso usado para atraer la atención del lector
599
600
Claridad, Nº 4, 31 de Octubre de 1920, p. 4.
Ibíd..
285
era el juego e intercambio de tipos y tamaños de letras, más el uso de ciertas
palabras que resultaban acordes con la orientación y el público mayoritario de la
revista. Así, por ejemplo, un aviso de yogurt comenzaba con la palabra
“revolución” en letras grandes y en mayúscula, para luego en letras pequeñas
indicar que éste alimento contiene ‘bacilos búlgaros’ que ayudarían a la
digestión. Sin embargo, lo más recurrente en los avisos publicitarios es el
anuncio de que se harán descuentos especiales a estudiantes y federados601.
Pese a que la cantidad de publicidad aparecida en la revista no parece ser
pequeña, en el número 13 de ésta, los redactores colocan un aviso donde señalan
que limitarán los avisos publicitarios a sólo media página del total de la revista,
“atendiendo a que el tiraje de Claridad mantiene el periódico”602. Señalan que
las páginas ocupadas anteriormente por la publicidad serán ahora ocupadas por
material de lectura, lo que –sin embargo- no ocurrirá, perdiendo la revista dos
páginas, quedando en sólo ocho.
El principal medio desarrollado por Claridad para asegurar un buen flujo de
venta, fue impulsar una estrategia que, por un lado, ponía énfasis en el
contenido, y por otro, buscaron hacer uso de la imagen existente en otros
sectores sociales en torno a los estudiantes desde otros sectores sociales.
Queremos decir con esto que aquel estereotipo construido sobre ellos, que los
señalaba como subversivos, iconoclastas, irreverentes, etc., fue utilizado por
Claridad como un medio de posicionamiento en el espacio público, asegurando
de paso una mejor venta de la revista. Por ejemplo, en el número 15
correspondiente al 7 de Mayo de 1921 se anuncia que el próximo 1º de Junio se
editará un número extraordinario: “dedicado al Senado de la República. ¿Se
imaginará Ud. lo que va a decir Claridad del Senado? Cómprelo a primera
hora, antes que se agote”603.
Como decíamos anteriormente, otro medio de llamar la atención fue el uso de
llamativas caricaturas y textos en su portada. En el número 9 apareció en la
portada la adaptación de un cartel publicado por el grupo Insurrexit de
Argentina:
“Oiga Ud. que pasa... Es Ud. un cobarde. Así redondamente. (...)
Ud. que está leyendo esto, sea quien fuere ¿Se ha fijado cómo vive?
¿Qué es lo que hace todos los días? Calla cuando le conviene. Se
Continuamente en los avisos publicitarios aparecen frases tales como: “Gran Descuento
a Estudiantes” (Sastrería Ecuatoriana), “Si Ud. es federado obtendrá un descuento
considerable” (Sastrería L’ Avenç), “Descuento a los Federados” (Librería Calleja), etc.
602
Claridad, Nº 13, op. cit., p. 3.
603
Claridad, Nº 15, op. cit., p. 8.
601
286
arrima siempre al más fuerte. Opina como todo el mundo. (...) a ver
revise su vida. Mañana o pasado muere Ud. y para qué ha servido.
¿Sabe lo que es esta sociedad en que vivimos, la sociedad
capitalista? ¿Sabe lo que es el régimen que nosotros preconizamos
y que Ud. retarda? Ud. piensa, sin duda, como El Mercurio, La
Nación, El Diario Ilustrado, etc., (...) Aprenda, hombre, Ud. mismo.
No sea un muñeco. Tenga vergüenza. Use su propia cabeza, para
eso la tiene. Averigüe, entérese. No sea miedoso...”604
De cierto manera, parte de la estrategia comercial de la revista consistía en
remecer e impactar, lo que muchas veces implicaba –como en el ejemplo recién
mencionado- interpelar directamente al lector. Esto lo hicieron apelando, por un
lado, al público en general (“¡Oye Hermano: te han mentido! No sólo el amor es
fecundo, el odio también lo es”605), como también a un actor en específico.
