Sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco sobre el reglamento taurino

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Id. Cendoj: 48020330022009100527
Organo: Tribunal Superior de Justicia. Sala de lo Contencioso
Sede: Vizcaya
Sección: 2
Tipo de Resolución: Sentencia
Fecha de resolución: 02/10/2009
Nº Recurso: 305/2009
Ponente: JOSE ANTONIO ALBERDI LARIZGOITIA
Procedimiento: CONTENCIOSO
TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DEL PAÍS VASCO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
RECURSO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO N° 305/09
DE Ordinario Ley 98
SENTENCIA NUMERO 611/2009
ILMOS. SRES.
PRESIDENTE:
DON ÁNGEL RUIZ RUIZ
MAGISTRADOS:
DON LUIS ÁNGEL GARRIDO BENGOETXEA
DON JOSÉ ANTONIO ALBERDI LARIZGOITIA
En BILBAO (BIZKAIA), a dos de octubre de dos mil nueve.
La Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal
Superior de Justicia del País Vasco, compuesta por el Presidente y Magistrados antes
expresados, ha pronunciado la siguiente SENTENCIA en el recurso registrado con el
número 305/09 y seguido por el procedimiento Ordinario, en el que se impugna: el
Decreto 183/2008, de 11 noviembre, del Gobierno vasco por el que se aprueba el
reglamento de espectáculos taurinos.
Son partes en dicho recurso:
-
DEMANDANTE:
ESPECTÁCULOS
ASOCIACIÓN
TAURINOS,
NACIONAL
representada
por
DE
la
ORGANIZADORES
Procuradora
Dª.
DE
PAULA
BASTERRECHE ARCOCHA y dirigida por el Letrado D. ENRIQUE GARZA GRAU.
- DEMANDADA:. ADMINISTRACIÓN GENERAL DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA
DEL PAIS VASCO, representada y dirigida por el LETRADO DE SUS SERVICIOS
JURÍDICOS.
Ha sido Magistrado Ponente el Iltmo. Sr. D. JOSÉ ANTONIO ALBERDI
LARIZGOITIA
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- El día 19 de febrero de 2009 tuvo entrada en esta Sala escrito en el que
la Procuradora Dª. PAULA BASTERRECHE ARCOCHA actuando en nombre y
representación
de
la
ASOCIACIÓN
NACIONAL
DE
ORGANIZADORES
DE
ESPECTÁCULOS TAURINOS, interpuso recurso contencioso-administrativo contra el
Decreto 183/2008, de 11 noviembre, del Gobierno Vasco por el que se aprueba: el
reglamento de espectáculos taurinos; quedando registrado dicho recurso con el número
305/09.
SEGUNDO.- En el escrito de demanda, en base a los hechos y fundamentos de
derecho en ella expresados, se solicitó de este Tribunal el dictado de una sentencia por
la que se declare la nulidad de pleno derecho de lo establecido en los artículos 98, 99,
33, 34, 9.2.c, 41.2, 32, 35, 36, 37, 46.2, 89,5, 93, 100, 101, 102.1, y 110.1.b) c) d) y e).
TERCERO.- En el escrito de contestación, en base a los hechos y fundamentos de
derecho en ellos expresados, se solicitó de este Tribunal el dictado de una sentencia
desestimando la demanda en todos y cada uno de sus pedimentos, y declarando
ajustadas a derecho las resoluciones administrativas impugnadas.
CUARTO.- Por auto de 1 de junio de 2009 se fijó como cuantía del presente recurso
la de indeterminada.
QUINTO.- El procedimiento no se recibió a prueba por no haberlo solicitado ninguna
de las partes y tampoco estimarlo necesario el Tribunal.
SEXTO.- En los escritos de conclusiones, las partes reprodujeron las pretensiones
que tenían solicitadas.
SÉPTIMO.- Por resolución de fecha 23/09/09 se señaló el pasado día 29/09/09 para
la votación y fallo del presente recurso.
OCTAVO.- En la sustanciación del procedimiento se han observado los trámites y
prescripciones legales.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS
PRIMERO; Es objeto de impugnación en el presente recurso' contenciosoadministrativo
interpuesto
por
la
Asociación
Nacional
de
Organizadores
de
Espectáculos Taurinos el Decreto 183/2008, de 11 noviembre, del Gobierno Vasco por
el que se aprueba el reglamento de espectáculos taurinos.
La asociación recurrente pretende la anulación de los artículos 98, 99, 33, 34, 9.2.C,
41.2, 32, 35, 36, 37, 46,2, 89.5, 93, 100, 101, 102.1, y 110 1.b),c),d) y e).
En esencia impugna los citados preceptos, en los términos que más adelante se
analizarán, partiendo de la premisa según, la cual es de directa aplicación de la Ley
10/1991, de 4 abril, de espectáculos taurinos, por su carácter especial respecto de la
Ley vasca 4/1995, de 10 de noviembre, de espectáculos públicos y actividades
recreativas, criterio a partir del cual concluye que el decreto impugnado infringe la Ley
10/1991, y supone una publicación encubierta de una actividad privada que hallándose
vedada incluso para el legislador, con mayor razón lo está para normas de rango
reglamentario como la impugnada.
La Administración de la Comunidad Autónoma del País Vasco se opuso al recurso
alegando en esencia que la Comunidad Autónoma, del País Vasco (CAPV). tiene
competencia exclusiva en materia de espectáculos de acuerdo con lo previsto por el
artículo 10.34 del Estatuto de Autonomía para el País Vasco, y asimismo, tiene
competencia en materia de seguridad pública de acuerdo con el articulo 17 del Estatuto
de Autonomía, en cuyo ejercicio aprobó la Ley 4/1995, de 10 noviembre de
espectáculos públicos y actividades recreativas, que en esencia sujeta su celebración a
la preceptiva autorización administrativa, y contempla una delegación legislativa al
gobierno para dictar la reglamentaciones especificas necesarias, en virtud de la cual se
aprueba el reglamento impugnado. En suma rechaza la vinculación del reglamento
impugnado a la Ley 10/1991 por no resultar de aplicación en el ámbito del País Vasco.
