11 08 2012 aguer

Anuncio
1
11 – Agosto - 2012
Gacetilla de Prensa
REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER
¿DISCORDIA O AMISTAD SOCIAL?
“Cualquier observador objetivo de la realidad social y política de la Argentina
puede constatar que, frecuentemente, se da entre los dirigentes una separación, un
enfrentamiento, una brecha que hace muy difícil que unos y otros se pongan de
acuerdo para resolver los problemas concretos de la gente”.
“Hay muchas causas de una situación semejante. Causas ideológicas, por
ejemplo; sobre todo una ideologización sistemática de toda acción social o política.
Además, los intereses individuales o sectoriales en contraste con el interés
nacional, que se pierde de vista. Y finalmente el encono”.
“Varias veces hemos hablado, en esta columna, acerca del problema de la
discordia, que es una nota característica de la vida social y política de la Argentina
desde los orígenes”.
“Los conflictos son inevitables en una sociedad, pero están para ser resueltos
y no para agravarlos de un modo intencional”.
“Peor aún si la acción política o la acción social se inspiran en una teoría del
conflicto según la cual hay que provocarlo, hay que provocar las contradicciones
porque de esa manera imponiéndose al adversario que se considera un enemigo se
adquiere el poder necesario para impulsar los cambios, las transformaciones que se
pretende realizar”.
“De acuerdo a esta teoría, el desarrollo de una sociedad depende,
precisamente, de la agudización de los conflictos”.
“Cuesta creer y aceptar que quienes están enfrentados políticamente, o los
agentes sociales que sustentan posiciones diversas acerca de la realidad, no
puedan coincidir en ciertas cuestiones objetivas, básicas, referidas a las
necesidades inmediatas de la población. Esto es más que nada evidente en el orden
municipal, donde se advierten los problemas barriales, pero se puede observar
también a nivel general de la vida argentina”.
“La Doctrina Social de la Iglesia proporciona una interpretación teológica de
este mal del encono que agrava los conflictos. Si un observador objetivo puede
advertir que se verifica esa fractura en la vida de la sociedad, la Doctrina Social de la
Iglesia nos invita a interpretarla teológicamente. La división exacerbada, el continuo
enfrentamiento, la discordia, tienen su origen en la ruptura originaria que es el
pecado, la raíz profunda de todos los males. Pongamos por ejemplo el orgullo, el
egoísmo, la codicia. Dios es puesto de lado, y la ruptura del hombre con Dios se
proyecta en la ruptura del hombre con su prójimo, que ya no puede considerarse un
hermano. Entonces la vida social queda entregada a la dialéctica destructiva que
impide la concorde resolución de los conflictos”.
2
“El Mandamiento del amor, que es el centro del mensaje del Evangelio, tiene
una proyección social, cultural y política capaz de inspirar todas las relaciones
humanas, de purificarlas y elevarlas, de tal manera que este criterio del amor, del
amor recíproco, constituya una sólida base de la dedicación de los distintos agentes
sociales y políticos a la búsqueda del bien común”.
“Quiero terminar esta breve reflexión leyéndoles un texto de la Doctrina Social
de la Iglesia que hace referencia a lo que podríamos llamar la amistad civil o amistad
social”.
“Dice así: “El significado profundo de la convivencia civil y política no surge
inmediatamente del elenco de los derechos y deberes de la persona. Esta
convivencia adquiere todo su significado si está basada en la amistad civil y en la
fraternidad. El campo del derecho, en efecto, es el de la tutela del interés y el respeto
exterior, el de la protección de los bienes materiales y su distribución según reglas
establecidas. El campo de la amistad, por el contrario, es el del desinterés, el
desapego de los bienes materiales, la donación, la disponibilidad interior a las
exigencias del otro. La amistad civil, así entendida, es la actuación más auténtica del
principio de fraternidad, que es inseparable de los de libertad y de igualdad”.
“Y culmina con un juicio histórico que nos concierne: “Se trata de un principio
que se ha quedado en gran parte sin practicar en las sociedades políticas modernas
y contemporáneas, sobre todo a causa del influjo ejercido por las ideologías
individualistas y colectivistas”.
“De paso podríamos concluir recordando que para la Doctrina Social de la
Iglesia la actividad política y la actividad social están tan vinculadas con la caridad
que se habla, sin más, de caridad social, de caridad política. Aquí está el principio
clave. A partir de aquí, entonces, ¿qué acuerdo no es posible para resolver aquellas
cuestiones objetivas, básicas, que hacen al bienestar de la población?”.
Descargar