Proyecto de Programa de Cesación al Tabaquismo a Nivel

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Asociación Argentina de Medicina Respiratoria
Sección de Neumonología Clínica
Bases para la Realización de un Programa Comunitario para la Cesación
al Tabaco
Prieto Brandstaetter Ernesto; Rhodius Edgardo E.
Correspondencia a: Ernesto Jorge Prieto Brandstaetter:
Hospital Alemán
Avenida Pueyrredón 1640
(1118) Capital Federal
E-mail: [email protected]
Introducción:
El tabaquismo constituye hoy en día el principal factor de riesgo para diversas
enfermedades, tales como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cánceres diversos
(de pulmón, de cavidad oral, laringe, esófago, vejiga, riñón, páncreas y estómago) y
trastornos cardiovasculares. Es además el factor de riesgo que más se puede evitar para
reducir los costos de salud pública. En los Estados Unidos fallecen alrededor de 430.000
personas por año debido a los efectos nocivos del tabaco, realizándose además un gasto
enorme de salud, el cual se calcula entre los 50 y 73 billones de dólares anuales (24).
Por todas éstas razones expuestas, se hace mandatorio poner en marcha un programa de
cesación al tabaco a nivel nacional, teniendo como objetivo principal la acción sobre la
población escolar, que es la que aún no ha presentado manifestaciones clínicas de los
efectos nocivos del tabaco. Teniendo en cuenta que el objetivo médico es la prevención,
creemos necesario accionar desde la base del problema. Esta apreciación se relaciona a los
hallazgos de Hasper y col. (16) quienes realizaron una encuesta en las escuelas públicas en
la Capital Federal, constatándose que el 35 % de la población estudiantil de 4to año de la
secundaria fuman regularmente y el 31 % han estado expuestos por lo menos una vez al
cigarrillo. El 34 % restante provienen de hogares de no fumadores o no han estado
expuestos al humo del cigarrillo
Hay otros trabajos publicados de suma importancia que señalan que el 50 % de los
adolescentes que continúan fumando durante la adultez morirán prematuramente debido a
alguna enfermedad relacionada al tabaco (1). A su vez, en una encuesta realizada a adultos
fumadores de 30 a 39 años de edad, el 71 % de ellos fumaban ya desde la adolescencia. Si
se lograra reducir la prevalencia del hábito de fumar en la adolescencia, tendría un impacto
significativo en el descenso de la morbimortalidad relacionada al tabaco. Creemos que la
acción directa sobre ésta población nos va a poder permitir en un futuro ahorrar recursos de
la salud y poder canalizarlos hacia otras facetas del bienestar social.
En los Estados Unidos se han desarrollado diversos programas de cesación al tabaquismo,
siendo uno de los más importantes el Hutchinson Smoking Prevention Program Proyect que
se desarrolla actualmente en el estado de Washington (10). De 6427 adolescentes de 12
años entrevistados, el 18.8 % (1210) fumaban. El 67 % de los que fumaban manifestaron su
intención de abandonar el hábito, es decir, se encontraban en una etapa psicológica
adecuada para tener éxito si se les presentaba un programa comunitario que los ayudara a
dejar de fumar (17,18). Han surgido muchos otros datos de trabajos derivados de éste
proyecto, que nos pueden ayudar a delinear una conducta más activa en la organización de
programas comunitarios para la cesación al tabaquismo. Es importante destacar que el 33 %
de los adolescentes fumadores provienen de hogares en donde 1 o los 2 padres fuman, y si
los padres dejaran de fumar se reduciría drásticamente la morbimortalidad en los hijos (2).
Everett y col (3) realizaron una encuesta a 13858 estudiantes de 16 años de edad: el 60,4 %
han fumado por lo menos 1 cigarrillo entero, y el 11,1 % inició el hábito a la edad de 10
años o menos. A su vez concluyó que la edad de iniciación se relaciona significativamente
con la mayor cantidad de cigarrillos por día en la adultez.
Por lo general, el adolescente que inicia el hábito del cigarrillo a una edad temprana es
aquel que tiene como rasgos de su personalidad la rebeldía y la madurez precoz. A su vez
suelen no recibir mucha ayuda de su familia o sufren la falta de afecto de la misma (4). Otra
característica es la necesidad de buscar la aceptación de su grupo de amigos o la decisión de
asumir algún tipo de riesgo. Para ello, las propagandas de las distintas marcas de cigarrillo
han explotado muy bien estas 2 últimas facetas, ya que van dirigidas específicamente a la
adolescencia (9). No es casualidad que las personas jóvenes fumen una de las marcas de
cigarrillos más prestigiosas debido al gran alcance que tiene la propaganda en ellos.
Además, los adolescentes que tienen personalidad de rebeldía o de riesgo fuman casi 3
veces más que los que carecen de la misma. Según otros estudios realizados en los Estados
Unidos sobre la población escolar, se concluyó que fumaban el 34.8 % de los adolescentes;
la mitad de ellos tenían intención de abandonar el hábito, y el 25 % de la población escolar
que no fumaba tenía intención de iniciarse en el hábito tabáquico (24). Para evitar esto es
que se deben desarrollar campañas de publicidad en conjunto con los programas escolares
y comunales para dejar de fumar, sinergizándose los mismos a fin de lograr un mayor
éxito. Esto último fue comprobado por McVey y Stapleton, quienes realizaron un estudio
prospectivo y controlado, dividiendo la región central y norte de Inglaterra en 4 regiones
