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P. 14
Agosto 2015 / No. 85
el complot mongol
EN SAN JERÓNIMO
Tomada de Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján, Escultura monumental mexica, FCE, México, 2009.
kilómetro cero. NOTICIAS DEL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Grabado de 1793 que muestra la Plaza Mayor después de la reforma arquitectónica y de uso de suelo ordenada por el segundo conde de Revillagigedo.
de revillagigedo
Por PATRICIA RUVALCABA
E
n la segunda mitad del siglo XVIII, la Ciudad de México experimentó
una verdadera metamorfosis: entró a la modernidad. Si a mediados de
la centuria tenía un rostro y un funcionamiento un tanto medievales,
en el umbral del siglo XIX era más neoclásica, civil y regulada, muy parecida a
las capitales europeas modernas.
La conversión fue un proyecto impuesto por la monarquía ilustrada, y fue
acelerado durante el mandato virreinal de Juan Vicente de Güemes Pacheco
y Padilla, segundo conde de Revillagigedo (1789-1794), un hombre pragmático, acucioso, austero, autoritario e incansable. En poco más de cuatro años,
y apoyado en una especie de dream team ilustrado —ingenieros, arquitectos,
científicos, militares, técnicos y otros-—, Revillagigedo cambió la morfología
de la ciudad y los modos de usarla.
Se inyectó movimiento en las calles; se confirió un simbolismo nuevo al
Centro, en especial a la Plaza Mayor; se crearon espacios públicos agradables y
limpios; se diseñó un primer plan maestro para reordenar la urbe y darle otras
centralidades, y se intentó educar a los habitantes en lo que hoy llamamos civilidad.
En esta entrega, Km. cero revisa parte del legado de Revillagigedo, considerado un funcionario público modelo de la época ilustrada. Su huella está
presente en edificios como La Ciudadela, en la fachada posterior de Palacio
Nacional y en su jardín botánico. También, en elementos urbanos como las
banquetas, las cañerías y el alumbrado público, e incluso en el retintín de la
campana que anuncia al camión recolector de basura, y la costumbre de guardar en casa los desechos hasta que suene esa campana.
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una crónica perpetua P. 8
MUJERES
de la merced P. 10
Km.cero núm 85 Agosto 2015
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E D ITORI A L
revillagigedo y
el espacio público
A
menudo, cuando se habla o se lee sobre la evolución urbanística y arquitectónica del Centro Histórico, o sobre la administración pública
virreinal o el Virreinato en general, o bien sobre la forma en que la Ilustración se aclimató en la Ciudad de México, un nombre sale a relucir. Es casi un
cliché decir: “en tiempos del virrey Revillagigedo…”, en referencia a la gestión
de Juan Vicente de Güemes Pacheco y Padilla, segundo conde de Revillagigedo
(1789-1794) —no confundirlo con su padre, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, quien también fue virrey de Nueva España en el periodo 1746-1755—.
No es para menos. En esta entrega de Km. cero nos asomamos a sólo un aspecto de la impresionante gestión de Revillagigedo: las reformas con que cambió la
morfología y el uso del espacio público en la metrópoli preferida de la casa Borbón. En el Centro —y en la vida urbana en general— podemos encontrar rastros
de su actuación. No dejan de asombrar, tampoco, la enorme capacidad intelectual y de trabajo, así como las manías de este excepcional personaje.
Como todas las grandes historias, ésta tiene claroscuros. Si bien Revillagigedo y sus colaboradores persiguieron como ideal una ciudad moderna, ágil, que
propiciara el movimiento de personas, bienes, mercancías, así como del aire y del
agua; avanzaron en la secularización del espacio público y lo dotaron de símbolos
civiles, y acompañaron la efervescencia científica del momento y contribuyeron a
“iluminar” a los súbditos mediante una educación pública más rica… También es
cierto que aquellas decisiones se tomaron al otro lado del Atlántico y se impusieron de la manera despótica que caracterizó a esa era, ignorando el parecer de los
involucrados. Las medidas afectaron sobre todo a los más desfavorecidos.
Los ilustrados comprendieron el valor del espacio público —civil, sin influencias religiosas, para el esparcimiento, la contemplación y la fiesta—, pero
reservaron su disfrute y el de los derechos concomitantes a las clases privilegiadas. Uno de los efectos de la visión higienista ilustrada —no solo en Nueva España— fue la de acentuar las diferencias entre las clases sociales.
El Centro Histórico actual, para nuestro mayor disfrute y aprendizaje, es el
sitio más diverso del país. Esa diversidad e intensidad son, justamente, lo que ha
estimulado durante su carrera al fotógrafo Francisco Mata Rosas, quien muestra
parte de su trabajo reciente en el Centro, en las páginas centrales de este número.
Dos experiencias femeninas ocupan otras páginas. Por un lado, la de varias
vendedoras de La Merced, mujeres que en la brega cotidiana de la vendimia han
encontrado identidad y fortalezas. Por otro, la de cuatro jóvenes artistas que, con
motivo del centenario del natalicio del escritor Rafael Bernal, realizaron sendos
murales en torno a la novela más emblemática de Bernal, El complot mongol.
En la sección Ciudadano del Centro, tratamos un problema con el que lidiaron tanto el virrey Revillagigedo como sus predecesores ilustrados, y quienes le
han seguido en la gestión de la urbe: el manejo de la basura. No dejaremos de
insistir: todos tenemos algo que ver. No hay presupuesto gubernamental que alcance para mantener limpia la ciudad, sin la cooperación de los ciudadanos. La
sección ofrece sencillos consejos sobre cómo colaborar.
De los lectores
DE JOAQUÍN OCAMPO:
Estimadas Sandra Ortega y Patricia Ruvalcaba: En primer lugar quiero felicitar a ustedes, a su equipo de trabajo, y desde luego al Fideicomiso Centro
Histórico de la Ciudad de México por la edición de Km. cero, hoy por hoy
una revista indispensable no sólo para los capitalinos, sino para cualquier
mexicano que se precie de amar a su país. Quiero saber si es posible suscribirse, porque no siempre se consigue en las dependencias del Centro Histórico. Agradeciendo su amable atención, les reitero mi reconocimiento.
Estimado Joaquín Ocampo:
Muchas gracias por escribirnos. Km. cero no tiene suscripciones pero podrá conseguirlo con seguridad en las oficinas del Fideicomiso, en República
de Brasil 74, Plaza de Santa Catarina, o en las de la Autoridad del Centro Histórico en República de Argentina esquina Donceles, en horarios de oficina.
DE JESúS GUILLERMO MARíN áLVAREZ:
Soy encargado en fin de semana de un centro escolar dentro del Reclusorio
Norte; nuestros internos disfrutan de gran manera su revista, por eso hago
extensas nuestras felicitaciones a su periódico, que leemos cada mes. En
el reportaje de junio (sobre el Archivo General de la Nación) solo les faltó
mencionar a un personaje, Efraín Alcaraz Montes de Oca alias El Carrizo.
Fue ladrón de varios presidentes de este país y personalidades, y distinguido huésped del Palacio Negro y de otras cárceles del país, de las cuales se
fugó en varias ocasiones.
Estimado Jesús Marín:
Muchas gracias por escribirnos. Nos resulta muy estimulante saber que
Km. cero llega al Reclusorio Norte y es una lectura agradable para algunos
internos.
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roberto marmolejo
Agosto 2015 núm 85 Km.cero
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Imagen: Tomada de Excélsior, México en el tiempo, Publicaciones Excélsior, México, 1945.
LA REVOLUCIÓN URBANA DE REVILLAGIGEDO
La Plaza Mayor antes de ser reformada. Revillagigedo suprimió la picota y la horca y, con ello, las ejecuciones públicas en ese lugar.
Cambio de paradigma
Desde fines del siglo XVII y durante el XVIII, un alud de descubrimientos científicos
—en disciplinas como geología, botánica, astronomía, etnografía y arqueología—,
socavaron la credibilidad del pensamiento católico como explicación del mundo.
El pensamiento racional y mecanicista permitió ver, por ejemplo, las erupciones volcánicas ya no como un castigo divino, sino como un fenómeno regido
por fuerzas naturales.
En lo social, aparecieron la noción de Estado laico —cuyas funciones quedaban claramente separadas de la esfera religiosa— y de individuo. El bienestar
del individuo estaba en manos de un Estado que lo dirigiera correctamente, lo
educara —lo “iluminara”— y cuidara de su salud. En el arte, se revaloraron los
cánones clásicos y surgió el Neoclasiscismo.
Esas ideas se consolidaron en Francia como un movimiento intelectual llamado Ilustración (o Iluminismo), y se propagaron por Europa en la segunda mitad
del siglo XVIII. Fueron el cimiento intelectual para el desarrollo del capitalismo.