Cuando se hizo esto último, fue de preferencia al obrero y al trabajador a quien
se dirigió la revista:
“¡Trabajadores de Chile!: Quien quiera que seas, queremos
hablarte, hablar a tu corazón y tu conciencia (...) Sí, hermano,
compañero, es preciso que mires, que ahondes, que palpes cuántos
males, cuántas injusticias pesan sobre ti y los tuyos, para
levantarlos y arrojarlos hecho un puñado de protestas y rebeldías a
los que hacen de tu existencia una eternidad de angustias y
sufrimientos (...) tu resignación es un crimen, tu pasivismo una
cobardía, y por ello es que la burguesía, y a tu costa, remacha aún
más la cadena de tus sufrimientos”606
De este modo, la definición de un estilo particular e identificable, las formas y
modos de argumentar y los contenidos dispuestos en cada una de las revistas,
tenían también –como es lógico- un objetivo comercial, que buscaba
principalmente hacer viable como proyecto de largo plazo la revista estudiantil,
toda vez que las entradas por concepto de publicidad se habían reducido a poco
andar.
Un medio de compensar las pérdidas provocadas por la menor publicidad fue
aumentar y mejorar el servicio de suscripciones, especialmente en provincias.
Pues a medida que la revista fue creciendo el servicio de venta se tuvo que ir
604
Claridad, Nº 9, op. cit., p. 1.
Claridad, Nº 15, 7 de Mayo de 1921, p. 1.
606
Claridad, Nº 7, 20 de Noviembre de 1920, p. 5.
605
287
expandiendo, y al no contar previamente con un circuito de distribución
expedito, tuvo que recurrir -especialmente en provincias- al uso de agentes,
quienes se hacían cargo de conseguir suscripciones y de vender los ejemplares.
Sin embargo, este sistema frecuentemente no funcionaba con fluidez y los
resultados de las ventas solían demorar en llegar a las oficinas de Claridad en
Santiago. Otras veces, sin embargo, se producían demoras en el reparto de las
revistas a las provincias, lo que era atribuido a atrasos en el servicio de correos,
pues, como dirían irónicamente, “los empleados del correo tienen tanto interés
como Ud. en leer nuestro periódico”607.
Es frecuente ver como la propia revista se utiliza para enviarles recados a los
agentes en Provincias, para que no demoraran la entrega del dinero: “A nuestros
agentes en provincias: En adelante las cancelaciones deben hacerse en la
semana siguiente al recibo y venta del periódico. Claridad no cuenta con capital
y su vida depende del éxito de su venta”608. Sin embargo, los problemas con los
agentes se mantendrán durante todo el tiempo, provocando serios problemas
económicos a la revista. En el número 14, se señala que el “compañero José
Romo, de Valparaíso, queda (...) desautorizado como agente y encargado de
contratar suscripciones, por la forma poco correcta en que se ha conducido
hasta hoy”609. Como un modo de solucionar los constantes problemas, la revista
decide finalmente publicar los nombres de los agentes que no hubieran cumplido
con sus obligaciones, pues si bien “sentimos adoptar esta determinación (...) a
ello nos obliga la informalidad con que han procedido algunos agentes, que
parece que no se dan cuenta del daño enorme que su desidia ocasiona a la
propaganda”610. Pese a esto, los problemas de distribución de la revista al
parecer no mejoran substancialmente, llegando incluso a colocar avisos
solicitando nuevos agentes.
Hacia finales de 1921 la situación económica del periódico se torna compleja,
lo que se debería –como lo venían expresando durante los dos últimos años- a
“la informalidad de los agentes”611. Pero esto también tiene relación con el
carácter de la revista, pues dado que los periódicos “cuando no tienen una base
comercial, cuando no cuentan con avisos están condenadas a fracasar
irremisiblemente”612. Sostienen que con “sacrificios incontables” han logrado
editarlo con regularidad, pero que se ven obligados a realizar un llamado a los
lectores a fin de evitar el cierre de Claridad:
607
Claridad, Nº 8, op. cit., p. 7.
Ibíd., p. 4.
609
Claridad, Nº 14, op. cit., p. 9.
610
Claridad, Nº 19, 4 de Junio de 1921, p. 8.
611
Claridad, Nº 43, 19 de Noviembre de 1921, p. 7.
612
Claridad, Nº41, 5 de Noviembre de 1921, p. 5.
