Verán, Evelio era taxista

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Verán, Evelio era taxista.
Un taxista imponente,
cuadrado, patriarcal, con ese aire inconfundible de
serenidad que dan el bienestar y la miseria moral.
Evelio se lo tenía bien montado.
al día pero por pura codicia.
Curraba
catorce horas
El menda gastaba renta (de
capital, quiero decir) y se hacía los trajes a medida en
un comercio de esos con rótulo de azulejo.
confesó de su opulencia:
Algo me
unas tierras que le arrendaba a
su hermano (herencia del padre);
pueblo y una nave en Albacete.
una mercería en el
Un apaño tenía tambien en
una empresa de transportes, un porcentaje con unos
camioneros, no sé, vamos, que pelas, el riñón cubierto,
cantidad.
Ahora, eso sí, a Hacienda ni un duro, el
Estado que se las apañe.
Ojo:
todo era una mierda.
En
Madrid faltaban grúas, autopistas, pasos
elevados...macho, le decía yo en plan Gepetto Grillo
fiscal, que esto es cómo los gastos de comunidad, no
pagas, no hay luz en el portal.
Pero Evelio de eso no
entendía.
corrupción y de mierda.
clara:
Entendía solo de
Su filosofía de la vida era
todos unos ladrones.
Menos él, se entiende.
Prevenido el angelito.
Entremos en materia, el destino.
entiende.
El de Evelio, se
Atroz, cómo la peste de sus pinreles.
Pero
cómo, se dirán vds ¿tanto le olían que se dio vd cuenta?
Macho,
en día de viento llegaba el cante hasta los
jabalíes del Pardo.
¡Puah!
Evelio era un Mengele.
Pasaba el tío por la escalera y era cómo si hubiese
pasado el
mismísimo Angel de la Muerte redivivo.
Un tipo corpulento, el tal Evelio.
Potajes sólidos, nada de florituras.
Tipo de mucho comer.
Fabadas, patatas
con liebre, cocido...no vean cuando se juntaban el verano
con la comilona, los pies con la ventolera de las tripas:
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un noche y niebla castizo, íbamos todos al exterminio.
Se daba unos pediluvios de permanganato con unas aguas
que le preparaba el practicante del pueblo.
De vez en
cuando la escalera olía misteriosamente a zotal de cuadra
y la Almiranta me sonreía cómplice:
aclaraba.
hoy toca “diluvio”-
A la vieja lo de pediluvio le superaba, se
quedaba en
diluvio y basta.
Un día hasta hubo bronca.
La chica de la Farmacia le dio
unos sobres que anunciaban en la tele, una cosa por lo
visto muy buena para que no le cantase el material, pero
el dijo que nones, que su receta, la del practicante del
pueblo.
fue ella:
La farmaceútica era nueva,
dijo nen,
y allí
que si todos son unos ladrones, que a las
aspirinas le metían bromuro por orden del Obispo, que él
lo sabía muy bien porque conocía a un conserje de
Nunciatura que se lo había dicho, que lo de las pastillas
para las mujeres era una guarrada y daba cáncer...estuvo
a punto de venir Pancracio, el municipal.
¡Oía yo los
gritos desde la buhardilla!
Pues Evelio vivía con su media naranja, la santa esposa,
esa española de misa y olla, cómo el cura rural, algo
desmejoradilla y con cara de no haber roto un plato y con
su
hija, esa no ya desmejorada sino directamente
cadavérica por lo consumida.
Sus compis de escuela le
llamaban La Mosca por el tamaño.
Siempre con unas
falditas marrones que su madre le apañaba en rebajas.
Pero no se crean vds.
La santa esposa aquella tenía unos
ovarios de aquí te espero, se corría cómo Johnson, a la
desesperada, al ahí te voy, sin pararse, cuesta abajo.
ya metida en danza aguantaba lo que le echasen.
familia, gran institución!