Las reformas y la “utopía urbana”
La Ciudad de México, las más poblada y rica metrópoli en las posesiones americanas, fue la primera en experimentar las reformas borbónicas, la forma española
que tomaron las ideas de la Ilustración en materia de gobierno.
De hecho, la ciudad fue una especie de laboratorio para el ambicioso proyecto ilustrado que “pretendía crear un gran escenario y unos actores acordes
con él”, fue “casi una utopía”, explica el investigador Enrique Ayala Alonso en
Arquitectura y urbanismo virreinal.
Desde antes de la aplicación oficial de las reformas, la ciudad había sido objeto de intervenciones de corte ilustrado, bajo las premisas de movimiento, orden,
simetría e higiene.
El virrey conde de Fuenclara (1742-1746) publicó en 1743 un bando que convertía en permanentes varias medidas higienistas que hasta entonces sólo se tomaban en momentos de contingencia como epidemias, inundaciones, grandes
procesiones, etcétera, informa Esteban Sánchez de Tagle en “El inicio de la reforma borbónica en la Ciudad de México”.
Fuenclara dividió la ciudad en cuarteles —una jurisdicción civil, ya no parroquial— para facilitar el servicio de limpieza, el cual sería adjudicado a “asentistas”
(concesionado). Quitar “muladares”, nivelar y empedrar calles, y cubrir los albañales domésticos —que desaguaban enmedio del “arroyo”—, fueron otras medidas.
La nivelación estableció por primera vez la “lógica de la calle”. Es decir, si
antes las casas —los particulares— le imponían sus albañales y hundimientos
el ambicioso proyecto ilustrado para
la ciudad de méxico “pretendía crear
un gran escenario y unos actores
acordes con él”.
a los transeúntes, ahora se imponía la calle como bien común, como elemento
necesario para el funcionamiento diario de la ciudad y, por lo tanto, bajo ordenamientos de la autoridad.
La aplicación del bando de Fuenclara fue limitada, pero de acuerdo con Sánchez
de Tagle, ya mostraba los componentes que caracterizaron al periodo ilustrado.
En las décadas siguientes, se intentó ampliar ese tipo de intervenciones, pero
había avances y retrocesos, ya por falta de recursos, tiempo, o por indiferencia de
los funcionarios menores y de la gente.
Como muchas veces se obligó a los particulares o corporaciones –los conventos, por ejemplo— a costearlas, y como ellos no veían los beneficios, pues no se
les explicaban, la resistencia a colaborar fue una constante. Ante el argumento
de “¿por qué hemos de cambiar si siempre lo hemos hecho así?”, la autoridad
debió recurrir cada vez con más frecuencia a la imposición y al uso de la fuerza.
Sin embargo, se avanzó en la secularización del espacio público. En la Alameda, sucesivamente, se hicieron calzadas, se suprimió el quemadero de la Inquisición, se amplió, se adornó con esculturas de temas grecolatinos y fue bardeada.
Revillagigedo entra en acción
Al asumir el cargo de virrey de Nueva España, el segundo
conde de Revillagigedo, a diferencia de sus predecesores,
encontró una administración virreinal ya dividida en intendencias —con funcionarios leales a la corona— y con
un ejército, lo que le permitió imponer su programa con
mayor eficacia.
La ciudad, como la había descrito un visitador, parecía
un pavo real: “el cuerpo era espacioso y lindo, pero los pies
de una fealdad disonante”. La bella traza, la rectitud de las
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Km.cero núm 85 Agosto 2015
Imagen: La Plaza Mayor de México en el siglo XVIII. J. Antonio Prado. 1769. Cortesía del Museo Nacional de Historia.
tanzó hace un balance del
calles y los imponentes
tipo “antes y después”.
edificios, contrastaban el
Aunque no es parcial, pues
lamentable estado de los
también defiende su propisos, la suciedad, la oscupio trabajo, concuerda en
ridad y la peligrosidad.
general con las impresioEl Palacio Virreinal,
para empezar, estaba panes registradas por otros
observadores.
tas arriba: “…era una suerConstanzó asegura que
te de gigantesco patio de
antes de Revillagigedo, las
vecindad. Por increíble
calles de la ciudad, “no
que parezca, las oficinas
se barrían”, estaban casi
de gobierno convivían
siempre “descuidadas y
con bodegas de fruta,
sucias, arrojábanse a ellas
con fondas, panaderías,
las basuras e inmundicias
almuercerías, expendios
de las casas a todas horas
de pulque y ¡hasta un bidel día, no había quien
llar!”, según el cronista
pudiese tolerar, sin violenFrancisco Sedano, citado
por su colega Héctor de
cia el hedor y fetidez que
Mauleón en “La cara oculexhalaban, dificultábase
el tránsito de ellas, partita del Palacio Nacional”.
Borrachos, indigentes
cularmente en tiempos de
y vagos —“léperos”, se llalluvia, por entre montones
de basura y charcos de inmaba a muchos de ellos—,
“solían quedarse a dormir
mundicia, de suerte que
en los corredores bajos
una persona decentemendel palacio” y en la noche,
te vestida no podía andar a
“atraídas por los soldados
pie una sola cuadra de las
El hacinamiento característico de la Plaza Mayor, a la usanza barroca, en 1769.
de la guardia, las prostitucalles principales, sin exponerse a ver sus vestidos
tas llegaban a oficiar”.
y calzado manchados o salpicados por las caballerías, recuas y carruajes, con un
Inmediatamente, el virrey ordenó a Francisco Antonio Guerrero y Torres una
lodo pestilente y asqueroso”.
inspección, informe y propuesta de remodelación; el mismo arquitecto se encarPara Constanzó “el lugar más incómodo para el tránsito, el más molesto y
gó de las numerosas reparaciones internas —el edificio no había sido objeto de
más inmundo de la ciudad, era sin duda la Plaza Mayor”.
obras mayores en un siglo—. Un año después, el Palacio era otro.
También era el “más profanado”, pues a pesar de ser sitio de paso de virreyes
El ingeniero militar Miguel Constanzó, que sirvió al reformismo borbónico
y magistrados, funcionarios y jerarcas eclesiásticos, y donde se reunía la sociedad
de 1764 a 1814 —trabajó para tres reyes y 17 virreyes— fue el encargado de darle
novohispana durante numerosas celebraciones, allí “Veíanse a todas las horas
dignidad al exterior del recinto. Un fragmento de aquel trabajo es, de hecho, la
del día y de la noche, a lo largo del atrio de la catedral, hombres y mujeres sin
fachada más antigua del Palacio Nacional (1789); da a Correo Mayor y corresponrubor ni vergüenza, en la indecente postura de exonerar el vientre”, es decir, de
de a lo que fue la Casa de Moneda. Conocida como “fachada Constanzó”, luce
defecar.
singulares altorrelieves: unos niñitos parecen jugar con instrumentos para la
Corriendo sobre la fachada “del Real Palacio, en la parte correspondiente a la
fundición de metales y la acuñación de monedas.
cárcel de la Corte y con inmediación a la puerta de ésta, se veía un caño lleno de
La fachada principal del Palacio “fue reparada, pintando los balcones y el
inmundicia que salía de las letrinas de los presos”; el mercado situado enfrente
zoclo con pintura al óleo” y se añadieron seis “garitas” o casetas de vigilancia,
del Palacio era sitio de “infección y verdadero muladar”.
diseño de Constanzó, las cuales sobrevivieron hasta 1840. Esto, según la página
A la pila de la plaza “ocurrían todos a sacar agua, a lavar carne, vasijas y trapos
electrónico del Palacio Nacional.
sucios. Allí lavaban también sus manos, cabezas y cuanto querían”. Los aguadores tomaban de allí el agua “puerca, venenosa y pútrida” que después entregarían
Simbolismo civil para Plaza Mayor
en las casas.
En un informe de 1796, en el que defendía a Revillagigedo de sus críticos, Cons-
Aunque con algo de rezago, el imperio español adoptó el pensamiento ilustrado. A mediados del siglo XVIII, la monarquía, en manos de la casa Borbón,
aplicó un conjunto de medidas conocidas como reformas borbónicas —primero en España y luego en América—.
Era necesario remodelar las administraciones, estancadas por la corrupción y la indolencia, para poder actualizar los procesos industriales y el flujo
comercial.
En Nueva España, las reformas buscaron recobrar el control de la economía, cedido en buena medida a la Iglesia y a numerosas corporaciones, aumentar la recaudación fiscal, y poner un alto a los criollos con algún poder,
que desafiaban a la corona.
En 1765 llegó José Gálvez con el mandato real de hacer una inspección
y un informe sobre el estado general del virreinato. A partir de esa visita,
progresivamente, se colocó en la alta y la media burocracia sólo a peninsulares, dejando fuera a los criollos; se levantaron censos y análisis de las áreas
productivas y de las corporaciones, para restructurarlas y hacerlas más eficientes; se cerraron las fugas de impuestos, y se crearon impuestos nuevos.
