Rendimiento en fútbol (II)

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Rendimiento en fútbol (II). Necesidades
nutricionales de los futbolistas (I)
Aunque son muchos los factores que van a determinar el número de acciones a
lo largo del partido, parece claro que, en términos medios, tanto el número de
actividades como su adecuada ejecución son menores en las segundas partes de los
partidos, en relación a las primeras.
Una de las causas principales de esta menor disposición para mantener los
niveles de actividad son las menores cantidades de glucógeno (forma de
almacenamiento de la glucosa en el organismo) disponibles para abastecer de glucosa al
músculo, y obtener de ella la energía necesaria para la contracción muscular.
Como sabéis, la glucosa se gasta fundamentalmente por la realización de
actividades intensas (anaeróbicas). Y durante los partidos hay innumerables acciones de
alta y muy alta intensidad, que van gastando la glucosa almacenada. Cuando estos
depósitos se reducen a niveles bajos, la capacidad para realizar actividades intensas,
claves para el rendimiento en los partidos, mengua de manera importante, hay mayor
sensación de fatiga, y el rendimiento del jugador, y por ende del equipo, bajan.
Se estima que un ingreso energético adecuado está en torno a 4.000 calorías al
día para los futbolistas varones, y en torno a 3.200 calorías/día para las mujeres
futbolistas. Obviamente, los ingresos energéticos tienen que estar equilibrados a los
gastos, debiendo aumentarse en las épocas de mayor trabajo físico y reducirse en las de
menor actividad (periodos vacacionales, de lesiones…).
La dieta de los futbolistas debería de estar compuesta en un 55 a 65% de hidratos
de carbono –azúcares- , un 12-15% de proteínas y un 30% de grasas. ¿Porqué esta
elevada proporción de hidratos de carbono en la dieta? Porque las reservas de glucógeno
del organismo son limitadas, en torno a 600 gramos. Es importante que cualquier
deportista, cualquier futbolista, tenga esto muy claro, y sepa cómo llevar esta lección a
la práctica, es decir, qué le conviene comer y cuánto.
Numerosos estudios realizados sobre consumo de nutrientes en jugadores de
fútbol profesionales muestran que los ingresos de energía (número de calorías) y de
nutrientes (proporción entre hidratos de carbono, proteínas y grasas) son similares a los
de la población general, a pesar de tener mayor gasto energético y mayores necesidades
nutritivas. La dieta real de los futbolistas es considerablemente menor en hidratos de
carbono (sólo aportan el 50% del total de calorías) y más rica en grasas (y en nuestro
entorno, más rica en proteínas) de lo que debería ser.
Está bien aceptado que la ingestión de hidratos de carbono (azúcares complejos
y simples) inmediatamente antes, durante y después de los partidos, juega un papel
importante de cara a mantener los depósitos de glucógeno y, con ello, la capacidad para
realizar actividades musculares intensas. Se dice, con razón, que la glucosa es, junto
con el agua, el principal elemento ergogénico para el futbolista. Es por eso que debemos
prestar más atención a los hidratos de carbono, y preocuparnos de que sean los
nutrientes principales en nuestra dieta.
Podemos llevar a cabo una perfecta planificación; podemos empeñarnos en
cuerpo y alma en cada entrenamiento y en cada partido; pero no nos va a lucir lo que
debiera si descuidamos el aporte energético. Ningún motor de 12 cilindros rinde mucho
con poca gasolina.
La próxima semana comentaremos algunas estrategias para dotar a estos motores
de la energía que precisan para que se mantengan a pleno rendimiento, tanto en las
primeras partes de los partidos como al final de los mismos.
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