televisivas: en la primera región no se efectuó ningún tipo de propaganda televisiva para
dejar de fumar (grupo control); 2 regiones fueron seleccionadas para permitir una campaña
televisiva agresiva para el cese del tabaco; y en la última región se realizó, además de la
campaña de televisión, programas anti-tabaco locales. Las conclusiones fueron que la
campaña televisiva fue efectiva en reducir la prevalencia del hábito del tabaco y en prevenir
la reicidencia del mismo. La efectividad fue mayor si se complementa dicha campaña con
programas comunales y escolares (25). Otro trabajo ha demostrado que una campaña
televisiva breve muestra una caída de la prevalencia del 1 al 2 %, mejorando ésta cifra
cuando se utilizan las propagandas contínuas y grupos de apoyo (30).
Sería conveniente realizar un programa comunitario dirigido a los adolescentes para dejar
de fumar. El programa consistiría básicamente en 1 o 2 reuniones grupales de un máximo
de 15 personas, en donde se proyectan una serie de diapositivas que explicitan lo que el
tabaco produce en el organismo y la necesidad de tratar de dejar el hábito. Estas reuniones
podrían ser hechas en el ámbito educativo en el que se desempeñan. A cada participante se
le hace entrega de un cuadernillo, en donde se incluyen consejos prácticos sobre ejercicios,
comidas, etc. Se realizaría además el cuestionario de dependencia de Fagerstrom, que
consiste en 8 preguntas específicas con puntaje para evaluar el grado de dependencia a la
nicotina. Se ha comprobado que éste tipo de programa es el más beneficioso, con una tasa
de cesación de alrededor del 20 al 22 % al primer año. La acción directa del médico sin
intervención de ninguna reunión grupal ha mostrado un éxito del 8,4 % a los 6 meses,
decreciendo un poco más al primer año. Es importante identificar al fumador adolescente
en la práctica clínica diaria y tratar de convencer al paciente desde el primer momento en la
necesidad de dejar el hábito del cigarrillo, recordándoselo en las consultas subsiguientes y
derivándolo a los programas de cesación al tabaquismo (6). Hay que poner en práctica las 4
A (ask, advice, assist, arrange) (5), cuya traducción es preguntar, explicar, asistir y arreglar.
Nuestro propósito es proporcionar toda la información necesaria para poder realizar un
programa de cesación al tabaquismo, adecuándose el mismo para cada región del país. Es
importante que la persona que dirija las reuniones grupales sea médico, ya que la tasa de
éxito es aún mayor (12), y la mayoría de los tratamientos entran en la órbita de la
farmacología.
Historia del Tabaco:
Hasta 1514 no se conocía el tabaco en Europa. Hubo sustancias semejantes en Egipto,
Persia (hoy Irán) y China, según documentaciones de la época. Pero fue Cristóbal Colón el
primero que lo introdujo en España, luego de su segundo viaje a América. El tabaco se
dispersó rápidamente a través de toda Europa, siendo utilizado solamente por la sociedad
alta en forma de pipa (19). No fue sino hasta 1840 que apareció el primer cigarrillo, siendo
producido en masa a finales del siglo XIX.
La Nicotina:
La nicotina es un alcaloide producido por la planta del tabaco como defensa contra los
insectos predadores, ya que activa los receptores colinérgicos produciendo disfunción en el
sistema nervioso de los mismos (13). Su acción se inicia aproximadamente a los 10
segundos de la primera inhalación (26). En los humanos incrementa los niveles séricos de
dopamina, y por ende de noradrenalina, produciendo cambios fisiológicos en el organismo,
tales como la euforia, aumento de las propiedades psicoactivas, efectos antidepresivos,
aumento de la memoria y de la atención. Su supresión produce un síndrome de abstinencia,
caracterizado por irritabilidad, insomnio, bradicardia, ansiedad, disminución de la
concentración, impotencia, confusión y depresión (13). Es por éste motivo que en el año
1905 se incluyó en la farmacopea estadounidense al tabaco como droga activa, ingresando
dentro de la ley federal de regulación de medicamentos (14). En cuanto al tabaco ésta
regulación no fue efectiva, dejándolo sin protección legal, pudiendo ser comercializado en
escalas insospechadas, generando una de las industrias con más poder económico que se
conocen.
En el año 1965 el 60 % de la población masculina y el 30 % de la femenina en los Estados
Unidos fumaba regularmente, definiéndose como fumador regular el que ha fumado un
promedio de 20 cigarrillos en el último mes (7). Estos valores han disminuido
considerablemente, ya que en 1996 el 24 % de la población adulta fumaba regularmente.
No obstante, actualmente fallecen anualmente en el mundo entre 1.000.000 a 3.000.000 de
personas por enfermedades relacionadas al cigarrillo, proyectándose que en el año 2025 la
cifra sea mayor a los 10.000.000 de personas (14) (28), a pesar de todos los esfuerzos que
se ejecutan con el manejo de la propaganda masiva y los programas que se realizan en
diversos países. Nuestro país se sitúa en uno de los que tiene más alto consumo de tabaco,
aunque no se disponen de datos estadísticos fehacientes. Ante las dificultades económicas
actuales que tienen los sistemas de salud se impone un mayor desempeño en la prevención
de patologías que se pueden evitar, entre las que se cuenta las enfermedades relacionadas al
consumo del tabaco, que pasaremos a desarrollar:

