UNA VIDA QUE MIRA A CRISTO OCMO MODELO DE HOMBRE

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UNA VIDA QUE MIRA A CRISTO COMO MODELO DE HOMBRE NUEVO
¡Buenos días!
Seguimos esta semana presentando los cuatro rasgos que nos quedan de la Espiritualidad Juvenil Salesiana.
Ante todo, es una espiritualidad cristiana, es decir, que tiene a Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero
hombre en el centro de su atención.
Una preocupación constante de Don Bosco (y ahora, de sus hijos, los salesianos) fue educar a los jóvenes en
la fe, caminar al lado de los jóvenes para ayudarles a que se encontraran con Jesús, el Señor resucitado. Y
así descubrieran un modelo para sus vidas, un estilo de vida distinto al que ofrece la sociedad.
En efecto, el modelo que todo cristiano debe imitar es Jesucristo. Por eso, en la vida y en las acciones de un
cristiano se deben descubrir la vida y las acciones del mismo Jesucristo. El cristiano, en cuanto bautizado, es
reflejo de Jesucristo. D. Egidio Viganó, Rector Mayor que en 1988 visitó nuestro Colegio, resumió muy
acertadamente esta idea en una frase: "Seamos imitadores de Don Bosco, como él lo fue de Cristo".
Y los hombres podemos imitar a Jesús, porque Él, Dios verdadero, también se hizo hombre verdadero: «El
Hijo de Dios se ha unido en cierto modo con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con
inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen
María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado».
Este texto que acabamos de leer no son palabras bonitas de un cualquiera; nada más y nada menos que las
afirmó el Concilio Vaticano II, la más importante asamblea de obispos del siglo XX.
Esta opción de imitar la vida de Jesús ha hecho felices a muchas personas a lo largo de los siglos. ¡Y sigue
haciendo dichosos a muchos cristianos a lo largo y ancho del mundo!
LA VIDA EN CRISTO: ALEGRÍA Y COMPROMISO
¡Buenos días!
Seguimos conociendo un tercer rasgo de nuestra espiritualidad: la alegría y el compromiso.
El año pasado, estando en Tenerife, me sucedió que tuve un encuentro con un profesor de otro colegio
religioso, el de los Hermanos de La Salle. Comentaba este profesor que, habiendo asistido a un cursillo al
Colegio Salesiano, había observado que había un estilo, una forma de relacionarse los unos con los otros,
una cordialidad, muy distinta a la de otros lugares. Es cierto: muchas personas que entran por las puertas de
un Colegio Salesiano rápidamente perciben que tenemos un estilo peculiar, que entre nuestras paredes se
respira una cercanía, una alegría, una familiaridad distinta a la de otros colegios.
Esto es verdad, porque Don Bosco así lo quiso. Y nos enseñó que la alegría salesiana no es incompatible con
el esfuerzo, el trabajo y la responsabilidad. Desde pequeño, había aprendido en casa la disciplina dura y
exigente del trabajo y del servicio.
Cuando los jóvenes llegaban a la Casa de Don Bosco, se sentían envueltos inmediatamente en un clima de
espontaneidad, de alegría y de fiesta que los atraía a todos. Una explosión de vida a la que no se podían
resistir sin sentirse cautivados..
La Espiritualidad Juvenil Salesiana conjuga a la par la fiesta y el compromiso: alegría, estudio y oración es el
programa que Don Bosco propone a sus jóvenes para ser buenos y vivir felices. En la casa de Don Bosco se
trabajaba porque en todo tomaba parte el corazón, nada se hacía por imposición, sino por amor y convicción.
Para Don Bosco, la alegría es la expresión externa de una gran felicidad interior. Don Bosco relaciona esa
alegría con la vida de fe. Solía decir: "Nosotros aquí hacemos consistir la santidad en estar muy alegres".
VIVIR LA FE EN GRUPO
¡Buenos días!
En esta mañana, vamos a comentar un nuevo rasgo de la Espiritualidad Juvenil Salesiana. En el cartel que se
ha entregado se titula: "La vida en grupo, una experiencia de Iglesia". Podríamos titularlo de otra forma más
sencilla: "El gusto de vivir la fe en Jesús con los demás".
Ciertamente, a los jóvenes cristianos que nos movemos en los ambientes salesianos nos gusta estar juntos.
Por eso, existen multitud de iniciativas para que nos unamos y compartamos nuestro tiempo libre y nuestra fe
en un ambiente de amistad: el Movimiento Luz-Vida, la Asociación Deportivo Cultural, el grupo Scout 40, el
grupo de teatro "Albada", el Centro Juvenil "Joven Al-Andalus".
En los colegios salesianos se fomentan todas estas actividades, porque entendemos que, a través de estos
grupos, también es posible vivir los valores cristianos y anunciar la fe en Jesús. Estos grupos, así, juntos, se
convierten en una gran comunidad de personas que viven según el estilo de Jesús y hacen crecer la Iglesia
como miembros activos y responsables.
