LRA173

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AÑO 15 N.º 173
mayo de 2015
contenido
4
Agricultores familiares:
no todos son iguales ni
necesitan lo mismo
7
15
MESA REDONDA
La agroexportación en el
Perú
Cuando los intereses
lucrativos quieren pesar
más que la salud de los
niños
Publicaciones
Debate Agrario. Análisis y Alternativas,
núm. 47. Eguren, Fernando (dir.). Lima:
Centro Peruano de Estudios Sociales
(Cepes), abril de 2015.
A raíz de la rápida y marcada elevación de los
precios de algunos alimentos básicos en 2007
y 2008, la seguridad alimentaria escaló varios
peldaños como un problema preocupante en la
agenda de varios países. Lamentablemente, en
el Perú, debido a diversos factores, la seguridad
alimentaria no ocupa un lugar destacado en la
agenda política. El análisis de este complejo proceso fue el objetivo del
Foro de Seguridad Alimentaria: Desafíos del Futuro y Tareas del Presente, organizado por Cepes en noviembre de 2013 y cuyas ponencias
se recogen en esta edición de Debate Agrario. Los autores tienen
la expectativa de que la publicación contribuya a reavivar el interés por
un tema de tanta importancia para la población, como es el alcanzar la
seguridad alimentaria para todos.
El Poncho Verde. Cajamarca y
la visión de Pablo Sánchez Zevallos. Asociación Los Andes
de Cajamarca (ALAC) y Minera
Coimolache. Lima, diciembre
de 2014.
La publicación recoge el trabajo y el
compromiso de uno de los cajamarquinos más ilustres y reconocidos
por su labor en la protección y la conservación de la riqueza natural de
la región: el ingeniero agrónomo Pablo Sánchez Zevallos, cuyo legado
se resume en una de sus frases más sencillas: «Cubramos la montaña
de un poncho verde». El libro tiene el objetivo de ser un aporte al desarrollo turístico, social y cultural de Cajamarca, mediante una edición que
muestra la biodiversidad y el enorme potencial de la región. La finalidad
es restaurar las laderas deforestadas y degradadas, convirtiendo a los
árboles en un elemento revitalizador del espacio rural y en una fuente de
producción y capitalización.
Apropiarse del desierto. Agricultura globalizada y dinámicas socioambientales en la costa peruana. El caso de los oasis de Virú e Ica-Villacuri. Marshall, Anaïs. Instituto Francés de Estudios
Andinos (IFEA) e Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), 2014.
Este libro es fruto de una tesis de doctorado sustentada en la Universidad Paris 1 - Panthéon-Sorbonne (2009) por la geógrafa
francesa Anaïs Marshall, catedrática de la Universidad Paris 13 - Norte, Sorbonne-Paris-Cité. Desde los años noventa, uno
de los más importantes efectos de la política de liberalización de mercados económicos y de liberalización del mercado
de tierras, en el Perú, es la implantación de empresas agroindustriales, principalmente en el desierto costero, donde se
observa una profunda transformación del espacio rural. ¿En qué condiciones se han instalado dichas empresas? ¿Qué tipo
de relaciones instauran con los otros actores del medio rural local? ¿Cuáles son los efectos sociales y ambientales de esas
instalaciones? La autora responde estas preguntas analizando el caso de los valles de Virú e Ica-Villacuri.
2
LA REVISTA AGRARIA / 173
editorial
Los límites de la propiedad agraria:
nuevamente en discusión
E
l intento de limitar el tamaño de la propiedad
agraria, otra vez se pone en agenda: un grupo
de parlamentarios pondrá a consideración de la
Comisión Agraria del Congreso de la República una
propuesta que establece límites máximos a la extensión
de tierras. Recordemos que el establecimiento de
límites no es algo nuevo en la historia peruana.
No hay que olvidar que, en la década de 1950,
una propuesta de ley planteada por la Comisión
de Reforma Agraria y la Vivienda, formada por el
gobierno de Manuel Prado, recomendaba un límite de
250 hectáreas en la costa. Años después, la reforma
agraria emprendida por el gobierno del general
Velasco Alvarado estableció para esa región un límite
máximo de 150 hectáreas. Durante el gobierno de
Alberto Fujimori, se derogó la normativa anterior y
se eliminaron los límites. Fue así como volvieron a
constituirse nuevos latifundios, los que en la actualidad
son propietarios de alrededor de la tercera parte de las
tierras de cultivo de la costa.
Estos latifundios, sin embargo, son bastante
diferentes de los que existían antes de la reforma
agraria: están orientados a la exportación, aplican
tecnologías modernas y técnicas de administración
eficientes, y cumplen con un conjunto de regulaciones
impuestas por los agentes que importan la producción,
entre ellas las que aseguran la inocuidad de los
productos y condiciones laborales mínimas aceptables.
Es importante subrayar que muchos de los nuevos
latifundistas tienen hoy extensiones bastante mayores
que las que tenían los hacendados de antaño y que
fueron expropiados por la reforma agraria.
También debe destacarse el hecho de que los
mayores neolatifundistas son corporaciones con
intereses en otros sectores de la economía —finanzas,
Publicación del Centro Peruano de Estudios Sociales
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mayo de 2015
seguros, pesca, comercio, transporte, etc.; la actividad
agraria es una más entre otras—. Entre ellos están los
grupos familiares Romero, Rodríguez, Brescia, Dyer,
Huancaruna, Oviedo y Wong. Hay que anotar que los
sucesivos gobiernos, desde la década de 1990, han sido
los principales promotores de la creación y desarrollo
de esta estructura neolatifundiaria al trasladar a estas
corporaciones las decenas de miles de hectáreas
eriazas ganadas al cultivo gracias a grandes obras de
irrigación. Estas operaciones han sido subsidiadas con
miles de millones de dólares. Igualmente, los mismos
gobiernos han fomentado la consolidación de los
neolatifundios con una legislación que no solo reduce
a la mitad el impuesto a la renta a la agroindustria, sino
también reduce los costos laborales.
La reciente propuesta alcanzada a la Comisión
Agraria para que sea dictaminada recoge en lo esencial
la que fuera presentada por el congresista José León en
2011: el establecimiento de techos a la propiedad de
10 000 hectáreas bajo riego en la costa, 5 000 hectáreas
bajo riego en la sierra y 20 000 hectáreas bajo riego en
la selva. No propone ninguna limitación para las tierras
de cultivo de secano, que no tienen riego.
Al proponerse límites tan elevados, lo que se
hace en realidad es promover que continúe el proceso
de formación de latifundios, en abierto contraste con
la declarada motivación que da lugar a la propuesta
presentada a la Comisión: defender y apoyar a
la pequeña y mediana agricultura. La suposición
de que el establecimiento de esos límites logrará
cumplir con esa defensa solo puede explicarse por el
desconocimiento de la realidad agraria o por un ánimo
demagógico de los autores.
Directora fundadora
Bertha Consiglieri (1950-2007)
Director
Fernando Eguren
comité editorial
Laureano del Castillo, Javier Alvarado,
Beatriz Salazar, Ricardo Marapi,
Pedro Castillo, Miguel Pintado
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el último miércoles de cada mes.
