Regiones Metropolitanas ¿Fragmentación político-administrativa o gestión asociada? Aportes para una discusión sobre la Región Metropolitana Córdoba Autor: Claudio A. Tecco [email protected] Resumen El presente artículo se inscribe en el proyecto de investigación denominado “Región Metropolitana Córdoba, análisis de asentamientos y de su articulación al sistema urbano regional”, el cual está radicado en el IIFAP y en cuya ejecución participan investigadores de este instituto, como así también de la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño Industrial y del Programa Geográfico Universitario (PROGEO) de la Universidad Nacional de Córdoba1. Luego de precisar algunas cuestiones conceptuales, el artículo presenta resultados parciales de la investigación referidos a las transformaciones que está experimentando la Región Metropolitana Córdoba. Seguidamente, se fundamenta la necesidad de construir una nueva institucionalidad regional, acorde a dichas transformaciones, a la luz de experiencias que han tenido lugar en otros países, pero considerando las particularidades del caso analizado. Los conceptos de Área y Región Metropolitana Previo al abordaje de la discusión sobre los problemas y desafíos que suscita la gestión metropolitana creo necesario precisar algunos conceptos que habré de utilizar en este artículo. En primer término, de acuerdo con lo planteado por Pedro Pírez (1992 y 1994), es conveniente distinguir entre Área y Región Metropolitanas. Siguiendo al citado autor, un Área Metropolitana coincide con la mancha urbana que cubre a más de una jurisdicción político-administrativa. Ello implica que, para delimitarla, se toman en consideración los elementos materiales, físicos. En un área metropolitana la ciudad cubre de modo continuo espacios en los cuales distintos municipios o comunas ejercen competencias territoriales. A modo de ejemplo, si analizamos el comúnmente denominado “Gran Córdoba”, podríamos afirmar que municipios tales como Malvinas Argentinas, Juárez Celman, Saldán y Villa Allende forman parte del Área Metropolitana, ya que entre ellos y la capital provincial existe contigüidad y continuidad física. 1 El equipo de investigación está integrado por Claudio Tecco (Director), Juan C. Bressan (Codirector), Silvana López , Silvana Fernández y Mónica Sánchez (Investigadoras), Daniela Atea, Beatriz Ensabella, Griselda Sandrone y Marisa Lerena (Auxiliares de Investigación). Si bien el presente artículo se basa en la producción colectiva de este equipo de trabajo, las opiniones vertidas en él son de exclusiva responsabilidad del autor. El concepto de Región Metropolitana es más abarcador que el anterior y comprende no sólo al espacio cubierto por la mancha urbana, sino también a otros asentamientos humanos de diferente tamaño, entre los cuales existen importantes niveles de interacción. El espacio de una región metropolitana se conforma con los nodos de un sistema urbano funcionalmente integrado, como así también por las áreas de explotación primaria y los espacios sin urbanizar que existen entre aquellos. A diferencia del área, la región no es una unidad físicamente continua sino un espacio estructurado en torno a una ciudad mayor, en el cual los flujos cotidianos de personas, materiales e información son significativos. Es por ello que, aún existiendo “espacios vacíos” que las separan de la capital provincial, puede afirmarse que ciudades como Carlos Paz, Alta Gracia y Río Ceballos pertenecen a la región metropolitana que tiene por lugar central a Córdoba. La distinción conceptual entre área y región tiene efectos prácticos para la gestión metropolitana. En efecto, en un mismo campo de políticas públicas, la agenda de cuestiones y el modo de resolverlas suele ser diferente según se trate de problemas de un área o de una región metropolitana. Así por ejemplo, los temas de transporte público de pasajeros en un área metropolitana refieren al diseño, implementación y gestión de un servicio urbano que procurará atender las necesidades y demandas de usuarios que residen en un aglomerado continuo, aunque incluya a varias unidades político-administrativas. Por el contrario, en una región metropolitana, el transporte de pasajeros incluirá también al denominado interurbano (de media distancia) por lo cual el tipo de cuestiones a resolver