608
288
“Nuestros amigos deben suscribirse, deben servirnos de agentes y
deben prestarnos todo el apoyo material que necesitamos (...) Los
que quieran evitar la suspensión del periódico deben contribuir
como puedan a una colecta que desde este momento dejamos
abierta”613
El llamado público tiene eco en algunas organizaciones sociales y
estudiantiles las que se comprometen públicamente a ayudar a la revista614. La
Federación de Obreros y Obreras del Calzado decide organizar una “Gran
Velada Artístico-Literaria a Beneficio de Claridad”, a realizarse el Sábado 17 de
Diciembre de 1921 en la sede de esa organización. Esta crisis coincide con la
llegada de las vacaciones las cuales aprovechará Claridad para recomponer sus
fuerzas, y fortalecerse económicamente.
En buena medida, las constantes crisis son resultado de las opciones tomadas
desde un comienzo por la revista –cuestión de la que se encuentran conscientes-,
pues, como expresarían repetidamente, la pretensión de ser un periódico de
educación, crítica y difusión doctrinaria implicará tener “que vivir con
angustias”615. Pese a esto, en un primer momento Claridad fue un medio que
logró reunir una cantidad importante de avisos y publicidad, por lo que resultó
extraño que dejarán de contar con ese avisaje. Obviamente a partir de ahí la
situación económica de la revista se torna difícil, se repiten los llamados a los
agentes y se solicita mayor compromiso de parte de los lectores. Las dificultades
económicas serán una constante en el medio estudiantil, aún cuando logra
sobrevivir varios años más (1927), incluso después de la propia disolución de la
FECH.
II.- Revista Claridad: representaciones sociales en torno al ‘ser joven’
613
Claridad, Nº 43, op. cit., p. 7.
El Grupo Universitario Lux, quienes habían sido muy críticos de la labor de la
Federación, sostuvo: “se hace evidente la importancia de este periódico en la lucha
social del país, al considerar su labor de constante difusión de los nuevos principios, de
los nuevos conceptos, de las nuevas normas de vida. (...) ayudemos camaradas a
Claridad, único vertedero de nuestro puro amor por la causa de los buenos en este
mundo”, “Manifiesto del Grupo Universitario Lux: ¡¡Claridad!!”, Claridad, Nº 45, 3 de
Diciembre de 1921, p. 5.
615
Claridad, Nº 41, 5 de Noviembre de 1921, p. 5.
614
289
Mario Góngora en Ensayo Histórico sobre la Noción de Estado en Chile se
preguntaba qué explicaba la importancia que se le ha atribuido a esta generación,
si entre los participantes de la generación del año 20’ no había ningún pensador
de importancia, si muchos de ellos abandonaron posteriormente la participación
política, si sus postulados ideológicos fueron dejados a un lado y la mayoría se
integró al sistema que tanto denostaban. Y, si le reconocemos esta trascendencia,
debemos preguntarnos en qué consiste, cuáles son los elementos que nos
permiten sostener que la impronta que ellos dejaron tendrá influencia durante el
resto del siglo en la construcción de los movimientos estudiantiles. Pues bien, la
generación del año ‘20, será un referente importante a la hora de pensar los
movimientos juveniles y el rol de universitarios e intelectuales en Chile616.
Claridad ocupará en esta construcción identitaria un lugar central, pues sus
páginas permitieron, por un lado, que este sentido común del ser joven se
difundiera; pero, al mismo tiempo, su papel estuvo en ayudar a configurarlo y a
crearlo. Esta identidad se fue completando con influencias diversas,
heterogéneas, y buena parte de éstas transitaron por Claridad y sus páginas. En
tanto lugar abierto para el debate y la reflexión, la revista se convirtió en el
principal espacio de disputa entre estas distintas posiciones.
En primer término, la juventud era vista como “promesa de virilidad
fecunda”617, por lo que se entendía que toda nueva generación traía consigo el
potencial de la transformación del orden establecido. Pues sólo la juventud tenía
la capacidad de cambiar, de crear, de inventar un nuevo mundo; la adultez será,
entonces, sinónimo de permanencia, de continuidad, de muerte en vida. Este
impulso romántico, basado en la potencia creadora del joven, se sostiene –nos
dirán- en la propia naturaleza de las cosas:
“Sí, claro, es triste sentirse viejo. (...) Quedamos solos. Solos, sí,
puesto que nuestro mundo interior, el primer acto de nuestra vida,
se ha ido, se ha muerto. (...) La vida es bella, porque se renueva y
porque sigue. La juventud es primavera, la primavera es vida.
Viejo: ¡Viva la juventud!”618.
