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“2016 -Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional "
REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN PLENARIA DE LAS COMISIONES DE PRESUPUESTO Y HACIENDA
Y DE ECONOMÍA NACIONAL E INVERSIÓN
Salón Azul – H. Senado de la Nación
22 de marzo de 2016
Presidencia de los señores senadores Juan Manuel Abal Medina
y Eduardo Alberto Aguilar
PUBLICACIÓN DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE TAQUÍGRAFOS
“2016 -Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional"
22.3.2016
Reunión de las comisiones de Presupuesto y Hacienda
y de Economía Nacional e Inversión
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- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Salón Azul del H.
Senado de la Nación, a las 10 y 36 del martes 22 de marzo de 2016:
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muy buenos días a todos y a todas.
Antes de continuar con la discusión que venimos llevando adelante desde hace varios días
y conociendo los terribles hechos que han ocurrido en Bruselas –conocidos por todos– quería
pedirle a todos y a todas que hagamos un minuto de silencio en recuerdo y solidaridad con las
víctimas.
- Así se hace.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchísimas gracias.
Creo que como un país que ha vivido en carne propia los hechos salvajes del terrorismo
internacional, correspondía reafirmar nuestro permanente compromiso y solidarizarnos con las
víctimas.
Vamos a continuar con la última de nuestras reuniones. Quiero recordarle a los
expositores que han sido invitados hoy que, por una cuestión de tiempo y funcionamiento,
seremos muy estrictos con el tiempo: un máximo de diez minutos para cada uno. Haremos una
ronda general y, después, se harán las preguntas cuando hayan sido terminadas todas las
exposiciones.
En primer lugar, le vamos a dar la palabra a Juan José Cruces. Es economista por la
Universidad de Buenos Aires, magíster en Economía Internacional y Desarrollo por la
Universidad de Yale y doctor en Economía por la Universidad de Washington. Actualmente,
dirige el Centro de Investigaciones y Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella. Es
especialista en Economía Financiera. Ha realizado trabajos sobre el costo de defaults soberanos,
sobre propiedades estadísticas de medidas de riesgo país y sobre el uso de la información
privilegiada en la negociación de títulos valores.
Licenciado: está en uso de la palabra.
Sr. Cruces.- Muchísimas gracias.
Es un enorme honor para mí como académico poder venir a un foro tan importante a
contribuir mi granito para las decisiones tan relevantes que ustedes tienen que tomar.
Voy a seguir una presentación, de la que hay copia para todos los senadores y, entiendo,
para el resto de la gente también. Los funcionarios de la comisión tienen más, si alguien no tiene.
El principio rector que anima la presentación que voy a hacer es el que nos enseñó el
general Perón: “En nuestro tiempo, gobernar es crear trabajo”. El expresidente Alfonsín también
solía aludir a la ética de la responsabilidad, concepto weberiano de que cuando uno tiene
decisiones difíciles que tomar, a veces no es la que a uno más le gusta, pero es la más
conveniente para el largo plazo para nuestros conciudadanos.
¿Cómo empezó esto? Básicamente, ahí tienen una copia de lo que es un contrato típico de
bonos. Eso es lo que está en el prospecto del bono que se vende; lo tienen en inglés y traducido al
castellano. Fue una promesa hecha por un gobierno democrático. El bono que tienen ahí fue
emitido en 1998. Se emite un bono porque el presupuesto votado por este Congreso contenía un
déficit. Cuando el presupuesto contiene un déficit siempre se emite deuda. Esa deuda puede ir al
Banco Central, se le da un papelito al Banco Central y se le pide que imprima billetes a cambio, o
esa deuda puede flotar en el mercado internacional y uno consigue dólares a cambio. Pero
siempre que ustedes, señoras y señores senadores, votan un presupuesto con déficit sube el
endeudamiento de la República. Nosotros elegimos ley Nueva York. O sea, las autoridades
legítimamente constituidas y la Argentina eligieron ley Nueva York, porque era más barato
simplemente.
Quiero leer una oración del contrato que dice: Estás obligaciones son directas,
incondicionales, no garantizadas e insubordinadas de la República y tendrán una posición de pari
passu y sin preferencia entre ellas. La República –esta es la parte que más me importa– ha
comprometido su plena buena fe y crédito a realizar todos los pagos de capital e intereses sobre
los títulos de deuda a su vencimiento y a cumplir con todos los compromisos asumidos en los
títulos de deuda. Estas cláusulas son totalmente estándar. Estaban en todos nuestros títulos
emitidos en los 90 y la misma cláusula está en los títulos emitidos en el año 2005 con motivo de
la reestructuración de la deuda. Abajo dice: La ley aplicable es ley Nueva York.
Entonces, ¿por qué tanto juicio? Junto con un coautor alemán Christoph Trebesch, de la
Universidad de Munich, computamos las quitas en todos los defaults soberanos que hubo desde
1978 hasta la actualidad: un total de 180 eventos de defaults soberanos. Para cada uno
computamos la quita en valor presente al momento de la reestructuración. Ahí tienen la lista de
las 21 quitas… 20 quitas comparables a la nuestra, con la nuestra son 21. Son desde 1998 para
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aquí y el motivo es porque es después del Plan Brady. O sea, en el Plan Brady, el gobierno
estadounidense intervenía tratando de domesticar a los buitres. Desgraciadamente, después del
Plan Brady, el gobierno estadounidense se corre y es una negociación bilateral entre gobiernos
deudores y una masa bastante anárquica de acreedores.
Ahí tienen lo que fueron las quitas de todos estos países. Miren los nombres nomás. Con
los nombres, ustedes se van a dar cuenta. Nuestra quita, valuada al momento del canje, fue del 73
por ciento. O sea, el acreedor que tenía un título y elegía participar del canje, tenía una pérdida
patrimonial del 73 por ciento de su riqueza, algo que nuestro conciudadano y exfutbolista de la
selección, “Perico” Pérez, ha comunicado de manera muy convincente por la televisión: “Yo creí
en la Argentina e invertí y, en un momento, me sacaron dos tercios de mi plata,
aproximadamente.”
Como ven ahí, nuestra quita fue de las más altas de la muestra de comparación. Sólo Irak,
que venía de una guerra civil, que tenía un invasor extranjero y que tenía una protección muy
especial de las Naciones Unidas hizo una quita mayor que nosotros. El caso más comparable a
nosotros es Uruguay, que tuvo una quita del 9 por ciento.
No lo voy a detallar ahora, pero básicamente nuestra quita fue muy alta para estándares
internacionales. Fue muy alta para nuestro nivel de endeudamiento, para nuestro nivel de riqueza,
para la intensidad de nuestra recesión y para nuestros términos de intercambio. Tardamos mucho
en hacerla y fue muy conveniente para nosotros en el corto plazo.
Ahora bien, como en ese momento la quita era tan grande, tuvimos que ponerle la
cláusula RUFO y la ley “cerrojo”. Estos eran dos suplementos legales que protegían a la gente
que entraba al canje. La RUFO fue pedida por los administradores de las AFJP que dijeron: “Yo
temo que me hagan un juicio por mal administrar la riqueza de mis cuentahabientes. Entonces,
pidieron la RUFO como protección.
En la negociación, grupos de acreedores pidieron una protección adicional, que fue la ley
“cerrojo”, que fue: prometeme con la máxima decisión política de tu Estado –o sea, una ley– que
nunca vas a hacer una mejor oferta y que no vas a reabrir el canje. Eso fue la ley “cerrojo”. Hoy
esa ley ya no se necesita, porque la gente ya entró. Tenemos 93 por ciento adentro y nos queda el
7 por ciento.
Para entender el problema que tenemos de la manera más fácil –veo ahí que está la
televisión– piensen en los álbumes de figuritas que usábamos cuando éramos chicos. Imaginate
un álbum de cien figuritas. Cuando lo llenaba, iba al quiosco y lo cambiaba por la pelota.
Nosotros tenemos 93 figuritas y nos faltan 7. Y los tipos que tienen las 7 figuritas no nos las
quieren vender al precio promedio que compramos las otras 93. No, quieren más.
Desgraciadamente, los contratos que firmamos les dan la razón. Todo el sistema judicial que
elegimos para dirimir estos conflictos le han dado la razón. Entonces, básicamente, lo que
tenemos que hacer el comparar el costo de las 7 figuritas con el valor de la pelota y el placer de
jugar el partido. Tenemos la economía muy estancada hace cuatro años. Un determinante
importante de por qué pasa eso es que no tenemos este problema resuelto. Creo que resolviendo
este problema, vamos a poder ir adelante.
Entonces, es difícil convencer al mundo de que la realidad de nuestra crisis justificaba
tamaña quita, especialmente cuando, por otro lado, le estamos diciendo que tuvimos la mejor
década desde 1819. Por un lado, le decimos: “tenemos una situación de gravedad tal que te tenés
que aguantar una quita del 73 por ciento”. Y, por otro lado, le decimos: “tenemos la década de
mayor crecimiento desde 1810”. Desde el punto de vista de alguien que creyó en la promesa que
les mostré recién, es difícil reconciliar esos dos conceptos. Especialmente, porque los argentinos
cuando nos toca ahorrar elegimos ahorrar en dólares y en inmuebles porque son activos de bajo
riesgo de confiscación. Ahora bien, cuando el resto del mundo nos presta decimos: “tenés que
aguantarte esta quita. Si no te gusta, aguántatela igual”. Es difícil convencer a la comunidad
internacional de que somos un miembro razonable de esta comunidad.
No puedo hacerlo por las limitaciones del tiempo… Escribí un libro que se llama Una
República sin buitres, que va a publicar el Fondo de Cultura Económica, en el cual, por ejemplo,
está documentado todo este benchmarking contra todos los otros deudores que hicieron
restructuraciones; y nuestra quita ahí luce como muy grande. ¿Cuáles fueron las consecuencias
de esto? En la Argentina suele decirse que la tasa de aceptación de nuestro canje fue muy alta.
Comparado con quiebras comparativas, eso es correcto. El problema es que esto no es una
quiebra corporativa. Ayer el doctor Roberto Cortés Conde lo explicó muy bien: esto es tomado
en las cortes de los Estados Unidos como un pagaré comercial común. Por eso, necesitamos las
siete figuritas.
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Ahora bien, lo que tenés en el gráfico, en la página 10, en el eje horizontal de la página
10es la quita de todos los canjes para los cuales tenemos tasa de aceptación; cuánta gente aceptó
el canje. Y en el eje vertical tenés la tasa de aceptación. Lo que vemos ahí es que nuestro canje de
2005 con una quita del 76 por ciento, en realidad, fue un canje muy resistido; fue el segundo
canje más rechazado de todos los canjes comparables. Cuando le sumás el canje de 2010, se llega
una tasa de aceptación del 92,7 por ciento, que de nuevo en el discurso político argentino parece
una tasa muy alta. Cuando uno lo compara con el universo de los otros canjes, lo que tenemos es
que es el cuarto canje más rechazado de todos los canjes de deudores soberanos, que son países
en realidad más pobres que nosotros y que tuvieron crisis menos agudas que nosotros, en general.
De modo que para estándares internacionales nuestro canje fue muy rechazado.
La próxima página muestra la cantidad de juicios que tuvieron estos canjes. En el eje
equis tenés las quitas, en el eje horizontal tenés la magnitud de la quita de todos estos canjes y en
el eje vertical la cantidad de juicios. La mitad de los canjes no generaron ningún juicio. Algunos
canjes generaron un par de juicios. Irak que fue un canje muy agresivo generó diez juicios,
nosotros generamos 41 juicios; o sea, nuestro canje fue muy litigado.
Este gráfico, el gráfico de la página12, muestra el total de juicios de buitres en tribunales
de Nueva York, Londres, y el CIADI del Banco Mundial a fin de cada año desde 1980 hasta
2010. Lo que ves ahí es un crecimiento tendencial, un crecimiento secular, de la cantidad de
juicios. Y esto puede interpretarse como que hay un problema severo en la arquitectura financiera
internacional que requiere un remedio que es una reestructuración de la arquitectura financiera
internacional. Estos son todos los deudores del mundo.
El próximo gráfico descompone a la Argentina del resto de los deudores. Y lo que ves es
que a finales de 2010 de 43 juicios pendientes en tribunales de Londres, Nueva York y El Reino
Unido 40juicios eran contra la Argentina; el 96 por ciento del volumen monetario total litigado
en estas cortes es contra nosotros. Yo interpreto este gráfico como si no hubiera un problema
estructural de la arquitectura financiera internacional sino que nosotros tenemos un problema y
cuanto antes lo resolvamos como lo propone la ley bajo su consideración tanto mejor para los
argentinos más vulnerables.
Ahora bien, imagínese el gerente de una multinacional, el gerente de la filial local, que va
a su casa matriz argumentando que hay que hacer un plan de inversión, una planta en Mendoza,
en Buenos Aires, en Rosario, en San Juan y trata de convencer a sus accionistas. Dice: “sí, sí.
Hay que traer plata fresca para hundirla en la Argentina –“hundir” se dice en economía cuando
uno “clava” capital en la tierra–, para ponerla en la Argentina y hacer un proyecto de inversión”.
Y los accionistas le van a decir: “este país cuando tiene diferendos con sus inversores elige cortes
que no respeta. ¿En qué planeta vivís que querés que invirtamos más en la Argentina?” Resolver
este conflicto –volviendo a la frase del general Perón– creo yo es un requisito sine qua non para
volver a tener relaciones normales con el sistema financiero internacional y para que los gerentes
de empresas que operan en la Argentina y para los propios argentinos que eligen fugarse de la
moneda, ahorrar en dólares y en inmuebles, vuelvan a considerar invertir en nuestro sistema
productivo creando puestos de inversión en blanco. La pregunta que uno se hace es:¿conviene
arreglar o no conviene arreglar? Las principales consideraciones para eso son cuánto nos cuesta
arreglar y el beneficio de arreglar.
Un comentario sobre el último gráfico: el gobierno que acaba de terminar reconoció esta
realidad de inversiones. Fíjense ustedes el pacto de YPF con Chevrón. Cuando necesitábamos
que alguien venga y ponga nueva plata en la Argentina, le dimos concesiones que esencialmente
lo eximían de la justicia argentina. De modo que hay que reconocer con realismo bajo qué
condiciones en un escenario de tal antagonismo con el sistema financiero internacional la gente
está dispuesta a invertir en la Argentina. El gobierno anterior dio concesiones muy graciosas –
según ha revelado la prensa y no ha desmentido YPF– para que venga capital a YPF. El principal
argumento, entonces, ahora es si conviene o no arreglar; ¿cuánto me cuestan las siete figuritas?,
¿cuánto es el valor de la pelota? Diversos economistas que han pasado por acá han hecho esta
cuenta y dicen que es realmente conveniente arreglar. Sin embargo, en el discurso político
argentino hay una consideración que normalmente se hace; se dice: “esta oferta es mucho más
generosa que la que hizo Néstor Kirchner en el año 2005”.
Entonces, quisiera focalizarme en eso porque he hecho un trabajo con otra persona que
estudia esa cuestión. La manera más fácil de pensar el problema: imagínense cuando ustedes van
a la farmacia porque su hija está enferma, tiene fiebre, y ustedes necesitan comprar una
medicación. Uno cuando llega a la farmacia puede hacerse dos preguntas: ¿la medicación va a
curar la fiebre de mi hija? o ¿el laboratorio farmacéutico está ganando mucha plata? En el
discurso argentino prevaleciente de los últimos años creo que nos hemos quedado tildados
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pensando que el farmacéutico –que viene a ser los buitres–está ganando mucha plata y nos
olvidamos de la consideración más importante que es cuánto nos conviene esto a nosotros; es
decir, la medicación va a curar o no va a curar a mi hija. Y creo que esa es la consideración
importante.
Pero dado que esa pregunta es tan recurrente en la Argentina, les voy a compartir algunos
números de una investigación que hice con un abogado estadounidense, que es un paper que está
dando vuelta en el circuito internacional. La oferta base que está haciendo el gobierno es parecida
a lo que le costó a la Argentina la oferta de 2005 traída a hoy;o sea, en 2005 había un acreedor
que tenía un pagaré que decía: “la Argentina te va a pagar cien dólares más intereses”. A esa
persona le dimos un paquete de bonos que valía 37 dólares. Imagínense lo siguiente: si en 2005
hubiéramos sido tan visionarios para crear un fideicomiso a favor de este 7 por ciento de
acreedores recalcitrantes que nos iban a “buitrear”, que nos iban a pelear hasta la máxima
instancia judicial. Para ese 7 por ciento creamos un fideicomiso al cual le dimos los mismos
bonos que le dimos al otro 93, y cada vez que la Argentina le pagó un dólar a la gente que entró
al canje le pagó un dólar también a este fideicomiso y el fideicomiso reinvertía en el mismo bono
que lo pagaba. Entonces, uno se pregunta: ¿cuánta plata habría hoy ahí? Dicho más sencillo: en
2005 entregamos un conjunto de vacas con un toro, un conjunto de gallinas con un gallo, y esos
animales se reprodujeron en un corral. ¿Cuántos animales hay hoy en ese corral?
Entonces, por cada cien dólares que debíamos originalmente le dimos un paquete que a
2005 valía 37 dólares, a hoy ese paquete –según mis cómputos–a noviembre del año pasado valía
133 dólares, según el diputado Kicillof vale 140 dólares, según el Ministerio de Economía vale
160 dólares. Mi número está en noviembre cuando los precios de los bonos eran más bajos; a hoy
es un poco más alto. Básicamente, la oferta base que está haciendo el gobierno es la oferta de
Néstor más una propina. La oferta pari passu tiene descuentos entre el 22 por ciento y el 30 por
ciento del valor de la creencia. Lo que pasa es que la creencia ha ido creciendo por los intereses
moratorios que tenemos que pagar y porque siguieron devengando el viejo interés que es el
mayor costo de financiamiento.
Las renegociaciones que les mostré en la primera página tienen una quita promedio del 42
por ciento. En esas renegociaciones el deudor tiene mucho más poder porque el acreedor no tiene
sentencias judiciales a su favor. En nuestro caso, tenemos a un acreedor que tiene un arma
nuclear bajo el brazo, porque tiene estas sentencias judiciales que son el extremo, que nos han
bloqueado los pagos sobre los bonos que estaban siendo servidos. El gobierno ha conseguido una
quita entre el 22 y el 30 por ciento según la negociación con distintos acreedores. Comparado con
el estándar internacional de negociaciones en las cuales los acreedores tenían mucho menos
poder, y ahí el promedio es el 42 por ciento; a mis ojos, números entre el 22 y el 30 por ciento
son números razonables.
Mario Blejer ha dicho una cuestión parecida, Gustavo Marangoni ha dicho una cuestión
parecida, Miguel Bein ha dicho una cuestión parecida; es decir, son las personas que entiendo
hoy estarían manejando la economía si hubiese ganado el Frente para la Victoria.
Para concluir, hago una recomendación final. El problema de los holdouts pone un cepo a
nuestra capacidad de conseguir inversiones y crecer. Se ha prolongado demasiado en el tiempo y
nos margina del funcionamiento normal de la comunidad económica internacional. El arreglo se
paga, asimismo, con el ahorro de intereses y el crecimiento incremental que va a permitir. La
oferta base es apenas mejor que la oferta de 2005. La oferta pari passu reconoce una situación
judicial enormemente comprometida.
Un tema importante es que si volvemos a tener la tarjeta de crédito –como dice Mario
Blejer–, tenemos que ser muy prudentes una vez que recuperemos el acceso al crédito, y eso
vuelve la pelota a este Congreso, que es el que aprueba el presupuesto y el nivel de déficit; o sea,
de nueva deuda que se emite cada año.
Muchísimas gracias, señor presidente. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchísimas gracias.
Ahora le vamos a dar la palabra a Ramiro Castiñeira. Ramiro Castiñeira es licenciado y
magister en Economía por la Universidad de Buenos Aires, se desempeña como economista jefe
de la consultora Econométrica, fue asesor externo del Mercosur colaborando en el armado de
informes para la armonización de las estadísticas públicas.
Les recuerdo, para los invitados que participan por primera vez de una audiencia en el
Senado, que en esta casa por tradición ni se aplaude, ni se abuchea y menos aún se chifla para
facilitar el debate.
Adelante, Ramiro Castiñeira.
Sr. Castiñeira.- Muchas gracias. Gracias por invitarme.
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Voy a hablar diez minutos, no voy a extenderme, pero quiero que se lleven un número
nada más. El número es la tasa de interés a la cual en este momento se está actualizando el monto
adeudado en magnitud de los que ya aceptaron la oferta. Y el número que surge en el marco de
pagar una sentencia incluso es más bajo que si hoy el gobierno sale al mercado a buscar deuda.
Ese número es 6,9 en este momento y va bajando a medida que va entrando a la oferta base el
resto de los acreedores que tienen bonos en default.
- Durante la exposición del señor Ramiro Castiñeira se proyectan
imágenes en Powerpoint.
Sr. Castiñeira.- Para poder comparar la oferta que está haciendo la Argentina, voy a hacer una
pequeña explicación.
Este cuadro permite hacer una pequeña comparación. Por ejemplo, los que entraron en el
canje 2005 y 2010, si en 2001 tenían 1 dólar de bonos en default, en este momento tendrían 1,33
dólares; el Club de París en este momento tendría 2 dólares. La oferta base es 1,5 dólar y el fallo
más los me too son casi 3 dólares.
Ahora, si ese inversor en vez de tener títulos en la Argentina hubiese invertido a una tasa
del 6 por ciento, hoy tendría 2,26 dólares. O sea, ese es el parámetro para poder comparar si ganó
o perdió, quién asumió quitas y quién no las obtuvo.
Obviamente, los que entraron en canje de 2005 y 2010 son los que mayor quita
obtuvieron. Si invertían al 6, tendrían 2,26 dólares; actualmente, tienen 1,33 dólares. El Club de
París estuvo bastante cerca, porque hoy tiene 2 dólares y si invertía al 6 por ciento, tendría 2,26.
La oferta base es un poquito mejor –como se está marcando– para los que ingresaron al canje de
2005 y 2010, porque tendrían 1,5 dólares –esa es la oferta argentina– y el fallo y los me too –
como ya recordamos– en promedio es de 2,9 dólares, casi 3 dólares. Adentro hay algunos que
ganan mucho más, otros que ganan mucho menos, pero me parece que lo importante acá es el
promedio. Por eso lo importante es que el fallo multiplica casi por tres.
Ahora lo voy a expresar en tasas de interés. Si durante catorce años recién tengo 1,33
dólar implica que la tasa de interés implícita que tiene adentro los que entraron al canje de 2005 y
2010 es del 1,2 por ciento. El Club de París, por ejemplo, si duplicó el monto, pasó de 5.000 a
10.000 millones en un lapso de doce años, tiene una tasa de interés implícita del 5,7.
Después, tenemos la oferta de los holdouts, que son dos grandes grupos: el pago con
sentencia o con quita, que es la propuesta; y la oferta base. En cuanto al pago de la sentencia con
quita, la Argentina ofrece pagar una tasa implícita del 7,8, ya con la quita adentro. Este punto ya
lo aceptó más de 90 por ciento de los acreedores que están favorecidos por la sentencia. Y
respecto de la oferta base, principalmente lo aceptó el 33 por ciento, que son los bonistas
Italianos.
En el promedio, tomando en cuenta que casi todos los favorecidos por la sentencia
aceptaron la oferta que hizo el gobierno y la oferta base que la aceptaron italianos, en este
momento está dando que estamos actualizando la deuda al 6,9.
Ahora, si llegan a entrar el cien por cien de todos los acreedores, la tasa baja a 4,8. Ese
punto no es menor porque está mostrando que la tasa a la que se actualiza la deuda en default
durante catorce años es incluso más baja que la que se le otorgó al Club de París. Si cerramos
hasta hoy, con todos los que ingresaron, es de 6,9, que está incluso por debajo de lo que hoy
cotiza cualquier bono argentino en el mercado.
Después, en este gráfico lo que intento mostrar con esta barra grandota es que esto es
como un partido, en el que en el primer tiempo se hicieron muchos goles, porque obviamente se
hizo una quita importante que permitió actualizar a los precios de hoy la deuda a nada más que a
una tasa del 1,2; el Club de París –como dijimos–, al 5,7, pero con un monto mucho menor; la
oferta base, a 2,9; los me too, al 7,8. Si Argentina sale del default con esta oferta renegoció
absolutamente toda la deuda a una tasa implícita promedio de 1,7.
Es decir, el canje 2005 y 2010 fue tan beneficioso que aun pagando tres veces el capital a
los favorecidos, la negociación entera es de una tasa implícita de 1,7.
Volviendo a la comparación con el partido de fútbol, evidentemente en el primer tiempo
hicimos muchos goles, en el segundo tiempo algunos goles nos metieron, pero el partido lo
ganamos. Entonces, el punto es justamente que toda la renegociación de la deuda a la fecha,
gracias al canje de 2005 y 2010, sería a una tasa nada más que del 1,7.
Este cuadro muestra los preacuerdos alcanzados. Obviamente, el hecho de reconocer la
sentencia y hacerle una quita, lo que tiene una tasa implícita del 7,8, es algo que aceptaron casi
todos los que están favorecidos por el fallo, lo cual representa en este momento casi 2400
millones de dólares de deuda en default. En ese sentido, el gobierno se compromete a pagar casi
6500 en efectivo. Después, están los italianos, con casi 1.000 millones de dólares en default, a
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quienes el gobierno se comprometió a pagar casi 1.500 millones de dólares en default.
En su conjunto, de los 6000 millones en default, 3300 millones ya entraron al acuerdo. En
este momento, con el 55 por ciento adentro, se emitirían o, de hecho, se pagaría 7900 millones de
dólares a una tasa implícita del 6,9. Después, obviamente, si el resto de acreedores entra a la
oferta base, la tasa baja bruscamente y termina en 4,8.
Para resumir nuevamente la idea de fondo, la Argentina cuando renegoció con el Club de
París tenía 5.000 millones dólares, hoy le terminó pagando 10.000, exactamente el doble. Lo que
está pidiendo el gobierno ahora para emitir fíjense que es exactamente lo mismo. Debemos 6.000
de deuda en default, pide 12.000. También duplica.
Esto muestra que si con la oferta del Club de París en el marco de una negociación con
países que supuestamente no buscan un lucro se está obteniendo similares resultados, no es tan
caro arreglar con los holdouts. Ayuda un montón que la oferta base es bastante agresiva. Si bien
se le paga más que si hubiesen entrado en 2005 y 2010 ‒ que era ese el objetivo de los italianos‒,
igualmente la tasa implícita es de 4,8 por ciento. Este punto no es menor, porque la Argentina
tenía una deuda que era de más de 100 puntos, y estaba sobreendeudada; en efecto, llegó al
default con un por porcentaje del PBI que era de más del 100 por ciento de su PBI.
Y ahora, para salir del default, estamos hablando de, como máximo, 2,6 por ciento del
PBI. Es decir que estamos en magnitudes realmente bajas. Y este gráfico muestra, justamente,
cómo queda la deuda pública después de negociar.