Enfermedades cardiovasculares:
El consumo del cigarrillo se relaciona aproximadamente a un 30 % de las muertes
por enfermedad coronaria; la incidencia de padecer infarto agudo del miocardio es 3
a 6 veces mayor en fumadores de más de 20 cigarrillos diarios, comparándolos con
los que nunca han fumado; la mortalidad por causas cardiovasculares en fumadores
con un promedio de edad de 35 años es 1,63 veces más que en personas no
fumadoras de la misma edad; un fumador sin riesgo cardiovascular fallece por lo
general 3 años antes que un no fumador, y si tiene un alto riesgo de enfermedad
cardiovascular el fallecimiento se produce entre 10 y 15 años antes que un no
fumador; Los fumadores que han tenido infarto agudo del miocardio y que
continúan fumando, tienen un riesgo de re-infarto del 22 al 47 % con respecto a la
población general.

Enfermedades pulmonares:
Se estima que el 15 % de los fumadores desarrollan obstrucción al flujo aéreo de
carácter significativo. El mecanismo propuesto es que los componentes del tabaco
generan un disbalance proteasa – antiproteasa en el pulmón, dando como resultado
la destrucción paulatina del parénquima pulmonar e inflamación crónica del epitelio
bronquial, con el consiguiente aumento de secreciones por la hipertrofia de las
glándulas secretorias. La presencia de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica
conlleva a la mayor limitación de la persona, mayor pérdida de días laborables, y
mayor consumo de los servicios de salud, ya que en los estadíos finales de la
enfermedad sufren internaciones frecuentes por descompensaciones que requieren
en muchos casos tratamiento domiciliarios crónicos, tales como oxigenoterapia y
asistencia kinésica frecuentes.
Los fumadores tienen también mayor predisposición a padecer bronquitis agudas a
repetición y síndromes gripales más fuertes que la población general. La formación
de bronquiectasias por el mal manejo y re-infección contínua de las secreciones
predispone a padecer neumonías a repetición, debiendo en muchos casos requerir
antibióticos por vía parenteral, aumentando de esta manera los costos hospitalarios.
Otra enfermedad pulmonar relacionada al consumo de tabaco es la Bronquiolitis
Respiratoria asociada a enfermedad intersticial pulmonar, cuya sintomatología
principal es la aparición de disnea acompañada por una función pulmonar que
señala restricción leve o moderada e infiltrados reticulares o retículo-nodulillares
bilaterales (20).
En cuanto al cáncer de pulmón, la relación paquetes/año (relación de la cantidad de
paquetes por día y la cantidad de años que fuma) determina el riesgo de padecerlo
en forma individual. Aquellos que fuman más de 40 cigarrillos diarios tienen un
riesgo de 2 veces más de contraer una neoplasia pulmonar que los que fuman menos
de 20 cigarrillos al día. Quienes comenzaron a fumar desde los 15 años tienen 4
veces más de probabilidad de tener cáncer pulmonar que los que comenzaron a
fumar a partir de los 25 años de edad. Uno de los mecanismos por los que el tabaco
generaría cáncer de pulmón es por la gran diversidad de sustancias carcinogenéticas
que contiene, las que interfieren en la transcripción y mitosis celular. El cáncer de
pulmón es la mayor causa de deceso prematuro, y los costos generados en cuanto a
su diagnóstico y tratamiento son significativamente elevados (29)