SEGUNDO: El reglamento impugnado se dicta por el Gobierno vasco en virtud de la
habilitación legal conferida con carácter general por el art. 5 y por la disposición final
primera de la Ley vasca 4/1995, de 10 de noviembre de espectáculos públicos y
actividades recreativas.
La Ley vasca 4/1.995, se dicta en ejercicio de la competencia exclusiva que a la
CAPV reconoce el art. 10.38 EAPV en materia de espectáculos. En ella se define el
concepto de espectáculo público a los efectos de dicha ley, incluyendo como objeto de
ordenación los espectáculos taurinos, a los que expresamente somete a autorización
administrativa previa en su art. 16-2-d).
La Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de
espectáculos taurinos, tiene por objeto la: regulación de las potestades administrativas
relacionadas con la preparación, organización y celebración de los espectáculos
taurinos, al objeto de garantizar los derechos e intereses del público que asiste a ellos y
de cuantos intervienen en los mismos (art.1).
Su disposición adicional única establece:
"Lo establecido en la presente Ley será de aplicación general en defecto de las
disposiciones específicas que puedan dictar las Comunidades Autónomas con
competencia normativa en la materia, correspondiendo su ejecución a los órganos
competentes de aquéllas, sin perjuicio de las facultades atribuidas al Estado en relación
con los espectáculos taurinos.
La obligación de comunicar a los Gobernadores Civiles la celebración de
espectáculos taurinos y la facultad de suspensión o prohibición de los mismos por
razón de posibles alteraciones del orden público o la seguridad ciudadana, previstas en
el art. 2, serán de aplicación directa en todo el territorio nacional al amparo del art.
149.1.29 de la Constitución (citada)".
De su tenor se infiere que la misma tiene carácter supletorio en defecto de
disposiciones especificas que puedan dictar y las Comunidades Autónomas, lo que
supone un reconocimiento explícito de la competencia autonómica en la materia,
resultando por lo demás muy discutible la habilitación constitucional para el dictado de
normas con carácter supletorio en ausencia de un expreso título competencial, en una
materia como la de espectáculos en que las Comunidades Autónomas han asumido
competencias, y exclusivamente fundadas en el carácter supletorio que al derecho
estatal atribuye el art. 149.3 CE, de acuerdo con la doctrina de las SSTC 147/1991,
118/1996 que recuerda el FJ12 de la STC 61/1997, de 19 de marzo.
Centrando la cuestión en lo que ahora importa, es obligado concluir que dicha ley
tiene, en su caso, carácter supletorio en él ámbito de la CAPV, por lo que teniendo en
cuenta la vigencia de la Ley vasca 4/1995, no resulta de directa aplicación.
TERCERO: Impugna la recurrente loe artículos 98 y 99 del decreto en cuanto
establecen cuantías mínimas en el capital de los seguros que deben contratarse
obligatoriamente, y ello por vulneración de los artículos 33 y 38 de la Constitución al
restringir Indebidamente la libertad de contratación de los empresarios taurinos.
La Administración demandada se opone alegando que el reglamento cuenta en este
punto con la necesaria habilitación legal en el artículo 8 y la disposición transitoria 2ª de
la Ley 4/1995. Además fija la cuantía mínima del seguro atendiendo a criterios objetivos
del número de personas concurrentes, condiciones objetivas de los locales,
instalaciones y servicios y la actividad del personal a su servicio en relación con el
aforo máximo autorizado. Ninguna vulneración de la libertad de empresa se produce a
su entender por exigir unos mínimos a las coberturas de los seguros atendiendo a
criterios objetivos.
El art. 38 CE reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de
mercado, y establece un mandato a los poderes públicos en orden a su, garantía y
protección de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la
planificación.
La libertad de empresa comporta la de establecer libremente la actividad y
desarrollarla en un marco de libertad, pero no puede impedir su regulación, en atención
a la exigencias de la economía general y las derivadas de la defensa y protección de
los demás bienes jurídicos que también la Constitución protege.
Pues bien, los preceptos impugnados establecen la necesidad de un seguro
obligatorio de responsabilidad civil, por unas cuantía mínimas según la clase de plaza y
su aforo, regulación que encuentra una cobertura legal en el art. 8 y la disposición
transitoria 2ª de la Ley 4/1995, y en ausencia de una mínima justificación argumental
de las razones por las que la asociación recurrente considera que dicha regulación
vulnera la libertad de empresa, la Sala no lo aprecia, ya que aparece justificada por la
defensa y protección de los espectadores, su regulación es razonable y fundada en
elementos objetivos, y resulta proporcionada.
CUARTO; Póstula la asociación recurrente en segundo lugar la nulidad de los
artículos 33 y 34 del reglamento impugnado en cuanto sujetan a un régimen de
autorización previa la organización, de los espectáculos, contradiciendo así el régimen
de libre organización y de comunicación previa establecido por el art..2 de la Ley
10/1991, infringiendo la competencia que al estado reserva el artículo 149.1.29ª CE en
materia de seguridad pública, y el régimen del derecho de reunión contemplado por el
artículo 21.2 CE.