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3
Foto Ricardo Marapi
aGrICULTores
FamILIares
no todos son iguales ni
necesitan lo mismo*
Fernando Eguren / Miguel Pintado1
Son más de 550 millones los agricul-
tores familiares en el mundo. Están
presentes en los cinco continentes,
y en todos ellos conforman la más
numerosa y principal fuente provisora de alimentos. Va creciendo un
consenso global acerca de que, en
un futuro lleno de incertidumbres, la
agricultura familiar (AF) está del lado
de las soluciones.
En el Perú, la AF predomina sobre
las otras formas de agricultura: agru-
4
pa alrededor del 97 % de las 2 213 000
unidades agropecuarias (UA) registradas por el último Censo Nacional
Agropecuario (IV Cenagro). Cerca de
los dos tercios están en la sierra, pero
su número es también muy importante
en las otras dos regiones (ver tabla 1).
Su presencia es tan abrumadora, que
no puede concebirse el desarrollo rural
—la manera más eficaz para combatir
la pobreza en el campo— sin que ella
desempeñe un papel central. Además,
dado el peso de lo rural en la mayor
parte de las regiones, el fomento y
el progreso de la agricultura familiar
serían un impulso importante para el
desarrollo descentralizado del país y
de cada una de las regiones.
¿Qué es la agricultura familiar?
Aunque hay matices en su definición, hay consenso internacional en
cuanto a que una definición operativa
de la AF debe contener, al menos,
LA REVISTA AGRARIA / 173
tres elementos comunes: i) la conducción directa del predio y el uso
preponderante de la fuerza de trabajo
familiar; ii) el acceso limitado a los
recursos, sobre todo, tierra y capital;
y iii) la estrategia de supervivencia de
ingresos múltiples (por tener recursos
limitados, las familias requieren diversificar sus fuentes de ingresos con actividades económicas extraprediales).
Aun participando de estos elementos comunes, el universo de la AF es
muy heterogéneo. Reconocer esta
heterogeneidad es muy importante,
pues, cuando se trata de definir políticas, estas tienen que adecuarse a los
diferentes tipos de AF; sería un error
pensar que una política puede ser
común a todos ellos. A esta tipología
se dedica lo que sigue de este artículo.
La heterogeneidad de la
agricultura familiar
Para dar cuenta de la heterogeneidad de la AF y elaborar los tipos de
AF existentes, utilizamos la información de la base de datos del IV Cenagro y tomamos en consideración dos
variables: i) el tamaño de la UA en
hectáreas, adoptando como extensión
máxima 10 hectáreas estandarizadas2;
y ii) el nivel tecnológico de la UA: la
ausencia o presencia de riego y el uso
de semillas certificadas3. Excluimos
como parte de la AF a toda UA que
emplea asalariados permanentes.
La tipología resultante es la siguiente:
- Agricultura familiar de subsistencia (AFS). Incluye aquellas
UA menores de 2 hectáreas estandarizadas y que pueden, o no,
hacer uso de ambas tecnologías
(riego o semillas certificadas). Aun
contando con un nivel tecnológico
adecuado, su aprovechamiento
enfrenta severas restricciones debido al limitado acceso a la tierra.
Tomando en cuenta la variable de
control tecnológica, este tipo puede
subdividirse en dos grupos:
mayo de 2015
Tabla 1. Distribución de las UA según tipo de agricultura y región natural, 2012
Región
natural
Agricultura familiar
N.° de UA
%
Agricultura no familiar
N.° de UA
%
Total
N.° de UA
Costa
324 363
15
26 137
46
350 500
Sierra
1 392 032
65
15 000
27
1 407 032
Selva
440 438
20
15 536
27
455 974
2 156 833
100
56 673
100
2 213 506
Perú
Fuente: IV Cenagro. Elaboración propia.
oAgricultura familiar de subsistencia crítica. Está conformada
por aquellas UA que cuentan
con menos de 2 hectáreas estandarizadas, pero no tienen
riego y no hacen uso de semillas
certificadas. Se consideran en
estado crítico, puesto que poseen
escasas tierras y su nivel tecnológico —en términos de los dos
indicadores estudiados— es nulo.
oAgricultura familiar de subsistencia no crítica. Está compuesta
«
El hecho de que la
inmensa mayoría
de las unidades
agropecuarias
familiares son de
subsistencia (con
escasa tierra y bajos
niveles tecnológicos)
implica que las
políticas orientadas
a ellas no pueden
limitarse a la actividad
agraria: tienen que ser
multisectoriales.
»
por UA con extensión menor de
2 hectáreas estandarizadas y que
hacen uso de por lo menos una
de las dos tecnologías analizadas.
Si bien algunas pueden tener un
nivel tecnológico adecuado, su
limitada extensión restringe las
posibilidades de expansión de
la producción, lo que hace extremadamente difícil un nivel de
capitalización que supere la sola
reproducción familiar.
- Agricultura familiar intermedia
(AFI). Comprende a todas las
unidades agropecuarias de 2 a 5
hectáreas estandarizadas y que
pueden, o no, hacer uso de ambas
tecnologías. Al igual que en el caso
anterior, podemos subdividirla
a partir de la variable de control
tecnológica:
oAgricultura familiar intermedia
con menor potencial. Reúne
a aquellas UA de entre 2 y 5
hectáreas estandarizadas4 que
no tienen acceso al riego y no
usan semilla certificada; es decir,
tienen escaso potencial tecnológico.
oAgricultura familiar intermedia
con mayor potencial. A diferencia
de la anterior, aquí las UA usan al
menos una de las dos tecnologías
(riego y semillas certificadas).
La combinación entre mayores
recursos naturales (tierra) y tecnológicos abre la posibilidad de
5
superar los requerimientos de la
reproducción familiar, aunque,
dada la escasa dotación de tierras,
con dificultades.
- Agricultura familiar consolidada
(AFC). Comprende las UA con extensiones de 5 a 10 hectáreas estandarizadas5. Todas estas UA utilizan al
menos una tecnología considerada,
aunque con frecuencia las dos. Estas
condiciones necesarias son coherentes con la mayor estabilidad de las
UA pertenecientes a este segmento
y que poseen un mayor grado de
capitalización y de acceso a recursos.
¿Dónde están? Distribución de
la AF por tipo según regiones
La AF es, como se ha visto, absolutamente mayoritaria en el Perú.
La mayor parte —el 88 %— es AF
de subsistencia, porcentaje que en su
mayor parte está en situación crítica.
Apenas el 2.1 % de la AF está consolidada, y el 10 % está en una situación
intermedia. Esta distribución varía
entre las regiones: en la sierra, el 95 %
de las UA son AF de sobrevivencia,
y apenas el 1.2 % son consolidadas.
En la costa, la importancia de la AFC
es mayor, pues representa el 10.4 %
de las UA de esa región, pero las de
sobrevivencia son casi dos tercios del
total regional (tabla 2).
Reflexiones finales
Poca duda cabe acerca de que las
necesidades de, por ejemplo, una
AFS crítica ubicada en las zonas
altas de los Andes son diferentes
de las de una AFC localizada en
la costa. Mientras que esta última
puede aprovechar mejor políticas
sectoriales que contribuyan a mejorar
su actividad productiva agraria, la
primera —dado lo limitado de sus
activos— encontrará mejores oportunidades en actividades económicas
extraprediales más dinámicas en su
distrito o provincia, promovida por
6
Tabla 2. Distribución de los tipos de AF por región natural. Porcentajes
Regiones
naturales
AFS
AFI
AFC
Total
23.3
10.4
324 363
2.3
2.2
0.5
1 392 032
10.7
14.5
3.2
1.2
440 438
38.5
4.5
5.6
2.1
2 156 833
Crítica
No crítica
Menor
potencial
Mayor
potencial
Costa
9.5
56.3
0.5
Sierra
51.9
43.1
Selva
70.3
Total (100 %)
49.3
Fuente: IV Cenagro. Elaboración propia.
los gobiernos regionales o locales
y en una perspectiva multisectorial.