La corona, además, monopolizó la producción y distribución de los rubros más redituables, como el tabaco o los naipes.
Al principio las reformas se aplicaron poco a poco, pues hubo muchas
resistencias. Pero conforme avanzó el siglo, la monarquía fue dando manotazos. Un ejemplo es la expulsión de la Compañía de Jesús de todas las
posesiones del reino, en 1767, por oponerse a las reformas. La medida causó
rebeliones, así que también se creó un ejército —algo que que antes no existía— para contener a los inconformes.
Para varios historiadores, las reformas borbónicas fueron uno de los detonantes del proceso de independencia, debido a la gran irritación social
que provocaron. Aunque algunas eran convenientes para los gobernados, la
monarquía las impuso sin considerar los intereses, tradiciones y costumbres
que estaban afectando.
Imagen: Tomada de Alameda: visión histórica y estética de la Alameda de la Ciudad de México,
Landucci Editores-INBA, México, 2001.
LA NUEVA ESPAÑA ILUSTRADA
La Alameda reformada bajo los cánones ilustrados, en 1775.
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Imagen: Tomada de www.barriodetultenco.blogspot.com
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tipos populares tomados de Claudio Linati, Trajes civiles, militares y religiosos de México (1828), IIE-UNAM, México 1956.
El Paseo de la Viga, remodelado por Revillagigedo, alcanzó su apogeo en el siglo XIX. plazas y paseos fueron elementos urbanos relevantes para los ilustrados.
Entre la pila y las letrinas públicas estaba la horca. En ese ambiente, la “plebe” preparaba “sus almuerzos y sus comidas”; se bebía, más o menos disimuladamente, “el aguardiente, el pulque y vinos usuales en el país”, se jugaban “juegos
de azar y apuesta”, había “desnudeces y obscenidades”, así como “riñas y pendencias”, con la consecuente intervención de la “tropa para sosegarlas”.
“A la oración de la noche venían a la ciudad, como lugar de su querencia, un
sin número de vacas y bueyes hambrientos, a buscar el sustento que les negaban
sus amos entre las basuras de los mercados y calles”, así como “multitud de perros que no tenían dueño”. Otro tanto ocurría en el mercado de El Volador, a unos
metros de allí, donde actualmente se encuentra la Suprema Corte de Justicia de
la Nación.
“Las acequias descubiertas (…) eran otra causa de la infección del aire que se
respiraba en México”.
El testimonio de Constanzó sigue así. Luego, enumera las obras realizadas
para remediar ese estado de cosas.
La Plaza Mayor se despejó “de
los tinglados, sombrajes y demás indecentísimos objetos que le afeaba
(sic), retirando de allí el mercado y
repartiendo en las plazas menores
a los vendedores de vituallas, efectos comestibles y otros”. Enseguida se iniciaron obras para rebajar
el piso “en las partes convenientes, construir atarjeas para su
desagüe, banquetas en todas las
aceras —esta vez, banquetas enlozadas o “anditos”— y alrededor
de la Plaza de armas guarnecidas
con postes grandes y chicos…”.
Fue durante esos trabajos,
en 1790, cuando se hallaron en
el subsuelo la Piedra del Sol y la
Coatlicue, lo que estimuló los estudios arqueológicos, ya de por sí
en boga.
En los cuatro ángulos de la plaza “se construyeron vistosas fuentes (…) con sus respectivas llaves,
Desde 1743, la ciudad fue objeto de
intervenciones de corte ilustrado,
bajo las premisas de movimiento, orden,
simetría e higiene.
sin desperdicio y con aseo”; para ello fue necesario instalar “ramales de cañería
de plomo”, así como un ramal nuevo para abastecer al Palacio.
Los mercados del El Parián (en la Plaza Mayor) y el de la Plazuela de El Volador fueron reordenados, y se crearon otros tres en las plazuelas “del Factor, de
Santa Catarina y de Jesús Nazareno”.
Para hacer la plaza más espaciosa, se eliminó la cerca del atrio de la Catedral,
y el cementerio del Sagrario se trasladó a la iglesia de San Pedro y San Pablo.
Un grabado de 1793 muestra cómo quedó la Plaza Mayor, una vez “hermoseada” por Revillagigedo: limpia, ordenada, sin vendedores ni animales a la vista.
Entre 1788 y 1789 estuvo en la Plaza una escultura ecuestre de madera de
Carlos IV; la plaza sería remodelada nuevamente en 1796 —con una balaustrada
oval y finas puertas de herrería—, y en 1803 recibiría la estatua de bronce de
Manuel Tolsá, también dedicada a Carlos IV.
Con todas esas obras, “de ser un sitio básicamente funcional, (la Plaza Mayor)
adquirió una impronta simbólica y estética”, y se convirtió “en el centro mismo
de la ciudad”, indica Ayala Alonso.
Sin pobres, sin basura y sin perros
Una de las medidas de Revillagigedo más aplaudidas es la regularización del sistema de limpia. A las siete de la mañana, indica Constanzó, circulaban los carros
“por todas partes avisando al público al toque de una campanilla para que los
vecinos entreguen las basuras de las casas y juntas con las de la calle que en la
misma hora se barren y riegan, las extraen al campo los carretoneros y las tiran
en determinados sitios”.
“A la oración de la noche salen de la misma suerte otros carros (también con
campanilla) para que de las casas donde no hay letrinas saquen las inmundicias
que se extraen de la ciudad y se entierran en partes donde no puedan causar ni
molestia ni daño”.
A esa misma hora se encendían “los faroles, distribuidos alternadamente en
ambas aceras de las calles, (…) fijos en pescantes de hierro que sobresalen como
tres varas de las paredes, y dentro de un breve rato se ve toda la ciudad perfectamente iluminada”. El virrey había inaugurado el 4 de abril de 1790 mil 128
faroles de vidrio con lámparas de hoja de lata.
“Los guardas destinados a los faroles (los serenos) tienen también el de celar
el buen orden y, a este fin armados con chuzos (…) conducen a los inquietos a la
cárcel o al cuerpo de guardia más inmediato”, además de acudir “prontamente si
son llamados tan a traer al confesor, médico, cirujano o partera, según lo requiere
el caso”.
Esos mismos agentes fueron los encargados de realizar,
a fines de 1790, “el primer exterminio sistemático de perros vagabundos (…) Más de 20,000 perros fueron exterminados en plena calle por los guardias nocturnos a lo largo
de casi dos años”, según Arnaud Exbalin Oberto, en “Perros
asesinos y matanzas de perros en la Ciudad de México (siglos XXI-XVIII)”.
También se hicieron seis calzadas, entre ellas la de Revillagigedo —de San Pablo a la garita de La Viga—, “se aderezó” el camino hacia San Agustín de las Cuevas (Tlalpan),
cuyas calles principales fueron empedradas.
Km.cero núm 85 Agosto 2015
Imagen: Tomada de Biblioteca digital mundial, www.wdl.org
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de la corona española, de formar y certificar a arquitectos,
pintores y escultores, también tenía la misión de implantar el estilo neoclásico y cerrarle el paso al barroco —considerado “de mal gusto”—. Esto, justo cuando el orgulloso
barroco novohispano alcanzaba su clímax —en el último
tercio del siglo XVIII—.
El empeñoso virrey reclutó a los mejores artistas académicos, como Ignacio de Castera, José Damián Ortiz de
Castro, Guerrero y Torres, Constanzó y el propio Tolsá,
quien llegó de España en 1792.
En 1791, la Academia se instaló en su sede actual (la
fachada es del siglo XIX), se terminaron las torres de la Catedral (1786-1791) y se emprendió la remodelación de la
fachada y de la cúpula.
Asimismo, se reactivó la construcción de la Real Fábrica de Tabacos —actualmente, La Ciudadela—, iniciada
en 1776 con diseño de Antonio Velázquez González, pero
suspendida por falta de recursos. Constanzó se hizo cargo
del proyecto en 1793, aunque entre nuevas supensiones,
se terminó hasta 1807. Con una superficie de 298 mil m2,
sería el primer complejo industrial moderno —con 12
fuentes, 17 patios, habitaciones, almacenes y otras dependencias—, llegaría a tener siete mil empleados, y fue uno
de los primeros inmuebles totalmente neoclásicos.