La Administración de la CAPV se opone a dicho motivo rechazando la aplicación de
la Ley 10/1991, que únicamente tiene carácter supletorio de acuerdo con su disposición
adicional, siendo directamente aplicable el artículo 16.2.d) de la Ley vasca 4/1995 que
somete a autorización los espectáculos taurinos. De otro lado alega que los
espectáculos taurinos no tienen que ver con el ejercicio del derecho de reunión previsto
por el articulo 21. 2 CE, planteamiento que la Sala comparte plenamente.
Tal y como alega la Administración demandada es la propia Ley 4/1995 la que sujeta
la actividad a un régimen de autorización previa, que el reglamento se limita a
desarrollar.
La Sala no aprecia que la sujeción a un control previo de la administración de la
organización de espectáculos taurinos lesione la libertad de empresa en términos que
exijan el planteamiento de una cuestión de inconstitucionalidad, teniendo en cuenta que
existen importantes razones de seguridad pública que lo justifican.
QUINTO: Alega asimismo la recurrente la disconformidad a derecho de los artículos
9.2.c) y 41.2 del reglamento impugnado en cuanto regulan las plazas de toros
permanentes por constituir una intromisión en la libertad empresarial, que se sustituye
por la voluntad del delegado de la plaza, cual ocurre en la autorización y asignación de
burladeros.
La Administración demandada se opone a dicho motivo de impugnación alegando en
primer lugar que no es el Delegado de la Plaza quien autoriza el número de burladeros,
su distribución y asignación, sino la Dirección de Juego y Espectáculos, y ello con la
finalidad de que puedan transitar los lidiadores, actuantes y los servicios propios del
espectáculo, sin que se trate de una autorización ad hoc cada día que se celebra un
espectáculo taurino. No queda por otro lado a la discrecionalidad de la Administración
decidir las personas invitadas y autoridades, en la medida en que el artículo 9. 2.c)
indica las personas pueden acceder, prohibiendo el acceso a invitados y autoridades a
los burladeros.
Nuevamente, hemos de decir que la regulación de tales preceptos resulta justificada
por la finalidad perseguida por la norma de protección de las personas intervinientes y
por razones de seguridad pública.
La asociación recurrente no ofrece una justificación suficiente de las razones por las
que hayamos de concluir que la regulación es innecesaria y desproporcionada, y como
consecuencia de ello que lesiona la libertad de empresa.
Alega únicamente que queda a voluntad del Delegado de la plaza la disposición y
asignación de burladeros, restando libertad al empresario titular de la plaza a la hora de
permitir el acceso de invitados y autoridades a los burladeros.
El art. 9.2. establece las características de la plazas permanentes, y concretamente
en su apartado c) dispone:
"c) Callejón: es el corredor existente entre la barrera y el muro de sustentación de los
tendidos, de anchura no inferior a 1,50 ni superior a 2,50 metros, para que puedan
transitar los lidiadores, actuantes y los servicios propios del espectáculo. Dentro del
callejón deberán instalarse burladeros para ser ocupados por la Delegación de plaza,
miembros de las cuadrillas, personal de los servicios médico-quirúrgicos y de los
servicios veterinarios y representantes de la empresa organizadora y de la ganadera.
Estas personas deberán permanecer en sus burladeros durante el desarrollo del
espectáculo, excepto para el ejercicio de las funciones que tienen encomendadas por
este Reglamento. Podrán habilitarse burladeros para que los medios de comunicación
realicen funciones de prensa gráfica, con las condiciones y en número establecidos por
la Dirección de Juego y. Espectáculos.
Al objeto de desempeñar funciones de seguridad ciudadana podrán estar presentes
en el callejón miembros de las fuerzas de seguridad.
El número de burladeros, su distribución y asignación, así como las eventuales
modificaciones, deberán contar con la preceptiva autorización de la Dirección de Juego
y Espectáculos."
por su parte al art 41 al regular las funciones de Delegado de la plaza establece entre
otras en su núm 2:
"2. El callejón de la plaza estará bajo la autoridad de la Delegación de plaza, quién
controlará el acceso y ocupación de los burladeros, debiendo ordenar el abandono de
los mismos a aquellas personas no incluidas en el art. 9.2.c) del presente Reglamento."
De dicha regulación se extrae que los burladeros instalados dentro del callejón no
pueden ser ocupados sino por las concretas personas previstas por el art. 9.2.c) y que
la Delegación de a plaza debe controlar que así sea.
De lo que se queja la asociación recurrente es de que con ello se le impide permitir el
acceso de otras personas, lo que considera intrínseco a la libertad de empresa.
La Sala no lo aprecia así, en la medida en que se trata de una regulación que
seriamente fundada en exigencias de seguridad, tal y como la propia recurrente lo
reconoce al alegar que sólo es competente en materia de seguridad el Estado. Una
concreta determinación de las personas que pueden estar en los burladeros parece
razonable desde la perspectiva aludida de salvaguardar la seguridad de las personas y
justifica el sacrificio de la libertad del empresario de obrar a su libre albedrío en la
gestión de su empresa en esta concreta cuestión.
Por lo demás no cabe aceptar que la regulación vulnera competencias del Estado en
materia de seguridad (art 149.1.29ª CE), toda vez que dicho precepto al atribuir al
Estado competencia exclusiva en materia de Seguridad pública, lo hace sin perjuicio de
la posibilidad de creación de policías por las Comunidades Autónomas en la forma que
establezcan los estatutos de autonomía en el marco que disponga una Ley Orgánica,
siendo así que el art. 17 EAPV atribuye a las instituciones de la CAPV el régimen de la
Policía Autónoma para la protección de las personas y bienes y el mantenimiento del
orden público dentro del territorio autónomo, lo que se ha desarrollado a través de la
Ley vasca 4/1992, de 17 de julio de Policía del País Vasco.