De ahí la relevancia de tomar en
cuenta los tipos de AF: medidas que
son apropiadas para un tipo de AF,
pueden no serlo para otro tipo. Así, el
hecho de que la inmensa mayoría de
las unidades agropecuarias familiares
son de subsistencia (con escasa tierra
y bajos niveles tecnológicos) implica
que las políticas orientadas a ellas no
pueden limitarse a la actividad agraria: tienen que ser multisectoriales.
Por otro lado, la heterogeneidad de
la AF no se limita a las diferencias
en el tamaño del predio o en el nivel
tecnológico. En el Perú, un porcentaje
apreciable de la AF forma parte de comunidades campesinas y nativas. Los
diversos entornos institucionales y
culturales también deben ser tomados
en consideración, pues ellos influyen,
por ejemplo, en los comportamientos
de las familias, en sus prácticas productivas y en la forma en que usan
los recursos. Estas particularidades
también tienen que ser consideradas
en el momento de diseñarse políticas
que pretendan apoyar a la AF, el
sector social —con largueza— más
importante del campo.
Notas
* Este artículo resume una sección de un estudio más amplio realizado por los autores
a solicitud de la FAO.
1 Sociólogo. Director de La Revista Agraria
y presidente del Cepes / Economista. Investigador del Cepes.
2 Puesto que no toda tierra tiene la misma
significación económica, para comparar
diferentes tipos de tierra es necesario aplicar un coeficiente de estandarización. Este
toma en cuenta las diferencias en términos
del acceso al riego (distinción entre UA
bajo riego y en secano), la localización
de las UA (costa, sierra y selva) y el tipo
de tierra que compone la UA (tierras con
cultivos, pastos naturales, manejados, etc.).
Ver José María Caballero y Elena Álvarez,
Aspectos cuantitativos de la reforma agraria
1969-1979, apéndice 1, «Metodología para
el cálculo de los coeficientes de estandarización de tierras», IEP.
<http://bit.ly/1wnfIVr>.
3 De una lista extensa de indicadores
tecnológicos, se escogieron solo dos: la
presencia de riego y el uso de semillas
certificadas, pues consideramos que son
los principales indicadores del nivel tecnológico de las UA. En el caso del acceso
al riego, su importancia es indiscutible en
la medida en que es considerado el primer
y más importante cambio técnico en la
agricultura. En el caso del uso de semilla
certificada, lo consideramos un indicador
tecnológico clave, puesto que supone el
acompañamiento de otras tecnologías
(paquete tecnológico), como plaguicidas,
insecticidas, fertilizantes, etc.
4 En este grupo también están incluidas las
UA mayores e iguales a 5 hectáreas estandarizadas que no cuentan con ninguna
de las dos tecnologías de estudio. Solo el
mayor acceso a la tierra no garantiza que
la UA sea categorizada como de agricultura familiar consolidada, pues ese mayor
acceso debe ser combinado con un nivel
tecnológico adecuado.
5 Una excepción a esta regla es el caso de las
UA que, aun teniendo una extensión mayor
o igual a las 10 hectáreas estandarizadas,
son consideradas dentro de la AF (consolidada). Este es el caso de las UA, de diez
hectáreas a más, cuya fuerza de trabajo no
está compuesta por trabajadores remunerados (eventuales o permanentes), sino solo
por mano de obra familiar.
LA REVISTA AGRARIA / 173
Foto Agencia Andina
mesa redonda
La agroexportación en el Perú
son decenas de miles los agroexportadores,
pero muy heterogéneos y reciben apoyo diferenciado del estado
Fernando Eguren / Ricardo Marapi
Como en otras ocasiones, LRA
organizó una mesa redonda para
ofrecer a sus lectores información y análisis acerca de temas
importantes vinculados a nuestra
realidad rural y agraria. En esta
oportunidad, el tema tratado fue
el de las agroexportaciones. En
la mesa redonda participaron Lorenzo Castillo, gerente de la Junta
Nacional del Café; José Chlimper,
economista, empresario agroexportador y exministro de Agricultura;
Manuel Glave, doctor en economía
e investigador principal de Grade;
y Luis Paz, agrónomo y asesor de
la presidencia ejecutiva de Sierra
Exportadora. Los resultados de la
mesa redonda se ofrecen luego de
una breve presentación histórica
de la agroexportación en el Perú.
mAyo de 2015
Antecedentes de la
agroexportación en el Perú
La economía del país ha estado
vinculada a las agroexportaciones
durante una parte importante de
su historia. Hasta el siglo XVIII,
las exportaciones principales eran
de metales, aunque ya se enviaba
cacao a la metrópoli1. En las primeras décadas del siglo XIX se
exportaba chancaca —producida
en las haciendas azucareras de la
costa central— a Chile. Luego de
la independencia, las exportaciones
agrarias adquirieron más importancia: al cacao se agregaron el café,
la cinchona (para la extracción de
quinina), el algodón, el azúcar, la
lana de oveja y la fibra de alpaca.
Después de la guerra con Chile, la
producción de caña de azúcar y de
algodón fue el motor de la moder-
nización de la agricultura costeña
y, también, de la formación de
latifundios.
En 1930, el valor de las exportaciones de algodón, azúcar y lanas
era similar al de las que procedían
de las mineras, y en los años siguientes las superaron largamente2. «En cualquier otro periodo de
la historia del Perú —leemos en
una publicación de 1941—, de la
Conquista en adelante, un estudio
sobre la economía habría debido
comenzar con algún mineral o fósil;
con el oro, la plata o el guano. Hoy,
el Perú es un pueblo eminentemente
agrícola»3. En los últimos años de
la década de 1950 y comienzos de la
siguiente se alcanzaron los picos de
exportación de la fibra de algodón
(hasta 127 000 toneladas en 1962)4
y azúcar y derivados (638 000 tone-
7
ladas en 1963)5. Contribuyó a ello
la expansión de la frontera agrícola
en la costa, con irrigaciones, que
amplió las áreas de producción de
ambos cultivos: el algodón en un 45 %
y la caña en un 42 %6.
Con la expropiación de las plantaciones cañeras y algodoneras por
la reforma agraria, ejecutada entre
1969 y parte de la década de 1970,
las exportaciones agrícolas se redujeron en forma significativa. El algodón decayó, convirtiéndose en un
cultivo de importancia secundaria,
y gran parte de la producción fue
absorbida por la industria textil 7.
Otro tanto ocurrió con las lanas.
En cambio, la producción y las
exportaciones de café —cultivado
principalmente en la selva alta— se
incrementaron a partir del inicio de
los años sesenta.
La agroexportación en tiempos
recientes
En la década de 1990 se inicia un
nuevo periodo en las agroexportaciones, más amplio y diversificado
que los anteriores. En términos
de valor, es una historia de éxito.