y las necesidades de coordinación interjurisdiccional serán diferentes. Lo mismo puede decirse para la gestión de redes de otros servicios (agua, gas natural, cloacas, etc.). La dinámica demográfica de la Región Metropolitana Córdoba Como se analiza en un número anterior de esta misma revista (ver Tecco, C. 1999a) las mayoría de las localidades situadas en un radio de 50 Km desde el centro de la ciudad de Córdoba, vienen experimentando desde 1980 un crecimiento demográfico superior al de la capital provincial. A los indicadores obtenidos de fuentes censales para el período 1980-1991 (citados en dicho artículo) se agregan ahora las evidencias empíricas aportadas por relevamientos realizados en el transcurso de nuestra investigación. En efecto, en tres municipios de la región hemos constatado que es muy alto el porcentaje de la población de 18 o más años de edad que ha migrado hacia dichas localidades (63 % en Unquillo, 60 % en Río Ceballos y 50 % en Malvinas Argentinas). Asimismo, dentro del grupo de pobladores que se radicaron en estas localidades, es significativa la proporción de quienes lo hicieron durante los últimos cinco años (31 % en Unquillo, 45 % en Río Ceballos y 29 % en Malvinas Argentinas). El aporte de este flujo de inmigrantes nos estaría indicando que, con posterioridad al último censo de población, realizado en 1991, se habría incrementado sensiblemente el crecimiento demográfico de esta localidades situadas en la periferia de la capital provincial. En el artículo antes citado se sostenía, a modo de hipótesis, que las migraciones de tipo centrífugo, originadas en la capital provincial eran la principal fuente del crecimiento de algunos centros secundarios de la región, siguiendo el modelo de concentración expandida formulado por Carlos De Mattos (1997 y 1998). De acuerdo a este modelo, las estrategias individuales de los migrantes y las de las empresas urbanizadoras confluyen para la concreción de una morfología urbanoregional con características de archipielago. Existen indicios de que esto estaría efectivamente ocurriendo con algunas de las localidades estudiadas en nuestro proyecto. En efecto, tanto en Malvinas Argentinas como en Unquillo hemos constatado que es significativa la proporción de nuevos residentes que provienen de la ciudad de Córdoba (62 y 45 % respectivamente), predominando como motivos para fijar la residencia en dichas localidades razones de “tranquilidad y seguridad” en el primer caso y de “precios económicos de la tierra y/o la vivienda” en el segundo. El proceso de periurbanización a escala metropolitana, proyecta más allá de los límites administrativos de la ciudad principal los patrones de segregación urbana característicos de ésta, incorporando al sistema regional localidades con perfiles socioeconómicos y funcionales diversos. Asimismo, el crecimiento poblacional de estas localidades, si bien tiene un mismo origen geográfico (la ciudad de Córdoba), reconoce como vemos distintos motivos. Lo mismo puede afirmarse en relación a las estrategias empresariales, constatándose tanto casos de loteos económicos para viviendas autoconstruidas, orientadas a un segmento de bajos ingresos del mercado inmobiliario, como urbanizaciones residenciales cerradas de diverso tipo, destinadas a sectores de mayores recursos (Tecco, C. 1999b). La pertenencia sistémica a las localidades periféricas de Capital a la Región Metropolitana Córdoba, se visualiza también a través de algunos indicadores de su integración funcional al nodo principal; así por ejemplo, 77 % de la población ocupada de Malvinas Argentinas trabaja en la ciudad de Córdoba, sucediendo lo mismo en 34 % de los casos en Unquillo. Para no abrumar más al lector con cifras que pueden consultarse en los informes de investigación2, basta aquí afirmar que la frecuencia y motivos de los viajes que realizan los habitantes desde las localidades periféricas hacia el lugar central del sistema urbano regional refuerzan los argumentos antes expuestos, al igual que la percepción que los propios actores locales tienen de sus municipios y de la relación de éstos con el entorno metropolitano. ¿Atomización localista o gestión regional-metropolitana? El análisis de los casos antes referidos nos condujo a reflexionar sobre la ausencia de correspondencia entre espacio funcional y espacio