17 08 2013 aguer

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17– AGOSTO - 2013
REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER
“EL PAPA FRANCISCO y LA LUZ DE LA FE”
“Hoy quiero comentarles algo acerca de la primera Encíclica del Papa Francisco, de nuestro Papa
Francisco, que fue publicada con fecha 29 de junio. Es un documento muy particular, ya que, como el Santo
Padre lo indica allí, había sido preparado por Benedicto XVI para señalar el sentido de este Año de la Fe”.
“El Papa Francisco ha asumido ese trabajo y ha añadido algunas aportaciones. Quiero leerles ahora un
párrafo que está al comienzo del texto y que se refleja, de algún modo, también en el título de la Encíclica
que consiste en las palabras iniciales: “la luz de la fe”. El pasaje mencionado dice: “Quien cree ve; ve con una
luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la
mañana que no conoce ocaso”.
“Hay también varias definiciones, sobre todo al comienzo del documento, o quizá habría que decir
descripciones de la fe, y en todas ellas se destaca este aspecto de luminosidad”.
“Lo que el texto nos quiere trasmitir es que, efectivamente, gracias a la fe tenemos acceso a un nuevo
espacio vital. La luz hace referencia, obviamente, al orden del conocimiento, pero no se trata solamente de
conocimiento; se trata de una comprensión profunda del ser, de la propia vida y de una decisión que la
orienta. Como decía el pasaje que he citado, nos pone delante de un camino a recorrer”.
“A propósito, en el parágrafo 18 de la Encíclica “Lumen Fidei” se hace referencia a un tópico que es
tradicional en la Teología y que Santo Tomás había expresado muy bien, sobre la triple dimensión de la fe”.
“En el acto de creer uno cree algo. Es decir creo Dios, creo Cristo, creo el Evangelio, creo el Mensaje
de la Revelación Divina. La referencia es a un objeto de conocimiento que yo antes no conocía, al cual yo no
tenía acceso. Ese sería el primer aspecto o la primera dimensión”.
“Pero además, para pronunciar el acto de fe, para producir el acto de fe, yo le creo a alguien, le creo a
Dios, le creo a Cristo, le creo a la Iglesia que en nombre de Dios y de Cristo me tramite la verdad divina.
Entonces hay un testimonio al cual yo adhiero. Adhiero a Cristo porque Cristo es un testigo fiel y es confiable.
Entonces allí hay una relación íntimamente personal. Mas allá del aspecto propiamente cognoscitivo o
intelectual se trata de la aceptación de una persona”.
“Y luego hay otra dimensión de la fe que se expresa cuando uno dice “creo en Dios”. En castellano
puede resultar confuso, pero en latín esto suena “credo in Deum” con el sustantivo Dios en caso acusativo.
Es decir, en el acto de creer hay un movimiento, un movimiento de entrega personal, de comunión de vida.
La fe me da acceso a esta comunión de vida con Dios y a partir de allí entonces yo oriento de determinada
manera mi propia vida; como veíamos en el texto leído, ese trayecto vital está ahora todo él polarizado por la
nueva relación con Dios que implica luego, como una proyección, también una relación nueva con mis
hermanos, con el mundo, con las cosas, con mi actividad, con el sentido de la existencia”.
“Tenemos que agradecerle al Papa Francisco que, en este Año de la Fe, nos dispense este
documento. Yo me permito, humildemente, sugerirles que lo lean. No se asusten porque algunos términos,
algunos razonamientos son estrictamente teológicos, pero ustedes encontrarán allí muchas citas bíblicas,
descubrirán, quizás, el sentido de pasajes del Evangelio que han leído, sin advertir todo lo que podrían
significar. Así que les animo a que lean esta Encíclica y que la aprovechen para lo que resta de este Año de
la Fe”.
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