Un sueño cuadrado
Revillagigedo también emprendió el cegamiento de canales que se consideraban inservibles y contaminantes, así
como el reordenamiento de las acequias principales, y una
gigantesca obra de lo que hoy llamamos drenaje, para sePlano del arquitecto Ignacio de Castera para la zanja cuadrada (1794).
parar las aguas negras y sacarlas de la ciudad. La obra fue
objeto
de
polémica,
pues
dio resultados variables, pero era de alto grado de comLos paseos vespertinos —por la Alameda, el de Bucareli, y otros— y de fin
plejidad,
considerando
que
el suelo era blando, el sistema hidráulico estaba parde semana, fueron fomentados por los ilustrados como un modo de acercar a la
cialmente destruido y las inundaciones no faltaban.
gente a la naturaleza y al aire puro. El Paseo de la Viga —por el canal homóniEl primer plan maestro regulador de la ciudad se inició en 1793, y se encargó
mo— floreció tras el remozamiento que ordenó Revillagigedo.
a
Ignacio
de Castera, Maestro Mayor de la ciudad. Tenía el fin de abatir la evasión
Sin embargo, el proyecto higienista ilustrado ahondó las diferencias sociales.
fiscal
—el
cobro de ciertos impuestos se realizaba en 13 garitas que la circundaNumerosas ordenanzas fueron restringiendo la presencia de vagos, mendigos y
ban, pero era muy ineficaz—. Con un doble foso con trazo cuadrado —“zanja
otros menesterosos en la vía pública; para eso había sido bardeada la Alameda.
cuadrada”, la llamaron popularmente— uniría las garitas y ajustaría los límites
En 1789, escandalizados por la vestimenta de los indios de los gremios de “cargade la urbe a una distancia aproximada de 6.8 kilómetros, de la Plaza Mayor a los
dores, albañiles, remeros, carnizeros y aguadores”, se les ordenó presentarse en la
extremos. Tendría un sistema de puentes, garitas y puertas; en cada esquina del
fiesta de Corpus Christi “con medias, zapatos, armador, calzones, chupa y capote
cuadrado, habría una plaza. Además, ayudaría a conducir mejor el agua dulce y
decente, aliñados y con la cabeza descubierta, sin llevar paño, montera o birrete
las aguas negras.
en ella”, cita el historiador Serge Gruzinski. Muchas de sus fiestas fueron supriEl plan culminaría las mutaciones ilustradas de la ciudad: dejaría de ser una
midas de los atrios y las calles. Las élites novohispanas, cada vez más ostenosas,
urbe
barroca y monacal, se volvería moderna y adecuada para facilitar el empuje
usaban los paseos y el espacio público para mostrar sus riquezas y entretenerse.
mercantilista.
Los pobres dejaban de ser bien vistos en los sitios públicos, donde siempre
En 1803, el naturalista Alejandro de Humboldt visitó la ciudad. Ya no era un pahabían convivido las otras clases.
Civil contra religioso
“méxico debe contarse sin duda entre
las más hermosas ciudades que
los europeos han fundado en ambos
hemisferios” OPINÓ HUMBOLDT SOBRE LA
URBE QUE CONTEMPLÓ EN 1803.
Imagen: Tomada de Marco Tulio Peraza Guzmán, coord.,
Arquitectura y urbanismo virreinal, UAY y Conacyt, México, 2000.
Siguiendo el eje secularizador del proyecto ilustrado, los monumentos y edificios
civiles, así como las plazas, se habían inscrito en una especie de competencia —o
de disputa— con los templos y conventos, por convertirse en referentes urbanos.
Instituciones educativas de niveles diversos venían alimentando la “utopía”
ilustrada, ya con sus edificios, que mostraban el paso del barroco —en ese considerado de “mal gusto”— al neoclásico, ya por su función propagadora de las
ideas iluministas.
Entre ellas, el colegio de San Ignacio de Loyola o de las Vizcaínas (1767), la
Real Escuela de Cirugía (1770), la Academia de San Carlos (fundada en 1781) y el
Jardín Botánico.
El movimiento ilustrado —tanto el oficial, como el privado— confrontó la
mentalidad escolástica de la Iglesia en otros terrenos. En las últimas tres décadas
del siglo XVIII la ciudad vivió una efervescencia cultural no vista antes: las funciones de ópera, ballet y teatro se hicieron comunes, así como los bailes de salón.
La mayoría de la población era analfabeta, pero los periódicos se leían en voz alta, lo que facilitó la difusión de las
novedades literarias, filosóficas y científicas. A los entretenimientos de siempre se añadieron los “Ruidos públicos”:
demostraciones y exposiciones organizadas por sociedades o gabinetes científicos, o por las nacientes academias.
Para cuando Revillagigedo inició su gestión, los ascensos
en globos aerostáticos llevaban cinco años realizándose.
La Academia de San Carlos tuvo un papel muy significativo en el perido de Revillagigedo. Encargada, por orden
Edificio de la Fábrica de Tabacos, a mediados del siglo XIX.
Agosto 2015 núm 85 Km.cero
7
Al noveno día de haber asumido
como virrey, gobernador, capitán
general y superintendente de la
real hacienda de Nueva España,
un reguero de cadáveres le permitió a Revillagigedo demostrar
que no estaba dispuesto a perder
el tiempo.
Joaquín Dongo, acaudalado
comerciante, fue asesinado junto
con el personal a su servicio. Los
asaltantes se llevaron “23 mil pesos entalegados” y mataron a 11
personas. En sólo nueve días se
aprehendió a los responsables,
que fueron condenados a muerte.
El castigo fue ejemplar. Recorrieron varias calles “en mulas
enlutadas y ellos también enlutados”, en la plaza les dieron garrote y dejaron los cuerpos a las
cinco de la tarde. “Luego los bajaron y los llevaron a la cárcel y allí
les cortaron las manos derechas,
y la de Quintero la pusieron en la
accesoria donde vivía y donde se
encontró el dinero, y las de Aldama y Blanco en la casa de Dongo”,
relata José Gómez en el Diario
curioso y cuaderno de las cosas
memorables en México durante el
gobierno de Revillagigedo.
Juan Vicente de Güemes Pacheco y Padilla, segundo conde
de Revillagigedo (1740-1799), nació en La Habana en 1740. Como
su padre también fue virrey de
Nueva España entre 1746 y 1755,
pasó parte de su infancia en la
ciudad que transformaría años
después.
Hizo carrera militar en España, alcanzó el grado de teniente
coronel y tuvo una participación
destacada en el sitio del Gibraltar.
Tenía 49 años cuando asumió las
riendas del virreinato, que mantuvo del 17 de octubre de 1789 al 11
de julio de 1794.
Espíritu ilustrado, además de
reformar la urbe y la administración, sus intereses científicos lo
llevaron a patrocinar estudios
sobre la flora de Nueva España,
sobre hallazgos arqueológicos —
como la Piedra del Sol y la Cuatlicue— y expediciones científicas
en el Pacífico. Ordenó la apertura
de escuelas públicas gratuitas,
y añadió a la lecto-escritura y la
doctrina —componentes de la
educación elemental por más de
Imagen tomada de Gran Historia de México Ilustrada TIII, Planeta de Agostini, CONACULTA e INAH, México, 2002.
un hombre que dormía muy poco
el segundo conde de revillagigedo, un temperamento enérgico.
dos siglos— la enseñanza de aritmética y dibujo.
Amante de los números, y para
afianzar “el acierto” de sus resoluciones, Revillagigedo emprendió un
conteo de la población, para lo cual
diseñó un minucioso instructivo, formas para la recolección de datos y
un mecanismo para supervisar los
trabajos. La mala calidad de los caminos, la resistencia de la gente y
otras vicisitudes, alargaron el ejercicio, pero se trata del conteo de población más completo de la Nueva
voreal. De la siguiente descripción se desprende que Revillagigedo avanzó bastante:
“México debe contarse sin duda entre las más hermosas ciudades que los europeos han fundado en ambos hemisferios. A excepción de Petersburgo, Berlín,
Filadelfia y algunos barrios de Westminster, apenas existe una ciudad de aquella
extensión que pueda compararse con la capital de Nueva España, por el nivel
uniforme del suelo que ocupa, por la regularidad y anchura de sus calles, o por
lo grandioso de las plazas públicas. La arquitectura en general es de un estilo
bastante puro; y hay también edificios de bellísimo orden… esta ciudad ha dejado
en mí una cierta idea de grandeza…”, escribió en su Ensayo político sobre el Reino de
la Nueva España.
Pero el quebranto económico de Nueva España causado primero por las reformas borbónicas —que extrajeron la riqueza local sin dejar casi nada a cambio— ahondado por la guerra de independencia, y la inconformidad de los súbditos, suspendieron el gran proyecto urbano ilustrado.
La zanja cuadrada, por ejemplo, se inció hasta 1811, y ese año más bien se usó
para contener a los insurgentes. La secularización de la urbe sería continuada
por los liberales del siglo XIX, aunque por otros derroteros.
En recuerdo del virrey Revillagigedo, el Centro Histórico actual tiene una calle modesta y vivaracha con su nombre, que corre paralela a Balderas, desde la
Alameda Central hasta Arcos de Belén. La fuente de Arcos de Belén —réplica—,
fue otra de las obras de Revillagigedo.
