Palabras pronunciadas por el Lic. Daniel... UABC, el 16 de febrero de...

Anuncio
Palabras pronunciadas por el Lic. Daniel Solorio Ramírez, profesor de la
UABC, el 16 de febrero de 2004 con motivo de la presentación, en el
auditorio del SIA-UABC, del libro “Del Estado de Derecho al Estado de
Justicia” del Maestro en Derecho Milton Emilio Castellanos Gout:
A todo cargo corresponde un abono, dice la conocida frase de los contadores y los
administradores de empresas. Peso que sale, peso que debe regresar con creces.
Hay que exigir garantías de que regresará, y no el solo peso, sino también el valor
agregado que son los intereses. Ganar dinero, acrecentar la riqueza, acumular
bienes de capital, no dar un peso a quien no garantice rendimientos. Esa parece
ser la lógica de los gobiernos que la conseja popular ha bautizado con el mote de
neoliberales, nombre que por cierto ellos (que yo sepa) no aceptan. Prefieren el
eufemismo economías de mercado. Suena menos duro, por supuesto.
Sin
preocuparse por la gente, estos gobiernos operan bajo una lógica eminentemente
capitalista, cual si fuere una empresa privada, ajena a las contingencias y
necesidades sociales.
¡¡ It´s the economy, stupid !! Fue la muy conocida frase que repetida millones de
veces a manera de slogan publicitario, llevó al triunfo electoral a Bill Clinton en los
Estados Unidos de América.
Estas formas de
capitalismo, practicadas
insistentemente en la actualidad por el gobierno de Bush, e impuestas a los países
latinoamericanos, olvidan a la gente concreta. Las personas pasan a ser simples
mercancías, una cifra entre muchas otras.
Si los gobiernos (la cara más concreta y visible del Estado) fueron instituidos para
garantizar la seguridad, la vida, la libertad y el bienestar general de los miembros
de la sociedad, siempre debiera estarles vedado actuar como si no existieran los
miembros concretos de dicha sociedad. Su deber invariable es satisfacer las
necesidades colectivas, poniéndose de lado de quienes más apoyo necesitan. De
no ser así, aparece el capitalismo salvaje, que cuida preferentemente la
macroeconomía,
despreocupándose
por
las
necesidades
de
educación,
alimentación y subsistencia de los desposeídos.
Estas reflexiones vienen a la mente de quien se pone a leer Del Estado de
Derecho al Estado de Justicia, obra en que el Maestro en Derecho Milton Emilio
Castellanos Gout ha expuesto una lúcida explicación de lo que el Estado es, y de
lo que el Estado no es.
Particular interés tiene para cualquier estudiante de Derecho o de Ciencia Política,
o para cualquier profesor universitario, o para cualquier persona interesada en la
estructura social, el capítulo en que el autor explica que la intervención del Estado
en la economía tiene por objeto corregir fallas o límites del mercado, generar
bienes públicos, evitar que éstos sean llevados ilícitamente al patrimonio de los
particulares, asegurar una justa distribución de la riqueza (por ejemplo mediante el
sistema tributario) asegurar que todas las personas tengan un ingreso que permita
vivir con dignidad, evitar los abusos, y sobre todo, asegurar a las próximas
generaciones el disfrute de los bienes públicos, que no pertenecen a las actuales,
sino que constituyen un patrimonio de la humanidad.
Y para quienes de manera permanente hemos tenido relación con los Estados
Unidos de América, la economía más fuerte del mundo, el libro de Milton nos
ayuda a entender una importante diferencia entre aquella sociedad y la nuestra.
Dice nuestro autor que en la tradición angloamericana el Estado es un factor
adicional de cohesión y regulación social, por lo que existe para gobernar un orden
que previamente se ha dado la sociedad. En ese país el gobierno tiene por objeto
coordinar el esfuerzo de la sociedad y administrar los recursos que ésta genera
por sí misma, en tanto que en México, conforme a la tradición iberoamericana, el
Estado es el eje articulador de la sociedad. En esta tradición el Estado es un
requisito indispensable para lograr la cohesión y la regulación social. Sin el Estado
la sociedad no puede ... “estar y mantenerse” lo que los gobiernos no debieran
jamás ignorar. A todo mundo, pero especialmente a los habitantes de la frontera,
2
nos es muy útil apreciar estas diferencias entre la sociedad norteamericana y la
nuestra, tan cercanas, tan entremezcladas, tan unidas por múltiples lazos
económicos y sociales, pero a la vez tan profundamente desiguales. Entender a
nuestros vecinos es una necesidad que debemos satisfacer para mejorar nuestra
convivencia.
Cuando nuestros gobiernos federal, municipal o estatal desconocen esta
característica de la sociedad mexicana, se convierten en factores de disfunción.
Si no cumplen el papel de impulsores del desarrollo económico, político y social,
dejan en el abandono tareas públicas de primera magnitud.
Dígalo si no, la
lamentable situación en que se encuentra el campo mexicano en los albores del
siglo XXI. A partir de las reformas practicadas por el salinismo al artículo 27
Constitucional, para acabar con el programa de reparto agrario, en los hechos
reales no sólo acabó la etapa de distribución de la tierra rural, sino que inició una
nueva etapa de concentración de la tierra en pocas manos. Volver a México al
régimen de los latifundios es la tendencia ya establecida, y apoyada por el
gobierno, como si México no tuviese una historia, como si la experiencia de la
revolución de 1910 no sólo hubiere quedado atrás en el tiempo sino que también
se hubiere borrado todo vestigio, todo eco de necesidades colectivas.