En suma las competencias de la CAPV en materia de seguridad legitiman la
regulación impugnada sin que quepa apreciar vicio competencial alguno, como lo
evidencia el hecho de que el estado no haya reaccionado jurídicamente contra dicha
regulación autonómica.
SEXTO: Alega también la disconformidad al derecho de los artículos 32, 89.5 y 93
del reglamento impugnado, en cuanto regulan las escuelas taurinas, y los encierros con
reses de ganado de lidia, por infracción de los artículos 9.3, 14, 44.1, 46 y 148.1.28 CE.
El art. 32.1 sobre Escuelas Taurinas, dispone:
"Artículo 32. Escuelas Taurinas
1. En atención a la tradición y vigencia de la fiesta de toros podrán crearse escuelas
taurinas para la formación de nuevos profesionales taurinos y el apoyo y promoción de
su actividad, previa autorización de la Dirección de Juego y Espectáculos del Gobierno
Vasco.
Podrán inscribirse en escuelas taurinas las personas mayores de 14 años. No
obstante, hasta los 16 años no podrán realizar prácticas con ganado vivo ni participar
en espectáculos taurinos."
El art. 89, dentro de la regulación de los espectáculos taurinos tradicionales regula
los encierros con reses de ganado de lidia, y su núm 5 dispone:
"5. En esta modalidad de espectáculo taurino tradicional no se permitirá la
participación de menores de edad que, únicamente, podrán acudir como espectadores.
Hemos de comenzar nuestro análisis por el examen de la legitimación de la
asociación empresarial recurrente para impugnar la edad de admisión de los alumnos
de las escuelas."
El art 93.1 dispone:
"Artículo. 93. Restricciones a la participación
1. No se permitirá la participación en espectáculos taurinos tradicionales a menores
de 16 años, que únicamente podrán asistir como espectadores. Tampoco se permitirá
la participación de personas que se encuentren bajo la influencia de bebidas
alcohólicas o sustancias estupefacientes o psicotrópicas, o tengan las facultades
volitivas disminuidas."
La asociación recurrente, pese a impugnar los tres preceptos centra su
argumentación exclusivamente en el primero en relación con las restricciones por razón
de edad en el acceso a las escuelas taurinas, lo que por sí mismo obliga a ceñir
nuestro examen a dicho precepto.
Alega que dicha regulación limita el acceso a las escuelas taurinas de los alumnos y
su derecho a la formación que guarda íntima conexión con el derecho al acceso a la
educación consagrado por el artículo 27 y 44.1 CE. A su entender es fundamental que
la formación se inicie lo antes posible tal como, ocurre por ejemplo en el Reglamento
Taurino de Andalucía en que se prevé el acceso a partir de 12 años. La diferente
regulación del reglamento impugnado supone un agravio comparativo. Argumenta al
efecto de la educación y formación de los futuros diestros no debe ser constreñida de
forma gratuita. Finalmente alega que la configuración de la fiesta como espectáculo no
le priva de sus aspectos artísticos, históricos y culturales, perspectiva desde la que
afecta a competencias estatales.
La Administración demandada se opone a dicho motivo de impugnación alegando en
primer lugar la falta de legitimación activa de la asociación recurrente para impugnar lo
referente a las escuelas taurinas, en la medida en que no forman parte de los fines
sociales de la misma de acuerdo con el artículo 4 de sus estatutos. Alega, por lo demás
que el acceso a las escuelas taurinas no forma parte del derecho fundamental a la
educación, y que en cualquier caso la Ley 3/2005, de 18 febrero de atención y
protección a la infancia y la adolescencia, en su capítulo 4 dedicado al derecho a la
cultura y a la protección sociocultural establece en su artículos 26.1, 28 y 29 que la
protección de los niños y adolescentes respecto a espectáculos públicos y actividades
recreativas de pública concurrencia se desarrollará conforme a las previsiones de la
Ley 4/1995, de lo noviembre, que en su articulo 6. 2 establece que reglamentariamente
podrán
prohibirse
determinados
espectáculos
y
actividades
recreativas,
o
condicionarse la participación en los mismos con la finalidad de proteger a la infancia y
a la juventud. Por ello el límite de edad establecido en el reglamento impugnado
responde a esas condiciones socioculturales idóneas con objeto de favorecer el pleno
desarrollo de la personalidad y su plena integración educativa, cultural y social. Niega
asimismo a la recurrente, legitimidad para invocar el artículo, 14 de la Constitución en
relación con el supuesto agravio comparativo de los jóvenes vascos en el acceso a las
escuelas taurinas, sin que por lo demás sea válido el término de comparación.
Finalmente alega que la Nueva Agrupación de Matadores y Rejoneadores, La Unión
Nacional de picadores y Banderilleros Españoles y la Asociación sindical de Mozos de
Espadas y Puntilleros realizaron alegaciones al decreto sin oponerse a los límites de
edad establecidos en el mismo.
A juicio de la Sala no cabe negar a la asociación recurrente legitimidad en orden a la
impugnación de los limites de edad para el acceso a las escuelas taurinas, y ello
porque, si la legitimación se funda en la existencia de un interés legítimo representado
por la obtención de cualquier utilidad o ventaja como consecuencia del éxito de la
acción, es razonable concluir que una asociación de organizadores de espectáculos
taurinos está interesada en que la regulación de las escuelas taurinas no ponga trabas
injustificadas al acceso de los futuros profesionales a las escuelas, y que posibilite la
mejor formación desde la más temprana edad, pues ello redundará en beneficio del
espectáculo que se encargan de promocionar.