España y el primero elaborado con
un método moderno.
Para hacer todo aquello en un periodo tan breve era necesario un temperamento enérgico y muy dinámico.
Se decía que Revillagigedo dormía muy poco, que por las noches
salía a supervisar el avance de las
obras, que tenía mal carácter, que
gritaba y humillaba en público a sus
subordinados.
Era un workaholic, como diríamos
hoy: redujo al máximo las fiestas y
días feriados, y solicitó al Rey permi-
so para realizar comidas de trabajo pues “no podían comer acompañados los virreyes sino cuando
estuvieran en el campo, a imitación de lo que practicaba el rey”,
según Antonio Rivera Cambas en
Los gobernantes de México.
“En los ratos de ocio que le
quedaban se dedicaba a visitar
los tribunales, cajas de Real Hacienda y la Acordada; halló todos
los archivos sumamente confusos
y que contenían preciosos datos
que por el fuego ó cualquier otro
accidente podrían ser destruidos
un día cualquiera”. Ordenó entonces la creación de un archivo
general para ordenarlos y resguardarlos. Éste fue el primer antecedente del Archivo General de
la Nación.
Se decían más cosas: “Salta a
la vista que es afeminado en su
compostura, en la cual gasta casi
toda la mañana, soberbio, ligero y
[sic] inconstante”. Esto, según el
Arzobispo de México, en una carta a un funcionario de la corona.
“El virrey tiene quien le escriba
cuanto pasa en Madrid, y en Palacio; como tiene en México espías
por todas partes. Esto es efecto
de su genio perspicaz, y sospechoso”. Lo cita Leticia Meyer en
su artículo “Discusiones sobre
inferencia estadística en el censo
de la Ciudad de México de 1790”.
Al terminar su mandato, Revillagigedo dejó una valiosa memoria de su administración. La
ley española establecía que los
principales funcionarios virreinales fueran sometidos a un Juicio
de Residencia, el cual tenía una
parte secreta y una pública. El rey
dispensó a Revillagigedo de la
secreta y en la pública, el Ayuntamiento lo acusó de hacer obras
onerosas e innecesarias, sin consulta, y en contra de las tradiciones de la población.
La sentencia tardó. Revillagigedo murió antes de saber que
fue exonerado y que se obligó al
Ayuntamiento a pagar los gastos
del juicio a sus herederos.
Considerado por muchos el
mejor gobernante del periodo
virreinal, Revillagigedo dejó América en diciembre de 1794 y radicó en Madrid hasta su muerte, en
1799. (S. O.)
algunas Fuentes consultadas para esta investigación: Enrique Ayala Alonso,
“Génesis de la modernización urbana de la Ciudad de México en la época borbónica”, en Arquitectura y
urbanismo virreinal, UAY-Conacyt, Mérida, Yucatán, México, 2000; Héctor de Mauleón, “La cara oculta
del Palacio Nacional”, en http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2012/02/57073.php; “El palacio de los virreyes en el ocaso virreinal”, s/f, en http://www.historia.palacionacional.info, consultado el
25/07/2015; J. Omar Moncada Maya, “La Ciudad de México a finales del siglo XVIII. Una descripción
por el ingeniero Miguel Constanzó”, en Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, vol. XI, núm.
692, 10/12/2006, consultada en http://www.ub.edu/geocrit/b3w-692.htm el 22/07/2015; Arnaud Exbalin Oberto, “Perros asesinos y matanzas de perros en la Ciudad de México (siglos XXI-XVIII)”, en Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXXV, núm. 137, 2014, El Colegio de Michoacán, consultada
en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13731171006 el 22/07/2015; Serge Gruzinski, La Ciudad de
México. Una historia, FCE, México, 2004; José Gómez, Diario curioso y cuaderno de las cosas memorables de
México durante el gobierno de Revillagigedo (1789-1794), IIE-UNAM, México, 1986; Guadalupe de la Torre Villalpando, “Proyectos urbanísticos para el resguardo de la Ciudad de
México. Siglo XVIII”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol.
XXI, núm. 75, primavera, 1999, IIE-UNAM, en http://www.analesiie.unam.
mx/pdf/74-75_177-194.pdf, consultado el 22/07/2015; Manuel Rivera Cambas, Los gobernantes de México, T. 2, Joaquín Porrúa, México, 1981; Leticia
Meyer, “Discusiones sobre inferencias estadísticas en el censo de la Ciudad
de México de 1790”, en http://www.revista.unam.mx/vol.14/num11/art45/,
consultado el 23/07/2015; Hugo Castro Aranda, 1er. censo de población de la
Nueva España. 1790. Censo de Revillagigedo “un censo condenado”, Secretaría
de Programación y Presupuesto. Dirección General de Estadística, México,
1977; Omar Guerrero, Revillagigedo o el hombre de Estado, en http://www.
omarguerrero.org/articulos/RevillagigedoHombreEdo.pdf, consultado el
23/07/2015.
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Km.cero núm 85 Agosto 2015
una crónica perpetua
fotografías francisco mata rosas
S
i existe un ser chilango —no el gentilicio, sino una forma de ser—, si
existe una identidad tan híbrida
como los tropeles de identidades que, sin
ponerse de acuerdo, se encuentran cada segundo en el Centro Histórico… ese ser, “la
cultura popular chilanga”, está siendo enfocada mientras usted lee esto, por la lente
de Francisco Mata Rosas (Ciudad de México, 1958). En su larga carrera como fotoperiodista (periódico La Jornada, 1986-1992),
conferencista y profesor de la especialidad,
el también autor de libros como México
Tenochtitlan (2005) y Tepito ¡Bravo el Barrio!
(2006) no ha dejado de disparar en el primer
cuadro. Esta especie de crónica perpetua
tiene una razón muy simple: “El Centro sintetiza al país”. Km. cero ofrece una pequeña
muestra de fotografías realizadas por Mata
Rosas entre el año pasado y lo que va de éste,
en el corazón de México. (P. R.)
Agosto 2015 núm 85 Km.cero
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Km.cero núm 85 Agosto 2015
“siempre me gustó vender”
“a las vivas”
Valeria Reyes, 28 años.
flores artificiales y
artículos decorativos.
mercado de las flores
Tiene uno que estar a las vivas de todo, te preguntan ¿y quién
contesta? Acá te están hablando, tengo que estar despierta. En el puesto no
puedo estar dormida, a lo mejor en temporadas tranquilas sí, pero cuando hay
venta es la locura… Tienes que tener los cinco sentidos bien despiertos porque
también hay mucha gente que nada más va a robar, entonces hay que estar viendo quién te está preguntado, quién compra, quién no y a todos los tienes que
atender. Te vas formando, aparte te vas haciendo muy hábil y así tomas muchas
habilidades (...).
A los clientes les gusta cómo los tratas, vas teniendo una cercanía más con
tus compradores, así que ya te hablan de “usted”, o de “oye mándame esto”. No
sé, es una relación que se va dando diferente, que vas diciendo: —bueno no tengo
otro tipo de relaciones, pero los clientes me hacen ser un poquito más humana.
Incluso llegan y te cuentan sus problemas: —¡oye, me pasó esto!, y te vas involucrando con muchas vidas diferentes y no nada más de mi edad, sino gente de
varias edades, y dices “bueno”. Además, la gente te va tomando cariño y eso hasta
cierto punto sí te hace (a mí personalmente me hace) más humana; hace que
no me olvide de dónde vengo. Porque ahora lo único que interesa es: “me voy a
vestir bien, quiero esto, quiero lo otro, quiero salir”… y te olvidas de que hay un
mundo atrás, donde la gente se está muriendo de hambre, donde la gente tiene
problemas fuertes, donde hay padres que tienen que mantener a sus hijos, mandarlos a la escuela y dices “bueno”. No te encierras en un mundo tan banal, como
las fiestas y eso. Entonces me gusta eso, digo, a lo mejor yo soy más tranquila,
pero eso para mí es muy gratificante. No me olvido de dónde soy.
“EL MERCADO
APORTA CULTURA”
Leonor Pérez, 60 años.
imágenes religiosas.
mercado de sonora
La gente sí valora el mercado, antes era internacional, porque
hay de todo. El público lo ve muy bien, porque aquí vienen y encuentran lo
que no se imaginan, hay muchas cosas. Hay muchas hierbas de todo tipo: hierbabuena, romero, albahaca. También venden plantas para limpias, hay artesanías,
hay disfraces. Hay otro giro que se mueve mucho: el de los recuerdos. Haces tus
batucadas y aquí encuentras todo. Tenemos de todas las temporadas, ahora sí
que “a cada quien le llega su temporada”.