Ignorar estas diferencias también ha llevado a los gobiernos mexicanos a
implantar otras políticas, que se han sumado a las del regreso al latifundismo:
negar todo apoyo crediticio a los campesinos. Bajo el pretexto de que deben
alcanzar su autosuficiencia, el gobierno mexicano los ha dejado en manos de las
tenebrosas fuerzas del mercado, sin importarle que sobrevivan únicamente los
más fuertes. Si los demás tienen que perecer, tal eventualidad no parece
importante para las políticas gubernamentales. Nuestro gobierno impuso un
criterio gerencial de administración de los recursos económicos de la nación,
olvidando precisamente que su función principal no es administrar, sino gobernar.
3
El libro de Milton Castellanos explica con gran claridad que al gobernante le deben
interesar principalmente los seres humanos, las personas, los individuos
concretos, y estar dispuesto a sacrificar ganancias y utilidades. El gobernante
estará dispuesto a invertir recursos públicos siempre que esté de por medio la
seguridad, la vida, la libertad, la dignidad humana. Para el gobernante (no así para
el administrador) siempre será preferible invertir los recursos en educación, en
salud pública, sin preocuparse mayormente por el rendimiento financiero de los
recursos económicos invertidos.
Y aquí se encuentra el mayor mérito de la obra que estamos presentando. No se
conforma con explicar los orígenes del Estado en general, los orígenes y
antecedentes del Estado Mexicano, ni le basta conceptuar al Estado de Derecho.
Va más allá. Explica --con apego a la más pulcra teoría constitucional – que es
necesario construir una teoría del Estado justo. Afirma que el poder constituyente
originario (el creador del orden constitucional) debe establecer no sólo los
derechos individuales, sociales, económicos y culturales, sino también los
instrumentos jurídicos (inclusive de carácter procesal) indispensables para
llevarlos a la realidad práctica, para que no sean únicamente retórica
constitucional.
Y en este punto reside precisamente una de las debilidades más relevantes
de nuestro actual sistema jurídico. La Constitución de 1917 estableció los
derechos individuales y los derechos sociales, y posteriores reformas han venido
incorporando otros derechos de alto rango, como el derecho al trabajo, el derecho
a la salud, el derecho a la vivienda, etc, pero todavía no tenemos instrumentos
jurídicos de carácter procesal, que nos permitan exigir su cumplimiento eficaz. La
teoría del Estado justo – dice Milton Castellanos – tiene que pasar del discurso
político a la norma constitucional. Ésta, para ser útil a la comunidad nacional, debe
estar concebida de tal manera que impida el ejercicio abusivo del poder. Los
gobernantes no sólo deben estar sometidos al orden jurídico (evitando que
quienes ostentan el poder tengan la facilidad de ajustar el derecho a sus intereses)
4
sino que además dicho orden jurídico debe ser impulsor de la justicia social. Un
orden jurídico que imponga al gobierno del deber de actuar en beneficio de la
gente más necesitada.
Y no se trata -- como bien dice nuestro autor – de establecer un gobierno caritativo
y populista, sino de instalar un Estado en que la justicia, al estilo de John Rawls,
sea entendida como equidad. Un Estado en que operen los tres principios
fundamentales de justicia que postulara Rawls: 1.- Todos tenemos derechos a
gozar de libertades básicas iguales. 2.- La desigualdad social y económica debe
resultar de un sistema donde todos estén en condiciones de una real igualdad de
oportunidades. 3.- Los más aventajados deben contribuir al beneficio de los menos
aventajados, de manera que se reduzca la distancia de sus diferencias.
Cuando un gobierno no toma en cuenta que su tarea principal es servir a los
intereses de la gente, se produce la gran confusión que denuncia el maestro
Castellanos a partir de la página 46 de su libro:
“... evitar la confusión del acto de gobernar con el de administrar ... es una
exigencia prioritaria porque genera pérdida de la capacidad del Estado para
gobernar, al desviar el funcionamiento de las instituciones de orden público
... en actuaciones que buscan tan sólo el beneficio de los intereses
particulares o de grupo, ocasionando una grave desligitimación de los actos
gubernamentales, que por lo general desemboca en la desobediencia
civil...”
“... el incremento de la ingobernabilidad ... se debe al aumento de la
confusión que tiene lugar por el uso indistinto de los conceptos gobernar y
administrar, a la hora de caracterizar las tareas oficiales del Estado ... sin
deslindar sus campos de acción específicos, ni... el tipo de relación que
media entre el gobierno y la administración ... y entre ambos con los
particulares...”
5
Este libro será útil a toda persona que lea con cuidado sus páginas, que
controvierta las ideas expresadas.
En especial será útil a los estudiantes, a
quienes va dirigido. Como profesor de la Facultad de Derecho de la UABC, no
puedo sino expresar mi gratitud al profesor Castellanos por haber producido esta
obra.
Por haber tenido la paciencia, la energía, la dedicación y la agudeza de
conocimiento que requirió la ordenación de las ideas, la expresión cuidadosa, la
redacción y finalmente la publicación de su obra pionera “Del Estado de Derecho
al Estado de Justicia” sólo me resta extender una cordial felicitación al maestro
Milton Castellanos, en la certeza de que esta primera edición será superada por
las que vienen.
Las imprecisiones, las vaguedades que todavía aparecen; inclusive algunos
errores gramaticales, desaparecerán, induda-blemente, en la próxima edición. El
maestro Castellanos está apostando al conocimiento, lo está cultivando, lo está
difundiendo, lo está enseñando. Otros debemos seguir su ejemplo. ¡¡ Felicidades,
maestro Milton.!!
6
Descargar