La maquinaria va por dentro

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La maquinaria va por dentro
Luis Alberto Chávez
I
Para entender el funcionamiento de la maquinaria reeleccionista de Fujimori, es
necesario observar detenidamente una escena que se repitió por diversos puntos del
interior del país en las últimas elecciones municipales.
Un hombre enviado desde Lima, llegaba y convocaba a los principales funcionarios
de gobierno. Desde el teniente gobernador hasta el jefe de Foncodes, pasando por
directivos de organismos autónomos como el PRONAA e incluso coordinadores del
programa de alfabetización del Ministerio de la Mujer. La directiva era concreta: apoyar
a los candidatos de «Vamos Vecino». Nadie cuestionaba la autoridad del visitante.
Obedecían sus instrucciones y ponían en práctica el plan descrito. El hombre
explicaba los objetivos de gobierno, justificaba la necesidad del apoyo, indicaba la
forma de ayuda, resolvía problemas de logística, disponía de efectivo para contratar
servicios o comprar lo que fuese necesario.
Era el coordinador un personaje dependiente de la cúpula del poder, capaz de
mimetizarse con el entorno social muy rápidamente.
Versiones similares fueron descritas por movimientos políticos que impugnaron los
resultados electorales en diversas provincias. No sólo revelan el uso de los
organismos de Estado, sino el manejo de los funcionarios públicos por parte de
personajes dotados de poder. El sistema, según todos los indicios, fue diseñado y
opera bajo supervisión de quien hoy por hoy es considerado el segundo hombre
dentro del grupo de poder del presente regimen: Absalón Vásquez Villanueva.
II
Absalón Vásquez tiene una modesta oficina en Palacio de Gobierno, pero casi nunca
aparece por allí. Una secretaria atiende las llamadas telefónicas y recibe la
documentación que le llega. El despacho preferido del asesor está en República de
Chile, en pleno centro de Lima, un lugar de muy difícil acceso al que sólo ingresan los
contactos que maneja en todo el país y a los que encarga trabajos políticos.
Absalón capta con facilidad asombrosa a cuadros políticos de tiendas diversas.
Quienes lo han tratado le reconocen una cualidad desarrollada para convencer a
oositores políticos, sean éstos de izquierda o del APRA. Ahora bien, es difícil definir
con claridad la estructura de la maquinaria reeleccionista a partir del trabajo de un solo
hombre (en especial si tenemos en cuenta el componente militar y los aparatos de
inteligencia que forman parte del engranaje), pero puede asegurarse que básicamente
éste consiste en un juego de relaciones de asesores de alto nivel con el aparato
administrativo de gobierno, y con organizaciones gremiales o institucionales.
En el primer caso, lo que se busca es copar la administración pública con
funcionarios de confianza que rotan de puesto en puesto, según se les necesite.
Absalón ha logrado aquí una gran influencia. Su tablero político incluye piezas en la
mayoría de los Consejos Transitorios de Administración Regional, a las que maneja a
través del viceministro de Desarrollo Regional del Ministerio de la Presidencia, Freddy
Moreno, ex prefecto de Huaraz y ex presidente regional de la ex Región Chavín, tierra
de la congresista María Jesús Espinoza, fiel seguidora de Absalón desde los tiempos
del APRA.
Otra de sus fichas claves está en la dirección de gobierno del Ministerio del Interior,
donde su actual director, César Morgan Alcalde, es el encargado de nombrar a
prefectos, subprefectos y gobernadores a nivel nacional.
Morgan fue desde 1995 viceministro de Desarrollo Social y como tal manejaba el
Programa Nacional de Alimentos (PRONAA), organismo fundamental en la relación
con los comedores populares y en la vinculación del jefe de Estado con las mujeres de
los sectores populares, que fue el escenario preferido de Fujimori para dirigir sus
discursos durante la campaña por la reelección.
Tras su salida del Ministerio de la Presidencia, Morgan fue llamado por Absalón
Vásquez para ocupar la Prefectura de Lima, cargo que le permitió manejar la fuerza
pública en marchas y mítines en la capital. Los ex trabajadores del SITRAMUN,
enfrentados al alcalde de Lima, se beneficiaron con la permisividad de la policía
durante su período.
Otro frente de poder ganado por Absalón es el novísimo ESSALUD (ex IPSS), que
preside su primo, Manuel Vásquez. Una primera victoria política en este campo ha
sido lograr que los alcaldes puedan pagar su cuantiosa deuda al Seguro de manera
fraccionada, con intereses promocionales o con terrenos de propiedad municipal.
La iniciativa fue presentada por la cuestionada junta directiva de la AMPE que preside
el alcalde de Chimbote, Guzmán Aguirre Altamirano, hombre que también responde al
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llamado del asesor presidencial.
Pero el caso más notable de manejo de un organismo público ocurre en Foncodes.
Miguel Ventura Napa, su director ejecutivo, reemplazó, en vísperas de las elecciones
municipales, al ing. Alejandro Afuso Higa, técnico de reconocido prestigio que fue
tentado a desviarse de los objetivos del programa, nada menos que por el mismísimo
Alberto Fujimori.
III
El caso ocurrió en los primeros días de junio del año pasado. El director ejecutivo del
Fondo de Compensación y Desarrollo (Foncodes), Alejandro Afuso Higa, fue llamado
a Palacio de Gobierno. No era raro; el presidente acostumbra despachar directamente
con funcionarios de organismos p`blicos descentralizados, sin que el ministro del ramo
se entere. En este caso, además, el jefe de Estado es el presidente del directorio de
Foncodes.