De este modo, van instituyendo un ser joven que es naturalmente creador,
que es la esencia de la vida, y –se nos señala- que para que el mundo progrese,
Mario Góngora agrega que “aún cuando no contó con ningún ‘pensador’ (una categoría
típicamente hispanoamericana) de la talla de los hombres de la generación de 1842, ni
de la generación de los años 1930-40, tuvo un rol capital en la tipología intelectual y en
las concepciones políticas y sociales chilenas”, op. cit., p. 126.
617
Claridad, Nº 9, 11 de Diciembre de 1920, p. 3.
618
Claridad, Nº 37, 8 de Octubre de 1921, p. 1.
616
290
éste debe hacer su trabajo. Entonces, nos dirán que el joven es en sí mismo
posibilidad de transformación y cambio social, es malestar con el presente y
esperanza de futuro. Así en el N° 2 de la revista dedicarán sentidas palabras a
la juventud, diciéndole: “Hosanna a Tí, juventud de las rebeliones, optimismo
de la tierra, semilla de redención...”619. Como vemos, desde la revista se
señala que este es también un llamado a la acción, a dejar sentir en un mundo
en crisis la potencia vivificante de la juventud, indicando la necesidad de pasar
del deseo a la realización. En un tono a ratos romántico, y ciertamente
idealista, se dirá: “Cuando la primavera abre su palio de luz y la locura
ilusionada de tu corazón se desborda armoniosamente sobre la monotonía
gris de nuestros días muertos”. El ánimo que trasuntarán las páginas de
Claridad en su primer año serán las de un profundo optimismo, lo que se
expresa en una percepción generalizada de que se estaba en vísperas de un
cambio social de tal magnitud que no sólo afectaría a la sociedad chilena, sino
que también a la civilización occidental –y en particular al continente
americano-. Estamos pisando sobre una revolución dirán los estudiantes de
Córdoba, y ese mismo mensaje se repetirá constantemente en Claridad.
Un primer eje importante para pensar la representación social de juventud
que se construye en Claridad es la consideración de los jóvenes como sujetos
de redención y de vida, señalando que por donde transita extiende “el milagro
de la germinación” y “los mercaderes huyen del templo profanado, bajo la
tempestad de tus anatemas”620. Esto compagina en alguna medida con el
anarquismo que se va haciendo hegemónico entre las filas estudiantiles. Es
decir, este idealismo cuasi religioso también subyace en ciertos sectores
anarquistas y se expresará, en muchas ocasiones, en una rebeldía metafísica,
al decir de Eduardo Valenzuela, la que discutirá los fines del hombre y de la
creación, lo que es una forma “escasamente secularizada de enfrentar el
problema social”621. Por lo mismo, la redención siempre es entendida como un
Apocalipsis, como el momento en que los hombres –en particular los jóvenesse sublevan para instaurar el reino de la justicia.
Este inconformismo juvenil, bohemio y ácidamente crítico de mediados del
‘10 se reunirá con el anarquismo, lo que le permitirá enfocar la mirada y
encontrar una misión histórica que permita desarrollar la “potencia redentora”
de la juventud: la revolución social. Sin embargo, esto no será un proceso
sencillo: devendrán en este camino tensiones y dificultades entre un
619
Claridad, N° 2, 16 de Octubre de 1920, p. 1.
Ibid.
621
Según Eduardo Valenzuela, el poeta José Domingo Gómez Rojas es quien mejor resume
las características asociadas a la figura del rebelde metafísico, en Historia de la FECH,
op. cit., p. 101.
620
291
mesianismo estudiantil y un sector de los estudiantes que se centra en el
intento por desarrollar la ansiada alianza obrero-estudiantil. En un inicio esto
no constituirá una dificultad importante en la conjunción de una voluntad de
cambio al interior del conglomerado estudiantil, sin embargo, una vez pasada
la elección de Alessandri y el asalto al Club de Estudiantes –que demostrará el
costo que se ha de pagar por enfrentar al statu quo- las diferencias se irán
haciendo cada vez más patentes. La débil alianza establecida entre grupos de
estudiantes muy diversos (radicales, positivistas, ácratas, comunistas, etc.)
sostenida en la crítica profunda al régimen parlamentario se ira haciendo cada
vez más feble. Este proceso se verá reflejado al interior de Claridad, pues sus
páginas serán testigos de muchas de las disputas que vivirá el movimiento
estudiantil en su camino de decadencia, el que conducirá a la desaparición de
la FECH primero, y de la propia Claridad después.