Entre 1994 y 2014, el valor total
de las exportaciones agrícolas pasó
de USD 476 millones a USD 5079
millones. El valor de las exporta-
Exportaciones agropecuarias
Valor FOB (millones USD)
6 000
5 000
4 000
3 000
2 000
1 000
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
2010
2013
0
Tradicionales
No tradicionales
Total
ciones de los productos agrícolas
«tradicionales» se multiplicó por
3.4 veces, y por nueve veces el de
los «no tradicionales».
El principal producto de exportación agrario por valor es el
café, seguido por el espárrago y el
conjunto de frutales. Los cultivos
andinos están representados por la
quinua y la tara.
La ampliación de la frontera agrícola en la costa está estrechamente
ligada al incremento de las agroexportaciones «no tradicionales»: las
cerca de un cuarto de millón de hectáreas incorporadas a la agricultura
costeña gracias a las grandes obras
de irrigación, incrementaron en más
de un tercio las áreas cultivables de
esta región8.
En este crecimiento exponencial
de las exportaciones han cumplido
un papel muy importante las grandes
empresas agroindustriales. Este
proceso se ha acompañado de una
verdadera revolución tecnológica y
de gestión, y también de una rápida
concentración de la propiedad de
la tierra por corporaciones que ha
dado lugar a lo que podría llamarse
neolatifundio.
En la gestación y consolidación
de este poderoso sector agroexportador, el Estado ha cumplido
un papel decisivo al crear, a lo
largo de las dos últimas décadas,
favorables condiciones legales (Constitución de 1993; Ley
26505, de tierras; Ley 27360, de
fomento de inversiones; entre
otras), económicas (menor tasa
de impuesto a la renta; importantes inversiones fiscales), sociales
(régimen laboral más flexible y
menos oneroso) e institucionales
(agencias del Estado al servicio
de la agroexportación: Prompex;
agregados comerciales; ferias
internacionales; delegaciones oficiales; tratados de libre comercio).
Fuente: BCR.
8
LA REVISTA AGRARIA / 173
La mesa redonda
LRA: ¿Cuál es la percepción que
tienen acerca de la actual situación
que atraviesa la agroexportación
en el Perú?
Luis Paz: Sin duda, es un motor
de desarrollo, a pesar de que estamos
hablando solo de 160 000 hectáreas
en la costa dedicadas a la agroexportación [sobre cerca de un millón de
hectáreas en la región]. Es un motor
que ha influido notablemente en el ingreso de divisas, la generación de más
empleo y una mejor remuneración, y
que ha aumentado el valor del patrimonio de los propietarios de la tierra,
muchos de los cuales las alquilan o
las venden a mejores precios.
Manuel Glave: Hay dos ideas
fuerza sobre el tema. Una primera
se ubica en un ámbito histórico: la
agricultura de exportación ha jugado
un rol central en el dinamismo económico de la sociedad peruana en
diferentes momentos de la historia
republicana. Por ejemplo, el boom
del algodón, del azúcar y el de la fibra
de lana. Después hubo una caída de
la agricultura de exportación en los
sesenta y setenta, luego de la reforma
agraria, lo que la hizo dejar ese rol
estratégico, el que fue asumido por
otros sectores, como la industria de la
harina de pescado y la minería. En los
noventa, la agricultura de exportación
vuelve a asumir un rol estratégico
con otros rostros, otros cultivos y
otras características. Entonces, es una
actividad estratégica en el largo plazo
y que explica el dinamismo histórico
del país en diferentes momentos La
segunda idea que hay que destacar
está vinculada con la coyuntura
actual: es una actividad muy heterogénea, no solo porque en los últimos
quince años hayan reaparecido los
neolatifundios, sino porque, en general, hay diferentes cadenas de valor
que articulan a diversos actores. Ahí
mayo de 2015
viene una gran inquietud: ¿cuáles
son los incentivos de política pública
dirigidos a los diferentes tipos de
agroexportadores? En un reciente
artículo de LRA, se señala que más
del 90 % de las unidades agropecuarias que exportan están conformadas por pequeños agricultores1.
Pero, al hablar en términos de valor
de exportación, las 600 empresas
más grandes explican el 90 % del
alimentos al día; es decir, estamos
hablando de 30 000 toneladas diarias.
Según el último Censo Nacional
Agrario (Cenagro), existen cerca de
2 300 000 unidades productivas entre
campesinos, agricultores, empresas y
todas las formas; o sea, cada agricultura debe atender a aproximadamente
13 estómagos. No hay forma de que
un agricultor pueda salir adelante
si su mercado es, en promedio, de
Luis Paz: «El pequeño agricultor tiene
dificultades para negociar porque un
comprador europeo o norteamericano
no quiere comprar un solo contenedor,
sino que pide la garantía de comprar en
mayor cantidad y de manera continua.
Un pequeño agricultor que produce solo
un contenedor va a tener problemas
en vender. Es necesario tener políticas
para incentivar una serie de facilidades
para que los pequeños productores
puedan ampliar sus parcelas y mejorar
su economía de escala».
valor de la agroexportación. Sin
embargo, desde el punto de vista
de número de unidades productivas,
es necesario contar con políticas
públicas diseñadas para promover
una agricultura de exportación más
eficiente, sostenible, y que tengan
impacto en diversos objetivos y
no solamente en la generación de
divisas. ¿Cuáles son los efectos
de no promover cadenas de valor
que abarquen un mayor número de
unidades productivas?
José Chlimper: Considero esencial el desarrollo de esta nueva agricultura de exportación, que es distinta
a las de los sesenta y setenta. Es esencial por una razón: en el Perú existen
30 millones de estómagos que pueden
consumir, en promedio, un kilo de
solo 13 consumidores. Recordemos
que en el Perú solamente somos 30
millones de habitantes; por eso, si
queremos sostener a esas 2 300 000
unidades, la única forma es atender
a 1500 millones de estómagos en el
mundo, para que, en promedio, cada
agricultor tenga más de 600 consumidores como un mercado posible para
poder salir de la pobreza. Ahí está la
importancia de la exportación. No
es un tema ideológico, sino práctico.
Desde esa perspectiva, considero
que el desarrollo de la agricultura de
exportación es fundamental, dada la
actual estructura, porque 2 300 000
unidades productivas no deben atender solamente a un pequeño mercado
de 30 millones de ciudadanos.
Respecto a la cifra de Luis Paz,
sobre las 160 000 hectáreas en la
9
Lorenzo Castillo: Lo novedoso
de la década de 1990 hacia adelante
es que la agroexportación cambió de
escenarios y actores. El eje agroexportador ya no está entre los productos llamados tradicionales —salvo
el café, que está incluido en ese rubro—, sino que está concentrado en
productos hortícolas y frutícolas. Esta
dinámica ha originado empleo masivo, criterio de rentabilidad, enfoque
empresarial en la gestión y, por cierto,
una relación de privilegio en políticas
e incentivos en relación con otros
sectores. Este tipo de agricultura es
el que tiene más futuro en relación
con otros productos. El tema que
nos preocupa es la existencia de una
segmentación artificial que afecta a
un gran número de pequeños agricultores rurales. Los actuales incentivos
gubernamentales están concentrados
en la llamada agricultura no tradicional, mientras que en la agricultura
tradicional, donde está el café, existen
carencias y diversos problemas. El
gran desafío es realizar un proceso de
transparencia en la cadena de valor,
donde todos los actores de la cadena
podamos compartir riesgos y beneficios. En la medida en que reduzcamos
esos problemas de diferencia, el país
tendrá una agricultura sostenida y
potente. Necesitamos acabar con
ese tratamiento diferenciado porque
la agricultura es una sola y todos
deben tener iguales oportunidades
de desarrollo.
