Discurso de Javier Lecumberri

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INTERVENCIÓN DE JAVIER LECUMBERRI, SECRETARIO GENERAL DE LA UGT DE NAVARRA
Compañeros y compañeras:
Egun on denori.
Bienvenidos al acto sindical del 1.º de mayo de 2014.
Una jornada de lucha, reivindicativa y de homenaje a aquellos sindicalistas que en 1886 fueron
asesinados en Chicago por luchar por la jornada laboral de ocho horas, tras una huelga iniciada
el 1 de mayo.
Séptimo año de esta demoledora crisis.
LA CRUDA REALIDAD DE LOS DATOS
Porque, de momento, la realidad sigue siendo tozuda.
Se sigue destruyendo empleo a una velocidad desconocida, gracias a esa auténtica autopista
que regaló el Gobierno a los empresarios para empujar a miles de trabajadores al precipicio
del paro que se ha llamado reforma laboral.
Tenemos 53.800 desempleados, casi 20.000 de ellos llevan más de dos años en paro, sin
prestaciones por desempleo y sin expectativas de encontrar un puesto de trabajo.
Casi 18.000 mil hogares en Navarra tienen todos sus miembros en paro.
85.000 personas en riesgo de pobreza, según Eurostat.
Más de 22.000 personas sobreviviendo de la Renta de Inclusión Social.
Estamos contemplando un deterioro de los servicios públicos esenciales sin precedentes.
Se nos está cayendo la industria a pedazos.
Estamos en una situación de emergencia social.
LA VISIÓN DE LA DERECHA
En medio de este panorama, los Gobiernos de la derecha ven síntomas de recuperación.
Incluso nuestra Presidenta ha declarado el fin de la crisis.
Dicen que la macroeconomía, las grandes cifras, esas que se nos escapan al común de los
mortales, empiezan a reverdecer.
Sinceramente, nada deseamos más que esos gurús de la economía, por fin, acierten.
Ojalá esa agudeza visual se transforme en realidad palpable.
Ojalá esas percepciones no resulten meros espejismos.
Ojalá se materialicen en empleo neto.
Ojalá se empiecen a crear más puestos de trabajo de los que se destruyen.
Porque necesitamos cientos, miles, millones de puestos de trabajo para que también nosotros
podamos percibir síntomas de recuperación.
Para nosotros, la crisis no habrá terminado hasta que recuperemos los puestos de trabajo que
se han destruido y hasta que recuperemos los derechos laborales y sociales que la derecha nos
ha arrebatado con la excusa de la crisis.
Porque, de momento, cada año, cada mes, cada semana, cada día, incluso cada hora, nos
acordamos de ese puñado de jefes de Estado y de Gobierno que forman el Consejo Europeo,
que llevan siete años mostrando sus dos caras:
La cara amable, respetuosa y sumisa para los oscuros poderes económicos y financieros que
dirigen el mundo.
Y la cara de perro, agria y agresiva que nos ponen a los trabajadores europeos y a las capas
populares, especialmente de los países del sur del Continente.
Débiles y falsos con los poderosos.
Valientes y prepotentes con los débiles.
EL SEÑUELO IDENTITARIO
Y mientras todo esto ocurre en Europa, aquí nos dedicamos al apasionante debate de si
nuestro ADN es navarro, vasco, español, catalán…
Mientras nos entretienen con el debate identitario, la crisis y los neoliberales están
dinamitando nuestro modelo social y el Estado de Bienestar que habíamos construido durante
décadas de esfuerzo.
Nos tienen distraídos en debates territoriales, como si trocear el país nos fuera a hacer más
ricos a algunos en vez de más pobres a todos, y entre tanto nos arrebatan derechos laborales y
sociales, privatizan servicios públicos, se cargan empresas viables, convierten el acceso a las
pensiones en una auténtica carrera de obstáculos…
Y seguimos mirándonos el ombligo mientras nos amputan los miembros.
No, compañeros y compañeras, la clase obrera no puede ni debe dejarse engañar con
señuelos.
Lo nuestro es el internacionalismo, la solidaridad, la unión de esfuerzos frente a un adversario,
el capital, bien organizado y que no se distrae de su objetivo fundamental: desarmarnos de
derechos para hacernos retroceder décadas.
LA EUROPA SOCIAL
Y hablando de internacionalismo., el próximo día 25 tenemos las elecciones europeas.
Los trabajadores nos jugamos mucho.
El austericidio al que nos están sometiendo los poderes políticos y económicos europeos, la
famosa troika comunitaria, está destrozando el modelo social europeo.
Pero las cosas pueden cambiar.