Volviendo a la descripción de esta noción de juventud que se instala en
aquel primer año de existencia de Claridad, podemos decir que este
mesianismo juvenil en conjunción con las ansias de transformación social,
tienen en esta revista un campo fértil para su desarrollo. No es casual entonces
que en un comienzo este vínculo entre voluntad de cambio y centralidad de la
juventud como actor socio-político, sea interpretado como fundamental,
instando a los jóvenes universitarios a establecer un mayor compromiso con
los explotados, asumiendo el rol que les cabría en este nuevo contexto
histórico. Así, por ejemplo, le hablarán al joven diciéndole que su “misión” se
ve realizada: “cuando tu verbo, incendiado de amor, va constelando de
luceros las negras rutas infernales de los desheredados”622. En ese sentido,
Claridad hará suya esta labor de reivindicar el valor de lo juvenil y señalará
que para ellos las dificultades y tropiezos deben ser:
“savia joven, primaveral, que encienda más el fuego de nuestra
rebeldía, que haga más fuerte nuestro espíritu, y más alta y vibrante
nuestra protesta viril”
El joven aparece entonces, como la “fuente de luz” que todo lo ilumina, que
“sana las heridas al débil” y que enfrenta “virilmente” al más fuerte. La
crítica al sistema social y político, será la cara más visible de este “combate”
contra los poderosos. El parlamentarismo y los partidos políticos, símbolos de
un mundo viejo y gastado, serán observados con profundo desprecio y recelo,
atacados y vilipendiados por esta juventud que en ella no observa más que
estancamiento y la reacción de una clase que no acepta que el futuro es
622
Claridad, N° 2, 16 de Octubre de 1920, p.1.
292
distinto623. Desde Claridad se insiste en que el lugar de la juventud
universitaria está en la lucha por el cambio social y junto al obrero, lo que
reflejaría sus tendencias “naturales”. Así, si el proletariado tiene la potencia de
la historia (el mundo será de los “productores”, nos dicen), el joven tiene la
fuerza de la palabra y del saber. Por eso le dirán a la juventud, conminándola a
asumir su papel en la historia:
“¡Y tu verba te envolverá en un halo blanco y luminoso, y las
muchedumbres vislumbrarán el único camino: el de la rebelión!
¡Siembra juventud! La tierra es propicia, el momento es único”
La noción de una clase obrera necesitada de “luz”, lo que presuponía una
crítica a ésta por su incapacidad de llevar adelante la revolución social, será un
argumento repetido con insistencia y validará que se considere una y otra vez
a los estudiantes universitarios como vanguardia de la revolución social. En
Claridad se encuentra presente la idea de que en la unión del “cerebro” y del
“músculo”, de obreros y estudiantes, está la promesa del nuevo orden624. Por
eso desde la revista se felicita a la juventud “idealista” por su labor, pues “la
dulce esperanza de una próxima redención habéis sembrado a los cuatro
vientos”625. Esto se expresará además en el recuerdo y valoración constante
que se realiza desde Claridad a labor pedagógica del estudiantado,
instruyendo a los más “desposeídos”, pues su carencia no es sólo material,
sino también moral. De ahí se entenderá que se divulguen en la revista las
distintas conferencias y actividades político-culturales organizadas por los
estudiantes que buscaban instruir a los obreros en distintas materias.
Esta mirada romántica e iluminista de la juventud, que destaca el desinterés
y la entrega, la rebeldía y la constancia, caracteriza, en buena medida, la
noción de juventud que se fue desarrollando durante aquellos años. En este
contexto, el rol de Claridad resulta trascendente, y no es casual que en ella
hayan colaborado los más importantes dirigentes y líderes estudiantiles, así
como parte importante de la intelectualidad joven de nuestro país. La
generación del ’20 se veía a sí misma en una tarea titánica y redentora, pero
que tendría necesariamente sus frutos. Como mencionábamos, la idea de que
se estaba asistiendo al colapso del capitalismo abunda en las páginas de
623
Si bien muchos de los miembros de la FECH pertenecían a la juventud Radical, éstos
vivieron enormes conflictos durante aquellos años con la dirigencia de sus partidos, por lo
cual, sus profundos cuestionamientos al establishment resultaban creíbles para los
estudiantes.
624
Claridad, N° 14, 30 de Abril de 1921, p. 1.
625
Claridad., N° 36, 1° de Octubre de 1921, p. 1.