Sí carece sin embargo de legitimidad para invocar el principio de igualdad en nombre
de los alumnos del País Vasco que no pueden! acceder hasta los 14 años a las
escuelas taurinas, en relación con los de Andalucía que pueden hacerlo desde los
doce, ya que no es titular de ningún interés propio en relación con ello.
Pues bien centrado nuestro examen en el límite de edad de 14 años para el ingreso
en las escuelas taurinas, y ante el argumento de que en otras comunidades dicho límite
de edad es inferior, así en Andalucía a los doce años, la Sala encuentra que aunque se
invoca por la Administración demandada la legislación de protección de la infancia, no
se llega a explicar razonablemente en el marco de los principios establecidos por la Ley
vasca 3/2005, de 18 de febrero de atención y protección a la infancia y la adolescencia,
cuáles sean las concretas circunstancias que concurren en dicha actividad formativa
para impedir que los menores de 14 años accedan a ella, y la Sala aprecia que no
estamos ante un hecho notorio.
Si el principio inspirador básico ha de ser conforme a los arts. 2 de LO 1/1996, de 15
de enero, y 4 de la Ley vasca 3/2005 el interés superior del menor, y para la
determinación de ese interés se deben tener en cuenta sus necesidades y derechos y
sus opiniones y deseos manifestados con juicio suficiente en el libre desarrollo de su
personalidad, habrá de justificarse la restricción de la edad para el acceso a las
escuelas taurinas, si la misma se opone al deseo del menor de dicha edad de formarse
en ellas.
El establecimiento de dicho límite aparece así desprovisto de una justificación
razonable y presenta claros signos de arbitrariedad, por lo que infringe el art. 9.3 CE,
por lo que el reglamento ha de ser anulado en este punto, sin que le esté dado a la
Sala sustituir al legislador en el establecimiento de, un límite distinto al anulado.
Una diferente respuesta debe recibir a juicio de la Sala la impugnación del límite de
16 años establecido para practicar con ganado vivo y para participar en espectáculos
taurinos, y ello porque sin necesidad de una compleja argumentación, fácilmente se
aprecia que tales actividades entrañan unos riesgos de los que es necesario precaver a
los menores, constituyendo, la edad de 16 años un límite razonable, que entre otras
cosas posibilita el acceso a una actividad laboral.
SÉPTIMO: Postulad la nulidad de los artículos 35, 36.y 39 por infracción de los
artículos 9.3 y 38 de la Constitución, y de los artículos 7 y 11 del Ley 10/1991 en la
medida en que al regular la presidencia de la plaza y sus funciones incrementa sus
funciones y competencias sin reglamentar las responsabilidades que deben ir
aparejadas a dicho incremento. Por otro lado es tan extenso el poder que se confiere a
la presidencia de la plaza, que lesiona los derechos y libertades propias de loa
intervinientes y asistentes al espectáculo y los usos y costumbres del mismo de forma
que se infringen las libertades más esenciales. Señala concretamente da competencia
para controlar la música del espectáculo, que a su juicio limita la actividad del torero
poniendo incluso en riesgo su integridad, y limita al espectador en su derecho a solicitar
la música en un momento determinado. Además introduce entre los criterios para la
selección del presidente el de "ecuanimidad de juicio", criterio subjetivo, que parece
favorecer a quienes ya hayan sido presidentes cerrando el paso a otros posibles
aspirantes a su juicio la elección de presidente debe regirse por aspectos
exclusivamente objetivos atendiendo entre otras cosas a su formación, tal como ocurre
en otras comunidades autónomas en que se exige, la superación de curaos.
La Administración de la CAPV se opone a dicho motivo alegando que el presidente
de la plaza ejerce funciones de autoridad administrativa por lo que no está sometido al
régimen sancionador previsto en la normativa taurina para los particulares, Por lo
demás su nombramiento recae en personas aficionadas de reconocida competencia,
nombradas para un periodo de 4 años por la Dirección de Juego y Espectáculos, oída
la Comisión vasca Asesora para Asuntos Taurinos, valorándose a efectos de su
nombramiento sus conocimientos y experiencia en materia taurina así como su
ecuanimidad de juicio, imparcialidad y objetividad. Cumplidos tales requisitos su
nombramiento discrecional basado en el principio de confianza, hallándose
contemplada su revocación por incumplimiento de sus funciones. Rechaza por lo
demás la aplicación de los artículos 7 y 11 de la Ley 10/1991, si bien entiende que los
artículos impugnados repiten las mismas funciones de tales preceptos estatales
añadiendo algunas funciones y competencias más con una mayor concreción en
algunos aspectos. Insiste asimismo en que los matadores, rejoneadores, picadores y
banderilleros plantearon alegaciones en el procedimiento de elaboración del
reglamento sin aludir para nada a las funciones del presidente.
Puesto que el reglamento impugnado no se relaciona desde el principio de jerarquía
normativa con la Ley 10/1991, resulta irrelevante la afirmación de que incrementa el
elenco de funciones de la Presidencia de la plaza respecto de las previstas en dicha
ley. Ello es perfectamente posible para el legislador vasco de segundo grado en virtud
de la habilitación legislativa con que cuenta para ello.
Siendo ello así, el control de dicha regulación habrá de hacerse desde los cánones
de interdicción de la arbitrariedad del art. 9.3 CE y la asociación recurrente no
proporciona las razones por las que se ha de concluir que la regulación es arbitraría o
vulnera principios constitucionales.
Tampoco aprecia la Sala que la competencia para autorizar la música en la lidia (art
36-h) vulnere el derecho a la libertad de empresa, ni ponga en riesgo la integridad de
los toreros, ni limite el derecho del espectador a solicitar música en un momento
determinado.