Parto con diciembre de 2004, cuando estábamos en default por más del 100 por ciento del
PBI. En la actualidad y si finalmente prospera esta oferta, la Argentina le deberá a privados y a
organismos internacionales 23 puntos del PBI. Sobre esto, debemos tener en consideración que el
Banco Central también tiene deuda externa, el Swap chino, 2 puntos y el REPO, 1 punto. En
total, reitero, si prospera la oferta, la Argentina tendría una deuda externa con privados, o una
deuda contra privados y organismos internacionales, de 26 puntos del PBI.
Ahora bien, si recordamos que partimos de 100 puntos del PBI y de una economía
sobreendeudada que nos llevó al default y a la mayor crisis que tuvo la Argentina, quiero sacarle
dramatismo al pago de la sentencia y dar cuenta de toda la película en cuanto a que la Argentina
quedó desendeudada y después con la imposibilidad de acceder al mercado. La realidad de la foto
es que la Argentina quedó con un monto de deuda bajo y esa es la carta principal de la que se
dispone para suavizar el contexto internacional que se está viviendo en este momento.
En cuanto a las conclusiones, y me queda solo un minuto, en este momento ya aceptaron
el 55 por ciento. Se pagarían 7.900 millones y, si entran absolutamente todos, se pagarán 11.700
millones de dólares, es decir, 2,6 por ciento del PBI.
La tasa implícita, en este momento, es de 6,9 por ciento y bajando. Si entran
absolutamente todos, como la oferta es agresiva, termina bajando al 4,8 por ciento.
Y, después, por último, su pago no cambia la realidad de una economía desendeudada
gracias a los canjes de 2005 y 2010, que fueron sumamente agresivos y voluntariamente
aceptados por los acreedores privados.
Si no llega a prosperar el acuerdo, el riesgo de aceleración de la deuda pública negociada
se eleva sustancialmente. Es decir que si no se aceleró la deuda es porque los acreedores tienen
confianza de que vamos a solucionar los problemas.
El riesgo de aceleración, si llega a caer este acuerdo, se eleva sustancialmente y nos
llevaría a foja cero en la negociación; tendríamos un aumento en toda la deuda en default.
Entonces, ese punto no es menor.
Luego, el Estado necesita del crédito para garantizar el retorno a una economía de
mercado nuevamente, con el menor costo social posible. Y si bien en este momento tiene baja
deuda, también tiene bajas las reservas. De hecho, muchas reservas son prestadas, como el Swap
chino y el REPO recién logrado.
Asimismo, si la Argentina le va a apostar nuevamente a la inversión privada a fin de
impulsar la economía, necesita una tasa de interés baja. Y para bajar la tasa de interés, uno de los
pasos que tiene que tomar es solucionar los problemas de deuda. Es uno de los pasos; porque
después tiene que seguir reordenando la macroeconomía. Reitero, es uno no menor, pero es uno
de los pasos.
Como conclusión, se necesita justamente la combinación de todo esto: de que el acuerdo
no es tan caro como se piensa y de que si entran todos a la oferta base, se obtendrían resultados
similares a los del Club de París y saldríamos definitivamente del default con un ratio de deuda
sustancialmente bajo. Y hace rato que la Argentina no tiene niveles tan bajos de endeudamiento.
De hecho este año, en particular, no hay vencimiento de capital. Veníamos de un festival
de bonos y en este momento no hay vencimiento de capital, lo que muestra que la Argentina, de
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verdad, tiene niveles de deuda bajos y es la oportunidad que tenemos para sopesar el contexto
internacional ‒que es muy conflictivo en este momento‒ y para volver a la senda de crecimiento,
muchas.
Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias licenciado.
A continuación, tiene la palabra Sebastián Soler, que es abogado por la Universidad
Nacional de Rosario y magister de Derecho por la Universidad de Harvard. Actualmente, es
miembro del Consejo Directivo de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo y
especialista en Derecho Financiero.
Sr. Soler.- Gracias, presidente; muchas gracias por invitarme.
Por respeto al tiempo valioso de los senadores, voy a concentrar mi posición en tres
puntos técnicos y jurídicos. Soy el único abogado en la mesa y me parece que debería
interesarles, no solo a aquellos que, como yo, piensan que este es un acuerdo regular, producto
del apuro, sino también, francamente, a quienes, de buena fe, han llegado a la conclusión de que,
aún con sus defectos, este es un acuerdo necesario, incluso, ventajoso, y que, con la misma buena
fe, están dispuestos, como corresponde, a analizarlo con profundidad y, en la medida que sea
posible, a mejorarlo.
Los tres puntos concretos que me parece que son de interés son: en primer lugar, el riesgo
de que ya haya nuevos juicios y cómo aún podemos mitigarlos.
Segundo, el significado de que terminemos pagándoles los honorarios a los abogados de
Paul Singer.
Y, por último, las implicancias de que el Congreso argentino le dé sanción a este proyecto
de ley antes de que la Cámara de Apelaciones de Nueva York dé la certeza que este acuerdo, de
esta importancia, amerita.
En los tres casos, en los tres puntos, los problemas se agudizan como consecuencia del
acuerdo especial diseñado a medida que el gobierno alcanzó a último momento con los fondos
liderados por Paul Singer, que representan casi dos tercios de los litigios medidos por el capital
de los bonos involucrados en Nueva York.
Por lo tanto, digo muy brevemente en qué se diferencia sustantivamente ese acuerdo de la
propuesta inicial que anunció el ministro Prat Gay el 5 de febrero y que es la propuesta aceptada
por todos los demás holdouts, que ya han firmado acuerdos y que tienen juicios en Nueva York.
La propuesta general ofrecía una quita en la oferta pari passu del 30 por ciento. Y a Paul
Singer se le ha concedido ‒a Paul Singer y a los demás fondos‒ una quita del 25 por ciento. La
propuesta inicial no incluía el pago de honorarios de abogados. A Paul Singer se le van a pagar
hasta 235 millones de dólares por honorarios legales, y por transar o desistir de sus intentos de
embargo, que son, francamente, estrafalarios en distintas jurisdicciones fuera de Nueva York.
La propuesta general no incluía el pago de intereses; cortaba ese taxi al 31 de enero. A
Paul Singer el taxi le sigue treinta días más, hasta el final de febrero, año bisiesto, y, a partir del
primero de marzo, hasta que le paguemos o el acuerdo se rescinda, habrá intereses adicionales
caracterizados como post sentencia: 2 por ciento anual, es decir, unos 14 millones de dólares
más.
Si uno suma los intereses demás que se le paga respecto de la propuesta inicial, más los
supuestos honorarios de abogados a la quita del 25 por ciento, encuentra que la quita efectiva que
reciben Paul Singer y todos sus bonos es del 20,7 por ciento. Esa es la quita que favorece a dos
tercios de los reclamos.
Paso al primero de los temas, es el de los “Riesgo juicios”.
Esto se divide en dos puntos: uno, el que ya conocemos todos, el riesgo RUFO y, el otro,
el que hagan nuevos juicios e insistan con sus juicios los holdouts que no acepten la propuesta.
En cuanto al riesgo RUFO, mi conclusión profesional coincide con la de la mayoría de
los expertos: es técnicamente improbable que una demanda que exija un trato igualatorio para
tenedores de bonos emitidos en los canjes 2005 y 2010 prospere, porque, francamente, se ha
caído el principal argumento contractual que es la misma cláusula RUFO.
Ahora bien, esa conclusión técnica tiene para mí dos importantes notas al pie que son
prácticas: la primera, ustedes la habrán escuchado, es que francamente, después de este juicio, yo
considero que la justicia de Nueva York se ha vuelto técnicamente imprevisible. Y lo que eso
significa es que no hay garantías, por supuesto, de que el juez que venga a sentarse en el asiento
que ocupa nuestro flamante aliado, Thomas Griesa, no le encuentre la vuelta para fallar de otra
manera.
La segunda nota práctica al pie es la siguiente: cuando digo que es improbable que
esto técnicamente prospere lo que estoy diciendo es que la sentencia final, la sentencia definitiva
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al final de un juicio una vez agotadas todas las apelaciones debería rechazar la demanda. Pero
mientras tanto tenemos el juicio. Y si tenemos el juicio tenemos la contingencia. El problema de
esta contingencia es que cruza, por un lado, un riesgo bajo de prosperar con una magnitud
enorme si ese riesgo bajo se transforma en un daño concreto. Y la contingencia, por supuesto,
tiene el potencial para neutralizar los efectos beneficiosos que tiene este acuerdo que son,
obviamente, lo que todos esperamos: un abaratamiento del crédito externo no solo para el país
sino también para las provincias y las empresas argentinas.
Basado en la experiencia pasada es indudable que tanto bancos de inversión como
calificadores de riesgo van a exigir una prima de riesgo basada en una contingencia que todos
consideramos que es improbable pero que podría acaecer. Y, entonces, ¿podemos hacer algo al
respecto? Yo digo que sí y que todavía estamos a tiempo.
El proyecto de ley que ustedes tienen enfrente incluye, si no recuerdo mal, en el artículo
8°, como no podría ser de otra manera, una renuncia expresa: establece que cada holdout que
firme este acuerdo, que acepte esta propuesta, debe renunciar a reclamar los derechos que le
otorgan los juicios por los bonos defaulteados en 2001 e, inclusive, los compromisos ya firmados
incluyen atinadamente una cláusula adicional donde se dice que contemporáneamente con el
pago que realice la República Argentina deberán entregarle un documento a satisfacción de la
República Argentina donde se plasme esa renuncia. Y agrega, además, que los holdouts que
firmaron ese acuerdo se comprometen a no adquirir bonos defaulteados en el 2001 para hacer
nuevos juicios.
A mí me parece que queda picando la pelota diciéndonos lo que tenemos que hacer. Se
debe modificar ese artículo para agregar que los documentos que ya están previstos en los
acuerdos firmados incluyan también una declaración de los holdouts y fondos buitre que los
firmaron y que se han comprometido a entregar este documento, diciendo que consideran ellos
también que la cláusula Rufo ha expirado y que renuncian, por lo tanto, a hacer reclamos bajo la
cláusula Rufo o argumentos equivalentes por cualquier bono que posean o adquieran en el futuro
de los bonos emitidos en 2005 y 2010.
A ver: si efectivamente el riesgo no existe, si efectivamente no hay riesgo Rufo, ¿qué
problema pueden tener en firmar ese documento? Ahora bien, si alguno resiste el problema lo
tenemos nosotros y, entonces, a mí me parece que estamos frente a la última oportunidad que
deberíamos asumir con la responsabilidad que corresponde para por lo menos neutralizar ese
riesgo.
Es cierto que los bonistas que no forman parte de los litigios en Nueva York igual pueden
demandarnos por la Rufo. Pero si bien eso sería un problema el día de mañana francamente sería
un bochorno que el juicio en lugar de hacerlo ellos lo terminarán haciendo los mismos fondos
buitre a los que estamos a punto de pagarles miles de millones de dólares como consecuencia de
este arreglo.
El segundo riesgo es que nos hagan juicio los que no acepten la propuesta. Y esta es una
de las situaciones donde el acuerdo con Singer nos mete en problemas. ¿Por qué? Por lo
siguiente…
¿Me quedan tres minutos, nada más? ¿Y ahora cómo hago? Miren todo lo importante que
tengo que decir. Voy a decir esto rápido.
Cuando uno mira la razón por la cual se puso la cautelar pari passu el juez Griesa dio dos
razones: una, estábamos violando la cláusula pari passu cada vez que pagábamos los bonos que
habíamos emitido en el canje sin pagar los bonos defaulteados. Y la segunda es que hay una ley
cerrojo.
Bueno, la primera condición persiste en el tiempo. Nosotros vamos a seguir pagando
deuda externa, vamos a emitir deuda externa de nuevo y, por supuesto, los holdouts que tienen
esa sentencia firme siguen teniendo derecho a reclamar el pago de esa sentencia. Pero,
aparentemente, a simple vista bajo el proyecto la ley cerrojo ha desaparecido, se la deroga.
Bueno, yo digo que la ley cerrojo se está reemplazando por una ley "cerrojito" -llamémosla así.
Porque cuando uno mira el artículo del proyecto de ley que deja abierta la oferta para el futuro se
encuentra con que ese artículo establece, como corresponde, que la única oferta que está
habilitada es la misma oferta inicial que se hizo el 5 de febrero. Y eso significa que la única
oferta disponible es la oferta base o la quita del 30 por ciento. ¿Cuál es el problema? Que a
Singer le vamos a pagar solamente el 20. Y, entonces, el día de mañana, cualquiera de los
holdouts que quedaron afuera puede ir a plantearle al juez Griesa o a quien lo reemplace que
cuestiones de equidad requieren que estando presentes los dos factores -porque ahora ya no
puede recibir el trato que se les dio a los que aceptaron antes, que es solamente el 20 por cientocorresponde reinstalar la cautelar.
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¿Hay algo que podemos hacer al respecto? Sí, y aquí ni siquiera hace falta modificar el
proyecto de ley. Lo único que se requiere es que el Senado le pida al gobierno que los abogados
que ahora están representándolo en la apelación en trámite le pidan a la Cámara que dé claridad
al asunto. Y, ¿cómo da claridad al asunto? Mediante lo que se conoce en el derecho americano
como un fallo declarativo; es un fallo que anticipa una conclusión y lo que tiene que decir la
Cámara es sencillamente que ha examinado, que ha tenido transparentemente frente a sí las
propuestas de acuerdo, incluyendo la de Singer, que ha leído con cuidado el artículo con la oferta
concreta y que pese a todo eso sigue considerando que es justo levantar la cautelar. Y ahí nos
quedamos tranquilos. Pero eso hace falta: si eso no se consigue de nuevo estamos en un
problema.
Voy terminando. Hay un antecedente: en el año 2014 el Banco de Nueva York fue al
juzgado de Griesa y le dijo: "Juez Griesa, yo estoy preocupado porque me parece que me van a
hacer juicio si no giro los fondos que me depositó la Argentina; por favor, haga algo al
respecto.". Y el juez Griesa, a pedido del banco de Nueva York, en el año 2014, sin ningún litigio
en su tribunal, estuvo dispuesto a declarar que, efectivamente, si el Banco de Nueva York acataba
la orden de Griesa y no giraba los fondos no incurría en responsabilidad alguna frente a terceros,
con lo cual la posibilidad existe.
Una última reflexión, presidente. Me voy a saltear el tema de los honorarios: es una
barbaridad que les paguemos los honorarios. Después, si hay preguntas puedo explicar por qué
digo esto. Pero ahora quiero hablar unos segundos sobre el tema de la apelación.
La orden de Griesa dice muy claramente, es una buena orden, que se van a levantar
automáticamente todas las cautelares pari passu cuando la Argentina le notifique al juez Griesa
que ha derogado las leyes y que le ha pagado a los holdouts que firmaron los acuerdos.
Esa orden era esperable que fuera apelada. ¿Por quienes fue apelada? Bueno, por los
holdouts que no aceptaron la propuesta. Eso es lógico: están enojados y quieren la cautelar
porque sin ella les va a costar seguir negociando. Lo que no era esperable es que la apelara el
propio Paul Singer. ¿Cómo puede ser que Paul Singer firmó un acuerdo con el gobierno
argentino el 29 de febrero; que el 2 de marzo el juez Griesa dicta la orden que plasma ese
acuerdo; y dos semanas después, el 14 de marzo, Paul Singer apela la orden porque dice que no
entiende, que no interpreta, de la misma manera el significado y el alcance que firmó apenas 14
días antes con el gobierno argentino? Efectivamente, hay una discrepancia y está planteada frente
a la Cámara de Apelaciones, y no es una discrepancia menor.
Lo que Paul Singer está planteando en ese acuerdo es que la cautelar pari passu no debe
levantarse automáticamente. Lo que Paul Singer plantea en ese acuerdo es que las dos
condiciones son-y lo dice en el escrito- cuestiones complejas que requieren que el juez, una vez
que la Argentina pague, examine si efectivamente las leyes han sido derogadas adecuadamente, si
el pago fue de todo lo que se le debía y que recién ahí dicte la orden de levantar las cautelares,
orden que por supuesto es apelable ante la Cámara.
¿Esto va a suceder o no? Yo no lo sé. La Cámara ni siquiera ha dicho cuándo va a
establecer la audiencia para tratar este tema; estamos esperando que lo diga; y tampoco sabemos
cuándo va a fallar. Y, por lo tanto, yo digo lo siguiente: ¿es razonable que el gobierno le pida al
Congreso argentino que ratifique un acuerdo que, además, es un acuerdo especial que otorga
ventajas excepcionales a un señor que dos semanas después dice que no está de acuerdo con lo
que el acuerdo significa?
Termino con esto, Juan Manuel. El juez Griesa en su orden dijo lo siguiente: "Tienen
derecho a apelar, pero la apelación tiene que tramitarse rápidamente. ¿Por qué? Porque el
Congreso argentino tiene que saber dónde está parado.".
A ver, si el juez Griesa nos está diciendo que el Congreso argentino tiene que saber dónde
está parado, a mí, por lo menos, me parece que el Senado tiene que saber dónde está parado
respecto de esto antes de darle sanción a la ley. Para mí, eso significa postergar cualquier
tratamiento hasta tanto la Cámara de Apelaciones dé la claridad que el asunto necesita.
Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina). – Muchas gracias, doctor.
Le damos la palabra al Mario Rapoport, quien es licenciado en Economía Política por la
Universidad de Buenos Aires y doctor en Historia por la Universidad de París. Es profesor
emérito de la Universidad de Buenos Aires y especialista en historia de las relaciones económicas
y políticas internacionales.
Sr. Rapoport.- Quiero agradecerle al señor presidente de la Comisión de Presupuesto, Hacienda
y Finanzas, señor senador Abal Medina, quien me ha invitado a participar, y a todos los señores
senadores que nos reciben.
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No sé si tengo que hablar en castellano o en inglés, porque, en realidad, estamos
discutiendo un tema de la justicia federal norteamericana. Por lo tanto, me parece que cometo un
error hablando en castellano.
Voy a dar una visión histórica del tema. El problema de la deuda externa ha sido siempre
uno de los ejes centrales de debate en nuestra sociedad, y su resolución un factor determinante en
la evolución de nuestra economía.
Sin embargo, la forma en que se ha abordado esta cuestión, principalmente desde los
grandes medios de comunicación, descuida cuatro cuestione esenciales que vamos a plantear
brevemente, teniendo como eje que el fenómeno del endeudamiento excede el ámbito de una
mera relación contractual entre deudor y acreedor, involucrando el funcionamiento general del
sistema económico internacional, de las economías nacionales y de las relaciones asimétricas que
se entablan entre los países centrales y los de la periferia. Esas cuestiones van más allá de la
derogación o no de las leyes en tratamiento e intentan ayudar a una comprensión más profunda
sobre el proceso de endeudamiento externo de países como Argentina.
Como todos aquí sabemos, el pago a los fondos buitres es, para comenzar, un nuevo ciclo
de endeudamiento externo de nuestro país, por lo que un análisis más exhaustivo resulta
indispensable.
La primera cuestión es que la deuda externa es un fenómeno que abarca a una parte de la
historia económica argentina; no es un tema coyuntural. Desde los primeros años de vida
independiente, préstamos y créditos provenientes del exterior fueron acumulándose, y con ellos
la incapacidad de pagarlos. Problemas fiscales y endeudamiento han ido entrelazándose
estrechamente, potenciándose de manera recíproca. Los ciclos económicos internacionales de
expansión y crisis tuvieron en el endeudamiento externo argentino un mecanismo principal de
transmisión que influenció de manera incontrastable la coyuntura interna.
La corrupción le dio al endeudamiento matices políticos, mientras se negociaban créditos
a tasas elevadísimas y lesivas para la soberanía nacional. Las reglas impuestas por los acreedores
condicionaron las políticas económicas locales, de manera que esos financiamientos, que
supuestamente debían servir para suplir la falta de capital interno para el desarrollo, terminaron
convirtiéndose en una traba mayúscula.
La forma en que los préstamos fueron contraídos, además de no sumar recursos a la
producción, distrajeron una parte sustancial de la disponibilidad de capital hacia la especulación,
la fuga de capitales y el consumo suntuario, y aumentaron el gasto público para pagar intereses,
privando de fondos para otros fines a la Nación y a las provincias.
En la medida en que las obligaciones financieras con el exterior no se anudaban con un
fortalecimiento del aparato productivo, desencadenaban al fin de cada ciclo de endeudamiento,
profundas crisis monetarias fiscales y de balanza de pagos –cuento más de diez crisis– que
invariablemente daban lugar a políticas que forzaban al ahorro sobre el hambre y la sed del
pueblo, como dijo el presidente Avellaneda, en una de esas primeras crisis. Así como también las
devaluaciones y procesos inflacionarios.
Hubo dos grandes ciclos de endeudamiento en nuestro país. El primero fue entre los años
70 del siglo XIX y la década del 30 del siglo XX, que dio lugar a fuertes crisis financieras y
default. De ellas, la más importante fue la de 1890. Pero, también dio lugar a cierto crecimiento
productivo, que permitió la expansión agroexportadora del país.
El segundo ciclo comenzó a partir de la última dictadura cívico-militar, culminando en el
ya conocido default de 2001. Este último resultó mayormente especulativo. La deuda no tuvo ni
por asomo las ideas de inversiones productivas, sino que financió una gigantesca fuga de
capitales y para el período tomado en su conjunto, la tasa de crecimiento fue nula. Las
consecuencias negativas que trajo para nuestro país son bien conocidas, porque no resulta
necesario aquí dar cifras ni abundar en mayores detalles.
La segunda cuestión es que el problema de la deuda externa, generalmente, es tratado
desde el lugar del deudor. Pero es necesario analizarla también y principalmente desde el ángulo
del acreedor y las causas por las cuales los flujos de capitales llegan a un país, así como la
rentabilidad que se espera de ellos. La deuda de los países como el nuestro es necesaria para los
intereses de los capitales que sobreabundan en el norte. Y se reciclan buscando nuevas
oportunidades de rentabilidad cuando tienen dificultades en sus propios países, ayudados por las
políticas de reapertura y desregulación en los lugares donde esos capitales se colocan.
Al mismo tiempo, constituye una herramienta de disciplinamiento económico por parte de
los organismos financieros internacionales. Y sobre todo, una vía de escape del ahorro interno
por parte de las elites, que llamativamente no invierten en el país sino que prefieren guardarlo
bajo el colchón o en paraísos fiscales.
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Este financiamiento sirve, además, para descargar crisis sistémicas en los países
periféricos como ocurrió con la crisis de los años 70, la crisis del dólar y después del petróleo,
donde llegó un aluvión de dólares baratos sin destino preciso a América latina, que sólo sirvió
para producir la crisis de la deuda de los años 80, ya con dólares caros como resultado del
aumento de las tasas de interés.
De una u otra forma, los perdedores están siempre del mismo lado. El financiamiento
internacional es funcional a los intereses de los acreedores. Tan es así que la ex secretaria de
Estado llegó a afirmar que las actividades cubiertas por el financiamiento externo contribuyen
cada día a la defensa de los valores, la seguridad, la libertad y la prosperidad norteamericana.
Ayudan a crear nuevos empleos al expandir las exportaciones de nuestros bienes y servicios y
otorgan ventajas a nuestras empresas en los mercados globales.
Los datos son, por otra parte, significativos. Después de la crisis de 1982 y hasta el año
2000, América latina devolvió casi cuatro veces el total de su deuda aunque el montante de la
misma se elevó a más del doble.
Tercera cuestión. El caso de la Argentina es presentado internacionalmente en Estados
Unidos y en algunos países europeos como si el victimario fuera nuestro país y la víctima, los
pobres fondos buitres a los que no se les quiere pagar sus acreencias.
Esto se agravaría en palabras del juez Griesa, por el hecho de que el gobierno argentino
no respeta el sistema jurídico norteamericano, como si este fuera garantía de algo más que de la
defensa de unos especuladores cuya ganancia no se deriva de la economía de mercado, sino por
sus acciones en el aparato judicial. Este no es un tema de economía de mercado. Es un tema de
aprovechamiento del aparato judicial manejado por estos mismos fondos.
Hemos de recordar que el actual endeudamiento argentino comenzó con una dictadura
militar que impuso el terrorismo de Estado causando miles de víctimas, y continuó con una
política neoliberal de los gobiernos de Menem y de De La Rúa, aceptando tomar deuda en el país
del norte, bajo la jurisdicción estadounidense y violando así principios soberanos, sostenidos
desde principios del siglo XIX, por las doctrinas Calvo y Drago, doctrinas liminares para nuestro
derecho.
Las reglas del juego del neoliberalismo obligan a aceptar esas jurisdicciones extranjeras.
De este modo, la Argentina resulta víctima de un sistema perverso, donde la soberanía de los
países no se tiene en cuenta.
Recordemos que, justamente, Luis María Drago, a través de su representante en Estados
Unidos, García Meru, creyendo en la doctrina Monroe, le llevó al presidente Roosevelt, la idea
de que era necesario parar, en ese momento, el ataque de tres barcos europeos a los puertos de
Venezuela por el incumplimiento del pago de la deuda de esos países. Resulta clara la
responsabilidad histórica del gobierno de Washington en ese sentido, cuando se negó a aceptar la
propuesta de Drago y, poco después, intervino militarmente en varias ocasiones en el territorio de
los vecinos latinoamericanos con ese fin.
Esta doctrina inauguró la política del “gran garrote” a fin de castigar a los países
incumplidores de su patio trasero.
La cuarta cuestión es la relativa al modo en que llegan y se utilizan los flujos financieros
del endeudamiento externo, que resulta altamente inestable y pueden causar serios daños en la
economía de los países en desarrollo. Si observamos los flujos financieros hacia los países en
desarrollo, sobresale el crecimiento de los fondos provenientes de los mercados de capitales con
fines especulativos y de la inversión extranjera directa, pero, en este último caso, por las fusiones
y adquisiciones y por la compra de activos estatales, especialmente servicios públicos y empresas
privadas ya existentes.
La inversión extranjera directa no viene, mayormente, en carácter de inversiones
productivas de riesgo. Además, la marcada concentración de estos flujos en pocos países en un
marco de alta volatilidad, facilitada por la liberalización de los controles de capital, contribuyó a
acentuar la inestabilidad de las economías involucradas. Ocurrió lo que Keynes llamaba
“economía casino”, planteando la necesidad de regular las finanzas globales.
Por otro lado, gran parte de los flujos que ingresan parten de vuelta en forma de pagos de
intereses, beneficios repatriados y fuga de capitales. En la Argentina, por ejemplo, el monto de
esta fuga llegó a ser hasta el 2001 de casi el 80 o el 90 por ciento del total de la deuda externa.
Además, se ha alterado notoriamente el destino de utilización de ese financiamiento externo.