Enfermedades sistémicas:
Hay evidencia suficiente que relacionan el tabaco con el desarrollo de otras
neoplasias extrapulmonares. La betanaftilamina, sustancia que contiene el tabaco,
tiene asociación directa con la producción de cáncer vesical, con un riesgo
aumentado de 6 veces más de contraerlo que la población general. Otros cánceres
son de laringe, boca, estómago, páncreas y riñón.

Fumador pasivo:
El caso del fumador pasivo representa un grave problema comunitario, calculándose
alrededor de 2 a 4 fumadores pasivos por cada fumador activo. El humo que
desprende el cigarrillo se divide en 2 componentes: el primero de ellos es el flujo
lateral, que es aquel humo que surge de la combustión directa del tabaco; al segundo
se le llama flujo principal, que es el que exhala el fumador activo. Es importante
destacar que el tabaco contiene más de 4000 productos distintos, de los cuales
alrededor de 40 son carcinogenéticas. El humo de flujo lateral contiene mayor
concentración de dichas sustancias, ya que surgen de la combustión de tabaco que
aún no ha sido filtrado. El flujo principal también contiene altas concentraciones de
sustancias, pero algo menos que el flujo lateral. De lo anteriormente mencionado se
concluye que el fumador pasivo también está expuesto a padecer cualquier
enfermedad relacionada al tabaco. Muchos estudios han demostrado un aumento
sustancial en la morbimortalidad general de los fumadores pasivos con respecto a la
población general. Tienen mayor incidencia de padecer neumonías a repetición e
infecciones canaliculares frecuentes, dependiendo la severidad de la cantidad de
fumadores con los que se convive. Síntomas tales como la tos crónica son habituales
en los fumadores pasivos.

Tabaquismo y embarazo:
Según estadísticas recientes, sólo el 20 al 30 % de las mujeres embarazadas y que
fumaban antes del embarazo, abandonan el cigarrillo (21,22,23). Esto se traduce en
consecuencias muchas veces no deseables, tanto en la etapas perinatal como
neonatal. Las consecuencias inmediatas son el bajo peso al nacer, mayor
probabilidad de distress respiratorio y mayor probabilidad de requerir oxígeno en
las primeras horas de vida, haciendo que el recién nacido pase más tiempo en la
Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales. Hay otras consecuencias, muchas de
ellas a largo plazo, como el bajo aprendizaje en la escuela primaria y mayor
posibilidad de padecer trastornos psiquiátricos (21,22).