¡Ah, la
Yo por la noche les oía en su
silenciosa aproximación, luego los jadeos, los golpes,
los gemidos, el placer sin límites, la vida:
sí.
Y
De ahí venimos todos.
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la vida,
He dicho los golpes.
ponían cachondos.
Se pegaban, les iba la marcha, se
Zas, zas, bruto, le decía ella, cómete
el bigote, dos hostias.
Zorra, putón, le decía él, tu sí
que me la vas a mamar, hasta las orejas.
Silencio,
primer acto, crujidos, ir y venir de los cuerpos.
plaf, que me ahogas, so bestia, toma, flun.
que estás, moraca, mueve el culo.
ella.
Plaf,
Calla, a lo
Así, más duro, animaba
Y luego ya nada, se perdían en un jadeo salvaje.
A la cría la dormían con una pastilla de Soñodor y medio
vasito de leche tibia.
Les pillé.
La cría salía zombie
para el cole, dando traspiés y más de una
vez con un par
de hostias encima por haber tirado la taza del Cola Cao.
¡Corderito!
La madre, sin embargo, hasta estaba hermosa.
Otra piel, otros ojos.
No hay cómo la joda, hermanos, es
la sal de la vida.
Pero la cría empezó a ir a menos:
esa se va, decía la
Almiranta encantada de tener una tragedia a domicilio, se
va por la posta, ¿no le ve la color?
Y tanto que le veía la color.
todos.
Pobre hombre.
Y Evelio.
Consiguió darme pena.
hijo debe de ser un trago.
compasión, me refiero.
Y su madre.
Y el tío me caló.
Y
Perder a un
Lo de la
Y empezó a darme unos turres cosa
fina.
Me esperaba en las escaleras y yo, joder, le veía venir
desde lejos.
Primero las buenas noches, luego el tiempo,
cómo buen campesino.
Y siempre la catástrofe inminente,
el caos.
Si era invierno, que no terminaba de asentarse y las
heladas en la solana iban a dejar el campo para los
restos.
trigo.
Si llovía aguachinaba la vid y arruinaba el
Si nevaba no comía el ganado.
Y si hacía sol eso
era ya el día del juicio, pero del lado malo, osea, al
hoyo.
En primavera ídem de ídem.
Ahí era ya cosa de que o se
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adelantaba o se atrasaba.
bien.
La catástrofe, nunca el
Salía ventoso el día, mataba la mies.
Se estaba
quieto el aire, cosa rara, algo iba a caernos encima.
Llovía siempre a destiempo, eso era sabido.
No me explico cómo comemos, le dije un día harto de
tribulaciones, yo creía que había una sucesión de
estaciones, primavera, verano, otoño, invierno, y qué va,
lo que hay es una ruleta rusa.
Comemos de chamba,
colega.
Eso, eso, se le calienta la boca a Evelio-que no entiende
la ironía.
Comemos porque Dios lo quiere, que si no está
de bueno, a dos velas y a trasegar almortas.
Así hablaba Evelio, cómo un guarda de caza.
políticos.
Luego los
Todos ladrones, todos chorizos, todos al
saqueo de la cosa pública.
No se salvaba ni uno.
Rojos,
azules, verdes, derechas, izquierdas...expropiaba la
izquierda, un robo.
Resarcía la derecha, un despilfarro.
Te quitaban la contrata, un escándalo.
Te la daban, un
cohecho.
Esos eran los fijos de la quiniela, el tiempo y los
políticos.
Luego ya, en plan variable, el pueblo, osea
el suyo, el de Toledo.
Su vino, sus gentes, su paisaje,
su caza, su Ayuntamiento, su Alcalde, el sorteo de los
mozos, las mozas...
La Iglesia, la mamonería mejor organizada, el sacacuartos
más antiguo del mundo.
Iba a Misa creo que por canguis.
Pascal apostaba, al fin y al cabo si ganaba, ganaba todo
y si perdía no era mucho lo que había puesto en juego.
