HISTORIA DEL PENSAMIENTO RELIGIOSO SOBRE LA FAMILIA

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HISTORIA DEL PENSAMIENTO RELIGIOSO SOBRE LA FAMILIA
Cuarta Unidad: LAS RELIGIONES Y LOS ROLES ATRIBUIDOS A LOS
INTEGRANTES DE LAS FAMILIAS
Tema 3. La función de la familia en el Confucianismo y en el Budismo Chino
La familia era el núcleo más pequeño y estable de la sociedad en la China antigua, además ha
sido el garante del orden y de la estabilidad. Durante muchos siglos se transmitieron las pautas
éticas y morales para la convivencia en la sociedad a través de las familias. El culto a los
antepasados expresa esa importancia, porque son a ellos a quienes se tiene respeto y ante quienes
el individuo se ve obligado a cumplir los roles que le corresponda. Sin importar el estrato social
se esperaba que cada ciudadano adulto fundara una familia, y se sancionaban a aquellos que no
cumplían con este deber. No casarse infringió el orden del cosmos y de la sociedad. La sociedad
misma era interpretada como una familia extensa, cuyo jefe era el emperador.
Las formas tradicionales del matrimonio chino se remontan hasta el tercer milenio A.C. En el
periodo anterior se conocía solamente a la madre de un niño y no al padre, lo que determinaba la
existencia de una sociedad organizada en grandes clanes, los mismos que se encontraba basados
en el derecho materno.
Con el surgimiento de la propiedad privada comienzan las formas matrimoniales, a las cuales se
les reconoce una mayor legitimidad y legalidad. En esta nueva forma familiar es el varón quien
ejercía el predominio y la condición de la mujer era de sometimiento absoluto.
Los matrimonios eran acordados cuando los niños aún eran adolescentes. Eran los padres que
elegían a la futura pareja del niño y muchas veces los novios se veían en el día de la boda por
primera vez.
Para que el matrimonio se consumara era obligación de recurrir al oficio de un casamentero, cuya
función consistía en cuidar que no se casen parientes cercanos Al mismo tiempo, dicho
casamentero evaluaba cual era la situación económica de las familias involucradas. En el caso de
tener una enfermedad hereditaria, también se estaba en la obligación de darla a conocer.
Por razones económicas la monogamia fue ejercida mayoritariamente. Si alguien disponía de
ingresos altos que le permitieron tener varias mujeres, podía hacerlo. Tener varias mujeres era
una forma de demostrar un alto rango social. El fin del matrimonio consistió en tener la mayor
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cantidad de niños posibles. No tener hijos era una desgracia grande. Para subsanar esta falta la
mujer principal permitía al marido de mantener relaciones con otra mujer, con la cual ella debería
convivir a partir de ese momento. Los niños varones eran más apreciados que las niñas. Eso se
justificaba, en primer lugar, por el ejercicio del culto a los antepasados, pero también porque
durante los trabajos agrícolas eran de gran necesidad los varones, quienes podían realizar los
trabajos duros, y finalmente porque los hijos se quedaban en la familia paternal, mientras que las
hijas se iban con sus esposos, incorporándose a la familia del esposo.
Las condiciones de vida de las muchachas no eran nada favorables. Ellas debían obediencia
absoluta a sus padres, después de haberse casado le debían respeto y obediencia a sus esposos y
sus suegros. Era estrictamente prohibido que una mujer tenga voluntad propia, inclusive para las
mujeres del más alto rango social. El bienestar de su esposo y de sus suegros le debería importar
más que el suyo. Eso significa que en la práctica cotidiana la mujer era una especie de sirvienta
personal tanto para su esposo como para sus suegros. El maltrato de las nueras por sus suegras
era proverbial. Las mujeres no tenían presencia en la vida pública, su ámbito era limitado a la
casa. Allí deberían dedicarse al cuidado de los niños y a los quehaceres del hogar, esa es la razón
por la cual los pies de una mujer culta y bien educada eran muy pequeños y según el ideal de
belleza deformados desde temprana edad. Para una vida social de las mujeres se les permitía
únicamente las visitas de otras mujeres o familiares muy cercanos. Por lo general se mantenía
una separación estricta entre hombres y mujeres. Durante las fiestas los hombres comían
separados de las mujeres. El divorcio sólo era posible para los hombres, las mujeres no tenían el
derecho de solicitarlo. Una mujer divorciada regresaba o a la casa de sus padres o al clan de su
familia y tenía la posibilidad de casarse de nuevo. Lo mismo podían hacer las viudas sin hijos, en
el caso de tener ya hijos, también podían casarse en segundas nupcias, pero sus hijos
permanecerán en la casa de sus suegros. Esta circunstancia imposibilitaba muchas veces a que las
viudas jóvenes contraigan un segundo matrimonio, para salir de su desgracia optaron por el
suicidio que no era condenado en casos como éstos.