293
Claridad. Por esto, al hacer un balance a un año de haber salido a la luz
pública, le hablan directamente a la juventud:
“Y porque habéis sido sinceros y magnánimos, porque habéis hecho
un apostolado de la doctrina que dignificará a los trabajadores de
nuestra tierra, para ello, habéis tenido la necesidad de herir los
intereses de los egoístas, os han calumniado y os han
perseguido”626
Esta imagen sobre la juventud, en la que las características antes señaladas
parecieran ser intrínsecas al ser joven, es la que prima en Claridad. Se
señalará, como ya lo veíamos, que la juventud es naturalmente rebelde,
inconformista, crítica al orden social, desinteresada, etc. Sin embargo, a
medida que la FECH comienza a perder la vitalidad que había mostrado hasta
el año ’20, esta imagen aparentemente férrea, comienza a mostrar pequeñas
fracturas, las que estarían dando cuenta de similares procesos vividos al
interior del movimiento estudiantil. Así, por ejemplo, hacia finales de 1921, se
señalaba en la revista:
“Cuando se habla de tu fuerza (de la juventud), los moradores de
las alturas sonríen, porque saben que en tus filas hay demasiados
judas, dispuestos a venderte por treinta monedas…”627
Esta mirada menos complaciente se comienza a hacer cada vez más
presente en las páginas de Claridad. En ese sentido, la revista permanece
abierta a distintas posturas existentes en el seno de los estudiantes,
reafirmando su carácter plural y de plataforma para las distintas disputas
ideológicas vividas al interior de la Federación de Estudiantes. El Grupo
Universitario Lux, crítico a la labor de la FECH, les señala a los estudiantes
universitarios que hasta ese momento la distancia entre “concepto” y “praxis”
ha sido muy grande, pues “tenéis ideas, pero no sabéis cómo llevarlas a la
práctica. Ese es el vicio fundamental de vuestra Federación de Estudiantes:
muchas ideas, pero nada de acción”628. También sostendrán que la FECH
tiende cada día más al “colaboracionismo burgués”629.
626
Ibid., p. 1.
Claridad, N° 38, 15 de Octubre de 1921, p. 3.
628
Claridad, N° 28, 6 de Agosto de 1921, p. 6.
629
Claridad, N° 23, 2 de Julio de 1921, p. 4.
627
294
En ocasiones, esta crítica también se referirá a la concepción esencialista de
la juventud, expresada, por ejemplo, por “uno de los más observadores de
nuestros camaradas”, como lo presentará Claridad. Este autor introducirá la
categoría de clase para criticar el devenir del movimiento estudiantil y
cuestionar el grado de compromiso de los estudiantes con los trabajadores. En
un artículo donde intenta caracterizar el “arribismo político-estudiantil”, nos
dirá que éste estudiante “pertenece generalmente a la clase media, clase que
produce al arribista con toda la frecuencia y constancia de una fuerza
natural”. Por eso llama a los obreros a ponerse en guardia, “a fin de que eviten
la intromisión en sus filas de esta clase de sujetos”630. Este individuo, agrega
el autor, vería en el camino de la crítica social y del acercamiento al pueblo, la
posibilidad de ascender socialmente. Por eso:
“En las plazas habla de hambre, pero no de rebelión; declama la
justicia vaga, genérica, muy abstracta, es decir, de muy buen gusto
burgués, y, por fin, en medio de algarabía infernal, predica la
solidaridad social del buey con su amo. Es pura miel, es puro
amor”631
La noción de clase se yergue entonces, como un dique que vendría a poner
coto a una noción que esencializa la juventud y transforma, en el fondo, la
disputa social en un conflicto intergeneracional632. Pese a esto, el idealismo
generacional será la tónica en esta revista, la que gracias a sus particulares
características como medio se convirtió en un actor relevante en la
configuración del imaginario social en torno al ser universitario. El influjo de
este modelo pervivirá durante largo tiempo en nuestro país y en América.
630
Claridad, N° 16, 14 de Mayo de 1921, p. 6.
Ibid., p. 6.
632
Tal como señalará J. A. Mella, dirigente estudiantil y posterior líder del Partido
Comunista Cubano: “La lucha social no es cuestión de glándulas, canas y arrugas, sino
de imperativos económicos y de fuerza de las clases”. Citado en Portantiero, J. C., op.
cit., p. 84.
631
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