Para el conjunto de países en desarrollo del primer quinquenio de los años ochenta hasta el
último quinquenio de los noventa, las partidas para proyectos productivos descendieron del 60 al
40 por ciento; mientras que las que se utilizan para emergencias, servicios sociales y, sobre todo,
para nuevo financiamiento de la deuda pasaron del 20 al 50 por ciento. Así los donantes, que al
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mismo tiempo son los principales acreedores, terminan llevando dinero a los países periféricos
para que estos puedan satisfacer el pago de la deuda.
El endeudamiento externo para los acreedores es una forma de vivir de rentas en un
sistema dominado por el sistema financiero internacional–principalmente norteamericano– y
debe tener atada a la periferia a sus necesidades.
Como dice el economista francés Robert Boyer: las finanzas podrían destruir ese
capitalismo. La acumulación productiva se transforma en una estéril acumulación financiera muy
parecida a la que marcó la declinación del imperio británico; y creemos que estamos en una etapa
de declinación del imperio americano.
Quisiera señalar, antes de finalizar, un ejemplo histórico. El relato de Henry Shepherd,
que hizo un informe sobre la crisis del noventa y la salida del default para la Secretaría de
Comercio norteamericana en la crisis de 1890, indicaba que la Argentina tuvo dos soluciones con
la crisis de 1890: hacer un oneroso crédito puente–que ya en 1891 había pactado Carlos
Pellegrini con los Rothschild–, según el cual para su pago se comprometían entre otras cosas los
ingresos de la aduana que servían como garantía, un empréstito de 75 millones de pesos oro. Ese
crédito tenía también como objetivo salvar a la casi quebrada casa Baring Brothers, la principal
compañía financiera británica y en parte causante de la crisis de 1890. Pero resultaba oneroso y
fue un total fracaso. No originó ningún tipo de inversiones para la Argentina.
La solución vino 2años más tarde con Juan José Romero, el ministro de Hacienda del
presidente que sucede a Pellegrini, Luis Sáenz Peña, que tenía otra filosofía. Romero apoyado
por su presidente decía que no había que pagar deuda vieja con deuda nueva y estableció unas
pautas parecidas a los canjes del 2005 y el 2010. Fijó un monto anual de pago por 5 años,
postergando una parte de intereses y amortizaciones, y estableciendo quitas que fueron aceptadas
por los acreedores. Lo que permitió ya en 1897–antes de haber pasado los 5 años–la salida del
default y poco después el retorno de capitales y cuantiosos financiamientos a la Argentina. Claro
que el costo político que eso le hizo pagar a Sáenz Peña, terminó haciéndolo renunciar a la
presidencia que quedó en manos de José Evaristo Uriburu que era un fiel aliado del roquismo y
de Pellegrini.
Del default se salió con una fórmula parecida a la de los canjes y no con un nuevo
endeudamiento, y eso fue lo que permitió, luego, endeudarse nuevamente.
Conclusión: la historia demuestra de forma contundente que endeudarse no contribuye al
desarrollo productivo de los países deudores, y se concentra cada vez más en financiar nuevas
deudas y en facilitar la repartición de beneficios, la formación de oligopolios o monopolios, la
compra de activos nacionales y la fuga de capitales.
Haciendo un balance de la causa de la crisis de los años treinta, el comité estadounidense
del Senado sobre la banca y el sistema de divisas se pronunció en términos muy severos acerca
del comportamiento nefasto de los bancos inversores en la década anterior. Dijo entonces: la
historia de las actividades de los banqueros inversores en la compra y venta de paquetes de
valores extranjeros constituye una de las páginas más escandalosas de la historia de la banca
norteamericana de inversiones. Se caracterizaba por prácticas y abusos que constituían
migraciones a los principios más elementales de la ética comercial.
Me parece que con estas advertencias respecto al nuevo ciclo de endeudamiento que va a
comenzar la Argentina si es que se aprueban estas leyes, tenemos que revisar de vuelta la historia
económica y financiara del país para no caer de nuevo en los problemas que tuvimos hasta ahora.
Nadie garantiza que vendrán nuevas inversiones cuando la capacidad de repago del país va a
disminuir notoriamente con este nuevo endeudamiento. Tampoco nadie garantiza que si esas
inversiones vienen serán inversiones realmente productivas.
Sr. Presidente (Aguilar).- Gracias doctor.
A continuación, va exponer el doctor Daniel Artana que es economista de la Universidad
de la Plata y doctor en economía de la Universidad de California. Se desempeña como
economista jefe de FIEL, es especialista en política fiscal y consultor del Banco Mundial, del
Banco Interamericano de Desarrollo y de otros organismos.
Sr. Artana.- Quiero agradecerles a los senadores que integran estas comisiones por haberme
invitado para compartir algunas reflexiones. Lo que voy a hacer es tratar de obviar una discusión
respecto a si es conveniente o no el arreglo con los holdouts desde el punto de vista financiero,
porque ya ha habido presentaciones al respecto. Lo que voy a tratar de hacer es argumentar que,
como dice la primera cuestión, hoy aprobar este acuerdo es el mal menor. Creo que a nadie en la
Argentina le gusta el accionar de los fondos buitre. Creo que las sentencias en Nueva York
fueron expedidas y, si uno quiere, injustas, pero eso no se puede modificar. Parados hoy sin mirar
para atrás y sin especular hacia adelante respecto de cuáles pueden ser los beneficios sobre el
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crecimiento económico de tener más acceso a la deuda–que yo creo que los hay–, lo que voy a
tratar de hacer esargumentar. Aún si uno se olvida del impacto que puede tener el acuerdo sobre
el acceso a financiamiento internacional y que si lo sabemos utilizar bien eso puede generar
crecimiento económico y además puede adelantar inversiones, el mal menor es tratar de aprobar
la propuesta del Ejecutivo que tiene media sanción de la Cámara de Diputados.
Obviamente que hay un costo en arreglar con los holdouts. Si todos los fondos buitre y los
más chiquitos acordaran, la Argentina tendría que emitir alrededor de 12.000 millones de dólares
de deuda y eso tendría alrededor de –no se sabe bien hasta que no lo emitamos–un costo de
intereses anuales del orden del 1.000 millones de dólares. Es decir, hay un costo por arreglar. Lo
que voy a tratar de argumentar es que no arreglar tiene costos mayores que esos.
Básicamente, me voy a referir a tres temas: uno es tratar de evitar algo que se mencionó
en algunas de las presentaciones anteriores. Hay un riesgo de aceleración por parte de los que
entraron en los canjes y que no han podido cobrar producto de los bloqueos judiciales que nos ha
impuesto la justicia de Nueva York y que nos ha impedido que les pudiéramos pagar
puntualmente como la Argentina quiso hacer.
El por segundo riesgo es que independientemente de la deuda nueva que se pueda emitir,
Argentina tiene compromisos de deuda en moneda extranjera. La pregunta es de dónde vamos a
sacar los dólares si no terminamos haciendo un acuerdo que nos permita acceder al nuevo
financiamiento.
El tercero es que, claramente, si uno no acuerda el costo de financiamiento para los que
pueden o han podido emitir deuda sin el bloqueo –básicamente provincias, empresas públicas y
empresas privadas–, sería mayor que si uno tuviera un acuerdo.
Entonces, déjenme avanzar en algunos de estos puntos. Rápidamente, quienes
participaron en los canjes 2005 y 2010 hasta ahora no han podido cobrar 2.700 millones de
dólares que figuran en las reservas del Banco Central. Según la prensa hubo algunos intentos por
juntar la masa crítica que se requiere para acelerar algunos de estos bonos. Hay algunas
emisiones de bonos que son chicas, que son vulnerables a que uno tenga esta aceleración. Si eso
ocurre entraríamos en un nuevo default generalizado y eso, evidentemente, generaría
complicaciones.
La verdad es que no sé por qué no han avanzado hasta ahora, pero es posible que estos
intentos de aceleración se hayan frustrado, no hayan conseguido la masa crítica de acreedores,
precisamente porque se esperaba que quien asumiera la conducción del país en el año 2015 –
cualquiera de los candidatos– trataría de arreglar este tema. Por lo tanto, no pagaba entrar en un
terreno incierto donde uno no sabe, como acreedor, cuánto en definitiva es lo que va a cobrar.
Pero si la Argentina postergaba la solución de este tema, seguramente ese riesgo de aceleración
aumentaría y tendríamos el riesgo de entrar en otro default, a poco tiempo del default del año
2002.
Entonces, hay un primer riesgo que uno evitaría con esto.
La siguiente cuestión es que la Argentina, a nivel del gobierno nacional, como les voy a
mostrar, tiene vencimientos de deuda en moneda extranjera. Me refiero al dólar billete, no a los
bonos dollar linked, que se convierten a pesos en función del tipo de cambio. Para pagar esos
vencimientos de deuda, lo que se hizo, hasta finales del año pasado, es colocar un poquito de
nueva deuda y básicamente utilizar las reservas del Banco Central. Pero estas opciones, como
voy a mostrar en un minuto, están severamente limitadas hacia delante. Las reservas que le
quedan al Banco Central, cuando uno resta sus pasivos, son muy bajas. Si uno no arregla con los
fondos buitre, si no se le pone un punto final a este tema, acceder al financiamiento de deuda en
sumas importantes y a tasas razonables me parece que no va a estar disponible.
Esto que tienen acá son vencimientos de intereses y capital de bonos que son emitidos
desde el año 2005 hacia delante. Son bonos emitidos en el canje y algunos bonos que han
colocado bajo ley argentina después del canje. Los que están en azul son los bonos emitidos
después de 2005, arriba están los vencimientos con multilaterales y más arriba están los
vencimientos con el Club de París. Argentina tiene que pagar en los próximos cinco años, en
dólares –no en pesos que uso para calcular los dollar linked–, 42.000 millones de dólares.
¿Esa cifra de dónde la vamos a sacar si al mismo tiempo hemos hecho esto? A principios
del año 2012, uno tenía reservas brutas –la barra azul– en el Banco Central por algo más de
45.000 millones de dólares y pasivos en moneda extranjera por algo menos de 10.000; por lo
tanto, teníamos reservas netas del orden de los 35.000 millones de dólares. A finales del año
2014, la barrita azul se había bajado bastante y había subido un poquito la barrita roja; por lo
tanto, las reservas netas eran alrededor de 15.000 millones de dólares. Y hacia el final del año
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pasado, la barrita azul siguió bajando y la barrita roja siguió subiendo; por lo tanto, el Banco
Central prácticamente no tenía reservas netas.
Entonces, ese instrumento que estuvo disponible desde finales de 2011 hasta finales de
2015, que fue el uso de reservas del Banco Central para poder hacer frente a los vencimientos de
deuda en divisas que tenía la Argentina, no está más disponible.
Por lo tanto, si uno tiene por delante pagos de deuda –emitida por el Frente para la
Victoria, porque fueron los que gobernaron desde 2003 hasta 2015–, ¿cómo vamos a hacer frente
a esos vencimientos en divisas si no podemos acceder al crédito internacional? Uno puede decir:
bueno, puedo hacer un superávit primario para poder comprar dólares con pesos genuinos en el
mercado y con eso pagar los intereses. Pero además tenemos vencimientos de capital. Sería un
esfuerzo financiero enorme para el gobierno nacional y evidentemente implicaría un costo muy
importante, en términos de la reducción que habría que hacer del resultado fiscal, poder acceder a
eso.
Además está el tema de si vamos a tener los dólares. Recuerden ustedes que el gobierno
acaba de publicar los datos de la cuenta corriente, el balance de pagos del año pasado, y tuvimos
un déficit de 15.000 millones de dólares. Y no parece que este año vaya a ser mucho mejor.
Por lo tanto, tenemos la pregunta: ¿de dónde vamos a sacar los dólares si no conseguimos
acceder a los mercados? Como gobierno nacional, para acceder a los mercados sin el acuerdo con
los fondos buitre uno solo ha podido emitir partidas pequeñas de bonos bajo ley argentina. Y en
ningún caso parece que uno pudiera hacer frente a vencimientos, en los próximos cinco años, por
la cifra que les mostré antes, de más de 40.000 millones de dólares.
La siguiente cuestión es que esto también tiene un costo para las provincias. Uno lo puede
ver con una cuenta muy sencilla. En el año 2015, la provincia de Buenos Aires emitió deuda en
moneda extranjera y pagó una tasa efectiva de algo más del 10 por ciento en dólares. Eso era 4,4
por encima de lo que pagaban en promedio los países emergentes, de alrededor del 6 por ciento
en dólares. Este año, ayudado por la expectativa de que se va a resolver el conflicto con los
fondos buitre, la provincia emitió deuda al 9,4, que sigue siendo una tasa muy cara pero es más
baja que la del año pasado. Además, como subió el costo de emitir deuda por los países
emergentes, la diferencia se achicó a 3 puntos. Es decir, ha habido simplemente un ahorro en el
costo de financiamiento de las provincias; y tiene mucho que ver con esto la perspectiva de que
uno va a arreglar y resolver este tema.
Tengan ustedes en cuenta que la Argentina tiene, a finales del año 2015 –es la última
información disponible–, un montón de deuda externa del sector público: 84.000 millones de
dólares, si uno incluye al Banco Central dentro del sector público. Ahí están Nación y provincias.
Además, hay 74.000 millones de dólares de deuda del sector privado. Es decir, si normalmente
uno no paga la deuda sino que va renovando lo que vence –no estoy hablando de deuda nueva
que se emita para financiar déficit fiscal; estoy hablando de los vencimientos que tienen estos
158.000 millones de dólares–, uno necesita poder acceder a ese financiamiento internacional para
ir haciendo el roll over de esos vencimientos y a tasas de interés razonables, porque si no, le
ponemos un costo. La decisión del gobierno nacional le impondría un costo negativo sobre ese
costo de financiamiento a lo que tengan que renovar las provincias y a lo que tengan que renovar
el sector privado y las empresas públicas.
Déjenme cerrar mostrándoles la evolución del riesgo país, que es una medida del plus que
pagan los bonos. La línea negra es el promedio de los países emergentes, la línea verde es el
riesgo país de Brasil, la línea naranja es el riesgo país de México y la roja es el riesgo país de
Chile.
Producto de turbulencias en los mercados internacionales, es más costoso hoy emitir
deuda respecto de lo que era a principios del año pasado. En el caso argentino, ha sido al revés.
Acá, otra vez, algo tuvo que ver en esta reducción del riesgo país la expectativa de que uno va a
resolver el problema con los fondos buitre. Cuando Argentina coloca –el gobierno saliente–, en
dos momentos del año pasado, el Bonar 24, lo colocó básicamente donde marcan los puntitos: un
poquito por arriba de lo que marcaba la curva de riesgo país.
Yo quiero cerrar con una reflexión sobre esto. Todo lo que uno pueda hacer para bajar el
riesgo país significa menor costo del capital; significa menores pagos de intereses para las
provincias, que van a tener que renovar deuda; para la Nación, que tiene que renovar deuda,
como vimos ahí, y para el sector privado. Y el riesgo país es el impuesto más estúpido que
podemos pagar, porque en el fondo es una compensación para los dueños del capital por el hecho
de invertir en un país que tiene determinados conflictos con el resto del mundo. Ese costo, que
está metido en los proyectos de inversión privada –un proyecto de inversión en la Argentina pide
un retorno de capital más alto que el que pide en Alemania, en Estados Unidos o en Japón–, las
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empresas lo terminan compensando con mayores precios para el consumidor o menores pagos
para nuestros trabajadores.
Por eso, creo que más allá de que estos fondos buitre han sido muy desagradables, más
allá de que todos tenemos una sensación de injusticia respecto de lo que ha hecho la justicia de
Nueva York, el hecho es que eso se perdió. Y si no se para hoy para adelante, y sin computar que
además normalizar las relaciones con el resto del mundo nos puede generar más financiamiento y
nos puede ayudar a generar más inversiones, simplemente teniendo en cuenta lo que vence y el
costo de lo que vence, creo que no hay más remedio que taparse la nariz y terminar acordando.
Muchas gracias por su atención.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, licenciado.
Le damos la palabra ahora a Andrés Asiain, economista por la Universidad de Buenos
Aires y profesor de la materia Crecimiento Económico de la Facultad de Ciencias Económicas de
la misma casa de estudios. Es director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini
Ortiz e investigador del Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales.
Licenciado: está en uso de la palabra.
Sr. Asiain.- Buenos días.
Antes que nada, muchísimas gracias a todos los senadores presentes y a todo el público
en general por la invitación y por darme el honor de poder exponer sobre un tema de tanta
importancia para los destinos del país.
En cuanto al material que voy a exponer, nosotros les hemos dejado una carpeta de un
centro de estudios. Dentro de esa carpetita hay un material impreso donde más o menos –por ahí
no se ve bien– está lo principal que voy a exponer sobre la cuestión del acuerdo con los fondos
buitre y demás holdouts.
Mi exposición, en términos de cómo abordar el acuerdo, va a tratar de salirse de las
posiciones más ideológicas con la idea de dar confianza, atraer inversiones, integrarse al mundo.
Creo que hay que mirarlo con realismo. No hay que embellecerlo artificialmente, sino saber que
este acuerdo es para acceder a los mercados de emisión de deuda pública en el exterior.
Acá hay una realidad contrastante, por ejemplo, con el mito de que estamos aislados y no
atraemos inversiones cuando estamos en default de parte de la deuda. Lo real es que la inversión
extranjera directa en los años de default, desde 2002 hasta ahora, ha sido superior que en los años
noventa, en términos de inversión real al aparato productivo, cuando uno descuenta lo que fue
compraventa de empresas preexistentes por el proceso de privatización o extranjerización.
Entonces, creo que en esto hay que quitarle la idea de que esto es la llave al mundo y las
inversiones. Esto, mirado con realismo, es la puerta de acceso a la emisión de deuda pública en
los mercados financieros internacionales. Se puede estar a favor o en contra; pero lo que estamos
discutiendo es eso. No hay milagros detrás de esto, lluvias de dólares, no sé cuánto o desarrollos
productivos milagrosos. No se dio en la Argentina esa historia. No se dio en ningún país del
mundo. Y lo que hay que discutir es si conviene o no pagar a los fondos buitres para reacceder a
esos mercados financieros de deuda internacional.
También, voy a sacar todo lo que es la idea de que los fondos buitres son malos, el pago
es injusto, es mucha plata y no corresponde, etcétera. Pueden ser posiciones valiosas, pero me
parece que lo que tenemos que analizar –y es lo que se propone en mi exposición– es si un
empresario está en el Veraz y va a pagar o no, lo que va a analizar –más allá de si es injusto o no
que lo hayan metido en el Veraz–, es si le conviene, en términos económicos, pagar para salir del
Veraz y tomar créditos.
En este sentido, el debate que se abre va por varios lugares: el principal es si salimos
efectivamente del Veraz pagando. Acá no me voy a detallar mucho, pero está la cuestión legal
sobre la posibilidad de que, a partir de este acuerdo, se desaten nuevos juicios que, en lugar de
sacarnos del Veraz, nos entierren de por vida en el Veraz.
Básicamente, cuando se habló de la RUFO, de algún juez que interprete que en lugar de
estar vencida, nosotros eludimos su aplicación simplemente posponiendo un pago sobre una
sentencia de cuando estaba vigente o la posibilidad de que al abolir todo el entramado legal, que
nosotros incluso declaramos de interés público en la ley de pago soberano, que decía que en los
canjes 2005 y 2010 nunca íbamos a ofrecer nada mejor, algún juez interprete que al abolir eso, se
abole también el sustento legal que estuvo detrás de las reestructuraciones y que habilite a
quienes aceptaron esos canjes a litigar contra el país. No es mi tema. No soy abogado, pero,
obviamente, si prospera alguna de esas puntas legales no salimos del Veraz; por el contrario,
estamos más enterrados que antes en términos de demanda. Hay que poner del otro lado de la
balanza la posibilidad de que avancen los pedidos de aceleración y las chances que tienen que
estos de prosperar.
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La Argentina también está cubierta parcialmente por el hecho de haber realizado el pago y
que este permaneciera bloqueado. O sea, no está claro que la Argentina pueda ser demandada en
caso de una aceleración, pero pueden desatarse conflictos legales por ese lado.
O sea, esta es la advertencia general sobre la cuestión de si salimos o no del Veraz. Es un
tema legal. Me imagino que ustedes ya habrán hablado con distintos abogados y tendrán su
análisis al respecto.
El costo del acuerdo no lo voy a mencionar. Ahí tenemos una estimación aproximada de
los que entraron al canje y los que quedan afuera. Sabemos que se está hablando básicamente de
avalar la emisión de 12.000 millones de dólares de deuda. Obviamente, lo que acordaron es
bastante menos y se da un changüí, podríamos decir, por si acuerda alguien más o vamos a ver
para qué se usaría ese endeudamiento.
Me parece que lo más importante es que si cualquier empresario va a decir que va a pagar
para salir del Veraz, es porque quiere acceder a crédito. Si quiere acceder a crédito es porque
tiene en mente proyectos de inversión que piensa que le van a redituar para refinanciar esos
proyectos que se financian en el mercado internacional, o sea, pagar los intereses y refinanciar el
capital, y recuperar lo que tuvo que poner para salir del Veraz. Esto es una cuenta objetiva. Aquí
no hay que hacer análisis de izquierda o derecha, kirchnerista o antikirchnerista; esto es: si voy a
pagar para acceder al crédito, tengo en mente proyectos de inversión que me den un rendimiento,
que sé que voy a recuperar, por lo menos, el interés de esos créditos y lo que le tuve que pagar
para salir del Veraz. Es un análisis bastante objetivo.
Para plantear la existencia de esos proyectos de inversión, hacemos distintos análisis y
horizontes de cómo deberían orientarse inversiones financieras con acceso al crédito externo,
para dar sustentabilidad a la deuda después de un acuerdo. En este sentido, varias variables
entran en juego. Una esencial es el uso de ese crédito externo. Recién se mencionó el hecho de
usar nuevas emisiones de deuda para pagar viejas emisiones de deuda y se comparó lo que fue el
último año, que aumentaban los activos externos y los pasivos externos en las reservas, y las
reservas netas bajaban. Si en lugar de endeudarse como en el último año el Banco Central, se
endeuda el Estado nacional, para el sistema público consolidado no cambia nada. También,
aumenta los activos y los pasivos. Si vas a usarlo para pagar deuda, lo que va a pasar es que las
reservas netas del sistema público consolidado serán negativas. No cambiaría nada. No crean que
porque no se endeuda el Banco Central, se endeuda el Estado nacional, para la economía
nacional es lo mismo.
Si se objeta lo que se hizo en 2015 de tomar deuda y con eso sostener las reservas,
entonces, este acuerdo no tendría sentido si está planteado para pagar deuda, refinanciar pago,
porque objetivamente es hacer lo mismo que se hizo el año pasado. Pero la cuestión central es el
uso. En esto, pensando en la sustentabilidad de la deuda y que el empresario diga: “Bueno, ¿para
qué voy a usar la plata?” Algunos dicen que para gastos corrientes. Es como que el empresario
me dijera que va a pagar para salir de la deuda, para tomar créditos, para después salir con mi
mujer e ir a pasear. Obviamente, capacidad de repago no va a obtener.
Hay posiciones altruistas. Mario Rapaport estuvo presente. El crédito de la Baring
Brothers también se tomó para hacer agua y cloacas en la ciudad de Buenos Aires, una frontera
con el indio, pero nunca se hace nada de esas cosas altruistas de la historia argentina. Sin
embargo, uno tiene cuestión de fe. Dicen que van a urbanizar las villas del país. Vamos a emitir
deuda, entre otras cosas para urbanizar las villas del país. Eso es como que el empresario me
dijera que lo que va a realizar es hacerle una pieza al pibe en el fondo. Obviamente, no le genera
capacidad de repago a la economía de un crédito externo.
Cuando uno toma crédito en dólares, generar capacidad de repago es: financiar proyectos
de inversión que amplíen las exportaciones o permitan sustituir importaciones, que son las dos
fuentes genuinas de divisas de la economía, que le van a permitir generar capacidad de repago.
Entonces, si vamos a volver a los mercados de deuda, creo que el Congreso lo primero
que tendría que poner es un punto de que la nueva emisión de deuda sea orientada a ampliar
exportaciones o sustituir importaciones, de tal manera que genere capacidad de repago de esos
créditos externos.
La segunda cuestión es que no alcanza sólo con invertir bien la plata. El rendimiento te
tiene que dar para pagar los intereses y recuperar lo que pusiste para salir del Veraz, o sea, el
acuerdo con los fondos buitre.
Nosotros hacemos el análisis sobre cuáles tendrían que ser esos rendimientos anuales en
dólares de los proyectos de inversión. Realmente, nos dan valores muy altos. Planteamos dos
escenarios, de mínima y de máxima. El de mínima es la utopía, podemos decir, financiera de que
volvemos a los mercados y nos financian al 4 por ciento. El escenario de máxima es pesimista,
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pero bastante realista, pensando en nuestras cuentas externas, en los precios de las materias
primas, el ciclo que se inicia de suba de tasas e interés por parte de la Reserva Federal
norteamericana y la fuga de capitales que se está desatando desde la periferia al centro en la
economía mundial; es un horizonte de tasas de fondeo, post acuerdo del 9 por ciento anual en
dólares. Podemos decir pesimista, pero con una cuota de realismo para los próximos 10 años.
Esos escenarios nos marcan que los rendimientos de las inversiones tienen que ser
proyectos de inversiones de 25 o 75.000 millones de dólares en 10 años, con rendimientos que
van desde el 15 por ciento en dólares a un piso del 6 por ciento en dólares.
Con esto quiero decir que firmar un acuerdo de pagar para salir del Veraz, si no están
sobre la mesa analizados los proyectos de inversión para lo que se va a usar el crédito externo y
analizado por parte de los legisladores del país que los rendimientos en dólares son realistas, en
un escenario de baja de precios de las materias primas de mercados internacionales cayendo; por
lo tanto, la orientación de que existan esos volúmenes de inversiones con esos retornos en dólares
en nuestras exportaciones, parece poco realista para el horizonte de los próximos años.
Por otro lado, se habla de avanzar hacia procesos de tratados de libre comercio, por lo que
la idea de sustitución de importaciones parece bastante limitada.
Entonces, la pregunta central es: ¿el Poder Ejecutivo presentó y tiene analizados
proyectos por montos que van desde los 25.000 hasta 75.000 millones de dólares más con
rendimientos anuales en dólares del 16 al 6 o 7 por ciento? Porque si no existen esos proyectos,
lo que tenemos es a un empresario que va a pagar para salir del veraz, porque el negocio le está
dando pérdida, para contraer deuda para seguir pedaleando el mal funcionamiento del negocio sin
invertir para desarrollar y que el negocio mejore. Si no existen estos proyectos, si ustedes no los
han analizado… yo por lo menos no tengo el conocimiento de que estos proyectos hayan sido
presentados en el Congreso que es lo que tendría que haber hecho el ministro de Hacienda, venir
y decir: “estos son los proyectos que tenemos analizados, esta es la sustentabilidad de este
acuerdo”. Si no están esos proyectos, realmente, el temor que uno tiene, y sobre todo conociendo
la experiencia de la historia económica argentina –como dijo Mario Rapaport–, es que este sea el
inicio de un ciclo de endeudamiento insustentable en donde la Argentina salga a los mercados
financieros de deuda a tomar crédito en dólares sin ampliar su capacidad de repago para evitar
resolver los problemas reales de la economía argentina: la inflación, la fuga de capitales, el
déficit industrial, el déficit energético, los problemas de vivienda, las desigualdades regionales.