Si la música es un elemento importante del espectáculo taurino, y si alguien ha de
decidir los momentos en que debe entrar en escena, no es ilógico ni irrazonable que se
atribuya dicha función a la Presidencia de la plaza, lo que no pone por si mismo en
peligro la integridad de los toreros, lo que en su caso hará un mal uso de la facultad por
la presidencia, ni obstaculiza o impide al público pedirla cuando lo considere oportuno.
Por lo que toca a los criterios para la selección del presidente de la plaza la
recurrente centra su crítica en que exige ponderar la "ecuanimidad de juicio",
extrayendo la conclusión de que con ello se favorece a quienes hayan sido presidentes
previamente.
Dispone al respecto el art. 35.2
"2. La Presidencia de los espectáculos taurinos corresponderá en las plazas de toros
permanentes de primera y segunda categoría a personas aficionadas de reconocida
competencia, nombradas para un período de cuatro años por la Dirección de Juego y
Espectáculos, oída la Comisión Vasca Asesora para Asuntos Taurinos. Se valorará, a
efectos de su nombramiento, sus conocimientos y experiencia en materia taurina, así
como su ecuanimidad de juicio, imparcialidad y objetividad".
La Sala no aprecia en dicha regulación vicio de legalidad alguno, y concretamente
considera que la ecuanimidad de juicio constituye un criterio objetivo y razonable. Dicha
condición no tiene por qué ser valorada necesariamente en relación con quienes hayan
sido previamente presidentes de plaza. Ciertamente que ello permitirá apreciar su
actuación. previa, pero también cabe apreciarla por otros medios respecto de quienes
no lo hayan sido. En cualquier caso la Sala considera que nada, cabria reprochar a un
criterio de selección en el que se valorara especialmente el hecho de la experiencia
previa como presidente de plaza.
OCTAVO: Postula ahora la nulidad del artículo 46.2 del reglamento impugnado por
infracción de los artículos 9.3 y 24 de la Constitución así como infracción del artículo
15.b) de la Ley 10/1991 y del artículo 47. 2 del Reglamento de 2 febrero 1996, en la
medida, en que establece una responsabilidad compartida entre el empresario y el
ganadero en relación con la integridad de las astas, lo que a su juicio lesiona el sentido
común, en la medida en que es el empresario quien compra el toro y el primer
interesado en que sus condiciones estén garantizadas. Alega que no es posible
determinar la manipulación de las astas sino en el reconocimiento post mortem, lo que
supone la exclusiva y excluyente de responsabilidad del ganadero, conclusión a la que
asimismo aboca la regulación de los vicios ocultos en animales efectuada por el articulo
1495 del Código Civil, Finalmente alega que el propio sistema de responsabilidad y
control del ganado establecido en el reglamento por el ganadero desde la finca en la
que se precinta hasta la plaza en la que se hacen las operaciones de desprecinto,
desembarque y reconocimiento veterinario, impide al empresario la custodia de las
reses desde el origen hasta la lidia. Finalmente alega que tal regulación invade
competencias estatales reguladas en los artículos 6, 7 y 9 de la Ley 10/1991 y en el
Reglamento de 1996.
La Administración demandada se opuso a dicho motivo de impugnación alegando
que el artículo 46.2 impugnado no es un tipo infractor sino que establece una
responsabilidad, una obligación de hacer, cual es la de asegurar al público la integridad
de las defensas de las reses de lidia, y se conecta con el artículo 101 sobre derecho a
la integridad del espectáculo, por ello el organizador del espectáculo resulta
responsable de asegurar al publico la integridad de las reses de lidia, al igual que el
ganadero, razón por la cual ha de devolver el importe de las entradas cuando se
producen los hechos descritos en el artículo 101 sin que por ello se le considere
causante de los mismos, y todo ello sin perjuicio de las responsabilidades de
naturaleza contractual entre el ganadero y el organizador de acuerdo con el
ordenamiento vigente en materia de obligaciones y contratos.
El art. 46 al regular la integridad de las astas y sus excepciones, dispone:
" Artículo 46. Integridad de las astas y excepciones
1. Las astas de las reses de lidia en corridas de toros y novilladas picadas estarán
íntegras.
2. Es responsabilidad de la empresa ganadera así como de la empresa organizadora
asegurar al público la integridad de las reses de lidia frente a la manipulación
fraudulenta de sus defensas, y: la' alteración artificial de su comportamiento mediante
la administración de sustancias."
La asociación recurrente interpreta el precepto en el sentido de que tiene naturaleza
sancionadora, sienta una especie de corresponsabilidad entre el ganadero y el
empresario por las infracciones que en dicha materia se cometan.
La Sala aprecia que ello no es así, puesto que sistemáticamente el precepto no se
halla incardinado en el Título XIV relativo al régimen sancionador, sino en el que tiene
por objeto la regulación material del espectáculo taurino (Título VII) y dentro de él en el
capítulo dedicado al control y garantía de la integridad del espectáculo.
Es como alega la Administración el necesario complemento del derecho de los
espectadores a la integridad del
espectáculo (art 101-n), y se limita a sentar la
responsabilidad del empresario organizador del espectáculo de que en materia de
astas, quede garantizada su integridad.
No se establece una especie de responsabilidad punitiva objetiva, o sin,. Culpa, o
bien una responsabilidad por actos de un tercero. La responsabilidad por las
infracciones relativas a la integridad de las astas será imputable a quien tenga alguna
culpa en relación con su manipulación, pero ello no obsta para que se establezca con
claridad que es el empresario el responsable de que se hallen intactas, de la misma
marea que el hecho de que el director de un hospital sea responsable de que la
atención sea adecuada, no le hace necesariamente penalmente responsable de las
infracciones que no le sean atribuibles a título culposo.