de gestión pública en la Región Metropolitana Córdoba. En tal sentido, la pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿puede sostenerse sin inconvenientes en el tiempo un sistema regional, que estando 2 Los interesados en ampliar la información pueden solicitar los informes al autor de este artículo. funcionalmente integrado no cuenta con mecanismos ni instituciones de lo gestionen? En nuestro caso, la ausencia de correspondencia entre el espacio funcional o de flujos con el espacio de gestión pública se evidencia no sólo a través de los indicadores que utilizamos en nuestra investigación, sino también en los recurrentes conflictos interjurisdiccionales que se plantean en materia de tránsito y transporte 3, de atención a la salud pública, suministro de agua potable, manejo de cuencas hídricas, etc. Si el flujo y la circulación de personas, bienes e información tiene lugar en un espacio que excede la jurisdicción político-administrativa de un Municipio y si el ambiente (natural y construido) articula un conjunto de asentamientos a nivel regional, es necesario pensar en alguna modalidad de gestión de ese territorio. Contra la lógica de este razonamiento suelen oponerse argumentos que reivindican supuestas ventajas de la gestión descentralizada, fragmentada, y competitiva de los espacios metropolitanos. Los argumentos más difundidos se apoyan en postulados teóricos de un modelo neoclásico de análisis espacial. De acuerdo a éste, bajo condiciones de libre mercado, los gobiernos locales de una región metropolitana deben competir entre sí por atraer residentes e inversores, mediante bajos impuestos y mejor calidad de servicios. Se espera que esta competencia lleve a que cada comuna realice un uso más eficiente de sus recursos, lo cual a su tiempo habrá también de resultar en el incremento de los ingresos públicos comunales. Esto posibilitará a su tiempo una nueva mejora de la oferta de servicios, en una suerte de causación circular virtuosa. En este escenario fragmentado y competitivo, los ciudadanos (y los inversores) habrán de trasladarse a los sitios en los que logren mayor satisfacción y/o rentabilidad. “La idea es que la gente vota con sus pies, eligiendo a los gobiernos locales que le proveen la mejor combinación de impuestos y bienes públicos locales” (Tiebout, citado por Arthur O’Sullivan 1993 , pp. 497). Este razonamiento ignora un conjunto de variables (además de impuestos y servicios) que concurren en las decisiones locacionales de los individuos, las familias y las empresas. Además, no considera que, si bien la movilidad metropolitana es importante y creciente, existen restricciones de distinto tipo a dicha movilidad. Al respecto, dos de los supuestos teóricos del modelo de Tiebout son (i.) que todos los ciudadanos tiene igual y pleno acceso a información sobre todas las variables de las jurisdicciones alternativas en las que pueden residir y que de acuerdo a ello adoptan sus decisiones y (II.) que todos los movimientos que realizan (cambios de residencia) son de costo nulo. A mi criterio, es evidente que ambos supuestos se alejan considerablemente de la realidad cotidiana. 3 Son conocidos los conflictos suscitados entre algunos Municipios de la región, con el Gobierno de la Provincia y la empresa Caminos de las Sierras, concesionaria de la Red de Acceso a Córdoba (RAC), proyecto en cuyo diseño no tuvieron participación los gobiernos locales de la región. Cabe también recordar que el primer proyecto de rediseño del sistema de transporte público de pasajeros de la actual gestión municipal de la Ciudad de Córdoba involucraba a otras jurisdicciones municipales que no fueron consultadas. Las expectativas de quienes adhieren a este modelo son que, compitiendo entre sí -mediante la reducción de tasas y tributos y la mejora en la calidad de los servicios prestados- los Municipios de una misma región metropolitana contribuirán a una reducción general de la presión tributaria sobre los ciudadanos y las empresas como así también a una mejor calidad de vida de la población. Además del escaso realismo de los supuestos teóricos en que se basa este modelo, el mismo no tiene en cuenta las asimetrías que existen en el mercado residencial (diferencias de ingreso, patrimonio y acceso a crédito entre los ciudadanos que “votan con los pies”), ni