La publicación fue creada por Jesús Enrique Lossada en 1947

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Palabras del rector de la Universidad del Zulia,
doctor Jorge Palencia Piña, en la presentación de
la Revista de la Universidad del Zulia
La presentación de esta revista lleva una carga de
mucha significación para nuestra institución. El hecho
de ser la primera Revista Científica de la Universidad
y que su fundador haya sido Jesús Enrique Lossada,
nos pone en sintonía con la grandeza de nuestro
pasado y nos cohesiona alrededor de valores que
como universitarios deben guiar nuestras decisiones,
actitudes y desempeño.
En primer lugar nos sentimos obligados a destacar el
trabajo que se lleva adelante desde la Cátedra Libre
de la Historia de LUZ. Este proyecto nació de allí.
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Y siendo así, con toda seguridad muchos otros, de
igual o mayor trascendencia, seguirán surgiendo para
satisfacción de nuestra comunidad universitaria y
para el cultivo de la memoria de esta centenaria
institución.
¿Cuántos de nuestros profesores, investigadores,
estudiantes o trabajadores conocen esta publicación
y el valor que sus páginas albergan como patrimonio
cultural de los universitarios? Seguramente pocos.
De allí que nos sintamos tan complacidos de
recuperar esta publicación, fundada en 1947, justo un
año después de la reapertura, por un hombre que
descolló como intelectual, poeta, político y, sobre
todo, por ser un insigne universitario y un hombre de
avanzadas ideas científicas, aún vigentes.
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La vigencia de las ideas de Lossada se fundamenta
en principios que aún hoy son posturas que buena
parte de la Humanidad está defendiendo como
conquistas de convivencia ciudadana.
Lossada rechazaba el prejuicio y condenaba los
particularismos, los autoritarismos y el sectarismo de
toda
especie
que
impedían
el
abierto
pronunciamiento de las ideas, la libertad de crítica y
la polémica.
En otras palabras, rechazaba las ideas dogmáticas y
defendía la diversidad y la reflexión crítica. Nada más
propio de la naturaleza históricamente beligerante y
disidente de las universidades.
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Cuesta creer que la primera revista científica de la
Universidad haya tenido una vida tan accidentada.
Desde su fundación, aquel 31 de mayo de 1947,
circuló hasta 1952; luego otro insigne rector, Antonio
Borjas Romero, reinicia su circulación en 1958, pero
se cierra en 1977.
Luego de 33 años, gracias a la vocación admirable
por nuestro legado histórico de dos incansables
mujeres:
Imelda
Rincón
y
Aquilina
Morales,
inauguramos la Tercera Época de esta primigenia
publicación, con la esperanza y el empeño de que
perdure en el tiempo como testimonio fiel de nuestro
presente y devenir universitario, como contribución al
avance de la ciencia y la tecnología, como un
producto de trascendencia local, nacional y mundial.
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Este acto es un reconocimiento a una iniciativa
fecunda que nos enlaza con la memoria de
importantes
acontecimientos
de
nuestra
vida
universitaria, principalmente, como instrumento para
la proyección del conocimiento y defensa de nuestra
identidad.
Fiel exponente de las ideas Lossadianas, Imelda
Rincón ha dicho que pese a las dificultades, la
Universidad debe trascender hacia afuera, salir de
sus muros y buscar sustentación en el entorno local,
nacional e internacional, para que “la falta de
presupuesto no detenga el alcance académico”.
Pienso que ese es nuestro principal compromiso. La
Universidad desde hace tiempo salió de su torre de
marfil.
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Esta institución nació aprendiendo a convivir como
miembro de una comunidad local y hoy busca
convivir como miembro de una comunidad planetaria.
Este primer número que hoy presentamos, ya es un
documento valioso, en homenaje al bicentenario del
natalicio de ese hombre insigne que fue Rafael María
Baralt, el marabino más universal de la segunda
mitad del siglo XIX, un pionero en muchos sentidos,
que fue expresión de lo más avanzado del tiempo
que le tocó vivir y que en el imaginario de nuestro
pueblo representa el sentir de un marabino, que
enrumbó su vida en otras latitudes, pero nos dejó la
más excelsa identificación con esta tierra: “La tierra
del sol amada”.
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Como universitarios tenemos que agradecerle a las
coordinadoras de la Cátedra Libre de la Historia de
LUZ, Imelda Rincón Finol y Aquilina Morales, quienes
asumieron y abrazaron el proyecto con fuerza y
pasión.
Felicitaciones al comité editorial integrado por Imelda
Rincón Finol, en su conndición de directora; Reyber
Parra, como editor asociado; y nada menos que las
destacadas
figuras
de
nuestra
comunidad
universitaria: Lourdes Molero de Cabeza, Teresita
Álvarez, Nevi Ortín de Medina, Modesto Graterol,
Aquilina Morales, Jesús Medina, Ana Judith Paredes,
y Tania Díaz.
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En nombre de las autoridades y de toda la comunidad
universitaria, reciban nuestro reconocimiento y la más
alta manifestación de gratitud por ser parte de este
loable esfuerzo. Reciban y el más alto sentimiento de
afecto universitario hacia ustedes, porque han
asumido
el
compromiso
de
preservar
nuestra
memoria histórica, de insertar esta revista en los
espacios que las nuevas tecnologías permiten y
llevarla a los registros donde sea visible su aporte a
la producción de conocimiento.
Les reitero nuestro apoyo y compromiso, para que
esta Tercera Época perdure por siempre enalteciendo
las ciencias y el arte.
Gracias
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