Van muchos turistas, por ejemplo, hay un señor que se dedica a llevar turistas y llega a mi local y les enseña las imágenes y les anda enseñando todo como
si fuera su local, y eso es lo que lo hace bonito, porque van, visitan, aprenden y
todo, y él va muy seguido, ha de ser de alguna agencia de viajes.
En el mercado hay videntes y hay mucha charlatanería. Venden huevos también, huevos para la limpia, hay de guajolote, de gallina, de pato. Los amarres
existen, pero son tan feos. A veces los niños de secundaria van y me preguntan:
—¿aquí hacen amarres? Y yo les digo, —¿cómo?, ¿a quién vas a amarrar, hijo?, le
digo, —no hijo, tú no puedes tener todas las cosas que quieras, no puedes someter a alguien; y luego andan buscando en los libros de brujería.
Nuestra clientela es de toda la gente, puede haber clases muy humildes y clases muy altas que vienen a conseguir aquí a precios económicos. A veces hemos
tenido como clientes a diputados de San Lázaro, andan buscando imágenes, alguna hierba, animales, de todo (...).
El mercado aporta al país cultura, porque es multicultural. Nuestras tradiciones son cultura. Las hierbas también son cultura. El mercado Sonora recupera
toda una tradición de hierbas en México que es muy antigua, el uso medicinal,
por eso es famosísimo, porque la gente viene por sus tés. Yo nunca quise trabajar
en eso, porque hay que aprender, hay que saber, son como unas doctoras: —mira
que te doy esto, mira tómate esto. Lo de los ramos para las limpias es una tradición azteca, lo hacen para las señoras de afuera y les venden unas bolsas de cien
ramos, imagínese cuánta clientela no hay afuera para los ramos.
fotografías:alejandro meza / EIKON.COM.MX
El libro Trayectorias de vida de las mujeres comerciantes de La Merced muestra
el valor del trabajo femenino en esa zona emblemática del Centro. Km. cero
seleccionó fragmentos de cinco de los 13 testimonios que lo componen.
Agosto 2015 núm 85 Km.cero
“andaba vendiendo
con mi charolita”
Mireya Ochoa, 34 años.
comidas preparadas. nave mayor
Mi mamá y mi papá se conocieron obviamente aquí en La Merced. Nunca pensaron que fueran del mismo pueblo. Se casaron
a una edad temprana.
Empezaron a hacer desayunos. Ella es conocida como la güera, todos le dicen la güera.
Ahorita a todos nos dicen por nuestro apellido:
los Ochoa.
Su vida no fue nada fácil, porque en La Merced desde temprana edad empiezas a ser tanto
hombre como mujer y hay que sacar a los hijos
adelante, darles de comer, llegar desde temprano y empezar la actividad económica. A mí me
tocó ver a mi mamá en un momento muy difícil; ella salía a vender porque no se vendía nada
en el mercado de comida. Me tocó ver muchas
veces que (...) llegaban los de vía pública y le
quitaban todo. Yo, la verdad, admiro a mis padres y a los señores de antes, porque nos tuvie-
11
ron que sacar adelante con muchos esfuerzos.
Toda mi familia está en el mercado de La
Merced, (...) la mayoría vendemos antojitos
mexicanos, se han desarrollado en la comida
básicamente, el único que tiene el giro de frutas
y legumbres es mi papá.
Desde pequeña decidí ser comerciante. Me
acuerdo que cuando tenía 6 o 7 años le insistía
mucho a mi mamá para que me comprara dulces a fin de que pudiera yo venderlos y sacarles
para comprarme una muñeca o comprarme
lo que mi me ilusionaba. Porque desgraciadamente la economía no alcanzaba, entonces mis
papás trabajaban pero para darnos de comer, a
veces se quitaban el pan de la boca para sacar
adelante a sus hijos. Yo me acuerdo que siempre
me gustó vender. Se me terminaba una bolsa de
dulces e iba por otra y así andaba de aquí para
allá vendiendo con mi charolita.
“llegué
descalza”
Guillermina Jarquím, 70 años.
blancos.
banquetón de la nave mayor
“uno sabe
cuál está
mejor”
Irene León, 67 años.
dulces típicos.
mercado de dulces ampudia
Empecé a vender desde muy pequeña, como a los doce años.
Recuerdo que cuando llegué al Mercado todavía se despachaba con cucuruchos
de periódico, luego en bolsitas de papel estraza y ahora últimamente en bolsas
de polietileno.
(...) El giro siempre ha sido dulces procesados y dulces típicos. Rollos de guayaba, cajetas, paletas psicodélicas, limones, higos, cocadas, duras, blanditas. Me
gustan todos. Todos son muy sabrosos; y, yo pruebo la mercancía, porque luego
preguntan cuál está bueno, ya que de un producto puede haber dos o tres marcas.
Entonces uno sabe cuál está mejor, como los camotes: unos son hechos en Puebla
y otros aquí. Los dos son buenos, también el que está hecho aquí, sólo que las
personas buscan que sea auténtico de Puebla. (...) Nuestros proveedores son de
Michoacán, Guadalajara, Distrito Federal, Toluca, pero la mayoría del Distrito Federal. Ellos nos lo entregan y uno se gana una comisión. Por decir, si algo lo traen
a nueve pesos lo damos a diez. (...) Ahorita finalmente es el público en general
quien nos compra, que va pasando o que vienen a surtirse para fiestas de todo
tipo, otros que vienen para ir a vender a las ferias y así. (...)
En un principio había los que pedían mucho dulce, por decir, de Acapulco, en
las temporadas cuando hay vacaciones, de Michoacán, de varias partes. Hasta la
fecha siguen pidiendo, pero antes era más, mucho mayor la venta.
El libro Trayectorias de vida... es parte de un estudio del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC-UNAM) que busca revalorar el trabajo
femenino e incorporar la perspectiva de género en las políticas públicas. Los
fragmentos seleccionados son citas textuales, aunque en algunos casos el
orden de las ideas fue modificado. Selección de Roberto Marmolejo.
Si tú puedes ayudar, por qué no hacerlo. Allá en el puesto muchos dependen de mí, ya muchos han muerto pero muchos todavía viven; van al puesto
y me piden cinco o diez pares de fundas, yo se las doy al costo, a quince pesos. Esa
viejita las va a vender en veinte y se gana cinco por cada par. Llega a las nueve de
la mañana por las fundas, y antes de las cinco o cuatro de la tarde ya llega, Guille:
—se vendieron diez pares, cinco, aquí están y aquí está tu dinero. Porque si no
nos ayudamos ¿quién nos va a ayudar?, cada día la cosa está más difícil.
El gusto por el comercio yo creo que ya lo traigo de por sí, por el origen de
mi apellido. Y el gusto de coser por la necesidad. Tuve una maestra a la cual le
debo mucho, mucho agradecimiento. Esa maestra se llamaba Abigail Oseguera
González, maestra rural que me dio los primeros años de escuela. (...) De dos a
cinco nos enseñó a poner un botón, a hacer un ojal, a cortar, a hacer chambritas,
soy muy buena para las dos agujas, para tejer en gancho, todo eso me enseñó esa
mujer. Benditas sean las horas en las que caí en manos de esa mujer.
El dinero es el que cuenta aquí, no cuentan los conocimientos. Eso pensaba
en mi niñez. Pero pensé todo lo contrario cuando tuve hijos. Cuando comenzaron a estudiar y empecé a recibir certificado de primaria, de secundaria, de
preparatoria; cuando recibí a mi hija que salió como contador público, esas fueron lágrimas. Bendito sea Dios que al menos van a tener algo más digno que
yo. Todos mis hijos con Margarito estudiaron la universidad, uno es ingeniero
civil de la UNAM, con una maestría en suelos; otro estudió filosofía, y se dedica
al negocio de las cortinas; otro estudió en la universidad pero no terminó y es
maestro en una preparatoria; la más chica estudió odontología. (...)
Llegué descalza. Y después de tener un hijo en la universidad para mí fue lo
máximo. Muy grande mi satisfacción.
Mariana Sánchez Vieyra (coord.),
Trayectorias de vida de las mujeres comerciantes de La
Merced, Centro Histórico de la Ciudad de México, PUECUNAM, México, 2015.
Se puede consultar en la sede del PUEC, en Isabel La
Católica 7. M Allende. Ecobici 5 de Mayo-Bolívar. 9-20hrs.
Tel. 5522 2330. www.puec.unam.mx
no te pierdas...
exposiciones
Cajas de madera profusamente decoradas con animales y motivos naturales;
tapetes decorados con grecas, volutas y
flores; joyería de oro con piedras preciosas; cerámica pintada a mano con refinada caligrafía para recordar las palabras
de Dios…
Los objetos que se podrán disfrutar
en la exposición La generosidad es un
arte. Lo terrenal y lo divino: arte islámico
de los siglos VII a XIX —la mayor parte,
regalos o tributos para bautizos o bodas,
o bien parte sellar alianzas y acuerdos—
reflejan el afán de alcanzar lo divino en
la cotidianidad.