En lugar de resolver los problemas reales de la economía argentina con una política económica
que tome en cuenta esos puntos, lo que hay una vez más frente a los problemas reales es
eludirlos; tratar de colocar deuda internacional para generar una cierta bonanza de plata dulce por
lo que tire el bajo endeudamiento heredado, la buena herencia de un bajo endeudamiento
internacional y que después, en un par de años, estemos de vuelta en este Senado discutiendo
políticas que nos imponen organismos internacionales para refinanciarnos las deudas.
Si la Argentina no tiene y ustedes no estudian y no aprueban en concreto para qué se va a
usar el acceso a los mercados, si es que esto es la puerta del acceso a los mercados, lo que están
entregando es la llave de acceso a un ciclo de endeudamiento que no le da ninguna garantía.
Entonces, mi posición es que tendría que haberse presentado a ustedes el análisis de esos
proyectos concretos. En todo caso, los diputados y senadores que estén a favor de aprobarlo por
alguna razón por lo menos condicionen que cualquier acceso al crédito internacional futuro tenga
que pasar por ustedes para que se analice que la Argentina no va a empezar un nuevo ciclo de
endeudamiento insustentable. Muchas gracias.
Sr. Presidente (Aguilar).- Va a continuar el doctor Carlos Leyba. Investigador y profesor
universitario, que fue subsecretario general del Ministerio de Economía y vicepresidente
ejecutivo del Instituto Nacional de Planificación Económica durante el tercer mandato del
general Juan Domingo Perón.
Sr. Leyba.- Muchas gracias por la invitación y muchas gracias a todos los expositores, porque
creo que han desarrollado un panorama que aunque parezca mentira lo veo coincidente.
Yo, por lo tanto, voy a tratar de no repetir sino de tratar de marcar desde mi perspectiva
cómo veo este asunto que me parece dicotómico: se aprueba o no se aprueba una negociación que
está ya lanzada y que obviamente es la que proponen los negociadores que, aunque no se
apruebe, van a seguir a cargo de la que sea la otra negociación. Con lo cual es muy difícil que el
Senado le pueda cambiar la cabeza a los que negocian y tiene que tomar la decisión de votar o no
votar o postergar el hecho. Esa me parece que es la primera cuestión.
Ahora bien, ¿cuál es la cuestión? La cuestión que está detrás de todo esto es la deuda
externa argentina. Hay que pensarla, desde el año 2002 cuando se declaró el default, como un
caño de gas que tuvo un montón de agujeros y que en 2005 se tapó un agujero, pero quedaron
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todos los otros agujeros afuera. En 2010 se volvió a tapar otro agujero y siguieron estando afuera
agujeros. Pero, luego, se siguieron tapando agujeros con Repsol, con el Club de París, con el
CIADI; sin embargo, siguió habiendo agujeros. Y ahora sigue habiendo agujeros. Y la propuesta
concreta actual es tapar un agujero en firme y ver si se pueden seguir tapando los otros.
Concretamente, la situación es la de alguien a quien se le da de alguna manera una cierta carta
para terminar de tapar el agujero. Lo que hay que tratar de establecer es si es bueno o malo, tapar
el agujero.
En principio, por lo que ha sido todo el pensamiento de quienes se hicieron cargo de
pagar el default, Néstor Kirchner, Cristina Kirchner y las propuestas del candidato Scioli, quien
sacó la otra mitad de los votos y la de estos candidatos, es que al agujero hay que taparlo. Y los
dos que estaban a punto de tapar el agujero que queda coinciden –lo ha dicho Bein, que tiene
mucho que ver con la deuda de la época de la Alianza– en que sí, en que hay que taparlo y con un
descuento del 30 por ciento que es de lo que estamos hablando. Sobre esto, me parece
fundamental saber que hay consensos para tapar el agujero, sobre todo para parte de los que
conducen y de los que podrían haber conducido. En segundo lugar que este acuerdo no es un
acuerdo completo, porque del todo no lo tapa aunque posibilita la posibilidad de taparlo.
Después, vienen las condiciones sobre la tapa del agujero y el origen de los agujeros.
Sobre el origen de los agujeros me quiero decir que me parece que –Asiain habló sobre este
punto– el problema de nuestro caño de gas es que es de mala calidad. Y que por más que lo
tratemos, si no tratamos la calidad del caño, inexorablemente, se va a volver a romper porque es
una historia que lleva ya, desde 1976, prácticamente 40 años. Este es un dato objetivo que trataré
luego de explicar por qué ocurre y cómo se puede subsanar.
La segunda cuestión es que en realidad hoy este agujero el equivalente es que estamos
dentro de un taxi que tiene amarrado atrás –el taxi son los jóvenes buitres de la justicia– a un
montón de tipos que son aquellos bonos que han sido canjeados que no podemos pagar. Y ahora
hay un grupo de gente alrededor de ese taxi que quiere entrar al taxi o que quiere colgarse de las
latas que van detrás que son los intereses que no estamos pagando a consecuencia de la traba que
nos pone el juicio.
Ese taxi tiene una bajada de bandera más alta que el taxi de al lado y una ficha que baja
más rápido que el taxi de al lado. Lo que propone el gobierno, según tengo entendido, es
cambiarme de taxi, pasarme a un taxi que tiene una bandera más baja con una tasa que cambia a
menor velocidad que desata el problema de los que están atrás y que nos pueden producir lo que
aquí se ha llamado “la aceleración de la deuda” y que pretende arreglar con una tasa razonable,
aparentemente en términos de esto, a los que estaban afuera gritando para entrar a alguno de los
dos lados. A todas luces el auto que está parado no va a ninguna parte, que es donde estamos. Y
el auto que está en marcha –como bien ha dicho acá Asiain– tampoco sabemos a dónde va
porque obviamente este gobierno no tiene un programa global que lo haya explicitado, no tiene
una visión estratégica, no ha planteado proyectos globales más allá de las palabras “Plan
Belgrano” que está muy bien, pero que en lo que a mí respecta carezco de conocimiento sobre su
contenido y su potencial. De cualquier manera, siendo que un taxi no se mueve, no tiene un
rumbo, y que todavía puedo pedir por un rumbo, me parece, en mi opinión, que claramente este
taxi es mejor que el otro.
Confieso que la erudición del doctor Soler me ha puesto frente a un hecho que, con
absoluta humildad, me parece que muchas de las cosas que se dicen ya están desarrolladas. Ya el
solo hecho de firmar un acuerdo si jurídicamente ya ha desencadenado cosas que seguramente
alguien podría llevar a su fin. Si esto fuera así, el hecho del acuerdo sería mejorar una
posibilidad. Por supuesto, sujeto obviamente a pagar toda vez que se levante la cláusula –no
recuerdo cómo se llama en inglés– que nos impide pagarles a los demás bonistas. Dicho esto,
este es el paquete general. Está claro que no hay posibilidad de cambiar al negociador. La opción
es decir que no. Claramente, no es una solución completa y, por supuesto, abre una posibilidad
de solución.
La pregunta es: ¿para qué sirve salir del default?, ¿para qué sirve salir del veraz? Desde el
punto de vista de las relaciones internacionales de un país claramente aunque no fuéramos por
más deuda, aunque no fuéramos a la deuda, esa solución claramente es una que exige cualquier
gobierno como lo han demostrado Néstor Kirchner y Cristina Kirchner a lo largo de los últimos
catorce años en que trataron de hacerlo; simplemente, no lograron terminarlo porque no
encontraron las condiciones. Me parece que en esto hay un consenso general aunque no se diga,
no se confiese, y se han hecho prácticas correctas o más o menos como las del Club de París;
otras más baratas, como las del canje de 2005 habida cuenta de que no son tan baratas, como aquí
se ha demostrado.
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En definitiva, la quita no es tan importante. Sobre todo sin tener en cuenta que gracias a
la violación de la norma del INDEC resultó más barata, porque los que tenían bonos indexados
en pesos no cobraron lo que tenían que cobrar. Por lo cual, en rigor del arreglo, tampoco fue guau
respecto de este arreglo. Esto hay que ponerlo en claro porque estamos levantando una bandera
continuada sin discutir la esencia. Me parece que acá los números han sido demostrados me
parece que con absoluta calidad.
Ahora bien, ¿cuál es el problema del material del caño? La Argentina desde que comenzó
el proceso de la deuda construyó una economía para la deuda. Esto empezó en 1976, claramente,
porque el gobierno aceptó esa visión. Continuó inexorablemente. Y se puede hacer una
correlación estricta entre el incremento de la deuda y fuga de capitales.
Toda la deuda se
utilizó para dos cosas. La primera, fugar los capitales, que es el excedente que no se invirtió en el
país, y la segunda, para importar los bienes que sustituyeron la producción del país.
A punto tal que quiero recordarles que en la Argentina en el año 74 se producían 300.000
autos, y el 90 por ciento del auto se hacía en la Argentina. Éramos 20 millones de habitantes, y el
equivalente eran 270.000 automóviles para 20 millones de habitantes. Hoy la integración de la
industria automotriz apenas es del 25 por ciento. Producimos seguramente 700.000 automóviles,
el equivalente son 150.000, pero somos el doble de habitantes.
Claramente, la industria automotriz se desindustrializó, como todos los sectores
industriales en la Argentina. Por eso el valor per cápita del producto industrial por habitante del
74 es igual al del año 2014. La Argentina no se industrializó, sino que se desindustrializó gracias
proceso de endeudamiento que financió las importaciones y provocó la fuga de capitales que
impidió que el excedente se invirtiera. Ninguna economía normal deja de invertir su excedente.
El excedente invertido genera impuestos, sanea las finanzas. No hay manera de incrementar la
estructura impositiva si el país no incrementa la estructura de capital. Por la tanto, la fuga es la
condición necesaria para que uno tenga déficit fiscal y no viceversa, y esa fuga se financia con
deuda.
Cuando terminó el período de la deuda gracias al default, la Argentina creció, hubo una
devaluación, una mejora extraordinaria de la economía primaria y básicamente un bien
imprescindible para cualquier política económica, que son las retenciones, por la simple razón de
que la Argentina es país con una economía con dos velocidades. Es como un esquiador que tiene
una pierna más corta que la otra. Si no le ponemos un suplemento a una de las piernas, el
esquiador inexorablemente vuelca. La actividad industrial argentina por falta de inversiones
como consecuencia de la fuga del excedente hace imposible un sistema económico de superávit
fiscal y de crecimiento económico, sin tener un tipo de cambio suficientemente rentable para el
sector agropecuario con una retención que permita el desarrollo de la industria nacional.
Esto es esencial, es doloroso, pero es así, y la demostración es que no van a encontrar
ustedes ningún año de superávit fiscal en el que no haya habido retenciones, por lo menos, del 76
a la fecha. Eso es así. No se discute, pero esa es la verdad.
Consecuentemente, la Argentina con este mecanismo de deuda, fuga y ausencia de
excedente logró generar esta desindustrialización y –como ustedes recordarán– un 50 por ciento
de pobres en la crisis de 2001-2002. La verdad es que el 50 por ciento de pobres se superó y sólo
duró un año y monedas, pero el 28 y el 30 por ciento hace doce años que lo tenemos. Claramente,
es mucho peor 30 por ciento de pobreza durante doce años que 50 por ciento de pobreza durante
un año. No es lo mismo un shock que una crisis silenciosa y duradera.
La Argentina tiene una crisis silenciosa y duradera a pesar de la soja. ¿Por qué? Porque
con la soja también se fugó el excedente. Durante el período K fugaron 100.000 millones de
dólares. Son cifras del CEFID-AR, un organismo de la banca oficial del período kirchnerista.
Estamos en 400.000 millones de dólares fugados; es decir, un producto bruto entero tiene fugado
la Argentina. La Argentina no necesita inversiones externas, salvo para la parte tecnológica, la
Argentina necesita que pare la fuga, porque inexorablemente la fuga está ínsita en esta estructura
económica. Y esa fuga produce todos esos males: desindustrialización, pobreza y déficit fiscal.
La manera de pararla es establecer condiciones macroeconómicas y estructurales que
permitan que el excedente se invierta en el país. No hay ningún empresario que no decidiría
invertir su excedente en el país si las condiciones objetivas para hacerlo no fuesen favorables. Y
no se hace porque no los son.
En primer lugar, la Argentina no tiene moneda. Y no tiene moneda porque tiene una
inflación galopante. La reconstrucción de la moneda es una entidad prioritaria. No la tenemos.
Tanto es así que el gobierno tiene la tasa de interés en el 38 por ciento como consecuencia de dos
medidas que hablan claramente de una profunda contradicción, que la quiero mencionar aquí
porque me parece muy importante.
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A pesar de que el presidente del Banco Central consideró que era una monstruosidad
pagar el dólar futuro, negoció una quita pero estamos pagando 100.000 millones de pesos de
emisión monetaria, que pone mucha plata en el mercado para los especuladores que ganan más
que los buitres –en pesos, pero más que los buitres– y nos llevan la tasa al 38 por ciento.
Problema de tipo uno, que afecta al balance del Banco Central.
Problema de tipo dos. Estamos subsidiando –único país en el planeta que lo hace– la
producción de petróleo a pesar de que las empresas privadas petroleras, una de ellas, gano en
nueve meses 4.000 millones de pesos con el petróleo en baja. Y les recuerdo que cuando se
vendió YPF a Repsol el barril de petróleo costaba 20 dólares. Repito, 20 dólares. ¿Aumentaron
tanto en dólares los costos petroleros como para que 40 no sea un precio suficientemente
rentable? Es una pregunta para hacerse.
Entonces, el gobierno está emitiendo por un lado y aumentando el déficit fiscal porque las
cuentas menos generosas determinan que el gasto de subsidio petrolero es 2700 millones de
dólares al año; parte de lo que vamos a pagar.
Con lo cual, voy a terminar con la siguiente reflexión. En economía no existe una cosa
como el éxito. No es propio de la política el éxito. El éxito es compensaciones: arreglo una cosa
y desarreglo otra. Eso puede correr en el ámbito privado, pero en el ámbito público no hay éxito.
Por lo tanto, los programas tienen que ser globales y simultáneos. No es posible creer que una
medida salva a nadie.
Y por supuesto –coincido con Asiain– que sería muy bueno que el país tuviera un
proyecto y una estrategia de desarrollo y no un conjunto de proyectos que evalúan 15 por ciento.
Nos debemos una estrategia global que entienda –sobre todo en este Senado– que este es un país
que tiene una ciudad con 20.000 dólares por barba y provincias con 2000. Si ustedes creen que
eso es algo que puede producir algo mejor que lo que estamos produciendo realmente somos
ingenuos. Acá lo que se necesita es una transformación estructural que primero pase por la
cabeza. Es un país lleno de recursos, pero, la verdad, sin ideas.
Nada más.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, profesor.
Es el turno de Martín Guzmán. Martín Guzmán es licenciado y magister en Economía de
la Universidad Nacional de La Plata y doctor en Economía por la Universidad de Brown.
Actualmente, se dedica a la investigación y se especializa en Macroeconomía, Economía
Monetaria y Desarrollo Económico. Fue convocado por el Premio Nobel de Economía Joseph
Stiglitz a participar de su equipo en la Universidad de Columbia. Codirige el grupo de trabajo de
Stiglitz sobre la reestructuración de deudas y quiebras soberanas, perteneciente a la iniciativa
para el diálogo político de la Universidad de Columbia.
Adelante, por favor.
Sr. Guzmán.- Les agradezco por la invitación. Para mí es un honor estar aquí discutiendo temas
que son fundamentales para el desarrollo argentino, que es muy importante resolver para que nos
sentemos sobre un sendero que sea conveniente para el país.
Un punto de partida es señalar que creo que estamos casi todos de acuerdo en que la
existencia de los buitres es nefasta para el funcionamiento de la arquitectura financiera
internacional. De hecho, son tan malos que en las discusiones que estamos teniendo las Naciones
Unidas para reformar como se conducen los procesos de reestructuración de deuda soberana, uno
de los embajadores le pidió disculpas a los buitres, al animal. Dijo: Es demasiado duro para ellos
ser comparados con esta gente.
El otro punto es que es cierto que el fallo de Griesa desde donde se lo mire es nocivo para
el funcionamiento de la economía mundial, de la arquitectura financiera internacional y también
es injusto.
Pero ese no es nuestro tema. Lo que nosotros tenemos que discutir en este ambiente es si
el acuerdo que la Argentina está buscando llegar es conveniente o no para el país. Y esa va a ser
la primera pregunta de mi presentación.
Entonces, para responder esta pregunta tenemos que comparar en qué nos beneficiamos
vía este acuerdo con lo que nos cuesta este acuerdo.
Tanto los beneficios como los costos en principio son inciertos. Si se pagase a todos los
holdouts incluidos los buitres de acuerdo a la propuesta del gobierno, o sea si el 100 por ciento se
resolviese, ese costo sería 12.000 millones de dólares aproximadamente, pero sobre eso hay
cierta incertidumbre.
Ha sido discutido en este recinto: a pesar de que está claro que la RUFO expiró y de que
los contratos tienen un lenguaje que impiden, en principio, que haya nuevos litigios. Lo que ha
hecho la justicia estadounidense es violar los contratos para dar un remedio a lo que un juez
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consideró injusto.
Un juez consideró que el gobierno anterior se estaba portando mal, entonces, para
respetar la santidad de los contratos buitre, violó contratos de modo de impedir que el país le
pudiera pagar al 93 por ciento de los acreedores que sí habían reestructurado.
Dicho eso, quiero manifestar que el riesgo es muy bajo, aunque nunca se va a poder
reducir a cero totalmente; pero lo que queremos hacer ‒si hacemos esto bien‒ es usar todos los
instrumentos que tengamos para reducir la incertidumbre lo más posible. Sobre todo, en la
medida de que esos instrumentos no tengan costo.
Y aquí han sido propuestos instrumentos en esa dirección, por ejemplo, diferente lenguaje
en los contratos, que implique una renuncia sobre los derechos de los bonos anteriores, por parte
de los holdouts, y un pedido a la justicia estadounidense de certeza. Una declaración de certeza
que, sobre todo, diga que no se va a repetir una situación en la que haya una cautelar como la que
hoy en día le impide a la Argentina pagarle al 93 por ciento de los bonistas reestructurados. Y eso
es lo que realmente importa: la cautelar; porque, en la medida en que uno pueda seguir pagando,
aún si tiene un problema judicial al mismo tiempo, no habrá grandes problemas en término de los
costos económicos que eso genere.
Por el lado de los beneficios, el financiero es que, en principio, bajaría la tasa. He hecho
las cuentas, comparando estos costos con estos beneficios, y aún en escenarios moderados sobre
la reducción de los beneficios, el supuesto que hago es que la tasa, en promedio, baja un punto y
medio, o sea que en vez de emitir a 8,75 por ciento, como hizo el gobierno anterior, emitimos a
7, 25 por ciento. Y, suponiendo que el gobierno no se vaya a sobreendeudar, es decir que vaya
refinanciando deuda y llegue a un tope, nunca se va a pasar del 20 por ciento de deuda sobre el
producto.
Entonces, si los costos fuesen ciertos, los beneficios son más grandes que los costos. Es
decir que si pudiésemos traer certidumbre sobre los costos, convendría para la Argentina arreglar.
Por lo tanto, la primera conclusión es que, si se implementa bien, el acuerdo sería
conveniente para el país. Y la segunda es que, aun cuando no vayamos a reducir la incertidumbre
a cero, si hay elementos como los que han sido propuestos en esta mesa, que se puedan usar para
reducir la incertidumbre sobre los costos, usémoslos; eso es cuidar el patrimonio del país.
Pero un punto fundamental, un bloque de puntos que es fundamental ‒que la sociedad no
lo está tomando de la forma que en que debería tomarlo‒ es no solo el acuerdo con los fondos
buitre, sino, en este momento, en que nos reinsertamos en los mercados financieros
internacionales de forma plena, es: ¿cómo va a ser la integración financiera de la Argentina con
el mundo? Esta discusión se tiene que dar ahora, porque es el momento en el que está ocurriendo
y eso es central para el proceso de desarrollo de la Nación.
Hay tres temas que quiero tratar sobre la integración: en primer lugar, ¿en qué mercados
vamos a tomar deuda? En segundo término, cuánta deuda y para qué usos y, finalmente, ¿dentro
qué marcos vamos a tomar deuda?
Vayamos a tratar el primer tema: ¿en dónde nos vamos a endeudar?
Saben que nosotros pagamos una prima de riesgo ‒cuando pagamos‒ con una tasa más
alta de la que pagan los países más estables. Ahora bien, cuando no pagamos, cuando entramos
en default, también pagamos.
Bajo la ley de Nueva York, cuando el país hace default, es decir, hasta tanto haya una
sentencia, la tasa que paga en términos de compensatorios es del 9 por ciento. O sea que estamos
pagando, aproximadamente, el 8 por ciento ‒entre 7 y 9‒, cuando pagamos; porque somos
riesgosos en un mundo de tasas de intereses cercanas a cero, y, cuando no pagamos, también
pagamos 9 por ciento. Es decir que nos sale muy caro endeudarnos.
El problema es que esto va a pasar en cualquier lado donde tomes deuda. Si vas a
Inglaterra, la tasa que pagamos en el caso de que haya default es del 8,5 por ciento y también es
muy alta. Entonces, lo primero que esto nos dice es que endeudarte como país te sale muy caro
en cualquier circunstancia. Ahora bien, bajo la ley de Nueva York, tenemos un problema
adicional que es el de la justicia estadounidense, que ha mostrado un nivel de discrecionalidad
que favorece en forma muy grande a la posición de los acreedores, ya que es capaz de violar
contratos para proteger los derechos de aquellos que compran deuda en default, y que te pueden
bloquear una reestructuración.
Y como se dijo anteriormente: esa fue nuestra elección. Nosotros decidimos endeudarnos
bajo ley de Nueva York. Entonces, ¿vamos a volver a elegir esa ley para endeudarnos cuando hay
otras jurisdicciones que, como Inglaterra ‒y más‒, buscan mercados lo suficientemente grandes
que tienen los niveles de endeudamiento bajos que queremos para la Argentina? ¿Vamos a
cometer el mismo pecado de ir a un lugar donde lo barato nos termina saliendo muy caro? Pienso
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que no y también que, en nuestra decisión de integrarnos con el mundo, este es un problema que
tenemos que resolver ahora, por lo tanto, hay que dejar de emitir bajo la ley de Nueva York.
La segunda cuestión la voy a pasar muy rápidamente, ya que creo que es algo que todos
entendemos y ha sido discutida. Tenemos una historia de abuso de este instrumento valioso que
es el acceso al crédito internacional. Queremos tener el instrumento, pero no queremos abusar de
él y lo queremos usar bien. Entonces, lo que como sociedad tenemos que definir es cómo lo
vamos a usar, porque, además, queremos tener las reglas y las leyes que impidan que este
instrumento se utilice mal.
Finalmente, quiero describir un tema que me parece fundamental y que ha sido
enmarcado en forma incorrecta en el debate por parte de quienes lo han planteado en la Cámara
de Diputados, pero que está vinculado al arreglo con los buitres. ¿Existe una conexión directa
entre un acuerdo con los buitres y un programa de préstamo con el FMI? La respuesta va a ser
que existe una conexión directa aún si el gobierno no lo quiere, aún si le gustaría no tener un
programa con el Fondo Monetario Internacional; porque, en la práctica, un programa de
préstamos con el FMI es una palanca para los acreedores que más prestan, que son a los que a la
Argentina le van a ir a pedir, es decir, los primeros que querrán cobrar cuando las cosas empiecen
a ir mal.
Y mis tres minutos siguientes los voy a utilizar para describir esto por la importancia que
tiene para nuestro proceso de desarrollo.
Esto funciona así: en el marco de préstamo del FMI, hay una condición que dice:
“Cuando un país entra en mora ‒o sea que no está pudiendo hacer frente a sus pagos‒, solo le
podrás prestar ‒el FMI solo te podrá prestar‒ si esa deuda es considerada sostenible”. Eso quiere
decir que se tiene que considerar que el país va a poder pagar esa deuda, que no lo puede hacer
ahora por cuestiones transitorias, pero que tiene la capacidad de pagarla.
Lo que en la práctica tiende a pasar es que el FMI sobreestima la capacidad de repago de
los países, entonces presta y, al mismo tiempo, pone condiciones. Y esa posición no ha cambiado
con el tiempo.
Además, esas condiciones le hacen muy mal al país, porque tienden a empeorar la
situación económica. Y ¿cómo se usa esa plata que presta el FMI? ¿Para crear políticas
contracíclicas que ayuden al país? No, se usa para pagarles a acreedores existentes.
En este sentido, quiero darles el ejemplo de Grecia y contarles por qué esto funciona así.
Piensen que en el Fondo, en el esquema de gobierno hay un solo país con poder de veto: los
Estados Unidos. Al ser así, la posición que predomina es la posición del Tesoro de los Estados
Unidos. Y quiero ser fuerte con el lenguaje que voy a utilizar, porque la situación lo amerita, la
plutocracia congresional y el problema de las llamadas puertas giratorias implican que la
posición del Tesoro es, principalmente, la posición de los grandes bancos.
Entonces, si a un país le va mal, como a Grecia, los que tienen que cobrar deuda, dicen:
“Ni se te ocurra decir que la deuda griega no es sostenible; decí que es sostenible y pedí
condiciones que aseguren que Grecia va a pagar ahora o que va a usar ‒ principalmente‒ recursos
para eso”. De ese modo, entonces, se transfiere la plata a estos acreedores y es la palanca ‒de la
que hablo‒ que le permite a estos acreedores, a los que les vamos a pedir prestado, estar primeros
en la fila para cobrar. ¿Ok?
Esta es la figura de Grecia: lo que ven ahí, en la línea negra sólida, es el producto de
Grecia de verdad; y las líneas punteadas son las estimaciones, las proyecciones, del Fondo de
cómo le iba a ir a Grecia. Como ven, cuando empieza la recesión, en el 2007, dicen que les va a
ir bárbaro. Bueno, a todos nos puede pasar que nos equivocamos una vez. Pero año tras año
siguen diciendo lo mismo, siguen ingresando poniendo condicionalidades. Esto no solo pasa en
Grecia, sino que pasa en todos lados. Siguen poniendo condicionalidades y el resultado de eso es
que cuando empezó la recesión en Grecia el desempleo era del 7 por ciento; hoy en día es del 25
por ciento, y el desempleo juvenil es del 55 por ciento. El producto cayó el 25 por ciento
también. Esto es una desgracia, ¿sí?