las ventajas comparativas para la localización de actividades empresariales que suelen presentar algunos municipios en relación a otros, aún dentro de una misma región. Son precisamente estas asimetrías, ventajas y desventajas las que contribuyen a incrementar la segregación urbana, tanto social como funcional, cuando se aplica el modelo de Tiebout. Dado que el principal objetivo buscado por los partidarios de la fragmentación competitiva es mejorar la eficiencia urbana, la equidad socio-territorial, está ausente de la agenda pública, siendo un objetivo que se espera alcanzar en el largo plazo por obra de los propios mecanismos de mercado. Si ello no sucede y, por el contrario, resulta un aumento de las inequidades, éstas suelen ser interpretadas como efectos no deseados, de corto plazo. Sin embargo, a mi criterio, son también discutibles las supuestas ventajas de eficiencia que el modelo asigna a la gestión descentralizada y competitiva entre municipios de una misma región urbana. Esto es así. porque su aplicación puede conducir a la sobreoferta de ciertos servicios y/o a déficit de oferta de otros (aquellos que ejercen menor atracción o lo hacen sobre sectores que no se desea atraer4), como así también a desaprovechar oportunidades de lograr economías de escala a nivel regional. En efecto, existen evidencias, incluso en la propia Provincia de Córdoba, que la división del trabajo y la cooperación entre municipios geográficamente próximos puede contribuir a racionalizar el gasto y la inversión pública agregada. Algunos antecedentes a considerar El debate sobre la gobernabilidad metropolitana es de larga data. En las décadas del ’70 y ’80 la discusión en Europa y América del Norte giraba fundamentalmente en torno a la búsqueda de correspondencias entre territorio funcional y territorio gubernamental o de gestión, cuestión a la que nos hemos referido en el apartado anterior. A este tipo de argumentos ya expuestos con anterioridad se suman en la actualidad dos nuevos ingredientes para fundamentar la necesidad de un cambio de escala en la gestión urbana: mejorar la competitividad económica y promover la cohesión social (Lefevre, C. 1998). En el difundido trabajo de Philip Kotler y otros, titulado “Marketing Places” (Mac Millan, 1992) se advierte a los gobiernos locales sobre la inconveniencia de incrementar el gasto y la inversión social, para evitar atraer residentes pobres a su jurisdicción. 4 En relación a lo primero, por razones de escala económica y técnica, se postula que la gestión pública a nivel metropolitano posibilita que las ciudades se procuren un mejor posicionamiento en el competitivo mercado global. Asimismo, en una región metropolitana es posible desarrollar un programa de mercadotecnia conjunto, basado en las fortalezas del aglomerado urbano, valorizando las ventajas competitivas de éste. Las ciudades y pueblos que integran una región metropolitana tienen habitualmente una oferta diversificada de bienes y servicios y difieren también en sus características ambientales, costos de oportunidad para inversiones, etc. Esta heterogeneidad puede ser aprovechada como una oportunidad para atraer inversiones y visitantes, que contribuyan a la generación de ingresos, tanto en las localidades consideradas individualmente como en el aglomerado en su conjunto. En tal sentido, la competencia entre Municipios locales, si bien es inevitable, puede tornarse en un juego de “suma cero” (Bourne, L.S. 1996), motivo por el que se recomienda la búsqueda de acuerdos que potencien la competitividad del conjunto. En cuanto al logro de mayor cohesión social, la superación de dualidades e inequidades socio-territoriales -y la mejora de la calidad ambiental- en una región metropolitana constituye en sí mismo un objetivo si se pretende mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que habitan en ella. Gran parte de los habitantes de una región urbana recorren cotidianamente trayectos espacio-temporales que incluyen tiempos y espacios diversos (Hägerstrand,T. 1970). Sus actividades cotidianas (descanso, trabajo, educación, cultura, recreación, circulación etc.) se desarrollan en distintos ámbitos. Los lugares de encuentro e interacción social de los sujetos son por tanto múltiples y varían a través del tiempo. La pertenencia individual del habitante de