Debido a la prohibición religiosa de
representar personas y, a veces, animales, el arte islámico recurrió a la geometría y a la abstracción.
La muestra se compone de 192 piezas arte decorativo de los siglos VII al
XIX, procedentes de Marruecos, Siria,
Irán, Irak, España, Turquía y Afganistán.
Hay que verla con calma. Tratar de
no perderse los detalles, que es donde
residen su maestría y belleza. Y por supuesto, admirar la caligrafía árabe en
cada utensilio, textil o vestimenta; en
eso, los artistas islámicos fueron maestros, porque para ellos era sagrada: replicaba la palabra de Alá.
Fotografía: cortesía museo nacional de arte.
Cotidianidad entre lo terrenal
y lo divino
La generosidad es un arte. Lo terrenal y lo divino: arte islámico de los siglos VII a XIX
Antiguo Colegio de San Ildefonso. Justo Sierra 16. M Zócalo
y Metrobús República de Argentina. Hasta el 4 de octubre.
Mar 10-19:30hrs.; Mié-Dom 10-17:30hrs. Admisión general, 45
pesos; estudiantes y maestros, 22.50; entrada libre para niños
menores de 12 años, Inapam, Prepa Sí (GDF) y En contacto
contigo (UNAM); Mar, entrada libre general. Tel. 5702 2991.
www.sanildefonso.org.mx
ARTES ESCénicas
fotografía: cortesía sistema de teatros cdmx
Teatro de sombras 2.0
Compañía de Teatro de Sombras Gekidan Kegeboushi
Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Donceles 36. M Allende y Bellas Artes, MB Bellas Artes, Ecobici República de
Cuba-Bolívar. Sáb 22 y Dom 23 de agosto, 13hrs.
Admisión general, de $234 a $118; 50% de descuento a
estudiantes, maestros, militares, miembros de Inapam y
trabajadores de gobierno con credencial vigente.
Horario de taquilla: Mar-Dom 11-14:30 y 16-19hrs.
La Compañía de Teatro de Sombras Gekidan Kegeboushi combina en sus espectáculos el arte del teatro de sombras
tradicional, títeres y acrobacia, potenciando sus imágenes con música contemporánea y proyectores multimedia
de alta tecnología.
A veces, sin más artilugio que las
manos y un proyector, los intérpretes
recrean animales, personajes o paisajes;
el dominio del lenguaje corporal es la
clave en esta parte del espectáculo.
En otras secciones, mediante títeres,
luces y música cuentan relatos de amor,
valentía o nobleza, en los que los personajes enfrentan situaciones difíciles y
retadoras.
El espectáculo hunde sus raíces en
el periodo histórico japonés conocido
como Edo (siglos XVII-XIX), cuando se
desarrolló la tradición escénica de representar objetos y animales con las manos, valiéndose de lámparas giratorias.
Fundada en 1978, la Compañía se ha
presentado en más de 20 países y este
mes estará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, para sorprender a las familias capitalinas. No se lo pierda.
LIBROS
La ciudad que nos inventa
Héctor de Mauleón ha hecho de sus crónicas sobre el Primer Cuadro una vocación. En este libro, compuesto por más
de 100 textos breves, el escritor recorre
hechos y personajes poco conocidos de
la ciudad, a lo largo de seis siglos.
Desde 1509, año de augurios ominosos para Moctezuma II, hasta 2014, cuando el cronista advierte que el Paseo de
la Reforma ha dejado de ser “la antigua
colonia de los ricos, los extranjeros, los
potentados…” y se ha convertido en una
avenida de “palacios de cristal que apabullan con su verticalidad exultante”.
Mauleón nos informa, por ejemplo,
de las mudanzas de la fachada de la primera catedral metropolitana: fue llevada, “piedra por piedra” de su primer
emplazamiento, a Santa Teresa la Antigua, en 1625; de allí fue desmontada y
reconstruida nuevamente, en 1691, en
el templo de Jesús Nazareno, ubicado
en República de El Salvador, entre 20 de
Noviembre y Pino Suárez. O cómo los
citadinos vivieron la inauguración del
metro como una aventura, en 1969.
Gracias a una prosa sencilla y amena, sin darnos cuenta, leemos casi de
una sentada las 396 páginas de La ciudad
que nos inventa.
La ciudad que nos
inventa
Héctor de Mauleón,
La ciudad que nos
inventa. Crónicas de
seis siglos, Ediciones
Cal y Arena, México,
2015, 396 p. De venta en Gandhi, FCE
y otras. $231–$330,
según la librería.
imagen: cortesía antiguo colegio de san ildefonso
Km.cero núm 85 Agosto 2015
12
Agosto 2015 núm 85 Km.cero
13
ilustraciones: griselda ojeda
UN ZOOLÓGICO DE ARTE
Te vas a encontrar con un lobo azul y
negro con puntos y rayas blancas muy
delgaditas, que parece aullar a todo
pulmón. Te vas a quedar pasmado con
decenas de colibríes de mil colores
aleteando sobre tu cabeza. Te vas
a topar con los torsos de unos
venados que forman un
candelabro de cerámica. Te
vas a sorprender con una
mariposa monarca y unas
tortugas de río. Y no se diga,
con unos jaguares y patos tallados y pintados a mano…
En estos días, una sala
del Museo de Arte Popular (MAP) está
convertida en zoológico. La exposición
La zoología en el arte mexicano reúne 600
piezas de arte popular realizadas
por artesanos o por artistas reconocidos. Por ejemplo, hay una
gran escultura con forma de mariposa, de Brian Nissen, y también
sapos y culebras creados por Francisco
Toledo.
Si has ido al Templo Mayor o al Museo de Antropología, recordarás que
desde los tiempos prehispánicos
los animales han sido convertidos en esculturas o pinturas.
Aquí en el MAP encontrarás algunos
de esos ejemplares antiguos, que son algo
así como los abuelos de estas magníficas
bestias hechas por manos mexicanas.
Museo de Arte Popular
Revillagigedo 11 esquina Independencia. M Juárez, Ecobici IndependenciaAzueta. Hasta el 27 de septiembre de
2015. Mar-Dom 10-18hrs., Mié 10-21hrs.
Admisión: general, $40; libre, para niños
menores de 13 años, artesanos, personas con alguna discapacidad, personas
mayores de 60 años, estudiantes y
profesores; Dom, entrada libre general.
Tel. 5510 2201.
www.map.df.gob.mx
Desde hace años, la especiada y colorida
cocina india está representada en el Centro por un restaurante que funciona en
el Portal de los Mercaderes.
Pero ahora hay dos más, ambos a
unos pasos del Zócalo. Se llaman India
Town, y sus delicias vegetarianas son
preparadas por chefs traidos de la India.
La casa matriz, abierta en 2013, está
en el tercer piso de una tienda de ropa y
artesanías indias ubicada en 16 de Septiembre.
Allí la especialidad es el thali: una
charola con muestras de platillos como
lentejas negras, queso fresco en salsa
roja con especias de la India, vegetales
con curry e incluso lassi —bebida de yogurt natural­— (sencillo, $149; especial
para dos personas, $195). Esos y otros
platillos también se pueden pedir a la
carta. Los sábados y domingos, a partir
de las 15:30hrs. hay un espectáculo de
danzas indias.
La sucursal de Madero abrió el año
pasado. Allí también hay carta, pero lo
mejor es el bufet ($175, adultos; $105,
niños), con platillos como arroz basmati con frutos secos y nueces de la India;
pan naan con mantequilla; lentejas; berenjenas con especias; okra —un vegetal nativo de aquel país— en salsa roja,
y ensaladas.
Fotografía: cortesía museo nacional de arte.
La India en el Centro
India Town Casa Matriz
India Town Madero
16 de Septiembre 79, local
300, 3er. piso. M Zócalo,
Ecobici 2ª Cerrada de 5
de Mayo-Palma. Lun-Dom
12:30-20:15hrs. Se aceptan
tarjetas de crédito.
Tel. 5512 3165.
Madero 69 1er. piso, M
Zócalo, Ecobici 2ª Cerrada
de 5 de Mayo-Palma. LunDom 13-20:30hrs. Se aceptan tarjetas de crédito.
Tel. 5510 9256.
hospedaje
fotografía: cortesía chaya bed&breakfast boutique
Un bed&breakfast boutique
Chaya Bed&Breakfast Boutique
Doctor Mora 9. M y Metrobús Hidalgo, Ecobici Juárez-Revillagigedo. Aceptan tarjetas de crédito. Tel. 1189 0054.
www.chayabnb.com
El proyecto de Barrio Alameda (Dr. Mora
9) intervino un edificio de los años veinte para convertirlo en el más nuevo centro comercial del Centro Histórico. Tres
empresarios hosteleros aprovecharon y
remodelaron los cuartos de azotea del
edificio para abrir Chaya Bed&Breakfast
Boutique.