Además, en el centro de toda esta actividad nunca dejamos de lado dos pilares que para Don Bosco
fundamento de la educación: la devoción a María Auxiliadora, y la celebración frecuente de los sacramentos.
La Virgen María, Auxilio de los cristianos, está siempre presente, indicándonos cuál es el camino para llegar a
Jesús, que debe ser el centro de nuestra vida. A ese Jesús al que también nos podemos acercar
directamente en los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, o del Perdón.
Vivimos, en fin, la fe en grupo. Creemos que no estamos solos: que hay muchos cristianos como nosotros.
Nos dejamos abrazar por los brazos de nuestra Madre Auxiliadora. Y creemos en Jesús, quien nos ofrece la
salvación a través de los sacramentos.
LA VIDA COMO VOCACIÓN
¡Buenos días!
Cuando Don Bosco, joven sacerdote, llega a Turín, descubre la miseria de los suburbios, y las consecuencias
de que la industrialización está provocando entre los jóvenes emigrantes: delincuentes, blasfemos, sin una
lugar donde cobijarse. Se da cuenta que tiene que hacer algo por ellos; se plantea su vida como vocación por
los jóvenes más necesitados. Uno de los lugares que despertó su sensibilidad fue la cárcel:
«Lo que más dolía a Don Bosco era contemplar a aquellos infelices muchachos, que la misma sociedad se
veía obligada a encerrar en la cárcel. Había algunos que cumplían condena por delitos muy superiores a su
edad. Don Bosco advirtió en seguida que el número de estos desgraciados crecía de día en día; y que
muchos volvían a aquel lugar al cabo de pocos días, cargados de nuevos delitos y nuevas penas. Y al volver
allí, se corrompían más aún y volvían a salir peores de lo que habían entrado. Había no pocos, entre aquellos
desgraciados, que tenían buen corazón. A estos se acercaba don Bosco y les dirigía afectuosas palabras. En
una palabra, eran muchos los que veían en Don Bosco el rostro paterno de Dios.
Salía Don Bosco de aquella cárcel profundamente impresionado, resuelto a entregarse totalmente, y a toda
costa, a remediar tantos males y penas como experimentaban los jóvenes. Cuando alguno de aquellos
jóvenes presos quedaba libre y su domicilio estaba muy lejos del Oratorio, los encomendaba Don Bosco a
algunos señores o a patronos, para que aseguraran su formación religiosa. Pero él no dejaba de informarse
sobre su conducta, de visitarlos, animarlos y ayudarles. Ya entonces se daba cuenta de la gran dificultad para
encaminar al bien a algunos, que habían vivido largo tiempo en el desorden, y comprendía que el único medio
para salvarlos del vicio era colocarlos en un lugar seguro, donde se les pudiera educar, y prevenirlos de los
muchos peligros que ellos solos no podrían superar.»
UNA VIDA QUE SE INSPIRA EN MARÍA, AUXILIO DE LOS CRISTIANOS
¡Buenos días!
Tras dos semanas presentando en los Buenos Días los rasgos de la Espiritualidad Juvenil Salesiana,
llegamos al final de nuestro recorrido. Hoy, lunes, iniciamos nuestra semana de la Inmaculada recordando a la
Virgen de una manera singular. Ni que decir tiene que en el estilo salesiano de vivir la fe, Ella tiene un lugar
especialísimo. Así lo experimento Don Bosco desde su infancia, así lo vivió toda su vida, y así quiso que los
salesianos lo enseñaran a sus alumnos y seguidores:
Veamos un episodio hermoso del final de la vida de Don Bosco:
«En el mes de agosto de 1885, Don Bosco fue a Niza-Monferrato para la toma de hábito y profesión de las
Hijas de María Auxiliadora. Asistió a la ceremonia, pero sentado en un sillón. Quiso decir unas palabras. Su
voz era débil, por lo que D. Bonetti, a su lado, "hacía de altavoz", repitiendo en alto las frases que no se
entendían.
- Así que vosotras queréis que os diga algo. ¡Cuántas cosas querría deciros, si pudiese hablar! Pero soy viejo,
viejo decrépito, como veis. Sólo quiero deciros que la Virgen os quiere mucho, muchísimo. Y sabed, que Ella
está aquí, en medio de vosotras...
Y Don Bonetti en alta voz:
- Don Bosco quiere decir que la Virgen es vuestra Madre, y que os mira y os protege.
- No, no, -siguió diciendo Don Bosco-. Quiero decir que la Virgen está aquí, precisamente, en esta casa, y que
está contenta de vosotras...
Don Bonetti todavía:
- Don Bosco os dice que, si sois buenas, la Virgen estará contenta de vosotras.
Entonces Don Bosco intentó dominar sus fuerzas, alargó los brazos y dijo:
- ¡Que no, que no! Quiero decir que la Virgen está aquí precisamente, ¡aquí, en medio de vosotras! La Virgen
se pasea por esta casa y la cubre con su manto.»
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