Evelio era menos sutil.
sabe” del campesino;
agua no beberé”;
Evelio tenía miedo.
El “quien
el “arrieros somos “ y “de esta
el “amigos hasta en el infierno”...que
Evelio era refranero y sentencioso.
Y lo de la niña traía cola.
La peque requería cuidados,
a su mujer empezó a dolerle aquí atrás, en la columna,
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necesito alguien que me ayude...y zas, mamá, el enemigo
en casa.
Teoricamente la iniciativa fue de la hija, la
madre no quería venir.
Bueno, nunca se sabe.
pondría la mano en el fuego.
Yo no
Lo cierto es que ahí empezó
a torcerse todo.
La suegra, no se crean, sabía lo que era la vida.
que empezó por leerle la cartilla a su hija.
productividad del marido, in primis.
Así
Control de
Cuánto te da,
cuánto ingresa, por qué llega tarde ¡uy cuanto gasta en
farmacia!
Pídele los recibos, tu siempre pídele los
recibos, cuando le cepilles la chaqueta mírale los
bolsillos...el ABC de la vida en común, el Catón de la
perfecta casada, cómo freir un huevo, lo elemental.
Claro, unos líos de campeonato.
Evelio, un potro, un
garañón sin tasa, libérrimo hasta entonces, rey de la
caña y de la tapa, de la merendola y de la renta, dueño y
señor de su hacienda, el follón, el territorio invadido,
la montonera.
¡Vd tiene la culpa de todo!- decía el
pobre a la suegra, sometido ya al contubernio femenil,¡vd!
Pero las mujeres se sentían Dios en el fregadero y a lo
suyo:
pásame el Mistol vajilla, mamá.
Y la vieja en el
séptimo cielo, allí mandaban ellas cómo en toda casa
decente, a ver que va a ser esto, le auditaban, le hacían
enseñar recibos, justificar horarios...y Evelio por más
que levantase la voz
tragaba, tragaba tíos, que no en
vano la Familia es lo que es y le llaman cómo a la
heroína, la Reina, y las sacerdotisas implacables
consumando el sacrificio, el fregadero era su mandala,
imperturbables y cuando la situación amenazaba
descontrolarse, la Gran Coartada:
la niña duerme, o la
niña hace pipí, o lo que sea, pobre angelito, y Evelio
laminado, roto, tanta femineidad era mucho para él, me
rindo:
¿a qué hora decís que es la cena?
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Osea que la viuda aquella era un gallo con espolones,
titis, un hueso duro de roer.
Pero no se crean, la
señora sabía de qué iba la cosa, el hombre es el hombre,
y de vez en cuando se iba con la niña a tomar vientos.
Literalmente.
Porque no iban ni al cine ni al zoo ni a
ningún sitio.
Tíos, al aire libre, que es gratis.
Prudencia elemental, de viuda vieja.
Una limpieza de
bajos, la revisión de vez en cuando para que el coche no
se venga abajo.
discutir.
cosa.
Pero Venus n´y était pas.
Yo les oía
No se zurraban con dedicación, flaqueaba la
De las Leandras pasamos a las Lisístratas:
la
barca del amor se ha estrellado contra lo cotidiano, cito
a Maiakowski.
A Evelio se le empezaron a poner unos humos de aquí te
espero.
Con los nervios, descuidaba el pediluvio
benéfico y aquello empezó a tomar aires de campo de
batalla de Medio Oriente.
La Almiranta se dejaba caer.
¿Hoy no nos hemos duchado, eh?
Evelio nada, cómo
suplicaba:
que no le oía.
dígaselo...
Y la Almiranta
a ver si a vd le hace más
caso...parece que son amigos...esto no se aguanta...esto
es ya...La Verbena de la Paloma, -la Almiranta se tapona
la nariz con los dedos-canta…una ópera de esas que vd se
pone, ¡vaya peste!
Las tertulias de la escalera se convertían en cantos
védicos.
Aquello duraba horas.