estos aglomerados tiende cada vez más a referenciarse no sólo a la localidad en la que reside, sino también con múltiples lugares. Parafraseando a R. Isaacs (citado por Escolar, M. 1996 pp. 161) las coordenadas geográficas que señalan el sitio donde ellos residen no significan que éste sea el lugar en el cual viven, ya que los espacios de sociabilidad son múltiples. A modo de ejemplo, para quien reside en una pequeña localidad que forma parte de un sistema urbano no resultan indiferentes los problemas de seguridad en la ciudad a la que diariamente viajan sus hijos para concurrir a la escuela; tampoco le son ajenos la calidad de los servicios y las condiciones ambientales del sitio al cual él o élla se desplaza para ir a trabajar. Esto se debe a que el espacio de vida del sujeto en cuestión es más amplio e incluye otros lugares, además de el de residencia. Según Larry S. Bourne (1996), la alta segregación ciudad-suburbio y las desigualdades marcadas en los ingresos dentro de las áreas y regiones metropolitanas son factores que dificultan la cooperación entre gobiernos locales y la gestión a nivel metropolitano. Esto significa que la fragmentación socio-territorial no sólo es un desafío a superar a escala metropolitana sino también una dificultad para construir nuevas institucionalidades a dicho nivel. El logro de mayor cohesión social y calidad ambiental a escala metropolitana, además de ser un propósito de calidad de vida y ciudadanía plena para quienes viven en ese medio, es también una fortaleza urbana con capacidad de potenciar la competitividad a la que antes hacíamos referencia. En efecto, los inversores consideran cada vez más este tipo de variables al momento de adoptar decisiones locacionales (Borja, J. y Castells, M.1997) y también lo hacen los visitantes, trátese de turistas, convencionistas u otros . Vemos entonces que las propuestas de gestión a escala metropolitana se apoyan no sólo en argumentos funcionales, sino también sociales y económicos. Ahora bien, para superar la fragmentación política e institucional de las regiones urbanas se han ensayado en Europa y América de Norte distintas estrategias y arreglos institucionales que, a riesgo de simplificar, podrían agruparse en dos tipos de modelos: el supra-municipal y el inter-municipal. Antes de realizar cualquier valoración sobre estos modelos de gestión metropolitana cabe aclarar que su adopción en otras ciudades y países seguramente obedece a circunstancias histórico-culturales y político-institucionales propias de cada realidad. No se trata entonces de replicar uno u otro modelo de modo mecánico, sino de considerar este tipo de circunstancias en la realidad concreta en que se opera. El modelo supra-municipal supone la creación de un Gobierno Metropolitano, con legitimidad política directa y autonomía plena (institucional, política, administrativa, económica y financiera) al cual se articulan de modo subordinado las instituciones locales preexistentes. En este modelo, la autonomía de estas últimas (los Municipios) se debilita y sus competencias se ven reducidas. Este es, desde 1963, el caso de Londres durante los gobiernos laboristas5, como así también de varias regiones metropolitanas de América del Norte (Portland, Seattle, Minneapolis-St. Paul y Toronto). El modelo inter-municipal consiste en la construcción de acuerdos voluntarios entre Gobiernos Locales, los cuales conservan su autonomía y en los que se asienta la legitimidad política. Es el caso, entre otros, del Accordo per la Città Metropolitana de Bologna, que agrupa a 48 Municipalidades y en cuya estructura política están representados todos los gobiernos acordantes. La institución creada gestiona, a escala metropolitana, políticas de transporte, salud, servicios sociales y ambientales. En mi opinión, el modelo inter-municipal presenta la ventaja de posibilitar su puesta en práctica de modo gradual. Por ejemplo, una institución metropolitana inter-municipal puede constituirse a los fines de prestar ciertos y determinados servicios o coordinar políticas públicas específicas, dejando en sus estatutos las puertas abiertas, tanto para el ingreso de nuevos Municipios que se sumen al proyecto como para incorporar nuevas cuestiones a la agenda de la organización. Esta mayor flexibilidad de la alternativa inter-, en relación a la