NOVENO: Alega la disconformidad a derecho del artículo 100 del reglamento
impugnado por infracción de los artículos 9.2, 105 y 23 de la Constitución, en la medida
en que configura la Comisión vasca Asesora para Asuntos Taurinos como, órgano
consultivo y de participación, omitiendo la participación en la misma de agentes tales
como el titular de la plaza, el empresario, el ganadero, el matador o jefe de cuadrilla y
los subalternos, con lo que se infringen sus derechos de participación, audiencia y
acceso, en contra de lo regulado por el artículo 12 de la Ley estatal 10/1991.
La Administración CAPV..alega que se trata de un órgano de consulta y
asesoramiento en materia de espectáculos taurinos, y no de un órgano de participación
de los agentes actuantes en la fiesta taurina como pretende la demandante. Sin
embargo no queda excluida la presencia en la Comisión de otras personas ya que así
lo contempla expresamente el número 3 del precepto impugnado.
Dispone el art 100.1 que:
" Artículo 100. Comisión Vasca Asesora para Asuntos Taurinos
1. La Comisión Vasca Asesora para Asuntos Taurinos es un órgano que consulta y
asesoramiento en materia de espectáculos taurinos, adscrito al Departamento de
Interior del Gobierno Vasco".
La lectura del precepto pone de relieve que dicho órgano lo es de consulta y
asesoramiento, y no de participación, por lo que carecen de virtualidad los reproches
que la asociación recurrente dirige a dicho precepto por no incluir a determinados
actores que intervienen en el espectáculo.
DÉCIMO: Se postula además la nulidad del artículo los del reglamento por infracción
del artículo 9.3 de la Constitución, 1105 Del Código Civil y artículo 21 de la Ley 4/1995,
al contemplar en supuestos de suspensión del espectáculo el derecho de espectadores
a la devolución del importe del billete, y ello porque de acuerdo con el artículo 21 de la
Ley vasca 4/1995 el derecho a la devolución total o parcial de las entradas tiene como
excepción loe supuestos en que el espectáculo haya comenzado o concurra una causa
de fuerza mayor, entendida de acuerdo con el articulo 1105 del Código Civil, esto es
sucesos imprevisibles o que aun siendo previsibles sean inevitables.
La Administración demanda se opone a dicho motivo alegando que la regulación
prevé el supuesto de fuerza mayor al disponer que si el espectáculo se suspendiese
por causas imputables al organizador habiendo finalizado la lidia de la 2ª res, el público
espectador no tendrá derecho a devolución alguna, lo que es una concreción
reglamentaria del artículo 25.2 de la Ley, 4/1985. Alega por lo demás que el precepto
impugnado no, se extiende a todos los actuantes contratados, ya que las obligaciones
contractuales se rigen por lo pactado y por el derecho común de obligaciones y
contratos.
El precepto impugnado dispone lo siguiente:
"Artículo 101. Derechos del público espectador
1. Los espectadores y las espectadoras tienen derecho a recibir el espectáculo en su
integridad en los términos en que hubiera sido anunciado o publicitado.
2. Los espectadores y las espectadoras tienen derecho a ocupar la localidad qué les
corresponda. A tal fin, por el personal empleado de la plaza, en su caso, se facilitará el
acomodo correcto.
3. Los espectadores y las espectadoras tienen derecho a la devolución del importe
del billete en los casos de modificación del cartel anunciado, aplazamiento y
suspensión del espectáculo.
En los espectáculos taurinos generales, se entenderá modificado el cartel cuando se
produzca la sustitución de alguna o algunas de las personas actuantes anunciadas o se
sustituya la ganadería o la mitad de las reses anunciadas por las de otra u otras
distintas, o bien cuando, por circunstancias sobrevenidas, se produjera la ausencia de
alguno de los espadas anunciados y su lote se repartiera entre los restantes. En este
caso el plazo de devolución del importe del billete se iniciará en el momento del
anuncio de la modificación y concluirá sesenta minutos antes del inicio del espectáculo
cuyo cartel se ha modificado.
En los casos da aplazamiento del espectáculo el plazo de devolución del importe del
billete se iniciará al día siguiente del anuncio del aplazamiento y finalizará cuatro días
después, salvo que se programe el mismo espectáculo en un plazo inferior, en cuyo
caso finalizará una hora antes del inicio del mismo.
En los casos de suspensión del espectáculo el plazo se iniciará al día siguiente de
anunciarse éste y finalizará cuatro días después. No obstante, si el espectáculo se
suspendiese por causas no imputables al organizador habiendo finalizado la lidia de la
segunda res, el público espectador no tendrá derecho a devolución alguna.
Mientras en los lugares indicados para la devolución permanecieren personas
espectadoras pendientes de la misma, no se podrá dar por concluido el plazo.
4. Los espectadores y las espectadoras tienen derecho a que el espectáculo
comience a la hora anunciada. Si se demorase el inicio se anunciará a los asistentes la
causa del retraso. Si la demora fuese superior a una hora, se suspenderá el
espectáculo y el público espectador tendrá derecho a la devolución del importe del
billete.
5 En los espectáculos generales, el público espectador mediante la exhibición de un
pañuelo blanco o similar, podrá instar la concesión de trofeos a que se hubieran hecho
acreedores los actuantes al finalizar su actuación.ª
La crítica de la recurrente se centra en la regulación contemplada en el art 101.3 de
la suspensión del espectáculo y el reconocimiento del derecho de los espectadores a la
devolución del importe del billete, en la medida en que el precepto impugnado sólo
exonera al empresario de la devolución del billete en loa casos de fuerza mayor si la
suspensión se produce tras la lidia de la segunda res, pero en antes, argumentando
que de acuerdo con lo dispuesto por el art. 1105 CC nadie responderá de aquellos
sucesos que no hubieran podido preverse o que, previstos fueran inevitables.