Evelio se quitaba el
muermo dándome unas barrilas épicas.
hijoputa.
Lo contó todo:
Me machacaba el
infancia, juventud, mili, vida
sexual, noviazgo...el copón de la baraja.
Me invitaba a copas en el Bar de Hermógenes, quería
seguir largando a toda costa.
Yo percibía su
desesperación, su progresivo desmoronamiento.
Había
llegado a su vida la Gran Madre Castradora, era el fin
del mundo, del macho, los huevos por el aire, la polla en
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pedacitos, finis coronat opus.
Es que ...me decía el infeliz cuando yo le aconsejaba
delicadamente el uso de servicios profesionales para
aliviar la sequía...eso es el ahí te pillo ahí te mato.
A mi me gusta...pues eso...ya sabe vd...
Claro que lo sé, pensaba yo, currar y que te curren, so
masoca, pasao, pero ¿cómo decir eso a un taxista?
Callaba y aguantaba oración fúnebre.
El matrimonio se derrumbaba.
Pero la suegra le había
cogido gusto al momio y no soltaba carne.
Luego estaba
la mujer, que no podía con todo, de acuerdo, pero que
también había descubierto las alegrías de tener
controlado al macho.
Claro que Evelio era el pan, había
que fichar, mucho ojo, que de irse al paro nada, monada,
osea un equilibrio prudente, un drama urbano cómo tantos
otros, no Wedekind ni Kleist, no, un cruce de Arniches y
Brecht, indescriptible.
Y gratis, a la vuelta del
rellano, un espectáculo.
Evelio en esos meses era una vela apagada, un tizón.
Apestaba el tío.
Un calvario.
Y una noche, el plena
ofensiva de iperita, me hizo una pregunta inocente:
el
Código Penal, homicidio, asesinato.
Yo ya me había dado cuenta de que le andaba dando vueltas
a algo turbio.
Venía haciéndome observaciones raras
desde tiempo atrás.
llama dos veces”.
Abel.
Había visto en la tele “El cartero
Luego hablamos otro día de Cain y
En su pueblo habían encontrado muerto a un arriero
muchos años atrás y nunca se atrapó al autor del crimen.
Esa era su obsesión, la impunidad.
El sufrimiento de la
víctima y sobre todo escapar sin condena.
Ya saben que el campo está lleno de consejas.
Historias
de venganzas, muertes y celos que celebran las coplas de
ciego, los periódicos del morbo.
y se alimenta de vísceras.
El pueblo es un buitre
Sí, sí, y tu, tu tambien, mi
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prójimo, mi lector, mi hermano.
Cuando entramos en el orden técnico, homicidio con
agravantes versus asesinato, atenuantes, agravantes no
tipificadas etc a mi no me cupo ya duda de que la cosa se
decantaba por lo sangriento y apreté las tuercas.
Prefiero un asesino a un mentiroso, Evelio.
fin.
Esto es el
La verdad o hasta nunca.
El único que se
dejaba dar aquellas palizas era yo, osea
el consorte, el compadre.
surtió efecto.
La amenaza de abandonarle
Evelio sin su confesor, ¿qué era, qué
podía llegar a ser?
Nada, un paria, un taxista cómo otro
cualquiera, un deshecho.
Confesión de parte:
el piso es un pañuelo, no me hallo,
mi mujer sin mi madre no se arregla y yo con ella aquí
tampoco, esto no es vivir, estoy pensando en hacer una
barbaridad...es que es una mala pécora, yo a esa tía la
mato.
Evelio, digo yo, piénsalo bien, que un hachazo son diez
segundos pero la perpetua toda la vida.
Santoña hasta que te quedes calvo.
A pudrirte en
Trajecito a rayas y
cadena al pie.
Mi discurso intimidatorio no le inmuta.
inútil cómo un cura en Ejercicios.