El tabaquismo y la salud infantil:
Los niños están expuestos a muchos constituyentes del cigarrillo desde la vida
uterina, a través de la leche materna y a través de la inhalación directa. La cotinina,
metabolito de la nicotina, se halla en concentraciones elevadas en el feto, casi al 90
% de la concentración sérica materna (24). Aunque no se ha podido relacionar aún
la incidencia del asma bronquial en los infantes expuestos al humo del tabaco, sí se
han podido asociar directamente muchas enfermedades respiratorias, tales como tos
crónica, sibilancias, infecciones respiratorias a repetición y apneas obstructivas del
sueño. También hay una mayor incidencia de muerte súbita antes del 1er año de
vida. Lois Biener y colaboradores (8) llevaron a cabo un cuestionario a 1606
adolescentes en el estado de Massachussets acerca de la exposición ambiental al
humo del tabaco, refiriendo el 78 % de ellos que habían estado expuestos a dicho
humo la semana previa al cuestionario. El 53 % de los adolescentes que viven con
padres que fuman manifestaron que no había ninguna restricción de lugar en el
domicilio para fumar, reportando solamente el 22 % que en su domicilio había
áreas específicas para el consumo de tabaco. Es por éste motivo que se debe
incentivar en el desarrollo de las reuniones grupales para personas que quieren dejar
de fumar, que en caso que no puedan lograrlo, se les instruya que por lo menos
utilicen un solo espacio de la casa para fumar con el objeto de beneficiar a todo el
grupo familiar.
Un trabajo danés midió el impacto del humo del cigarrillo sobre 271 adolescentes
fumadores y no fumadores asintomáticos, sin antecedentes de asma o atopía. Fueron
estudiados con pruebas funcionales pre y post B2, prueba de broncoprovocación con
metacolina y monitoreo del flujo pico espiratorio, siendo seguidos durante 6,4 años.
25 % de ellos desarrollaron síntomas de asma, 50 % de los cuales los manifestaron
por la presencia de tos, 29 % por sibilancias y 21 % por la presencia de ambos. Se
encontraron 3 factores independientes que aumentaban los signos y síntomas de
asma: la hiperreactividad frente a la metacolina, la presencia de atopía y el hábito de
fumar (11).
Cómo organizar un programa anti-tabaco?
En base a la experiencia adquirida en nuestro hospital, hemos desarrollado un programa
propio para la cesación al tabaco.
Los objetivos médicos que se persiguen son fundamentalmente dos: disminuir el riesgo de
adquirir enfermedades y reducir la progresión de las enfermedades en caso que ya estén
presentes.
Se debe comenzar con la premisa que se deben conocer bien los efectos que produce la
nicotina en el organismo humano, explicar las distintas enfermedades que pueden ser
evitadas con el cese del tabaco, recordando en todo momento de utilizar un lenguaje claro y
comprensible. El participante debe conocer cuáles son los productos que constituyen el
tabaco, entre los que se cuentan incluso elementos radiactivos y cuál es el daño estructural a
nivel inflamatorio que ocasiona en la pared bronquial.
Hay 4 etapas psicológicas que cada persona que quiere dejar de fumar ha transcurrido
inevitablemente, sea en forma consciente o inconsciente (5):
1. Precontemplación: el fumador no está listo para dejar de fumar. No desea
dejar de fumar y tampoco recibe consejo alguno para hacerlo.
2. Contemplación: el fumador está considerando dejar el hábito de fumar en
los próximos 6 meses. Aún no está totalmente decidido, pero ya piensa en
ello. Ante la duda que algo salga mal, mejor no hacerlo. Los pros y los
contras tienen por ahora el mismo peso.
3. Determinación: el fumador está decidido a dejar de fumar en el próximo
mes. Los pros superan a los contras. Comienza a averiguar por los
programas para dejar de fumar.
4. Acción: ya ha dejado de fumar y está tratando de modificar su entorno
continuamente para evitar la recaída. Hace ejercicio, caminatas a la noche,
cena sin alcohol, toma abundante agua mineral, no asiste a reuniones con
fumadores, etc.
5. Mantenimiento: ya ha dejado de fumar hace 6 meses. Continúa
disciplinadamente su rutina de ejercicios y dieta. Recibe el llamado
telefónico del coordinador del programa para continuar motivándolo.
La persona que asiste a los tratamientos grupales para dejar de fumar ya se encuentra en la
etapa 3, debiendo recalcársele muy bien, ya que ha pasado, quizás sin darse cuenta, las 2
primeras etapas que son muy difíciles de vencer.
Finalmente debe explicársele al grupo brevemente que con algunos de los participantes se
utilizará medicación para ayudarlos a dejar de fumar (la determinación de dar o no
medicación surgirá de la entrevista personal, de la escala de dependencia de Fagerstrom y
las capacidades económicas del participante)
Tratamiento Farmacológico:
Hasta hace poco tiempo el tratamiento médico de elección ha sido el reemplazo de la
nicotina, a través de los chicles, parches, sprays nasales e inhaladores por aerosol. Hoy en
día existen diversos tratamientos farmacológicos, incluso por vía oral que resultan ser muy
efectivos.

Chicles de Nicotina: es el tratamiento más barato. Existen en el mercado chicles
que contienen 2 mg de nicotina. Se metaboliza rápidamente en su primer paso a
través del hígado, por lo que los niveles séricos de nicotina son mínimos, pero
aceptables. Muy pocas obras sociales y empresas de medicina prepaga cubren éste
tipo de medicamento. Se pueden mascar hasta 12-14 chicles diarios. Se debe
asegurar que la dentadura esté en buen estado.