Los convirtieron en dos suites muy
amplias e iluminadas —tienen una
envidiable vista a la parte poniente de
la Alameda— con muebles de madera
de color natural y estructuras de metal
como la bañera y las mesitas de servicio
(ambas, 190 dólares/noche).
El lugar dispone de otras nueve habitaciones menos espectaculares, pero
cómodas, con camas queen size, y buena
iluminación gracias a que dan al patio
interno (130-160 dólares/noche).
La tarifa incluye desayuno continental, wifi, atención las 24 horas, lap
top a solicitud del huésped; se aceptan
niños y mascotas.
Además, hay un relajante patio de
hamacas, por el que se asoma —amarilla, imponente— la torre del antiguo
convento de San Diego, hoy Laboratorio
Arte Alameda. Un lujo que pocos hostales se pueden dar.
fotografía: eikon.com.mx
restaurantes
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Km.cero núm 85 Agosto 2015
El Complot Mongol
en san jerónimo
Cuatro pintoras conmemoran los 100 años del nacimiento del escritor
Rafael Bernal con sendos murales enfocados en los personajes
femeninos de la primera novela negra mexicana.
Por Elisa Díaz
Fotografías: Itzel Carrillo/EIKON.COM.MX
Los fines de semana, cuando los locales del pasaje américa están cerrados, se instala el bazar dim, con su oferta de alimentos, ropa y accesorios, joyería y más.
Mariana Ochoa, momo, y JOCELYNE SANTANA, mahenta power, son autoras de este fragmento del mural.
A
llí donde la calle San Jerónimo se convierte en
una plaza arbolada, casi,
como diría el escritor Rafael Bernal
(1915-1972), en “un callejón ansioso
de misterios”, el visitante descubrirá
cuatro murales con algo en común:
todos tienen motivos chinos.
Los murales, que se podrán visitar hasta octubre, se encuentran en
el tramo entre Isabel La Católica y 5
de Febrero, frente a la Universidad
Claustro de Sor Juana.
El conjunto está inspirado en la
obra más celebre de Bernal, El complot mongol (1969), que no sólo es la
piedra fundacional de la novela negra mexicana, sino también una ácida crítica a la política nacional.
El protagonista, Filiberto García,
un ex revolucionario convertido en
pistolero a sueldo, y más mexicano
que los chilaquiles, debe desmantelar
un supuesto complot para asesinar al
Presidente estadounidense durante
una gira que éste realizará por México. Pero García termina enfrentando
a demonios más bien domésticos…
La trama se desenvuelve en sitios
emblemáticos como la Alameda, en
esquinas pintorescas, calles y callejones del barrio chino, pero también
muestra la sordidez y la soledad. Más
que un telón de fondo, el Centro es
un personaje.
El conjunto mural forma parte
del Programa de Murales Artísticos
que auspicia el Fideicomiso Centro
Histórico de la Ciudad de México, y
se realizó en colaboración con Editorial Planeta y la Tienda de Spray 360,
para conmemorar los 100 años del
natalicio de Bernal quien, además de
ser diplomático y viajero empedernido, escribió ocho novelas, poesía y
dramaturgia.
Tras la lectura de El complot…
Mayola Narváez, Genevieve Rae,
Mahenta Power y Momo hicieron una
interpretación visual centrada en los
personajes femeninos: Martita, el
amor platónico del macho García, y
Anabella, una estadounidense que
intenta distraerlo de su objetivo.
Mayola Narváez celebró el ambiente de cooperación que se dio
mientras realizaban los murales.
“La gente se nos acercaba e incluso
se sentaban para vernos trabajar”,
cuenta. “Muchas mujeres nos decían que qué bueno (…) que fuéramos mujeres quienes pintábamos”.
Para Narváez, ganadora del premio de cuento “José Revueltas” organizado por la Coordinación General
de Prevención y Readaptación de la
SSP, entre otros, el mural es especialmente significativo, pues se trata de
su primer proyecto tras haber salido
del reclusorio.
Como parte de los festejos, Planeta organizó durante julio recorridos por los sitios donde transcurre
el thriller. Frente al bar La Ópera, el
guía explicaba cómo en las novelas
negras “no existe ya una confianza
en el sistema político o en la ley”. La
novela negra, por lo visto, le queda a
México como anillo al dedo.
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Fotografía: Itzel Carrillo/EIKON.COM.MX
Fotografías: arturo fuentes
Fotografía: Itzel Carrillo/EIKON.COM.MX
Agosto 2015 núm 85 Km.cero
arriba: sección realizada por genevive rae; el tazón chino tiene motivos prehispánicos. abajo: fragmento realizado por lourdes mayola narváez.
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Km.cero núm 85 Agosto 2015
CIUDADANO
DEL CENTRO
Es una sección de Km. cero para orientar a los vecinos y visitantes
en el cuidado del Centro Histórico. La zona es patrimonio de la
Humanidad, y es responsabilidad de todos preservarla para heredarla, en las mejores condiciones, a las generaciones que vienen.
¿QUÉ HACEMOS
Cuando el virrey
Revillagigedo se hizo
cargo de Nueva España
(1789-1894) tomó medidas
para que los habitantes
de la Ciudad de México
dejaran de echar basura en
la calle y creó el servicio
de limpia. Esto funcionó a
medias, en parte porque
los vecinos se resistieron a
cooperar.
CON LA
BASURA?
Por sandra ortega
ESTácomprobadoquePARARESOLVERELPROBLEMA
delabasurasenecesitalacolaboracióndetodos.
y más ahora,
que somos
tantos.
La trepidante actividad comercial y de servicios
que hay en el Centro Histórico y el gran número
de visitantes que recibe —hay días que llega a los
dos millones— generan
111.3toneladas
Los desechos deben
separase en orgánicos
e inorgánicos, dentro del
domicilio o local, antes de
entregarlos al servicio de
recolección.
dedesechos
¿generasmásde50kilos
de residuos al día?
La vía
pública (banquetas,
calles, plazas y
jardines) no debe
utilizarse para
depositar ningún
residuo.
Entonces tienes la obligación de
instrumentar un plan de manejo para la
correcta separación y disposición final de
esos residuos. Es la Secretaría del Medio
Ambiente del Distrito Federal (SEDEMA)
quien autoriza estos planes.
Arrojar o abandonar residuos en la vía
pública, acumular escombro, crear basureros
clandestinos o quemar basura, son causa de
sanciones. Se pueden denunciar en la página
electrónica (www.sedema.df.gob.mx), o en las
oficinas de la SEDEMA, ubicadas en Edificio
Juana de Arco, Tlaxcoaque 8, en el Centro.
Lunes a viernes, de 9 a 13:30 hrs.
¿ylosresiduoslíquidosgrasos?
ilustraciones: Griselda Ojeda
Verter aceites y grasas al sistema de drenaje
contamina los mantos acuíferos, obstruye los
sistemas de desagüe y es peligroso, pues llegan a
ser altamente inflamables.
Es obligatorio entregar este tipo de residuos
a empresas especializadas. Existen varias
autorizadas por la SEDEMA. Esas empresas
recolectan aceites y grasas producto de la
preparación de alimentos, y los reciclan. Algunas
pagan por recoger este tipo de sustancias. Dos de
ellas son La luz de la ecología México
(Tel. 6305 6285) o Biofuels (Tel. 1742 1518).
CUANDO
VENGAS AL
CENTRO...
Los propietarios
o usuarios de
los inmuebles
deben mantener
limpios los frentes
de las viviendas o establecimientos.
I
O
La recolección de basura a domicilio, y
la limpieza de las calles están a cargo
de las delegaciones políticas, de la
Secretaría de Obras y Servicios del
Distrito Federal y de la Intendencia del
Centro Histórico.
Estos servicios pueden solicitarse
directamente a los Centros de Servicios
y Atención Ciudadana (CESAC), de las
delegaciones.
Los ciudadanos debemos hacernos responsables de
nuestros desechos. Así contribuimos a la limpieza del
Centro y al cuidado del medio ambiente.
Si vienes de compras o de paseo, no tires la basura en la calle, busca
un bote o un carrito recolector. También puedes llevar una bolsa o
usar alguna que te hayan dado en la compra de algún producto para
guardar los desechos y tirarlos en el basurero de tu casa. Con estos
sencillos gestos aligeras la enorme carga de quienes se dedican a
barrer las calles del Centro, un trabajo titánico.
Y tán-tán
Elaborado con información del Manual ciudadano para el cuidado del Centro Histórico y con la colaboración de la Intendencia del Centro Histórico.
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