Me siento tan
Amenaza a la banda
con todos los males del infierno, los garfios, el potro,
los diez mil tajos por un segundo de placer, insensatos,
lujuriosos, monas locas, degenerados, so ingratos, Jesús
muriendo en la cruz pasándolas putas y vosotros
manteniendo vivo el comercio carnal o dándole al manubrio
cómo organilleros en verbena.
¡Qué abominación, qué
desespero!
Pues eso.
Todos con los ojos bajos y al día siguiente
cómo si nada, flun flun, al avío y más madera que es la
guerra.
Evelio igual, en lo suyo, la mato.
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Nada, está decidido, se carga a la suegra.
La fríe, la
achicharra, una descarga y al otro barrio.
¿Y cómo?-
indago yo en mi papel de asesor jurídico del asesino.
¿Habrá visto este tío en las pelis americanas cómo se
cargan a las nenas tirándoles un secador a la bañera?
¿Un brasero de alta tensión?
¡Qué va!-me aclara.
Es un invento de un colega, un
antirrobo eléctrico solo que regulable y él lo va a poner
al máximo.
¿Un antirrobo?
Sí-explica.
silla eléctrica en el asiento de atrás.
Una especie de
¡Leches! pero si
eso lo tienen ya patentado los yankies, en Sing Sing y en
Alcatraz eran de lo más popular.
¿Vas a montar una
freidora con ruedas?
Lo que sea-echa espuma Evelio.
Yo a esa tía la dejo cómo
a un boquerón, retorcida y todo.
dice todo animado.
¿Y la coartada?
Nada-
Cierro la puerta, hace masa, digo que
ha sido un cortacircuito accidental
y a otra cosa.
Pero
joder-indago-los electrodos, no sé, ¿es que vas a poner
de acero el asiento de atrás?
Mira que a lo mejor se
piensa que es otra cosa, un cosquilleo, un gustirrinín y
le tienes todo el día agarrada al taxi.
¿Un gustirrinín los cincuenta mil watios que le voy a
meter por el culo?-se excita Evelio.
Me ha dicho el
compadre que si pongo el invento a tope la desintegro.
Y además mando a distancia-me enseña un transmisor de los
de cerrar puertas de garaje.
Por si falla lo manual.
¡Joder!-esto empieza a preocuparme.
titulares:
Veo ya los
“Mata a la suegra con ayuda de un traductor”;
“Antiguo revolucionario cómplice de la electrocución de
la suegra”.
No sé qué decir.
Y el tipo sigue:
no hace falta cambiar
la tapicería porque mi amigo ha encontrado un material
mejor conductor y más resistente que el cobre.
Una
aleación especial que emplean los obreros de Altos Hornos
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de Bilbao para hacerse unas besugueras, sí, parrillas que
aguantan el calor de la colada, una exageración, así se
hacen la comida en la fragua, debe de ser un material
superior, pasa la electricidad por ahí talmente cómo un
rayo.
¡Uy¡-pienso yo-y se me desvanece el canguelo en un
momento, esto no va de Código Penal, va de Arniches, y yo
en esto entro, pongo el resto cómo en el póker, veo.
Evelio, hago el juramento solemne, cuenta conmigo.
yo freímos al monstruo ese a golpe de watio:
Tu y
hecho.
Pues allá nos fuimos Evelio y yo al famoso taller del
antirobo.
¡Qué viaje me dio el gachó!
la pequeña clase media.
No hay nada más agresivo que
Si fuera por ellos el mundo se
arreglaba en un periquete.
Mataban a todos:
rojos,
conservadores, policías, chorizos, intelectuales,
analfabetos, obreros, empresarios...vamos, que no quedaba
nadie. ¡Y éste, encima, se proponía apiolar a la suegra!
Esto sale, dice, cómo hay Dios que va a echar humo.
comprado hasta el extintor y todo.
Mire, mire-Evelio no
se apea del vd-es muy respetuoso para eso.
solo.
He
Para eso
El resto de la carrera son maldiciones y tacos.
¡Dominguero, cabrón!- freno te daba yo a ti pero detrás
de las orejas cómo a los conejos.