Pueden cambiar a mejor, si las fuerzas políticas que creen que es posible otra Europa, una
Europa más social, más igualitaria, más justa, más sensible con quienes menos tienen, logran
una mayoría parlamentaria que permita dar un giro al actual proceso de construcción europea
neoliberal, economicista y ramplón.
Pero las cosas también pueden cambiar a peor, si la extrema derecha autoritaria, xenófoba y
filofascista avanza de manera sensible.
Cuidado con las tentaciones populistas, que han escrito las páginas más trágicas de la historia
europea.
Los trabajadores europeos tenemos la oportunidad de cambiar este modelo neoliberal de
construcción europea.
Han sido capaces de crear instituciones económicas y financieras únicas, incluso una moneda
común, pero nos niegan derechos laborales y sociales para todos los trabajadores del
continente, con convenios colectivos europeos, y una carta social de derechos ciudadanos.
Esta realidad es la que los trabajadores podemos y debemos cambiar el próximo día 25.
LA LEGITIMIDAD SINDICAL
Por otro lado, estamos asistiendo a una feroz campaña para deslegitimar y debilitar a los
sindicatos.
Nos atacan porque representamos el último dique de contención de su ofensiva neoliberal de
recortes de derechos.
Nos niegan la legitimidad para defender los derechos e intereses de los trabajadores.
Pero la legitimidad nos la otorgan los trabajadores a través de las elecciones sindicales.
Ese es el argumento más potente para contrarrestar la ofensiva antisindical desatada por la
derecha reaccionaria en sus múltiples expresiones.
Frente a otras organizaciones sociales, frente a las patronales, frente a otro tipo de
asociaciones, los sindicatos nos sometemos periódicamente al veredicto de los trabajadores a
través de las urnas.
CCOO y UGT, UGT y CCOO sumamos más del 80% del total de los delegados sindicales elegidos
en el conjunto de España y más del 55% de los elegidos en Navarra.
Tenemos el voto de confianza de millones de trabajadores.
Tenemos la legitimidad democrática que nos otorgan los trabajadores con su apoyo masivo.
Una legitimidad que no tienen muchos de los que nos atacan.
Así que debemos seguir reforzando nuestra representatividad.
Pero también tenemos que profundizar en nuestra unidad de acción para ser todavía más
útiles a los trabajadores, en especial, frente a esta situación y a los desafíos actuales.
Ya sé que es difícil compaginar la unidad de acción con la competencia a la que nos obligan las
elecciones sindicales.
Ya sé que muchas veces la inevitable competencia electoral contamina la relación entre las dos
organizaciones y dificulta el desarrollo de la unidad de acción.
Pero representatividad y unidad de acción son dos herramientas imprescindibles.
LA UNIDAD DE ACCIÓN
La unidad de acción es más necesaria que nunca para defender la Negociación Colectiva, para
evitar retrocesos laborales y sociales, para poner freno a la ofensiva de la patronal, para salvar
y mantener abiertas plantas industrias que en el futuro pueden ser rentables.
Pero la unidad de acción no consiste en el entendimiento entre Raúl Villar y yo. Ni siquiera
entre las direcciones de nuestros dos sindicatos.
Hay que llevar la unidad de acción a las empresas, a los tajos, a los centros de trabajo, a las
cadenas. Unidad de acción basada en un diálogo sincero y en la lealtad mutua.
Pero ambas cosas forman parte consustancial de nuestra razón de ser.
La unidad de acción, en medio de una ofensiva neoliberal sin precedentes, es básica para
frenar las agresiones con garantías.
Lo nuestro es la organización, la lucha organizada. Y ese es el compromiso que tenemos las dos
organizaciones.
EXIGIMOS UN PLAN DE CHOQUE
Y para finalizar.
Desde esa legitimidad democrática, sindical y social que nos habéis otorgado los trabajadores,
voy a hacer pública una exigencia a nuestra clase política:
Hace falta adoptar medidas urgentes para hacer frente a problemas que no pueden esperar
más.
Hace falta un plan de choque para:
-
Impulsar el empleo de calidad.
Mantener el tejido industrial que nos queda.
Recuperar y reforzar los servicios públicos esenciales.
Y ampliar la red de protección social.
Pero este plan necesita financiación pública.
Necesita una reforma fiscal que acabe con el fraude, que recaude más y de forma más justa,
haciendo que aporten más lo que más tienen.
En definitiva, que permita conseguir estos objetivos.
Porque, repito, los trabajadores no reconoceremos la recuperación económica ni la salida de la
crisis hasta que repongan los puestos de trabajo que han destruido y hasta que nos devuelvan
los derechos laborales y sociales que nos han arrebatado con la excusa de la crisis.
Queremos recuperación con justicia, queremos nuestro empleo y nuestros derechos.
¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!
¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!
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