José Chlimper: Creo que no hay
políticas diferenciadas con base en
si el destino es de exportación o es
10
Foto Ricardo Marapi
costa dedicadas a la agroexportación,
quiero destacar que, de los USD 5500
millones en productos agroindustriales exportados en el último año, más
del 20 % vienen de la sierra y la selva:
cacao, café y quinua. ¡Con esos tres
ya tenemos más de mil millones de
dólares!
nacional. Lo que sucede es que hay
una correlación, no causalidad, donde
el pequeño productor tiende a ser más
informal, por lo cual no le afectan los
beneficios tributarios y laborales que
contiene la ley, a la cual sí se acogen
los grandes exportadores, por ser
formales. Me explico: un productor
pequeño informal —es indistinto si
exporta o no—, usualmente no les da
uniformes, ni transporte, ni seguridad
social a sus trabajadores y no los tiene
en planilla; entonces, ¿de qué le sirve
el régimen laboral del sector agrario?
Igualmente, si no paga impuestos,
¿de qué le sirve el régimen tributario
o la devolución anticipada del IGV?
En la ley y en las políticas no hay,
pues, distinción entre agricultura
de exportación y la que no lo es. Lo
que sucede es que al informal no le
conviene usar la ley.
Manuel Glave: El tema de la
informalidad y la formalidad me
parece central. Lorenzo preguntaba
si existen políticas diferenciadas que
benefician solo a algunos actores.
José contesta, directamente, que la
ley no discrimina ni hace diferencias
respecto a si un productor exporta
o no, sino que dicha ley diferencia
cuándo un productor es formal o
informal. El desafío está, por consiguiente, en contar con políticas
que lleguen a este gran universo de
pequeños productores no formales,
porque si seguimos apostando por un
régimen universal en el mundo de la
formalidad, nunca vamos a llegar a
ese sector aún informal.
LRA: Hay una gran diversidad
de productores agrarios que exportan; sin embargo, existe la
idea de que la agroexportación
está asociada, principalmente, a la
gran dimensión en la tenencia de
tierras, es decir, a los latifundios.
¿Acaso el modelo de la gran escala
LA REVISTA AGRARIA / 173
Por ejemplo, los agricultores de
ProCitrus tienen 50 hectáreas en
promedio; es decir, no tienen latifundios. Ellos se han asociado y ahora
son los principales exportadores
de palta, a pesar de que empezaron
con cítricos. La economía de escala
es, entonces, fundamental. Sin ella,
los pequeños productores tendrán
dificultades para cumplir con las
normas de calidad, investigación y
competitividad.
es un requisito para la agroexportación?
Luis Paz: En el programa Sierra
Exportadora hemos apoyado a los
pequeños agricultores, individuales
o asociados; sin embargo, tenemos
muchas dificultades porque el nivel
de confianza entre ellos no es fácil.
Hemos trabajado con la Cooperativa
Coopain Cabana, en Puno, que tiene
700 pequeños productores de quinua. En muchas partes, la mayoría de
productores venden su quinua a USD
4.50 el kilo, mientras que en dicha
cooperativa han logrado venderla a
USD 6.50 porque la calidad de su
producto es alta gracias a que tienen
un gran trabajo de certificación
orgánica. Ellos aún no están a cargo
de la exportación, sino que colocan
su producto a través de exportadores
con experiencia y conocimiento en el
proceso. Lo ideal es que en el futuro
la cooperativa empiece a hacerlo.
mayo de 2015
Eso es importante para el aspecto de
la negociación. Las grandes empresas, como Camposol, Virú y otras,
tienen ventajas en la negociación.
Sin embargo, el pequeño agricultor tiene dificultades para negociar
porque un comprador europeo o
norteamericano no quiere comprar
un solo contenedor, sino que pide
la garantía de comprar en mayor
cantidad y de manera continua. Un
pequeño agricultor que produce solo
un contenedor va a tener problemas
en vender. Hay formas de trabajar
con la pequeña agricultura, pero es
necesario tener políticas para incentivar —lo que plantea La Revista
Agraria en varios de sus artículos—
una serie de facilidades para que
los pequeños productores puedan
ampliar sus parcelas y mejorar su
economía de escala. Para ello, se
necesita financiamiento y asesoría.
Los que manejan grandes extensiones también tienen otras ventajas.
Manuel Glave: En realidad, es un
tema de percepción esta asociación
de la agroexportación con la gran
dimensión y el nuevo latifundio
capitalista. En la actualidad, el principal producto de agroexportación
continúa siendo el café. Recordemos
que los productores de café y cacao
tienen, en su gran mayoría, menos de
5 hectáreas de cultivo en promedio.
Habría que preguntarse: ¿cuánto del
crecimiento de la agroexportación
se explica por el neolatifundio capitalista y cuánto por la pequeña agricultura informal de exportación? Las
cifras nos dicen que el crecimiento
de la agroexportación no tradicional
es de diez veces y el de la tradicional
(como el café y el algodón) es de tres
a cuatro veces. Por eso, es necesario
destacar que el crecimiento del sector agroexportador en los últimos
quince años también se explica
por el dinamismo de ese pequeño
productor. Hay, pues, un tema de
percepción.
José Chlimper: ¿Por qué está
asociada la agroexportación a la
gran dimensión? Por el mercado.
La respuesta no está en todos los
casos relacionada ni con la economía
de escala ni con la productividad.
La respuesta está en el mercado.
Nosotros hemos hablado mucho de
oferta, pero nos olvidamos de la demanda, de aquellos 1500 millones de
estómagos que existen en el mundo
11
y que tenemos que alimentar. Pongamos un ejemplo: cuando uno llega
a otro país con un contenedor de
quinua, el comprador (que puede ser
un supermercado) no tiene tiempo
para atendernos por varios factores:
tiene que abastecerse 52 semanas al
año, atender la oferta de otros países,
comprar otros granos, etc. Así, el
mercado mundial está estructurado
de tal manera que nos obliga a los
peruanos a pensar en las facilidades
que debemos darles a nuestros
propios productores para que se
organicen en unidades grandes y
puedan atender esta demanda. Tam-
en manos de ellas. La comunidad
de Olmos, luego de cederle más
de 100 000 hectáreas al Proyecto
Olmos, aún tiene más de 300 000
hectáreas. Los segundos grandes
tenedores de tierras son las cooperativas azucareras, que actualmente casi
no exportan. Hay que destacar que la
actual hortifruticultura —que exportó
el año pasado cerca de USD 1982
millones— se ha desarrollado sobre
desiertos y no les ha quitado tierras
a los valles tradicionales. En algunos
casos, como Chavimochic, ha recibido el apoyo del Estado. Recuso el
uso de la palabra latifundio porque,
Manuel Glave: «¿Hasta qué punto
la gran propiedad genera un cambio
de tal magnitud en el paisaje social y
político de un territorio, que termina
siendo “propietario” de centros poblados e incluso hasta del mismo
alcalde? Definitivamente, se están
generando cambios en la identidad de
la población local cercana a esta gran
propiedad. ¿Hasta qué punto estos
cambios son positivos o negativos?».
bién es importante el tema de las
certificaciones a los productos que
exportamos. Un pequeño productor
no cuenta con los recursos (tiempo
y dinero) para certificarse porque los
costos son muy altos. Es ahí donde
los gobiernos regionales y locales
deberían intervenir con políticas
sobre el tema; incluso, que la certificación corra a cargo del Estado.