Sin embargo, el art 1105 CC sienta dicha regla "fuera de los casos expresamente
mencionados en la Ley...", siendo así que en el caso, existe una reglamentación que
prevé un concretamente régimen de responsabilidad por incumplimiento del deber de
integridad del espectáculo, siendo por lo demás proporcionada y razonable la
regulación.
UNDÉCIMO: Postula ahora la nulidad del articulo 102. 1 del reglamento impugnado,
en cuanto exige que los menores de 16 años deban asistir acompañados de personas
mayores de edad, lo que considera contrario al artículo 27 CE. Dicha norma infringe y
limita derechos fundamentales y libertades públicas reconocidas por el artículo 27 de la
Constitución, en términos que deben ser regulados con carácter básico y uniforme por
el legislador estatal en virtud de la competencia prevista por el artículo 149.1.1ª CE, en
los términos reconocidos por la sentencia del Tribunal Constitucional 153/1935, de 7
noviembre. Alega finalmente que resulta contradictorio que una persona menor de 16
años pueda recibir formación taurina con la simple autorización de sus padres y sin
embargo no pueda asistir a un espectáculo taurino.
La Administración demandada se opone a dicho motivo de impugnación en términos
sustancialmente coincidentes con los expuestos en relación con la participación de los
menores en las escuelas taurinas.
A juicio de la Sala la propia naturaleza del espectáculo taurino justifica la restricción
que se impone al acceso de menores de 16 años, en la medida en que no es inusual
que en el mismo se produzcan gravísimos daños físicos a los intervinientes, cuyo
impacto en la sensibilidad de un menor de dicha edad justifica la exigencia de que
concurran acompañados por una persona mayor.
Por no demás no son comparables el hecho de recibir formación taurina sin reses
vivas, por definición ajeno a todo riesgo para nadie y la directa presencia en el
espectáculo taurino.
DECIMOSEGUNDO: Postula la nulidad del artículo 110.1 en su apartado b), c) y d),
por infracción de los artículos 19.b) y c) de la Ley 10/1991 y 35.1.c) y d) de la Ley vasca
4/19.25 en relación con los artículos 9.3 y 25 de la Constitución. Argumenta al efecto
que dicho precepto contempla una sanción de mayor gravedad que la prevista por el
artículo 19 de la Ley 10/1991 y por el artículo 35.1 de la Ley 4/1995.
La Administración de la CAPV se opone a dicho motivo de impugnación alegando
que no es de aplicación la Ley 10/1991 y que el precepto impugnado se acomoda a lo
previsto por el artículo 35 de la Ley 4/1995.
El art. 110.1 dispone:
" Artículo 110. De las sanciones
De conformidad con lo previsto en el art. 35 de la Ley de Espectáculos Públicos y
Actividades Recreativas:
1.
Las
infracciones
muy
graves
podrán
ser
sancionadas
alternativa
o
acumulativamente con:
.../...
b) Inhabilitación desde seis meses y un día hasta un año y seis meses para el
ejercicio de la actividad empresarial de ganadería de reses de lidia y de organización
de espectáculos taurinos.
c) inhabilitación para actuar como profesional taurino desde seis meses y un día
hasta un año y seis meses.
d) Clausura de los locales o instalaciones desde un año y un día hasta tres años."
El art 35.1 de la Ley vasca 471995, de 4 de noviembre dispone:
"Artículo 35. De las sanciones
1.-
Las
infracciones
muy
graves
podrán
ser
sancionadas
alternativa
o
acumulativamente con:
.../...
b) Suspensión o prohibición de la actividad o actividades desde un año y un día
hasta tres años.
c) Clausura de local desde un año y un día hasta tres años.
d) Inhabilitación desde seis meses y un día hasta un año y seis meses para realizar
la misma actividad."
La comparación de ambos, precepto obliga a concluir que no concurre el vicio
denunciado, ya que el precepto legal presta la debida cobertura al reglamentario
impugnado.
ÚLTIMO; De conformidad a lo dispuesto en el art. 139 de la Ley de la Jurisdicción, no
concurren méritos bastantes para hacer un expreso pronunciamiento en cuanto a las
costas.
Vistos los artículos citados y demás preceptos de pertinente y general aplicación este
Tribunal dicta el siguiente
FALLO
Que estimando parcialmente el presente recurso n° 305/2009, interpuesto por la
Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos contra el Decreto
183/2008, de 11 noviembre, del Gobierno Vasco por el que se aprueba el reglamento
de espectáculos taurinos, Debemos:
Primero: Declarar la disconformidad a derecho de la expresión "Podrán inscribirse en
escuelas taurinas las personas mayores de 14 años" del párrafo segundo del art, 32.1
del decreto recurrido, que consecuentemente anulamos.
Segundos Desestimar el recurso en lo demás.
Tercero: Sin imposición de costas.
Notifíquese esta resolución a las partes, advirtiéndoles que contra la misma cabe
interponer RECURSO de CASACIÓN ante la Sala de lo Contencioso - administrativo
del Tribunal Supremo, el cual, en su caso, se preparará ante esta Sala en el plazo de
DIEZ DÍAS, contados desde el siguiente al de la notificación de esta resolución,
mediante escrito en el que deberá manifestarse la intención de interponer el recurso,
con sucinta exposición de la concurrencia de los requisitos exigidos.
Así por esta nuestra Sentencia, de la que se llevará testimonio a los autos, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos.
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