Mira tú al policía
este, que sí, hombre, que sí, que ya te he visto, que no
te van a subir el sueldo por más que me pares, tío vago.
Y otra vez la historia del atraco:
le quisieron dar un
palo unos críos, sacó el tubo de plomo que lleva siempre
debajo del asiento y a uno lo dejó por muerto y todo.
Pero ahora, le animo yo, con este invento que le vas a
poner al buga, la alta tecnología ¿no?
Se acabó el
trabajo manual, que el calambre se lo curre el
alternador.
Eso, eso-corea Evelio.
Ya que estamos en el Mercado
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Común, un poco de electricidad es lo menos.
Llegamos al taller.
nave abandonada.
sí.
De Jesus-me informa Evelio.
Una
La calle no la recuerdo pero el barrio
Una de esas callejuelas que están detrás del Reina
Sofía, por Atocha.
Los talleres suelen estar llenos de despojos.
la marca del oficio.
Son cómo
Todo el que pasa deja una tuerca,
una biela, un capó viejo.
Y esos ex-votos se acumulan
por techos y rincones y convencen al cliente de la
experiencia y sabiduría de su dueño.
Cada reliquia es el
recuerdo de un triunfo, de un paso honroso bien resuelto.
El taller de Jesús, al contrario, es un templo
protestante, un lugar vacío.
No hay restos de antiguas
ceremonias, no se ven los estratos de sucesivos modelos
industriales, no hay nada.
Al fondo, muy a lo lejos, al lado de una ventana con
barrotes está Jesús con un cliente.
Tras ellos un banco
de madera con una gran jaula de loro encima.
La pareja está en plena bronca.
El cliente reclama.
- Que se nos ha perdido el gato, macho, y no veas el
disgusto que tiene la niña.
- Le compras otro. ¡A ver a quien se le ocurre llevar el
gato a la sierra!
Con lo sensibles que son esos
animales...
- No sabía que eras de la Protectora de Animales.
- Protectora nada, que les pones cerca de una pila y se
les eriza el pelo.
-¡Joder, pero a este no fue una pila, fue un calambrazo
de puta madre!
Cerré la puerta y un hostiazo que ni
Hidrola en toda su gloria.
- Pero ¿pasó algo?
- El gato la del humo, digo,olía a chamusquina y todo.
a la parienta se le corrió el rimmel.
todo.
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Bueno, salpicó y
Y
- Por pintarse.
- ¿Y el pelo?
Que ahí no llevaba carmín y se le quedó
cómo un cepillo, colega, almidonado y en punta.
- La próxima que se ponga rulos.
- ¿Qué próxima? ¡Joder con el optimista! ¿Te crees tu que
voy a volver?
El día que quiera mi mujer ir a la peluque
ría se va y ya está.
Que mi coche no es un secador.
Ni
un salón de belleza. ¡Vaya ruina! Han sido cuarenta
papeles mas IVA.
- Barato para lo que te hice.
- Si estuviésemos en guerra, todavía.
Pero a ver para
qué me vale a mi un lanzallamas en plena Gran Vía.
Macho, que un Domingo en el campo no es la batalla de
Teruel.
- Que no es eso, titi, que no es eso. Que es un defecto
de fábrica.
-¿Defecto de fábrica con solo 20.000 km?
- Que sí, que mengua la goma, hace masa...
- Pero ¿cómo que hace masa, es que tengo un buga
panadero?
- Panadero no.
Eléctrico, chalado.
Que al cerrar el
maletero inviertes la polaridad.
- Sí, y yo me quedo cabeza abajo, nos ha jodido el
técnico con el Polo Sur.
- No he dicho los Polos, tío listo.
polaridad.
He dicho la
Además tienes que esperar a que se asiente el
circuito antes de...
- ¿Asentar? ¿Asentar? ¿Ahora va a resultar que el
circuito es cómo una paella? ¡Qué pena no haberlo sabido
antes ir a la sierra con los trebejos de la cocina!