También quiero referirme al término neolatifundio capitalista. Quiero
recusar ese concepto. Una cosa es la
gran extensión agraria, como Virú,
Agrokasa, Camposol, etc., donde
tenemos grandes extensiones, pero
hay que recordar que los principales
terratenientes del Perú son las comunidades. El 60 % de la tierra está
12
desde una perspectiva histórica, arrastra unas relaciones sociales dentro
de la unidad productiva. Y eso es lo
que ya no hay. Las nuevas y grandes
extensiones están tremendamente
vigiladas por esos 1500 millones de
consumidores de otros países, que
exigen no solo que les embarquen
toneladas de productos, sino también
que se respeten ciertas condiciones
ambientales, sociales y laborales.
Las auditorías son muy severas y permanentes. Entonces, ya no arrastran
esa carga de la palabra latifundio. Yo
prefiero hablar de la gran extensión
agraria con modo capitalista.
Lorenzo Castillo: Quiero referirme a los conceptos y al lenguaje
discriminatorio que se utilizan para
calificar a la agricultura como «tradicional» o «no tradicional». Este
es un enfoque que está vinculado
con el uso o no uso de la tecnología:
la «tradicional» es calificada como
obsoleta porque no usa tecnología,
mientras que la «no tradicional»
sí la usa y es considerada como la
única viable. Hay que superar este
enfoque discriminatorio. En la actualidad existe un gran número de
actores, entre grandes y pequeños,
que se dedican a la agroexportación.
Por ejemplo, en el sector caficultor
tenemos 130 empresas registradas
como exportadoras ante la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat); de estas, 80
son de organizaciones de pequeños
productores. El gran desafío es
cumplir con los retos del mercado
internacional: estándares de calidad, inocuidad, trazabilidad, entre
otros. Para un pequeño productor
individual esto es inviable debido a
un tema de estructura de costos. Por
otro lado, quiero resaltar que una de
las grandes contribuciones de la pequeña agricultura de exportación se
da en el proceso de descentralización
económica y política del país. En
pueblos como Putinapunco, en Puno,
el café se desarrolló gracias a la articulación de pequeños productores
para hacer una economía de escala,
la cual es clave para articularse de
manera sostenible en la exportación.
Manuel Glave: Otro gran dilema
actual de la agricultura llamada no
tradicional y de gran escala es el
tema de los recursos hídricos. Por
ejemplo, el caso de Ica es dramático.
En general, esa agricultura de gran
escala y alta eficiencia tecnológica
depende del acceso y provisión de
recursos hídricos, pero el Estado no
ha terminado de establecer reglas
claras para ello. Esta situación genera escenarios conflictivos, como
LA REVISTA AGRARIA / 173
lo que ocurre entre Huancavelica e
Ica. También existe una percepción
de que los agricultores exportadores
capitalistas «se la están llevando
fácil» porque no están pagando el
costo real de oportunidad de los
recursos hídricos, ya sea en Chavimochic, Olmos o por la napa freática
de pozos subterráneos en Ica. Existe
una percepción crítica de que la
agricultura de gran escala está siendo demasiado beneficiada por los
incentivos. A la sociedad peruana,
en general, hay que explicarle que el
tema de la agricultura de exportación
cierra el caño. Donde no se paga el
agua es en aquellos valles donde la
usan mal y donde existe informalidad.
Lo que existe es un pésimo manejo
por parte del Estado y una debilidad
institucional. En los últimos años
hubo avances gubernamentales para
mejorar la gestión de los recursos
hídricos e incluso existe actualmente
una nueva ley; sin embargo, esta no
se cumple porque no hay una institucionalidad para hacer que se cumpla.
Los que más respetan esta ley son los
agricultores formales, mientras que
los informales la incumplen.
José Chlimper: «Recuso el uso de la
palabra latifundio porque, desde una
perspectiva histórica, arrastra unas
relaciones sociales dentro de la unidad
productiva. Y eso es lo que ya no hay.
Las nuevas y grandes extensiones
están tremendamente vigiladas por
esos 1500 millones de consumidores
de otros países, que exigen no solo que
les embarquen toneladas de productos,
sino también que se respeten ciertas
condiciones ambientales, sociales y
laborales».
no solamente se refiere a las grandes
unidades capitalistas, sino también a
las decenas de miles de productores
de pequeña escala que también le
dan un dinamismo al sector.
José Chlimper: Con respecto al
comentario de Manuel acerca del
agua, quiero recordar que el agua
es de la Nación y la administra el
Estado. Aquí no hay derechos reales
de agua, como sí existen en Chile o
Estados Unidos. En el Perú, la agroexportación no tiene un beneficio en
el tema del agua porque sí paga las
tarifas que establece el Estado. En
Chavimochic se paga 2.5 céntimos
por metro cúbico; si no se paga, se
mayo de 2015
LRA: Se ha hablado mucho de
las ventajas, pero también existen
desventajas y efectos generados por
este modelo de gran agroexportación. ¿Cuáles son los inconvenientes que tiene este modelo? ¿Cuáles
son las externalidades negativas
que encuentran ustedes?
Luis Paz: Hay que destacar la
necesidad de contar con más mercados
para nuestra producción, porque esta
sigue incrementándose. Por ejemplo,
veamos las cifras del crecimiento espectacular de la quinua en los últimos
años10, e igual sucede con la uva, la
palta y otros productos. Tenemos una
gran capacidad de producción para el
mundo y no solo para el Perú. ¿Qué
hacemos para que la pequeña agricultura mejore su producción, su calidad
y pueda exportar? Una estrategia del
programa Sierra Exportadora es promover que los empresarios exportadores de la costa apoyen con capacitaciones, por ejemplo, a los pequeños
productores de palta de Huancavelica
y Ayacucho, de una o dos hectáreas. Al
mejorar la productividad y la calidad,
también aumentan los precios y ambos
actores ganan.
Lorenzo Castillo: La agroexportación ha desarrollado un proceso
innovador en la agricultura, lo que
el Estado no ha podido hacer. La
inversión en el acceso a tecnología
es un factor importante en el futuro
de la caficultura y donde el Estado
tiene la responsabilidad de cumplir
un rol. En la actualidad no contamos con recursos humanos con
capacidades y competencias para la
innovación y el soporte técnico. Esta
es una inversión que debe realizarse
en el mediano plazo. Los centros
tecnológicos no están a la altura de
la demanda y en el café enfrentamos
graves problemas para desarrollar
procesos de renovación. En el tema
de la innovación, el Estado no tiene
claridad para realizar incentivos a fin
de que la agricultura peruana tenga
un mayor acceso a la tecnología. Por
ejemplo, el café ha sufrido estragos
debido a la roya amarilla, que ha
devastado el sector. Para introducir
un germoplasma nuevo y plantones in vitro, los caficultores tienen
que pagar un 18 % de IGV. Otros
sectores agroexportadores reciben
exoneraciones para la adquisición
de sus insumos, pero los caficultores
están obligados a pagar estos impuestos si quieren salvar sus plantas.
La pequeña agricultura no se podrá
desarrollar mientras la estructura de
costos sea impactada por factores
del entorno, que son los que generan
las mayores dificultades. Estos son
13
elementos claves para sostener y
desarrollar la pequeña agricultura
exportadora.