Luego de pasar revista a la ejecución del presupuesto –unos US$ 620 millones para
ese año–, e intercambiar generalidades respecto al funcionamiento del programa,
Fujimori entró de lleno al tema que le interesaba. Sin rodeos, le señaló a Afuso Higa la
necesidad de dar «nuevos aires» a Foncodes, sobre todo a nivel de los jefes
departamentales zonales, a quienes, insinuó, «es necesario cambiar».
«–Yo soy medio necio, así que me hice el que no entendía–», confesó semanas
después el propio Afuso Higa en una conferencia, que casi no trascendió, con la
prensa extranjera acreditada en el Perú.
Aquella pincelada revelada por Afuso mostró que el deseo del presidente era
reorientar el manejo de Foncodes y ponerlo al servicio de la campaña electoral
municipal que se avecinaba.
El cambio, por supuesto, ocurrió. Foncodes se alineó con la campaña municipal;
Ventura Napa sigue en el cargo, y cuando la ministra Rizo Patrón lo quiso remover,
salió la ministra y quedó Ventura.
IV
Pero la maquinaria reeleccionista también está formada por piezas institucionales. Es
el caso del control ejercido en la Organización Nacional Agraria, la Asociación de
Empresas Comunales, PRONAMACHCS, y la Asociación de Municipalidades del Perú
(AMPE). En este último ejemplo, vale la pena detenerse.
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«Vamos Vecino» es el frente municipal del gobierno. Formado como proyecto
electoral para las elecciones municipales de octubre de 1998, es ahora, tras la cuasi
desaparición de Cambio 90, uno de los brazos más activos de la reelección.
La toma de AMPE la analizamos en una nota anterior, pero lo sucedido este año
revela hasta qué punto esta institución que representa a los gobiernos locales es
importante en los planes de Fujimori.
El 16 de enero pasado la facción de «Vamos Vecino» en AMPE realizó un congreso
nacional para renovar a la junta directiva de la institución, desconociendo un acuerdo
anterior de realizar el certamen en una fecha posterior.
La información oficial señaló que asistieron 1,100 alcaldes al cónclave ofi-cialista. Si
tenemos en cuenta que a nivel nacional existen 1,812 autoridades locales entre
provinciales y distritales, esto quería decir que «Vamos Vecino» logró convocar a
aproximadamente el 60%. Pero si en las recientes elecciones municipales «Vamos
Vecino» ganó 565 alcaldías a nivel nacional (31%), ¿cómo logró duplicar su poder de
convocatoria en apenas dos meses de trabajo?
El promedio de asistencia a certámenes similares ha sido hasta 1996 de 400 a 500
alcaldes, 30% del número total de autoridades locales. Esto se debe a la propia
debilidad institucional de la AMPE y a su escasa influencia política. Durante su gestión
Luis Guerrero realizó congresos co un ligero aumento de asistencia: 500 alcaldes en
Huamanga; 800 en Cajamarca; 700 en Cusco; y 400 en Lima para uno de carácter
extraordinario.
Si «Vamos Vecino» logró convocar a más de mil alcaldes y Guzmán Aguirre
Altamirano fue electo presidente de la AMPE con más de ochocientos votos,
estaríamos ante un fenómeno político de envergadura. En sólo dos meses «VV»
habría convencido a un número similar de alcaldes al que logró ganar en las
elecciones municipales.
Pese a todas estas incongruencias, ventilándose en el poder judicial un juicio contra
Guzmán Aguirre Altamirano por usurpación de funciones, Fujimori recibió en Palacio
de Gobierno hasta en cuatro oportunidades a esta ilegímima junta directiva de la
AMPE.
V
Que el jefe de Estado tome partido por una directiva cuestionada, sin importar la
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decisión del Poder Judicial sobre la materia, revela no sólo una falta de respeto a las
instituciones del país sino un deseo de avanzar en el terreno de las instituciones de la
sociedad civil.
El mensaje a los alcaldes es claro: «El Poder soy yo».
Guerrero propuso los mismos proyectos que ahora presenta Guzmán Aguirre, pero
no le hicieron caso. Ni siquiera logró que el Congreso discutiese la Ley Orgánica de
Municipalidades aprobada en dos congresos nacionales. Federico Salas hizo una
cabalgata hacia Lima y no fue recibido por el presidente. Dos años después, cuando el
alcalde huancavelicano no esconde sus pretensiones de llegar a mayores en política,
es objeto de amenazas y de zancadillas a su gestión edil.
Mientras esto ocurre, el vicepresidente Ricardo Márquez –¿pensando en el
«fujimorismo sin Fujimori»?– parece animado a trazar su propio juego y alienta la
formación de un movimiento político, Poder 2000, enraizado en grupos sociales
ligados a pequeños y medianos empresarios. Pero, como siempre, hay quienes
señalan que otros grupos como Perú al 2000 y Alternativa Democrática están siendo
a la vez impulsados por el incansable Absalón con miras a aglutinar a diversos
sectores sociales en movimientos de fachada que compitan con otras agrupaciones
por la llegada al Parlamento. Aunque esta última versión resulte extraña, de lo que
nadie duda es de que la maquinaria reeleccionista bien puede no ser un reloj suizo,
pero funciona.
desco / Revista Quehacer Nro. 117 / Mar. – Abr. 1999
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