supra, es un factor a tener en cuenta, ya que los espacios funcionales cambian más rápidamente 5 El gobierno metropolitano del Gran Londres fue disuelto durante la gestión de M. Thacher y reestablecido durante el actual gobierno laborista. que los espacios institucionales. En efecto, los sistemas urbanos regionales y sus vinculaciones con el contexto nacional e internacional experimentan rápidas modificaciones, en las que inciden los cambios económicos y tecnológicos a escala global. Sin embargo, los territorios institucionales no se adaptan tan fácil y rápidamente a dichos cambios. En países como Argentina, en donde no existen antecedentes de gobiernos metropolitanos (supra-municipales) y que poseen una tradición municipalista arraigada no es una tarea sencilla construir una nueva institucionalidad que sustituya a la anterior. El régimen federal argentino en general, y el régimen municipal de la Provincia de Córdoba en particular, abonan la posibilidad de construir de modo flexible, gradual y mediante consenso social una nueva institucionalidad intermunicipal metropolitana. Por otra parte, aún en el supuesto de que existan argumentos técnicos y económicos que aconsejasen la adopción del modelo supra-municipal, no deberíamos olvidar que la sostenibilidad de una nueva institucionalidad regional depende de que ésta sea un constructo social, que requiere del consenso de los actores e instituciones locales. Esto nos hace pensar que, por razones históricoculturales y político-institucionales el modelo inter-municipal es más apropiado para el caso de Córdoba. Un modelo de gestión posible para el Área Metropolitana Córdoba Más allá de las ventajas y desventajas que puedan presentar uno u otro de los modelos recién expuestos, es indudable que el supra-municipal no se corresponde con el régimen municipal vigente en la Provincia de Córdoba. La Constitución Provincial consagra claramente el principio de autonomía municipal (ver Preámbulo y Art. 180), motivo por el cual es impensable la creación de un nivel de gobierno que afecte dicha autonomía. Pero la misma Constitución también contempla que los Municipios, en ejercicio de su autonomía, puedan “...celebrar convenios entre sí y constituir organismos intermunicipales para la prestación de servicios, realización de obras públicas, cooperación técnica y financiera o actividades de interés común de su competencia... (Art. 190). Es por ello que, en el caso de la Región Metropolitana Córdoba, la conformación de un sistema intermunicipal de gestión metropolitana cuenta con sustento constitucional, bajo la forma del modelo antes referido. La legalidad de los más de sesenta entes y asociaciones municipales que se crearon en la Provincia de Córdoba, desde mediados de la década del `80 hasta el presente, se basa en esa disposición constitucional. Dichas experiencias, con sus dispares avances y resultados, han demostrado que es posible construir una nueva institucionalidad regional de carácter gradual y flexible, sin necesidad de complejas y conflictivas operaciones de ingeniería institucional (Tecco, C. y Bressan, J.C. 2000). Aunque necesaria, la construcción de un sistema intermunicipal de gestión metropolitana no forma parte aún de la agenda pública de los Municipios y Comunas de la región. Si bien a mediados de la década del `90 se efectuaron algunas reuniones de Intendentes con relación a esta cuestión, las mismas no arrojaron resultados significativos, ni tampoco se avanzó con posterioridad sobre este tema, más allá de la producción de un documento de trabajo por parte de la Municipalidad de Córdoba (1996). Los actores políticos de los Municipios de la Región Metropolitana Córdoba continúan operando de modo reactivo y aislado frente a problemas regionales puntuales, en lugar de articularlos y avanzar hacia políticas públicas concertadas en el sentido de una nueva institucionalidad de tipo regional-metropolitano. BIBLIOGRAFÍA Adell, G. (1999): “Theories and Models of the Peri-Urban Interface: a Changin Conceptual Landscape”. Development Planning Unit, University College London, London, march 1999. http//www.ucl.ac.uk/dpu/pui (Mimeo) Bourne, L.S. (1996): “Redrawing the Map: A Realist Proposal for Reorganizing the Structure of Governance in the Toronto Region”. 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