Ahora bien, a lo largo de ese período, en el año 2012, hubo una reestructuración y fíjense
cómo funcionó, lo que ilustra el fenómeno del que estoy hablando.
Los principales acreedores griegos eran los bancos franceses y alemanes. A la vez,
principalmente cuatro bancos de Estados Unidos, que eran Goldman Sachs, el J.P. Morgan
Chase, Citibank y USB, le habían vendido a esos bancos unos instrumentos llamados credit
default swap, que significan que "si Grecia no te paga a vos, banco francés o alemán, yo, banco
estadounidense, te voy a pagar".
Al haber podido usar las políticas del Fondo para salvar -que fue lo que se hizo, se salvó
el cien por ciento de esos bancos alemanes y franceses-, lo que eso quiso decir es que los bancos
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estadounidenses no tuvieron que pagar un solo dólar por esos credit default swap. Por supuesto
que había grandes incentivos de estos agente a influir en la posición del Fondo y son los primeros
que salen. ¿Quién sufre? La sociedad y los acreedores más pequeños.
Entonces, si como se dijo anteriormente vamos a tapar un agujero también tratemos de
cambiar el caño. Y lo que esto quiere decir es que tenemos que en este momento definir la forma
en que nos integramos y esto es fundamental. La conclusión que saco acá es que tenemos que
evitar una solución que nos lleve a un camino que implique un programa con el FMI. Esto sería
una desgracia para nuestro proceso de desarrollo.
Cierro diciendo que la Argentina tiene que hacer lo que le conviene a la Argentina.
Porque la Argentina necesita recuperar la capacidad efectiva de pago; pagarle al 93 por ciento de
los acreedores y es importante llegar a una solución. Y es ahora cuando tenemos que definir dos
grandes temas: el primero es cómo implementamos este acuerdo, utilicemos todos los
instrumentos baratos, como los que Sebastián Soler describió, para reducir la incertidumbre sobre
los costos y tengamos en cuenta estos tres bloques que describí: dónde emitimos, cómo usamos
la deuda y en qué marco nos integramos para favorecer una integración que ayude a un proceso
de desarrollo sostenido e inclusivo.
Lo que pienso es que como está la cuestión hoy, como aprobó la ley la Cámara de
Diputados, yo aprecio los esfuerzos del gobierno en resolver este tema, que es importante y hay
que hacerlo, pero hay cuestiones por mejorar. Hay aspectos que son criticables. Estamos muy
cerca de resolverlos y el costo de esperar unos días más es cero; el costo de ir del 30 de marzo al
14 de abril es cero. Después sí, si nos vamos de ahí empieza a haber incertidumbres que, tal vez,
vayan más allá de los beneficios de esperar. Pero tomémonos el tiempo que tenemos, usémoslo
de manera más razonable y lleguemos a una solución que no solamente tape el parche, sino que
también cambie el caño. Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Terminada la ronda de exposiciones, abrimos la posibilidad de
formular preguntas a los panelistas del día de hoy.
En primer lugar, tiene la palabra la señora senadora Labado; luego, el senador
Barrionuevo.
Sra. Labado.- Es una pregunta para el doctor Cruces.
Él usó una frase de Perón y yo le voy a decir otra que también dijo Perón.
Perón dijo en la plaza que se cortaría la mano antes de firmar un empréstito. También el
doctor Cruces hizo una comparación entre la renegociación de la deuda que hizo Néstor Kirchner
con la de ahora y dijo que esto era lo mismo más una propina. A ver si él puede cuantificar esa
propina.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Senador Barrionuevo.
Sr. Barrionuevo.- Gracias, presidente.
Tengo dos preguntas para el doctor Soler y una para el doctor Guzmán. ¿Las hago todas
en este momento?
Sr. Presidente (Abal Medina).- Sí.
Sr. Barrionuevo.- Para el doctor Soler: teniendo en cuenta que la Rufo venció en diciembre de
2014, ¿por qué razón inmediatamente después, o sea desde enero de 2015, no iniciamos las
tratativas necesarias para solucionar el tema con el acreedor con mayor potencia de fuego -por
decirlo de alguna manera? Para el caso de que su respuesta sea que no era su responsabilidad
política, quisiera saber por qué cree usted que no se hizo. ¿Okey? Esto, por un lado.
Por otro lado, la segunda pregunta sería si considera viable que el Estado argentino, a
través de una ley del Congreso, pueda facilitar o autorizar la identificación de los activos
externos de residentes locales para el caso de que los holdouts −usé la expresión activos externos
de residentes locales en base a la denominación introducida por el Fondo Monetario
Internacional en el año 2005 en los formularios sobre cada país, porque nosotros éramos los
únicos en el mundo que teníamos empresas con activos externos siendo residentes locales; ellos
introdujeron un rubro en los formularios para identificarnos a nosotros−, en el caso de tener la
información de que eso fue producto de una fuga de divisas ilegal, obviamente, si pudiéramos de
alguna manera facilitar el procedimiento del Discovery o algo por el estilo en el caso de que los
holdingsintenten la cláusula de aceleración o los holdouts remanentes, el 4 por ciento, intentaran
una acción judicial. Esta es la segunda pregunta.
Y la pregunta para el doctor Guzmán es la siguiente: si usted considera que la legislación
y los jueces de Nueva York han actuado con discrecionalidad, lo cual es cierto, si los jueces de
Gran Bretaña no tendrían la misma discrecionalidad porque ellos aplican el derecho común, o sea
el commonlaw, a diferencia del derecho continental europeo que es escrito. Si no es mejor la
legislación del derecho continental europeo y no el insular. Esas son las preguntas.
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Sr. Presidente (Abal Medina).- ¿Alguna otra pregunta o comentario?
Entonces, si les parece bien, se contestaría en el orden en que fueron aludidos: primero
Cruces y después Soler y Guzmán. No obstante, si alguno de los otros especialistas quiere hacer
algún comentario será bienvenido.
Doctor Cruces.
Sr. Cruces.- Muchas gracias, presidente; y muchas gracias, senadora Labado por su pregunta.
Entonces, Perón dijo que no hay que tomar empréstitos. Creo, con todo respeto, que
estamos mezclando dos cosas. Hay una discusión que es la conveniencia de cerrar este capítulo,
resolver nuestro problema con los litigantes, poder volver a una situación de normalidad con los
bonos reestructurados en el 2005, la deuda que fue emitida en 2005 y tener relaciones normales.
Creo, a mi modo de ver y sustanciado por mucha otra gente que estuvo por acá, que eso es
conveniente.
Ahora –como usted bien señala–, eso abre otro problema, y es que nos vuelven a habilitar
la tarjeta de crédito. Y la Argentina tiene una mala memoria en esto. Cada vez que el mercado
nos prestó, nuestro equilibrio socio-político fue tal que tomamos toda la deuda que nos prestaban
hasta que el mercado cambió de humor –el mercado tiene la misma estabilidad emocional que un
chico de quince años en su primera fiesta–, y cambia de humor con mucha frecuencia; entonces,
el mercado se da vuelta y nosotros tenemos una tremenda crisis, tremenda crisis que paga la
gente más vulnerable de la Argentina. Entonces, concuerdo con su llamado a la prudencia.
¿Cuál es el problema con la prudencia fiscal? Veo gente que uno, típicamente,
caracterizaría como militante de centro-izquierda haciendo un enorme llamado a la ortodoxia
fiscal, porque la Argentina tiene un nivel de déficit fiscal entre 4, 5 ó 6 puntos del producto; no
sé cuánto es, pero es un número que está por ahí. Este no es un momento para hacer un ajuste
fiscal draconiano para restablecer la solvencia. Estamos en una economía que hace varios años
que crece muy poco, o no crece o decrece –no me voy a pelear porque no sabemos bien de cuánto
es el número. Por lo tanto, en medio de la recesión no es el momento para hacer un ajuste fiscal
draconiano. Tener la posibilidad de usar cantidades moderadas de deuda en esta circunstancia, es
útil.
Pero yo comparto su preocupación, senadora. El 1° de marzo, el día que el presidente
abrió las sesiones ordinarias del Congreso, publiqué una nota en La Nación –fue el día siguiente
a arreglar con los buitres más peliagudos– cuyo título era “Ahora, prudencia”. Entonces,
comparto su preocupación, simplemente que este no es el momento.
Respecto de la propina, el cálculo es muy sencillo, senadora. En 2005, nosotros emitimos
un conjunto de instrumentos en pesos, en dólares, en euros y en yenes; Bonos Par, Bonos
Discount, Bonos Cuasi Par en pesos y unidades vinculadas al PBI. Si toda esa canasta se la dimos
a un fideicomiso para este 7 por ciento que no arregló, y cada vez que pagamos un dólar sobre
los nuevos instrumentos ese dólar fue reinvertido en el propio instrumento que lo pagó, en esa
canasta hoy hay, al 24 de noviembre –que son mis números–, 133 dólares; según el diputado y ex
ministro Kicillof, hay 140 dólares; según el ministro Prat-Gay, hay 160 dólares. Se le está
ofreciendo 150, que es la oferta base. Luego, está la oferta pari passu, que es gente que viene con
un arma nuclear bajo el brazo, y ahí es una oferta un poquito peor que el promedio de las
restructuraciones en las cuales los acreedores tienen mucho poder.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Doctor Soler.
Sr. Soler.- Hace cuatro días que –si no fallo en la cuenta– distintos expertos se han sentado
donde estamos sentados nosotros ahora y han dado su opinión. Entonces, nuevamente, por
respeto a los senadores que, imagino, también quieren pasar a la siguiente etapa, que es la
discusión entre ellos, voy a ser muy breve.
Respecto de la primera pregunta, de por qué no se negoció a partir del 1° de enero de
2015, porque el gobierno anterior… la respuesta usted ya me la dio. Yo no lo sé. Pero tampoco
me quiero escapar con esa sola respuesta.
Yo no voy a especular, pero sí me da el pie para decir lo siguiente: si todos estamos de
acuerdo con que el fallo fue injusto, si todos estamos de acuerdo con que la conducta de los
fondos buitre fue extorsiva, lo esperable de un sistema político maduro es que en junio de 2014,
cuando el fallo de Griesa queda firme, hubiera habido un frente común, una política de Estado –
para usar una expresión que se usa seguido– compartida por todos los sectores, de resistir y
negociar conjuntamente. Y yo creo que hay culpas compartidas de por qué eso no pasó. Hay
culpas del gobierno, pero también de la oposición. Me parece que todos los sectores se apuraron
en tratar de sacar el rédito político que pensaban que se podía sacar de la situación. Y eso es malo
para el sistema político, y el costo lo estamos pagando ahora, porque, efectivamente, yo creo que
se está negociando de apuro y obteniendo una quita menor de la que se hubiera podido.
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Sí digo esto también: durante 2015, cuando el gobierno podría haber intentado solo –sin
el acompañamiento ya de la oposición, o sea, en una situación de debilidad– reabrir una
negociación, yo pienso que eso era muy difícil porque la situación en ese momento era aún de
mayor debilidad que la de ahora; porque la realidad es que el gobierno hubiera planteado una
negociación al mismo tiempo que uno de los principales contrincantes en la elección presidencial
ya había aclarado –como está en todo su derecho a aclarar– que su posición era pagar, acatar la
sentencia, etcétera.
Entonces, me parece que la situación en 2015 hacía muy difícil ya encarar una
negociación con posibilidad de éxito. Creo que en 2014 todos los argentinos podríamos haber
aprovechado la oportunidad, y esa oportunidad no se aprovechó.
Respecto de la segunda pregunta, que es si se puede, yo puedo contestar técnicamente,
pero seré muy breve. Se puede identificar quién tiene qué bonos y, sobre todo, si hay argentinos
que tienen esos bonos, para ver de frenar de alguna manera demandas judiciales. A ver, la ley
argentina ya tiene eso. No vayamos a buscar una solución afuera que la ley argentina nos brinda
adentro.
Todos los argentinos tenemos obligación de pagar impuestos de acuerdo a la renta global;
y tenemos la obligación, por encima de un piso, que es singularmente bajo, de declarar una vez al
año qué bienes tenemos y esos bienes, por supuesto, incluyen los bonos de la deuda pública
argentina. O sea que si hay algo que podemos hacer y está a nuestro alcance es asegurarnos que
los argentinos cumplan con su deber. Y eso se llama, por supuesto, tener reglas claras que exigen
esa revelación; pero, después, también estar dispuestos a aplicarlas con todo el rigor. Tenemos un
antecedente en los diarios ahora, de unas cuentas no declaradas en el banco HSBC. Bueno,
empecemos, porque esos argentinos que, aparentemente, no han cumplido con su obligación la
cumplan.
Entonces, para mí, antes de buscar soluciones afuera, que las hay y que las podemos
trabajar en conjunto con otros países –de hecho, se está trabajando en conjunto con otros países y
el gobierno anterior lo hizo–, empecemos por encontrar las soluciones adentro.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Doctor.
Sr. Guzmán.- Gracias, senador Barrionuevo, por su pregunta.
En cuanto a la diferencia entre la ley de Nueva York y otros lugares, la diferencia es el
remedio; es el hecho de que la Justicia de Nueva York, la Justicia de los Estados Unidos en
general, ha demostrado ser capaz de bloquear pagos a bonistas –como dije anteriormente,
violando contratos– sólo para favorecer la oposición de una minoría, pero no de una minoría que
es cualquier minoría: una minoría que es muy influyente en cómo han evolucionado los marcos
legales y las reglas de juego que determinan la forma en que se gobierna y se organiza ese país.
Hay un evento que es fundamental. Había una ley llamada Champerty que prohibía hacer
lo que hoy en día hacen los fondos buitre, que es comprar deuda en default a precio de remate y,
luego, litigar, buscando cobrar todo el principal, más intereses, más punitorios. Por lobby –que en
los Estados Unidos es legal–, lobby documentado de los fondos buitre, Champerty fue eliminado
de la legislación.
Y esto es una cuestión general que está ocurriendo en los Estados Unidos. El sistema
financiero está teniendo una influencia enorme en cómo se escriben las reglas. No es sólo el tema
de los mercados de deuda soberana, y lo hemos visto con el tema del salvataje financiero en la
crisis de los Estados Unidos en los años 2007-2008, que lo que implicó fue una transferencia
enorme de recursos de quienes pagan impuestos hacia los bancos. Es una cuestión general.
Entonces, ¿por qué la Argentina se va a exponer a un sistema que funciona así? Pienso
que no tiene sentido. Ya lo sufrimos en el pasado. Me costaría entender tanto como analista como
ciudadano, sobre todo como analista, que volvamos a hacer lo mismo, que volvamos a
exponernos a ese sistema. Y, como dije, esta es una discusión que se tiene que dar hoy, ahora,
porque en este momento están abriendo la puerta a la integración internacional. Entonces, creo
que es la responsabilidad de quienes están aquí definir cómo el país se va a relacionar con el
mundo desde el momento en que eso empieza. Me parece primordial, como sociedad, definir
estas cuestiones.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Si algún expositor más quiere hacer algún comentario…
Sr. Leyba.- Yo.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Por favor.
Sr. Leyba.- Hay una idea de que la relación con el mundo pasa por el Fondo Monetario
Internacional. Y, en rigor de verdad, lo que estructura la economía son los acuerdos
internacionales de comercio.
Acá hay una sombra mucho más pesada, que es el convenio con la Unión Europea y el
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eventual Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Esa sola insinuación, con la
absoluta falta de información y de estrategia nacional, pone en riesgo la totalidad del aparato
industrial argentino. Por el contrario, el Fondo – coincidiendo con el doctor en todo lo que dice–,
la Argentina tiene veintiún convenios y no cumplió ninguno. ¡No cumplió ninguno! ¡Jamás!
Ninguna de las condicionales fue cumplida. ¡Nunca! ¡Jamás! Por lo tanto, se escribe y no se
cumplen, y eso lo sabe cualquiera que opere de verdad.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchísimas gracias profesor.
Les agradecemos a todos los expositores por su presencia y por lo que nos han ayudado.
Si les parece, pasamos a un pequeño cuarto intermedio de media hora o una hora y nos
volvemos a juntar en este mismo salón para dictaminar.
Son las 12 y 56.
A las 14 y 26:
Sr. Presidente (Abal Medina).- Continuamos con la extensa tarea que hemos tenido en estos
días.
Tuvimos cinco audiencias públicas. Estuvieron presentes funcionarios del Poder
Ejecutivo nacional: ministros, secretarios, subsecretarios y el procurador del Tesoro. Participaron
19 gobernadores, 14 representantes de asociaciones empresariales y gremiales y 31 especialistas
en la materia, entre ellos, exfuncionarios, académicos, economistas, profesores, etcétera. Creo
que ha sido una larga discusión. Obviamente, es el preámbulo de lo que será la discusión el
próximo miércoles.
Al respecto, ya se encuentra circulando un dictamen sobre el tema que estamos tratando
y, como también varios saben, se está agregando para su tratamiento el expediente S.-633/16, de
Rodríguez Saá, Pichetto, Urtubey, quien les habla y varios más, para ser tratado de manera
conjunta.
Si les parece, escuchamos las opiniones.
- Se realizan manifestaciones fuera del alcance de micrófono.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Pero podemos sesionar. Eso es para votar. Para debatir,
podemos hacerlo sin quórum. Falta el quórum de Economía; Presupuesto está entera.
Tiene la palabra la señora senadora de la Rosa.
Sra. de la Rosa.- Gracias, presidente.
En principio, quiero felicitarlos a usted y al presidente de la Comisión de Economía por el
trabajo que han hecho. En todas estas jornadas en las que estuvimos discutiendo este tema tan
fundamental para los argentinos hemos tenido la presencia de economistas y juristas que nos han
dado una visión y un aporte importante al debate que se da en el Senado de la Nación.
Como usted sabe y como manifesté en todas las ocasiones que pude en estos extensos
días, no estoy de acuerdo con el proyecto en cuestión así como está. Yo lo votaría con
modificaciones, que creo que son fundamentales.
Las principales cuestiones creo que están en el artículo 1°: no estoy de acuerdo con la
derogación de todas aquellas leyes que todavía forman parte de lo que fue la reestructuración
2005-2010, que fue una reestructuración exitosa de la deuda externa argentina.
Tampoco estoy de acuerdo, como lo he manifestado, con la autorización que hay para el
endeudamiento. Creo que son excesivos los 12.500 millones de dólares. Del total de los acuerdos
que nos han enviado –creo que están en el Anexo 1–, creo que suman, si no me equivoco, 6.500
millones. Yo pensé que sumaban 7.500. Los he vuelto a sumar y son 6.500 millones, que sería el
endeudamiento necesario para pagar todos los acuerdos que ha suscripto la Argentina con los
distintos fondos.
Entonces, 5.000 o 6.000 millones de dólares de endeudamiento sin acuerdos previos me
parece un costo innecesario que tiene que pagar el conjunto de los argentinos. Digo esto porque
no estoy hablando de si este endeudamiento aumenta o no el stock de la deuda, aunque tenemos
que decir que en términos técnicos sí aumenta el stock de la deuda, porque toda esta deuda de la
que estamos hablando, de más o menos 11.000 millones, no conforma el stock de la deuda
argentina. Pero sí, evidentemente, 5.000 o 6.000 millones de endeudamiento afecta a los
argentinos. ¿Dónde afecta a los argentinos? Afecta en el déficit fiscal. Porque estamos hablando
de que la Argentina tiene déficit fiscal, y resulta que el pago de los intereses, que son gastos
corrientes, afecta directamente a la recaudación y compite fundamentalmente con aquellos gastos
o inversiones en educación, en obras públicas, en planes sociales, en la seguridad social...
Sr. Presidente (Abal Medina).- Una pequeña interrupción, senadora.
Quiero anunciarles que ya tenemos quórum de las dos comisiones.
Sra. de la Rosa.- Gracias, presidente.
Entonces, en función de esas cuestiones –no me quiero alargar, porque las he manifestado
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también en estas jornadas–, quiero informarle, como miembro de la Comisión de Presupuesto, mi
no firma al despacho mayoritario.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Pinedo.
Sr. Pinedo.- No quiero hacer una larga exposición, porque hay bastante consenso en las
comisiones de hacer el debate con más profundidad en el recinto. De todas maneras, me gustaría
hacer un cierre de estos días de largos debates.
En cuanto al tema de los fondos buitre, mi espacio político ha tomado varias definiciones.
En su momento acompañó el proceso de reestructuración del presidente Kirchner, en el año
2005; lo mismo en el año 2010. Y cuando se estaba por definir la situación judicial en los
Estados Unidos, trabajé para que mi bloque participara de una gestión oficial multipartidaria de
la Argentina, para que se conociera la posición argentina y el rechazo a la decisión del juez
Griesa en la forma en que estaba planteada. Lamentablemente, la Corte Suprema no tomó el caso
y por eso seguimos en este problema, tal como está planteado hoy.
Básicamente, lo que yo quería en esta pequeña exposición es, humildemente, dar
tranquilidad de que nosotros estamos en buena fe, que creemos que este es un buen acuerdo y que
es lo más conveniente para los intereses de la Argentina.
Voy a referirme a tres situaciones puntuales, casi con los títulos. La primera es la
comparación de la situación que vive la Argentina hoy y la que viviría en caso de aprobarse estos
acuerdos, en caso de votarse esta ley.
En la situación actual, hay un juez extranjero que le impide a la Argentina cumplir con
sus obligaciones. Esto, por supuesto, le impide a la Argentina obtener financiamiento de largo
plazo para las obras que deben financiarse y pagarse en el largo plazo, por varias generaciones.
Esto es típico de las obras grandes de infraestructura que las provincias y la Nación necesitan,
como ha quedado muy claro en la exposición de la enorme mayoría de los señores gobernadores.
Además, estamos en una situación donde, aparte de no tener crédito en volumen, el poco
crédito que la Argentina recibe es a tasas de interés que son el doble de las que pagan países
como Paraguay, como Bolivia o como Perú. Esta es una agresión al sector productivo argentino y
a las finanzas de los estados provinciales y nacional, que es claramente innecesaria y negativa.
Mientras esto pasa, hay unos sectores que llenan de plata, que son los buitres, que tienen
una especie de taxi de intereses abusivos, cuyas monedas van cayendo en sus bolsillos cada día
que la Argentina demora el pago. Con lo cual la Argentina les ha generado enormes beneficios a
ellos en el último año de no solución de este problema.
La situación alternativa que tendríamos en caso de aprobarse esta ley es que se
levantarían las restricciones de los jueces de Estados Unidos respecto de que la Argentina pueda
cumplir con sus acreedores.
La Argentina, por lo tanto, pasaría de vuelta a ser sujeto de crédito para financiar sus
necesidades de largo plazo. En el mismo momento en que estaríamos generando obras de
infraestructura, generación de nuevos puestos de trabajo, se evitaría un enorme riesgo jurídico,
que es la cuestión a la que me voy a referir a continuación, que es el segundo tema.
Respecto del riesgo jurídico, deseo señalar que ha sido un tema que dio muchas vueltas
en este debate en el Senado. Por supuesto que contamos ahora con el dictamen del procurador del
Tesoro de la Nación, del abogado de la Argentina, y con los dictámenes de los estudios que
asesoran a la Argentina en el exterior, que son expertos en las leyes extranjeras.
Para sintetizar los puntos de vista legales del asesoramiento legal de la Argentina, diría
que hay dos argumentos centrales: ante la inquietud de que los tenedores de bonos del canje, que
hizo el gobierno de Néstor Kirchner, pudieran reclamar en nuevos juicios contra la Argentina con
motivo del pago a los fondos buitre, me parece que ha quedado en claro, con los dictámenes, que
el hecho de que existiera una cláusula, que se llama la cláusula RUFO, que decía que la
Argentina no podía pagarle a nadie más que lo que le había pagado a los que habían entrado al
canje hasta 2014, claramente implicaba que después de 2014 sí podía existir esa posibilidad de
pago; por lo tanto, los tenedores de bonos anteriores, que habían ingresado al canje del presidente
Kirchner, no tenían motivos para hacer nuevos reclamos. Esto ha sido ratificado por todos los
estudios de abogados que han participado en esto y por un montón de especialistas de distinto
tipo que han opinado.
El segundo argumento que preocupó a muchos señores senadores se refería a si era
posible que la Argentina pudiera hacer pagos diferentes a distintos acreedores que tienen litigios
contra la Argentina, sin generar posibilidad de nuevos juicios. Esto también ha sido bastante
categórico en los informes de los estudios de abogados, como especialmente el estudio que se
llama Cravath, y el procurador del Tesoro que lo avala, en el sentido de que, de acuerdo con las
normas de Estados Unidos, es posible hacerle diferentes tipos de pagos a diferentes acreedores en
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litigios, en juicios, sin que esto implique generar derechos a otros para hacer nuevos juicios.
La alternativa a los riesgos que, como se ve, están minimizados, es tremenda, que es que
si seguimos sin pagarle a los acreedores de los canjes de Néstor Kirchner, esos sí tienen un
derecho escrito contractual, establecido en sus bonos, que dice que si no se les paga, ellos pueden
pedir que se pague todo de contado, lo que se llama “aceleración”. Lo que es bastante dramático
de ese mecanismo es que basta con que un bono tenga aceleración –o sea que se pueda pedir el
pago al contado de ese título– para que todos los demás bonos caigan en default, lo que se llama
cross default, y la Argentina tenga que hacer frente al contado a todos los pagos que tiene que
hacer hasta 2035. Sin duda, esto sería una quiebra para la Argentina; sería una destrucción de
toda la renegociación de la deuda que, como vimos hoy con algunos especialistas, fue una
renegociación exitosa para la Argentina en su conjunto, desde el canje de Néstor Kirchner de
2005 en adelante, que esperamos cerrar en estos días.
De manera tal que la diferencia de riesgos jurídicos es absolutamente espectacular y
tenemos que evitarla, por supuesto, al mayor riesgo.
Mi último comentario es que el acuerdo al que estamos llegando es conveniente. En el
pasado reciente, la Argentina había cerrado un acuerdo con estos mismos acreedores en la sede
de New York, después del fallo de la Corte americana. El descuento que se había logrado y que
contaba con un acuerdo generalizado era del 20 por ciento. Lo dijo hoy el expresidente del Banco
Nación y del Banco Central, Juan Carlos Fábrega.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Ayer.
Sr. Pinedo.- Ayer.
El descuento que ahora se está obteniendo, computando la totalidad de la deuda pendiente
está estimado en el 38 por ciento de descuento. Hay distintos tipos de descuentos, algunos
acreedores que tienen más, otros que tienen menos, pero el conjunto es este 38 por ciento de
descuento, que implica pagar el capital que se debía de 2001 más una tasa del 4,8 por ciento de
interés anual en su conjunto. 4,8 por ciento de interés anual es una tasa que la Argentina nunca
pudo obtener en muchísimos años para atrás. Así que parecería que este es un acuerdo, sin
ninguna duda, beneficioso para el interés general.