- ¡Que no te enteras, titi!
Que la cosa sigue
funcionando despues de haber sacado tu la llave de
contacto.
- Será en las reparaciones que tu haces, Landrú.
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Claro
que seguía funcionando.
Si no desconecto la batería
todavía está el claxon dando la murga.
- Haber empezado por ahí.
- Por ahí no, por la uña, asesino, que me quedé sin ella
del zambombazo.
- Mercromina.
- Y tu cinta aislante, ¡Tempranillo!
- Bueno, mira, ¿sabes lo que te digo?
Que si tienes
alguna reclamación, aquí en la Oficina de Consumidores un
amigo.
- A la Comisaría voy a ir.
- Lo llevas claro.
Por estafa y lesiones.
Arreglo yo los coches de la
Brigada...
- Serán esos que cuando quieren encender el chivato lo
que se les enciende son los intermitentes cómo un árbol
de Navidad, ¿no?
El otro dia vi uno que en vez de sirena lo que llevaba
era a Miguel Rios, tío.
Y echaba humo por las
ventanillas. ¡Así está el Foro de chorizos!
- ¡Eso no te lo paso, tío.!
¡Ahueca que te doy!
- ¡Me vas a dar tu! ¡Disgustos!
- ¡Anda ya, pringao! ¡Recuerdos al gato!
- Al juez y de tu parte.
¡Agur, Ben Hur!
- Te doy así...
Jesús se vuelve.
Ha despachado ya al inoportuno.
- Hombre, cuánto bueno por aquí, Evelio y compañía.
- Jesús, chaval, aquí un amigo.
- ¿Qué, venís por lo del antirrobo?
- Eso mismo.
- Pues estaís de suerte.
Mira, acabo de poner a punto
este...
Jesús señala la jaula del loro que parece sacada de una
serie barata de televisión.
Dentro se ve un pollo asado.
- Hasta hace cinco minutos, dice Jesus muy serio, andaba
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por ahí haciendo kikirikí.
Le he dado al interruptor y
me he montado el almuerzo.
Nos reímos los tres.
Entramos en materia y Jesús nos explica el intríngulis
técnico.
Hay que desmagnetizar el chasis.
nos miramos confundidos.
Jesús se da cuenta, va al cajón
de una mesa y saca un librazo de tres pares.
todo.
Sigue el misterio.
Blanco.
Mirad, mirad.
Evelio y yo
Autor:
Miramos.
Aquí está
Almirante Carrero
Efectivamente está
lleno de diagramas de electricidad y planos de cascos de
buque.
Pero si esto es para las minas, digo yo, guerra en el mar
¿no?
Sí señor-contesta Jesús.
Pero para los coches también.
¿Cómo quiere vd que aislemos el chasis sino?
¿O se cree
vd que voy a montar un asador automático? La idea es
freir solo al que se lo merece.
Bueno, bueno, tranquilo, digo yo.
Bien, sigue Jesus.
limpio el coche.
Cambiamos la polaridad y dejamos
Ahora podemos ya hacer una desviación
desde el alternador y conectarla al relé de la luz.
Ponemos el coche en marcha, la corriente se dispara,
estamos ya a 20.000 w, un respeto, pero si metes el
acelerador, ya, la leche, lo que yo te diga, y de que el
incauto pille el picaporte, zas, calambrazo, qué digo,
relámpago, y si le das al intermitente es que es la
hostia, el mangui echa humo, hace morse como en las de
indios.
Mire, mire-saca otro libro.
cuero:
Un tomazo con lomos de
“Física recreativa para adultos”. Barcelona 1903.
Un ejemplar de coleccionista, una rareza.
Aquí la pila de Volta-señala Jesus una ilustración a
plumilla.
- Aquí un amigo-corto yo en plan chistoso.
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- Cuidado-interrumpe él mosqueado. Y sigue en tono
severo.
