Sentencia del TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE GALICIA. (Sala de lo Social);de fecha 6 de noviembre de 1998. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.... Con respecto a las infracciones denunciadas es preciso destacar la reiterada doctrina del Tribunal Supremo recogida, entre otras, en las Sentencias de 5 de julio de 1988 y 20 de mayo de 1991, según la cual para que exista accidente de trabajo es preciso que la lesión concurra de alguna manera y ofrezca conexión con el trabajo, bastando con que el nexo causal, indispensable siempre en algún grado, se dé, sin necesidad de precisar su significación, mayor o menor, próxima o remota, consensual o coadyuvante, debiéndose otorgar dicha calificación cuando no aparezca acreditada la ruptura de la relación de causalidad entre actividad profesional y procedimiento, especialmente desde la presunción de accidente de trabajo que constituye el artículo 84.3 de la LGSS, según la cual se consideran como tales lesiones las que sufre el trabajador en el lugar y tiempo de trabajo, sin que quepa olvidar que son numerosas las sentencias que han afirmado la aplicación de la presunción de laboralidad del artículo 84.3 de la LGSS de 1974 no sólo a los accidentes en sentido estricto o lesiones producidas por la acción súbita y violenta de un agente exterior, sino también a las enfermedades o alteraciones de los procesos vitales que pueden surgir en el trabajo causadas por agentes patológicos internos o externos. En este sentido se han pronunciado, entre otras, las Sentencias de 22 de marzo de 1985, 25 de septiembre de 1986, 29 de septiembre de 1986 y 4 de noviembre de 1988 y más recientemente la Sentencia de unificación de doctrina de 27 de octubre 1992; sin que pueda desdeñarse el hecho de que para la destrucción de la presunción de laboralidad de la enfermedad surgida en el tiempo y lugar de prestación de servicios la jurisprudencia exige que la falta de relación entre la lesión padecida y el trabajo realizado se acredite de manera suficiente, siendo así que no considera la Sala que concurra actividad probatoria que, imponiéndose a la presunción antedicha, acredite de forma inconcusa e irrefutable que no hubo relación alguna entre la lesión y el trabajo, debiendo destacarse que la resultancia fáctica de la propia resolución a quo deja sentado que el fallecido esposo de la actora se encontró mal «durante la jornada de trabajo del día 8 de noviembre de 1993», y que «finalizada la jornada se trasladó al hotel donde se alojaba ... empeorando su estado ... siendo trasladado a un hospital donde fue intervenido de un aneurisma cerebral, que previamente no le había sido diagnosticado, falleciendo en fecha 15 de noviembre de 1993», de lo que cabe colegir que no se discute el hecho de que el malestar inicial surge en el lugar de trabajo -allí se encontraba en comisión de servicio, como refiere el hecho probado tercero de la resolución impugnada- de manera que, aun acaeciendo el óbito sigue jugando la antes meritada presunción, como se deriva de la doctrina jurisprudencial recogida en Sentencias, entre otras, de 9 de junio de 1986, 4 de noviembre de 1988, que aun relativas a casos de infarto son de aplicación al caso, por cuanto si la Sentencia de 5 de mayo de 1982 y 20 de octubre de 1982 afirma que en los episodios cardíacos es amplio el juego de la presunción ante las dificultades de concretar su causa, tal doctrina es ratificada en las Sentencias del Tribunal Supremo de 27 de enero de 1986 y 18 de octubre de 1996 entre otras, estableciendo las Sentencias del Tribunal Supremo de 30 de octubre de 1986, la misma doctrina para hemorragias, aneurismas, edemas pulmonares, y las de 17 de noviembre de 1986 y 10 de noviembre de 1987 para derrames cerebrales; por otra parte, además de los informes médicos aportados por la propia actora, proclives, obviamente, a la consideración de que las particulares condiciones del trabajo que desarrollaba el finado señor A... investigación científica- y las concretas circunstancias en que acaeció el óbito a la sazón en un país extranjero, participando en sesiones desarrolladas en idioma extranjero sin traducción simultánea, de denso contenido fueron causa de que el fallecido se encontrase en una situación de «estrés» y gran tensión psíquica «y pudieron por tanto ser un factor desencadenante de su muerte», no puede olvidarse que los propios servicios médicos de la demandada «la rotura de un aneurisma obedece a causas no determinadas» y «un exceso de estrés puede provocar la rotura, lo mismo que un estornudo o un exceso de fuerza»; esto es, no cabe descartar que el desarrollo de la actividad que el causante de la actora llevaba a cabo al sobrevenirle las molestias que luego derivaron en una agravación de su estado y por último su fallecimiento, luego, de ser sometido a una delicada intervención quirúrgica, fuese factor desencadenante de la muerte, y en consideración a ello, no puede afirmarse la inexistencia de nexo o relación de causalidad y por ende, la presunción de laboralidad ut supra reseñada al no incidir en el caso eventos de tal relieve que descarten la relación entre el trabajo y el siniestro, sin que pueda olvidarse que, al efecto, corresponde a la demandada la carga de la prueba de la inexistencia de tal relación.”