José Chlimper: Como toda actividad económica, la agroexportación
también genera externalidades, y
mientras más crece la primera, las
segundas son más grandes y tienen
un mayor impacto. Por ejemplo, en
el ámbito de la logística, el Perú exporta más de 160 000 contenedores
que, para llegar al puerto del Callao,
pasan por las pistas y carreteras de
la ciudad de Lima, representando
una fuerte carga de tráfico para las
el Perú podamos controlar cada vez
más este problema.
Manuel Glave: ¿Hasta qué punto
la gran propiedad ocasiona un cambio de tal magnitud en el paisaje
social y político de un territorio,
que termina siendo «propietario» de
centros poblados e incluso hasta del
mismo alcalde? Definitivamente, se
están generando cambios en la identidad de la población local cercana
a esta gran propiedad. ¿Hasta qué
punto estos cambios son positivos o
negativos? En muchos casos, especialmente en las grandes extensiones
Lorenzo Castillo: «Los actuales
incentivos gubernamentales están
concentrados en la llamada agricultura
no tradicional, mientras que en la
agricultura tradicional, donde está
el café, existen carencias y diversos
problemas. Necesitamos acabar con
ese tratamiento diferenciado porque
la agricultura es una sola y todos
deben tener iguales oportunidades de
desarrollo».
poblaciones urbanas. Una segunda
desventaja tiene relación con el
tema del mal uso y abuso de los
agroquímicos. El agro mal hecho
es mucho más contaminante que la
minería informal, pues el destino
de su producción es el consumo.
La agricultura de la gran empresa
capitalista está sujeta a los controles
ambientales del mercado y sí cumple
estándares altísimos porque cada
embarque atraviesa varios controles.
Pero existen otras unidades productivas que abusan tóxicamente de los
agroquímicos: no hay ningún control
sobre el uso, aplican los plaguicidas
y a los tres días dichos cultivos ya
están en el mercado. Allí hay una
bombita de tiempo. Espero que en
14
de monocultivos como caña y palma,
con más de 5 000 o 10 000 hectáreas,
se está produciendo una externalidad
negativa, no solo en el aspecto del
impacto ambiental negativo por el
uso de un monocultivo, sino también
en el del fuerte impacto en la identidad territorial de las poblaciones
locales. Por otro lado, insisto en el
tema del uso de los recursos hídricos:
es necesario que en el Perú tengamos
la capacidad de realizar balances hídricos integrales en cada valle. Hasta
que eso no quede claro, siempre
existirá la inquietud y percepción de
que las grandes empresas exportadoras vienen beneficiándose de una
externalidad ambiental sin pagar el
costo real de oportunidad del agua.
Notas
1 Anexo estadístico del Compendio de
historia económica del Perú. Tomo 3.
Economía del periodo colonial tardío.
Lima: IEP/BCR, 2010, p. 414.
2 Nelson Manrique. «Historia de la agricultura peruana», en Compendio de
historia económica del Perú. Tomo 5. La
economía peruana entre la Gran Depresión y el reformismo militar 1930-1980.
Lima: IEP/BCR, 2014, p. 161.
3 El Perú en marcha. Ensayo de geografía
económica. Lima: Banco Italiano, 1941,
p. 118.
4 El área sembrada de algodón llegó a
cubrir más de un cuarto de millón de
hectáreas anuales entre 1960 y 1964.
5 La presencia del capital extranjero en las
haciendas azucareras era predominante,
salvo en Cayaltí y Pomalca.
6 Rosemary Thorp y Geoffrey Bertram.
Perú. Crecimiento y políticas en una
economía abierta. Lima: Mosca Azul /
Fundación Friederich Ebert / Universidad del Pacífico, 1985, p. 351.
7 A partir de 1976, el volumen de algodón
consumido internamente por la industria
textil superó el volumen exportado. Fernando Eguren. «Evolución de la producción algodonera», en Fernando Eguren,
Jorge Fernández Baca, Fabián Tume.
Producción algodonera e industria textil
en el Perú. Lima: Desco, 1981, p. 122.
8 En el ámbito nacional, en el periodo
intercensal, las áreas irrigadas se incrementaron de 1 729 000 hectáreas a
2 580 000 hectáreas. En el año censal
2012, el 70 % de estas tierras estaban trabajadas. El 57 % —1 469 000
hectáreas— de las tierras bajo riego
están en la costa, concentrados en seis
departamentos (Piura, Lambayeque, La
Libertad, Lima, Ica y Arequipa), pero no
todas están efectivamente cultivadas. En
los predios censados de la costa había
207 000 hectáreas no cultivadas por
falta de agua; las áreas cultivadas eran
939 000 hectáreas. (Fuente: Resultados
definitivos del IV Cenagro.)
9 Según el último Cenagro, el número de
exportadores agrarios en el país supera
los 16 000, de los cuales el 96 % son
agricultores y solo el 4 % empresarios
(artículo de La Revista Agraria 171:
«El boom agroexportador, pero ¿de qué
productores?».
<http://bit.ly/1zmm0>).
10El salto de las exportaciones de quinua ha
sido notable: de USD 31 millones en 2012
a USD 196 millones en 2014 (Gestión,
23/02/2015). El Minagri estima que en
2015 se llegará a los USD 200 millones
(Gestión, 28/05/2015).
LA REVISTA AGRARIA / 173
Análisis de algunos desatinados argumentos de la industria alimentaria
Cuando los intereses lucrativos quieren
pesar más que la salud de los niños
Ricardo Marapi1
Un intenso debate se está producien-
do en las últimas semanas respecto a
la futura aplicación de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable
de Niños, Niñas y Adolescentes,
conocida popularmente como «Ley
de la comida chatarra». Y recalcamos
su condición de futura porque, a dos
años de su publicación, dicha ley aún
no puede aplicarse.
Un primer paso para la entrada en
vigencia de la ley se dio el pasado 18
de abril, cuando se publicó el Decreto
Supremo 007-2015-SA, que establece los parámetros técnicos para
los niveles mínimos de grasas, sales
y azúcar en las bebidas y alimentos
procesados2. Si un producto supera
los niveles establecidos, deberá llevar
una etiqueta de advertencia. Claramente, la norma servirá para que el
público consumidor —especialmente
los padres de familia— tome una decisión informada sobre la protección
de su salud y la de sus hijos.
Uno pensaría que nadie, en su sano
juicio, estaría en contra de una ley
de este tipo, que regula el consumo
de alimentos procesados dañinos y
protege la salud de los niños y adolescentes. Sin embargo, esta regulación,
en el gran negocio de productos altamente procesados, no ha caído nada
bien a las corporaciones que forman
parte de la industria alimentaria y que
saben que sus intereses lucrativos
serán afectados.
En medio del debate producido en
los medios de comunicación acerca
del impacto de los parámetros de
grasas, sales y azúcar, hubiera sido
interesante escuchar argumentos coherentes por parte de los voceros de
la industria alimentaria. Sin embargo,
mayo de 2015
en varios casos, sus posiciones han
sido viscerales o interesadas.
«La Ley 30021 tiene que ser
revisada»
Uno de los primeros en expresar
su crítica a los parámetros aprobados
por el Ministerio de Salud fue Alex
Daly, presidente del Comité de Alimentos de la Sociedad Nacional de
Industrias. Es claro que su gremio
tiene un marcado interés en revisar
y, si se puede, derogar la Ley de la
Alimentación Saludable.