Parches de Nicotina: la nicotina se absorbe por vía transdérmica en forma
prolongada. Existen 3 concentraciones distintas: de 30 mg, de 20 mg y de 10 mg. Se
deben colocar en zonas que tengan escaso vello, tales como la espalda, hombro y
muslo, tratando de no utilizar el mismo lugar al día siguiente por la alta incidencia
de irritación local. Debe instruirse al paciente que se coloque el parche después del
baño y se lo retire antes del baño al día siguiente. En fumadores severos se inicia
por lo general con un parche de 30 TTS al día durante 3 a 4 semanas, bajando a 20
TTS durante las 3 o 4 semanas subsiguientes, finalizando con los de 10 TTS por 2
semanas más (12).
Con el objeto de asegurar el seguimiento del paciente no se deben recetar todos los
parches juntos, sino la cantidad para 15 días. Es un dispositivo costoso, pero debe
informarse al paciente que el costo del tratamiento equivale a alrededor de 4 meses
de consumo de cigarrillos, beneficiándolo no solo en ayudarlo a dejar de fumar sino
desde el punto de vista económico.

Spray Nasal: no está disponible en nuestro medio. Cada puff contiene 0,5 mg de
nicotina. Se realizan alrededor de 5 puffs por hora para llegar al efecto deseado. Los
efectos adversos más frecuentes son la irritación de la garganta, tos, sinusitis,
palpitaciones y náuseas. La tasa de cesación es de alrededor del 15 %.

Nicotina inhalada: tampoco hay disponibilidad en el país. Cada puff contiene 13
microgramos de nicotina. Para que tenga niveles aceptables en suero, deben
realizarse 80 puffs para acumular la nicotina de un solo cigarrillo, calculándose el
uso de 3 a 4 aerosoles por día (600 puffs por día). Esta dosificación hace la nicotina
inhalatoria poco práctica como tratamiento para dejar de fumar.

Fármacos por vía oral: actualmente existen fármacos que se administran por vía
oral. Durante mucho tiempo se han utilizado los tranquilizantes menores a bajas
dósis, pero hay un fármaco que ha gravitado significativamente en la cesación al
tabaquismo, que es el bupropion (15). Se trata de un antidepresivo no tricíclico que
inhibe selectivamente la recaptación neuronal de catecolaminas, con efectos
mínimos en la recaptación de la serotonina, por lo que no ejerce acción sobre la
inhibición de la monoaminooxidasa (26). Dado que el síndrome de abstinencia
probablemente se explique por el aumento de la actividad de las neuronas
noradrenérgicas, el bupropion resulta un fármaco adecuado para el tratamiento del
mismo. Uno de los estudios más importantes sobre el bupropión fue el realizado por
Jorenby y Leishow (27) en 893 pacientes fumadores. Se dividieron en 4 grupos: un
grupo recibió placebo, el segundo parches de nicotina, el tercero bupropion y el
cuarto grupo tratamiento combinado (bupropion más parches de nicotina). Al año de
sguimiento los porcentajes de cesación al tabaquismo fueron 15.6%, 16.4%, 30.3%
(p=0,001) y 35.5% (p=0,001), demostrando que el tratamiento combinado es el más
efectivo. Los efectos adversos del bupropion son la cefalea, boca seca, náuseas,
insomnio, anorexia, constipación, alteraciones de la visión y del gusto. Las
contraindicaciones son los antecedentes de convulsiones, alteraciones del sensorio,
historia previa de anorexia o bulimia e hipertensión arterial no controlada. En
cuanto a las interacciones farmacológicas es conveniente señalar, que aunque el
bupropion no utiliza la coenzima CYP2D6 para su metabolismo, la puede inhibir
retardando el metabolismo de algunos beta-bloqueantes, antiarrítmicos y algunas
drogas antipsicóticas. Se comienza con 1 comprimido de 150 mg con el desayuno,
incrementando a partir del 4to día un segundo comprimido con la merienda, antes
de las 16:00 horas para evitar el insomnio. Se le propone al paciente reducciones
semanales progresivas en cuanto al consumo de tabaco, pactando una fecha para
dejar de fumar. El bupropion debe ser mantenido hasta 30-60 días después de haber
dejado de fumar.
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