En cambio, los hombres eran solamente obligados a la obediencia frente a sus padres, aparte de
esta ley moral no tenían ninguna otra restricción. El marido era el jefe de la casa y como tal
disponía sobre todos los bienes tanto del suyo como los de su mujer y de los demás miembros de
la casa, inclusive sobre ellos mismos (las hermanas o los hermanos solteros, sobrinos, tías etc.).
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En casos de urgencia económica podría venderlos como esclavos. Sus decisiones dependían
únicamente de la opinión pública y de su reputación. Su comportamiento ante su mujer era
reglamentada por la costumbre y la tradición. Le debía respeto por ser la madre de sus hijos y
ama de casa diligente, mientras que características propias como la belleza o la formación
cultural no eran sujeto de admiración en una mujer. La autoridad del padre sobre los hijos e hijas
era absoluta, de él dependía el destino de los hijos, pero por lo general se esperaba que un padre
se muestre amable ante sus hijos.
La lealtad a la unidad familiar son características de las familias que se mantienen hasta nuestros
días. Desde comienzos de la década de 1980 las parejas chinas urbanas han estado sometidas a
una política de estricta planificación familiar que limita la procreación a un solo hijo. Para ayudar
al éxito de este programa de planificación familiar, se anima a los jóvenes a que retrasen la edad
del matrimonio. De hecho, a los estudiantes universitarios no se les permite casarse hasta después
de su licenciatura. La edad autorizada para el matrimonio es de 22 años para los hombres y de 20
para las mujeres. Los que se casan antes carecerán de ciertos beneficios que obtendrían si lo
hacen después.
Para casarse una pareja primero deberá solicitar permiso al gobierno local. Si se lo concede,
realizarán un contrato sin ceremonia de boda. La pareja reúne después a la familia y a los amigos
en una celebración matrimonial. Los anillos de boda en los últimos años se vienen volviendo más
habituales. La mujer mantiene el apellido de su padre y no asume el de su marido, pero de todas
maneras ella se considera parte de la familia de su marido, aun cuando se divorciaba y su marido
se case con otras mujeres. Tradicionalmente los hijos son más valorados que las hijas, debido a
que ellos se quedan dentro de su familia y mantienen económicamente a sus padres cuando son
mayores, de esta manera continúan la descendencia familiar.
Esta preferencia de los varones hacía que se interfería en el nacimiento desde hace varios siglos,
lo que actualmente ha causado un desequilibrio entre la población masculina y femenina en la
edad fértil.1
El bagaje de la cultura tradicional determina hasta hoy día el comportamiento entre los géneros,
aunque se busca paulatinamente de romper con los esquemas antiguas. Los adolescentes siguen
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Véase nota de pie de página No 17
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siendo educados en el espíritu de estos patrones que pueden variar según la tradición de la
familia, pero generalmente el hombre tiene el domino en la familia mientras que las mujeres
deben ser subordinadas y decentes. Este comportamiento se ha mantenido hasta hoy día en casi
todos los países asiáticos. Lo que si ha variado bastante es la estimación del niño y de la niña, y
ello es muy alto, la mayoría de los padres desean que sus hijos sean bien educados y que sean
más prósperos que ellos.
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