«La Ley 30021 tiene que ser revisada. Lo que hay es una serie de
sobrerregulaciones, restricciones y
prohibiciones que solo afectan a los
productos fabricados por la industria.
(…). Es decir, si yo pongo a la venta
un alimento sin ninguna garantía de
inocuidad, como un turrón o una
manzana acaramelada, eso es sano
para la ley; pero lo que sale de una
industria que tiene todos los registros, eso sería malo. Eso es injusto»,
expresaba el vocero de la SNI en una
reciente entrevista televisiva3.
Lo que olvidan los voceros de la
industria alimentaria —en su fallido
intento de argumentar o confundir
a la opinión pública— es que el
espíritu de la mencionada ley no
es prohibitivo, sino más bien el de
promover una mayor transparencia
en la información. La ley no solo
contempla el establecimiento de parámetros técnicos, sino también otras
acciones complementarias —que la
industria pretende olvidar—, como la
promoción de la actividad física, de
alimentos saludables a través de los
kioscos escolares, y la regulación de
la publicidad; sin embargo, la indus-
tria solo se ha enfocado en los parámetros. Es un intento fatuo comparar
un alimento altamente procesado
con un producto artesanal, como una
manzana acaramelada. Estos últimos
deberán ser regulados en futuros
reglamentos y en la promoción de
las políticas educativas para mejorar
los hábitos alimenticios de los niños.
«El problema de la obesidad no
se soluciona con leyes »
Sin duda, un gran temor de la industria alimentaria es perder el gran
negocio que significa la venta de sus
productos en los kioscos escolares,
donde su mercado está constituido
por millones de niños peruanos. Por
ello, intentan convencer a la opinión
pública acerca de que la solución al
problema de la obesidad no se logrará
con una ley.
En una reciente entrevista televisiva4, la abogada especialista en
derecho del consumidor, Karina Seminario —del estudio Torres y Torres
Lara Abogados—, planteaba que «el
problema del sobrepeso y la obesidad
en los niños no se solucionará con
prohibiciones y coerciones, sino que
con una buena educación se podría
atacar el problema de manera más
eficiente. (...). Es un tema meramente
educativo».
Minutos después, la mencionada
abogada, que parece defender la
posición de la industria, descubría el
verdadero interés de esta: «En lugar
de retirar casi el 95 % de lo que se
vende en los kioscos, se debería promover la nutrición de otra manera.
Poner en los colegios a nutricionistas
(…) o promover la nutrición en la
currícula escolar», señaló.
15
Líneas atrás mencionábamos que
el espíritu de la Ley es de promoción;
sin embargo, el único lugar para el
que implanta una prohibición son,
precisamente, los kioscos de los
colegios. ¿Por qué? Por una simple
razón: proteger la salud de los niños
y adolescentes, pues en esos kioscos
—como lo admite la misma industria— el 95 % de los productos que
se venden en la actualidad pueden ser
considerados como comida «chatarra». Si a ello le sumamos el hecho de
que los padres no pueden controlar a
sus hijos en la escuela, los cuales son
vulnerables a ser manipulados por la
millonaria y persuasiva publicidad,
entonces los menores pueden ser
tentados a consumir esos productos
nada saludables. Así como el Estado prohíbe la venta de cigarrillos y
alcohol en los colegios, es correcto
que empiece a hacer lo mismo con
los productos «chatarra». A la industria alimentaria y a las empresas de
publicidad, obviamente, no les conviene perder ese millonario ingreso
económico y por eso se oponen a la
ley, a costa, incluso, de la propia salud
de los niños.
«Los parámetros afectarán a la
industria y a los TLC»
Finalmente, los voceros de la industria alimentaria han afirmado que
los mencionados parámetros técnicos
afectarán de manera negativa la producción de dicha industria. «De no
corregirse estos parámetros habría
un impacto negativo en el sector
de alimentos y bebidas, sobre todo
en las micro y pequeñas empresas
16
(mypes)»5, advertía el presidente de
la SNI, Luis Salazar Steiger.
Es decir, en lugar de pensar en elaborar un plan futuro para reducir los
niveles de grasa, sal y azúcar en los alimentos y bebidas que dicha industria
procesa, las palabras del empresario
nos hacen pensar que esta pretende
insistir en la elaboración de productos
altamente procesados y que afectan la
salud de los niños, tal como lo certifica
la Organización Mundial de la Salud.
Además, con esa lógica radical, los
plaguicidas prohibidos internacionalmente, por ejemplo, tampoco deberían
ser regulados, pues hacerlo afectaría a
las empresas peruanas y a los empleados que los producen.
Este «argumento» de la generación
de empleo es utilizado también —en el
debate televisivo mencionado anteriormente— por Alex Daly, representante
de la SIN: «¿Cuánto genera de empleo
el sector privado? Los palmicultores de
la selva han pasado de 12 000 a 75 000
hectáreas de palma, logrando erradicar
el cultivo de hoja de coca. [La ley]
simplemente lo que hace es destruir la
cadena productiva, porque el mercado
de la palma son las galletas, los helados
y los chocolates, que son productos
que tú dices que asesinan...», señalaba,
exaltado, el empresario.
Pero, al parecer, esa «alerta» no era
suficiente para la industria. El presidente de la Asociación de Bebidas y
Refrescos sin Alcohol (Abresa), César Luza, llevó el nivel de alerta a una
escala internacional: «Un reglamento
de este tipo traerá conflictos con los
organismos internacionales de comercio y los tratados internacionales,
además de afectar la generación de
ingresos de miles de familias que
dependen de un salario proveniente
de estas industrias6», manifestaba el
vocero de los empresarios.
El «cuco» del incumplimiento de
los tratados de libre comercio (TLC)
que ha firmado el Perú, y el de los castigos que vamos a sufrir, son utilizados
como último recurso por los empresarios industriales, como sondeando
a las autoridades gubernamentales la
posibilidad de negociar una reducción
en los parámetros técnicos o, incluso,
la misma derogatoria de la ley. Menuda tarea les espera a las autoridades
del Ministerio de Salud, que deberá
pedir el apoyo de la sociedad civil organizada para defender el reglamento
aprobado y tambièn el próximo sobre
la publicidad de la comida «chatarra»,
momento en el cual, sin duda, las empresas de publicidad y los grandes medios de comunicación serán quienes
salgan a cuestionarlo al ver afectados
sus millonarios intereses.
Notas
1 Periodista. Editor de La Revista Agraria.
2 «Ley de Promoción de la Alimentación
Saludable: Un reglamento a medias».
Eguren, Fernando. La Revista Agraria 172,
mayo de 2015.
<http://bit.ly/1EXzwEL>.
3 «La Hora N, con Jaime de Althaus», 13 de
mayo de 2015.
4 Programa «Debate y Diálogo». TV Perú 7.3.
<https://youtu.be/4j252Pkbzcw>.
5 «SNI: Ley de Alimentación Saludable pone
en riesgo salud de consumidores». Diario
Gestión, 24 de abril de 2015.
<http://bit.ly/1OzuIvy>.
6 «Abresa: Reglamento de Ley de Alimentación Saludable no tiene bases científicas».
RPP, 27 de abril de 2015.
<http://bit.ly/1KruxQ4>.
LA REVISTA AGRARIA / 173
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