La mayor parte de las nuevas incorporaciones de tenedores de bonos al acuerdo se están
haciendo con la oferta básica, que equivale a un interés del 3 por ciento anual de 2001 para acá.
Dicho esto, señor presidente, me parece que con estas condiciones podemos acompañar el
dictamen que propicia la aprobación de esta ley.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, senador.
Senador Aguilar.
Sr. Aguilar.- Muchas gracias, presidente.
También quiero felicitar a los senadores por las amplísimas jornadas de debate. La verdad
es que pienso que fueron muy provechosas las opiniones de todos los especialistas que han
venido, en sus distintas posturas. Me parece que ayudan a solidificar y a matizar opiniones en un
tema que es, efectivamente, muy complejo. En todo momento, reiteré la idea de que consideraba
que había que sacarlo del terreno de los eslóganes; ni la idea de que aquí se juega una traición o
no a la patria, ni tampoco la idea de que el acceso a la posibilidad de endeudamiento vaya a ser
una suerte de panacea que va a resolver inmediatamente los problemas de la Argentina o que el
hecho de no acceder nos pondría, en lo inmediato, en una situación de caos.
Como muchos, y como lo dijo la senadora de la Rosa, también estaba dispuesto a votar el
acuerdo con un conjunto de modificaciones, que creo importante explicitar, partiendo de la idea
de que considero que debemos tener un acuerdo, de que es necesario parar ese taxímetro y
también recuperar posibilidades de acceso a financiamiento, sobre todo para obras de
infraestructura. Pero considero dos elementos: el primero lo habíamos anticipado y lo comparte
la senadora por Formosa; nosotros sumamos todos los convenios que se nos pide que ratifique,
ya que el proyecto de ley no es un proyecto sólo donde se nos pide autorización de
endeudamiento. Distinto sería si fuera un proyecto donde sólo se pide autorización de
endeudamiento. Se pide autorización de endeudamiento y ratificación de acuerdos, que quiere
decir legalizar, convalidar, acuerdos.
Entonces, hay un conjunto de acuerdos que tenemos que ratificar por ese proyecto de ley.
La verdad es que no los consideramos suficientemente respaldados. Como explicitábamos ayer,
hay acuerdos que no sé si se los puede considerar acuerdos, digamos, no tienen ningún tipo de
respaldo; en algunos casos, cerrados a mano, confirmados los montos por los acreedores, después
por mail.
Hay otro acuerdo, el segundo en importancia, que es el de los fondos italianos, que no
especifica monto. No especifica ningún monto. Se presenta una planilla que dice que el acuerdo
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puede ser por más de 900 millones o por menos de 400, especificando en cada caso la cantidad
de honorarios que se van a reconocer, según sean esos escalones. Pero si uno suma sólo los
acuerdos que especifican un monto estamos en el orden de los 6500 millones de dólares, de los
que hablaba la senadora de la Rosa, y el convenio pide una autorización de endeudamiento por
12.500 millones de dólares. O sea, hay 6000 millones de más, en términos de los acuerdos que
nos piden que ratifiquemos.
El segundo punto en relación a los acuerdos, en ninguno de los acuerdos, ni siquiera en el
que reúne los fondos de NML, se especifica cuál es el monto de deuda nominal cancelada, cuánto
se paga de intereses, cuánto se paga de mora, cuánto se paga de punitorio, cuánto se paga de
honorarios y cuánto se paga de gasto administrativo. No se dice absolutamente nada en ninguno
de los acuerdos. Como se decía acá, no hay una liquidación del monto de la deuda
. Dado lo que ha sido la historia argentina con la deuda externa, que varios especialistas
expusieron convenientemente aquí, creo que el camino correcto hubiera sido que cada acuerdo
tenga una planilla acompañando toda la liquidación que diga: con esto estamos cancelando tal
monto de deuda, dividida de esta manera. El monto total demandado es tal. Hay sentencia o no
hay sentencia. El monto con quita que pedimos que se refrende es tal. Eso me parece que es lo
que hubiera sido correcto. Y, adicionalmente, acotado al monto de los acuerdos que se nos piden
que efectivamente convalidemos.
Un punto adicional tiene que ver con la emisión de deuda que se autoriza, autorizando al
mismo tiempo la prórroga de soberanía. Aquí se ha dicho algo que me parece que el fallo del juez
Griesa es una evidencia de eso, ratificada por la Cámara y por la Corte Suprema, que esto es una
muestra de que la justicia norteamericana no resulta confiable en estos temas. Estamos haciendo
frente aquí a un fallo absolutamente injusto que crea privilegios abusivos entre acreedores. Eso
está. Hay que pagarlo. No hay forma de protestarlo. Ya está.
Ayer me pareció muy importante la opinión de la señora especialista en derecho
internacional –Biocca, creo que era– respecto de que autoricemos, si es que como país en
desarrollo vamos a seguir, al menos por algún tiempo emitiendo deuda bajo jurisdicción
extranjera, la emisión bajo jurisdicciones que, al momento de los diferendos sean más positivas
de evaluar a los Estados como Estados; al momento de ceder la autorización para que se
prorrogue jurisdicción.
En este proyecto de ley lo hacemos, otra vez, de manera abierta y, seguramente, los bonos
se van a emitir nuevamente bajo jurisdicción norteamericana, donde evidentemente no hay
confiabilidad respecto de cómo son tratados.
Acá, como lo dijo el ministro de Economía, en una interpretación absolutamente
inentendible de la cláusula pari passu, se viola un principio básico de equidad entre acreedores.
Evaluemos como país hacia dónde vamos a prorrogar jurisdicción en el futuro, si es que lo
vamos a seguir haciendo hasta tanto tengamos la suficiente confiabilidad en nuestro registro de
deuda, como para poder emitir en nuestro propio país, que creo que es el deseo que todos
tenemos de que efectivamente eso se pueda dar.
Con estos fundamentos, compartiendo el criterio de Graciela, no vamos a presentar un
dictamen alternativo, sino que simplemente no vamos a apoyar el proyecto de mayoría.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Cobos.
Sr. Cobos.- Gracias, señor presidente.
Un poco reiterando la felicitación de la señora senadora que me precedía, quiero felicitar
a los dos presidentes de la Comisión por el clima en que hemos transitado estos días de muchas
horas de escuchar y de enriquecernos en forma bastante amplia. Sumamos a gobernadores,
economistas, representantes de entidades. Esto ha sido muy sano y nos ha permitido despejar
muchas dudas. Para los que, de alguna manera, ya teníamos una opinión casi formada sobre el
tema, producto de haber seguido este tema de cerca, a lo mejor con la experiencia que uno ha
tenido en casos similares, pero siempre es bueno enriquecerse en tal sentido.
Hay un refrán que dice: “más vale un mal arreglo que un buen pleito”. Pero, acá lo cierto
es que el pleito no fue bueno. Lo perdimos. Y fue malo por una consecuencia que tuvo.
Agregamos un problema más. El problema que teníamos en 2005 y 2010, era el 7 por ciento que
faltaba. Ahora, no sólo tenemos ese problema, sino que, además, aquellos que entraron de buena
fe y que acompañaron el esfuerzo de Argentina con una quita que, acá bien se dijo, ha sido casi
única, por lo menos en el contexto de América Latina, hoy no están cobrando.
La verdad es que este es el principal problema que tenemos que enfocar. ¿Cómo hacemos
para que vuelvan a cobrar? La ley de pago soberano no funcionó. Inclusive se interpretó
negativamente y encontraron un vericueto legal y judicial para que nos cataloguen en desacato,
tratando de esquivar la justicia, a la cual Argentina se avino.
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Tuvo la oportunidad en 2005 y 2010 de aplicar cláusulas de consentimiento de salida o de
acción colectiva. No sabemos si esto se hubiera hecho, a lo mejor, hubiéramos tenido otra
sentencia. Lo cierto es que si se hubiera aplicado, a lo mejor, no se hubiera logrado el porcentaje
que se requería.
Creo que no tenemos que ver esto como una foto. Estamos evaluando nada más la
situación de los buitres y se nos pone la vena así al escuchar todo lo que van a cobrar. Pero, lo
podemos ver desde otro contexto. Un joven economista hoy planteaba –Castiñeira creo que fue–
el equivalente de las tasas que implicarían las distintas situaciones. Recuerdo que dijo que la tasa
de los que aceptaron equivale al 1,3 por ciento y todo el tema del juicio que se ha llevado,
equivaldría a un ponderado de 1,7. Lo del Club de París representaba una tasa del 4 por ciento y
lo de los fondos buitre, el 7,8 por ciento. Pero, el promedio de los holdouts es el 4,8. Fíjense que
actualmente nos estamos endeudando por arriba del 8. Es decir con tasas aún más perjudiciales
que las que han obtenido por la sentencia los fondos buitre.
Creo que el mayor riesgo que tenemos es que esto no se arregle y mientras más
demoremos, como decía uno de los economistas, es como un taxi que está parado, pero sigue
cobrando. La verdad es que esto también nos sale caro. Pero, sobre todo, porque el país no está
transitando un buen momento. Tenemos déficit fiscal. Tenemos un estancamiento en nuestra
economía. Tenemos inflación. Si queremos corregir estas cosas, no hay que ocultarlas. Y si los
señores senadores y el Senado acompañan el despacho de comisión y la decisión de avanzar con
la sanción que viene de Diputados, esto va a ser un punto de inflexión, pero con mucho camino
por recorrer hacia adelante. La verdad es que la inflación de un dígito, la vamos a recuperar
cuando tengamos superávit fiscal y reservas en el Banco Central y cuando mantengamos la
competitividad del dólar; cuando, de alguna manera, reordenemos las variables
macroeconómicas que se han perdido, incluyendo el tema del déficit energético, que el año
pasado fue de 4.500 millones de dólares.
Todo esto, en un período no muy lejano, 2003, 2006, mediados del 2007, se cumplía y
teníamos inflación de un dígito. Teníamos confianza y previsibilidad.
Creo que con este acuerdo, si es acompañado, va a volver a regenerar esa confianza, que
es condición necesaria pero no suficiente. Después, dependerá del grado de inversión que se
logre captar vía la recomposición de las relaciones con el exterior y vía muchas políticas fiscales,
de incentivo, de generación de empleo y de esfuerzo de todos.
Creo que si seguimos lo que ya hemos aprendido como ejemplo de años anteriores, donde
nos ha ido bien y las economías regionales no tenían problemas de competitividad y la moneda
valía, me parece que podemos encontrar un camino de crecimiento y transformar ese crecimiento
en desarrollo.
Por eso, después de haber escuchado a todos y quedando claro que no existen mayores
riesgos judiciales y que si hay presentaciones, seguramente, no van a prosperar en la medida en
que se actúe rápidamente con racionalidad y se recupere sobre todo el cobro de los que confiaron
en nosotros en dos oportunidades, en 2005 y en 2010, invito a mis pares a que una vez terminado
este tema, que cuenta con la mayoría en el dictamen, que viene en revisión de Diputados,
teniendo en cuenta que muchas de las observaciones que se han hecho han sido bien recibidas
por parte del Poder Ejecutivo, por parte de nosotros que pertenecemos a Cambiemos.
Creo que este proyecto tiene todos los cinturones de seguridad que ustedes con justa
razón están pidiendo para que esto termine bien y podamos completar la salida del default
iniciada en 2005. Gracias, presidente.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senador.
Tiene la palabra la senadora Labado.
Sra. Labado.- Buenas tardes.
Reitero las felicitaciones para el presidente de la comisión, porque ha sostenido durante
todos estos días este gran debate en el cual han pasado grandes expositores, obviamente, cada
uno pone la biblioteca del lado que le conviene. También, quiero agradecerle porque ha sido la
oposición en su gran mayoría la que ha sostenido todos los días de debate con la presencia de los
senadores.
Quiero manifestar –como lo he venido haciendo todos estos días, y esta es la primera
cuestión que voy a objetar– que lo que se pretende es que ratifiquemos estos acuerdos que son
preliminares, no definitivos. Considero que no son los mejores para la Argentina, no es la mejor
negociación para la Argentina; voy a fundamentar por qué creo que no es la mejor. Por eso, digo
que cada uno toma la biblioteca según le convenga. Porque acá hubo muchas voces, muchas
opiniones, algunos a favor del acuerdo, otros en contra; pero sí hay algo que compartieron todos
y fueron muy pocos los que dieron certeza de que no abría posibilidad de nuevos juicios. Eso en
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su mayoría lo compartieron todos, reitero, fueron muy pocos los que aseveraron que había poco
margen de que hubieran nuevas demandas.
Nuestra Constitución dice que es el Congreso de la Nación el que debe estudiar las
deudas internas y externas, debe resolver sobre ellas. Creo que tenemos el primer error del
gobierno, hoy conducido por el ingeniero Macri, que primero acuerda y después nos manda a
nosotros para que ratifiquemos, teniendo también hoy sancionadas dos leyes que son las que se
pretenden derogar, que al momento del acuerdo estaban totalmente vigentes. Esa es una de las
cuestiones.
Además, legalmente creo que hay una extorsión por parte del juez Griesa porque le deja
poco margen al gobierno argentino para poder negociar, haciendo uso de la facultad y de la
presión que hace la justicia ante sus fallos y eso también es un punto para cuestionar, pues lisa y
llanamente nos estamos allanando a los pedidos de un juez internacional y vamos a seguir bajo la
jurisdicción de este juez o de la justicia internacional sin ninguna garantía, como también se dijo
acá.
Otra de las cuestiones para mencionar es que a la comisión que se creó y que fue
incorporada en la Cámara de Diputados se le canceló la posibilidad de que sea investigadora,
algo para tener en cuenta. Pero lo más importante es la falta de confianza que nos dan estos
acuerdos en virtud de haber analizado cada uno de ellos y –comparto plenamente lo manifestado
por el senador Aguilar– en cómo se desarrolló cada uno en donde no están claros los conceptos
que se abonan: en donde pagamos conceptos de administración, en donde pagamos honorarios,
en donde pagamos gastos administrativos para identificar deudores. Hay unas cuantas cuestiones
que vamos a mencionar con más detalle en el debate que se va a dar dentro de algunos días.
Tampoco comparto que tengamos que tomar nuevas deudas para pagar otra deuda. No solo no lo
comparto yo sino también los expositores, sin embargo, hay una gran parte del pueblo argentino
que no tiene la posibilidad hoy de expresarse como lo estamos haciendo nosotros, que comparte
esto que estamos diciendo de volvernos a endeudar. Aunque me digan o me quieran hacer creer
que la deuda va a ser menor y que no nos estamos endeudando para pagar deuda. Todo lo que
ustedes quieran. La realidad es que vamos a tomar deuda y nos vamos a endeudar nuevamente
por muchos años.
La verdad es que yo no estoy dispuesta a acompañar esa posición de endeudamiento del
pueblo argentino, no solo cuestiones legales que, reitero, vamos a ampliar en el debate, sino
también por principios doctrinarios que llevo y que me acompañan toda la vida durante 30 años.
Esos principios doctrinarios me han llevado a mí también cuando juré como senadora en
representación de mi provincia no solo jurar por la Patria –que la Patria es el otro comparto
plenamente–, sino también a jurar por los principios de un hombre que en 2003 supo transformar
a la Argentina de una situación de caos y de crisis terrible –que no se puede comparar con lo que
se plantea hoy– y la sacó adelante pagándole Fondo Monetario.
Otra de las cuestiones que también cuestiono y critico es la autonomía económica. Otra
vez el Fondo Monetario en nuestras cuentas, otra vez diciéndonos qué tenemos que hacer. La
verdad es que no estoy dispuesta a acompañar este proyecto de la mayoría o esta media sanción
que viene de Diputados por estas cosas y por otras más.
El senador Cobos habló de la profundización de la crisis y de la situación del país. Yo le
quiero pedir al oficialismo que no profundicen más esa crisis porque, en realidad, ustedes la están
profundizando. La profundizan con el despido, la profundizan con el levantamiento de las
retenciones, la profundizan marcando las diferencias ideológicas que son buenas en la
democracia. No se tienen que enojar por eso. Es bueno en democracia discutir y cambiar
opiniones. Yo no le voy a negar el saludo por eso, pero no profundicen ustedes. Hablan de la
grieta. La grieta la siguen profundizando ustedes. Por favor, no la profundicen más.
Acá hay compañeros que van acompañar este dictamen para poder pagar a los fondos
buitre. Ojalá yo me equivoque y la Argentina tenga el despliegue que ustedes dicen que van a
hacer, cosa que dudo porque la historia me lo ha demostrado en todos estos años.
No he tenido tiempo de ver el dictamen del procurador, porque no lo pude tener a la vista;
pero por todo lo expuesto y por muchos fundamentos más es que voy a presentar un dictamen de
minoría rechazando lisa y llanamente el proyecto venido en revisión de la Cámara de Diputados.
Muchas gracias.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias, senadora.
Tiene la palabra la senadora Elías Perez.
Sra. Elías de Pérez.- Gracias, señor presidente.
Primeramente, quiero reconocer una serie de cosas. Reconocer que lo que estamos
tratando en Cámara de Senadores –como lo he dicho en algún momento– ya es un proyecto de
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todos, porque de dieciocho artículos que mandó el Poder Ejecutivo solamente quedaron igual
redactados tres; todo lo demás han sido aportes de las distintas bancadas de las cuáles formamos
parte, porque son nuestros propios partidos los que tienen diputados y senadores.
En segundo lugar, quiero reconocer a los dos presidentes de nuestras comisiones.
Realmente, ambos merecen nuestro reconocimiento y nuestro agradecimiento por su actitud
democrática, por haber hecho que las comisiones realmente funcionen como deben y por haber
propuesto y haber dejado que se lleven los debates a la altura de las circunstancias.
También quiero reconocerle a la bancada de la oposición, del Frente para la Victoria –tal
cual dijo una de las senadoras–, el hecho de no haber dejado de dar quórum en ningún momento,
ni de dar batalla, ni de presentar las preguntas, ni de mostrar las disidencias. La verdad es que lo
quiero reconocer.
Asimismo, quiero hacer un racconto de todo esto. Fueron diecinueve los gobernadores
que pasaron por acá, de los cuales dieciséis han dicho que estaban de acuerdo con la propuesta
que se estaba debatiendo en el Congreso y lo han considerado importante no solamente para el
despegue del país sino también por la importancia de cerrar un capítulo en la historia argentina
que nos permita mirar hacia adelante y que permitan el despegue de las provincias, ya que ellos
mismos nos han contado y nos han mostrado –con mucha desesperación, muchos de ellos– la
situación que les está tocando enfrentar.
Finalmente, hemos escuchado a las cámaras, a gremialistas, a más de treinta expositores.
Realmente, ha sido un debate intenso.
En resumen, es importante que todos entendamos –ya lo hemos entendido– que estamos
analizando una deuda que proviene de administraciones anteriores, con litigios que se fueron
sucediendo de una administración a otra y con un problema de un juicio que tuvo sentencia
también en otra administración. Precisamente, allí creo que es clave pararnos.
Es diferente cuando hablamos de reestructurar una deuda que cuando hablamos de
resolver una sentencia firme que, además, tiene una serie de medidas cautelares que le impiden al
país desarrollarse normalmente en los mercados y hasta le impide algo que es muy grave, como
es pagar a sus bonistas reestructurados. Creo que si hay algo que nos debería realmente afligir es
el hecho de que si nosotros no llegamos a arreglar esta sentencia, las consecuencias pueden ser
nefastas, porque pueden implicar la aceleración de los bonistas reestructurados. Ese es el
principal problema y por eso debemos terminar cuanto antes con esta situación.
Uno de los expositores que estuvo hoy –creo que fue Cruces– hizo un ejercicio que me
pareció importante. El decía que si hubiésemos abierto un fondo fiduciario en el momento en que
se reestructuraba la deuda y hubiésemos ido depositando en una caja en ese fondo fiduciario cada
uno de los pesos y hubiéramos ido haciendo que se reinviertan los mismos bonos que le
habíamos dado a quienes habían aceptado la reestructuración, estaríamos al día de hoy con un
valor igual, o quizás un poco menor, al valor al que estamos llegando en este acuerdo. ¿Esto qué
significa? Que no estamos pagándoles más a aquellos con los que estamos acordando hoy.
Ahora bien, ninguno de nosotros está feliz. No estamos felices de pagarles a estos fondos
especulativos, pero no nos queda ningún tipo de alternativa.
Personalmente, veo diferente la preocupación o el reclamo que hacían algunos senadores
respecto de que estamos poniendo mayor monto de endeudamiento del que de verdad se va a
pagar. Los invito a leer detenidamente el artículo 7°, que dice que el empréstito será hasta un
valor nominal original equivalente… Leo textualmente: lo que sea necesario para cumplir con los
pagos requeridos bajo la presente ley y en la medida que dichos pagos no excedan 12.500
millones. Dice: no excedan. O sea que es un techo.
Tanto es así que lo que había venido desde el Poder Ejecutivo no tenía este valor, porque
decía que se fuera emitiendo a medida de lo que se va acordando. Pero, en definitiva, en Cámara
de Diputados se decidió que daba mayor garantía el hecho de poner un límite. Abajo dice que si
algo sobra de la autorización será imputado a la autorización existente de deuda pública prevista
en el presupuesto de la Nación, presupuesto que fue presentado por otro gobierno, presupuesto
que fue aprobado no con el acompañamiento de nuestros bloques. Entonces, creo que ese punto
no es para preocuparse.
Respecto de la preocupación que plantearon en reiteradas oportunidades varios senadores
en cuanto a las leyes de pago soberano y la ley cerrojo que derogamos, estoy convencida que en
este último tramo –no hacia el inicio, sino en este último tramo– la ley cerrojo fue generadora de
holdouts. Creo que no hay ningún tipo de temor de que en esta instancia en la que estamos ahora
realmente esta ley sostenga la deuda reestructurada. Creo que no lo hace. De hecho, hoy día el
senador Pinedo decía que ya hay una ley de emergencia, que es la que la sostiene, además de los
decretos correspondientes y demás.
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En cuanto a la otra ley, la del pago soberano, la verdad es que ya no tiene razón de ser.
Hemos visto que ningún bonista ha hecho utilización de este camino que se había ideado en ese
momento para tratar de seguir adelante y de saltear el escollo que ponía el juez Griesa y la
sentencia de los Estados Unidos.
Por otro lado, respecto de la posibilidad de que se abran nuevos juicios, creo que se ha
dicho in extenso. Nadie puede decir que no se abrirán nuevos juicios, lo que sí podemos decir es
que nos vemos posibilidades reales de que esos nuevos juicios puedan seguir con éxito. Creo que
si concluimos esta etapa, realmente vamos a estar dando vuelta la hoja. Estoy absolutamente
convencida.
Creo que no es justo decir que el gobierno primero acuerda y después manda, porque no
hay otra posibilidad de hacerlo. Si nosotros hoy estamos poniendo en tela de juicio que hay
algunos preacuerdos o acuerdos ad referéndum que no nos satisfacen porque no tienen la letra
más finita, imagínense si nosotros vamos a empezar a debatir para que recién el Ejecutivo vaya a
acordar. No es esa la metodología. El Ejecutivo va haciendo preacuerdos que vienen a la
discusión de la Cámara, y somos nosotros los que vamos a tomar la decisión, los que vamos a
decir sí o no.
Senadora: ¿estaba pidiendo una interrupción?
La señora senadora Labado realiza manifestaciones fuera del
alcance del micrófono.
Sra. Elías de Pérez.- Nosotros somos los que tomamos la resolución. Lo que están haciendo es
una negociación, que es normal que sea así, senadora.
Luego, por ahí decían algo así como endeudarnos de vuelta. Para nada comparto que
estamos endeudándonos de vuelta, lo que estamos haciendo es canjear una deuda por otra, con
intereses menores. La verdad es que el pago de los intereses punitorios que hay es enorme.
Estamos por fin sacando la cautelar que nos impide poder entrar de nuevo al mundo con todo lo
que necesita la Nación para crecer.
En definitiva, en dos palabras, creo que lo que estamos haciendo es sacando el cepo al
crecimiento, señor presidente. Así que sin ninguna duda, vamos a acompañar el dictamen de
mayoría.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senadora.
Tiene la palabra el senador Braillard Poccard.
Sr. Braillard Poccard.- Gracias, señor presidente, señoras senadores y señores senadores.
Quiero hacer unas breves consideraciones, porque se está cerrando una etapa muy
importante que fue el debate en comisión e independientemente de que después seguramente
participaremos del debate en el recinto, creo que todo lo que podamos decir en esta instancia es
útil porque estamos asumiendo responsabilidades. Y cuando el día de mañana, como vimos hoy,
historiadores de nuestra historia económica investiguen sobre la deuda, que esperemos que se
trate de algo del pasado, seguramente, van a venir a ver qué hemos hecho nosotros, ¿no?
Es la primera vez en mi vida que tengo el privilegio de pertenecer a este Congreso.
Siempre fui un político local, siempre hice política local, pero no puedo dejar de expresar dos o
tres cuestiones muy básicas: en estos días realmente pudimos ver, y felicito a los presidentes de
ambas comisiones, a toda una cantidad de personas representativa de las más diferentes
actividades.
El primer día del sector del capital, del productivo y del trabajo; el segundo día, a los
gobernadores ‒al noventa por ciento de los gobernadores que pasaron por acá‒, y, finalmente,
estos dos últimos días, a los expertos. Y, como aquí se dijo, creo que perfectamente pudimos ver
las dos partes de la biblioteca.
En efecto, cada uno de ellos expresó su pensamiento y el impacto que esta decisión puede
generar en la actividad que le toca cumplir. Y, simplemente, hago especial hincapié en la
presencia de los gobernadores, porque es a ellos a quienes les toca administrar. Ellos son los que
pagan los sueldos y los que atienden la educación, la salud y la seguridad y los problemas de
todas y de cada una de las provincias, por lo tanto, saben cuáles son las urgencias.
Por otro lado, debo decirles que en su momento me tocó tener una responsabilidad
importante y sentí con mi propia experiencia lo que significaba una situación de endeudamiento
desordenado, lleno de inseguridades y de imprevisiones, que no solamente le traían problemas al
gobierno, sino también a toda la sociedad. Entonces, sinceramente y después de haber escuchado
prácticamente el noventa por ciento de las exposiciones que aquí se presentaron, entiendo que lo
mejor que podemos hacer, con todos los detalles que aquí se dieron, es aprobar esta ley, es decir,
mirar hacia el futuro y salir hacia adelante.
Provengo de una provincia, como muchos de los que estamos acá, en la que tenemos una
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enorme necesidad de inversión en infraestructura, infraestructura fundamental para nuestro
desarrollo, y nosotros no estamos en posibilidades de costearla. Por ende, necesitamos que el país
salga adelante.