Cuidado que esto es muy serio, ¿eh?
¡Que no
hago el trabajo!
- Perdón, perdón, suplico yo.
El mecánico se aplaca y sigue.
El primo hace masa y un relé controla la intensidad del
calambrazo.
Para una broma con esto tienes bastante.
Pero si chutas a gol
mandas al Depósito de Fiambres al
menda, ¡ojo!
- Macho-se extasia Evelio, esto es una bendición contra
los ladrones.
No tienen escape.
Les voy a dejar el culo
cómo una hamburguesa de Mac Donald.
- ¿Y si llevan pistola?-indago yo.
- Se les pone al rojo y se les pega a la mano-explica
Jesus.
- Bueno, interrumpe Evelio, cómo esto es en defensa
propia yo lo quiero al máximo que a mi no me dan un
espanto cómo el de la otra vez.
Yo quiero sangre.
- Mas bien cenizas-apostillo yo.
- Pues eso-cierra Evelio.
- Cantao, asegura Jesús.
Son habas contadas.
Con el
motor de este aspirador viejo hacemos relé en espiral.
Esta parrilla de besugo la metemos en el respaldo para el
contacto.
Con este hilo de teléfono, conexión al
intermitente.
Y con este timbre de puerta cerramos el
circuito y damos acceso al alternador.
por aquí esta tarde.
Na, chupao.
Pasa
Te lo pongo hasta diez mil que con
eso tienes bastante para dejarlos poco hechos, que si
tiro de batería los carbonizas y luego limpiar la
tapicería es una penitencia.
Andaba por allí perdido un gatito que de puro flaco
parecía aerodinámico.
Ferraris de Fórmula.
Un filo.
Cortaba el aire cómo los
Allí anduvo Jesus detrás de él por
ver si le camelaba y conseguía sentarlo en el asiento de
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pruebas.
malas.
¡Uy el felino!
Bueno, ni a las buenas ni a las
Debía de ser de la casa y conocerse a sus
clásicos.
No hubo modo.
Yo andaba algo mosca porque
temía cualquier barrabasada del loco aquel, una
electrocución lenta o alguna otra crueldad del género.
No es este pais blando con nadie, ni menos con los
animales.
Pero por fortuna el minino era prevenido y
pasó de hacer el cobaya.
Jesús no se lo tomó a mal.
Agarró un pedazo de hígado que tenía en el cajón y lo
tiró contra la besuguera camuflada de skay.
espectáculo.
a 50 cm.
Chicos, un
Ví lo que podía ser la silla eléctrica pero
Quedó lo que se dice echando humo, churruscado,
y con un ruidillo siniestro, unos crujidos de quitar el
resuello.
Lo pasé francamente mal porque veía que el invento
funcionaba.
Había infravalorado yo la capacidad pre
industrial de aquel Bouvard del Foro.
Ibamos al
asesinato en superdirecta.
No sé si decir por fortuna pero lo cierto es que la cría
de Evelio salvó el trance.
Tanto se iba, que al fin se
fue y no hubo caso.
Recuerdo cómo salió de casa todo el clan, a escape, y
cómo Evelio iba tocando el claxon en plan pasado.
el angelito se les quedó en brazos.
Pero
Cuando llegó al
hospital estaba ya muerta.
El ataud blanco lo bajamos entre todos.
Yo nunca había
visto ninguno y les aseguro que tenerlo cerca impresiona.
Casi no pesaba.
tanta levedad.
Lo digo porque me llamó la atención
Parecía vacío.
Según se dice es
costumbre en los pueblos que los amigos arrimen el hombro
en los entierros.
Yo, desde luego, lo hice.
Eso y pasar
la noche tomando una copa con la familia. El velatorio.
¡Menuda nochecita que me dieron!
qué fue peor:
¡Y qué alcohol!
No sé
la compañía, la conversación o la priva.
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La pareja cerró la tienda y se volvió al pueblo.
sabido más de ellos.
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No he
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