Digo esto, y lo hago con cierta autoridad, porque, en su momento, desde la humilde
posición que ocupaba, apoyé la reestructuración de 2005 y de 2010, y pensé que era la mejor,
porque partía de un principio de buena fe de los gobiernos ‒en ese momento vigentes‒ del doctor
Néstor Kirchner y de la doctora Cristina Fernández de Kirchner, que estaban haciendo su mejor
esfuerzo para solucionar este recurrente problema de la deuda que nos afecta a todos los
argentinos. En ese contexto, respaldo y voy a respaldar esto que creo que puede ser la última
etapa de este proceso de reestructuración de nuestra deuda, porque, como se dijo acá, en estas
circunstancias tenemos no solamente una sentencia en contra, sino medidas cautelares que nos
imprimen una urgencia muy particular.
Luego, por supuesto que tengo dudas; las tengo, si bien parto de un principio, como dijo
el senador Pinedo, de absoluta buena fe y por eso parto de este espacio político. En efecto, tengo
la mayor confianza en quienes hoy ejercen la conducción del Poder Ejecutivo y en quienes han
tenido la responsabilidad de negociar este principio de acuerdo; pero también tengo confianza en
nosotros mismos, en este Congreso, en este Poder Legislativo, porque a nosotros nos va a tocar,
en el futuro, controlar que las cosas se hagan bien.
No sé cómo fue antes y supongo que también fue así, porque, reitero, es la primera vez
que estoy acá. No tengo dudas de que, con todo lo que estamos haciendo, estamos asumiendo una
enorme responsabilidad y, por ende, va depender de nosotros que el día de mañana nos
aseguremos que todo esto que estamos haciendo redunde en esas inversiones que nuestro país
necesita desesperadamente, sobre todo, en el Norte argentino, para nivelar las desigualdades.
Eso quería expresar.
Soy abogado y tengo dudas siempre, porque ¿quién puede garantizar que alguien no nos
va a iniciar una demanda por algo? Nadie. En estos casos, lo que simplemente se hace es tomar
todas las precauciones posibles y contemplar las alternativas que se puedan plantear. Y creo que
eso se ha hecho sinceramente.
Para finalizar, he leído detenidamente el dictamen del procurador y creo que se han
tomado las precauciones, así que, de ahora en adelante, la tarea en gran parte va a ser nuestra.
Gracias y disculpen.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias senador.
Tiene la palabra el senador Urtubey.
Sr. Urtubey.- En primer lugar, también, aunque parezca redundante pero necesario, deseo
agradecer y felicitar a ambos presidentes de las comisiones porque la verdad es que hay que estar
ahí conduciendo los debates, a veces interminables, pero necesarios para traer claridad sobre este
tema que nos trae a debate.
No quiero dar fundamentos ahora, porque es como dar las razones ahora. Todos nosotros
ya tenemos nuestra posición al respecto, nuestros propios argumentos y los vamos a defender.
Por ende, lo que quiero expresar acá es una decisión política, la de muchos de mis compañeros
de mi bloque, por la que nos hacemos cargo de esta decisión política de acompañar este proyecto
a fin de que la Argentina salga, de una vez por todas, de un problema que la tiene sojuzgada, que
le trae perjuicios de todo tipo y que, además, le trae el problema central, a mi juicio, de maltratar
al 93 por ciento de los bonistas que creyeron en la Argentina y que renunciaron a muchos de sus
intereses para acompañar el proceso.
Por eso, entiendo que esta decisión política no es distinta, sí en el tiempo y sí en cuanto a
las características, pero no, esencialmente, a la decisión política que tuvo la Argentina en 2005 y
en 2010. Y es, ni más ni menos, que una decisión para que la Argentina recupere poder de
decisión nacional, para que la Argentina recupere autonomía y para la Argentina recupere
decisión para ver qué hace con su propio destino.
Por supuesto, habrá otro debate que ya se insinúa en un proyecto de ley que hemos
presentado y que tendrá dictamen favorable en esta comisión. Habrá un debate donde sí se
juzgará la filosofía que tiene cada fuerza política respecto de qué se hace con esa libertad y con
esa capacidad de endeudamiento; a dónde se dirige y para qué se utiliza esa capacidad de
endeudamiento. Ese debate seguramente nos encontrará muy atentos y muy alertas y enérgicos en
la defensa de lo que nosotros entendemos como un resguardo de la soberanía nacional en cuanto
a que esas deudas que se puedan contraer sirvan para el crecimiento de la Nación.
Lo decía uno de los expositores del día de la fecha: “Hay que buscar inversiones que
tengan capacidad de repago de esa misma deuda que se contrae, porque, si no, en definitiva, se
vuelve a caer en otros vicios en los que hemos caído en el pasado.
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Para finalizar, nada más por hoy, pero sí expresar esta decisión política y ojalá que la
Argentina pueda salir de esta limitación que tiene y que pueda o podamos empezar a soñar con
una Argentina mejor.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias senador.
Tiene la palabra el señor senador Perotti.
Sr. Perotti.- Gracias señor presidente.
No solamente deseo sumarme a las expresiones que han sido realizadas acerca del
trabajo, pero si debo calificar, para mi gusto, no llegamos al diez.
Me hubiese gustado, como lo había manifestado, contar con la presencia aquí del ministro
de Producción y del ministro de Trabajo. Entiendo que esas son las opiniones que nos permitirían
tener una mirada mucho más integral para analizar el tema de cómo se dio el endeudamiento en
la Argentina.
Venimos a proponer aquí, lo decía recién el senador Urtubey, un proyecto de ley para que
el Congreso de la Nación, donde el pueblo y las provincias argentinas tienen sus
representaciones, pueda reasumir plenamente sus facultades constitucionales, las que establece el
artículo 75. Y creemos que este es un momento adecuado para hacerlo, y que eso requiere de dos
pasos concatenados: uno, cerrar el pasado, y otro, abrir una instancia de futuro que a todos nos
lleve a no repetir errores.
Todos hablan aquí de que nadie está feliz de estar analizando esta situación, y creo que si
eso nos lleva a este estado, precisamente, no podemos seguir en lo mismo. Difícilmente haciendo
lo mismo obtengamos otros resultados, por lo cual creo que allí el Congreso tiene que reasumir
plenamente las facultades que nuestra legislación permite incorporar solapadamente en leyes
generales como la ley de presupuesto, que haya delegaciones legislativas en materia de
endeudamiento público. Creo que allí seguramente –y esta ley va a en esa dirección– podemos
estar discutiendo el tipo de deuda, las condiciones y el uso del mismo.
Cerrar, sin duda, es el primer paso, y creo que allí es necesario hacer un corte. No quiero
abundar en todo lo productivo del debate que aquí se ha dado. Y claramente cuando hablo de
corte, hablo de la buena fe de todos y del deseo de los argentinos de terminar esta etapa que ni
este gobierno ni los gobiernos anteriores de Néstor y Cristina contrajeron, pero tuvieron que
sobrellevar. Y sobrellevar ese endeudamiento, ese default, fue a costa de un enorme esfuerzo del
pueblo argentino; por lo cual, ese enorme esfuerzo tenemos que cuidarlo porque eso permitió no
solamente reestructurar el 93 por ciento de la deuda, sino también que la Argentina vaya
limpiando ese frente externo, saliendo de ese endeudamiento con los organismos internacionales
Fondo Monetario, CIADI; cumplir con Repsol y el Club de París, y estar al día con los
organismos multilaterales de crédito con los cuales hasta los últimos tiempos cambiamos pagos
por créditos o pagamos más de lo que recibíamos de crédito. Sin dudas que sobrellevar esa
situación merece el respeto y el agradecimiento al pueblo argentino en el cuidado de la
reestructuración de esa deuda.
Cerrar esa deuda sabiendo que nadie puede garantizar algún nuevo conflicto, pero
haciéndolo con el deseo de no repetir nuevos errores. Por eso venimos a presentar estas
modificaciones que permiten que el Congreso de la Nación Argentina reasuma plenamente sus
facultades para manejar el endeudamiento y el destino del mismo.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Caserio.
Sr. Caserio.- Señor presidente: sin ser reiterativo y no parecer adulón, la verdad es que creo que
todos nos sentimos gratificados por la organización, la calidad de los disertantes y cómo se llevó
adelante este debate y estas audiencias en estos días. No solamente pudimos escuchar la posición
del gobierno nacional, de los negociadores, de las instituciones, sino también de los economistas
y de todos los que de uno u otro modo son formadores de opiniones en este tema. Pero realmente
me pareció una feliz e importante idea convocar a los gobernadores argentinos que, al fin y al
cabo, son la columna federal de nuestro federalismo que tanto proclamamos y reclamamos
permanentemente.
Quiero adelantar el voto positivo de nuestro bloque al tratamiento en cuestión. Creemos,
sinceramente, que el país tiene que salir del default técnico en que está, tenemos que dar vuelta la
hoja y tenemos que mirar para adelante. Más allá de cualquier tipo de cuestionamiento de tipo
legal o financiero que se haya hecho, creo que hay que ser justo y entender que las negociaciones
que representaron al gobierno nacional, negociaron en pésimas condiciones. Evidentemente,
todos sabemos que no es lo mismo negociar sobre instancias en las que las posibilidades se
pueden cambiar que sobre un litigio perdido en el que evidentemente es como pedirle, por favor,
al acreedor que ganó un juicio si nos da mejores condiciones, y tener que tratar de explicar por
qué no lo hicimos antes.
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Creo que tuvimos ese tiempo y creo que ese tiempo se perdió. Todo eso creo que ya no es
un punto que requiera un análisis de parte nuestra porque ya es una instancia superada.
Sinceramente, creo que para la Argentina es muy importante entrar de nuevo en los
mercados externos y poder abrirnos al mundo. Estoy convencido de que el endeudamiento que
estamos tomando no es significativo, no llega al 2,8 por ciento del PBI. No es importante.
Sumado a esto que las negociaciones y el tratamiento que se hizo de la deuda externa en todos
estos años fue bueno para el país, hoy podemos decir que la relación de deuda en Argentina/PBI
es una de las más bajas de América, lo que habla bien claro de que hasta ahora las cosas que
hicimos estaban bien. Pero lamentablemente, estas circunstancias y este litigio con los tenedores
de bonos que no entraron en el canje 2005 y 2010 nos dejan en esta situación de absoluta
debilidad.
Por eso creo que es necesario cerrarlo. Por eso creo que no se justifica discutir por un
poco más o un poco menos. Creo que lo más importante que puede hacer la Argentina es
solucionar este tema para que volvamos a la senda del crecimiento.
La verdad es que esto nos da muchas ventajas. Primero, vamos a poder de nuevo
reincorporarnos al mercado de capitales y vamos a reducir el costo de financiamiento.
Evidentemente, no va a ser de un día para el otro, pero en el mediano plazo las condiciones
financieras, el acceso a crédito internacional van a ser favorables para la Argentina. Esto no es
nada más que para el gobierno nacional. Esto también es para los gobernadores y es también para
las empresas; es para todos los que quieran resolver los problemas que hoy, de modo importante,
tenemos los argentinos.
Por eso, estoy convencido que esto va a impulsar el crecimiento y va a lograr, de una vez
por todas, que volvamos a crecer después de 4 años de estancamiento que ya es indisimulable y
le está ocasionando un grave inconveniente a nuestro querido país.
Después de escuchar a los gobernadores creo que nos quedó clara cuál es la situación que
ellos viven, y la realidad es que hoy las provincias necesitan del financiamiento externo para
solucionar los gravísimos problemas de infraestructura, de gasoductos, de rutas; cosas que
evidentemente con los recursos que tenemos hoy no se pueden solucionar.
Esta oportunidad es buena para que este financiamiento ayude a los gobernadores para
salir de esta crisis que tenemos, para acceder a un costo más beneficioso para poder recepcionar a
todos los que en el mundo quieren darnos créditos, que son muchos, porque nuestros
gobernadores han recorrido el mundo y se han dado cuenta que hay una voluntad manifiesta de
invertir en la Argentina. También creo que es una solución en el corto plazo, porque en el
mediano y largo plazo tenemos que volver a tener un país federal en el que los recursos
coparticipables se repartan como corresponde, que a las provincias les den lo que les toca, y creo
que también es injusto querer obtenerlo hoy de un día para el otro. Durante muchos años hicimos
desde el gobierno nacional un acopio de los recursos y muchos de ellos pertenecieron a las
provincias argentinas.
Creo también que esto va a ser beneficioso para ingresar de nuevo a los bancos de
fomento mundial como son el BID y el Banco Mundial, que si en los últimos tiempos han abierto
un poco las puertas, no lo hacen con la dinámica que históricamente han tenido con la Argentina.
Esos bancos de fomento son importantes para nosotros, son importantes para las provincias.
Nosotros en nuestra provincia hicimos muchas cosas después de la grave situación que tuvimos
en 2001, cuando no había plata disponible, con créditos de ese tipo que permiten trabajar a bajas
tasas y permiten, incluso, periodos que se empiezan a pagar después de 2 o 3 años de que las
obras están realizadas.
Creo también que va a ser importante acceder al crédito internacional para ayudar al
Banco Central para que se pueda equilibrar de una vez por todas y tratar de tener una moneda
más estable y fuerte. Creo que el crédito va a permitir ayudar para que de una vez por todas
paremos la maquinita de hacer dinero; porque si nosotros seguimos haciendo funcionar la
maquinita, evidentemente, la inflación va a seguir creciendo y va a seguir deteriorando el salario
de los que menos tienen y, fundamentalmente, de los trabajadores argentinos.
Por último, quiero decir que el acceso al crédito, especialmente cuando se desarrolla en
infraestructura o bienes sociales, también trae aparejado una cosa muy importante que es darle
solución al tema del empleo. Evidentemente, si vienen inversiones, si los gobernadores pueden
hacer obras, si tenemos un país donde el dinero que viene no es especulativo sino que es para
invertir –para ganar dinero, pero también para ayudar a desarrollar el país–, eso también va a
ayudar significativamente a tener mejor empleo. Mejor empleo por los que no tienen, pero mejor
empleo fundamentalmente para que sea un empleo más calificado.
Por eso me parece que todo esto es significativo para el país, y evidentemente la decisión
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que estamos tomando va a ayudar a que el país pueda volver a crecer.
Creo que, de ahí en adelante, cuando este Congreso le dé al presidente la herramienta que
necesita para salir de este proceso, ya va a ser responsabilidad del gobierno nacional cómo la
utiliza, cómo la lleva adelante, y va a ser parte de la política que lleva adelante para que la gente
y los argentinos estén mejor.
Por lo tanto, yo ratifico, señor presidente, el acompañamiento pleno y la visión que
tenemos en nuestro bloque de que esto va a ser bueno para la Argentina, más allá de las
cuestiones que a lo mejor nos duelen. A nadie le gusta perder, pero un país soberano no es
solamente soberano internamente; un país soberano debe cumplir con los compromisos
internacionales, más allá de quién sea el funcionario que le toque llevarlo adelante. Es una cosa
que tenemos que aprender en la Argentina. Tenemos que aprender que cuando elegimos un
presidente y él junto con el Congreso deciden cosas, evidentemente el que está asumiendo el
compromiso no es ningún funcionario, sino que es el país. Y el país debe demostrarle al mundo
que es creíble, que tenemos reglas claras, que somos un país soberano, porque fundamentalmente
aceptamos las reglas que nosotros mismos llevamos adelante en las negociaciones que tenemos.
Además, me parece que no solamente hay que pensar en el default que nos provoca esta
mínima cantidad de acreedores que no entraron en el canje. También tenemos que garantizar que
los bonistas que creyeron en la Argentina, que aceptaron una deuda significativa de nosotros con
ellos y que aceptaron un canje de una rebaja de intereses histórica, puedan cobrar.
Así que me parece que esto es doble: no solamente resuelve el problema de los litigios
que tenemos en marcha; también va a dar la garantía de que quienes creyeron en nosotros puedan
cobrar lo que les corresponde. Sabemos que tanto este gobierno como el anterior habían asumido
el compromiso. De hecho, ese dinero está depositado y el cobro no puede llevarse adelante por
las medidas cautelares.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Tiene la palabra el señor senador Linares.
Sr. Linares.- Gracias, presidente.
Tengo algunas mínimas consideraciones, porque comparto lo que dijo el senador Urtubey
respecto de que en el debate en el recinto podemos ampliar los conceptos.
Me parece que estamos terminando una serie de jornadas muy interesantes, en las que
hemos participado cada uno invitando a la gente que creíamos que podía agregar a todo el debate.
Me parece que ha sido claramente importante. Hemos estado más de 30 horas acá; algunos
hemos estado 32 o 33, pero todos más o menos parecido. Hubiera sido importante que hubiera
más gente –esta es una realidad–, porque ha sido un debate riquísimo.
Algunas cosas quedan claras, me parece. Todos han hablado a favor o en contra, pero
todos están convencidos de que es importantísimo terminar con un capítulo de la deuda que
empezó con el gobierno de Néstor Kirchner, con un desendeudamiento que para el país era
importante después del default al que habíamos entrado en 2002.
La realidad es que los bonos de 2005 y de 2010 son parte de una negociación mucho
mejor y con mejores condiciones que esta. Tiene intereses que hay que completar de acá a cinco
años, como se manifestó esta mañana, que son 42.000 millones de dólares.
Uno puede tomar deuda para tres cosas: para cerrar déficit fiscal; para pagar intereses,
como nos va a tocar pronto; o para créditos de infraestructura, que son necesarios para el
crecimiento.
Me parece que, de fondo, el problema que tenemos en este país es que en todos estos años
no hemos cambiado la matriz productiva a una que nos permita sustentar un crecimiento cuyos
réditos nos den la posibilidad de pagar el endeudamiento sin ningún tipo de problema. En 2005,
la soja valía más de 500 dólares, la tonelada. Lo que no deja de ser un problema, porque ahora
está 300 y pico. Entonces, teníamos superávit fiscal, balanza positiva, y pagar estos créditos era
más fácil que ahora.
En cuanto al crecimiento del país, arrancamos 2001 con un 40 por ciento de producción
industrial. Había una capacidad ociosa importante. Todo esto hizo que hubiera un crecimiento
exponencial importante, para que llegáramos a 2010 con las condiciones que hoy se han
establecido.
No ha habido prácticamente crecimiento del empleo privado en los últimos cuatro años.
Creció, sí, el empleo público, por razones de definición de Estado; pero el empleo privado me
parece consecuencia también de la falta de un cambio de matriz productiva. Hoy se mencionaba
aquí que en la década del setenta, cuando se exportaba un Renault 12, por poner un nombre,
nosotros exportábamos el Renault 12. Hoy, cuando exportamos un Renault, estamos exportando
el 25 por ciento del Renault, porque tenemos que importar una serie de piezas. Esto se debe a un
sistema mundial de industrialización del cual quedamos un poco afuera.
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Por otro lado, tenemos una ecuación energética claramente obsoleta. Me parece que
tenemos mucha energía térmica. Hay que trabajar mucho en el cambio para buscar condiciones
nuevas de crecimiento que nos permitan pagar esto sin un ajuste a la gente, sino como
consecuencia del crecimiento.
Por eso me parece que hay que cerrar este capítulo. A nadie le gusta ni más ni menos,
pero es una etapa. Obviamente, para adelante está la incógnita de hacia dónde va a ir ese
crecimiento. Al respecto, quiero decirles que tengo enormes preocupaciones, porque hay
provincias, por lo que vimos aquí, que tienen un enorme déficit fiscal. La mía y de Juan Manuel
Abal Medina está necesitando 4.000 millones de dólares para cerrar el déficit fiscal, de balance.
De manera que esto no deja de ser un problema, porque creo que va a haber que recuperar
esta capacidad de fuerte control del Congreso respecto de hacia dónde van dirigidos los nuevos
endeudamientos, y la posibilidad también de que haya alguna visión estratégica de crecimiento
sustentada no en la construcción, como se mencionó aquí. Construir casas es importante porque
da trabajo, pero la matriz productiva es otro tema. Me parece que tenemos que tener un plan de
desarrollo sustentable, que todavía no veo, no está, pero para el cual es absolutamente necesario
disponer de la posibilidad de crédito.
La infraestructura es previa al desarrollo. Sin inversión, no hay infraestructura. Sin
crédito, no hay inversión. Y sin intereses para esos créditos, no hay ninguna posibilidad de que
nosotros, al menos, tengamos una oportunidad de que esta vez, entre todos, no la erremos y
tengamos un perfil de país distinto.
Por eso, yo voy a acompañar este proyecto, con todas las dudas que podemos tener, pero
con la absoluta tranquilidad de que estamos completando un ciclo que inició Néstor Kirchner,
que hoy nos encuentra en una situación bastante más compleja, pero también con la absoluta
tranquilidad de que tenemos que recuperar un protagonismo que las cámaras no han tenido en los
últimos años y que es importante para tener una posibilidad de desarrollo sustentable con
acuerdos conjuntos.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Ahora estoy en uso de la palabra. No lo he hecho hasta ahora.
Simplemente, quiero, en primer lugar, agradecer, en mi nombre y en el de Eduardo, los
comentarios por cómo han transcurrido estas jornadas. También felicito a las senadoras Elías de
Pérez, Giménez, Mirkin, Labado y De la Rosa, que creo que tienen el premio de asistencia y de
participación en estos eventos.
No lo dije hasta ahora porque creí que tenía que ver con preservar el debate, pero creo que
fue muy productivo, porque pudimos escuchar opiniones de la más diversa naturaleza,
provenientes de todas las opiniones políticas, partidarias, académicas e ideológicas. Por lo tanto,
no había adelantado mi posición.
Mi posición es, junto con la senadora De la Rosa y el senador del Chaco, no acompañar el
proyecto de la mayoría. Obviamente, las razones, como se dijo, también las daré en el recinto;
pero simplemente adelanto que tienen que ver con dos cuestiones que desde mi punto de vista
son centrales.
En primer lugar, después de estas largas jornadas, las dudas o los miedos que teníamos
sobre el posible aumento de litigiosidad que este proyecto podía generar, según mi opinión, no
solo no se redujeron, sino que se incrementaron. Es algo que había compartido con varios que
habían hablado conmigo antes. Incluso se lo había comentado a la prensa. Cada vez que se
planteó este tema en el debate y cada vez que alguno de los colegas les preguntaban a los
expertos, decían lo siguiente: “es verdad que eso podría ocurrir” o “esto puede ocurrir, pero de
mantenerse las cosas como están, la litigiosidad sería peor”. Esto es una media verdad. Ninguno
de los aquí presentes estaría proponiendo mantener ad aeternum esta situación. Al contrario, la
posición que algunos teníamos es que el gobierno, a partir del rechazo del Congreso, pudiera ir a
negociar con una posición más firme y con más fuerza frente a estos acreedores garantizando un
acuerdo que realmente reduzca al mínimo posible esa litigiosidad. Ese es el tema en cuestión.
Por otro lado, lo que ha girado permanentemente en los debates, en los últimos días, que
es el posible miedo que todos sentimos a que se abra un nuevo ciclo de endeudamiento no
sustentable en la política argentina; ciclo de endeudamiento con las consecuencias catastróficas
que todos conocimos. En ese sentido, creo que el proyecto que mencionó el señor senador
Urtubey, el expediente S.-633/16 que es un proyecto de los señores senadores Rodríguez Saá,
Pichetto y otros señores senadores, que modifica la ley 24.156, es de alguna manera un sendero
para ir caminando en un sentido que impida que esto vuelva a ocurrir en la Argentina.
Por todas estas razones y coincidiendo con todos en que es muy importante salir de esta
situación en que nos encontramos, reivindicando también la negociación exitosa del 93 por
ciento que se ha realizado hasta ahora; son los motivos, sintéticamente, por las que voy a
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rechazar el proyecto, cuando tengamos la discusión en el recinto.
Tiene la palabra la señora senadora Rodríguez Machado.
Sra. Rodríguez Machado.- Gracias, señor presidente, gracias a mis pares. La verdad es que en
estos días más que de debate de escuchar, ha sido muy importante tener cabal idea de lo que
significa, a mi criterio, la aprobación de este proyecto.
No voy a decir muchas cosas que acá se dijeron. Tampoco voy a hablar dos horas.
Después, dicen que las mujeres somos largas para dar nuestras opiniones. Así que voy a tratar de
ser breve y concisa.
Me voy a parar en un punto que creo que es debut para este Congreso, que habla de las
grandes coincidencias. En un Congreso donde extrañamente el oficialismo no tiene mayoría y sí
la tiene la oposición, no tenemos ninguna otra posibilidad de avanzar en este país, si no
encontramos los grandes puntos de consenso que pueden llegar a significar para nuestra querida
Argentina, que tenemos la altura suficiente para sacar aquellas leyes que generan un beneficio
para todos.
En esos puntos de consenso, quiero marcar algunos que me parece que se han deslizados
estos días acá. Ojalá sean el hilo conductor que marque nuestra discusión en el recinto y nuestras
opiniones y que, probablemente, lleve o no a algunos a cambiar de idea con respecto a su voto.
Quiero plantear una gran cuestión federal. Nosotros representamos a las provincias, sin
menospreciar la tarea de los diputados, pero sí como un sello particular; como si el país estuviera
representado simplemente por cada uno de nosotros tres. Sabemos lo que significa para nuestras
provincias no poder acceder en catorce años a créditos de financiamiento a largo plazo y a baja
tasa para las obras de infraestructura que cada una necesita.
No me trago ese discurso unitario que bajo el temor de que nuestras provincias no tengan
conducta fiscal, se le prohíba el acceso al crédito. Creo que es el peor de los fundamentos. No se
pude decir que las provincias argentinas no están en condiciones de tener la responsabilidad
fiscal que se merecen es estas circunstancias y, por lo tanto, es mejor seguir en el default y no
endeudarse, a riesgo de que tal vez tomen desmedidamente esos créditos.
La verdad es que ese discurso unitario a mí no me gusta porque yo confío en el
federalismo y confío en la altura de nuestros gobernantes. Finalmente, han sido las provincias
argentinas las que en los últimos años han tenido mayor conducta fiscal. Su principal garante, el
Estado nacional, estaba en el Veraz del mundo y no pudo salir en su auxilio.
Por ese sentimiento federal creo que también estamos unidos en pensar cuál es la
alternativa que tienen nuestras provincias para poder llegar al acceso al crédito y poder hacer esas
obras de infraestructura. Pongo de ejemplo mi provincia. Cuando llueve nos inundamos
completamente. No sólo no podemos sacar la producción por los desagües que nunca se pudieron
hacer, sino que también muere gente. Nos matamos en la ruta como moscas, porque no hemos
podido hacer las inversiones en las carreteras o rutas que necesitamos. Nuestro sur no tiene gas
natural. Nuestro norte no tiene agua potable. Nuestra provincia no tiene cloacas. Catorce años sin
poder hacer esas obras.
Siento que este es un momento histórico, donde si salimos del default, nuestro
gobernador, que estuvo presente va a poder acceder a esos créditos. Se ha solicitado autorización
en la Legislatura para empezar esas obras que realmente necesitamos para la dignidad de la
gente.
También, me imagino que las inversiones empezarán. Por supuesto, no será una lluvia de
dólares que viene. No somos ilusos. Tampoco pretendemos eso. Pero, en mi provincia hay
72.000 jóvenes sin trabajo. 72.000 jóvenes que, si la obra pública se reactiva, probablemente
tengan una oportunidad laboral que hoy no tienen. Así que, también, por ellos, creo que es
importante la aprobación de este proyecto.
Finalmente, creo que, en los dos últimos años, hemos emitido deuda. Hemos emitido
deuda en dólares. Recordemos el BONAR 2020. No tenemos bien claro el destino. 640 millones
de dólares en 2015. Recordemos el BONAR 2024, en abril de 2015, para obras de
infraestructura, fundamentalmente para viviendas sociales, que tomó la Nación, por 1.416
millones. Nuevamente, es un endeudamiento en dólares. Recordemos el BONAR 2024, que
sacamos para pagar lo de Repsol, de 3.250 millones. Nos hemos estado endeudando en tasas
altísimas, porque nuestro país necesita el crédito. Casi a un 9 por ciento y que tenemos que pagar
en breve en dólares.
¿Cómo vamos a tomar estas decisiones si no podemos acceder a los mercados
internacionales? No sé si estos endeudamientos se discutieron de la misma manera, como se
discutió hoy este, con varios días y con pensamientos de todas las corrientes.
Me imagino que no es así porque la ley de presupuesto autorizaba a que se tomen todas
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estas deudas que se tomaron durante la gestión anterior y que creo que hay que honrarlas
pagando. Y para pagar esas deudas que tomó la gestión anterior y que, reconozco, son legítimas,
necesitamos salir del default.
Un último punto que no quiero dejar escapar, porque hay dos cuestiones que con mucho
respeto quisiera aclarar. Nuestro gobierno no es el gobierno del ajuste y tampoco pretende serlo;
como tampoco pretende ser el gobierno que no tiene un plan económico.
Acá se han tomado tres tipos de medidas distintas: las medidas de urgencia, las políticas
de shock y otras que van a depender del gradualismo. Las del gradualismo son aquellas en las que
todos coincidimos, que tienen que ver con la restitución del 15 por ciento de coparticipación a
nuestras provincias y también con limitar la presión fiscal sobre el salario de nuestros
trabajadores, producto de muchos proyectos que están acá y que seguramente serán tenidos en
cuenta por los legisladores en el momento oportuno.
La política de shock. Hemos salido del cepo. Esto facilita que aquellos argentinos que
quieren traer de vuelta sus divisas, puedan hacerlo, porque se va a reconocer un valor del dólar
real. Reducir la emisión. Subir las tasas de interés. Y, finalmente, fortalecer nuestras reservar.
Todo eso se hizo rápidamente como una política de shock.
Y entre las urgencias está la de salir del default y la eliminación de las retenciones.
Quiero decir que para pueblos como el que represento, mi querida provincia de Córdoba, ha
significado un resurgir de los pequeños pueblos del interior que viven del campo. A partir de la
eliminación de las retenciones, no han sido los terratenientes quienes se han beneficiado, sino
todos aquellos pequeños productores, el que arregla el tractor, el que lleva la cosecha, quienes
han vuelto a resurgir. Las exportaciones en granos han aumentado hasta un 50 por ciento en
comparación con otro pedido. Así es que si puedo decir algo es que este resurgimiento de
nuestros pueblos del interior, a mí me da mucha alegría para significar que nuestro gobierno no
es necesariamente el del ajuste. Este tema de las retenciones ha tenido una mala prensa. Cuando
sea la oportunidad del caso, haremos los estudios pertinentes para decir cómo esto ha mejorado
nuestras condiciones de vida en los pueblos que vivimos del campo.
Finalmente me referiré a la eliminación del cupo a las exportaciones. En un país que
pretende exportar sus productos, tener que andar con una cautelar abajo del brazo para exportar
era el peor de los insultos. Es claro que solucionar el default es otra parte de este plan económico
que pretende que al déficit fiscal no lo cubramos con ajuste; que el déficit fiscal no se cubra ni
con más emisión, como se ha mencionado, ni tampoco con endeudamiento, sino con una
expansión de la economía. Ese es el proyecto que yo defiendo: un proyecto que no es del ajuste,
un proyecto que es de crecimiento y un proyecto que, evidentemente, a mi entender, sacará este
país adelante.
Digo esto con todo el respeto por las otras opiniones políticas, por los otros proyectos
que, en su momento, también tuvieron grandes aciertos, los reconozco absolutamente; como la
ley “cerrojo”, en su momento, tuvo una intención de ser y tuvo su sentido, que seguramente
colaboró para que muchos de esos bonistas que entraron se quedaran satisfechos y terminaran
cerrando el acuerdo. Sin embargo, mirado en el tiempo, deja de tenerlo. Es como si le
preguntáramos ahora a San Martín por qué no cruzó Los Andes en auto. En el tiempo, a veces,
medidas que fueron acertadas pierden ese rigor de fuerza y hay que volverlas a revisar. Estos son
los pequeños fundamentos que quería agregar. Por eso, solicito que acompañen este proyecto de
mayoría.
Muchísimas gracias, señor presidente.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senadora.
Tiene la palabra el señor senador Solanas.
Sr. Solanas.- Gracias, señor presidente.
Mis primeras palabras son, por supuesto, para felicitar a la presidencia de las comisiones,
a los organizadores –Pinedo, Aguilar y Abal– de este hermosísimo debate que se ha desarrollado
aquí, en el Senado; lo cual indica la necesidad de este tipo de metodología cuando se tratan
grandísimas leyes o decisiones para la Nación.
Históricamente he tenido una posición –seguro que lo conocen– de oposición a ese foco
de macrocorrupción que fue la cultura de la deuda. No voy a hacer historia. No se asusten que no
la voy a hacer. Pero el pasado siempre hay que tenerlo presente, porque creo que nadie puede
eludir las responsabilidades que tuvo y la peor política es no tener el coraje de ponerse en el
espejo y darse cuenta de si uno está muy gordo, flaco o si le ha salido una rama extraña en la
cabeza. La autocrítica de quienes no gobiernan es salud democrática, no es autoflagelo,
engrandece a los funcionarios y mandatarios. Quizás, esto nos ha faltado. Por eso, hay temas que
vienen a ser recurrentes.
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En estos días he escuchado estupendas intervenciones y otras que han reiterado falsas
verdades, para no decir mentiras.
Estimados senadores: creo que estamos todos de acuerdo en que hay que terminar con
este flagelo. La peor política –esa es una causa o un estilo nacional– es mirar para otro lado –¿a
mí por qué me miran?– o tirar la pelota afuera de la cancha. Es decir, no asumir el problema.
Como bien se ha dicho aquí hasta el cansancio –y como bien lo reiteró, de vuelta, el
presidente Pinedo–, esto nos cuesta un enorme esfuerzo argentino. Hay que asumir y tomar el
tema.
De las exposiciones que escuché el primer día, por supuesto el ministro de Economía,
defendiendo su gestión, la vio con un excesivo optimismo y muchas de las cosas que se
plantearon fueron desmentidas por especialistas de todo orden. La primera de ellas, frente a esa
presión de que había que hacerlo ya, antes del 14, no se podía modificar nada, casi un paquete
cerrado y todo ese tipo de cosas que se dijeron, señalo que nadie se cae del mundo, el que tiene
atado un arreglo tan beneficioso que de 140 dólares, el bono pasó a 500 y pico, no se baja de este
acuerdo y cobra los intereses de los días que nosotros sigamos postergando. Pero se trata de no
hacer un mal arreglo y de que no cometamos viejos errores.
El otro tema –mito– que cayó es que con este arreglo no se sale del default porque es un
arreglo parcial. Es tan parcial que no se sabe, habrá que mandar un rebaño de perros sabuesos
para que localicen a esos bonistas que andan por Francia, España, Bélgica y Japón, que ni se sabe
dónde están. Ni hablar si a alguno se le ocurre motivar la ejecución de la cláusula RUFO, las
consecuencias del arreglo.
En fin, estamos en un universo en el que se debe reconocer que tiene muchas incertezas.
Está muy bien avanzar hacia delante.
Por supuesto, como lo dije el otro día, respecto de los fallos que no nos gustan y en los
que perdemos, hay que obrar de buena fe; hay que reconocerlos y honorarlos. Nadie discute que
aquí hay una urgencia que es honorar la desgraciada sentencia del juez Griesa, tan contraria a los
intereses argentinos. Además de eso, si no se levanta la cautelar, como bien han dicho los
colegas, el riesgo mayor es que al no cobrar los holdins, esto puede multiplicarse; si se accionara
en contra, podríamos encontrarnos ante un problema gigante y con exigencias de pago al
contado. La verdad es que acá es imposible de cumplir. Ahí tenemos un caso.
Lo que me parece es que son excesivas algunas cláusulas de este proyecto. Esas cláusulas
permiten, delegan, facultades excesivas –casi un cheque en blanco– en el equipo del Ministerio
de Economía para negociar nada menos que alrededor de 5000 millones de dólares, porque eso
no está cerrado.
Estoy hablando de que la Argentina tiene que honorar aquello que está cerrado,
machacado y que no tiene vuelta de hoja, ya que la Corte Suprema de Estados Unidos dijo: “A
mí no me compete, arréglense ustedes”. Y el “arréglense ustedes” es: cómanse el fallo de la
Cámara de Nueva York. Entonces, eso no es bueno.
Miren, ni a mi hermano, ni a mi hijo, ni al santo, ni a San Jorge, al que ustedes quieran,
yo le delegaría facultades que son de esta casa. Entiendo que esto que estamos haciendo debe
repetirse en toda la negociación. 5000 millones de dólares no tienen imagen. ¿Qué son 5000
millones de dólares? Son nada menos que un poco más de dos presupuestos nacionales de Salud.
Ustedes saben que está bárbara la salud nacional. Entonces, hay que cuidar lo que es de todos, lo
que es público. Esa función de cuidar, de velar, de decidir, de controlar es del Congreso de la
Nación. Por otra parte, nosotros entendemos que no hay compromiso con los italianos. No voy a
repetir los ejemplos de varios oradores de esta mañana, y creo también de uno los que preside
este encuentro, sobre si eran 800, 900, 400. Es muchísimo dinero. Ya se han perdido dos causas
de los italianos frente al CIADI. Y la causa Abaclat, que está en curso, no se sabe cómo va a
resolver esto. Bien dijo el ex procurador del Tesoro, Guglielmino, sobre que de los 180.000 o
190.000 bonos, el 70 por ciento eran truchos, eran falsos. Entonces, cautela. ¿Cuál es la carrera
que tenemos nosotros de arreglar con los italianos, si todavía no está el dictamen de la tercera
causa presentada ante el CIADI?
Sintetizo esto: cada negociación en el futuro la debe tratar el Congreso. Es inaceptable…
Debemos pararnos de una vez por todas ante el hecho de que no podemos seguir delegando
jurisdicción. No podemos cometer la ingenuidad de creer que jueces ajenos o de los países que
precisamente no son de los que más nos han ayudado esté el destino del bienestar de nuestro
pueblo. Así que en este tema de la delegación, la verdad es que creo que es un error grandísimo
que habrá que subsanar con algún proyecto o alguna modificación y reiterar que es de este
Congreso. Y el día que delegue tendrá que hacerlo por una ley especial o por una mayoría
especial, cosa que sea dificilísimo.
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El otro mito que cayó es que con este acuerdo vienen capitales rápidos o a tasas baratas.
En el transcurso del debate se fue aclarando que no va a ser tan rápido, no vamos a bajar del 10,
9, 8 por ciento al 4, 5 o 6. Todas esas ideas o argumentos nos empujan a firmar rápido una
negociación, a cerrarla. En la parte que yo critico de esta negociación, dejo afuera la sentencia
firme del fallo del juez Griesa con los cuatro fondos buitre. Si le pongo la lupa de los veintiún
convenios, veinte no vienen acompañados con una liquidación que segregue lo que es capital, lo
que es interés, lo que es punitorio. El contrato veintiuno, que es el que tiene que ver con los
cuatro buitres que pleitean en la causa con Griesa, está, sí, especificado. Por eso, yo no me
movería de allí.
El tema que más me preocupa, les digo la verdad, es que quedan esos 5.000 y que –como
ya se dijo– se abre la puerta o la tentación al camino viejo del endeudamiento. Con un gran
esfuerzo de nuestro pueblo se salió del endeudamiento o se está saliendo del endeudamiento; es
decir, se redujo bastante la deuda. En estos pocos meses ya hemos tenido emisión de deuda: hubo
5.000. El proyecto original que presentó el Poder Ejecutivo hablaba de 20.000 millones de
dólares. Este año habrá que refinanciar capital de vieja deuda por más de 60.000 millones de
dólares. Esta historia de pedir deuda para refinanciar… Yo comprendo que se diga que no
tomamos deuda nueva. No. Tomamos nueva deuda para pagar vieja deuda y ese camino no tiene
salida. Ese camino no tiene salida.
Y falta, yo no lo oí en estos días, un tema mayor que es un tema político y cultural: ¿el
destino de la Argentina será tapar agujeros –como dijo hoy un economista–, hacer de plomero, o
tapar el déficit o será debatir cómo hacemos para vivir con lo nuestro? Todas nuestras familias
viven con lo que tienen: planifican, gastan lo que pueden, ahorran, sacan crédito para comprar
algo que lo justifica. Está instalada una cultura del endeudamiento. Hay que desarrollar una
cultura del desendeudamiento que pasa por la cultura de vivir con lo nuestro. ¿Puede la
Argentina vivir con lo nuestro?
El otro gran mito es que no hay capital en la Argentina; irremediablemente hay que pedir
dinero afuera. Yo creo que este es un engaño. Nadie vaya a pensar que yo creo que uno no puede
acudir en determinado momento para realizar una gran obra de estructura, algo que es un
proyecto concreto –como se dijo esta mañana– y está aquí; pero esto no es así.
Entonces, la Argentina tiene recursos. Lo que pasa es que no se quiere cambiar de
política, estimados amigos. La asignatura pendiente de la Argentina es que desde la dictadura no
hemos discutido en serio una reforma impositiva. Un cachivache el sistema tributario argentino.
Lo que no se quiere discutir es el fracaso de un proyecto de privatizaciones que nos despojó de
los recursos y bienes naturales que financiaban en buena parte al Tesoro nacional. Eso no se
quiere discutir. Lo que se lleva la deuda. La deuda se llevó 420.000 millones de dólares desde la
dictadura hasta el presente. Ese es el excedente de riqueza del pueblo argentino que ¡plum! Hay
que pagar la deuda. La deuda se paga – ¡Plum! ¡Plum! ¡Plum!– a caballo de no querer investigar
la deuda.
Y ahí va la otra crítica que yo le hago a este proyecto. En lugar de suprimir la facultad
investigadora de la comisión, se debe ahondar en la calidad de una comisión que siga
investigando la deuda. Ayer Alejandro Olmos, que es titular de otras dos causas por la deuda, es
el titular de la denuncia penal por el megacanje… Ayer toda su exposición giró sobre un tema
gravísimo y lo sorprendente es que no hubo nadie lo que redujera. Olmos dijo: venimos
soslayando una rueda de actos ilegítimos. El fallo del doctor Ballestero dice que la mitad de la
deuda era falsa, era una estafa. El gobierno que le siguió seis meses después olvidó eso y volvió a
legitimar la deuda abriendo la negociación del blindaje y el megacanje. Es decir, desechamos a la
justicia nacional entre los presupuestos, la ley de presupuesto y todas las otras operaciones...
Según nuestro modesto Código Civil, los delitos no pierden su condición de delitos –ustedes lo
saben bien–, no prescriben jamás.
Es decir, hemos tenido una rueda de actos ilegítimos, como no contestar, ni analizar, ni
rendir cuentas de lo que se hizo con el Club de París. Se pagó hasta el último centavo; hasta la
propina del último portero pagaron. Fueron 9500 millones de dólares cash. Nadie rinde cuentas.
Esa es la tradición que traemos nosotros.
Entonces, me preocupa mucho eso. Me preocupa la capacidad de pago de la Argentina,
tal como dijo Héctor Giuliano. ¿Con qué capacidad de pago la Argentina entra en esta ronda de
pedir dinero y de pedir dinero? ¿Nos vamos a poner un límite? ¿Va a cambiar la Argentina?
Yo digo todo esto porque, estimados amigos –le digo a mi amigo Pinedo–, lo que más me
preocupa del gobierno actual es que no conocemos la globalidad de su plan político económico.
Yo no conozco su plan económico. Yo creo que es un superplomero. Sinceramente se lo digo.
Todos esperábamos que las primeras medidas fueran medidas antiinflacionarias, como un
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acuerdo entre la producción y el trabajo para ver cómo nos ponemos de acuerdo para que no se
nos dispare esto. Después, sí, uno agarra el dólar y demás. Pero pasó lo contrario, y esa ola
continúa. No conocemos el plan económico.
Ayer algún senador, que no recuerdo quién fue, dijo: “No, pero no vengan con este
análisis de planes económicos. Acá estamos hablando de este proyecto concreto y no del plan
económico”. Estimados senadores: Si estos temas y el tema de la deuda no tiene que ver con el
proyecto de país y con un proyecto económico, político y social, estamos en el horno. Está todo
ligado.
Entonces, no conocemos el plan económico. No conocemos el destino de ese dinero, ese
vuelto de 800 millones de dólares, entre 11.600 y 12.500, esos números que nos hicieron.
¿Adónde va eso? ¿Cuáles son las medidas?
En fin, nosotros no vamos a acompañar en estas condiciones este proyecto y, además,
vuelvo a reiterar que debe honorarse de toda urgencia con las rendiciones segregadas de los
veintiún contratos y de la causa Griesa el fallo y la sentencia de doctor Griesa.
En definitiva, mi propuesta es que este Congreso agrande y modifique la composición de
la comisión bicameral y constituya o invite a constituir una verdadera Conadep para el Nunca
Más de la deuda pública. Pero la Conadep exige la incorporación de jueces nacionales e
internacionales para escapar a los intereses políticos. Todos tenemos partidos políticos,
estimados amigos, pero el interés del país y de su pueblo nos exige priorizarlo por encima de los
intereses partidarios.
Nada más.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Gracias, senador.
Tiene la palabra la senadora Giménez.
Sra. Giménez.- Gracias, señor presidente, senadoras y senadores.
Realmente, creo que nuestro trabajo ha sido impecable, de altísima responsabilidad,
absolutamente sincero, expuestos en la responsabilidad que nos toca, que es nada más y nada
menos que ser un Senado argentino con una mayoría que no trabajó para que el presidente Macri
fuera presidente de la Nación, que trabajamos en mayoría para que el presidente de la Nación
fuera Daniel Scioli. No lo logramos. La sociedad nos puso a cada uno en un lugar en las
provincias, en los municipios, en la Cámara de Diputados y en el Senado de la Nación Argentina.
Somos un país presidencialista. Cuando levantaba las banderas del peronismo desde la
juventud o las últimas, de Néstor y Cristina, lo hacía con la misma pasión que tienen los de
Cambiemos. Es legítimo, es democracia, es bueno para la vida política de nuestro país, a la que
tenemos que seguir cuidando en democracia.
No comparto ninguna de las políticas públicas que han llevado adelante, que continuaron
generando hiperinflación, por lo menos, en mi provincia y que no haya ninguna política para
modificarla. No comparto los despidos ni en el sector público ni en el sector privado, porque
cuesta mucho generar empleo y no sé cómo van a generar como política de Estado cada uno de
los cien mil puestos de trabajo perdidos.
Con respecto a la quita de las retenciones a las mineras, algunos senadores se
abanderaban acá cuando eran oposición de nuestro proyecto político, pero hoy pasan
desapercibidos y se desfinancia la caja. Perder 1500 millones de dólares por año por lo visto no
es tan importante en una multinacional que contamina, según citaron senadores de esta Nación, y
que, sin embargo, no se tiene en cuenta.
Tampoco voy a creer argumentos. Algún día le creí al senador Cobos y lo vote para
vicepresidente de la Argentina y después no cumplió con su contrato social conmigo. Usted era
candidato a vicepresidente y yo candidata a vicegobernadora de Misiones. Íbamos en la misma
boleta, trabajamos para el mismo proyecto y después cada uno en libertad puede decidir el
camino a elegir. Eso, nuevamente, vuelve a ser saludable.
No comparto que nos pongan a los legisladores de la Nación Argentina como buenos o
malos. Tenemos responsabilidades políticas. Estoy escuchando frases, como “No voy a votar”,
“No voy a acompañar”, así que no sé cómo va a salir este dictamen en mayoría, porque hasta
ahora no me están dando los números en la sesión de comisión.
Nosotros tenemos una postura clara y coherente. Lo hacemos de frente y lo hicimos
siempre así. Nos hacemos cargo, porque a eso nos comprometimos allá por 2003, después de la
crisis de 2001. Parece que las medidas económicas siempre recaen en las épocas de bonanza y la
distribución con el sistema financiero argentino, latinoamericano y mundial siempre caen en los
mismos modelos de gobierno. Después, el pueblo se da cuenta y nos vuelve a poner en su lugar, y
empezamos a trabajar para levantar un país de la miseria, para salir adelante de procesos de
postergación y para generar pleno empleo. La gente nos vuelve a poner en otro lugar. Nos puso a
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nosotros en otro lugar.
He escuchado argumentos de los especialistas de la política, de los especialistas
económicos, de los especialistas del derecho y han pasado treinta años así enfrente mío, enfrente
nuestro, todos aquellos que tomaron decisiones –vuelvo a decir– un día siendo empleados del
Estado Argentino y al otro día siendo empleados de la banca privada. El mismo ministro PratGay tenía clientes hace poco tiempo, antes de ser ministro de Economía, y seguramente que en
un manto de sospecha llevamos nosotros adelante el tratamiento de la deuda con los holdouts, y
nosotros tenemos que escuchar esas voces.
Lo han hecho con nosotros, con un sinnúmero de mentiras y de situaciones que hemos
atravesado y llegamos con nuestro dictamen y con nuestras leyes –en lo personal, hace cuatro
años– a votar lo que creíamos. Y creo que lo que va a votar cada uno de nosotros es con
convicción y con compromiso ‒tanto por el sí como por el no‒ con la República Argentina.
Luego, quiero reivindicar a los sin nombre de las cámaras de Senadores y de Diputados
de la Nación Argentina, que, durante estos treinta años de democracia, por sí o por no, con
ideales muy altos y con responsabilidad política, hemos tratado de honrar a la Patria.
¿Por qué somos sin nombre? Porque durante cuatro años, en lo personal, he votado un sin
número de leyes y nunca apareció mi nombre completo en ningún lado y ahora resulta que me
quieren poner con la votación que voy a llevar adelante como alguien que rompe el bloque del
Frente para la Victoria. Y el bloque del Frente para la Victoria no se rompe porque votemos
diferente y no hay ninguna ruptura ni ninguna cuestión por la que no nos quede claro hacia dónde
vamos. Y si hay algo que también tenemos claro es que estamos parados siempre en el mismo
lugar, dispuestos a honrar al pueblo para que sepan que no vamos a ser proceso de obstáculo para
la Nación Argentina; no del presidente Macri ni de este gobierno, sino, reitero, del pueblo o de la
Nación Argentina, por ende, vamos a acompañar, desde la provincia de Misiones, como lo hizo
el gobernador Passalacqua. En efecto, represento a Misiones y mi provincia, que habla a través
de su Ejecutivo, expresó ya su posición, así como lo hicieron otras provincias en las que los
gobernadores dijeron: “No”, y también eso es respetable.
Por eso, no nos pongan ni afuera ni adentro, ni desde la política ni desde la comunicación
ni desde las estrategias para ver quién capitaliza, más o menos, esta decisión, en un lugar que no
sea el estrictamente correcto, por lo menos para nosotros. En efecto, la provincia de Misiones,
desde hace más de doce años y con nuestro movimiento político que se llama “Frente Renovador
de la Concordia Social”, está parada ‒y estamos parados‒ en el mismo lugar, defendiendo los
intereses de Misiones, y acordando y llevando adelante las mejores decisiones políticas con las
que nos comprometimos con los gobiernos y con los acuerdos políticos que creemos de
legitimidad absoluta para hacerlo.
Es por ello que, en ese desafío, deseo manifestar que hemos transitado procesos de
análisis muy importantes desde nuestra provincia y desde nuestro movimiento, y volvemos a
agradecer a Néstor y a Cristina hacia dónde nos llevaron, como así también a todos sus equipos
políticos; pero ya no están. Ahora no hay una conducción política que a nosotros nos obligue a
llevar adelante alguna otra cosa que la defensa de los intereses de Misiones, por eso, vamos a
acompañar el dictamen de la mayoría. En este momento lo haré yo, que soy la única
representante de Misiones que está aquí. Si bien no sé cómo será la votación del 30, porque
todavía queda mucho que transitar, quizás, se notifiquen las acciones y las sentencias del CIADI,
y se modifiquen algunas cuestiones; ojalá que así sea.
Pero, reitero: la verdad nos hace libres y nosotros, los misioneros, nos sentimos con
absoluta libertad, porque tenemos la responsabilidad de llevar adelante los intereses de la
provincia de Misiones. Por ende, no aceptamos que ningún medio de comunicación nos baje
agenda, que ningún medio de comunicación nos divida y que ningún medio de comunicación nos
cuestione si no es de frente y nos dé derecho de réplica.
Así que deseo agradecer por la tolerancia que me han tenido a mí, a los especialistas y a
todos los que intervinieron, como los funcionarios de la historia económica de la República
Argentina, porque he sentido que nos han faltado el respeto una y mil veces. Hemos pasado de
escuchar que este es un país sin ideas a escuchar que ellos pueden analizar y nosotros
simplemente levantar la mano.
Por otro lado, después nos dicen: “Ustedes tienen la responsabilidad”. Yo no quisiera
estar en sus zapatos, pero, ¿saben qué? Ellos fueron todos decisores económicos y políticos
durante los últimos treinta años. Y si de algo malo hay que hacerse cargo, ellos también fueron
parte; y si de algo malo hay que hacerse cargo de acá en adelante, también los que aconsejan en
favor o en contra tienen que hacerse cargo porque, por acción u omisión, somos todos
responsables de este destino común.
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El procurador del Tesoro no dice absolutamente nada en el dictamen que acabamos de
recibir. Habla de sus condiciones de procurador y cuándo debe emitir o no, entonces, el dictamen
a favor o en contra vuelve a ser nuestra responsabilidad; vuelve a ser nuestra responsabilidad
soberana como dirigentes políticos y representantes del pueblo de la Nación Argentina, y de
nuestra provincia en particular.
Sin más y deseándoles a todos una muy feliz y bendecida Semana Santa, a fin de que
Dios nos dé paz y tranquilidad en todas las decisiones que tomemos por sí o por no, deseo
decirles que Misiones va a votar por la afirmativa, acompañando el dictamen de la mayoría.
Gracias presidentes.
Sr. Presidente (Abal Medina).- Muchas gracias señora senadora.
Como no hay más anotados en la lista, si les parece, terminamos con esta maratónica
sesión.
Muchas gracias.
– Son las 16 y 31.
Dirección General de Taquígrafos
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